Revista de Socialismo Libertario Junio 2012 Año 3 - Nº 7 Precio: $ 10 Precio solidario $ 20
Desde el sur del continente, por la revolución y el socialismo Escribe Modesto Emilio Guerrero Desde Caracas
Venezuela necesita una nueva revolución
Dossier:
Aguafuertes argentinas
Juventud y y política política ** Juventud Contrapuntos Contrapuntos al relato relato oficial oficial al Entrevista aa Nora Nora Cortiñas Cortiñas ** Entrevista Ley de de Servicios Servicios de de Comunicación Comunicación ** Ley Audiovisual: Un Un balance balance necesario necesario Audiovisual: *¿Y qué qué pasa pasa con con las las condiciones condiciones de de *¿Y trabajo de de los los periodistas? periodistas? trabajo *Las falacias falacias del del Plan Plan Estratégico Estratégico *Las Agroalimentario y y Agroindustrial Agroindustrial Agroalimentario *Ferrocarriles en en *Ferrocarriles vía muerta muerta vía * ALBA: el amanecer de los pueblos * Colombia: Nace la Marcha Patriótica * A 40 años de la masacre: Trelew hoy
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III Encuentro de COMPA
Dossier: Aguafuertes argentinas Juventud y política
Contrapuntos al relato oficial
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Ulises Bosia Entrevista a Nora Cortiñas
"Llegamos a los juicios con la movilización popular"
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Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Un balance necesario
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Natalia Vinelli y Adrián Pulleiro
¿Y qué pasa con las condiciones de trabajo de los periodistas?
13
Ramón Raggio
Las falacias del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial
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Nicolás Fagetti
Ferrocarriles en vía muerta
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Eduardo Lucita
----------------------------Debates
Hacia una nueva herramienta política
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Manuel Martínez Puntos de vista
Diez años después: distinto que ayer, pero casi igual
20
Mariano Pacheco Nuestramérica
Venezuela necesita una nueva revolución
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Modesto Emilio Guerrero Hacia un nuevo horizonte en América Latina
ALBA: el amanecer de los pueblos
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Manuel Bertoldi Colombia
Nace la Marcha Patriótica
29
Wilmar Restrepo Suárez y Pablo García
La lucha de los estudiantes en Quebec
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Pierre- Elie Hupé Historia/ memoria A 40 años de la masacre
Trelew hoy
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Ezequiel Haro Cultura
Chau, Caloi
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Pedro Perucca
Todas las postales son de Larita Haure
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Editorial Diez años atrás el movimiento piquetero se reunía en la estación Avellaneda para cortar el acceso a la Capital Federal. El cúmulo de privatizaciones y saqueo neoliberal habían consumado su obra con millones de personas hundidas en la pobreza y la desocupación, rifando los recursos del Estado y endeudándose hasta las costillas. Fue entonces que la resistencia empecinada se multiplicó con piquete y cacerola, abriendo otro capítulo en nuestra historia. El asesinato de Darío y Maxi fue la respuesta del poder político a la movilización popular para garantizar las bases de su recomposición.
Desde el sur del continente, por la revolución y el socialismo
Revista de Socialismo Libertario Año 3 – Nº 7 Junio 2012 Comité de redacción
Victoria Freire (directora) Ulises Bosia Félix Grossman Manuel Martínez Diseño y armado Pedro Perucca Corrección Sol Martínez Edición de imágenes Nahuel Tosto revistalaminga@gmail.com
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La fotografía del país de hoy es distinta. Luego de la enorme devaluación que benefició a los grandes grupos económicos, la reactivación económica paulatinamente acrecentó el nivel de empleo, en un marco favorable para la exportación en el mercado mundial. El desarrollo del modelo agroexportador sentó las bases para la acumulación, que también se dio en el nivel político a través de los amplios recursos institucionales, conformando un arco kirchnerista hegemónico. La desocupación ofrece índices ahora mucho más bajos, aunque el empleo precarizado e informal creció en términos absolutos. Mariano Ferreyra, joven compañero militante, fue asesinado en la protesta contra las tercerizaciones, que exigía a la concesionaria privada del tren y al propio sindicato-empresa que pase a planta a los trabajadores. Los responsables políticos y económicos, las mafias sindicales, sus patotas y la complicidad policial, son los mismos que desguazaron los trenes durante las privatizaciones, los responsables de que 51 personas mueran en la estación de Once por las condiciones paupérrimas del transporte ferroviario, aunque el anuncio del traspaso de la concesión de TBA a Metrovías y Ferrobaires quiera hacer de cuenta que se trata de un problema de “cambio de firma”. Por el contrario, la estatización del 51% de YPF, si bien confiesa ser producto de las exigencias planteadas por una balanza comercial negativa y mantiene el carácter de sociedad anónima de la empresa, abre un precedente interesante en la perspectiva de una nacionalización completa que permitiría pensar concretamente un ensayo de respuesta a la crisis económica que beneficie al pueblo. Sin embargo, la llamada “sintonía fina”, entendida como batería de medidas frente a la complicada situación internacional, implica también el recorte de subsidios y la imposición de un techo a las paritarias en un contexto inflacionario, entre otras medidas que atentan contra los intereses populares. Que se imponga el interés popular en detrimento de las súper ganancias de las clases dominantes puede ser posible sólo a través de la movilización y la organización popular. No debemos olvidar el ejemplo del Parque Indoamericano, donde luego de la represión el Gobierno construyó un Ministerio de Seguridad en lugar de uno de Vivienda. En América Latina existe una encrucijada por el destino de los procesos políticos abiertos con las llamaradas revolucionarias de comienzo del siglo XXI. Nuestro continente es un laboratorio a cielo abierto de la lucha social. En un extremo se encuentra el bloque de la derecha liberal imperialista, de la cual Colombia es cabeza de lanza, y del otro las experiencias de cambio social, encabezadas por Bolivia y Venezuela, que habitan en el combate que dan los pueblos y en el avance de su organización. Su mejor defensa y acompañamiento posible es la construcción de nuevas transformaciones, de las que depende el futuro de miles de estudiantes rebeldes, de campesinos sin tierra, de trabajadores y trabajadoras, de los pueblos indígenas en lucha contra la megaminería, que lacera los recursos y la vida a lo largo de todo el continente, como las y los valientes hermanas/os peruanas/os en este momento. En este escenario, la disputa por la juventud es la pelea por nuestro futuro. Es hacer posible el sueño de transformar la realidad, rechazando la disciplina de la conducta, para pensar y construir con cabeza propia otro mundo posible. Ser protagonista y no furgón de cola de ningún modelo. Es interpretar la realidad y aprovechar sus oportunidades. Inventar nuevas propuestas y modos de hacer política, aprender de los errores y atreverse a dar el salto. Actuar con vocación de poder e interpelar ampliamente, sintetizando experiencias políticas y organizativas. Es comprometerse para el desarrollo de la participación política de las mayorías explotadas, rechazando el manejo instrumental y verticalista, en la perspectiva estratégica del poder popular. Es jugárselas, como enseñó Darío Santillán, con dignidad y alegría.
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Contrapuntos al relato oficial Dossier: Aguafuertes argentinas
Juventud y política
ace 10 años, la Policía Bonaerense asesinaba a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán en el Puente Pueyrredón. Seis meses después del 20 de diciembre de 2001, las demandas populares que habían explotado en el verano y expulsado del poder al gobierno del nefasto De la Rúa seguían vigentes. Eduardo Duhalde, Presidente no votado por nadie, no estaba dispuesto a escuchar los reclamos populares, pero tampoco lograba recuperar el orden en las calles. Por eso ese día distintas organizaciones de desocupados cortaban los ingresos a la Capital Federal y muchos otros caminos del país. Los piquetes, al igual que los que venían haciéndose desde fines de los años 90, eran protagonizados por una juventud que se encontraba sin trabajo y sin futuro, pero sin embargo decidida a luchar por ellos. Con la Masacre del Puente Pueyrredón, cuyos responsables políticos aún están impunes, Duhalde no sólo intentó impedir la protesta social sino también golpear a esa juventud que soñaba con un país distinto. Las grandes movilizaciones que sucedieron a la represión, así como el recuerdo año tras año en el mismo puente, son el mejor testimonio de que no lo logró.
Ulises Bosia
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Dos supuestos de la Presidenta y el problema de la institucionalidad Cristina Kirchner reiteradamente explica que uno de los principales logros de su gestión es el acercamiento de la juventud a la política tras años de una gran apatía. Además, se propone dar lugar a una renovación generacional de funcionarios del Estado y del personal político en general, con el objetivo de poder contar con un conjunto de militantes más leales a su conducción que
los que heredó del viejo PJ. Pone como ejemplos máximos de esa generación que “volvió” a creer en la política a Axel Kicillof, a Andrés Larroque, al fallecido Iván Heyn. Este relato oficial, que no sólo emana de la palabra presidencial sino que es acompañado por el conjunto de medios de difusión y propaganda con que cuenta el kirchnerismo, contiene al menos dos supuestos que deben ser rebatidos. En primer lugar la idea de que la juventud vivía en la apatía hasta la llegada del kirchnerismo al poder. Lo dicho al principio funciona como el mejor contraejemplo, los cortes de ruta desde los años 90, así como las asambleas populares y las movilizaciones populares de diciembre de 2001 y durante 2002, que hacen parte del mayor proceso de resistencia a las políticas neoliberales, estuvieron encabezados por la juventud. Se trata de un dato de la realidad innegable. Recientemente la misma Presidenta lo reconoció al pasar, en un acto en Santa Cruz en el que reivindicó a los jóvenes piqueteros muertos por la represión anterior al año 2003. La pregunta, entonces, es ¿por qué el relato oficial
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lo niega? La respuesta es que hay una búsqueda por realzar la acción del Gobierno, en la línea de que “Néstor llegó al poder para sacarnos del infierno” y, en consecuencia, negar que las transformaciones que se produjeron en el país sólo fueron posibles tras el enorme proceso de movilizaciones previas. No por casualidad se niega especialmente la magnitud y el significado de la rebelión popular iniciada en diciembre de 2001. En consecuencia, así como pareciera que las políticas kirchneristas habrían llegado de la nada para cambiar el país, también la juventud habría “vuelto” a la política recién a partir de 2003. Por otro lado, si bien el fenómeno del surgimiento de distintas organizaciones masivas de la juventud kirchnerista es innegable, la politización de la juventud no se agota en ellas. Las organizaciones de izquierda –tanto de la partidaria como de la izquierda independiente–, que en general crecieron en los últimos años, están compuestas principalmente por jóvenes, como se puede notar en cualquier manifestación. Pero también centenares de centros culturales y sociales, de
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agrupaciones estudiantiles y ambientales reúnen a lo largo y ancho de todo el país a miles de jóvenes, con una identidad política menos definida, en todo tipo de proyectos. El segundo de los supuestos corresponde a la concepción de la política que está detrás del discurso oficial, que entiende la política como gestión, es decir la administración de los amplios recursos estatales. La militancia se concibe para el acceso y gestión, desde los cargos ejecutivos y legislativos, del poder político existente, y si no coincide con esta condición es entendida sustancialmente como una fuerza de apoyo a ese proyecto. Con todo lo que significa para muchos militantes que se entregan día y noche a ella, hay que decir que esa es la idea tradicional de la política democrática. Para la juventud militante la política era otra cosa a fines de los 90, sobre todo era resistencia que se vivía en las calles y en espacios reducidos y contrahegemónicos. Por eso, para el discurso kirchnerista la juventud “volvió” a la política recién en 2003. Es en defensa de esa idea tradicional de la política que se habla de una “vuelta”. Así como el orden institucional del capitalismo dependiente recuperó su fortaleza, también los canales tradicionales de la participación política revivieron. Es porque la juventud volvió a ver al Estado como una herramienta de transformación social, porque accedió a cargos institucionales y porque expresa su apoyo al modelo kirchnerista. Pero, ¿ése discurso oficial contiene completamente el ímpetu de la juventud, las razones de su propia militancia y los sueños que se anima a fantasear? Nos equivocaríamos si despreciáramos los elementos institucionales y de gestión estatal por una reivindicación romántica de la política callejera, o simplemente desde abajo. Seguiríamos atados a la anterior experiencia de resistencia al neoliberalismo. Al contrario, entendemos que los espacios institucionales son elementos importantes para el desarrollo de un proyecto político de cambio, siempre que estén al servicio del crecimiento del poder popular, que es la auténti-
ca fuerza estratégica que puede llevar adelante el cambio social. Pero sí afirmamos que una política transformadora, que aspira a ir más allá de los límites de la democracia liberal y del capitalismo dependiente, necesariamente debe estar vinculada a la lucha de las clases populares, a sus organizaciones gremiales y políticas y a la movilización social como elemento esencial. Por esa razón entendemos que una de las tareas principales de nuestras organizaciones es la de organizar e impulsar el conflicto social, afirmando la centralidad de la lucha de clases. En el fondo la discusión es: ¿puede la Argentina avanzar en un camino de liberación a partir de la gestión de una fuerza política o es indispensable contar con la fuerza del pueblo creciente-
mente organizado y movilizado para una transformación radical? Lejos de cualquier idealización, todo el recorrido de la rebelión popular de 2001-2002 enseñó a las organizaciones de la izquierda independiente a mirar la política de otra manera. En medio de una situación caótica, entendimos que también se hacía política organizándose para exigir trabajo sin precariedad, para armar una olla popular en una esquina o para recuperar una fábrica vaciada por sus patrones. Encontramos formas democráticas de organizarnos y de construir espacios colectivos donde se daban los primeros pasos de poder popular. Siguiendo el ejemplo encarnado en Darío Santillán, nos dimos cuenta de la importancia de valores como la generosidad, la entrega militante o la solidaridad para construir una nueva política. Sin duda, en los últimos
años, más de una década después de aquellas jornadas, cambiaron las cosas y cambiaron también, con nuevas combinaciones, las formas de hacer política. Quedarse aferrados a ese momento implicaría hoy estar en la marginalidad de la acción política, sin perspectivas. Sin embargo, esto no significa que deban olvidarse las lecciones aprendidas, recreándolas en una práctica política acorde con el momento que vive nuestro pueblo.
Juventudes comparadas Aunque sus estructuras eran previas, el conflicto con las patronales agrarias fue el certificado de nacimiento político de las organizaciones juveniles kirchneristas. La batalla entre el “campo” y el Gobierno, inicialmente perdida por el kirchnerismo, logró que en la cabeza de múltiples actores sociales se reprodujeran ecos de puntos significativos de la historia argentina, revitalizando y recreando viejos significantes populares como la Sociedad Rural, el gorilaje o la oligarquía, inteligentemente aprovechados por el Gobierno para dotarse de una mística (neo)peronista de combate mucho más atractiva para la militancia. Los protagonistas de esta etapa percibieron que claramente hay una disputa en las alturas del poder político y que no corresponde ser indiferentes ante ella. Se trata, a diferencia de otros momentos históricos, de una juventud peronista construida desde el poder político, y eso trae consecuencias para su proyección y para su construcción. Teniendo en cuenta que las etapas históricas no se repiten de la misma manera, y que no se trata de encontrar ningún modelo, puede servir para pensar lo que fue la JP de los 70 que se organizó en la clandestinidad, enfrentando una dictadura –la de fines de los 60 y principios de los 70– con las armas en la mano y que logró traer al General Perón luego de 18 años de exilio. Esa experiencia dio lugar a una juventud muy combativa, formada en la lucha y en la confrontación social, que reivindicaba a Perón pero que al mismo tiempo impuso la discusión sobre la
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“patria socialista” como un horizonte ideológico a todo el movimiento. Era una juventud con una personalidad propia muy marcada, lo que llevó incluso a algunos sectores a romper con el propio General. Quizás la experiencia actual se parezca más a la juventud de la primavera democrática de los años ochenta, expresada mayoritariamente en la Juventud Radical. La que reunida alrededor de la figura de Alfonsín: hacía bandera de la recuperación democrática y de la lucha por los derechos humanos. Al igual que en la actualidad, sus ideólogos provenían de la militancia desde la etapa previa, en ese caso de la renovación radical de fines de los 60. Pero la diferencia central con la actualidad es que, ante las adversidades, el Gobierno radical de entonces retrocedió en sus postulados y terminó arrodillado ante las corporaciones, generando desilusión y desperdiciando las energías acumuladas en la juventud. Una parte de esos jóvenes se recicló en la política y terminó adaptado a la política neoliberal, siendo repudiado diez años más tarde. ¿Habría que descartar éste como un futuro posible para la juventud kirchnerista? La juventud que se organiza en La Cámpora, el Evita, la JP Descamisados o alguna de sus variantes, vive la pasión por la militancia y por la política en un momento en que ambas cosas –militancia y política– volvieron a ser aceptadas socialmente. Su composición va desde la adolescencia hasta bien pasados los 30, con epicentro en sectores de la clase media y también de las clases populares. Paradójicamente, es la mística de combate contra la oligarquía y la derecha lo que los moviliza, porque una juventud por instinto necesita de la lucha como un acicate para la acción política. Sin embargo, la Presidenta no convoca a la juventud a la lucha ni a la movilización, sino al apoyo a su gestión, con un discurso que crecientemente apela a la “unidad nacional”. ¿Tomará este hecho la forma de una contradicción en el futuro? Por otro lado, no debe olvidarse que para ellos la militancia es cómoda, hoy por hoy. Como en cualquier proyecto político hegemónico muchos de sus cuadros y militantes ocupan puestos en el Estado y pueden aspirar a una carrera institucional con facilidad, lo que atrae a todo tipo de arribistas y oportunistas. Además, por el momento no queda muy claro cuál es el horizon-
te ideológico de esta juventud, más allá del respaldo al gobierno de Cristina. Una juventud que se proponga como perspectiva únicamente el apoyo al Gobierno actual firma su propia acta de defunción, más no sea por un problema de edad. Pero la formulación de un programa político para el país los pondría delante de un problema estratégico: ¿cómo podríamos construir una patria justa, libre y soberana sin romper las ataduras del capitalismo y el imperialismo? Y en consecuencia se podría abrir una grieta en la línea de apoyo incondicional al Gobierno. O una desilusión de las mejores expectativas, si se hace explícita la alianza estratégica entre clases populares y grandes capitalistas locales y transnacionales que sostiene el modelo. Finalmente, la preocupación principal de sus dirigentes es el fortalecimiento de sus organizaciones, que a pesar de que viven un proceso de rápido crecimiento en los últimos años, todavía son débiles en los distintos territorios de base en los que se encuentran.
