Simbología de la Pequeña Venecia

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Caracas, diciembre 2005

SIMBOLOGÍA DE LA PEQUEÑA VENECIA UNA EXPLORACIÓN ICONOGRÁFICA AL CARTEL EN SANTIAGO POL Humberto Valdivieso Curador del pabellón de Venezuela en la 51ª Bienal de Venecia. Universidad Católica Andrés Bello, Escuela de Letras. CIHF hvaldivi@ucab.edu.ve


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Santiago Pol Pol realizó su primer afiche, Semana del INCIBA, en el año 1968. A partir de ese momento ha producido innumerables piezas de diseño corporativo y editorial. Su carrera en las artes gráficas transita, fundamentalmente, el camino del cartel, especialidad donde ha desarrollado una cuantiosa obra, extrañamente, en un país sin una tradición considerable en este formato.

cartel blanco y negro para Berlín en el 2005, entre muchas otras piezas. La 51ª Bienal de Venecia Pol ha dicho innumerables veces: «Si Venezuela no existiera, yo no existiría como diseñador». Su trayectoria en el oficio de los carteles descansa sobre la manía de pensar, oler, saborear, palpar y escuchar el lugar donde coloca posteriormente una huella gráfica. La obsesión por representar las palabras, el humor o el malhumor del cliente y los ruidos, temperatura o densidad poblacional de la calle, de la sala de cine, del teatro o del Metro de Caracas se traduce en cientos de páginas aboceteadas a mano para elaborar, posteriormente, un cartel.

De su autoría también son muchos logotipos, ilustraciones y publicaciones que están en la memoria del venezolano común. Entre otros, podemos afirmar que los emblemas del CNE y la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela; el diagrama de las líneas 1 y 2 del Metro de Caracas que realizó en el año 1982; las veinte estampillas venezolanas de distintos motivos y las portadas de la revista Feriado del diario El Nacional en su décimo aniversario, de la revista Producto con su especial FM para todos de 1988 y la Edición Aniversaria del diario El Universal en abril de 1994 forman parte de nuestra cultura visual. Asimismo, una buena parte de sus trabajos ha tenido proyección internacional, no en vano sus carteles han sido incluidos en las colecciones de artes gráficas del MOMA en Nueva York y el Louvre en París. La membresía del selecto grupo de la Alliance Graphique Internationale (AGI) también le ha dado una importante proyección global. Para esta organización desarrolla productos gráficos que sintetizan valores culturales de distintas ciudades y países del planeta. Por ejemplo, una silla para el congreso de AGI en Finlandia en el 2003, un cartel para la ciudad de París en el 2001, un abanico para AGI China en el 2004 y un

Es un comunicador visual y social masivo, ecléctico, conectado sólidamente con el ambiente cotidiano. Su propósito es llegarle al otro, a ése que camina desprevenido y es potencial receptor de un golpe visual que lo dejará pensando. La Pequeña Venecia de Pol no es simplemente el país laberíntico, desordenado, fértil, alto-contraste y generoso donde habita. Un territorio palafito edificado sobre las emociones de sus habitantes. Es, además, el mapa que a lo largo de cuarenta años de carrera ha dibujado para ella. La ha visto por debajo y por arriba; desde adentro y desde afuera. La ha representado en diversos formatos y le ha creado una iconograf ía con base en objetos reales e imposibles. La muestra preparada para la 51ª Biennale di Venezia es una síntesis de lo que ha sido la relación de su creatividad con el ecosistema visual y emocional venezolano.


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Concepto de la muestra Instalación gráfica de Santiago Pol para el pabellón de Venezuela en la 51ª Bienal de Venecia.

Piezas seleccionadas Carteles, bocetos y un objeto tridimensional fotografiado.

Título Color, calor y amor de la Pequeña Venecia

Técnicas creativas Carteles ilustrados a manos y digitalmente. Una escultura en fotograf ía.

Palabras clave Participación, interacción, experiencia, urbe, opti- Técnicas de reproducción mismo, proceso creativo, iconograf ía, diseño gráfico. Fotograf ía, digitalización en alta resolución e impresión en plotter.


