Una mujer valiente, una cananea, o sea una pagana, pide a Jesús librar a su hija del demonio. Es una madre desesperada y una madre, ante la salud de un hijo, hace de todo. Jesús le explica que él ha venido antes por las ovejas de la casa de Israel, pero se lo explica con un lenguaje duro: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”. Esta mujer no tuvo vergüenza y por su fe Jesús le hizo el milagro: Se expuso con el riesgo de hacer un papelón, pero insistió, y pasando del paganismo y de la idolatría encontró la salud para su hija y encontró para ella al Dios viviente. He aquí el camino de una persona de buena voluntad, que busca a Dios y lo encuentra. El Señor la bendice. Papa Francisco (Ángelus, 13 de febrero de 2014). ________________________________________ Las tres lecturas convergen en un mismo tema: Dios llama a todos los hombres a la salvación. Esta universalidad del designio de salvación y del misterio redentor de Cristo Jesús constituye la razón de ser más profunda de la Iglesia y debería constituir también una inquietud permanente en quienes, por un don gratuito y electivo, hemos sido incorporados ya al Misterio de Cristo y de la Iglesia. Mujer, grande es tu fe. «Porque, ¿qué le respondió Cristo?: “¡Oh mujer, grande es tu fe!” He ahí explicadas todas las dilaciones: quería el Señor pronunciar esa palabra, quería coronar a la mujer. Como si dijera: “tu fe es capaz de lograr cosas mayores que ésa; pues hágase como tú quieres”. Semejante es esa expresión a aquella otra: «hágase el cielo y el cielo fue hecho» (Gen 1,1). Y a partir de aquel momento quedó sana su hija. Mirad cuán grande parte tuvo la mujer en la curación de su hija. Porque por eso no le dijo Cristo: “quede curada tu hija”, sino: «grande es
tu fe; hágase como tú quieres». Con lo cual nos da a entender que sus palabras no se decían sin motivo, ni para adular a la mujer, sino para indicarnos la fuerza de la fe. Y la prueba y la demostración de esa fuerza dejóla el Señor al resultado mismo de las cosas. Desde aquel momento, dice el evangelista, su hija quedó sana. San Juan Crisóstomo (Homilía 52,2-3 sobre San Mateo).
LECTURAS PARA LA SEMANA XX Semana del Tiempo de Ordinario IV Semana del Salterio, Tomo IV Años impares (I)
VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
MISAL DOMINICAL DE LOS FIELES 16 de agosto de 2020 RITOS INICIALES MONICIÓN INICIAL Hermanos: Unidos en la Fe, nos reunimos en torno al Altar para celebrar el Día del Señor. Y esa fe es la respuesta a la llamada que Dios dirige a todas las naciones de la tierra, para formar una sola familia reunida en el espíritu de Jesucristo. Alegres por saber que somos miembros de la familia de Dios, iniciemos la Santa Misa.
Lunes 17
Ez 24,15-24; Sal Resp: Dt 32,18-21; Mt 19,16-22
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 83, 10-11 Dios protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido. Un solo día en tu casa es más valioso, que mil días en cualquier otra parte.
Martes 18
Ez 28,1-10; Sal Resp: Dt 32,2628.30.35c-36b; Mt 19, 23-30
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Miércoles 19 Jueves
Ez 34,1-11; Sal 22,1-6; Mt 19,30 -20,16
20
Ez 36,23-28; Sal 50,12-15.18-19; Mt 22,1-14
Viernes 21
Ez 37, 1-14; Sal 106,2-9; Mt 22,3440
Sábado
Ez 43,1-7a. Sal 84,9ab-10-14; Mt 23,1-12
22
Saludo: Que el Dios del amor y de la paz por quien fuimos llamados y congregados, los acompañe y permanezca siempre con todos ustedes.
Se dice Gloria. ORACIÓN COLECTA eñor Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones el anhelo de amarte, para que, amándote en todo y sobre todo, consigamos tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
S
LITURGIA DE LA PALABRA Monición a la primera lectura En la primera lectura, el profeta anuncia a todos los extranjeros la inserción social dentro de la comunidad judía a condición de observar el sábado y comprometerse con la alianza. Esa sinceridad de corazón nos remite al texto del evangelio que escucharemos posteriormente. Escuchemos. Del libro del profeta Isaías
Acto Penitencial En un momento de recogimiento, aceptemos ante el Señor que, no hemos sabido reconocer su presencia entre nosotros, especialmente entre los más pequeños e indigentes. Tú que has venido a buscar al que estaba perdido: R/. Señor, ten piedad.
Comisión de Pastoral Litúrgica Arquidiócesis de San Salvador 2020
Verde/ Ciclo A
Tú que has querido dar la vida en rescate por todos: R/. Cristo, ten piedad. Tú que reúnes a tus hijos dispersos por el mundo: R/. Señor, ten piedad.
E
56, 1. 6-7
sto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos”. Palabra de Dios
Monición para el Salmo Con el salmo 66 manifestemos nuestro anhelo de que todos los pueblos conozcan la salvación de Dios. Respondamos: Del salmo 66 R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/. Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.
Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia. Palabra de Dios
Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” Él le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija. Palabra del Señor
Monición para el evangelio En el relato que escucharemos, Jesús atraviesa las fronteras de su patria y escucha el ruego de una mujer pagana y extranjera como signo de la universalidad del Reino de Dios. Por la fe, la perseverancia en la súplica y la humildad, aquella mujer obtuvo lo el milagro que tanto anhelaba. Dios no excluye a nadie de su plan de salvación universal Pero antes de proclamar el Evangelio, entonemos el Aleluya.
Se dice Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS ecibe, Señor, nuestros dones, con los que se realiza tan glorioso intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES Con humildad y confianza, pidamos al Señor que nos escuche. Respondamos diciendo:
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Con el Señor viene la misericordia, y la abundancia de su redención.
Ten compasión de nosotros, Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN nidos a Cristo por este sacramento, suplicamos humildemente, Señor, tu misericordia, para que, hechos semejantes a él aquí en la tierra, merezcamos gozar de su compañía en el cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Monición para la segunda lectura San Pablo observa cómo los extranjeros alcanzan la misericordia de Dios, a causa de su adhesión a la fe en Cristo, y de la desobediencia del pueblo judío. Pero el Señor se mantiene fiel a sus promesas y no aparta del pueblo elegido la elección y especial consagración. Escuchemos.
R/. Aleluya, aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. R/. Aleluya, aleluya.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 11,13-15.29-32 ermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.
n aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
H
╬
E
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
1. Por el papa, los obispos, sacerdotes y todos los misioneros comprometidos con la causa de la evangelización, para que nunca se cansen de llevar la Buena Nueva de salvación a todos los rincones del mundo, OREMOS. 2. Por la Iglesia: para que continúe sembrando la Palabra de Dios en toda la humanidad. OREMOS. 3. Por las personas que viven momentos difíciles, en particular, las afectadas por la pandemia: para que encuentren la fuerza y esperanza en la Palabra de Dios y en la solidaridad fraterna de todos. OREMOS. 4. Por las vocaciones, para que muchos jóvenes respondan a la llamada del Señor a la vida de servicio como sacerdotes o personas consagradas, OREMOS. 5. Por los nosotros, para que por nuestra oración, fe y humildad la presencia de Dios esté siempre viva en los hogares, OREMOS.
Ten compasión de nosotros, Señor, y atiende las oraciones que con fe y confianza te hemos presentado. Por Jesucristo, nuestro Señor. LITURGIA EUCARÍSTICA
R
U