Sin Tapujos (Serendipia)

SERENDIPIA

1202 LIRBA ED 32

SIN TAPUJOS

01ºN NÓICIDE

SIN TAPUJOS

Dirección general María José Martínez Díaz mapidiaz42@gmail.com

Editores Fernanda Loutfe Orozco Gaby Ledezma Diego Rivera Hernández Diseño de portada Mapi Díaz Colaboración Montserrat Flores Castelán @historiasdetraviesos

A aprender, ¿No? athena

Desenredada-mente Ana Sofía Luna

Columna curiosa Daniela Nur

D.A Ablanedo

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Sin tapujos

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Sin tapujos Revista

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El pabellón número seis Gaby Ledezma Symbólokus Diego Rivera Hernández Diego RH

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Mientras tanto Melissa Viñas Calatayud

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Serendipia ÁRABE-SARANDIB DESCUBRIMIENTO O HALLAZGO REALIZADO POR ACCIDENTE, CASUALIDAD, INESPERADO Y AFORTUNADO, DE COSAS QUE NO SE ESTÁN BUSCANDO NI INVESTIGANDO, PERO QUE SON LA SOLUCIÓN PARA OTRO PROBLEMA QUE SE TENÍA.

Contenido 04

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MÁS ALLÁ DE LA INFANCIA CUATRO LIBROS PARA COMPARTIR: ALGUNAS NOTAS SOBRE LIBROS INFANTILES E INFANCIAS QUERIDA YO

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LA CENA PERPETUA

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¿QUÉ SERÍA DE MÍ SI NUNCA HUBIERA SIDO PEQUEÑA?

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CALALINI

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LA DESOBEDIENCIA COMO ALGO NECESARIO

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RECUERDO DE UN DESAYUNO

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ME DISCULPO CONTIGO

Desenredada-mente

MÁS ALLÁ DE LA INFANCIA Ana Sofía Luna & D.A Ablanedo

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Si algo sabemos con certeza es que lo que vivimos en la infancia nos afecta hasta la vida adulta, tanto positiva como negativamente, ¿Por qué y cómo lo hace? existen varias teorías que ayudan a contestar o entender estas preguntas, una de ellas es el Análisis Transaccional, este análisis viene desde una postura psicoanalítica por parte de Eric Berne en 1961 y nos proporciona una estructura psicológica de la persona que nos ayuda a comprender: cómo funcionamos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos e interactuamos entre nosotros. Nos ayuda a comprender de manera eficaz por qué hay personas que cometen sistemáticamente los mismos errores, tienen los mismos problemas y manifiestan los mismos patrones de conducta y relaciones (Serra, 2019).

Desde este punto de vista el impacto y la forma en la que vivímos crean nuestras posiciones existenciales y se relacionan entre ellas; si bien estas relaciones forman nuestra identidad, los valores por los que nos regimos, la percepción que tenemos, cómo nos enfrentamos a las situaciones, hasta la predisposición que tenemos al relacionarnos con los demás.

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Estas relaciones abarcan características desde sí de niño recibiste mensajes positivos y atención, que a la larga tu posición existencial va a ser saludable, ya que eso que viviste lo transmites a los demás; por el otro lado, si la persona sufrió abandono de pequeño, en su vida adulta se predispone a desconfiar de la gente o sentir cierta inseguridad.

Siguiendo la ruta del análisis transaccional existe el “guión de vida” que es un programa en curso desarrollado en la primera infancia, bajo la influencia parental, que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida. Sabemos que esto llega a sonar muy técnico pero en palabras más simples, es cómo las experiencias vividas de chiquito (mensaje de padres, prohibiciones, permisos, expectativas, etc) son interiorizadas por el niño y así forma un concepto de sí mismo, de los demás y del mundo (Serra, 2019).

En la teoría del aprendizaje cognitivo social, Bandura propone que aprendemos en el medio social, observando a los otros, las reglas que tienen, habilidades, la manera en la que enfrentan las situaciones, sus creencias y actitudes; lo que podemos aprender durante la infancia está modelado por nuestro ambiente inmediato (Boggiano, J. P. 2018).

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Pia Mellody (2005) habla sobre la naturaleza de los niños, todos son valiosos, vulnerables, imperfectos, dependientes (porque tienen necesidades y deseos que no pueden satisfacer por ellos mismos) y son inmaduros (porque están en desarrollo), cuando se encuentran en familias funcionales donde estas características son nutridas y cuidadas, los niños crecen para convertirse en adultos con autoestima saludable, pueden ser vulnerables pero con límites que los protegen; son responsables de su imperfección y pueden pedir ayuda si lo necesitan; pueden satisfacer sus deseos, necesidades,y maduran.

