RE#30 por Clara Tapia de Incide Inside de Franco Durante

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#30

por Clara Tapia

Incide Inside de Franco Durante en Vincent GalerĂ­a

Reseña por Clara Tapia diseñadora http://claratapia.wordpress.com

INCIDE INSIDE

de Franco Durante Sábado 29 de Marzo En Galería Vincent - Cantilo y 17 - City Bell con texto de Marina Panfili

GRITÁ dice el vidrio. La primera vez todos esbozan un sonido suave y nada sucede. HAY QUE GRITAR FUERTE y ahí funciona. Prueba y error, sigue participando. El premio final viene cuando ya perdiste la vergüenza y gritás de verdad.

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#30

por Clara Tapia

Franco y los Electrónicos Salir del cuadrado. Llegar a una vidriera en city bell: Vincent Galería. Pasar una tarde al aire libre.

Poner la mano en un vidrio. Ensuciarlo y tocar.

Primero con los deditos cerrados y la yema de los dedos. Somos tímidos….

No pasa nada. Probar en otro. Poner la mano con decisión, apoyarla bien.

Palma cerrada contra el vidrio y de repente.

Las Cosas se mueven.

Una nena le dice al vidrio cual espejito “ARRIBA PAPEL” y el papel sube, como por Arte de magia. :-) :-) :-)

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Los chicos son los mejores usuarios. Porque apoyan la mano CON TODO. Los padres les hacen Upa para que lleguen. Apoyados en la cintura después de un rato pesan.

Aparece la escena desde atrás.

Gente tocando el vidrio. Gente dando instrucciones de uso a los primerizos. Los que no alcanzan a los lugares altos dan saltitos. La primera vez que funciona un mecanismo se asustan un poco y sacan la mano de un impulso.

Manos puestas en diagonal, horizontales, verticales. Manos con tono, con poder.

Manos que tocan y se desempeñan dando órdenes al Touchscreen gigante.

Las manos tienen energía?? No, al revés, obturan la luz y activan sensores que transmiten impulsos eléctricos, que generan movimiento o sonido o activan micrófonos. Mecanismos y parlantes.

GRITÁ dice el vidrio. La primera vez todos esbozan un sonido suave y nada sucede. HAY QUE GRITAR FUERTE y ahí funciona. Prueba y error, sigue participando. El premio final viene cuando ya perdiste la vergüenza y gritás de verdad. Ahí en un parlante ercano suena bajiiiito tu voz.

Porque esta vidriera también es una canción: Si usás las dos manos, con una se puede variar la frecuencia de un sonido agudo y constante, y con otra activar el mecanismo que hace girar un resorte conectado a un hilo, que hace mover a un vaso descartable, que golpea con el vidrio de forma rítmica. Batería, voz y teclado?

La tercera es la vidriera. Ventosas transparentes mantienen partes de cosas que hacen lo que ya contamos. Están conectadas a plaquetas electrónicas y a transformadores. Todo unido por un circuito de cables negros, gruesos y nuevos.

Porque las cosas son viejas, encontradas, reutilizadas; pero los cables y las ventosas, son nuevos y brillantes.

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“Pero ¿cómo medir o comparar esas relaciones? Nunca se examina o se cuestiona la cualidad de las relaciones de la ‘estética relacional”

Para esta altura el vidrio es también un muestrario de huellas dactilares de todos los que pasamos y dejamos nuestra marca.

La Caja Transparente muestra el circuito como cuando abrimos un objeto electrónico y vemos su interior. Como la computadora iMac traslúcida. Pero aunque el circuito se presente de forma explícita y entendamos que por los cables pasa electricidad, no terminamos de comprender su lógica, y la mayoría - a excepción de Franco y los Electrónicos - preferimos pensar que hay enanos en algún lugar haciendo mover las cosas. Para cerrar hay que llegar al más alto de los cuadrados plateados. Entonces la cortina mecánica comienza a bajar y si no sacás la mano, se cierra el telón.

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ANEXO

texto de sala

por Marina Panfili

“Devenir es, a partir de las formas que se tiene, del sujeto que se es, de los órganos que se posee o de las funciones que se desempeña, extraer partículas, entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, las más próximas a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se deviene.”

Gilles Deleuze y Felix Guattari

Una obra extensa, muy extensa. Su longitud se mide en el orden de los cientos de miles de millones de metros: la obra de Franco Durante comienza en el sol.

Desde el momento en que lo comprendí, me invadió lenta pero profundamente la certeza de estar atravesada por flujos invisibles.

Al llegar a la galería, lo primero que descubrimos es que la vidriera no es un mero cerramiento y que sin entrar al local ya estamos dentro de la obra.

Alguien, ubicado inusitadamente próximo al vidrio, acerca y aleja su mano respecto de esa superficie. Nos arrimamos sin comprender demasiado: un desplazamiento, algo que gira, un murmullo del otro lado. La invitación a jugar es irresistible.

Tanteamos. La vidriera se ha vuelto una gran membrana sensible. El mecanismo entra en acción y resulta que, sin saberlo, nuestros cuerpos ya forman parte del circuito. Flujos energéticos que no vemos pero intuimos, porque observamos sus efectos. Los pequeños organismos se mueven al otro lado del vidrio y al mismo tiempo inducen nuestro propio movimiento. Danzamos por la obra, con la obra, en la obra. Lejos de ser los artífices, devenimos mecanismo, hacemos cuerpo con él. Y así, entre lo visible y lo invisible, se desdibujan todos los límites.

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