Una juventud combativa que lucha por el socialismo La izquierda independiente, de la que Socialismo Libertario es parte, reúne la experiencia de lucha de la generación que resistió al neoliberalismo y la de centenares de jóvenes que iniciaron su militancia con el kirchnerismo en el poder, inspirados por los procesos populares de cambio en Bolivia y Venezuela, convencidos de es posible que la Argentina siga un camino similar, no necesariamente igual. Somos una juventud con sensibilidad ante la realidad política del momento, no sabemos de indiferencia ante los grandes debates del país. Por eso, por ejemplo, defendemos con fuerza la recuperación estatal de YPF, aunque sea parcial, sabiendo que nos plantea nuevos desafíos, porque la consideramos un paso imprescindible para la construcción de la soberanía popular. Apostamos a una empresa 100% estatal, con control social, algo muy diferente a una nueva sociedad anónima. Tomamos nota de las posiciones de la derecha, y sabemos que existe el peligro de su vuelta, tanto por dentro como por fuera del kirchnerismo. Pero rechazamos el chantaje que exige apoyar al Gobierno para no hacerle el juego a la derecha, porque entendemos que el programa político kirchnerista no permite derrotarla, algo que necesariamente implicaría el inicio
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de un camino de transformación social. A diferencia de la juventud kirchnerista, nuestro fuerte está en la construcción de base, sobre todo territorial y estudiantil. Nuestra debilidad, sin embargo, todavía está en la proyección política de esa construcción, algo que debemos superar acomunando fuerzas, generando una mayor visibilidad de nuestras propuestas y de nuestras organizaciones. Organizamos a miles de compañeros y compañeras en espacios como el Foro Nacional de Educación para el Cambio Social; logramos experiencias de articulación importantes como la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina (COMPA), presente en la mayoría de las luchas populares de nuestro pueblo; e incluso participamos de espacios a nivel latinoamericano, como el capítulo argentino de la Articulación de los Movimientos Sociales hacia el ALBA. Somos una juventud de izquierda que rechaza el dogmatismo y el sectarismo de la izquierda tradicional. Y, por lo tanto, no rechazamos por principio la confluencia práctica con sectores de la juventud kirchnerista en casos puntuales, sino que buscamos siempre que existan propuestas políticas en las que podamos coincidir, como es el caso de la campaña Luche y Vuelve por la recuperación del 100% de YPF. Nos afirmamos en una perspectiva estratégica: buscamos el socialismo como una creación propia del pueblo argentino, uniendo su destino de liberación con los demás pueblos de Nuestra América. Se trata de una afirmación concreta que intentamos poner en práctica desde el presente. Entendemos el cambio social como parte de esa búsqueda, que se apoya en la experiencia vivida durante los amargos tiempos del neoliberalismo y también de los nueve años de Gobierno kirchnerista. Somos, efectivamente, la juventud de una izquierda que es independiente de todas las expresiones de los poderes concentrados y de sus agentes políticos, de los que están ocasionalmente contra el Gobierno y de los que hoy se amuchan bajo sus alas como seguidores del modelo “nacional y popular”. La felicidad del pueblo, la soberanía popular y la libertad de los y las de abajo se podrán construir rechazando al capitalismo y al imperialismo, esa es nuestra certeza y nuestra mayor ambición.
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Dossier: Aguafuertes argentinas
“Llegamos a los juicios con la movilización popular”
Entrevista a Nora Cortiñas:
35 años de la primera vuelta de las madres de las y los detenidos políticos y desaparecidos alrededor de la Plaza de Mayo, entrevistamos a una de las protagonistas de la resistencia a la dictadura cívico militar más feroz de nuestro país, Nora Cortiñas. Militante incansable y defensora de los derechos humanos de ayer, y también de hoy, es cofundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora.
co que si se logró es que vayan conquistando su identidad los bebes apropiados, aunque todavía falta que aparezcan y recobren la identidad más de 400. Ahora son ellos los que buscan, los que saben que son adoptados o los que sospechan algo raro dentro de su familia, son ellos mismos los que van buscando su identidad.
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La Minga: ¿Cómo es el recorrido de la lucha de Madres de Plaza de Mayo desde la vuelta democrática?
Nora Cortiñas: En el año 84, luego de la venida de Alfonsín, con el libro de la CONADEP, con los testimonios y con el juicio a las juntas, vimos que se podía tocar la justicia. Después Alfonsín claudicó y se cerraron los caminos. Los pocos que quedaron condenados de ese juicio luego fueron indultados por Menem, ahí se cerraron los caminos, y las esperanzas de que pudiéramos llevar a los genocidas a juicio se apagaron bastante. Nosotras nunca paramos de luchar, nunca bajamos los brazos ante cada desilusión que nos hemos llevado: seguimos. Acompañadas por los organismos de derechos humanos y con una parte del pueblo, la juventud, los estudiantes, que siempre nos acompañaron, fuimos siguiendo todo este derrotero de la búsqueda de la verdad y de la justicia. Tuvimos todos esos años de movilización popular. El 2001 fue terrible, ahí la represión siguió, nunca se aclaró, nadie fue, nadie, hasta el día de hoy. De La Rua fue sobreseído, parecería que los muertos se
murieron solos. Y se siguió luchando. En el 2003 cambia el gobierno y fuimos escuchadas por esas movilizaciones que hemos hecho permanentemente, a través de Néstor Kirchner que dio su primera señal con un guiño a sus legisladores para que anularan las leyes de Punto final, Obediencia debida y los indultos. Ahí se reabrió el camino otra vez de la justicia y empezaron nuevamente los juicios. Yo creo que es un logro muy importante, siempre lo señalo, de todo lo que nosotros hemos caminado y hemos pedido, porque los juicios llegaron después de muchas luchas. Esta etapa es importantísima, no digo lo más importante. Para nosotras lo fundamental sería que se abrieran los archivos y que nos dijeran qué paso con todos y cada unos de los detenidos desaparecidos, que los jueces abrieran sus gavetas y dijeran a quién entregaron esos bebés apropiados durante el terrorismo de Estado con falsas adopciones. Para nosotras ese sería el mayor logro. Acá no hay victoria, porque victoria sería abrazarnos con nuestros hijos, haberlos encontrado. Eso es por lo que salimos a la calle desde el primer día, y eso no se dio. Lo úni-
L.M.: ¿Qué significado tiene la conquista de los juicios y cuál es el valor de los testimonios?
N.C.: Primero sirven para que se conozca algo de la verdad y que esto ocurrió; que muchas víctimas, muchos de los ex detenidos desaparecidos, los ex presos y los que vivieron en el exilio den su testimonio es lo que sirve para que sigan los juicios. Ellos y ellas son inapreciables para nosotros porque son valientes, solidarios, y de este modo en los juicios aparece la verdad esa que este pueblo cada día necesita que se la digan, que es lo qué paso en la Argentina. Ahora, en los últimos tiempos, cuando Videla, el mayor genocida, hace declaraciones por televisión o en libros, la gente que alguna vez dudó de lo que contábamos de lo que había pasado, cuando decían: “bueno, sus hijos se habrán ido a otro país y no se despidieron” y todas esas barbaridades que nos dijeron, ahora saben la historia, la verdad está plasmada en todas las declaraciones, en las películas, en los libros. Sin embargo, ningún periodista que entrevista a estos genocidas le hace la pregunta clave, que sería: ¿qué paso? ¿Dónde están los detenidos y desaparecidos? ¿Con quién están los bebés esos que él dice que los die-
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ron para que “no se criaran con familias subversivas”? Sería bueno que se aclarara esta parte de la historia y que nos dijeran qué pasó. Lo que yo valorizo de los juicios es el trabajo, la valentía, no solamente de los ex detenidos desaparecidos, ex presos, gente que vuelve del exilio decidida a dar ese testimonio, sino también de los abogados y de los jueces. Hay jueces que, desde luego, hace años tenemos que empujar, no es que lo hacen porque sí, sino que estamos siempre empujando. La situación de los juicios la sigue muy de cerca el instituto Espacio para la Memoria, tienen una bibliografía gratuita excelente.
la tenemos que cambiar que es uno por año, un juzgamiento o dos por año. Igual vamos a llegar, lo verán nuestros hijos, nuestro nietos, quién sea. Éste es el camino.
L.M.: ¿Qué importancia tiene que se juzgue la responsabilidad civil?
N.C.: Los civiles tienen la gran responsabilidad del genocidio. Los Blaquier dieron sus camionetas para que fue-
L.M.: ¿Qué sucede con el avance de la justicia hacia los responsables civiles?
N.C.: Ahora se empezó con los civiles, aunque tardamos un poco porque todavía quedan tantos entorchados para sentarlos en el banquillo, pero se llegó y justamente uno de los principales responsables del genocidio y de la represión brutal que hubo en Jujuy, Blaquier, el día que se tenía que presentar no se presentó, estuvieron mirando las salidas del país y parece que salió del país el 15 de abril cuando ya sabía que lo iban a citar, se fue. Va a costar porque son muy cobardes, también hay otros militares que se fugaron, que están escondidos, algunos aducen problemas de salud. Es todo un mecanismo de una cobardía brutal, pero vamos a ir llegando, uno por uno. Porque yo les digo que las madres no estamos solas en este camino por la verdad y la justicia, hay un grupo de hermanos y hermanas que se han formalizado ya también en la asociación, que siguen los juicios, que siguen los actos, están también en esa búsqueda. También los hijos de los desaparecidos, algunos ya nietos, que tienen entre 30 y 35 años, también han formado la asociación H.I.J.O.S. y están en todo el país. Acaba de asumir un cargo en la Subsecretaria de DDHH un hijo de desaparecido que tiene 36 años. La búsqueda por la verdad y la justicia va a seguir, quizás cada vez se entorpezca más, porque muchos se van muriendo, muchos familiares también, y los juicios tienen una metodología que
ran a secuestrar a la gente, dio los nombres, dónde estaban, las direcciones, hizo el apagón de dos noches en las dos localidades, se llevaron 300 personas y de ellas 30 quedaron desaparecidas hasta el día de hoy, así que los civiles tienen que ver mucho en lo que es el genocidio. Desde Martínez de Hoz, hasta las empresas Ledesma, Ford, Mercedes Benz entregaron a los trabajadores, hicieron las listas negras. Eso es un crimen también. La responsabilidad se da con escalas, además del genocidio económico. Los milicos entraron, pero la parte económica la manejaron los civiles, los Ministros de Economía.
L.M.: Incluso hay cosas que no se terminan de saber, por ejemplo qué sucedía en las villas, lo que significó la dictadura en todo sentido: el exterminio del activismo en las fábricas, la persecución a la juventud… N.C.: En las fábricas los jefes marcaban a los trabajadores y los sindicatos que apoyaban el golpe tenían todas las listas de los trabajadores que
eran rebeldes. Es decir que hay una responsabilidad sindical, así como también de la iglesia católica y de la iglesia judía. En un momento el presidente de la D.A.I.A. tenía a su hijo desaparecido y para lograr salvarlo tenía una lista que se la había pasado a los militares. La responsabilidad es muy fuerte porque es para llevarlos a la muerte, a la tortura, a la desaparición. Es la misma responsabilidad que las empresas muy grandes que hacían la lista de los trabajadores, venían los milicos y ya tenían todo marcado. Por su parte, la iglesia católica tenía sus capellanes en los campos de concentración, es decir en los mismos lugares de tortura y de muerte, con la excusa de que iban a asistir a los torturados, lo que hacían era decirles que hablaran más o sino seguía la tortura. Uno de ellos está preso, ojala que continúe preso, Von Wernich. Sin embargo la Iglesia nunca hasta ahora hizo su mea culpa.
L.M.: Vos mencionaste el 2001, y nos interesaba ver también su relación con este recorrido por la verdad, la complicidad civil, y el cambio en el sentido social y cultural sobre lo que ocurrió en la dictadura.
N.C.: El país cambió primero cuando empieza la dictadura cívico militar religiosa, el país no vuelve atrás de ese horror que vivió, toda la elaboración que hicieron de la impunidad que dejó en la población un miedo que aun está en algunos hogares, en algunos sectores porque quedó grabado, no solamente donde hubo un desaparecido sino donde la gente se sintió perseguida, en una parte de las profesiones, los docentes, los psicólogos, los abogados, hay sectores que fueron muy perseguidos, hasta el día de hoy quedó el estigma. Después del 2001el país tomó otro vuelco, la gente salió otra vez a la calle, se formaron las asambleas, se dejó el miedo de lado para volver otra vez a tomar fuerzas para la lucha por los derechos económicos y sociales. Aun con las pérdidas de vidas terribles, con una situación sobre la cual todavía hay impunidad, se demostró que este pueblo es decidido y es activo. ¿Por qué llegamos a los juicios? Es el único país de Latinoamérica que tiene en el banquillo a los acusados: a los milicos y
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a los civiles. Llegamos a los juicios a través de la movilización popular, si no, no hubiéramos llegado. Kirchner nos escuchó porque estuvimos años y años, cuando vio que era una oportunidad de escuchar ese clamor tomó este, digamos, drama de los DDHH sobre el pasado proponiéndose de a poco ir encaminando para que se terminara la impunidad, que cuesta mucho porque entre medio apareció con más fuerza el gatillo fácil, otras desapariciones, Luciano Arruga, Iván Torres en Comodoro Rivadavia, Miguel Bru. Hay otras desapariciones que son de la época de los gobiernos constitucionales, contando desde ya lo de López, que fue una muestra para que se acabaran los juicios, esa fue la mayor intimidación que hubo, llevarse un testigo del peso de López. Puedo asegurar que el Gobierno no lo buscó como debía, no puso los “énfasis” como había que ponerlos. Aun ahora no estamos todavía preparados, cuando una persona desaparece no se puede dudar, así se haya ido a pasear con la novia, a una persona hay que buscarla porque las desapariciones sólo las pueden ejecutar agentes del Estado o con apoyo del Estado sino no se puede hacer desaparecer una persona, no hay cómo. El caso de Luciano Arruga es una muestra, aunque ese destacamento lo cerraron, pasaron a todos, armaron otra regional con los mismos policías y no hay nadie preso. Los 8 policías imputados siguen en función, y el edificio que primero se lo iban a dar a las organizaciones de DDHH en realidad hasta que no se investigue a fondo cada rincón de ese lugar tampoco se puede utilizar porque puede desvirtuar lo que es la esencia del testimonio. De cualquier manera al plantel lo corrieron de lugar y el comisario sigue siendo el mismo, y el comisario ese había estado en la época de la represión durante el terrorismo de Estado. Todavía falta mucho para limpiar y para encaminar en este camino de la justicia. El caso más paradigmático es el Luciano, pero también el asesinato de Ferreyra es una muestra de que están metidos en los intersticios de la sociedad y de los organismos que se llaman de seguridad, de que siguen habiendo redes de complicidad, y que se reciben órdenes. Si bien hoy no tiene nada que ver con lo que es una dictadura, siempre hay resabios
a través de la impunidad que vuelven a repetir hechos, porque encuentran una comodidad en cometer estos crímenes, total después no se aclaran.
L.M.: En relación con esto, está el problema de la trata de personas que tiene otras características, pero responde a las mismas mafias, a las mismas lógicas.
N.C.: Sí, porque tiene que ver con la policía, con estructuras políticas, de poder, porque también, para llevarse una persona y que no la encuentren nunca más, no es un país con tanto recoveco, hay una complicidad que colabora para que realmente estos dramas existan. Ahí también está el caso emblemático de Marita Verón que lleva 10 años desaparecida, y de muchas chicas más. Además existe una ley que ahora modificaron, que indica la posibilidad del consentimiento, un disparate. Ni siquiera una mujer de 40 años llega a esa situación por consentimiento. Son todas situaciones que vienen atadas de la impunidad de lo que fue la época del terrorismo de Estado. Eso viene todo acompañando de estas situaciones que quedan en la impunidad, y los mafiosos, estos miserables, siguen amparados.
L.M.: Y todo esto está vinculado al problema de la criminalización de la protesta…
N.C.: Contra la criminalización de la protesta hace rato venimos luchando. Ahora la preocupación mayor es la Ley Antiterrorista, es la preocupación que tenemos porque esa Ley ayuda a empeorar aun más la ley penal que ya se había empeorado con la visita de Blumberg al Congreso, poniendo mucha plata evidentemente. Esto es lo que tenemos que denunciar ahora. Lo otro que está muy tapado pero que existe es el Proyecto X. Se dijo en un primer momento que está asentado en Campo de Mayo y, si bien no tiene la misma estructura que cuando estaba la dictadura, ese espacio existe. No son fantasmas, son realidades que no queremos vivir y por las cuales hay que salir a luchar. Éste es un gran error del gobierno porque con esto obedece órdenes de los Estados Unidos, del Departamento de Estado norteamericano que sigue pendiente de todos los países para que no haya movilización popular por las situaciones económicas. Este año se va a trabajar para tirar abajo la Ley. Hay otra cosa que también nos preocupa, y que tiene que ver con una impunidad social y económica, es la explotación de las minas a cielo abierto. Donde también están reprimiendo a los movimientos que están tratándolo de impedir. Ese procedimiento lo hacen acá, ya que de otros países ricos, ricos que ahora parece que se van a venir todos pobres, (igual de aquí a que esos países se vengan pobres primero nosotros vamos a
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estar debajo de la tierra), vienen a hacer acá el trabajo realmente sucio que no hacen allá. La explotación de las minas se puede hacer con otros sistemas modernos y no necesariamente a cielo abierto. Acá no solo estropean el medio ambiente, sino que destrozan la montaña y no dicen lo que se llevan. Ellos declaran una cantidad de minerales pero el oro y la plata que se están llevando a raudales no lo declaran, además de no pagar impuestos y de destrozarnos todo lo que es la ecología nuestra.
L.M.: Es decir que hay una gran impunidad en relación con las cuestiones económicas, y no sólo políticas…
N.C.: Te quería explicar algo con el tema de la impunidad de los civiles, de todo este mecanismo del empobrecimiento del país: de la deuda externa: cuando comenzó la dictadura cívico militar y religiosa nosotros teníamos una deuda de seis mil millones de dólares, cuando termina la dictadura debíamos casi 50 mil millones, ¿qué pasó? Los militares junto a los civiles en esa época pidieron plata para hacer las estructuras de los campos de concentración, compraron con ese dinero las armas con las que torturaron a nuestro hijos, a nuestras hijas, pagaron los sueldos a los genocidas que empuñaban la picana y que torturaban a la gente, paga-
ron toda la estructura de lo que fue el terrorismo de Estado, luego pidieron plata nuevamente para hacer el mundial, y ahí te digo que hay militares y civiles, para disfrazar el país de alegría y tapar todo el horror.. Después pidieron plata para hacer la guerra de las Malvinas, donde otra generación fue masacrada por los mismos militares que acá en el continente torturaron, y que luego lo hicieron en las islas Malvinas. Se acaban de cumplir 30 años desde que llevaron a los chicos, que fueron torturados ahí, estaqueados, matados de hambre y ése también es el lastre que estamos pagando de lo que fue la dictadura. Hay muchos lastres que seguimos pagando y por los que todavía hay que seguir luchando. Entonces esta deuda no hay que pagarla, no tenemos porque pagar la deuda del horror, eso hay también que pelearlo porque además después siguieron los gobiernos civiles aceptando pagar los intereses leoninos y corruptos que fueron pagando. Ahora no es verdad que no tenemos deuda, tenemos igual una deuda de alrededor de 200 mil millones de dólares, que cada vez que van pagando es para pedir más, y vuelven a pagar para pedir más. Eso es un grave peso que tenemos. L.M.: ¿Qué les dirías a quienes esperan que pase el tiempo y olvidemos?