No obstante, aunque nos gustaría, no todas las familias son funcionales, los niños creen que sus cuidadores no pueden equivocarse, y confían en lo que les enseñan, pero algunos cuidadores en lugar de nutrir y desarrollar las características anteriores las atacan, reprimen o maltratan, por lo que los niños pierden su propia sensación de valía y desarrolla rasgos disfuncionales de supervivencia para no desmoronarse y seguir creyendo que sus cuidadores tienen la razón, estos rasgos los acompañan a la vida adulta, cuando hay abuso en la valía pasa a ser menos que o mejor que, provocando dificultad para poder tener una autoestima adecuada; cuando la vulnerabilidad se ve lastimada pasan a ser demasiado vulnerables o invulnerables, teniendo dificultades para poner límites funcionales.

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Cuando son etiquetados como malos, rebeldes o buenos, perfectos provoca dificultades para asumir y expresar la propia realidad e imperfección. Cuando es demasiado dependiente o es antidependiente más tarde le resultará difícil atender sus propias necesidades y deseos de adulto, y cuando es etiquetado como extremadamente inmaduro o maduro en exceso, en la vida adulta le resultará difícil experimentar y expresar su realidad con moderación.

Con esto nos gustaría decir dos cosas, la primera es que siendo adultos, podemos cambiar aunque hayamos aprendido cosas en nuestra infancia que no son saludables, claro que no es fácil y existen creencias que parecieran estar arraigadas como parte de nuestro yo que no queremos como parte de nosotros, aún así podemos evolucionar, a veces sin ayuda de un proceso terapéutico y muchas veces con ayuda de uno.

Todavía existe un estigma sobre que solo las personas que están “realmente mal” van a terapia, en realidad los procesos terapéuticos nos ayudan a conocernos mejor, a cambiar cosas que queremos cambiar o cosas que nos están generando problemas, aunque a veces no se vean tan grandes.

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Ojo, sabemos que esto suena a que si tuviste una mala infancia ya no hay vuelta atrás y justo eso es lo que queremos mencionar aquí, obvio no es magia y claro que tiene un impacto lo que viviste de chiquito pero lo bueno es que se puede trabajar en ello, una vez que lo identificas y te cae en veinte de que hay cosas o acciones que repites, sin saber muy bien por qué y te traen consecuencias negativas, esto es una red flag para pedir ayuda, y ¡esta bien!

De eso se trata, de aprender de nuestros errores para no seguir cometiéndolos. El segundo punto que queremos mencionar es que si somos cuidadores de algún infante (ya sea planeado o no), podemos ahorrarles algunas dificultades en la vida si procuramos conocernos mejor a nosotros mismos, ¿Qué es lo que nos hizo falta en la infancia? ¿cómo podemos ser mejores para cortar con el ciclo o transmitir lo mejor del mismo?

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Teniendo en cuenta como la infancia repercute en la vida adulta nos preguntamos cómo el papel de la tecnología afectará a los adultos del futuro, los niños de hoy ya que las redes sociales ya forman parte de nuestra forma de relacionarnos con los demás en términos del día a día, se hablan de aspectos positivos y negativos que han generado, y no estamos en contra o a favor de ellas, son herramientas, las usamos como cualquier persona pero un aspecto del que todavía no se habla es el impacto y la influencia que estas pueden crear en la identidad de las personas.

En qué momento y hasta qué nivel las redes sociales influyen, moldean nuestras interacciones sociales y por que por más absurdo que suene que por un emoji te pones muy feliz, es una realidad que como sociedad hemos aceptado esa “forma de afecto”, las redes sociales y el internet se han convertido en ambientes inmediatos de las personas.

Partiendo de esta costumbre que vamos adquiriendo sobre las formas en las que nos relacionamos les compartimos la pregunta que nos hemos planteado por un tiempo: ¿Cómo creen que serán los adultos del futuro y de qué manera van a influir este tipo de tecnologías en generaciones futuras?

Fuentes Bggiano, J. P. (2018). Teoría Biosocial. En P. Gagliesi (Ed.), Terapia Dialéctico Conductual: Introducción al Tratamiento de Consultantes con Desregulación Emocional (1.a ed., pp. 29- 45).

Giardino, R. (2012). Análisis Transaccional (recopilación).

Mellody, P. (2005). La codependencia. Paidós.

