Revista Cooperamos 6

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Revista Cooperamos | 3

Contenido A LOS LECTORES

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EDITORIAL

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ENFOQUE Casa Adentro: El enfoque de género en la gestión de la cooperación

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Casa Afuera: Aportes de la cooperación española en el proceso de transversalización del enfoque de género en el Ecuador

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Casa Adentro: Ecuador apunta a contar con presupuestos sensibles al género - Entrevista a Dolores Almeida

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DIRECTORA Gabriela Rosero

Casa Afuera: Invertir en igualdad - ONU Mujeres Ecuador

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EDITORA María Augusta Salas

COOPERACIÓN EN CIFRAS Intervención de la cooperación internacional no reembolsable en el tema de género

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COORDINACIÓN GENERAL Unidad de Comunicación SETECI

IMPACTOS Mujeres indígenas: una realidad históricamente diferente

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FOTOGRAFÍA Alfredo Pastor Archivo Casa de la Danza Camilo Torres Dolores Ochoa Néstor Tarazona Edu León

Embarazo adolescente en América Latina: un problema culturalmente complejo

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A FONDO El feminismo es un capital político, por Marcela Lagarde

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Por una plaza de Tahir propia - Apuntes sobre las mujeres en la primavera árabe

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RECUENTO Y AGENDA

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ANÁLISIS La economía del cuidado y la búsqueda del Buen Vivir

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VOCES DEL SUR Movimiento de mujeres ecuatorianas y Buen Vivir

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Entrevista a Luz Haro: “La chacra es la otra cara de la mujer”

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VISOR Una catarsis con la danza / Susana Reyes

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CONSEJO EDITORIAL Gabriela Rosero Carolina Viola María Augusta Salas

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Lápiz y Papel www.lapizypapel.ec IMPRESIÓN Soboc Grafic Todos los derechos reservados. Ninguno de los artículos de esta revista pueden ser reproducidos, almacenados o transmitidos total o parcialmente, a través de cualquier medio, sin la expresa autorización de la SETECI.

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A los lectores | 4

Cooperación, género y Buen Vivir Por: Cecilia Torres

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ooperamos lleva una doble perspectiva en su línea editorial: apoyar el análisis y la discusión teórica de las temáticas planteadas; y desde esa vertiente, reflexionar sobre la gestión de la cooperación internacional frente a ellas. Esta edición se consagra al tema de género, cooperación y Buen Vivir. Las problemáticas que entrañan al tema de género tienen directa relación con lograr el Buen Vivir de mujeres y hombres, el nuevo paradigma de desarrollo que el Estado ecuatoriano impulsa y necesariamente integra la equidad de género. Los contenidos reparan sobre el camino recorrido por la lucha feminista, el apoyo del Estado, los organismos internacionales y de la cooperación con ésta; así como también sobre las dinámicas sociales que ponen a las mujeres en distintas perspectivas y escenarios. Son las propias mujeres que con sus voces nos cuentan sus anhelos, luchas y reflexiones, son adolescentes, madres, académicas, profesionales, campesinas, líderes, artistas, algunas vinculadas a movimientos de mujeres ecuatorianas organizadas, otras simplemente comprometidas con su labor por y para las mujeres; y otras como Marcela Lagarde, representante del feminismo latinoamericano, mexicana y amiga en esta lucha, han participado de esta publicación con su generosidad. Cada uno de los artículos nos deja ver la importancia de la intervención del Estado en la lucha por la igualdad de género, y la toma de acción de cada persona para reivindicar los derechos de las mujeres. En Ecuador, entre los hitos por lograr una verdadera equidad de género y la intervención del Estado están las leyes a favor de las mujeres y la creación del entonces CONAMU, hoy Comisión de Transición. Asimismo, la elaboración de un Plan Nacional de Erradicación de todas las Violencias, especialmente contra la violencia de género, que se acompañó de una ley, lo cual es un avance significativo. Sobre el trabajo del cuidado doméstico no remunerado, que se analiza en este número, se ha levantado una

de las reivindicaciones más importante de las mujeres ecuatorianas, pues se trata de un trabajo desvalorizado socialmente, mayormente realizado por las mujeres, no retribuido y poco reconocido. Su justo reclamo es uno de los aspectos más concretos del Buen Vivir que la planificación nacional propugna para todos. El Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir quiere transformarse en un instrumento para adoptar a nivel nacional y en los territorios medidas y políticas especiales para rectificar a favor de las mujeres la pobreza aun persistente, que va en relación con las tendencias culturales y tradicionales, así como con los estereotipos de género. En efecto, el crecimiento económico no necesariamente se traduce en una mayor equidad de género. Por ello, el Gobierno y la cooperación pueden volcarse a atender esta tarea de forma activa y prioritaria. Para lograr un avance significativo las mujeres organizadas han apostado por impulsar la participación política de las mujeres, pues quién mejor que ellas para conocer lo que necesitan. Por otro lado, se hace un análisis desde lo que se denomina el “ecofeminismo”, el cual sostiene la existencia de una relación directa entre la opresión de la mujer y la explotación de la naturaleza, ambos fenómenos resultados de un mismo sistema patriarcal dominador y abiertamente explotador y capitalista. Finalmente, este número expone el aporte invalorable del arte al Buen Vivir y para la sanación de las mujeres con todas sus expresiones como la danza, el teatro, la música, etc. El reportaje gráfico de Susana Reyes nos dice: “En nuestro cuerpo late todo nuestro poder para nutrir, crear y transformarlo todo. Es a ese poder que estamos hoy las mujeres llamadas, para despertarlo”. La instauración paulatina de la igualdad de género, es un horizonte importante para el país, el cual está en relación con otras luchas y discriminaciones. Las reivindicaciones como ha sucedido históricamente en el mundo, vienen detrás de la lucha del movimiento de mujeres, de las mujeres mismas y la sociedad civil contra la discriminación.


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Las mujeres y el Buen Vivir Por: Gabriela Rosero|Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI)

las mujeres, la homogenización del enfoque de género entre las mujeres campesinas, el embarazo precoz, las mujeres indígenas como una realidad femenina diferente, la economía del cuidado y la búsqueda del Buen Vivir, el ecofeminismo, el feminismo como capital político, el arte como un espacio catalizador de la vivencia de las mujeres, entre los principales abordados en esta edición.

Foto: SETECI.

En cuanto a la violencia de género, podríamos preguntarnos si las conquistas de las mujeres para eliminar las condiciones opresivas de vida en lo cotidiano y en lo público no ha significado un aumento de las prácticas de violencia contra ellas. Poner fin a ésta, sigue siendo la mayor prioridad del Estado Ecuatoriano y es asumida por la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI) y la cooperación como una primera tarea. El Estado trabaja a través de varios mecanismos la erradicación de la violencia, uno de ellos, es la Campaña Nacional “Contra la Violencia hacia la Mujeres”.

Desde el Estado se puede, se debe y se construye equidad de género, sin lo cual, no podríamos hablar del Buen Vivir. En este marco, la igualdad de género debe ser incluida en la perspectiva de la cooperación internacional con una mayor claridad en las políticas y las acciones que hacen efectivo el Buen Vivir de mujeres y hombres. La cooperación y quienes la gestionan deben constantemente acrecentar sus marcos teóricos sobre lo que significa e implica trabajar con este enfoque. Desde ahí, varios temas prioritarios merecen ser abordados, todos recaen en la construcción del Buen Vivir como son: la participación incrementada de las mujeres en la política, la acción reforzada contra la violencia hacia

La violencia sexual contra las mujeres también se manifiesta en el embarazo adolescente. Una madre adolescente ve truncadas sus oportunidades de vida en su economía, en su acceso a la educación, en su participación en el mercado laboral, así como en sus perspectivas de vida en pareja, en su futura vida sexual, así como en su la calidad de vida y en la de sus hijos. La violencia y reprobación social contra una joven embarazada viene normalmente de muchos actores, padres y parientes, amigos, parejas y educadores. En otro campo, la mujer rural también carga los problemas de género pero también están sobre sus hombros muchos otros: la tierra, la producción y el trabajo, el agua, las cuencas hídricas, la protección de los esteros y ríos, la no contaminación, la producción sana, el no ingreso de transgénicos, ni de semillas híbridas, preservar las semillas naturales para garantizar la salud, la participación política, los derechos; por otro lado, los servicios básicos limitados, así como acceso a la educación, entre los que nos cuenta en la entrevista Luz Haro, lideresa rural.


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De hecho, se encuentran logros significativos en la disminución de las grandes diferencias entre mujeres: el distanciamiento entre aquellas de diferentes estratos sociales, va a la par del esfuerzo serio de las mujeres organizadas por desarrollar nuevas formas de reciprocidad entre sí. Una nueva cultura de relacionamiento aparece basada en la construcción de sonoridad de género, que va surgiendo en el país. Contra el mito de que las mujeres no votan por las mujeres, las candidatas se vuelcan a solicitar especialmente el voto a aquellas con agendas específicas de género. Las diferencias ideológicas no son un obstáculo para llevar adelante una agenda política conjunta por la construcción de la igualdad para las mujeres.

cuentemente, a más de perjudicarse a sí mismas, desestabilizar la familia y descuidar los hijos, es un pensamiento que ya no es sostenido como discurso por nadie en la actualidad, pero que es absolutamente vigente en la vida de la familia, los organismos políticos. Si el fin de la transversalización, como camino hacia la equidad de género, es empoderar las mujeres, en este campo se trata justamente de que ellas lleguen a participar en el poder, sus estructuras, relaciones e instituciones, como medio privilegiado para avanzar en la transformación de una sociedad hacia el Buen Vivir.

La economía del cuidado es otro tema medular, abordado en otro artículo de esta edición, el cual pone atención en el desbordamiento conceptual que ha surgido en torno a su concepción: no se habla solo del papel de las mujeres en la reproducción de la vida humana, sino de la misma reproducción de la vida y cómo es un factor a tomarse en cuenta para nuevos análisis económicos integradores. La visibilidad, reconocimiento y fortalecimiento de estas lógicas y prácticas económicas nuevas guardan directa relación con la economía solidaria, en una perspectiva común de construcción del Buen Vivir.

En un artículo de éste número, ONU-Mujeres nos habla de la necesaria inversión de recursos para no quedarnos en deseos, consideraciones y análisis. Desde el diagnóstico hasta la evaluación, todo “proceso trabajo o proyecto de igualdad de género” necesita un presupuesto claro y específico para garantizar que las prioridades establecidas no se queden en el diseño, sino que lleguen a la práctica. Los presupuestos sensibles al género son ya una metodología en vigencia en muchos ámbitos; el cual ha desarrollado múltiples instrumentos que impulsan la incorporación del enfoque de género y garantizan la inversión del Estado en este campo. Esta misma previsión es importante y necesaria para la cooperación al tratar sus intervenciones para el desarrollo.

En cuanto a la participación de las mujeres en la política, como en ningún otro campo, las mujeres encuentran resistencia, al considerarlo como exclusivo de los hombres el ejercerla. Pensar que se trata de que las mujeres abandonan sus hogares para entrar en política y, conse-

No es un error pensar que la sociedad ecuatoriana en su conjunto está mejor preparada para entender no sólo la cultura del cambio, o lo que significa el Buen Vivir, un modelo de desarrollo diferente; sino para la reivindicación de género y, con ello, promover liderazgos femeninos.


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El enfoque de género en la gestión de la cooperación Por: Cecilia Torres - SETECI

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a Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI) trabaja activamente desde hace algunos años en una tarea sustancial, transversalizar género en dos campos específicos e interrelacionados: la institución y la gestión de la cooperación internacional. En la agenda de trabajo ha llevado intensamente la capacitación de sus cuadros con ONU Mujeres; una consultoría sobre el tema espera en estos meses asentar resultados operativos. Con la cooperación internacional dos reuniones de la Mesa de Género convocadas con la Comisión de Transición, fueron instaladas con resultados importantes de alineación, armonización y de seguimiento del aprendizaje de cómo practicar bien esta transversalización de género. Es oportuno exponer aquí algunos principios que encuadran la política pública que se va construyendo en este campo particular. La Constitución del 2008 reafirma la igualdad entre hombres y mujeres con un lenguaje inclusivo y de género: reconoce los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad de las familias, los derechos a la vida digna y sin violencia: la paridad se presenta como un principio que orienta la conformación de diversas instancias y particularmente en la designación y representación. La garantía de políticas de igualdad entre hombres y mujeres se garantiza con instrumentos especializados como la incorporación de género en políticas, planes y programas públicos, mandato vinculado a la creación de los Consejos para la Igualdad. Particularmente en el acceso a la justicia la Constitución señala sancionar los delitos relacionados con la violencia intrafamiliar, de género y sexual, la protección de las víctimas y la restitución de sus derechos. Entre los enunciados del Plan Nacional del Buen Vivir, como cambios de paradigma, uno es particularmente aplicable a las mujeres y a su camino contra la discriminación, el principio “hacia la igualdad, la integración y la cohesión social”. “Sostenemos que una sociedad igualitaria es una comunidad política no estratificada

en el sentido de que no genera grupos sociales desiguales […] requiere el tipo de paridad aproximada que sea inconsistente con la generación sistémica de relaciones de dominación y de subordinación”. (Plan Nacional del Buen Vivir, 2009-2013.) Por otro lado, podemos aplicar a nuestras políticas y a los proyectos y programas de cooperación un conjunto de indicadores estratégicos básicos: a) ¿nuestro proyecto o programa, nuestras acciones, logran romper en algo la división sexual del trabajo y su desigual valoración?; b) ¿logran, de una forma u otra, promover el acceso de la mujer a espacios de poder y oportunidades de desarrollo?; c) ¿logran, en definitiva, abrir un tanto la puerta a las mujeres a los recursos de la cooperación y a sus beneficios?

Transversalizar el enfoque de género en la gestión de la cooperación internacional "Transversalizar la perspectiva de género es el proceso de valorar las implicaciones que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas, en todas las áreas y en todos los niveles. Es una estrategia para conseguir que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, al igual que las de los hombres, sean parte integrante en la elaboración, puesta en marcha, control y evaluación de las políticas y de los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de manera que las mujeres y los hombres puedan beneficiarse de ellos igualmente y no se perpetúe la desigualdad. El objetivo final de la integración es conseguir la igualdad de los géneros." (Definición del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), julio de 1997). Transversalizar quiere decir integrar el enfoque de equidad de género en todas las acciones del nuevo paradigma del Buen Vivir e incluso en la cultura de las instituciones para contribuir a un cambio en la situación


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de desigualdad genérica, hacer intervenir los intereses de las mujeres y de los hombres de manera particular y conjunta. Éste ha sido el propósito de la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional junto con los actores de la cooperación en el país, los últimos dos años. Esta perspectiva propone la identificación de ajustes en la formulación de un programa o proyecto, en sus objetivos, estrategias y acciones para que hombres y mujeres a un tiempo puedan influir y participar en los procesos de construcción del Buen Vivir local y nacional y, a su vez, beneficiarse de ello. Ésto directamente incumbe a la cooperación y a la SETECI, en cuanto es el organismo rector de la cooperación internacional en el Ecuador. En la planificación o ejecución de un proyecto o programa de cooperación, la transversalización del enfoque de género no reside simplemente en añadir un componente femenino o una actividad especial con mujeres; o prever un componente de capacitación específico; tampoco se trata de trabajar solo con un grupo de mujeres campesinas o urbanas a manera de “un proyecto de producción para mujeres”. Se conoce que algunos proyectos productivos para mujeres lo que han hecho es aumentarles la carga de trabajo diaria —que ya la tenían muy pesada— pese a que las intenciones han sido de lo más virtuosas como tratar de fomentar su independencia económica y su autonomía. Un punto de inicio en el proceso de transversalización es que en un proyecto o programa de desarrollo, al realizar un diagnóstico inicial, al identificar cuestiones y problemas en un área específica, al proponer componentes de intervención, se deben ubicar las diferencias y disparidades en razón del género. De lo contrario, la intervención será general y, en el mejor de los casos, válida para “todos”, dejando de lado las necesidades específicas que tienen los hombres y las mujeres, sus roles y la cuestión del poder. No se trata de validar y santificar esos roles, ni los niveles de poder que se relacionan con éstos; las inequidades de hombres y mujeres pueden y deben cambiarse en las actividades que realizan, en el acceso y control de los recursos, en las oportunidades no igualitarias para la toma de decisiones. La literatura de la transversalización señala como objetivo final el empoderamiento de las mujeres. Una repartición inequitativa del poder entre hombres y mujeres se traduce en diferencias de acceso a las oportunidades de desarrollo. En este panorama, una estrategia de la cooperación al desarrollo podría ser cómo empoderar a

las mujeres para revertir este desequilibrio. Para lo cual, es fundamental la utilización de instrumentos específicos que permitan visualizar e incorporar los intereses específicos de las mujeres (datos disgregados en la identificación, enfoques adecuados en el diseño, actividades propias en la ejecución, en el ciclo completo de la intervención) en todas las fases del ciclo del proyecto. Incrementar las capacidades y oportunidades de las mujeres supone incidir en las estructuras que reproducen la posición subordinada de las mujeres y no solo conscienciar o producir intensiones positivas: trabajar en un sistema de derechos, sobre el conjunto de obligaciones socialmente construidas, sobre el tinglado de condicionantes estructurales también supone claridad de análisis, largos plazos, perseverancia, y estrategias para avanzar progresivamente. Esta tarea, aparentemente mecánica, implica tener en cuenta dos análisis: en la desigualdad coexisten factores de clase, etnia y etaria que afectan a la mayor parte de la población; por otra parte, no se trata de una lucha de las mujeres, sino de la sociedad entera. Una consideración que ya es propia de la cooperación al desarrollo es que la discriminación de la mujer se fundamenta en relaciones socioculturales construidas en cada sociedad y que son compartidas por hombres y mujeres. Por ello, las estrategias para la igualdad y la consideración de género es un asunto que debe profundizarse en todos los niveles de la sociedad. En todos los ámbitos, la tarea es develar no solo las estructuras injustas en contra de las mujeres, sino una ideología y una cultura refinada, cada vez más sutil, que continúa justificándolas implícitamente. El reto para el Estado es hacer efectivo el enfoque de género, institucionalizarlo y lograr acciones claras. Para la cooperación internacional, es particularmente importante que el Estado promueva la eficacia en sus acciones, así como claridad en los objetivos que se quieren alcanzar en relación a la cuestión de la paridad de género, a fin de armonizar y complementar de manera adecuada la política pública nacional en esta materia.

Hacia una agenda para la cooperación internacional Si se propusiera dos campos prioritarios para avanzar en la realización de la equidad de género, ubicaríamos


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en primer lugar trabajar por incrementar la participación de las mujeres en la política, fortaleciendo su liderazgo y actoría. En efecto, como en ningún otro campo, la exclusión de las mujeres en el país, y la región ha sido sistemática y profunda, como en ningún otro ámbito, el quehacer y poder político han sido largamente un asunto masculino. Un segundo campo, es el de la seguridad ciudadana con enfoque de género: nada más apremiante que apoyar políticas públicas integrales contra la violencia de género que sustancialmente se ejerce contra las mujeres y que es particularmente hiriente e intolerable por ser generalizada y abusiva. El Ecuador cuenta con una Ley y un plan de erradicación de esta violencia; la cooperación tiene aquí un campo urgente de intervención. Ésta debería articularse sobre cuatro orientaciones fundamentales. La primera, promover que sean las mismas

mujeres las que participen en su crecimiento; aumentar sus capacidades y oportunidades pasa por encontrar mujeres conscientes y empoderadas, recordando que “no en todo cuerpo de mujer hay una perspectiva de género”. La segunda, develar en concreto el conjunto de derechos consagrados, obligaciones, responsabilidades, roles, costumbres vigentes entre hombres y mujeres, en cada contexto particular. La tercera, es imperativo colocar la perspectiva de género y la lucha por la igualdad como un asunto de hombres y mujeres, sin colocar la realidad desigual como un asunto de voluntad de los varones sino como el reflejo de estructuras socio-culturales que deben cambiar para el desarrollo de la sociedad. Y finalmente, una cuarta, la división sexual del trabajo puede y debe cambiar; hacerlo es estratégicamente importante pues devela las relaciones socialmente construidas, cuestionando en la práctica las inequidades que violentan a las mujeres subordinándolas cotidianamente.

Bibliografía: • CNE. Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas de la República del Ecuador “Código de la Democracia”, Quito: CNE, 2010. • CONAMU. Constitución de la República del Ecuador. Quito: CONAMU, 2008. • ESTRADA Ángela María. El patriarcado, fuente reguladora de la estructura simbólica de la cultura. Bogotá: Corporación Viva la Ciudadanía, 2001. • PNUD. De la teoría a la práctica. Un paso adelante en la transversalización de género. Quito: PNUD, 2007. • PNUD. Cómo elaborar una estrategia de género para una oficina de país. El Salvador: PNUD, 2005. • TORRES Cecilia (editora). Tomando fuerzas para volar con fibra. Memoria de los encuentros feministas del Ecuador. Quito: CAM-CIAM. 1990. • Declaración final de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing, 1995.