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N.C.: Quiero decir y enfatizar que todos estos delitos gravísimos que se cometieron no tienen perdón, que no hay olvido, que no hay reconciliación, que tienen que tener claro todos lo que hicieron, los que cometieron los delitos, sus cómplices, todos los que participaron, que no va haber reconciliación con ellos de ninguna manera. Que esos que están hablando que quieren la amnistía, que eso no va a pasar, una vez ya se dieron la amnistía los propios militares antes de retirarse y no va ser así, no va haber posibilidad de reconciliación. Cuando se habla de perdón, de perdonar a los genocidas, tendrían que emerger del fondo del río, del fondo del mar, de las tumbas anónimas que hay en todo el país, emerger y ser ellos los que otorgaran el perdón, nosotras no podemos perdonar en nombre de nuestro hijos, de nuestras hijas. Porque realmente a ellos les hicieron el daño, ellos fueron los que sufrieron la tortura, la muerte y no podemos nosotras perdonar por ellos. Esto es un crimen que no tiene perdón, cada familiar tiene su derecho a tener su sentimiento con libertad, este pueblo fue victima del genocidio así que no hay posibilidades de olvidar.
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Dossier: Aguafuertes argentinas Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual:
Un balance necesario
Natalia Vinelli, Docente de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), integrante de Barricada TV. Adrián Pulleiro, Docente de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), integrante de Radio Sur.
esde los años 80 en nuestro país emergió un nutrido movimiento de comunicación alternativa impulsado por cientos de radios y algunos canales de tv. Ya en aquel entonces la precariedad legal hizo que el reclamo por una nueva ley que reemplace a la sancionada por la dictadura y que reconozca la legalidad de los medios no comerciales se impusiera como una reivindicación central. La confluencia multisectorial que dio lugar en 2004 a la Coalición por una Radiodifusión Democrática tuvo un componente significativo de ese movimiento y en parte se apoyó en la legitimidad que esos medios habían conquistado. Ese espacio, que nucleó a un arco variado de medios comunitarios, académicos y sindicatos, impulsó en su momento “Los 21 puntos para una nueva Ley de Radiodifusión de la democracia”, que más tarde se convertiría en la base del proyecto que finalmente aprobó el Congreso en septiembre de 2009. La elaboración del proyecto estuvo vinculado a la movilización social y al debate público –en el cual los foros de discusión realizados por el entonces COMFER fueron su expresión institucionalizada–, y la reglamentación de la Ley (y su posterior aplicación) estuvo –y está– dominada por la negociación puertas adentro y la capacidad de conseguir ventajas en virtud de las afinidades políticas. Dicho de otro modo, la movilización que supuso para el propio oficialismo poner en marcha una norma como ésta se llevó a cabo ampliando las bases de consenso y apoyándose en una legitimidad ajena y preexistente. Sin embargo, la
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política oficial quedó centrada en la disputa contra “el monopolio” Clarín, obturando, en buena medida, la posibilidad de profundizar la discusión sobre los rasgos estructurales de un sistema comunicacional dominado ampliamente por la lógica comercial. Esa orientación, sumada a la debilidad del movimiento popular para incidir en el nuevo escenario, dejó abiertas las puertas para que
nuevos actores comerciales refuercen o inauguren su presencia y para que los medios no comerciales afines al Gobierno consigan algunas ventajas.
Las consecuencias de un reconocimiento insuficiente La LSCA no reconoce a los medios alternativos, comunitarios y populares en su especificidad, más allá de la posibilidad que brinda a organizaciones sin fines de lucro para que puedan acceder a una licencia. Si bien la ley menciona y define a las “emisoras comunitarias” en el Capítulo II y en algunas notas a distintos artículos, no les asigna un tratamiento particular que ayude a construir condiciones que contribuyan a su desarrollo ni les garantiza un espacio propio en el ámbito de la autoridad de aplicación.
El modo en que se viene avanzando en la aplicación de la norma hasta ahora dio la razón a quienes sostenían la necesidad de hacer esa diferenciación explícita en el texto de la Ley: ante la no distinción respecto de “los medios sin fines de lucro” y el desconocimiento de su papel social y cultural, de sus modos particulares de organización y funcionamiento, en la práctica los medios alternativos, comunitarios y populares, quedan en minoridad de condiciones frente a medios pyme arropados como asociaciones civiles o frente a las grandes fundaciones. En pocas palabras, el no reconocimiento se traduce en una serie de exigencias que complican el desarrollo de los medios populares. Esta situación se pone en evidencia, por ejemplo, cuando se toma nota de las condiciones indiscriminadas que se plantean para el futuro traspaso del sistema analógico al digital y en los diversos gravámenes a ser afrontados, o en la incomprensión respecto de las relaciones solidarias al interior de los medios y no constreñidas en la desigual fórmula patrón/empleado. Más allá de las cuestiones técnicas, la clave del problema reside en cómo se entiende la democratización, y en qué tipo de medio aporta más a democratizar la comunicación en una sociedad. Esa debería ser la vara con la que se miden los argumentos y se valoran las acciones. Sabemos que es un punto de referencia no inocente, puesto que llevado hasta las últimas consecuencias supone plantear
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las cosas en función de una demarcación (y una contradicción) fundamental entre lo comercial y lo no comercial.
Algunas novedades en radio y TV Por medio de la Resolución N° 434, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) definió las condiciones para regular la adjudicación directa de licencias de radio en frecuencia modulada de muy baja potencia, en circunstancias de “probada disponibilidad” del espectro radioeléctrico, para sitios de "alta vulnerabilidad social" y/o de escasa densidad demográfica, en casos en los que exista un compromiso de programación ligada a demandas comunicacionales “de carácter social”. Pero se trata, claro está, del sector con menos nivel de conflictividad para la redistribución de frecuencias, por tratarse en general de zonas alejadas de los grandes centros urbanos. A su vez, algunas voces entre los medios comunitarios, populares y alternativos ya advirtieron acerca de los requerimientos jurídicos y económicos que la resolución plantea y alertaron sobre el hecho de que es el propio AFSCA quien define qué sitios pueden ser considerados como de “alta vulnerabilidad social”. A dos años y medio de aprobada la Ley, los pasos dados por la autoridad de aplicación son muy pocos y demasiado lentos en lo que refiere a la legalización de los medios “sin fines de lucro”. La reglamentación del Artículo 49 puede ser un inicio, pero está lejos de hacer efectivo el 33 % del espectro destinado a este sector, una reivindicación que –junto con la desmonopolización- estuvo en el centro de los debates que movilizaron a la sociedad. En cambio, como contracara de esto, se observa celeridad cuando se trata de medios comerciales afines con el Gobierno: CN23 de Sergio Spolsky, Gol TV de Paco Casal y Francescoli, Construir de la UOCRA o 360 TV no ganaron ningún concurso y sin embargo están al aire de manera “experimental”. Estas desigualdades se evidenciaron con toda claridad con el primer (e infructuoso) llamado a concurso para la adjudicación de frecuencias en TV digital. Las resoluciones 685 y 686 fueron resistidas por las organizacio-
nes de medios alternativos debido a su carácter restrictivo, ya que estipulaban la compra de pliegos en valores que van de los 42 mil a los 140 mil pesos, fijaban un canon de 24 mil pesos mensuales para la utilización del ARSAT (la plataforma de TV digital sociedad anónima del Estado) y establecían unas bases y condiciones que impedían la participación de los medios comunitarios, aunque se propagandizaron en su nombre. El nuevo llamado a concurso, para frecuencias en televisión digital de baja potencia y para infraestructura de transmisión propia y/o compartida (que no utilizan el servicio de ARSAT), si bien es más flexible en sus condiciones que el precedente (también es menor el alcance), sigue expresando en lo concreto las dificultades
derivadas del desconocimiento de los medios alternativos, comunitarios o populares como actores diferenciados dentro de la categoría “sin fines de lucro”. Por eso organizaciones que los nuclean presentaron un pliego de modificaciones centradas en cuatro ejes: la adecuación del plazo de migración a digital a la fecha estipulada por el Estado para el apagón analógico en 2019, y la posibilidad de seguir emitiendo en análogo de manera legalizada en el mientras tanto; la inclusión de la figura de trabajo voluntario o militancia social; la reducción de certificaciones burocráticas y la equivalencia entre patrimonio e inversión para los canales que ya vienen emitiendo. En los hechos el Estado garantiza la plataforma de transmisión para los grandes y medianos a través del ARSAT y en vez de acompañar el desarrollo de los medios más chicos –incorporándolos gratuitamente o derivando el costo de vehiculización de la señal hacia los actores más poderosos de la comunicación–, deja en manos de
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estos el montaje de sus propias plataformas, con costos imposibles de afrontar (un transmisor de 100w y periféricos cuesta cerca de los 140 mil dólares).
Conclusiones y perspectivas Desde sectores oficiales suele compararse la apertura de la Ley de SCA con el tratamiento hacia los medios comunitarios en la hermana República Bolivariana de Venezuela. La comparación, sin embargo, pone sobre la mesa diferencias sustanciales que hacen a una verdadera política de desarrollo y fomento de la comunicación alternativa, popular y comunitaria. Venezuela ha creado una Dirección General de Medios Alternativos y Comunitarios en el marco del Ministerio de Comunicación e Información que toma de manera directa el tema, estimulando el desarrollo de los medios en manos de las comunidades a través de la entrega de equipos en comodato por 20 años, la creación de programas de formación y el reparto equitativo de la pauta publicitaria oficial. Esta política es, en evidencia, distante de la que se aplica en los hechos en estas tierras, que no logra garantizar el 33 por ciento del espectro para los medios sin fines de lucro ni ha invertido un centavo en el sector. En todo caso, todo el proceso que implica a la nueva Ley más que “conmover” los históricos reclamos de democratización de las comunicaciones lo que produjo fue su visibilización más allá de los interesados y entendidos. En nombre de la idea ambigua de la “diversidad de voces”, que en sí misma no garantiza una democratización de los sectores que acceden a los medios, reactualizó un debate que dio lugar a un profundo cuestionamiento del mito de la independencia periodística, cuyo antecedente más inmediato se puede ubicar en las jornadas de movilización de diciembre de 2001. La comunicación, se volvió tema de conversación en las mesas familiares y programa de intervención de las organizaciones populares. Éste es tal vez su mayor logro, mientras que la aclamada diversidad y el mantenimiento del modelo de la comunicación en sus rasgos estructurales constituyen su más importante deuda.
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Dossier: Aguafuertes argentinas
¿Y qué pasa con las condiciones de trabajo de los periodistas?
Ramón Raggio, Miembro del Colectivo Editorial de Marcha y militante del Colectivo de Trabajadores de Prensa
a reciente conquista de las paritarias generales en prensa, tras 37 años de ausencia, es la expresión de un movimiento que se viene gestando desde hace años entre los trabajadores de las redacciones. Doce años atrás, 117 trabajadores quedaban en la calle. Con la anuencia de la entonces Ministra de Trabajo de la Alianza, Patricia Bullrich, el multimedios más grande del país desarmaba totalmente la organización de los trabajadores. Entre ese centenar estaba la totalidad de la Comisión Interna. Clarín marcaba así una etapa que iba a durar hasta hace un mes atrás. La paritaria de prensa aceleró la conformación de un cuerpo de delegados paritarios en la empresa de Ernestina de Noble. Este hecho marca el rumbo de la consolidación de las paritarias –pensando en los años próximos–, pero también del resurgir de la organización gremial en aquel medio. El momento más fuerte del conflicto de Diario Crítica –abril de 2010– sacudió el tablero de lo que venía sucediendo hasta entonces en el gremio de prensa. Fruto de la organización, se resistió por meses al cierre y vaciamiento. Frente a los adalides de la Libertad de Expresión opuestos a la Ley de Medios, el colectivo de ese diario que peleaba por las fuentes laborales pudo dar a un ejemplo histórico: tres números editados totalmente de manera autogestiva y cooperativa. Ese mismo año, en septiembre, fueron las elecciones en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA). Ese conflicto,
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más las experiencias anteriores en Crónica y Perfil, aportaron a la conformación del Frente Único de Oposición. Aglutinados bajo la figura de Osvaldo Bayer, las agrupaciones gremiales de oposición –entre ellas
el Colectivo de Trabajadores de Prensa – y una variedad de militantes independientes de las redacciones confrontaron en elecciones a la oficialista celeste y blanca. El Frente Único no logró la Secretaría General pero, sin embargo, conquistó electoralmente la mayoría de las grandes redacciones porteñas que impusieron a la conducción de la UTPBA un programa de acciones, entre ellas recuperar las paritarias para el gremio. Mediante asambleas y elecciones en cada redacción, los trabajadores de prensa de los grandes diarios comerciales –con redacción en Capital Federal y Conurbano– eligieron en 2011 delegados paritarios por cada medio. Estos delegados fueron permanentemente mandatados por la asamblea hasta último momento. De hecho, la conquista del 23,5% logrado fue votada unánimemente en todas las redacciones. Ese cuerpo de delegados se
constituyó y fortaleció a cada redacción como un colectivo. En el marco de un plan de lucha que incluyó quita de firmas, “aplauzasos”, movilizaciones y paro por bloques horarios, los delegados paritarios llevaron adelante la negociación con la cámara patronal AEDBA. Esta reúne a gigantes de los medios como La Nación, Clarín, Perfil, Ámbito Financiero, Página 12, entre otros. A pesar de las evidentes y cada vez más encontradas líneas editoriales, las patronales no tuvieron ningún tapujo en cerrar filas contra los trabajadores. Es que durante los 11 meses que duró la disputa entre trabajadores y patronal, ningún medio dio trascendencia –aún en momentos donde otras discusiones salariales eran seguidas diariamente– a las medidas y discusiones que se daban en el gremio de prensa. Es el primer acuerdo paritario general en 37 años, algo histórico. Los delegados paritarios de UTPBA y la cámara patronal ratificaron ante el Ministerio un acuerdo de $5.723 en el básico a redactores; aumento acumulado del 23,2% al 35%; $1000 fijos y un retroactivo de 8% para acuerdos vencidos. Las paritarias de prensa significaron una recomposición que por arrastre beneficia también a los colaboradores. Sin embargo, todavía es un desafío generar fuerza para modificar sustancialmente la situación. Queda en ese sentido todo un camino por recorrer.
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Dossier: Aguafuertes argentinas
LAS FALACIAS DEL PLAN ESTRATÉGICO AGROALIMENTARIO Y AGROINDUSTRIAL
Nicolás Fagetti
ace dos años, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca anunció el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, Participativo y Federal, también conocido como PEA2, un proyecto a diez años del Gobierno Nacional para el sector agropecuario. Tras casi dos años de discusión con una serie de actores involucrados en el sector, la presidenta Cristina Fernández presentó, el año pasado en Tecnópolis, los resultados de la “puesta en común” del proyecto inicial. En un encendido discurso que no escatimó en florituras y adornos, la Presidenta dio cuenta de la política del Gobierno nacional para el sector agropecuario para los próximos años, presentando estimaciones económicas de los resultados esperables tras la puesta en práctica del Plan. Si bien aquí no se trata de analizar el discurso presidencial, creemos que en él, así como a lo largo del proyecto, se vislumbran con bastante claridad algunos conceptos e ideas rectoras del espíritu y las metas del Plan, por lo que nos referiremos a algunos aspectos de ambos a fin de sacar algunas conclusiones generales que nos permitan caracterizar los posibles rumbos políticos del Gobierno para el “mundo agrario” y evaluar críticamente sus consecuencias en la vida rural.
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Algunos ejes centrales: crecimiento económico y valor agregado en origen Uno de los caballitos de batalla de este Plan es la insistencia en agregar valor en el origen de la producción. Esto significaría, en el imaginario oficial, el aumento de las inversiones privadas en materia tecnológica para
las primeras etapas del proceso productivo. En su discurso, la Presidenta, citando al titular de Agricultores Federados Argentinos (AFA), lo llama “industrializar la ruralidad”. Efectivamente, una de las características notorias del actual modelo agroexportador es el carácter primario de los productos exportados, los commodities, constituidos mayormente en este caso por la producción de soja transgénica con bajo o nulo procesamiento industrial. Se trata entonces de una economía altamente primarizada, cuyo sector externo depende de la exportación de un bien con muy bajo valor agregado, pero con un alto valor coyuntural en el mercado internacional. La especulación financiera pasa, aquí también, a ser una de las impulsoras de este tipo de actividad agrícola. Sin embargo, al analizar un poco más finamente el proyecto, así como las estimaciones vertidas en la página oficial de la Presidencia, asistimos a un claro privilegio de la lógica
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productivista, destacándose la meta de alcanzar, “...un aumento de la superficie sembrada para granos de 33 millones de hectáreas a 42 millones en 2020, con un aumento del 27% respecto al año 2010; mientras que la producción pasará de 100 millones de toneladas a 157 millones, lo que significa un aumento de 58 por ciento”. La primera pregunta que surge al contemplar estos números podría ser: ¿Cuál sería el valor agregado en origen que se pretende incorporar? La única respuesta que corresponde adelantar, ante la ausencia de mayores especificaciones por parte del Gobierno, es que el “valor en origen” al que se refieren estaría en el desarrollo biotecnológico de nuevas especies de semillas, con lo que el abanico de inversiones se concentraría en este campo tecnológico específico. Un campo que requiere de enormes inversiones privadas y en el que, notoriamente, las empresas monopólicas transnacionales líderes en biotecnología aparecen como los actores privilegiados en este crecimiento. Otra de las posibles formas de “agregar valor” a la producción de commodities sería la fabricación de agrocombustibles. Entre las estimaciones al respecto, afirman que “...la participación de las MOAs [manufacturas de origen agrícola] y los biocombutibles en las exportaciones pasará del 61,5% al 73% en 2020, mientras que la de los productos primarios se reducirá de 38,8% a 27 por ciento”. La industria de los agrocombustibles ha ido aumentando sostenidamente su volumen de producción en los últimos cinco años. Se trata de un mercado altamente concentrado, con el 80% de la capacidad
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instalada ubicada en la provincia de Santa Fe, y en el que participan un reducido grupo de empresas con una posición dominante en otros eslabones de la cadena productiva. Asimismo, y al igual que con los commodities, los agrocombustibles, por su carácter estratégico en una coyuntura de agotamiento de las reservas mundiales de petróleo, serán también objeto de especulación desenfrenada y acumulación concentrada, ocasionando enormes daños ambientales y sociales. De esta manera, la producción de “manufacturas de origen agrícola” estaría mayoritariamente dirigida al desarrollo de biotecnología (con fuerte participación monopólica transnacional) y, en segundo lugar, a la producción de agrocombustibles. Otras producciones regionales, como la avícola y la vitivinícola, quedan muy atrás y se diluyen entre las cifras astronómicas de los principales productos de exportación.
