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Mayo: “La promesa del perdón’’

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Introducción

Introducción

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MAYO

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‘‘La promesa del perdón’’

Texto Clave: “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.

Colosenses 3:13

INTRODUCCIÓN

Hace unos días estaba preparando un informe que tenia que presentar en mi trabajo, ya estaba casi terminado cuando de repente seleccioné todo el informe y por error le di a la tecla de “delete” (borrar) sin aún haber grabado nada del informe, todo lo que había hecho, varias horas de trabajo, habían desaparecido con tan solo tocar la tecla de “delete”, a mi me dio de todo: rabia y dolor conmigo misma por no haber guardado a tiempo ese informe.

Aunque los ingenieros en informática, ha puesto avisos diciendo que, si esta seguro que desea borrar, muchas personas como yo en algún momento han pasado por alto esta advertencia y han eliminado todo.

Muchas veces he deseado que en la vida real la tecla de borrar fuera tan fácil de presionar como en el computador, pero lamentablemente no pasa igual.

Vamos a tratar el tema, del perdón, muchas veces mencionado, pero tan difícil en algunas circunstancias de practicar. En muchos sentidos, lo que sucede cuando eliminamos un documento de la computadora se asemeja a lo que ocurre cuando perdonamos de corazón a alguien que nos ha ofendido: Borramos la ofensa, limpiamos el historial, actuamos como si el pecado nunca hubiera sucedido. ¿No es así como Dios nos ha perdonado a nosotros? ¿Y no es así como dice que perdonemos a otros? “De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Col.3:13).

Creo que a la mayoría de nosotros nos gustaría llegar a ese punto en lo que respecta a nuestras relaciones y al dolor que ellas han traído en nuestra vida. Nos encantaria ver como desaparecen el dolor y la amargura, un borron y cuenta nueva, un asunto concluido.

No obstante, el problema es que el solo hecho de presionar un botón, no desvanecerá todos los sentimientos. Tampoco reparará el daño causado y restaurará todo a su estado inicial. Entonces ¿Por qué intentarlo a pesar de eso? ¿Porque exponernos a la desilusión, dejando quizás la puerta abierta para que esto se repita y nos dañe todavía más? ¿Para que afligirse en procurar el perdón, si esto no borra la huella de nuestro corazón, al menos no por un tiempo? ¿Porque Dios pediría tal cosa? La respuesta es:

Porque el perdón es una promesa.

DESARROLLO

En la novela clásica “Grandes esperanzas” De Charles Dickens. Una obra del género literario. Uno de los personajes más memorable es una excéntrica anciana llamada Miss Havisham. En el relato conocemos a esta extraña mujer en su cumpleaños. Años antes ese mismo día, ella se vestía para su boda a la espera de su prometido. Sin embargo, faltando veinte minutos para las nueve, recibió la abrumadora noticia de que su novio se había escapado con otra mujer. Y que por consiguiente no vendría… ni ahora ni nunca.

A partir de ese momento la vida se detuvo para miss Havisham. Todos los relojes de su casa quedaron detenidos exactamente en la desdichada hora de las 8:40. De las ventanas colgaban las pesadas cortinas que bloqueaban la entrada de los rayos del sol a su casa, una morada oscura y más deslucidas que nunca. Vivía encerrada con su hija adoptiva Estella, mientras el banquete y el pastel de la boda permanecían pudriéndose sobre la mesa, las arañas arrastraban las migajas y se escuchaban ratones trepando las paredes.

Lo más gráfico era que la novia abandonada aún tenía el ahora vestido y el velo que llevaba puesto en el momento de su tragedia: desde hacía tiempo estaban desteñido y amarillentos, y la tela y encaje no eran más que harapos.

Al personaje principal, Pip que llega a la casa atraído por estela y a quien desde luego le intriga el motivo de semejante espectáculo, Miss Havisham, le ofrece este deprimente análisis: En este día del año mucho antes de que usted naciera, fue traído aquí este montón de ruinas. Nos hemos consumido juntos. Los ratones lo han roído y dientes más afilados que la de los ratones me han carcomido a mí.

Aquellos dientes eran los filos cortantes de la amargura, el resentimiento y la falta de perdón. Desgarran más hondo que la herida producida por una garra o un colmillo esta filosa hoja puede atravesar la piel y minar el gozo, erosionar la paz y cerrar nuestro corazón a la luz de la presencia de Dios.

Claro, puede que nuestra situación no sea tan patética como la de Miss Havisham. Podemos encontrar maneras de acallar nuestro dolor, de seguir adelante a pesar de nuestro resentimiento e incluso mantener una apariencia de normalidad. Con todo, nuestro espíritu inferior sufre los signos delatores de los dientes lacerantes y de la tenebrosa condición en la que hemos decidido vivir.

¿Se ha detenido el reloj de su vida? ¿Hubo un momento en el que alguien o algo lo hirió a partir del cual todo cambió? Quizás usted todavía recuerda el día, la hora, el año, la

escena, las circunstancias exactas del momento. Sus esperanzas, sus sueños y su inocencia, sintieron el afilado aguijón de la traición. Desde entonces, la historia de su vida ha sido revivir su pérdida y buscar venganza con acciones directas y negándose a brindar amor y afecto.

¿Sabe bien cómo se sienten esos dientes afilados? Quiero decirle que no tiene que vivir así, es tiempo de retirar las cortinas y salir de la oscuridad. Hacerlo puede parecer arriesgado, incluso imposible. El proceso puede ser doloroso, pero hay vida, salud y todo un mundo nuevo fuera de la oscuridad. Dios quiere darle la gracia del perdón para que pueda seguir adelante. Dios quiere darle la gracias para seguir adelante, pues nos ha dejado la promesa del perdón.

Sí, más que cualquier cosa que podamos decir sobre el perdón, esta es la verdad y parece describirlo bien. El perdón es una promesa, una promesa de nunca mencionar otra vez aquel pecado contra aquella persona, ni a Dios ni a quien lo cometió ni a nadie más. Es la decisión deliberada de enfrentar el pecado de otro, eliminándolo, presionando el botón de borrar, limpiando nuestra pizarra con la promesa del perdón, renunciamos a nuestro derecho de castigar al ofensor y hacerlo pagar lo que hizo. Su historial quedó en blanco. Hay que aclarar que no estamos justificando la ofensa, sino dejandole el juicio y la venganza a Dios. El perdón es una promesa que Dios nos ha hecho a nosotros. Como dice Salmos 103:12 “Cuánto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” Sí lo que le hicimos a Él fue real, lo que le seguimos haciendo a Él es real. No obstante, por la sangre expiatoria de su hijo Dios ha escogido no recordar nuestras ofensas. Él le ha dado la espalda. Esta es una promesa con la que podemos contar hasta la eternidad.

El perdón es en verdad el tema central, el corazón mismo del

Evangelio. Inclusive nuestras excusas para no perdonar, nos llevan siempre a la Cruz, al lugar donde el perdón fue aplicado de manera perfecta,

‘‘De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros’’.

(Col.3:13).

no para unos cuantos que siguieron todos los pasos indicados para merecer perdón, sino para nosotros personas que no lo merecíamos, que no sabíamos que lo necesitábamos y que tal vez ni siquiera lo queríamos. Más que nadie nosotros los cristianos debemos apreciar la dicha del perdón, consciente del inmenso tesoro que hemos recibido al ser perdonado de manera pura y perfecta. Pero más allá de eso, cuando extendemos a otros el perdón que Cristo nos ofreció en la Cruz, reflejamos la misericordia y la gracia de Cristo a un mundo que con tanta desesperación necesita ser perdonado.

Todos en diferentes momentos de nuestras vidas hemos sido maltratados, dañados de forma fisica o emocional por alguien:

• El hijo abandonado por su padre y que tuvo que vivir una vida desdichada, recuerda con rencor a ese hombre que nunca asumió su responsabilidad de padre.

• La joven violada por un familiar a la que nadie le creyó y esto la hizo caer en una vida de prostitución y ese dolor no la dejar vivir.

• La mujer que dio todo por su matrimonio y después de años de dedicación su esposo se va con una mujer más joven. • La madre que pierde un hijo en un accidente por un conductor ebrio.

• El padre que en un arranque de celos mata a su esposa y deja a sus tres hijos huérfanos de madre y también huérfanos de un padre vivo.

Hay ciento de situaciones difíciles por la que podemos pasar que nos puede llevar a un dolor profundo,

pero Cristo nos ofrece una salida y es la sanidad por medio del perdón.

C.S. Lewis dijo: “Ser cristiano significa perdonar lo imperdonable, porque Dios ha perdonado lo imperdonable en nosotros”. En lo que respecta al perdón, nuestro Señor nunca nos mandaría a hacer algo para lo cual no nos facultara también, o que El mismo no hubiera hecho ya. Recordemos que: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil.2:13).

En su libro “Escoja Perdona”, la autora Nancy DeMoss, sugiere 3 pasos prácticos, (aunque puede haber muchos más), para acelerar y consolidar el perdón hacia otros, estos son:

1. Identifique las personas que le han hecho daño y las formas en que ellos han pecado contra usted.

2. Asegúrese de tener su conciencia limpia en relación con cada uno de los individuos de su lista.

3. Escoja perdonar de forma completa a cada persona que ha pecado contra usted.

El perdón es divino, pero hay una parte que hacemos nosotros y es tomar la decisión de dejar que el perdón sea una realidad en nuestras vidas y estos son esos 3 primeros pasos, luego déjele todo a Dios y el se encargará de darle paz a su vida.

CONCLUSIÓN

Muchas veces es difícil darle a la tecla de “delete”, porque el perdón es antinatural, sobrenatural y a veces casi increíble, pero: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.4:13). Tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a perdonar a quien nos ha ofendido y aprender también a perdonarnos a nosotros mismo.

William Cowper (1731-1800) fue un talentoso y prolifero escrito y poeta británico. A lo largo de su vida luchó con episodios recurrentes de depresión severa e inestabilidad mental y emocional. En varias ocasiones intento quitarse la vida de diferentes formas. Un articulo publicado después de su muerte describió el penoso remordimiento y angustia que Cowper experimentó al recordar los hechos:

“El sentía hacia si mismo un desprecio que no podía se expresado… sintió que había ofendido tanto a Dios que su culpa nunca podía recibir el perdón y todo su corazón se llenó de turbulentas punzadas de desesperación”.

Pero Cowper después de recuperarse físicamente logro comprender que ningún pecado puede provocar una mancha tan grande que la sangre de Cristo no la borre y después de eso escribió ese hermoso himno que ha transformado vidas:

“Hay un precioso manantial de sangre de Emanuel, Que purifica a cada cual que se sumerge en él, Que se sumerge en él, que se sumerge en él, Que purifica a cada cual que se sumerge en él”.

El sacrificio de Cristo es suficiente para perdonar cada pecado, el perdón no es algo que podemos dárnoslo a nosotros mismo, es algo que Cristo pago por el en la cruz, por eso te invito a recibirlo por fe, a otorgarlo con amor y solo así seremos verdaderamente libres.

Lic. Leidy Martínez

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