a単o 02
#26
por Shamoni Sarkar
La posibilidad de Julieta Rockera en la calle y en su casa
ReseĂąa por Shamoni Sarkar estudiante de filosofĂa de Mount Holyoke College en Massachusetts maydaygirl89@gmail.com
la posibilidad
de Julieta Rockera 18 de febrero de 2014 en la calle y en su casa ph Nico Desshuse
No hay ninguna ilusiĂłn de desconocidos convirtiĂŠndose en amigos, pero tampoco un arte impersonal. Presenta la posibilidad de reconocer un espectro de intercambios de deseos y necesidades, reuniĂŠndose al aire libre.
03
04
#26
por Shamoni Sarkar
Las “posibilidades” de Julieta Rockera marcaron su territorio dentro de un espacio encerrado por vías, contraventanas, y muros de un hospital. Al principio, las guiaron la mano y la voz de la artista, pero después ellas tomaron sus propias formas continuas para convertirse en posibilidades vivas. Cuando nos dirigimos como un público participante a su casa para hacer un brindis, le pregunté a Julieta si conceptualizar su obra fue un otro tipo de experiencia transformativa que hacerla para sus espectadores. No fueron necesariamente distintas, me respondió, sino distintas “etapas” de un trabajo singular. Mi pregunta y su respuesta fueron incidentales al arte en vivo que se ocurría alrededor de nosotros– una cosa independiente de empujones verbales curiosas (aunque era basada en gran parte en la comunicación verbal). El manifiesto que leyó Julieta al terminar la parte activa de su obra proponía “Una realidad activa”. El mensaje implícito era que la
05
acción esencial– la generación de sentimientos, objeciones y puntos de alegría– nunca para. La “obra” verdadera que queda sería esa amalgama de cosas innombrables pero actuales, mientras nosotros nos distraemos al intentar articular. Sin embargo, Julieta empezó con montar algo que se podría articular verbalmente. Aplicó engrudo con precisión a una sección (pre-seleccionada) del muro aplastado con grafiti, y nosotros nos quedamos mirándola, y a la obra en producción. (Esa sección de grafiti que se cubrió resultó insignificante). Con el mural adornado, empezó a pegar con cuidado una serie de tres posters del derecho a la izquierda. Cada uno tenía unos textos escritos, alternando entre frases negras en mayúsculas y frases grises en minúsculas. Las frases negras formaron una oración completa atravesando los posters, igual que las grises. Pero con paciencia, se podría jugar con los elementos escritos y encontrar frases coherentes mezcladas de negro y gris. En negro, se decía: “RECIEN TE LLAME AVISAME CUANDO LLEGUES… ESTOY LLORANDO”. Y en gris: “la extraño un montón… papa abrazame”. Después de ese ciclo meticuloso de alzar, pegar y alisar, la audiencia supo de inmediato cuando aplaudir. Julieta se enfrentó con nosotros y nos contó: por un largo tiempo su madre sufría de una enfermedad grave (no la nombró) y tuvo que ser internada en ese mismo hospital de Ricardo Gutiérrez. Su padre sacrificó mucho para que su mujer continuara tener una vida digna en el hospital, y nunca perdió la fe en su familia hasta que la madre de Julieta se murió. Toda la exposición en vivo era para Julieta la mejor manera de comunicar algo íntimamente de ella, pero también algo inseparable del resto: la posibilidad de renovarse. Al hablar con (y performar para) desconocidos, ambulancias, y pasajeros aleatorios, abrió una conversación perpetua sobre cuerpos, familias, curación y mortalidad. En un proceso como esto, donde el habla interno parece superar la parte comunicativa, Julieta cree que es importante hablar a los desconocidos en primera persona. Así, en cierto sentido, no hay ninguna ilusión de desconocidos convirtiéndose en amigos dentro de unos momentos mágicos. Pero a la vez, al
06
“Pero ¿cómo medir o comparar esas relaciones? Nunca se examina o se cuestiona la cualidad de las relaciones de la ‘estética relacional”
ser una interrelación entre desconocidos no hace que el arte se haga impersonal. Es como si dijera Julieta: “No nos conocimos, pero nos podríamos conocer fácilmente por ser como somos.” Por eso titula a su muestra “Manifiesto a la Posibilidad”– manifestar la posibilidad de reconocer un espectro de intercambios de deseos y necesidades, reuniéndose al aire libre por su propio bien. No se tiene el motivo final de convertir lo incógnito a lo conocido (o al desconocido al conocido), que de todos modos sería improbable. Hay algo físico en la posibilidad– en el conjunto de cuerpos vivos en un lugar auto-seleccionado, por la luz de casi-noche. Al centro, la artista expone cosas que se podrían también contar en otras maneras innumerables. El “resultado” se puede empaquetar para abrir en otro momento, o se lo puede dejar afuera por un rato flotando entre conversaciones persistentes. De cualquier manera, hay algo (una Posibilidad) que ya se ha creado, cuyos puntos de comienzo y fin ya son demasiados neblinosos.
07
08
1