KY magazine 011

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Título: Fuck la mode / Acrílico y óleo sobre tela 100 x 100 cm.


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Primera KY

Diciembre me gustó pa´que regales En la KY no nos terminamos de poner de acuerdo en si es más bonito regalar o que nos regalen. Y como ya es diciembre y no se trata sino de llegar a acuerdos sin necesidad de violencia, pues decidimos que sí, que hay que regalar. No se trata de hacer grandes regalos tampoco, que los tiempos no están para eso. Dejemos los grandes regalos para los grandes cumpleaños (cuando se cumplen 50 ó 60, por ejemplo) o para los grandes sucesos (bodas y ese tipo de cosas que cada vez se usan menos) y mejor pensemos en detalles más que en regalos. Seguramente a todos nos ha sucedido que hemos sido más felices con regalos que no eran costosos y sí muy significativos. A mí, por ejemplo, no se me olvida que me cuentan que en una Navidad me compraron una cantidad indiscriminada de juguetes costosísimos y por ahí, perdido en el cúmulo de regalos, estaba un trenecito de madera sin mayor chiste. Efectivamente: dicen que no pelé los regalos deslumbrantes y carísimos, pero el tren de madera no lo solté en meses. Todos tenemos o conocemos una historia así, ¿no es cierto? Pues bien, en KY decidimos invitarte a que regales algo, no importa que sea pequeño o barato, pero sí muy significativo. Y como queremos darte una manita con eso, nos pusimos a hacer un buen scouting, a preguntar por aquí y por allá, sobre todo con la consigna de “¿qué te gustaría que te regalaran?”. Y nos salió toda este puño de recomendaciones en donde hay de todo y para todos los gustos, así como para todos los bolsillos. ¡Pero anden, hay que regalar!, aunque sea algo pequeño (conste que nosotros empezamos ya desde febrero: regalamos la KY desde entonces y lo seguiremos haciendo,

mientras la sigas prefiriendo) (¡Uy!, nos salió como un tipo homenaje a Don Vicente: “mientras usted no deje de preferirnos, nosotros no dejaremos de regalar”), pero hay que regalar: sirve que a quien le regalemos lo haremos feliz un rato. Y quién quita que sea un muy buen rato, así que se extienda hasta el otro año, suena lejos, pero ya está aquí, cerquita, cerquita. Otro regalo es el que nos hace nuestra amiga MarieFred Dupré, quien siempre inquieta, se lanza a cada rato con su cámara a captar todo lo que se le pone enfrente y llama su atención. Una de esas cosas que le gustan es el arte urbano. Y encontró, en Santa Anita, una colección que ahora nos comparte, de imágenes sobre la Virgen de Guadalupe. Desde hace meses nos la había ya propuesto: doce imágenes de doce vírgenes, a propósito del día doce del mes doce. Ahí están. Recomendamos también no sólo leer la entrevista con Fernando Cisneros, sino darse una vuelta por su galería y no perderle la pista, pues seguramente dará mucho de qué hablar con su trabajo. Y, además, les sugerimos visitar el único té-bar de la ciudad: el Porcelain, un lugar casi escondido en la zona de Chapultepec, acogedor y encantador. Y, sin querer caer en lo de todo mundo, todos los finales de año, desde la KY lo que queremos decirles es que estamos muy agradecidos de que hayan hecho a la KY como suya (¡porque es suya!) y que en 2010 prometemos entregarles una mejor KY. Y que el final de este año y el principio del nuevo sean los mejores de sus vidas. ¡Aquí nos vemos el próximo año!


Colaboradores

www.kymagazine.com.mx

Elías Antonio Mejor conocido como Eliant es un artista plástico egresado de la Licenciatura en Arte Visuales con orientación en pintura, de la Universidad de Guadalajara. Cuenta con una gran experiencia en el campo de la plástica, pero ahora sus intereses brincan a las áreas de la gráfica y la ilustración. Manejando técnicas como el acrílico y el óleo y combinándolas con técnicas digitales es como crea sus nuevas obras. http://eelliiaanntt.blogspot.com/

Marie-Fred Dupré Nació en Angulema, capital francesa de la historieta, lo que es un golpe de suerte para una ilustradora. Llegó a México en febrero de 2000 tras vivir diez años en Inglaterra en donde se post-graduó. Intercambió el invierno sin fin por el sol todo el año; y también la libertad de trabajar, por la de ser dependiente económico de su esposo, como lo estipula su FM2, inútil. Por lo mismo, se considera ama de casa y turista eterna, con paladar y ojo entrenados y con un gusto exacerbado para la contracultura.

Rafael Torres Meyer El Castor, le dicen en las altas esferas bienpensantes de Puerto Vallarta. Incansable lector, prolíficio escritor y agudo reportero, anda siempre en busca problemas, aunque no necesariamente con solución. Es ecléctico el señor: de hippie irredento, a director de biblioteca, y un paso luminoso tras la barra de una cantina de culto vallartense. Cree en la existencia de las nutrias del Cuale. Vive en Nayarit. Su cumpleaños es el mismo día que el de su padre y el de su hijo.

Roberto Zamarripa Habita en la polaridad y maquila mentiras por placer. Alimenta sus días de páginas, pinceles, amuletos y escotes profundos. Brujo de profesión.

www.kymagazine.com.mx Director Editorial David Izazaga Márquez dizazaga@kymagazine.com.mx

Portada: Alvar Ramos Colaboradores: José Israel Carranza, Leslie Martín, Alfonso Cadena, Nacho Cadena, Federico Barón, Jonathan Lomelí, Cristian Mejía Ramírez, Ana Cinthya Uribe, Hugo Hernández, Paco Castro, Miriam Ramos, Ricardo Luévanos, Ilsem Yaremy González de Alba, Erandini Aparicio, Sergio Saucedo, Sergio Rodea, Mariño González, Adrián de Galo, Quetzal Cárdenas, Diana Martín, Jonás Acosta, Magaly Ruiz, Victor Sprint Nova, Azzem, René Córdova, Mario Ruiz, Martín Mora, Ulises Rodríguez, Gabriel Anguiano, Alfredo Rodríguez, Karen Puente, Damián Trejo, Eva Cabrera, Carlos Alberto Salgado Chablé, Ulises Arreola, Elizabeth Martínez, Jerónimo Escudero, Marcos Gallegos, Carlos López de Alba, Dolores Díaz, Verónica Nieva, Manuel Ramos, Eric Barajas, César Chávez, Gloria Pérez, Shantal Contreras, Alejandro Meza, Alejandro Fournier, Ricardo Ruiz, Carlos Aroche, Franky Álvarez Maxemin, Bruno de Loera, Knito, Fabricio Jiménez, José Soto, Rafael Torres Meyer, Pablo Villalpando, Selene Rojas, Cariño Tavera, Lis Casillas, Gaby Becerra, Marina Costanzo, Marie-Fred Dupré, Tonatiuh Figueroa, Carolina López, Iván Vázquez. KY magazine, revista mensual de distribución gratuita. Año 1, número 11, diciembre de 2009. Editor responsable: David Izazaga (dizazaga@kymagazine.com.mx). KY magazine es una publicación independiente. Impresa en Prometeo Editores S.A. de C.V.: calle Libertad No. 1457, colonia Americana, C.P. 44160, Guadalajara, Jalisco, México. Tel. 38-26-27-26. Tiraje: 10 mil ejemplares. Número de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: en trámite. Número de certificado de Licitud de Título: en trámite. Número de certificado de Licitud de Contenido: en trámite. El contenido de los artículos es reponsabilidad de quienes los escriben, no necesariamente reflejan el punto de vista de la publicación. Los derechos de reproducción de los textos e imágenes, así como el nombre aquí publicados, están reservados por KY magazine. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido, imágenes y fotografías, por cualquier medio físico o electrónico sin previa autorización por escrito del editor. Todos los derechos reservados. “ XXXX ”

Director Creativo Alvar Ramos Martínez alvar@kymagazine.com.mx Editor Juan Levid Lázaro levid@kymagazine.com.mx Redacción Federico Barón Silvio Nava Corrección Gloria J. Martínez Güitrón Fotografía Natalia Fregoso natalia@kymagazine.com.mx Abraham Pérez abraham@kymagazine.com.mx Director Comercial Carolina Lerma Martínez direccion.comercial@kymagazine.com.mx Consejo Editorial Martín Mora, José Luis Coronado, Javier Audirac, Jorge González Arce, Mariño González, Sergio Rodea, Mak Gutiérrez, Gloria Pérez.