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Aportes de la cooperación española en el proceso de transversalización del enfoque de género en el Ecuador Por: Raquel Ferrando Sellers*

¿Es el género un trabajo con mujeres? Michael Kimmel, sociólogo estadounidense experto en masculinidades, cuenta una anécdota en la cual escuchó a dos mujeres conversando. Una era blanca, la otra negra. La última le preguntaba a la primera qué veía cuando se miraba en el espejo por la mañana. La mujer de piel blanca respondía: “veo una mujer”. La mujer de piel negra anotaba: “Cuando yo me miro al espejo, veo una mujer negra. Para ti la 'raza' es invisible, porque así funcionan los privilegios”. Kimmel acota: “A partir de esa conversación me convertí en un hombre blanco de clase media. Me di cuenta de que la 'raza', la clase y el género también tenían que ver conmigo”.1

demasiado técnico. Yendo más allá del significado de estas palabras, debemos mencionar que los procesos de cambio social son siempre complicados de abordar. En este sentido, si queremos contribuir a la igualdad entre mujeres y hombres debemos iniciar un proceso de mejora en la toma de decisiones y para ello debemos contar con un procedimiento técnico que nos permita alcanzarlo. Así, la transversalización es el medio (técnico) y también el fin (cambio social).

En nuestro trabajo de cooperación nos preguntamos cómo podemos ser más eficaces al mismo tiempo que trabajamos acciones encaminadas a la igualad de género. Para ello contamos con instrumentos internacionales como la Declaración de París. Partiendo de su módulo facultativo sobre género y eficacia de la ayuda2, de las distintas conferencias internacionales3 y del Plan Nacional de Buen Vivir de Ecuador, hemos querido desde la cooperación española contribuir a mejorar los procesos de desarrollo desde el apoyo a la igualdad de género.

Pero ¿Por qué para la cooperación española es esto importante? En España contamos desde 2007 con una Ley de Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres y con una Estrategia de Género en Desarrollo. Además, en nuestra Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo vigente desde 1998 ya se contempla este trabajo y en el Plan Director de la Cooperación Española 2009-2012 es una de las cinco prioridades horizontales4, además de una prioridad sectorial. Es por ello que el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el último Examen Inter Pares 2011 (relativo a España) destaca la igualdad de género como una de las señas de identidad de nuestra cooperación5.

El uso de la palabra transversalización o del anglicismo mainstreaming de género puede resultar en ocasiones

Para esta tarea partimos de una base documental consolidada y con recursos de muy buena calidad publicados

1 Extracto de la publicación “Masculinidades y desarrollo social. Las relaciones de género desde la perspectiva de los hombres”. Eleanor Faur. UNICEF –Colombia. 2 Indicadores de igualdad de género: i) incorporación de la igualdad de género y del empoderamiento de la mujer de forma sistemática en las estrategias nacionales de desarrollo (apropiación). ii): los datos están desagregados por sexo (gestión orientada a resultados en materia de igualdad de género). iii): responsabilidad mutua en materia de igualdad de género y empoderamiento de la mujer. 3 Principalmente: CEDAW (1979) y Protocolo Facultativo (1999), Convención de Belém do Pará (1994), Declaración y Plataforma para la Acción de Beijing (1995). 4 Prioridades horizontales: Inclusión social y lucha contra la pobreza, gobernabilidad democrática y promoción de los derechos humanos, género en desarrollo, sostenibilidad medioambiental y consideración de la dimensión cultural y respeto a la diversidad. 5 “Spain has put gender equality high on its political agenda, built a reputation as a champion of gender equality and women’s organizations, and put in place multiple tools to live up to this commitment”. CAD, 2012.


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dentro y fuera de Ecuador. El problema es pasar de la teoría a la práctica. Para dar ese salto, se ha impulsado desde la Mesa de Género de la Cooperación Española6 el Plan de Acción de Género en Desarrollo de la Cooperación Española en Ecuador 2011-2014. El reto más importante del mismo será ir desde la consideración del trabajo en género como algo puntual o como una actividad, hacia la integración en todo el proceso del llamado ciclo de proyecto, de cara a la transformación de patrones culturales para el cambio de roles y estereotipos de género. Ese trabajo se debe hacer con toda la población e integrarlo en los procesos de creación de valor público. Esto significa trabajar con gobierno y sociedad civil, siempre desde la gerencia para resultados en el desarrollo7. Nuestro cambio esperado será la igualdad real, más allá “del papel”. La mejor forma de lograr esta integración es contar con herramientas, utilizando las existentes o procesando propias. En el caso de la cooperación española hemos creado participativamente una propia: la denominada Lista de Chequeo anual. Su utilidad es doble: permitir la reflexión sobre el trabajo en género que cada intervención debería impulsar y medir los logros alcanzados. Se trata de un trabajo ambicioso, tal y como hemos constatado tras la línea de base del Plan de Acción8 realizada en 2011, para la cual se ha utilizado ya esta herramienta. Para lograr la igualdad de género efectiva en las intervenciones no bastará con tener esta Lista de Chequeo. Por un lado, es necesario elaborar un plan de sensibilización y capacitación. Como apoyo a este

proceso hemos publicado una Guía Metodológica con una recopilación de otras herramientas. Por otro lado, la medición anual de indicadores de género debe contemplarse en los documentos de referencia para nuestra cooperación. Así, en el Marco de Asociación EcuadorEspaña 2011-2013 se incluye un apartado específico de transversalización del enfoque de género. No obstante, existen tres retos importantes para empezar el trabajo de mainstreaming de la perspectiva de género. Integrar en el proceso a varios actores y distintas visiones de cómo debe enfocarse el trabajo. Poniendo un ejemplo práctico: tenemos desde acciones con organizaciones de mujeres y feministas que tienen como objetivo su empoderamiento hasta proyectos que entran dentro de los planes operativos de grandes organizaciones privadas o ministerios. El segundo reto es la necesidad de generación de conocimiento, ya que no es suficiente la voluntad política, sino también técnica. Y finalmente, los tiempos, recursos y responsabilidades para dar seguimiento a los indicadores de género utilizados suelen ser escasos. Para solventar estas tres dificultades proponemos que se dedique un presupuesto específico en cada intervención9 y que se cuente con una persona responsable o punto focal. Ésta no debe ser la única que abogue por la igualdad de género, sino todo el equipo de trabajo. Conociendo estos retos también hemos querido visibilizar en la Lista de Chequeo los recursos e instrumentos con los que actualmente cuentan las entidades socias de la cooperación española para trabajar desde una

6 Espacio de coordinación sectorial vigente desde 2008, cuyas entidades integrantes actualmente son, por orden alfabético: AACID, AECID, Ayuda en Acción, Caritas, Crus Roja Española, Diputación de Barcelona, Enfermeras para el Mundo, Educación sin Fronteras, FAD, Fundación Mujeres, IEPALA, Intermon Oxfam, Manos Unidas, Médicos del Mundo, Mujeres en Zona de Conflicto, Paz y Desarrollo, Solidaridad Internacional, Red Activas, Universidad de Valladolid, Universidad de Valencia y Xunta de Galicia. 7 BID: La gerencia para los resultados en el desarrollo propone mejorar el desempeño de los países en el logro de mejoras sostenibles en los resultados (“outcomes”) nacionales. Promueve alianzas y cambio organizacional por medio de aprendizaje y accountability. Combina un enfoque holístico con herramientas prácticas de planeación estratégica, manejo del riesgo, monitoreo de progreso y evaluación de logros (“outcomes”). 8 Entidades participantes en el estudio de línea de base: Programa de patrimonio de la Cooperación Española (Escuela Taller Quito y Escuela Taller San Andrés), proyecto integral Galápagos, entidades gubernamentales ecuatorianas (AME, Ministerio Coordinador de Patrimonio, Ministerio de Justicia, SETECI), ONGD españolas (Asociación por la Paz y el Desarrollo, Intermon Oxfam, Educación sin Fronteras, Plan Internacional España, Acción contra el Hambre, Save the Children, Enfermeras Para el Mundo, Cruz Roja Española, Asociación Catalana de Ingeniería sin Fronteras, Ayuda en Acción) y entidades socias de la cooperación española (Religiosas Adoratrices de Quito, Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio Regional Loja, Corporación Catamayo, Corporación Kimirina, Corporación Humanas, AMNKISE, CONFIE, Federación Mujeres de Sucumbíos, Servicio Jesuita a refugiados y migrantes, Territorios de Paz, PUCESE, Cruz Roja ecuatoriana, RLCAS, INREDH). 9 En la Estrategia de Género de la Cooperación Española se da como valor de referencia un 15% del presupuesto de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) al sector Género.


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perspectiva de género. Hemos constatado que solo la mitad de las intervenciones cuentan con una persona responsable de género o con capacitaciones instaladas en el equipo de trabajo. Creemos que es vital visibilizar esto para que cada institución estatal o de la sociedad civil decida cómo abordarlo. Finalmente, desde la cooperación española somos conscientes que un proceso como éste es complejo. Actualmente iniciamos un proceso de revisión y validación de las herramientas y metodología utilizada. Para esta revisión del Plan de Acción de Género trabajamos coordinadamente con la Comisión de Transición al

Grupos de Intervención

En conclusión, realizar un buen trabajo por la igualdad de género implica conocer bien cada sector y contar con profesionales altamente cualificadas/os. Sin embargo; lo más importante es que todos los actores implicados sean conscientes de su importancia. El reto final del plan que impulsamos será mostrar cómo la integración de la perspectiva de género en las intervenciones es efectiva para el Desarrollo Humano.

Recursos Otras

Funcionarios/as

2 7

Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género10, la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI) y otras importantes entidades socias ecuatorianas, públicas y privadas.

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Organizaciones de la sociedad civil Otros Actores de los centros educativos

9

9

Persona responsable de género

11

Identificación participativa

11

Formulación participativa

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Capacitación en género a la institución Generación de indicadores específicos

Organizaciones de productores/as

11

1

Diseño de la intervención

12 14

Seguimiento y evaluación

Línea de base del Plan de Acción de Género en Desarrollo de la Cooperación Española en Ecuador: grupos de intervención de la lista de chequeo.

16 16

Ejecución participativa 0

5

10

15

20

Línea de base del Plan de Acción de Género en Desarrollo de la Cooperación Española en Ecuador: recursos utilizados por los programas y proyectos apoyados, para integrar la perspectiva de género desde el inicio de la intervención.

Dificultades Otro/s

4

Falta instancia que lidere el cambio

4

Instrumentos

Cambio de personal clave

5

Falta respaldo legal/normativo

5 6

Rigidez en sistema organizativo

5

Directrices para inclusión y participación de mujeres

10

10

12

Capacitación derechos de las mujeres y género

12

Falta de personal formado 0

10

Creación de espacios de reflexión permanente

8

Directiva no sensibilizados/as

Instancia de género que promueva la política de Igualdad

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Metodologías participativas

14 0

Línea de base del Plan de Acción de Género en Desarrollo de la Cooperación Española en Ecuador: recursos utilizados por los programas y proyectos apoyados, para integrar la perspectiva de género desde el inicio de la intervención.

5

10

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Línea de base del Plan de Acción de Género en Desarrollo de la Cooperación Española en Ecuador: instrumentos utilizados por los programas y proyectos apoyados, para integrar la perspectiva de género desde el inicio de la intervención.

10 El futuro Consejo de Igualdad tiene entre sus atribuciones constitucionales la de transversalización. * Responsable de proyectos de Género en Desarrollo, Oficina Técnica de Cooperación en Ecuador, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).


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Ecuador apunta a contar con presupuestos sensibles al género

E

n cada sector del desarrollo existen indicadores que pueden dar cuenta de las desigualdades entre mujeres y hombres y la forma en que éstas limitan el desarrollo. En Ecuador, para el caso de la igualdad de género, uno de los avances más significativos ha sido la creación de un clasificador de gasto que permite que cada uno de los sectores del Estado pueda reportar su inversión en el ámbito, para lo cual ha contado con el apoyo de la academia, los grupos de mujeres, organismos de cooperación como ONU Mujeres y finalmente de la voluntad política del gobierno central para la aplicación del enfoque a través de una metodología para garantizar que el presupuesto incluya las prioridades para la equidad de género.

Foto: SETECI.

Entrevista a Dolores Almeida – ex Viceministra de Finanzas

¿Por qué es importante para hombres y mujeres que tengamos políticas públicas y herramientas que den cuenta de la inversión en igualdad de género? Partamos de reconocer que la política fiscal no es neutra. Toda la política pública en algún momento termina siendo un número en un presupuesto, sea este nacional o de un gobierno autónomo descentralizado. La voluntad política a la final termina en un proyecto, en una contratación, en un número de cualquier presupuesto. Entonces éste es uno de


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los principales instrumentos para la ejecución de la política pública, por lo tanto no es neutro. Afecta de manera diferenciada a hombres, mujeres, niños, personas de la tercera edad, etnias...

¿Cuál sería un ejemplo? Si en política fiscal se decide eliminar el ICE de los perfumes por considerar que son productos suntuarios y de uso preferente de mujeres, y de acceso para aquellas con ciertos niveles de ingreso, debería también verse que detrás de esto hay mujeres que trabajan en la venta de esos productos y que terminarán afectadas. Entonces, un presupuesto orientado al género, no es decir cuánto dinero tienes para hombres y cuánto para mujeres. Si no el reconocimiento de que a través del dinero público se afecta diferenciadamente. Otro ejemplo sería afectar la carga de trabajo no remunerada de las mujeres cuando se piensa en reducir el gasto corriente en salud, para lo cual se disminuye el número de días que un enfermo permanece en recuperación en el hospital, y el resto debe hacerlo en la casa; pues resulta que quien cuida del enfermo usualmente es la mamá, hija, esposa, lo que implica para ellas más horas de cuidados aparte de su trabajo diario.

¿Qué ha hecho el Estado por incorporar el enfoque de igualdad de género en sus políticas fiscales? En ese reconocimiento de que la política fiscal no es neutra el Gobierno empezó a trabajar desde el 2005 con la confluencia de la cooperación internacional, yo diría ahí sí en el buen sentido, para garantizar que se cumplan los derechos como lo manda la Constitución. Lograron juntarse por un lado, lo que el Gobierno demandaba en política pública con lo que la cooperación estaba trabajando y le interesaba.

¿De dónde viene la propuesta en Ecuador, del mismo Estado, de la sociedad civil, o de agentes internacionales? En el 2005, cuando en su momento, UNIFEM, hoy Onu Mujeres, estaba encargada del tema de mujeres, hizo un

proyecto para introducir el tema de género en la política fiscal. En ese primer momento se trabajó con el Ministerio de Finanzas y la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo donde se generaban algunas capacidades institucionales y sobre todo para conscienciar a los funcionarios, porque trabajar sobre estos temas en un ministerio de finanzas es esotérico. La gente cree que los números son fríos y que no tiene afectación.

¿Cuáles serían los actores principales para el empuje de ésto? Inicialmente fue Unifem, la Conamu en su momento, y con el Ministerio de Finanzas y la SENPLADES. Posteriormente, trabaja la cooperación técnica alemana (GTZ), quienes tenían fortalezas en los temas más bien fiscales, entonces se hace un círculo virtuoso, de juntar por un lado, la experticia en género de Unifem, con la de finanzas del ministerio del ramo, para lograr aterrizar el tema de género generando instrumentos aterrizados, los cuales permitan ver en el presupuesto cómo se está aportando al cierre de brechas.

"El Catálogo de Orientación del Gasto permite que el eje de género sea transversal, es decir, si el programa de atención gratuita de maternidad es de salud, a su vez también de género". ¿Cuáles fueron los aportes de la cooperación internacional en el proceso? Generar capacidades en el Ministerio de Finanzas, no reemplazarlas para que luego sean las mismas instituciones las que den sostenibilidad. Para lo cual financió cursos sobre género y presupuesto, desarrollo económico y presupuesto, política macroeconómica y género. De la mano de FLACSO, durante dos años, la cooperación financió becas para capacitar a los funcionarios del Estado, y que se generen proyectos que tenían que ver con su trabajo como tesis.


Revista Cooperamos | 15

¿Cómo está entendido esto del presupuesto participativo? Posterior a la generación de capacidades y sensibilización con la gente en los ministerios, se empieza a trabajar en herramientas aterrizadas, como el clasificador K, que permitiría ubicar de qué institución es el gasto en género, ésta como una categoría dentro del presupuesto, la cual en su primer momento registró alrededor de 9 millones de dólares dentro del presupuesto en el 2010. El problema que tuvimos fue que las instituciones del sector público tenían la disyuntiva de registrar el tema de maternidad gratuita en salud o en género. Y tenemos normas constitucionales que nos mandan a registrar en salud, para mostrar el crecimiento en el sector, sin embargo; al no registrar en género se estaba ocultando muchísima información sobre el tema.

¿Cuándo se crea El Catálogo para la Orientación del Gasto en políticas de igualdad de género y cuál es su alcance? Pasamos entonces a trabajar en el Catálogo de Orientación del Gasto, que permite que el eje de género sea transversal, es decir, cuando el programa de atención gratuita de maternidad, es de salud y a su vez también de género. Con eso hasta por junio de 2012, estábamos cercanos 2000 millones de dólares en gastos registrados hacia el tema de género. Tratamos de orientar el Catálogo con la política de igualdad de oportunidades, que en su momento trabajó el CONAMU y la Comisión de Transición; después, ubicar sectorialmente con la política que tenía la entidad encargada del cierre de brechas de género del gobierno, orientado completamente a eso, y al plan de políticas públicas. El Ministerio de Finanzas da las herramientas pero deben ser orientadas con lo sectorial.

¿Eso significa que maternidad gratuita se registraba en salud y género? Sí, pero no es duplicar el gasto, este es un identificador nada más. Sino que nos dice, esto que se hace en salud aporta también a la equidad de género, permite sacar un reporte. Con la función K tuvimos el problema que era excluyente. Ahora funciona el Catálogo.

¿Cómo está operando el Catálogo? El Ministerio de Finanzas hizo un proceso muy fuerte de infraestructura con el Código de Planificación y Finanzas, pues tiene por ley orgánica que todas las instituciones en su proforma presupuestaria deben enviar un informe de cierre de brecha. Es decir, cómo están aportando a cerrar brechas y no solamente de género, sino también interculturales e inter generacionales desde el 2011. Por otro lado, en un proceso de reestructura del Ministerio de Finanzas se creó dentro de la subsecretaría de la Política fiscal, que es la que ve la parte macro de las políticas públicas y fiscales, y se encarga de los temas de cierre de brechas en género, ambientales, interculturales, movilidad, inter generacionales, básicamente. Además, esta unidad da asistencia técnica a los demás ministerios para que puedan aplicar los instrumentos.

¿Sigue el acompañamiento de la cooperación que inició el proceso? No porque la idea no es que se perennicen, sino que generen capacidades. ONU Mujeres continúa con asesorías puntuales. Sin embargo, el proceso como tal fue premiado por la cooperación alemana como el mejor proyecto en temas de género a nivel mundial, ganamos el primer lugar, en el 2010. Hemos estado presentando la experiencia para compartir y generar experiencias en otros países, porque es de las pocas en presupuesto nacional. Estuvimos en Ruanda, en New York en "La semana de la Mujer", en Marruecos, Zambia, comentando la experiencia, lo cual ha tenido un impacto a nivel internacional.

¿Qué le falta al Ecuador para hacer efectiva la igualdad de género? Dentro de la parte conceptual de género no hablamos solo de mujeres sino también de hombres. Es necesario que la gente entienda el tema más allá de lo discursivo, que se pueda dar instrumentos a las instituciones para aterrizarlos a la realidad y que se los puedan llevar a cabo, para así pasar de la buena voluntad. Deben ser parte del día a día del trabajo. Obviamente el tema de la voluntad política debe estar entendido desde el máximo nivel hasta el funcionario de carrera.


Enfoque | Casa Afuera | 16

Invertir en igualdad Por: Nidya Pesántez C.*

E

n el Ecuador los avances en el marco jurídico para llegar a la igualdad de género, son promisorios; sin embargo, la concreción de esta potencialidad en la cotidianidad de las personas pasa por las definiciones que se adopten en los procesos de desarrollo y por los cambios en el pensamiento de los pueblos. Como sabemos, la visión de desarrollo de los estados se concreta en sus planes, políticas, programas, proyectos y acciones. Este proceso deriva de las prioridades que los decisores de la política establezcan y, en casos óptimos, dichas prioridades son producto de la demanda ciudadana. En términos muy generales y sucintos, con la intención de fijar el marco de referencia que guiará el artículo, resumiremos el ciclo del proceso: con base en la visión de desarrollo adoptada, se diseñará el plan marco (que para los estados es el plan nacional); el plan marco requerirá de un diagnóstico que, para ser levantado, definirá en primer lugar las categorías que serán medidas y analizadas para establecer los parámetros sobre los que se establecerá la situación de partida; con este diagnóstico se definirán las metas a las cuales es posible aspirar considerando básicamente los recursos (de todo tipo) y el tiempo con el que se cuenta. Las categorías seleccionadas para establecer el diagnóstico responderán a la visión de desarrollo adoptada. Una vez establecido el punto de partida y de llegada, se definen las estrategias que se concretarán en el diseño de políticas, nuevos planes (generalmente sectoriales), programas, proyectos y acciones.

de desarrollo trabaja desde los derechos, es ineludible incorporar el enfoque en todo el ciclo. La incorporación del enfoque de género posibilita en primer lugar, garantizar el ejercicio de los derechos a las mujeres y, en segundo, alcanzar las metas de desarrollo que se proponga cualquier estado que actúe desde el concepto de desarrollo a escala humana. Si bien en este momento de la historia se pueden ver los avances en la situación de las mujeres, hay problemáticas esenciales que aún no han sido superadas y que deben ser consideradas en el ciclo del desarrollo al que se ha hecho referencia. Esto implica que desde el levantamiento de la información para establecer el diagnóstico hasta la ejecución de las acciones derivadas de los proyectos y programas diseñados para la concreción de las políticas, se debe incorporar el enfoque de género.

Cuando el concepto de desarrollo sitúa a los seres humanos en el centro de las definiciones, necesariamente todo el ciclo estará marcado por el enfoque de derechos.