El PEA y la agricultura familiar y campesina Otra de las inconsistencias del PEA es la recurrente mención de los/las agricultores/as familiares en la elaboración del Plan. Podría pensarse que el PEA realmente se está proponiendo un cambio de las condiciones de producción rural que el modelo impone, en tanto menciona algunas (pocas) veces a la agricultura familiar como un actor importante de la “visión compartida” que están buscando construir. Sin embargo, ni en el discurso de la Presidenta ni a lo largo de las páginas del Plan, ni en las estimaciones económicas se hace referencia clara a qué papel político tendría la agricultura familiar en la discusión del mismo, ni qué participación económica tendrá en el flujo total de producción que pretende alcanzarse. Su inclusión sólo se realiza, a nuestro modo de ver, en función de dotar de mayor legitimidad a un proyecto que no se propone tener a las/los agricultores/as familiares como pilares de un nuevo modelo de desarrollo rural. Si bien algunas organizaciones rurales de la agricultura familiar han participado en la elaboración del Plan, un breve repaso de algunas de las reuniones que se mantuvieron en el Consejo Federal para el Desarrollo Económico y Social (uno de los ámbitos de discusión y elabo-
ración del PEA, en el que participan estas organizaciones) y su cotejo con los resultados de este proceso, dan cuenta de que, a pesar de que las y los agricultoras/es familiares han intentado incidir para plasmar sus necesidades y generar condiciones más favorables para su actividad, el rol del Estado Nacional en este proceso “participativo” no ha sido el de “mediador” entre intereses contrapuestos, sino que ha permitido, con su falta de voluntad política, que primara la visión productivista y extractivista de la vida económica rural, típica del modelo agrario imperante. La agricultura familiar seguirá siendo, en este marco, el eslabón más débil de la cadena productiva, privilegiándose a otros sujetos sociales agrarios, como los pools de siembra, el clúster de semillas, las acopiadoras, las grandes exportadoras, etc., altamente concentrados y que son controlados por un puñado de empresas transnacionales. Como ya se puede entrever, la producción campesina tampoco forma parte de este imaginario, de la tan mentada “visión compartida” que propugnan desde los fundamentos ideológicos del Plan, ni de las instancias participativas de su elaboración, ni siquiera del discurso del proyecto gubernamental. Evidentemente, la vida campesina no es parte del “campo” que se está pensando desde el poder, en tanto entra en clara contradicción con las bases del agro argentino actual.
Más de lo mismo, para los mismos de siempre Entre las consecuencias que este crecimiento exponencial de explotación de la tierra acarrearía para los agroecosistemas, se destaca el avance también exponencial de la frontera agrícola, con un aumento del 27% de la superficie sembrada, que ya está ocasionando desmontes masivos y expulsión neta de familias campesinas e indígenas en zonas no-pampeanas. Complementariamente, el alza en la producción granera, en virtud de la incorporación del paquete biotecnológico, expandirá aun más el ya alarmante avance del monocultivo sojero, agudizando progresivamente los efectos ambientales y sanitarios que conlleva y la primarización de nuestra economía. Estamos ante la profundización de las tendencias imperantes en materia agraria, en tanto se sigue impulsando un modelo que poco importa si produce o no alimentos de calidad para el pueblo, mientras la valorización del commodity de turno siga en alza. Cualquier supuesta intención del PEA de incluir otros sujetos rezagados del campo profundo, como los/las agricultores/as familiares, campesinos/as y pueblos originarios es, entonces, sólo un cínico discurso que sólo busca maquillar las verdaderas intenciones de un plan del Gobierno que mantiene las condiciones básicas del modelo de acumulación vigente.
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Dossier: Aguafuertes argentinas
Ferrocarriles: en vía muerta
Eduardo Lucita, Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda y autor de “La patria en el riel. Un siglo de luchas de los trabajadores ferroviarios”
inalmente, y a regañadientes, el Gobierno le retiró la concesión de las líneas de tren Mitre y Sarmiento a TBA. La tragedia ferroviaria de hace tres meses atrás y las conclusiones a las que va arribando la investigación no permitían postergar más la decisión. Conviene señalar que el “accidente” de Once no fue un hecho aislado. Informaciones recientes muestran que en los años que van de 1996 a 2006 hubo más de 800 accidentes de distinta envergadura en la línea Mitre, y unos 1.100 en la Sarmiento, con un número de muertos y heridos que da escalofríos. Los trenes de carga no le van en zaga, los medios no lo registran porque no hay muertos y heridos, pero los descarrilamientos y los inconvenientes en el servicio son permanentes. Tampoco se trata de un destino trágico del modo ferroviario, los informes de la Auditoria General de la Nación como los de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) reportan problemas de mantenimiento, inversión y gestión operativa que han sido corroborados por las denuncias presentadas por los delegados de base. Sin embargo no es sólo esto: se trata de una historia de decadencia y deterioro de muchas décadas, que se expresa más que trágicamente en esta coyuntura.
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Modelos de acumulación y transporte ferroviario Sobre el final del siglo XIX capitales franceses y británicos eran ya
hegemónicos en el modo de transporte ferroviario, y comenzó a definirse un trazado radial que modelaba el país según los objetivos de una economía de exportación. Si bien la vertiginosa expansión de las vías fue un vehículo de progreso, al mismo tiempo, y dado su trazado tipo embudo hacia el puerto, se constituyó en una verdadera traba que bloqueaba la conformación de un mercado interno sustentado en la industrialización nacional. Resultaba así funcional a los intereses de las clases dominantes y sus lazos comerciales, financieros y culturales con Gran Bretaña. El modelo de acumulación por “sustitución de importaciones”, que se fue diseñando luego de la crisis del 30, conllevaba un cambio en ese patrón de acumulación, no sólo económico sino también social y cultural, y asignaba un nuevo rol al sistema de transportes y por lo tanto también al ferrocarril. El proceso de nacionalizaciones, como correlato de particulares condiciones internacionales, se insertaba en un proyecto nacional que buscaba el crecimiento y el desarrollo del país donde el modo ferroviario, eje troncal de todo el sistema de transportes, se presentaba como un factor integrador y articulador de los espacios geográficos, económicos, sociales, culturales. Los 60, un momento de inflexión Para el modo ferroviario la etapa de crecimiento fue históricamente efímera, ya en los albores de la década del 60 con el deterioro de la infraes-
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tructura y el material rodante la declinación estaba instalada. En cierta forma puede decirse que se adelantó o anticipó la decadencia del país. En 1961 el Plan Larkins es el primer intento de redimensionar el ferrocarril, fuertemente resistido por los trabajadores ferroviarios. El plan no llega a implementarse pero el sistema quedó seriamente deteriorado, la caída de la participación del modo ferroviario en el total transportado es pronunciada. Así la perdida de la centralidad de los trenes en el quehacer nacional estaba ya sancionada. Los años 70 son de estancamiento. Se detiene la caída y hay intentos de modernización: reemplazo de la tracción vapor por diésel, cambios en los sistemas de organización del transporte, se definen los llamados trenes block, la política de encaminamiento de vagones, la centralización administrativa y normativa. Pero esta modernización resultó frustrada, a partir del criterio impuesto por el Banco Mundial para su financiamiento: llevar a 1 el coeficiente de explotación (relación ingresos/gastos). Como no podía ser de otra manera, el ajuste en los gastos que implicaba la pauta sumió al ferrocarril en la impotencia y no logró superar su medianía. Los 80 son los años en que se toma conciencia de que el modo ferroviario marchaba hacia su colapso. Es un período de deterioro generalizado, caracterizado por un fuerte proceso de descapitalización donde las insuficiencias en los niveles de inversión y gasto ponían en serio riesgo la
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circulación misma de los servicios. Se alienta solapadamente el retiro del personal técnico y especializado, aparecen los primeros indicios de incorporación de capitales privados. Pero debe señalarse que a pesar del desgaste físico y moral al que fue empujado el personal, solo aquellos hombres y mujeres – que durante décadas depositaron en la empresa estatal sus esfuerzos e ilusiones en condiciones cada vez más precarias–, fueron capaces de renovar las vías, reparar el material tractivo y remolcado, trazar programas de trabajo y en definitiva mantener los servicios.
Privatizaciones: objetivos y resultados Los 90 son los de la llamada “reestructuración del capital” bajo la hegemonía del sector financiero. En esa década de neoliberalismo con el achicamiento de los espacios económicos nacionales, las privatizaciones buscaron preservar la tasa de ganancia y reimpulsar el proceso de acumulación de capitales. La privatización de los ferrocarriles no fue otra cosa que la transferencia al sector privado del enorme capital social acumulado por generaciones. Los objetivos explícitos se proponían la eliminación del déficit y la modernización de los servicios por medio de las inversiones privadas. En poco menos de tres años, bajo la figura de la concesión, la empresa estatal se transformó en 14 empresas de derecho privado. Con las cesantías, los traslados masivos, las jubilaciones anticipadas se dilapidó todo el saber obrero. Esa acumulación de conocimiento transmitido de generación en generación, que es la que permitió sobrellevar los bajos presupuestos, la falta de repuestos, la obsolescencia tecnológica, las marchas y contramarchas de las administraciones de turno, la corruptela generalizada. Ese saber es el que hizo posible que los trenes circularan.
Privatizaciones prebendarias e incumplimientos Los trenes de pasajeros de mediana y larga distancia fueron eliminados, algunos se han recuperado recientemente pero se trata de servicios que se prestan en condiciones deplorables.
En los de carga, los más rentables se han concesionado – no funcionan como servicio público sino que lo hacen casi con exclusividad para los grupos económicos que los explotan–, los concesionarios sólo incorporan mejoras tecnológicas y operativas hasta donde les resulta funcional a los intereses de los nuevos monopolios privados, el resto se canceló y la carga se transfirió al camión. De 39 mil kilómetros en operación quedaron 22 mil, de los que solo se explotan 7.500 km. De 95 mil trabajadores ferroviarios quedan en actividad algo más de 15 mil. Si en los años de los ferrocarriles estatales estos corrían en promedio a 100/120 km/h, ahora lo hacen a 40/50 km/h. En los 70 la participación ferroviaria en el mercado de cargas era de un 15%, hoy es de sólo un 4%. No obstante el carácter prebendario de la privatización, la gestión
privada no cumplió con los pliegos licitatorios y tampoco con los contratos renegociados en el 2006. No han invertido, no han hecho un mantenimiento de acuerdo a normas, no pagan los cánones establecidos ni los inventarios que se les transfirieron a precio vil. Pero el Estado asigna año tras año mayores partidas presupuestarias para subsidiar a esas empresas y ha tenido que hacerse cargo de las inversiones. Los servicios suburbanos de pasajeros están en el límite de sus posibilidades, como lo muestra el colapso de las líneas San Martín, Roca y Belgrano Sur primero y ahora las del Sarmiento
y Mitre. La responsabilidad de los funcionarios es inocultable, nadie puede alegar desconocimiento. Los inspectores, la CNRT y los delegados de base se cansaron de presentar informes, diagnósticos y denuncias, mientras que la Secretaría de Transporte miraba para otro lado. Sin embargo el Gobierno Nacional al tener que hacerse cargo de estas líneas no encontró otra solución que darlas en gerenciamiento a grupos empresarios, que son los mismos que se beneficiaron de la privatización ferroviaria y que continúan explotando otros servicios. Una suerte de asociación ilícita (Cirigliano, Roggio, Techint), con la activa participación de la mafia sindical que perpetró el asesinato de Mariano Ferreyra (UGOFE, SOFSE). Ahora los grupos Roggio (Metrovías) y Romero (Ferrovías) gerenciarán todos los servicios suburbanos de pasajeros.
¿Soluciones? Sólo una Los servicios están colapsados y los subsidios crecen sistemáticamente. El carácter de servicio público y el interés social general no son tenidos en cuenta. La privatización ferroviaria es un fracaso y una estafa en gran escala. El quite de las concesiones es un paso adelante pero sólo eso. El Estado debe revertir de inmediato las privatizaciones y hacerse cargo integralmente de los ferrocarriles, incluidos los servicios de carga que son los verdaderamente rentables y los que en todo el mundo subsidian al de pasajeros. Hay suficientes razones jurídicas, económicas y sociales como para no demorar más esta decisión. Pero nadie quiere volver al pasado, habrá que buscar la forma jurídica que le asigne carácter de “empresa pública” y una forma democrática de gestión que contemple la participación y el control de los trabajadores, de los usuarios y de los diversos sectores de la ciudadanía. Esta decisión política será incompleta si no está integrada a la formulación de un plan nacional de transporte que articule y complemente los distintos modos alternativos según sus costos de operación y el beneficio público.
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Debates
Hacia una nueva herramienta política iversas organizaciones que conformamos el espacio de la izquierda independiente, en realidad un mosaico de la nueva izquierda que adquirió identidad propia en nuestro país con la rebelión popular de 2001-2002, estamos debatiendo sobre la posibilidad de dar vida a una nueva herramienta política que nos sintetice y supere. Se trata de un debate apasionante y enriquecedor de nuestra cultura militante. Aquella rebelión, en medio de una enorme crisis institucional que llegó a la ruptura de la continuidad de los gobiernos democráticos elegidos desde el fin de la dictadura, pero también en medio de una crisis singular de la política que atravesó al campo popular, configuró de manera particular un nuevo escenario político-social en la Argentina. Por un lado, hubo una reacción masiva, un rechazo abierto de amplios sectores populares al neoliberalismo, a las instituciones del Estado y a la partidocracia servil: ¡Que se vayan todos! En esta reacción-rebelión hubo una diversidad de sujetos activos que se combinaron en un proceso de resistencia y lucha, acumulando múltiples fuerzas que se unificaron de hecho, sin convocatorias previas, en el estallido de diciembre de 2001. Esta confluencia extraordinaria e inédita entremezcló a movimientos de trabajadores/as desocupados/as con las asambleas barriales o populares, pero también a innumerables iniciativas surgidas desde abajo: fábricas recuperadas, comedores y merenderos populares, centros culturales, etc. Por otro lado, la irrupción de la sociedad pro-
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funda y el protagonismo directo de los de abajo dieron lugar a una infinidad de nuevas organizaciones político-sociales, que empezaron a buscar, a su manera y creativamente, nuevas formas del hacer político. La rebelión popular de 2001-2002 se tradujo también en un mosaico de nuevas fuerzas de izquierda, alejadas de las prácticas ya conocidas de los partidos, proponiéndose el impulso y la organización de los conflictos
sociales, así como la construcción de poder popular. Si bien los partidos tradicionales de izquierda continuaron afianzando su propio espacio, aunque sin lograr interpelar a las mayorías populares, la nueva izquierda de inicios del siglo XXI avanzó en presencia y protagonismo incluso mostrando su dispersión. Después de 2003, cuando asumió el primer gobierno K, que desde el principio apuntó a la recomposición institucional y política, algunas de estas fuerzas fueron cooptadas por el autoproclamado “modelo nacional y popular”, pero muchas otras, arraigadas en la continuidad de la lucha de clases y comprendiendo también que las condiciones políticas del país estaban cambiando, siguieron afirmando su autonomía respecto del
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Manuel Martínez
gobierno y de los poderes opresivos. Articulación y síntesis La constitución de la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina (COMPA) significó un paso adelante en la articulación de los componentes provenientes de esta nueva izquierda independiente. Acaba de realizar su III Encuentro Nacional con una importante participación, pero además se propone su ampliación integrando a nuevas organizaciones y movimientos, reafirmando su vocación de sumar fuerzas para avanzar en conjunto, tanto en el terreno de la lucha popular como en el de la elaboración de una propuesta de país que ya está planteada en sus iniciales 10 Propuestas Políticas Emancipatorias. Esta coordinación, que también promovió el Espacio 20 de Diciembre con otras organizaciones, es un espacio de articulación en el que se ponen en práctica coincidencias y proyecciones políticas en común. Se trata, indudablemente, de un importante esfuerzo para proyectar una acción mancomunada basada en el reconocimiento de diversas trayectorias y en la confianza mutua entre quienes se proponen de la mejor manera una verdadera articulación del campo popular. La idea de crear una nueva herramienta política va más allá de la articulación. No la niega como necesidad de nuestro pueblo y por lo tanto no la excluye en ningún caso, es más, contiene la continuidad de su impulso, de su vitalidad y organicidad. Pero efectivamente va más allá: crear una herramienta política que concrete una síntesis, una fusión de
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fuerzas o una nueva organización, significa dar un paso adelante, por cierto muy importante, entre organizaciones que estén dispuestas a hacerlo. También es una necesidad, incluso mayor, más aún cuando hoy existen las condiciones para proyectar esa herramienta o instrumento político hacia diversos planos. El nuevo escenario planteado en el presente, demanda, efectivamente, superar el escenario de 2001-2002. Las modificaciones de la situación política exigen respuestas políticas de conjunto, iniciativas y proyecciones mayores, en fin, exigen superar la experiencia vivida acumulando todo el aprendizaje de la década pasada. Quienes acordamos con esto, reconociendo que tenemos trayectorias propias e incluso ideas en debate, deberíamos avanzar concretamente en la síntesis que está planteada.
Algunos trazos Concebimos a esta nueva herramienta política con la capacidad de disputar poder en todos los terrenos, tanto en los que son propiamente nuestros, es decir en diversas formas de lucha y en los que fluye el protagonismo popular, como también en los que no son nuestros, por ejemplo, en el terreno electoral y en los ámbitos institucionales. Esto coloca en el debate la relación entre la herramienta política, las instituciones y el Estado. Aunque no es un debate nuevo, es necesario rehacerlo afirmando nuevamente que la actuación de un instrumento político popular, autónomo o independiente, com-
prende la lucha contra el Estado, por fuera del Estado y también dentro de él. No estamos planteando entonces la construcción de una herramienta “autonomista”, tampoco adocenada o adaptada a los mecanismos de dominación de la democracia burguesa. La estamos planteando con la capacidad de afrontar los diferentes momentos de la realidad político-social, asumiendo a la política como “el arte de los contratiempos y posibilidades en una coyuntura determinada”, tal como lo señaló Daniel Bensaïd en su ensayo “La política como estrategia”. Se trata de proyectar una herramienta política que pueda tener esa movilidad, siguiendo siempre el hilo rojo de la lucha de clases. Por otra parte, la síntesis políticoorganizativa a la que nos referimos es realmente un “invento”. La creemos necesaria para avanzar en la afirmación de la nueva izquierda independiente, para contribuir a superar la dispersión, también para debatir ideas abrigando la posibilidad de sintetizarlas, etc. En la actualidad, no es posible, ni sería positivo, pensar que una síntesis de este tipo requiera, de manera ineludible, un acuerdo teórico-programático acabado y previo. Lejos del amurallamiento, nos proponemos avanzar a partir de coincidencias básicas, por ejemplo la lucha por la soberanía popular, que sintetiza lucha antiimperialista y anticapitalista; la construcción diversa y multiforme del poder popular como acicate de la transformación revolucionaria; la necesidad de recre-
ar el socialismo en Nuestra América –“ni calco ni copia”–; en la traducción de todo esto en una política diferente a la que practican los aparatos de izquierda, por lo tanto transparente, asumiendo todas las dificultades que existen en el hacer político. Estas coincidencias básicas suficientes dejan abiertos debates necesarios sobre los procesos político-sociales existentes en nuestro continente, así como respecto del carácter de los gobiernos del ALBA, etc. Sin duda, en la creación de una nueva herramienta política como la que nos estamos proponiendo, partimos de la idea de que cada uno de sus componentes aportará experiencias e ideas. Por nuestra parte, asumiendo nuestra trayectoria con todas sus luces y sombras, reconociendo el giro que hemos emprendido desde 2008, que significó la transformación de Socialismo Libertario, no sólo estamos dispuestos sino comprometidos con su creación. Creemos que hay condiciones más que suficientes para emprender esta creación. No sólo el momento político –sin duda, importante y necesario a considerar, como hemos dicho– sino también una visión a mediano y largo plazo nos desafía. Terminamos parafraseando a Bensaïd: creemos que una herramienta política de este tipo nos aleja de “una política sin política”, del “seguidismo” a la “espontaneidad de los movimientos sociales”, también de “la peor forma de vanguardismo individualista y elitista”.
