El miedo en los niños
EN LOS NIÑOS ÍNDICE
EL MIEDO ES UNIVERSAL, NATURAL, UNA SEÑAL DE ALARMA ................................... 2 CUÁNDO SE PUEDE CONSIDERAR MOTIVO DE PREOCUPACIÓN; CUÁNDO SON BUENOS Y CUÁNDO MALOS ......................................................................................... 3 ORIGEN DE LOS MIEDOS: ¿POR QUÉ TIENEN MIEDO LOS NIÑOS? ............................... 4 ¿CUÁLES SON LOS MIEDOS MÁS COMUNES Y FRECUENTES EN LAS DISTINTAS EDADES? ....................................................................................................................... 5 LO QUE NO SE DEBE HACER .......................................................................................... 7 LO QUE SE DEBE HACER ante los miedos de los niños: PAUTAS DE ACTUACIÓN .......... 9 CONCLUSIÓN .............................................................................................................. 15
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños EL MIEDO ES UNIVERSAL, NATURAL, UNA SEÑAL DE ALARMA El miedo es una emoción universal y presente en todas las culturas y tiempos. Y, esto es debido a que es necesario y útil para sobrevivir, tiene una función de supervivencia; en el sentido de apartarnos de situaciones de peligro potencial, a las que podamos estar expuestos. El miedo nos empuja a evitar todo aquello que nos puede parecer peligroso, como por ejemplo el miedo a las alturas previene de posibles caídas, o el miedo a los animales puede proteger de picotazos o mordeduras. En definitiva, el miedo es natural y está estrechamente ligado a la naturaleza humana y a la necesidad de preservar la vida. Es una respuesta indispensable de nuestro organismo, una señal de alerta, de alarma, una especie de radar que avisa y protege, que nos permite tomar precauciones ante peligros que nos asustan. Es una reacción de protección para huir de las situaciones difíciles y amenazantes. Además, sentir miedo ante el peligro es saludable, beneficioso, no es malo porque evita correr riesgos innecesarios. Nos acompaña a todos en la vida, especialmente a los niños. Es una realidad ineludible, inevitable. Es normal sentir miedo y preocuparse por las cosas.
Debería considerarse como una parte integral del desarrollo psicológico normal. Lo anómalo seria su ausencia. Ya que, los niños que no tienen miedo de nada, cruzan la calle sin mirar, se separan de los padres sin temor a perderse, se atreven con todo, llegando a poner en peligro su propia vida o la de los demás. Por consiguiente, un niño sin miedo es un peligro. Los niños tienen que aprender que hay determinadas situaciones en las que hay que tener mucho cuidado: al cruzar la calle, hablar con extraños, aceptar chuches de gente desconocida,….. Suelen ser transitorios, pasajeros; aparecen en niños de edad similar y desaparecen al poco tiempo, se van por donde han venido. Además, son evolutivos, es decir, cambian y evolucionan con la edad, y se van superando de forma espontánea, conforme el niño va creciendo y madurando, en el curso de su desarrollo.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños CUÁNDO SE PUEDE CONSIDERAR MOTIVO DE PREOCUPACIÓN; CUÁNDO SON BUENOS Y CUÁNDO MALOS Hay que distinguir entre: El miedo natural o normal, transitorio, positivo, lógico y racional, adaptativo, controlado, leve; en definitiva, el miedo bueno. Este tipo de miedo es una respuesta natural que nos alerta de posibles peligros y cuyo objetivo es protegernos. Es como si fuese un guardaespaldas, nuestro sistema de seguridad que nos avisa que la situación puede ser peligrosa. Obedece a una causa real, objetiva. Por consiguiente, la respuesta de miedo cuando mi vida corre peligro es acertada: el corazón empieza a latir más rápido, se tensan los músculos, se respira también más rápidamente,… y todo esto nos prepara para poder salir corriendo y huir de tal situación. No interfiere en el desarrollo normal de la persona. No debe constituir motivo de preocupación. Ejemplo, un niño puede sentir un miedo natural ante la presencia de un perro grandote, mostrándose reacio a tocarlo y manteniéndose discretamente a cierta distancia. Y, el miedo patológico, persistente e intenso, negativo, imaginario e irracional, desadaptativo, descontrolado, severo; en definitiva, el miedo malo. No obedece a ninguna causa real, objetiva de peligro potencial o bien se sobrevaloran las posibles consecuencias. En este caso, la respuesta de miedo ante una situación que no es potencialmente peligrosa, que no entraña peligro alguno es errónea. Y, tal respuesta se materializa en una preocupación muy fuerte, ansiedad, nervios, sufrimiento o fobia.