Ruiz-Corbella, M., & Juanas-Oliva, Á. (2013). Redes sociales, identidad y adolescencia: nuevos retos educativos para la familia Serra, B., 2019. Análisis Transaccional - Principios y conceptos clave. [online]

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MONTSERRAT FLORES CASTELÁN

CUATRO LIBROS PARA COMPARTIR: ALGUNAS NOTAS SOBRE LIBROS INFANTILES E INFANCIAS @historiasdetraviesos

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Desde que descubrí los libros de literatura infantil he sido inmensamente feliz —digo descubrí pero tal vez debería escribir leí en su lugar con mayor precisión—. Hablar de ellos me parece hermoso y necesario porque, por un lado, como adultos nos permite reconectar con el asombro, encontrar nuevas perspectivas a problemas que pensamos irresolubles y redescubrir el goce de la lectura. Por otro, para las niñas y los niños puede ser un primer acercamiento al lenguaje, a la ficción, al juego y al diálogo; aunque, claro, estas son solo algunas de las muchas posibilidades que conlleva la lectura en las infancias.

Sin embargo, considero que para hablar de literatura infantil tenemos que tener algunos puntos delimitados. Un primer —gran — punto es saber a qué nos referimos con literatura infantil y para esto Laura Guerrero Guadarrama*, distinguida figura en la investigación sobre la literatura infantil y juvenil, habla de tres líneas aceptadas en este asunto: 1) textos que han sido producidos por adultos para niñas y niños, 2) literatura ganada por y para niñas y niños, y 3) libros instrumentales que sirven para informar. Además, agrega una última línea que cada vez adquiere más reconocimiento: escritos de niñas y niños para niñas y niños (12-13, cursivas personales). *Guerrero, Laura. Posmodernidad en la literatura infantil y juvenil. Universidad Iberoamericana, 2012

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Muchas veces, lo digo porque a mí me pasó, tenemos algunas ideas arraigadas sobre esto como que son libros que solo leen las infancias, que tienen que ayudar a formar el hábito de la lectura, que si comenzamos a leer desde la infancia siempre seremos lectores. Y más que desmentirlos, mi invitación —por ahora— es repensarlos. Personalmente, creo que no hay edad para iniciarnos en la lectura y que, en lugar de hablar de un hábito, podríamos decir que entre más leemos, lo hacemos mejor, descubrimos otros temas y personas con quien compartir la lectura.

Leer, a diferencia de lo que se nos ha dicho, es un acto sumamente social. Leerle a otra persona; escuchar las historias en voz de alguien más; compartir una lectura con un grupo; reescribir una historia creando nuevas tramas… la lectura nos permite compartir y crear vínculos desde los afectos. Pensando en esto, te quiero recomendar cuatro libros que pueden disfrutar chicas, chicos y grandes por su calidad literaria y artística.

Antes de que pasemos a las recomendaciones, es importante recordar que cada persona que lee es única, por lo que estas son sugerencias generales.

Además, antes de imponer lecturas a las infancias, necesitamos escuchar sus intereses, gustos y preocupaciones para poder presentarles opciones que se acoplen lo mejor posible a estos.

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Mi primera recomendación es El sueño de Matías de Leo Lionni. ¿Te puedes imaginar qué es lo que cuenta con solo el título? Esta es la historia de un ratoncito llamado Matías que quería ver el mundo y encontró la manera de hacerlo gracias a la visita que realizó con su clase al museo. Lionni nos entrega una obra que nos invita a soñar y a hacer eso que despierta nuestra pasión. ¿Te gustan las sirenas? Entonces, estoy segura de que te encantará Sirenas de Jessica Love. Este álbum nos lleva a través de la ingeniosa transformación de Julián en una sirena.

A través del personajes de la abuela nos recuerda romper los estereotipos de géneros con las infancias y lo significativo que puede ser tener la mente abierta ante la diversidad.

Dejemos que niñas y niños se expresen libremente en espacios seguros, tolerantes y cariñosos.

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Las buenas historias a veces no necesitan palabras para ser contadas. ¿No me crees? Te recomiendo La ola de Suzy Lee para comprobarlo. La historia se desarrolla solo con ilustraciones en acuarela en tonos grises y azules sobre la doble página en blanco. Una niña visita la playa y establece una curiosa relación con una ola.

Reaprendamos junto con las niñas y los niños a jugar y sorprendernos con la naturaleza.

Digamos que a alguien se le ocurriera escribir un manual con puntos cruciales para vivir en la Tierra. Sería bastante útil, ¿no? Aunque, también podríamos leerlo. Aquí estamos. Notas para vivir en el planeta Tierra es un bellísimo regalo que Oliver Jeffers creó para su hijo. El libro nos muestra de manera breve y con humor cómo se conforma el planeta, dónde está y quienes lo habitamos.

También nos muestra la enorme diversidad que hay de personas: venimos en todas formas, colores, tamaños, sonidos y realizamos las tareas más increíbles. Una tierna demostración de amor que manifiesta lo fundamental que es ser amables con nosotras mismas o nosotros mismos; quienes nos rodean y el espacio que habitamos.

Los libros infantiles y su lectura pueden ayudarnos a imaginar futuros incluyentes, a crear espacios seguros para creer y a desarrollar vínculos cariñosos y horizontales con niñas y niños.

Dejemos de subestimarles y creer que tenemos todas las respuestas y acerquémonos a las infancias con la mente abierta para reaprender en conjunto.

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Querida yo A aprender, ¿no? athena

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No sé la edad exacta que tienes, ni en qué año vives o el largo de tu cabello, pero sé que hay distancia entre tú y yo, eso es lo que importa. Lo que sí sé es que ves el mundo pequeño, a tus pies. Los adultos a tu alrededor tienen una sabiduría insignificante porque conoces el mundo a la perfección, ¿no? Déjame decirte desde tu versión más reciente, más actualizada si quieres decir, que no es así. Creo que uno no entiende la sabiduría que conlleva crecer hasta que se detiene, mira hacia atrás y ve todo lo que antes no sabía. Te veo pequeña, puberta, adolescente, casi adulta en mis memorias creyendo el mundo a tus pies, cuando no es así.

Si pudieras escucharme advertirías una que otra cosa, tal vez una respuesta de un examen o la frase correcta para aquella conversación, pero la verdad es que no quisiera cambiar mucho. Soy lo que soy por los errores que vas a cometer. Aun así quiero decirte unas cuentas palabras, que me gustaría haber oído cuando era tú. Espero me escuches y no sientas que te estoy sermoneando.

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Si tus amigas se pelean, no es tu responsabilidad arreglar las cosas.

Sé que duele quedar en medio y que quieres que todo a tu alrededor esté bien pero no es tu lugar. No vale la pena desgastarte por controlar una relación que no te corresponde.

Puedes ayudar todo lo que quieras, con consejos, compañía y demás pero no vas a cambiar el hecho de que dos personalidades chocan. Y si no funciona, no es tu culpa.

No es una exageración esa presión en tu pecho.

Cuando todo tu alrededor se vuelve abrumador y necesitas apartarte por unos momentos, cuando tienes el impulso de salir huyendo de un espacio muy lleno, cuando te costaba respirar y no sabías por qué, eso es ansiedad. No diré que está bien porque te va a hacer tener días o semanas bastante pesadas, pero no es tu culpa. Poco a poco vas a ir viendo cómo sobrellevarlos. Es válido, no te desesperes y respira.

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No es tu responsabilidad cargar con la carga emocional de los demás. Van a llegar varias personas contigo que a tus ojos van a parecer necesitar más ayuda que tú y vas a dar todo por ayudarles, incluso a costa de tu propia persona. A veces está bien ponerte primero y decidir qué es lo mejor para ti, aunque eso implica no ser la persona que los demás necesitan. ¿Cómo vas a ayudar a un tercero o un cuarto, si no sabes cómo ayudarte a ti misma? La clave está en que se ayuden mutuamente.

Mucha gente va a entrar y salir de tu vida, es normal.

Algunos van a doler más que otros, unos van a dejar huella, otros no los vas a recordar. Te va a costar años y muchas lágrimas darte cuenta de esto. Incluso, van a haber veces que sea tu decisión dar un paso atrás porque ya no puedes más. Si una persona se fue y dejó huella en ti, cumplió su propósito. Déjala ir, agradece y aprecia a quienes están a tu lado ahorita.

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No apagues tus sentimientos. No sé en qué momento aprendimos esto, y para serte sincera, todavía me cuesta trabajo no hacerlo. Por el momento puedes sentir que sigues avanzando y que todo está bien, pero cuando menos te lo esperas, regresan y es peor. Déjate sentir por más imposible que parezca, déjate procesar las cosas, no lo dejes para después.

Hay más de donde salieron y sé que los vas a necesitar pero creo que estas lecciones son las que se han quedado conmigo. Me pregunto dónde estaríamos ahora si tú hubieras leído esto en el momento correcto. ¿Mejor, peor, quién sabe? Te queda un camino por delante y espero que a mi también.

Tú, un poco más vieja, athena.

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SYMBOLOKUS

LA CENA PERPETUA DIEGO R. HERNÁNDEZ

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A pesar de la contaminación arquitectónica, los rayos de sol encontrarán agujeros entre los edificios, como las ratas en la cocina de un lujoso restaurante, para quemar las pieles de sus subordinados. Con la playera de tirantes y la franela bien remojada, esperará en la esquina a que el verde semáforo se torne colorado. Hoy Venus se ve en toda la ciudad. La gente de intendencia barre el cielo, así que no hay oportunidad de confundirlo con el sol.

Además, el toro es su signo y nada el mes de abril. Con todo regresa a su acera nocturna donde él es dios, cargando cartones anchos, chonchos y rechonchos; pronóstico de un descanso digno de lo que su existencia es. Una a una fueron sangrando. Lo más cerca de verlas cerradas fue cuando las halló cubiertas por una costra. Sus heridas nunca cerraron, pero fue necesario dar espectáculo. Aunque nos pese, los dioses comen sangre.

Desayunarás merengue y con humo de camión te dispondrás a vivir; limpiarás un parabrisas, ensuciaras otro. Tocarás una sonaja de metales redondos cubierta por un bolsillo vacío, cada vez más grave, cada vez con más semáforos. Se recuesta con los labios apoyados en el viento y desciende al sitio de verdes valles, ropa limpia, ensayos con ideas ajenas y caminatas de helado.

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La indiferencia, la sonrisa, el enfado y el despotismo del espectador, se presentaron entusiasmados y con boleto pagado al teatro en movimiento para apreciar los azotes del condenado. Alternando las embestidas entre la frente y el corazón. Aunque Jesús bebió vino, los dioses beben sangre. El naír de su soledad le dará las doce, en el bullicio sordo sorberá sin sabor su sudor del bigote sucio. Pronto las nubes condensarán su realidad de color. Todo se volverá blanco, pero no se atreverá a crear un mundo distinto. Feliz será su andar. Si, ciego cruzará la avenida para derrumbarse en la parada de autobuses; se derrumbarán las piedras con las que inventaba aviones, se derrumbarán las percusiones de cacerolas, se derrumbarán las montañas de juguetes metafísicos. ¿Quién duerme con los ojos unidos a las estrellas? ¿A quién le da cáncer de piel por jugar bajo la luna?

Sus días son diferentes porque diferentes son las formas que graba; ya sea en un cielo estrellado, o nublado, o sin cielo. A veces Saturno baja a encenderle una veladora. Se desprendió los vidrios con mesurada tranquilidad; primero los de la frente, después los del corazón. Levantó su propio látigo, e improvisó una pasarela con los brazos extendidos y las manos abiertas frente a su público que lo admiraba con terror. Los pobres piden monedas, los dioses piden sangre.

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Cuando recobre el color, el sol ya no existirá, los pájaros ya no tendrán árboles, los hombres sólo respirarán razón. Agarrará su franela, sacudirá las pestañas y limpiará las últimas máquinas de luz encontradas en un verso. El vidrio permite ver la realidad del otro lado, pero si intentas cruzar te corta. Entrará la luna, y nunca te atreverás a sangrar ni a escribir el libro de la libre liebre. Empero el chucho chingará mucho dinero. Se acerca a la veladora y rechaza el fuego cual hijo rebelde.

Dobla los cartones, se calza las botas y sale del paraíso sin abrir ni cerrar puertas. El sol estará a punto de concluir su jornada, entonces mirará al oriente con los ojos rojos; el vagamundos olvidará volver, sólo llevará una triste sonrisa de subvenir. Con el cuerpo amarillo y la voluntad rota, la Verdad dejó de girar sobre él. Había reunido tanto dinero como heridas. La mañana no lo alcanzó a despedir. El hombre quiso un desayuno, los dioses hoy cenarán.

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¿QUÉ SERÍA DE MÍ SI NUNCA HUBIERA SIDO PEQUEÑA?

COLUMNA CURIOSA Nur 25

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Cuando pienso en mi niñez, me viene a la cabeza una niña con demasiada energía, muy diferente a quien soy ahora.

Me encantaba correr; según mi papá, lo hacía como Astroboy. Era la más rápida de mi grupo, incluso llegué a pensar que el atletismo sería lo mío. Intenté otros deportes, pero rápidamente perdí el interés en ellos. Quizá fue porque siempre he sido un tanto torpe; muchos de mis recuerdos tienen heridas, golpes, una que otra visita al hospital que terminó en una cicatriz. Tal vez fue más una cuestión de que todo deporte que intentaba terminaba en dolor. También hablaba mucho; cuántas veces no regresé a casa con un recado de “no deja de hablar” o “distrae a sus compañeros”. Siempre me interesó qué era lo que los demás tenían que decir y como un periquito, recitaba todo lo nuevo que había aprendido.

Muchas veces terminé metida en problemas por decir cosas que no, y con el paso de los años aprendí de qué cosas podía hablar.

Cuando pienso en mi niñez, me viene a la cabeza una niña con demasiada energía, muy diferente a quien soy ahora.

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Entre muchas otras cosas, me gustaba inventar historias; cualquier objeto terminaba siendo mi personaje y lo llevaba a aventuras fantásticas sin importar dónde estuviera. Me llamaba más la atención inventarme un relato que prestar atención en clase, por lo que nunca llegué a ser una alumna ejemplar. Algunos años más tarde, cuando cobré conciencia de que las ideas comenzaban a hacerse repetitivas, surgió el deseo de conocer otras historias. Por pura coincidencia me llamó la atención un libro en una feria y ya no hubo vuelta atrás.

