Cuentos y Reflexión... por la radio

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Con la colaboración de Tomi Blatt, y la participación de Ester Vicente v


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José Ricardo Lucks Cuentos y Reflexión… por la radio / José Ricardo Lucks; con colaboración de Tomi Blatt. – 1a ed. – Buenos Aires : el autor, 2008. 290 páginas ; 21x15 cm. ISBN: 978-987-05-3922-3 1. Narrativa Argentina. I. Blatt, Tomi, colab. II. Título CDD A863

Queda terminantemente prohibida, sin la autorización expresa y escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial con fines comerciales de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático.

© 2008, José Ricardo Lucks Primera edición ISBN 978-987-05-3922-3

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

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Agradecimientos

Quiero agradecer a Tomi el lugar que me brinda en su programa, y la oportunidad que me da para decir “mis” cosas. A Ester por su constante humor y complicidad. A Marta, Solange, Rafael y a Javier, por el trabajo silencioso pero vital, para que el programa salga bien. Gracias a los que se interesaron por el libro de la columna del año 2006: Literatura y Reflexión… por la radio, y también a todos los que me acompañaron con sus comentarios en el blog, donde se publican cada semana los guiones de la columna: www.ideasylibros.blogspot.com. Obviamente quiero agradecer a los oyentes que siguieron la columna, que mandaron mensajes de apoyo o de crítica, y que seguramente leen y reflexionan. A todos mi gratitud por estar del otro lado del micrófono, o conmigo alrededor del mismo, para que esta experiencia de compartir literatura y reflexiones haya podido hacerse realidad.

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Prólogo

Hace ya dos años comenzamos, en Radio Palermo, la utópica tarea de difundir literatura y tratar de generar un espacio de reflexión, en un programa de radio matutino. El tiempo demostró que de utopía tenía poco. Ustedes los oyentes, y ahora lectores, nos demostraron que se podía, y hasta cierto punto se debía, reflexionar y leer… por la radio. De aquella aventura original surgió Literatura y Reflexión… por la radio, editado hace ya un año, y que también formó parte del sueño. Haber trascripto los contenidos de la columna radial a un libro, y seguir difundiendo literatura ahora a través de un soporte escrito, fue un camino sólo lleno de satisfacciones. Nace ahora de esta “locura”, Cuentos y Reflexión… por la radio, el segundo retoño de esta intención de utilizar lo ya escrito para pensar y re pensar. Sócrates, filósofo griego, sostenía que no debía escribirse. En su lógica proponía el hecho de que un discurso escrito es inerte, no puede discutirse con el papel, el que lo escribió no puede defender sus ideas. Es esto muy cierto, pero, de no ser por la escritura, hubiésemos perdido todo rastro de mentes brillantes como la de él. Definitivamente me gustaría más discutir con Sócrates que leerlo. Pero leyéndolo tengo la oportunidad de acercarme a su pensamiento, y reflexionar sobre lo que alguna vez dijo. La intención de este libro, como lo fue la del anterior, es la de acercarles pedacitos de literatura, este año en la forma de cuentos, para ayudar a la reflexión. Se puede o no coincidir con lo escrito y dicho en la columna de radio, eso no es lo importante. Sí lo es el ejercicio de pensar, y de buscar, en cada situación personal, lo aplicable del cuento o de la cita en cuestión. -1-


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Cervantes le hace decir a uno de sus personajes del Quijote: “No hay libro tan malo que no tenga algo de bueno”. Es cierto que en esa época se editaba mucho menos que ahora, y por eso, lo dicho, puede haber sido más verdadero a fines del siglo XVI, que ahora en la actualidad. De hecho, Nietzsche, filósofo prusiano, sólo un par de siglos más tarde, en el XIX, se quejaba de que debido a la gran difusión de la lectura, en esa época cualquiera se animaba a escribir, y por lo tanto la calidad de lo impreso se había deteriorado groseramente. Sin coincidir con la queja nietzscheana por la difusión de la lectura, es cierto que los autores tenemos ahora más libertades que hace quinientos años, y que por lo tanto la rigurosidad y el cuidado por el arte ha de haber disminuido. Aun así, yo prefiero ser tildado de ingenuo y quedarme con la opinión de Cervantes. Todo libro merece ser leído al menos una vez, algo bueno deberíamos poder encontrar o construir con él. Espero que éste tenga esa magia de poder dejar, en el que hace el esfuerzo de adquirirlo y dedicarle tiempo, alguna marca de las buenas. Espero que pueda abrirle un espacio para pensar y crecer, que sea de los que le da la razón a Cervantes, y no a Nietzsche. Qué mejor que cerrar este prólogo con un pequeño cuento de literatura Zena, que leí hace un tiempo y me pareció muy apropiado. El mismo dice algo así: “Había una vez un maestro Zen que enseñaba a sus discípulos con historias y cuentos. Los estudiantes disfrutaban mucho con las historias, pero a veces parecían confundidos, y les preocupaba el asegurarse de entender lo que el maestro quería transmitirles. Las más de las veces los relatos podían encerrar varios significados. De su análisis, los futuros maestros desgranaban múltiples reflexiones. Para peor, no siempre podían ponerse de acuerdo en cuanto a cuál era la enseñanza principal de las parábolas. Así es que un día, a instancias de sus compañeros, el más avanzado de la clase pregunta:

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–Maestro, ¿qué propósito tiene una historia que puede ser leída de mil maneras y posee tantos significados? –No debes preguntarte qué significado tiene una historia u otra, y si acaso es el verdadero o no –responde el venerable–. Debes cuidar que la historia sea de provecho para quien la escucha. He ahí el verdadero valor”. Espero de corazón que al menos alguna de las historias aquí incluidas sea de valor para la lectora o lector. Ese provecho no dependerá tanto de la selección que haré de las mismas, sino del uso que usted le dé a los párrafos. De la sencillez de leer las historias y de tratar de verlas con la luz del día que le toca vivir. Sin preconceptos. Sin fórmulas matemáticas ni científicas para encontrar verdades ocultas. De allí surge el beneficio. Cada historia puede significar para distintas personas cosas muy diversas. El animarse a dejar que un cuento lo toque a uno, lo emocione, lo haga pensar, lo transporte a otra era en la cual todas las posibilidades están abiertas, es pura consecuencia de la buena predisposición que uno ponga para que eso ocurra. ¡Anímese! Que lo disfrute.

Bibliografía: a

Adaptación de un cuento llamado “El significado verdadero”, en Cuentos ZEN, Guido Tavani, Editorial Quadrata, 2007.

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08-03-07. Otra verdadera versión de la creación de la mujer

Tomi: Hola, J. R., bienvenido nuevamente a Doble Click versión 2007. Ester: Hola, hola, feliz año nuevo. J. R.: ¡Queridos amigos!, ¡qué alegría volver a estar por acá! Y feliz día para todas las damas hoy en su Día Internacional de la Mujer. Tomi: Ya empezó, chupamedias… J. R.: Bueno, pero no cualquier media, medias de mujer… Tomi: Claro, sí, es bueno aclarar… Bueno, dime, ¿todo bien?... J. R.: Sí, todo muy bien… Tomi: … ¿seguimos este año con el espacio de literatura y reflexión? J. R.: Sí, este año vamos a continuar con la literatura, pero vamos a usar una forma particular de este arte. Tal vez no lo hagamos siempre, pero si sale bien, creo que mayoritariamente. Esa forma de literatura es el cuento. Ester: ¡Ay, qué lindo! J. R.: El cuento, según los que saben, es una narración corta de un hecho real o ficticio, que tiene como objetivo, además de informar de la situación que se desarrolla en el mismo, el de dejar algún “ganchito” para el aprendizaje o la reflexión. Así que, como esta columna se trata tanto de literatura como de reflexión, vamos a intentar de usar cuentos de todas las épocas para pensar y si se puede mejorar en algo. Tomi: Cuentos con moraleja. -5-


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J. R.: Exactamente. Para usar una definición de un amigo aquí de la Doctora Ester, déjenme citar a don Julio Cortázar, que de los cuentos dice lo siguiente: "(…) un cuento es un relato en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final". Así que si la selección de cuentos termina siendo buena, vamos a tener suspenso, tensión y, tal vez, algo de fatalidad… pero de la buena. Tomi: Buena propuesta. J. R.: Vamos a leer algunos cuentos de los llamados populares, que son tan antiguos como la humanidad. Muchos de estos cuentos populares llegan con el tiempo a denominarse leyendas, y estos, en general, son del pueblo. Si tuvieron autor, lo perdieron hace mucho. Con lo cual, si bien en algunos casos podré citar de dónde vienen, lo más probable es que no pueda, o que alguien ya los haya escuchado viniendo de otro lado. Aparte de estos cuentos populares voy a traer alguna vez otros que se llaman cuentos literarios. Estos son en general escritos y por ese motivo tienen normalmente autor conocido y forma concreta. Lo cierto es que cuando un cuento gusta se cuenta, se adapta y, con el tiempo, por ser bueno, se transforma en cuento popular. Tomi: Se producen tantas versiones que se populariza. J. R.: Exactamente, se transforma en popular a pesar de tener origen conocido. Hablando de cuentos populares, no sé si recuerdan que el año pasado mencionamos un libro llamado: The Beatles, Dos de Nosotrosa… Tomi: Sí, me acuerdo. Excelente. J. R.: …en el mismo, los autores se refieren a los temas musicales, o a los poemas-letras, de las canciones de Los Beatles de una forma que me pareció excelente y por eso quiero -6-


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volver a traer esa cita a colación. Ellos los comparan con cuentos y dicen así: “Un cuento (…) pasa de generación en generación y es como si se escribiese nuevamente cada vez que alguien (…) lo lee (…). Es un legado que cada nueva generación, afortunadamente, va asumiendo como propio”. Traigo a colación esta cita, porque lo que vamos a intentar hacer aquí este año es justamente eso. Tratar de hacer pasar cuentos de generación en generación. Rescribiéndolos muchas veces. De hecho, voy a introducir un término: lucksizar… Ester: ¡Está bueno! J. R.: …que significaría algo así como: versión libre adaptada por J. R. Lucks del cuento que haya encontrado para contarlo en Doble Click. Ester: (risas) Tomi: ¿Lucksizar?… ¡los vas a hacer pelota a los cuentos!… luxar más que lucksizar… J. R.: (risas)… como quieran, pero la cuestión es que vamos a contar versiones adaptadas de cuentos populares o literarios, tratando de darle a ese legado de sabiduría encerrado en el cuento la importancia necesaria como para que no se pierda. Asumiendo como propios, aunque con respeto por los millones de personas que antes que nosotros hicieron lo mismo, los contenidos, las enseñanzas, las lágrimas y las sonrisas que estos cuentos nos puedan traer y dejar. Sintiéndonos así en la obligación de que no mueran en nosotros, sino que se hagan carne y, porque no, también letra de una nueva versión contada. Tomi: Como si los estuviésemos escribiendo nuevamente, como si fuesen nuestros… está bueno, me gustó. J. R.: Bueno. Suficiente introducción. Hoy, como es el Día Internacional de la Mujer, les voy a contar un cuento que tiene que ver con las mujeres. Concretamente con la creación de la -7-


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mujer. Esta vendría a ser la enésima versión “verdadera” de la creación de la mujer. Ester: A ver, a ver… Tomi: Esto puede ser interesante… J. R.: La base de este relato anda dando vueltas por Internet, así que tal vez lo escucharon o leyeron. Yo tomé una de las tantas versiones que hay y la lucksicé un poco. Ahí les va: “No se sabe bien cuándo el creador terminó por crear a la mujer, si dentro de los famosos seis días o después. Para el caso da lo mismo. Lo que sí es bastante verificable es que fue una de las últimas cosas que creó. Las mujeres dicen que debido a esto, a que el creador había ya aprendido y ganado experiencia, ellas salieron ‘tan pero tan perfectas’. Pero lo cierto es que más allá de que esto puede ser verdad, el pobre tenía a esa altura muy pocos materiales. Después de todo ya había hecho el cielo y la tierra, los mares y las montañas, los peces y los pájaros, las plantas y los animales terrestres… y, finalmente, al dichoso hombre. (Aclaremos que en su versión de varoncito). Así que aun sin materiales, pero muy entusiasmado, comenzó a crear a la mujer. Para hacerlo tomó: la redondez de la luna y las suaves curvas de las olas, la adherente fidelidad de la enredadera y el tembloroso movimiento de las hojas, la esbeltez de las palmeras y las delicadas tonalidades de las flores. También la extrema resistencia del diamante, la dulzura de la paloma y un poco de la crueldad de la rosa con espinas; algo de la frialdad de la nieve pero todo el ardor del fuego. Para ir completando tomó la dulce mirada de los ciervos recién nacidos, la alegría de los rayos de sol y la timidez de la tórtola, la vanidad del pavo real y por supuesto la suavidad y la hermosura de su plumaje. Mezcló todos los ingredientes, le dio forma y se la entregó al hombre. El susodicho, feliz, aunque obnubilado y confundido, ya que no estaba seguro de qué hacer con -8-


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ella. Dicho y hecho, a la semana el hombre vuelve con la mujer y pide hablar con el creador. Cuando es atendido, con tono de pocos amigos, el hombre lo increpa diciendo: –Señor, la criatura que me presentaste los otros días me hace infeliz. Requiere toda mi atención y jamás me deja solo. Habla intensamente, llora sin motivo y se divierte haciéndome sufrir, por lo que vengo a devolvértela, pues ya no puedo vivir con ella”. Tomi: (risas) J. R.: Sigo: “El creador lo mira con algo de cariño y mucho de resignación y le dice: –No te preocupes. Déjala conmigo. No pasaron tres días antes de que el hombre volviese. Al ser recibido, esta vez con tono humilde y arrepentido, reconoce: –Señor, me encuentro muy solo desde que te mujer. Ella cantaba y jugaba a mi lado, me ternura y su mirada era una caricia, reía y musical, era bella de mirar y dulce Devuélvemela, pues no puedo vivir sin ella”.

devolví a la miraba con su risa era de tocar.

Y así fue que se creó a la mujer, y que el hombre no puede vivir sin ella. Así que hoy, en el día que recordamos especialmente lo especiales que son las mujeres, felicidades a todas. Tomi: Bien, eh... anónimo y universal. Es como una adicción la mujer para el hombre. J. R.: Sí... una buena adicción. Tomi: Acá nos soplan… un mal necesario… Ester: ¡Así no vale!, si se mete Javier, que vengan Solange y Marta1… El cuento estuvo bien, pero si nos toman para la chacota… -9-


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J. R.: No, no,… al menos yo no. Tomi: ¡Arruga!, el muy cobarde… J. R.: (risas)… Yo no me meto en sus peleas, ustedes jueguen que se quedan, yo mi columna ya la terminé. Ester: Muchas gracias, J. R., hasta la próxima. J. R.: Chau, chau, hasta la próxima, y feliz día señoras y señoritas. Tomi: Nos vemos, J. R., gracias y hasta la próxima.

Bibliografía: a

The Beatles, Dos de Nosotros. Ester Vicente y Gustavo Ghisalberti, 1997.

Notas de contexto: 1

Javier, operador del programa, Solange y Marta, colaboradoras en la producción de Doble Click.

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15-03-07. La olla embarazada y los consumidores

Tomi: Hola, J. R., buenos días. Ester: Hola, J. R., ¿cómo te va hoy? J. R.: Muy bien, muy bien, buenos días para todos. Tomi: ¿Qué te trae por acá? J. R.: Hoy les traje un cuento que leí una vez en un libro que se llama Recuentos para Demiána, del amigo Jorge Bucay en el principio de su carrera literaria, cuando todavía no era tan mediático. Tomi: ¿Cita él de quién era originalmente el cuento? J. R.: Él indica que la versión libre incluida en su escrito se basa en un relato de A. H. D. Halka. Este es un autor que, entre otras cosas, escribe, o recopila, cuentos, en general originados en Medio Oriente. Ester: Ha tenido problemas ese muchacho con las citas. J. R.: Sí, sabemos que últimamente, al menos, ha tenido algunos líos. Pero bueno. El cuento en el libro de Bucay se llama “La olla embarazada”, y la versión lucksizada dice así: “Había una vez un vecino Pedigüeño que solicita a su vecino Prestador una olla. El Prestador accede, y entrega la única olla que tenía recomendándole mucho al Pedigüeño que se la cuidase. Pasan los días y el Pedigüeño no devuelve la mentada ollita, así que el Prestador, no sin un poco de vergüenza, va a la casa del Pedigüeño a reclamar por su propiedad. Cuando llega, el Pedigüeño lo recibe calurosamente y se deshace en disculpas.

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–No sabés lo que pasó –se ataja el Pedigüeño–, ¡la olla que me prestaste estaba embarazada! –¿Cómo que embarazada? –pregunta sorprendido el Prestador. –Sí, efectivamente, embarazada. Tardé en devolvértela porque el parto fue un poco difícil y la pobre ollita quedó muy dolorida. Aquí la tienes, ya recuperada, y al jarrito de aluminio que acaba de nacer. Te recomiendo que no lo dejes en lugares con corriente de aire porque aún es joven y delicado. El Prestador no salía de su asombro. Saludó a su vecino y comenzó a caminar hacia su casa no sin pensar que el Pedigüeño estaba completamente loco. De cualquier manera, ahora tenía una olla y un jarrito, así que esa locura no le había resultado nada perjudicial. A la semana el Pedigüeño vuelve a la casa del Prestador, esta vez solicitando un compás y una escuadra, para hacer un trabajo de geometría en el que decía estar enfrascado. El Prestador duda recordando la locura de su vecino, pero termina por acceder recordando que la vez anterior no le había ido nada mal. La situación termina por repetirse. Demora en la devolución y reclamo. Cuando el Prestador pide sus cosas, el Pedigüeño le cuenta: –¡Otra vez!, ¡increíble! Dejé al compás y a la escuadra solos la otra noche, y evidentemente eran pareja, porque el compás embarazó a la escuadra. –¡Sí, seguramente! –exclama irónicamente el Prestador. El pedigüeño, agitado y entrando en su casa para buscar los utensilios, devuelve al Prestador su compás, su escuadra, una goma de tinta y una de lápiz. –Esta vez el parto dio mellizos. Parto múltiple. - 12 -


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El Prestador estuvo a punto de no tomar las gomas y retirarse sólo con sus cosas. Pero no. Tomó todo lo que se le entregaba y se marchó a su casa. Sonriendo. No pasaron muchos días antes de que el Pedigüeño volviese a la casa del Prestador. Pero esta vez el pedido toma otro cariz. El Prestador tenía sobre su mesa una preciosa fuente de plata de gran valor. Un lindo adorno. El Pedigüeño cuenta a su vecino que esa noche ofrecería en su casa una cena de gala. Un evento muy importante que podría representarle un gran aumento de sueldo. Por ese motivo, para impresionar a sus convidados, le pedía por favor que le prestase la fuente de plata. Con ella decoraría su mesa y dejaría a todos sus invitados boquiabiertos. El Prestador en principio se niega. Demasiado valiosa era esa fuente para prestarla. Pero ante la insistencia del Pedigüeño termina cediendo. –Este loco me va a volver a salir con la historia del embarazo y tal vez me haga de algunos cubiertos de plata, o de alguna copa de cristal –se dice el Prestador a sí mismo, mientras entrega la valiosa fuente. Nuevamente la misma rutina. Esta vez el Pedigüeño no deja pasar muchos días. Se acerca a la casa de su vecino y enérgicamente golpea la puerta. El Pedigüeño sale a la puerta con su cara desencajada. Parecía que había estado llorando. Con tono compungido comienza a relatar: –No sabés lo que pasó. –¡Me imagino! La fuente estaba embarazada –interrumpe el Prestador. –Sí,… efectivamente,… pero esta vez no son buenas las noticias… La fuente, desgraciadamente, falleció en el parto,… y como pidió ser incinerada, aquí tienes esta bolsita con sus cenizas”. Ester: (risas)… Excelente. - 13 -


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Tomi: Muy bueno… muy bueno. J. R.: Coherencia, coherencia. Si creyó las dos primeras, cuando se beneficiaba, la historia de la fuente debería ser también aceptable, ¿no? Tomi: Difícil ser coherente en estos casos. J. R.: Claro, la coherencia es difícil. Por eso yo quiero relacionarla con el Día del Consumidor, que es justamente hoy. Ester: Cierto, hoy es el Día Internacional de los Derechos del Consumidor. Estuvimos comentando que en varios puntos de la Ciudad hay mesas en las que se reciben reclamos, y se informa a la gente de los derechos que como consumidor tienen. J. R.: Exacto. Justamente. Mi planteo es el siguiente: si para el Día de la Madre los hijos tenemos que regalar algo; si para el Día de los Enamorados hay que comprar y regalar algo… ¿será que para el Día del Consumidor los negocios donde compramos nos van a regalar algo a nosotros? Coherencia. Si nos hacen regalar en el día de los otros, que nuestro día nos regalen ellos, ¿qué les parece? Tomi: ¡Ah, bueno!... nos mudamos a Utopialandia… Ester: (risas) J. R.: (risas)… Tal vez pido demasiado, pero si no es un regalo, podría ser algún otro tipo de atención. Yo acá traje una lista de ideas. ¿Qué tal si, por ejemplo, para nuestro día nos hacen una de esas ofertas de dos por uno, pero reales, o sea bajando el precio a la mitad de verdad, no subiéndolo al doble antes de hacer el dos por uno? O ¿qué tal si en nuestro día nos cobran márgenes razonables en vez de cualquier cosa? Ester: A ver, ¿cómo es eso? J. R.: Vieron que hay ítems que son baratísimos de producir pero se cobran lo que el consumidor está dispuesto a pagar, por ejemplo un disco compacto, hacerlo cuesta un centavo pero te lo cobran treinta pesos. O un té en un restaurante, el saquito sale no - 14 -


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más de dos centavos y calentar el agua no puede ser tan caro como para que te cobren tres o cuatro pesos, ¿no les parece? Tomi: (risas)… ¡A este muchacho le hizo mal la humedad!… hoy está alta la humedad, ¿no Ester? J. R.: O que tal si en el Día del Consumidor las publicidades dicen la verdad, como por ejemplo en los comerciales para adelgazar. Sólo por hoy. Que alguien salga y que explique que las modelos que actúan en el comercial jamás fueron gordas. Que aclaren que usan esas chicas, o esos muchachos, simplemente para incentivarnos a comprar, aunque no haya ninguna posibilidad de que alguna vez nos veamos como ellos. O los de los comerciales de abdominales, que aclaren que la gente que sale en las propagandas tiene esos abdominales porque a lo único que se dedican es a criar músculos. Que expliquen que con cinco minutos por día, sólo tal vez en ocho vidas un ser humano normal lograría el mismo resultado. Tomi: (risas)… Seguimos haciendo amigos en Doble Click. Yo me compré uno de esos aparatos para hacer abdominales una vez… Ester: ¿Y te sirvió? Tomi: No, después de cuatro mudanzas mi mujer lo tiró porque nunca lo usaba. Ester: (risas)… ¡Ah!, ¿pero hay que usarlo aparte de comprarlo? Tomi: (risas)… Sí, parece que sí, pero eso yo no lo sabía hasta que no leí el manual… (risas). En fin. Ahora, ¿lo que vos querés decir es que todas esas publicidades son falsas? J. R.: Momento, momento, yo no dije eso. Creo que a veces exageran un poco… Tomi: Arrugueti… J. R.: … lo que pido es un poco de coherencia. Si todos los días nos venden y nos exageran un poco, que nuestro día nos regalen y nos digan la verdad, nada más. - 15 -


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Ester: Sí,… ¡nada más pide el caballero! J. R.: Una opción más sencilla y más al alcance de todos: ¿qué tal si te tratan bien cuando entras a comprar a un local? Que te traten como una persona en vez de considerarte una molestia. Que no te desprecien ni te traten hipócritamente. Que no te vendan, que te ayuden a comprar. Que te digan: “No, mire, eso, la verdad, es una porquería… Ester: ¡O “te queda mal”! J. R.: … o te queda mal. Compre este otro que es más barato y de mejor calidad”. O en un restaurante que el mozo te aclare: “No, mire, esto mejor no lo pida hoy porque tiene como seis semanas en el freezer”. O que el chef salga de la cocina y te diga: “No, por favor, este plato no lo pida porque es carísimo, y como el dueño me hizo bajar los costos, el escalope tiene sólo quince gramos de carne, el resto es pasto y salsa”. En fin… me descargué. Tomi: ¿Cómo se llamaba el planeta del Principito?... ¡está hecho un ingenuo este muchacho!… Ester: No, está bien el pedido. Lástima que nadie va a contestar. Tomi: Sí. Me gustó la idea. Que nos regalen algo. Si yo compro todo el año en un negocio, el Día del Consumidor voy con todas las facturas de lo que compré y que me regalen aunque más no sea un caramelo. Algo. Cualquier cosa. Buena idea, me gustó. Tres kilowatts gratis los de la compañía de luz, u ocho metros cúbicos de gas los de la compañía de gas… J. R.: O por lo menos que hoy nos den la potencia que supuestamente nos tienen que dar o las calorías que supuestamente nos cobran. Ester: (risas)… seguimos cosechando amigos… Yo digo que los celulares hoy regalen minutos libres, o para mandar mensajes de texto sin cobrar, sólo por hoy.

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Tomi: Muy bien, muy bien, nos divertimos hoy. Perdimos como cuarenta potenciales auspiciantes pero no importa. Me gustó la idea que trajiste. J. R., muchas gracias por tu visita, nos vemos la semana que viene. J. R.: Chau, gente, nos vemos. Ester: Chau, don J. R., hasta la próxima.

Bibliografía: a

Recuentos para Damián, Jorge Bucay, Editorial Nuevo Extremo, 1999.