La reacción es excesiva, desproporcionada, desmesurada, dando lugar a un importante malestar físico o emocional, un constante estado de temor y alerta. Impide hacer una vida normal, altera la capacidad de la persona para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, a la escuela, estar solo,…), repercutiendo negativamente en su desarrollo personal, ambiente familiar, rendimiento académico o profesional y relaciones sociales; interfiriendo de forma excesiva en la vida del niño. Este tipo de miedo debe ser objeto de tratamiento especializado, porque ya no estamos ante un miedo normal, sino ante fobias, trastornos de ansiedad, etc. Por consiguiente, se debe buscar ayuda y apoyo psicológico. Continuando con el ejemplo anterior, el niño ante la simple visión del perro o su ladrido, siente la necesidad de correr rápida e inmediatamente, sufriendo un malestar Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños profundo y precisando alejarse a mucha distancia. A este tipo de miedo se llama fobia (salvo en el caso de que el niño hubiera sido víctima con anterioridad de la acción de algún perro). Establecer la frontera entre uno y otro, entre normalidad y patología, no siempre es fácil y dependerá mucho de la edad del sujeto, la naturaleza del objeto temido, así como su intensidad, frecuencia, sufrimiento y grado de incapacitación que le produce.
ORIGEN DE LOS MIEDOS: ¿POR QUÉ TIENEN MIEDO LOS NIÑOS? Entre los factores que inciden en la aparición de los miedos, se podrían destacar: El modelado: el aprendizaje por observación de modelos. Y así, los padres (figuras o modelos de referencia) miedosos suelen tener hijos miedosos, por las emociones y comportamientos de temor que exhiben y que los niños observan o perciben. Por ejemplo, una madre que tenga miedo a las arañas, reaccionará de determinada manera y su respuesta será reproducida posteriormente por su hijo por imitación del modelo visto. Por lo tanto, si el adulto muestra física o verbalmente que siente miedo, enseña al niño a ser temeroso. Lo que les decimos, las instrucciones verbales que les damos: Por un lado, hay padres que utilizan el miedo para conseguir que obedezcan. Por ejemplo, pueden decirle: si no te tomas esta medicina, mañana vendrá el médico a que te pinche. Por otro lado, una madre con miedo a los perros puede decirle: ¡Cuidado, no te acerques, pues puede morderte! Como consecuencia de esta plática, su hijo llegará a temer a los perros. Por consiguiente, emitir una información negativa al niño sobre alguna situación o estímulo concreto, puede ser una posible fuente que genere sus temores. La propia experiencia, el aprendizaje directo. Por ejemplo, un niño que, de pequeño, sufrió quemaduras importantes al jugar con un petardo que le explotó, hará que la simple visión de los mismos o su estruendo le provoquen miedo y rechazo, como resultado de las consecuencias sufridas. En realidad, se origina el temor a que se repita de nuevo tal experiencia negativa. Otras experiencias vitales negativas, desagradables o traumáticas como presenciar malos tratos, peleas, situaciones que le marquen emocionalmente. La visualización de películas, programas de TV, cuentos, que contengan imágenes violentas o de temor; sobre todo, a una edad en la que aún no es capaz de discriminar ficción o fantasía de realidad. En definitiva, los principales motivos origen de los miedos de los niños se hallan en su contexto social, familiar y personal.