A veces creo que es por los libros que comencé a hablar menos; lo que me contaban resultaba más interesante que cualquier cosa que otros niños tuvieran que decir. Poco a poco la energía que me impulsaba a correr y brincar la dediqué a la lectura y devoré -como solían decirme-, cada libro que se me ponía enfrente. Por mala suerte (¿o quizá fortuna?) nunca tuve quién guiara mis gustos literarios; si el título llamaba mi atención lo leía, si no, el siguiente.

Así es que terminé leyendo libros populares, buenos, malos, algunos que ya ni siquiera recuerdo y poco a poco, con otros tantos tropiezos, terminé por formar una pequeña versión de quien soy hoy.

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Pero a veces me hago esta pregunta; ¿qué sería de mí si todo lo hubiera hecho diferente?

Si mis abuelos no me hubieran cuidado; si mis padres no me hubieran dejado correr e intentar; si mi imaginación se hubiera limitado; si aquel libro nunca se me hubiera cruzado.

Podría seguir, pero esos años quedaron atrás hace mucho tiempo. No los recuerdo con tristeza, todo lo contrario. Recordar mi niñez me hace muy feliz; me gusta recordar a esa niña que no le tenía miedo a nada y se permitía hacer todo lo que quería. Esa niña que no sabía que era libre, de mil formas diferentes.

A veces puedo sentirla en mí; su felicidad, sus agallas, su energía y pasión. Siguen aquí, transformadas, pero en esencia completamente suyas. Me impulsa a seguir haciendo lo que me gusta; a crear historias, escuchar a otros, amar lo más fuerte que pueda… A tantas cosas que a veces no creo que ella las haya entendido. Pero estoy segura de que si existiera la manera de mostrarle quién llegaría a ser, estaría muy feliz del resultado.

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LA DESOBEDIENCIA COMO ALGO NECESARIO P a b e l l ó n

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s e i s

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La desobediencia ha sido tachada de inaceptable,pero también ha logrado ser la cualidad de muchos individuos que han hecho grandes cosas, en especial a favor de los derechos humanos.

A veces no se puede ser obediente si una autoridad ordena pisotear la dignidad de un ser.

Las autoridades también se equivocan y es bueno que aquellos rebeldes guiados por su humanidad y sentido común desacaten esas órdenes.

Estimado lector, imagine a los soldados nazis desobedeciendo, ¿Cuántas vidas no se hubieran salvado?, ¿Cuántas ciudades habrían evitado acabar en escombros? O se imagina a la madre del gran Dr. Martin Luther King JR diciendo: Querido Martin tienes que aceptar tu lugar, no vayas a luchar por los derechos humanos, porqué a los hombres blancos no les gusta. ¡Simplemente ridículo!

El ser humano necesita forjar carácter cuando no se encuentre en entornos sanos y necesite defenderse, la sumisión es lo peor que se le puede enseñar a un infante, cierta cantidad de rebeldía es buena. Ya que cuando esto no se cultiva, el mundo tiene un ser al que comerse y servirse de sus propias inseguridades.

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Estimado lector me gustaría compartir una anécdota de mi infancia con el fin de que ningún pequeño pase lo que yo viví. Esta columna no la escribo como el adulto que soy, sino como esa niña a la que se le enseñó a respetar a sus mayores, aunque pasaran sobre su propia dignidad.

En mi infancia solía tener un vecino al que le llamaban Moncho, era una verdadera tortura encontrarlo en la calle, ya que siempre nos daba un apretón de nariz a mi hermano y a mí. Todos los adultos no decían nada, lo veía como un cariño, pero lo cierto es que lo daba con fuerza y solo descargaba su frustración en esa acción. Un día cansada de vivir lo mismo hice un acto de valentía y le grité: pinch* gordo.

Desafortunadamente mi acto no fue visto como una defensa ante la indiferencia de los adultos y fui obligada por mis padres a pedir una disculpa.

He sido un adulto que ha tenido que trabajar el miedo y la subordinación a las figuras de autoridad para generar un carácter propio; después de un tiempo uno se acostumbra al maltrato y deja de percibirlo, por lo que hacernos conscientes nuevamente es todo un reto. No se trata de juzgar a nuestros padres sino de sanar al niño para estar bien con los adultos que somos hoy.

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Le advierto,estimado lector, que este ejercicio puede ser difícil y algo incómodo, pero siempre en la vida se requiere cierta incomodidad para poder avanzar. Para esto propongo dos libros: El cuerpo nunca miente de la psicóloga Allice Milller y Cuando el cuerpo dice no del Dr. Gabor Maté.

Seamos unos adultos diferentes, para crear una sociedad diferente. No educar al niño en base al castigo, sino por convicción. En lugar de amenazar con quitar la televisión o una hora de vídeo juegos por no lavarse los dientes, por qué no hacerlo consciente del beneficio que puede obtener al realizar estas acciones.

Realmente no importa si tenemos hijos o no, pero siempre que se nos acerque un menor procuremos que se sienta seguro y démosle las herramientas que no nos fueron otorgadas en su momento. Vamos a tratarlos como nos hubiera gustado que fuéramos tratados.

Una crianza más sana puede causar menos heridas emocionales y personas más felices.

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SYMBOLOKUS DIEGO R. HERNÁNDEZ

RECUERDO DE UN DESAYUNO

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Levantó un brazo, o al menos eso pareció ser. El cascarón quebró. Recordé el sonido de los desayunos en la vieja casa de mis padres. Cuando la tortilla se doraba, el sol solía verme de frente mientras mis ojos calentaban las azoteas del distrito poniente, y te vi salir estrellado. Caminarías hacía el peñasco sin cordón umbilical, salpicando de babosos líquidos la alfombra donde crecía un ramaje; después su cabeza, por primera vez, no tuvo límites en el universo. El cascarón quebró. Comíamos sin reloj en la mesa; con bolillo rebanado, mantequilla y una charla sobre la muerte, que provocaba risitas dulces durante el resto del día. La clara coloreó tus ojos claros y te vi salir estrellado. Detendrías tus pasos tambaleantes para voltear tu cuello derecho a la derecha dada, a la izquierda, y de la izquierda a la derecha dada, para confirmar que siempre estarías solo.

Bebió del aire fresco. ¡Tenía vida! Con contundente agresión dejó visible un brazo segundo, tan dudoso dada como el primero. El cascarón quebró. Mi padre no dejaba huella de comida en el plato, fumaba medio tabaquillo para que, satisfecho, comenzará a trabajar.

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¡Mi madre! Ella era hermosa. No le permitía a nadie continuar sus actividades, sin antes haber lavado los trastos que había utilizado. Yo me recostaba a leer bajo los frutos del árbol de los viajes, y te vi salir estrellado. Alzarías los brazos y las piernas rítmicamente, proyectarías tu sombra en las nubes, que agradecidas, lloverían por ti y de vez en vez extenderías tus azules alas. Con ambas extremidades limpió sus párpados, entonces descubrió que el mundo era blanco. Por un segundo sintió la libertad correr por sus venas, sin embargo, seguía enterrado en un huevo. El cascarón quebró.

Lento leía, leía lento, leía sin esperar nada a cambio. Justo cuando me comenzaban arder los ojos, cerraba el libro e intercambiaba conocimiento con el árbol. Me introducía y te vi salir estrellado. Sentirías las hojas de los pies arder en un infierno desierto, incierto, concierto como la Tierra, porque tratabas de inventar un cielo a partir de un solo impulso, que haría temblar las dorsales acuáticas. Se percató de una parte que no era capaz de explicar, pero pertenecía a su ser lírico.

Frente a la nada de su visión creció un mar de árboles, que con delicada furia meneaban sus cuerpos, sus hojas, sus pensamientos, sus recuerdos, sus raíces siguieron meneando hasta ver dos piernas delgadas; complemento de su inhumanidad. El cascarón quebró.

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Desperté con fríos golpes de granizo en la cabeza, entonces descubrí que el sol me había abandonado. Me introduje en el área donde había techo en la casa para continuar con mis meditaciones inconscientes, acostado sobre una hamaca. Comencé a balancearme lentamente y te vi salir estrellado. Volarías con la incredulidad de quien sabe, pero no quiere aceptar que es el rey del mundo. Volarías fuerte y seguro cuando tus músculos formen triángulos en el aire. Volarías sin bajar, sin subir, sin avanzar, sin perder nada de tu descripción virgen. Volarías y saldrías, entrarías y volarías por el agujero blanco que lleva a todo. Se enderezó con las rodillas rozando la tierra, primero alzó una pierna, luego la otra. Se notaba en su rostro la dificultad de la empresa. Acomodó el cuerpo pausadamente hasta que se mantuvo erguido. Bebió un poco de oxígeno antes de dar sus primeros pasos. El cascarón quebró.

Todavía, con rayos de luna, saltaba de la hamaca con alegría, para ver un nuevo espectáculo matinal. Sentado bajo el árbol de los viajes aguardaba a mi madre, quien contenta se acercaba a las rosas, sonreía y juntos entrábamos a la cocina donde volvía a experimentar aquél sonido peculiar. Doraba la tortilla y te vi salir estrellado. Por un segundo serías todo y caerías en pedacitos para ser nada. Bastaría un momento para vivir desgraciadamente feliz. Caminó con su baboso cuerpo en dirección del peñasco, salpicando el ramaje junto a las rosas que mi madre había plantado. El cascarón quebró.

