Literatura 7°

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ÍNDICE La lírica ....................................................................................... 5 Figuras literarias ...................................................................................................................... 5 Figuras de construcción ......................................................................................................... 6 Carlos Pacheco. Poema. “En París” ......................................................................................... 6 Nicanor Parra. “Los vicios del mundo moderno” ................................................................. 7 Análisis lógico literario de “Los vicios del mundo moderno” ............................................ 10 Mario Benedetti. “Hagamos un trato” .................................................................................... 14 Análisis lógico literario de “Hagamos un trato” ................................................................... 15 Mario Benedetti. “Hombre preso que mira a su hijo” ............................................................ 16 Análisis lógico literario de “Hombre preso que mira a su hijo”............................................ 17 El modernismo ........................................................................................... 21

Julián Marchena. “Vuelo supremo” ........................................................................................ 21 Análisis lógico literario de “Vuelo supremo” ....................................................................... 22

El cuento ................................................................................... 28 El romanticismo ......................................................................................... 28

Bram Stoker ............................................................................................................................. 28 “El húesped de Drácula” ......................................................................................................... 29 Análisis lógico literario de “El húesped de Drácula” ............................................................ 34 El romanticismo oscuro .......................................................................................................... 39 Edgar Allan Poe ........................................................................................................................ 39 “La máscara de la muerte roja” .............................................................................................. 40 Análisis lógico literario de “La máscara de la muerte roja” ................................................. 43


ÍNDICE Realismo ................................................................................................ 47

Luis Dobles Segreda ............................................................................................................ 48 “Venao” ................................................................................................................................ 49 Análisis lógico literario de “Venao” ........................................................................................ 54 Horacio Quiroga ................................................................................................................... 57 “La abeja haragana” ............................................................................................................ 58 Análisis lógico literario de “La abeja haragana” ................................................................... 61

La novela ............................................................................................... 64

Antonio Santa Ana ............................................................................................................... 65 “Ojos de perros siberianos” .................................................................................................. 66 Análisis lógico literario de “Ojos de perro siberiano” ............................................................. 86 Ana Frank ............................................................................................................................. 92 “El diario de Ana Frank” ........................................................................................................ 93 Análisis lógico literario de “El diario de Ana Frank” ............................................................. 217

El drama ............................................................................. 224 Rabindranath Tagore .......................................................................................................... 225 “El cartero del rey” ............................................................................................................. 226 Análisis lógico literario de “El cartero del rey” ..................................................................... 237


Conforme vaya leyendo el cuento subraye las palabras que no conoce.

La Máscara de la Muerte Roja La Muerte Roja había despoblado la región durante mucho tiempo. Nunca la peste fue tan fatal, tan horrible. Su avatar era la sangre, la roja y repugnante fealdad de la sangre. Eran unos dolores agudos, un vértigo repentino y luego un rezumar abundante por los poros y la disolución del ser. Unas manchas púrpuras sobre el cuerpo, y especialmente en la cara de la víctima, la proscribían del resto de la humanidad, privándole de todo socorro y de toda simpatía. La invasión, el progreso, el resultado de la enfermedad, todo era cosa de una media hora. Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios estuvieron medio despoblados, convocó a un millar de amigos vigorosos y alegres de corazón, escogidos entre los caballeros y las damas de su corte, e hizo con ellos un retiro profundo en una de sus abadías fortificadas. Era un amplio y magnífico edificio, una creación del príncipe, de un gusto excéntrico y sin embargo grandioso. Un muro espeso y alto le hacía una cintura alrededor. Este muro tenía puertas de hierro. Los cortesanos, una vez hubieron entrado, emplearon de fraguas y pesados martillos para soldar los cerrojos. Resolvieron protegerse contra las impulsiones repentinas de la desesperación del exterior y cerrar toda salida a los frenesís del interior. La abadía fue ampliamente aprovisionada. Gracias a estas precauciones, los cortesanos podían desafiar al contagio. El mundo exterior se las arreglaría como pudiera. En la espera, hubiera sido una locura afligirse o pensar. El príncipe había provisto todos los medios para el placer. Había bufones, improvisadores, danzarines, músicos, vino, en fin, había belleza en todas sus formas. Así que dentro había todas esas bellas cosas y la seguridad. Afuera, la Muerte Roja. Esto ocurrió hacia el quinto o sexto mes de su retiro, y mientras que el azote devastaba el exterior con más saña, el príncipe Próspero gratificó a sus mil amigos con un baile de máscaras de la más insólita magnificencia. ¡Qué cuadro voluptuoso el de aquella mascarada! Pero antes déjenme describirles las salas donde ella tuvo lugar. Había siete, una tras otra, de una grandiosidad imperial. En muchos palacios, esas series de salones forman largas perspectivas en línea recta cuando los batientes de las puertas son echados sobre las paredes de cada lado, de suerte que la mirada se