Placeres

txt: Federico Barón img: Leslie Martín

Hongos portobello, carne de los dioses

En la secundaria tenía una amiga a la que le gustaban mucho los hongos, estéticamente hablando. Es decir: le encantaban aquellos que decía: “parecen personitas”. Y no dudaba, incluso, en “hurtarlos” de la cocina, lavarlos bien y colocarlos en su cómoda, junto a sus peluches predilectos. No tengo idea de qué hacía cuando se le marchitaban o incluso cuando se le llegaban a pudrir. Yo siempre los vi muy frescos, como del día. Tampoco tengo idea de qué fin tuvo su relación con los mismos, pues no volví a saber de ella. Lo que sí recuerdo es que en varias ocasiones la soñé, jugando con sus “personitas”. Fantasía que me fue alimentada también por la película de Disney del mismo nombre, en la que salían unos honguitos bailando, como ¡personitas!, una danza vestidos como orientales. Otra cosa es que en este mundo hay tanta variedad de hongos como de personas. Pero entre todos, muy probablemente mis preferidos son los portobello. Esta variedad, cultivada originalmente en Estados Unidos, tiene la característica de poseer un sabor mucho más fuerte que cualquiera de las variedades comunes de hongos, derivadas del conocido como “champiñón de París”, que es el típico honguito que venden en todos los supermercados. El portobello es un hongo de alcurnia, no sólo con mayor sabor, sino que su cabeza (o sombrero, como le llaman los chefs) es más grande, posee un color marrón oscuro y llega a empatar mucho más rápidamente con esa creencia cercana a la realidad de que es el sustituto perfecto de la carne. Al

menos en eso coinciden los vegetarianos. A mí por lo menos, sí me late más que cuando me den un platillo con “carne” en un restaurante vegetariano, sea a base de hongos portobello, y no con soya, que luego luego sabe a engaño. Pues bien, hay muchas formas de preparar los hongos portobello, pero el lugar donde mejor los preparan en esta ciudad es un restaurante de comida marroquí, ubicado en la colonia Americana (Lerdo de Tejada 2069, entre Chapultepec y Marsella), que se llama Al-Khaima. La presentación ya de por si es más que apetitosa, y cuando uno toma el tenedor para partir un trozo del hongo, la salivación no resiste más. Adentro de la boca se experimentan los primeros sabores del condimentado exacto, de la cocción perfecta, que permiten, en un segundo momento, disfrutar del sabor propio del rey de los hongos. Unos portobello son garantía, pero bien cocinados resultan ser un manjar de dioses. Los portobello del Al-Khaima son un platillo que se encuentra dentro de las entradas, aunque sin mucha hambre puede satisfacer tranquilamente la porción que correspondería a una cena. Lo mejor de todo es eso: que se trata, además, de un platillo con muy bajas calorías, de manera que sin remordimiento se vale repetir. Y si encima este platillazo se puede degustar en un lugar tan cómodo y amigable como el Al-Khaima, con un ambiente inigualable y compañía agradable, ¿qué más se puede pedir? Pues otros portobello.


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Contenidos Las cosas que le cambiaron la cara a la ciudad ¿Un regalito? Espíritu Cyborg: Darnos antes de dar La resaca de la victoria Jetlag: Bestiario Navideño Té para... Disco Roboto: El arte fantasmagórico de Mark Dean Veca El cuadrado soy yo Excipiente: Cañas Dios Ameba: Diario de un profesor amateur 31 de Octubre de 2009 Animatic: Mi amigo Rigo Doce para el 12 del 12 Moda Post Cómics

img: Alvar Ramos


Las cosas que le cambiaron la cara a la ciudad

Los caballos que huyeron de San Juan de Dios txt: David Izazaga img: Abraham Pérez

¿Puede una escultura cambiarle la cara a un cruce emblemático de la ciudad? Sí, definitivamente. Y más cuando se trata de catorce caballos que huyen desbocadamente hacia sabrá Dios dónde.

en fase de delirio cuando se dio cuenta que los caballos ya se habían ido.

Esta escultura en gran movimiento de Jorge de la Peña no fue, como muchos creen, puesta ahí, en el montículo sur de la glorieta de Niños Héroes y López Mateos desde su creación. Fue colocada originalmente en 1981 en San Juan de Dios, a un costado del Hospicio Cabañas, por la calle de Dionisio Rodríguez, justo donde hace muchos muchos años se encontraba la Plaza de Toros El Progreso.

Y amanecieron donde hoy reposan (reposan es un decir: siempre están ajetreados, como arriados, como en fuga constante, la crin crispada, relinchando algunos incluso). Lo curioso es lo que ha pasado desde que los pusieron ahí: mientras donde estaban sigue estando un enrejado, un montículo de pasto y sólo su recuerdo, hoy La Estampida en la glorieta de Niños Héroes y López Mateos se ha convertido en uno de los sets más concurridos de la ciudad, no sólo por turistas, sino que las quinceañeras y recién casados no dejan de irse a tomar la foto y es cosa de ver, sobre todo los sábados, a la gente corriendo para llegar con los caballos y evitar que un minibús los termine arrollando en el día más feliz de su vida.

¿Por qué un buen día de diciembre de 1997 (mes y año en el que, por cierto, nevó en Guadalajara) (dato que, por cierto, no viene al caso) la columna de caballos fue llevada, de súbito a donde hoy permanece? ¿Acaso por que pasaba desapercibida donde estaba? ¿La quisieron hacer itinerante? ¿Algún capricho de un político? El caso es que, según cuenta Porfirio Meza, vendedor de la zona de San Juan de Dios, su compadre Pedro Santos se llevó el susto de su vida cuando, luego de una borrachera se quedó dormido en una de las bancas frente a donde estaba la escultura y cuando despertó creyó que estaba entrando

Y sí: se fueron.

Y mientras los fotógrafos hacen lo suyo, acomodando a su gusto a los recién casados y haciéndole cosquillas a las quinceañeras, los caballos parecen posar para las cámaras. El ruido de los autos pasando a toda velocidad a unos cuantos metros no permite escuchar ni los resoplos ni los relinchos.



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Espíritu Cyborg

Darnos antes de dar Si tienes la capacidad de tomarte un café contigo frecuentemente, de platicarte, de entenderte y de enterarte qué cosa es lo que te gusta hacer y experimentar mientras vives, entonces podrás apreciar de una forma distinta los regalos materiales que llegan a ti. Para dar algo, primero tenemos que tener, sin apegarse, sin esclavizarse, tener es celebrar la vida, tener para disfrutar sólo o acompañado lo que la ciencia y tecnología nos ofrecen sin que perdamos nuestra esencia, ese es un buen paso para disfrutar lo que tenemos antes de dar algo a alguien. Dar es extendernos, es llegar hasta el corazón del otro, y si no sabes celebrar con tu propio corazón es preferible no dar; demos cuando estemos seguros de lo que nosotros somos y queremos ofrecer, dar por dar no funciona, no es importante, no es significativo. No recuerdo a alguien que pueda hacer lo que describí en los párrafos anteriores pero algo tenía que decir antes de presentarles algunos juguetes que nos pueden arrancar sonrisas materialistas mientras los usamos, iniciemos pues:

Para ti Capturar imágenes ha sido una necesidad humana desde siempre, ayudar a la memoria a retener momentos es una práctica común entre nosotros ahora con más frecuencia desde que los teléfonos celulares hacen tomas fotográficas. Sin embargo tomar fotos con estilo demandan necesariamente hablar de la edición limitada de la marca “Leica” en su versión M8 en color blanco total. Útil por sus capacidades técnicas pero muy atractiva por su presentación sexy y única, un gran regalo que darnos, probablemente inicies una carrera de fotógrafo, quién sabe, hay que intentarlo. http://en.leica-camera.com/home/


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Los cables siempre han sido una molestia tecnológica, hoy en muchos casos innecesaria. Si lo que quieres es transimitir sin cables la música de tu pc a una bocina que dé fuerza a las producciones musicales de tu audioteca, puedes regalarte el sistema “Sound Link®” de Bose, sólo insertas a tu computadora la llave USB y sin software ni descargas, de inmedato transmites la música que se te pegue la gana desde tu cuarto a la cocina o viceversa, el orden no importa.

