Los deberes

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“TENDRÉ DEBERES EN PRIMARIA”: Pautas de actuación a los padres para empezar con buen pie y continuar mejor. Deberes:  ¿Qué son?  ¿Para qué sirven? ¿Por qué son importantes?  ¿Dónde hacerlos?  ¿Cuándo hacerlos?  ¿De quién son?  ¿Qué hago si no quiere hacerlos?  ¿Cuál es nuestro rol en los deberes de nuestros hijos?  Conclusión

Mª Luisa Seco Villar


DEBERES ¿QUÉ son?

¿PARA QUÉ?

¿DÓNDE?

¿CUÁL ES EL ROL DE LOS PADRES?

¿QUÉ HAGO si no quiere hacerlos?

¿CUÁNDO?

¿DE QUIÉN?


“TENDRÉ DEBERES EN PRIMARIA”: Pautas de actuación a los padres para empezar con buen pie y continuar mejor. Empezamos Primaria y, a partir de ahora, la jornada escolar no termina cuando cierra el cole sus puertas, sino que viajará a nuestras casas, a través de los deberes, en la mochila de nuestros hijos.

Diferentes estudios han puesto de manifiesto que cuando los padres se implican en las tareas escolares de sus hijos, estos obtienen mejores resultados, repercutiendo positivamente en su progreso escolar y, por consiguiente, en su autoestima.

¿qué significa implicarse, involucrarse en los deberes o tareas escolares de nuestros hijos? Ahora bien,

Voy a intentar responder a esta pregunta, planteando otras preguntas en cuyas respuestas encontraréis pautas de actuación para empezar Primaria con buen pie y, como dice el título, continuar mejor.

 En primer lugar, vamos a plantearnos ¿QUÉ son los deberes? Los deberes son aquellos ejercicios que, como complemento de lo aprendido en clase, han de ser realizados por los alumnos fuera del horario escolar.

Deben entenderse como un compromiso que el niño debe cumplir, sin precisar de la ayuda constante de un adulto que se siente en la silla de al lado.

 En segundo lugar, os podéis preguntar ¿PARA QUÉ sirven?, ¿qué función tienen?, ¿POR QUÉ es importante hacerlos? Pues bien, los deberes cumplen varias funciones o existen varias razones para considerarlos importantes. Entre ellas, destacar las siguientes: 

Contribuyen a fijar lo aprendido, reforzar los aprendizajes realizados, facilitando la adquisición de conocimientos y destrezas iniciadas en la escuela. En ningún caso constituyen nuevos aprendizajes. Por otro lado, los deberes conllevan práctica y


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repetición, por lo cual se presentan como único camino para el dominio y consolidación de lo aprendido. Ayudan a crear hábitos de trabajo, esfuerzo, perseverancia, superación y disciplina. Lo cual será fundamental no sólo en su vida escolar, también en la personal y profesional. Por ello, los deberes están implicados en la construcción de los cimientos de su vida futura. Fortalecen la memoria y la concentración. Favorecen ocasiones para aprender a trabajar de manera autónoma. Los deberes los harán en su casa, ellos solos, solventando por sí mismos las dificultades que vayan encontrando en el camino. Así aprenderán a ser resolutivos, algo muy importante para su futuro.

En la escuela, el niño aprende con la maestra, pero serán los deberes los que le ayudarán a convertirse en un aprendiz independiente, a poner en práctica lo que le enseñaron en el aula, a interiorizar los conocimientos de manera individual. En definitiva, le enseñan a trabajar por su cuenta y a ser responsable de sus tareas. Contribuyen a que el alumno conozca mejor sus fortalezas y sus debilidades, sus puntos fuertes y otros que no son tanto. Ya que si hace los deberes solo y luego en clase los corrige será capaz de identificar no sólo lo que sabe, lo que se le da bien, sino también aquello que no domina y en lo que ha de hacer un mayor hincapié.

 En tercer lugar, vamos a conocer ¿DÓNDE hacerlos?, ¿cuál es el lugar más idóneo? Es un error hacer los deberes en cualquier sitio, con un montón de estímulos distractores. Lo ideal es disponer de un lugar fijo, tranquilo y silencioso, bien iluminado, en el que tenga a mano todo el material de estudio que precise, así como sus útiles y herramientas de trabajo. Y, finalmente, una ubicación en la que no encuentre distracciones (televisión, móvil, videoconsola, ordenador encendido sin ser necesario,..)

El hecho de trabajar siempre en el mismo sitio favorece el hábito de estudio, ayuda a focalizar su atención, concentrándose en las tareas a realizar. De esta manera, rendirá más, aprendiendo de forma más eficaz en menor tiempo.


 En cuarto lugar, los deberes los ubicaremos no sólo en un lugar concreto, también en un tiempo determinado. La pregunta sería: ¿CUÁNDO hacer los deberes? 

Lo ideal es realizarlos siempre a la misma hora todos los días, así se convertirán en un hábito y el “momento deberes” les resultará menos costoso. “Ponerse a hacerlos” les supondrá menos esfuerzo.

El mejor momento es una hora después de volver del cole: tras ese tiempo de juego, distracción y relax. Algo muy importante es que cuanto más tarde se hagan, estarán más cansados, menos motivados, les costará más hacerlos y los resultados serán peores. En ningún caso, hacerlos cerca de la hora de ir a dormir, lo cual es contraproducente debido al cansancio acumulado del día. Tampoco se puede permitir que afronten las tareas escolares agotados ya de actividades extraescolares (natación, fútbol, deporte, inglés, música…), que aun siendo importantes, no pueden ser obsesivas. Se adecuarán a sus intereses e intentaremos que tenga tardes en las que sólo habrá juegos y deberes. Respecto de los deberes del “finde”, los viernes suelen ser los mejores días para hacerlos; ya que los conocimientos adquiridos estarán más frescos y ya no tendremos que preocuparnos de ellos durante ese tiempo de descanso. Una vez elegido el “tiempo deberes” se debe cumplir. En este sentido, los padres deben ser muy firmes, lo cual no significa ser inflexibles, por lo que cabrán algunas excepciones con las consiguientes explicaciones. Esta firmeza en el cumplimiento de un horario evitará que los deberes se conviertan en un motivo de tensión y conflicto en casa, peleándonos con nuestros hijos para que se ponga a hacerlos. Por consiguiente, no pueden protagonizar la regañina de cada día. Con esa postura firme y convincente les haremos saber que primero es el compromiso y luego la diversión. ¡Por favor, empezad ya, luego será muy tarde! El “momento deberes” lo dividiremos en tres tiempos: Se comenzará por una tarea breve y sencilla para ir calentando motores. Continuaremos por las asignaturas más difíciles y menos agradables; pues será cuando tengamos la mente más descansada y despejada, precisamente en el tiempo que más lo necesitamos. Y, finalizaremos con las asignaturas más fáciles; por lo tanto, reservaremos el último tiempo para lo más liviano y entretenido. Si en la familia hay varios hijos, sería conveniente que los tiempos de estudio fuesen simultáneos; pues, de lo contrario, es muy probable que terminen molestándose unos a otros. El momento deberes debe convertirse en una rutina diaria. Incluso el día que no haya, sería interesante reservar ese tiempo o una parte a leer o escribir. Respecto a la cantidad de tiempo que vuestros hijos deben dedicar cada día a los deberes, esta información la podréis conseguir en la primera reunión que tengáis con

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su tutora. Así podréis disponer de una estimación realista sobre el tiempo que precisarán para ejecutarlos. Ahora bien, habrá que tener en cuenta que no todos los niños tienen el mismo ritmo de aprendizaje. Aquellos con más dificultades necesitarán más tiempo. Una vez que conozcamos el tiempo requerido para su ejecución, les aclararemos que una vez transcurrido, no se les permitirá continuar haciéndolos, aunque no hayan sido concluidos. Esta forma de proceder conllevará dos consecuencias: una comunicación oral o escrita a la tutora explicándola el motivo de los deberes incompletos y, por supuesto, la retirada de algún privilegio o actividad interesante para los niños. Y, también, implicará una ventaja, ya que vuestros hijos no estarán con sus tareas varias horas, cuando podrían hacerlas en mucho menos tiempo; y los padres evitarán repetir una y otra vez ¡Haz los deberes!, disminuyendo así las broncas y enfados. En definitiva, el tiempo dedicado a los deberes será limitado, con un principio y un fin.

