Lic. Rolando Rodrigo Zapata Bello.
Gobernador Constitucional del Estado de Yucatán
Dr. Raúl Humberto Godoy Montañez
Secretario de Investigación, Innovación y Educación Superior
Dr. José Jesús Willians
Rector de la Universidad Autónoma de Yucatán
Coordinación editorial de la Colección Pilares de la Ciencia
Doctor Carlos E. Bojórquez Urzaiz y M en C José Luis Domínguez Castro
Narcizo Souza Médico, humanista y gran botánico yucateco José Luis Domínguez Castro y Carlos Peniche Ponce (Copiladores)
Colección: Pilares de la Ciencia
Índice
Exordio / 7 Presentación / 9 Capítulo.1. Semblanza biográfica / 10 Capítulo.2. Textos científicos acerca de la obra del Dr. Souza / 13 Nota introductoria al libro Plantas alimenticias y plantas de condimento que viven en Yucatán Dr. José A. Calvo de la Torre. Semblanza del Dr. Narciso Souza Novelo médico, humanista, gran botánico yucateco Dr. Rafael Lira Saade, Dra. Ileana Espejel Carbajal, Dr. Salvador Flores Guido. La importancia del archivo documental de Narciso Souza Novelo Dr. Roger Orellana Lanza. Capítulo.3. Obra científica del Dr. Narciso Souza Novelo / 32 Cubiertas y portadas de libros y folletos Capítulo.4. Testimonios / 36 El perfil humano del Dr. Souza Br. Candelaria Souza de Fernández Recuerdos de mi abuelo Lic. Jorge Alberto Peniche Souza Entre plantas y flores: un romance Carlos Peniche Ponce Fotografías
Colección: Pilares de la Ciencia Exordio Pilares de la Ciencia es una colección de fascículos destinados a reconocer la obra de aquellas figuras imprescindibles de la ciencia, cuyas aportaciones, situadas en diferentes épocas y circunstancias, sirvieron de cimiento para la formación de instituciones investigativas, encabezadas por la Universidad Autónoma de Yucatán, y abrieron paso a la llegada e inauguración de importantes centros de investigación nacionales e internacionales, así como de universidades prestigiadas. Al mismo tiempo, estos cuadernos son un recorrido por una especie de galería donde el rostro y las obras de los científicos se mostrarán a las generaciones que se inician en la vida universitaria, con el propósito de acercarlos a la trayectoria, en ocasiones difícil por la época que les toco vivir, de quienes sentaron las bases de la ciencia y la educación superior en el estado de Yucatán. Sin duda, su lectura será una experiencia que permitirá conocer el largo camino que se ha tenido que transitar, antes de hacer de nuestro estado el lugar propicio donde confluyen centros de investigación y universidades, conformando un ventajoso ecosistema, que traducido en políticas públicas, a cargo del gobierno que preside el abogado Rolando Zapata Bello, impulsan el bienestar de la mayoría de los ciudadanos con base en el desarrollo científico y la innovación tecnológica y humana. Si conseguimos provocar en los lectores interés en el estudio de la vida y obra de esta pléyade de talentos, a quienes con justicia denominamos Pilares de la Ciencia, nos sentiremos satisfechos ya que seguramente su ejemplo atraerá a la juventud en su afán por indagar asuntos capaces de enriquecer los caudales del conocimiento y la práctica científica. Dr.Raúl Humberto Godoy Montañez Secretario de Investigación, Innovación y Educación Superior.
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Colección: Pilares de la Ciencia
Colección: Pilares de la Ciencia Presentación
Hablar de un egresado de la Escuela de Medicina de Yucatán siempre ha sido motivo de legítima satisfacción. Referirse a alguien que fue uno de los primeros médicos que salieron del solar para especializarse con éxito es razón suficiente para registrarlo en la historia de la medicina regional. Tal fue el caso del Dr. Narciso Souza Novelo, quien después de haber tomado en Estados Unidos un curso de Radiología, regresó a ejercerla a Mérida trayendo uno de los primeros aparatos de Rayos X con el que fortaleció el prestigio que ya se había ganado con su famoso gabinete en el que aplicaba los “Baños de Luz” para el tratamiento de enfermedades reumáticas. Por eso, hemos decidido continuar en esta serie Pilares de la Ciencia, evocando la figura de. Narciso Souza, ya que además de su éxito como radiólogo, pasó a la posteridad por su incansable afán de investigador botánico forjado desde temprana edad como pupilo del Colegio de San Ildefonso, lo que lo llevó a aplicarse al mundo de la taxonomía vegetal, centrándose particularmente en la flora yucatanense en toda su riqueza y amplitud. ¡Qué orgullo sentimos los yucatecos al saber que este científico fue reconocido en vida por quienes se destacaban en los campos de la botánica y la nutrición como un referente peninsular en materia de taxonomía vegetal! Por eso hemos querido incluir aquí los testimonios acerca de su obra científica, realizado por el equipo coordinado por el Dr. Salvador Flores Guido, académico por más de 35 años, coordinador y autor de la colección Flora Yucatanense y maestro emérito de la Universidad Autónoma de Yucatán editado antes en la Revista de la Universidad de Yucatán (1986), el del Dr. José Antonio Calvo de la Torre, nutricionista que en 1951 escribió el prólogo de su libro Plantas Alimenticias y de condimento que viven en Yucatán, así como el valioso testimonio actual del Dr. Roger Orellana Lanza, quien fuera investigador del CICY, -el Jardín Botánico lleva su nombrequien conoció, cuidó y utilizó la información contenida en las obras y el archivo de nuestro biografiado. Aunado a su fama académica, el Dr. Souza es recordado por quienes vivieron cerca de él como una persona dotada de una profunda sencillez y calidad humana, así como una especial sensibilidad artística. Baste para eso recordar que es autor de poemarios, así como su reconocida participación en la trova yucateca, lo cual se registró en la semblanza que incluye el Diccionario de la Canción Popular de Yucatán que aquí incorporamos, así como por el testimonio indirecto del escritor Carlos Peniche Ponce que se refiere a su amor por la naturaleza. A su perfil biográfico registrado en la Enciclopedia Alfabética Yucatán en el Tiempo, lo complementan de modo admirable los testimonios de su sobrina la Mtra. Candelaria Souza de Fernández y de su nieto el Lic. Jorge Peniche Souza, el testimonio del Prof. William Brito Sansores que da cuenta de su interés por la lengua maya y un par de testimonios de personas que agradecidas, por la eficiente curación de los Baños de Luz, publican en la 10
prensa su leal reconocimiento. Será más fácil reconstruir su perfil, gracias a la serie de fotografías que aquí incluimos y que fueron amablemente proporcionados por sus familiares. A través de ellos descubrimos una vida intensa dedicada a la ciencia y a la investigación, su constante participación en congresos y detrás de esto, a un hombre consagrado a su pasión: las plantas y su correcta clasificación. La riqueza de su obra y la abundancia de temas sólo se podrán captar en la medida en que nos adentremos en sus libros y folletos, cuyas portadas hemos incluido en la edición de este fascículo de nuestra colección. José Luis Domínguez Castro.
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Colección: Pilares de la Ciencia
Colección: Pilares de la Ciencia Capítulo.1. Semblanza biográfica
Médico, botánico y literato. Nació el 16 de octubre de 1881, vivió y falleció en Mérida, Yucatán, el 15 de febrero de 1952. Estudió en el Colegio de San Ildefonso y luego cursó la profesional en la Escuela de Medicina, donde se graduó en 1906. Viajó a Nueva York para tomar en la Universidad de Columbia un curso sobre fisioterapia y en 1908 abrió su consultorio con el nombre de Instituto de Agentes Físicos. En 1913 le incorporó un aparato de rayos X, y a la atención de un gabinete dedicó todo su ejercicio profesional. Por un tiempo fue director del Hospital O’Horán. Pero en el campo de la botánica fue donde destacó como sabio investigador, describió y coleccionó más de 3 000 ejemplares. De 1940 hasta su muerte, fue director del Instituto Técnico Agrícola de Henequeneros de Yucatán, donde realizó una labor científica que tuvo impacto en los centros del ramo, nacionales y extranjeros. Estudió en detalle las orquídeas de Yucatán y a través de varios experimentos logró producir nuevas y bellas variedades, por lo que fue considerado como uno de los expertos a nivel mundial. De indudable interés fueron los numerosos estudios que realizó sobre plantas alimenticias, de ornato y medicinales. Perteneció a la Sociedad Médica Yucateca y a otras, nacionales y extranjeras. Varias corporaciones extranjeras le hicieron reconocimientos. Su inclinación a la literatura comenzó a manifestarse desde 1908, cuando formó parte de la Sociedad Literaria Lord Byron y aparecieron publicados sus primeros versos; después rescató muchas leyendas mayas y también publicó varios incidentes históricos indígenas. Firmó sus poemas con el seudónimo de “Duc D’ Azir”. Su libro Espigas de una milpa fue publicado en 1950, después de 30 años de que lo escribió. En el prólogo, el escritor Eugenio Palomo López define a Souza Novelo como un poeta sentimental y romántico: “su poesía corre caprichosa, fugaz, aérea”. Por su parte, José Esquivel Pren lo califica como fecundo en letras para canciones y romanzas, la mayor parte de ellas con música de salón para ser cantadas en reuniones sociales. Entre ellas están Canción mexicana, que musicalizó Alfredo Domínguez Portas; Cautivas cual ninguna, con música de Ricardo Palmerín, y Tan cruel como bonita, romanza de Filiberto Romero. (Cfr. Enciclopedia Yucatán en el Tiempo, 1998). Por su parte, el Diccionario de la canción popular de Yucatán, (2010) nos lo presenta como un poeta y médico que se especializa en electroterapia en los Estados Unidos, pionero en los tratamientos médicos con Rayos X, reconociendo que para no restarle seriedad a su profesión firma sus poemas con el seudónimo de Duc D´Azir. Esta fuente dice que escribió numerosas letras para canciones; entre ellas, Rayito de sol (homónima de la de Emilio Padrón López) con música de Cirilo Baqueiro García-Rejón; Canción mexicana, con Alfredo Domínguez Portas; Cautivas cual ninguna, con Ricardo Palmerín; Tan cruel como bonita, con Filiberto Romero; y la Mestiza con Ernesto Mangas, todas ellas incluidas en su poemario. También es autor de los 12
poemas Mujer arrobadora y Ámame siempre, musicalizados por Gustavo Río. A estos datos se añade que en diciembre de 1922 es nombrado presidente de la Sociedad Médica Yucateca y en junio de 1937 miembro fundador de la Academia de la Lengua Maya. En octubre de 1949, resulta electo vocal de la primera mesa directiva de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín. He aquí algunos ejemplos de letras de canciones de su autoría: LA MESTIZA Cuando en la noche clara Que alumbra el robledal, Se escucha el dulce canto del tierno zacpacal, despierta la mestiza y hacia su huerto va, en busca del amante que ansioso guarda ya. Sentados sobre el brocal del pozo Sin más testigos que las estrellas, escucha frases, frases muy bellas de aquel que es dueño de su pasión; y entre suspiros y juramentos, se escucha el eco de ardientes besos, que de los labios huyen traviesos, sellando el fuego de un loco amor. Y en esas horas de tanto gozo De tanta dicha, de tal placer, Siente en el pecho la mesticita ¡Dulces albores de amanecer!
