RES EĂ‘A por Fernanda Guaglianone
todas las mujeres que fui y quise ser
#07
Manu Coll Cardenas en El Hormiguero
todas las mujeres q
que fui y quise ser
de Manu Coll Cardenas curada por Julia Ronderos en El Hormiguero 35 n째1158 E/ 18 Y 19 24 de agosto al 11 de septiembre de 2013
¿Qué posan? ¿Quiénes son estas mujeres que son ella misma? ¿Qué las conmueve? ¿Cuáles son sus tensiones?
por Fernanda Guaglianone
Diseñadora y Artista activista cuir feminista
RES EÑA Mujeres sin rostros, corporalidades hegemónicas, pieles claras, piernas perfectas, texturas y prendas que las contextualizan en una contemporaneidad que pareciera acercarse a las representaciones de esas supuestas mujeres liberadas que nos mostraban en los 70. Pienso entonces en las revistas “para chicas”, pienso en la representación vacía de cuerpos imposibles, sin conflictos, sin tensiones, mujeres a las que no parece atravesarlas la opresión del patriarcado. La superficialidad podría ser una provocación política, pero lejos están las chicas Puig o Almodovar cargadas de una singularidad conmovedora. En este sentido, parece que la falta de rostricidad no es más que un recurso de la ilustración de modas. Pequeño formato, lápices de colores y acuarelas completan el combo reproductivo de quienes marcan tendencias. Mis ojos recorren a estas preciosas mujeres de figurín prolijamente enmarcadas como cuando se elijen las mejores tapas de una publicación: todas dispuestas en el espacio con cierto orden que no termino de descifrar. Chicas “bien”, que visten bien, que construyen sus femineidades como un patrón de la Burda. Performatividad ligera, casi pasiva. Entonces, recurro al texto de mano y leo una cita de Virginia Woolf: “…quién soy yo, qué soy, y
todo el resto; preguntas que siempre flotan en torno: y de pronto doy de narices con algún hecho concreto –una carta, alguien- y vuelvo a ellos con gran sentimiento de frescura. Y así continúa. Suelo toparme frecuentemente con este “eso”, y experimento entonces un gran reposo.” Me cuentan que éste fue el disparador de Manuela. Inmediatamente, pienso en el estereotipo de lo políticamente correcto para un arte de mujeres. No encuentro ironía. ¿Será una pretensión de la artista? ¿La posibilidad de una vida de revista? ¿Es acaso con este texto que debo recorrer el espacio tratando de buscar alguna relación? Pienso, entonces, en la potencia de lo no develado. Algo en su expresión cotidiana me invita a clasificar a estas mujeres, que son ella, me pongo a jugar y a adivinar qué hacen, qué les gusta, qué les duele y caigo de narices: la torta come banana, la sexy es una bomba, la gorda solo muestra codos y rodillas, una Marilyn tiene las piernas larguísimas, la rebelde tiene rollitos y no se para derecha, alguna monta patineta, otras saltan, otras solo contemplan, o posan. ¿Qué posan? Las chicas que posan para Manuela no son mi tipo. ¿Quiénes son estas mujeres que son ella misma? ¿Qué las conmueve? ¿Cuáles son sus tensiones? Me pregunto cómo será Manuela, a qué le teme, cómo se viste. ¿De qué habla Manuela cuando habla de sus mujeres? ¿Desde dónde se construye mujer? Arrastrada pienso en las que no están, pienso en las que no estamos. Si hay algo de fantasía o deseo en no mostrar mujeres empoderadas, rudas, machonas, feas, negras, mal vestidas, pobres, peludas, viejas ¿Por qué no nos elige? Y no pienso en la política del gusto porque caigo en el vacío… Al final del recorrido, solito en una pared, un corazón, con todas sus partes, me alerta. Me quedo perpleja, vuelvo al inicio del recorrido, leo entonces, por segunda vez, el texto de sala de Julia Ronderos: “(…) Con acciones simples y cotidianas las mujeres hablan desde las insufribles frescuras que les recorren el cuerpo yéndose con nuestros ojos así como llegan. (…)Ahí están, avisando que con o sin ellas, lo demás da igual; somos movimiento y cada mujer es un grito desafiante a la realidad de los días. Grito de la verdad que no está en lo
Judith Butler
que se hace así, ni en lo que se evita porque sí. (…)La ausencia de las cabezas es la presencia indiscutible de la conciencia que impide una y otra vez que esos cuerpos se desprendan de esa realidad que se desangra invisible entre el color. (…) Manuela nos enfrenta al desafío de comprender por fuera de las intenciones, por fuera de todo contexto y toda apariencia; esperando el momento en que las manos se animen a tocar volviéndose grandes y los ojos y las bocas-tan presentes-no se desangren con el paso de los días.” Entonces estas mujeres se vuelven carne, la presencia de un corazón resignifica que estas mujeres sienten, que felizmente gozan, que se miran al espejo en otras, en otros que le dan vida, que su preciosismo es bandera de resistencia para no desangrarse. Las mujeres de Manuela necesitan de ese corazón para tener cuerpo. En “Todas las mujeres que fui y quise ser”, no hay reflexión crítica acerca de las corporalidades, y esto no lo pienso, esto me invade el cuerpo, y me decepciona irme con la sensación de una muestra más que sobrevuela la complejidad del feminismo.
Fernanda Guaglianone y
"...insistir en la coherencia y la unidad de la categorĂa de las mujeres ha negado, en efecto, la multitud de intersecciones culturales, sociales y polĂticas en que se construye el conjunto concreto <mujeres>". Judith Buttler