hunde hasta el fin sin obstáculo alguno. Aquí, el caso era muy diferente, como podía esperarse de parte del duque y de su gusto muy vivo por lo extraño. Las salas estaban tan irregularmente dispuestas que la mirada apenas podía alcanzar a más de una a la vez. Al cabo de un espacio de veinte a treinta yardas, había una brusca revuelta y a cada esquina se formaba un nuevo aspecto. A derecha e izquierda, en mitad de cada muro, una alta y estrecha ventana gótica daba sobre un corredor cerrado que seguía las sinuosidades del apartamento. Cada ventana estaba hecha de vidrios coloreados en armonía con el tono dominante de las decoraciones sobre la sala a la cual se abría. Aquella que ocupaba el extremo oriental, por ejemplo, estaba tapizada de azul y las ventanas eran de un azul profundo. La segunda pieza estaba ornada y revestida de púrpura, y los cristales eran púrpura. La tercera, enteramente verde, y verdes las ventanas. La cuarta, decorada de color naranja, era iluminada por una ventana anaranjada; la quinta, blanca; la sexta violeta La séptima sala estaba rigurosamente amortajada de tapices de terciopelo negro que revestían todo el techo y los muros y caían en pesados mantos sobre una alfombra de la misma tela y del mismo color. Pero en esta sala únicamente el color de las ventanas no correspondía con el de la decoración. Los vitrales eran escarlata, de un intenso color de sangre. En ninguna de las siete salas, a través de los ornamentos de oro desparramados con profusión aquí y allá, no se veía ninguna lámpara ni candelabro. Ni lámparas ni bujías. Ninguna luz de esta clase en esa larga serie seguida de estancias. Pero en los corredores que la circundaban, justo delante de cada ventana, se alzaba un enorme trípode, con un brasero deslumbrante, que proyectaba sus rayos a través de los cristales de color e iluminaba la sala de una manera deslumbrante. Así se producían una serie de aspectos cambiantes y fantásticos. Pero, en la sala del oeste, la sala negra, la luz del brasero que chorreaba sobre los tapices negros a través de los cristales sangrantes era tan espantosamente siniestra, y daba a los imprudentes que entraban en ella un aspecto tan extraño, que muy pocos danzarines tenían el coraje suficiente para meter el pie dentro de su mágica muralla. Era también en esta sala donde se alzaba, contra la pared del oeste, un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un tic-tac sordo, pesado, monótono. Y cuando la aguja de los minutos había dado la vuelta entera a la esfera y la hora iba a sonar, de los pulmones de bronce de la máquina se alzaba un sonido claro, deslumbrante, profundo y excesivamente


musical, pero de una nota tan particular y de una energía tal que, de hora en hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir un instante sus acordes para escuchar la música de la hora; los valsistas entonces cesaban forzosamente sus evoluciones. Una turbación momentánea recorría a la alegre compañía. Y, en tanto que vibraba el carrillón, se observaba como los más locos se ponían pálidos, y que los de más edad y más tronados se pasaban la mano sobre la frente, como en una meditación o en un sueño delirante. Pero cuando el eco se había desvanecido, una ligera hilaridad circulaba por toda la asamblea. Los músicos se miraban unos a otros y se sonreían de sus nervios y de su locura, jurándose en voz baja que al próximo toque no se produciría en ellos la misma emoción; y luego, tras la fuga de los sesenta minutos que comprenden los tres mil seiscientos segundos de la hora desaparecida, llegaba un nuevo campanilleo y era la misma turbación, el mismo escalofrío, las mismas ensoñaciones. Pero, a despecho de todo esto, era una alegre y magnífica orgía. El gusto del duque era muy particular. Tenía buen ojo para los colores y sus efectos. Despreciaba el décorum a la moda. Sus planes eran temerarios y salvajes, y sus concepciones brillaban con un esplendor bárbaro. Hay gente que le hubiera juzgado loco. Sus cortesanos sentían que no lo era. Pero era preciso escucharle, verle, tocarle, para estar seguro de que no lo era. Había, con ocasión de esta gran fiesta, dirigido, en gran parte, la decoración mobiliaria de los siete salones y era según su gusto personal que había ordenado el estilo de los disfraces. Ni que decir tiene que eran concepciones grotescas. Eso sí, deslumbrantes, centelleantes. Había en ello picante y fantasía, mucho de lo que se ha visto en Hernani. Había figuras verdaderamente arabescas, absurdamente equipadas, incongruentemente hechas. Unas fantasías tan monstruosas como la locura. Había toques de belleza licenciosa, extraños, terribles y asquerosos a la vez. En fin, era como una multitud de sueños que se pavonearan de aquí para allá a través de los siete salones. Y estos sueños se contorneaban en todos los sentidos, adquiriendo el color de las estancias. Y se hubiese dicho que ejecutaban la música con sus pies y que los extraños aires de la orquesta eran el eco de sus pasos. Y, de tiempo en tiempo, se oía sonar el reloj de ébano del salón de terciopelo. Y, entonces, por un momento, todo se detenía, todo se callaba, excepto la voz del reloj. Los sueños se quedaban helados, paralizados

en sus posturas. Pero los ecos del campanil se desvanecían -no han durado más que un instante- y apenas habían huido que una hilaridad ligera y mal contenida circulaba por todas partes. Y la música se alzaba de nuevo, y los sueños revivían, y ellos se retorcían aquí y allá más alegremente que nunca, reflejando el color de las ventanas a través de las cuales chorreaban los rayos luminosos proyectados por los braseros de los trípodes. Pero en la habitación de más allá, al fondo de todo, al oeste, ninguna máscara osa ahora aventurarse. Porque la noche avanza y una luz más roja fluye a través de los cristales de color sangre y la negrura de los tapices fúnebres es espantosa. Y al aturdido que pone el pie sobre el tapiz fúnebre, el reloj de ébano le envía un carrillón más pesado, más solemnemente enérgico, que aquel que golpea las orejas de las máscaras girando en torbellino en la despreocupación lejana de las otras salas. En cuanto a estas últimas estancias, hormigueaban de gente y el corazón de la vida batía en ellas febrilmente. Y el torbellino de la fiesta siguió hasta que al fin se oyó en el reloj el toque de media noche. Entonces, como ya he dicho, la música se detuvo. Los giros de los valsistas quedaron en suspenso y se hizo por todas partes, como antes, una ansiosa inmovilidad. Pero el timbre del reloj tenía esta vez doce campanadas que dar; así que puede ser que más de un pensamiento se deslizara en las meditaciones de aquellos que pensaban entre esta multitud festiva. Y es quizá por esto también que varias personas de entre esta multitud, antes de que los últimos ecos del último golpe se hubiera ahogado en el silencio, habían tenido tiempo de apercibirse de la presencia de una máscara que hasta allí no había en absoluto atraído la atención. Y, la noticia de esta intrusión al extenderse con un cuchicheo a la redonda, produjo en toda la asamblea un bordoneo, un murmullo significativo de asombro y de desaprobación hasta que, finalmente, el murmullo fue de terror, de horror y de disgusto. En una reunión de fantasmas tal como he descrito, era precisa sin duda una aparición bien extraordinaria para causar tal sensación. La licencia carnavalesca de esta noche era, es cierto, poco menos que ilimitada; pero el personaje en cuestión había sobrepasado la extravagancia de un Herodes y había franqueado los límites, sin embargo complacientes, del décorum impuesto por el príncipe. Hay en los corazones más indolentes cuerdas que no se dejan tocar sin emoción. Incluso entre los depravados, entre aquellos para quienes la vida y la muerte son un mismo juego, hay cosas con las cuales no se puede jugar. Toda la