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O P L U C S I D O E G M ONTI C is th

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Lamento mucho que te hayas tenido que convertir en una come libros por las razones que tuviste. No me malinterpretes, amo que así haya sido, es más, it comes handy para la carrera, pero me duele lo que te empujó a serlo; por esto me disculpo. Así no debieron ser las cosas. ¿Recuerdas los primeros dos libros obligados a leer en la primaria que si te gustaron? Hace unos años los recuperé de unas cajas guardadas y los puse en el librero. Secretos entre amigos y Yo también tengo un padre. Hasta ahora comprendo por qué te encantaron, lo digiero con lágrimas escurridas y quisiera poder abrazarte, decirte que te entiendo. Siempre has deseado tener amigues de verdad. Siempre has deseado ser una hija y no comportarte como una madre. Anhelas sentirte amada y protegida. Añoras sentirte vulnerable y tener el permiso de serlo. Lo siento mucho, eras muy pequeña para tener que sentirte así.

No me sorprende que tu primer libro devorado por elección propia haya sido Percy Jackson y los Dioses del Olimpo: El ladrón del Rayo. Esto te lo agradezco.

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El verano pasado volví a releer todas las sagas (excepto esa que decidiste dejarle a tu hermana y por capricho nunca leer) y este enero fue un tanto triste, salió el último libro que cierra tu universo favorito, no más Riordanverse con sagas de tres o cinco libros. Fue muy triste porque sentí que creciste, te vi con once años sosteniendo un libro en el 2021. Me rehúso a cerrar el ciclo, aún no quiero perderte, aún quiero sentirte, alma quebrantada de niña, quiero encontrar la manera de consolarte y quitarte todo el dolor.

Ah, entiendo por qué amas tanto el Riordanverse y por qué nunca lo voy a dejar. Amigues, familia, amor, lealtad, cobijo, dolor, deseo. Siento tanto que te hayas sentido tan sola de pequeña. Sí, a lo cliché, tus amigues eran los libros, pero, más bien, eran los personajes, el sentimiento de que tú eras la protagonista. Bueno, sí y no. Eres Alex Fierro, Reyna y Annabeth, y te duele Nico, te ves en su sufrimiento. Todo lo que querías era que te entendieran, ¿verdad pequeña? Por eso amabas tanto cada libro, por eso los amo tanto. Es nuestra comfort series, our solace. Creo que cada que pierdo une amigue los leo, cada vez que recaemos en un episodio depresivo, de los peligrosos, es cuando lo releo.

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Quisiera dejar de disculparme, pero no puedo. Debiste tener amigues de carne y hueso que no te lastimaran. De ninguna manera esto te ayudará, pero siguen siendo así todas las personas con las que me topo, aún no tenemos une amigue de verdad. ¡Ah! Pero no te olvides que tienes a tu hermanita, ¿okidoki? Búscala, te va entender más de lo que piensas, trata de no dejarla solita, por favor. Ella también añora lo mismo aunque no se refugió como tú en los libros.

Me alegro de contarte que ya casi tengo toda la colección del Riordanverse. Faltan muy poquitos, menos de cinco según yo, y logré ponerlos todos en un orden que solo tú y yo entendemos.

Estarías muy feliz de sentarte y leerlos conmigo; yo estaría muy feliz de verte así. Me puse un poco rara el verano pasado y los subrayé, no te vayas a enojar. Lo hice porque con cada lectura voy descubriendo algo nuevo. A pesar de que sigo leyéndolos con el mismo sentimiento que tú a los diez-once años, he encontrado cositas nuevas y decidí marcarlas para ti, para mí, para que en otros diez años, quizá en nuestra cincuentava vez que hayamos leído todo el universo, nos reconozcamos en las notas y sintamos que no nos hemos perdido aún.

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Hoy me quiero disculpar conmigo misma, con la pequeña que fui y con quien soy hoy. Siento no poder quitarte tu dolor, tus traumas. Siento que nuestro consuelo sean palabras impresas, aunque agradezco que existan porque alivianan tantito nuestro ser al leer. Siento que aunque pensemos que solo tenemos a personajes ficticios como amigues, que tenga temporadas donde llore suplicando a quien-sabe-quién, que este universo exista y podamos entrar en él.

Lo único que me alegra es que te hayas topado con una buena mega saga, con un universo tan gentil -omitamos el Tártaro- tan lleno de encanto infantil, de valores positivos, de todo lo que anhelas y no tienes. Me alegra que hayamos crecido a la par, aunque los personajes no pasaron de 17-18 y ya nosotros tengamos 21.

Ojalá llenemos este vacío algún día, ojalá antes de morir.

Te prometo que no dejaré de leerlos, de leernos.

Te veo en cada libro, no importa el año.

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