7 minute read

EL ROL DEL MAESTRO DE EDUCACIÓN ESPECIAL EN ÉPOCA DE PANDEMIA: EN UN LUGAR MUY, MUY LEJA NO, REALIDADES CRUDAS EN MEDIO DE ¿HISTORIAS DE ÉXTIO?

EL ROL DEL MAESTRO DE EDUCACIÓN ESPECIAL EN ÉPOCA DE PANDEMIA: EN UN LUGAR MUY, MUY LEJANO, REALIDADES CRUDAS EN MEDIO DE ¿HISTORIAS DE ÉXTIO?

Mtra. Liliana Pérez López Directora del CAM Tonila

Advertisement

En el marco de la pandemia global, los maestros de nuestro tiempo enfrentamos el mayor reto de nuestras experiencias profesionales, en medio de lo imposible, hacer lo posible, en un escenario donde la comunicación permanente es fundamental, nos enfrentamos a una desigualdad social, económica y cultural, cada vez más pronunciada, con una brecha digital inminente no solo en los hogares de nuestros alumnos, sino en los mismos centros de trabajo con diferencias abismales en nuestros alcances y equipamiento.

En el Centro de Atención Múltiple ubicado en la localidad de

Tonila, municipio de Jalisco, con alumnos de clase socioeconómica baja, donde el 80% de los hogares se encuentran desprovistos de dispositivos electrónicos que posibiliten la interacción con los estudiantes y maestros, nuestro panorama es mucho más desalentador que el de nuestros pares ubicados en zonas urbanas mejor posicionadas.

Nuestra realidad es desesperanzadora, pero nuestro compromiso por mantener y destacar la importancia de la escuela como institución garante de la igualdad social, por mantener la cercanía con nuestros estudiantes a la distancia y a la vez posicionar a la escuela como el espacio de cuidado, acompañamiento físico y emocional de los niños y jóvenes más vulnerables de nuestra sociedad, nos mantiene claros en nuestro propósito.

En este sentido y argumentando el dicho de Hargreaves (2003) citado en Tarabini (2020), es imprescindible que las escuelas sean tanto comunidades de aprendizaje como comunidades de cuidado, donde la escuela se constituya como la institución de igualación social, hecho que demanda dos condiciones imprescindibles: la presencia y el contacto físico como herramientas principales de interacción profunda requeridos por los procesos de transmisión cultural. Donde esta experiencia fuera de sus contextos familiares cotidianos le provean de nuevas posibilidades y oportunidades de integración al campo laboral viables a su propia y particular realidad.

En contra de los panoramas desalentadores y apocalípticos para el sostenimiento de la escuela presencial, buscando en la virtualidad el acercamiento con padres de familia y alumnos, nos encontramos en la situación de: “No me responden”, “No me entrega evidencias”, “El tutor no tiene teléfono, móvil o computadora”, “No tiene correo electrónico”, “No sabe leer”, “Se quedó sin trabajo”, “Tiene que doblar turnos, redujeron su sueldo” y una larga lista de etc.

Todos esos errantes esfuerzos fueron dejando un camino, una huella que nos marcó un rumbo en medio de la incertidumbre. En el ensayo y el error nos descubrimos frágiles, desesperados y completamente convencidos de “aceptar esta realidad social poniéndola en diálogo con nuestra función. No fue un aceptar lo dado como deber ser, sino más bien un aceptar que se resignificó en la práctica”. Nuestro quehacer docente radica en la profunda reflexión de lo posible, así como la educación en la implacable y permanente búsqueda de nuestras metas formativas, haciendo historia. Cito a Tarabini (2020) para sostener que nuestro incierto futuro dependerá del ejercicio individual y social de no aceptar nuestra realidad como algo dado y al tiempo como el eterno fluir, sino como un momento en el que el ser humano, la esperanza del mundo en términos de Freire (2016) pueda surgir y reinventarse.

Con la única certeza de la incertidumbre seguimos al pie del cañón, errando con la esperanza de encontrar nuestra propia historia de éxito. Conocemos algunas historias de éxito en otros niveles educativos, algunos privilegiados (muy pocos) apenas si notaron la

diferencia en sus campus virtuales con la emergencia sanitaria, con tristeza y cruda honestidad, no es nuestro caso, nos esforzamos día con día para proporcionar a nuestros estudiantes el capital emocional que esta situación exige, sabemos perfectamente que nuestros alumnos viven esta crisis desde la soledad, la angustia y el desconcierto, pues en su gran mayoría nuestros alumnos solo tienen como complemento de rutina y contacto social sus interacciones en la escuela, pensamos en aquellos que por la naturaleza de su condición y la de sus propias familias encontraban en la escuela el único alimento seguro del día y la constante vigilancia de su propia integridad. En esta realidad donde no es factible continuar con la poca socialización que se tenía, abogamos por lograr

el contacto con ellos a la distancia mediados por tecnologías con el apoyo de familiares indirectos y vecinos, de momento aspiramos a mantener su nivel de logros donde la pausa mundial nos alcanzó, nuestro reto no se centra en contar o no con dispositivos electrónicos que faciliten nuestra virtualización, no se trata solo del acceso a internet, incluye el reto del acompañamiento, apoyo y soporte para el desarrollo mismo de las actividades diseñadas para nuestros estudiantes. “Delegar la responsabilidad de la instrucción a las familias agudiza ahora y siempre las desigualdades sociales” Martín Criado (2020).