Letra: Narciso Souza Novelo; Música: Ernesto Mangas
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Colección: Pilares de la Ciencia CAUTIVAS CUAL NINGUNA
Colección: Pilares de la Ciencia Letra: Narciso Souza Novelo; Música: Ricardo Palmerín
Son tus ojos inmensos y soñadores Como cielos bañados de resplandores; Y sus claros destellos de luz de aurora, Los pasos iluminan de quien te adora. En tu mirar divino, niña hechicera; Brilla un fulgor excelso de primavera; Y es tan hondo y tan dulce, mi lindo dueño, que eleva hasta lo ignoto lo que yo sueño. Cautivas cual ninguna, bella entre bellas, Con la luz deslumbrante de tus estrellas; Cautivas cual ninguna, flor de las flores, Porque tus ojos guardan nidos de amores.
Capítulo.2. Textos científicos acerca de la obra del Dr. Souza Introducción al libro Plantas alimenticias y plantas de condimento que viven en Yucatán del Dr. José A. Calvo de la Torre director del Instituto Nacional de Nutriología México, D.F. (1951) <<La alimentación correcta de los pueblos ha sido, en todos los tiempos y todas las naciones, un problema fundamental para los estadistas y gobernantes. Este problema ha tenido períodos críticos en algunos países, desde tiempos remotos; y en nuestros días vuelve a afligir a gran parte de la humanidad. En el transcurso de los tiempos el hombre ha descubierto técnicas que le permiten conocer, cada vez más profundamente, las características de las substancias que necesita consumir para conservar su cuerpo con vida y salud. Por estas razones la investigación científica en el campo de la bromatología cobra cada día mayor importancia en todos los países del mundo. Nuestro pueblo necesariamente tiene que unirse a los demás pueblos del mundo en el camino del progreso; y también nuestro país tiene problemas de nutrición qué resolver. El Dr. Narciso Souza Novelo, destacado investigador y entusiasta hombre de ciencia, al presentar ante nosotros este libro, despierta la esperanza de que sus esfuerzos sean imitados por otros de nuestros investigadores. El libro del Dr. Souza Novelo debe leerse con profunda atención, pues las aportaciones científicas que proporciona al nutriólogo son de inestimable valor para la resolución de muchos problemas de alimentación que existen, no sólo en la península de Yucatán sino en muchas otras poblaciones de nuestro país.> “Semblanza del Dr. Narciso Souza Novelo, médico, humanista, gran botánico yucateco” Dr. Rafael Lira Saade; Dra. Ileana Espejel Carbajal; Dr. José Salvador Flores; Introducción El estado de Yucatán, al igual que toda la península del mismo nombre, poseen una herencia biocultural que según la versión del artículo publicado originalmente en la Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán. Enero-Marzo, 1986. Volumen 2. Número 156, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Facultad de Ciencias, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Facultad
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de Ciencias de la Universidad Autónoma de Baja California. Universidad Autónoma de Yucatán, Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Departamento de Botánica, abarca casi todas las áreas del conocimiento, llámese este astronomía, física, medicina, literatura, música, agricultura, climatología, zoología y botánica, entre otras; es a este último conocimiento que nos referimos en este escrito, ya que la botánica fue un conocimiento muy cultivado por los mayas y que ha quedado como una herencia comprobable con el hecho de que el 90% de las plantas conocidas actualmente tenían ya un nombre maya. Lastimosamente, casi todos los escritos prehispánicos fueron quemados por Fray Diego de Landa, quien tiempo después, al percatarse de su terrible error quiso reponerlo y lo poco rescatado lo dejó en su obra: Relación de las cosas de Yucatán. Otro buen intento de rescate del conocimiento se dio a mediados del siglo XVI, ya que el médico italiano Ricardo Osado, que radicó en Valladolid, rescató muchas recetas sobre plantas en el libro que hoy se conoce con el nombre de El libro del judío. En épocas recientes ha habido hombres de ciencia yucatecos que han contribuido al rescate, entre ellos el químico Dr. Benjamín Cuevas, quien escribió en 1917 el libro Plantas medicinales de Yucatán. Guía práctica doméstica, y el médico Narciso Souza Novelo, quien a principios del siglo pasado se dedicó a estudiar la botánica medicinal maya, lo cual abordaremos más adelante. Espejel y Lira Saade (1986) se refieren al Dr. Souza como el “principal botánico yucateco del siglo XX”; sus estudios sobre las plantas medicinales los llevó a cabo siguiendo un método científico, ya que realizó colectas de plantas, las identificó, las dibujó y las depositó en herbarios, algunas en el Herbario Nacional MEXU, que se ubica en la UNAM, así como en el Herbario Regional de la Habana, Cuba y en el Missouri Botanical Garden de los Estados Unidos. El mérito que se le atribuye es que antes de él sólo botánicos extranjeros habían realizado colectas; entre ellos: Schott (1864, 1866), Stone (1890), Millspaugh (1894, 1899), Gaumer (1985-1986), Lundell (1834-1838) y Standley (1930). El Dr. Souza, como ya se expresó, fue médico de profesión, egresado de la Escuela de Medicina de Yucatán y su gran dedicación a los estudios botánicos es prueba fehaciente de que en la antigua curricula a los médicos se les daba una enseñanza integral en la cual las plantas medicinales jugaban un papel muy importante; lo mismo ocurría con los químicos farmacéuticos, razón por la cual los primeros botánicos yucatecos provenían de estas profesiones, tal fue el caso del Dr. Souza Novelo, quien en su obra recogió una serie de datos sobre las plantas del estado y de la Península; no sólo datos botánicos florísticos sino también datos etnobotánicos ya que los h’menes (médicos tradicionales mayas) fueron sus grandes informantes. Enlistó plantas y realizó dibujos en los cuales colaboraba su esposa “Tinita”, como le llamaba. A continuación. apuntaremos datos bibliográficos que son la
prueba de su dedicación al estudio de las plantas.
Nació en Mérida, Yucatán el 15 de octubre de 1881, cursó sus estudios de primaria y secundaria en el colegio de varones de San Ildefonso, en Mérida. Estudió la carrera de médico en la Escuela de Medicina de Yucatán, graduándose en 1906 con la tesis denominada Procreación masculina y femenina. Dentro de la medicina su especialidad fue la fisioterapia y el diagnóstico por medio de rayos X, técnica en la cual se especializó de 1914 a 1916 en la Universidad de Columbia (EEUU). De hecho, gracias a él, los rayos X se conocieron en la península de Yucatán. Fue director del Hospital O’Horán durante la época de la Revolución, y en 1950 secretario de la Junta Auxiliar de Yucatán de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Se casó con la Sra. Agustina Font Martínez de Arredondo (Tinita), quien apoyó al Dr. Souza Novelo colaborando siempre con entusiasmo y dedicación, sobre todo en la realización de dibujos y óleos de notable belleza y apego extraordinario a las características de los ejemplares que usaba como modelo, lo cual facilitó la determinación de muchas plantas. El Dr. Arturo Gómez Pompa, siendo director general del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos, se comunicó con su única hija la Sra. Mery Souza de Peniche y con su nieto el Lic. Jorge Peniche Souza para que ambos comisionaran al Dr. Alfredo Barrera Marín y éste les solicitara la obra botánica de su padre para el acervo de la biblioteca INIREB de Mérida. Digna de mencionar es también su inclinación por la poesía pues perteneció a la Sociedad Literaria “Lord Byron”; su pseudónimo era Duc D’Azir y parte de su producción poética se encuentra en el libro titulado Espigas de una milpa, publicado en 1941. También era miembro del grupo literario “Bohemia Poblana” y con alguno de sus miembros mantuvo extensa correspondencia. Una de las preocupaciones personales del Dr. Narciso Souza Novelo fue la conservación del medio familiar y la difusión de una serie de conceptos morales sobre el buen uso del lenguaje y las tradiciones mayas, las cuales se encargaba de difundir en los medios de comunicación como la radio o en el seno familiar cada vez que había oportunidad de hacerlo. Durante toda su vida mantuvo gran interés por muchos aspectos de la cultura maya, como son las leyendas, de las cuales publicó varias dedicadas a sus amigos biólogos y botánicos, como Isaac Ochoterena y Cassiano Conzatti,
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Datos biográficos
Colección: Pilares de la Ciencia
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con los cuales mantenía correspondencia y su interés por la lengua maya se manifiesta en cada una de sus obras, pues éstas siempre contenían vocabularios maya-español. Hasta ahora se han manejado los aspectos personales y acerca de su profesión de médico; sin embargo, la parte más importante, brillante y de interés para nosotros es su obra botánica. Su interés por esta ciencia lo manifestó desde 1901, año en el cual publica la primera edición de Apuntes para un curso de botánica, cuando impartía dicha cátedra en el Colegio de San Ildefonso. Abarcó diferentes aspectos manteniendo desde el principio el objetivo de estudiar la flora de la península de Yucatán, actividad a la que se dedicó más firmemente a partir de 1937, año en que ingresa al Instituto Técnico Agrícola Henequenero, del cual fue director de 1940 a 1950, justamente dos años antes de su muerte, el 15 de febrero de 1952 en Mérida. Es importante mencionar que el impacto que tuvo entre la comunidad científica y poética del país fue amplia, ya que al momento de su muerte varios científicos y poetas le dedicaron versos y escribieron notas en periódicos y revistas conocidas. Obra botánica
sabemos que colectó algunas, pero no se han encontrado todas las especies que cita en su obra. Estas fichas están ordenadas en diferentes secciones de tal forma que hay fichas de plantas medicinales, alimenticias, textiles, etc. Existe otra serie de fichas separadas según los siguientes temas: Nombres de botánicos (botanistas), Diccionario Maya, Serpientes, Sinónimos y Nombres Botánicos, todas ellas escritas en hojas de recetario del Dr. Souza Novelo con nombres científicos y su sinonimia vulgar. La gran diversidad de notas contenidas en este archivo permite observar los diferentes aspectos de interés del Dr. Souza Novelo tanto por las ciencias biológicas como por las tradiciones mayas. De hecho, todas estas notas fueron la base para la realización de sus diferentes trabajos (foto de ficha). Breve reseña de las publicaciones y obras inéditas
Los testimonios del quehacer botánico del Dr. Souza provienen de diversas fuentes: • Correspondencia particular • Archivo de notas botánicas • Publicaciones y obras inéditas • Referencia de colecciones • Ilustraciones (acuarelas y pinturas al óleo) Cada una de estas serán presentadas, comentadas e ilustradas según sea el caso. Al final del trabajo se presentará un cuadro bibliográfico-cronológico, en el cual se puede observar los diferentes aspectos de la ciencia abarcados por el Dr. Souza Novelo, así como las tres etapas importantes de su quehacer científico, las cuales se advierten al analizar los diferentes testimonios de su obra.
[Testimonio de su obra escrita, tanto publicada como inédita en el Instituto de Ecología en Xalapa, Veracruz.] Al analizar su obra, en cuanto a los temas elegidos y la profundidad en el tratamiento, es posible reconocer tres etapas en su desarrollo botánico. La primera de ellas caracteriza más bien por trabajos sencillos, didácticos, que reflejan una etapa de constante aprendizaje que permiten reconocerlo más bien como un naturalista a la usanza antigua, aunque con ciertas características científicas, dada su preparación como médico. La segunda etapa, quizá más breve pero una de las más importantes en cuanto al aporte botánico, corresponde a la época en que ingresa al Instituto Técnico-Agrícola Henequenero, donde se involucra más profundamente en las investigaciones de tipo taxonómico y etnobotánico, las cuales pudo concretar como resultado de sus años de aprendizaje y constante acercamiento con algunos de los más importante botánicos de México. Su formación en esta etapa se completa con recolecciones y cultivo de ejemplares de algunas de las especies que viven en la península de Yucatán. En la tercera etapa el Dr. Souza pretendía dar un enfoque utilitario a lo antes estudiado y es entonces cuando inicia más a fondo el estudio delas propiedades químicas de las plantas y su importancia potencial como fuente nutricional o medicinal. Con el objeto de observar el desarrollo de la obra del Dr. Narciso Souza Novelo se han ordenado cronológicamente los trabajos realizados: Curso de botánica
Archivo de ficha botánica El archivo consta de una serie de fichas en las cuales se incluyen el nombre común, el científico, familia, breve descripción y otros nombres vulgares de cada una de las plantas que él encontró en Yucatán. Hasta la fecha
Existen dos ediciones más de esta obra, una en 1913 y otra en 1935; todas tienen en común el claro objetivo que el Dr. Souza perseguía al publicar un texto de este tipo y que estaba encerrado en sus propias palabras… “El único anhelo que nos impulsó a dar a la publicidad estas páginas es el aminorar, en lo posible, los errores que se forman
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Colección: Pilares de la Ciencia
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los estudiantes de botánica que estudian en textos basados en floras extranjeras”. Efectivamente el libro cuenta, en cada tema, con gran cantidad de ejemplos tomados de la flora yucatanense. Está escrito en un lenguaje sencillo y ameno. Hace referencia a muchas plantas comunes en jardines y menciona algunas anécdotas del conocimiento popular, lo cual estimula al estudiante a leer el libro. La primera parte del texto contiene información sobre la descripción de células, tejidos y órganos vegetales, y aporta muchos ejemplos de las plantas de la península de Yucatán, a las cuales se hace referencia por el nombre científico o maya con que se les conoce. El texto contiene también una sección dedicada a la descripción, nomenclatura científica y local y usos de las especies de algunas de las familias más comunes en la península de Yucatán y en la edición de 1913 se encuentra además una sección con nociones de geología. La edición de 1935 cuenta además con un índice de nombres de plantas que crecen o se cultivan en Yucatán. Este índice está arreglado según el orden alfabético de los nombres comunes, con su correspondencia con el nombre científico y el de la familia a la que pertenece.
Ch’it-kuuk (1940); La destrucción de Chi’ Chéen Itzá; La X-tabay (1945); X-wich-k’in (1946); El Cenote Sagrado, Hol-kah, Ix-lol-Nikté, La Doncella de Tuxtlán (leyenda mexicana) (1948); X-tucunbil-xunan (1950). X-puhuy, X-pulyaah, X-tabentún (1951); Todas ellas cuentan tradiciones mayas y hacen referencia a plantas y animales de la zona. Al final de ellas el autor, a manera de glosario, hace una lista de palabras mayas y su significado en español; incluye también el nombre científico y el correspondiente nombre maya de animales y plantas citados en las diferentes leyendas. Estas y otras leyendas no publicadas, gustaba de darlas a conocer en reuniones, conferencias o pláticas informales como en 1951, cuando dictó una conferencia sobre orquídeas de Yucatán en la Universidad Femenina de Veracruz; y también contó leyendas que se refieren a ese grupo de plantas.
¿Sienten las plantas? (1905) y ¿Las plantas duermen? (1906) Reportes técnicos (1938-1952) Ambos trabajos se refieren a los aspectos fisiológicos de “movimiento y sensibilidad” de las plantas. Escritos de una manera extraordinariamente poética, describen aspectos de movimientos relacionados con la reproducción y las respuestas al medio ambiente de algunas especies de plantas.
Durante muchos años recopiló una serie de leyendas mayas, las cuales no fueron publicadas en su tiempo, al parecer por falta de presupuesto; sin embargo, en 1970 la Distribuidora de Librerías Yucatecas publicó un compendio de 22 de ellas.
De igual manera se tienen algunos informes de tipo técnico publicados entre 1938 y 1952, que fueron principalmente elaborados cuando dirigió el Instituto Técnico Agrícola Henequenero. Los siguientes fueron publicados entre 1938 y 1952: El plátano, Matzab-citam, Pochote, Zicilté, Sábila, Saramuyo, El Azahar, Henequén-ki, Bohom, Bohomché, Sorgos, Flamboyán, K’anlol, Akits, Pita Floja, El Kenaf, Espinaca y Chaczikín. La mayoría de estas notas consisten en descripciones de plantas y en algunos casos incluyen claves de identificación, nombres comunes y usos farmacéuticos. Casi todas aparecen publicadas en la revista Sisal de Yucatán. Farmacopea maya (1940)
Las leyendas publicadas en esta recopilación son: Cantamayec, Cuba y Yucatán (1900); El Balché (1920); Chechem, K’ulú y X-mutz’ (1935); Lol-Há (1935); Maquech, Tsapa (El enano de Uxmal), X-hail (1937);
Como médico, le interesaban las plantas de uso medicinal. Así, en 1940 preparaba una ponencia sobre farmacopea maya para el primer Congreso Indigenista Interamericano, donde resalta la enorme tradición indígena respecto del uso de las plantas medicinales. En ella cita a Bernal Díaz del Castillo, Francisco Hernández de Córdoba y Fray Diego de Landa, quienes en su oportunidad habían reportado este hecho. Ilustra su trabajo con ejemplos sobre el tratamiento de cinco enfermedades (mal de ojo, mordedura de serpiente,
Leyendas mayas (1970)
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biliosidad o ictericia, vómito de sangre y mordedura de perro) y menciona las recetas bilingües (maya-español) indicadas para su tratamiento. Finalmente, señala la importancia de los estudios químicos-farmacológicos para conocer la utilidad real de las especies usadas en la medicina tradicional y determinar dosificaciones. En este sentido, destaca la labor que el Instituto Técnico Agrícola Henequenero hizo por medio de los estudios químicos de algunas especies de la flora yucatanense. En el trabajo se presenta una lista de 58 especies de propiedades conocidas, muy usadas en Yucatán, ordenadas alfabéticamente por sus nombres mayas e incluyendo el o los padecimientos en que se usan. A manera de conclusión general, dice que “a pesar del empirismo, sugestión, superstición y hechicería, que caracteriza a la medicina tradicional, es importante observar los aciertos logrados por ellos en la curación de algunas enfermedades, por lo que es necesario conocer todas las plantas usadas como medicinales en el país y poner más empeño en analizarlas químicamente o aislar sus principios activos y elaborar un programa de pruebas en sanatorios que arrojen conocimientos provenientes del mundo indígena del continente americano. Además de esta contribución al conocimiento de la farmacopea maya, publica posteriormente (1943 y 1944) más datos al respecto en las notas tituladas Plantas medicinales que viven en Yucatán.
de plantas. Desgraciadamente, no tenemos el original de este trabajo, por lo que no sabemos de cuáles especies se trate. Zacates y otras gramináceas que viven en Yucatán (1941-1944)
Plantas melíferas y poliníferas de Yucatán (1940)
Esta obra destaca la importancia de la flora visitada por abejas para la elaboración de miel; de las plantas que producen néctar y de las utilizadas para obtención de polen, que frecuentemente no son consideradas por algunos apicultores. Resalta la importancia de los colores de las flores y las alternativas usadas por las abejas para conseguir néctar, como, por ejemplo, frutos dulces abiertos y miel producida por insectos parásitos de plantas. Esto refleja, por una parte, gran conocimiento de la apicultura y, por otra, enorme capacidad de observación. Finalmente proporciona una lista de nombres de plantas ordenadas alfabéticamente de acuerdo con el nombre maya, con su correspondiente nombre científico y la familia a la cual pertenecen.
Este trabajo, del cual se conserva el manuscrito original, elaborado en 1941, es uno de los más importantes ya que reúne, en una sola obra y para un solo grupo de plantas, todos los aspectos de la botánica que fueron estudiados por él. Dada la importancia y magnitud de esta obra, la consideramos el inicio de la segunda etapa de su desarrollo científico. Para la elaboración de este trabajo contó con la asesoría del Bureau of Plant Industry de Washington y del Instituto de Biología de México. Contiene descripciones de los 53 géneros y 149 especies de gramíneas registradas por él de la península de Yucatán, algunas de ellas cultivadas para su estudio en el Instituto Técnico Agrícola Henequenero. Los taxa se presentan arreglados de acuerdo con un sistema de clasificación por tribus. Se presenta un breve análisis fitogeográfico de esta familia destacando, en este sentido, la observación acerca de algunas especies compartidas casi en exclusividad con las Antillas, la cual constituye una de las características más interesantes de la flora de la península de Yucatán. Como auxiliar para el uso de este trabajo, el Dr. Souza Novelo presenta una breve semblanza de la morfología de esta familia. Además de la descripción botánica, el nombre común y el nombre científico de cada uno de los taxa que se mencionan en el trabajo, se presentan resultados de los análisis químicos efectuados para 33 especies, así como datos sobre su distribución en la República Mexicana y otros países. Lagman (1964) menciona que este trabajo se publicó en Mérida en 1949; sin embargo, nosotros sólo contamos con el manuscrito original. Es importante señalar para las especies con importancia económica que la información se extiende enormemente, aportando datos sobre hábitat, cultivo, usos, etc. Tal es el caso del maíz, en el cual los datos van más allá de lo estrictamente botánico, pues menciona aspectos como el uso de las diferentes partes de la planta, guisos en que se emplea, épocas de cultivo, etc. Tales datos fueron la base de una publicación posterior acerca del maíz y la milpa en la península de Yucatán en 1948 y que se comenta en seguida.
Orquídeas de Yucatán (1943) El maíz y la milpa (1941-1948) Se conoce de este trabajo una reseña del mismo, el cual aparentemente se presentó en una sesión de las Sociedad Amigos de las Orquídeas, en la que el Dr. Souza presentó descripciones e ilustraciones de 33 especies de orquídeas de Yucatán, con sus nombres en la lengua maya, además de algunas leyendas mayas relacionadas con este grupo
En general la obra, como ya se mencionó, da una descripción del maíz, su origen y diferentes teorías al respecto, la forma de cultivarlo, las variedades y sus nombres mayas, una lista de vocabulario maya para su cultivo y la
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forma de preparar los diferentes alimentos. En un capítulo aparte habla del maíz y la cocina yucateca, enumerando los platillos principales; explica el aprovechamiento de los residuos del maíz y presenta un poema sobre “Ixkánel’ox” (deidad del maíz). Describe también interesantes ceremonias relacionadas con la milpa, Hanlilkol, las cuales todavía hoy se practican en Yucatán.
La segunda parte de la obra (1946) permaneció inédita y se refiere a la descripción de especies de la flora de Yucatán. En ella se incluyen plantas cultivadas, traídas por él a Yucatán de Cuba y Florida y de otros estados de México; híbridos de orquídeas producidas por él, plantas ornamentales y silvestres, principalmente con alguna importancia económica. Esta obra quizá pueda ser considerada como la culminación de la segunda etapa del desarrollo científico del Dr. Souza Novelo, mismo que ya se sobrepone al inicio de la tercera, en que consideramos que su interés se ubica más claramente en el ámbito de la botánica económica. Las obras que pertenecen a esta etapa se describen a continuación.
Apuntes Relativos a la flora de Yucatán. Primera parte (1945). Apuntes Relativos a la flora de Yucatán. Segunda parte (1946) En este trabajo, que es probablemente el más importante del Dr. Narciso Souza Novelo, se describen a grandes rasgos las características más notables de la península de Yucatán como zona que presenta notables diferencias con el resto del país en cuanto a características geológicas, geomorfológicas, hidrológicas, climatológicas y florísticas. Es importante su mención de las regiones más explotadas de la península de Yucatán en esta época, así como de aquellas en que las recolecciones no habían sido tan intensas como Campeche y Quintana Roo. De igual manera destaca lo paradójico de que siendo la península de Yucatán una de las primeras regiones de México que descubrieron los españoles, no se sepa de exploraciones botánicas llevadas a cabo en ella en esas épocas. Menciona que, no obstante, se sabe del profundo conocimiento que los mayas han tenido de la naturaleza, transmitido a través de generaciones y que puede y debe ser rescatado. Presenta comentarios sobre leyendas y aspectos etnobotánicos mayas, refiriéndose a la obra de Fray Diego de Landa llamada Relación de las cosas de Yucatán, donde se describen los usos de ciertas plantas en la Península y aspectos típicos de la vegetación regional. En el trabajo menciona lo relacionado con las colectas y observaciones en la península de Yucatán; asimismo, a los que considera importantes colectores de la región (Houstoun, 1968; Schott, 1864-1866; Gaumer, 1885; Millspaugh, 1894-1896; Eler, 1902, 1903, 1907, 1911; Greenman, 1906; Collins, 1912, 1913 y Becquaest, 1929). En este trabajo aparecen datos referentes a su interés por colecciones representativas de la Península y que se encuentran en el extranjero. Florística: en el trabajo se presenta una lista de 152 familias de plantas, entre las cuales se cuentan criptógamas, como Selaginellaceae, Polypodiaceae y algunas de Hongos. Vegetación: La parte final de la introducción de esta obra describe algunos tipos de vegetación de la península de Yucatán, aguadas, manglares y selvas, así como la vegetación secundaria asociada con cultivos de henequén. Aparte, menciona las cactáceas, las plantas trepadoras enredaderas y orquídeas y en cada caso da el nombre y describe brevemente las especies más importantes.
Es un artículo de divulgación muy sencillo publicado en la revista de la Sociedad Botánica de México, en el que describe las variedades de ciruelas de la Península. Hace notar la diferencia entre las ciruelas de otras regiones, del género Prunus, y las de Yucatán, del género Spondias. La descripción corresponde a las 20 variedades de las dos especies de ciruelos de la Península: Spondias purpurea
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Plantas maderables de Yucatán (1948, inédito) El libro describe 121 plantas con uso en carpintería e industrial en la península de Yucatán. Está ordenada alfabéticamente por nombre común en español y maya, da el nombre científico y sinonimias, a las que sigue una descripción somera del árbol o arbusto, distribución, características como color, dureza y resistencia y usos de la madera, así como otros nombres comunes de la planta descrita. Al final presenta un índice de sinónimos vulgares por orden alfabético, con el nombre científico y la familia respectiva. El libro es muy completo, las especies que se mencionan son las que se usan o usaron tanto en forma artesanal como industrial, árboles abundantes de maderas finas que se explotaban masivamente para construcción de embarcaciones, carpintería o postes, durmientes para trenes y arbustos pequeños, pero de maderas para usos particulares como, por ejemplo, la construcción de instrumentos musicales.
Los ciruelos de Yucatán (1949)
Colección: Pilares de la Ciencia
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L. y Spondias lutea L. Sólo 7 de las descripciones están ilustradas; las variedades están enlistadas alfabéticamente, según su denominación maya. Cuando lo tiene menciona su nombre común en español, el uso y consumo en español y las características del fruto. Al inicio del artículo dice que sus frutos son muy estimados por el sabor y por las propiedades medicinales que les atribuyen, aunque sin mencionarlas. Es importante señalar que en su libro Plantas Melíferas y Poliníferas de Yucatán (1940) enlista 14 de las que en este trabajo considera como variedades, elevándolas a la categoría específica firmadas por él como autor; en todos los casos los epítetos específicos aluden a alguna característica notable de los frutos. Las especies consideradas por él y enlistadas tal y como están en dicho libro son:
“fracaso y culturalmente inaceptables”. Así, propone que “para mejorar la nutrición en Latinoamérica es de mayor necesidad desarrollar un programa de investigación de cada país o región, a fin de determinar el valor nutritivo de los alimentos locales. Con este libro él ha colaborado, como así lo deseaba, en la alimentación de su región, Yucatán.
Plantas alimenticias y plantas de condimento que viven en Yucatán (1950) El libro, como casi todos lo que él publicó, tiene una explicación de fonética de la lengua maya. Comienza con una lista de vitaminas, características y efectos de su deficiencia en el cuerpo humano. La información y los análisis químicos fueron realizados por los Dres. Cravioto y José Calvo de la Torre, del Instituto Nacional de Nutriología. En sí el trabajo es una lista de 87 especies vegetales ordenada alfabéticamente por su nombre común o maya, con el nombre científico respectivo, una pequeña descripción botánica, forma de cultivo y manera de consumirlo, mencionando también otros nombres comunes por los que es conocido. Para cada especie proporcionó el análisis químico general, separando los minerales y las vitaminas de un apartado especial. Algunas de las plantas tienen notas sobre su uso en medicina. Acerca de las especies más importantes y de uso más común, da a conocer anécdotas y referencias sobre su origen, sus usos y tradiciones (por ejemplo: aguacate, papa, cacahuate, cacao, calabazas, chiles, frijol, maíz, plátano, ramón, etc.). Cuando se comen varias partes de la planta presenta un análisis por separado de cada una de ellas, mencionando sus diferentes propiedades (por ejemplo, de la calabaza, las pepitas; del cacao, el chocolate; del ramón, las semillas y fruto; del frijol, los ejotes y las diferentes variedades de frijoles, lo mismo para maíz y chiles). Algunas plantas son comparadas con otros alimentos y, por ejemplo, dice que la mantequilla de cacahuate tiene gran cantidad de proteínas y es más barata que la mantequilla de leche de vaca. Incluye una tabla de requerimientos dietéticos por sexo y edad. El libro tiene como objetivo dar a conocer el contenido vitamínico y proteínico de las plantas comunes en Yucatán. Una de las características más importantes es que el autor retoma las palabras del Dr. N. Scrimshaw, quien critica el intento de “imponer arbitrariamente dietas norteamericanas o europeas en Latinoamérica”, pues serían un 26
Obras varias Otras obras de tipo científico inéditas y de las cuales no se tienen fechas exactas de su realización son, por ejemplo, un diccionario inconcluso de la lengua maya que incluían 858 palabras, a pesar de que sólo pertenecen a las letras “A” y “B”, correspondientes a términos botánicos, zoológicos y médicos. El interés por la lengua maya se puede observar en todas y cada una de sus obras, en las que siempre incluía breves nociones de ella. Existe también un inventario de los nombres comunes de 52 serpientes, ordenados alfabéticamente tanto por sus nombres comunes como por los científicos. Como hemos podido notar, dentro de lo diverso de su obra destacan los trabajos de recopilación y descripción de especies, como son los que mencionamos en la llamada segunda etapa (gramináceas, maderables y géneros y especies que viven en Yucatán). Estos trabajos son los primeros antecedentes para proyectos florísticos, como los que empezaron en los últimos años en la península de Yucatán, por lo que resulta evidente su importancia tanto para el conocimiento de la flora yucatanense como la de México. Probablemente el Dr. Souza Novelo dejó muchos estudios escritos sin concluir, lo cual podemos percibir en algunas notas que describían especies aparentemente nuevas para la ciencia, que quizá nunca se decidió a publicar pero que representa un reflejo de su labor constante, sobre todo en taxonomía y florística. Colecciones En la correspondencia del Dr. Souza nos encontramos con algunas listas de ejemplares enviados a diferentes herbarios: 256 a Smithsonian Institution of Washington (sin fecha); 27 al Bureau of Plant Industry (mayo de 1941) y 130 a U.S.D of Agriculture (sin fecha). Suponemos que el total de ejemplares fue mayor, pues también encontramos otra lista de plantas tituladas “plantas identificadas” de las que, sin embargo, no tenía referencia 27
Colección: Pilares de la Ciencia
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alguna que permitiera su localización. Hemos intentado recuperar dichos ejemplares en los herbarios adonde fueron enviados, pero hasta la fecha sólo tenemos noticia de uno de ellos (Eragrostisciliaris, ejemplar No. 29 colectado por el Dr. Souza Novelo en Mérida, abril de 1939), depositado en Smithsonian Institution. En los herbarios de México (MEXU y ENCB) no fueron depositados (M. Souza y J. Rzedowski, com. Pers.). En 1982, en una visita al Herbario Nacional de Cuba, nos encontramos con algunos ejemplares (gramíneas) colectados por el Dr. Souza y recientemente solicitamos más información al respecto sin haber recibido respuesta alguna. En el archivo no se encontró ninguna referencia a estos ejemplares aunque sabemos que tenía contacto con los botánicos cubanos, pues al morir apareció en la Revista de la Sociedad Cubana de Botánica una nota en la que menciona las relaciones de esta sociedad con el Dr. Souza, así como la presentación de la segunda parte de Apuntes relativos a la flora de Yucatán (1946), en que la agradece la colaboración del Dr. Juan Tomas Roig y del Ing. Julián Acuña Galé, de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de Las Vegas, Cuba. En cuanto a colecciones o herbarios es importante destacar que en la península de Yucatán las primeras se formaron cuando el Dr. Souza guió estudios botánicos en el Colegio de San Idelfonso y de cuya cátedra surgieron algunas colecciones herborizadas, como la de Efraín Gutiérres Rivas, las cuales fueron donadas al Sr. E.A. Goldum, del Bureau of Biological Survey U.S. Department of Agriculture. Quizá la primera colección formal de herbario que se inició en la península de Yucatán fue a principios del siglo veinte para el Gabinete de Historia Natural del Colegio de San Idelfonso, el cual fue posteriormente destruido, junto con las colecciones y archivos que ahí se encontraban (Souza, 1945). Como dato adicional en cuanto a colecciones zoológicas, tenemos la correspondencia (enero, 1949) del Smithsonian Institution sobre los resultados de la identificación de un insecto que, según el Dr. Souza, “causaba un gran daño al henequén”, por lo que deseaba averiguar las posibles medidas de control. Los ejemplares de insectos enviados fueron revisados por el Dr. L. L. Buchanan, de la División de Insectos de ese museo, como Scyphophorus acupunctatus Gyll y 10 de ellos fueron incluidos en la colección del museo; los demás se destruyeron. Con respecto a las medidas de control le respondieron que no se había estudiado ninguna y le propusieron que deberían ser estudiados en México, sobre todo por encontrarse aquí las condiciones naturales del insecto.
Como ya se planteó anteriormente y se puede observar en la tabla 2, su obra refleja claramente tres etapas de
desarrollo, las cuales a su vez se asemejan al desarrollo mismo de toda actividad científica. La obra del Dr. Souza Novelo queda claramente enmarcada en una época a la cual Rzedowski (1981) señala como “la etapa heroica de la botánica mexicana, caracterizada por la destacada obra de unas cuantas personalidades de singular reciedumbre”. Seguramente la influencia de botánicos como Conzatti, Martínez, H. Bravo y otros con quienes mantenía correspondencia, fueron gran motivación para continuar con su obra; sin embargo, creemos que la motivación principal fue su enorme pasión por el estudio de la naturaleza, principalmente de la botánica. A pesar de su contacto con la Sociedad Mexicana de Botánica, de la cual era miembro corresponsal, fue más frecuente su relación con herbarios de los Estados Unidos, como son el Bureau of Plant Industry y el Smithsonian Institution. No obstante, publicó en el boletín de la Sociedad Mexicana de Botánica (Souza, 1949); se presentó en congresos y era miembro de la sociedad que probablemente precedió a la actual Sociedad de Orquideología llamada entonces Sociedad de Amigos de las Orquídeas. A la vista de los botánicos más rigurosos, la falta de ejemplares de herbario que respaldaran sus investigaciones y publicaciones pudiera considerarse como de gran importancia para la comprobación de la validez de las mismas; sin embargo, algunos datos permiten asegurar el rigor científico con que el Dr. Souza Novelo trabajaba, como por ejemplo cuando al reconocer las diferentes variedades de ciruelas (Spondias spp.), las menciona tímidamente como especies diferentes (Souza, 1940); pero las cuales, al igual que otras más, prefiere no publicar como tales (Souza, 1949) sin antes contar con la corroboración de otros especialistas. Tal es el caso de la especie Cnidoscolus souzae descrita por McVaugh (1944) a partir de ejemplares colectados y previamente revisados por el Dr. Souza, quien al detectar las diferencias de esta especie con otras que él conocía de la península de Yucatán, prefirió remitir el material a uno de los más importantes especialistas en este grupo para su revisión. Estos ejemplos, aunque no sustituyen la falta de material de respaldo, consideramos que son representativos de la seriedad de su trabajo. La importancia del Dr. Souza radica en dos principales aspectos: 1) como primer botánico yucateco y mexicano que se interesa por el estudio de la flora de una región tan importante como es la península de Yucatán, y 2) que tales estudios, principalmente de tipo florístico, taxonómico y fitogeográfico, abarcan también aspectos de aplicación basándose en el gran cúmulo de tradiciones y conocimientos en general de los mayas sobre los recursos naturales de su región. Esto puede observarse en muchas de sus obras, donde se mencionan análisis bromatológicos de plantas no convencionales, pero sí muy arraigadas a las costumbres tanto alimenticias como medicinales des los habitantes de la región; no sólo de las comunidades campesinas, representantes de la antigua tradición maya, sino también de las principales ciudades. Por ello, su obra ofrece muchas características en común con la idea original del proyecto Flora Yucatanense, que
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Comentarios finales
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contempla los aspectos tanto florístico-taxonómicos, como etnobotánicos. En términos generales, su obra no fue reconocida a nivel nacional y sólo hasta el día de su muerte se le reconocieron sus méritos en las notas periodísticas por algunos estudiosos de la naturaleza, poetas y amigos personales de Dr. Souza. No obstante, consideramos digno de mencionar el reconocimiento de Rogers McVaugh en 1944, antes mencionado, al dedicarle una de las especies del género Cnidoscolus (C. souzae), que, según sus propias palabras fue “Nombrado en honor del Dr. Narciso Souza Novelo, de Mérida, Yucatán, autor de Plantas melíferas y poliníferas que viven en Yucatán, etc. y un entusiasta colector y estudioso de la flora de su estado”. Este trabajo fue traducido por el Dr. Souza Novelo en 1944 y publicado en la revista Sisal de Yucatán. A manera de conclusión podemos decir que, si bien su obra no fue editada, gracias al botánico Dr. Arturo Gómez Pompa y al botánico yucateco Dr. Alfredo Barrera Marín, su obra inédita fue rescatada. Una parte de los originales deben encontrarse en el Centro de Investigación Científica de Yucatán, CICY, y una copia de toda la documentación se encuentra en el Instituto de Ecología de Xalapa, Veracruz.
“La importancia del archivo documental de Narciso Souza Novelo” Roger Orellana Lanza
Castillo-Puc L., Flores J. S. y J. M. Kantún-Balam. 2012. “Conocimiento y manejo de plantas medicinales en huertos familiares de Izamal y Peto en Yucatán, México” en: Huertos Familiares de la Península de Yucatán. Eds. Flores J. S. Universidad Autónoma de Yucatán. Fascículo 30. Enciclopedia Yucatanense. 1977. Tomo 4. Gobierno del Estado de Yucatán. Mérida y ciudad de México. Pág. 339. Espejel I. y Lira Saade R. 1986. “Vida y obra botánica del Dr. Narciso Souza Novelo” en: Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán, No. 156. 2: 3-23. Flores J. S., Kantún-Balam J. M., Schober-Laferl A. y S. Contreras-Miguel. 2012. Rescate del conocimiento etnobotánico (recetas) de plantas medicinales usadas por parteras en el municipio de Abalá” en: Huertos Familiares de la Península de Yucatán. Eds. Flores J. S. Universidad Autónoma de Yucatán. Fascículo 30. Flores J. S., Uicab-Cámara G. N., Ocampo-Segura X. E. y S. A. González-Lugo. 2012. “Flora maya y recetas médicas en los huertos de la comunidad de Tahdziú, Yucatán, México”. en: Huertos Familiares de la Península de Yucatán. Eds. Flores J. S. Universidad Autónoma de Yucatán. Fascículo 30. Mendieta R. Ma. y S. del Amo R. 1981. Plantas medicinales del Estado de Yucatán. Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB), Xalapa Veracruz. Compañía Editorial. Continental. México. 428 pp.
Para mí existen dos lecturas sobre la historia y evolución de la ciencia en la península de Yucatán. La primera lectura, es que el conocimiento científico ha ido avanzando a pasitos, como un proceso continuo desde la época colonial. Más aún, algunos autores han reinterpretado todo el conocimiento de los mayas y han valorado el mismo en términos que éste estuvo ordenado y sistematizado. Dicho conocimiento ha sido enriquecido por la presencia de distintos exploradores, arqueólogos, antropólogos, médicos y naturalistas que han vivido o transitado por la región y que han hecho aportes al mundo de la ciencia. Sobre todo, que han dado a conocer las singularidades que existen en la península. Algunos de ellos nacieron y aprendieron de la naturaleza en la región y siempre trabajaron en pro del avance científico de cara al enorgullecimiento de que Yucatán “es un mundo aparte”. La segunda lectura es que las contribuciones anteriores a la segunda mitad del siglo XX son meramente documentales y anecdóticas. La imposición de los modelos de Ciencia y la Tecnología han sido fruto de las iniciativas nacionales; han dado pie a la formación de centros de investigación y han enriquecido a las universidades. Actualmente hay un importante número de instituciones en las que se aplican complejos métodos, no necesariamente que han de dejar honda huella a sus pobladores a fin de que redunde en el bienestar común. Estos centros tratan de responder a preguntas científicas no necesariamente regionales y han generado una “protoclase” científica con importante componente humano de otras partes de México y de otros países. Yo opto por la primera lectura. Las bases del conocimiento científico, los primeros avances del conocimiento de la región, fueron dadas por los naturalistas y los médicos, los arqueólogos y los etnólogos. Entre ellos destaca el médico Narciso Souza Novelo; la obra que le acompañó fue la producción de escritos desde sus Apuntes de un curso de botánica, datada en 1901 a su obra ya póstuma Orquídeas de Yucatán publicada en 1953. Cuando recuerdo mis lecturas de los escritos del Dr. Narciso Souza Novelo, me pregunto sobre varias cosas que tienen que ver con la investigación en el esquema actual y en el esquema anterior a los años cincuenta: Si la obra de un científico o un naturalista no es conocida universalmente ¿entonces no es relevante? Si las publicaciones de ese personaje no están distribuidas en las principales bibliotecas del planeta ¿no son de gran relevancia para la humanidad? Este es el sino en la obra de los “naturalistas en la provincia” (sensu Julio Riquelme Inda). Esto mismo me pregunté hace varios años cuando realicé un viaje maravilloso a Egipto en el que tuve la oportunidad de visitar la nueva Biblioteca de Alejandría, que pretende contener lo mejor de lo mejor del saber
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Bibliografía
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humano. Seguramente ahí no encontraría las obras de Souza Novelo o de una gran cantidad de “naturalistas en la provincia”, no solamente mexicanos, sino de muchos y diversos países. Sin embargo, éste no es un argumento para decir que eso no le da relevancia a la obra que, en el caso de Narciso Souza Novelo, construyó a través de cincuenta años dedicados al estudio sobre las plantas de Yucatán. Souza Novelo fue un personaje que irrumpió en varias áreas del conocimiento; como médico, como botánico y como interrogador de la naturaleza, es decir como naturalista. De esto último profundizó: sobre las relaciones hombre–planta y hombre–naturaleza, sobre todo entre los mayas peninsulares. En sus escritos se pueden encontrar muchas reflexiones sobre estas relaciones entre los mayas, y las cuestiones ambientales en la Península y sobre algunos cultivos y la racionalidad de la domesticación y selección de plantas para usos comestibles, apícolas, medicinales, y otros más. Sin embargo, en la actualidad, a excepción del gremio de los biólogos y un sector de los agrónomos que se afanan en estudios de las plantas de Yucatán y de la Península, se ha ido perdiendo su memoria. Por favor esperen, es muy importante mantener la memoria histórica, también de los científicos y naturalistas en provincia, como parte del patrimonio y orgullo regional. ¿Cómo descubrí a Narciso Souza Novelo? En 1981 como fruto de la búsqueda documental sobre el henequén, me topé en el tomo 2 de Los recursos naturales del Sureste y su aprovechamiento un capítulo firmado por Andrés M. Mesa en el que hace mención del trabajo “Henequén Ki” de Narciso Souza Novelo y editado por el Instituto Técnico Henequenero. Coincidentemente, la bibliotecaria del CICY de aquel entonces, la Sra. María Luisa Bórquez me solicitó hacer reseñas de diversos autores, entre los cuales me llamaron la atención Narciso Souza Novelo y Augusto Pérez Toro, así como George Gaumer. Fui descubriendo en Souza Novelo una serie de documentos que me agradaron mucho pues encontraba en éstos lo que buscaba: la reivindicación del saber y el planteamiento de algunas hipótesis sobre la diversidad de las plantas utilizadas por el pueblo yucatanense. Pasó el tiempo y una vez estudiados los trabajos de este autor y otros más, realizamos una serie de estudios del henequén y en el entonces naciente jardín botánico regional procuramos tener las variedades (acaso algunas de ellas especies) de los agaves yucatanenses y siempre quedó pendiente el enigmático Agave (Manfreda maculata o maculosa) mencionado por Souza Novelo. En aquel entonces el Centro de Recursos Bióticos de la Península de Yucatán (CREBIPY) del INIREB fundó el herbario “Narciso Souza Novelo”. El fundador del centro, el Dr. Alfredo Barrera Marín, había comprado a la viuda de Souza Novelo sus dibujos, cartas, manuscritos y originales de libros, así como fotografías y un sinnúmero de cosas. Pasaron los años y fui a estudiar mi doctorado a España. Durante mi estancia en ese país, aconteció el cierre del
INIREB por parte del gobierno federal. El destino del archivo de Souza Novelo era incierto. Una parte quedó depositada en el Centro de Investigación Científica de Yucatán; la colección casi completa de dibujos, algunas fotografías y notas estuvieron extraviadas durante quince años y aparecieron en los almacenes administrativos del Instituto de Ecología. Cuando aparecieron, el entonces director de ese centro de investigación, Dr. Daniel Piñero gentilmente me nombró como custodio de dicha obra. Así nuevamente estaba reunido todo el material contenido en el archivo del Dr. Narciso Souza Novelo y quedó materialmente archivado durante diez años. Tras treinta y tres años de servicios, consideré retirarme del Centro de Investigación Científica de Yucatán, en el mes de octubre de 2013. Por ese entonces el Mtro. José Luis Domínguez Castro, de la UADY, llegó solicitando escanear o fotocopiar los documentos de Souza Novelo, con el proyecto de iniciar el estudio de los universitarios notables de Yucatán. Fue cuando creí oportuno que el sitio más adecuado para custodiar la obra del Dr. Narciso Souza fuera la propia universidad. El resto ya es historia conocida. Actualmente dicha documentación está resguardada y lista para que aquellos interesados se sumerjan en el mundo Souza Novelo, de las historias de las plantas, de los nombres vernáculos, de los cuentos relativos a éstas, de las mieles de los poemas, y las fotos de la época dorada de los últimos naturalistas yucatecos.