Para la incorporación de este enfoque es necesario visualizar las brechas de género que todavía persisten: número de horas que trabajan las mujeres en relación con los hombres; diferencias salariales entre mujeres y hombres por el mismo trabajo; sector laboral en el que existen más mujeres y en el que existen más hombres; número de cargos políticos representados por mujeres y por hombres; porcentaje de votación por mujeres y por hombres; nivel de participación de las mujeres en los espacios de decisión (industria, empresa, medios de comunicación, sindicatos, gremios, organizaciones); proporción de mujeres que han sido víctimas de violencia de género en el ámbito intrafamiliar; proporción de mujeres que han sufrido violencia de género en el ámbito público; proporción de mujeres adolescentes embarazadas; protección social para mujeres amas de casa; valoración del trabajo doméstico (asalariado y no asalariado); visibilización del trabajo doméstico en la economía de los estados.

El enfoque de género es un elemento esencial para garantizar los derechos humanos, por lo tanto, si la visión

Estos y muchos otros indicadores deben formar parte del diagnóstico, del diseño de políticas, de los programas,

Igualdad

* Oficial Nacional de Programas. ONU Mujeres – Región Andina.


Revista Cooperamos | 17

de los proyectos y de las acciones prioritarias. En cada sector del desarrollo existen indicadores que pueden dar cuenta de las desigualdades entre mujeres y hombres y la forma en que éstas limitan el desarrollo.

Inversión El ciclo establecido requiere de inversión. Desde el levantamiento del diagnóstico hasta la evaluación de todo el proceso es necesario establecer un presupuesto, éste debe ser claro y específico para garantizar que las prioridades establecidas no se queden en la parte del diseño sino que puedan llegar a la práctica. En el caso de la igualdad de género, el avance académico para la aplicación del enfoque ha creado una metodología para garantizar que el presupuesto incluya las prioridades para la igualdad de género, nos referimos a los Presupuestos Sensibles al Género. Esta metodología cuenta con herramientas teóricas y prácticas que posibilitan una inversión en el desarrollo con una mirada de equidad: marcos conceptuales, métodos de formación en la temática, instrumentos de análisis de los presupuestos desde el enfoque de género; instrumentos para diagnosticar capacidades institucionales en presupuestos sensibles al género; instrumentos de incidencia política; instrumentos para impulsar marcos normativos que propicien la incorporación del enfoque de género en el ciclo de la política pública; instrumentos para el seguimiento y control social sobre diseño, asignación y ejecución de presupuestos sensibles al género, instrumentos para evaluar el gasto público desde una mirada de género. En Ecuador, los presupuestos sensibles al género han logrado que tanto en nivel central como local se hayan dado pasos efectivos para garantizar la inversión del Estado en igualdad de género. En lo local, entre otros logros, se ha conseguido que los planes de igualdad de género diseñados por el movimiento de mujeres, sean incluidos como parte de las prioridades de los planes territoriales asignándoles presupuesto para su ejecución; parte importante de este trabajo ha sido dotar a las mujeres organizadas de conocimientos y herramientas que les permita hacer seguimiento a los compromisos de los gobiernos locales. En nivel central uno de los avances más significativos ha sido la creación de un clasificador de gasto que permite que cada uno de los sectores del Estado pueda reportar su inversión en igualdad de género. Con este mecanismo el Estado ecuatoriano puede medir su inversión y

hacer un análisis del impacto que dicha inversión ha tenido en la transformación de la vida de las mujeres. Reportar el gasto como parte de la aplicación del enfoque de género en el presupuesto nacional, pasa por el conocimiento de las brechas género, la comprensión de la necesidad de disminuirlas para garantizar la vigencia de los derechos humanos, el manejo del concepto y de la metodología para aportar a los objetivos de desarrollo desde una mirada integral y transformadora. En nuestro país este proceso se inició hace algo más de diez años, con la participación del Mecanismo para el adelanto de las Mujeres del Ecuador (CONAMU, actual Comisión de Transición), el Ministerio de Economía y Finanzas y ONU Mujeres (en ese tiempo, UNIFEM).

"El enfoque de género es un elemento esencial para garantizar los derechos humanos, por lo tanto, si la visión de desarrollo trabaja desde los derechos, es ineludible incorporar el enfoque en todo el ciclo". Presupuestar con sensibilidad al género es una herramienta poderosa para avanzar en la igualdad, y para utilizarla será esencial conocer cuáles son las prioridades de género que serán incluidas en los planes de desarrollo para saber en dónde debemos invertir y cómo esta inversión debe estar visible en el presupuesto en la fase de asignación y de ejecución. Esta herramienta sirve tanto para el Estado en todos sus niveles, cuánto para la cooperación, pues garantizar la eficacia de la ayuda pasa por verificar que ésta haya considerado en sus definiciones la brecha de género con sus indicadores y la forma en la que se pretende disminuirla y, como ya se ha dicho, será necesario que lo previsto y establecido en los planes de acompañamiento técnico e inversión, cuente con la asignación suficiente para hacer efectivo el discurso sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres. Como todo en el desarrollo, la posibilidad de concretar el discurso depende de cuánta sensibilidad al género tienen las personas que están en los espacios de decisión así como la población demandante de derechos. En este sentido, a más de contar con metodologías debemos contar con voluntades, conocimientos y sensibilidad.


Cooperación en cifras | 18

Intervención de la cooperación internacional no reembolsable en el tema de Género Por: Iván Martínez Dobronsky, Director de Enlace, Seguimiento y Evaluación -SETECI*

L

a transversalización de un eje determinado en un programa, proyecto o acción de cooperación internacional implica incluir integralmente su conceptualización en todos los componentes que se desarrollen. Por lo tanto, un eje transversal no es un componente adicional separado o anexo a la intervención, es parte del todo y debe ser considerado en todos los momentos. Parte de la contextualización, evaluación y cierre final de la gestión. En el período 2007 – 2011 en el Ecuador se han ejecutado más de 2.900 programas, proyectos y acciones de cooperación internacional no reembolsable, valorados financieramente en más de USD 1.800 millones. Si bien la gran mayoría de intervenciones involucran la labor o el beneficio en favor de un grupo de mujeres, ello no quiere decir, que se haya incluido un enfoque de Género; el asunto va más allá; es necesario considerar las relaciones de poder estructurales existentes entre el hombre y la mujer tanto a nivel social, como económico, político y cultural. Medir este avance en cada proyecto requiere de un preciso enfoque y de instrumentos específicos que la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional y la cooperación se esfuerzan por poner en marcha. Con lo

cual, hablamos de una segunda etapa que va más allá de medir la integralidad de la intervención. En este marco, el presente análisis estadístico de la gestión de la cooperación internacional en el Ecuador en torno al enfoque de Género, incluye únicamente las intervenciones que transversalizan el eje en todos sus componentes. De este modo, entre los años 2007 y 2011 se han registrado 111 intervenciones por un monto total plurianual de USD 18.65 millones, lo cual representa apenas el 1% del total de recursos de cooperación internacional no reembolsable que se destinaron al país. Los principales países u organismos cooperantes, que trabajan en el tema de Género, tenemos a España que aporta más de un tercio del total de recursos para un total de 32 intervenciones, le sigue ONU Mujeres que contribuye con el 17% para 20 proyectos, la Unión Europea, Italia y Canadá con el 8.2%, 7.5% y 6.7% respectivamente. Entre estos cinco cooperantes se concentra el 76.6% del total de recursos, por lo que la mayoría de intervenciones, con la perspectiva de Género, se adecuan principalmente a las prioridades y estrategias de los principales países u organismos cooperantes.

Gráfico 1: Distribución sectorial de la cooperación internacional en el Ecuador 2007 – 2011, en Género

Desarrollo productivo 23.7% USD 449 M 636 proyectos

Ambiente 22.1% USD 419 M 594 proyectos

Desarrollo social 21.8% USD 394 M 606 proyectos

Salud 10.6% USD 200.8 M 300 proyectos

Educación 10.5% USD 198.4 M 333 proyectos

Otros 11.3% USD 214.9 M 330 proyectos

Género 1% USD 18.65 M 111 proyectos

Fuente: Cooperantes, Fecha: 03/12/2012, Elaborado por: IMD/DESE/SETECI

* Economista de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador; Máster en Cooperación al Desarrollo en Iberoamérica por la Universidad de Cantabria; tiene su trayectoria profesional en diseño y evaluación de proyectos y análisis estadístico de variables macro económicas.


Revista Cooperamos | 19

COOPERANTES QUE TRABAJAN EL TEMA DE GÉNERO #

Cooperante

# Proyectos

% Participación en # proyectos

Monto plurianual en dólares

% participación en montos

1

España

32

28,8%

$

7.008.831,21

37,6%

2

ONU Mujeres

20

18,0%

$

3.118.679,58

16,7%

3

Unión Europea

2

1,8%

$

1.520.813,91

8,2%

4

Italia

5

4,5%

$

1.393.910,78

7,5%

5

Canadá

1

0,9%

$

1.250.000,00

6,7%

6

Estados Unidos

7

6,3%

$

927.376,08

5,0%

7

BID

5

4,5%

$

750.354,00

4,0%

8

Reino Unido

1

0,9%

$

461.568,75

2,5%

9

Países Bajos

3

2,7%

$

427.519,92

2,3%

10

UNFPA

11

9,9%

$

423.261,00

2,3%

11

Dinamarca

5

4,5%

$

365.604,00

2,0%

12

FAO

1

0,9%

$

260.000,00

1,4%

13

Noruega

2

1,8%

$

252.000,00

1,4%

14

Suiza

1

0,9%

$

148.670,00

0,8%

15

Suecia

5

4,5%

$

125.268,00

0,7%

16

Alemania

4

3,6%

$

110.832,31

0,6%

17

Panamá

3

2,7%

$

74.890,00

0,4%

18

UNFPA, ONU Mujeres, PNUD

1

0,9%

$

31.400,00

0,2%

19

Colombia*

2

1,8%

$

-

0,0%

111

100,0%

Total General

* Cooperación Técnica no valorada financieramente

En cuanto a las fuentes de cooperación, la principal asignación de recursos proviene de organismos multilaterales y bilaterales, con el 35% y 34% respectivamente; posteriormente se encuentran las ONG extranjeras con un 23% y finalmente está la cooperación descentralizada con el 8%. Los principales canalizadores de recursos hacia el país son: ONU Mujeres, Solidaridad Internacional, Agencia Española de Cooperación Internacional AECID, Agencia Canadiense de Cooperación Internacional ACDI, Intermon Oxfam, COOPI, Fondo Italo

$ 18.650.979,54

100,0%

Fuente: Cooperantes, Fecha: 03/12/2012, Elaborado por: IMD/DESE/SETECI

Ecuatoriano FIE, Fundación Paz y Solidaridad, Banco Interamericano de Desarrollo BID y The Johanniter Asistencia Ecuador. Entre estos 10 organismos se concentra el 70% de la cooperación en materia de Género. En cuanto a los ejecutores de recursos, la mayoría de asignaciones son gestionadas por organismos privados nacionales e internacionales, equivalente al 82.3% del total, por lo que el sector público ecuatoriano apenas ejecuta un 17.7% del total.


Cooperación en cifras | 20

Gráfico 2: Distribución de la cooperación internacional 2007 - 2011 por tipo de entidad ejecutora

45,0% 40,0%

40.1%

35,0% 30,0% 24.3%

25,0% 20,0%

16.4%

15,0%

15.4%

10,0% 5,0%

1.5%

1.1%

1.0%

0.3%

Organismo Internacional

Banca Privada Local

Gobiernos Autónomos

Red Local

0,0% ONG Internacional

ONG Local

Organización Gobierno Sociedad Civil Central

0.1%

0.0%

Universidad Red Privada Internacional

Fuente: Cooperantes, Fecha: 03/12/2012, Elaborado por: IMD/DESE/SETECI

Los principales organismos ejecutores de proyectos y acciones en torno a Género son: Solidaridad Internacional, Fideicomiso Ecuatoriano de Cooperación al Desarrollo FECD, COOPI, Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género, Federación de Mujeres de Sucumbíos, Ministerio del Ambiente, Centro Ecuatoriano para la Acción y Promoción de la Mujer – CEPAM, Intermon Oxfam, FEDESO y la Unión Católica de Apoyo al Desarrollo Comunitario – UCADE. Entre estos 10 organismos se ejecuta el 67.3% del total de recursos asignados. Es importante mencionar que muchas ONG extranjeras, que son las principales ejecutoras de las intervenciones, a la vez que canalizan recursos, también los ejecutan; en otros casos actúan a través de redes locales e internacionales de gestión y trabajan en asocio con ONG locales. Sin embargo, existe muy poca coordinación y acción conjunta con las entidades estatales.

Como se ha mostrado en el presente artículo, las cantidades de recursos destinadas a trabajar las brechas de Género parecerían ser escasas. No obstante, muchos organismos de cooperación consideran la transversalización de género como prioritaria en sus intervenciones. Sin embargo, la inclusión de las mujeres en la gestión o el hecho de ser beneficiarias de las acciones, no necesariamente contribuye a equilibrar las relaciones de poder existentes entre hombres y mujeres. Es necesario profundizar en el entendimiento conceptual del eje Género como transversal a todas las intervenciones y se requeriría una mayor coordinación entre el Estado, la cooperación y la sociedad civil, a fin de avanzar al cumplimiento del mandato constitucional, que ha priorizado la igualdad e inclusión socioeconómica de las mujeres.

Bibliografía: • PNUD. Cómo elaborar una estrategia de género para una oficina de país. El Salvador: PNUD, 2005. • Sistema de Información de Seguimiento y Evaluación de la Cooperación Intenacional - SETECI, 2007 - 2011; Fuente: Cooperantes y ONG's.


Revista Cooperamos | 21

Mujeres indígenas: una realidad históricamente diferente

Foto: SETECI.

Por: Ana Macías – SETECI Unidad de Análisis Político.

La Corporación de Mujeres Campesinas, Indígenas de Colta tiene a disposición de la comunidad un centro de servicios y formación de las mujeres en Chimborazo.

H

ablar de la lucha de las mujeres, no es lo mismo que hablar de la lucha de las mujeres indígenas. Varias condiciones hacen su historia diferente al movimiento feminista en el país. Factores como las particularidades socio-económicas o la cosmovisión propia de los pueblos indígenas han hecho que los vínculos entre un movimiento feminista más generalizado y la lucha de las mujeres en los andes ecuatorianos fueran y sigan siendo débiles en la actualidad (Álamo, 2011). Álamo refiere que puede hablarse de éxito por parte de las mujeres indígenas, en particular, y de los procesos organizativos indígena-campesinos de la Sierra en general, al lograr definir un movimiento amplio en favor del cambio social que ayudó a definir el futuro de las protestas sociales en el Ecuador. Sin embargo, en términos de género puede hablarse de falencias en la medida en que la participación de la mujer se ha dado

bajo formas excluyentes y las voces que han apelado al reconocimiento de género se han visto históricamente acalladas frente a la urgencia de las demandas agrarias, primero, y luego identitarias. Es indiscutible, el problema de la inequidad social que enfrentan las mujeres indígenas al interior del propio grupo étnico en el que se materializan los roles de género, relacionados "con arraigadas construcciones culturales y sociales, que atribuyen lugares y valores jerárquicamente definidos en la sociedad" (OIT, 2003). Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, muestra el analfabetismo cómo un problema social latente, que afecta a la población indígena, en especial a las mujeres. Seguido de la marginación que deben soportar las mujeres indígenas al hablar solamente una lengua indígena según los datos, ha obligado a recurrir


Impactos | 22

Los movimientos indígenas han logrado que sus demandas tengan resultados concretos, los cuales se evidencian en la recuperación de tierras, el reconocimiento de derechos civiles y étnicos, la generación de estrategias económicas propias, la conquista de espacios políticos de los líderes indígenas y la aceptación por parte de sectores no indígenas, así como en la construcción de Estados pluriculturales y pluriétnicos, la demanda por nuevos espacios de participación y la conformación de espacios de negociación nacionales, internacionales y a escala global. Estos procesos han confrontado las categorías modernas de desarrollo y naturaleza, y de manera no tan directa, han confrontado las categorías de género consolidando espacios internacionales para las mujeres indígenas. Si bien los movimientos indígenas en Latinoamérica no han tenido un posicionamiento específico sobre género, la participación de las mujeres ha sido básica en ellos (Ulloa: s/f).

Como respuesta a tanta inequidad, nació la propuesta de las mujeres que se plasmó de manera oficial en la “Agenda de equidad de género de las mujeres Kichwas de Chimborazo”. En la concepción estratégica de CEDIS, sobre la autonomía y el empoderamiento de las mujeres, establece que la violencia contra las mujeres es una forma de discriminación y una violación de los derechos humanos, esta impide alcanzar la plena realización personal de la mujer, restringe el crecimiento económico y obstaculiza el desarrollo. Ante ello refieren que sólo se puede eliminar la violencia contra las mujeres, tratando de eliminar la discriminación, promoviendo la igualdad y el empoderamiento de la mujer. Las actividades reivindicativas de las mujeres indígenas tienen proyección sólo si se traducen en poder organizacional y se involucran en las luchas más globales en pro del desarrollo y la justicia social y participen en la definición de las políticas y las asignaciones presupuestarias (CEDIS: s/f). Para Cristina Cucuri, coordinadora de derechos y ciudadanía del CEDIS, los proyectos de cooperación internacional “no tienen que venir a organizar nuestras vidas, es la agenda de las mujeres la que tiene que orientar el proyecto”. Foto: SETECI.

al uso del español como medio facilitador del acceso, tanto a la educación, como a un empleo digno, así el fenómeno del bilingüismo es optado por la mayoría de la población indígena, como única alternativa para ser parte de la sociedad contemporánea. Los mayores porcentajes de las mujeres indígenas se encuentran en condiciones de subempleo en el sector agrícola o en el informal dedicadas al comercio y la agricultura, lo que acrecienta la precariedad de su trabajo (INEC, 2011).

La historia de las mujeres de la provincia de Chimborazo, no dista mucho de la del resto de mujeres indígenas de la sierra ecuatoriana. Una historia marcada por la desigualdad, el silencio, la violencia, la exclusión y por el desconocimiento de sus capacidades ha hecho que de este grupo de mujeres emergiera la necesidad de abatir estos problemas. Así los procesos organizativos en la provincia han llevado al empoderamiento —cada vez más— de mujeres que hoy deciden alzar su voz en nombre de lo que hoy reconocen como sus derechos. El Centro de Desarrollo, Difusión e Investigación Social – CEDIS1, realizó en el año 2006 una investigación sobre el estado de situación de las mujeres indígenas en Alausí, Guamote, Colta y Riobamba. Los resultados mostraron la desigualdad y vulneración a las que se ven expuestas las mujeres indígenas de esta provincia.

La organización de Mujeres Campesinas - Indígenas de Colta tiene a su cargo un centro de expendio de carne ovina a precio justo que es parte del apoyo productivo.

1 CEDIS es una institución privada, de promoción del desarrollo, sin fines de lucro, que inició sus actividades en 1978 y que comprende la provincia de Chimborazo como espacio territorial de trabajo.


Foto: SETECI.

Revista Cooperamos | 23

La red de Organizaciones de Mujeres Kichwas de Chimborazo trabaja por la erradicación de la discriminación y la violencia a las mujeres indígenas.

En esta línea y en respuesta a la sección en la que se escribe este artículo, se hace referencia al proyecto “Formación y empoderamiento de mujeres populares para la construcción de nuevas ciudadanías, en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil” 2, mismo que es financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo -AECID, y ejecutado por Intermón Oxfam a través del CEDIS y que tiene como objetivo contribuir a que las mujeres populares en la región Sudamérica ejerzan plenamente todos sus derechos a partir de sus identidades diversas. El proyecto trabaja en la constitución y fortalecimiento de tres espacios locales de articulación de organizaciones y colectivos de mujeres diversas, en un encuentro anual nacional de rendición de cuentas, planificación y coordinación y, en la participación e impulso de alianzas estratégicas con otros actores sociales y redes.

Para superar la pobreza, la discriminación y la exclusión que afecta a las mujeres de la provincia de Chimborazo es indispensable impulsar el protagonismo de las mujeres para que tengan mayores espacios de influencia y decisión. Esto implica trabajar en el fortalecimiento de las organizaciones, en su capacidad de gestión e incidencia, en el conocimiento y ejercicio de los derechos de las mujeres; pero además ampliar las oportunidades sociales y económicas para garantizar que las mujeres tengan acceso a los medios y recursos productivos (CEDIS: s/f). Cuando preguntamos a un grupo de mujeres beneficiarias del proyecto —a través de formación para espacios radiales—, sobre ¿qué significa ser mujer indígena?, la mayoría coincidía en una relación directa con su cultura (vestimenta, idioma, etc.), con la armonía con la naturaleza, con la violencia y con la discriminación. Pero también una relación reivindicativa con

2 El convenio propone al fortalecer el ejercicio de la ciudadanía plena de las mujeres populares con identidades diversas a nivel étnico, cultural, generacional y territorial en la región Sudamérica: Brasil, Ecuador, Perú y Colombia.