 En quinto lugar, es importantísimo preguntarse ¿DE QUIÉN son los deberes? Los deberes son propiedad exclusiva de los niños, quienes no aprenderán sin no piensan por sí mismos, si no cometen sus propios errores. El aprendizaje debe estar en sus manos, no en la de sus progenitores.

Los deberes son de los alumnos y deben saber hacerlos: porque los han hecho antes en clase, porque implican repasar lo que previamente se trabajó, porque suponen reflexionar o recordar lo que hicieron y cómo lo hicieron con su maestra. Los deberes son una responsabilidad de vuestros hijos; por lo tanto, ellos deben tener un control sobre las tareas que deben realizar. Para ello, el mejor instrumento es disponer de una AGENDA ESCOLAR en la que anotar tareas a terminar, temas a estudiar, plazos para entregar trabajos o bien días de controles o exámenes. Es bueno habituarles a su uso.

 En sexto lugar, os podríais plantear ¿QUÉ HAGO como padre si mi hijo se resiste, si no quiere hacer los deberes?


Si nuestros hijos rehúsan hacer sus tareas, les explicaremos las consecuencias claras que conllevará el hecho de “no cumplir sus obligaciones y responsabilidades”. Para ello, identificaremos las actividades o privilegios de los que disfrutan todos los días, que perderán si no realizan sus tareas. Esta suspensión temporal de aquello que más les atrae, gusta e interesa se realizará con firmeza y sin enfados. Y, procederemos así de forma sistemática, es decir, siempre que no cumpla sus responsabilidades. Otra cosa importante es el hecho de que si vuestros hijos no hacen los deberes, vosotros no debéis justificar su comportamiento con falsas excusas, a través de una nota informativa en su agenda. Si actuaseis así, lo único que estáis consiguiendo es convertir a vuestros hijos en vagos irresponsables y empezar por menoscabar su futuro, porque ocurrirá lo mismo a lo largo de sus estudios y, posiblemente, también en su vida profesional.

 En séptimo y último lugar y, de forma obligatoria, habría que plantearse ¿CUÁL es nuestro papel, NUESTRO ROL como padres en los deberes de nuestros hijos?

Los padres no han de ejercer de profesores y, por supuesto, no les harán los deberes. Alguien dijo que su papel era similar al de un entrenador, quien no corre con el jugador, ni ha de comer las mismas calorías, ni sufrir sus lesiones. Su función es organizar y asesorar con el objetivo de mejorar rendimiento. Implicarse, involucrarse no puede significar hacerles los deberes. Realizarles las tareas escolares ni aumenta su capacidad de trabajo, ni su disciplina, ni les hace aprender nada nuevo. Su rol es: hacer sugerencias, darles indicaciones que les orienten; estar disponibles cuando así lo requieran; animarles a establecer tiempos mínimos y máximos de ejecución, siempre a la misma hora y en el mismo sitio, es decir, generar la atmósfera y el escenario adecuados; asegurarse de que hacen su trabajo, de que cumplen con sus tareas; motivarles, dar sentido en el mundo real a aquello que está estudiando; inculcarles desde el hogar el afán por aprender, y despertar su interés por el estudio; mostrarles que cada actividad tiene su momento y en cada una hay que implicarse al máximo –un gran aprendizajeTenéis que interesaros por las cosas de vuestros hijos, una de ellas son los deberes. Preguntadles sobre lo aprendido cada día, pedidles que os muestren


los deberes encomendados. Así estaréis demostrándoles que os interesan y, además, de ese modo, mantendréis un puente, un vínculo constante con la escuela. No debéis sentaros en una silla al lado de vuestros hijos, porque les estaréis transmitiendo mensajes negativos del tipo: “No sabes hacerlos solo”, “Tranquilo que yo me ocupo”.