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños ¿CUÁLES SON LOS MIEDOS MÁS COMUNES Y FRECUENTES EN LAS DISTINTAS EDADES? A medida que los niños van cumpliendo años, van experimentando diferentes miedos. Estos miedos son normales a cierta edad, cambiando el objeto temido conforme el niño va creciendo y madurando. Según la edad del niño, predominan más unos miedos que otros. Son poco intensos, de poca importancia y pasajeros; es decir, no duran demasiado en el tiempo; aunque a los niños les parece que lo sienten de forma muy intensa y a los padres les da la impresión que esa temporada nunca acaba. Son miedos evolutivos; cambiando y evolucionando en la misma persona, pudiéndose superar con cierta facilidad. A continuación, veremos los miedos más comunes que pueden aparecer en los niños en las distintas etapas. Esto no quiere decir que todos los miedos, que seguidamente veremos, aparezcan en todos los niños, ni que surjan siempre en un momento concreto. Simplemente, se trata de una relación de los posibles miedos que pueden aparecer y a las etapas en las que se muestran cuando se dan. ETAPA PRIMERA (0-2.5) Durante el primer año, los bebés responden con llanto a la pérdida súbita de la base de sustentación, del apoyo o soporte; a los estímulos intensos, inesperados –ruidos fuertes- y novedosos o desconocidos. A los nueve meses aparece el miedo a la separación de la madre durante mucho rato, alcanzando su fase aguda a los 2 años. Igualmente surge el miedo a los extraños. ETAPA PRESCOLAR (2.5-6 años) En esta etapa se mantienen algunos de los miedos de la etapa anterior (extraños, ruidos fuertes, separación de los padres,…). Y van incrementándose los posibles estímulos capaces de generar miedo. Incluso suele decirse que cuando de verdad aparecen los miedos infantiles es a partir de los 2 años, pues a esta edad entran en escena y cobran protagonismo la fantasía e imaginación. Como, durante estos años, no distinguen claramente lo real de lo imaginario, pueden creer con facilidad en ogros, brujas, monstruos, fantasmas,… seres imaginarios. Personajes fantásticos que les asustan, al igual que las máscaras y personas disfrazadas.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños Su explosiva imaginación llena su mundo de los personajes mencionados, además de: princesas, piratas, espadachines, dragones,… De ahí, que es una buena etapa para servirnos de los cuentos para ayudarles a vencer sus miedos. Empiezan a desarrollarse la mayoría de los miedos a los animales, incluso éstos pueden permanecer hasta la edad adulta. No les gusta la oscuridad, a la que temen. Y se angustian ante el daño físico, las lesiones corporales, cuando se hacen una herida. Les da miedo la sangre y las enfermedades.
Al final de la etapa, surge el miedo a algunos fenómenos naturales como los truenos y relámpagos, el viento, los terremotos,…
ETAPA ESCOLAR (7-12) Entre los 7-8 años: Disminuye el miedo a los ruidos fuertes, a las personas disfrazadas. Se mantiene el miedo a la separación, oscuridad, animales y daños físicos.
Aumenta el miedo a los seres imaginarios (brujas, fantasmas, extraterrestres,…), fenómenos naturales.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños Entre los 9-12 años (Preadolescencia): ya son capaces de diferenciar las representaciones internas de la realidad objetiva. Por ello, sus miedos serán más realistas y específicos, desapareciendo de forma progresiva los temores a seres imaginarios o del mundo fantástico. Y, disminuyendo el temor a la separación de los padres y a la oscuridad. Tienen miedo a los incendios, accidentes, enfermedades, conflictos graves entre los mayores, la muerte. Les asusta el fracaso escolar, la crítica, el rechazo, el ridículo (por la ausencia de habilidades escolares y deportivas), las relaciones sociales con iguales (miedo hacia algún compañero en especial que puede mostrarse amenazador o agresivo). ADOLESCENCIA (13-18 años) Tienden a aparecer temores más vinculados con la autoestima personal (capacidad intelectual, logros académicos y deportivos, aspecto físico, reconocimiento por parte de los otros) y se incrementan los derivados de las relaciones interpersonales.
Disminuyen los temores asociados con el peligro, la muerte y los acontecimientos naturales. Y surge un grupo de miedos centrado en la sexualidad, el embarazo, el aborto, el suicidio, entre otros.