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22-03-07. Las albóndigas y lo que está detrás de los porcentajes

Tomi: Muy buenos días, don J. R. Lucks aquí de vuelta con nosotros, ¿cómo te va? J. R.: Muy bien, gracias. Buenos días. María Inés1: Buenos días. Tomi: ¿Qué nos traen hoy los cuentos? J. R.: Hoy les quiero hablar del INDEC2, y de cómo se ha transformado en la distracción del momento.3 Y también un poco de cómo las estadísticas nos engañan. Lo primero que quiero decir es que acaba de salir una estadística que dice que el 50% de las estadísticas pueden ser usadas para demostrar lo contrario de lo que prueban, y que el otro 50% también. Tomi: Bueno, hoy vinimos cómicos… J. R.: Es en serio. Yo no sé si saben, pero hay una regla estadística básica que dice que el resultado de una encuesta sólo es correcto si prueba lo que uno quería probar. En caso contrario, siempre queda la posibilidad de rehacer la encuesta. Tomi: Eso se ha aplicado mucho en este país… incluso recientemente. J. R.: Justamente, por eso es que quiero hablar un poco de esto hoy. El cuento en cuestión muestra claramente cómo muchas veces los números esconden realidades distintas de las aparentes. Ya me la he agarrado varias veces contra las estadísticas, y lo cierto es que ellas no tienen la culpa, la culpa la tienen los que las usan. Pero aparte, y acá es que tal vez esté el mensaje de la columna de hoy, si es que hay alguno, muchas veces, más allá de la posible mala intención del que tuerce los

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números, nosotros somos un poco cómplices de que las estadísticas sean un mal cuando las interpretamos. Tomi: Vos decís que no sólo el que “acomoda” los resultados es culpable, sino que nosotros si no “leemos” bien somos cómplices. J. R.: Sí, porque pueden obligarnos a escuchar pero no a coincidir, y si prestamos atención y hacemos el esfuerzo de no dejarnos engañar lo lograremos, seguramente. Tomi: Bien. J. R.: El relato en cuestión es un cuento de Nasrudín. Antes de empezar a contar, déjenme presentarles a Nasrudín para quien no lo conoce, ya que seguramente va a ser un asiduo visitante a la columna. Este personaje es utilizado, entre otros, por Idries Shah, autor hindú de nacimiento y que vivió entre 1924 y 1996. Idries Shah escribía sobre la doctrina sufí. Ésta, según el Diccionario de la Real Academia Española, es profesada por ciertos mahometanos, principalmente en Persia. Otras definiciones la indican como filosofía o sistema espiritual de búsqueda de la verdad, bastante difícil de explicar por cierto, porque no es una religión, ni una secta, sino más bien una forma de ver la vida y sus avatares. En realidad, para ser sufí no hace falta ser mahometano necesariamente. Este autor pone en situaciones a veces cómicas, a veces más dramáticas, enseñanzas y consejos que de alguna forma muestran parte de la idiosincrasia o de la filosofía de los pueblos de esa parte de Asia, que va entre Medio Oriente y la India. La versión lucksizada del cuento en cuestión dice así: “El Mulá Nasrudín es denunciado y llevado ante el tribunal por mezclar carne de caballo dentro de sus albóndigas de pollo”. Tomi: ¡Eh!, eso no se hace... J. R.: ¡Tremenda acusación!... sigo: “Obviamente, restaurante cerrado, todos los clientes del Mulá muy enojados, un desastre. La cuestión es que llega - 20 -


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el día del juicio y el Mulá, que de tonto no tenía un pelo, se prepara para su defensa. Ningún abogado había querido representarlo, ya que el restaurante del Mulá estaba cerca de los tribunales, y todos los abogados solían comer las famosas albóndigas de Nasrudín”. María Inés: Claro, todos habían sido engañados… J. R.: …Exactamente. “Imagínense, pues, el ambiente de la sala cuando el acusado entra a la misma. Alegatos de los acusadores, cientos de testigos, inflamados argumentos, en fin, lo imaginable. Cuando llega su turno al Mulá, este se acerca al estrado, muy tranquilo, abre un libro y cita: ‘Albóndigas: preparado de carne picada, que debe contener como mínimo 90% de carne del animal del cual se usa su nombre para nominar a la misma’. Cuando el juez, asombrado, pregunta de qué se trata esa cita, el Mulá muestra el libro en cuestión. Nasrudín estaba leyendo el Código Público de Alimentación y Sanidad para Restaurantes, del país en cuestión. En base a esto, él declara que en su restaurante se seguía al pie de la letra esta regulación. Si bien era cierto que se usaba carne de caballo, el código no lo prohibía siempre y cuando fuese dentro de los límites establecidos. Carne de pollo 90%, carne de caballo 10%. El juez, a quien las albóndigas también le habían traído alguna vez algo de acidez, no tiene otro remedio que dejar el juicio en suspenso a razón de aplicar sobre el restaurante de Nasrudín algún tipo de inspección y de revisión de porcentajes. Por lo pronto, lo deja libre, no sin antes amenazarlo con todo tipo de controles y de sanciones si no es verdad lo que acaba de declarar.

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Saliendo de la sala de audiencias, entre caras muy poco cordiales, el Mulá se encuentra con un amigo, uno de los pocos que le habían quedado. Este hombre, que no sale aún de su perplejidad, lo lleva hacia un costado y le pregunta si realmente él seguía la proporción indicada, porque la verdad es que últimamente las dichosas albóndigas tenían demasiado gusto a caballo. El Mulá, que realmente y de corazón se sentía inocente, contesta: ‘Por supuesto, 90% de pollo y 10% de caballo. Cada nueve pollos pongo un caballo’”. Tomi: (risas)… Muy bueno… ahora entiendo la relación con el INDEC. María Inés: (risas)… No estaba mintiendo, la proporción es correcta… J. R.: Exacto, la proporción es correcta, pero lo importante no es la proporción sino lo que representa. Nos la pasamos discutiendo si el índice de precios fue de 0.5% o de 1.5%. Si la canasta básica subió 1.8% o 3.2 %..., o si el desempleo bajó contra el trimestre pasado desestacionalizado o contra el año pasado sin desestacionalizar. La verdad, es que acá es donde nos quedamos enredados sin sentido. Es como el problema de Ezeiza4: el asunto no es el radar y los puntitos que aparecen y desaparecen, lo importante son los aviones y los pasajeros. Se termina perdiendo la noción de lo real cuando uno habla tanto de la representación de lo real. En el caso de los radares, detrás de cada punto en el radar hay un avión con cientos de personas. En los índices de pobreza o de desocupación, detrás de cada punto porcentual hay gente, concreta. Para cada una de esas personas, el problema del desempleo, o el problema de la suba de la canasta básica es el 100% de su problema, no el 1.5% u otro número con muchos decimales. Tomi: La diferencia con el INDEC es que, en este caso, las reglas son claras, no se puede “torcer” la información o supuestamente aplicar mal las fórmulas. - 22 -


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J. R.: Claro, tenés toda la razón. Por eso el comentario va más a quien lee la estadística: nosotros, que a quien la produce. Nosotros somos los que nos tenemos que preocupar por la realidad en vez de por los números. Lo relevante es cuántos miles de personas representan los puntos decimales que cuentan los índices. No suena igual decir que un 1% de la población no come, a decir que tantos miles de personas no comen. Cuando uno está entre esos miles, los porcentajes no importan. Todo parece mejorar en los números, los índices nos vienen diciendo cosas buenas, pero no nos olvidemos de la gente, de lo importante. No nos enredemos con los números y pongámonos a hacer algo en el mundo real. Hay montones de organizaciones, grupos de personas, instituciones que hacen cosas concretas. En vez de discutir tanto los números y las tendencias, ¿no sería mejor hacer algo por un comedor infantil?, o si uno es empresario, ¿no sería mejor crear algún puestito de trabajo?, en blanco, preferentemente. En fin, seguramente eso está ocurriendo, porque si no los porcentajes no mejorarían. Tomi: Es verdad, vale hacer en lo concreto. Me acuerdo ahora, por ejemplo de alguien que entrevistamos hace poco, acá en Doble Click, del Proyecto Huerta Niño, que promueve en el norte del país a que los chicos en el fondo de la escuela aprendan a llevar una huerta, no sólo producen para comer sino que aprenden a cultivar. J. R.: Por eso quería llevar el comentario a que nos olvidemos un poco de cómo es que se preparan los índices, y que nos fijemos en lo que está detrás de las metodologías y los resultados. A mí me gusta decir: si voy a gastar calorías en algo, que sea algo útil y no retórico. No pensar tanto en centavos y decimales de números fríos, sino trabajar o pensar un poco más en asuntos como el de la huerta que acabás de mencionar. No va a ser cosa de que estemos comiendo albóndigas con 10% de carne de caballo, y para peor, seamos nosotros mismos los que ponemos un caballo cada diez pollos.

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Tomi: Es interesante entender que muchas veces estos números se utilizan para decir que todo está bien, y la gente se despreocupa. Ahora, más allá de eso, es claro que la realidad de cada uno no cambia sólo por los discursos. María Inés: Hablemos de la gente, que es la que vive el día a día, y que poco le importan los porcentajes. Lo que siente es lo que importa. Si se siente pobre, si se sabe pobre, el porcentaje no le cambia la vida. J. R.: Siempre se puede tapar el sol con un índice, y si no me creen salgan a la calle un día de sol, pongan su dedo índice entre el sol y sus ojos, y acérquenlo o aléjenlo hasta que el sol quede tapado. El hecho de que hayan logrado taparlo con el índice, o a lo sumo el pulgar, no significa nada, el sol sigue allí. Tomi: Muy bien, don J. R., muchas gracias, como siempre, y hasta la próxima. María Inés: Muy buena analogía la del índice. Gracias, J. R., y nos vemos la próxima semana. J. R.: Chau, gente, hasta la próxima.

Notas de contexto: 1

Esa semana, al igual que la siguiente, Ester Vicente se ausentó del programa por vacaciones y fue reemplazada por María Inés Martínez. 2

INDEC, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

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Por esos meses, el INDEC estaba en todos los titulares, ya que varios de sus funcionarios, que cuestionaban las formas en las cuales el gobierno nacional supuestamente influía los resultados de los índices de precios, habían sido destituidos. Se ponía en duda la transparencia de un instituto de estadísticas que no debía sufrir presiones de ningún tipo para la realización de su trabajo.

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Los radares del Aeropuerto Internacional de Ezeiza estaban averiados en esa época y los controladores de vuelo realizaban su trabajo en forma manual

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29-03-07. La Pascua y los jarrones de porcelana

Tomi: Hola, hola, muy buenos días. María Inés: Buenos días, bienvenido. J. R.: ¿Qué tal, gente? Buenos días, ¿cómo les va? Tomi: Muy bien, muy bien. Esperando a ver qué nos deparan hoy los cuentos y la literatura. J. R.: Hoy quiero traer a colación el tema de la Pascua. Ustedes se preguntarán ¿por qué?, si la Pascua es la semana que viene. Bueno es que la semana que viene no vengo, así que voy a adelantar la Pascua. Tomi: Excelente razón. J. R.: Espero que no me escuche Benedictus1, y me quiera excomulgar en latín por adelantarle la Pascua. Tomi: No, no, por favor. J. R.: La Pascua es una fiesta que celebra tanto el pueblo judío como los cristianos. Es importante entender que, más allá de lo religioso, estas fiestas siempre tienen un sentido que vale la pena entender y analizar. Si a pesar de no ser practicantes, muchos igual se van a tomar el feriado, porqué no, aunque más no sea, tratar de entender de qué se trata la cuestión y ver si se puede aprovechar algo. Tomi: Claro, muy bien. J. R.: La fiesta de la Pascua es una fiesta de transformación. Pascua quiere decir paso, sea de un lado al otro, o de un estado al otro. También es inicio. El pueblo judío recuerda en esta fiesta la salida de Egipto… Tomi: Dejaron de ser esclavos en Egipto para ir a buscar la Tierra Prometida. - 27 -


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J. R.: … exacto. Ellos la denominan Pesaj, y celebran la séder, o principio de su conformación como pueblo. Para los cristianos la Pascua recuerda la muerte y resurrección de Jesús, que es el inicio del cristianismo. Con lo cual podemos decir que se trata de una fiesta de transformación, de inicio, de paso. Así que pensé en esto y me dije a mí mismo, “es interesante esta temática del inicio, del pasar, de animarse a dar el paso, de no quedarse donde uno está, estancado. Si los que conformaban el pueblo esclavo en Egipto no hubiesen cruzado el Mar Rojo y no se hubiesen ido, no habrían llegado a la tierra prometida y no serían un pueblo. Si Jesús no hubiese subido a la cruz no habría resucitado”. Tomi: Se animaron a dar el paso. J. R.: Así es. Por lo tanto les traje un cuento que tiene que ver con eso, con pasar, con animarse. El relatoa, en su versión lucksizada, dice así: “Hace mucho pero mucho tiempo, en una escuela de estudios superiores, una especie de monasterio filosófico, una de esas casas de altos estudios en las cuales se preparan los grandes sabios, los poetas, los músicos geniales, el Gran Maestro decide poner a prueba al grupo más avanzado de estudiantes. Su intención era saber quién estaba realmente preparado. Quién, después de infinitas horas de estudio, de grandes trabajos y pruebas, de miles y miles de libros leídos, había realmente comprendido y estaba listo para seguir adelante. Para pasar, de ser estudiante, a ser maestro. Quién había logrado sintetizar toda la sabiduría del mundo, y podía lograr lo importante, vivirla. –Voy a colocar ante ustedes un problema –dijo el venerable Gran Maestro–: aquél que, aplicando todo lo aprendido, logre resolverlo será el que demuestre haber comprendido. Será el que merezca iniciar la nueva etapa. En definitiva, quien merezca pasar. - 28 -


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Luego de esta pequeña introducción, colocó sobre una delicada mesita de madera, ubicada en el centro del salón de estudios, un fabuloso florero de porcelana. Antiquísimo. De inconmensurable valor, seguramente. En el jarrón, como detalle que sólo incrementaba el misterio, una orquídea recién cortada de su amado, y, normalmente, intocable jardín. –Éste es el problema –les dice con solemnidad el Gran Maestro–, por favor resuélvanlo. Los estudiantes contemplaron con gran asombro el ‘problema’. Discutieron sobre arte, sobre historia, sobre botánica. Pensaron en todo lo que habían aprendido. Buscaron en su memoria y hurgaron en lo más recóndito de sus recuerdos… pero nada. ¿Qué representaba aquello? ¿Cuál sería el enigma? ¿Qué problema encerraba ese bello jarrón? ¿Sería un asunto ético? ¿Deberían analizarlo desde una óptica estética? Estaban realmente confundidos. El Gran Maestro, desde una esquina, observaba la situación. La dinámica le causaba algo de gracia, pero también un poco de preocupación. Los estudiantes se fueron cansando. El alboroto inicial se fue apagando. Todos, uno a uno, se fueron sentando. El silencio y la concentración se apoderaron de la habitación. Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada, salvo contemplar el ‘problema’. Repentinamente uno de los discípulos se levantó. Parecía como si un rayo lo hubiese tocado. Irradiaba energía, su mirada y su rostro parecían haberse iluminado. Miró al maestro y a los alumnos, caminó firmemente hasta el florero y de un solo golpe lo tiró al suelo, destruyéndolo”. Tomi: ¡Epa! J. R.: …

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“–¡Al fin alguien lo resolvió! –exclamó el Maestro–. Empezaba a cuestionarme seriamente nuestra capacidad de formar sabios de verdadera valía. Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó: –Yo fui bien claro: dije que colocaría delante de ustedes un ‘problema’. No importa cuán bello y fascinante fuese el problema, tenía que ser eliminado. Un problema es un problema, puede ser hermoso o llamativo, incluso muy valioso…, un bello amor que dejó de tener sentido, un camino que sabemos debe ser abandonado, una situación cómoda pero injusta... Sólo existe una manera de terminar con un problema: atacándolo de frente. No vale la pena intentar acomodar a los problemas, hay que eliminarlos. Nunca le den la espalda, nunca convivan con él, si no pueden destruirlo como al jarrón, esquívenlo y sigan adelante, pero pasen. María Inés: ¡Qué lindo cuento... qué interesante! Tomi: ¡Muy bueno!... Se animó a dar el paso… J. R.: Se animó, y esa era la solución. Así que espero que en esta Pascua, o en este Pesaj, seamos practicantes o no, podamos festejar el hecho de pasar. Busquemos algún problema y pasémoslo, aprovechemos el feriado, y el chocolate que estimula las endorfinas, y hagamos algo con la Pascua. María Inés: No quedarse trabado con los problemas. Tomi: Jesús dio su vida por dar ese paso, y salvó a su pueblo. María Inés: Y el pueblo judío inició una marcha de cuarenta años por el desierto. Hay que ser valiente para hacer esto también. J. R.: ¡Sí!, qué fuerza hay que tener. Pero más allá de que hay que juntar esa fuerza, es la única solución válida. Tomar coraje, encarar los problemas y sacarlos de nuestro camino. Avanzar. Tomi: Qué desafío interpretar esto a la luz de las cosas que pasan en nuestro país. Resolver los temas en vez de dar vueltas, - 30 -


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y hablar, y amenazar,… en vez de ir y hacer, o dejar que alguien haga. J. R.: Sí, efectivamente cuesta. Uno trata de hacer, y hace lo que puede. El año pasado llegamos muchas veces a este punto. Cuando vemos el problema, digo yo, desde lo sociológico: el mundo está mal, o el país está mal, entonces la solución está en otras manos. En cambio cuando lo miramos desde nosotros, la solución, o al menos el principio de solución, empieza por lo concreto, por lo nuestro, por lo individual en vez de por lo colectivo. Acá sí vale la pena mirarse el ombligo y preguntarse: ¿Qué estoy haciendo yo para que esto cambie? ¿Será que el problema del país es un gran florero de porcelana, y por mirarlo no resuelvo mis problemas personales que son más fáciles, o al menos son aquellos sobre los cuales tengo más ingerencia? Yo realmente creo que si cada uno de nosotros hace lo que tiene que hacer, las cosas mejoran. La ciudad puede estar sucia, pero la única forma de que no lo esté después de limpiarla es que cada uno de nosotros guarde los papelitos en el bolsillo en vez de tirarlos a la calle. Mucho más de lo que creemos pasa por nosotros en vez de por otros. Tomi: Tu punto es concentrarse en lo que cada uno puede hacer en su micromundo. El tema es que aparte hay cosas del macromundo, que tienen que ver con decisiones que toman los que nos representan, de alguien que está en la posición de líder y que tiene que estar preparado para dar ese paso. J. R.: De acuerdo, eso puede pasar, y las elecciones se encargarán de poner las cosas donde la gente quiere. Pero aun así, mientras esas macrocosas no se arreglan, mis micro dependen de mí, en muchas ocasiones yo las puedo arreglar, y si puedo, entonces debo. Seamos coherentes, si no nos gustan los corruptos, no seamos corruptos nosotros mismos; si no nos gustan los bravucones, no lo seamos nosotros con nuestros hijos, con nuestros vecinos, con los que nos cruzamos por la calle. Yo estoy terminantemente convencido de que si cada uno hace las

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cosas bien, el país se arregla. No tengo porqué esperar soluciones mágicas de líderes enviados por los dioses. Tomi: Si todos actuamos bien, tendremos gobernantes que se parezcan a nosotros y que actúen igualmente bien. J. R.: No me cabe ninguna duda de eso. Estoy convencido de eso, quiero estar convencido de eso y lo estoy. Tomi: Muy bien, J. R., gracias por hacernos reflexionar, por compartir estos cuentos con nosotros, y será hasta la próxima. J. R.: Así será, hasta la próxima y gracias a ustedes. María Inés: Muchas gracias, J. R., y felices Pascuas. J. R.: Felices Pascuas para todos.

Bibliografía: a

Versión adaptada por el autor de un cuento llamado “El Jarrón de porcelana”. La versión sobre la cuál se realizó la adaptación puede ser encontrada en la siguiente dirección de Internet: www.vocesenelsilencio.org.ar/modules.php?name=News&file=article&si d=1065

Notas de contexto: 1

En referencia al Papa Benedicto XVI. El mismo, muy poco tiempo antes, había difundido un documento en el cual sugería que partes de la misa volviesen a rezarse en latín.

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12-04-07. Los Datileros y las políticas de estado

Tomi: Estimado J. R., bienvenido, ¿cómo le va? J. R.: Muy bien, todo fenómeno. Ester: Hola, J. R.,… tanto tiempo, bienvenido. J. R.: Cierto, vacaciones de uno y de otro, hace como tres semanas que no nos vemos, ¿todo bien? Ester: Sí, sí… todo bien. ¿Qué te trae hoy por acá? J. R.: Hoy quiero hablar de las políticas de estado. Expresión interesante, me parece. Los otros días, alguien, hablando de Malvinas y del tratamiento que los distintos gobiernos le han dado al asunto, decía que en este país no había políticas de estado. Este entendido en la problemática sostenía que un tema como Malvinas se resuelve en muchos años de negociación; que no es privativo de un gobierno en particular. Aseguraba que se requiere una política de estado con respecto al tema, y que sólo después de mucho tiempo de coherencia se llega a un resultado. Acá en nuestro país hemos pasado del frío al calor, de la guerra a las tarjetas de navidad y a los pingüinos de peluche, del acercamiento a la tirantez, por lo tanto el asunto comienza y vuelve a comenzar y nunca se termina. Tomi: Así es. J. R.: El punto es que el tema de las políticas de estado no tiene que ver sólo con esto. Hay un montón de asuntos que no se resuelven en los cuatro u ocho años que dura el período más la reelección permitida. Obviamente la reelección permanente no es la solución desde ningún punto de vista, eso es tiranía o dictadura disfrazada. Lo lógico es que haya políticas de estado con alternancia en el poder, sea de partidos o al menos de funcionarios. - 33 -


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Tomi: Claro, pero para eso se requieren estadistas, no solamente políticos. J. R.: Así es. Gente que piense a mediano y largo plazo, no solamente en el período de ejercicio de su función. Pero ¿cómo lograr que alguien tome decisiones cuyo beneficio termine ocurriendo en el período de otro? ¿Cómo hacer para que en temas como educación o salud pública, o incluso en cosas más triviales como la política ganadera o la estabilidad de la moneda, se tomen medidas de mediano y largo plazo, en vez de sólo medidas de corto que son pan para hoy y hambre para mañana? Así que para tratar de respondernos, y de pensar un poco en esto, traje un cuentito1 que tiene que ver con el tema. La lucksización del mismo se lee así: “En un oasis, escondido entre los más lejanos parajes del desierto, se encontraba de rodillas el sabio Elías cavando intensamente en la arena que lo rodeaba. Pasaba por allí Jacobo, el acaudalado mercader y prestamista de la zona. Justamente al detenerse en el oasis a abrevar sus camellos, vio a Elías transpirando y muy concentrado en su ardua tarea. Jacobo, más intrigado que amable, saluda: –¿Qué tal, anciano? ¡La paz sea contigo! –También contigo –contestó Elías sin dejar su tarea. El curioso mercader, sin poder contenerse, pregunta: –¿Que haces aquí, con esta temperatura y trabajando tan arduamente? –Siembro plantas de dátiles –contestó el viejo Elías. –¡Dátiles! –repitió Jacobo, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez–. El calor te ha dañado el cerebro querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a refrescarnos. - 34 -


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–No, debo terminar la siembra. Luego, si quieres, beberemos y descansaré... –Dime, querido Elías: ¿cuántos años tienes? –No sé... setenta, ochenta, ¡no sé!… lo he olvidado... ¿pero eso qué importa? –Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer, y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso… ven conmigo. –Préstame atención, estimado Jacobo –replica Elías con suavidad y tono paternal–, yo comí los dátiles que otro sembró. Otro, que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuese en honor de aquel desconocido que plantó los que yo comí, o que comerá los que yo planté, vale la pena terminar mi tarea”. Ester: Precioso. Tomi: Simple y profundo. J. R.: Interesante, ¿no? Alguna vez hay que plantar los primeros datileros. Las políticas de estado son como estas plantas, dan resultados a largo plazo. Se siembran hoy y los frutos los recogen nuestros hijos o nietos. Lo lamentable, muchas veces, es que casi podría decirse, sin mucho temor a equivocarse, que si un político esta hablando de algo que no se resuelve en su mandato, existe una virtual garantía de que en vez de propuestas serias, sólo se esté “usando” el tema para captar votos. Ester: Realmente eso es una gran pena. J. R.: La pregunta es: ¿cómo hacerles entender que los temas que no se resuelven en su mandato igual son importantes?, pero para intentar resolverlos, no para “usarlos” en la campaña. - 35 -


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Porque una cosa es hablar de Malvinas, o de educación, o de empleo digno sostenible, y otra cosa es tomar medidas concretas hoy para que algún día esas cosas dejen de ser problema. ¿Cómo se convence a un político de que “plante dátiles”? ¿Cómo hacer para que los que tienen el poder tomen decisiones hoy con profundidad de políticas de estado, que son nuestras?, porque nosotros somos el estado. Ellos deben tomar esas decisiones por nosotros, para eso los elegimos, para que nos representen en un sistema republicano y democrático. Que no decidan por ellos y sus intereses, que decidan por nosotros, que nos quedamos en el mismo lugar después de que ellos dejan los despachos. Tomi: Ahora, es muy interesante que nos pase a nosotros lo que nos pasa, cuando a vecinos nuestros tan cercanos, y que supuestamente tienen una conformación como pueblo muy similar, en cuanto a demografía, a inmigración, etcétera, no les ocurra lo mismo. Me refiero a dos países, sobre los cuales en uno el comentario puede ser más controvertido pero creo que igual aplica, que son Brasil y Chile. Brasil tiene políticas de estado desde hace décadas, muy sólidas, en temas importantes como los industriales, los diplomáticos, los comerciales, y que han convertido a Brasil en una potencia mundial, a pesar de que sufrió crisis importantes y tuvo dictaduras igual que nosotros. Los industriales y empresarios brasileños son mucho más parecidos a Elías. El otro caso, un poco más controvertido, es Chile. Obviamente repudiando todo lo que tuvo que ver con la represión, lo cierto es que en lo económico, en lo que tiene que ver con la exportación, en el manejo de las políticas macroeconómicas, ha habido una gran coherencia que los ha llevado a la situación de estabilidad y crecimiento que han logrado construir. De una u otra forma, en estos dos países se perciben políticas de estado en determinados temas clave, cuando en Argentina, en esos mismos temas, seguimos de un extremo al otro. J. R.: Es muy interesante lo que comentás. De hecho, vos te preguntás porqué acá no y en otro lado sí. Yo me preguntaba cómo convencer a nuestros políticos de que sí vale la pena. Y las preguntas se potencian, ¿por qué políticos de países vecinos, - 36 -


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muy similares a los nuestros, lo entendieron, y los nuestros no?, y, ¿sabés qué?, la respuesta la da el mismo cuento. No te lo leí a propósito porque sabía que se iban a generar estas dudas… Tomi: ¡Ah!... me hiciste entrar… sos un vivo… J. R.: No, esa no fue la intención. Pero te acordás que cuando empezamos este año leímos la definición de cuento, y ésta decía que en un cuento se produce una cierta tensión a lo largo del relato para terminar luego con fuerza… bueno, estamos en esa vía. Tomi: Muy bien, muy bien. J. R.: Bueno, el cuento termina así: “–Como siempre, me has dado una gran lección, Elías – dice Jacobo–. Déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste. –Te agradezco tus monedas, amigo –contesta agradecido Elías–. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y, sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo”. Tomi: ¡Ja!… está muy bien. J. R.: Yo digo: la gente no es estúpida, las medidas que se entienden a largo plazo, que se explican y se fundamentan correctamente y no a los gritos, consiguen votos también. Tomi: Totalmente. J. R.: Es probable que los votos conseguidos con demagogia sean más fáciles, debe ser por eso que nadie pareciera querer hacer el esfuerzo. Lo cierto es que estoy convencido, y tal vez en Chile y en Brasil pasa esto, de que se pueden ganar elecciones con propuestas de políticas de estado y no sólo con demagogia. Ahora, si nuestros queridos amigos políticos no quieren prestar atención, y si hay algún mensaje en este cuento para nosotros, es que sembrar para el futuro da frutos hoy en día, aunque más no - 37 -


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sea el agradecimiento de los que nos rodean y la satisfacción del deber cumplido. Vuelvo al tema de mi querida Ester en cuanto al aquí y el ahora. Estamos hablando de algo que da frutos en un tiempo futuro, pero en eso hay un aquí y un ahora, el nuestro, aquí y ahora tenemos que plantar dátiles, no dentro de un año o de un mes, aquí y ahora. Ya se verá quién recoge los frutos, eso no es importante para nosotros, lo importante es entender qué es lo que tenemos que hacer nosotros aquí y ahora para que nuestros sucesores puedan comer dátiles Tomi: Muy buena conclusión, y la analogía que hacés con los votos. Si se hacen las cosas bien, los votos llegan igual. Claramente la gente no es tonta. Al menos no toda la gente es tonta. Aun así me sigue el cuestionamiento de porqué somos tan diferentes a gente y pueblos cercanos que tienen otra forma de comportarse. J. R.: Bueno, de una u otra forma eso es una esperanza. Si ellos, que son tan parecidos a nosotros, lo lograron, eventualmente nosotros lo lograremos también. Yo, por lo pronto, voy a seguir plantando mis dátiles, a lo mejor algún día la cosa cambia. Tomi: Bueno, vos algo ya cosechaste… oyentes que te siguen… J. R.: Claro, ves, ese afecto es una cosecha más que generosa. Tomi: J. R., como siempre, muy amable, nos hiciste pensar y reflexionar, así que muchas gracias… Ester: Muchas gracias, J. R., muy lindo cuento y muy buenas conclusiones. Nos vemos la próxima. J. R.: Nos vemos la próxima gente, y que la pasen de lo mejor.

Bibliografía: 1

Otra versión de este cuento puede encontrarse en: http://trazandocaminos.blogspot.com/2007/04/los-datileros.html - 38 -


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19-04-07. La risa y las balas que causan alergia

Tomi: Buen día, J. R., ¿cómo te va? J. R.: Hola, hola. Buenos días, ¿cómo andan? Ester: ¡Buenos días! Tomi: Todo bien. J. R.: Bueno, me alegro muchísimo. Tomi: ¿Cuántos libros trajiste? J. R.: Hoy traje cinco. Tomi: Muy bien, entonces los primeros cinco llamados se llevan de regalo el libro Literatura y Reflexión… por la radio, que se acaba de editar y recopila todas las columnas de J. R. del año pasado… J. R.: ¡Nuestras columnas!, de los tres… Tomi: Nuestras columnas… Me quiere hacer participar… ¡Soy inocente, soy inocente! Ester: ¡Hablaste mucho, Tomi! Estuve leyendo algo del libro, hablaste mucho vos. ¡Yo no! Yo no hablé casi nada. J. R.: Es cierto, vos participaste poco. Para el que editaremos el año que viene tenés que participar más. Hace falta más presencia femenina. Ester: Bueno, bueno. Vamos a ver a quién traemos. J. R.: (risas)… Nada de a quién traemos... a vos te queremos. Tomi: Mirá, J. R., hoy es un día que viene difícil acá en el piso, no te metas a discutir porque hoy viene muy difícil. J. R.: ¿Difícil?, ¡risueño!.. yo los venía escuchando pelearse, pero con risas… - 39 -


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Tomi: Yo te puedo asegurar que viene difícil… ¡difícil! J. R.: Mirá, justamente de eso quería hablarles hoy: Cómo transformar algo difícil en risa. Ester: Vamos, J. R. ¡Mí amigo personal! Tomi: Esto es como una iluminación… J. R.: (risas)… No, no. No es para tanto. Tomi: J. R., el micrófono es tuyo. J. R.: Los otros días, un amigo que me crucé, un poco de casualidad y otro poco por andar buscándolo, me encontró un poco enojado. Como sacado de mis cabales. Aparte, un poco desesperanzado, sin ver una salida a un problema que me agobiaba. Sin mucho rodeo, después de escucharme no más de tres minutos, me dijo: “La solución a problemas como este es aprender a reírse de uno mismo”. La verdad es que me hizo como un doble click… doble. Tomi: (risas)… Un doble click al cuadrado. J. R.: Por lo pronto, me cortó el pésimo humor que tenía porque me sacudió el foco de atención. Lo escuché, intentando encontrar el fondo de lo que me decía, y a pesar de que en ese momento no pude, igualmente me cambió el ánimo. Me dio, por un lado, lo que sentí como una luz de esperanza en ese momento de caída. Pero por sobre todo algo para trabajar: entender qué significaba esto de reírse de uno mismo. Está claro que mi amigo no me recomendaba ser cruel conmigo mismo y burlarme de mi situación, tampoco me sugería reírme o gozar con mi dolor de alguna forma masoquista. Me invitaba a dos cosas que creo haber entendido, después de haber buscado y rebuscado. Tomi: ¿La temática es, entonces, reírse de uno mismo? J. R.: Exactamente. Por un lado me recomendaba una de las medicinas más baratas…

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Ester: Hablá bajito, que no te escuchen los laboratorios medicinales. J. R.: (risas)… Sí, hay que tener cuidado. Anduve un poco por la web, aprendiendo algo de la risa, y no es novedad, pero la risa se ha transformado en una forma de terapia. De hecho, se la llama risoterapia. Encontré una página científica1 que explica los efectos de la risoterapia. En la misma dice que la risa aporta múltiples beneficios: “rejuvenece, elimina el estrés, las tensiones, la ansiedad, la depresión, el colesterol; adelgaza, ayuda a combatir los dolores, el insomnio, los problemas cardiovasculares, respiratorios y en general de cualquier enfermedad. Dicen los expertos que hasta 400 músculos se ponen en actividad en un ataque de risa. Los pulmones mueven el doble del volumen de aire, lo que mejora la oxigenación de la sangre y los tejidos. Los abdominales se contraen con sacudidas que terminan por brindarles un excelente masaje a los órganos internos. Las piernas y los brazos se relajan, y se estiran los huesos de la columna, lugar donde se acumulan tensiones”. Tomi: ¡Fenómeno! J. R.: No sé cómo todavía nadie se puso a cobrar impuestos por esto. Ester: Te dije que no des ideas… J. R.: Pero eso no es todo: la risa además estimula las endorfinas, que son unas hormonas que tienen un efecto muy importante en el refuerzo del sistema inmune, por lo tanto, mientras estamos de buen humor, estamos mejor protegidos contra cualquier enfermedad o virus. Pero mi amigo no me recomendaba solamente reírme, sino reírme de mí mismo. Ester: Eso es lo difícil. J. R.: Claro, eso es difícil, por eso me costaba entender cómo hacerlo sin ser cínico de la mala manera. Así que me puse a buscar en los cuentos algo que me iluminara, que me diese una pista de cómo hacer esto pero bien, o sea, creciendo en el - 41 -


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proceso, curándome, no hiriéndome más. Y encontré dos cosas. Primero, un cuentito muy chiquito, que creo que encierra la clave para poder reírse un poco de uno mismo, y que dice así: “A un señor, como cualquiera de nosotros, se le habían casado hacía muy poco sus dos hijos. Una mujer y un varón. Un conocido se lo encuentra por la calle y le pregunta cómo van los matrimonios. El padre de los recién casados contesta: –Sinceramente, más o menos. Con María muy bien, se encontró un caballero encantador que la trata como a una reina. Le ha regalado un coche, la ha cubierto de joyas y le ha contratado un montón de sirvientes. Incluso le lleva el desayuno a la cama y le permite levantarse a la hora que quiera. ¡Un verdadero encanto de hombre! En cambio José ha tenido tanta mala suerte… a su mujer el pobre la trata como a una reina. Le ha regalado un coche, la ha cubierto de joyas y ha puesto a su servicio no sé cuántos criados... ¡Y ella... se queda en la cama hasta el mediodía! ¡Ni siquiera se levanta para prepararle el desayuno!”. Ester: Las mismas cosas pero al revés. J. R.: Así es. Las mismas palabras, incluso, pero al revés. Puntos de vista. Como padre de una hija ve la situación, y la interpreta de una forma. En cambio cuando la ve como padre de un hijo, la valora en forma diferente. Lo que para la hija era maravilloso, hacía de su nuera una mala mujer. Y lo que pensé fue eso. Para reírme de mi mismo debería alcanzar con cambiar el punto de vista. Me imaginaba, por ejemplo, cuando estoy en el tráfico, enojado, desesperado… y me dije a mí mismo: qué pasa si veo a un tipo así pero en una película, en uno de esos grotescos exagerados. Seguro que me río, me causa gracia. Si la situación me causa gracia, por qué no pensar en la posibilidad de reírme de la misma cosa cuando me pasa a mí. Me pareció que era una buena idea, para empezar a trabajar esto de reírme de mí mismo. Si reímos con cosas absurdas que les pasan a “los demás”, ¿por qué no intentarlo sobre las que “nos pasan”, o las que - 42 -


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“producimos” nosotros mismos: como peleas con seres queridos por tonterías, o estados de nerviosismo por llegar tarde a lugares en los que no nos esperan, y cosas por el estilo? Esto ni siquiera implica ponerse en el lugar del otro, sólo ponernos en espectadores de nosotros mismos. Lo que me quería decir mi amigo eventual es que ante la mala situación cambiase la actitud. Que buscara lo gracioso de la escena, que es tan fácil de percibir cuando le pasa a otro, y que apoyado en eso manejase mi humor para no herirme a mí mismo ni a los demás. Tomi: Sí. Yo a eso lo llamo: elevarse diez metros del piso. Verlo desde otro ángulo. Tratar de entender si desde allí las cosas afectan tanto como desde la superficie… ¡y probablemente no! J. R.: Exactamente. Ése es el punto. No me pareció tan imposible. Y si eso me hace reír, que hace bien, y aparte me ayuda a relajarme, y a poder alejar una amargura por reírme de mis actitudes tontas, ¿por qué no intentarlo, al menos? Es verdad que puede ser difícil como decís, Ester. Pero fíjense que es lo que estaban haciendo: tienen un día difícil y se estaban riendo. Si se estuviesen gritando harían que un día difícil se transforme en insoportable. Riendo hay muchas más probabilidades de “diluir” la dificultad. Tomi: Estoy buscando ejemplos… no sé,… tal vez alguien que reprueba un examen, y por eso tiene en realidad una excelente oportunidad de estudiar más o mejor y eso después le sirve… ahora me debe estar escuchando algún estudiante y pensando que estoy loco… lo que uno quiere es aprobar el examen. Pero tal vez ese esfuerzo extra le termina reportando un beneficio hoy impensado. J. R.: Vos fijate que este comentario tuyo me viene muy bien para introducir el otro cuento que traje hoy. En definitiva, es una cuestión de elecciones. En el ejemplo que acabás de poner, se puede elegir amargarse por el examen mal dado, o tomarlo como una oportunidad de aprender más. Claramente una tiene más costo que la otra. Pero la opción positiva, si bien tiene más costo, - 43 -


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tiene en sí misma la posibilidad de un beneficio. De una amargura y nada más no se puede sacar nada bueno. Tomi: Bien. J. R.: Como les dije, este tema me movió mucho, así que seguí buscando cuentos y encontré otro que me pareció fantástico. Porque va un pasito más allá. Va justamente a ese punto que vos acabás de traer con tu ejemplo. Es de alguien que no sólo se ríe de sí mismo, sino que por su actitud cambia el humor de los que lo rodean. Logra hacer que algo que seguramente iba a ser malo se transforme. La versión lucksizada del susodicho cuento dice así: “José es un tipo que siempre está de buen humor. Siempre le busca el lado positivo a las cosas, y la verdad, es que de tanto buscar, siempre se las encuentra. Cuando alguien le pregunta cómo hace, él responde: –Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo: hoy tenés dos opciones, podés escoger estar de buen humor o de mal humor. Y siempre elijo estar de buen humor. Cada vez que me sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello, y escojo aprender de ello. Todo en la vida es acerca de elecciones. Vos elegís cómo reaccionás ante cada situación, vos elegís cómo la gente afectará tu estado de ánimo. Un día a José lo asaltaron. Mientras buscaba en los bolsillos para entregar su billetera, nervioso por la situación, la dejó caer al piso. Los asaltantes se asustaron y le dispararon. Por suerte fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una clínica cercana. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, mi amigo fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su cuerpo. Me encontré con él seis meses después del accidente. Cuando le pregunté cómo estaba, me respondió de muy buen humor, como era habitual. - 44 -


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Le pregunté qué pasó por su mente en el momento en que lo llevaban al quirófano. Con la soltura habitual me contestó: –Los médicos y las enfermeras estuvieron muy bien. No dejaban de decirme que iba a mejorar. Pero cuando me llevaron al quirófano, y vi cómo cambiaban las expresiones en sus caras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos que en verdad era muy grave. Supe entonces que tenía que hacer algo con su actitud. –¿Qué hiciste? –exclamé con curiosidad. –Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo, así que respirando profundo grité: ‘¡Sí, a las balas!’ –Mientras reían, les dije: ‘estoy eligiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto’. Mi amigo vivió porque los médicos eran muy buenos, pero sobre todo por su asombrosa actitud”. Tomi: Y logró transmitírsela a los médicos. J. R.: Así es. Por eso me gustó este tema y estos cuentos. Primero reírse, que es bueno de por sí. Después verse como en una película, para ver si lo que estamos haciendo o sintiendo no es digno de risa, y reírnos de nosotros mismos en vez de hacer tonterías. Y, por último, transformar esto en una actitud, ya que termina siendo contagiosa. Me pareció fabuloso, y si bien puede acarrear algo de dificultad, bien vale la pena. Ester: ¿En lo personal te sirvió, J. R., esto que comentas? J. R.: La verdad es que sí. En ese momento, como les dije, me cambió el foco de atención. Me puse a pensar en el asunto, y en lo ridículo de mi enojo con una persona con la que no tenía sentido estar realmente enojado. Si bien sabía esto, no podía sacarme el enojo de encima. Cuando me vi como el actor de una película actuando ese papel, y “me pude reír” de una situación sin mucho sentido, automáticamente mi actitud cambió. Ese cambio - 45 -


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hizo que también la actitud de la otra persona cambiara. Obviamente esto puede repetirse, pero bueno, ahora tengo una pieza más en la caja de herramientas para resolver problemas. Tomi: Muy bien, J. R., muy lindos cuentos. Gracias, como siempre, y hasta la semana que viene. Ester: Muy bueno, J. R., nos vemos. J. R.: Así será muchachas y muchachos. Nos vemos la próxima y sigan riéndose. Recuerden que por ahora es gratis. Ester: ¡Shhhhh!, te dije que no lo digas en voz alta. J. R.: Cierto… nos vemos.

Bibliografía:

1

Material obtenido en la siguiente dirección web:

www.familia.cl/ciencia/risoterapia/risoterapia2.htm 2

Otra versión de esta historia puede hallarse en la siguiente dirección:

www.geomundos.com/salud/espiritualidad/la-historia-depepe_doc_9505.html

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26-04-07. Cada cual a lo suyo, o perdemos a los que saben

Tomi: Muy buen día, J. R., bienvenido. J. R.: Buenos días. Ester: ¡Muy bienvenido! J. R.: ¿Cómo les va? Tomi: Bien, ¿y a vos? J. R.: Muy bien, gracias a Dios. Tomi: Tratá de bajarnos el nivel de belicosidad, a algo más reflexivo… más calmo. Ester: Como decía Les Luthiers: “¡haya paaaz!... ¡haya paaaz!”. J. R.: (risas)… Bueno, vamos a ver si lo logramos. Hoy voy a empezar directamente con un cuento. Este lo leí una vez en un libro1 de Pacho O’Donnel. Él dice haberlo adaptado de un original de Khalil Gibran, que seguramente, a su vez, lo escuchó en algún otro lado y así sucesivamente. La versión lucksizada, como siempre, dice así: “Un día de esos en los que pasan cosas únicas y fantásticas, o sea un día como cualquier otro, un señor iba caminando por cierta calle de un hermoso pueblo de montaña. El paisaje, definitivamente, sublime. Tanto era así, que los ojos de este señor no pudieron llamarse a silencio y se dijeron entre ellos: –¡Ves esa montaña inmensa! ¡Preciosa! Aquella… la que está atravesada por esa increíblemente fantástica nube celeste… - 47 -


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–¡Magnifica! –se contestaron a sí mismos. Haciendo su trabajo, eficientemente por cierto, estaba el oído, que a pesar de haber estado dedicado al canto de los pájaros, no pudo dejar pasar la conversación de los ojos entre sí. Ante tan notable descripción, dejó al instante lo que le ocupaba. Acto seguido, se puso a escuchar con esmero para verificar lo que los ojos decían. Luego de un rato, fastidiado, se dijo a sí mismo –Pero ¿dónde está esa famosa montaña?, yo no la oigo... estos ojos se han vuelto locos. Al sentir tan airado reclamo, la mano, que también había oído la conversación, se animó a decir –Yo hace rato que estoy tratando de palparla, y… ¡nada de nada! –Ya me parecía –exclama el oído con un dejo de satisfacción en su tono. –Lo que puede estar pasando… –intenta justificar la mano. –¡Nada! –interrumpe abruptamente el oído– lo que está pasando es que estos ojos están fuera de sí. Oídos y manos, turbados ya por la situación, se decidieron entonces a entrevistar a la nariz, que, como era un poco tímida, y por proximidad, algo amiga de los ojos, no decía palabra. –Y tú, nariz, ¿qué dices? –pregunta, airada y un poco malintencionadamente el oído. –La verdad es que desde que los ojos hablaron estoy tratando de olerla y, sinceramente, no creo que haya tal montaña. Me parece que el oído tiene algo de razón, los ojos deben estar locos.

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El oído, entonces, en representación del resto, y por tener conexiones bien profundas en el cerebro, lo convence de que no le haga más caso a los ojos: –Están viendo cosas que no existen –le susurra para que los imputados no se percatasen. Dicho y hecho, tanto el cerebro, como los otros órganos y apéndices, dejaron de hacerle caso a los ojos. A todo esto el hombre seguía caminando. Como nadie le hacía caso a los ojos, el hombre iba un poco hacia la izquierda persiguiendo algún aroma, otro poco hacia la derecha prestando atención a un sonido… y de repente… ¡zaz!... cayó en un pozo. Los médicos que lo atendieron en la sala de emergencias, lo compusieron bastante bien. Sin embargo, nunca pudieron entender cómo un golpe no tan fuerte había dejado a nuestro pobre hombre completamente ciego”. Tomi: ¡Wow!... duro. Ester: ¡Durísimo!... J. R.: Y, sí. Vamos cambiando. Algunos son más duros, otros más dulces, habrá incluso algunos tristes y otros más alegres. En fin, toda la variedad que consiga. Tomi: Lo que no se me ocurre es para dónde disparar ahora. J. R.: Bueno, eso es lo que me toca a mí. Varias cosas me trae a la mente este cuentito… Tomi: Trabajo en equipo… J. R.: Sí, ¿por qué no? Pero en realidad me refería a otras, que por ejemplo me hacen pensar de vuelta en la campaña electoral interminable, en los diarios o en las estadísticas escritas para algunos gobernantes, en las frases tiradas por allí como acusaciones que con suerte incluyen medias verdades, ya que a veces ni eso. - 49 -


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Ester: A ver, a ver… J. R.: Para empezar, hablemos de la parte que se relaciona un poco con lo de la semana pasada: los puntos de vista. El punto de vista de los ojos no tiene que ver con el del oído. Este oído conspirador no logra aceptar la visión de los ojos. Si no oye por sí mismo no cree. Luego, en base a su opinión, parcial, incita a los demás y los encolumna tras de él. Termina logrando desacreditar a los ojos, y el cerebro le cree. Creo que hay varias cosas que aprender de acá. Algunas para nosotros, como el respetar los puntos de vista de otros. O al menos preguntar. A los pobres ojos nadie les preguntó porqué decían haber visto a la montaña. Tomi: Directamente los censuraron. J. R.: Exacto. Como no podían vivir la misma experiencia de los ojos, negaron lo que en definitiva era una realidad “grande como una montaña”. Ester: ¡Los ojos no sirven!... J. R.: Los ojos no sirven. Como la nariz no podía oler a la montaña, o los oídos escucharla, entonces lo que los ojos ven no sirve. ¿Cuántas veces lo que ven los demás, desde lugares a los cuales nosotros no accedemos, cosas que por nuestra incapacidad no podemos ver, lo desacreditamos, lo calificamos como inservible? Ester: Muchas, lamentablemente. J. R.: Pero también hay otras enseñanzas. En épocas de campaña, se dicen muchas cosas por mucha gente que pretende ver siendo oído, o escuchar siendo mano. Sería maravilloso que esta gente no lo hiciese. Pero si bien no podemos prohibirle hablar a nadie, gracias a Dios, también es cierto que no tenemos obligación de escucharlos. Si el que habla de algo no es el experto, si el que afirma cierta cosa no tiene mucha experiencia en la materia, ¿no sería mejor que preguntemos a algún experto antes de creerles? Digo para no caernos de vuelta en los mismos pozos en los que alguna vez ya hemos caído. Ahora todo el - 50 -


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mundo habla del tráfico. Cuantos realmente estudiaron como para saber tanto del tema. Todo el mundo habla y tiene soluciones para el déficit habitacional o el control de las inundaciones, yo me pregunto: ¿cuántos estudiaron planeamiento urbano?, o ¿dónde están los expertos que los asesoran? De economía ni hablar, pareciera que con el jardín de infantes completo ya se es un experto en economía, o en tendencias y herramientas de desarrollo sustentable. ¿Cuándo aprendieron tanto?, ¿dónde?, así mandamos a los chicos a esas escuelas. Tomi: Lo cual en realidad no inhibe a que alguien pueda estar bien formado y pueda decir cosas ciertas. J. R.: Definitivamente, de hecho, el punto del cuento es no despreciar algo por no entenderlo o sentirlo de la misma forma. Pero también verificar lo que escuchamos. Y si la persona tiene credenciales, o puede construir argumentos razonables, no parciales, tenerlo en cuenta aunque no necesariamente coincidamos. Nuestra opinión siempre ha de ser parcial y por lo tanto deberé buscar información adicional para completarla. Tomi: Claro. A veces un poco de sentido común. Justo… estos eran todos sentidos. Pero decidieron la suerte de uno de ellos sin usar precisamente el sentido común. J. R.: Para ir cerrando, tal vez lo más lamentable que sucede en este cuento nos deja otra cosa que pensar. El experto se termina yendo porque nadie le hace caso. Los ojos, la vista, “se van”. Si todos escuchamos a cualquiera, si obramos y votamos por los ruidos y opiniones sin fundamento que pululan por allí, si sólo hacemos caso a los argumentos que se usan para desacreditar al oponente, muy probablemente vamos a terminar perdiendo a los que saben. Cuidémonos, escuchemos al oído, pero también a los ojos, a la nariz y a las manos, puede ser que ninguno sea el dueño de la verdad, pero también cada punto de vista puede ser el pedazo de rompecabezas que nos falte. Está en nosotros sacar conclusiones, pero sólo después de habernos cerciorado de lo que nos dicen. - 51 -


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Tomi: J. R., duro estuvo hoy el cuento, pero nos deja pensando para ver cómo no caer nosotros en ese tipo de errores, así que muy bueno, muchas gracias, y… ¡será hasta la semana que viene! Ester: Muchas gracias, J. R., nos vemos la próxima. J. R.: Mis queridos Ester y Tomi, gracias a ustedes y hasta la próxima vez.

Bibliografía: 1

El prójimo, Pacho O’Donnell, Editorial Planeta, 2001.

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10-05-07. Las mentiras y el triple filtro de Sócrates

Tomi: Muy buenos días, J. R., bienvenido. Ester: ¡Hola, hola!, ¿cómo estamos hoy? J. R.: Hola a todos. Muy bien, muy bien estamos hoy. Tomi: Bueno, bueno, me alegro. ¿Qué nos traen hoy los cuentos? J. R.: Como no vine la semana pasada, hoy traje dos cuentos, así que me quedo hasta el mediodía. Ester: ¡Ah, bueno…! J. R.: Ambos tienen un poco que ver con esto de la campaña sucia, y las mentiras y las difamaciones. Este tema que ustedes mismos tocaron el otro día con lo del radar que anda y no anda1, y también cada vez que sale un índice de precios o estadística del INDEC2. En fin, un lamentable tema de actualidad. Tomi: Muy bien, muy bien… J. R.: Lo bueno del primer cuento es que, como van a ver, los engaños son como el bumerang, y a la larga vuelven sobre la nuca del que los lanza. El cuento en cuestióna, luego de su necesaria lucksización, dice así: “Había una vez un cazador muy astuto, que con mucha facilidad lograba imitar el sonido de los animales, nunca fallaba. Iba al bosque, imitaba el sonido de un pájaro, y cuando éste venía, lo cazaba. Tan perfecto era el engaño, que una vez comenzaron a acercársele unos lobos hambrientos, atraídos por sus imitaciones del sonido de unas apetitosas liebres silvestres. El cazador, preocupado por los inesperados visitantes, imita entonces el sonido de una leona cazadora para espantar a los lobos. Efectivamente su táctica resulta efectiva. Pero hete aquí - 53 -


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que un león en celo que pasaba por allí se acerca ante tan verosímil rugido. El cazador, amenazado ahora por el león, decide, para espantarlo, imitar el sonido del oso. En eso, cuando estaba logrando que el león huyera, recibe un tiro en la espalda de un cazador de osos, que creyó estarle disparando a una magnífica pieza”. Tomi: Bueno… Ester: ¡Muy bueno! J. R.: Se lo terminan tragando a uno las mentiras. Podes engañar y engañar, y a la larga terminás cayendo por tu propio engaño. Tomi: Ahora, volviendo a las campañas y lo que decías antes, y obviamente hablando en forma metafórica: falta el tirador en este país. J. R.: Sí, bueno… (risas), falta el tirador. Pero, a la larga caen igual. Fíjense que esto no aplica sólo para mentiras o trucos, va también para políticas de precio engañosas, para subsidios interminables que terminan siendo como arenas movedizas, para tipos de cambio que no hay forma de sostener sin tener que mentir después en la inflación o en la emisión, o en la deuda. En fin, cosas que “acá nunca pasaron”. El asunto, con quienes gobiernan a pueblos en los que esto sucede, es que cuando las mentiras les caen encima, le caen al pueblo también. Ester: En el medio está la gente. J. R.: Exacto, por desgracia es esto muy cierto. Así que hay que cuidarse. Muchas veces no es malo el golpe por lo fuerte sino por lo inesperado. Dentro de lo posible hay que tratar de estar prevenidos, y obviamente tratar de que los más mentirosos no lleguen a gobernarnos. Así que, el otro cuento lo traje para ver si nos da alguna ayuda en cuanto a reconocer a los habladores y mentirosos de los que no lo son. Es un relatob muy bonito, ambientado en la antigua Grecia, y el que lo compuso en su momento hace hablar a Sócrates, el filósofo, con un portador de

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noticias local, un chismoso. El cuento pasado por la lucksizadora, que es la máquina de lucksizar cuentos,… Ester: Me gusta, me gusta mucho eso… J. R.: … dice así: “–¿Sabes la noticia, algo secreta, que tengo para contarte, Sócrates? Sócrates, que conocía a este individuo y lo sabía un hablador le dice: –Espera un minuto, antes de decirme cualquier cosa quisiera que pasaras un pequeño examen. Es llamado el examen del triple filtro. –¿Triple filtro? –pregunta el chismoso. –Correcto. Antes de que me hables puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir. El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto? –No… –contesta el hombre–, realmente sólo escuché sobre eso y... –Muy bien –interrumpe Sócrates–. Entonces realmente no sabes si es cierto o no. Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme? –¡No!, por el contrario... es algo bastante malo relacionado con… –Espera, entonces –continuó Sócrates–, tú deseas decirme algo malo sobre algún tema, pero no estás seguro de que sea cierto. No te preocupes mi amigo, aún puedes pasar el examen, queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Será útil para mí lo que vas a decirme? –Bueno, realmente, no creo que pueda serte muy útil… sólo que me pareció interesante comentarte… - 55 -


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–Alto ahí –ordenó Sócrates, interrumpiendo nuevamente al hablador–, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil, ¿por qué habría yo de escucharte?”. Tomi.: Está buenísimo… es más, Sócrates nos pasó, es un Triple Click. Ester: (risas)… Triple Click, sí…, le dio una vuelta más. J. R.: ¿Qué tal si aplicamos nosotros este filtro a todo lo que escuchamos. Asegurarnos de que el que nos habla sabe de lo que habla, que sea algo bueno lo que vamos a escuchar, pero aparte, y aunque tal vez no sea bueno, que sea útil? Créanme que si aplicamos este filtro al final del día el silencio nos va a retumbar en los oídos. Tomi.: El asunto es dónde ir a buscar información buena. ¿Cómo saber cuál es la fuente correcta?, ¿quién puede pasar el Triple Click de Sócrates? J. R.: Sí, eso es siempre complicado. Pero fijate que, por como va el cuento, el filtro más importante es el último, el de la utilidad. La mayoría de las cosas que escuchamos, o que nos quieren hacer escuchar, no son útiles para nosotros. Sólo dejando de escuchar las pavadas que se dicen y que no nos sirven para nada, cortamos un montón de contaminación auditiva. Ahora, si es útil, siempre se puede investigar, ir y preguntar en varios lados, comparar lo que nos dice uno y lo que nos diga otro y sacar una conclusión propia. Nunca tomar la opinión de otro y creerla sin cuestionarla. No por cabezas duras, sino por tener el derecho a buscar nuestra verdad, nuestra opinión. En fin, nada es fácil, pero con tanto mentiroso y con tanto ruido para que compremos esto o aquello, o para que consumamos este programa u otro, si escuchamos todo y nos dejamos llevar, perdemos la vida. Ester: Si la gente que habla se autoaplicara a sí misma este Triple Click, habría algunos que no volverían a hablar nunca más… - 56 -


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Tomi: (risas)… Vos imaginate a J. R. en un lanzamiento político. Hoy, por ejemplo, que lanza su campaña Lavagna, o cualquiera, da lo mismo. El orador va a empezar a hablar, y J. R. se para en el fondo de la sala y le dice: “Alto ahí, lo que usted me va a decir, ¿es verdad, es bueno y es útil?”… queda vacía la sala. Bueno, dos chances en realidad, o queda vacía la sala, o seguridad lo agarra a J. R. de las pestañas y… J. R.: (risas)… a volar... En fin, a veces nos preocupamos mucho por lo que nos dicen, y la verdad es que es mucho más fácil preocuparnos por lo que escuchamos, que está en nuestras manos. Nosotros tenemos el control, no estamos obligados a escuchar pavadas, o mentiras, o difamaciones, o cosas que no nos sirven para nada pero que nos alteran el ánimo para mal. Se acuerdan una frase que mencionamos el año pasado del filósofo Homero… Simpson… Ester: Sí, el favorito de Tomi. J. R.: Ese. Él le dice a su esposa Marge un día: “–Marge, para mentir hacen falta dos personas, la que dice la mentira y la que se la cree”. No seamos cómplices de la mentira, no prestemos oídos a lo que no es útil, bueno y verdadero. Tomi.: Muy bien, mi querido J. R., como siempre, muy interesante lo que nos proponés para pensar. Nos vemos la próxima y muchas gracias. J. R.: Al contrario, gracias a ustedes y a los oyentes por escucharme. Nos vemos la semana que viene. Ester.: Chau, J. R., muy lindos cuentos. Nos vemos la semana que viene.

