EL ROL DEL MAESTRO DE EDUCACIÓN ESPECIAL EN ÉPOCA DE PANDEMIA: EN UN LUGAR MUY, MUY LEJANO, REALIDADES CRUDAS EN MEDIO DE ¿HISTORIAS DE ÉXTIO?
Mtra. Liliana Pérez López
Directora del CAM Tonila
E
n el marco de la pandemia global, los maestros de nuestro tiempo enfrentamos el mayor reto de nuestras experiencias profesionales, en medio de lo imposible, hacer lo posible, en un escenario donde la comunicación permanente es fundamental, nos enfrentamos a una desigualdad social, económica y cultural, cada vez más pronunciada, con una brecha digital inminente no solo en los hogares de nuestros alumnos, sino en los mismos centros de trabajo con diferencias abismales en nuestros alcances y equipamiento. En el Centro de Atención Múltiple ubicado en la localidad de Tonila, municipio de Jalisco, con alumnos de clase socioeconómica baja, donde el 80% de los hogares se encuentran desprovistos de dispositivos electrónicos que posibiliten la interacción con los estudiantes y maestros, nuestro panorama es mucho más desalentador que el de nuestros pares ubicados en zonas urbanas mejor posicionadas.
Nuestra realidad es desesperanzadora, pero nuestro compromiso por mantener y destacar la importancia de la escuela como institución garante de la igualdad social, por mantener la cercanía con nuestros estudiantes a la distancia y a la vez posicionar a la escuela como el espacio de cuidado, acompañamiento físico y emocional de los niños y jóvenes más vulnerables de nuestra sociedad, nos mantiene claros en nuestro propósito. En este sentido y argumentando el dicho de Hargreaves (2003) citado en Tarabini (2020), es imprescindible que las escuelas sean tanto comunidades de aprendizaje como comunidades de cuidado, donde la escuela se constituya como la institución de igualación social, hecho que demanda dos condiciones imprescindibles: la presencia y el contacto físico como herramientas principales de interacción profunda requeridos por los procesos de transmisión cultural. Donde esta experiencia fuera de sus contextos familiares cotidianos le provean de nuevas posibilidades y oportunidades de integración al campo laboral viables a su propia y particular realidad. En contra de los panoramas desalentadores y apocalípticos para el sostenimiento de la escuela presencial, buscando en la virtualidad el acercamiento con padres de familia y alumnos, nos encontramos en la situación de: “No me responden”, “No me entrega evidencias”,
“El tutor no tiene teléfono, móvil o computadora”, “No tiene correo electrónico”, “No sabe leer”, “Se quedó sin trabajo”, “Tiene que doblar turnos, redujeron su sueldo” y una larga lista de etc. Todos esos errantes esfuerzos fueron dejando un camino, una huella que nos marcó un rumbo en medio de la incertidumbre. En el ensayo y el error nos descubrimos frágiles, desesperados y completamente convencidos de “aceptar esta realidad social poniéndola en diálogo con nuestra función. No fue un aceptar lo dado como deber ser, sino más bien un aceptar que se resignificó en la práctica”. Nuestro quehacer docente radica en la profunda reflexión de lo posible, así como la educación en la implacable y permanente búsqueda de nuestras metas formativas, haciendo historia. Cito a Tarabini (2020) para sostener que nuestro incierto futuro dependerá del ejercicio individual y social de no aceptar nuestra realidad como algo dado y al tiempo como el eterno fluir, sino como un momento en el que el ser humano, la esperanza del mundo en términos de Freire (2016) pueda surgir y reinventarse. Con la única certeza de la incertidumbre seguimos al pie del cañón, errando con la esperanza de encontrar nuestra propia historia de éxito. Conocemos algunas historias de éxito en otros niveles educativos, algunos privilegiados (muy pocos) apenas si notaron la
MISIÓN17 - INFORMAR PARA FORMAR
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