Y MÁS...
EL DESPERTAR DE
DRIZZY 11 de Octubre 2016 – 25 de Julio 2019. · Por Lic. Carime Kuri Fierros*
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ecibí la llamada de una madre preocupada por su hija de 27 años, ella iniciaba el duelo por su amigo “Drizzy”, un pequeño perro Yorkshire Terrier de carita dorada. A pesar de que he escrito sobre “cómo enfrentar la muerte y duelo de las mascotas”, esta historia maneja un matiz diferente por cómo se vivió la relación entre ambos y como ello beneficia la aceptación de la pérdida. Es normal asistir a pacientes en su casa; al entrar en su espacio, uno puede respirar la tristeza, sabes que la soledad se sienta a tu lado y conversas con la desolación cuando el llanto se lo permite; normalmente son espacios donde pareciera que la luz no entra porque la desesperanza se lo impide; en ésta ocasión, el escenario y el ambiente eran totalmente diferentes. Encontrarme con una chica de belleza natural, con un brillo particular en su mirada, cobijada por su familia en un entorno estable con buen sentido de vida, rompió con la idea que personalmente llevaba. La plática la tuvimos en su recámara, un espacio armónico, invadido por luz natural, ordenado y decorado de tal manera, que puedes conocer la personalidad de Kenia. Ella sentada frente a mí sobre su cama en una actitud de confianza y empatía, pudo contarme con detalle cómo sucedieron los hechos, empezando por la enfermedad inesperada de Drizzy hasta su “despertar” (muerte) no esperada. En su narración dolorosa hacía espacios para regalarme algún recuerdo lindo, entonces su cara se llenaba de vida desapareciendo sus lágrimas y enfatizando con dulzura y alegría las actividades que realizaban a diario o bien, me señalaba algún juguete, ropa o el banquito especial que le permitía subir y bajar de la cama con total independencia. Kenia se refería a Drizzy no sólo como su mascota sino como “su amigo especial” quien era una parte importante dentro de su todo.
En ese momento, su sufrimiento no le permitía darse cuenta cómo estaba completa la historia que ambos habían planeado vivir desde su ser interior y cómo el “para qué” del despertar de Drizzy, marcaría una evolución en su futuro inmediato, en su toma de decisiones y en el avance personal que comenzarían a experimentar. A pesar de que la culpa asomó las narices en esta charla, yo lo sentí más como una mala jugada de su ego que como un acto real de abandono o negligencia para Drizzy. El amor que Kenia sintió y entregó a Drizzy fue devuelto en cada momento que él estuvo para ella; el ciclo de permanecer juntos en esta experiencia, había llegado a su fin, pero no llegó ni llegará al olvido porque Kenia creó el espacio, tiempo y forma de este pequeño pero gran compañero de luz, para darle más alegría, más creatividad y más color en su experiencia, integrándose finalmente en su ser. Después de escucharla y observar su lenguaje corporal, comprobé que Kenia, inconscientemente, estaba entrando en el camino de la aceptación, obviamente ella no lo sabía, pero cuando entiendes que cada día compartido sólo se rige por el compañerismo y el amor, no queda ningún hilo suelto, aun cuando cuestionaba el “por qué” y el “si hubiera”, ella hablaba coherente y congruente y es ésta la diferencia que separa un “duelo” de un “duelo doloroso”. Kenia me acababa de regalar un gran mensaje de amor. Todos los que hemos tenido mascotas nos damos cuenta de su fuerza de presencia y cómo cuando “despiertan”, la tristeza nos invade y creemos que hay un vacío, esto es imposible porque ellos se encargaron de llenar nuestros vacíos antes de despertar. Kenia, incluyó a Drizzy en su “todo”, debía llorarlo y extrañarlo sí, pero el ciclo estaba completo. Los duelos llevan una connotación diferente cuando están basados en el entendimiento del amor. * Lic. Carime Kuri Fierros carimetanatologia@gmail.com Tel. 951 128 35 14
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