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Estrategia narrativa El planteamiento narrativo del pabellón tiene dos ejes: uno semiótico y otro iconográfico. El primero descompone el proceso creativo del autor según las relaciones de primaridad, secundidad y terceridad del signo peirceano. Constituye la línea vertical de lectura de la muestra y está conformado por tres módulos impresos independientes. El conjunto de estos módulos nos ofrece cuatro formas de conectarnos con la obra: bocetos, notas, afiches y detalles. Hay impreso, aparte, un objeto tridimensional. El segundo eje está compuesto por una lectura horizontal de la obra. Organiza la sintaxis iconográfica que el curador propone para categorizar el trabajo del artista. Se despliega en un continuum visual que agrupa las dos salas. Son iconos que se repiten en el total de la obra en carteles, independientemente de la fecha de producción y de la técnica utilizada para crear la pieza. Éstos representan lo animal, lo alimenticio, lo corporal y lo gráfico. Las series fueron denominadas respectivamente «Bestiario», «Paladares», «Morfologías» y «Signaturas». Cada una de ellas responde a una forma de percepción del mundo coligada a una interpretación gráfica de esa realidad. Esto permite un ordenamiento ajustado a la significación visual del artista y no encerrado en la rigidez de lo cronológico o técnico. El público encuentra, entonces, no una muestra antológica o completa, tampoco una colección o la revisión de una etapa determinada. Más bien una instalación, un corpus visual donde lo predominante no es el Pol, sino su proceso creativo.

1. Lectura semiótica Se trata de tres módulos visuales organizados verticalmente. Comienza con los bocetos del artista. Pol puede llenar hasta dos cuadernos completos de dibujos y anotaciones para realizar un cartel. Ahí están sus relaciones primarias con lo material, con los objetos f ísicos y las personas. Registra las solicitudes del cliente, las exigencias técnicas de la pieza y las primeras ideas que vienen en forma de palabras. Es el inicio de lo creativo. El mundo deja de ser materia para convertirse en representación. En términos peirceanos, podemos decir que estamos frente a las «relaciones triádicas de comparación», aquellas que ocurren en el campo de las cualidades asociadas a la percepción. Ahí no encontramos aún el signo definido, sino un conjunto de apariencias, de posibilidades lógicas y cualidades del sentir. Luego está el cartel, el signo construido, real, efectivo. Este es el módulo intermedio, la imagen concreta cuya misión es informar. Ahí se producen las relaciones triádicas de funcionamiento. El cartel está asociado a una aplicación y un hecho real: transmitir una información, anunciar un evento o conmemorar una fecha determinada. Es el vehículo de las ideas del cliente. Aquí no habla el artista, sino el mensaje. Finalmente, arriba, el tercer módulo. Es un detalle de algún cartel que inicia la desproporción de la imagen concreta, es decir, su interpretación. Varía la escala para hacer evidente la libertad de la imagen y su posibilidad de ser interpretada. Es el momento de las relaciones triádicas de pensamiento.


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El signo encuentra su camino natural que es la interpretación y la extensión de su discurso. Es el inicio de lo que Peirce denominó semiosis ilimitada, una cadena potencialmente infinita de signos que producen un discurso. Los detalles seleccionados y extendidos –hasta alturas que alcanzan los 4 metros– son una metáfora de lo que el cartel puede llegar a ser en una posible semiosis.

tadas. Aves, reptiles, mamíferos, peces e insectos expanden su identidad y morfología para convertirse en símbolos de valores universales. Pueden comunicar emociones humanas, representar oficios y mostrar la totalidad del ecosistema. El pulpo evoca la multiplicación del diseñador; la paloma expresa fraternidad; la serpiente emula el arte del cartel y el león, la pasión por la ciudad de Caracas. El medio ambiente donde conviven todos estos animales no es el f ísico; no es la naturaleza, por más que reconstruyan su hábitat. Es a un ámbito estético, gráfico y conceptual donde pertenecen. Escapan de todo precepto naturalista y se expresan como marcas culturales. Son síntesis de fortalezas y debilidades; de virtudes y defectos; de preservación y destrucción. Son objetos ilustrados en un cartel, con un referente en la realidad del cual se alejan casi inmediatamente. Por ello, este conjunto de animales son metáforas, símbolos abiertos, discurso gráfico.

2. Lectura iconográfica El icono ha sido una de las herramientas semióticas más potentes en la historia de la cultura. Manifiesta o encubre pensamientos, épocas y civilizaciones. Una imagen –bien sea figurativa o abstracta– no tiene los límites naturales de lo lingüístico, por ello permite el encuentro cultural o facilita la conquista ideológica. Permanece por siglos extendiendo su influencia más allá de los ámbitos geográficos y cronológicos establecidos en su creación.

b. Paladares La identidad de los símbolos gráficos está generalmente asociada a impresiones sensitivas. El gusto es parte esencial de ese discurso. Comer trasciende la misión natural de alimentarse: es conocimiento; una mejor forma de aprehender otras culturas. Cocinar es más que procesar alimentos, está asociado a creatividad. Freír, sazonar, mezclar u hornear la imagen hace del trabajo creativo una suerte de proceso alquímico. Unir opuestos y complementarios, establecer tensiones cromáticas, enfrentar objetos disímiles y hornear las ideas son parte de la creación de la imagen. El diseña-

En el caso del cartel de Santiago Pol, la imagen, toda vez que ha cumplido su función informativa, continúa, generalmente, viva en sus posibilidades estéticas. Lo objetual, lo natural, lo humano y lo animal tienen una significación concreta y poética en su lenguaje gráfico. a. Bestiario El imaginario animal es utilizado por el artista en el proceso creativo para generar significados y como recurso retórico del diseño. Le permite jugar con la ambigüedad, sorprender y metaforizar tanto como expresar simbólicamente ideas acep


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dor no estaría, entonces, muy lejos del cocinero. Ambos manipulan sustancias para producir formas, sensaciones y opiniones. El mensaje insinuado a través de la comida no es un discurso racional. Sabores, texturas y olores provocan un choque en los sentidos del comensal. Los alimentos en los carteles persiguen un resultado similar. Por ello habla Pol de «olfato visual». También pudiésemos agregar paladar gráfico o alimentación cromática a la relación visual diseñador-cartel-espectador. El uso de víveres y objetos culinarios como propuesta gráfica alude a lo nutritivo de la imagen. Comer y mirar son complemento; así como ilustrar y cocinar, prácticas creativas.

Asimismo, con respecto a la totalidad de la obra, el ser humano tiene el mismo valor semántico que el resto de la iconograf ía. No existe el hombre, la mujer ni mucho menos las multitudes. Si Pol es conminado a hablar en un trabajo sobre toda la humanidad, acude a las relaciones iconográficas o a la síntesis de elementos. Si debe hablar de un personaje público, lo convierte en una convención gráfica. Entonces encontraremos en la mayoría de sus trabajos partes de cuerpos, síntesis de cuerpos, alusiones al cuerpo y transgresiones del cuerpo. Incluso muchas de esas partes pueden ser vistas como especie de sub-series iconográficas: el ojo, la boca y las manos, por ejemplo. d. Signaturas Acompañando a los alimentos y objetos culinarios, al cuerpo, a los animales o simplemente presentándose como individualidades, encontramos una serie de iconos formada por elementos u objetos gráficos muy particulares. Tipograf ías, líneas punteadas o sinuosas, puntos, lápices, pinceles, mouse, tijeras, infograf ías, cintas cinematográficas o instrumentos para extender la visión hacen evidente los procesos creativos y realzan el discurso de lo puramente gráfico. Construyen conceptos generales compartidos por la mayoría de las audiencias y comprendidos en diversos ámbitos territoriales y culturales. Habitualmente la palabra, en los carteles, pierde valor semántico. En tanto signo lingüístico se desvanece mientras gana significado al trasformarse en signo icónico. Mientras está vigente la información que contiene, se mantiene en el umbral de la lengua; una vez superado el tiempo de la no-

c. Morfologías Aquí lo morfológico cumple dos misiones específicas. Una tiene relación con la forma de los seres representados en los carteles. La otra está referida a las transformaciones ocurridas en el cuerpo a lo largo de toda esta serie iconográfica. La totalidad de la estructura f ísica de los seres humanos y cada una de sus partes son signos. Habitualmente están unidos a objetos, animales y signos gráficos para completar la gramática compositiva del artista. Una sintaxis visual donde lo humano nunca es presentado como totalidad. El cuerpo es más bien una posibilidad en un discurso que generalmente tiende a fragmentarlo o modificarlo. Por lo tanto, es lenguaje y no objeto. Cumple una labor semiótica y no biológica. Las relaciones de los iconos humanos dentro de un cartel pueden ser cuerpo-cuerpo, cuerpo-objeto, cuerpo-animal, cuerpo-elementos gráficos.


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ticia, entra a los territorios de lo icónico. Pero no sólo cambia el signo particular, también lo hace la sintaxis. Bien esté escrita la información en castellano, francés o italiano, está supeditada a las

combinaciones de la imagen. La lectura del cartel es un ejercicio de percepción visual más que de comprensión de una lengua escrita.


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