LO QUE NO SE DEBE HACER Tan importante es saber lo que hacer como lo que no se debe hacer en cuanto a la superación del miedo de un niño. No deberíamos: Negar su sentimiento, con expresiones del tipo: “¡Qué tontería!, ¡pero si no pasa nada, no lo ves!, ¡Serás tonto, pero cómo puedes tener miedo a eso! Actuando así, anulamos lo que el niño siente, aumentando su inseguridad y su bloqueo. Ignorar su miedo, diciéndole: “No te asustes, no tienes motivo” o “Tienes que ser valiente”. Esto le hace sentir incomprendido, perdido y solo ante el peligro. No encontrará la forma de enfrentarse al problema y percibirá en sus padres desinterés, falta de cariño y de atención. Si os encamináis de este modo, seguramente no vais a poder ayudarle a superarlo. Criticarle, burlarse o reírse de él, ridiculizarle, avergonzarle, hacer que se sienta culpable. Frases como “No seas tonto, niños como tú no deben tener miedo de eso” “Tener miedo es de cobardes y de pequeños”, o “¿No tienes vergüenza de tener estos miedos...?”. Así no le ayudaremos en absoluto, no le hará menos miedoso. Estas actitudes son muy negativas, y pueden enquistar el problema e incluso lograr el efecto contrario al que se busca. Le hará sentirse inseguro, Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños disminuirá la confianza en sí mismo, hará que intente callar, ocultar y tapar sus miedos, que no los exprese o comparta con vosotros, lo cual no servirá para acompañarle en ese miedo y solucionarlo. No se le puede recordar que es un miedoso. La mayoría de los menores supera sus temores cotidianos de forma natural, ya que suelen ser pasajeros. Compararle con otros niños menos miedosos: “Tu hermana no tiene miedo, es más valiente que tú”. Asustarle con historias de ogros, brujas, fantasmas,… o actividades que puedan atemorizarle (ejemplo, sustos, películas de miedo,…); sobre todo, antes de irse a dormir. Y, además, no decirles que tales personajes solamente existen en los cuentos o en las películas.
Mentirle. Por ejemplo, diciéndole que la inyección no le dolerá. Si no le aportáis información sobre un hecho que le sobrepasa (en este caso, una vacuna), explicándole las cosas de manera sencilla para que las pueda entender, no le ayudaréis a controlar su miedo. Si no sois honestos y no le decís la verdad sobre una situación concreta, no le ayudaréis a prepararse para enfrentarla. Únicamente le provocaréis más temor. Sobreprotegerle, cobijarle siempre. Si, por ejemplo, cada vez que os encontréis con un perro, te interpones entre tu hijo y el animal e insistes que tú le defenderás, el niño acabará pensando que todos los perros son realmente peligrosos y no podrá superar su miedo. Si reaccionas de forma exagerada, tu hijo puede ver en ello más atención y concesiones de las normales, que le liberan de tareas y obligaciones, reforzando accidentalmente sus temores. Además, si le evitas aquellos objetos, situaciones que teme, puede superar momentáneamente su miedo, pero no le ayudas a vencerlo definitivamente. Por lo tanto, protegerle en exceso, evitando todo estímulo amenazador de miedo, no es aconsejable. Obligarle a enfrentarse a lo que le asusta, a pasar situaciones que el teme y, además, a afrontarlas en solitario. Es un tremendo error obligarle a entrar a oscuras en su habitación si no quiere hacerlo, ver una película que le provoca miedo o acariciar a un perro que no le gusta,… por ejemplo. Los miedos no se superan enfrentándose a la situación de una vez por todas. En lugar de ayudar, contribuiremos a intensificar y alargar su miedo, a aumentar su ansiedad. Por lo tanto, no se le debe forzar a afrontar aquello que teme, porque si al final no es capaz, no le dejará sentirse orgulloso de sí mismo. No olvidar, que vuestro hijo tiene derecho a acostumbrarse poco a poco, de forma progresiva a la situación que teme. Demostrar o manifestar nuestros temores en presencia del niño; ya que el miedo puede contagiarse, transmitirse de padres a hijos mediante el aprendizaje por Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños observación. El niño aprende por imitación y podría tener miedo, sólo porque tú lo tienes. Por ejemplo, si tienes miedo a las arañas, el niño puede percibirlo y sentirlo; y la forma en que tú enfrentas tus propios miedos, le da a tu hijo un patrón o modelo a seguir para hacer frente a situaciones similares. Él necesita tener tu seguridad y confianza, lo cual será imposible si le transmites tus miedos. Utilizar sus miedos para controlar su conducta; meterle miedo para que se porte bien. Ej. “Si no comes vendrá el coco y te llevará; si no te duermes te apago la luz o te cierro la puerta; si no te tomas la medicina mañana vamos al médico a que te pinchen,….”, “Como no te portes bien, me marcho y te dejo solo etc., “Si no te comportas adecuadamente, llamaré a la bruja o a los monstruos”,… Los niños tienden a evitar acercarse a aquellas situaciones que les dan miedo. Por eso, a los padres les resulta efectivo utilizar el miedo para que no aparezca una conducta no deseada, o para lograr la conducta deseada; en definitiva, para conseguir que se porte como “un santo”. Ahora bien, el recurso al miedo, para controlar el comportamiento de los hijos, es una práctica educativa inadecuada y peligrosa. Funciona un momento, pero a largo plazo puede desarrollar problemas muy serios: fobias, ansiedad y angustia que pueden no superarse nunca. Por consiguiente, antes de asustarle para que nos obedezca, hemos de reflexionar sobre lo que estamos haciendo y sobre las repercusiones que esto puede tener en un futuro. Además, si se educa por medio del miedo, no se transmiten valores, se transmite miedo. Castigarle, haciéndole pasar un mal rato enfrentándole a algo que le da miedo. El castigo, como generador y potenciador del miedo, es una estrategia nociva, cruel y nada recomendable.