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Bibliografía: a

Adaptación del cuento “El cazador astuto”, en Cuentos ZEN, Guido Tavani. Editorial Quadrata, 2007.

b

Adaptación de un cuento llamado “Triple filtro”. La versión original puede encontrarse en: www.elrincondeluz.com.ar/cuentos.htm

Notas de contexto: 1

En esos meses, el radar del aeropuerto de Ezeiza había sufrido un desperfecto. Esto había dado motivo para una gran cantidad de denuncias, desmentidas y comentarios, tanto oficiales como de los pilotos y controladores de vuelo, que hacían que el público en general no supiese a quién creer en cuanto a la seguridad de volar, y a la veracidad en cuanto a las versiones relativas a la reparación de los elementos de control en cuestión. 2

INDEC, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. En esa época había dudas sobre la exactitud de los índices dados a conocer y atribuidos a este organismo.

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17-05-07. La piedra movediza y los criticones

Tomi: Muy buenos días, J. R., bienvenido. Ester: Hola, hola, ¿cómo estamos? J. R.: Muy bien. Muy buenos días. Ester: ¿Qué sacaste hoy de la lucksizadora? J. R.: ¡Ah!... muy bien, la lucksizadora. Bueno, a pesar de que no se le ha dado mucha difusión, debe ser por alguna razón de prudencia y para que no lo critiquen, hoy habrá un acto en Tandil, en donde el Presidente de la Nación va a inaugurar la réplica de la Piedra Movediza de Tandil, que van a volver a poner en su lugar. Ester: Cierto, acá en esta página de Internet de la Ciudad de Tandil, en la que acabo de entrar, dice eso, incluso tienen una cuenta regresiva… es ahora mismo el acto, ¡faltan doce minutos!… Acá dice que fue colocada el domingo pasado, a las ocho de la mañana, después de noventa y cinco años de su caída, pero ahora dentro de unos diez minutos se hace el acto oficial de inauguración. Tomi: ¡En exclusiva, para Doble Click!… lo que no sale en otros medios… vamos a hablar de la Piedra Movediza… J. R.: (risas)… Es una réplica que se construyó para recrear la situación de la piedra original, con el fin de mejorar el parque donde se encuentra, y por lo tanto el flujo turístico. Como se ha dicho en su momento de todo acerca de esto, yo quise agregar algo también, así que les traje una de las leyendasa que explican cómo, supuestamente, fue a parar allí semejante piedrota. La historia es así: “Era el principio de los tiempos. El Sol y la Luna eran marido y mujer: dos dioses gigantes, tan buenos y - 59 -


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generosos como enormes eran. El Sol era el dueño de todo el calor y la fuerza del mundo; tanto era su poder que de sólo extender los brazos la tierra se inundaba de luz. Era el dueño absoluto de la vida y de la muerte. Ella, la Luna, era blanca y hermosa. Dueña de la sabiduría y el silencio; de la paz y la dulzura. Ante su presencia todo se aquietaba. Andando por la tierra crearon la llanura: una inmensa extensión que cubrieron de pastos y de flores para hacerla más bella. Luego crearon las lagunas, donde el Sol y la Luna se bañaban después de sus largos paseos por la pradera. Pero los dioses se cansaron de estar solos: y poblaron de peces las aguas y de otros animales la tierra. ¡Qué felices se sentían de verlos saltar y correr por sus dominios! Satisfechos de su obra, estaban ya listos para regresar al cielo. Pero antes de irse decidieron crear a los hombres, para que cuidaran su hermosa obra. Ahora sí, ya podían regresar. Un día, los hombres vieron que el Sol empezaba a palidecer, cada vez más y más y más... ¿qué pasaba?, ¿qué cosa tan extraña hacía que su sonriente rostro dejara de reír? Algo terrible, pero que no podían explicarse, estaba sucediendo. Pronto se dieron cuenta de que un gigantesco puma alado acosaba al bondadoso Sol. Los hombres no lo pensaron más y se prepararon para defenderlo. Los más valientes y hábiles guerreros se reunieron y empezaron a arrojar sus flechas al intruso que se atrevía a molestar al Sol. Por fin, uno dio en el blanco, y el animal cayó atravesado por una flecha, que entraba por el vientre y salía por el lomo. Sí, cayó, pero no muerto. Y allí estaba, extendido y rugiendo; estremeciendo la tierra con sus rugidos. Tan enorme era que nadie se atrevía a acercarse y lo miraban, asustados, desde lejos. En tanto, el Sol se fue ocultando poco a poco; había recobrado nuevamente su aspecto risueño. - 60 -


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Fue entonces que apareció la Luna. Vio al puma allá abajo, tendido y rugiendo. Compadecida quiso acabar con su agonía. Y empezó a arrojarle piedras para ultimarlo. Tantas y tan enormes que se fueron amontonando sobre el cuerpo hasta cubrirlo totalmente. Tantas y tan enormes que formaron sobre la llanura una sierra: la Sierra de Tandil. La última piedra que arrojó cayó sobre la punta de la flecha, que todavía asomaba, y allí se quedó clavada. Quedó enterrado así, también, para siempre, el espíritu del mal, que, según los habitantes de la zona, no podía salir. Pero cuando el Sol paseaba por los cielos, se estremecía de rabia siempre con el deseo de atacarlo otra vez. Y al moverse hacía oscilar la piedra suspendida en la punta de la sierra”. Ester: Qué linda historia… Tomi: Sí, muy buena… Así que ahí está enterrado el mal. J. R.: Me pareció interesante esta leyenda, en gran medida por ese punto, por que allí está enterrado el espíritu del mal, según la leyenda. Ojalá que esta piedra que pongan arriba mantenga a este espíritu, encerrado. De hecho, ya que están los ingenieros, sin soltar al puma, podrían abrir un hueco y enterramos algunas cosas más allí… Ester: ¿A ver?… J. R.: …como ser algunos políticos que andan sueltos, algo de la injusticia que también anda suelta, algo de la desocupación y del analfabetismo, en fin. Tantas cosas tenemos los argentinos para enterrar que los que hicieron la réplica de la piedra podrían tener trabajo por los próximos cien años. Tomi: Sí, podrían enterrar algunas de esas cosas. Mientras no entierren cosas que deben ser develadas en vez de enterradas, todo bien. J. R.: Como todo esto generó mucha polémica cuando se supo: que si se gastó bien la plata, que si esa plata no se podía haber - 61 -


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usado para otra cosa, que si va a atraer más turistas o si no, y que si trae más turistas es mejor que dar la plata en subsidios o bolsas de comida, etcétera, etcétera. Quién sabe. Tanta polémica, tanto ruido. Será verdadero, bueno y útil, como se preguntaba el Sócrates del triple filtro de la semana pasada. Tomi: Cierto, el Triple Click de la semana pasada. J. R.: Así que ahora, pensando en esta cuestión tan nuestra, de que todo genera crítica, todo es un buen tema para polémica, todo se pone en discusión, tengo un cuentob que me parece apropiado y dice así: “Una vez, Hodja y su hijo emprendieron un viaje. Hodja prefirió que su hijo viajara montado en el burro y él ir caminando. En el camino encontraron una gente que dijo: –¡Miren a ese niño joven y fuerte! Así es la juventud de hoy en día. No tiene respeto por los mayores. ¡Él va montado sobre el burro y hace caminar a su pobre padre! Cuando esas personas quedaron atrás, el niño se sintió muy avergonzado e insistió en caminar, y que su padre fuera montado sobre el burro. Poco más tarde, se cruzaron con otras personas quienes dijeron: –¡Miren eso! Ese pobre niño tiene que caminar mientras que su padre monta sobre el burro. Cuando hubieron pasado a estas personas, Hodja dijo a su hijo: –Creo que lo mejor será que los dos caminemos. Así nadie se quejará. Continuaron su viaje, ambos caminando. Poco más tarde se encontraron con otros, quienes dijeron: –¡Miren esos tontos! ¡Ambos caminan bajo este sol ardiente y ninguno de ellos monta sobre el burro! Ante esto, Hodja se volvió hacia su hijo y dijo: - 62 -


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–Eso va para demostrar qué difícil es escapar de las opiniones de los hombres”. Ester: Es cierto… J. R.: Así que, bueno, esperemos que esta piedra no se caiga, sobre todo encima del pueblo que la pagó, ya que esta no la manda la luna sino que sale de nuestros impuestos. Felicidades a los tandilenses, que se genere mucho turismo y que mejore la situación de la gente. Y que el que quiera criticarla que la critique, total, si habla bien de ella lo van a criticar y sino también. Tomi: Muy bien, J. R., gracias, como siempre. Te esperamos la próxima. J. R.: Al contrario, gracias a ustedes. Nos vemos. Ester: Chau, J. R., hasta la semana que viene.

Bibliografía: a

“La leyenda del puma, el Sol y la Luna”. La versión que se tomó para la adaptación puede encontrarse en: www.lapiedramovediza.com.ar/ b

“Las críticas de los hombres”, en Cuentos enseñanza del maestro sufi Nasreddin, H. D. Halka.

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24-05-07. Escarapelas y buenas costumbres

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? Ester: ¡Buen día! J. R.: Buenos días, gente, todo bien, todo muy bien. Tomi: ¿Qué nos van a contar los cuentos en esta víspera de fecha patria?1 J. R.: Hoy les traje algo relativo a la Revolución de Mayo. De hecho, muy cercano al 25 de mayo de 1810. Me puse a buscar, y encontré algunas frases interesantes escritas el 17 de julio de 1810a, luego publicadas en la Gazeta de Buenos Ayres del día 19. No está firmado el artículo, pero siendo que la Gazeta fue fundada por Mariano Moreno el 7 de junio de ese año, poco más de un mes antes de la fecha de la nota, es probable que estos conceptos hayan sido escritos por el propio Moreno, o por Belgrano o Castelli, quienes fueron sus primeros redactores. Un extracto de lo que encontré dice así: “El patriotismo de los buenos ciudadanos se manifiesta bajo mil formas […] El representante de un pueblo entusiasmado en hacer brillar su fidelidad y patriotismo, debe reunir todas las virtudes; pues amilanados entonces todos los inicuos (malvados, crueles), recobra sus derechos el honrado vecino, y descubre su zelo un ancho campo, que antes tenía cerrado el poder, la intriga, y la privanza. Así es que se verifica la máxima de un profundo político; a saber; que los buenos gobiernos forman las buenas costumbres; pero que las buenas costumbres son el verdadero apoyo y único sostén de los buenos gobiernos”. Tomi: ¡Fabuloso!, parece tan obvio todo esto ahora. Estamos hablando de 1810, monarquías, imperios, virreinatos. Que ya en - 65 -


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esa época alguien se animara a decir que el que tiene el verdadero poder es el pueblo… los vecinos. Como dicen ahora los slogans de campaña: “Una ciudad para los vecinos”. J. R.: Así es, no son nada originales, alcanza con leer a verdaderos estadistas de hace ya casi dos siglos. Resumiendo, el gobernante que quiera brillar debe tener todas las virtudes; y las buenas costumbres son el sostén de los buenos gobiernos. Virtudes y buenas costumbres, prácticamente lo mismo. Y hablo para todos, pero si querés, particularmente a los candidatos a Jefe de Gobierno de la Ciudad, ya que mencionaste la campaña2. Ester: ¡Ojalá estén escuchando la radio!… J. R.: Así que lucksicé un cuento que me parece muy apropiado. El mismo habla un poco de esto, y nos puede dejar algo para pensar durante el feriado, aunque sea un ratito. El cuento dice así: “En un país, muy pero muy lejano, la gente se había cansado de sus políticos. De tanto pedir que se fueran, un día ellos aceptaron. Así fue como una mañana soleada no había más políticos en ese raro país. El pueblo se tomó esto con mucho cuidado, y logró, en muy poco tiempo, por cierto, reunir un congreso de notables para decidir quién y cómo gobernaría el país de allí en adelante. Los notables, locales y extranjeros invitados deliberaron, y luego de un buen consenso, comunicaron al pueblo que la forma de tener un buen gobierno era tener buenas costumbres. Así que propusieron al pueblo buscar a quienes no las tuvieran, y ejecutarlos, para evitar así un nuevo fracaso. La medida se aprobó por asamblea popular, y comenzó la búsqueda. No mucho tiempo pasó antes de que los notables anunciaran: –¡Hemos encontrado a quien tenía las malas costumbres! Lo hemos ejecutado. Mañana su cadáver será expuesto en la plaza. Por favor, los que quieran ver de quién se trataba, asistan a la misma para ver el rostro del culpable. - 66 -


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Como era obvio se generó una gran expectativa. Desde temprano la plaza estaba llena, y la gente, muy ordenada, hacía filas para ver al ejecutado. Curiosamente, todos se acercaban al ataúd, miraban, y salían compungidos, pensativos, sin hacer comentarios, como reflexionando sobre algo oscuro y profundo que los abstraía del clima de fiesta que se vivía. Cuando me tocó el turno supe porqué. En el fondo del ataúd, donde yacía la causa de todos lo males de ese imaginario país, los notables habían puesto un espejo, en donde se reflejaban, uno tras otro, todos y cada uno de nuestros rostros”. Ester: ¡Ah!... qué bueno Tomi: Muy bueno. No me lo esperaba, sonaba duro lo de la ejecución y eso, pero el final es más duro en realidad, porque nos toca a todos. J. R.: ¿Qué tal si nos lo creemos, por más cuento que sea? Hasta que cada uno de nosotros no ejecute y entierre sus malas costumbres, no vamos a levantar cabeza. No le hagan caso al cuento si no les gustó, pero piensen en lo que decían Moreno, Belgrano, Castelli. Ellos se ganaron el rango de próceres. Son nuestros próceres. Aunque algunos se hayan terminado matando entre sí. Muchos de ellos sí eran estadistas, no simplemente políticos. Seguramente podemos aprender mucho de ellos. Tomi: Bien, me quedé pensando… Y ayer fue el debate de los tres candidatos que más adelante van en las encuestas, y si bien no es un ataúd con un espejo, los vimos en una caja con un vidrio adelante… en la televisión, casi como en un espejo. Ellos son como nosotros, vienen de nosotros, es como si fuesen un reflejo nuestro. J. R.: Sí, claro, el candidato sale del pueblo, no pueden ser muy distintos a nosotros. Los gobiernos del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, salen de pueblo. Así que es muy interesante ver a - 67 -


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los candidatos y vernos a nosotros mismos, si no nos gustan es que nosotros también algo tenemos que no nos debería gustar. Tomi: ¿Cómo habrá terminado esta historia? ¿Habrá reflexionado la gente? ¿Habrá cambiado? ¿Se habrán ido todos como echaron a sus políticos que no eran más que sus reflejos? J. R.: ¿Quién sabe? Después de todo es un cuento, ¿no? Lo importante es que en la realidad no nos podemos ir todos, ni los podemos echar a todos. Lo que hay que hacer es ir cambiando de a poco. Criar a nuestros hijos y nietos para que no tengan nuestras malas costumbres. Poner la esperanza en nuevas generaciones que son hoy nuestra responsabilidad. No es patear la pelota para adelante. Como diría mi amiga Ester: Aquí y ahora, si nosotros ya no podemos cambiar, al menos hagamos que nuestros hijos crezcan sanos para que los políticos que ellos reflejen sean hombres de bien. Las malas costumbres son como cualquier adicción, y una adicción en gran medida se cura con una fortísima fuerza de voluntad. Pongamos nuestra voluntad en cambiar y en educar gente con buenas costumbres, o por lo menos con mejores costumbres. Tomi: Muchas veces se habla de puntos de inflexión en las sociedades, y en general esto tiene que ver con grandes guerras, las guerras mundiales para Europa, por ejemplo. O con grandes crisis, como la depresión del año 30 para Estados Unidos. Parece que siempre necesitamos de grandes crisis para mejorar. J. R.: Por algo se dice que el hombre a los golpes aprende. No sé, nosotros tuvimos ya bastantes crisis en este país, no creo que necesitemos ni más ni peores. Ojalá que nos demos cuenta antes de una hipotética nueva reedición de desventuras. Y si querés, para redondear, Belgrano, Moreno o Castelli no vivían en una sociedad tranquila y apacible. En su época había guerras y privaciones, y peligros de invasiones, sea de españoles o de ingleses, o de los malones de indios que querían echar a los que les habían sacado sus tierras, y sin embargo ese puñado de hombres pensó en el futuro y trató de sembrar una sociedad mejor para su descendencia. Hagamos un poco de eso nosotros. - 68 -


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No pido que seamos como ellos, pero al menos, un día por semana sembremos en nuestros hijos, para que ellos tengan una mejor sociedad y mejores gobiernos. Tomi: J. R., muy bueno. Que tengas un feliz día patrio… J. R.: Igualmente, que la pasen bien, que coman muchos pastelitos… Ester: ¡Eso, eso! Feliz 25 de Mayo. Nos vemos la próxima. Tomi: Nos vemos la semana que viene. J. R.: Nos vemos, chau y gracias.

Bibliografía: a

El documento de donde se extractó esta cita puede encontrarse en:

www.bcnbib.gov.ar/historia/mayo/h6.htm

Notas de contexto: 1

El 25 de Mayo se conmemora en Argentina la Revolución de Mayo y la formación del primer gobierno patrio, desconociendo a José Bonaparte, nombrado Rey por Napoleón Bonaparte luego de su invasión a España, usurpando el trono al Rey Fernando VII. 2

Se desarrollaba en ese mismo momento, en la Cuidad Autónoma de Buenos Aires, la campaña política con miras a la elección de Jefe de Gobierno de la Ciudad.

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31-05-07. Dejemos el trago, el hielo no tiene la culpa

Tomi: Muy buenos días, J. R. Lucks, ¿cómo estás? J. R.: Buenos días, yo muy bien. ¿Ustedes cómo andan? Ester: ¡Buen día! Tomi: Muy bien. J. R.: ¿Todo bien? Ester: ¡Sí, todo muy bien! Tomi: ¿Qué nos vas a compartir hoy? Ya sé, dejame adivinar, siendo que el domingo hay elecciones en la capital estoy seguro de que trajiste algo que tiene que ver con la política. J. R.: Y bueno, algo así, pero siempre tratando de darle un enfoque distinto. Poniendo la responsabilidad en nosotros en vez de en los que vamos a votar. Casi, casi lo que traigo es un pedido a la solidaridad. Para eso, antes que nada les voy a leer la versión lucksizada de un cuentito, casi un chiste, que leí alguna vez.a La versión exclusiva para Doble Click dice así: “Un amigo mío estaba cansado de ir al médico y de no encontrar solución a su problema. A él le gustaba tomar algún traguito de vez en cuando. No tomaba mucho, no era alcohólico, pero lo que tomaba le caía mal, le hacía sentir ardor en la garganta… en fin, una mala sensación. Le habían dado pastillas, jarabes, le habían hecho estudios… nada. Obviamente le habían recomendado dejar el trago, pero mi amigo no estaba dispuesto. Nadie podía concluir, por lo poco que tomaba, que esa pudiese ser la causa de su malestar. Por lo tanto, según él, no había razones de peso para dejar de hacer algo que le gustaba. Las vueltas de la vida lo terminaron llevando a un bar donde eventualmente hizo amistad con los que - 71 -


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atendían. Son esos lugares que a uno se le meten bajo la piel. Se llamaba: El barcito de la esquina. El dueño, al ser interrogado sobre porqué no había pensado un nombre más artístico, te decía: –Si igual todo el mundo va a decir: ‘vamos al barcito de la esquina’”. Tomi: Buen nombre. J. R.: Así es, fácil de recordar. “En fin, volviendo a mi amigo y su problema. Es sabido que una vez que se pasa a formar parte del mobiliario de estos lugares se abre otro mundo. Uno de charlas que sólo existe después de muchas horas en la barra, y varias buenas propinas. Un día mi amigo estaba acodado en la barra conversando con el encargado de la tarde: Carloncho; que aparte de encargado era cajero y barman de las bebidas caras, por el control de las medidas, ¿vio? El susodicho ve a mi amigo tragar con dificultad lo que estaba en el vaso, y sin más pregunta qué pasa. El interrogado deja la mueca y le cuenta la historia. –Algún lío tengo con el trago, creo que voy a terminar dejándolo. El Carloncho, preocupado por perder un cliente fiel, pide saber el porqué. Mi amigo le dice: –Lo que pasa es que ya no sé qué tomar. Todo me produce un ardor en la garganta y en la boca del estómago. A mi me gustaba un buen vodka con hielo. Tuve que dejarlo. Me pasé al whiskicito, con algo de agua y mucho hielo, peor. Me dije: serán tragos muy secos. Pasé a mezclas más suaves y con jugos de frutas, de esos con hielo molido. Nada,… aparte los muchachos me empezaron a mirar raro. Así, desde esta semana empecé con esto que te pedí, a ver si tengo más suerte, fernet con hielo y coc… - 72 -


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–Basta –interrumpió secamente el barman–, ese es el factor común… lo que te hace mal. –¿Qué cosa? –preguntó interesadísimo mi amigo, viendo una eventual salida a su sufrimiento en la sabiduría del Carloncho. –¡Lo que tienen de común las cosas que tomás! El trago no te hace nada, ese no es el problema. Lo que tenés que largar, mi viejo, es el hielo”. Tomi: Bien. J. R.: En fin, cuestión de factor común. Efectivamente mi amigo dejó el hielo y desapareció su problema, que no era sino irritación por el frío. Tomi: ¿No era el alcohol?, ¿era el hielo? J. R.: Linda fantasía, ¿no? Todos los tomadores lo hemos intentado alguna vez. Créanme, no funciona. Tomi: No funciona… claro, por eso. No nos engañemos. J. R.: Pero no vengo a hablar de tragos, quise usar este cuentito para hablar de las elecciones de la benemérita Cuidad Autónoma de Buenos Aires que se nos vienen encima. Ya falta poco para que termine el circo eleccionario y tenemos todo tipo de candidatos. Alianzas, resurrecciones políticas, gente que decide presentarse para ver si le saca votos a otro, gente que se suma creyendo que va a aportar electores, y otras aberraciones varias. Yo me pregunto, ¿volveremos a hacer lo que hicimos hasta ahora y que no pareció funcionar? El cuento del hielo es para nosotros. Yo propongo que nos saquemos la mascarita y que no dejemos el hielo, dejemos el trago. Alguien, que no recuerdo ahora, solía decir: “Si seguimos haciendo lo mismo vamos a seguir obteniendo los mismos resultados”, y parece mentira que no nos demos cuenta de esto. Votamos cuotas, y nos fue mal; votamos: “en contra de”, y nos fue mal; votamos por simpatía al candidato sin tener noción de la capacidad ejecutiva del susodicho, y nos fue mal. ¿Nos podremos pedir a nosotros mismos votar a favor - 73 -


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del mejor proyecto esta vez, sea de quién sea? Sin partidos, total ya no existen. Podremos votar por capacidades demostradas o seriedad percibida más allá de los gritos de los discursos. Basta de votos castigo, o votos en contra de la historia de lo que me dijeron que pasó, o cosas por el estilo. Tomi: Lo que pasa es que lo que estás pidiendo nos hace movernos, salirnos de un punto de confort. Para hacer lo que proponés hay que ir e investigar, estudiar, leer, escuchar. J. R.: Sí, similar a lo que le pasaba a mi amigo del cuento. Una frase dice: “Él no veía razón para dejar de hacer algo que le gustaba”. Daba preferencia a su gusto antes que a su salud. Muchas veces hacemos esto, por comodidad, por falta de tiempo que no le asignamos a cosas importantes y sí a otras más triviales, sobre todo en estas épocas de elecciones. Terminamos votando la campaña publicitaria de un candidato en vez de su plataforma electoral. Tomi: Sí, aparte de esto hay que recordar que nuestro primer deporte nacional es criticar, con lo cual siempre es más fácil reaccionar o actuar en base a una crítica que construir una opinión positiva y constructiva sobre algo. Busquemos a uno que tenga algo bueno, aunque obviamente sea un poco más trabajoso. J. R.: Así es. El otro día estaba leyendo un libro que se llama Cartas Filosóficasb, que es una recopilación de cartas, justamente, que filósofos han mandado a amigos o a personas conocidas, o influyentes, comentando o solicitando algo. En una de las cartas me encontré con un párrafo que me gustó y que dice así: “¿Por qué te maravillas de que tus viajes al extranjero de nada te aprovechan, cuando es a ti mimo a quien llevas de un lugar para otro? Te agobia la misma causa que te impulsó a salir. ¿En qué puede aliviarte la novedad de las tierras? A nada útil conduce ese ajetreo. ¿Quieres saber porqué esa huida no te reconforta? Huyes contigo mismo. - 74 -


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Tienes que descargar el peso del alma; hasta entonces ningún paraje te agradará”. Ester: ¡Qué bueno! Cuán cierto es esto. ¿De quién era la carta? J. R.: Es una carta que escribía Séneca, un filósofo de la antigua Roma, a uno de sus discípulos. Esta persona a la cual Séneca aconsejaba pensaba que era el lugar físico el que podría predisponerlo a estar mejor o peor, y como vemos, el filósofo le dice que lo primero que debe hacer es arreglarse a sí mismo, así podrá después aprovechar la circunstancia. Creo que con la ciudad es lo mismo. Es como si asignáramos toda la responsabilidad de que la ciudad mejore al candidato de turno. Si no nos arreglamos nosotros primero; si no tapamos primero nuestros baches antes de saltarlos; si no votamos la propuesta, que después de haberla entendido y estudiado, nos suene más razonable desde lo práctico y no desde la retórica; si no hacemos esto, la ciudad no va a mejorar. Yo propongo: votemos en positivo, votemos por quién sea pero por alguien al que le creamos que va a mejorar las cosas para la ciudad como un todo, no sólo para nosotros. Y algo más, que tal vez hasta sea más importante: gane quien gane, aceptemos las reglas de la democracia y todos pongamos el hombro: no ensuciemos las calles si no gana el que queremos, respetemos los semáforos y las sendas peatonales sea el que sea el nuevo Jefe de Gobierno. No coimeemos a ningún inspector, cumplamos las regulaciones, comportémonos como buenos ciudadanos y vamos a tener una buena ciudad. ¿No será que si hacemos esto último la ciudad va a mejorar independientemente del que la gobierne? Tomi: Tengo dudas… pero podríamos probar a ver qué pasa. J. R.: (risas)… Sería interesante ver si muchas cosas no son más responsabilidad nuestra que de los funcionarios. Estamos a veces tan preocupados en encontrar el factor común negativo en los demás que no vemos nuestra parte. Nos escandalizamos de que la limpieza de la ciudad no sea buena, pero mientras nos quejamos la seguimos ensuciando. - 75 -


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Tomi: Ahora, digo yo… escuchame… J. R.: Te escucho. Tomi: … y, ¿cuándo hablamos de Argentina? J. R.: (risas)… Tomi: ¿Para qué país estás proponiendo esto?... J. R.: Sí, sí, aunque parezca mentira hablaba para nosotros… Tomi: … ya sé, ya sé… J. R.: Se entiende la broma, pero es que si no nos lo creemos ni nosotros no va a ocurrir nunca. Fácil no es. Por eso es bueno también ponerle un poco de ironía y si la reacción no viene de la parte seria del comentario que venga de las bromas y del reírnos de nosotros mismos. Yo digo: somos mayoría. Los ciudadanos somos muchos más que los funcionarios y gobernantes. No nos pueden ganar. Si nosotros decidimos tener una ciudad limpia y un tráfico ordenado, cada uno de nosotros, por más mal que ellos quieran administrarla, no van a poder contra nosotros. Ester: Así debería ser. Tomi: Así mismo. Muy buena reflexión. Mi estimado, J. R., que tengamos una buena elección este domingo y nos vemos la semana que viene con los resultados. J. R.: Muy bien, gracias por escucharme. Nos vemos. Ester: ¡Feliz domingo cívico, J. R.! J. R.: Gracias, igualmente, Ester, hasta la próxima.

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Bibliografía: a

Recuentos para Demián. Jorge Bucay. Editorial Nuevo Extremo, año 1999.

b

Cartas Filosóficas, de Platón a Derrida. José González Ríos. Editorial. Quadrata, año 2005.

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07-06-07. Aptitudes y actitudes. De tal palo tal astilla

Ester: Hola, J. R., bienvenido. Tomi: Hola, muy buenos días, ¿cómo andamos hoy? J. R.: Muy bien, gracias, buenos días a todos y feliz día a los periodistas sentados aquí a la mesa, ya que hoy es su día. Ester: Muchas gracias, muchas gracias. Tomi: Gracias. Efectivamente hoy es el Día del Periodista, recordando la fundación, por Mariano Moreno, del que hablaste hace un par de semanas, de la Gazeta de Buenos Aires, el primer medio escrito de Argentina posterior a la Revolución de Mayo. Así que muchas gracias por lo que nos toca. Muy bien, ¿qué nos traen los cuentos hoy? J. R.: Algo que, conversando contigo el otro día, me comentaste te interesa, que es el tema de la actitud y la aptitud, ¿recordás? Así que cumplo en traerte lo que me pediste. Son dos cuentos, que abordan el tema de maneras diferentes pero creo que complementarias. El primeroa dice así: “Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo sin problemas por suerte... Pero yo tenía que viajar, ¡Justo esa semana tenía tantos compromisos! Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, comenzó a hablar cuando yo no estaba... ¡Cómo crece rápido mi hijo! ¡Cómo pasa el tiempo! Mi hijo, a medida que crecía, me decía: –¡Papá, algún día seré como vos! ¿Cuándo volvés a casa, papá? –No lo sé, hijo, hoy tengo una cena de negocios, pero tal vez el fin de semana jugaremos juntos; ya lo verás. - 79 -


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Mi hijo cumplió diez años hace pocos días y me dijo: –¡Gracias por la pelota, papá! ¿Querés jugar conmigo? –Hoy no puedo, hijito; tengo muchísimo que hacer. Pronto. Te lo prometo. –Está bien, papá, otro día será. Se fue sonriendo. Siempre fue muy comprensivo. Se fue a jugar solo, diciendo: –Algún día seré como vos. Mi hijo regresó de la universidad el otro día, todo un hombre. –Hijo, estoy orgulloso de ti –le dije–, siéntate y hablemos un poco. –Hoy no, papá, tengo que ir a ver a mi novia y salir a festejar con amigos. Por favor, préstame el auto, así hago más rápido, ya que tengo que salir por la noche a una entrevista de trabajo mañana mismo en otra ciudad. Ya me jubilé y mi hijo vive en esa otra ciudad. Hoy lo llamé: –¡Hola hijo, quiero verte! –Me encantaría, padre, pero es que no tengo tiempo; vos sabés, mi trabajo, mis hijos. ¡Pero gracias por llamar, fue muy bueno oír tu voz! Al colgar el teléfono, me di cuenta de que mi hijo había logrado, definitivamente, ser como yo”. Ester: ¡Uy, uy, uy... qué duro…! Tomi: ¡Aha! Muy bueno. J. R.: ¿Qué tal?, la actitud del padre se había transformado en la aptitud del hijo, en su forma de ser. Muchas veces nos pasa esto. Las aptitudes son adquiridas. Uno aprende, y: ¿de qué aprende? - 80 -


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Aprende de libros, aprende en universidades, aprende de discursos… pero por sobre todo aprende de actitudes de sus padres. “Si mi padre tira el cigarrillo prendido por la ventana del auto en la autopista, debe estar bien. Cuando sea grande no sólo voy a fumar, sino que también voy a manejar con una sola mano como él, y voy a tirar la ceniza y la colilla por la ventana, así no se ensucia el cenicero. El cenicero después de todo es para poner las monedas, como lo usa papá”. Será que no nos damos cuenta de esto, tan sencillo y lógico. Nuestras actitudes se transforman en las aptitudes de nuestros hijos, las buenas, pero por sobre todo las malas. En fin. Ester: Muy cierto. J. R.: Y esto me hizo pensar en algunas cosas que tienen que ver con la política, también. ¿Se fijaron en la actitud de algunos de estos políticos que perdieron en la elección a Jefe de Gobierno la semana pasada? Ahora, en vistas a la segunda vuelta declaran dar “libertad de conciencia” a sus votantes para que apoyen al que consideren. Ester: Sí, yo escuché a varios. J. R.: Ellos no tienen mi libertad de conciencia como para devolvérmela. Es mía y la tengo yo, no me pueden dar algo que ya tengo. Esta actitud no me parece democrática por parte de ellos. Nadie es dueño de mi voto más que yo, ya que si alguien lo fuese, y por lo tanto tuviera que darme libertad de conciencia, entonces no sería esto una democracia. Tomi: Efectivamente. J. R.: Y para no dejarlo sólo del lado de ellos, me puse a pensar también que tal vez nuestras aptitudes democráticas, de aquellos que fuimos niños o jóvenes en las décadas del 50, 60 y 70, seguramente están influidas por las actitudes de nuestros padres, que vivían perseguidos, siendo “anti” alguna cosa, o que sabiendo o sin saber lo que hacían, preferían un golpe de estado a una sucesión democrática. Evidentemente no somos grandes - 81 -


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demócratas hoy por muchas razones. Sería interesante pensar cuáles son hoy nuestras actitudes, para que las aptitudes democráticas de nuestros hijos sean mejores que las nuestras, ¿no? Tomi: Quizá, incluso, no hace falta ir tan lejos, J. R.: cuando pensamos, por ejemplo, en los conflictos de la educación. Concretamente, la toma de algunos colegios, que por no estar de acuerdo con el rector elegido, independientemente de que se haya elegido con acuerdo a las regulaciones vigentes, terminan ocupados por alumnos y padres. Los chicos del Pellegrini1 son de la década del 90, y aun así, tomaron el colegio, y la verdad no sé si el desacuerdo en cuanto a la elección de su rector es razón para lo que han hecho. Porque fue elegido con las regulaciones que hay hoy vigentes. Creo que pueden estar en desacuerdo con estas y pretender cambiarlas, pero el rector está elegido correctamente, y tomar el colegio para no dejarlo entrar, y tomar su puesto, es desconocer una ley, o norma que hoy rige este tipo de elecciones. Seguramente esta forma de actuar está influida por actitudes que ellos vieron en los 80 y en los 90, en los cuales, lamentablemente, muchas leyes no fueron cumplidas, o fueron cambiadas por presiones, o cosas por el estilo. J. R.: Sí, algo de eso hay seguramente. Pero yo quiero ser un eterno optimista, y creo que estamos a tiempo. Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestras actitudes de hoy para que las aptitudes de nuestros hijos sean mejores que las nuestras. Tomi: Muy bien. J. R.: Y tengo otro cuento más… Ester: ¿Otro más? J. R.: Sí. De hecho, este viene dedicado a vos. Porque es un cuento de filosofía Zen, y vos sos un poco Zen. Ester: Gracias. J. R.: Este otro cuento enfoca la cosa desde una óptica diferente, y tiene que ver con el hecho de que muchas veces estudiamos y - 82 -


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nos preparamos mucho pero no nos predisponemos correctamente para encarar la vida. La lucksización de este cuentob dice lo siguiente: “Había una vez un pintor que no lograba que sus cuadros y retratos le gustasen. Él sabía, más allá de lo que los críticos de arte le confirmaban, que en el mejor de los casos lo que él producía era mediocre, deslucido. Por mucho que se esforzaba no lograba transmitir en sus trabajos lo que pretendía retratar. No era una persona de no hacer el esfuerzo, así que fue a todas las esuelas que encontró, tomó todos los cursos, probó diferentes técnicas para ver si era más apto a una que a otra… y nada. Mediocre parecía ser el máximo al que podía aspirar. Un día, muy turbado por no poder sacar el jugo de toda la instrucción que había recibido, entra sin darse cuenta en un templo Zen. Un viejo maestro lo ve, y se le acerca para preguntarle qué era lo que lo tenía así de abatido. Nuestro pintor mediocre le cuenta su historia y su preocupación. El maestro parece no prestar atención a los detalles y sin embargo comienza a hacer una gran cantidad de preguntas sobre la vida del pintor, sobre sus costumbres, sobre su familia y amigos, acerca de la relación de nuestro protagonista con la naturaleza y con la vida en sí. Luego de contestar a muchas de estas preguntas y ante un repentino silencio del maestro, nuestro frustrado amigo pregunta qué debe hacer: si debe seguir aprendiendo y perfeccionándose para acceder a su objetivo. El maestro, que a todo esto había cerrado sus ojos y parecía estar en estado de meditación, se torna hacia él, pone una mano en su hombro y le dice:

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–Amigo mío, no es seguir llenándote de aptitudes lo que hará de ti un gran pintor. Las técnicas pueden aprenderse en cualquier lado y en cualquier momento. Todo lo contrario. Vacíate primero. En el arte y en la vida, mucho depende de la contemplación y de la reflexión. Vacíate de preconceptos y preocupaciones. Contempla la montaña, déjala entrar en ti. Luego, una vez que la montaña en ti sea más grande que el deseo de alabanzas por tu pintura, lograrás plasmarla cuantas veces quieras con lo que ya aprendiste”. ¿Les gustó? Tomi: Misma dirección… mismo concepto. J. R.: Sí, mismo concepto pero con otra vueltita de rosca. ¿No? Tomi: Él quería llenarse de aptitudes técnicas… J. R.: Pero no tenía la actitud correcta. La filosofía Zen tiene mucho de esto, de contemplación, de vaciarse de uno mismo para dejarse llenar de lo que nos rodea. Por eso me recordó a Ester este consejo. Creo que ella tiene esa actitud, practica esta filosofía. Al menos me lo comunica a mí con lo que ella transmite en cuanto a la música. Me parece que mi amiga, en este sentido, realmente se vacía y luego se deja llenar por la música, por eso luego puede hablar de los distintos grupos o de los temas, y la emoción se nota en su voz y en sus comentarios. No es una actuación, es verdadero sentimiento. Tomi: Es así. J. R.: Esta es la forma de alcanzar la iluminación, o esa sabiduría que está allí, al alcance de nuestras manos, y que muchas veces no vemos por estar solamente mirándonos el ombligo. Adquirir aptitudes es importante. La doctora Ester seguramente estudia de los distintos conjuntos y de los significados de las letras. Pero nuestras actitudes ante la vida, ante lo que queremos aprender, ante lo que tenemos que producir, son muchas, sino todas, veces, definitivamente más importantes. Aprender sin la actitud - 84 -


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correcta es malgastar el tiempo del discípulo y del maestro. Tenemos que entrenarnos. Tenemos que invertir tiempo en aprender. Pero por sobre todo tenemos que poner ganas, para aprender bien. Con ganas y esfuerzo todo se consigue. Sólo con esfuerzo es muy probable que no lleguemos más que a mediocres. Sólo con ganas, no pasamos de soñadores. Ganas “y” esfuerzo. Actitudes “y” aptitudes. Pero, definitivamente, actitudes, y de las buenas, primero. Tomi: Muy bien. Ester: Gracias, J. R. J. R.: De nada, usted se lo merece, Doctora. Tomi: Lo dicho, dicho está. Estuvo muy bueno. J. R., nos dejaste pensando, a algunas personas sin palabras. Lo lograste. Estimado, J. R., muchas gracias por la reflexión, por el aporte, y… ¿nos vemos la semana que viene? J. R.: Sí, sí. Si Dios quiere, nos vemos la semana que viene. Ester: De vuelta, muchas gracias, J. R., y nos vemos.

Bibliografía: a

Otra versión de este cuento puede encontrarse en la siguiente dirección web: www.deaccioncatolica.com.ar/reflesem/refle105.htm

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El cuento: “Un pintor mediocre”, que se utilizó para esta adaptación, puede encontrarse en: Cuentos ZEN, Guido Tavani. Editorial Quadrata, año 2007.

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Notas de contexto: 1

El Colegio Carlos Pellegrini estaba esa semana tomado por alumnos y padres, para evitar que el rector elegido tomara posesión del cargo. Los alumnos no estaban de acuerdo con la forma de elección del mismo, a pesar de que éste fue elegido de acuerdo a las normas vigentes. Se había estado en conversaciones, sin llegar a un acuerdo, de cambiar esa norma de elección en vista a nuevas sucesiones de rector.

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14-06-07. Oposición oficialista y esperanza para el futuro

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Bien, bien. ¿Cómo andan ustedes? Buenos días. Ester: Bienvenido. J. R.: Gracias. Muy amable. Ester: Vamos a lo nuestro. Tomi: ¿Qué tenemos hoy? J. R.: Hoy quiero hablarles algo de política, pero no para deprimirlos, sino para que se rían un poco y tal vez hasta para dejar una luz de esperanza. En algunas columnas del año pasado, trajimos citas de autores como Jonathan Swift, irlandés, o Mark Twain, norteamericano, los cuales, si bien conocemos por distintas obras supuestamente para niños, o por trabajos literarios de ficción, lo cierto es que eran autores críticos de sus realidades, y por sobre todo de sus gobiernos y de la justicia imperante en sus épocas. De hecho, aparte de autores eran periodistas, o cronistas, y describían realidades políticas y de situaciones de injusticia de sus países y sus épocas, bastante tétricas. Tomi: Así es. J. R.: Hoy rescato a un autor similar llamado Ambrose Bierce. Un estadounidense de fines del siglo XIX, que fue periodista, escritor de cuentos y pequeños relatos. Muy, pero muy crítico de su época, y brutalmente satírico. Él hablaba, o más bien publicaba, sobre la sociedad en la que vivía, que era el fin de siglo en Estados Unidos. Una de las cosas que escribió es un diccionario llamado: El diccionario del diablo.a Es una versión personal, en la cual él define algunos términos desde su punto de vista crítico. Extraje algunas de estas definiciones que tienen que ver con la

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política y la diplomacia, para tener una idea clara de cómo pensaba este hombre. Van así: Política: Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado. Tomi: (risas)… esto viene de cachetazo. J. R.: Recordemos que esto fue escrito hace más de un siglo y por un americano. O sea que hablaba de su política, no de otras. Conservador: Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros iguales o peores. Tomi: O sea que lo del viejo modelo y el nuevo modelo… J. R.: Pareciera no haber grandes diferencias a la larga. Delegado: (También conocido como “Ñoqui” en algunos países sureños). Pariente de un funcionario. El delegado es, por lo general, una persona con un intrincado sistema de telarañas que bajan de su nariz a su escritorio. Cuando algún ordenanza lo golpea accidentalmente con la escoba, despide una nube de polvo. Cónsul: En política, persona que no habiendo podido obtener un cargo público por elección del pueblo, lo consigue del gobierno a condición de abandonar el país. Ester: ¡Uh!... cómo me suena conocido eso. J. R.: Hemos tenido acá un par de ejemplos de esto, ¿cierto? Tomi: (risas)… Sí: “…y ahora vos te vas de embajador a tal o cual lado…”. J. R.: Así es. Pero mantengamos en mente que esto fue escrito hace más de cien años y para otro país, evidentemente esta práctica no es exclusiva, ni de la modernidad, ni de países cercanos a nuestro conocimiento. Sigo:

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Diplomacia: Arte de mentir en nombre del país. Candidato: Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada, y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública. Ester: (risas)… qué bueno… J. R.: Y por si queda alguna duda con esto, mirá: Candidatear: Proponer una persona adecuada para que sea enlodada y abucheada por la oposición. Para cerrar, algo que tiene que ver ya más con la ética, sea de funcionarios o no, y dice Bierce: Bolsillo: Tumba de la conciencia. Difamar: Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad de practicar, aún. Ester: Espectacular. J. R.: Interesante, ¿no? Alguien que llega a pensar así de la política, no lo hace por casualidad, debe tener que ver con una gran decepción, con vivir en un lugar en el que impera la corrupción, la injusticia, etcétera. Bueno, pero como acá contamos cuentos, voy a contarles algo del amigo Ambrose. Éste en particular relata los comienzos de la democracia en un país que la copia de otros, evidentemente más maduros. La esperanza es que tal vez, con el tiempo, y la práctica, la cosa se termina estabilizando y se transforma en algo decente. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia: “El tirano de turno de Acasehaceloqueyodigolandia, que había estado en el extranjero para estudiar la ciencia del gobierno, designó a un centenar de sus súbditos más gordos, miembros de un parlamento que se suponía, debía legislar. A cuarenta de ellos los nombró: Partido de la Oposición, y dispuso que su Primer Ministro los instruyera cuidadosamente en la tarea de oponerse a toda iniciativa. Sin embargo, el primer proyecto puesto a - 89 -


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votación fue aprobado por unanimidad. Muy descontento, el rey lo vetó, informando a los miembros de la oposición que si volvían a hacer eso, pagarían con la cabeza. En el acto, los cuarenta opositores se suicidaron. –¿Y ahora? –preguntó el rey–. Es imposible mantener las instituciones liberales sin un Partido de Oposición. –No hay problema –replicó el Primer Ministro–, es cierto que esos perros de las tinieblas ya no tienen sus credenciales, pero no todo está perdido. ¡Yo se lo arreglo jefe! Seguidamente el Primer Ministro hizo embalsamar y rellenar de paja los cadáveres de los opositores y los clavó a las bancas legislativas. En lo sucesivo, cada ley fue aprobada con cuarenta votos en contra, y la nación prosperó. Pero un día el ejecutivo remitió un proyecto de impuesto a las verrugas y fue derrotado, porque a nadie se le había ocurrido clavar también a sus bancas a los legisladores oficialistas... Esto enfureció tanto al rey, que el Primer Ministro fue ejecutado, el parlamento disuelto con una batería de artillería, y el gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo, desapareció a cambio de una nueva tiranía y hasta que la misma se pasara de moda”. Tomi: … Uhm… ¿Cualquier parecido?... J. R.: ¡Enfáticamente lo digo!: cualquier parecido, o semejanza con la realidad, es pura coincidencia. Ester: (risas)… Mejor así. J. R.: Pero es que me pareció muy interesante. Más allá de lo duro del cuento, al igual que las citas que usamos el año pasado de Swift o Twain, también criticando a sus gobiernos y sistemas judiciales, evidentemente, en los países de donde provenían hubo evolución. Esos países, con el tiempo, mejoraron, tal vez ninguno sea perfecto, aun hoy, pero claramente cambiaron y sus instituciones se estabilizaron. De una u otra manera la decencia - 90 -


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ganó terreno. Así que es cuestión de persistir, de seguir insistiendo en lo bueno y de buscar mejorar, de confiar y trabajar para que en alguna generación, lo que dice este cuento no nos suene tan real y cercano. Para que esa futura e hipotética generación en la que ponemos esperanzas pueda asombrarse y reírse de cuentos como este sin tener que auto-compadecerse. Tomi: Bueno, ojalá que sea así, que sea una cuestión de tiempo, y que tarde o temprano las instituciones, las oposiciones y los oficialismos se vayan estabilizando y mejorando... Muy bien, ¿volvemos la semana que viene?, con algo de literatura, con cuentos… y con un poquito de reflexión. J. R.: Así será, si Dios quiere, volveremos, leeremos, y trataremos de incitar a pensar. Hasta la semana que viene. Ester: Chau, J. R., nos vemos.

Bibliografía: a

El cuento adaptado para esta columna fue tomado de un original incluido bajo la definición de la palabra “Oposición”, en el Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce. Una versión digital del mismo puede encontrase en la siguiente dirección web: www.ciudadseva.com/textos/otros/dicdia02.htm

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21-06-07. De cómo alimentar a un lobo bueno

Tomi: Hola. Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Buenos días, ¿cómo andan? Ester: ¡Buenos días! J. R.: ¿Todo bien? Ester: ¡Todo bien! Tomi: Todo muy bien. J. R.: Bueno, me alegro. Hoy traje algo de buena onda yo también. Algo que tal vez nos sirva para ayudar a desenchufarnos un poco, sobre todo en esta época de tanta tensión, de tanta preocupación, de tanta campaña, sucia y limpia, que no son demasiado diferentes. Es un cuento que habla de un caciquea, que estaba rodeado de los niños de su tribu. En un momento de la charla les dice: “–Una gran pelea está ocurriendo en mi interior y es entre dos lobos. Uno de los lobos representa la maldad, el temor, la ira, envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la arrogancia, culpa, el orgullo, la mentira, la inferioridad, resentimiento, la competencia, la superioridad y egolatría.

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El otro la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la benevolencia, la amistad, la empatía, la verdad, la compasión y la fe. Los niños lo miraban con grandes ojos que denotaban miedo, y a la vez curiosidad y esperanza de final feliz.

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–Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes, y dentro de todos los seres de la tierra. Uno de los niños, con carita de preocupado por este último comentario le preguntó con la voz más suave del mundo. –Abuelo, dime: ¿cuál de los lobos ganará? Y el viejo cacique, con extrema dulzura, respondió simplemente: –¡Hijo querido, ganará el que tú alimentes!” Ester: ¡Ah! J. R.: ¿Les gustó? Tomi: Muy bueno. J. R.: Así que me puse a pensar cómo alimentar a este lobo bueno. Al que representa la bondad, la paz, el amor. Buscando, encontré un artículo de un psicólogo vasco, Patxi Izagirre, que no hace mucho publicó en un diariob la siguiente nota que paso a leer: “En estos tiempos en los que cuidamos nuestra alimentación y entendemos que somos lo que comemos, quiero hacer hincapié en que somos lo que pensamos. […] Pienso que la mayoría estamos de acuerdo en que una equilibrada alimentación, el adecuado descanso y ejercicio moderado, favorecen el fortalecimiento de las defensas del organismo, y lo preparan para defenderse del ataque de infinidad de gérmenes que habitan en el exterior […]”. Aclaro que en el contexto de lo que estamos hablando, “gérmenes del exterior”, debe entenderse como: políticos habladores, gente que nos cuenta porquerías sólo para hacerse los graciosos, programas de radio, televisión, diarios y revistas de esos que publican noticias inventadas o que por no tener nada útil que mostrar sólo se burlan de gente sencilla, en fin, eso que nos bombardea todos los días. - 94 -


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Tomi: Hmmm… Ester: No aclares más que ya entendimos… (risas)… por las dudas. J. R.: Bien. Sigo leyendo lo que nos dice Patxi: “El sistema inmuno-psíquico por tanto, también necesita de una adecuada alimentación de afectos e ideas, para que las defensas psíquicas nos protejan de las crisis vitales”. Acto seguido, el citado se pregunta: “[…] ¿Cuáles podrían ser estas vitaminas para el alma, cuáles los nutrientes adecuados?”. Y se contesta: “La vitamina C del aparto psíquico es la estima o el reconocimiento. Cuando una persona se siente valorada como amigo, compañero de trabajo… su sistema inmunopsíquico se refuerza de una manera preventiva ante las adversidades que pudieran venir. […] el segundo gran grupo de nutrientes para la armonía psíquica es la empatía y el dar afecto al otro. Curiosamente es una vitamina que al darla, crece proporcionalmente. Desde la sabiduría popular sabemos que recibes aquello que das, […]. El secreto está en el dar, dándose también a uno mismo, sino caeremos en el error de la dependencia […], que deriva en el deseo de agradar. […] ¿Y cuál sería entonces el tercer soporte para la salud básica del alma? En mi opinión tiene ver con la capacidad de tolerar la frustración. Cuando la persona sabe sentirse libre dentro del límite y es capaz de admitir con humildad la propia impotencia humana, entonces está preparada para encontrar el equilibrio al desequilibrio”. Ester: Espectacular analogía.

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J. R.: Buena, ¿no? No parece tan difícil darle de comer al lobo bueno: buscar lugares donde nos valoren; ser empáticos, o sea valorar e interesarnos por los que nos rodean; y saber que tenemos límites, conocerlos y reconocerlos. Tomi: Claro, y sin frustrarse por cosas que no salen bien, y que aparte de los límites naturales tienen que ver con las otras dos cosas que nombraste, ¿no?, sobre todo con el tema de la valoración. J. R.: Exactamente. Quise citar a este psicólogo, porque muchas veces uno lee un cuento, y la gente se queda con que: “sí, muy lindo, pero cómo lo pongo en práctica”. Y aquí vemos un consejo de una persona que no tiene nada que ver con el cacique, y que lo plantea desde un punto de vista serio. En definitiva, no lo llama lobo, pero habla también de alimentar una parte de nuestro ser con cosas que nos hagan mejores y más felices, para poder, también, dar a los que nos rodean y quieren. Y para cerrar su nota nuestro psicólogo-nutricionista nos dice: “Por tanto, si fuésemos capaces de crear unos hábitos psíquicos saludables y basados en las ideas mencionadas como nutrientes básicos, quizás consigamos que nuestro aparato inmuno psíquico se armonice de manera adecuada y seamos capaces, así, de concretar actividades para el alma […]. Desde el contacto con la belleza del arte y la naturaleza, a las prácticas de silencio mental o descanso de las digestiones psíquicas, no es bueno ‘pensar’ entre horas. No hacer nada también es hacer algo importante”. Tomi: Recomienda un ocio saludable… bien alimentado. J. R.: Sí, dándole de comer al lobo bueno. Tolerancia, en vez de andar gritando detrás del volante. O comprensión, en vez de generar ruido y presión, o malhumor en la fila del banco. Y algo de empatía. Me gustó esto de empatía, que tiene que ver con tener en cuenta al otro. Seguro que empatía viene de alguna raíz griega o latina, pero a mí me suena a empate. No esto de - 96 -


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siempre querer ganar. Empate, también es bueno a veces. Ganar yo, pero también el otro, o repartirnos equitativamente lo que estamos disputando para que los dos tengamos al lobo bueno satisfecho, y no que uno lo tenga empachado y el otro sólo tenga para darle de comer al malo con envidia, o venganza, o sed de justicia. Tomi: Vos sabés que me quedé pensando con esto de que somos lo que comemos, ¿no?, y eso lo entendemos todos ahora con tanta difusión de los temas nutricionales. Pero también nos alimentamos de lo que escuchamos, o vemos. Por lo tanto entiendo que también somos lo que vemos en televisión, o somos lo que leemos, somos el diario que leemos o la revista que compramos… Ester: Somos la música que escuchamos. Tomi: … somos la música… Nos estamos alimentando permanentemente a partir de lo que escuchamos o sentimos o leemos… estamos alimentando, así, a alguno de estos lobos del cuento. Muy interesante. J. R.: Así es. Por eso: ¡a alimentar lobos buenos, gente! No digo hacerlos engordar, pero al menos tirarle un hueso de vez en cuando. Ester: Muy bien. Muy bien. Tomi: Muchas gracias, J. R. Te esperamos la semana que viene. J. R.: Bueno, cómo no. Ester: Nos vemos la semana que viene. J. R.: Nos vemos. Tomi: Chau, chau.

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Bibliografía: a

La versión a partir de la cual se adaptó este cuento en se halla en:

www.slideshare.net/sobremonte/los-dos-lobos/ b

Fuente: www.diariovasco.com

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28-06-07. Un nuevo decálogo y una oración desesperada

Tomi: Como todas las semanas, aproximadamente a esta hora, es tiempo de decir: buen día, J. R. J. R.: Hola, ¿cómo les va? Ester: Buen día… Reflexión y literatura… en la radio… J. R.: ¡Qué bienvenida!, gracias. Tomi: ¿Qué vamos a leer y disfrutar el día de hoy? J. R.: Hoy vamos a leer un decálogoa. ¿Vieron ahora que están de moda nuevamente? Ester: ¡Ay, sí! El Papa publicó uno dirigido al buen conductor. J. R.: Exactamente. Aquí encontré, los otros días, uno que me pareció muy interesante. Éste, aparentemente elaborado por el Departamento de Policía de la ciudad Houston, en el Estado de Texas, Estados Unidos de América, se titula: Cómo hacer de tu hijo un delincuente. Tomi: ¡Ah, bueno! Ester: (risas)… ¿Cómo? J. R.: Así es. Cómo hacer de tu hijo un delincuente, según la policía de Houston. Dice así: 1) Comience desde la infancia a no negarle a su hijo nada de lo que desee. De ese modo, cuando crezca, él pensará que el mundo tiene la obligación de darle todo lo que pida, sólo por pedirlo. 2) Cuando empiece a decir malas palabras, ríase. De ese modo él creerá que eso es simpático. Esto lo incentivará a no respetar a sus mayores, y a no saber lo que es desubicarse. - 99 -


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3) Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa. Haga todo por él, para que aprenda a descargar sus responsabilidades sobre los demás. 4) Discuta con frecuencia, en su presencia, por cosas irrelevantes. Así él aprenderá a ser inflexible, sin tener en cuenta a quién pueda herir, por defender opiniones sin importancia. 5) Entréguele todo el dinero que le pida. No deje que se esfuerce en ganar el suyo propio. 6) Satisfaga todos sus deseos de comidas y caprichos. Siga creyendo que un sano límite y corrección pueden causarle frustraciones perjudiciales. Tomi: (risas)… Pobrecitos… J. R.: Pobrecitos. Sigue: 7) Cuando se porte mal, defiéndalo contra vecinos, profesores y policías. De esa manera él considerará que todo el mundo está en su contra, y por eso lo molestan con reglas y prohibiciones. 8) Evite el uso de la palabra “equivocado”, o “incorrecto”. Así nunca sabrá lo que es arrepentirse. Esto le permitirá creer que puede ir por la vida haciendo lo que desee sin considerar a los que le rodean. 9) Cuando él comience a encontrarse en problemas serios vaya ensayando esta disculpa: “Nunca pude dominarlo”. 10) Comience a buscar un asilo de ancianos y a depositar mensualmente algo de dinero para cuando usted sea mayor, ya que obviamente no podrá contar con su hijo. Tomi: Bien… Ester: Cualquier parecido con la realidad… (risas). J. R.: (risas)… Es pura coincidencia.

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Tomi: ¿Es un decálogo para que su hijo sea un…? J. R.: Delincuente. Tomi: Bueno, tal vez sea un poco fuerte el término delincuente. Porque muchos son así y no llegan tan lejos. J. R.: Está claro. Evidentemente hay un poco de exageración en el título, pero la verdad es que es un caldo de cultivo peligroso. No respetás a los demás, no tenés claro el valor de las cosas, sos inflexible y sólo pensás en vos… digamos que a partir de allí, al menos en muchos casos, el ser un delincuente o no, es sólo cuestión de oportunidad. Tomi: Claro, bueno, explica una de las formas de llegar a la delincuencia. J. R.: Me pareció interesante, porque a pesar, como decís, de no tener que llegar tan lejos en forma inexorable, toma cosas que son cotidianas, y no es sólo con nuestros hijos. Muchas veces nos tratamos así a nosotros mismos, y después nos preguntamos porqué no tenemos relaciones duraderas, o porqué sentimos vacía nuestra vida. Nos maleducamos. Y hacer la inversa de lo que dice el decálogo, o sea: 1) Decirnos que “no” a lo que sabemos que no es bueno para nosotros, y ponernos límites. 2) Respetar a los demás y saber ubicarnos. 3) Ser ordenados. 4) Darle a cada cosa su verdadero valor y no ser obstinados. 5) Saber esforzarnos por lo que queremos. 6) Asumir responsabilidades, reconocer errores y saber pedir disculpas. …no parece tan difícil, no es que haya que ir a la universidad para eso, o tengamos que ser una especie de superdotados o poseer cualidades raras y fantásticas. Lo único que hay que hacer es darse cuenta, y empezar de una vez a tratar de hacer al - 101 -


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menos una de estas por día hasta tomarle el gusto. Porque esto también me hace pensar en que lo que uno siembra es luego lo que cosecha. Si soy descortés con los demás, ¿qué puedo esperar hacia mí? O si no escucho, o si soy egoísta u obstinado… Tomi: Un círculo vicioso de no acabar. Ahora, me pareció interesante cómo una realidad cultural y socioeconómica diferente a la nuestra, lo digo porque esto se origina en Houston, enfoca las cosas en un cierto sentido. Porque esto que lees, aquí en nuestra realidad pareciera explicar a los delincuentes de “guante blanco”. Ellos, en Houston, tal vez no tengan que pensar en gente que llega a la delincuencia por temas de pobreza o de marginalidad. En nuestros países, muchas veces focalizamos más en lo sociológico, queremos ver las cosas desde un punto de vista macro. Desde la óptica que se plantea en el decálogo, ya no tan pensada desde que los niños deban tener buena alimentación o condiciones de vivienda dignas, cosas que se dan por hechas, se explica cómo ellos consideran que se puede llegar a una situación de desaprensión como la que sugieren, “a pesar de”. Ester: A mí me gustaría ir sobre la segunda parte de lo que decís, a las cinco o seis reglas del “contra decálogo”, que me parecen fantásticas. Pero lo que pasa es que, puestas en práctica, de cualquier forma me encuentro, muchas veces, del otro lado con el delincuente. Entonces, allí llega la disyuntiva: ¿qué sigo haciendo? J. R.: Es que por algún lado hay que empezar, ¿no? Ester: De acuerdo. Pero el costo no lo quiere pagar siempre uno. J. R.: Es cierto, es cierto, y no es fácil. A mí me gustan estos planteos porque de alguna forma le devuelven a uno el control. O al menos, parte del control. Porque infinidad de veces nos perdemos en esto de que el mundo, y la economía global, y los demás, y la degradación de la educación, o de las condiciones de vida, y no sé cuántas cosas más… ¿y nosotros?, ¿por casa cómo andamos? Esto no aplica sólo para nuestros hijos, ¿qué tal - 102 -


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nuestros mayores?, ¿o nuestros compañeros de trabajo, o de estudio? ¿Cómo los tratamos?, independientemente de miles de factores externos, sociales y económicos, que en la relación con la persona que está parada al lado mío en la fila del banco, son irrelevantes. Puede seguir habiendo hambre en África, y no necesito que se arregle ese problema para ser cortés. O la deshumanización puede avanzar al ritmo de un consumismo galopante, pero para sentarme a revisar la tarea de mi hijo a la tarde cuando llego a casa, ese fenómeno no es relevante. Como decíamos la semana pasada, ¿a qué lobo queremos alimentar? Decidimos nosotros alimentar al bueno o al malo, y si alimentamos al bueno, algún día va a ganar. Ester: Totalmente de acuerdo. Tomi: Lo que no hay que dejar de lado es que esto que decimos aplica a personas que pueden discernir. Lamentablemente, yo considero que hay gente, que por distintas situaciones, o necesidades no cubiertas, no tiene la opción de elegir entre una cosa y otra, porque viven en un contexto de marginalidad, que les ha sido impuesto de alguna forma, y no pueden desarrollarse. Mucha gente no decide no seguir estos buenos consejos por maldad, sino porque no se le presentan las opciones. J. R.: Con matices, pero básicamente de acuerdo. El asunto es que muchísima gente, más que la que no puede optar, sí tiene esa capacidad y esa posibilidad. Insisto, por algún lado hay que empezar. Si empezamos por los que sí pueden, tal vez la posibilidad de desaparecer de ese mundo de marginalidad, para que todos puedan tener salud, alimentación, vivienda… y también opciones como las que presentamos, sea más fácil. Tomi: Sí, da para reflexionar. J. R.: Esa es la idea. Los que puedan. Para cerrar les quiero contar un cuentito, que vuelve un poco al punto inicial de la educación de los chicos, o de las condiciones en que se desarrollan, que a veces no son marginales desde lo económico, pero son lamentables desde lo afectivo. En realidad, más que un - 103 -


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cuento es una especie de oraciónb de un niño, al Dios que sea, no particularmente al de ninguna religión, es una expresión de deseo, no importa la “marca” de la religión en esta plegaria. La oración dice así: “Señor, esta noche te pido algo especial. Por favor conviérteme, porque quisiera ocupar un lugar importante en mi casa. Quisiera poder congregar a todos los miembros de la familia a mi alrededor. Ser el centro de atención al que todos quieren escuchar sin ser interrumpido ni cuestionado. Que me tomen en serio cuando hablo. Deseo sentir que se preocupan y me tratan especialmente cuando algo no funciona bien conmigo. Tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Que mi mamá, en lugar de ignorarme, me busque cuando esté sola y aburrida. Que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada útil, ni importante. Vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado. Señor, no te pido mucho, todo esto lo recibe… cualquier televisor”. Tomi: Uhmm… Duro... Ester: ¡Wow! J. R.: ¿Les gustó? Tomi: Y… gustó. - 104 -


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J. R.: Bueno, no sé, a veces nos preocupamos mucho por el rating de los programas, cuántos más ven un programa que otro, o un espectáculo deportivo que una película. ¿Qué tal si hacemos un rating en el que incluyamos a nuestros hijos, o a nuestros seres queridos?, y contamos esos “programas” aparte de los de la tele. Tomi: Está bien. Cuando se hace la encuesta para determinar el rating, que se pregunte: ¿Qué está mirando, el canal A, el canal B o hablando con su pareja? Ester: O jugando con su hijo. J. R.: A ver que da, ¿no? Un viejo proverbio chino dice: “Si haces planes para un año, siembra arroz. Si haces planes para diez años, planta un árbol. Si hace planes para toda la vida, educa a tu hijo con valores”. Así que bueno, espero que en la inversa del decálogo encontremos algunos valores para educar, y re educarnos si nos hace falta, y que con el truco del rating le asignemos, a esta actividad, el tiempo que se merece. Tomi: Muy bueno. J. R. Lucks, como siempre, un poco de literatura, cuentos, poemas, frases… rescatando cosas del pasado, del presente… y reflexionando un poquito con nosotros. Te esperamos la semana que viene. J. R.: Así será. Ester: Que tengas un buen fin de semana. J. R.: Gracias, igualmente. Tomi: Nos vemos.

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Bibliografía: a

Otra versión de este decálogo puede hallarse en :

http://portal.teoveras.com.do/index.php?option=content&task=view&id=1 11&Itemid= b

La oración original puede encontrarse, bajo el nombre de: “Oración de un niño de Fin de Siglo”, en: www.deaccioncatolica.com.ar/

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05-07-07. Los políticos y la sincerotomía

Ester: Buen día, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Muy bien, muy bien, ¿y ustedes? Tomi: Todo bárbaro. ¿Qué vamos a compartir y reflexionar hoy? J. R.: Hoy quiero volver sobre un tema que me apasiona y es la política y los políticos. Me preocupa mucho esto del desprestigio de la política. No vamos por buen camino así, la política tiene que ser algo aspiracional, no algo deleznable. Debería ser un honor para todos participar activamente. Por eso me puse a investigar un poco, a ver si podía ayudar, y ayudarme a resolver este asunto. Lo primero que hice fue buscar el significado de la palabra político en el Diccionario de la Real Academia Españolaa (RAE), y encontré varias cosas. Obviamente la definición básica, que dice: “Dicho de una persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado”, y acá es donde empiezan los problemas, “negocios del Estado”, ya allí, en la propia definición los políticos tienen permiso para meter la mano en los “negocios del Estado”, y el diccionario no dice más nada, no aclara: “ojo, no se lleven nada”, o no explica: “negocios del estado para el beneficio del pueblo, no para beneficio personal”. Tomi: Claro, queda un poco abierta la definición. Ester: Peligrosamente abierta… J. R.: Pero eso no es casi nada. La definición sigue y se complica, porque por ejemplo, político, también está definido como: “Denota parentesco por afinidad. Padre político (suegro) Hermano político (cuñado)…”. Ester: Se entiende. J. R.: O sea personas que caen en tu vida de casualidad, por decisión de otro, a la cual tenés que tratar bien y sonreírle de vez - 107 -


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en cuando, y normalmente no hacen nada por vos excepto pedirte algún favor de vez en cuando. Ester: (risas)… Sí, me suena..., pero a algunos los elegimos. J. R.: A algunos, sí, pero a la mayoría de los funcionarios no. Son puestos por los que elegimos, igual que la familia política. Te casas con alguien, y ese te trae cuñados, cuñadas, sobrinos y cosas de esas. En política elegís al presidente y este te trae: ministros, secretarios, en fin, infinidad de funcionarios “políticos”, como los describe la definición. Tomi: ¡Sí!, la verdad es que es increíble la similitud de la definición con lo que pasa realmente. J. R.: También el Diccionario de la RAE define político o política como: “Arte, […] referente al gobierno de los Estados”. ¿Arte? Debe ser por eso que tenemos tantos artistas en política, gente que exagera, que hace tragedias con el pueblo, o que te hacen reír por las payasadas que dicen, y después llorar por las consecuencias. Tomi: Son casi poetas… cuando suben a dar un discurso… otra que los monólogos de los Café Concert… ¿Todo esto entra en la definición de político?... ¡Qué bárbaro! J. R.: En fin. La parte que remató mi confusión y que además me convenció de que político es un término que da para todo, es que para la RAE, político también significa: “Cortés con frialdad y reserva, cuando se esperaba afecto”. O sea: cariño y amor, nada. Ester: No les importamos. Sólo quieren nuestro dinero. J. R.: Exacto, vendría a ser como que “nos aguantan”. No nos echan después de que los votamos porque nos tienen que cobrar impuestos, y esperan que los volvamos a votar en cuatro años, pero afecto, cero. Así que imaginate, llega alguien que quiere ser político, toma el diccionario y lee estas cuatro cosas y sonamos, allí está “la madre del borrego”.

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Tomi: Claro, le toman examen de capacidad, si el candidato cumple esto que acabás de decir… listo. J. R.: Exactamente, pueden actuarnos, tratarnos sin afecto, pedirnos favores o esfuerzos por un supuesto lazo no elegido por nosotros, y dedicarse a hacer negocios del estado sin que nadie les aclare que ellos no tienen que quedarse con nada. Así que cerré el diccionario y entendí porqué son como son. Patético. Tendríamos que escribirle a la RAE y darle una definición más conveniente para nosotros, con una lucksización, por ejemplo: Político: persona que debe ser íntegra. Debe expresarse diciendo siempre lo que piensa y únicamente la verdad. Si es elegido debe entregarse por entero a la función pública, única y exclusivamente por el bienestar de los gobernados. A los integrantes del pueblo debe considerarlos como a individuos, tan, o aun más importantes que sí mismo. Tiene la potestad, pero por sobre todo la obligación, de manejar los asuntos y negocios del Estado, sólo en beneficio del pueblo gobernado y de las futuras generaciones. Tomi: ¡Ah!… ¡Mmmm! J. R.: Sería más claro así, ¿no? La duda que me queda,… Ester: (risas)… Ahí viene el golpe... J. R.: … es si no entraríamos en una anarquía total por falta de gente que se quiera ceñir a esta definición. Aunque tal vez aun así fuese mejor. Tomi: Sí, claro, que no se pueda encontrar a nadie que cumpla esto. J. R.: O que lo quiera cumplir, una vez que tiene la oportunidad de gobernar. Tomi: Bueno, sí, que quiera hacer el esfuerzo aunque le cueste… o aunque vaya en contra de sus naturalezas.

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J. R.: Pero bueno, seguí buscando y encontré también una lista de cosas por las cuales aparentemente ningún político nos viene bien.b Es una lista que produjo el filósofo postmoderno y saxofonista don Roberto Pettinato. Dice así: “¿Por qué ningún político nos viene bien? Pues por esto: Si habla más de 20 minutos, es aburrido. Si habla más bien poco es que no tiene mucho para decir. Si hace un gran despliegue de campaña, es que está comprado. Si no tiene apoyo económico… ¿cómo va a gobernar después? Si habla con énfasis, es que está actuando. Si tiene un tono más bien bajo es que le falta fuerza. Si visita su pueblo es un demagogo. Si no lo visita, ya no le importa una mierda la gente que lo votó. Si es joven, no tiene experiencia. Si es viejo… ya está en edad de retirarse”. Algo de razón tiene, no nos viene nada bien. Por eso no me satisfizo y seguí buscando. Y encontré, porque el que busca siempre encuentra, en un cuentoc, lo que creo que es la solución. Los políticos en general desconocen, por algún virus extraño que les extirpó ese conocimiento de sus cabezas, el significado de una palabra. Yo creo que si se los pudiésemos volver a enseñar, o a injertar, se arreglarían todos los problemas. Así que les voy a leer este cuento, que ejemplifica claramente lo que quiero decir y después conversamos. La lucksización del cuento dio esto: “El funcionario superior del M.F.E. (Ministerio de Falacias Económicas), de un país llamado Yohagolamialandia, llama a su despacho, muy enojado, al muchacho que - 110 -


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habían contratado para calcular las estadísticas oficiales. Este muchacho, si bien era joven y algo inexperto, tenía ojos y oídos, por lo tanto no era, ni se hacía, el ciego y el sordo. El organismo en cuestión se denominaba I.N.D.A.E. (Instituto Nacional de Aberraciones Estadísticas). Cuando el joven entra a las oficinas del funcionario, este lo increpa: –Muchacho, esta información que me pasas no sirve para nada. Dices que los alimentos han subido mucho en vez de decir que sólo hubo ajustes mínimos. Dices que los empresarios no han invertido casi nada, en vez de asegurar que la confianza está en alza, y dices también que los niveles de ocupación han mejorado un poco, en vez de afirmar, enfáticamente, que ya no tenemos problemas con ese tema. –Considere, –objetó el muchacho– que mis datos pueden ser insípidos con respecto al crecimiento, decepcionantes en cuanto al nivel de precios, y tal vez chocante en cuanto a la recuperación del empleo, pero tienen la ventaja de ser la verdad. –No entiendo lo que dices –dijo el funcionario rascándose la cabeza. –Bueno –aclara nuestro amigo–, la ventaja, eh… el mérito… la distinción… la provechosa excelencia… – ¡Oh!, conozco muy bien el significado de la palabra ‘ventaja’ –aclara el funcionario–; pero ¿qué demonios quisiste decir con ‘verdad’?”. Tomi: (risas)… muy bueno. Pobre muchacho. Ester: (risas)… Otro… cualquier parecido con la realidad… J. R.: (risas)…Para mí allí está la clave. Por algún contagio raro, un virus maléfico les reforzó el significado de la palabra “ventaja” y les extirpó el de la palabra “verdad”, es como si les hubiesen hecho una sincerotomía. - 111 -


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Ester: (risas)… ¡Ah bueno!... sincerotomía. Tomi: Les extirparon la sinceridad. J. R.: Exactamente, esa es mi teoría. A muchos de los políticos del mundo les han extirpado la sinceridad. ¡Hombres de ciencia: busquen por favor un procedimiento para hacer un transplante de sinceridad, y empecemos a buscar donantes! Les reinsertamos sinceridad a nuestros queridos políticos, y yo estoy seguro de que la cosa mejora. Tomi: (risas)… Yo creo que sos un poco cruel con tus apreciaciones. Porque como demostraste al inicio de la charla, los políticos no están más que cumpliendo con las definiciones del diccionario. ¿Habla de sinceridad en el diccionario?, ¿o de honestidad? J. R.: No bajo la definición de político,… (risas). Tomi: ¿Quién habrá escrito este diccionario…? Tal vez algún político. Algún presidente de la Real Academia… J. R.: Yo les voy a mandar mi definición, a ver si la aceptan, a ver si les parece razonable. Tomi: Ellos aceptan sugerencias. J. R.: Sí, por eso. Lo que pasa es que hasta ahora, en general, agregan palabras, o adecuan las definiciones a lo que se observa hoy en la realidad, en vez de lo que se usó originalmente para definir las palabras, basado tal vez en una realidad más antigua. Yo lo que quiero es que cambien la definición a una realidad que quisiésemos tener, no a la que tenemos. Tomi: Claro, y que después los políticos sigan esta nueva. Bueno, muy bien, nos vemos en el planeta del Principito, o en el reino de las utopías cabalgantes… J. R.: (risas)… sí, puede ser que esté pidiendo mucho. Tomi: Bueno, J. R., muy bien, nos vemos entonces la semana que viene. - 112 -


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Ester: Buen fin de semana. J. R.: Gracias, igualmente, nos vemos.

Bibliografía: a

La versión digital puede encontrarse en: www.rae.es/

b

Entre la nada y la eternidad. Roberto Pettinato. Ediciones B, año 2006.

c

Adaptación de un cuento llamado “La palabra misteriosa”, publicado en Fábulas Fantásticas, de Ambrose Bierce. Editorial Errepar, año 2000.

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12-07-07. Para arreglar al mundo hay que vivir como los perros

Tomi: Hola, muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Hola. Muy bien gracias. Buenos días. Ester: Buen día, buen día. Tomi: ¿De qué vamos a hablar hoy? J. R.: Hoy quiero hablar de algo que me llama la atención, y es el tema de la exageración. Tomi: ¡No!... ¿te parece?... ¿no estarás exagerando? J. R.: (risas)… No creo. Hoy vivimos en un mundo en el que todo parece exagerado. Si en la televisión no hay mujeres desnudas bailando en un caño1, parece que no hay programa viable. Hay gente que hace turismo en el espacio, y escuché hace poco que quieren ir a pasear a la Luna. ¿Se acuerdan hace un par de meses, hubo neblina como por siete días seguidos? En mayo hizo frío como si fuese julio, y ahora, en julio, nieva en Buenos Aires.2 Ni que hablar de cuando llueve, que parece que ha de caer toda el agua del año en un solo día, y se inunda la ciudad completa, o de las granizadas que tuvimos. Es increíble, pero hasta el clima exagera últimamente. Ester: Algo de eso hay. J. R.: Como lo exageramos todo, no pensamos más en problemas pequeños, sino que pensamos en problemas globales, pensamos en los problemas del mundo y nos abruman. Pensamos en problemas graves y grandes, no en el que tenemos al lado. Nos preocupamos por la guerra en Medio Oriente, más que por la violencia en nuestro fútbol. Cuando después, nos damos cuenta que hay violencia en el fútbol local, nos distraemos con eso, y no pensamos en la violencia que ven los chicos en la - 115 -


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televisión y en los videojuegos. Finalmente nos preocupamos de eso, entonces definitivamente no nos preocupamos por nuestras agresividades en casa o cuando manejamos, que es lo que nuestros hijos aprenden realmente, el resto, no es más que consecuencia. Así que me puse a buscar y encontré un cuentoa que me pareció fantástico. Es un cuento en el que nuestro hijo nos enseña. Con o sin querer, nos dice qué hacer para no caer en esto de la exageración, y para poder concentrarnos en lo importante. El cuento dice así: “Había una vez un señor que vivía preocupado con los problemas del mundo. Estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Cierto día, su hijo pequeño invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El hombre, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible alejarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo. Tomó entonces uno de los tantos mapas del mundo que tenía sobre su escritorio. Éste en particular había sido publicado en una revista de actualidad de las que el señor habitualmente leía. Con unas tijeras recortó el mapa en muchos pedazos pequeños, y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciéndole: –Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que me ayudes, y lo repares sin ayuda de nadie. Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días recomponer el mapa, pero no fue así. Pasados sólo algunos minutos, escuchó la voz del niño que lo llamaba: – ¡Papá!, ¡ya hice todo!,… ¡conseguí arreglar el mundo! El padre no le creyó. Se le figuró imposible, que a su edad, hubiese conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el señor levanto la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo - 116 -


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digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?, ¿cómo el niño había sido capaz? –Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste? –Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Entonces, di vuelta los recortes, y comencé a arreglar al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, volteé la hoja, y vi que había arreglado al mundo también”. Ester: Muy bueno, muy pero muy bueno. Tomi: Merece tres segundos de silencio y reflexión… J. R.: ¿Qué tal? Suena lógico, ¿no? Si arreglamos al hombre se arregla el mundo. Tomi: Qué buena imagen para mostrar una realidad tan sencilla y tan compleja a la vez… muy bueno. J. R.: Más allá de los cuentos y de las exageraciones. Es como decís, es una tarea compleja, pero sencilla a la vez. Tal vez me vayan a decir que estoy pecando por el otro extremo, que en vez de exagerar ahora estoy simplificando demasiado. ¿Quién sabe?, yo realmente creo que si se arregla al hombre se arregla el mundo. El asunto es cómo se arregla al hombre. Claramente que de a uno. No hay forma de arreglarlo de a montones. Y me da la sensación de que aparte es una cuestión de paciencia, y de ingenuidad. Sin querer, arreglando hombres de a uno, como el niño, un día el mundo estará arreglado casi sin habernos dado cuenta. Tal vez algunos no tengan arreglo y haya que esperar a que se extingan. El asunto es qué hacemos mientras los que no tienen arreglo se extinguen: ¿producimos otros sin futuro arreglo?, o tratamos de que los nuevos salgan bien, mejores que nosotros. Así que yo también voy a exagerar con lo que voy a - 117 -


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decir: para que sus hijos salgan mejores, trátenlos como a los perros. Tomi: ¿Cómo? J. R.: Sí. Para que nuestros hijos requieran menos “arreglo” que nosotros, y el mundo sea también más fácil de “arreglar”, hagan que se comporten como perros. Y para que se comporten como perros, todos los días díganles a sus hijos que hagan lo siguienteb: “Querido Hijo: –Alegrate con el placer de una simple caminata y nunca dejes pasar la oportunidad de salir a pasear. –Cuando alguien que amás se aproxima, corré para saludarlo y mostrale alegría por su llegada. –Cuando haga falta, sé obediente. –Dejá que los demás sepan cuándo están invadiendo tu territorio. –Siempre que puedas, dormí una siesta, y estirate bien antes de levantarte. –Corré, saltá y jugá diariamente. Cuando estés feliz, bailá y sacudí tu cuerpo. –Sé siempre fiel. –Comé con gusto y entusiasmo, pero detenete cuando estés satisfecho. –Mantenete siempre alerta, pero tranquilo. –Evitá morder cuando la cuestión puede solucionarse con un simple gruñido. –En los días cálidos, recostate sobre tu espalda en el césped, y da gracias.