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sus derechos y capacidades y, con la participación en espacios organizativos. El eje de empoderamiento político se complementa con el eje de empoderamiento económico, que aunque —este último— no es financiado por el proyecto, ha permitido el ejercicio de derechos como la participación y un empoderamiento de las mujeres respecto a ese nuevo rol —más visible— en sus comunidades. A través de sus pequeñas fincas orgánicas no sólo garantizan el alimento a sus familias, sino que generan un sistema de intercambio de alimentos entre miembros de la comunidad que beneficia a todos. Para CEDIS es un requisito que las mujeres participen en grupos de solidaridad y que tengan nuevas oportunidades para generar ingresos monetarios, porque contribuye a que tengan una percepción más positiva se ellas mismas y fortalece su poder de negociación dentro de la familia. Los procesos de formación en la construcción de esta ciudadanía, ha propiciado espacios nacionales e internacionales de integración de varios grupos de mujeres en la región que participan del proyecto; mismos que han sido de una gran riqueza para estas mujeres. En el caso nacional, les ha permitido conocer las realidades en las que se desenvuelven otras mujeres del país. En el nivel regional las ha llevado a ser las únicas mujeres indígenas presentes, es esto que podría llamarse una nueva etapa de la movilización de las mujeres a nivel regional. Un poco más en lo local, las actividades están dirigidas a la incidencia en el gobierno municipal y provincial, a través de la incidencia directa en la emisión de política pública a favor de los derechos de la mujer y en la lucha contra la violencia de género. Incidir en estos espacios se ha vuelto clave para el fortalecimiento de la organización de mujeres.

de superación personal, situaciones como estas pueden llegar a obstaculizar procesos no solo formativos, sino de construcción de un cambio social en la percepción de la mujer indígena en la provincia y el país. Es necesario recalcar la diferencia entre el movimiento feminista en el país y lo que ha sido la lucha de las mujeres indígenas por sus derechos, pues se han dado en contextos diferentes y los motivos a pesar de las similitudes, han variado significativamente, llevando incluso a crear brechas entre ambos movimientos. Es importante destacar, la acción efectiva de los recursos provenientes de la cooperación internacional. Cuando éstos se enmarcar no sólo en procesos establecidos, sino también en la realidad de la población intervenida y en sus necesidades reales, se generan sin duda mejores resultados y esa satisfacción personal que no es medible en indicadores —según exponen estas mujeres— y que son en realidad la ganancia incalculable de ser partícipes de procesos que propician cambios en sus vidas. Participar en procesos organizativos posibilita romper con pasados que duelen, y abrirse a presentes y futuros más justos. La lucha por garantizar los derechos de la mujer indígena en el Ecuador, es una batalla que se pelea todos los días, para ello hay que propiciar espacios no solo de encuentro, sino de un verdadero reconocimiento de la identidad que lleve a la construcción efectiva de la ciudadanía de cada mujer indígena del país.

Bibliografía: • Agenda de equidad de género de las mujeres Kichwas de Chimborazo (2007).

Dejar el miedo de hablar en público, para las mujeres insertas en este proceso, ha sido una tarea nada fácil, dejar de labrar la tierra todo el día y atender la familia para ir a las reuniones y talleres, les ha generado conflictos a más de una, aprender español, aprender a escribir, aprender a caminar con los ojos cerrados han sido algunos de los retos que se les ha presentado. Todo esto se ha dado en un largo período de lucha.

• ÁLAMO, Oscar (2011). “Tierra, educación y lucha política: las mujeres y los procesos organizativos indígenas y campesinos de la sierra ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XX”. Anuario de Hojas de Warmi nº 16.

Consideraciones finales

• OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO. 2003. Panorama Laboral 2003, América Latina y el Caribe, Lima: Oficina Regional para América Latina y el Caribe, primera edición.

Las condiciones de discriminación en la que se desenvuelven las mujeres indígenas, merma cualquier intento

• INEC, 2011. Las Mujeres Indígenas del Ecuador: Condiciones de Educación y uso de la lengua en el acceso al empleo.

• ULLOA, Astrid: Mujeres indígenas: dilemas de género y etnicidad en los escenarios latinoamericanos.


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Embarazo adolescente en América Latina: un problema culturalmente complejo

En el 2010, Latinoamérica registró la tercera mayor tasa de fecundidad adolescente en el mundo —72 nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años de edad— después de África subsahariana y el sur de Asia, según el estudio del Banco Mundial sobre “Embarazo adolescente y oportunidades”. La pobreza, la baja calidad escolar, crecer en un hogar monoparental, tener una madre adolescente son circunstancias que ponen en riesgo de una maternidad precoz a las adolescentes. Existe también una complejidad de condiciones asociadas como las cuestiones relacionadas a la conducta: baja autoestima, barreras a información suficiente y el autocontrol; por otro lado, las interacciones en el contexto social y entorno familiar: seguir las normas existentes por presión de sus compañeros, contar con un poder de negociación demasiado bajo en su relación, siendo incapaz de lograr que su pareja use anticonceptivos; empoderamiento para que sean las jóvenes capaces de definir sus planes de vida. Según los datos de la Encuesta Demográfica y de Salud de 2005 para diferentes grupos de mujeres en Bolivia, Colombia, República Dominicana, Haití y Perú, las mujeres más jóvenes utilizan menos métodos anticonceptivos. Asimismo, el uso del preservativo en la primera relación sexual sí se relaciona negativamente con la probabilidad de quedar embarazada. Lo cual, sugiere que la educación sexual y el acceso a métodos anticonceptivos son cruciales para evitar la maternidad entre las más jóvenes. Sin embargo; conocer un método no asegura necesariamente su uso adecuado, lo que podría aumentar la

probabilidad de embarazo de aquellas adolescentes que empiezan a ser sexualmente activas. Según el estudio del Banco Mundial, los resultados sugieren que las adolescentes que tienen más educación, viven en zonas urbanas y provienen de familias acomodadas tienen una menor probabilidad de quedar embarazadas. Las madres adolescentes son más vulnerables y, por lo general, carecen de los activos y recursos humanos necesarios para hacer frente al nuevo reto. El panorama que revela el estudio es que el embarazo en la adolescencia tiene más probabilidades de ocurrir en un contexto socioeconómico bajo. En México el grupo de mujeres adolescentes embarazadas son mayoritariamente indígenas y aquellas que provienen de familias menos acomodadas; en Perú, la incidencia de la maternidad en adolescentes es menor en el quintil más pudiente de la población. Las adolescentes que no viven en el mismo hogar que sus padres también tienen mayor probabilidad de quedar embarazadas. Los datos en Brasil, México y Colombia muestran que existe un aplazamiento del embarazo vinculado con el estado civil, es decir, estar casada se correlaciona positivamente con la edad de maternidad, retrasa el embarazo. Sin embargo, en la región se muestra una tendencia a la actividad sexual a edades más tempranas al mismo tiempo existe un aumento de la edad promedio al contraer el primer matrimonio. El embarazo adolescente también pone de relieve la violencia sexual contra las mujeres. La sociedades patriarcales, donde se abusa de la mujer sicológicamente y físicamente, donde no se asumen responsabilidades a la par entre hombres y mujeres, donde el imaginario de la mujer como objeto sexual, o su razón de ser únicamente como reproductora o madre, así como obligar a una mujer a casarse como respuesta a una maternidad temprana, y una serie de estereotipos de lo que significa ser hombre y mujer, los cuales usualmente están atravesados y reforzados por dogmas religiosos, son factores que impiden un reconocimiento de derechos de las mujeres y su em-

Foto: SETECI.

E

l embarazo adolescente y la maternidad temprana son un gran desafío para la región latinoamericana. Ecuador es el sexto país con la tasa de fecundidad más alta de América Latina después de Nicaragua, República Dominicana, Guatemala, Honduras y Venezuela. Las estadísticas indican que dos de cada diez partos en el país son de adolescentes. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en el 2012 , 122.301 madres son adolescentes (mujeres entre 12 y 19 años).


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Una madre adolescente ve trastocadas sus oportunidades en diversas dimensiones, en el plano laboral, su economía, su acceso a la educación, su participación en el mercado laboral, así como sus perspectivas de vida en pareja debido al estigma que socialmente se le impone a una mujer que ha tenido hijos sin casarse. Por otra parte, el costo asociado con las consecuencias psicológicas de quedar embarazada durante la adolescencia o el riesgo de complicaciones de abortos inseguros, sin dejar de lado los efectos a largo plazo en las madres jóvenes y en sus hijos. Inclusive el estudio revela que existe una correlación directa entre el suicidio y el embarazo adolescente. La maternidad precoz usualmente afecta negativamente la calidad de vida de las mujeres y sus hijos. Las adolescentes embarazadas están expuestas a recibir una multiplicidad de mensajes conflictivos y contradictorios de sus padres, madres, amigos y compañeros. Una autoestima baja suele predecir una gama de comportamientos riesgosos para la adolescente y su hijo. El embarazo adolescente debe ser acogido desde una perspectiva de política de desarrollo ya que la maternidad temprana puede tener importantes repercusiones intra e intergeneracionales que desencadenan trampas de pobreza intergeneracional. Usualmente las madres adolescentes son más propensas a participar en los programas sociales y

a depender de los ingresos de la asistencia social. En este escenario es necesario que el Estado trabaje en políticas públicas pues es un tema de costo social y no solo individual para la madre. El trabajo que queda para el Estado se vincula con educación, programas específicos para reducir la incidencia y mitigar su impacto, inversión en niños y niñas que abandonan la escuela, pues el embarazo adolescente reduce los años de escolaridad, la asistencia escolar y disminuye en número de horas de trabajo. En Ecuador, según Andrés León, representante del Ministerio Coordinador de Desarrollo Social de Ecuador (MCDS), éste ha planteado estrategias de políticas en torno al tema: trabajar con el Ministerio de Salud Pública en vincular contenidos sobre prevención del embarazo en la aulas; fomentar espacios de atención pública amigable con horarios extendidos y de especial atención en las áreas rurales del país con unidades móviles; el tema de información es vital y se trabaja de manera vinculante con el Ministerio de Inclusión Económica y Social a través del bono; existe avance del primer módulo de capacitación sobre sexualidad en las aulas. Sin embargo, las opciones de políticas públicas frente al tema deben considerar dos enfoques: a nivel macro, apuntar a reducir la desigualdad y crear mayores oportunidades para las mujeres para así disminuir el embarazo adolescente y mitigar los efectos de la maternidad adolescente. Las políticas y programas que reducen la pobreza y la inequidad de género son cruciales en este sentido; a nivel micro, el objetivo de las políticas debería ampliar el conjunto de opciones disponibles para las mujeres, así como su capacidad de poseer control efectivo sobres sus vidas, para tomar decisiones de ser madres en base a sus planes de vida.

Foto: Edu León.

poderamiento. Desde pequeñas se somete a las niñas a un infame uso de su condición femenina, lejos de un legítimo reconocimiento de sus derechos como personas y como mujeres. Todo ésto es parte de un problema de salud pública, frente al cual el Estado, los decidores, y los ciudadanos y ciudadanas debemos actuar desde donde nos ha colocado la vida para verdaderamente dar respuestas a la maternidad temprana que va en aumento.


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Tasa de fecundidad adolescente en 1997 y 2010 por región (15-19 años, %).

FACTORES DE RIESGO RELACIONADOS CON LA TASA DE FECUNDIDAD ALTA EN EL ECUADOR Normas sociales - Estereotipos sexuales:

Normas sociales - Estereotipos de género:

• La mujer es la que debe usar anticonceptivos en las relaciones sexuales.

• La mujer no debe trabajar debe dedicarse al hogar y a los hijos.

• Las personas que usan condones se acuestan con muchas personas.

• El hombre debe ser el proveedor económico del hogar.

• Me da vergüenza comprar anticonceptivos. • A la mayoría de los hombres no les gusta usar condones. • No es necesario usar condones si uno conoce a su pareja. • Si uso condones mi pareja desconfía de mí. • Perder la virginidad para una mujer es un acto de amor.

• Los hombres no deben llorar. • Estudiar la universidad es más importante para hombres que para mujeres. • Para una mujer es necesario estar con una pareja estable para tener relaciones sexuales.


Foto: Edu León.

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TESTIMONIO: Tatiana – 18 años “No puedo ya compartir con mis amigos, de pronto ya no me veían igual, porque ya no… ya está embarazada, ahorita se amarra, ya después no la dejan salir. En cuanto a mis papás pues, a ellos les dio muy duro porque yo soy la única hija, y ellos, o sea tenían un proyecto de vida para mí, soñaban con que yo fuera una profesional, que yo… mejor dicho. Llegué hasta décimo, seguí estudiando como dos meses, pero me retiré porque me daba pena, me sentía mal, aparte no cabía en el pupitre, tenía dos meses de embarazo y ya no cabía en el pupitre; entonces dejé de ir, y fue muy terrible… Pues no ellos no, nunca

se sentaron conmigo a decirme mire mija esto puede pasar, hay estos métodos… de pronto ellos ahorita me dice: yo le dije, yo le dije sí. Pero a mi realmente nadie se sentó a decirme yo no quiero que a usted le pase esto, yo lo que sabía era por medio del colegio, donde nos daban charlas y también porque yo era muy niña, cuando quedé embarazada tenía 15 años. Yo tenía afán, el amor, todo eso… y entonces nunca me interesé en el punto de planificarlo. Yo creo que a muchos papás les da vergüenza hablar con sus hijos sobre sexualidad, pero viendo mi caso, yo no dejaría que a mi hija le pasara lo mismo que a mí, porque yo era una niña cuando pasó esto. Y qué hace uno cuidando a un bebé…”

Bibliografía: • BANCO MUNDIAL, Embarazo adolescente y oportunidades en América Latina y El Caribe, 2011. • INEC, 2012, Más de 122 mil madres en el país son adolescentes, www.inec.gob.ec, mayo 2012.


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El Feminismo es un capital político1 Por: Marcela Lagarde*

Poder y libertad

L

a era del feminismo está signada por el avance en el empoderamiento y la libertad de las mujeres. En la modernidad, el poder marca la compleja experiencia, la consciencia crítica creciente y la identidad de las mujeres, porque el poder define la condición de género de las mujeres, cautivas bajo poderes de dominio patriarcales, pero también nos marcan los poderes democráticos que las mujeres contemporáneas heredamos de quienes nos antecedieron y los que construimos día a día. En pos de nuestra libertad, las mujeres hemos desarticulado poderes de dominio y cambiado la faz de sociedades y culturas contemporáneas. La manera de lograrlo ha sido a través de una política crítica en la convivencia y la vida cotidiana y también en la vida pública, creando esos poderes vitales, distintos en su conformación de los poderes tradicionales porque, a diferencia de éstos, no son opresivos son democráticos. No se generan a través del sometimiento a otros, ni a monopolizar bienes y recursos. Se generan al desmontar formas de discriminación, de explotación y de exclusión de las mujeres y al lograr el acceso de las mujeres a la educación, la salud, el trabajo, los bienes y recursos, la política y la participación de las mujeres en las decisiones.

Hemos hecho, en la práctica y en la teoría, una crítica permanente del poder hegemónico y opresivo. Con nuestra práctica política hemos revolucionado de manera radical el campo del poder patriarcal, al convertir en derechos los avances y con ello inaugurar poderes para salir de la opresión. Por eso, la revolución feminista inaugura un nuevo paradigma político, social y cultural, civilizatorio, para mujeres y hombres. Nos permite y nos exige cambiar a todos. La política feminista abarca dos grandes esferas: la vida cotidiana y la vida política pública. Al afirmarnos en ambas, hemos imaginado cambios, los hemos puesto en práctica, hemos resistido y trascendido, al satisfacer necesidades, reparar daños, exigir justicia y trasladar todo eso al ámbito jurídico político de transformación del contrato social. Al crear derechos para las mujeres, creamos poderes vitales no opresivos de los que gozamos millones de mujeres, y con ello innovamos nuestras sociedades, el horizonte político y el contenido de la democracia. Trastocamos la cultura. Configuramos una tendencia política estable al mantenernos y crecer en influencia en distintos países y regiones, en sociedades y culturas diversas y al haber logrado democratizar la modernidad y transformar el

1 Ponencia para el Encuentro de Comunicación Popular y Buen Vivir, ALER – Ecuador 2012. Texto para el acto por los 20 años del libro Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas., convocado por el Gobierno del Distrito Federal, IMUJERES DF.


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mundo con la participación de las mujeres y el conjunto de procesos derivados de dicha participación.

La política La política es vista a través de diversas ideologías como acción pública para acceder a posiciones que permiten incidir en la sociedad, como acción que permite acaparar poderes y ejercerlos sobre otros y, en esa tesitura es común la interpretación que la valora como acción negativa cargada de abusos, trampas y corrupción. Porque la política hegemónica preserva poderes, estructuras, relaciones, e instituciones de dominación, ha sido vista críticamente y denunciada por quienes ocupan posiciones sociales de sujeción o son víctimas de ese dominio. Sin embargo, la política es vista, también, por más y más mujeres como acción emancipadora en sí misma debido a su potencial transformador del pacto social, de los modos de vida y de la cultura. De manera paradójica, cuando la política hegemónica viene de retirada y la desesperanza política avanza, las mujeres participamos más. La educación escolarizada, la formación cívica ideológica y política, el trabajo público y la participación en movimientos democratizadores, en organizaciones gremiales y civiles diversas, y la acción comunitaria, han incrementado el número de mujeres que quieren hacer política además de participar en procesos sociales y civiles. Gran cantidad de mujeres reconoce que a pesar de lo negativo de la política, la presencia de más y más mujeres en esos espacios, permite potenciar la autoridad del discurso y concretar acuerdos imprescindibles para lograr cambios, defender posiciones o consolidar en la sociedad y en el Estado, cambios sociales, económicos, legislativos, judiciales y culturales imprescindibles desde una perspectiva de género. En ese sentido, la política contiene la cualidad de ser vía al empoderamiento personal y colectivo de las mujeres. Si arriban a los espacios políticos mujeres con consciencia, tradición y acciones políticas de género, su presencia y participación contribuye a llevar a la esfera de la política las necesidades, aspiraciones, intereses, denuncias y las propuestas de mujeres que construyen alternativas sociales. Esa amalgama de elaboraciones es convertida en agenda política y las mujeres aparecen con un perfil político específico de género.

Construir la fuerza política de género de las mujeres en la esfera de lo político es un hecho de empoderamiento y se convierte no solo en un medio sino en una alternativa transformadora de las relaciones de poder de género y de sus mecanismos de reproducción en un ámbito de visibilidad pública y, por ende, potencialmente influyente en las costumbres y normas sociales. Los partidos políticos que acogen a mujeres y hombres, establecen normas y mecanismos que impiden el adelanto de las mujeres y el avance de la igualdad entre mujeres y hombres, con ello favorecen la supremacía partidista masculina. Así, para llegar a las instituciones de gobierno, a los parlamentos y organismos de representación ciudadana o popular, las mujeres han pasado previamente por un cedazo político de género en sus propias organizaciones y en sus partidos políticos.

La cultura feminista En los últimos tres siglos, con énfasis durante el siglo XX, se ha ampliado la experiencia de las mujeres con transformaciones en la cotidianidad y en el sentido de la vida. A ello han contribuido los esfuerzos para erradicar la reclusión y la exclusión de las mujeres al lograr su movilidad territorial y su participación económica, social y política. La educación y el acceso a la cultura moderna científica e ilustrada han permitido eliminar la especialización de género con la incursión de las mujeres en oficios, trabajos y actividades, así como con la apertura de esferas vedadas. Dichas innovaciones están en la base de una comunicación inédita entre las mujeres y las acciones políticas colectivas para cambiar el mundo y la propia condición de género. Nada de esto sucedería sin la reflexión crítica y la voluntad de las mujeres. Al ser tocadas por esta profunda conmoción vital, las mujeres han tenido un profundo impacto social y cultural a través de acciones políticas y de luchas para eliminar condiciones opresivas de vida. La búsqueda se regía por las promesas utópicas de la modernidad marcada crítica y radicalmente por el feminismo que ha promovido cambios esenciales en la condición de género de mujeres y hombres, en la organización social de género, en el Estado y en la cultura. Entre la vivencia personal y compartida, y, la trascendencia política de las mujeres han mediado la reflexión,


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la afectividad y el pensamiento crítico y discordante, generador de nuevos enfoques e interpretaciones, investigaciones, conocimientos y teorías sobre el significado del hecho político para nosotras. Caracterizan al feminismo los deseos, anhelos y afanes de las mujeres por entender el mundo desde nuestra propia experiencia y subjetividad, por transformarlo y cambiar la propia vida. El impulso feminista ha sido fuente creadora de una dimensión democratizadora de la historia contemporánea, sin la cual la modernidad como la conocemos no existiría. La cultura feminista, basada en la visión del mundo y en los movimientos políticos feministas es la contribución civilizatoria personal y colectiva más importante fraguada políticamente y realizada por las mujeres en la historia. Nunca antes del surgimiento del feminismo en diferentes países, las mujeres se habían identificado, reconocido y agrupado con fines políticos de género y hecho política desde su propia condición en la magnitud y con la incidencia lograda en esta era. El hecho político feminista ha sido contundente y su impulso e impacto signan la identidad de millones de mujeres de culturas, países y generaciones diversas, en distintos momentos, diseminados a lo largo de tres siglos. A pesar de que en ese transcurso no todas han estado implicadas en él, el feminismo ha marcado de manera compleja a distintas sociedades e incidido en la eliminación de desigualdades y discriminaciones de género, y en la mejoría de las oportunidades de desarrollo y participación de las mujeres. En las sociedades más influenciadas por el feminismo la vida es más abierta y participativa y tiende a relaciones más igualitarias y equitativas entre mujeres y hombres. Sin el feminismo viviríamos bajo una densidad oscurantista y opresiva patriarcal que abarcaría la vida toda. El feminismo se ha traducido en calidad de vida para las mujeres, la cual, ha requerido de la ampliación del proyecto social con sentido solidario. La presencia y las contribuciones de las mujeres favorecen los avances económicos en la producción y la distribución ampliada de bienes, recursos, y de la riqueza, así como en la generación de oportunidades sociales, de opciones educativas y políticas. De manera simultánea, aunque no automática y con enormes conflictos, se ha propiciado la

creciente presencia y participación política, económica, social y cultural de las mujeres. Sin ellas no se habría producido el mejoramiento social ni el progreso de género, es decir, el avance en la eliminación de las formas y las condiciones de la opresión y en la construcción de alternativas sociales de convivencia genérica equitativa entre mujeres y hombres. Los movimientos feministas han impulsado cambios de creencias y de mentalidades. En los ámbitos de influencia de la cultura feminista se despliegan formas de pensamiento crítico y laico; y se incrementan procesos de secularización cada vez que se eliminan poderes religiosos sobre la subjetividad de las mujeres y sobre las normas que constriñen sus vidas. Con ello se abren paso tendencias a eliminar creencias y normas dogmáticas misóginas y supremacistas. El feminismo se ha nutrido del pensamiento científico y, al mismo tiempo, sus exigencias críticas han propiciado el desarrollo científico así como el pensamiento filosófico. Intelectuales, académicas, científicas y artistas feministas han generado nódulos epistemológicos, nuevos problemas para las ciencias, la filosofía y las humanidades, han producido conocimientos diferentes sobre viejos problemas y han planteado otros nuevos y, además, formas de pensarlos. Al invalidar verdades dogmáticas han abierto mecanismos y esferas de innovación en los lenguajes y las representaciones simbólicas, en los discursos y las formas de expresión de lo reprimido y prohibido, lo imaginado y experimentado. Esta renovación y elaboración cultural ha sido cauce del surgimiento constante de nuevos anhelos y utopías, y de la ampliación de exigencias y expectativas vitales prácticas. Por todo ello, el feminismo es una dimensión política radical de la modernidad. Su método ha sido la crítica, la rebeldía, la subversión, la transgresión creadora y la construcción de de alternativas paradigmáticas. Ha creado rupturas sustantivas con la vida social moderna tan profundas que cimientan un nuevo paradigma civilizatorio basado a su vez en un nuevo paradigma de género en proceso.