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Colección: Pilares de la Ciencia Capítulo.3. Obra científica del Dr. Narciso Souza Novelo
Además de la relación exhaustiva hecha por los Dres. Lira, Espejel y Flores en el capítulo anterior, presentamos aquí algunas cubiertas y portadas de sus obras, a manera de muestra representativa:
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Capítulo.4. Testimonios familiares sobre la persona del Dr. Souza
Es frecuente, en todas las familias, contar con algún miembro a quien, al mencionarlo, se suela conceder particular deferencia. Así ocurría en la mía cuando, siendo yo menor, se hablaba de mi tío Nacho, el Dr. Narciso Souza Novelo, médico notable que ejerció su profesión en años no muy lejanos, con gran estimación de nuestra sociedad. Él y yo nos desenvolvíamos en medios sociales distintos: yo, en el más modesto, y él en uno más culto, y aunque sin señalarse precisamente como aristócrata, el Maestro Esquivel Pren lo calificaba como gentilhombre de la Amistad y de la Vida. Tenía tío Nacho especial afecto por mi abuelo, Ramón Souza Ávila, hermano de su ya entonces fallecido padre, y lo distinguía con demostraciones frecuentes de cariño, a pesar de lo cual yo no tenía bien percibido su parentesco. Pero en una ocasión, en mi escuela primaria, la Rita Cetina Gutiérrez, contigua a su hogar en la calle 64 entre 65 y 67, se nos anunció que los alumnos de los grados avanzados tendríamos oportunidad de escuchar una conferencia que impartiría un distinguido médico. A mí me correspondió asistir y conocer al disertante, quien resultó ser el Dr. Narciso Souza Novelo, mi tío Nacho. El tema, lo recuerdo, fue sobre el cuidado de la salud. Desde entonces, afable y acogedor como él era, lo comencé a frecuentar cuando pasando por el zaguán que daba entrada a su casa, mis compañeras y yo nos deteníamos a contemplar las plantas de su jardín interior, principalmente cuando lograba alguna orquídea, en cuyos cultivos se esmeraba y complacía mostrándolos. Mi abuelo, en el año de 1940, el 31 de agosto, debería cumplir el centenario de su nacimiento, y tío Nacho con entusiasmo comenzó a planear un festejo en el que aspiraba a reunir a la familia cercana. Como anticipación de su proyecto, nos invitó a los parientes más próximos para un almuerzo en su casa, que resultó gratísima convivencia. La suerte no estuvo de parte de la familia, y poco antes del cumpleaños el abuelo sufrió una caída con fractura pélvica que, como suele suceder, fue mortal y frustró el homenaje. Pero el infortunio estrechó los lazos familiares y dio oportunidad de conocernos; así, convivimos con la esposa de tío Nacho, la señora Agustina Font Martínez de Arredondo, quien se esmeró en particulares atenciones hacia mi abuelo enfermo, y yo comencé a frecuentar la casa de ellos. Conocí la espléndida biblioteca hogareña de mi tío, que ocupaba casi toda la planta alta, rica en ciencia y literatura, así como sus gabinetes de radiografía y fluoroscopía –novedades diagnósticas en las que fue pionero– y los salones con instalaciones para la aplicación de fisioterapia, terapéutica que había estudiado en la Universidad de Columbia, y para la cual había adquirido novedosos equipos, pero que,
aunque con efectivos resultados, no compensaban la merma que le habían ocasionado a su economía, dado su sentir y proceder ajenos al lucro, y lo novedoso de la especialidad que aún no se abría paso en nuestro medio. Próxima la conclusión de mi bachillerato, posiblemente por considerarme merecedora de su confianza, tío Nacho me acercó hacia él para mostrarme algunas de sus prácticas profesionales médicas, permitiéndome brindarle cierta asistencia; y enterado de que tenía entre mis habilidades la mecanográfica, me ocupó en escribirle resultados de sus investigaciones botánicas, algunas de ellas para el Instituto Técnico Agrícola Henequenero, por entonces bajo su dirección. En estas actividades colaboró con entusiasmo su esposa, especialmente en la selección y colección de plantas, enriqueciendo la obra con su gran disposición para las ilustraciones, solidaridad que también la llevaba a acompañarlo en sus frecuentes salidas a poblaciones del interior del Estado, incursiones a las que ella llamaba orgullosamente “viajes morrocotudos”. Compartir las actividades de mis tíos y recibir sus afectos me brindaban incomparable bienestar, pero imponderables razones económicas me llevaban a desempeñar, lejos de ellos, quehaceres cada vez más redituables que poco a poco fueron alejándome, terminando por hacer escasos nuestros contactos. Uno de ellos fue cuando, colaborando con el Dr. Eduardo Urzaiz, éste me obsequió, para hacerle llegar a mi tío, un libro denominado Cazadores de Plantas en los Andes, que muy contenta le llevé y él recibió con agrado. Posteriormente, hubo una situación especial que me acercó íntimamente a mi tía “Tinita”. Excepcional, en muchos sentidos, fue mi tío; y aunque internacionalmente sí fue reconocido en el medio científico, sin embargo, no fue su personalidad todo lo donairosa que mereció en nuestra sociedad local, lo cual atribuyo a la lealtad sin medida que su idiosincrasia le impuso. Dice Gabriel Ramírez Aznar que Mediz Bolio, igual que Juárez y Ocampo, fueron librepensadores salidos de colegios de sacerdotes, orígenes que nos recuerda al máximo conductor de la política educativa de la Reforma, que fue José María Luis Mora, sacerdote y Doctor en Teología, que sin embargo, como consejero de Gómez Farías, intervino en la supresión de la Real y Pontificia Universidad de México en 1833. El Dr. Souza, educado en el Colegio Católico de San Ildefonso, hasta que hubo de concluir el bachillerato e iniciar los estudios profesionales en la Facultad de Medicina del Instituto Literario del Estado, fue discípulo muy apreciado por el fundador de su Colegio, el célebre sacerdote Norberto Domínguez Elizalde, de reconocida competencia académica y alta superioridad eclesiástica, quien aún lo distinguió como adjunto en sus cátedras. Salido de aquel medio religioso, austero y estricto, no supo transigir con el liberalismo exteriormente establecido, y, mucho menos con el socialismo de los años siguientes, actitudes que lo aislaron de los círculos oficiales; así podemos observar que sus Botánicas, como libros de texto, carecieron de aceptación en el medio educativo.
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El perfil humano del Dr. Souza
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Sin embargo, tuvo a su cargo la dirección del hospital O’Horán, pero siendo incapaz de avenirse a los usos burocráticos comunes, era censurado en el medio porque, según se afirmaba, protegía personalmente hasta la economía de la despensa. La obra científica realizada por el Dr. Souza es muy vasta, afortunadamente ya al alcance de la Universidad Autónoma de Yucatán. Junto a ella es de considerarse su actividad literaria que desde muy joven lo distinguió en la Sociedad Lord Byron de la que fue destacado colaborador en su revista Arte y Letras editada a principios del siglo xx. Fue autor de letra de canciones musicalizadas por reconocidos compositores; cuentista y rescatador de leyendas vernáculas; miembro fundador de la Academia de la Lengua Maya, disciplina que le era indispensable en sus investigaciones botánicas y afectivamente cultivada con afán. El historiador literario Lic. José Esquivel Pren, en su obra Historia de la Literatura en Yucatán, delicadamente deja notar, al juzgar la obra poética del Dr. Souza entre la de los yucatecos notables del siglo xx, el reflejo de su educación religiosa cuando, al acusarle recibo de Espigas de una Milpa, después de encomiarla con alta estima, le dice: “en medio del romanticismo grato que despiden tus poemas, se observa una especie de libido reprimida…” a lo que el poeta responde, entre otros argumentos: “te aseguro que no me agradaría que publicaras que he escrito versos y menos eso de que en ellos se observa una especie de libido reprimida… déjame terminar mi lucha en el silencio de sombras de mi caracol.” Al hacer referencia a lo anterior, sólo he querido ratificar mi criterio de lo limitante que debió ser para una inteligencia tan prodigiosa como la de mi tío, el peso de su estricta formación clerical. En días cercanos, supe de dos centros educativos denominados Dr. Narciso Souza Novelo: uno es un jardín de niños ubicado en Yaxnik, comisaría de Mérida; el otro es la Escuela Técnica Agropecuaria Número 5, establecida en Espita. Para la denominación del jardín de niños debió seleccionarse uno entre tres nombres que fueron propuestos, decidiéndose que se utilizaría el del Dr. Souza. En cuanto al de la Secundaria Técnica y Agropecuaria fue la Sociedad de Estudios Yucatanenses “Elmer Llanes Marín” la que eligió la denominación, después de designar al ganador en un concurso de biografías convocado por la Sociedad. Para la inauguración del centro educativo fue el propio presidente de la Asociación, Dr. Jesús Amaro Gamboa, quien presidió la ceremonia. Indudablemente, es en la escuela de la vida donde los valores humanos tienen aplicación, pero qué bien que los sitios escolares simbolicen su perdurabilidad.