En este sentido me hago innumerables cuestionamientos, por compartir algunos: Las escuelas de educación especial ¿Tenemos la esperanza de que nuestras autoridades nos consideren parte de los problemas por solucionar dentro del sistema educativo?, objetivamente ¿Han considerado la realidad de escenarios como el de nuestros alumnos?, es por demás resaltar que en el nivel educativo que contextualizo, los avances y logros académicos y de socialización de nuestros estudiantes son lentos y complejos (según la naturaleza de sus diagnósticos) aun en la presencialidad, ¿Lo han imaginado siquiera en la virtualidad?.

Podría fastidiar nuestro texto con una larga lista de preguntas que orbitan mi cabeza, pero preciso destacar que en ésta escuela particular los docentes, alumnos y padres de familia queremos alzar la voz y contar una realidad que merece ser escuchada aun cuando eso no satisfaga las expectativas de nuestras autori-

dades al necesitar historias de éxito en medio de esta crisis global. Ciertamente confiamos que de la tempestad, con resilientes ánimos optimistas tenemos la posibilidad de rearmar el mundo, pero en esa posibilidad contamos todos con una importante posesión de herramientas dotadas de verdad que deben ser contempladas. Tenemos que ver a los ojos al diablo aun con miedo, de otro modo jamás encontraremos la forma de tomarlo por los cuernos. Siendo honestos con nuestra propia verdad, de esa manera con más que posturas positivas, lograremos recuperar el camino perdido, demandando extenuantes horas de trabajo a todos y cada uno de los actores educativos de nuestra comunidad escolar, autoridades gubernamentales y educativas.

En conclusión, mientras buscamos la manera de resolver las dinámicas transformaciones de nuestras metodologías y cumplir con el objetivo de continuar con la enseñanza a la distancia es valioso destacar que las clases virtuales en nuestro contexto y aun en otros mejor situados, nunca sustituirán la presencialidad, en esta virtualización apresurada los que vivimos la experiencia desde ya, podemos afirmar con certezas que es simplemente otra cosa, con esto no queremos decir que rechazamos el uso de herramientas digitales que sin lugar a duda son una magnifica herramienta de comunicación en nuestros tiempos, sino que citando a García (2020) “tenemos que luchar contra la lógica y técnica individual que las rige en su mayoría para

ponerlas al servicio de la construcción de lo colectivo”.

A los docentes nos toca reestructurar planeaciones, repensar estrategias y buscar el cómo sí, pero también subrayamos que desde un punto de vista más global, nos hacen falta políticas que asuman que la pandemia y el obligado confinamiento no nos afectó a todos por igual en los contextos familiares, escolares y laborales, por consiguiente deberían escribirse políticas que puedan compensar la desigualdad, de otra forma solo puedo imaginar lo determinantemente cruel de la brecha digital y como esta pandemia vino a ponernos en evidencia con un colapso de los hogares más necesitados, la impotencia de los padres de familia y alumnos más vulnerables de esta sociedad.

Bibliografía

Freire, Paulo (2016): “Cambiar es difícil, pero posible” en “El maestro sin recetas”. Buenos Aires. Editorial Siglo XXI; Pág. 150 García, Ana (2020). La Escuela en tiempos de pandemia. Questión periodismo/comunicación. DOI: https://doi.org/10.24245/16696581e313. Hargreaves, Andy (2003). Teaching in the Knowledge Society. Education in the Age of Insecutity. New York and London: Teachers College Press. Martín Criado, Enrique (2020): “El confinamiento aumenta la desigualdad educativa (y no es culpa de los padre)”. Entramados sociales, web de divulgación sociológica. Acceso: https://Entramadossociales.org/educacion/el-confinamiento-aumenta-la-desigualdad-educativa-y-no-es-culpa-de-los-padres/, publicado el 1 de abril de 2020. Tarabini, Ana (2020). ¿Para qué sirve la escuela? Reflexiones sociológicas en tiempos de pandemia global. Revista de sociología de la educación-RASE, 13(2) Especial, COVID-19, 145-155. https://doi.org/10.7203/RASE.13.2.17135.

This article is from: