¿QUÉ HACER PARA QUE MI HIJO ME OBEDEZCA'

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Pautas de actuación: freno a la desobediencia

¿QUE HACER PARA QUE NUESTRO HIJO NOS OBEDEZCA?

“Es fantástico que te hagan caso. Si no te hacen caso es que no te quieren. Si no consigo atención por buenas conductas, la obtendré por conductas malas. Es mejor que me castiguen y sentir que se ocupan de mí, que pasar desapercibido”. Isabel Orjales, 1998

Mª Luisa Seco Villar

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VUESTRO HIJO DESOBEDECE CUANDO….  No le dais lo que quiere, le decís “no” a sus demandas y peticiones (grita, llora, se tira al suelo, tira objetos,…)  Se niega a marcharse de un lugar, tras haberle avisado varias veces (llora, contesta, se enfada,..)  Hay visitas en casa (se porta mal, saltándose las normas)  No le gusta lo que hay de comida (se niega a comer, tira los cubiertos, se cruza los brazos,…)  Quiere hacer lo que le parece (no obedece)  Le mandáis recoger los juguetes y sus cosas (los deja tirados y protesta)  Tiene que hacer los deberes y debéis estar constantemente encima de él (no quiere hacerlos)  Tiene que ir a la cama, (hace lo que quiere, continúa jugando) Lo que sí es cierto es que muchas conductas inadecuadas, desobedientes forman parte del desarrollo normal del niño en determinadas etapas. Es decir, es normal que cuando el niño es peque se porte mal y lo único que intenta es explorar y descubrir hasta dónde podéis llegar. Experimenta y pone a prueba vuestra autoridad. Su motivación no es incordiaros o amargaros la vida de forma deliberada, simplemente trata de ver cómo vais a reaccionar ante lo que él hace. Ahora bien, si siendo pequeño desobedece de forma constante e insistente, pareciendo estas conductas severas, persistentes y de gran agresividad; entonces tenéis que solicitar ayuda, acudiendo a un profesional. También es cierto que… “Yo como padre…..:    

No sé decir “no” a sus demandas poco razonables. No quiero frustrarle, bajo la premisa de: “Ya sufrirá cuando sea mayor” Me asusta defraudarle y por ello le doy todo lo que me pide. Intento compensar el poco tiempo que paso con mi hijo, con una actitud indulgente, tolerante y permisiva.  … ….” Pero, ¡CUIDADO con estas actitudes!; pues si no frenáis sus peticiones y demandas cuando son peques, luego os resultará realmente difícil.

Pensemos… ¿POR QUÉ PUEDE DESOBEDECER?  En casa no hay normas o son incoherentes.  Son abstractas, poco claras, lo cual conlleva que no las comprenda.  Mostráis inseguridad y poco convencimiento cuando le dais órdenes o hacéis peticiones. Incluso, en ocasiones en vez de darle una orden “Ponte el abrigo”, le preguntáis ¿Quieres ponerte el abrigo?  Le dais muchas órdenes seguidas.  Le dejáis salirse con la suya y consigue lo que quiere con su mal comportamiento.

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 Hay una excesiva permisividad.  Existen celos o rivalidad entre hermanos.  Dejáis que os chantajee bajo la expresión “Si me porto bien, entonces me dejáis…, me compráis…., me dais….”.  No hay acuerdo respecto a las normas entre los dos progenitores.  Sólo le prestáis atención cuando se porta mal, por lo tanto, desobedece para lograr esa atención. Pensáis y dais por hecho que es la obligación del niño portarse bien.  Tenéis un hijo difícil de manejar o que presenta algún trastorno (TDAH, trastorno de la conducta o de la personalidad,…) En estos casos, el trastorno es la causa de la desobediencia de vuestro hijo.

¿CÓMO PADRES, CUÁL DEBE SER NUESTRA ACTITUD PARA FRENAR O PONER UN STOP A SU DESOBEDIENCIA? Los padres debéis de:  Hacer bloque frente al niño, no mostrar discrepancias delante de él. Debe existir un acuerdo y consenso, entre ambos progenitores a la hora de educar a su hijo –ha de recibir el mismo mensaje de su padre y de su madre-. Y, además, todos los miembros de la familia deberían aplicar las mismas pautas de actuación.  Mostrar coherencia y consistencia en la imposición de límites o normas; que han de ser las mismas en los distintos contextos y momentos en los que os halléis y, por supuesto, no dependerán de vuestro estado anímico –si estáis alegres lo pasáis todo, si estáis tristes y enfadados castigáis lo mínimo-. Si le reñís por algo, lo haréis siempre. Si habéis dicho “no” es no.  Ser consecuentes: si le decís que haga algo, por ejemplo, que se vaya a dormir y os ignora, llevarle vosotros.  No hacer concesiones a sus caprichos para compensar el tiempo que no estáis con él.  Darles seguridad estableciendo límites a sus conductas, un “no todo vale”.  Darles ejemplo: vuestro hijo entiende lo que le decís pero, sobre todo, aprende de lo que os ve hacer, porque observa su entorno y trata de imitarlo. Por lo tanto, no desaprobéis una conducta (ej. “No veas mucha tele”) que él ve de forma habitual en su familia (continuando con el ej. “La costumbre de sus papás es estar sentados o echados en el sofá frente a la caja tonta”). La mejor manera de enseñarle algo es ser un buen modelo para él, si le decís que no grite, no le gritéis vosotros.  Ser constantes en la aplicación y exigencia de las normas. Cumplirlas unas veces sí y otras no, actuar a medias es peor que no hacer nada.  Desaprobar, descalificar su comportamiento, no a ellos. Ej. “No nos gusta que pegues a tu hermano, ese comportamiento no te lo permitimos”, “Nos disgusta ver tu habitación tan desordenada, recógela”,.. en vez de “Eres un niño malo”, “Eres un desastre”.  Ser comprensivos, amables y afectuosos: El cariño y afecto no están reñidos con la existencia de una disciplina, es decir, de unas normas de convivencia y de comportamiento. Ambos aspectos, disciplina y afectividad, son complementarios y le proporcionarán seguridad y una imagen positiva de sí mismo.

Mª Luisa Seco Villar

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Ser empáticos, poneros en su lugar, decirle que entendéis lo difícil que es para él….irse del parque, dejar de jugar, despedirse de sus amigos,…. pero os tenéis que marchar y despedir. Avisarle con tiempo, antes de apresurarle, para que realice la siguiente acción o actividad. Así, le anticiparéis lo que vendrá después y no le pillará desprevenido. Vosotros sois los que decidís, los que lleváis las riendas: Así que no os sintáis culpables cuando le impongáis normas, límites, cuando le deis órdenes o instrucciones, cuando le regañéis. Es vuestra tarea. Tan sólo le estáis educando, le estáis señalando cuál es lo correcto y cuál no lo es. Y, lo necesita para sentirse seguros y para aprender valores como el respeto, la obediencia, el orden, el esfuerzo, la tolerancia, … Manifestar claridad: al darle instrucciones, órdenes. Ser claros y precisos, decirle específicamente qué es lo que tiene que hacer y qué no. Aseguraros que las peticiones que le hacéis son concretas –no vagas- y razonables –no por encima de su capacidadMostrar una actitud calmada –en vuestra voz y lenguaje corporal- ante las conductas inadecuadas de vuestro hijo. No perdáis los nervios –aprender alguna destreza: respirar profundamente, contar hasta 10,…- ante sus desafíos. Simplemente decirle en un tono firme que su comportamiento no es aceptable. Revisar si le prestáis suficiente atención, para que no tenga que recurrir a portarse mal para conseguirla. Motivar a vuestro hijo reforzando sus aspectos positivos e ignorando los negativos. Tener en cuenta que los niños quieren agradar a los demás. Por lo tanto, si le halagáis volverá a repetir aquellas conductas que les gustan a sus papás. Escoger vuestras batallas, de modo que paséis por alto cosas no importantes; que no os enfadéis por cosas banales; que prioricéis; pues de lo contrario, os veréis inmersos en constantes luchas con vuestro hijo por trivialidades. Ser persistentes y perseverantes; no os rindáis, ni abandonéis. ¡Animo! De este modo, vuestro hijo aprenderá que siendo desobediente, no conseguirá nada. No olvidéis que las rutinas ayudan a obedecer; que el hecho de tener un horario, un ritmo de vida estable favorecerá que se porten bien. Ser fuertes, mantener la palabra, mostraros firmes en los límites que hayáis establecido. No permitáis que su mal comportamiento sea un instrumento para conseguir lo que desea, para salirse con la suya. Tener paciencia: los cambios no se logran de forma inmediata. Se tardará un tiempo en lograr vuestro objetivo –mejorar su comportamiento- una vez que estéis implementando pautas de actuación nuevas. Algo muy importante: Escucharles y buscar tiempo para estar con ellos. Disciplinar a vuestro hijo, indicándole, señalándole lo que hace bien y lo que no hace bien; enseñándole que cuando una norma se rompe hay una consecuencia negativa y que una buena conducta tendrá consecuencias agradables. Hacerle saber que os ponéis tristes y decepcionados por su mal comportamiento y que estáis muy contentos y felices cuando se porta bien. Nunca decirles: “Como te portes mal, como no hagas esto…. no te querré.” Le querréis siempre,… Sí, le podéis transmitir que estáis tristes y enfadados con su modo de proceder. No le peguéis. Dar azotes no es la solución. El castigo físico sirve más para aliviar el enojo de los padres que para mejorar el comportamiento de los hijos.

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 Dejarle ser autónomo, no le ayudéis en todo lo que posiblemente sea capaz de hacer. Seguramente, tardará más tiempo que si se lo hacéis vosotros y lo ejecutará con errores. Ahora bien, será la única manera de que pueda aprender, de que se haga más independiente y autónomo. Hacer las cosas por ellos -por no repetir una y otra vez la misma orden-, le privará de ser una persona autónoma y responsable.  Ser flexibles: debéis establecer normas y límites, pero a la vez hay que ser flexibles en situaciones especiales. Además, los niños crecen y los problemas y sus circunstancias cambian. Estar abiertos a revisar y modificar las consecuencias que siguen a su comportamiento, cuando sea necesario. Una rigidez extrema en el establecimiento de normas, invitará a su incumplimiento. Modificar, cambiar vuestra actitud respecto a vuestro hijo será un punto de partida para hacer frente a sus comportamientos desobedientes. Intentarlo, os costará tiempo y esfuerzo, pero realmente merecerá la pena. Así que, ¡ánimo!

¿QUÉ TENEMOS QUE HACER PARA QUE OBEDEZCA?: Pautas de actuación Os voy a proponer algunas pautas, medidas, técnicas. Pero no hay que olvidar que cada niño es un mundo y no hay estrategias universales y eficaces para todos. Y, además, lo que funciona en un niño, puede no ser eficaz en otro. Por lo tanto, probar, experimentar, poner en marcha distintas actuaciones para ver qué es lo que os viene bien en vuestro caso particular. Ahora bien, si implementáis sistemáticamente las pautas que veremos a continuación, los cambios y mejoras en el comportamiento de vuestro hijo se harán realidad. Hay dos cosas muy importantes que tenéis que hacer, para poner fin a sus comportamientos rebeldes y desobedientes:  Pasar tiempo con vuestro hijo, dedicarles tiempo: jugar con ellos diariamente, realizar actividades compartidas, interesaros por lo que hace, implicaros si os lo pide…  Poner una disciplina, es decir, establecer límites y normas, que le indiquen qué se espera que haga y qué se espera que no haga. Poner límites es decir “no”, porque todo no es posible. Gracias a esta disciplina, vuestro hijo aprenderá a:  A hacer lo que debe, no le que le apetece.  A hacer en cada momento, lo que tiene que hacer.  A obedecer, a hacer, en ocasiones, cosas desagradables –o que no le gustan tanto- para lograr algo más agradable.  A controlar sus impulsos, a tolerar frustraciones, a incrementar el tiempo de espera de conseguir lo que desea, lo que le gratifica.

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Algo muy importante es que les propongáis las normas como un privilegio (por ejemplo, “como ya eres grande y muy mayor, ya puedes llevar tu ropa sucia a la lavadora”. De este modo, garantizáis mejor su colaboración e implicación. LAS ÓRDENES, referidas a esas normas, que le deis serán:  Claras y comprensibles: que entienda perfectamente lo que sí pueda hacer y lo que no pueda hacer. Deben expresar claramente qué tiene que hacer. Por ejemplo, en vez de “Prepárate para la cena”, dile: “Lávate las manos y ve a la mesa para cenar”.  Concretas, precisas, específicas, concisas: dile exactamente qué esperas de él. Por lo tanto, si está jugando con un amigo y empieza a molestarle pegándole; no le digas “Pórtate bien, sé bueno” (las órdenes genéricas son demasiado abstractas), dile “No le pegues”.  Pocas, no en exceso, simplifica tus peticiones. Si son muy pequeños, dárselas de una en una.  Aseguraos que os presta atención. Por lo tanto, muchas veces, os tendréis que poner delante de vuestro hijo, girarle la cabeza, mirarle a los ojos y darle la orden. De ese modo, sabréis que os ha escuchado y atendido.  Darlas con seguridad y contundencia, no titubeando –si os mostráis inseguros y dudosos, no os hará caso-, ni preguntando –os arriesgáis a un no por respuesta-. Decirle “Ponte el abrigo”, “Recoge los juguetes”, no le digáis ¿Quieres ponerte el abrigo?, ¿Quieres recoger los juguetes?”.  Dejarle un tiempo prudencial para que la cumpla o ejecute. No le atosiguéis y apremiéis inmediatamente. Luego, después de un rato, supervisar que se ha cumplido.  No se la repitáis 10, 15 veces,... porque se acostumbrará a tal ritual, y no responderá enseguida. Con 3 veces será suficiente: la 1ª se la dais, la 2ª se la repetís, por si no os ha oído y la 3ª vais en su busca para que la ejecute (recoger, vestirse, irse a la cama,…). Si actuáis así sistemáticamente, no os tendréis que enfadar o perder la paciencia. Los niños se acostumbran a las llamadas de atención muy prolongadas, las escuchan como una música de fondo y terminan por ignorarlas, porque saben perfectamente que éstas se repetirán varias veces, antes de que tengan que responder. Son capaces de aprender el tiempo exacto que tardan sus padres en enfadarse lo suficiente y, también saben cuándo posiblemente desistirán y harán la tarea que les habían ordenado. Por consiguiente, enseñarle a que cuando le llamáis la atención es en serio y vais a actuar si no atiende.  Convertir las órdenes en un juego. Por ejemplo, estáis en casa de sus primos y siempre le cuesta marcharse, decirle “A ver quién es el primero que se pone el abrigo y llega antes al ascensor”.  Combinar actividades: una que le guste y otra que le desagrade y no quiera hacer. Ejemplo, dile “Cuando recojas tus juguetes, iremos al parque”.  En vez de decirle “no”, ofrecerle opciones, alternativas. Ejemplo, quiere comerse un huevo Kinder poco antes de comer, en lugar de decirle “no”, decirle “Puedes comer una rodaja de manzana o de naranja, dime qué prefieres de esas dos cosas”.

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Si le permitís que elija se sentirá más independiente y tendrá más confianza en sí mismo. Así, le estaréis dando una oportunidad de reafirmarse de forma positiva.  Si le decís NO, decírselo con seguridad, sin demasiadas explicaciones e ignorar sus protestas. Y no abuséis del NO.  No darles explicaciones largas. Menos discursos y más consecuencias. Las conductas se mantienen o desaparecen según las consecuencias que las siguen. Llevar a cabo tales consecuencias, siendo constantes y firmes.  Dárselas, siendo consecuentes: Ejemplo, si le pides que se baje de la mesa y no te hace caso, bájale tú. A continuación, veremos COMPORTAMIENTOS de vuestro hijo:

QUÉ

CONSECUENCIAS

PUEDEN

TENER

LOS

 Si se porta bien, su comportamiento tendrá una consecuencia positiva, será reforzado.  Y si se porta mal, su comportamiento tendrá una consecuencia negativa, un castigo.

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COMPORTAMIENTO

BUENO

MALO

CONSECUENCIA

POSITIVA

Refuerzos + ATENCIÓN ELOGIOS PREMIOS de actividad o materiales.

NEGATIVA

Castigos IGNORAR REPRIMENDA VERBAL RINCÓN DE PENSAR PÉEDIDA DE PRIVILEGIOS LEY DE LA ABUELA,…

REFUERZOS POSITIVOS: Las conductas positivas suelen pasar desapercibidas. Muchas veces, bajo la creencia de que la obligación de los niños es portarse bien. Y, los padres debéis tener claro que si respondéis sólo ante las malas conductas, vuestro hijo continuará comportándose mal para lograr vuestra atención. Pues para los niños, el premio, la recompensa más importante es lograr la atención de los adultos. Por lo tanto, tenéis que atenderle más cuando se porta bien, e ignorarle cuando se porta mal. De este modo, vuestro hijo se dará cuenta de que sólo es objeto de vuestra atención cuando muestra conductas positivas, lo cual conducirá a que aumenten su frecuencia. Debéis saber que los refuerzos positivos o recompensas (prestarle atención, halagarle, elogiarle, expresarle aprobación y satisfacción, verbalizar lo bien que ha actuado, darle

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abrazos, besos, premios) hacen que vuestro hijo se sienta bien por lo que hace y quiera hacer lo mismo más a menudo. Le proporcionan motivación. Por consiguiente, tenéis que intentar pillarle haciendo algo bueno, y reforzar ese comportamiento. Al principio, debéis felicitarle por los pequeños pasos, por pequeñas mejoras en su comportamiento, no por la perfección de sus acciones. A medida que vayáis consiguiendo progresos, continuaréis reforzando pero no de forma tan frecuente, sólo de vez en cuando. Los elogios para ser efectivos se darán inmediatamente después de ocurrir el buen comportamiento, no deben posponerse para más tarde, porque entonces ya no tendrán sentido. Y, además, serán concretos, es decir, en vez de decirle: “Estamos contentos porque hoy te has portado muy bien”, mejor decirle: “Estamos muy contentos porque has recogido tú solo todos los juguetes. ¡Eres un campeón!” Los elogios públicos (alabarle delante de amigos, familiares,.. para que vuestro hijo lo oiga) harán que quiera continuar comportándose bien para recibir la atención de los demás. Cuando vuestro hijo está con otros niños y, en ese momento, no está portándose bien, si reforzáis, elogiáis a los otros, hará que él tienda a imitar tal comportamiento para ser también objeto de refuerzo. Los elogios mejoran la imagen positiva de sí mismo y conducirán a que se sienta más seguro de sí. Por consiguiente, constituyen una influencia muy poderosa. Se pueden acompañar los elogios con algunos premios o recompensas materiales (chucherías, juguetes, libros, objetos que le gusten y necesite,..) o de actividad (salir al parque, ir al cine, visitar a sus primos, hacer una excursión, 20 minutos más de videojuegos el sábado…). Los premios deben variarse para que no pierdan su atractivo; y se proporcionarán en función de la importancia y dificultad de la conducta. De todos modos, los refuerzos han de ser preferiblemente actividades que le gusten y en las que podáis participar todos. Ya que los niños suelen tener de todo, son grandes consumistas, máquinas de pedir y comprar. Por ello, los premios no tienen que ser siempre cosas materiales. También se le pueden entregar fichas (puntos, pegatinas, gomets,….) cada vez que manifiesta el comportamiento deseado. Se llevará un control de las fichas en un mural colocado en un lugar visible –frigorífico, por ejemplo-. Cuando se consigue un número determinado de puntos o gomets, vuestro hijo obtiene una recompensa, que habréis establecido previamente. Sería positivo que sea él quien elija o proponga actividades u objetos por los que quiere canjear las fichas. Las reglas de cambio de fichas deben quedar claras antes de que comience el juego. En un principio, se le darán fichas por pequeñeces, y con pocas podrá lograr su recompensa. Progresivamente, tendrá que esforzarse más para conseguirlas y, además, la recompensa final precisará mayor número de fichas. Cuando se haya establecido la conducta objeto de mejora, no precisará tantos refuerzos, y será suficiente elogiarle de vez en cuando. Ahora bien, nunca se suprimirán de forma radical.

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Algo muy importante es que hay que cumplir siempre y entregar las recompensas prometidas tras la manifestación del buen comportamiento, “Lo que se dice, se cumple”. Y, por otro lado, no se pueden hacer promesas que no se puedan cumplir, porque entonces vuestro hijo dejará de confiar en vosotros y dejará de estar motivado por portarse bien. CASTIGOS: Se aplicarán cuando incumpla una norma, o bien cuando su comportamiento ponga en peligro su seguridad o la de los demás. Serán firmes y consistentes, es decir, se le castigará siempre que se porte mal, independientemente de vuestro humor o del sitio o lugar en el que estéis. Se aplicarán inmediatamente tras manifestar una conducta inadecuada y serán lo más cortos posible. Y, una vez puestos, no se deben retirar. Utilizarlos con moderación, pues si abusáis de ellos, dejarán de ser efectivos. Por otro lado, no debéis amenazar en vano, porque no os creerá (Ej. Le has dicho, repetido, y reiterado que como siga quitando los juguetes a su hermano, se va a ir a su cuarto a pensar, o se va a quedar mirando sin jugar, o no vais a ir al parque,… Sin embargo, tu hijo sigue incordiando y tú no has implementado nada de lo que le has anticipado. Al final, no te hará caso, porque sabe que no actuarás, ni cumplirás lo que le has anunciado repetidas veces). Tampoco le debéis dar segundas, terceras,…décimas oportunidades antes de actuar, porque esto hará que su conducta se consolide y se haga resistente al cambio. Vuestro hijo ha de saber por qué se le castiga. Se le tendrá que explicar antes de castigarle, cuál es el comportamiento que os desagrada y qué ocurrirá si sigue portándose de esa manera. Y, una vez que le habéis puesto un castigo no se lo podéis retirar. ¿CÓMO PODEMOS CASTIGAR?:       

IGNORAR –retirada de atenciónREPRIMENDA, REGAÑINA VERBAL RINCÓN DE PENSAR –tiempo aparte o fueraPÉRDIDA DE PRIVILEGIOS LA LEY DE LA ABUELA SOBRECORREGIR PRÁCTICA DE CONDUCTAS POSITIVAS DE FORMA EXAGERADA

Ignorar Implica hacer caso omiso, no reaccionar verbal –no decir nada, no discutir- o no verbalmente –no gestos o expresiones faciales, no le miréis, mirar a otro sitio, alejaros,..- Es actuar como si su comportamiento negativo no estuviese sucediendo, simulando hacer otra cosa, o tararear, o hablar con otro. Y, esto porque la mayoría de estos comportamientos son un instrumento para reclamar la atención del adulto. Se debe continuar ignorando tanto tiempo como el niño prolongue su comportamiento desobediente.