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Diez años después:
distinto que ayer, pero casi igual
ste 26 de junio se cumplen diez años de la denominada "Masacre de Avellaneda", jornadas de protesta protagonizada por los llamados “sectores duros del movimiento piquetero”. Fueron asesinados aquel día dos jóvenes militantes de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) del sur del conurbano bonaerense: Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Este acontecimiento marcó, sin lugar a dudas, un punto de inflexión en nuestra historia política reciente, provocando la salida apresurada del gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde. Desde aquellos días, miles de personas no han dejado de exigir juicio y castigo para los responsables materiales y políticos de los jóvenes asesinados. En 2005, en el juicio desarrollado en los Tribunales de Lomas de Zamora, el ex comisario Alfredo Fanchiotti y su chofer, el ex cabo Alejandro Acosta, fueron condenados a cadena perpetua. Si bien el juicio no avanzó sobre las responsabilidades políticas, fue esa condena un logro importante de las organizaciones populares ya que, por lo general, los responsables directos de asesinatos políticos en democracia han gozado de impunidad. Los familiares, amigos y compañeros de militancia de Kosteki y Santillán no han dejado de promover la condena social para quienes dieron las órdenes políticas de la represión, retomando el lema de H.I.J.O.S: “Si no hay justicia, hay escrache”.
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Mariano Pacheco, miembro del Frente Popular Darío Santillán y co-autor del libro "Dario Santillán, el militante que puso el cuerpo" Hoy, esa última imagen de Darío socorriendo a Maxi ya agonizante, ha quedado marcada en la subjetividad de miles de habitantes de este país. No es para menos, ya que la imagen es muy fuerte: Darío levanta su mano intentando frenar la prepo-
tencia policial, se queda al lado de alguien a quien no conoce, de quien ni siquiera recuerda su nombre. Capturada por una cámara fotográfica, durante estos años la imagen no ha dejado de reproducirse. De la mano de dibujos, esténcils, murales, serigrafías, se convirtió en símbolo y expresión de los valores de solidaridad y compromiso con sus pares que Darío expresaba cotidianamente y que ese día llevó hasta el extremo. Una década después, más
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presentes que nunca, esos valores son retomados por agrupaciones barriales, estudiantiles y culturales; por bibliotecas y bachilleratos populares; por cooperativas de trabajo autogestivo que llevan su nombre. Es la imagen que hemos elegido para ilustrar la tapa de la biografía de Darío que hemos escrito y publicado en mayo: Darío Santillán. El militante que puso el cuerpo (Ariel Hendler-Mariano Pacheco-Juan Rey, Planeta, 2012). Un libro que se propone como un instrumento más en el combate por la justicia y contra la impunidad en torno a los asesinatos de Kosteki y Santillán. Porque como alguna vez supo señalar Michel Foucault, quien escribe, “el que cuenta la historia, el que reencuentra la memoria y conjura los olvidos, está necesariamente –dentro de esta lucha cuyo relator es– situado de un lado o de otro: está en la batalla, tiene adversarios, se bate por obtener una batalla particular”. En nuestro caso, hemos intentado con este libro realizar un aporte a la batalla cultural, imprescindible, que todas aquellas organizaciones que pretendan ser parte de una transformación radical de la sociedad, necesariamente, deberán librar. Simultáneamente a la publicación de esta biografía, se estrenó en el Espacio INCAA KM 0 (Cine Gaumont de Congreso), la películadocumental Darío Santillán, la dignidad rebelde, con dirección de Miguel Mirra, y las Jornadas Darío Santillán, realizadas en la Universidad Nacional
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de Avellaneda, dieron sus primeros pasos en pos de conformar, para la segunda parte del año, la Cátedra Libre Darío Santillán. La Universidad se encuentra a pocas cuadras de la Estación de Avellaneda, rebautizada desde hace años Estación Darío y Maxi, el cambio de nombre significó un batalla que, a un mes del décimo aniversario de la masacre, ha obtenido un pequeño triunfo con la aprobación, por parte de la comisión de Transportes de la Cámara de Diputados, del proyecto de ley que lo contempla y legalizaría el hecho de que la estación ferroviaria más transitada del sur del conurbano pase a llamarse “Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”. También se publicarán durante el mes de junio, por la editorial El Colectivo, una biografía de Darío para niños ilustrada y la reedición de Darío y Maxi, dignidad piquetera. El gobierno de Duhalde y la planificación criminal de la masacre del 26 de junio de 2002 en Avellaneda, libro publicado por primera vez en junio de 2003, en el cual, a través de un riguroso trabajo de investigación, se señala el rol clave que tuvieron el ex¬ Presidente y su primera línea de funcionarios en los sucesos trágicos de aquel día. Intervenciones en el campo de la cultura que, junto a otras, intentan ser fieles a esa consigna que puede leerse en distintas paredes y paredones: “Darío y Maxi: no están solos” y esa otra que dice: “El mejor homenaje: multiplicar su ejemplo, continuar su lucha”. Lucha de conmemoración y homenaje que este año, como en varios anteriores, comenzará a desarrollarse un día antes: el lunes 25 de junio, desde el
barrio La Fe, (Monte Chingolo) donde Darío vivió y construyó el legendario proyecto autogestivo de fabricación de bloques de cemento “La Bloquera”, donde actualmente trabaja, junto a otros, su hermano Leo, partirá por la mañana una caravana que se dirigirá hacia Avellaneda donde, desde el mediodía, se instalarán distintos escenarios donde tocarán varias bandas, se recitarán poesías y se leerán proclamas. En el marco de la jornada también se realizarán talleres, intervenciones plásticas y transmisiones en vivo de radio y T.V. comunitarias. Por la tarde/noche partirá hacia el Puente Pueyrredón una marcha de antorchas y tendrá lugar el acto con la participación de familiares Maxi y Darío y otras víctimas de la represión. Al día siguiente al mediodía la movilización partirá de la Estación hacia el Puente Pueyrredón, donde se realizará el acto central. Una vez más, aquel sitio que supo ser símbolo de las luchas anti neoliberales, será ocupado por quienes tanto ayer, como hoy, pelean día a día para que Argentina sea un país que valga la pena ser habitado. El país ya no es el mismo que el de hace diez años atrás, muchas cosas han cambiado. Otras tantas, sin embargo, siguen siendo, lamentablemente bastante parecidas. Muchas organizaciones populares han optado por apostar a un proyecto político que confunde todas sus prácticas con las del Estado. Otras, con mayor o menor desarrollo según las coyunturas, continúan repitiendo de memoria los mismos clichés, de hace diez, pero también 15, 20 años atrás, y más también. Los sectores de lo que se viene denominado La Nueva Izquierda
(Autónoma-Independiente) han logrado en muchos casos dar pasos de confluencia, repensando sus prácticas y sus estrategias. En muchos casos esos replanteos no han puesto en duda, de todos modos, los pilares estratégicos de las apuestas de transformación social presentes en aquellos años: fomentar el desarrollo de organizaciones de los de abajo, con fuerte voluntad de promover la participación activa y masiva del pueblo, que no delegue en supuestos representantes su devenir colectivo, sino que tome en sus propias manos el destino común, ejerciendo la democracia de base y la acción directa; que promuevan prácticas organizativas más horizontales que las tradicionales, típicamente jerárquicas y verticales; que no abandonen las búsqueda por gestar en el aquí y ahora valores que son antagónicos a los que promueve cotidianamente la lógica del capital. En fin, organizaciones de los de abajo que no se conformen con entender a la política como gestión de lo existente, aunque ese existente sea mejor que el de gestiones anteriores, y que tampoco recorten su horizonte de lo posible, resignándose a jugar sus fichas en el tablero de un juego que es impuesto, sino que se animen a cuestionar lo dado, a imaginar y crear otras dinámicas colectivas o, dicho de otro modo, que entiendan a la política como se entendía hace diez años: como vocación de subvertir lo existente, como invención de nuevas posibilidades.
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Nuestramérica
Venezuela necesita una nueva revolución Modesto Emilio Guerrero, Periodista, escritor y militante revolucionario. Autor, entre otros libros, de ¿Quién inventó a Chávez? (2007) y Venezuela / 10 años después (2009) El presente artículo fue escrito especialmente para La Minga y enviado desde Caracas a fines de mayo.
ara abordar la dinámica de la vida política en Venezuela, hay que buscar respuestas a por lo menos tres preguntas: la primera sobre cuál es la perspectiva de la gobernabilidad a partir de dos hechos, el principal es la grave enfermedad presidencial, el segundo será el resultado de las elecciones presidenciales del 7 de octubre y lo que pase con los dos siguientes escrutinios para gobernadores en diciembre 2012, y para Alcaldes en marzo de 2013. La segunda pregunta es sobre la realidad económica o económico-social y la tercera es sobre los riesgos externos, es decir los que vienen de las presiones del imperialismo, de las burguesías latinoamericanas y de la propia burguesía interna. En esa medida compleja, multideterminada, la realidad actual de Venezuela podríamos definirla, de manera tentativa, bajo dos palabras que se contradicen entre sí: estabilidad e incertidumbre. Si uno lleva ambos términos a su máxima expresión social se anularían, resultan realidades casi contrarias. Aunque parezca una paradoja, tales son los componentes de la tendencia más general de eso que solemos llamar “situación política”. Si observamos la imagen de la realidad venezolana desde su economía y su estado social, es decir, lo que hacen y sienten las clases sociales, hay estabilidad y equilibrio relativos. Pero en el tipo de régimen con-
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creto que existe en el país desde 19992002, estas dos palabras no encuentran aplicación fácil. El Gobierno bolivariano es indócil al dominio imperial, no se somete a sus reglas, expropia y nacionaliza, promueve un regionalismo autónomo y la pluripolaridad mundial, nada de eso cabe en el orden internacional actual. Estados Unidos y Europa necesitan sacar del camino con urgencia al gobierno de Chávez, como al de Evo o Correa (incluso a Cristina y Mujica si pudieran), no es un jueguito prohibir el ingreso a una diplomática ecuatoriana y armar un lío enorme por la compra del 51% de acciones de YPF. La burguesía soporta cada vez menos lo que ve en América Latina, por eso se vuelve más agresiva e incómoda para convivir con Chávez, incluso a pesar de Chávez. Eso es lo que le da poca vida a la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Aplicando un concepto interesante del teórico argentino Nahuel Moreno, “en una situación social” crítica “bastaría sólo con el peso de una pluma” para que la balanza política se mueva bruscamente hacia uno de los lados. Ahí nace la cosa. Si Chávez muere o se inhabilita más físicamente, todo lo que existe se modificará. No olvidemos que el principal instrumento de trabajo de Hugo Chávez es la palabra, y sus tiempos de aparición pública descendieron a menos de la mitad entre febrero y mayo de este año. Transformaciones en marcha Veamos lo económico. El Gobierno cuenta con una “caja” petrolera enor-
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me que le permite financiar planes de infraestructura como vivienda, ferrocarriles, unas 200 nuevas industrias implantadas desde el exterior (Argentina, Brasil, Irán, Bielorrusia, India, etc), bases hidroeléctricas y otras fuentes de energía, telecomunicaciones y satélites, fábrica de armas. La construcción, por ejemplo, creció al 29% en dos años, algo sorprendente. El 17 de mayo se entregó la casa número 200 mil construida en un año. Y cada casa está equipada con muebles y “línea blanca”, estamos hablando de casi un millón de personas. Entonces, en escalas de inversión como ésa, se cruzan lo económico con lo social: esas 200 mil familias están satisfechas y eso, aún sin propaganda gubernamental, tiene un impacto en el resto. Luego está el plan de siembra conocido como Misión Agro Venezuela, que ha distribuido más de 2.000 millones de dólares para desarrollar proyectos agroalimentarios rurales y urbanos. En 10 años se duplicó la población rural y campesina y han comenzado a producirse algunos rubros alimenticios abandonados hace medio siglo. Contradictoriamente, siendo el sector más atendido por el Gobierno bolivariano, es el que presenta resultados más pobres, reconocidos por los propios gobernantes en el último informe económico. Pero esto se debe a una bajísima tasa de productividad agrícola histórica del país. Venezuela dejó de ser rural hace más de 70 años, eso tiene costos estructurales graves en la capacidad humana de producir, en la cultura del trabajo rural. Muchos créditos otorgados por el Estado con
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mucha facilidad, son usados para comprar casas o carros lujosos o para montar un negocio de mercachifles. Eso, más la perversión de la “planificación” de una burocracia estatal ineficaz, impiden que el campo se convierta en proveedor autónomo de alimentos para el consumo interno. Esto es más sorprendente cuando recordamos que Venezuela cuenta con casi 30 millones de hectáreas de tierras usables, de las cuales sólo se usa un 10% más o menos. El hecho revolucionario de haberle sacado a los latifundistas más de 5 millones de hectáreas y recuperar algo más de un millón de tierras ociosas del Estado (que es el principal propietario) no logra convertir al campo en una rama económica productiva. Existen más de 800 Empresas de Producción Social (EPS) o sea sin patrones. Unas 20 son plantas gigantescas de la industria media, pero su producción anual contabilizada entre 2003 y 2010 no ocupa más del 3.8% del PBI, según la investigación del ex ministro y economista chavista Víctor Álvarez, la economía privada la decuplica. Hay un problema de productividad general en el conjunto de la economía. Eso no impide que “el país” crezca mucho y que la gente consuma bastante, por encima del promedio latinoamericano actual, según el estudio de Iberobarómetro 2011. Pero no debemos confundir “nivel de vida” con “calidad de vida”. La sociedad venezolana tiene un bajo rango de calidad de vida, si la comparamos con dos economías tan distintas como las de Cuba y Argentina. Sin embargo se consume mucho, y eso se explica por la magia combinada de la renta petrolera y de un gobierno que reparte, que incluye a los pobres, que financia programas sociales de amplia escala, que distribuye renta nacional, hay unas 18 Misiones incluyendo pobres y trabajadores al consumo. Si se realizara un estudio de inclusión en América Latina, no sería extraño que la sociedad venezolana quede en la punta. Basta medirlo por un sector tan maltratado como los abuelos, no sólo ganan el salario mínimo nacional, sino que perciben los aumentos de ley y no necesitan haber declarado salarios por 30 o 40 años, les basta con ser de la tercera edad. El PBI salió del subsuelo estadístico en 2010, pisó la superficie en 2011 y como es el estilo de los PBI en paí-
ses petroleros, saltó de menos de 0 a 5,6% en menos de dos años. La gente está consumiendo como pocas veces. De algo así sólo recordamos los años de 1973 a 1978. Los salarios aumentaron 9 veces en 10 años, el último aumento al sector privado, el 1º de mayo pasado, fue del 32%. La demanda de autos supera en vez y media la oferta sumada de autos ensamblados internos e importados.
Estos signos son de estabilidad, aunque sea relativa, no de crisis o riesgo. Como otras veces, la economía petrolera venezolana marcha a contracorriente de Latinoamérica. Estabilidad económica y estabilidad social. Cuando el crecimiento del PBI fue alto para Uruguay, Paraguay, Perú y Argentina, entre 2007 y 2011, Venezuela cayó por debajo de cero, contrario sensu, cuando esos PBI comienzan a descender, el de Venezuela sube.
La política Es en esta dimensión donde aparecen las complejidades, pero aún en ese campo hay que ver la cosa con cautela. Hay una tendencia a confundir la necesidad y los deseos de la burguesía opositora, con la realidad. Entre una cosa y otra, median varios factores. Uno de ellos es central: la relación de fuerzas a escala nacional e internacional. Ellas siguen estando del lado del chavismo y de las masas trabajadoras, o sea, pesa hacia la izquierda, no hacia la derecha. Por ahora no existe la posibilidad de una salida de derecha, ni electoral ni violenta. El propio Gobierno y Chávez hace algunos desplazamientos al centro (Colombia, entregas de guerrilleros, Honduras, Norte de África, CELAC) pero no puede más, ese es su límite. Hugo Chávez no tiene un proyecto de gobierno de coalición con la derecha
burguesa. El aspira a una convivencia, que sabemos es “inconvivible” a largo plazo. Esto se puede verificar en lo económico, pero también en lo social. Uno de esos indicadores es el electoral. A pesar del deterioro serio del voto chavista desde 2007 en adelante, desde entonces se le congelaron casi dos millones de votos, la mayoría se quedó en la abstención, una minoría está sosteniendo la candidatura de la derecha. De las nueve encuestadoras que actúan en el país, ocho dan ganador a Chávez con un margen que va de 19 a 29 puntos. El chavismo es un movimiento muy grande y arraigado. Por mucho que pierda votos, por ahora no es suficiente para ser derrotado, no en las condiciones de este momento. Observemos este dato político. El régimen surgido del triunfo revolucionario del 13 de abril de 2002, cuando el golpe fue derrotado por las masas en las calles, entró en crisis en 2010, sin embargo logra sobrevivir. En buena medida se debe a la enorme caja petrolera, pero sería incomprensible sin dos factores más: la presencia sobredeterminante del carisma del líder bolivariano y el peso de los poderosos movimientos sociales. A finales de 2010 fue verificada una gran molestia popular, tanto que en los votos se puso en cuestión la gobernabilidad. Dicho en términos concretos, si en vez de elecciones legislativas hubieran sido presidenciales, Chávez pudo haber perdido. En dos años la tendencia se revirtió, hoy se le ve como inexpugnable electoralmente. Eso es cierto, pero no puede ocultar las señales de riesgo, incluso en el terreno de los votos. Todo el sistema institucional venezolano se construyó desde hace 13 años alrededor de un solo jefe nacional, árbitro de casi todo lo que ocurre en la vida política. Esto le sirvió para muchas cosas, pero terminó volteándose en su contra. Si él no está en el centro, el sistema entra en total crisis. Los efectos serían superiores a los del 11 de abril de 2002. Esa es la discusión actual. La derecha expresa su deseo de ver a Hugo Chávez bajo tierra lo más pronto, una suma de ingenuidad histórica y desesperación de clase. Ellos no soportan un día más en el centro del poder a un personaje que no es suyo, y que hace cosas “horribles” como nacionalizar, regular precios, subir
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salarios, decretar una ley laboral muy avanzada en lo social, aunque estatista y, sobre todo, rechazan las expropiaciones (aunque hayan pagado muy buenas e indebidas indemnizaciones), el control obrero, el poder campesino, las milicias.