Si soñaste hablar con alguien desde tu reloj de pulsera cuando eras niño puedes regalarte el reloj diseñado y producido por LG denominado “LG watch phone”, además de tener un estilo propio de algún investigador privado que protege a la humanidad de los extraterrestres o de villanos globles, puedes hablar por teléfono, hacer video llamadas, reproducir música y hacerlo funcionar con comandos de voz. Regalo increíble para el superhéroe que llevamos dentro.

Para todos

Nadie puede evitar intentar cantar las rolas ochenteras cuando las escucha, por esta razón se ha creado “Lucky Voice Party Box”, que consta de un micro, una mezcladora y listo, ya tienes la fiesta navideña al 50% la otra mitad la pones tú. La mezcladora está diseñada para conectarse a tu PC ya que al conectarte a luckyvoice.com y capturando la clave que viene en tu caja puedes crear tus propias listas de reproducción con más de 6,000 rolitas gratis por un mes y luego sólo pagas las que desees. http://www.luckyvoice.com/

No olvides un buen libro y un buen café, eso es diario y sé que esos dispositivos ya se encuentran en tu casa, sólo destapar y disfrutar.

Para jugar y mover el bote frente a la tele sin tener que seguir clases de aerobics con pésimo doblaje, puedes regalar o regalarte el nuevo super mario bros para wii, movido, intenso y con un diseño de arte al estilo cómic. Lo único que no es tan grato es que secuestran a la Princesa Peach en su cumpleaños, (no, no es una versión exclusiva para México, así está diseñado el juego), pero cuando olvidas eso y empiezas a mover los controles para lograr tu objetivo entras en un nuevo mundo del que difícilmente querrás salir. Requisito: los cuatro jugadores tienen que estar empijamados y despeinados, así como salen de su cama después de una noche navideña, verlos brincar con su disfraz es más divertido.

Buena salud mental para todos este 2010, celebremos la vida.


La resaca de la victoria txt: Rafael Torres Meyer img: Isis Eglé

Llegar a Bowling Green, el parque más antiguo de Nueva York, y encontrar una imagen muy similar a las que se presentan en marzo, durante las nevadas, sorprende mucho a la mitad del otoño, cuando todavía se puede andar apenas con un suéter y bufanda por la ciudad que nunca duerme. Pero el blanco que cubre esta vez la superficie del jardín y las copas de sus árboles no procede de la nieve, sino de la enorme cantidad de papel que ha caído de los rascacielos a lo largo del trayecto que los periódicos locales han bautizado como El Cañón de los Héroes; un paseo que comienza en Battery Park (desde donde salen las embarcaciones repletas de fotógrafos amateurs rumbo a la Estatua de la Libertad) y culmina frente a el City Hall (donde ahora despacha como alcalde un débil visual). La escena sin duda es bizarra. En el cielo aún revolotean largas tiras de papel reciclado que exhiben los estados financieros de alguna firma bancaria, cayendo cual inmensos copos de nieve sobre lo más bajo de Manhattan, lo que es conocido como el centro de La Ciudad. La imagen, aunque no

es frecuente, tampoco es desconocida para los neoyorquinos. Hace nueve años que no la vivían. Es la resaca de la victoria, el trayecto por el que desfilan los grandes héroes, el rooster completo de los Yankees, cada vez que alcanzan la victoria en una Serie Mundial. Hoy ahí se respira la resaca de la victoria, el lodo que queda tras la celebración. El intenso movimiento es apenas el indispensable para limpiar el Cañón de los Héroes: un ejército de intendentes trabaja con maquinaria ultramoderna, custodiado por legiones de policías hastiados de una tolerancia a la que no están acostumbrados. Y a pesar de todo, sonríen; es hora del festejo. Pero la preparación de la ficticia nevada comienza muchas horas antes de tener delante este paisaje. Incluso días antes de que se logre vencer con abrumadora solvencia a los vecinos de Filadelfia. Es el viernes de la victoria, dos días después de que Mariano Riviera sacó el último out, el que lo consagra como el mejor pitcher cerrador de todos los tiempos. Son las cinco


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de la mañana y, aunque a lo largo de la trayectoria del desfile hay ya fanáticos pernoctando para garantizar ver a sus ídolos, son las imágenes de un convoy de vehículos de carga pesada lo que acapara la atención de los medios de comunicación. Una tonelada de papel reutilizado, cortado en tiras de una pulgada de espesor, se reparte en 20 de los 32 edificios que existen a lo largo de la ruta de desfile y que han aceptado previamente la entrega. Pero algunos de los porteros de los otros doce edificios están extasiados con el triunfo de los beisbolistas y bien ignoran las negativas de sus administradores aceptando un poco del papel, según se aprecia en algunas ediciones matutinas. Es apenas esa una minúscula contribución al tiradero, porque las autoridades sanitarias esperan que Manhattan todo se cubra con un aproximado de 35 toneladas de papel; la mayor parte en las calles más céntricas de la isla. El dato se basa en lo que han recogido el miércoles anterior, tras el partido, en las

inmediaciones del estadio, a todo lo largo del Bronx e incluso en Washington Heights, una colonia donde dominicanos y poblanos celebran como si fueran neoyorquinos de toda la vida. “Si puedes enseñar a un hombre a hacer confeti, tendrá toda la vida. Si en cambio le das todo el confeti, lo arrojará por la ventana”, dice en la edición posterior de The New Yorker Steven Josefsberg, vicepresidente de operaciones de la Alianza por el Centro de Nueva York, parodiando la parábola de los pescadores. Seis horas más tarde la ciudad es pura alegría. Los vagones del metro hacia la parte baja de la isla van repletos de aficionados que visten los uniformes de sus ídolos. Hace dos años, las camisetas del novato Joba Chamberlain eran las más numerosas; ahora son los veteranos quienes tienen más seguidores. Los Rivera y los Jeter se reproducen como hormigas en los vagones desvencijados, caminan apresuradamente entre los azulejos de las estaciones, suben las escaleras rumbo a las calles del


barrio chino sólo para ver la luz y darse cuenta de que ahí hay más clones de los jugadores. Montones de clones. A las once de la mañana el desfile ha comenzado, pero miles de aficionados todavía buscan la forma de llegar a la orilla de la ruta, no importa en qué punto. Yo voy entre ellos, buscando mi camiseta; pero los piratas sólo llevan extragrandes y en un país de gigantes luzco como el enano Tontín enfundado en la franela azul marino. Llegar a la ruta del desfile es imposible. En Broadway y White parece que alcanzamos por fin la valla; y lo hacemos. Nos abalanzamos con cierta extrañeza, porque no es sino hasta Worth, tres cuadras más adelante, que los héroes doblarían hacia el City Hall. Entre las cabezas sólo se alcanza a ver que la valla es para impedir una muchedumbre mayor en la ruta del desfile. Hay otra igual en Franklin y también en Leonard, la gente sube a los semáforos y trepa a los edificios apenas para ver la nevada artificial, la de papel, que indica que los héroes ya han pasado. Por un callejón al este de Broadway logramos avanzar una cuadra más, hacia Franklin. La algarabía

contagia y aunque no se ve nada, cualquiera se siente feliz; “aunque le vaya a los Mets”, dice un inoportuno ataviado en azul añil y anaranjado, quien es objeto de miradas furiosas. Luego de vuelta a caminar hacia el oeste, porque las voces dicen que por Church se puede cruzar Franklin. El sonido de las bandas escolares anima a cualquiera, pero mucho más cuando se puede atisbar por Leonard el andar de policías en falda escocesa y haciendo sonar sus gaitas. Es el final del recorrido, ese al que nunca llegan los héroes porque se quedan para ser laureados en un estrado. No hay más a donde ir, para poder ver a los Yankees habría que ser uno de los otros héroes, los que pasaron una noche por debajo de los cero grados centígrados apartando su lugar en las calles. Tres horas después de los festejos estoy frente a Bowling Green, por segunda ocasión en mi vida. No es igual, la imagen que yo guardo es la de estalactitas de hielo surgiendo de las ramas despelucadas de sus árboles. Ahora sólo encuentro basura.



Jetlag

Bestiario Navideño

txt: Cinthya Uribe img: Carlos Aroche

Casi para cualquier mexicano sería una herida en su orgullo nacional saber que la longitud de nuestro “Guadalupe-Reyes” no supera a otros maratones navideños en el resto del mundo. Por lo menos en el mundo occidental. Todos organizados más o menos alrededor de las tradiciones católicas, algunos ganan un poco en extensión y además en cantidad de figuras festivas.

Después de esta primera festividad, se da carta blanca para las cenas empresariales o de amigos: nada de disfrazarlas de “posadas”. Cenas y punto, pero con la obligación sobreentendida a los jefes – a riesgo de parecer verdaderos Grinchs – de por lo menos pagar una cena decente y hacer algún regalo “correcto” a los asistentes. ¿El clásico? La rifa de una pierna de jamón de primera calidad.

Los primeros en el recuento son los españoles. Hay una entidad “no oficial” que es la que define el día en el que comienzan las compras, los arbolitos y la locura navideña: El Corte Inglés. La tienda departamental es oficialmente la primera en encender arbolitos y luces en incontables ciudades de España – detrás de quien actúan todos los ayuntamientos encendiendo la iluminación pública. Tan orgullosos están de su influencia que desde hace años continúan con la misma campaña navideña: el slogan es “Ya es Navidad en el Corte Inglés”. Se puede afirmar que son los que dan oficialmente el pistoletazo de salida para que la gente comience a comer turrones, a comprar con desesperación y a desear que su número de la lotería sea el premiado.

La tradición de los Nacimientos – conocidos como belenes – está extendida por todo el territorio español. Se ponen mercadillos de navidad a donde la gente va a comprar los nacimientos, los arbolitos frescos, muérdago y otros elementos clásicos por región. Por ejemplo, en Catalunya, la tradición no es poner en el nacimiento un diablo como en México, sino a alguien, en una esquina, que está defecando: el famoso caganer. Aunque inicialmente se trataba de un pastorcillo cualquiera – que se suponía fertilizaba la tierra para el siguiente año - , ahora se hacen en múltiples formas y hay incluso una encuesta para saber cuál va a ser el caganer más vendido del año: por lo general, un personaje de la vida pública cuya actuación aquel año no haya sido particularmente brillante.

El calendario español de días festivos - extendido exponencialmente por múltiples fiestas religiosas y cívicas - comienza con un puente clásico llamado de la Constitución o de la Inmaculada en lo que para los tapatíos sería el aftermath de la FIL. La Constitución se celebra el 6 de diciembre y la Inmaculada Concepción el día 8, lo que construye una primera oportunidad de pre-vacación o de compras. Desde mediados de octubre, las agencias de viajes comienzan a ofrecer los múltiples paquetes de viajes prenavideños.

La escatología navideña no termina ahí. Paseando por la Feria de Santa Llúcia (Lucía) – la Feria Navideña, que se instala en la Plaza frente a catedral el día 13 de diciembre en la región de Barcelona – se encuentran un montón de troncos con ojos, boca y gorrito rojo. Son el “Tiò” de Navidad. El tronco se lleva a casa, se instala junto al Belén, y desde su llegada se le cubre con una mantita para que no tenga frío. El día de Navidad, los niños cantan canciones especiales, mientras le dan de golpes para que, literalmente, cague


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regalos. No se trata de regalos grandes, sino de dulces como los turrones. Su origen se supone en una variación del árbol de Navidad o en los troncos que se encendían en casa para dar calor y bienestar a las familias. Otra figura con orígenes y momentos de celebración variado es la base de Santa Clós. El día de San Nicolás – 6 de diciembre – sigue siendo el día de los regalos para los niños en países como Luxemburgo, Bélgica y Holanda. Sin embargo, el Sinterklaas holandés no viene del Polo Norte ni tiene enanos por ayudantes. Sinterklaas viaja procedente de España, donde tiene una escuela para niños moros (todos ellos llamados “El Negro Pedro”) que se educan para ser ayudantes en la distribución de los regalos. Sinterklaas y los múltiples Pedros se instalan en los Países Bajos desde mediados de Noviembre. En cada pueblo se hace una fiesta para recibirlo y después él hace un recorrido por escuelas, centros comerciales, hospitales y todos los sitios donde pueda haber niños para recoger sus cartas. La víspera del día 6, se dejan zapatos junto a la chimenea. En el caso de los mayores, ese día se intercambian regalos y poemas bromistas – un poco a manera de Calaveras. Y la razón de que Pedro sea negro no sólo es su origen moro: es también que sube y baja constantemente de las chimeneas para dejar los regalos. Nada de Santa Closes con inmaculadas barbas blancas. El día de Navidad prácticamente en todas las casas vuelve a haber regalos, tanto en los Países Bajos como en España o en Italia. En España se esperan los días alrededor de Navidad con ansia por la Lotería – el bote más grande del

año. Crisis o no crisis, prácticamente toda la gente participa en el sorteo (el 84%, según un estudio hecho el año pasado por el Gabinete de Análisis Demográfico). Lo curioso son las razones para hacerlo: se trata de una especie de Niño Dios para los adultos, pero con un punto de envidia. Usualmente, en una oficina se compra un número – una especie de “vaquita” - que se reparte entre todos. La razón de una gran mayoría de la gente para participar es que si los otros se la ganan, no saben cómo soportarían ellos tener que verles las caras al otro día en el trabajo. El maratón navideño cierra casi en todos lados el 6 de enero. En España e Italia es el día “fuerte” de los regalos para los niños: para los españoles, de la mano de los Reyes y en Italia de la de la Befana, una especie de bruja buena que trae dulces y juguetes a los niños buenos o carbón (caramelo en forma de carbón) a los niños malos. Parece que la fiesta es una derivación de los Reyes: según la leyenda, al estar perdidos le pidieron instrucciones y la invitaron a ir con ellos. Primero no quiso ir, pero después se arrepintió y comenzó a hacer el camino tocando en todas las casas, a ver si encontraba al Niño Dios, y dejando dulces a todos los sitios a los que llegaban. Al día siguiente, el 7 de enero, se apagan las luces, se retiran los adornos y el Corte Inglés empieza a prepararse para su siguiente reto, las rebajas. En la televisión comienzan a aparecer los anuncios de los productos y métodos para perder todos los kilos que se han ganado: claro, a ellos no les queda aún la Candelaria para comerse unos cuantos tamales.


Té para… ¿Un té que huele a leña quemada? Suena desagradable, pero existe. Y no, no es desagradable, por lo menos si se está habituado a sabores fuertes. En una de las varias guerras en China, un ejército de aquel país tomó como trinchera una fábrica de té. Allí resistió los embates de los enemigos. Se acabaron las hostilidades y los trabajadores regresaron a sus empleos. Un reto: secar las hojas de té. Entonces, se quemó el mobiliario para generar calor y secar la hierba. Así nació un sub tipo de té: Lapsang Souchong se llama, tiene ese buqué a leña quemada. Hule raro, pero sabe bien. Ésta y otras sorpresas puede uno encontrarse en Porcelain, el primer tea bar, al menos con este concepto, en la ciudad. El espacio consagrado a esta bebida, fría o caliente, así como a las tisanas, invita a disfrutar de un lugar acogedor, lectura, música y buena charla. También, cuenta la historia que las familias, las rusas, se reunían alrededor del samovar para disfrutar del té,

txt: Juan Levid Lázaro img: Leslie Martín

en comunión, calentaban sus estómagos, sus cuerpos y el espíritu. El té, venido de Asia, comenzaba su travesía a Occidente, ya fuera por los holandeses, los ingleses o los propios rusos, beber té se convirtió en un hábito de placer, tanto por los sabores y olores otorgados por la bebida, como por el encuentro. Porcelain tiene un samovar, y retoma esa premisa, la rusa, e invita a disfrutar de esta bebida, caliente o fría, como no hay otro sitio en la ciudad. Un espacio consagrado a las infusiones, una experiencia al paladar y a las sensaciones del cuerpo entero, sí, también se disfruta. El samovar está se distingue, cromado, estético, reluciente. Detrás, en la pared, al menos 32 variedades de té: negros, verdes, blancos, amarillos y hasta rojos. Se trata de frascos llenos de camellia sinensis, en distintas variantes y mezclas; hojas tratadas para las infusiones. Luis Carlos Tovar “Luke” y Luis Enrique Barbosa, los preparan, ya sea según lo pida cada cliente o les permitan hacerle una recomendación,


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“depende de cómo venga cada quien y qué es lo que necesite; puede ser que sea algo para que se relaje o, al contario, una bebida que lo prenda”, explica “Luke”. El St. Peters Burg es uno de los predilectos. Se trata de un té negro chino, ceylan, con frutas rojas y cítricos. Puede ser caliente, pero la especialidad es en frapé. Si se permite la guía de los dependientes se puede ir un poco más allá. Para acompañar las bebidas hay brownies, o cuernitos con tomate y queso, pero si sólo se desea tomar té hay lo suficiente para clavarse en la materia. Provienen de China, de India, de África, de México, cómo no, y hasta de Rusia. Como el St. Peters Burg ya mencionado, una marca rusa, afincada en Francia, de nombre Kousmichoff. Las visitas a este sitio resultan reveladoras. Se aprende y se disfruta, además de acompañarse por una banda sonora muy ecléctica, sonidos muy ingleses, electrónicos o alternativos, para evitar las etiquetas pues. Y para aprovechar mejor, si se quiere, una barra de revistas muy diversas puede hacer las delicias de los visitantes.

El té ha madurado con los siglos. Hoy no es necesario que haya una guerra para disfrutar de una exótica infusión, o quizá sí, pero aún no la conocemos. El punto es que lo que ya pasó dejó un legado, pero hay decenas más que no tienen que ver con la guerra, sino con el placer de beber lo mejor de los extractos de una o varias versiones de la camellia sinensis. La esencia de esos siglos de conocimiento se encuentra en un sitio como el Porcelain, que le saca lo mejor a la hierba.

Porcelain Justo Sierra No. 1975, casi esquina Chapultepec Teléfonos: 3339554624 y 33335537 Servicio a domicilio en zona Chapultepec Lunes a viernes 8:30 a 23:00 horas. Sábados y domingos de 18:00 a 23:00 horas http://twitter.com/Porcelain_Teas http://porcelainteabar.tumblr.com/


Disco Roboto

El arte fantasmagórico de Mark Dean Veca Empecinados en diseminar colores a lo largo y ancho de todas las grandes ciudades del orbe, los artistas callejeros van por la vida provocando la reacción de sus contemporáneos y obsequiando trazos y formas que, en los casos más logrados, inducen al asombro por medio de múltiples referencias a la cultura popular. Algo similar puede decirse de ilustradores y dibujantes de historietas, algunos de los cuales llevan la perspectiva más allá de cualquier límite y ofrecen a los espectadores, entre viñeta y viñeta, la posibilidad de perderse en universos recónditos regidos por su majestad la línea. De vez en vez llega a este mundo gris algún creador que, brocha o aerosol en mano, entiende que en las bellas artes no todo es mármol y terciopelo y que los cómics y los muros de las metrópolis son una fuente inagotable de recursos estéticos. El estadounidense Mark Dean Veca es uno de ellos. Y da la casualidad de que, por estos días, su obra está de visita en Guadalajara. Nacido en Louisiana en 1963, Mark Dean Veca creció en California y actualmente vive en Nueva York. Es uno de los artistas que visitan Guadalajara como parte de la Feria

Internacional del Libro, que este año tiene a la ciudad de Los Ángeles como invitada de honor. Su enorme mural, ubicado en dos salas del Instituto Cultural Cabañas con el título La venganza de la Fantasmagoría, es un derroche de formas sobre un fondo de naranjas y rojos tejidos a partir de un diseño textil del siglo XVIII. Es, además, una secuela de la exposición que el año pasado presentó en la galería Ben Maltz del Colegio Otis de Arte y Diseño, Phantasmagoria, donde Buda, Abe Lincoln, Ganesh y Jesucristo conviven con El pensador de Rodin, Popeye y la estatuilla de los premios Óscar, entre muchos otros seres descarnados que, rodeados de vísceras, intestinos y globos oculares, son custodiados por una sonriente calavera. Admirador de la obra de José Clemente Orozco, con cuyos murales comparte escenario su propia Fantasmagoría, Mark Dean Veca habla del pintor jalisciense como “un maestro de la escala y las proporciones”, pero también como “un grande de las emociones y las ideas”. Sin embargo, y aunque señala que “es un gran honor y una gran presión” trabajar a unos metros de El hombre de fuego, reconoce que la estética


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orozquiana está lejos de su estilo. Y es cierto: las influencias del creador estadounidense se hallan en otro lado: en el carácter multicultural y colorido de los graffitis angelinos y en las líneas de los dibujantes que, en los sesenta y setenta del siglo pasado, poblaron historietas underground californianas como Slow Death Funnies, Zap! y Fabulous Furry Freak Brothers. Frente a la obra de Veca, siempre recargada de ojos y contornos negros como la noche, no se puede dejar de pensar en Jim Phillips, el artista skater que, entre muchas otras maravillas, ilustró decenas de patinetas para la marca Santa Cruz y creó la azulada Screaming hand (o, en castilla, La mano gritona). El objetivo del mural creado para las dos salas de exhibiciones temporales del Cabañas, donde permanecerá hasta el 10 de enero de 2010, fue “crear un ambiente que inspire la sorpresa” y dotar a la obra de “un contenido sensual”. Y lo logra ciento por ciento: con la versatilidad del graffiti y la firmeza de la ilustración, Mark Dean Veca se sitúa justo al lado de artistas como Jean-Michel Basquiat

o Keith Haring, quienes, desde las trincheras del arte pop, recuperaron el lenguaje de la calle para el abstruso mundo de la alta cultura. “Mi trabajo es parte de mí. Es mi visión del mundo”, explicó el artista en noviembre pasado, cuando llegó a Guadalajara para comenzar con los trabajos de La venganza de la Fantasmagoría. Así, el color en la obra de este creador absorbe los significados que rondan por el imaginario colectivo y —ante todo un dibujante— sus líneas se adentran lo mismo en los puños de Popeye que en la sonrisa de un enano, azul y canábico, sumergido en los abismos de su propia conciencia. O en el David de Miguel Ángel. O en los brazos esfumados de la Venus. O en Dexter, el personaje animado de Genndy Tartakovsky. O en un monstruo de carne. O en un verde cerebro gigante. txt: Mariño González img: Yaremy González

marigno@gmail.com composta.net/discoroboto


El cuadrado soy yo “Todo el mundo es cuadrado. Todos los seres humanos somos como cuadradones. Queremos que sean nuestras ideas las que se impongan. Yo soy cuadrado. Mucho tiempo quise cambiar al mundo, pero me dí cuenta de que el que debe cambiar soy yo. También me he dado cuenta de que la sociedad siempre hace lo mismo: la gente se queja de que el mundo está mal, pero la verdad es que siempre ha estado mal, así es que sólo me toca aportar lo que me corresponde”, explica Fernando Cisneros (Guanajuato, 1981), artista plástico que recientemente abrió la galería que lleva su nombre, y que forma parte del proyecto Plaza 140, con la que busca abrir más espacios de exposición para pintores y artista plásticos que tienen una producción abundante, y que luego les es complicado encontrar espacios para mostrarla. A él le pasó, y a pesar de obtener buenos resultados en certámenes y concursos a escala nacional, las puertas no se le abrieron. Así pues, comenzó a trazar su propio camino, y no sólo eso, sino que busca acompañarse por más personas.