LO QUE SE DEBE HACER ante los miedos de los niños: PAUTAS DE ACTUACIÓN Antes os conté que los miedos son naturales, comunes en las edades infantiles, adaptativos y pasajeros, es decir, se van superando conforme el niño vaya madurando. Ahora bien, para que esto sea así y no se conviertan en un problema mayor, los padres tenéis un papel relevante que desempeñar, vuestra ayuda es de fundamental importancia en la superación de tales sentimientos. Y, hay que subrayar, y no debéis olvidar que los miedos son diferentes e individuales en cada niño, así que aunque tenga hermanos, no debéis tratarlos a todos por igual; pues cada niño vive el miedo de forma distinta. A continuación, veremos pautas de actuación ante los miedos infantiles, intentando dar respuesta a estas preguntas: ¿Qué necesita tu hijo que sufre por algún miedo? ¿Cuál es la solución a los miedos?
Mª Luisa Seco Villar
Tu hijo NECESITA
AMBIENTE DE BIENESTAR
El miedo en los niños Tranquilidad Seguridad Confianza, apoyo Afecto Aceptación de sus miedos Escucha comprensiva Respeto sin reírte o burlarte No riñas, castigues, amenaces No publicites miedos Que le hables y expliques Que le digas la verdad No sobreprotección Mantengas sus rutinas
Ante los
MIEDOS
Su SOLUCIÓN
Hacerlos frente, afrontarlos ¿CÓMO?
Poquito a poco Con apoyos: adulto, objetos Con refuerzos positivos En ambiente de bienestar Sin obligarle a realizar conductas que teme
Mª Luisa Seco Villar
¿RECURSOS?
Modelado Juego Emociones contrarias Imaginación Frases valentía Cuentos relacionados No pelis de miedos Otras maneras
El miedo en los niños ¿QUÉ NECESITA TU HIJO? Necesita que le transmitas tranquilidad: que vivas la situación del niño sin mostrar –al menos, delante de él- preocupación o angustia. Si aprende por observación de modelos, los comportamientos que ve en sus padres serán los patrones que interiorizará. Por consiguiente, si los papás están excesivamente preocupados serán mal modelo y aumentarán la tensión en su hijo. Necesita que le ofrezcas seguridad y le digas que lo que ahora parece terrorífico y amenazante, podrá vencerlo con el tiempo. Es positivo que te vea seguro, manteniendo la calma ante aquellos sucesos que le atemorizan, porque esta actitud del adulto le va a dar seguridad, hará que se sienta seguro. Por ejemplo, ante los truenos, en la oscuridad, ante un perro que se acerca por la calle. Por consiguiente, es indispensable que los padres sepáis transmitir esa seguridad a vuestros hijos, a través de vuestro propio comportamiento diario. Necesita contar con tu confianza, tu ayuda, y apoyo para que pueda superarlos. Calmarle acompañándole, no dejándole solo. Vuestra presencia, proximidad, compañía son extraordinarias herramientas para vencer sus miedos. Siempre que aparezcan nuevos miedos, recuérdale cómo venció sus antiguos temores y transmítele la confianza de que con sus nuevos temores también será capaz de superarlos. Necesita que le des afecto. El amor y el cariño son un remedio infalible que ayudará poco a poco a perder sus temores. Un buen abrazo es un consuelo seguro. Vuestro contacto y vuestros brazos serán su mejor refugio. Necesita que aceptes sus miedos como reales, pues para él son un sentimiento muy real y le hacen sentirse mal. Reconocerlos y validarlos; pues restarlos importancia o ignorarlos le hará sentir ingenuo o infantil, le hará sentir que él solo, sin tu ayuda, debe luchar contra sus miedos. Dile por ejemplo, “La oscuridad algunas veces da miedo”, para que se dé cuenta de que es natural sentir miedo. Evita frases del tipo: “No seas mentirosos, no te creo.” No olvides que un miedo siempre es verdad y real para el niño que lo tiene. Necesita tu