Br. Candelaria Souza de Fernández Recuerdos de mi abuelo
Desde luego, por diferencias de edad, no lo podría yo haber conocido. Pero por motivos familiares, desde mi niñez supe del doctor Narciso Souza Novelo debido a indiscreciones tardías de una hermana de mi madre, veinte años mayor y que fungió realmente como nuestra abuela, mujer que nunca casó y que alcanzó los 93 años de
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Aunque tengo vagos recuerdos de mi abuelo, el doctor Narciso Souza Novelo, como por ejemplo, las idas a Chacsikin llevando mi velocípedo en el carro, para andar por los pasillos de la hacienda, o en la casa de la 64 entre 65 y 67, jugando mis dados con él sobre un petate; mi abuela, Agustina Font Martínez de Arredondo (esposa suya) y mi mamá Mary Souza Font de Peniche (su hija), a través de toda mi vida me fueron contando sobre él: su obra, sus viajes, sobre todo sus recuerdos de cuando iban a congresos y conferencias o cuando visitaban a estudiosos como el doctor Domingo Couoh Vázquez en Puebla o a la señorita Guillermina Llach, en Chiapas, Oaxaca y otras regiones donde se reunía con botánicos y médicos. Mi abuela siempre lo recordaba con mucho cariño, pues ella lo ayudaba a pintar las plantas, orquídeas y otras flores que él estudiaba y clasificaba con sus nombres científicos, comunes y mayas, y además, por su vida alegre y bohemia, así como por el buen carácter que tenían los dos y lo bien que se llevaban. Así, aunque no convivimos mucho, ya que el murió cuando yo apenas tenía unos cuantos años, su presencia en la vida de mi hermana y mía fue constante, ejemplificadora y muy grata. De la misma manera, su recuerdo perdura hasta la fecha en personas, que si bien no lo conocieron físicamente, lo recuerdan por sus obras, en las múltiples disciplinas en las que destacó y saben apreciar y valorar todo lo que el aportó para beneficio de la ciencia y del nombre de Yucatán y de México, como es el caso de esta iniciativa de la Universidad Autónoma de Yucatán, la cual agradezco y reconozco. Sé que muchas otras personas han estudiado su obra y particularmente sus aportaciones a la botánica; entre ellos, se encuentra el Dr. Salvador Flores, pero indudablemente, el recopilar sus trabajos, sus dibujos y recoger los testimonios acerca de su persona en este volumen de la colección Universitarios en la Historia, contribuirá enormemente a la difusión de su perfil científico y estimulará la continuidad de la investigación herbolaria.
Lic. Jorge Alberto Peniche Souza Entre plantas y flores: un romance
Colección: Pilares de la Ciencia
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una vida tranquila y feliz. Su carácter comunicativo y alegre la hicieron persona simpática y querida por mucha gente, entre quienes figuraba un apuesto joven siete años mayor que ella, flamante médico de profesión y amante y coleccionista de hermosas flores por singular devoción. Devoción que lo llevaría a convertirse en una autoridad nacional en la materia y a conocerse su trabajo en Europa. Mi abuela postiza le decía Nacho de cariño y Nachito cuando se refería a él en tiempo pasado. Fueron novios, lo quiso mucho y la relación, aunque breve dejó tal huella en su alma que jamás quiso enamorarse de nuevo. Según ella, él también la amó con hondo romanticismo, fiel a su estirpe sensitiva, la cual –aparejada a su espíritu de investigador científico, de naturalista del siglo XIX– lo llevó a apasionarse por las flores y, a partir de ellas y de su papel reproductivo, por las plantas de Yucatán. También por ellas –y por su amor humano– su alma sentimental volcó su inspiración en la literatura, en la creación poética, la cual no fue ajena al corazón de mi encantadora “abuela”. Aquel dulce fuego de amor –no por su acendrado romanticismo careció de las pocas expresiones apasionadas que permitía la época– mantuvo el noviazgo durante más de un año, en el despertar del siglo. Hubo en ese lapso cartas encendidas de ternura ardiente, hasta donde podía manifestarse el poeta versificador que era el aún joven médico e incipiente botánico; también hubo cotidianas visitas del cortés caballero intelectual a casa de mi tía, tercera en el orden de las tres hijas hasta entonces; allá mismo, los ventanales de la casa recibieron frecuentes y coloridos ramos de flores (éstas de nombre científico pero de fragante gineceo, colmado de sutil erotismo); y hubo rumbosas noches, saturadas de tímidos devaneos y electrizantes cercanías, en los elegantes bailes de los salones del Liceo. Asimismo, emprendieron colectivas excursiones dominicales en ferrocarril veloz al cercano puerto de Progreso, para respirar juntos al medio día el yodo marino y después despedir ambos, tomados de la mano, al sol muriente en el horizonte; participaron en sabatinos traslados de la tribu familiar, en el lento tranvía de mulitas, al pequeño lago de San Cosme, –sitio predilecto del coleccionista en ciernes–, en donde encontraban los tórtolos momentos deliciosos para susurrarse palabras de amor; sostuvieron intensas charlas, cercados los dos por edificios de recia arquitectura, en los trayectos de ida y vuelta sobre el sendero romántico de lo que había sido el Paseo de las Bonitas; y protagonizaron, bajo el cielo nocturno, coqueteo discreto pero ardoroso entre las jardineras aromadas y junto a los jóvenes laureles, durante aquellas musicales retretas de la Plaza Grande. No obstante, su vocación verdadera, antes de esta dedicación a la botánica –que dio frutos opimos a nivel mundial– había sido el Dr. Souza un pionero del empleo de los Rayos X al instalar en Mérida en 1913 su gabinete respectivo. Ella nos contaba que Nachito le puso a este gabinete y consultorio (tal vez por su linaje imaginativo y literario) el sugerente y luminoso nombre de Baños de Luz... “¿No es cierto que en todo lo que Nachito Souza
tocaba, ponía fervor y poesía?” Si, bien, todo marchaba armoniosamente, sin embargo, un día esta relación terminó. Fue algo repentino. Mi tía nunca lo explicó claramente. Que su papá, que esto, que tal vez lo otro. Pero terminó, sin menoscabo de que ella lo continuó queriendo y recordando gustosamente –sin tristeza y, menos aún, amargura– todos y cada uno de los días de su larga vida. Eso me contaba siempre. Y por mi amor grande a ella, además de mi admiración a la persona y la obra del doctor Narciso Souza –y no se diga a mi gratitud por su amor a ella– es que me animo a ser ahora un indiscreto. Carlos Peniche Ponce.
Hace treinta y cinco años, el 4 de junio de 1937 para ser exactos, por sugerencia del profesor Alfredo Barrera Vásquez se reunió un grupo de estimables personas que, aunque en la vida diaria tenían actividades disímbolas, eran amantes de la Lengua y de la Cultura de los Mayas. La reunión tenía por objeto constituir la Academia de la Lengua Maya de Yucatán y se efectuó en un anexo del entonces Museo Arqueológico e Histórico, que estaba situado en el cruzamiento de las calles 61 con 58 frente al costado norte de la Catedral. El cuerpo directivo de dicha institución, que fue elegido en la asamblea constitutiva, estaba formado de la siguiente manera: presidente, Ing. Rául Sobrino Campos; vicepresidente, Profr. Artemio Alpizar Ruz; secretarios 1º. Y 2º., respectivamente, Profr. Santiago Pacheco Cruz y Pedro García Argáez; Tesorero, Profr. Paulino Novelo Erosa, y como miembros numerarios: Sritas. Profras. Sara y Dolores Buenfil, Profr. Alfredo Barrera Vásquez, Menalio Villanueva Lope, José Salomón Osorio, Dr. Ermilo Solís Alcalá, Dr. Maximiliano Canto M., Dr.Gonzalo Pat y Valle, Ing. Francisco Pérez Sierra, Miguel Rodríguez Ávila, Baltasar Pérez, Profr. Miguel Barrera Palmero y Enrique Leal. Los socios supernumerarios eran los señores Eleuterio Orozco, José Isabel Cab, Víctor Echeverría Pérez, Hernán Rubio, Eustaquio Ávila Sosa, Benedicto Bacelis, Inoco Erosa Peniche, Alfonso Villa Rojas, Eleuterio Novelo Franco, Javier Marín Alfaro, Domingo Piña, Ramón Berzunza Pinto, Romeo Valencia, Pedro P. Castillo, Isidro Hernández, Antonio Cuevas Medina y Dr. C. Gamboa. La mayoría de los supernumerarios vivía en ciudades y poblaciones afuera de la capital del Estado. Como se verá por la relación anterior, muchos de ese primer grupo se distinguieron, al correr del tiempo, en
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La academia de la lengua maya. U Molay Ah Maya Than William Brito Sansores
Colección: Pilares de la Ciencia
Colección: Pilares de la Ciencia Fotografías
Dr Souza de Médico graduado
Dr. Souza Narciso Souza (4o de izq. a der. de pie) ; Dra. Ida Kaplan Langman (2a de izq. a der. sentada); Dr. Faustino Miranda González (3o de der. a izq. sentado)
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Colecciรณn: Pilares de la Ciencia
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El Dr. Souza en una ceremonia de inaguracion, ca. 1950
Agustina Font M. de A. y el Dr. Narciso Souza
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