Ruptura y nuevo paradigma El punto de ruptura del feminismo con la modernidad es el patriarcado. La crítica política feminista trastoca las relaciones genéricas y asume cambios en la condición de


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las mujeres, las estructuras sociales, las relaciones y las prácticas sociales de mujeres y hombres, las instituciones y las relaciones de poder, así como en las concepciones y los valores, y en el sentido del mundo y de la vida. El feminismo surge como una revolución personal y social marcada por la disidencia con los otros y con el mundo. Se convierte en una sintonía compleja y contradictoria entre mujeres diversas y sus acciones y repercusiones dan lugar a una revolución radical que no irrumpe, sucede, y no usa la violencia como recurso de transformación. Es en sí mismo un nuevo paradigma en desarrollo. La génesis paradigmática se ha echado a andar con la rebeldía e insumisión de millones de mujeres que han llevado a vivir y producir cambios discontinuos que impactan y benefician también, a mujeres y hombres que no coinciden con su sentido. La gran alternativa feminista se dirige a eliminar la opresión de género, basada en el sexo y, a la vez, a construir alternativas de vida social basadas en una sexualidad y relaciones de género no opresivas. Busca hacer posible una vida social que potencie a las mujeres y haga accesibles para las mujeres los avances de la modernidad.

Los poderes vitales y el empoderamiento Por ende, el feminismo se constituye en política alternativa y contiene poderes positivos creadores de otros poderes vitales que se caracterizan por ser poderes alternativos. Así, una finalidad del feminismo es la construcción de una democracia ampliada, distributiva y participativa que, a través del Estado solidario y de la legalidad, asegure condiciones sociales para que las personas y las comunidades puedan desarrollarse en igualdad y contribuir a lograr su bienestar en el marco de una convivencia social de sustento al desarrollo y la democracia. Los poderes vitales son la base del empoderamiento y surgen de varios factores: La crisis de consciencia que se produce cuando cada mujer no da su consenso a la opresión, o cuando dudan de su legitimidad; al disentir e imaginar que son posibles una vida y un mundo diferentes; surgen también de acciones personales y colectivas para desaparecer el hecho opresivo y al participar en la creación de alternativas vitales que colman su vida personal y social con la

innovación. La disidencia es de hecho un poder desestructurador y constructor de la consciencia. Se genera como desacuerdo con el orden impuesto. El feminismo implica la imaginación. No basta el anhelo, se requiere imaginar la posibilidad de una vida distinta y un mundo mejor e incluso, anticipar de qué se trata lo distinto. La consciencia y la disidencia tienen como correlato la confrontación con la condición vital y los deseos, con los valores, los mitos, las ideologías, las creencias y las costumbres. Al disentir se resignifican las definiciones de identidad y los modos de vida. Las mujeres disidentes se confrontan con su vida, con losotros-próximos y con el mundo. La cultura moderna de las mujeres y su condición democrática han hecho que los movimientos de mujeres impacten las instituciones y las políticas civiles e institucionales, privadas y públicas. Si se logra transformar el Estado se amplía la incidencia política, es posible estabilizar logros y alternativas, asegurar su normatividad social y jurídica, y con ello hacer perdurables los cambios. De ahí los afanes feministas por impulsar políticas públicas y acciones gubernamentales y civiles, nacionales e internacionales, tendentes a lograr el adelanto de las mujeres y por crear instituciones estatales y supranacionales cuya obligación es promover y asegurar vías para la democracia de género en la sociedad, en las comunidades, en las familias y las parejas, en las organizaciones y entre las personas. Una de las vías más eficaces de la política feminista ha sido establecer normas en el derecho nacional e internacional y sus correspondientes mecanismos e instituciones para generalizar las buenas prácticas de género que se han logrado en algunos países, regiones y comunidades. Luego han invocado su establecimiento local en otros países, regiones y comunidades, a través de las redes globales y nacionales. En una dialéctica de lo local a lo internacional y lo global y a la inversa, los movimientos feministas se han confrontado políticamente con fuerzas que se niegan al avance y la emancipación de las mujeres y a la desaparición del patriarcado. En espacios internacionales —cumbres, conferencias y foros— y en los espacios propios de la política nacional, los movimientos feministas han avanzado en el empoderamiento de las mujeres a través de una agenda política que consiste en:


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La reforma del derecho con la consideración de las mujeres como sujetas de derecho y la creación de leyes sobre los derechos humanos de éstas, por ejemplo, el derecho a la vida en primera persona, a una vida sin miedo y sin violencia, a la justicia, a la plena participación política, a los derechos sexuales y reproductivos. El establecimiento de la legislación que prohíbe la opresión y la convierte en delito, por ejemplo, la violencia contra las mujeres, la discriminación, el tráfico de mujeres, el repudio; el impulso de políticas de desarrollo definidas desde una perspectiva de género que satisfacen las necesidades individuales y colectivas de las mujeres y eliminan carencias y daños. La concreción de vías de desarrollo que implican el avance de las mujeres (educación, salud, vivienda, empleo, crédito) y buscan eliminar todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres, así como las brechas de género entre mujeres y hombres. La creación de condiciones de desarrollo para el acceso de las mujeres a bienes y recursos económicos, sociales, jurídicos, judiciales y culturales materiales y simbólicos. La reformulación de la democracia con un nuevo pacto político y un nuevo contrato social desde la perspectiva de género, a través de leyes, normas, mecanismos e instituciones que reforman al Estado, así como la relación entre sociedad civil y el Estado y la gobernabilidad para transitar hacia la democracia genérica con los principios de igualdad, solidaridad y libertad que favorece la igualdad ante la ley, de oportunidades y de trato, mecanismos de equidad en las relaciones entre mujeres y hombres considerados como seres equivalentes. La crítica de la cultura hegemónica y el impulso al desarrollo cultural basado en los valores y principios de la equivalencia humana, el respeto a la diferencia y el fortalecimiento de la diversidad, la cooperación, la solidaridad y el cuidado. La construcción de la ciudadanía de las mujeres a través de experiencias públicas. Con ello, la presencia política de las mujeres se convierte en fuerza política que transforma la política en un hecho mixto donde confluyen los intereses de género y alternativas de mundo para todos. El acceso al conocimiento científico, la producción y la incursión de las mujeres en el arte y en los medios de comunicación y difusión como creadoras y autoras, convierte a las mujeres en sujetas de la creatividad intelectual, científica, técnica, académica y trastoca la cultura con lenguajes, necesidades, interpretaciones, propuestas

propias críticas y alternativas. Cambios progresistas en las mentalidades a través la secularización del mundo y de la experiencia de las mujeres basada en el pensamiento laico. Los nuevos contenidos vitales de las mujeres y otros más han modificado de manera profunda la condición y la identidad genérica de las mujeres y han aumentado su valoración y aprecio social. Asimismo han modificado la estructura de la autoestima y la han elevado de manera muy importante.

Crítica política y diferencia La crítica feminista al poder plantea una posición política ambivalente a las mujeres: asumir la crítica al poder y participar de él. Ésta es mayor si las mujeres no evidencian su desacato al orden y su disenso con respecto a la legitimidad del orden de dominio. Participar en un sistema político patriarcal, por ende no democrático, y desprovistas de una consciencia de género y de la diferencia, hace que avanzar y ocupar el espacio se torne contraproducente. No realizar la crítica ideológica ni la acción política deconstructiva y de desmontaje de género, avala al sistema enajenante. Eso es lo que conduce a adoptar lenguajes, maneras estilos y formas políticas típicamente masculinas y autoritarias. Es el fenómeno del mimetismo político de género. Si las mujeres no tenemos una identidad y una personalidad propias que nos permitan participar con una posición diferenciada, el sistema nos impone la adaptación travestista de género, que es una nueva forma de dominación política. La paradoja está en que al participar se gana y se pierde.

¿De qué poder se trata? Cuando desde el feminismo se propugna por poder para las mujeres, no se plantea que haya más mujeres convencional y hegemónicamente poderosas sino, precisamente, que deje de haber no solo hombres sino mujeres poderosas, en la medida en que se redistribuyen las oportunidades sociales, se eliminan privilegios, prácticas y relaciones que autorizan a discriminar, marginar, someter o explotar a mujeres, y se homogeneízan las condiciones de vida y desarrollo entre las mujeres. Ocupar espacios y no mimetizarse con las normas y los estilos prevalecientes nos coloca ante contradicciones porque la estructura política los impone y los exige como


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características de identidad, pertenencia y legitimidad y como fuerza de cohesión de grupo, de elite política. En la actualidad, no se trata de construir la igualdad política con los hombres; es decir, la igualdad no tiene el contenido de identidad ni tiene como aspiración aproximarse a los hombres como estereotipos políticos. Por el contrario, se trata de realizar ahí mismo la crítica ideológica y práctica de los poderes que encarnan los hombres. Al estar ahí, al ocupar esos espacios, cada vez más mujeres podrán transformar las relaciones políticas internas y, con ello se eliminarán poderes de dominio de los hombres. La presencia de las mujeres en los espacios de poder no se propone su cooptación patriarcal, sino desde una perspectiva de género democratizar esos espacios, su estructura, sus prácticas y su cultura. Se trata de crear una política, unos poderes diferentes. Por eso se busca eliminar obstáculos que impiden a las mujeres el acceso a recursos y oportunidades y, al mismo tiempo, desarrollar y fomentar entre las mujeres una cultura democrática de género. La cual, es un poder vital indispensable.

El poder de ser sujetas en la vida y en la historia La eliminación del dominio se produce al desarticular las causas y los mecanismos que conforman a las mujeres como entes dominadas, como seres-en-cautiverio: el orden supremacista, la expropiación, la explotación, la inferiorización y la desigualdad, la violencia, la sujeción y el sometimiento, la dependencia, la discriminación y la marginación, la invalidez vital y la insuficiencia para la autonomía. Al tener poderes vitales que nos permiten el acceso a bienes, espacios, recursos, actividades y condiciones de vida, las mujeres dejamos de estar cautivas y nos convertimos en sujetas de nuestra propia vida, en seres-para sí, y en sujetas sociales, económicas, jurídicas, políticas y de cultura. Ese conjunto de dimensiones de la transformación de las mujeres se sintetiza a nivel macro social, de tal manera que, en el mundo global aspiramos a la transformación colectiva de las mujeres en sujetas de la historia. Desde la perspectiva política que considera un principio rector de la democracia la constitución de las personas, grupos y categorías en sujetos sociales, para las mujeres convertirnos en sujetos, es dejar de estar sujetadas.

Gobernabilidad y empoderamiento La gobernabilidad con sentido de género es muestra de que el género subalterno, es decir, las mujeres como categoría social, nos empoderamos y el género dominante pierde poderes de dominación. A través de infinidad de movimientos feministas y de la participación de mujeres en movimientos sociales y políticos de diversa índole, mediante una intensa lucha política incidimos en la gobernabilidad con equidad genérica. Haciendo que algunos gobiernos asuman la responsabilidad política de relacionarse con las mujeres como ciudadanas y, a pesar de múltiples resistencias, desplegar acciones de gobierno y políticas públicas a favor del desarrollo y la emancipación de las mujeres. Exigimos presupuestos con perspectiva de género y recursos para eliminar la marginación económica y sustentar el desarrollo de las mujeres como la vía hacia el progreso y a la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. El género avanza y se empodera cuando las mujeres participan, ocupan las instituciones y al hacerlo transforman los espacios, las normas y la cultura política. Desde luego, el empoderamiento se da cuando lideran, legislan, procuran justicia y gobiernan. Cuando la participación política de las mujeres deja de ser excepcional y se convierte en una presencia concatenada desde las esferas sociales hasta las políticas. Asimismo, todo lo anterior se potencia cuando prevalece en las mujeres con cargos políticos una consciencia de género y usan su poder a favor del avance colectivo de las mujeres y la igualdad. En este proceso, las ideologías y las filosofías con perspectiva de igualdad de género se tornan sentido común, maneras de pensar y de sentir a través de representaciones e imágenes múltiples y diversas. Los lenguajes ya no cargan la marca del sexismo y nuevas formas lingüísticas expresan la igualdad y la diversidad. El género se empodera cuando logramos incorporar en la cultura hegemónica una ética de respeto a los derechos humanos y la sociedad los promueve y amplia, en particular, cuando las personas y las instituciones consideran los derechos de las mujeres normales e imprescindibles con un nuevo sentido civilizatorio. Cuando segmentos importantes de la sociedad y gobiernos valoran, respetan y protegen la vida de las mujeres y procuran aumentar su bien vivir.


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Desidentificación de género Mujeres de distinta trayectoria y formación, con ideologías y posiciones políticas distintas confluyen en espacios y movimientos y actividades. Muchas de ellas no han hecho el cambio radical en su consciencia ni han desarrollado pensamiento crítico, ni siquiera han reflexionado sobre ellas mismas y sobre el mundo, posicionadas desde una visión de género. Un conjunto de hechos hace que haya mujeres confrontadas por diferencias políticas o que se distancien mujeres civiles de mujeres políticas o mujeres de base de las representantes, dirigentas o lideresas —educativas, religiosas, espirituales, académicas, económicas, artísticas, culturales y políticas—, y crean nuevas barreras de poder entre ellas. Educadas en la desconfianza de género, cantidad de mujeres actúan desidentificadas entre sí y, si no muestran un compromiso real con la causa de las mujeres, hablan a nombre de las mujeres, sin representarlas. Si además las ignoran y omiten en su quehacer público: civil, legislativo, de gobierno, se produce un nuevo malestar entre ellas.

Sororidad y empoderamiento Al mismo tiempo que se da ese distanciamiento entre mujeres, como nunca antes se desarrollan nuevas formas de relación entre mujeres no mediadas por la misoginia, entendida como rechazo, repudio y descalificación entre mujeres que justifican agresiones, traiciones y enemistad. La eliminación de la misoginia es un proceso subjetivo y objetivo que implica un cambio de consciencia que consiste en desmontar sus fundamentos en las mentalidades colectivas y en la subjetividad personal, los cuales se presentan como prejuicios: argumentos, valores, interpretaciones; actitudes, formas de trato, lenguajes, afectividad. Es un proceso objetivo de eliminación de la enemistad en las relaciones y las prácticas sociales y políticas. Al ir cambiando, la admiración por la otra por las otras y el reconocimiento de su autoridad y sus cualidades, propician la credibilidad social en las mujeres y contribuyen a aumentar la estima social de género.

Mirar mujeres empoderadas permite sentir que es posible y hace suponer a quien observa, que ella también puede. Por simpatía, sus logros y los signos de los poderes vitales implícitos en su identidad convocan a otras a mujeres a intentarlo. El aprecio por los avances logrados por movimientos de mujeres contribuye también a fortalecernos. Dado que en estos procesos se compromete la autoestima de género, cuando fluye la afinidad entre las mujeres el empoderamiento de unas produce en otras mujeres orgullo por ella, por las otras, y se va creando una nueva dimensión de identidad y de vínculo: nosotras. Es evidente que el género se empodera cuando más mujeres se miran en el espejo de las otras, se reconocen entre sí, asumen la semejanza de su condición genérica y afirman la diversidad en su identificación. Cada mujer se convierte en defensora de sí misma y de las otras por identificación de género y empatía. Así, el empoderamiento contribuye a disminuir la vulnerabilidad de género y la violencia contra las mujeres al hacer que las mujeres no queden expuestas a situaciones riesgosas, violentas y destructivas y a protegerse mutuamente. Contribuye, asimismo, a impulsar el desarrollo social ya que cada mujer actúa en pos del propio desarrollo y apoya los procesos sociales colectivos que lo involucran y benefician a las demás. Avanzar a través del empoderamiento nos permite derribar obstáculos que impiden el desarrollo y asegura la eliminación de desigualdades, pues cada mujer empoderada busca condiciones equitativas. Así, contribuimos a construir la equidad como un principio del pacto social, tanto en las políticas públicas civiles y estatales como en las relaciones personales. Se rompe el principio de exclusión política de género, a la par que desarticulan los contenidos patriarcales de la política. Una mujer empoderada mejora la sociedad al eliminar opresiones y construye alternativas basadas en el respeto y la vigencia de los derechos humanos de las mujeres como estructura de la vida social y la convivencia.

* Antropóloga e investigadora mexicana, representante del feminismo latinoamericano. Es autora de numerosos artículos y libros sobre estudios de género, feminismo, desarrollo humano y democracia, poder y autonomía de las mujeres.


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Mujeres y primavera árabe Por: Cristina Vega - Programa de Estudios de Género y de la Cultura, Flacso-Ecuador.

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s indudable que las revoluciones y revueltas árabes han servido de inspiración al mundo. El 8 de marzo de 2011, en la manifestación del día de la mujer en Madrid, marchamos tras una pancarta que decía “Por una plaza de Tahrir propia”. Dos meses más tarde, tomábamos nuestras propias plazas para reclamar democracia real y justicia económica, y colocábamos la bandera egipcia en el centro de las mismas. Los gestos de reconocimiento y réplica de lo que sucedía en las plazas de Egipto y de otros países del Medio Este y Norte de África han sido una constante. Midan Tahrir, Midan Syntagma, Midam Sol…, ser parte del pueblo de la plaza se ha convertido, a pesar de las distancias, en “el mejor pasaporte”1. Dejando a un lado este efecto de contagio, la singularidad de lo ocurrido en la primavera árabe es importante, como lo es señalar las diferencias entre los distintos países y sectores de la población dentro de los mismos. Una de las cuestiones más destacadas ha sido la presencia activa de las mujeres y las y los jóvenes. En este breve tiempo trataré de hacer tres apuntes sobre esta presencia en Egipto: 1) las mujeres son el 50%, ¿a qué tanto revuelo?, 2) el autoritarismo neoliberal y las mujeres y 3) vivir en la plaza.

Con esta actitud, El-Mahabdi, entre otras, responde al estereotipo que Occidente y la prensa occidental ha venido creando sobre las mujeres árabo-musulmanas, especialmente desde el 2000. Mujeres invisibles, recluidas, sumisas, sometidas en el seno de sociedades profundamente patriarcales, en el que el papel de la religión mayoritaria planea sobre todos los ámbitos de la vida (códigos de conducta, segregación, divorcio, propiedad, participación política, etc.). Si éste es el imaginario no es de extrañar que los focos de las cámaras no dejen de apuntar a las mujeres. Alguien me decía hace unos días que buscando fotos de la revolución, únicamente encontraba fotos de mujeres. Sin restar verdad a la realidad patriarcal, muchas mujeres y movimientos de mujeres en estos países vienen discutiendo y contraviniendo desde la independencia, los estereotipos que sobre ellas se han reproducido, así como la idea de que hablar de “mujeres árabo-musulmanas” equivale a hablar de una realidad uniforme. Están generando “sus” propios sentidos de qué, cuándo y cómo conducir la libertad femenina, dentro, fuera o junto al Islam.

Las mujeres somos el 50% (del 99%), ¿a qué tanto revuelo?

En esta misma línea, las elaboraciones del feminismo laico y el islámico en su acción de presión para construir interpretaciones progresistas e igualitarias (en el Estado, en la familia, pero también más allá) es un elemento clave. A pesar de que sus agendas no son exactamente equiparables, su alianza es necesaria, especialmente en estos momentos.