txt & imgs: Juan Levid Lázaro

Muestra su trabajo, y está en un sitio neurálgico se la ciudad, en la Minerva, para que todo mundo se de cuenta. Fake and Plastic fue su primera muestra. Deja ver 19 piezas que muestran a diferentes personalidades, esas faranduleras, que la gente ve subir al cielo y descender al infierno a máxima velocidad. Un tema al que es sensible, sobre todo ante la actitud de grupos sociales conservadores. Su producción es abundante, es juicioso y se entrega con mucho oficio a su trabajo. Tiene casi a punto su nueva propuesta: Ediciones limitadas y temáticas surreal, en la que puede combinar lo pop y lo surrealista: “traigo vena para pintar en rojo, pero puede cambiar en cualquier momento”, señala Cisneros, quien se deja guiar por los colores como eje para comenzar sus procesos creativos. Montar la galería le permite exhibir su trabajo, por supuesto, lo que se traduce en el espacio natural para que sus clientes o nuevos públicos aprecien sus obras. De alguna


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Galería Fernando Cisneros Plaza 140 / Av. López Mateos Sur No. 140

manera, además de mostrarse, sienta las bases para abrir canales de colaboración y apoyo a algunos otros artistas, que como él, se abren espacio en una escena muy cerrada, casi siempre limitada a los circuitos de los espacios oficiales, como museos o galerías de renombre o prestigiosas. Su trayectoria ha sido más abundante a partir de 2007. Desde entonces se ha mantenido en el circuito de exposiciones a escala nacional, de Guadalajara a Aguascalientes, por supuesto sin dejar de lado las siempre atractivas galerías de Puerto Vallarta, donde el mercado para las artes plásticas es uno de los más importantes en el país. “Como artista quiero que mi trabajo pueda ser visto de una manera mucho más sencilla, que esté cerca del que quiera verlo. Como galerista, al formar parte del proyecto Plaza 140, la idea es ayudar a nuevos artistas, a creadores

jóvenes, que como yo se toparon con muchas puertas cerradas porque les dicen que su trabajo es muy diferente; es difícil ir por el otro lado, sobre todo con las galerías que ya están consolidadas. Lo que pretendemos es apoyar a gente que no tenga tanto currículo, pero calidad en su trabajo”, señala Fernando Cisneros para explicar de los motivos en esta nueva etapa de su desarrollo profesional. Este artista-galerista encuentra en los cuadros de uno metro por un metro su formato predilecto. Gusta de hacer, sino una crítica, sí un señalamiento de cuán cuadrada puede ser la sociedad. No se enoja, no se trata de un reclamo rabioso, sino de una forma de expresarse, en la que además da rienda suelta a su creatividad. Es cuadrado pero aspira a redondear. Cree en las expresiones artísticas para ello, no se queja, y sus ideas allá van, comienza a imponerlas.


Excipiente

Cañas Seguro: habrá tenido algún cuidado en elegir la camisa de tono verde pálido para que hiciera juego con el saco a cuadros (verdes, marrones, y ahora el gris infame de la mugre, un desgarrón en un codo, el forro de rojo vivo destripado). El pantalón oscuro. Quisiera saber con precisión el color de la corbata; sólo me animo a aventurar que el nudo debió ser grueso, que el cabo angosto le había quedado una pulgada más abajo que el ancho y que ambas puntas habían renunciado a continuar a mitad de la barriga. Silbó mientras se afeitaba, todavía con la camisa desfajada, porque también le hacía falta atarse las agujetas de los zapatos. Esto es: ni la barriga, ni la calva, y mucho menos lo avejentado de cada prenda, habían llegado a disuadirlo de ese prurito decisivo: el cinturón hay que ajustarlo sólo hasta después

txt: José Israel Carranza img: Abraham Pérez

de hacer los moños de las agujetas, pues de lo contrario la camisa se abomba en la espalda al momento de inclinarse o, como en su caso, al cruzar trabajosamente las piernas para alcanzarse los pies, sentado en la cama. Silbó qué, desayunó qué —¿un par de blanquillos tibios?—, qué metió al final en el portafolios, en qué momento tomó las llaves, qué abrían esas llaves, cuánto dinero llevaba en la cartera, de dónde salió, qué ruta de camión tomó, a quién le dijo al rato vuelvo. En el bolsillo de la camisa asomaban una pluma Bic roja, un montón de papelitos, un clip de los llamados mariposa sujeto a la tela. Traía un audífono para sordera. Y loción: fuerte, dulzona (de frasco grande, dos palmadas en la nuca, una en cada mejilla, todas las mañanas).


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Cerca de las dos de la tarde, había hecho ya lo que precisaba hacer ese día, iba ya quizás rumbo a un plato de cocido, una cerveza oscura, la siesta que seguiría, un rato de la tarde en camiseta (todavía con el mismo pantalón, con los mismos zapatos) arreglando el interruptor de luz de la cocina, luego las noticias en la televisión, y al final la cama. El Esto habría quedado todo el día dentro del portafolios, de cualquier manera. De haberse puesto a pensarlo, habría respondido que este edificio monstruoso no era menos invisible que cualquier otra estación de su rutina: algo había que hacer aquí —cobrar un giro, pongamos—, como algo hay siempre que hacer en cualquier otro lugar. De manera que

se encaminó a la escalinata pensando en el cocido. Quizás no vio dónde pisaba por ir viendo si no se acercaría ya su camión. A la salida del colegio, mi amigo Ramón Cruz y yo podíamos tomar el nuestro a la otra cuadra, pero íbamos hasta esa esquina, la del edificio monstruoso, para comprar bolsitas de cañas. No lo vimos despeñarse: sólo llegamos cuando miraba, con la perplejidad más grande del mundo, cómo se le iba manchando la camisa con la sangre que le salía de la boca. Ya se oía el alarido de la ambulancia. Yo recuerdo intensamente sus zapatos, y haber tratado de imaginar qué pudo esperar esa mañana, cuando se los ataba.




Dios Ameba

Diario de un profesor amateur Pensé que no terminaría el semestre y llegué a visualizar las consecuencias: veto de la academia universitaria por ineptitud probada; conversión por voluntad propia en el hazmerreír de los colegas, y autoflagelación provocada por la cortedad intelectual. Al final terminé el curso, aunque los resultados no variaron mucho de mis temores. El cóctel lo formaron mi inexperiencia como profesor universitario y un grupo de 30 muchachos ansiosos, desmañanados y con una atención volátil. Les ofrecí la clase de Tecnologías de la Información, en el ITESO; ellos ofrecieron su paciencia a un viejo aburrido que tartamudeó con cada neta expresada.

txt: José Soto img: Alvar Ramos

Por momentos me sentí un blog donde nadie comenta nada; un estado de ánimo en Facebook sin manifestaciones de “Me gusta” o una cuenta de Twitter sin followers. A los alumnos no les fue mejor: los imagino como quien da play a una película en ruso sin subtítulos o quien espera horas para descargar un archivo que termina dañado. Los vi dormir, hacer tarea, sumergirse en YouTube y cotorrear retesabroso. ¿Qué otra cosa iban a hacer si el profesor les soltaba palabrotas como ITC/IP, BitTorrent, hashtag, copyleft, startups, mashups, links? ¡A las nueve de la mañana! Ahora, al terminar el curso, debo agradecerles la paciencia, la disposición y las ganas de seguir un programa que pasó