¿Donde está la conspiración? Estos parámetros no impiden que haya planes conspirativos, que sean de alta peligrosidad y la burguesía nacional e internacional necesite con urgencia sacarlo del poder. Pero los tiempos y las condiciones políticas de esa urgencia no son, por suerte, los de la realidad. Por eso no son dominantes en la actual realidad, no son lo más probable ahora. Muchos analistas latinoamericanos de izquierda y cuadros políticos muy respetados del chavismo, sostienen lo opuesto, ven en lo inmediato y como inexorables, invasiones, golpes y asonadas violentísimas en Venezuela, me parece que apuestan en exceso al “evento catastrófico”, no lo relativizan. Ganas no les faltan a los enemigos del chavismo y del pueblo venezolano, pero las actuales condiciones no se lo permiten. Creo que los centros de la burguesía venezolana y yanqui buscan por ahora negociar con Chávez y tratar de medrar en el interior del chavismo. El Bank of America nos da una señal cuando avisa que no ven “divisiones dentro de las filas del chavismo”, están confirmando realidades, adaptándose. Combatir el peligro, la necesidad que tiene el imperialismo de echar a Chávez, no debe basarse en una visión externa (extranjera, superficial) a las entrañas de la vida social venezolana, a los estados de conciencia y su dinámica. Por eso quedan como análisis impresionistas, muchas veces basados en el viejo método conspirativista. Cuando la OEA (Organización de Estados Americanos) o el Congreso yanqui votan algo contra Venezuela le dan valor absoluto y lo convierten en una conspiración irremediable. No veo a los capitalistas apostando a un derrocamiento violento del chavismo, sus tasas de ganancia son muy altas, reciben créditos bancarios estatales jugosos y baratos. Tomemos un dato clave: el crecimiento de la inversión externa fue del 339% en el último año. El contexto internacional tampoco los favorece en el caso venezolano. Las rebeliones en Europa, Chile, India, y Oriente Medio, la resistencia iraní,
palestina y Afgana, más la brutal crisis del tablero de comandos del capitalismo mundial, el caos griego, el riesgo cierto de perder la “zona euro”, todo eso pesa más que las derrotas en Libia, Siria, Yemen, Argelia, Bahrein o en Honduras. La errada defensa que ha hecho Chávez de tiranos como Assad o Kadafi, no convierten al régimen político venezolano en una dictadura igual a aquellas, ni a Chávez en un tirano. El imperialismo no tiene el mismo pretexto político o militar. Tampoco hay en Venezuela insurrecciones democráticas, por el simple hecho que no hay razones para ello. Valoremos un hecho geopolítico decisivo. La burguesía local más ague-
rrida contra Chávez y el movimiento bolivariano es la colombiana. ¿A alguien en su sano juicio se le puede ocurrir que ella quiere conspirar contra Venezuela, en esta coyuntura, cuando el Gobierno venezolano ha pactado con el de Santos para perseguir a los guerrilleros de las FARC y el ELN? Habría que estar loco para conspirar contra un aliado tan útil... mientras dure esa alianza. Otro hecho clave fue la Cumbre de Cartagena. Ahí quedó demostrado que Washington anda más cauteloso con los gobiernos de izquierda del hemisferio. Estados Unidos ha perdido espacio relativo en el continente, lo explica muy bien Noam Chomski en su análisis sobre esta cumbre. ¿Cuáles son las condiciones nacionales e internacionales para una perspectiva violenta como esa? No las veo. El centro de la burguesía venezolana (Polar, Cisneros y otros) apuestan a una salida política, institucional. No por buenos, sino porque no pueden más.
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Esto no anula la conspiración, simplemente no es lo predominante en las actuales condiciones. La apuesta de ellos ahora es desplazar a Chávez por elecciones y otras vías institucionales, quieren ver hasta dónde llega el deterioro del voto en la base chavista en las tres elecciones de este año, esa es su apuesta actual.
El factor presidencial Este tablero saltaría en pedazos si el camarada Chávez feneciera o quedara inhabilitado físicamente. O si aparece un accidente, como atentados de algún grupo suelto de la derecha. Allí se abriría otro escenario completamente opuesto, imprevisible, abierto en todo. Este punto es central por el grado de personalismo presidencial. Este aspecto es en sí mismo un estado estructural de angustia colectiva desde antes de 2012. Chávez emergió como una proyección mediúmnica de una gigantesca angustia social en 1992, por eso se convirtió, en horas, en una especie de aparición providencial, un enviado. Ese elemento mágico se mezcló con las innumerables luchas y acciones revolucionarias vividas desde 1992, para convertirse en un fenómeno: la mayoría de los pobres aman a Chávez. Esa es una relación frágil, preñada de religiosidad, pero en términos sociales es altamente contradictoria. Algunos intelectuales de la derecha burguesa lo saben y alertan sobre el riesgo que significaría la ausencia del líder. Parafraseando una expresión que me gusta de Freud, podríamos decir que la excesiva centralidad de Chávez en la nación fue “un síntoma de la enfermedad” social. Pues sigue siendo un síntoma. El caudillismo o el “hiper liderazgo” de Chávez, es una manifestación de la jerarquización social del capital, como lo es el individualismo burgués, la vieja ideología de los “hombres elegidos” del racionalismo originario. Eso funciona en Venezuela como funcionó en la Rusia bolchevique con Lenin o en la China de Mao. Chávez es una expresión personal de un fenómeno social, no su demiurgo. Es un fenómeno del siglo XX inadvertido por el marxismo. El Gobierno venezolano no es burgués, pero el Estado que administra sí lo es; el resultado, entonces, es que el primero termina sometido a los códigos y leyes del segundo, representándolo. Allí nace su dualidad de con-
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do a un tablero de nuevas potencias intermedias. Esa es la dualidad.
ducta política. Chávez fue y es muy útil a las masas como el instrumento histórico para salir del marasmo de 1992, 1999 o 2002, quizá lo sea en 2012. Pero él no se superó a sí mismo, ni fue superado por un régimen político más colectivo, más democrático, regulado por los movimientos. Tampoco la nueva vanguardia socialista radical se elevó como una opción política independiente a escala nacional. Por eso el estatismo avanza sobre el poder popular, no al revés y esa es la dificultad del socialismo que propagandiza. Yo creo que Hugo Chávez es sincero en su discurso socialista, pero ese es el socialismo que abrevó. Estado más desarrollo económico, esa es la desgraciada enseñanza del siglo XX. Entonces, la “transición al socialismo” que se propagandiza como política de Estado en Venezuela, va hacia adelante en algunas cosas y hacia atrás en muchas otras. Depende por dónde lo evalúes marcha al socialismo o hacia el Egipto de Nasser o la Argentina del primer peronismo. Esa es la tendencia, aunque el régimen se mantenga muy democrático como hasta ahora. En un Consejo de Ministros del miércoles 24 de mayo amplió lo que comprende por socialismo, afirmó que en el año 2021 Venezuela debía estar convertida en una “potencia regional intermedia”, sobre la base de los dos planes septenales y sus dos próximos gobiernos. Los planes son la transición, mientras que el socialismo sería ese país potencia. Esa concepción está inscripta en su estrategia internacional de “multipolaridad”, una política correcta por su ángulo anti-norteamericano y anti-OTAN, pero limita-
Riesgos en el chavismo profundo La otra duda está en el riesgo cierto de que el gobierno pierda la mayoría de las gobernaciones y alcaldías. Junto con la enfermedad presidencial es el otro vórtice de la relación de fuerzas en el mediano plazo. El peligro de desplazamiento electoral masivo en las localidades se debe a que la gestión es malísima, sorprende ver que la mayoría de los gobiernos locales son ricos, pero incapaces de recoger la basura domiciliaria. Aunque les incomode a muchos de sus críticos de izquierda, el Plan de Vivienda, el Plan Eléctrico y otros han dependido de Chávez en dos sentidos: la firma de la partida presupuestaria y la voluntad para ejecutarlos. Si él no se pone al fren-
te es difícil que salgan adelante. Menos en PDVSA , eso es visible en el resto de las áreas. La molestia social del voto chavista es fuerte localmente, pero independiente para la prueba presidencial de octubre. A nadie le cabe duda que ganará Chávez. Ya la derecha lo tiene asumido, aunque no lo pueda decir. Un informe del Bank of America-Merryl Lynch reconoce en forma indirecta el inevitable triunfo de Chávez en octubre. Es un dato clave. Rafael Poleo, un famoso periodista de la derecha dijo que Capriles Radonski es un pobre candidato. Ellos se preparan para negociar con el gobierno, no para darle un golpe. Podría estarse gestando un “voto conservador de izquierda”. Si eso se confirma, entonces podría compensar la caída de votos en las alcal-
días y gobernaciones. Existe un amplio y público (nadie teme decirlo) malestar en la base chavista por la mala gestión local, la corrupción o el burocratismo, la inseguridad y la alta inflación. Pero eso no será suficiente para que la masa trabajadora tire por la borda 13 años de avances sociales y políticos. La gente vota con racionalidad comparativa casi “oportunista”. A veces hace bien, esto no sirve para sostener el proyecto bolivariano a largo plazo ni para alcanzar el socialismo, pero funciona para ganar estas elecciones.
Una nueva revolución El chavismo y sus alrededores también deliberan y se preparan para la misma eventualidad que la derecha, por supuesto con una actitud moral y objetivos opuestos. Entre una y otra postura, median las masas trabajadoras. El pueblo trabajador no está determinando nada en estos momentos, no es protagonista en este debate nacional, se limita a lo sentimental y anímico. Sobre toda la sociedad venezolana sombrea el riesgo de que Chávez desaparezca involuntariamente del centro del poder. De la resolución de ese intríngulis dependerá el camino del proceso actual. Frente a esa probabilidad, el chavismo se reacomoda por lo menos de tres maneras. Una opción es la de tipo bonapartista, que opta por Diosdado Cabello (Jefe del Congreso, ex Vicepresidente en 2002 y ex Coronel con peso interno en el Ejército). Esa opción tiene un adelanto de algunos años en la “militarización” de cargos institucionales. Las comillas quieren decir que en Venezuela no hay ocupa-
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ción militar ni represión a lo Cono sur o Centroamérica, se trata de la toma de un posicionamiento institucional del “partido militar”. Esta fracción del poder es clave, pero no es la base del régimen. A finales de 2011 se hizo una encuesta entre centenares de cuadros del PSUV y resultaron cinco figuras: ninguna era militar. Desde entonces se ve a Diosdado Cabello en el centro de la escena, es un síntoma. Luego existe otra opción que se prepara para un recambio más colegiado desde del PSUV; allí se habla de posibles figuras de reemplazo: Maduro, El Aisami, Jaua, Giordani. En este orden debemos registrar la aparición del Consejo de Estado, que puede ser una gran mediación entre estas opciones. Hay una tercera opción que apuesta a un gobierno de coalición con un sector de la burguesía; ésta se percibe como minoritaria, pero cuenta con figuras de mucha autoridad histórica como José Vicente Rangel. Y una cuarta opción, de tipo revolucionaria, surgida desde los movimientos sociales y políticos del chavismo radical. Esta última es más reciente y más débil, pero existe. Sólo el canciller Nicolás Maduro es visto como alguien con brillo propio en parte de la base; aunque su luz sea como la de una estrella muy lejana en una galaxia cuyo único sol es Chávez. En estricto sentido, en Venezuela no estamos en presencia de una revolución. Si la hubiera, la discusión sobre la figura presidencial sería otra, la centralidad del movimiento obrero o social sería otra, como suele ser cuando hay revoluciones. Una prueba de esto lo vivimos en 2002, las acciones revolucionarias del 12, 13 y 14 de abril decidieron las escenas y sus personajes, así como el curso de todo el proceso político. En Venezuela vivimos un profundo y complejo proceso político con aspectos y transformaciones cualitativas, algunas sorprenden por sus desarrollos. Hubo actos y momentos revolucio-
narios como los de abril 2002, febrero 2003, febrero y agosto de 2004 y nuevamente febrero de 2005. Me basta recordar como nos preparamos el 15 de agosto para una guerra civil en Caracas en medio del Referéndum, o el peso del movimiento obrero en febrero de 2003 y agosto de 2004, dos momentos en los que batallones del Ejército Bolivariano se pusieron a la orden de los dirigentes obreros para enfrentar a la derecha. O la preparación militar masiva el 13 de abril para marchar desde Maracay a Caracas contra el golpe. Los sectarios no han comprendido nada de Venezuela y los oportunistas se enamoraron más de la
cuenta y deforman sus potencialidades para pedir prebendas de la renta petrolera. Al punto al que se ha llegado en el proceso bolivariano, para defender y blindar los enormes avances conquistados por la gente u otorgados por el Gobierno, se hace necesaria una nueva revolución en Venezuela. Esa nueva revolución debe completar lo comenzado en 1999 y profundizado desde 2002, debe saber aprovechar las condiciones latinoamericanas e internacionales e impedir que las clases propietarias saquen por derecha lo que se logra por izquierda. El Gobierno de Chávez no tiene opción por la derecha, su única continuidad y sustentabilidad depende de una nueva revolución que desplace del poder económico e institucional a las fracciones de la burguesía y de la boliburguesía dominantes.
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Sobre la montaña de votos con la que Chávez ganará habrá una crisis irresoluble en términos institucionales. Esa crisis social es la que requiere de la tarea de completar la revolución en Venezuela, para que lo avanzado no retroceda. Es un mérito de Hugo Chávez poner de moda y masificar el uso del socialismo como opción de vida, pero se puede repetir la historia por su lado feo, o sea, reducir socialismo a Estado y economía nacionalizada, como fue en Europa del Este, China, Cuba o en los socialismos panarábicos. Lo maravillosa que ha sido la instalación de esa palabra-concepto en millones de venezolanos está mutando en una perversión: cualquier cosa es bautizada bajo esa palabra. Socialismo es un modo de vida social en una determinada relación de fuerzas internacional, no se reduce a un tipo de economía o a un tipo de Estado. La base chavista y sus cuadros hablan todos los días de socialismo. Varios millones de venezolanos comunes creen en el socialismo, aunque sea el que les propone el líder bolivariano. En cinco encuestas, a casi el 40% de la población le gustaría el socialismo para Venezuela, eso es mucho en el contexto mundial después del Muro. El problema no está en el uso masivo de la palabra, sino en lo que se está sembrando en su nombre. No puede haber socialismo y revolución si continúa aumentando la tasa de explotación obrera, ni mientras la economía privada, la banca comercial y el comercio importador crezcan más que la economía estatal, la agro producción y la economía bajo control obrero. Lo positivo, al revés de los países citados, es que en Venezuela este problema se discute sin temores. Esta cuestión se resolverá en los hechos. Si hay una profundización revolucionaria nos habremos ahorrado un farragoso camino “peronista”, el punto de partida en la cabeza de mucha gente será el socialismo.
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HACIA UN NUEVO HORIZONTE EN AMÉRICA LATINA
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ALBA: EL AMANECER DE LOS PUEBLOS
Manuel Bertoldi, Militante del Frente Popular Darío Santillán y miembro de la Secretaría Operativa de la Articulación de los Movimientos Sociales hacia el ALBA
os pueblos de América Latina han tenido desde siempre una fuerte identidad con Nuestra América, como lo demuestran las luchas por las independencias nacionales donde surgieron figuras como las de Martí, Bolívar o San Martín quienes son recordados por varios países latinoamericanos como los padres libertadores. Las políticas de dominación históricamente fueron ideadas e implementadas a nivel continental, por lo que las resistencias de nuestros pueblos siempre se asociaron e identificaron fuertemente con una estrategia de liberación continental. Existe un profundo sentimiento antiimperialista que se expresó en las crecientes luchas que fueron trascendiendo en nuestro territorio durante las últimas décadas del siglo pasado, con el estallido, en varios países, de puebladas que desestabilizaron el orden institucional y la hegemonía neoliberal, tomando como punto inaugural de este proceso el Caracazo en el año 1989 (Venezuela). A partir de allí se van a suceder una serie de conflictos en todo el continente: en 1992 el levantamiento indígena en Ecuador, coincidente con los 500 años de la conquista española; en 1994 la irrupción en escena del Ejército Zapatista en México y así sucesivas demostraciones populares como las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina o el proceso de movilización por los bienes naturales en Bolivia. El rechazo a los modelos neoliberales tiene un fuerte consenso en los sectores populares latinoamericanos, como lo demuestran las masivas movilizaciones estudiantiles en Chile contra la privatización de la educación o la heroica lucha de los pueblos colombiano, mexicano y guatemalteco que resisten una represión abierta, y el desplazamiento de comunidades campesinas enteras a partir del avance del capital trasnacional, de los parami-
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litares y de los propios Estados, garantes de estos regímenes.
Un nuevo siglo, un nuevo contexto en América Latina El comienzo del siglo XXI presenta un contexto diferente al que había vivido el continente durante las últimas dos décadas del siglo pasado. Los movimientos populares empezaban a construir una amplia plataforma de resistencia contra el intento imperialista de subsumir a America Latina en un acuerdo de Libre Comercio con los países del Norte. Durante todo este proceso fue fundamental la referencia de Cuba socialista, del pueblo cubano y de su comandante Fidel Castro, mostrando que otra alternativa era posible y siendo además impulsores de la campaña contra el ALCA. Más tarde, luego de su victoria en el año 98, el comandante Hugo Chávez y el pueblo Venezolano se suman con fuerza a este proceso y para el año 2004, Fidel y Chávez, van a presentar la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de libre comercio de los pueblos, evidenciando una alternativa al intento de dominación estadounidense. El 2005 se inicia con las declaraciones del comandante Chávez en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, frente a miles de personas de diferentes movimientos sociales, planteando la necesidad de romper con el capitalismo y avanzar en la construcción del socialismo del siglo XXI. Una nueva perspectiva nos desafiaba a los movimientos populares, la necesidad de pasar de la resistencia a la construcción de una alternativa al sistema capitalista. Frente a la creciente presión popular, el proyecto del ALCA fue rechazado por los gobiernos latinoamericanos en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata y el movimiento popular latinoamericano obtuvo su primera gran
victoria del siglo XXI. Ese año finaliza con la victoria de Evo Morales en Bolivia, uno de los países más pobres del continente, donde las clases populares consiguen llevar al gobierno a su primer presidente indígena, logrando una de sus principales reivindicaciones históricas. El ascenso de luchas que tuvo como marco de referencia continental la campaña contra el ALCA, tuvo avances y acumulaciones dispares en los diferentes países. En Ecuador, Bolivia y Venezuela, luego de las puebladas y del proceso de acumulación de los sectores movilizados, suben al gobierno expresiones de esas luchas que rompen con los históricos partidos políticos tradicionales. En estos tres casos, los márgenes de maniobra y poder real de estos nuevos gobiernos siguen siendo limitados por el poder del capital transnacionalizado y por los intentos de desestabilización imperialistas, como el de 2002 en Venezuela o años más tarde en Ecuador y Bolivia. En Argentina, donde también hubo una revuelta popular, el tradicional Partido Justicialista, con otro discurso y correlación de fuerzas con los sectores populares, recompone la crisis institucional, no pudiendo estos últimos construir una alternativa que se proyecte institucionalmente. Los movimientos y organizaciones populares se encontraron ante nuevos desafíos: ya no era la resistencia al clásico modelo neoliberal y la política imperialista la agenda de construcción prioritaria, porque inclusive muchos gobiernos la habían asumido aunque sea discursivamente, aunque muchas de las reivindicaciones y cambios estructurales que se demandaban no se concretaron. Estados Unidos diversificó su estrategia de control territorial reforzando viejas políticas, como el bloqueo a Cuba que lleva más de 40 años, con tratados de libre comercio bila-
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terales con diferentes países, con el aumento de las bases militares en puntos estratégicos del continente e inclusive con viejas recetas, como el golpe de Estado que promovió en Honduras en 2009. La estrategia de acumulación del movimiento social se debilitó frente a la nueva situación y es por eso que la disparidad y dispersión de las luchas toman centralidad en cualquier análisis que se hace de la situación del movimiento popular continental, en un escenario donde la correlación de fuerzas todavía es adversa para las clases subalternas.
