RES EÑA por Cecilia Cappannini
El Árbol azul
#08
Pablo León en el MUMART
El Árbo
ol azul
de Pablo León curaduría de Cecilia Cánepa en MUMART Salas: C. C. Pasaje Dardo Rocha, avda. 7 esq. 49, La Plata del 30 de agosto al 29 de septiembre de 2013
El trabajo con las genealogías y la memoria ¿implica efectivamente delinear otras memorias posibles que nos tensionen o simplemente reitera lugares comunes de la fragmentación contemporánea? ¿La reconstrucción de la memoria a partir de la poética personal alcanza a tener una voz verdaderamente personal?
Podríamos pensar esta poética de lo austero a partir de lo que dice Villar Rojas sobre lo que se espera que produzca un artista latinoamericano: el conceptualismo sensible, es decir "un ready made de bajos recursos, súper poéticos, una recuperación de Duchamp en el contexto de una marginalidad 1
económica? O bien podríamos preguntarnos ¿qué otras dimensiones se abren en el trabajo artístico con la memoria /por la memoria, en el marco de una relación siempre difícil entre capitalismo, posmodernidad y marginalidad? 1 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7106-2011-06-12.html
por Cecilia Cappannini
Profesora en Historia de las Artes Visuales
RES EÑA El Árbol azul presenta un sinnúmero de objetos dispuestos en las salas del MUMART. El montaje limpio y ordenado, el trabajo con el pequeño formato dialoga con un espacio repleto de objetos de todo tipo que se ofrecen a la atención y a la actividad de los espectadores. Cartas, plomadas, artículos de pesca, cuadernos de los primeros grados, fotos viejas intervenidas, dibujos, juguetes, estampitas, pequeñas parcelas de pasto, agua en recipientes cerrados, tierra, nudos, sogas, elementos de uso personal, de la vida cotidiana, emplazados en el piso o en los muros, unas veces en los rincones, otras en medio del paso o detrás de una mesa en la que no habíamos reparado. Algunas obras son sólo para mirar, otras para tocar, otras más para escuchar: una mujer canta canciones de María Elena Walsh. Volvemos a nuestro recorrido, seguimos descubriendo cosas que aún no habíamos visto y en el piso nos encontramos con los textos de sala: el texto curatorial escrito por Cecilia Cánepa y una serie de manifiestos de Pablo León. A modo de panfletos, también de pequeño tamaño, dispuestos en cuatro pilas acompañadas de un sello con el título de la muestra: hay mucho para sellar. Hay mucho para leer y mirar. Sobre una mesa hay cartas enrolladas y una de ellas dice: Querido Pablo: No sé cómo hacer para mandarte las cosas, enseguida se llenan las cajas. (Maipú, 22 de abril de 1991)
A pesar del orden, y más allá de él hay objetos que no entran en la multiplicidad de cajas, tarros y frascos que los contienen. Pablo dice que hay demasiados objetos en el mundo como para seguir incorporando más, por eso construye sus obras con objetos descontextualizados, sin referencias a primera vista pero que contienen todas las referencias posibles: llevan la marca de su historia personal, de la autorreferencia. En el acto de sacar afuera lo que estaba guardado, según Cecilia Cánepa el artista re-escribe su biografía, su historia, sus deseos; reconstruye su genealogía con reliquias que atesora en su memoria (…) Construye su autorretrato (…) cosiendo texturas de tiempo con retazos cotidianos.
A la vuelta de las pequeñas historias
1 - En Crónica de Berlín, de Walter Benjamin.
No se trata de la lectura de uno mismo pero al revés, como diría Walter Benjamin sino de un ordenamiento particular de las reminiscencias, de una auto-biografía que tiene que ver con el trabajo del tiempo, con la secuencia, y con aquello que forma el flujo continuo de la vida1 en el seno de un mundo -capitalista- cuyo pasado se ha vuelto caduco; y cuyo presente anuncia el fin de las utopías, genera el vacío en la resignación. Tal como lo explica en los manifiestos, Pablo busca desprenderse de una concepción apocalíptica o melancólica del arte en la actualidad, se pregunta si es posible construir un arte vivo, un arte que sea acción -más incompleta que vacía, más fragmentaria y transitoria que total -. Pero haciendo a un lado tanto el carácter obsoleto de los objetos en su materialidad, como la producción constante de antigüedades instantáneas que el sistema mismo genera. Desde lo austero –sin implicar necesariamente una estética del desecho o aquello de lo que la sociedad se deshace- las obras aparecen como fragmentos de algo más allá, de un grupo o de un conjunto que va enlazando desde lo conceptual, recuerdos particulares con rituales familiares: con el acto de ir a pescar, con la escuela, con la religión, con la sensualidad y la sexualidad, entre muchos otros. El fragmento se expande, resonando en otros fragmentos, en otras imágenes e historias tal vez pequeñas también -o no-.
Montaje de la muestra “el Árbol azul”
Con todo ¿No se vuelve inútil lo pequeño al mismo tiempo? ¿No aparece como objeto de pura contemplación o de ensueño: a un tiempo fragmento y todo a la vez? El trabajo con las genealogías y la memoria ¿implica efectivamente delinear otras memorias posibles que nos tensionen o simplemente reitera lugares comunes de la fragmentación contemporánea? ¿La reconstrucción de la memoria a partir de la poética personal alcanza a tener una voz verdaderamente personal? Y en todo caso, eso otro que se reactiva ¿no vuelve a poner en discusión el viejo problema de lo único y lo repetido? En ese sentido podríamos tener presente la apuesta por la acumulación de lo pequeño en el universo objetual que Pablo despliega ante nosotros, para pensar una variable más que quizá esté funcionando en esta idea de que la propia historia forma parte del colectivo social que nos excede. Y tiene que ver justamente con ese tratamiento delicado y prolijo de lo pequeño donde miniaturizar es, en cierto modo hacer portátil: la forma ideal de poseer cosas para un caminante, para el que transita a la vuelta de lo pequeño.
Cecilia Cappannini y
“Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se ensanchan sobre su superficie, afectando en su movimiento, con distinta intensidad, con diversos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel y a la balsa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son como reclamados a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí. Otros movimientos invisibles se propagan hacia el fondo, en todas direcciones mientras la piedra se precipita removiendo algas, asustando peces, causando siempre nuevas agitaciones moleculares. Cuanto toca fondo agita el lodo, golpea los objetos que yacían olvidados, algunos de los cuales desentierra, otros a su vez son tapados por la arena.” 1 A cada tipo de fondo corresponde una plomada diferente, el peso se corresponde con la distancia a lanzar y con la resistencia de la caña. Hay un fondo en el trabajo de la memoria, en lo que hacemos con ella y es tal vez el lugar político donde comienza el otro lado, la otra historia. 1 Gianni Rodari en Gramática de la Fantasía. Introducción al arte de inventar historias. Obviamos hacer
mayores referencias bibliográficas.