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a trompicones por la digitalización de la información, los blogs, las redes sociales, los derechos de autor, la nueva vida pública, las habilidades de los profesionales y el ejercicio de la comunicación y el periodismo. Escrito suena chingón pero si me ven en acción seguro se ajustan las gafas oscuras y van a visitar a Morfeo. La clase me ayudó a derrumbar o matizar prejuicios: creía que el uso de internet entre los jóvenes superaba los clásicos Facebook, YouTube, correo electrónico y mensajería instantánea (Messenger o algo parecido). Estaba seguro de que así era, considerando la edad de los alumnos (alrededor de 20 años), el nivel socioeconómico y la tecnologización del campus. Los idealicé con sus propios blogs, desarrollando nuevas aplicaciones o inventándose rutas en Google Street View. Pero no y esto me preocupó un poco, debido a la rápida transformación de los medios en plataformas digitales y al ascenso de internet como principal forma de telecomunicación. Por supuesto que hubo de todo: desde los más nerviosos para acceder a internet, sin más referencias que Wikipedia o el sitio de MSN, hasta los clavados a las descargas por

Rapidshare o los geeks con cuenta en Twitter, enamorados de Mac o pensando en instalar Ubuntu. Fue un grupo diverso, que me ayudó a clarificar ideas y pensar en otras maneras de comunicar cosas como “Agarras el plugin y lo metes por FTP a la raíz del sitio”. También creía que los jóvenes no sabían escribir. Lo creía porque lo vi muchas veces en el periódico para el que trabajé: estudiantes que apenas sabían deletrear su nombre, dispuestos a practicar el periodismo. Esta vez fue distinto: buenas ideas, buena ilación y buen humor. Y esa fue una agradable sorpresa: las ganas de reírse contando cosas, relacionadas con los viajes, la vida urbana o la moda en la universidad. Sus trabajos están en http://composta.net/ tecno, entre las ligas de “Los blogs de TI”. Si gustan, pásenle, son gratis. Yo, al final, terminé el curso, con la certeza de que, de cualquier forma, habrá consecuencias. soto.galindo@gmail.com www.composta.net/diosameba/


31 de Octubre de 2009

(relato hemorrágico de la Segunda Marcha Zombie en Guadalajara)

El verdadero terror que infunden los zombis no está en ellos mismos, sino en el miedo latente a la pérdida de voluntad Norma Lazo. El horror en el cine y en la literatura NT. MANSIÓN BELGA. NOCHE. Incompatible con los horarios de ocio y siempre dispuesta a imponer su temor al ridículo, mi barba ha decidido comenzar a crecer. Y yo tengo la mala fortuna de tener el rostro cubierto de maquillaje blanco: la picazón no para y la desesperación se torna un poco desagradable. Llevo líneas de acrílico rojo surgiendo de las comisuras y me gustaría estar ya en la Marcha Zombie. Me clavo el delineador negro en la pupila y mi grito se mezcla con el ringtone de Star Wars, proveniente de un teléfono celular. La mala noticia vuela: el desfile friki comenzó hace ya sus buenos diez minutos y hay que correr. Sobadita en el ojo y a caminar. Olvido la chamarra en una esquina de la mansión. EXT. EXPIATORIO. NOCHE. Se me hielan las pelotas (léase sin hipérbole; suprímase la metáfora). No vemos a ningún zombie por ahí. Apretamos más el paso. En sentido contrario a las películas de George A. Romero, donde la gente huye a toda prisa de los muertos vivientes, nosotros corremos hacia ellos. El frío se pone

insidioso una vez más y maldigo, apretando las piernas, el abandono de la vil chaqueta. Un perro se compadece de mí. O eso creo. EXT. PARQUE REVOLUCIÓN. NOCHE. Al fin los encontramos. Son apenas una docena: la retaguardia de un ejército de 500 cuerpos carentes de almas que, con un festín de maquillaje, sangre artificial, vendas y ropa desgarrada, celebran la Segunda Marcha Zombie en Guadalajara. En la calle López Cotilla, a punto de acercarme a la masa rugiente y ñoña, un auto me zangolotea con su claxon y sus luces altas. Grito “¡Ay, cabrera!” y salto a la banqueta. Diagnóstico médico: luxación tibiotarsiana aislada sin fractura. EXT. EDIFICIO CULTURAL Y ADMINISTRATIVO DE LA UDEG. NOCHE. Renqueo, pero mi optimismo no disminuye. Los organizadores guían a los fanáticos del cine de horror con sus mejores gritos. Subimos por avenida Juárez con rumbo


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txt: Mariño González imgs: Carolina López & Mariño González

a Chapultepec. Trepo a las bardas del Edificio Cultural y Administrativo de la Universidad de Guadalajara para fotografiar a un hombre disfrazado como la versión zombie de Mario Bros. Imagino que se habrá devorado a la princesa Duraznito (o como sea que se llame) y me echo a reír. Un grupo de hermosas muertas vivas pasa frente a mí, justo después de la Catrina y su bestia de carne. La timidez me azota el tiempo necesario para que una mosca se lance en picada contra mi faringe. Caigo a los jardines universitarios y toso. Las carcajadas hirientes de las bellas laceran mi autoestima y presiento que las monedas que cargo en los bolsillos se convertirán pronto en alimento para billetera de siquiatra. EXT. AV. VALLARTA. NOCHE. Las obras públicas en avenida Vallarta parecen decididas a eliminar al peligro zombie. He perdido a novia y amigos. Los cuerpos se aprietan y más de alguno tropieza en una zanja. Yo, por ejemplo, he pateado una roca con el pie derecho y, con el incidente anterior en el tobillo izquierdo, ahora no tengo que fingir demasiado para caminar como cadáver reanimado. El polvo vuelve la atmósfera irrespirable y ahora sí, aquello

parece el apocalipsis zombie. La frialdad del ambiente y el obstinado síndrome del túnel carpiano me transforman en un animal sin alma. Clamo por una cerveza. EXT. CAMELLÓN DE CHAPULTEPEC. NOCHE. La Segunda Marcha Zombie en Guadalajara desemboca en su destino final. En el camellón de la avenida, los conciertos y proyecciones de cine sabatinas se interrumpen brevemente por el paso del contingente de no vivos. Los organizadores cierran el acto con promesas de que el año próximo saldrán más zombifílicos del armario. La gente comienza a dispersarse y los flashes atacan a los disfrazados. Los veo, ahora sí, con claridad: una soldado y una otaku zombie con vestido azul. Por allá, un grupo de mercenarios cadavéricos. Hay hasta un bebé zombie y un tipo con camisa de los Pumas y vendas que arroja sangre artificial a la concurrencia. Alguien estornuda y se dispara mi hipocondría. Siento un zumbido en el oído izquierdo y me muevo con rapidez, imaginando el ataque de un zancudo dengoso y mala leche. Me equivoco: es mi novia, que muerde mi oreja. Y entonces todos mis pensamientos se vuelcan al esófago y luego a las entrañas, donde tejen un vacío espiral. Qué apetito…


Animatic

Mi amigo Rigo

txt: Hugo Hernández Valdivia img: César Chávez

A la memoria de Rigoberto Mora Espinoza En alguna ocasión trabajé con Rigo: perpetró con plastilina y en animación una transgresión topológica al convertir una esfera en taza y luego en dona y luego en un “ocho” que sugería el infinito. Y era sorprendente cómo podía mantener el entusiasmo en un trabajo tan lento y tan arduo (tedioso y laborioso para el que quiere el movimiento, que, según revela su etimología, define al cine), que es pura potencialidad y mera promesa, como es la animación: un cuadro cada diez, quince minutos, y el avance era aún menos perceptible porque trabajábamos en video y a 30 cuadros por segundo, lo que al final de la jornada arrojaba un desolador saldo de ¡poco más de un segundo en pantalla! Desolador para el impaciente, no para Rigo, que saboreaba retirar de la escena el obstinado objeto, moldearlo y colocarlo en la posición justa. Sabía ver en lo que no se movía el movimiento por venir, lo estético en lo estático. El producto en el que trabajamos dura unos pocos segundos, pero es un prodigio, y ver las transformaciones es un verdadero placer.