Hacia una nueva herramienta de acumulación del movimiento popular continental El Foro Social Mundial de Belén dio lugar a la realización de una asamblea de movimientos sociales de las Américas impulsada fuertemente por el Movimiento Sin Tierra del Brasil. En ella se redacta la Carta de los Movimientos Sociales, para impulsar un nuevo intento de rearticulación del movimiento continental como así lo expresa la misma: “Los movimientos populares percibimos que el continente está atravesando un nuevo momento político y social, en el que se ha expresado de diferentes maneras, a través de puebladas, manifestaciones multitudinarias, elecciones locales y nacionales, luchas políticas y sociales, el cansancio frente a las políticas neoliberales. Los movimientos sociales estamos en una nueva fase de estas luchas, en el marco de un largo período de transición, recomposición y acumulación de fuerzas, de confrontaciones con el capital, de construcción de nuestras organizaciones, y de formación de militantes con capacidad para asumir los nuevos desafíos. En esta fase vamos intensificando las acciones de resistencia, pero también las experiencias alternativas, de poder popular, de ejercicio de soberanía, e incluso de relación con algunos gobiernos que expresan –de manera contradictoria– los intereses de las mayorías.” Y continúa diciendo: “Es necesario construir colectivamente un proyecto popular de integración latinoamericana, que replantee el concepto de “desarrollo”, sobre la base de la defensa de los bienes comunes de la naturaleza y de la vida, que avance hacia la creación de un mode-
lo civilizatorio alternativo al proyecto depredador del capitalismo, que asegure la soberanía latinoamericana frente a las políticas de saqueo del imperialismo y de las trasnacionales, y que asuma el conjunto de las dimensiones emancipatorias, enfrentando las múltiples opresiones generadas por la explotación capitalista, la dominación colonial, y el patriarcado, que refuerza la opresión sobre las mujeres.” La Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA se identifica en el espíritu de integración que se esboza en la iniciativa de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, como la complementación y solidaridad entre los pueblos, la defensa irrestricta de la soberanía en todos los órdenes, la integración tecnológica y productiva, la defensa de los derechos de los pueblos originarios y la plena independencia de los movimientos sociales para definir sus objetivos, sus formas de organización y de lucha. En este caminar, diferentes procesos del continente han venido contribuyendo a este esfuerzo; en México, el Movimiento de Liberación Nacional; en Venezuela, la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, los comités de Tierra Urbana, el Frente Francisco de Miranda; en el Perú, la Federación de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas y Negras del Perú, el Movimiento Territorial Javier Heraud, la Confederación Nacional de Comunidades contra la Minería; en Ecuador, la Federación Nacional Campesina, Indígena y Negra; en Honduras, el Frente Nacional de Resistencia Hondureño; en Uruguay, la Federación de Estudiantes Universitarios; en Chile, el Movimiento de Pobladores y la Unión Nacional de Estudiantes; en Argentina, la Central
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de Trabajadores de la Argentina, el Frente Popular Darío Santillán, Socialismo Libertario, la Juventud Rebelde-Rebelión y el Movimiento Nacional Campesino e Indígena entre otras organizaciones; en Colombia, la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos; y en Brasil, el Movimiento Sin Tierra, la Marcha Mundial de Mujeres capítulo brasilero y el Movimiento de Pequeños Agricultores. Estos son sólo algunos de los movimientos y organizaciones que hacen parte de esta iniciativa, que tiene como horizonte la integración popular desde abajo, desde las expresiones genuinas de lucha, de resistencia, de construcción de alternativas en una perspectiva socialista desde Canadá hasta Tierra del Fuego. El comienzo de este siglo trajo aparejado un nuevo contexto en Latinoamérica con nuevos desafíos. Frente al peligro de la consolidación de un modelo extractivo exportador y la contraofensiva capitalista con el modelo de la “economía verde” y la mercantilización de todo el funcionamiento de la naturaleza, están las experiencias de organización y de lucha de cientos de pueblos que no se van a dejar avasallar. Los Movimientos Sociales hacia el ALBA pretenden hacer un aporte a todas esas experiencias de resistencia para que, desde su confluencia, se potencien y maduren en alternativas de poder popular de los pueblos. Nos une la convicción de que la única forma de caminar hacia la liberación de nuestros pueblos es continental y sabemos que la espada de Bolívar y la figura del Che recorren nuestras tierras, en el desafío de lograr nuestra segunda independencia en América Latina.
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Nace la Marcha Patriótica Colombia:
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Wilmar Restrepo Suárez y Pablo García, integrantes de Colectivo La Patria es América, en la Marcha Patriótica, capítulo Argentina
n nuevo discurso se escucha entre las montañas y los ríos de la tropical y cálida tierra colombiana. Mientras, tantos cientos de miles de colombianas/os día tras día son desplazados por las balas y el rugir de los cañones, y la fuerza bruta dirige todo su impulso militarista contra el campesino y el indígena, el docente y el estudiante, el trabajador y la mujer que en su cuerpo lleva las cicatrices de una guerra extraña que no nació en los campos colombianos. Nació en las decisiones de un grupo exclusivo y dominante, patriarcal y tradicional, elites nacionales para quienes importa más la venta de la tierra al extranjero que su distribución entre sus pobladores. Un conflicto que fue parido en la inequidad, en la injusticia social proclamada por esas elites que cada cuatro años cambian el rostro del poder; represión y marginación son las voces de las calles que, aunque no se escuchan en las alturas del poder, bajo los caudales de las tierras hacen surgir el grito luchador de la sangre derramada por nuestras gentes, clamorosas de libertad, justicia y esa anhelada paz. ¡Y la paz no es el silencio de los fusiles o la paz de los cementerios! 32 departamentos, de los cuales 31 viven marginados de los caudales económicos recibidos a partir de las exportaciones, de la venta de la soberanía de la tierra a monopolios transnacionales que limitan el poder popular a partir de los paramilitares y sus ejércitos privados. No hace falta observar más que el fenómeno latinoamericano del extractivismo exportador, los agronegocios como monocultivos que destruyen el uso del subsuelo para la siembra de los productos que han beneficiado tras generaciones a nuestros pueblos, y los tratados de libre comercio (TLC) que dejan la pobreza y la desigualdad como una continuidad que afecta nuestras tierras. Es el tercer país más desigual del mundo, y los sueños de quienes han luchado no desisten y persisten en quienes quieren ver un cambio en ese país llamado Colombia. Llevamos 10 años de hegemonía
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del partido de la U (partido de la unidad nacional) y el cambio no se hizo realidad. Seguridad asimilada a fuerza policial y militar; sin embargo en educación, vivienda y salud no se invierte, por ende la educación y la salud son unas de las más costosas de América Latina. Llegando seres humanos a morir en las puertas de los hospitales por la constante inseguridad e insalubridad dada a raíz de la ley 100 de 1993 –creada y aprobada por el entonces senador Álvaro Uribe Vélez– o ley de reforma a la salud, con la cual todo colombiano debería pagar por sus servicios de salud. Igualmente sucede en educación, vivienda y alimentación de los colombianos. Personas sin trabajo, que buscando mejores oportunidades fueron engañadas por las fuerzas militares y el Ministerio de Defensa entonces a cargo del actual presidente Juan Manuel Santos, donde se le brindaba a cada militar tres millones de pesos más vacaciones por los guerrilleros dados de baja en combate. Fuera como fuera, la exigencia era brindar resultados a toda costa, para lo cual los militares sistemáticamente comenzaron a buscar estudiantes, campesinos, desempleados que en la angustia de la cotidianidad se proponían “salir adelante”. Así eran llevados por medio del engaño y supuestamente por personas sin cargo militar o político a las fuerzas militares, quienes a mansalva eliminaron más de tres mil personas por medio de este método de guerra, denominado vulgarmente por el Poder Judicial de Colombia: “falsos positivos”.
En este contexto nace la Marcha Patriótica, después de bastantes embates, desapariciones y torturas de cientos de militantes de movimientos disidentes y que no permitieron ser cooptados por los partidos tradicionales; nace como una esperanza que brota después de la fatídica eliminación de más de cinco mil militantes de la Unión Patriótica entre los años 1986 y 2012, así como en medio del declive de la izquierda tradicional colombiana a raíz de escándalos por corrupción y clientelismo. Nace ante la lectura común de una supuesta independencia inexistente de por sí, pues los norteamericanos abundan en nuestro país colonizando en cada uno de los intersticios de vida y con presencia militar que acuciantemente propugna por la eliminación de nuestros indígenas. La Marcha es la muestra de la inconformidad y la lucha que tras años de conflicto busca una salida política al conflicto armado y la consecución del pueblo al poder. Así, la búsqueda de la paz, de la redistribución de la riqueza, la reforma agraria y la búsqueda de verdad y justicia para los/las colombianos/as no será desestimada hasta conseguirla en la lucha política que hoy día acepta como reto, y con presencia en el país, la Marcha Patriótica. Ésta representa el reto que Bolívar expresaba en cada una de sus luchas “hagamos lo imposible, pues de lo posible se encargan los demás todos los días”.
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La lucha de los estudiantes en Quebec
Pierre-Elie Hupé, estudiante de sociología de la Université Laval, Quebec
uebec, 13 de febrero de 2012. Las carreras de sociología y trabajo social de Quebec lanzan la huelga estudiantil. La noticia no sorprende a nadie, teniendo en cuenta la decisión unilateral del gobierno provincial, en manos del derechista Partido Liberal, de profundizar el modelo neoliberal a través de una política de arancelamiento y aumentos de los servicios públicos. Electricidad, salud, educación: nada se escapa. La universidad pública y paga verá duplicar su costo de inscripción hasta alcanzar los 5000 dólares anuales en 2017. El gobierno orienta, desde hace tiempo, a la opinión pública con argumentos sobre la crisis de las finanzas públicas, la “justa parte” que corresponde a los estudiantes, el “subfinanciamiento” de las universidades quebequesas así como las exigencias de performance institucional en la escena de la competencia internacional prevaleciente en la “economía del saber”. Las asociaciones de estudiantes, que anticiparon el ataque a sus derechos, analizan los argumentos del gobierno, organizan conferencias y manifestaciones, encargan estudios, todo con el fin de denunciar el aislamiento ideológico que impera en el parlamento provincial. Dos años de vasto trabajo de movilización e información son coronados con éxito. La presencia de cuadrados rojos, sím-
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bolo de la solidaridad estudiantil en Quebec, se extiende como un reguero de pólvora. El 23 de febrero, 30.000 estudiantes se suman al movimiento, la semana siguiente ¡65.000 se suman a la huelga! El 22 de marzo, una gran manifestación reúne a 200.000 estudiantes en furia, mientras que 300.000 estudiantes (60% del total) adhieren a la huelga después de cuatro semanas de conflicto. La huelga estudiantil se instrumenta mediante una línea de piquetes que prohíbe el paso a los estudiantes y profesores y que garantiza el levantamiento de los cursos. Esta táctica rinde sus frutos porque su extensión acorrala a las instituciones, que se ven, además, complicadas con la negociación de paritarias con los profesores, la ley de enseñanza que dicta la duración de los semestres y el gasto en tiempo suplementario de todo el personal que percibe sus salarios aun sin haber dictado clase. Dos intentos de ocupación de facultades por parte de los huelguistas tienen como consecuencia numerosas detenciones. Esto da el tono del conflicto: una represión sin precedentes, sumadas a multas por desobediencia de los reglamentos municipales (entre 150 y 500 dólares). En la prensa, la derecha juega con las palabras: los jóvenes “boicotean” sus cursos y son irresponsables, lo que
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defienden es un “servicio” que debe ser pagado por quienes se benefician de él. El oficialismo provincial deslegitima sistemáticamente al movimiento estudiantil, no reconoce a sus representantes, se rehúsa a reconsiderar el aumento y estimula la presentación de recursos judiciales por parte de la minoría de estudiantes en favor del aumento con el fin de forzar una reanudación de las clases. A partir de la segunda semana, el gobierno exige a los representantes estudiantiles renunciar a la “violencia” de bloquear un puente. Sólo el diputado de Quebec Solidario, el partido más a la izquierda en la legislatura provincial, rompe la uniformidad ideológica al preguntar si una hora de atraso en el viaje al trabajo es tan grave como que 7.000 estudiantes deban dejar la universidad como consecuencia del aumento de aranceles. La respuesta del movimiento estudiantil es plural. Las manifestaciones y las ocupaciones de las oficinas de los rectores y de funcionarios electos son cotidianas. Otras acciones simbólicas y artísticas transforman la atmósfera de Montreal, donde estudian la mitad de los estudiantes de Quebec: publicidad popular denunciando el aumento en las paradas de micros, puertas de numerosas oficinas de diputados pintadas de rojo, otros piquetes en puentes. Un intento de entrada por la fuerza, con el fin de
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interpelar al Primer Ministro, en un fórum del Plan Norte (plan para vender la mitad del subsuelo quebequés para la explotación minera y gasífera, donde la construcción de la infraestructura necesaria está a cargo del Estado) es violentamente reprimido. El gobierno, en su negativa a entablar negociaciones, pensó que los estudiantes volverían a clase, que el movimiento se agotaría después de dos meses. Sin embargo, 185.000 estudiantes renuevan el mandato de huelga el 23 de abril. Las órdenes de los tribunales para forzar la reanudación de las clases son respondidas por piquetes duros donde se enfrenta a la policía y los estudiantes fuerzan el respeto a una decisión democráticamente tomada. Las facultades suspenden la reanudación de las clases por razones de
seguridad. El gobierno creyó también, en ese momento, que mediante la aplicación de contravenciones (más de 3.000), los golpes y el gas lacrimógeno desanimarían al pueblo a tomar las calles. Se equivocó por completo. En mayo, el gobierno emprende negociaciones que terminan con dos ofrecimientos que no daban marcha atrás con el aumento de aranceles y que son rechazados por unanimidad en las asambleas generales. En respuesta, la Ministra de Educación renuncia. Es en ese momento cuando la legislatura de la provincia, donde el oficialismo tiene mayoría, vota la Ley Especial 78. Esta ley suspende los cursos, prohíbe las manifestaciones en un radio de 50 metros de los lugares de enseñanza y la portación de los cuadrados rojos, a la vez que prevé multas de miles
de dólares para los contraventores. Sin embargo, esta respuesta coercitiva a la lucha estudiantil sólo arroja más nafta al fuego y se organizan manifestaciones en numerosas ciudades de Quebec, con la cacerola en la mano y el cuadrado rojo en el pecho, para denunciar el avance sobre la libertad de expresión por parte de un gobierno ilegítimo, corrupto e impopular. Esta lucha, que va mucho más allá de una cuestión de cifras, es la manifestación explícita de un conflicto social hasta ahora latente entre los apóstoles del neoliberalismo y de una juventud que grita “Otro mundo es posible”. Una juventud que encuentra su eco en España, Colombia, Chile, Argentina…
Nosotros los Indios
Hugo Blanco Compilación de textos escritos en diferentes momentos por el legendario y mítico referente de la extraordinaria lucha del campesinado indígena de los Andes.
¿Qué quiere la Liga Espartaco?
Rosa Luxemburg El proyecto de programa presentado en el congreso fundacional del Partido Comunista Alemán y el discurso pronunciado por Rosa Luxemburg; introducido por los ensayos de Antonio Louçã y de Marcos del Roio.
A cien años de la Revolución Mexicana
José Luis Farías Las revoluciones no pueden evaluarse sólo por sus resultados o por sus beneficiarios, con la luz que brinda el transcurso de cien años podemos abordar el proceso mexicano.
Ferrari 243 • 4856-9879 • socialismolibertario@hotmail.com • www.socialismolibertario.com
Emprendimiento colectivo
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Memoria/Historia
Trelew hoy
A cuarenta años de la masacre
l interés particular por este hito de la historia argentina está entrelazado con las disputas políticas, sociales y culturales del presente. Trelew es otro escenario de disputa entre el poder hegemónico de las clases dominantes y las perspectivas populares por una alternativa de país. En estos días se está llevando a cabo el juicio oral en la ciudad de Rawson a los responsables de la masacre de aquel 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar. Los acusados son los capitanes Luis Sosa, Emilio Del Real, Rubén Paccagnini y Jorge Bautista, este último por encubrimiento, y el cabo Carlos Marandino, todos integrantes de la Armada. Se les imputa por homicidio agravado de 16 prisioneros y otros tres en grado de tentativa. Que los asesinos de Trelew sean juzgados es un acto de justicia insoslayable donde se combina una lucha de larga data con la iniciativa gubernamental de “reparación histórica”, en el marco de su política de derechos humanos. Siendo esto así, es preciso subrayar que la intención del Gobierno es reducir el significado de los hechos de Trelew a tal “reparación”. Por nuestra parte, volvemos a Trelew en busca de otras señales, pensando en sus otros significados, buscando otros puentes que retomen los desafíos planteados en ese momento histórico para reflexionar sobre los dilemas planteados hoy.