Revisad, pero no corregir sus deberes. Supervisad que el trabajo esté completo, no que esté correcto. Si los corregís estáis engañando al profe sobre el rendimiento de uno de sus alumnos. Es mejor que su maestro sepa que no sabe hacerlos, que llevarlos hechos, pero sin dominar la tarea. La finalidad de los deberes no es entregarlos perfectos, si realmente no se puede o no se sabe hacerlos. Revisando su trabajo también les estamos diciendo que nos interesamos por sus cosas y que realmente nos importan. Dadles un buen modelo. Los niños son más proclives a seguir el ejemplo de sus padres que sus consejos. Y, les estáis dando un buen ejemplo simplemente haciendo vuestros propios deberes –revisión de facturas, lectura del correo o de un libro, dedicación a una tarea doméstica,…- mientras vuestros hijos realizan los suyos. Esto constituirá una excelente motivación, porque los pequeños siempre intentan parecerse a los mayores e imitarlos. No caigáis en la trampa cuando dicen de manera continua “No lo entiendo”, para que les digáis las respuestas u os responsabilicéis de sus deberes. Ante eso, no les leáis las instrucciones, ni les expliquéis lo que tienen que hacer. Tendrán que esforzarse por entender lo que se les pide o buscar una forma de solucionar por sí mismos sus tareas. Si caéis en la trampa, estaréis propiciando actitudes dependientes y transmitiéndoles la idea de que son incapaces de hacerlos ellos solos. Estaremos creando un mal hábito, acostumbrándoles a hacer los deberes acompañados, generando una dependencia del adulto. Y ¡cuidado! no sólo serán incapaces de afrontar los deberes, sino también serán incapaces de hacer frente a cualquier dificultad o situación nueva que vayan encontrándose en su camino, incluso en su vida adulta. Además de establecer un mal hábito, están recibiendo una atención exclusiva de sus padres, lo cual para ellos será reforzante; por consiguiente, esta conducta dependiente e inadecuada se repetirá y mantendrá en el tiempo. Los padres debéis ayudarles a crecer y madurar, siendo progresivamente más autónomos en las tareas que en cada momento tocan, y concretamente ahora, en la de afrontar los deberes por sí mismos sin la dependencia de un adulto.


Si se atascan constantemente en los deberes, debéis hablar con su tutora; ya que probablemente esté teniendo dificultades de algún tipo en las clases, como: falta de concentración o problemas para comprender las explicaciones.

Debéis explicarles que nada que realmente merezca la pena se consigue sin esfuerzo y que, por ello, es necesario seguir trabajando después de clase. Tenéis que recordarles que es preciso practicar mucho con los conocimientos que aprenden día a día, para llegar a poder dominarlos con facilidad. Decidles que los deberes implican esfuerzo, pero están preparándoles para la vida, y en sus vidas futuras tendrán mucho trabajo y se deberán esforzar al máximo. Fomentar el uso de la agenda escolar como herramienta de planificación y control de sus tareas. ¡Nuestra memoria es limitada y nos puede jugar una mala pasada!

Y, finalmente, algo realmente relevante, es que no olvidéis elogiar su trabajo autónomo, sus esfuerzos, sus logros académicos. Y, aunque los deberes formen parte de sus obligaciones, eso no significa que no merezcan un reconocimiento por vuestra parte. Reforzarles, decidles, de vez en cuando, lo bien que están trabajando, lo limpio que tienen sus cuadernos, lo contentos que estáis con sus esfuerzos. Esto será la mejor vía para que estén más motivados, se sientan orgullosos de su trabajo y con ganas de repetir, de seguir por el mismo camino.


CONCLUSIÓN: Los deberes promueven el desarrollo de habilidades como la organización, la precisión, la disciplina, el compromiso y la responsabilidad. Habilidades que serán de gran utilidad en su vida adulta. Por ese motivo y otras muchas razones ya expuestas “NO LE HAGÁIS LOS DEBERES”. Vuestros hijos os lo agradecerán en un futuro.

Espero que estas pautas os ayuden en vuestra labor educativa.

Mª Luisa Seco Villar


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