El respeto al artesano vino después, y se alimentaba de la amistad: Rigo fue mi amigo (y mi hijo y Dios –dondequiera que se oculte el canalla– saben que me sobran dedos de una mano para contarlos) desde los inmemoriales más memorables tiempos preparatorianos del Instituto de Ciencias; y un amigo generoso, como supongo que ha de ser todo aquél que aspire al apelativo. No en vano colaboró para la animación citada, que como tantas otras chambas era mal pagada si es que era pagada. El humor de Rigo era corrosivo: con una sonrisa socarrona y maliciosa (“tenía la risa más parecida a una hiena con ataque de histeria”, se lee en el anuario 82-83 del Ciencias), tenía el ingenio para encontrar el humor y el doble sentido donde no parecía haber sino la gravedad de la realidad, o la cotidianidad más indiferente. En alguna ocasión viajábamos en automóvil detrás de una combi (de esas de antes, que hacían las veces de transporte público), y leíamos una y otra vez, mientras nos deteníamos una y otra vez, la leyenda


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“Paradas continuas”: el imprudente conductor nomás no se dejaba rebasar, y Rigo aprovechó el tiempo para completar el aviso: “Paradas continuas… y eyaculaciones constantes”. Y es que la voracidad sexual de Rigo sólo era comparable a su apetito. No perdía ocasión de bailar con todas las que no se negaran en fiestas y congales, de los que salía invariablemente bañado en sudor (y me imagino que de otras secreciones); no exagero si digo que Rigo dedicaba tanto tiempo y espacio a pensar en sexo como en comida (lo que nunca supe es si comía más de lo que… bueno, de lo otro: Rigo era discreto). En alguna otra ocasión estábamos en un desayuno que ofrecía el Ayuntamiento de Guadalajara, y luego de observar y celebrar los atributos de las asistentas-meseras, nos aprestamos a devorar lo que ellas nos pusieron enfrente, que no era mucho, dicho sea de paso. Pero al terminar el ágape, notoriamente insatisfecho por lo ofrecido a los sentidos, Rigo preguntó: “¿a qué horas sirven el desayuno?”. Rigo llegó tarde a la adolescencia, pero decidió instalarse en ella… hasta que la muerte lo sorprendió, como a un adolescente. Decidió hacer de sí mismo un personaje que no sabía ni quería sino ser él mismo. No me canso de decir que él es un extraordinario caso de amor al arte: dedicaba jornadas enteras a su pasión, la animación, no pocas veces sin remuneración. Solía decir que era el hobby más caro, pero para él era más bien un asunto de terquedad, un oficio, una forma de vida que a menudo supuso, y a lo largo de toda su vida, precariedades materiales: acaso la alacena o el refrigerador no estaban bien surtidos, pero por lo general estaba involucrado en algún proyecto.

Al entrar a su casa lo primero que se veía era un póster maltrecho de Blade Runner, luego era ostensible un desorden ordenado: por todos lados había fragmentos de figuras, esbozos de dibujos que rondaban uno, dos o más gatos (como todos me parecen iguales, nunca supe si era uno que se movía por todos lados con insólita velocidad). Eso sí, tenía bien archivados sus libros y sus cómics (por cierto, ya nunca podré devolverle el “Batman: Year One” que me prestó). La muerte no siempre es inoportuna, pero en su caso fue eso y más (muerte inoportuna y cabrona, no está de más anotar; y ni a quién reclamarle: ¡da la cara, canalla!). Es cierto que la espondilitis anquilosante (¡cómo olvidar el horrendo nombre de tan nefanda enfermedad!) lo aniquilaba de a poco, pero la huesuda sin albur lo sorprendió precozmente el 6 de mayo, cuando empezaba a cosechar algo de lo sembrado: fomentó a más de una generación de animadores que habían encontrado empleo seguro (¡y pagado!) en Batallón 52, el proyecto de animación más ambicioso no sólo de Guadalajara ni de México, sino de América Latina. Además, por fin la Revolución le había hecho justicia y gozaba de una beca de Conaculta que, como él decía, le permitiría pagar las deudas. Rigo dejó una escuela de animación, una biografía rica en anécdotas y un montón de ex compañeros de escuela (cursó la carrera de Letras como en quince años). No sé si dejó muchos amigos; lo que sí sé es que ahora que se fue para no volver, yo dejé de ver a uno.







Doce para el 12 del 12

txt & img: Marie Fred-Dupré

Las Guadalupanas de Santa Ana Tepetitlán hubieran fascinado a Dubuffet. Impresionan por su individualidad extrema, que nada le debe a los imperativos del Arte. La línea es cruda, chueca, baratita y vinílica, pero eso no importa. A parte del grafitero 18-52, nadie parece preocuparse mucho por el “estilo” en el pueblo. En los muros opuestos bombearon la palabra “canavis”, rayaron “Ramón y Lupe” con lápiz labial y con crayola “Pancho es un puto”. El PAN pintó los colores de su gallo local. Pero perdió. Estoicamente, los vecinos ponen el pizarrón en blanco o más bien en azul turquesa o naranja Guantánamo y, claro, tan pronto como al día siguiente comienza la manchazón. Ramón siempre amará a Lupe, Pancho seguirá siendo un puto y la “canavis” invariablemente extrañará su b grande. Mientras tanto, las Guadalupanas de Santa Ana bajan los ojos y sonríen, serenas, como unas Giocondas del Art Brut.



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Calzado LILIAN PUIG


Vestido MADAME ACME


Vestido WTF, accesorio R7


Truzas FAKE, tenis SUPRA SKY TOP CHAD MUSKA


Camis贸n KAREN F, calzado LILIAN PUIG


Corset JUKA, accesorio R7


El pantal贸n y t-shirt ZAMARRIPA, ella vestido WTF, calzado VELIKA


El con pantal贸n LEVI'S, TENNIS SUPRA SKY TOP CHAD MUSKA, t-shirt ZAMARRIPA, bolso R7, ella vestido FAKE, Massimo Dutti Sweater


Ella calzado VELIKA, 茅l sudadera OH-NO!, pantal贸n LEVI'S, tenis ADIDAS


Botas DR., shorts y t-shirt ZAMARRIPA, chamarra vintage


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Vestido ZAMARRIPA

Fotografía: Lázaro Zamarripa Estilismo: Fernanda Alcaraz y Alma Aguas Modelos: Daniel e Iván para Avenue modelos


img: Milagro Clínico

Cynical Project: Todo empezó como una simple “venta-cocktail” organizándose en casa de conocidos... gracias al peculiar interés en la gente empezó a crearse un trabajo más específico por dar a conocer nuevas marcas de prendas, estilos de moda y demás para el deleite del buen vestir. Ahora Cynical Project tiene un lugar establecido en el cual apoya a todo tipo de talentos para darse a conocer como diseñadores independientes, marcas con colaboraciones especiales, diseñadores internaciones y demás.

Cynical. La indiferencia en la manera de vivir, la frescura a la hora de hablar o actuar en público las cualidades de buen guardián para preservar los principios de tu personalidad y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente entre quienes visten lo que les dicta la moda y quienes visten como son. Lerdo de Tejada #2224 entre Av. Unión y Simón Bolivar. Colonia Americana. Tel. 33-159-396


img: Milagro Clínico

img: Eli Lux

Modelo: Angélica Camarena Estilismo: Milagro Clínico


Cate Blanchett y Drew Barrymore vistiendo un par de zapatos negros de piel, perforados con l谩ser para lograr el "efecto de encaje" y su original tac贸n de metal de la colecci贸n Oto帽o/Invierno 2009 de Ferragamo.


S T UA R T W E I T Z M A N CASADEI GIUSEPPE ZANOT TI PURA LÓPEZ ARCHE DONALD J. PLINER RAMÓN TENZA EMILIO PUCCI B A L LY VA L E N T I N O MAGNANNI MEZLAN

Botin Casadei

GV. GUADALAJARA: LA GRAN PLAZA, GALERÍAS, ANDARES / D.F.: SANTA FE, PERISUR. / CANCÚN: LA ISLA SHOPPING VILLAGE. BOUTIQUES STUART WEITZMAN: ANDARES, GUADALAJARA. / ANTARA POLANCO, D.F.


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