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–Cuando alguien tenga un mal día, guardá silencio, sentate cerca de ella o de él, y demostrale que te importa. –Da cariño con alegría, y dejá que te acaricien. –Si lo que deseás está enterrado, cavá hasta hallarlo, esforzate hasta lograr lo que tiene valor para vos”. Tomi: Así viven los perros… qué cierto. J. R.: Exactamente. Si los perros viven así, ¿no sería bueno que los imitemos un poco? No nos pide esta lista sencilla que participemos de congresos de filosofía, o que tengamos capacidades de análisis sobrehumanas. Sólo que hagamos lo que los perros hacen cada día. Tomi: Interesante cómo todas las analogías están hechas con cosas corrientes que podemos hacer o a las cuales nos enfrentamos diariamente. También me resulta interesante el hecho de que a pesar de siglos de domesticación, lo que parece fundamental en los perros no lo hemos aún arruinado. J. R.: Sí. Lo cierto es que en los perros es instintivo y por lo tanto no tienen opción. En el hombre se verifica esa maravillosa capacidad de poder ir en contra de sus instintos, a eso se lo llama libertad. Y puede ir en contra, o más allá de sus instintos, para mal o para bien. El asunto es que puede elegir, que tiene la capacidad de elegir, y yo diría que tiene la obligación de elegir bien, pero por cierto también tiene la posibilidad de elegir mal. Eso nos hace hombres y mujeres, eso es lo fantástico de nuestra humanidad. El poder llegar a lugares donde los seres que no tienen esa libertad nunca podrán llegar. Sea por construir maravillas, por educar y evolucionar como raza, o para autodestruirnos. Tomi: Alguien que no recuerdo ahora decía: “Cuanto más conozco a los hombre más quiero a mi perro”. Parece mentira, pero a veces no hay más que mirar al perro que tenemos para “copiar” alguna de sus buenas conductas.

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J. R.: Bueno, justamente, creo que el de la frase es Lord Byron, un poeta inglés de fines de 1700, un gran exponente del Romanticismo que imperó en la literatura de esa época. Él hizo escribir en la lápida que puso sobre la tumba de su perro algo que va más o menos así: “Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad, y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos”. Ester: ¡Espectacular! Tomi: Muy bueno. Para pensar todo lo que nos trajiste hoy. Me quedé pensando, ya veré dónde aterrizo, no sólo con esto de cómo se comportan los perros, sino también, muchas veces, de cómo tratamos a nuestros perros, comparándolo con como tratamos a nuestros hijos. Lo que le damos a unos y otros, lo que exigimos de unos y de otros… en fin, para pensar. J. R.: Esa es la idea, pensar, que consume calorías, hace bien al espíritu y al cuerpo, y por ahora es gratis. Ester: ¡Shhhh!... por favor, que no se avive nadie y empiecen a cobrar impuestos o algo así. Tomi: (risas)… ¿Alguna mascota, J. R.? Ester: Yo tengo gatitos. Tomi: Sí, ya sabemos, ¿y, J. R.?, ¿algún perro, gato, tortuga…? J. R.: No. Lo que se dice mascotas tradicionales no. Pero me han dicho varias veces que tengo pajaritos en la cabeza… así que no sé si eso cuenta. Ester: (risas)… ¡Este J. R.!, siempre con salidas en diagonal. Tomi: (risas)… Muy bien, don J. R., muchas gracias. Nos quedamos reflexionando ahora, y nos vemos la semana que viene. Ester: Buen fin de semana… y cuidá a los pajaritos.

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J. R.: (risas)… Gracias, gracias. Nos vemos la semana que viene.

Bibliografía: a

Cuento original de Gabriel García Márquez. Citado por Adolfo Pérez Esquivel en un discurso pronunciado durante la conferencia pública de Premios Nobel "Memoria y cultura de paz", en febrero del año 2004. Una trascripción de parte del discurso, incluida la cita del cuento, puede hallarse en la siguiente dirección web: www.una.ac.cr/campus/ediciones/2004/febrero/pag11.html

b

Otra versión de esta lista, denominada Filosofía Canina, puede encontrarse en la siguiente dirección web: www.veterinaria.org/revistas/tacuari/12.html

Notas de contexto: 1

En referencia a un programa de televisión que se emitía por esos días, con alta aceptación por parte de los televidentes, en el cual señoras y señoritas del espectáculo y de la política realizaban bailes eróticos en una forma de concurso. 2

El día 9 de julio de 2007, y luego de ochenta y nueve años de no suceder, se registró una nevada en Buenos Aires.

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19-07-07. La justicia, la ecuanimidad y los equilibristas

Tomi: ... Y estamos, como todas las semanas a esta hora, con J. R. Lucks, que nos trae todo el mundo de la literatura, de los cuentos… Ester: De la filosofía… Tomi: … También de la filosofía… y tratando de relacionarlo con la actualidad nuestra de cada día. J. R.: Así es. Buenos días. Eso es lo que intentamos hacer. Ester: Buenos días, buenos días. Tomi: ¿Qué tal, J. R., cómo estás? J. R.: Muy bien, gracias a Dios, muy bien. Ester: ¿Qué nos trajiste hoy? J. R.: Hoy me gustaría tocar el tema de la justicia, ahora que se subió un poco a los medios con la anulación de los indultos1, con las denuncias que hacen renunciar a altos funcionarios2, o en relación al nuevo aniversario, ayer, del atentado contra la AMIA3, que lamentablemente aún no tiene resolución en la justicia. Durante mucho tiempo hablamos de si hay o no hay justicia en nuestro querido país, o de si “el marco legal” es estable o no para las inversiones, y cosas por el estilo. Y lo cierto es que la justicia es un bien preciado y lamentablemente muchas veces escaso. Así que traje algunas cosas de un libro del cual ya habíamos leído algo alguna vez. El Diccionario del Diabloa, de Ambrose Bierce. Tomi: Sí, señor. J. R.: Si recuerdan, el señor Bierce fue un americano que vivió y escribió hace unos cien años, muy crítico de su sociedad. Se ve que por allá, al menos en esa época, entre 1900 y 1914, cuando - 123 -


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Bierce falleció, la cosa muy bien no andaba con la justicia de su país, y fíjense sino cómo definía él algunos términos relativos a la justicia de su momento: Arrepentimiento: Actitud de enmienda que incompatible con la continuidad del pecado.

no

es

Tomi: ¿Que no es incompatible?... ¡aha! J. R.: Suena a un arrepentimiento que lamentablemente hemos visto en algunos personajes nuestros, ¿no?, que lloran en público y después siguen en la misma. Sigamos: Amnistía: Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar. Tomi: (risas)… Ya veo por dónde viene la cosa. J. R.: No me van a decir que los indultos que se acaban de levantar no caían en esta definición. Y por si quedan algunas dudas, escuchen la definición de indultar: Indultar: Remitir una pena y devolver al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación del crimen la tentación de la ingratitud. Tomi: Esa ya es un poco más complicada… (risas). J. R.: Claro como el agua, ¿cierto? Agrego algunas más: Justicia: Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad y sus impuestos. Ester: (risas)… Más lo segundo que lo primero. Tomi: Sí… y un poco caro aparte. J. R.: Demasiado caro para el grado de adulteración. Las últimas que traje son: Apelar: Judicialmente, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.

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Legal: Compatible con la voluntad del juez actuante. ¿Qué tal?, pareciera que no hablaba de la justicia de Estados Unidos, sino de la de ciertos países que conocemos, aunque para no ser odioso mejor no dar nombres. Así que siguiendo con el amigo Ambrose, les voy a leer la luckisización de un cuentob de él, que aplica tanto a funcionarios de la justicia como a funcionarios en general. Dice así: “Había una vez, no muy lejos ni en el tiempo ni en el espacio, un país llamado Yohagolamialandia. El susodicho había sido manejado por políticos y funcionarios corruptos o incompetentes durante muchas décadas. Con el tiempo se montó un esquema de gobierno en el cual, si por casualidad llegaba a ingresar lo que ellos denominaban un “terrorista”, o sea alguien que quisiese hacer las cosas correctamente y sin enriquecerse a costa del pueblo, era prontamente identificado, e inoculado con una sustancia que lo “normalizaba”, o sea, que lo transformaba en alguien similar a los demás funcionarios. Obviamente, con el tiempo, la mayoría de la población terminó siendo igual que sus gobernantes. Más allá de que no dejaban de criticarlos, en sus vidas privadas también aprovechaban cada ventaja que podían sin importarles las consecuencias, no les interesaban sus vecinos, evadían, eludían, o simplemente ignoraban toda carga o impuesto que podían, en fin, practicaban la filosofía del salvesequienpuedismo. Lo cierto es que a pesar de aplicar esta filosofía, hacía mucho tiempo que en este loco país no se salvaba nadie”. Ester: Claro, es entendible que no se salvase nadie. J. R.: Así parece ser el salvesequienpuedismo, más una ilusión que otra cosa. Sigo: “Un día, no se sabe bien cómo, un ciudadano es afectado por un raro ataque de escrupulitis. Esta enfermedad consistía en una extraña inflamación de los escrúpulos. - 125 -


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Los mismos, al volver a tomar un tamaño razonable por dicha inflamación, permitían a los ciudadanos identificar injusticias. La escrupulitis no duraba en general más que uno o dos días, ya que era eficazmente controlada con tratamientos intensivos de prebendas o sobornos”. Ester: (risas)… No sé a qué me hace acordar. J. R.: Sí, algo familiar, ¿no? “El mencionado enfermo, en un ataque agudo, se presenta en tribunales para denunciar a un juez de la Suprema Corte de Injusticia de lugar, acusándolo de haber obtenido fraudulentamente su cargo. En respuesta, el magistrado bajo sospecha alega que no debe considerarse de tanta importancia la forma en que él obtuvo su cargo, ya que lo trascendente es cómo él lo ha ejercido. Luego de un rápido tratamiento antiescrupulítico, el acusador responde levantando los cargos de la siguiente forma: –Estimado juez, luego de conversaciones con sus amables enviados, y de reconsiderar mi acusación, me disculpo y levanto los cargos; ya que ciertamente, la forma vil y ruin con la que ha llegado a su puesto, en comparación a como usted lo ha ejercido, no es más que inofensiva e inocente”. Tomi: Sí… (risas)… definitivamente suena a conocido. J. R.: A pesar de estar escrito hace unos cien años y como crónica de lo que pasaba en una tierra algo lejana. Parece que a nuestro amigo lo habían curado de la escrupulitis, pero le agarró un ataque de cinismis epidermis… Tomi: ¡Vos va a terminar escribiendo un libro de medicina!… Ester: (risas)… ¡cinismis epidermis!... no te puedo creer… J. R.: Sí, creelo, (risas)... es una erupción de cinismo que te agarra cuando te toman el pelo en forma reiterada y abusiva, y no podés más que sonreír. En fin, como dijimos en su momento - 126 -


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cuando trajimos a Bierce para hablar de la política, si hace cien años, democracias que fueron luego más estables que la nuestra, tenían esos problemas y evolucionaron, tenemos que tener esperanzas de que en esos países muy cercanos, que no mencionamos para no ser odiosos, la cosa también mejore con el tiempo. Tomi: Muy bien. Se me ocurre que podríamos tomar la tabla de medallas del los Juegos Panamericanos, que ahora se están llevando a cabo en Río de Janeiro, y pensar que si hoy tenemos ocho medallas contra cincuenta de otros países, tal vez algún día lleguemos a eso también. J. R.: Sí, porqué no. Pero justamente usando este ejemplo tan bueno. Para llegar a ganar esas medallas habrá que entrenarse, habrá que darles apoyo a los atletas. Con la justicia lo mismo, hay que dejar que se practique, darle apoyo, solicitarla, apreciarla, así se irá entrenando, mejorando y ganando medallas. Para cerrar, y para que la esperanza se base en algo cierto, quiero dejar un último cuentitoc para que los que aplican justicia, y porqué no nosotros también, lo meditemos y lo empecemos a aplicar, así tal vez algún día la justicia sea justa. Tiene que ver con la ecuanimidad, que es un ingrediente fundamental de la justicia, y dice así: “Un discípulo pregunta a su maestro por la ecuanimidad. El anciano le hace tensar un cable muy fino entre dos árboles, y se pone a caminar por él haciendo equilibrio con su vara. El joven estudiante, confundido, pregunta qué es lo que debe aprender de esta demostración de su venerable guía. El maestro, mientras sigue en su equilibrio, dice: –Esto es justamente ecuanimidad, avanzar, sin irte ni hacia un lado ni hacia otro. Cuando sientes que estás

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inclinándote, compensas para no caerte. Si no compensas cada movimiento, y caes, te destruyes”. Ester: Muy bueno… cuento Zen. J. R.: Ojalá podamos practicar algo de ecuanimidad, aunque sea a diez centímetros del piso para no lastimarnos demasiado… Tomi: Me gustó el punto ese, de que el equilibrio se hace mientras se avanza… J. R.: Sí, es un detalle pero no menor. Esperemos entonces que la dama de la justicia pueda usar su venda para ser ecuánime, y no para proteger sus ojos de las barbaridades que en su nombre hacen los que la representan. Tomi: Los otros días alguien decía, tomando este tema de la venda en los ojos, que lamentablemente muchas veces la justicia la tenía que usar para secarse las lágrimas. J. R.: Muy cierto. Por eso mismo, para que no tenga que usarla de pañuelo, todos tendríamos que ser un poco más ecuánimes. Tomi: J. R., como siempre acompañándonos con reflexiones y cuentos… te esperamos la semana que viene. J. R.: Así será. Muchas gracias, y nos vemos la semana que viene. Ester: Hasta la próxima, J. R., y buen fin de semana.

Bibliografía: a

Una versión de este diccionario puede hallarse en la siguiente dirección web: www.ciudadseva.com/textos/otros/dicdia01.htm

b

Este cuento se adaptó de otro llamado: “El juez y su acusador”, publicado en Fábulas Fantásticas de Ambrose Bierce. Editorial Valdemar, año 1999. - 128 -


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Este cuento se adaptó de otro llamado: “Ecuanimidad”, publicado en Cuentos ZEN, de Guido Tavani. Editorial Quadrata, año 2007.

Notas de contexto: 1

Ese mes de julio de 2007, la Suprema Corte de Justicia había, luego de dieciocho años, declarados inválidos los indultos otorgador por el ex Presidente Carlos Menem a militares juzgados por crímenes cometidos durante la última dictadura militar que concluyera en 1983.

2

También ese mes de julio de 2007, la Ministra de Economía Felisa Micelli debió renunciar a su puesto. Esto se debió a una denuncia originada por haber sido encontrada en el baño de su despacho una bolsa con una cuantiosa cantidad de dinero, sobre cuyo origen la ex Ministra no había podido dar explicaciones convincentes.

3

Por último, el día 18 de julio, se había recordado el 13° aniversario del atentando contra la mutual de la comunidad judía, AMIA, en el cual fallecieron 85 personas. Aún luego de trece años del mismo, la justicia no tenía responsables identificados y condenados por ese hecho de terrorismo.

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26-07-07. Para cosechar, al campo, primero hay que sembrarlo

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Muy bien, gracias. Buenos días. Ester: Buenos días, buenos días. ¿Qué nos deparan hoy los cuentos? J. R.: Hoy, como se inaugura la Exposición de la Sociedad Rural Argentina, les traje dos cuentitos que tienen que ver con el campo. Sobre todo ahora que está tan en boga, vieron, por esto de la soja, que ha resuelto más problemas nacionales que los últimos veinte gobiernos juntos. Ester: ¡Vote soja! J. R.: (risas)… Si se pudiese… Así que vamos a hablar un poco del campo y del esfuerzo que implica trabajarlo en serio. Sin más preámbulo, acá va el primeroa, cuya lucksización dio lo siguiente: “Un ingeniero agrónomo recién recibido llega al campo y pregunta a un paisano conocido que encuentra muy cómodamente sentado bajo un ombú: –Don Zoilo, ¿dará maíz este campo? El paisano mira al agrónomo con cara de desconfiado y devuelve enseguida un categórico: –Maíz, ¡no!, este campo nunca ha dao maíz. El agrónomo, confundido, por cierto, repregunta: –Y soja, ¿dará soja? Don Zoilo se acomoda, lo mira de arriba abajo, y con una mezcla de curiosidad y sorna le dice:

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–¡No m´hijo!, este campo jamás de los jamases ha dao soja. –¡No puede ser! –se desespera el muchacho–, y… ¿algodón?... ¿o arroz?”. Ester: Estaba desesperado el muchacho… J. R.: Sí, se salía de la vaina. Pero el paisano le contesta: –Mire joven –arranca la frase el hombre de campo, ya poniéndose de pié–, yo he vivido aquí toda mi vida. Y este campo nunca ha dao ni maíz, ni soja, ni algodón, ni nada que e le parezca. Lo único que yo lo he visto dar a este campo es ese cardito que usté ve allí, y que le gusta mucho a los caballos. El recién llegado se termina de desorientar… casi abatido le dice: –Pero yo invertí una fortuna… No puede ser… yo estudié estas tierras… tienen que servir… Mire Don Zoilo, yo respeto mucho su opinión, pero no puedo ir contra lo que estudié… ¡yo voy a sembrar a ver qué pasa! El viejo baqueano lo mira sorprendido y le dice: –¡Ah bueno m´hijo! …sembrando eh otra cosa”. Ester: (risas)… Muy bueno. Tomi: Claro. No le había hecho la pregunta correctamente. J. R.: Es así, la respuesta correcta a la pregunta equivocada no sirve para nada. Pero bueno, dulce el cuentito, ¿no? Lo cierto es que muchas veces esperamos cosechar sin sembrar. Es esa especie de milagro por el cual podemos rezar mucho, pero ni de casualidad levantar un dedo. Tomi: Esa es para pensar… cosechar sin sembrar. Claro, hay que darle la razón a Don Zoilo.

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J. R.: Sabiduría de campo que le dicen: sembrando es otra cosa. El otro cuentob va por ese lado, y dice así: “Un padre muere, no sin antes decirles a sus hijos que en el terreno que les dejaba había un tesoro escondido. Los hijos vivían cada uno por su cuenta, casi sin contacto entre ellos. Sólo se habían reunido para asistir a las últimas horas de su padre. A la muerte del anciano, conversan entre ellos y deciden entonces arar el terreno para encontrar el tesoro. Ante el consejo del más sabio de los tres, para evitar sospechas de los vecinos, se ponen de acuerdo en fingir que trabajaban, así que mientras remueven la tierra van tirando semillas en los surcos. Deciden incluso poner tiras de tela para que los pájaros no se lleven las semilla, y hacer todos los procedimientos, de los cuales el padre tanto les había hablado. Creían montar así la farsa perfecta. Así continúan su tarea y van de a poco arando y sembrando todo el campo. La tarea toma unos días, y cuando terminan, si bien no habían encontrado joyas ni dinero, las semillas de los primeros surcos habían comenzado a brotar. Se miran entre ellos y entienden entonces que el tesoro del cual el padre les hablaba tenía que ver con el trabajo, con la unión de ellos tras un objetivo común, y con la cosecha, que no tardaría en llegar”. Tomi: Está muy bueno. Va a lo mismo, a entender de qué se habla. El padre, al hablarles del tesoro no se refería a joyas o monedas, sino a lo que el cuento dice que también es un tesoro aunque desde un punto de vista más amplio. J. R.: Como verán, estoy totalmente positivo y casi nada cínico como otras veces. Tomi: Muy bien, una vez… algo es algo.

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J. R.: Es que estos cuentos me dieron a pensar. A veces nos quedamos allí sentados, sin hacer nada, esperando que el campo dé algo sin sembrarlo. Incluso eso no sería tan grave. A veces trabajamos como locos y nos esforzamos muchísimo para figurar, para aparentar, para parecer, para sobresalir sin fijarnos contra quién nos comparamos. Si ese esfuerzo lo pusiésemos en cosas positivas y con resultado cierto, lograríamos algo sin tener que esperar que nos lo den. Pero, peor todavía, muchas veces gastamos miles de calorías en criticar, en trabar, en envidiar, en ver cómo hacemos para que otros no puedan disfrutar de lo que tienen, cuando con ese mismo esfuerzo, puesto en cosas productivas, seguramente lograríamos algo para nosotros. Ester: Muy cierto… lamentablemente. J. R.: Los cuentos son cuentos, y solamente sirven para reflexionar. Es difícil que nos pase lo que a los hermanos, y que saquemos cosechas de un lugar en el que sólo arábamos para encontrar tesoros. Lo importante de ese segundo cuento es que los hermanos reflexionaron, y finalmente se dieron cuenta de que el tesoro era el trabajo compartido y el esfuerzo. Tomi: Evidentemente cada vez nos resulta menos obvio que el trabajo es un tesoro en sí mismo. J. R.: ¿Y nosotros? A nosotros nos dieron este campo tan lindo que se llama Argentina, ¿trabajaremos todos juntos alguna vez, o seguiremos haciendo un pozo, cada uno de nosotros con su pala, para tratar de encontrar tesoros? ¿Nos daremos cuenta algún día, no digo a nivel país, pero al menos en cada cuadra, de que si no la ensuciamos todos los vecinos la veríamos limpia; en un vagón de tren o de subte, que si no lo rompemos lo disfrutamos todos; en la escuela de nuestros hijos, en la cual si no estacionamos en triple fila, tal vez salgamos más rápido todos los días, en vez de uno por mes cuando somos nosotros los que estacionamos mal? ¿Algún día sembraremos antes de esperar que dé?, ¿algún día haremos algo bueno sin esperar que otro lo haga antes?, ¿algún día dejaremos de ver el ejemplo de los - 134 -


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desgraciados, y usarlo como excusa para no hacer lo que sabemos que hay que hacer? Tomi: Es claro que hoy viniste muy optimista. J. R.: (risas)… Tomi: Yo diría, pasado de rosca de optimista. ¿Sabés qué?, mientras vos hacías esas preguntas, en mi cabeza me imaginaba escuchando y pensando: “Este tipo es un…” esa palabra que empieza con “b”. Porque pedir cosas tan simples, tan obvias, tan mínimas incluso, cosas que ayudan o mejoran la convivencia, parecen haberse transformado en cosas fuera de lugar. Cosas a las que sólo aspiran o piden los locos y los desubicados. Y lo cierto es que nadie ensucia el lugar en el que vive, pero sí el que comparte con los demás. O le molesta que lo estorben cuando maneja pero no se preocupa de no ser un estorbo para los demás. Y el que no se abusa es un salame, para usar una palabra más adecuada que la que empieza con “b”. ¿Cómo se han dado vuelta las cosas?, que cuando se piden cosas tan lógicas, la reacción del que recibe el pedido es muy probablemente de burla o de sorna. Qué riesgoso es tomar la actitud con la que vos viniste hoy. Riesgoso desde el punto de vista de ser considerado un tonto idealista, o un salame. Lo cuál es en realidad una locura, los tontos deberían ser los que no escuchan estos planteos. J. R.: Es así, pero bueno, a mí que me tilden de tonto idealista no me ofende, lo de idealista me halaga, ojalá fuese un idealista como tantas veces en esta columna lo describimos en palabras de José Ingenieros. Lo de tonto hay que tomarlo en relación a quién lo dice. Si me lo dijese Ingenieros me preocuparía, si viene de alguien cuya forma de vida es abusar de los demás, el adjetivo lo tomaría con pinzas. Tomi: De acuerdo. J. R.: ¡Ojalá! Ojalá que la Exposición Rural, aparte de entretenernos y divertirnos, nos haga pensar en que si queremos cosechar primero hay que sembrar. - 135 -


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Tomi: Todo es posible, J. R., sobre todo en este país llamado Argentina… Argento… es un tesoro en sí mismo. J. R.: Así es. Tomi: Muy bien, muchas gracias por los cuentos y por la invitación a reflexionar. ¿Nos vemos la semana que viene? J. R.: Esperemos que así sea. Tomi: Hasta la semana que viene entonces. Ester: Chau, chau, J. R., nos vemos. J. R.: Hasta la próxima.

Bibliografía: a

La versión original desde la cual se adaptó este cuento se publicó en: Cuentos desde la cruz del sur, Mamerto Menapace. Editora Patria Grande, año 1993. b

La versión original que se tomó para la adaptación publicada se llama: “El tesoro oculto”. El mismo fue publicado en Cuentos ZEN, Guido Tavani. Editorial Quadrata, año 2007.

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02-08-07. Salvados del diluvio. Condenados a nosotros mismos

Tomi: Buen día, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Muy bien. Buenos días a ambos. Ester: ¡Hola, hola!, ¿cómo va? J. R.: Todo bien por ahora. Ester: ¿De qué nos vas a contar hoy? J. R.: Hoy les voy a contar de Noé, el personaje bíblico que sobrevivió al diluvio universal. Vieron que está de moda ahora, con esto de la película argentina de dibujos animados, y la segunda parte de Dios Todopoderoso, esta película americana que se va a reeditar con un tema relacionado al arca y a la lluvia. Tomi: Sí, sí. De hecho creo que se estrena hoy, justamente. J. R.: Aparte, ahora que llueve tanto, y tantos lugares inundados, me pareció oportuno tocar el asunto, y les traje un cuento que encontré en Internet hace tiempo y que creí apropiado. Es un Noé argentino, y la lucksización del cuento dice así: “Un día, justo después de unas elecciones, el Señor bajó a la tierra y así le hablo a Noé: –Noé, dentro de seis meses haré llover cuarenta días y cuarenta noches. Haré que toda la Argentina sea cubierta por las aguas, y los corruptos, los vendepatria, los desgraciados y los inadaptados sean destruidos. Sólo voy a salvarte a ti, a tu familia, y a una pareja de cada especie animal viviente en la Argentina. Te ordeno construir un arca, y ocuparte de reunir a los animales. Tienes seis meses”. Ester: ¡Epa!