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Algo muy importante y sin lo cual no sirve esta estrategia es que si decidís ignorar, por ejemplo, una rabieta, una contestación mal dada, una negativa a realizar una petición,…. lo haréis sistemáticamente –siempre-, no de vez en cuando. Por una razón, a los niños no les gusta ser ignorados, pasar desapercibidos. Tenéis que ignorar los comportamientos inadecuados y prestar atención positiva a aquéllos que nos agradan. Nunca se hará una cosa sin la otra. Ignoraréis comportamientos que no sean peligrosos, no los que son –correr por la carretera, subirse a elevadas alturas, jugar con los enchufes-, ni tampoco las conductas que sean intolerables e inaceptables –pegar, morder,…Funciona bien para parar, frenar comportamientos que siempre han provocado vuestra atención y han permitido al niño salirse con la suya. Tras calmarse, prestarle atención y explicarle lo sucedido, diciéndole que portándose de ese modo, no conseguirá nada. Debéis saber que al ignorar, los comportamientos negativos empeoran (aumentarán en intensidad, volumen y frecuencia) antes de mejorar. No os preocupéis, ni abandonéis. Ser constantes y firmes. El tiempo os mostrará resultados positivos, si ignoráis de forma sistemática. En la mayoría de los casos, las conductas desobedientes remiten y se corrigen. Ahora bien, el proceso es lento. ¡Animo! Otra forma de ignorar consiste en actuar como un Disco Rayado, repitiéndole una tras otra vez, con las mismas palabras –hasta que tu hijo pare- vuestra negativa a su petición. Ejemplo, te pide un helado poco antes de come; le dices que no y monta una rabieta. Entonces repítele, reitérale, insístele “Antes de comer, no hay helados”.

Reprimenda o Regañina Se realizará en el momento adecuado, es decir, de forma inmediata a producirse la conducta que queréis corregir. Si reñís después de un tiempo, no lo asociará a la conducta concreta a corregir. No debéis reñir un comportamiento en determinado momento, y no en otros. Si regañáis una conducta inadecuada de vuestro hijo, hacerlo siempre que acontezca. Por lo tanto, ser coherentes. Vuestra reprimenda será: enérgica, firme, no excesiva –no abuséis de ella o reñir una conducta que no se lo merece-, sin gritar –con un tono suave, pero firme-, tranquilamente con serenidad –sin perder los nervios-, breve y sin entrar en discusiones.

Tiempo fuera o aparte: “Ve a tu habitación a pensar un ratito” Consiste en retirarle de la situación en la que se está descontrolando, llevándole a un lugar adecuado para pensar-poco atractivo, aburrido-, donde no haya estímulos que refuercen su conducta. Se trata de aislarle, durante un periodo de tiempo, de las actividades que hacía y de las personas con las que estaba en ese momento.

Mª Luisa Seco Villar

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Será una oportunidad para calmarse, para que recupere el autocontrol. Cuando esté tranquilo explicarle qué ha hecho y cómo corregirlo. No será un medio para evadir responsabilidades. Cuando el tiempo se cumpla, tendrá que realizar la tarea que tenía encomendada. No le amenacéis –ejemplo, “como continúes portándote mal, te vas a tu habitación, y lo volvéis a decir y repetir, pero…. vuestro hijo sigue incordiando y vosotros reiterando la misma cantinela-, llevarle de forma inmediata, tras la aparición de su comportamiento inadecuado; sin alteraos, y explicarle que está molestando a los demás, por eso va a pensar en lo que ha hecho. El tiempo fuera será cortito, se suele decir que minuto por año y, por supuesto, no más de 15 minutos. Un periodo largo puede resultar inútil. SI se sale de la habitación, el tiempo empezará de nuevo a contar. Si se niega a ir al “rincón de pensar”, tendrá un minuto extra por minuto de resistencia.

Pérdida o retirada de privilegios Consiste en quitarle algo de lo que disfruta, esas cosas que sabéis que le gustan (juguetes, medios tecnológicos, actividades,…). Cuando se lo quitéis, mostrar una actitud tranquila pero firme. El tiempo de retirada será como máximo de 24 horas. Por ejemplo, una tarde sin ver la tele es tan eficaz como una semana y, además, más fácil de llevarlo a cabo. Es conveniente variar los privilegios que se suprimen, para que esta estrategia no pierda eficacia.

La ley de la abuela Consiste en que vuestro hijo ha de realizar algo que no le gusta como condición indispensable para conseguir lo que le gusta (ejemplo, “cuando recojas los juguetes, podremos ir al parque”, “cuando termines los deberes, podrás ver un ratito la televisión”,…).

Sobrecorregir Por ejemplo, si ha pintado la mesa de su habitación, obligarle a que la limpie y, además, que recoja todos los juguetes tirados en el suelo, y que ayude a mamá a limpiar otras cosas.

Práctica de conductas positivas de forma exagerada Consiste en repetir la conducta inadecuada con mucha frecuencia, hasta que acabe cansándole, saciándole o bien le deje de parecer atractiva. Ejemplo, siempre va corriendo por casa, en vez de caminando. Ante esto, obligarle a que recorra el pasillo 20 veces o más andando despacio.

Mª Luisa Seco Villar

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Cuando todo falla, pese a vuestra dedicación y esfuerzo, pese a haber implementado todas las medidas, pautas y estrategias, de forma sistemática, y después de haberlo intentado ya un tiempo. Cuando no advirtáis cambios ni mejoras; incluso el comportamiento de vuestro hijo continúa siendo incontrolable, entonces lo más conveniente es acudir a un profesional de la salud infantil que realice una valoración de sus conductas y ponga en marcha un programa de tratamiento. Algo muy importante que no debéis olvidar es que el peor aliado es dejar pasar el tiempo sin actuar.

CONCLUSIÓN No olvidéis que todas las personas necesitamos nuestra cuota de atención, requerimos aprobación y elogios, los niños también. Muchas veces, sus conductas positivas pasan desapercibidas, ya que dais por hecho que es su responsabilidad. Pero, si sólo os fijáis en ellos cuando se portan mal, harán todo lo que sea, es decir, continuar mostrando comportamientos desobedientes para lograr vuestra atención, aunque sea negativa. Por consiguiente, focalizar más la atención –elogios, refuerzos, premios- en vuestro hijo cuando está portándose bien. Demostrarle que os agrada que se comporte así. Así aprenderá que se le presta más atención cuando se porta bien que cuando no lo hace. Si practicáis más con los refuerzos positivos, seguro que advertiréis mejoras. Con ellos, le enseñaréis que sus esfuerzos son importantes, que los apreciáis, que os gustan y complacen. De alguna manera, le estáis diciendo que así es como queréis que se porte la próxima vez. Además, los comentarios positivos sobre su conducta harán que tenga una visión positiva de sí mismo y que se sienta más seguro; por lo que estaréis fortaleciendo su autoestima. Nunca premiéis, recompenséis el mal comportamiento, en el sentido de que si vuestro hijo desobedece y se sale con la suya, lo seguirá haciendo; porque para él portarse inadecuadamente es una vía para lograr lo que desea. Desobedecer debe tener consecuencias negativas. No debéis olvidar que mejorar una conducta inadecuada es un proceso que lleva tiempo, no ocurre de la noche a la mañana. Por lo tanto, ser constantes, persistentes, perseverantes, sistemáticos, tener paciencia y manteneros firmes y unidos delante de vuestro hijo. No os rindáis, a pesar de los contratiempos, errores u obstáculos. “El que persiste, alcanza”. No os desaniméis. No os sintáis culpables cuando le imponéis normas, cuando le regañáis. Tan sólo le estáis educando, le estáis indicando cuál es lo aceptable y correcto, y cuál no lo es. Él no lo sabe y os necesita. Requiere que le impongáis límites. Es vuestra tarea, vosotros sois sus padres. Además, los límites harán que se sienta seguro, que aprenda a ser responsable de sus actos, poco a poco. Y, aunque la palabra “Disciplina” pueda evocar sentimientos y pensamientos negativos; su verdadero significado es el de enseñar, guiar y preparar a los hijos para la vida. Así que disciplinar a vuestros hijos. Con la disciplina, serán niños bien educados y no malcriados.

Mª Luisa Seco Villar

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Recordar que cuando se trata de disciplina “Cuanto antes mejor y que mejor es prevenir que luego lamentar”. Si no os atrevéis a poner límites en edades tempranas, luego os será muy difícil. ¡Atrévanse!

Espero que estas pautas os puedan resultar útiles y eficaces para encauzar el comportamiento de vuestros hijos o prevenir futuras dificultades. Os animo a ponerlas en práctica y deseo que os ayuden en vuestra labor educativa.

Mª Luisa Seco Villar

Mª Luisa Seco Villar

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