asamblea pareció entonces sentir profundamente el mal gusto y la inconveniencia de la conducta y del traje del extranjero. El personaje era alto y descarnado, rodeado de un sudario de la cabeza a los pies. La máscara que ocultaba su rostro representaba tan bien la fisonomía de un cadáver tieso que el análisis más minucioso hubiera difícilmente descubierto el artificio. Y sin embargo, todos esos locos alegres hubieran llegado al colmo de haber adoptado el tipo de la Muerte Roja. Su hopalanda está manchada de sangre y su amplia frente, lo mismo que los rasgos de su cara, estaban salpicados del espantoso escarlata. Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre esta figura de espectro -que, con un movimiento lento, solemne, enfático, como para mejor representar su papel, se paseaba de aquí para allá a través de los espectadores-, se le vio convulsionado por un violento estremecimiento de terror; pero, un segundo después, su frente se empurpuró de rabia.-¿Quién osa -preguntó con voz enrojecida a los cortesanos que estaban de pie a su lado-, quién osa insultarnos mediante esa ironía blasfematoria? Apoderaos de él y desenmascaradlo, ¡qué nosotros sepamos a quién tendremos que colgar de las troneras al levantarse el sol! Era en la sala del este o sala azul donde se encontraba el príncipe Próspero cuando pronunció esas palabras. Palabras que resonaron fuerte y claramente a través de los siete salones, pues el príncipe era un hombre imperioso y robusto, y la música había enmudecido a una seña de su mano. Era en la sala azul donde estaba el príncipe, con un grupo de pálidos cortesanos a cada lado de él. Primero, mientras hablaba, se produjo entre el grupo un ligero movimiento hacia adelante, en dirección al intruso, que por un instante estuvo casi a su alcance, y que ahora, con un paso deliberado y majestuoso, se acercaba cada vez más al príncipe. Pero, como consecuencia de un terror tan cierto como indefinible que la audacia insensata de la máscara había inspirado a toda la sociedad, no encontró a nadie que le pusiera la mano encima, de modo que, no encontrando ningún obstáculo, pasó a dos pasos de la persona del príncipe; y mientras que la inmensa asamblea, como obedeciendo a un solo movimiento, retrocedía desde el centro de la sala hasta los muros, él continuó su camino sin interrupción, con ese mismo paso solemne y mesurado que desde el principio le había caracterizado y entró desde la sala azul a la sala púrpura, de la sala púrpura pasó a la sala verde, de la verde a la naranja, de esta a la blanca, y de esta a la violeta antes de que se hubiera hecho un movimiento