En una entrevista en Al-Jazeera, Rabab El-Mahabdi, profesora de ciencias políticas en la Universidad del Cairo, trata de desarmar la insistencia en el tema. Las mujeres, comenta visiblemente irritada, somos la mitad de la población y no se podría en modo alguno hablar de revolución si las mujeres no estuvieran presentes. “¿Por qué nadie se pregunta por el papel de los hombres en la revolución?”2

Muchas organizaciones, por ejemplo, en Egipto están actuando para tener presencia tanto en las estructuras de representación como en la redacción de la Constitución, y están atentas al papel que la sharia y su aplicación va a tener en el nuevo Estado. La formulación de un Estado secular con un “punto de referencia islámico”, que postula Libertad y Justicia, partido de los Herma-

1 Amador Savater, “Entre Midam Sol y Midam Tahrir”, Fuera de Lugar, Público, 19 diciembre 2011. 2 AlJazeeraEnglish el 02/03/2011, http://www.youtube.com/watch?v=_4zIdmOCBsk


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nos Musulmanes, en su intento de conformar un Islam moderado que no entre en colisión con muchos de los sectores que animaron la revolución del 25 de enero, no resulta muy clara ni para unas ni para otras. Especialmente cuando está cerca el salafismo. Lo que sí parece haberse superado, es la idea, que detentaban muchas egipcias laicas, de que cubrirse la cabeza equivale a cubrirse la mente, o a la inversa de que descubrirse equivale a liberarse del conservadurismo3. Sin duda, la mezcla en la plaza, como señala exultante Nawal El Saadawi, ha tenido este efecto. En la plaza hemos sido miles, y al mismo tiempo hemos sido uno. Uno por encima de todas las diferencias (religiosas, étnicas, sexuales, generacionales, de clase, formación, etc.). “En la plaza Tahrir, comenta Saadawi, he sentido por primera vez que las mujeres son iguales que los hombres”. Somos miles, somos uno. Tal y como comentan algunas activistas, volver a traer a las mujeres a las cuestiones de la igualdad de género no deja de ser una forma de reproducir el estereotipo. Las distintas mujeres, jóvenes, hombres, homosexuales, obreros, empleados públicos, vendedoras… han salido para demandar libertad y justicia social, para derrocar al régimen, y como dicen algunas, a los “mini-Mubaraks” que andan sueltos, no para luchas por los derechos de las mujeres. Recluir a las mujeres en los debates sobre el género representa una lectura sesgada de su impulso, si bien es evidente que en éste como en otros procesos, la tensión entre “ser uno-en-tanto-iguales (en la calle) entre los diferentes”4, y singularizarse, por ejemplo, como madre, mujer popular, joven hija o mujer de clase media, resulta finalmente inevitable.

Ambos momentos, el de la igualdad del “somos miles, somos uno” y el de las identidades forman parte del “espíritu de la plaza”. Y la pervivencia o la tensión dinámica entre ambos en la transición serán cruciales.

El “autoritarismo neoliberal” y las mujeres El segundo apunte está inspirado en las elaboraciones de Nadje Al-Ali y Nicola Pratt5 acerca del modo en el que el autoritarismo neoliberal se ha articulado en la vida de las mujeres. Hecho que explica en parte el impulso con el que han atravesado la primavera. El panorama está marcado por el creciente ascenso de los precios de la comida desde 2008 y la erosión de los salarios debido a la inflación. El salario mínimo egipcio no se ha tocado en 26 años y cerca de la mitad de los asalariados tienen dificultades para colmar las necesidades alimenticias básicas. Incluso familias con dos salarios han pasado a estar por debajo de la línea de la pobreza. Tras el gobierno de Nasser y el de Sadat, lo que caracterizó los 30 años de Mubarak ha sido una serie de reformas de corte neoliberal y políticas de ajuste estructural de mano del Banco Mundial, el FMI y USAID auspiciadas por el gobierno de Estados Unidos. Recortes en el gasto social en salud, educación y otros servicios sociales. Muchas mujeres que se habían incorporado al Estado con Nasser y habían sido beneficiarias de las prestaciones del sector público, han asistido al encogimiento del mismo. Simultáneamente, muchas se han entrado al sector privado en áreas de libre comercio, por ejemplo en el sector industrial, con ingresos por debajo del salario mínimo. Si con Sadat el imperativo era la vuelta al hogar, aunque ésta fuera inviable para el

3 Nadje S. Al-Ali en “The women`s movement in Egypt, with selected references tu Turkey”, 2002, explica cómo Abu-Lughod, en un provocativo análisis de las agendas feminista e islamita en el Egipto contemporáneo (1998) revela un amplio solapamiento entre las actitudes seculares e islamistas, por ejemplo, con respecto al matrimonio basadas en modernas nociones acerca del ideal del amor conyugal y la familia nuclear. Como señalan varias autoras, la insistencia en cuestión femenina en sociedades predominantemente islámicas como producto de visiones occidentales está, así mismo, teniendo el efecto de exacerbar discursos reactivos locales que elevan estas mismas expresiones a símbolos de la cultura y la integridad cultural. Como explica Al-Ali, la “culturalización” de las cuestiones políticas, incluidas las de género, se ha generalizado en el mundo árabe y constituye un fuerte obstáculo en el presente que acaso los procesos revolucionarios pueden contribuir a transformar. 4 por ejemplo, en lo que algunos entienden como “sujeto anónimo”, 5 En estas y otras académicas participaron en la conferencia “Gendering the arab revolution”, http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/pais/people/ pratt/research/arabspring/


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sostenimiento familiar, con Mubarak ni el trabajo subalterinazado de las mujeres ha sido suficiente. En esta línea, y como explica elocuentemente la activista Rasah Asab del movimiento Kifaya6, las mujeres ya se habían hecho presentes en la ola de huelgas de 2007-2008. En definitiva, las mujeres se han visto amenazadas como trabajadoras, pero muy especialmente en su papel de cuidadoras y responsables del sostenimiento familiar en un contexto de “crisis de reproducción social”. Los hombres también han sufrido el autoritarismo neoliberal, y han enfrentado la humillación y brutalidad policial. Su dignidad, especialmente su dignidad masculina se ha visto dañada, hecho que explica muchos de los lemas sobre la recuperación del honor, en particular, del honor nacional (“Es un honor para mí”, “Moriría por Egipto”, “Antes tenía miedo, pero me he convertido en egipcio”). El neoliberalismo gobernado por un “Estado privado”7 erosionó también el ideal de masculinidad, produciendo hombres disminuidos en su papel de proveedores y humillados ante la represión. En resumen, el neoliberalismo autoritario de Mubarak erosionó el ideal y la práctica de legitimidad de los proveedores varones y la atribución del cuidado familiar de las mujeres. Se respira en esto un cierto espíritu de nostalgia. Así, el fin de Mubarak puede implicar el deseo de restablecer los ideales tradicionales anteriores, amenazados por el neoliberalismo. Esta suerte de nostalgia también toca a los y las jóvenes que, como los españoles de las plazas, dicen querer integrarse en el curso de una vida adulta, más bien normativa, y no pueden porque aunque sus padres les den de comer, no tienen trabajo, ni casa, ni perspectivas de tenerlos. Juventud sin futuro8. En la medida en que la vida adulta en un país como Egipto pasa por el matrimonio y éste por un ideal familiar inalcanzable, un empleo y el acceso a una vivienda, los jóvenes ven

socavadas sus aspiraciones de emanciparse. No es de extrañar que ante la imposibilidad de construir un proyecto autónomo se les quiten las ganas de integrase y cambie su perspectiva acerca de lo deseable. Así pues, la relación entre la crítica al empobrecimiento que padece la sociedad egipcia a causa de las políticas neoliberales que se afirmaron durante el régimen de Mubarak, guarda una relación incierta con la transformación del orden sociosexual. En esta misma dirección podría encaminarse la derogación de algunos avances legislativos auspiciados por Suzanne Mubarak bajo el Consejo Nacional de las Mujeres, como la custodia o el derecho femenino a obtener el divorcio (con consentimiento masculino) y previa restitución de la dote al marido; una legislación considerada en su día y aun ahora progresista. Lo que es indudable en este punto, tal y como señala la antropóloga Saba Mahmood es que la revolución no puede reducirse a las libertades civiles y políticas con o sin puntos religiosos, como a menudo se enfatiza desde Occidente, sino que es la justicia económica, la vulnerabilidad creciente en relación a la salud, la educación, la vivienda, el empleo y los servicios sociales básicos la que ha de ser abordada. “La democracia, dice, no basta”9. Ya sabemos que los regímenes religiosos y seculares, autoritarios y democráticos pueden convivir perfectamente con el capitalismo más atroz. La conjunción de una corriente anti-autoritaria con la exposición de la crisis de reproducción social a la que el capitalismo neocolonial expone al mundo ha confluido, como confluyeran en el 6810, y no solo en Cairo.

Vivir en la plaza Las mujeres han sido y están siendo instigadoras y catalizadoras de la protesta. La intervención de Ahma

6 cuyo testimonio ha sido recogido por Leil-Zahra Mortada en el proyecto audiovisual Words of women from de egyptian revolution, 2011-2012. por ejemplo, en lo que algunos entienden como “sujeto anónimo”, 7 Salwa Ismail, Guardian. 8 Siempre me acuerdo en este punto de la diferencia entre estas dos consignas del Movimiento por una Vivienda Digna en España: “No tendrás casa en la puta vida”, “No tendrás vida en tu puta casa”. 9 “Democracy is no enough”, The Nation, 14 de febrero de 1011. 10 I. Wallerstein, “The contradictions of the arab spring”, Al-Jazeera, noviembre 2011.


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Mahfouz instando a salir a la calle es ya mítica (“¡Si sois hombres, salid conmigo el 25 de enero!”)11. Tal y como dice la blogera Maha Al Aswad, “para nosotras hablar de falta de igualdad era absurdo porque siempre tuvimos la sensación de haberla logrado tomando las calles y exigiendo la libertad para todos los egipcios. Nos rodeaban los mismos cordones policiales que a los hombres, éramos sometidas al mismo trato humillante por parte de la policía y las oportunidades de ser desaparecidas y torturadas por los agentes de seguridad del Estado. Nos hemos liberado a nosotras mismas, hemos hecho frente al miedo y por lo tanto somos libres. (…) Muchas de las egipcias que por vez primera decidieron participar en la manifestación del 25E y más tarde en Tahrir, definitivamente experimentaron el mismo sentimiento de autoliberación”12. Más que reclamando derechos para las mujeres, muchas practican la liberación en la lucha por lo de todos (o lo de cualquiera). Como explica perpleja esta misma blogera a propósito de la celebración del 8 de Marzo de 2011, “¿quién quiere seguir hablando como si la revolución no hubiera pasado?”, “¿quién quiere volver a aislarse bajo el paraguas de los ‘derechos de las mujeres’?”. Por desgracia, al poco tiempo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas excluía a las mujeres del comité para la redacción de la Constitución, así como de la posibilidad de presentarse como candidatas a la presidencia, al tiempo que criminalizaba la protesta, también con humillaciones específicas a las activistas detenidas como los test de virginidad. Primero era Mubarak, los “mini-Mubaraks”, después los militares y ahora también las fracciones que se disputan el poder en la transición bajo la vigilancia de las potencias globales. A pesar de insistir en la plaza, el tiempo, la represión y la definición de la arquitectura institucional de transición dentro de los canales que dicta la representación están dando pié a una política que puede desplazar esta lección.

La vida en la plaza, evocada con vehemencia por El Saadawi, merece una reflexión ulterior porque vivir y resistir en la plaza no es deliberar en la plaza como si ésta fuera un espacio dado. La plaza no es poca cosa, especialmente para las mujeres, cuyo derecho a la misma —una plaza propia— está en el aire. Como expliqué en un texto a propósito de las protestas del movimiento indignado, “El código genético de la democracia existente es excluyente, porque instituye ciudadanos de segunda y de tercera, y porque sólo es ciudadano el individuo que llega ya “producido” a la plaza, una vez ha eliminado de su existencia política todo lo que le recuerda su condición de cuerpo vulnerable. Así que la democracia, para que sea real, ha de pensarse también como democracia sexual, migrante y diversa”. Pero entonces, ¿es posible una plaza que no excluya en su propia conformación? Tal y como explican muchas activistas, habitar la plaza se convirtió en un acontecimiento que reordenó las convenciones incorporando principios de igualdad en la resistencia (tomar la palabra, hablar ante los medios, proteger el espacio, cantar, prestar atención médica, cuidar de la gente, limpiar, alimentar, resistir a la violencia…). La plaza es, más allá de los discursos, la constatación de una igualdad real sobre la que insistir. Cuando las mujeres acampan y llevan a sus hijos están lanzando un potente mensaje. Dicen: “esto es pacífico”, dicen “estamos todos”, dicen “somos cuerpos extremadamente vulnerables y por eso estamos aquí” y dicen “somos, de hecho, ya iguales”; “persistimos haciendo visible la precariedad vital que nos atraviesa deshaciendo las fronteras de lo privado”. Esto ha generado una cultura política nueva. El futuro es incierto pero la política de la plaza ya se ha revelado.

11 “If you think yourself a man, come with me on 25 January. Whoever says women shouldn’t go to protests because they will get beaten, let him have some honor and manhood and come with me on 25 January. Whoever says it is not worth it because there will only be a handful of people, I want to tell him, 'You are the reason behind this, and you are a traitor, just like the president or any security cop who beats us in the streets.” 12 “Egypt in Transition: Women’s Movement On Crossroads”, http://mahaalaswad.wordpress.com, 30 de septiembre, 2011. 13 “En Sol estamos por lo de todos”, Diagonal, Junio 2011. 14 Butler trata también esta cuestión en “Bodies in Alliances and the Politics of the Street”, Eipcp, www.eipcp.net , septiembre, 2011.


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Noticias Sucumbíos realizó su primera mesa de cooperación internacional La Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI) realizó la primera Mesa de Cooperación internacional en la Provincia de Sucumbíos, los días 28 y 29 de noviembre de 2012, con el objetivo de coordinar el trabajo de la cooperación internacional a las prioridades de desarrollo de los gobiernos autónomos descentralizados de este territorio. En el evento, participaron 150 representantes de los gobiernos locales, comunidades y ONG internacionales.

Foto: SETECI. El director de Enlace, Seguimiento y Evaluación de la SETECI, Iván Martínez, dio la bienvenida a los asistentes y realizó el mapeo de la cooperación internacional en la provincia de Sucumbíos.

Ecuador y Uruguay aprueban proyectos de cooperación técnica y científica Ecuador y Uruguay realizaron la III reunión de la Comisión General de Coordinación, en la ciudad de Montevideo, los días 3 y 4 de diciembre. En la reunión se aprobó el Programa de Cooperación Técnica y Científica para el período 2013-2014, que da paso al intercambio de proyectos de cooperación en áreas de salud, cultura, políticas fiscales, reducción de la pobreza, migraciones, fortalecimiento institucional, inclusión social, entre otras.

Foto: SETECI. La delegación ecuatoriana (izq.), encabezada por la secretaria técnica de Cooperación Internacional, Gabriela Rosero, y la delegación uruguaya (der.) liderada por el director ejecutivo de la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional, Martín Rivero Illa, durante el primer día de reunión.

SETECI realizó las Jornadas de la Cooperación Internacional Quito fue cede de las Jornadas de la Cooperación Internacional, en conmemoración del 5o aniversario de la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional (SETECI). El evento se realizó del 22 al 31 de octubre de 2012 y abrió espacios de debate como el ciclo de conferencias “Mitos y Verdades de la cooperación internacional”, la presentación de la memoria fotográfica “Desde nuestras miradas”; y la realización de talleres y foros temáticos.

Foto: SETECI. (izq. a der.) El coordinador residente de la ONU, Diego Zorilla; la secretaria técnica de Cooperación Internacional, Gabriela Rosero; el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración, Ricardo Patiño, presentes en la inauguración de las Jornadas de Cooperación.


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La economía del cuidado y la búsqueda del Buen Vivir Por: Magdalena León T.*

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a economía del cuidado, como enfoque y como aplicación concreta, se ha dinamizado y ampliado su alcance en el marco de procesos de cambio en curso en la región, que le han abierto espacios inéditos en la política pública así como una ubicación destacada como parte de la búsqueda de alternativas. La economía del cuidado ha desbordado sus límites previos, circunscritos a las relaciones y dinámicas materiales e inmateriales ligadas a la reproducción de la vida humana, para proyectarse a la reproducción de la vida como un todo. Esto supone reubicar el cuidado como categoría económica y como proceso fundamental para la existencia de todas las formas de vida y, por tanto, como sustento de la economía. Estas mutaciones no son sólo simultáneas sino que están interrelacionadas con un desplazamiento de los objetivos de la economía, cuando al fin se reconoce no sólo el agotamiento sino las amenazas del sistema capitalista para la continuidad de la vida en el planeta, y se buscan alternativas sistémicas y civilizatorias.

el cuidado humano en condiciones de igualdad, para reconocer las dimensiones reproductivas de la economía que son indisociables de las productivas. El cuidado humano supone tiempos, espacios y relaciones en los que se desarrollan trabajos y actividades que producen bienes, servicios y atención necesarios para la reproducción cotidiana y generacional de la gente, de las colectividades —no sólo de la fuerza de trabajo—. Esto ocurre en una lógica no mercantil, en la que priman móviles de subsistencia, altruismo, reciprocidad, afectos, aunque en medio de las asimetrías de la división sexual del trabajo y la desvalorización de lo reproductivo. Los ciclos del cuidado humano se han asentado fundamentalmente en los hogares y en el trabajo no remunerado de las mujeres —en condiciones de subordinación fundantes de otras desigualdades—, pero están en estrecha interrelación con el mercado y los procesos de acumulación.

La interrelación mencionada tiene uno de sus campos de expresión en las políticas públicas. Experiencias recientes dan cuenta de la necesidad de elaboraciones conceptuales nuevas, capaces de dar sustento a la visibilidad, reconocimiento y fortalecimiento de lógicas y prácticas económicas que se van tornando centrales para construir otro modelo económico, y que guardan directa relación con la economía solidaria y la economía del cuidado, en una común perspectiva de la construcción del Buen Vivir.

Desnaturalizar el trabajo de cuidados como algo inherente a lo femenino y de carácter secundario, supone hacer visibles esos procesos, registrar y cuantificar, revelar los modos y lugares donde se producen. Así, se ha visto que el trabajo de cuidados gratuito realizado por las mujeres ocurre no sólo en los espacios del hogar, sino en los interfamiliares y comunitarios, se da en los servicios públicos como ‘complemento’ (por ejemplo en hospitales y asilos), o como base (figuras de ‘madres comunitarias’ o similares); también se deslocaliza junto con los procesos de globalización de mercado, dando lugar a las llamadas ‘cadenas internacionales del cuidado’.

La economía del cuidado, enfoque analítico y político construido desde la economía feminista, combina una crítica a la economía convencional y la propuesta de alternativas para colocar como prioritario y hacer viable

La economía del cuidado incluye el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado en los hogares y otros múltiples espacios, y el cuestionamiento de la división sexual del trabajo, pero va más allá, al propo-

1 Este artículo se basa en otros previamente publicados por la autora: “Redefiniciones económicas hacia el Buen Vivir: un acercamiento feminista”, AWID, 2011; “Sumak Kawsay y feminismo: las mujeres en la construcción del Buen Vivir”, Revista Südwind, Viena, febrero 2011; “Cambiar la economía para cambiar la vida. Desafíos de una economía para la vida”, en El Buen Vivir. Una vía para el desarrollo, Alberto Acosta y Esperanza Martínez (comp.), Ed. Abya-Yala, Quito, 2009.


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ner otra mirada sobre la reproducción como ámbito que debería regir la organización de la economía en su conjunto, como prioridad. Así, propone desde un cambio en la medición del PIB, hasta modificaciones sustanciales en las retribuciones por el trabajo —más allá de la noción de salario—, en el esquema de los presupuestos públicos, y en los objetivos mismos de la planificación y la política pública. Interpela también uno de los mitos de la economía convencional —especialmente la neoclásica—, esto es la existencia de ‘individuos autónomos’ que actúan en los mercados y toman decisiones racionales en función de su interés. En realidad, todos los seres humanos somos interdependientes, aunque esto ocurra en condiciones de desigualdad. Hay dimensiones de la dependencia que se ven y magnifican, otras que no se aprecian. Los hombres aparecen como independientes en función de la propiedad que detentan o los ingresos que perciben, sin tomar nota de su necesidad básica de cuidados (materiales y simbólicos). Mientras tanto, se tiende a presentar a las mujeres como económicamente dependientes del ingreso de otros o del dinero en sí, sin tener en cuenta cuánto depende la generación de riqueza e ingresos de su trabajo y contribuciones, sin ver que la presencia y comportamiento en los mercados supone hoy, entre otras cosas, subsidios ocultos desde la esfera de la reproducción, desde esa economía no valorada que permite precios ‘bajos’ del trabajo y de algunos productos. En suma, la economía del cuidado aporta una visión más integral, justa y dinámica de la economía, a situar otras prioridades, así como a la redefinición de políticas y servicios públicos en función de la vida humana. Desde esta lógica, la Constitución de 2008 en Ecuador reconoció la economía del cuidado al referirse a las formas de organización de la producción familiares y domésticas, y al trabajo de autoconsumo y de cuidado humano como actividades productivas. Pero la perspectiva del Buen Vivir abre un nuevo cauce para los cuidados en su dimensión económica. Una relación armoniosa y equilibrada con la naturaleza es condición de nuestra existencia, pues la vida humana depende de las otras formas de vida que la constituyen. Se trata de formas y sistemas de vida que no

sólo no deben continuar siendo depredados, sino que requieren restauración, protección y manejo sostenible, lo cual implica procesos de trabajo y de movilización de recursos. El cuidado, entonces, puede ser visto como una categoría económica central, como un flujo de acciones materiales (aunque no sólo) con resultados materiales sustantivos para la vida en sentido integral. La perspectiva del Buen Vivir tiene raíces ancestrales pero no viene congelada desde el pasado sino conducida por un dinamismo subterráneo, que ha orientado las prácticas no hegemónicas de convivencia y de subsistencia de varios pueblos, y que está implícita en la ética del cuidado de la vida construida por las mujeres.

