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Esta es la AMMEF
Emergencias, desastres y acción humanitaria
Durante tiempos difíciles, si nos encontramos en la situación para hacerlo, suele surgir la necesidad de aportar algo de nosotros para el beneficio de aquellos que lo necesitan, para aligerar la carga, para solventar la crisis. Estos tiempos difíciles, ya sean resultado de desastres naturales o la mano del hombre, son casi siempre imposibles de predecir y por lo tanto, rara vez estamos preparados para su llegada. Debido a esto, a la población civil sólo nos queda sumar nuestro granito de arena a través del voluntariado y la donación en especie o monetaria. Esto puede ser—o parecer—un gran gesto de solidaridad y en el caso de lo sucedido el mes de septiembre en México—en realidad, Ciudad de México, Morelos, Estado de México, Puebla, Chiapas y Oaxaca—un motivo para unir a una sociedad casi siempre dividida. Sin embargo, podemos cuestionar qué tan significativo es el impacto de estas acciones para aquellos que han sido afectados, si sabemos que tarde o temprano la ayuda dejará de llegar.
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No quiero decir que la acción humanitaria no sea de gran alivio durante los desastres, sino que nuestra contribución debería ser algo más que simple paliación. En situaciones de emergencia, existen expectativas para cada uno de los sectores; gobierno, sociedad privada, sociedad civil, etc. Asimismo, se espera que los médicos y los estudiantes de medicina respondamos ante la crisis, pero infortunadamente, no siempre contamos con habilidades—y conocimiento—de cómo aportar a la resolución del desastre desde nuestra área de expertise. La IFMSA, busca subsanar esta deficiencia a través de uno de sus diez y ocho Programas.
El programa Emergencies, Disaster Risk and Humanitarian Action, tiene como objetivo prevenir que los riesgos se conviertan en tragedias, disminuyendo el impacto de los desastres, así como generar una respuesta adecuada y organizada ante las emergencias. Como estudiantes de medicina, esto es posible si nos organizamos para prepararnos y, ayudamos educando a la población civil sobre acciones concretas que pueden disminuir el riesgo de una tragedia. Gracias a los medios de comunicación actuales, tenemos la capacidad de coordinar nuestros esfuerzos no sólo a lo largo de nuestro país, sino del globo. Como futuros médicos tenemos el compromiso de promover el bienestar de las poblaciones a las que nos enfrentamos y a su vez, se espera que nosotros estemos capacitados en múltiples procesos de respuesta a emergencias.
Como población civil debemos hacer una transición de respuestas humanitarias improvisadas a planes de respuesta a emergencias sostenibles. Sin duda, es una tarea difícil, pero las ganas de contribuir—como vimos— existen. Así como existen ya organizaciones y dependencias responsables de estos asuntos, quizá la clave está en acercarnos, y si no nos escuchan, emprender el camino por nuestra cuenta, trabajando hasta hacernos notar. No es una cuestión de sentirnos bien por apoyar, de demostrar que podemos o de seguir una tendencia popular; si bien la resiliencia es una buena virtud, el estar preparados también lo es. Recordemos que no se trata de escombros, Es la vidas… personas. Es la pérdida de patrimonio, de historia y recuerdos.