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Corte del director
Etgar Keret
Para Jess
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Maček Smolansky era un cineasta, empresario y filósofo. Pero, sobre todo, era un perfeccionista. Por ello nadie se sorprendió particularmente cuando anunció que su nueva película, Vida, sería rodada con tres cámaras y se correspondería, minuto a minuto, con la duración de una vida humana. La filmación comenzó con el nacimiento de Mateusz Krotoczowski, el introvertido protagonista de la película, y duró setenta y tres años. En el plató, durante la escena final en que Mateusz se cuelga en el sótano tras ser diagnosticado con un cáncer de próstata avanzado, todo el equipo lloró. Ni siquiera el desesperado intento del sonidista por silenciarlos pudo contener las lágrimas.
La post-producción se llevó cientocatorce años. Maček murió de vejez pocos meses después de que comenzara. La edición de sonido continuó durante otros noventa y seis años y aun así, cuando la película fue lanzada, hubo muchas quejas en redes sociales de que se escuchaba apresurada y presentaba fallos.
Todos los principales críticos fueron invitados a la première, y los pocos boletos disponibles para el público en general se vendieron en el mercado negro a precios exorbitantes. El filme, como se había prometido, duraba setenta y tres años. Cuando aparecieron los créditos finales y se encendieron las luces, los ujieres se dieron cuenta de que, salvo por un asistente, el resto del público había muerto. La mayoría exudaba un hedor considerable. Entre los cuerpos en descomposición se sentaba el único espectador sobreviviente, desnudo, calvo y llorando como un bebé. Cuando finalmente recobró la compostura, se enjugó las lágrimas, se levantó, y caminó con calma por el pasillo.
Este hombre avejentado era el hijo de una famosa crítica cinematográfica, que ni siquiera sabía que estaba embarazada cuando se sentó a ver la película. Su hijo nació a los ocho meses de la proyección y creció en el cine oscuro, cautivado por la pantalla. Cuando abrió las puertas y salió a la calle, quedó cegado por el sol. Decenas de reporteros que esperaban fuera del cine lo asediaron con micrófonos y le preguntaron lo que pensaba de la película. «¿Película?», tartamudeó, parpadeando ante la luz del sol. Todo ese tiempo había pensado que eso era la vida.
Traducción de Eduardo Rabasa