"La economía del cuidado incluye el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado, (...) pero va más allá, al proponer otra mirada sobre la reproducción como ámbito que debería regir la organización de la economía en su conjunto, como prioridad". En términos conceptuales y prácticos las convergencias entre Feminismo y Buen Vivir son múltiples. Por ejemplo, en el terreno de la economía, la teoría económica feminista surge y se desarrolla como perspectiva crítica del capitalismo y de sus enfoques que reducen la economía al ámbito y a los códigos el mercado, ignoran las relaciones y procesos económicos no mercantiles o de subsistencia, invisibilizan los aportes para el sostenimiento de la vida que de ahí se derivan así como los flujos o subsidios que van hacia la acumulación de capital. El propósito feminista de ubicar la vida y el trabajo como categorías económicas centrales frente al capital y la acumulación es de la mayor relevancia para la construcción del Buen Vivir. Así, al asumir una visión ampliada de la economía, que integra en los análisis todos los ámbitos y procesos de trabajo, producción y circulación de bienes y servicios, sean o no mediados


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por el dinero y el mercado capitalista, se hacen visibles los aportes de las mujeres y al mismo tiempo los tipos y magnitudes de injusticias económicas en que se desenvuelven. En el ámbito de las prácticas económicas, las mujeres han propiciado dinámicas regidas por principios de solidaridad, cooperación y reciprocidad, que no sólo se aplican en la escala de los hogares y las actividades de cuidado, sino en muchas de las actividades y unidades económicas ligadas a la generación de medios de subsistencia de las que son protagonistas. En la disputa feminista entre la lógica del capital y la lógica de la vida, una formulación clave ha sido la del cuidado y sostenibilidad de la vida. La noción de cuidado supone y reconoce el principio de interdependencia. En el caso del cuidado humano, fundamental para la reproducción de la gente (por ende de la fuerza de trabajo), se trata de relaciones y procesos complejos —de trabajo, de afectos, de poder— para atender las necesidades humanas. Todas/os somos, en distintos grados a lo largo de la vida, dependientes, necesitamos de cuidados, aunque estos cuidados estén bastante mal repartidos: donde predominan culturas/economías patriarcales, casi todas las mujeres cuidamos de otras/ os, velamos por sus necesidades de atención material (alimentación, vestido, salud, principalmente) y atención emocional, casi siempre indisociables. Ciertamente en el proceso de cuidados se puede recurrir al mercado, se acude a bienes y servicios que ahí circulan, pero estos serán sólo una parte de un proceso que en lo sustancial es una relación entre seres humanos para sostener la vida humana. Un campo de especial relevancia son los conocimientos y destrezas desarrollados por siglos por las mujeres en torno a las condiciones y ciclos de vida y de producción, —especialmente en vínculo con la satisfacción de necesidades básicas— : la agricultura, la alimentación, la salud, la artesanía. El largo trabajo de las mujeres indígenas como preservadoras y trasmisoras de cultura puede ser visto y valorizado con otros ojos, en una conjunción de Feminismo y Buen Vivir. Así, la imagen válida para la denuncia pero intrínsecamente negativa acerca de las indígenas como las más pobres, las más analfabetas, las más sometidas, puede trastocarse o al

menos complementarse al tomar registro de los aportes y potencialidades que se derivan de sus experiencias y saberes en ámbitos tan estratégicos como la preservación y manejo de semillas y de medicina tradicional, por ejemplo. Podemos ver el caso del cuidado de la naturaleza, que remite también a reconocer la interdependencia: los seres humanos dependemos de ella, nuestra supervivencia es, en última instancia indisociable de la suya. Hoy es evidente la correspondencia entre biodiversidad y diversidad cultural, en la que subyacen procesos de trabajo e interacción entre seres humanos y los demás seres vivos, en los cuales las mujeres han sido un eje conductor o articulador, tanto a través del trabajo como de la ritualidad, especialmente en contextos en que, con o sin sincretismo, los elementos básicos de la vida como el agua y la tierra mantienen un estatus sagrado. Pero más allá de eso, la construcción del Buen Vivir lleva a replantear las interrelaciones entre mujeres, naturaleza y cultura. Durante largo tiempo la agenda feminista buscó desvirtuar la asimilación de mujeres a naturaleza, en vista de que la naturalización de relaciones y actividades había sido un recurso del capital y del poder patriarcal para explotar y subordinar a las mujeres. La idea de que las mujeres hacemos todo porque está en nuestra naturaleza, en cumplimiento de roles predeterminados e irrevocables, subyace a la construcción de desigualdades económicas y sociales, al no reconocimiento, no valoración y no retribución de nuestros aportes. Hoy esos términos se invierten: todos y todo necesita ser naturalizado, devuelto a sus nexos de vida, a sus consecuencias para la sostenibilidad. Se abre así para las mujeres la posibilidad de reivindicar la cercanía con la naturaleza despojando esa relación de la carga de sometimiento y dotándola más bien de alcances liberadores, de revalorización de unas experiencias y conocimientos que van en la línea de lograr la reproducción y el equilibrio permanente de ciclos de vida. Así, la construcción del Buen Vivir tiene como una de sus fortalezas la visión y la experiencia feminista y al mismo tiempo le abre nuevos cauces de pensamiento y acción.

* Integrante de la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía –REMTE- y del Grupo de Trabajo Feminismo y cambio en América Latina y El Caribe de CLACSO.



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Movimiento de mujeres ecuatorianas y Buen Vivir Por: Margarita Aguinaga – Asamblea de Mujeres Populares y Diversas (AMPDE).

H

ago parte de la organización nacional de mujeres – Ampde. Dos preguntas básicas merodearon mi cabeza los tres últimos años: ¿Existimos realmente como movimiento de mujeres ecuatorianas? ¿El feminismo existe como teoría y práctica del Buen Vivir? Preguntarme ¿Qué es el feminismo ecuatoriano?, es vital, porque en los 90, incluso los partidos políticos de izquierda dudaban de la existencia del movimiento feminista. Las únicas que se reconocían como movimiento de mujeres eran las feministas que participaban dentro y fuera del Estado impulsando el enfoque de género. Contestaré las preguntas a partir de mi propia vivencia, desde las redes motivadas de encuentro, los diálogos, los conflictos y tensiones que tenemos las mujeres ecuatorianas en los procesos de: participación política, de acceso al mercado de trabajo; así como en el momento del cuidado de nuestra vida, de nuestras familias; en la relación de amor y deseo hacia los hombres; en fin, de cara a las múltiples relaciones culturales: mujeres, madres, trabajadoras, políticas.

Las mujeres masivamente asumen el rol de proveedoras del hogar en las peores condiciones, en medio de una movilidad de la fuerza de trabajo local, nacional e internacional. Memorias feministas Para avanzar preciso colocar algunos antecedentes históricos, y mostrar cómo el movimiento de mujeres impulsa la lucha de género y cómo allí podríamos encontrar pistas de diálogos entre el feminismo y el Buen Vivir.

Fragmento primero “Recuerdo a mi madre —cuando yo tenía ocho años— me llevó una vez a la calle Ipiales —centro de Quito— a vender unos interiores de mujeres, diciendo que no avanzaba la plata, porque mi padre era bastante irresponsable y que su sueldo no alcanzaba para ocho hijos. Mi hermano menor iba agarrado del filo del saco de mi madre mientras yo caminaba junto a ella. Mi madre vendía y luego nos llevaba a comer un medio cuarto de pollo, en una pollería tradicional de la calle Benalcázar y Sucre”. Es evidente que nuestras madres, aquellas que tenían entre 40 y 60 años, a inicios del modelo neoliberal, tuvieron que salir al mercado laboral para conseguir un ingreso, un empleo y ayudar a solventar la recesión económica. Este acceso al mercado determinó que las mujeres pasáramos a cumplir el doble y triple rol del trabajo. La división sexual y la conformación de la carga global de trabajo se modificaron. El trabajo remunerado y el trabajo no remunerado reorganizaban las relaciones de género al interior de las familias, del Estado, en el campo y en la ciudad. Las mujeres masivamente asumen el rol de proveedoras del hogar en las peores condiciones, en medio de una movilidad de la fuerza de trabajo local, nacional e internacional. La migración, el trabajo “informal”, el acceso precario del ingreso, la falta de derechos laborales, y el peso en las espaldas de las mujeres, de la educación, salud, vivienda, etc., se imponían bajo el prisma de la privatización del Estado. La división sexual del trabajo se había convertido en la división sexual de la vida de hombres y mujeres.

Fragmento segundo: “En el año 1996, en una reunión convocada por el movimiento indígena para formar un frente de lucha anti-neoliberal, las compañeras de varias


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organizaciones de mujeres, decían que era preciso incorporar la problemática de género en las propuestas de los movimientos sociales, para que las mujeres pudieran tener equidad en relación a los hombres y no solo leyes en el Estado. Recuerdo que al mismo tiempo, anunciaban por la Tv. que se aprobaba la ley 103, en contra de la violencia a las mujeres; la ley fue aprobada por la mayoría del Congreso”. En estos años, el enfoque de género estaba incorporándose en el Estado y las organizaciones sociales; dos lógicas feministas se tejían en correspondencia con estas realidades: un feminismo que impulsaba la aprobación de leyes y normativas jurídicas, dentro de un marco neoliberal; y otro que empieza a emerger desde la organización social, desde abajo y entremezclado a la crítica neoliberal. Desde allí hablamos de feminismos y enfoques de género distintos. Lo cierto es que éstos existen en medio de las relaciones de clase, género y étnia; en las tensiones entre gobiernos neoliberales y movimientos sociales; se colocan también como parte de las correlaciones de fuerza. De los procesos de mujeres que cuestionan el Tratado de Libre Comercio, el consumo irresponsable y la destrucción del medio ambiente, surgen los primeros encuentros entre género y ecología. Las organizaciones de mujeres de los 90 se configuran y emergen también en ese devenir y tensiones. Para el año 1998, luego de la caída del gobierno de Abdalá Bucaram, estos feminismos y expresiones de lucha de género diversas —protagonizadas por mujeres diversas— junto con organizaciones de mujeres en proceso de conformación, logran desde sus distintas vertientes la inclusión de los derechos humanos de las mujeres y los derechos colectivos. La categoría de ‘mujeres diversas’, como categoría política, nace en el acontecimiento político concreto de esos años. Fueron mujeres indígenas, mestizas, afros, de distintas clases sociales, quienes lograron el reconocimiento de éstos derechos por primera vez en la historia ecuatoriana. A finales de los 90, la aprobación de los mencionados derechos, la descentralización de los gobiernos locales, el aparecimiento y/o el fortalecimiento de organizaciones de mujeres emprendedoras de la economía social y solidaria, pequeñas y medianas productoras, el surgimiento

de movimientos de mujeres locales en Manabí, El Oro, Loja, Quito, Cuenca, Cayambe, etc., y de otras organizaciones de mujeres —muchas apoyadas por proyectos de la cooperación internacional en el contexto nacional del fortalecimiento de la lucha social por medio de los movimientos sociales y ciudadanos, frente a la crisis política de los gobiernos y la crisis económica financiera— da paso a que los procesos de género desde abajo, aparezcan cada vez más visibles en el ámbito público, en las políticas públicas y en la consciencia de las mujeres. Hasta el año 2003 prevaleció una tendencia al crecimiento inusitado de organizaciones de mujeres. Se debe resaltar las experiencias locales de Cayambe, Nabón, El Oro y Cotacachi, pues allí surgen asambleas de mujeres que luchan por la inclusión de sus demandas en los planes territoriales y presupuestos participativos. Se mantiene

Las organizaciones de mujeres rurales, colocan al centro de la agenda los problemas del medio ambiente y el impacto sobre las mujeres, que desempeñan la economía del cuidado, incluido el cuidado de la ‘Madre Naturaleza’. la presencia de mujeres diversas, pero cada vez con un rostro más popular, impregnado de una variedad de demandas económicas, sexuales, reproductivas, de salud, de participación política; lo cual va acompañado con un ligero crecimiento de las medidas de acción participativa, por ejemplo, en la ley electoral y el sistema de cuotas. Luego de lograr la inclusión de los derechos humanos de las mujeres, las feministas buscan ejecución y ampliación de éstos en la institucionalidad gubernamental. También hay que recordar que el proceso de participación política propiciada por los gobiernos locales permitieron constituir institucionalidad de género y formas de representación política: unidades de género, consejos cantonales de mujeres —que funcionaban como organismos para estatales, es decir, mixtos entre los municipios y las organizaciones de mujeres, del movimiento indígena y organizaciones de mujeres urbanas—; en otros casos,


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organizaciones de mujeres empobrecidas y precarizadas constituidas desde iniciativas de economía y finanzas solidarias alimentaron el movimiento de mujeres, autónomas y con capacidad de acción local y regional. Luchaban por sus propias formas de representación política frente al Estado. El curso de las organizaciones de mujeres está marcado por los acontecimientos políticos y sociales de la época. Las crisis política y del movimiento indígena, luego del apoyo al gobierno de Lucio Gutiérrez, no pasaron desapercibidas. Sin embargo, las mujeres emergen en medio de éstas, buscando espacio propio, ¿o encontrándolo?, dentro y fuera del Estado, de las organizaciones mixtas y partidos políticos. En este tiempo, aparecen las primeras reflexiones ecofeministas por la defensa de los recursos naturales junto al reconocimiento de las problemática de género. Las dos últimas décadas fueron escenario de los cuestionamientos, por parte de mujeres indígenas, de la destrucción humana y de la biodiversidad en la Amazonia, consecuencia de la actividad petrolera.

El Buen Vivir, es la erradicación de todas las formas de violencia hacia las mujeres, en condiciones de autonomía y diálogos mixtos. Un eje claro de esta lucha es la defensa de la vida de todo el planeta y el cuestionamiento al modelo de desarrollo. En estos debates, las organizaciones sobre todo de mujeres rurales, colocan al centro de la agenda los problemas del medio ambiente y el impacto sobre las mujeres, que desempeñan la economía del cuidado, incluido el cuidado de la ‘Madre Naturaleza’. Se habló de desarrollo sostenible y sustentable, de soberanía alimentaria, del acceso a la tierra, de la minga para el riego y el cuidado de fuentes naturales, lo cual puede ser uno de los antecedentes históricos de las demandas sociales que llevaron al reconocimiento del Buen Vivir en la Constitución de 2008. Después del 2008 observamos la tendencia al reagrupamiento nacional de las organizaciones de mujeres, con la conformación de la Plataforma Nacional por los Dere-

chos de las Mujeres, la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas, y un nuevo impulso a las organizaciones de mujeres indígenas dentro del movimiento indígena, así como de las mujeres afro. A partir de esta fecha, aparecen reflexiones y conexiones más explícitas sobre la relación entre feminismo y Buen Vivir.

El Buen Vivir y el movimiento de mujeres actual El movimiento de mujeres en el Ecuador es una realidad, actualmente; no es una entelequia ni una red de ONGs operando ante el Estado, sino grupos, colectivos de feministas actuando dentro de la institucionalidad estatal, impulsando la inclusión del género en las políticas de Gobierno. Paralelamente, se fortalecen las organizaciones de mujeres diversas, construyendo agendas y procesos que dialogan desde las distintas demandas, tratando de encontrar su propia forma de existir desde las luchas locales y nacionales. Estos reagrupamiento de mujeres tienen no solo inspiraciones feministas y de género, sino interculturales, plurinacionales, de exigencia por la soberanía alimentaria, por la redistribución de la riqueza, por el cuestionamiento a la sobre carga de trabajo femenino, la exigencia de la seguridad social y otras demandas, que expresan la búsqueda de respuestas más integrales del gobierno y del Estado frente a la situación de vida de las mujeres. Las organizaciones de mujeres están viviendo su propio tiempo, sin romper con el tiempo de otros procesos, permitiéndose existir como proceso específico, en su concepción del Buen Vivir que implica: • Renovar procesos de organizaciones de mujeres que venían actuando en el territorio desde hace más de una década. La política social actual ha logrado una cierta disminución de la pobreza mas no de la desigualdad real; disminución del desempleo en sectores de informalidad; cierta mejoría de los salarios, sobre todo a las empleadas domésticas; acceso a educación y maternidad gratuita; sin embargo, no han cambiado las relaciones que invisibilizan a las mujeres frente al “desarrollo”, o las incluyen bajo condiciones de triple explotación, cumpliendo la doble y triple carga laboral. Son las mujeres portadoras de saberes ancestrales y prácticas de otras convivencias, las que cuestionan el modelo de desarrollo actual, o lo ven insuficiente. Hay dos posiciones; la primera, pone énfasis en la lucha de género


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que suponen que con más inclusión al desarrollo de las mujeres es posible alcanzar el Buen Vivir; la segunda plantea que para que las mujeres alcancen el Buen Vivir es preciso una alternativa de vida diversa al desarrollo, que supere el capitalismo. • Responder reaprendiendo de la complejidad que provoca la participación política y la conformación del movimiento de mujeres, entrelazado dentro de otros movimientos, como existencia de organizaciones autónomas y de expresión diversa. La pluralidad y la construcción de una voz política de mujeres diversas con impacto nacional es un aprendizaje abierto y cada vez más dinámico, que enfrenta el reto de evitar la fragmentación de la lucha frente al Estado. • Impulsar procesos locales a fin de incluir la problemática de las mujeres en los Planes Territoriales municipales. • Evidenciar la tensión permanente entre la inclusión de género, como una promesa que se va cumpliendo y, la dificultad de atacar el machismo como forma estructural y cultural de vida. De allí el debate de temas como: disminución de la violencia o erradicación de la violencia, medidas de afirmación positiva o participación directa de las mujeres, soberanía alimentaria y no solo seguridad alimentaria, cuestionamiento del extractivismo como forma base del modelo de acumulación. Este debate es central puesto que allí se definen los sentidos del movimiento de mujeres hacia un mayor corporativismo frente al Estado, por decir, acceso al Bono de Desarrollo Humano, acceso a salud gratuita preferencial para las madres y embarazadas, remodelación de los servicios de atención a víctimas de violencia, 50% de participación electoral y con asignación secuencial; y/o además, la exigencia de cambios estructurales de patrones patriarcales, de relaciones que no solo incluyan uno que otro derecho sino el ejercicio pleno de los derechos humanos, el cambio de relaciones hacia una economía para la Vida que involucre medidas de bienestar social para las mujeres y sus familias eliminando brechas e inequidad. La tensión entre el género y el Buen Vivir se ubica entre la reforma del Estado y la emancipación de todas las formas de violencia. En Bolivia, a esta tensión la llaman ‘des-patriarcalización’ del Estado y la sociedad. El feminismo como aspecto cuestionador de la situación de las mujeres, como elemento vertebral, pero no como

único de la lucha de las mujeres, está promoviendo procesos de encuentro y diálogo, debatiendo desde varias identidades étnicas culturales y de opciones sexuales diferentes. El género nunca ha sido la única categoría para explicar la situación de las mujeres, pero también es cierto que, ha permitido un encuentro de las mujeres en sus distintos lenguajes y formas de vida. El acercamiento de estos debates feministas es un paso vital; sin embargo, aún con muchos límites y tropiezos, pues todavía se piensa que el “feminismo es el machismo con rostro de mujer”. Pero si el feminismo es el proceso político que busca mayor justicia entre hombres y mujeres, tiene mucho que aportar en la construcción del Buen Vivir. Vemos un encuentro cada vez mayor de la lucha de género y la defensa del agua, el rechazo a la minería a gran escala, la recuperación de saberes ancestrales para proteger al planeta y a la vida humana. En el sur, en el norte, o en la costa, las mujeres manglareras, trabajadoras de la concha, pescadoras, y pequeñas campesinas protagonizan la denuncia de la contaminación de mares y ríos, como consecuencia de la presencia de camaroneras, agro-negocios, mineras, etc., que amenazan zonas que protegen formas de vida diversas, así como la posibilidad de sostenimiento de miles de mujeres y sus familias. El Buen Vivir y su relación con el género ha dependido y dependerá de estas relaciones políticas y vínculos concretos con el Estado y la sociedad. El Buen Vivir sin feminismo no es posible. Aun así, el feminismo ecuatoriano está en proceso de constitución crítica, su futuro dependerá de aquella apropiación específica, directa, y particular de las mismas mujeres. Así como el ecofeminismo, defiende que las mujeres logren, desde su vínculo sagrado con la Pachamama, disminuir los niveles de sobre-explotación de la naturaleza y la violencia sobre el cuerpo de las mujeres.

Fragmento tercero: “Veo en aquellos rostros de mujeres, la dualidad que nos implica vivir, queremos espacios con los hombres para preservar nuestros matrimonios, otras veces para que ellos aprendan las enseñanzas de género y sean más sensibles, menos machistas y humanos, caminando junto a nosotras. Y a veces, cada vez menos,


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problematizadas por vivir nuestros propios espacios sin culpas, porque allí podemos contar sin tanta presión y con más confianza, algo de toda la violencia sexual e intrafamiliar cotidiana”. Sin duda, el Buen Vivir, es la erradicación de todas las formas de violencia hacia las mujeres, en condiciones de autonomía y diálogos mixtos. “y cuando fui a Kimsacocha, las sanadoras, aquellas mujeres, dicen que son ecofeministas, y que han logrado bajar los niveles de violencia de género aprendiendo desde el vínculo sagrado con la Madre Tierra… los saberes esenciales que comparten en los hogares e involucran a los maridos en este doble sentido del respeto”. Allí entendí que el Buen Vivir tiene caminos propios y contradictorios.