para detenerlo. Entonces, invocando el coraje violento de la desesperación, una multitud de máscaras se precipitó a la vez en la sala negra y, cogiendo al desconocido, que se mantenía erguido como una gran estatua, tieso e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, se sintieron sofocados por un terror sin nombre, viendo que bajo el sudario y la máscara cadavérica, que ellos habían agarrado con tan violenta energía, no reposaba ninguna fuerza palpable. Se reconoció entonces la presencia de la Muerte Roja. Ella había venido como un ladrón en la noche. Y todos los convidados cayeron uno tras otro en las salas de la orgía, inundadas de un rocío sangriento, y cada cual murió en la postura desesperada de su caída. Y la vida del reloj de ébano desapareció con aquella otra del último de esos seres alegres. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las Tinieblas, y la Ruina, y la Muerte Roja, establecieron sobre todas las cosas su imperio ilimitado. Fue entonces, sin embargo, que el príncipe Próspero, exasperado por la rabia y la vergüenza de su cobardía, un momento antes, se lanzó precipitadamente a través de los seis salones y nadie le siguió, pues un terror mortal se había apoderado de todo el mundo. Blandía en su mano un puñal desnudo y, se había aproximado impetuosamente a una distancia de tres o cuatro pies del fantasma que se batía en retirada, cuando este último, llegando al final de la sala de terciopelo, se volvió bruscamente e hizo frente a aquel que le perseguía. Se oyó un grito agudo y el puñal cayó como un relámpago sobre el tapiz fúnebre donde el príncipe Próspero caía muerto un segundo después.


3. Comente oralmente. En nuestra sociedad hay ANÁLISIS LÓGICO LITERARIO DE “LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA” un sector de la población que vive en la opulencia El cuento “La máscara de la muerte roja” se ubica dentro del romanticismo oscuro. 1. Busque dos características de este movimiento literario, que aparecen en el relato. _______________________________________ _______________________________________

y otro que no tiene más remedio que sufrir los embates de la realidad, al igual que en el cuento. ¿A qué se debe este fenómeno? Inferencia: Según su criterio ¿cuáles son las enfermedades sociales que sufre nuestro pueblo? ¿Violencia, corrupción, otras? Comente. _______________________________________

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2. Busque en el diccionario los términos tangible ____________________________________

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4. Encuentre las posibles soluciones que tienen las enfermedades sociales que usted encontró.

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blasfematoria _______________________________

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_______________________________________ _______________________________________ 5. ¿Qué opina usted de la actitud del rey con su pueblo? _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________

magnificencia _______________________________

6. ¿Qué hubiera hecho usted si hubiera sido el rey del pueblo que aparece mencionado en el cuento?

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fúnebre ____________________________________

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7. ¿Hemos tenido presidentes en nuestro país que dejan a su pueblo a que se salve como pueda? Comente. _______________________________________

10. ¿Ha visto la actitud (en algunas personas) de “lo importante es salvarme yo” sin importar a quien pisotee. ¿Qué opina de esa actitud? _______________________________________

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¿En cuáles circunstancias ha ocurrido esto en _______________________________________ Costa Rica? _______________________________________ _______________________________________

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11. Podemos decir que la fiesta representa la burla de Próspero ante el mal de su pueblo. ¿Alguna vez hemos hecho mofa del mal ajeno o lo hemos visto?

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8. ¿Cómo se ve reflejado el egoísmo y la falta de _______________________________________ amor hacia los demás en el relato? _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ 12. Si usted hubiera estado entre los invitados del rey qué hubiera hecho. 9. ¿Usted cree que los anteriores sentimientos se _______________________________________ experimentan en la realidad social? ¿Cómo? _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________ _______________________________________


13. ¿Qué simboliza para usted el reloj? A cada hora todos sentían miedo. ¿Por qué? No dé respuestas literales. ________________________________________________________________________________________ ________________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________________

14. ¿Usted considera que el Príncipe recibió su merecido? ¿Por qué sí o por qué no? ______________________________________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________

15. Explique la siguiente aseveración: “A pesar de toda la belleza aparente en el palacio, el miedo ronda y el reloj de ébano les recuerda algo que es de por sí sabido”. ______________________________________________________________________________________________________ __________________________________________________________________________________________________ ________________________________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________________________

16. Explique cómo se expresan los conceptos que aparecen en el relato. El miedo: _______________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________________________ _____________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________________

El tiempo: ______________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________________________

La alegría: ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________________________ ________________________________________________________________________________________________



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