escucha comprensiva. Escúchale atentamente, dedícale tiempo; así posibilitarás que se exprese, que hable, que te explique a qué tiene miedo. De este modo, sabrás qué es lo que le asusta. Necesita que respetes lo que te cuente, sin reírte o burlarte de los temores que expresa. No le hagas sentirse ridiculizado. Frases como: “¡No seas marica, miedica,..! Niños grandes como tú no deben tener miedo a la oscuridad!” Esto sólo contribuirá a que se sienta avergonzado además, en próximas ocasiones, se negará a compartir sus sentimientos y experiencias contigo. Y aún, es mucho peor, si le ridiculizas delante de otros. Necesita que no le riñas, ni castigues porque no se atreva a hacer algo que le asusta. Y tampoco que le amenaces con elementos temerosos, mucho menos, si son irracionales. Por ejemplo, “Que viene el coco…”, “Si no te portas bien, llamaré a la bruja….” Necesita que no hagas públicos sus miedos y menos en su presencia.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños Necesita que le hables con calma, movimientos pausados, que le digas lo que puede estar sintiendo o puede estar pasando. Por ejemplo, “Entiendo que te asuste una situación nueva, que te asustes por estar sin mamá, que te dé miedo la oscuridad, o ir al médico,….” Explícale, anticípale cómo serán las situaciones nuevas que va a vivir o cómo serán aquellas experiencias que no le gustan, por ejemplo, ir al pediatra. Cuéntale también aquellas situaciones que te asustaban cuando eras pequeño y lo que hacías para superar tus miedos (por ejemplo, cantar, contar en alto, pensar o imaginarte algo divertido,…). Alguien dijo que al miedo hay que quitarle el poder. Y el poder está en lo que no conocemos. Por lo tanto, será positivo explicarle de forma comprensiva, ajustándonos a su nivel evolutivo, a su edad y características, lo que origina el miedo al que lo siente. Necesita que le cuentes siempre la verdad. No le mientas. Incrementarás su temor. Le ayudarás a vencer sus miedos, si enfrentas la situación con la verdad y con honestidad. A veces, es el desconocimiento y la falta de información lo que provoca los temores a tu hijo. Por ejemplo, si le asustan los ogros, brujas, monstruos,… dile que esos personajes no existen en la realidad y que viven sólo en los cuentos y las películas. Repíteselo muchas veces si es preciso. Quizá tu hijo te cuente la misma historia más de una vez, y posiblemente tengas que explicar la misma situación una y otra vez. Esto le ayudará a sentirse menos asustado, a que tales personajes fantásticos dejen de ser desconocidos para él. O, por ejemplo, dile que una inyección duele un poquito, pero ese dolor se pasa enseguida, no le asegures que no le dolerá nada, porque eso no es cierto. O, dile que “la oscuridad algunas veces da miedo”,… Necesita que no le proporciones exceso de atención, caricias, mimos, caprichos en el momento de sentir miedo; que no le aísles del estímulo provocador del miedo. En definitiva, que no le sobreprotejas, porque esto aumenta sus miedos. Deja que se enfrente a ellos, poco a poco, con tu acompañamiento y que se vaya acostumbrando. Así fomentarás su autonomía. Necesita que mantengas las rutinas diarias A los pequeños les asusta lo que no conocen o no comprenden y, en cambio, les reconforta lo conocido y previsible. En este sentido, para él resultan muy tranquilizadores los rituales diarios (el paseo, el baño con sus juguetes, la cena, el cuento antes de dormir,….), ya que le permiten saber lo que va a ocurrir a continuación, le posibilitan anticiparse a los hechos. Todo ello contribuirá a la creación de un ambiente de bienestar y agrado, que ayudará y dará paso a la superación de los miedos.
¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN A LOS MIEDOS? La solución, la clave para vencer el miedo es enfrentarse cara a cara con él, no huir o evitar aquello que da miedo. Hay que afrontarlo, hacerle frente porque el miedo es expansivo. Si no nos exponemos a él y lo superamos, lo más probable es que cada vez vaya creciendo más y se vaya haciendo más limitador e incapacitante. Por ello, se debe cortar desde el principio.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños Afrontarlo ¿cómo? Por aproximaciones sucesivas, dándole la oportunidad de que se acostumbre, poco a poco, a lo que teme. Por ejemplo, ante un niño que le asusta la oscuridad, no pretender que lo supere de forma inmediata. Hay que crear una gradación de situaciones (por ejemplo, diferentes habitaciones con distintos grados de iluminación, hasta llegar a la oscuridad total) para que se vaya adaptando y vaya progresando. Hay que avanzar paulatinamente y con calma. Y esto, porque tratar de superar un miedo grande, enfrentando la situación de una vez por todas, raramente funciona. Con apoyos (adulto, objetos,…), que irán progresivamente desapareciendo conforme el niño vaya superando los miedos. Con un adulto al lado, que le sirva de referencia y le ofrezca seguridad. Por ejemplo, si no quiere entrar a oscuras en su habitación, dale la mano y entra con él. Es decir, si es incapaz de enfrentar el problema él solo, acompáñale para que pueda comprobar que no pasa nada. Si le cuesta quedarse dormido por miedo a una pesadilla, quédate con él en su habitación, junto a su cama, dándole la mano, contándole un cuento,…ahora bien, no le lleves a tu cama para que se calme. Con una pequeña mascota o cualquier objeto que sea como una barita mágica que le proporciona seguridad Reforzando y celebrando cada pequeño avance, lo cual le motivará para seguir intentándolo. Elogia sus conductas valerosas, alaba y premia su esfuerzo, sus logros, su valentía y su decisión. Así estarás incentivándole, animándole y dándole más confianza. Felicítale por ser cada vez más valiente, por ser un “niño grande”. A los niños les gusta crecer y ser grandes, y que sus padres valoren sus pequeños logros. Si destacas sus avances, poco a poco conseguirá vencer su miedo. Y cuando vaya superando sus temores, házselo notar, díselo, de manera que pueda ir aprendiendo de su éxito. Actuando de este modo harás crecer su autoestima y la seguridad en sí mismo. En un ambiente de bienestar, que se configura al satisfacer aquello que necesita un niño con miedo –: tranquilidad, seguridad, confianza, afecto, escucha comprensiva,…. visto anteriormente Sin obligarle a efectuar las conductas que teme, sin forzarle a pasar situaciones que le dan miedo, sin exponerle de forma brusca al estímulo provocador de su miedo. Pues, esto en lugar de ayudar, intensifica sus sentimientos temerosos. Por ejemplo, si tiene miedo a la oscuridad, no apagues la luz cuando esté jugando o tratando de dormirse, pues esto aumentaría su miedo.