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Un quiebre en la confrontación del pueblo con las clases dominantes A partir de los años 60 en todo el
mundo se daban luchas sociales y políticas que animaban una vez más la esperanza de trascender la sociedad capitalista. En América Latina, la revolución cubana renovó la perspectiva socialista, su ejemplo cundió por el continente y por diversos rincones del mundo. Los guerrilleros cubanos mostraban que derrotar al imperialismo y a la burguesía era una posibilidad concreta, a sólo pocos kilómetros del corazón mundial del capitalismo. En Argentina tuvo un impacto fuerte: generó no sólo un reverdecer de las ideas y prácticas políticas marxistas, sino también la radicalización de un sector del peronismo. Este proceso pudo darse por la proscripción que ese movimiento sufría desde 1955 y por la fuerte represión por parte del Ejército hacia las clases populares en su irrupción permanente en la escena política. La situación permitió un diálogo entre el marxismo y el peronismo que –si bien había comenzado con la resistencia peronista– tuvo un salto cualitativo a mediados de los años 60. Este fenómeno fue protagonizado por los sectores sociales más marginados, por un sector de la clase media radicalizado y por sectores de la clase obrera que comenzaron a inclinarse por el sindicalismo clasista, con un alto protagonismo de la juventud estudiantil. También hubo una participación en menor grado, pero importante, de sectores rurales campesinos y pequeños propietarios. Por su parte, las clases dominantes no lograban todavía encauzar al movimiento obrero para sus planes
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Ezequiel Haro
de racionalización y modernización del aparato productivo. Tras los fracasos de los gobiernos militares y radicales, el gobierno fuerte del General Onganía y su “Revolución Argentina”, que se impuso en 1966, intentaron ser la solución al dilema del peronismo y la creciente conflictividad social. Sin embargo, las luchas sociales fueron en ascenso. La radicalización del movimiento obrero, de amplios sectores populares y también de los organizados en ámbitos culturales dio un salto cualitativo a partir de 1969 con el Cordobazo, la primera de una serie de puebladas protagonizadas por obreros, estudiantes y sectores marginados, que trascendieron reclamos puntuales para cuestionar el régimen político, confrontando directamente con la dictadura, ganando las calles y enfrentando a las fuerzas policiales y militares. Entre 1969 y 1973 hubo al menos 15 puebladas de envergadura a las cuales pueden sumarse diversos hechos menores. Todas tuvieron lugar en ciudades del interior del país. Estas luchas sociales lograron derrotar políticamente el proyecto del Onganiato, por lo cual las clases dominantes buscaron otra estrategia como salida. La respuesta ensayada por el Teniente General Lanusse fue el Gran Acuerdo Nacional (GAN) en 1971. La idea era pactar una salida electoral con la condición de que las organizaciones armadas depongan las armas, levantando la proscripción del peronismo pero sin permitir el retorno del líder, con la intención de volver a instalar un militar que
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continuase con su proyecto en el poder por la vía electoral. En este contexto se produjo la fuga de referentes fundamentales de las organizaciones armadas que se encontraban presos. La posterior masacre de 16 de ellos en Trelew, así como el repudio que provocó, alimentaron el clima de tensión y agitación social, mientras la actividad de las organizaciones armadas continuaba en crecimiento. Se abrió entonces un nuevo momento de radicalidad social, donde las luchas populares y la negativa de los distintos sectores de la vida política, partidos y sindicatos, dieron por tierra con la estrategia del GAN y una salida decorosa para la “Revolución Argentina”, posibilitando la vuelta de Perón, el retorno de las elecciones sin condicionamientos, la llegada de Cámpora al gobierno y finalmente del propio Perón.
Fuga y masacre en la Patagonia Para el año 1972 el nivel de confrontación de clases estaba en un momento de algidez. En su agonía, el Gobierno recrudecía la represión a las organizaciones populares, en especial a los sindicatos combativos y las organizaciones revolucionarias. Los asesinatos, las torturas y el encarcelamiento estaban a la orden del día. Uno de los destinos de los presos políticos capturados era el penal de máxima seguridad de Rawson: rodeado de un desierto y con la base de la marina Almirante Zar a pocos kilómetros, era considerada inexpugnable. Dirigentes sindicales como Agustín Tosco y un número importante de dirigentes políticos estaban presos allí. Entre ellos los que confor-
maron el comité de fuga que planificó y ejecutó la huida, encabezado por Mario Roberto Santucho (ERP), Enrique Gorriarán Merlo (ERP), Roberto Vaca Narvaja (Montoneros), Marcos Osatinsky (FAR), Roberto Quieto (FAR) y Domingo Menna (ERP). Tosco, pese a la insistencia de estos, decidió no fugarse entendiendo que como dirigente social su liberación debía depender de la movilización popular, aunque apoyó con firmeza la iniciativa de los presos de las organizaciones armadas. Luego de descartar varias alternativas en la preparación del plan, se decidieron por el copamiento del penal desde dentro para garantizar una fuga masiva, para después trasladarse en camiones al aeropuerto de Trelew y terminar abordando un avión comercial que los trasladaría a Chile. Los integrantes del comando conjunto de la operación encabezados por Vaca Narvaja y Santucho lograron reducir a los guardias del pri-
mer pabellón. Así fueron tomando de a postas los distintos sectores del penal, los pabellones, la enfermería y la capilla hasta tomar la sala de armas y la conserjería, donde abatieron a un guardia en el único enfrentamiento armado del operativo. Liberaron a 100 de los 250 presos políticos que residían en el penal. Finalmente tomaron los puestos de vigilancia externos para concluir con la toma del penal en tan sólo 15 minutos. El plan continuaba con la huida en camiones y autos apostados en las afueras de la prisión. Sin embargo, algo salió mal: una señal fue mal interpretada y la mayoría de los vehículos se marchó pensando que la fuga había fracasado. No obstante, salieron en primer lugar los seis integrantes del comando conjunto en un Ford Falcon conducido por el militante Carlos Goldenberg (FAR). Luego se decidió que otros 19 salieran. Llamaron a taxis al ver que los camio-
nes no llegaban, redujeron a los choferes y marcharon al aeropuerto. Ya demorados, los siete primeros subieron al avión tomado por otros tres militantes y volaron a Chile. Los 19 restantes llegaron cuando el avión ya estaba en vuelo y decidieron la toma del aeropuerto para negociar la entrega. Llamaron a los medios y solicitaron la presencia de un juez que se apersonó con celeridad. Convocaron a una conferencia de prensa cuyos voceros fueron Pedro Bonet (ERP), Mariano Pujadas (ERP) y María Antonia Berger (FAR). Bonet fue la voz cantante, exigió la garantía de la integridad física de los prisioneros denunciando los asesinatos y torturas a los que habían sido sometidos sus compañeros en los últimos tiempos. Pidieron un médico para corroborar su estado de salud y aprovecharon para explayarse sobre el por qué de su compromiso político, la situación nacional y hasta de las perspectivas de unidad de las organizaciones revolucionarias. El capitán Sosa y el juez Alejandro Godoy aceptaron las condiciones frente a los medios. Inmediatamente después las autoridades faltaron a su palabra, llevando a los detenidos a la base aeronaval Almirante Zar en vez de retornarlos al penal de Rawson. Allí, el personal civil que acompañó quedó fuera sin poder intervenir, permaneciendo los detenidos incomunicados. Ninguno de los abogados pudo llegar a la base. Los tres primeros días los prisioneros fueron tratados bien y estaban bajo vigilancia de personal subalterno. Pero luego de una reunión
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en Buenos Aires donde se informó la negativa del presidente chileno Salvador Allende de entregar a los prisioneros y su decisión de otorgarles salvoconducto para que se trasladen a Cuba, Lanusse y su círculo inmediato, entre ellos el ministro del Interior, el radical Mor Roig, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Hermes Quijada, tomaron la decisión de ejecutar a los prisioneros. En la madrugada del 22 de agosto, a las 3:30, el capitán Sosa, secundado por los tenientes Bravo y del Real y el cabo Marandino ingresaron a las celdas y ordenaron que los presos saliesen y se pusieran en fila. Ahí fueron acribillados. Seis sobrevivieron a la balacera, pero como no fueron atendidos de inmediato solamente tres finalmente salieron con vida y fueron hospitalizados: Alberto Miguel Camps (FAR), María Antonia Berger (FAR) y Ricardo René Haydar (Montoneros). Esta masacre, que presagió lo que vendría después del golpe de 1976, se inscribió en el ciclo de alza de la lucha de clases que, como dijimos, había comenzado con el Cordobazo de 1969. Significó un paso adelante en el recrudecimiento de la represión, una utilización explícita y directa del terror como forma de disciplinamiento social, una señal para toda la sociedad. Hasta ese momento la represión ilegal había sido utilizada de forma clandestina con torturas y algunas desapariciones, pero nunca de forma abierta y pública. Las fuerzas armadas salieron a desmentir los fusilamientos aduciendo desde el comienzo que habían evitado un intento de fuga. Esta versión no tuvo ningún grado de credibilidad y generó un rechazo generalizado. Debemos señalar que la masacre de Trelew fue la respuesta desesperada de las Fuerzas Armadas ante uno de los golpes políticos más importantes de aquellos años, que además fue la única acción conjunta de las tres organizaciones populares más importantes volcadas a la lucha armada: FAR, ERP y Montoneros. La fuga fue un cachetazo a la Marina y una puesta en ridículo de las Fuerzas Armadas. La simpatía que despertó la fuga y el profundo rechazo a la masacre se expresaron de forma efectiva en todo el país, pero con especial énfasis en Trelew, donde se produjo una importante rebelión popular contra las fuerzas militares y policiales.
Numerosos son los testimonios que dan cuenta de la solidaridad de los pobladores de la ciudad con los presos políticos de Rawson, expresada en el comité de solidaridad, el cual tuvo una actividad política muy importante. En octubre de ese mismo año las fuerzas militares y policiales tomaron la ciudad por asalto para desbaratar al comité y disciplinar una vez más al pueblo de Trelew en lo que se llamó el Operativo Vigilante. Luego de más de un centenar de allanamientos detuvieron a 20 personas. La población indignada reaccionó fuertemente con movilizaciones, asambleas y huelgas con las que lograron la liberación de los detenidos y el retiro de las fuerzas represivas. Le reclamo de justicia por los mártires de Trelew se transformó inmediatamente en una bandera de la lucha popular y en un ejemplo de entrega y sacrificio por la transformación del país. Ante la propuesta del GAN, el pueblo respondió: “la sangre derramada no será negociada”. El legado de la unidad: un desafío pendiente Uno de los mayores impactos que generó la fuga fue haber sido, como dijimos, una acción conjunta entre las tres organizaciones armadas más grandes, siendo dos de ellas peronistas y la otra marxista. Este hecho fue posible por no centrarse solamente en la práctica, en la organización del operativo, sino por una profunda discusión política que les llevó meses. Sin embargo, las distintas estrategias frente al regreso de Perón, el desconcierto ante el brusco giro hacia la derecha del tercer gobierno peronista, así como las dificultades de las organizaciones para procesar el cambio del escenario político, obturaron el camino de la unidad y la perspectiva de derrotar a las fuerzas militares del Estado, al mismo tiempo que se generó un distanciamiento de las masas. Para recuperar el legado de Trelew hoy, es necesario proyectar la construcción de una nueva izquierda que –como parte del pueblo– logre interpelar a las mayorías oprimidas, que trascienda la perspectiva de la unidad de acción en las luchas sectoriales, el desfile continuo por los márgenes de la escena política. El desafío planteado es pasar a una construcción conjunta de una herramienta política
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que construya la unidad en la diversidad, la de fundar una izquierda plural que despliegue acciones masivas que potencien las luchas, pero que también trabaje en la proyección de una alternativa de país, que dé la disputa en todos los terrenos, sin ingenuidades, confiando fundamentalmente en la lucha y la movilización, utilizando también los espacios estatales para potenciar el protagonismo político de los de abajo e impulsar un cambio social radical hacia una Argentina socialista.
Han muerto revolucionarios. Viva la revolución.
Ana María Villareal de Santucho. Susana Lesgart. Clarisa Rosa Lea Place. María Angélica Sabelli. Alfredo Elias Kohon. Carlos Heriberto Astudillo. Eduardo Aldolfo Capello. Alberto Carlos Rey. Mario Emilio Delfino. Mariano Pujadas. Miguel Angel Polti. Humberto Adrián Toschi. José Ricardo Mena. Humberto Segundo Suarez. Jorge Alejandro Ulla. Ruben Pedro Bonet. Presentes ahora y siempre.
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Chau, Caloi El pasado 8 de mayo, a los 63 años de edad, falleció Caloi, padre de Clemente y autor de una enorme y significativa obra que supo reflejar como ninguna otra el humor del barrio. Pedro Perucca Una imagen vale más que mil palabras, dicen. Tal vez por eso ayer casi todos los dibujantes de los principales matutinos del país publicaron viñetas homenajeando al papá de Clemente. La unanimidad es absoluta. Todos sus compañeros del oficio del plumín lo quisieron, lo respetaron, lo consideraron un amigo y, muchos de los más jóvenes, también un maestro. Pero los negados para el dibujo también reclamamos nuestro derecho a despedirnos de Caloi. Así que rogamos paciencia. Palabras más, palabras menos, por las mil andará la cosa.
Primer, segundo y tercer cuadrito: un círculo de cielo nocturno estrellado. Cuarto cuadrito: Astrónomo barbudo que se aparta del telescopio con cara de sorpresa. Quinto cuadrito: Observatorio gigante, telescopio acorde, científico inclinado para observar las estrellas que gira la cabeza y mira resignado al perro que se acercó para olfatearle el trasero.
Carlos Loiseau, Caloi, salteño de nacimiento pero criado en Adrogué, fue uno de los tantos seducidos por esta misteriosa Buenos Aires. Ya convertido en el más porteño de los dibujantes no hizo otra cosa que celebrar a su ciudad amada, representándola y entendiéndola como pocos, especialmente en lo que hace a sus sectores populares, a los que supo dirigirse sin paternalismos, hablando en su mismo idioma, sin solemnidades, atento al pulso del barrio y a ese humor callejero que sabe combinar de manera única el chiste grueso de tetas y culos con las más sutiles reflexiones filosóficas, pintando como sin esfuerzo a muchos de los estrambóticos personajes que nos cruzamos todos los días en las calles de esta megalópolis delirante.
Frente de un teatro, marquesina anunciando Hamlet, actor acuclillado en la puerta con la calavera de Yorick contra el piso, posando para la foto. Dos tipos bajo un cartel comentan: “Otra vez mandaron a un fotógrafo de deportes”.
De esa vocación tan peronista de sintonizar con los registros populares también nacen muchas de las características de la más icónica y representativa de las criaturas de Caloi. Clemente es un bicho extraño al que puede ser imposible clasificar biológicamente pero no futbolísticamente: todo el mundo sabe que es de Boca pese a que su padre era un fanático gallina. Todo Clemente habla de los lugares comunes de la porteñidad: fútbol, minas (ese exaltado amor por las curvas de la Mulatona), barras de amigos, códigos barriales, desprecio por las modas culturales y las poses berretas que valoran cualquier producto foráneo por el sólo hecho de serlo, charlas metafísicas que se resuelven levemente con un comentario canchero pero no pedante, porque Caloi nunca es pretencioso.
Molino de viento de los típicos de la pampa bonaerense, con un caballo que ve las estrellas y una lanza de rama enredados entre los fierros de su estructura. Dos gauchos acarrean a otro desmayado y comentan: “No te decía yo que el Rudecindo estaba leyendo mucha cosa rara últimamente”.
Más allá de su enorme producción como dibujante, probablemente uno de los aportes más significativos del creador de Clemente haya sido Caloi en su tinta. Nacido en 1990 en la pantalla de la televisión pública, el programa se dedicó pacientemente a difundir el arte de la animación. Así, con una increíble labor de acervo y difusión, mostró la obra de los mejores animadores del mundo, desde Nick Park hasta Jan Svankmayer, pasando por Norman McLaren, Hayao Miyazaki y decenas de otros genios que, de no ser por Caloi, tal vez jamás hubiéramos descubierto. A este programa enorme, de un nivel altísimo pero concebido siempre sin elitismos y apuntando a un disfrute masivo y popular, le debemos no sólo una impagable tarea pedagógica sino también el haber despertado y guiado vocaciones en toda una camada de jóvenes que hoy están tomando la posta de los maestros del noveno arte.
Una orquesta sinfónica tocando en una cancha de fútbol apenas esbozada, uno de los violinistas se está yendo, cabizbajo, atril y violín bajo el brazo, rumbo a los vestuarios, mientras que el director de orquesta, que aún sostiene la tarjeta roja en alto, explica: “Ya era la segunda vez que desafinaba en este himno…”.
Parece que además Caloi era un buen tipo y un profesional generoso. Todos sus compañeros lo recuerdan con afecto. En una serie de testimonios publicados por la revista Ñ, Horacio Altuna, por ejemplo, reivindica también su ubicación política y lo recuerda como “un buen compañero de lucha y de laburo”; Carlos Niné resalta que “como comunicador desplegó un ejercicio de conexión notable con las clases populares y su obra sirvió para que los argentinos nos reconociéramos reflejados en ese espejo de papel que era la página de un diario”; Daniel Divinsky, por su lado, recuerda la famosa polémica que lo enfrentara al relator futbolístico de la dictadura, Juan Carlos Muñoz, por el tema de los papelitos (que finalmente se saldó con un triunfo inapelable de la facción pro papelitos, con las tribunas cantando a voz en cuello “Muñoz, Muñoz, Clemente te cagó” y la cancha alfombrada de blanco): “Yo estaba en el exilio cuando sucedió, pero ese mínimo acto insurreccional de insultar a la Dictadura con la desprolijidad de tirar papelitos, fue glorioso. La gente se sintió representada como un acto de coraje”.
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Un tipo entra en una comisaría y declara, frente a un asombrado sumariante de uniforme: “¡Lo descubrí, oficial! Finalmente lo descubrí. Es el tiempo. El tiempo es el mayor asesino. Fíjese, arrasó con grandes civilizaciones, con nuestros antepasados. Mató, mata y seguirá matando. Hay que detener al tiempo…”.
En El libro de los abrazos Galeano habla del “músculo secreto” que le permitió a Fico Vogelius vivir seis meses más allá de los pronósticos más optimistas de los médicos, tan solo para ver de nuevo en la calle a su amada revista Crisis. Tal vez una voluntad similar sostuvo al Negro Caloi en su lucha contra el cáncer de colon que lo afectaba desde hace años hasta que su última criatura comenzó a dar pasos firmes en el mundo. El reciente estreno de Ánima Buenos Aires, un largo de animación compuesto por tres cortos (uno de los cuales es del propio Caloi), nos permite reencontrarnos con todas las obsesiones del más porteño de los historietistas: las callecitas de Buenos Aires, los guapos, los faroles, los adoquines, el amor, el tango, los perros, la vida, la muerte.
Velorio de un payaso. Llegan otros tres haciendo piruetas y saltando a través de las coronas como si se tratara de aros llameantes. Cachetean al muerto, patean el féretro, van haciendo malabares con las ofrendas florales detrás del coche fúnebre. Finalmente, frente a la tumba de su colega, parecen condescender a la tristeza. Uno, solenme, avanza y deposita una flor. De ella sale un sorpresivo chorro de agua que empapa la lápida. Los tres payasos se retuercen de la risa. Jajaja. Chau, Caloi. Y gracias por todo.
(Artículo originalmente publicado en el portal marcha.org.ar)