Fragmento cuarto: “A veces no nos siento tan diferentes, luego de cobrar el Bono de Desarrollo Humano, entre el pequeño alivio de tener un pequeño subsidio para un gasto de consumo familiar y, los apuros del empobrecimiento profundo. Migración, exceso de trabajo, sumatoria de varios trabajos para tener dinero que alcance para la comida, dificultades para acceder al crédito por ser mujeres, dificultad de tener un empleo por falta de títulos formales”. Las mujeres, la economía para la vida, y el Buen Vivir, es algo por lograr.

Fragmento quinto: “y allí seguimos en la movilización de inicios de noviembre del 2012, exigiendo eliminación de la violencia hacia las mujeres, de la trata de mujeres y del femicidio/feminicidio y la despenalización del aborto. Igualdad de oportunidades para las mujeres y hombres del campo y la ciudad. Reunidas para trabajar propuestas, dialogando entre mujeres que parecían no lograban hablar mirándose a los ojos. Nuevamente diversas, volvemos a las casas a lavar platos, cocinar para los hijos, cuidar a la Pachamama y a dirigir

nuestros hogares porque nuestros maridos se fueron a la migración local o internacional”. Parece aún sencillo decir que las mujeres que defienden a la naturaleza no deben ser criminalizadas, pero aún ese derecho humano está en ciernes, como el Buen Vivir está en semilla.

Fragmento aún…: “Me pregunto si el Buen Vivir, será igual al perfil de los hombres de ahora, que tienen un bello discurso de género y la sensibilidad de compartir algo del cuidado de nuestros niños, pero no han desestructurado la violencia psicológica y otras formas de violencia, así como nos apoyan, son capaces de agredirnos y ser autoritarios e imponer su ley”. Hay grados de correspondencia entre estos perfiles de hombres y el perfil que va tomando el Estado ecuatoriano. La centralidad del poder no parece dar como resultado el Buen Vivir, sino una autoridad que organiza y delega a los jefes de familia ser las autoridades que se superponen sobre las mujeres, los jóvenes y los niños. El Estado debe ser transformado en una autoridad colectiva, en la que hombres y mujeres tengan la misma capacidad de opción y decisión sobre cualquier asunto relativo a la sociedad. Si el Estado no incorpora la participación de las mujeres, subordina su capacidad de sujetas y nuevamente se reproducen las relaciones de asimetría patriarcal. ¿O será que el Buen Vivir está construyéndose desde el movimiento de mujeres y los feminismos, cuando generan diálogos que llegan a los más recónditos lugares del territorio nacional, desde un feminismo plural y comunitario, que muestre una cultura sin ninguna forma de violencia entre hombres, mujeres y la Pachamama? Luego, camino hacia otro lugar del discurso y me pregunto si lo mismo que nos pasa a las mujeres le ocurre a la Pachamama. Sembramos unos cuantos árboles y le ponemos un rótulo de Nestlé, y luego expropiamos grandes extensiones de páramos para el desarrollo y decimos que construimos Buen Vivir. El Buen Vivir no es posible sino se aplican los derechos humanos de las mujeres, los derechos colectivos y los derechos de la naturaleza, al mismo tiempo, conjugados entre sí, en un acuerdo de poder horizontal entre el Estado, los hombres y las mujeres.


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La chacra es la otra cara de la mujer Entrevista a Luz Haro, lideresa rural ecuatoriana – Coordinadora del III Encuentro Latinoamericano y Caribeño de mujeres rurales – ENLAC

Foto: SETECI.

¿Cuál fue su camino político? En los 90 me metí en el movimiento del Frente de Defensa de los derechos indígenas y campesinos de Pastaza, luchando por eliminar las altas tasas de interés que quebraron a los campesinos. Para el 96 sacamos tres leyes beneficiando al campesinado. Eso como que me catapultó hacia afuera, pero también en los 90, fundé la Asociación de Mujeres de Fátima. A quienes donamos un terreno, de lo poco que teníamos con mi familia, para un fin social, allí, hasta hoy funciona la fábrica de lácteos de la Asociación. Aparte de eso, se ha hecho mil cosas, ha sido una carrera atropellada. En el 95 me encontré con la Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas y me eligieron como dirigente provisional por el campesinado de Pastaza. Pero en el 1er Congreso de Mujeres Ecuatorianas en el 96, fui electa dirigente nacional de la Coordinadora Política de Mujeres, estuvimos alrededor de 1000 mujeres de todo el país y yo era una campesina que venía de cero, una mujer totalmente de base, con una baja preparación

académica, empecé mis estudios a los 36 años. Mi bachillerato lo empecé a los 35 años, al cambiarme de provincia me demoré y los concluí en el 93.

¿Qué significa ser una mujer rural? Para mí ser una mujer rural, primero me permite vivir y pisar la tierra, saber que en ella encuentro mi fortaleza, porque me siento identificada con todo lo que se hace en el campo, produciendo como campesina, disfrutando de la naturaleza, pero también viviendo desde adentro todas las inequidades, y dificultades que eso conlleva. Imagínese una niña nacida en el año 49 viviendo allí, no tenía ni siquiera derecho a terminar la escuela primaria. Yo terminé en la escuela de adultos, eso ha implicado muchas desventajas, pero también creo que eso me dio mucha fuerza. Ser una mujer rural ha sido vivir las desventajas de producir contra corriente, de no tener la posibilidad de negociar en el mercado por no tener las herramientas en el lenguaje, en la discusión tener que competir con los


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intermediarios, que me paguen lo que les da la gana y tener que someterme a eso. Todo esto, lejos de irme desmoralizando, ha hecho que cada vez tenga más fuerza. A mí alguna vez me dijeron de jovencita “si usted es una analfabeta cómo piensa seguir adelante” eso me ha dado más fuerza. Creo que he avanzado en la medida de todo el esfuerzo que le he puesto y la capacidad que Dios me ha dado.

¿Cuáles son los temas de interés común de las mujeres rurales en Latinoamérica y el Caribe? Son diversos, he tenido la suerte de estar desde el año 96 en la Red Latinoamericana y del Caribe de Mujeres Rurales (LAC), en ese año fue la primera vez que nos encontramos en Fortaleza - Brasil 220 mujeres para abrazarnos, para entender cuando estábamos solas, pero también para discutir nuestra problemática y todos los ejes temáticos que se han mantenido en el tiempo: la tierra, la producción y el trabajo, el agua, las cuencas hídricas, la protección de los esteros y ríos, la no contaminación, la producción sana, el no ingreso de transgénicos, ni de semillas híbridas, preservar las semillas naturales para garantizar la salud, la participación política, los derechos, y además el cómo comunicarnos entre nosotras. Tenemos muchas similitudes y pocas diferencias. Todas vivimos, crecimos y reproducimos en la tierra, estamos siempre interrelacionadas con la naturaleza y la problemática social. En el área rural no hay servicios básicos, carecemos incluso del servicio del agua potable, si hay agua es la entubada, padecemos enfermedades como la parasitosis; por otro lado, existen problemas del bajo rendimiento académico, tenemos escuelas uni docentes, hay una alta disertación de los planteles educativos; nuestros niños salen de estas escuelas y no están listos para insertarse en las escuelas de las cabeceras cantonales, peor en las provinciales, quedan en el ‘semi analfabetismo’, no sé cómo le llamen los técnicos, pero es como le llamo.

¿Cuál ha sido y es el aporte por parte de las mujeres rurales en la producción y economía de los países? Las mujeres rurales latinoamericanas y caribeñas tenemos que luchar para sobrevivir, porque lo que tenemos nosotros son economías de supervivencia. A pesar de

eso, a nivel global aportamos con el 71% del producto interno bruto, aunque apenas seamos el 1% propietarias de la tierra. Otra aporte que las mujeres han marcado con mucha claridad en el III ENLAC, es que nosotras que nos dedicamos a la pequeña y media producción somos las que abastecemos a los mercados internos, mientras que los hombres están dedicados a la macro producción, es decir, para la exportación. En ese marco, lo que necesitamos las mujeres rurales es oportunidades, no privilegios. Tenemos cerebro, corazón, sentido, hemos vivido postergadas y marcadas por eso de que no tenemos derecho a opinar, ni tomar decisiones; hemos sido manipuladas históricamente por los politiqueros de turno. Los gobiernos locales no han querido invertir en el fortalecimiento del capital humano, han priorizado la obra física de cemento y no les ha importado el desarrollo humano de las personas, ni de las mujeres.

¿Cuáles oportunidades son prioritarias para mejorar la vida de las mujeres rurales? Sin duda, una mujer instruida, preparada, es una mejor madre, pareja y ciudadana. Si nos ponen freno y limitan las oportunidades, cómo podemos avanzar. Nos ha costado lágrimas, mucho esfuerzo avanzar; sin embargo, todavía no tenemos la plena ciudadanía, ni un pleno ejercicio de derechos. Por ejemplo en los espacios de toma de decisiones cuando concursamos nos dicen “rurales no más son”. No es lo mismo establecer nuestra participación por folklore que por un criterio de igualdad de oportunidades. Cómo podemos competir nosotras con profesionales del sector urbano que seguramente han ejercido su profesión, y nosotras en el área rural no. No se nos ha permitido el derecho a educarnos. Entonces ahí debe haber un reconocimiento del sector público, para mejorar debe apuntar al fortalecimiento individual y colectivo del ser humano, especialmente de las mujeres, porque nosotras formamos a nuestros hijos. Muchas nos quedamos como jefas de hogar y nos toca afrontar la situación de vida, de nosotras depende la marcha de la familia, de la comunidad y del país.

¿Qué pasos ha ido dando la red de Mujeres Rurales LAC? La red LAC se crea justamente como un espacio para las mujeres rurales. En el año 90 en San Bernardo – Ar-


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gentina las mujeres se dicen “en todos estos encuentros feministas no hay la presencia de mujeres rurales”, de ahí surge la necesidad. Asimismo, acá en el Ecuador nacen las organizaciones buscando un espacio donde las mujeres podamos apoyarnos unas a otras y salir adelante. Con la red se han hecho tres encuentros, el I ENLAC en Brasil con 21 países y 210 mujeres, el II en México con 22 países y un total de 220 mujeres; y el III en Ecuador con 16 países y 330 mujeres. Sin embargo, como tal es más amplia porque no todas las mujeres por recursos y tiempo pueden participar de los encuentros. Deberían los gobernantes priorizar dónde y cómo hacer las inversiones en la capacitación de las mujeres, incluso sensibilizar a los tomadores de decisiones pues todavía les cuesta entender que las mujeres no es que solo somos buenas para ser mamás, hijas, amantes, también podemos ser buenas políticas. Debería haber una respuesta positiva, esa valoración de la mujer, porque todos, los hombres y mujeres son nacidos de mujeres, debería haber una reciprocidad por lo recibido: la vida, la formación, la capacitación. Por qué no ceder ese espacio para el poder. A mí sí me parece que la red LAC ha ido tejiéndose y todo lo que consta en la Agenda Política de las mujeres de la red, producto del III ENLAC, debe ser usado y aprovechado por los tomadores de decisión a nivel nacional e internacional de manera inteligente.

¿Qué ejes trabaja la agenda política? La tierra, la producción, el agua, la violencia, derechos de participación y mujer rural y comunicación, los cuales deben servir para la comprensión de la cooperación internacional. Porque nuestras necesidades no se traducen solo en gráficos y estadísticas, hay que aterrizar a la práctica, a las bases. En reuniones con gente de los ministerios, he tenido que escuchar que las mujeres de la tercera edad, analfabetas y rurales no podemos ser veedoras. Les tengo que decir que sí, porque nosotras conocemos nuestras necesidades y entonces, dónde está las igualdad de oportunidades y derechos; por qué no reconocer el conocimiento —quizá no científico— pero sí el práctico de las afectaciones positivas o negativas que podemos recibir. Ojalá esta Agenda sea la guía para las mujeres rurales, los dirigentes, tomadores de decisión y también para la cooperación internacional para que comprendan que nosotras no podremos tener tanta experticia haciendo planes y programas, diseñando proyectos pero sí tenemos grandes deseos de que la situación cambie, no queremos vernos obligados a migrar

con nuestros hijos para engrosar los cordones de miseria en la ciudad, en lugar de quedarnos en nuestra chacra, en nuestro espacio, en nuestro territorio. La chacra es la otra cara de la mujer porque la mayoría son trabajadas por nosotras con amor, con lágrimas. Lo que queremos es que haya capacitación, que se forme a las mujeres, que se nos den herramientas, subsidios. La facilidad de acabar la escuela primaria, obtener el bachillerato, la universidad. Yo tengo la universidad, porque me cansé de que me digan la Luz Haro que buena que es, pero qué ignorante.

¿Cuáles diría que son los hitos que ha ido marcando la red ENLAC? El haber pensado primero que debía generar un espacio para las mujeres rurales, sino no estaríamos acá. El lograr los tres encuentros. Por otro lado, tenemos un libro que recoge la vivencia propia de 25 mujeres de Latinoamérica y el Caribe, dos de ellas ecuatorianas: Rosa Alvear de la provincia de Bolívar y yo. Publicación apoyada por AVINA - Brasil y ejecutado por el Museo de las Personas en Sao Paulo; del III Enlac tenemos resultados valiosos como la Agenda Política, la Declaratoria desde las mujeres rurales para la Cumbre de Río + 20, la Memoria del encuentro, la Declaratoria de Santo Domingo, entre los principales. Todos ellos la vida nos ha permitido concretar acá en Ecuador, en ellos contamos lo que se ha vivido, la lucha, el dolor de las mujeres y el tema de la violencia. Nos ha unido como hermanas el testimonio, nos ha hecho sentir que no estamos solas y debemos dar el paso para la conquista de nuestros legítimos derechos.

¿Quiénes han apoyado mayormente el trabajo que se le encomendó a Ecuador como cede del III Enlac? Acá desde la AMJUPRE, Asociación de Mujeres de las Juntas Parroquiales Rurales del Ecuador, queremos seguir la posta, Ecuador fue cede del III encuentro y fue una experiencia muy dura al inicio por la soledad. Sin embargo, sacar adelante este encuentro ha sido una experiencia muy linda. Tuvimos el apoyo de los países a andinos; en el 2010, me encontré con gente valiosa del gobierno provincial de Santo Domingo de los Tsáchilas, luego me encontraron la ONG española Paz y Desarrollo, y la cooperación belga ha sido el mayor impulsador de este encuentro, a ello se sumaron otros ministerios y aliados estratégicos.


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¿Cuáles considera son las mayores dificultades para las mujeres rurales en la actualidad? La principal es la falta de conocimientos, eso es como querer caminar y darnos contra murallas de rocas. Pero hay la esperanza de que las políticas públicas abran puertas para disminuir la brecha del acceso al conocimiento, de lo contrario seguiremos siendo subordinadas. El crédito y la propiedad de la tierra, es otro problema, se sigue negando su acceso si el marido no está al lado de la mujer, en muchos casos estos maridos se han ido, pero como no hay el divorcio, no dan el crédito porque “las normas” no permiten conceder el crédito en esas condiciones. Éste debería ser diferenciado para los pequeños productores, y especialmente, para las mujeres. La banca del Estado debería dar crédito a menor costo que la banca privada. El apoyo para los emprendimientos de las mujeres debe ser tanto técnico como económico y humano. Otra inequidad es ser utilizadas como objetos políticos, no ser reconocidas, ni valoradas en el espacio que nos corresponde como seres humanos y como ciudadanas. La percepción en consenso de México a Chile es que somos buenas solamente en la época de campaña, para pegar afiches, pero para desempeñar los cargos no servimos.

¿Qué experiencias como lideresa de las mujeres rurales le han marcado? Invertir en nosotras como mujeres rurales como seres humanos es una carrera de resistencia y no de velocidad. A través de la red nos hemos hermanado porque nos unen esperanzas, sueños y dificultades comunes. En el Ecuador si no hubiéramos tenido asambleístas mujeres sensibles, no hubiéramos logrado reconocimiento de derechos en la Constitución. Hablar de género no es hablar solo de

mujeres, nos golpea con mayor fuerza a nosotras por las inequidades que se nos impone. Debería haber mayor sensibilidad para que podamos complementarnos, con armonía, sin los celos, sin egos, sin la violencia que nos han metido por los poros y oídos haciéndonos sentir como inferiores. No sé cómo no se han inundado las salas de capacitación con las lágrimas de las mujeres, porque para trabajar con la autoestima, el desarrollo personal, hay que ir primero limpiando las cadenas de dolor históricas para luego dar paso al análisis y la propuesta de la problemática. En el año 97 tuve la suerte de gestionar la primera escuela de mujeres líderes amazónicas, llegando a pie, para invitarles al proceso de formación, la respuesta que se repetía tantas veces era: que vaya mi marido, mi hija, y yo les decía: pero por qué no quiere ir usted, usted no es dirigente. La respuesta fue: es que soy analfabeta. Para mí esa respuesta fue como un latigazo en el corazón, entonces les decía: usted sabe hablar, pensar, razonar, venga. Entonces formamos a 150 mujeres en el año 96 y 97 en la escuela de formación de Pastaza.

¿Cuáles han sido las cargas históricas de maltrato que las mujeres vienen soportando? Se piensa que estamos hechas para perdonar, disculpar y pasar todo. No se trata de generar rupturas sociales sino de generar una visión distinta a la valoración del yo mujer, del yo pareja, del yo ciudadana, entonces cuando existe ese respeto mutuo, no de someter a la subordinación tradicional donde tener la pareja es para que le hagan todo gratis. Por ahí tiene que ir la cosa. Puede estar escrito en los tratados internacionales, en letra de oro, en nuestra Constitución —que tiene cosas de avanzada—, pero del dicho al hecho, hay un gran trecho, debe haber el aterrizaje. Entonces la cooperación internacional y el Estado deben apostar especialmente por las mujeres rurales para que seamos productivas, allí donde la vida nos ha colocado, y ver al sector rural como la fuente de producción de la familia, el sustento de la soberanía alimentaria. Debe haber una reciprocidad, devolverle a la ruralidad y las mujeres aquello que históricamente se nos ha negado, pero dignamente. Es decir, con los medios de transporte donde las mujeres, adolescentes y las niñas no sean más víctimas de todo tipo de violaciones, para citar algo de todos los espacios donde se nos maltrata. Por eso hace falta que las mujeres lleguen a los espacios de decisión para que desde la práctica podamos hacer ese tipo de cosas.


Visor | 56

Una catarsis con la danza Con la fe infinita en que no habrá paz en la Tierra mientras haya una mujer herida, he consagrado mi vida, mi ser y mi hacer ha abrir espacios donde las mujeres podamos reconocernos, recuperarnos por sobre todo del alma y del corazón. La danza ha sido mi camino, desde allí he descubierto el espíritu sanador del movimiento y el saber ancestral, desde allí encontré mi propia sanación como mujer. El cuerpo es el único territorio donde acontece todo: el amor, la vida y la muerte. Es en él donde yace toda nuestra historia y nuestra esperanza. Allí está nuestro espíritu, allí yacen también nuestros impactos, traumas, las interferencias que no nos permiten alcanzar nuestro verdadero destino de plenitud. Allí también, en nuestro cuerpo late todo nuestro poder para

nutrir, crear y transformarlo todo. Es a ese poder que hoy estamos llamadas para despertarlo. El movimiento es la esencia de la vida, todo es una danza infinita y en permanente movimiento, desde el respirar, el nacer de una planta, el subir y menguar de la luna, el fluir de los ríos… todo está en movimiento, y cuando éste cesa todo deja de existir o se petrifica. Con un simple respirar y un movimiento podemos abrir la puerta hacia un cambio pleno y profundo. Como mujer me reconozco en la historia de todas las mujeres, creo que todas de una u otra forma hemos sido abusadas, pero también creo con toda mi fuerza, que nada ni nadie ha podido tocar nuestra más pura esencia, allí está ella, intacta como un diamante que ha sido ensombrecido, pero que está allí intacto esperando para ser limpiado y resplandecer como el más poderoso manantial de luz. Por Susana Reyes

Memorias de Arcilla

Foto: Dolores Ochoa.


Revista Cooperamos | 57

Foto: Alfredo Pastor.

Urpi


Visor | 58

Foto: Camilo Torres.

Mi Madre

Foto: Camilo Torres.


Foto: NĂŠstor Tarazona.

Foto: Dolores Ochoa.

Revista Cooperamos | 59

Amakuna


Visor | 60

Flor de Hiroshima

Foto: Camilo Torres.


Foto: Dolores Ochoa.

Foto: Alfredo Pastor.

DĂ­as de agua, maĂ­z y luna

Foto: Dolores Ochoa.

Foto: Alfredo Pastor.

Revista Cooperamos | 61

Los Cuatro Pasos


Foto: Archivo Casa de la Danza.

Visor | 62

Foto: Alfredo Pastor.

Tras los cristales Yaku Samai

Susana Reyes Maestra, coreógrafa, bailarina por cuatro décadas. Con un trabajo de indiscutible calidad, autenticidad y compromiso humano es reconocida como uno de los más altos referentes de la danza ecuatoriana y latinoamericana a nivel mundial. Con el proyecto Danza para la Vida, mediante talleres de Butoh terapia, realiza un contundente y pionero aporte en la recuperación de la autoestima, bienestar y armonía para el desarrollo humano especialmente a favor de las mujeres. Desde el 2003, anualmente es la promotora del Festival Internacional Mujeres en la Danza a través de la Casa de la Danza.

Foto: Alfredo Pastor.




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