Afrontarlo ¿con qué recursos? El modelado Uno de los padres puede efectuar la conducta temida para enseñar al niño que no sucede nada. Por ejemplo, “estar en la habitación a oscuras”. O bien, muestra a tu hijo cómo otras personas actúan con confianza en aquellas situaciones que él teme. Por
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños
ejemplo, si tu hijo ve a otro niño tocar una hormiga, es posible que le ayude a superar el miedo a los insectos. Y, no olvidar que el modelado es más eficaz cuando el modelo es de la misma edad. El juego como elemento distractor Jugar con él en los momentos en que tenga miedo. Por ejemplo, ante el miedo a las tormentas, podéis jugar a hacer ruidos con la boca y las manos o golpear un tambor. Si tiene miedo a la oscuridad, crea juegos de espionaje o de piratas en busca de tesoros, con linternas en una habitación oscura. Y, cuando consiga el tesoro, dile lo valiente que ha sido y hazle notar que no ha pasado nada malo. Si imagina la presencia de brujas y/o monstruos en su habitación durante la noche, juega con él durante el día, apagando las luces y fingiendo ser un detective que captura personajes maléficos. De este modo, poco a poco, se acostumbrará a la oscuridad. En realidad, se trata de realizar alguna actividad que sea incompatible con la sensación de miedo. De la mano de emociones contrarias al miedo: humor, risa, rabia. Emociones que son los mejores aliados para luchar contra el miedo. Por ejemplo, si tiene miedo a la oscuridad, enseñarle a contraponer otra emoción a ese miedo. Sentir rabia hacia lo que teme puede ayudarle a enfrentarse a tal. Entrar en una habitación oscura con rabia o risa tonta; enfadarse con la oscuridad y con los personajes que le asustan o bien burlarse de ellos. El humor puede ser también un arma eficaz para combatir el miedo. Un buen antídoto contra el miedo es transformar aspectos que le dan miedo en algo gracioso mediante dibujos y bromas. La imaginación: inventando historias con finales felices. Historias que le ayudarán a superar sus miedos y a sentirse más aliviado. Ejemplo, Juan entra en una habitación acompañado de un poderoso guerrero que se llama Ira o Risa, capaz de vencer al Miedo porque es más fuerte que éste. Con frases o imágenes mentales de valentía o coraje Este tipo de enunciados le ayudarán a enfrentarse a la situación que teme; ya que es muy diferente entrar en una habitación oscura pensando: “me van a atacar”, “me voy a encontrar monstruos malos”, que pensar: “soy muy valiente, soy capaz de quedarme a oscuras y puedo hacerlo muy bien”. Los primeros mensajes hacen que el miedo cada vez sea mayor, llegando incluso a paralizar. En cambio, los segundos ayudan a mantener el miedo a raya y pueden ayudar a disminuirlo. Contando cuentos relacionados con los miedos, y evitando ver películas que le asusten. Seleccionar las lecturas infantiles adecuadas, contarle cuentos agradables, exentos de terror. Lo mismo que de las lecturas, se puede decir respecto a las películas: eludiendo las de terror y violencia, supervisando las series televisivas que ve, ya que éstas pueden generar un miedo innecesario. Vosotros debéis elegir las películas o canales de TV que sean adecuados a su edad y verlas con él; así podréis explicarle lo que no entiende, resolverle dudas,….. Sentaros a su lado, dedicarle tiempo, en un futuro os lo agradecerá.
Mª Luisa Seco Villar
El miedo en los niños Otras maneras de contrarrestar la ansiedad generada en una situación temerosa. Escuchar música, relajarse, realizar actividades que le mantengan ocupado (contar fichas, enumerar comidas favoritas,…..) Si los adultos que rodeáis al niño que tiene miedos, seguís estas pautas de actuación, éste irá aprendiendo a afrontar sus propios miedos, y evolucionando en los mismos de forma positiva.
CONCLUSIÓN A lo largo del desarrollo del niño van apareciendo una amplia gama de miedos, que se consideran comunes y que se dan en un alto porcentaje de niños, sin que esto signifique un situación especial, ni excesivamente preocupante. No obstante, y, aunque sea algo que se puede considerar común en los niños, la forma de actuar, ante esos miedos, por parte de los padres y de las personas que rodean al niño, sí puede ser importante para que dichos miedos sean temporales, y no se conviertan en un problema a más largo plazo y que interfiera de una forma importante en la vida del niño. Es primordial para quien quiera ayudar a disolver el miedo de un niño, quererle, creerle, y estar convencido de que puede hacerlo. Escucharle, dedicar tiempo a oír sus preocupaciones, comprenderle y aceptar sus sentimientos. No negar su miedo o desvalorizarle por ello o repetirle “no hay que tener miedo; no seas cobarde; no pasa nada; no hay brujas….” ni tampoco tolerar el miedo en una niña y no tolerarlo en un niño (“los chicos no lloran y tienen que ser valientes”). Ser capaz de enfrentarse a los problemas desde pequeño, convertirá a tu hijo en una persona independiente y con recursos propios para afrontar las complicaciones. Los miedos infantiles son inevitables y siempre habrá niños más impresionables que otros, pero la mayoría de ellos suele superar sus temores de forma natural. El valor y el miedo no son contrarios. Los valientes tienen miedo muchas veces. El valor es reconocer nuestros propios miedos para ser capaz de superar las diversas situaciones, es aprender a crecer.
Mª Luisa Seco Villar
Mª Luisa Seco Villar