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J. R.: Sí, se armó la rosca… sigo: “–Pero, Señor... –intentó argumentar Noé Gutiérrez, un humilde carpintero de la zona costeña”. Tomi: (risas)… Noé Gutiérrez… J. R.: Así es. Sigue: “–¡Haz lo que te ordeno! –bramó el Señor–. En este país, la perversión, la corrupción y la injusticia han alcanzado un grado intolerable. El ansia de poder y de riqueza ha dejado de lado el amor al prójimo y les voy a dar un castigo ejemplar. –Haré lo que tu ordenas, Señor –dijo Noé, que era un hombre extraordinariamente recto, bueno y piadoso. Pasaron seis meses, se oscureció el cielo y comenzó el diluvio. El Señor se asomó entre los negros nubarrones y pudo ver a Noé llorando amargamente en la puerta de su casa. Ningún arca estaba construida y sólo unos pocos animales vagaban alrededor de su humilde vivienda. –¿Dónde está el arca, Noé? –preguntó Dios enfurecido. –Perdóname, Señor –suplicó el pobre hombre– hice lo que pude pero encontré grandes dificultades: Para construir el arca tuve que gestionar un permiso, autorizar los planos y pagar impuestos altísimos. Algunos vecinos se quejaron de que estaba trabajando en una zona residencial, y en eso perdí un tiempo precioso, pues en la Intendencia, para habilitarme, pretendían una contribución a la campaña de reelección que se iba a realizar en cuatro años. Pero el principal problema lo tuve para conseguir la madera, pues en el Instituto Forestal no entendían que se trataba de una emergencia, y me dijeron que sólo había madera disponible para las embarcaciones incluidas en un decreto que no contempla arcas de ninguna clase. Luego apareció el sindicato…”. Ester: ¡Uy! - 138 -


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J. R.: “…que apoyado por el Ministerio de Empleo me exigía dar empleo solamente a sus afiliados, aunque no sabían nada de arcas, ni de barcos, ni de nada. Después, durante el trabajo, uno de los carpinteros se enfermó de cirrosis hepática. La mutual social a la que estaba afiliado le dijo que la ebriedad no es una enfermedad, y entonces el juicio me lo inició a mí por considerar que la cobertura que no le daba el seguro debía dársela yo. Se hizo lugar a la demanda porque, aunque la cirrosis la tenía desde hacía cinco años y para mí no había trabajado ni una semana, siempre había venido a trabajar un poco borracho”. Tomi: Pobre tipo. J. R.: “Mientras tanto comencé a buscar animales de cada especie, pero pronto averigüé que si no es para un zoológico, el ministerio de no sé qué animales… ¿o eran los animales de no sé qué ministerio?… en fin, te obligan a llenar millones de formularios, y a pagar impuestos que se me hacían imposibles de afrontar. Entonces en el propio ministerio me recomendaron a unos cazadores furtivos amigos de ellos, pero no me animé cuando les vi las caras. –¿A los cazadores? –pregunta Dios, escandalizado. – ¡No… a los funcionarios! ¡Ni hablar de las sociedades protectoras de animales! Se pusieron en contra inmediatamente por el supuesto hacinamiento al que iban a estar sometidos los pobres bichos. Les expliqué que irían a morir si no subían al arca, pero me dijeron que la naturaleza podía hacer a los animales lo que quisiera, yo no. Por ultimo, impositiva me hizo un allanamiento, apoyado por fuerzas del orden, porque vieron en no sé qué sistema de fotos satelitales que lo que estaba haciendo, si bien no lo entendían, igual era sujeto a impuesto. Acto seguido me - 139 -


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exigieron comprobantes de pago de tasas municipales por los últimos sesenta años, y como yo no los tenía, puesto que sólo tengo 43, me embargaron la cuenta del banco. Los cheques que había girado para pagar las maderas vinieron de vuelta y el aserradero me cortó el crédito y me hizo confiscar la camionetita, a pesar de que en realidad casi no me había entregado nada todavía. El Señor, comenzando a enternecerse, preguntó: –¿Eso es todo? –No, Señor –replicó Noe– todo acabó realmente cuando la Unión de Constructores de Embarcaciones de Placer me inició un juicio por competencia desleal, pues entendían que mi arca era recreativa. Igual presentaron la demanda a pesar de que les hice notar que por placer nadie se iba a embarcar cuarenta días con pumas, zorrinos, vacas, elefantes y demás. El trámite se trabó en la justicia que está de ferias, las cuales empezaron justo después del paro. Pero me dijeron que si “aceito” el expediente, tal vez en un par de años tenga un dictamen probablemente favorable, o tal vez no. Noé acabó su relato con lágrimas en los ojos, y el Señor nada respondió. Sin embargo, puso su brazo afectuosamente sobre el hombro de Noé y al cabo de pocos instantes la lluvia cesó. Enseguida el cielo comenzó a despejarse, apareció un sol brillante y un bello arco iris. –Señor, ¿significa esto que no vas a destruir a la Argentina? – preguntó Noé con los ojos esperanzados, aunque todavía llorosos–. ¿Dejaste de pensar que aquí está lleno de corrupción y de injusticias? –No, Noé –respondió Dios– pero no tiene sentido gastar agua. Con lo que me contás veo que igual van a terminar ahogándose. Lo que tengo que pensar es cómo salvarte, porque con el arca no nos va a alcanzar”. Ester: ¡Muy bueno! - 140 -


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Tomi: ¡Genial!, maravilloso… Casi no queda nada para agregar… está todo ahí. J. R.: Sí, te queda la sensación de que está todo dicho. Pero bueno, hay que tener esperanza. Es bueno reírse de uno mismo, aunque sea de las desgracias. Riéndose uno descarga, se cura un poco, logra “perdonar” y “perdonarse”, y: a empezar de nuevo. Eso sí, siempre tratando de hacer las cosas de otra forma para no tener que volver a reírnos de lo que nos causó la desgracia originalmente. Así que cada vez que veamos llover, y después salir el sol y el arco iris, acordémonos de que igual nos podemos estar ahogando, y hagamos algo para, aunque más no sea, tratar de empezar a evitarlo. Tomi: Fabuloso. ¿Conocés al autor? J. R.: No. Es un cuento que empezó a rodar en Internet hace unos años, la verdad es que no lo pude rastrear hasta el origen. Si algún oyente lo conoce que nos acerque el dato. Ester: ¿Vos lo lucksizaste? J. R.: Sí, siempre un poco se lucksiza, una porque me gusta ponerle de lo mío, y otra porque se actualizan, se adaptan un poco al hoy. De eso se tratan este tipo de cuentos, de que rueden, de que se adapten, de que se cuenten como van saliendo. Tomi: Me quedé pensando en esto de que a veces “pasan” los supuestos desastres, y nos quedamos pensando en que zafamos, como si ya no hubiese más peligro. Por ejemplo, con esta falta de energía, si empieza a hacer calor, y ya no se usa tanto gas, y por lo tanto no se nota la falta, tal vez algunos nos quieran hacer creer que zafamos, y no se tome en serio el asunto de arreglar el problema de fondo. J. R.: Exacto, ese es el punto más interesante de este cuento, para que sirva no sólo como depresivo. La enseñanza es que si bien siempre después de un diluvio o de una crisis viene la calma, esta calma es para empezar de nuevo. Y no de nuevo a lo - 141 -


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mismo, de nuevo con ganas de hacer las cosas bien. O al menos eso es lo que yo quisiera dejar con esta historia. Por eso cada vez que termina una lluvia, aunque sea una garúa, pensemos que tenemos una nueva oportunidad de hacer las cosas mejor. Como país, como familias o como personas. No confiemos en nuestra memoria, que el clima nos haga recordar que tal vez nos estamos ahogando y que debemos hacer algo para evitarlo. Ester: ¡Sí, señor! Tomi: J. R. Lucks, como siempre, muchas gracias. Y… nos vemos la próxima. Ester: Nos vemos. Buen fin de semana. J. R.: Gracias a ustedes, y bueno, nos vemos la próxima.

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09-08-07. El rey acongojado y la rata solidaria

Tomi: … y que agradable, como todos los jueves, tener la presencia con nosotros de J. R. Lucks, ¿qué tal, J. R.?, buenos días. J. R.: ¡Epa!, muchas gracias, buenos días a todos. Ester: Buen día, J. R., ¿cómo va? J. R.: Todo tranquilo y en orden, gracias a Dios. Tomi: ¿Qué nos traen los cuentos hoy? J. R.: Hoy traje algoa que habla de solidaridad y, por qué no, también un poco de la coherencia, y de cómo nos comportamos en relación a esto. Es un cuento bastante lucksizado, y dice así: “Había una vez un rey muy acaudalado. Como no tenía mucho más que hacer, habida cuenta de que poseía todo lo imaginable, se dedicó a mirar un poco más allá de sus posesiones. No tardó en darse cuenta de que en su reino todos eran muy egoístas. Sólo pensaban en sí mismos y en acumular riquezas, comida, amistades, en fin, lo que fuese mientras se pudiera acumular, y luego ser contado como posesión. Esto entristeció mucho a nuestro rey. Él no comprendía que su pueblo sólo hacía lo que le había visto hacer a él durante décadas. El rey había olvidado una sabia lección que alguna vez le habían impartido. Dicha enseñanza sugería que si bien los gobernantes muchas veces se parecen al pueblo, pues de allí provienen, no es menos cierto que el pueblo, tarde o temprano, termina siendo como sus gobernantes”. Tomi: Sí… Ester: ¿No estaremos en el horno nosotros, entonces?

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J. R.: (risas)… Puede ser. Como decía un conocido de un amigo mío: “Estamos en el parque de diversiones pero sólo quedan entradas para el tren fantasma”. Tomi: (risas)… Muy bueno. J. R.: Sigo: “Así de deprimido como estaba, sale un día a caminar por sus inmensos bosques. Tenía prácticamente tomada la decisión de abdicar a su poder e irse a otro lugar, donde la gente no fuese tan centrada en sí misma, en el fondo, donde no fuesen tan parecidos a él. Estando en lo más profundo del bosque, escucha el rugir de un tigre. Se asusta. Se esconde. Mira con cuidado y encuentra, sólo a unos metros de donde él estaba, un inmenso tigre echado. Observa con cuidado y percibe que el tigre no podía moverse, por tener una pata lastimada. Apenas empieza a recuperar el aliento alejándose de la fiera, cuando, por entre sus pies, ve pasar a una rata corriendo con un trozo de carne en la boca, en dirección al tigre. Inmediatamente gira sobre sus talones y se apronta a presenciar cómo esta tonta rata iba a terminar en las fauces del hambriento tigre. Pero no es así. La rata llega cerca del imponente animal, deposita el trocito de carne cerca de la bestia y se aleja nuevamente como a buscar otro. El rey no sale de su asombro. Efectivamente, la rata no tarda en volver con un nuevo trocito de carne, que el tigre come y agradece a su veloz amiga con un dulce ronroneo. –¡Increíble! –se dice a sí mismo el rey–, no puedo dar crédito a lo que veo. ¡Qué ejemplo de solidaridad! Cómo la naturaleza, a pesar de hacer del tigre un depredador de animales como la rata, también se encarga de establecer lazos de solidaridad cuando hacen falta. ¡Esto es lo que necesita mi pueblo! ¡Solidaridad!. Y yo, su rey, voy a remediar esa falta. Encontraré gente solidaria, y los - 144 -


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apoyaré para que otros vean su ejemplo. Así, todos cambiarán, y seremos nuevamente un pueblo feliz. Dicho y hecho, el rey vuelve corriendo al palacio. Busca en viejos arcones ropa en desuso, se la pone y sale sin que nadie lo note. Va hasta una carretera y cuando nadie pasa, se tira en el camino fingiendo estar herido. –Alguien se apiadará de mí como la rata del tigre, –se dice para sí– cuando esto ocurra, tomaré a los que me auxilien, y los nombraré ministros de solidaridad. ¡Ya verán cómo cambio a mi pueblo! El plan parecía no tener fallas. Sin embargo, nadie se detiene a socorrer al supuesto accidentado. Lo esquivan, lo rodean, le pasan por encima. En un momento dos jóvenes lo toman y lo levantan, pero antes de que el rey pudiese hablar, lo tiran en la zanja al costado del camino para que no estorbase. Pobre rey, creyó que iban a socorrerle. El soberano se acongoja. No entiende qué es lo que falla. –¿Por qué la rata se apiada del tigre, y nadie se apiada de mí, una persona? En eso, por la zanja, ve pasar a la rata con un trocito de carne en la boca. El rey se queda quieto para no asustarla, y la rata se detiene a su lado. El simpático animalito observa al hombre. El rey mira a la rata. Pareciera que se establece un vínculo entre ellos. Su majestad extiende la mano, y la rata, dejando el trocito de carne, se acerca, lo huele, y comienza a subir lentamente por el brazo del rey hasta acercarse a su oído. El monarca, aún acongojado, se divierte con esta manifestación de afecto, así es que permite que el animal le camine por el brazo. Justo cuando la rata acababa de subirse a su hombro, el rey escucha una voz muy finita que pareciera venir del roedor. Presta entonces atención, y escucha que la ratita le dice: - 145 -


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–Si querés que tu pueblo se vuelva solidario, no imites al tigre, imitame a mí”. Tomi: ¡Está muy bueno! Ester: ¡Fantástico! J. R.: No se lo ve venir por ese lado, ¿cierto? Tomi: ¡No!, no… sabés que me hizo acordar mucho a estos acertijos, enigmas, que sólo se resuelven con Pensamiento Lateral.1 J. R.: Así es un poco. Parecía que el rey iba bien encaminado. Descubre la situación, la falta de solidaridad. Muestra una sensibilidad, que por la descripción que el cuento nos da, parecía no haber tenido hasta ese momento. Ester: Hasta ahí bien… J. R.: Sí. Inclusive va un paso más allá, intenta actuar, no se queda en la contemplación. Pero de alguna forma erra en el “qué hacer”. Seguir el ejemplo de la rata, en vez del show que monta para parecerse al tigre, era hasta más fácil. Si “lo solidario” le había parecido bien, ¿por qué no hacerlo él? Y aquí viene un poco lo de la coherencia: si él no lo practicaba, ¿por qué pretender que otros lo hiciesen?, es como que nuestro rey, en su actitud, se “queja” de la falta de solidaridad del pueblo, siendo que él tampoco parecía estar dispuesto a serlo. Tomi: Seguía siendo egoísta y egocéntrico. En realidad no estaba siendo más que eso cuando tomó el rol de tigre. J. R.: Exacto. Se siente “centro” y pretende que la solidaridad se acerque a él, para supuestamente luego difundirla. Ester: Tenía que empezar a dar él. Definitivamente esto era más sencillo que lo otro. J. R.: Sin duda, tenía claramente que seguir el papel de la rata. Así que bueno, pensando en esto me pregunté: ¿por qué no hacer algo que nos parece bien?, ¿por qué no seguir el consejo - 146 -


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de la rata? Dar el primer paso. Hacer lo correcto primero, sin esperar a que otros lo hagan antes. Y algo básico también: si nosotros no estamos haciendo lo que hay que hacer, ¿por qué eventualmente quejarnos de que nadie más lo hace? El mensaje de esta fábula pareciera ser doble. Por un lado el tema de dar el primer paso, pero subyacente, el asunto de juzgar a los demás por no hacer algo, a pesar de no practicarlo uno mismo. Y me imaginé una conversación con un viejo profesor de lógica, que tuve yo cuando estudié hace muchos años. El profesor Kramer, así se llamaba, me hubiese contestado a estas preguntas: “–Lucks, si no practica algo, debe ser porque no tiene la capacidad para hacerlo, o porque no le parece correcto o apropiado. Pero no tiene ningún sentido que pudiendo hacer algo que le parece bien, no lo haga. Así que: o es incapaz, o es hipócrita”. Y son esas disyuntivas en las que a este caballero le gustaba ponerlo a uno en las cuales cualquier respuesta te enterraba en un laberinto de espinas. “–¿Seré incapaz de ser solidario?, tal vez no sepa cómo se hace para ser solidario –hubiese empezado atajándome yo. –Pero entonces no debiera usted pedir a alguien más que lo sea, –diría mi profesor–. Pues si no tiene la capacidad, entonces no sabe lo que está pidiendo. Y consecuentemente, aunque nadie a su alrededor sea solidario, no debería por ningún motivo quejarse, ya que no tiene autoridad para juzgar a los demás por cosas de las cuales usted mismo es incapaz”. Ester: ¡Claro!… ahora:… un dulce el señor. J. R.: Sí… (risas) Tomi: Y… es el fundamentalismo de la lógica. J. R.: Es cierto. La lógica es así, brutal si se quiere, pero tiene que ser así. Es un faro que no se apaga, no te deja, no cambia - 147 -


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con el gobierno de turno, o en función del sponsor del momento. Es lógica. En el mundo en que vivimos, es una de las pocas cosas que sigue a flote y de la cual uno se puede agarrar para no hundirse también. Al menos eso pienso yo. Pero bueno, siguiendo con el diálogo imaginario con Kramer, y tratando de salir del pozo en el que me había metido, me imagino contestándole: “–Entonces debe ser la otra opción, debo ser mentiroso o hipócrita. No me debe parecer bien ser solidario. Hablo de solidaridad porque está de moda, pero en realidad no lo debo sentir correcto, después de todo Nietzsche plantea algo similar en Así hablaba Zara… –Siendo así no hay problema, –me interrumpiría el maestro de lógica–. Si no le parece bien, no debería quejarse de no ver solidaridad, al contrario, debería quejarse si alguien se comporta solidariamente, como hacía Nietzsche, al menos en sus escritos. –Claro… bueno… entonces soy incapaz, o mentiroso, y debería quejarme si alguien es solidario. –¡No, alumno Lucks! –intervendría finalmente mi profesor para devolverme a lo concreto de lo que sí se puede y se debe hacer–, vaya y sea lo solidario que pueda, y si no puede no se queje, pero nunca deje de intentarlo”. Tomi: Te rescataba de la inflexibilidad a lo posible, a lo humano. J. R.: Efectivamente. Si algo me parece bien voy y lo hago. Si no me sale vuelvo a intentar, pero no me quedo sentado mirando a los demás, y quejándome de que no hacen lo que yo no me animo a hacer. No me quedo refunfuñando por algo que no consigo, si no lo sigo intentando. Tomi: Y algo vas a aportar, algo vas a sumar… J. R.: Claro. Volviendo al cuento, yo no sé si el tigre se iba a curar y salvar por la poca carne que la rata pudiese llevarle. Pero si el tigre iba a morir, al menos iba a sentirse querido y acompañado, y - 148 -


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la rata le daba sentido a su tiempo. Tal vez los efectos de lo que hagamos no sean más que eso. Tal vez no logremos salvar “tigres”, o continentes completos, pero cada cosa buena que hacemos tiene sentido y valor. Ester: Todo suma… como se dice. J. R.: Todo suma. Yo estudié con métodos antiguos, no sé si la lógica que me enseñaba el profesor Kramer seguirá aplicando o no,… Tomi: Debe estar escuchándote… quién sabe donde, pero en algún lado estará escuchando. J. R.: Sí, me pondría muy contento que sea que sea donde esté este viejísimo maestro, me esté ahora escuchando… En fin, pero bueno, lo que decía… la lógica de Kramer me sigue sonando razonable: si algo me parece bien lo tengo que hacer, y si no lo hago, o no me sale, no debo quejarme, debo seguir intentando. Sería bueno que se pudiese pensar así, porque, la verdad, ya es bastante malo tener que vivir cada vez con más gente que sólo piensa en su estómago, en su bolsillo o en su espejo, como para encima tener que estar escuchando quejas. Seamos solidarios como podamos, como me decía mi querido profesor de lógica, y si no, al menos no nos quejemos. Ester: Muy buena lección la de tu profesor. Tomi: Muy bien, todos los que estén escuchando, y me incluyo a mí mismo, seamos solidarios como nos salga, nada de esperar a que empiece otro, o a mirar si a otro le sale peor o mejor que a nosotros. Ester: ¡Vamos, adelante! Tomi: J. R. Lucks, como siempre muy amable, muy aleccionador el cuento de hoy y el supuesto diálogo con tu profesor de lógica. Hemos reflexionado, pensado,… te esperamos con otro cuento la próxima semana. J. R.: Sí, espero que así sea. Nos vemos la semana que viene. - 149 -


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Ester: Chau, J. R., buen fin de semana y nos vemos la próxima.

Bibliografía: a

La versión del cuento que se utilizó para la adaptación de la columna de la fecha puede encontrarse en: www.emprendedoras.com/article1023.html

Notas de contexto: 1

Pensamiento Lateral, es un término acuñado por el psicólogo, fisiólogo y escritor maltés Edward de Bono para el pensamiento creativo. De Bono define el Pensamiento Lateral como un conjunto de métodos de pensar involucrados en cambiar conceptos y percepción, para incrementar la creatividad. Es una colección de teorías de pensamiento que no son inmediatamente obvias, y que no pueden seguirse usando solamente la lógica tradicional paso a paso. Se concentran en generar nuevas ideas, en cambiar conceptos y perspectivas. http://es.wikipedia.org/wiki/Pensamiento_lateral

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16-08-07. Collares y caracoles de regalo, pero con valor

Tomi: … y la presentación anuncia que está con nosotros J. R. Lucks, ¿cómo estás, J. R.?, buenos días. Ester: ¡Buen día! J. R.: Hola, hola, buenos días. Tomi: ¿Qué tenemos hoy desde la literatura y los cuentos para reflexionar? J. R.: Hoy les traigo regalos… Ester: ¡Ay, qué lindo! J. R.: … ¡no!,… ¡perdón!,…cuentos que hablan de regalos. Tomi: ¿Nos vas a regalar cuentos?, o ¿nos vas a contar cuentos que hablan de regalos? J. R.: Eso último… en realidad las dos cosas. Porque vieron que un regalo es muchas veces lo que más queremos. Y sin embargo, por otro lado, se dice que lo que se regala no se valora. Así que me puse a pensar, y a buscar cuentos para ver si me iluminaban un poco con esto del valor de los regalos, y qué significa regalar, y dónde está el valor de lo regalado, en fin. Eso sí, preparen los pañuelos porque son un poco emotivos. El primeroa dice así: “Una niñita se aproximó a un negocio y apretó su naricita contra la vidriera. Sus grandes ojos brillaron cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul. –Es para mi hermana. ¿Me lo puede envolver en un lindo paquete? –dijo ella. El dueño del negocio la miró desconfiando, y le preguntó: –¿Cuánto dinero tenés? - 151 -


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Sin dudar, la niña sacó de su bolsillo un pañuelo bien atadito y fue deshaciendo los nudos. Colocó su contenido sobre el mostrador y dijo, feliz: –¿Esto alcanza? Eran apenas algunas monedas las que la niña exhibía orgullosa. –¿Sabe?, quiero regalarle este collar a mi hermana mayor. Desde que nuestra madre ya no está ella cuida de nosotros, y no tiene tiempo para sí misma. Hoy es su cumpleaños y estoy segura de que quedará feliz con ese collar, es igual al color de sus ojos. El hombre tomó el collar, lo puso en un estuche, lo envolvió con un lindo papel rojo y le hizo un trabajado moño con una cinta verde. –Tome –dijo a la niña el dueño de la tienda–, llévelo con cuidado. Ella salió feliz y se fue corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día cuando una señorita joven entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho, y preguntó: –¿Este collar fue comprado aquí?, ¿cuánto costó? –¡Ah!, –dijo el dueño del negocio– el precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre mi cliente y yo. La joven insistió: –Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo. El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven diciendo: - 152 -


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–Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: ella dio todo lo que tenía”. Ester: ¡Wow! J. R.: Obviamente esto me dio que pensar: ¿a qué le damos valor?, ¿cuál es el valor de las cosas?, ¿a quién le damos todo lo que tenemos?, ¿a quién le pedimos todo?, y más importante: ¿qué estamos dispuestos a dar a cambio de todo lo que el otro tiene, o nos da, o nos puede dar? Todo este tema del valor relativo de las cosas, no del costo de las cosas sino de su valor, o del valor que nosotros le damos. Tomi: Muchas preguntas, ¿no? J. R.: Sí, por eso, porque son muchas preguntas para conversarlas en poco tiempo, también les traje para compartir esta reflexión que leí alguna vez en un sitio webb, referida a cómo han cambiado los valores y las cosas por las que nos preocupamos, que tal vez ayude a pensar un poco. Decía más o menos así: “Parece que nos preocupamos más por la calidad y el tamaño de las casas, que por los de la familia que la va a ocupar. De tener compromisos, pero no de comprometernos. De que nuestras fortunas crezcan, aunque no se pueda decir lo mismo de nuestros valores. Fíjense que el hombre llegó a la Luna, pero no sabe quién vive del otro lado del pasillo. Parece que cada vez más conocemos el espacio exterior, y menos el interior. Tenemos más comida, pero menos nutrición. En muchos hogares tenemos dos ingresos por un tiempo, aunque muchas veces se transforman rápidamente en uno por rotura de esos hogares, más que por pérdida del trabajo”. Tomi: Qué cortita y qué al punto. ¡Cómo es de cierto que ha migrado el tema de qué debe ser más valioso!

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J. R.: En fin, cosas que pasan, evoluciones o involuciones del hombre como especie. Quién sabe. Para pensar y seguir pensando. Tomi: Es como que nos han llevado, y nos hemos dejado tal vez, a valorar cosas que tal vez para nosotros no deberían valer, pero que a su vez le permite a los que nos llevan a esto, a conseguir valores. En el sentido de dinero lo digo. J. R.: Sí. Es tan así como decís. Para poder comprar algo tenemos que quererlo, y el que nos lo vende nos lo muestra como valioso para que lo paguemos, aunque en realidad no lo sea. Es un tema con muchas derivaciones. Fíjense este otro cuentoc cortito, que también habla de una niña, y de dónde está el verdadero valor de las cosas. Dice así: “Una niña en África le dio a su maestra un regalo de cumpleaños. Era un hermoso caracol. –¿Dónde lo encontraste? –pregunta la maestra. La niña le dijo que esos caracoles se hallaban solamente en cierta playa lejana. La maestra se conmovió profundamente porque sabía que la niña había caminado muchos kilómetros para buscar el caracol. –No debiste haber ido tan lejos sólo para buscarme un regalo. La niña sonrió, y contestó: –Maestra, la caminata es parte del regalo”. Ester: ¡Bien! Tomi: ¡Qué bueno! El verdadero regalo era la caminata, o el valor del regalo estaba más en la caminata, en su esfuerzo, que en el objeto en sí. Ester: Hay un refrán muy lindo que dice algo así como que: “al que te da todo no se le puede pedir más”. Creo que es así. - 154 -


Cuentos y Reflexión… por la radio

J. R.: Es así. Fíjense que los personajes centrales de estos cuentos son niñas, o niños, es lo mismo. Los autores de los cuentos pensaron en personajes inocentes, que naturalmente dan valor a lo valioso, más allá de lo que cueste desde el punto de vista monetario. El valor no tiene que ver con cuantos pesos o dólares algo cuesta. Tomi: Es cierto. Lo que me parece, también, es que la elección de personajes recae en niños porque si hubiesen puesto esos argumentos en bocas de adultos, habría sido más difícil de creer o de imaginar la situación. Es como que cuando dejamos de ser niños, en algunas cosas estamos perdidos. Ester: La capacidad de desprenderse de cosas, me parece, tiene que ver más con lo infantil que con lo juvenil o lo adulto. Me parece, ¿no?, al menos en algunos. J. R.: De acuerdo. Lo que pudiésemos llamar “entrega”. Los otros días por algún lado leía algo que tiene que ver con este “dejar de ser niños”. El autor comentaba que algo característico de los niños es esa entrega y confianza que tienen para con sus padres. Confían en ellos y se entregan, se sienten protegidos y se entregan, no por conveniencia o por no tener otras opciones, lo hacen inocente y amorosamente. La incondicionalidad de un hijo con sus padres o sus familiares cercanos, que en algún momento se pierde, marca de alguna forma un pasaje a otras etapas de madurez. Tal vez mal llamada madurez. Porque si pudiésemos mantener esa incondicionalidad, a sabiendas de que no vamos a ser defraudados, seguramente el mundo sería más transparente y vivible. Tomi: Ya nos metimos en los reinos de las utopías de Lucks. J. R.: Sí, (risas)… me gusta, a veces, plantear utopías; es cierto. Pero también es cierto, y acá yo traje este tema varias veces, que los adultos debiéramos re educarnos mirando a los niños. Tomi: De acuerdo, y vos sabés que yo soy un defensor de ese tipo de ideas. - 155 -


J. R. Lucks

J. R.: Lo sé y por eso lo digo. Mirándolos aprenderíamos o recordaríamos muchas cosas que, tal vez sin ser tan utópicas, nos podrían devolver algo de frescura y de alegría. Y si no vamos a aprender nada al menos no los arruinemos a ellos, que la sociedad de consumo en la que vivimos ya se va a encargar de eso. Aprovechemos mientras son chicos y son como los de los cuentos. En fin…, no tengo más regalos por hoy. Caminemos, y que los caracoles sean lo de menos. Si el que recibe el regalo realmente se merece nuestra caminata, la va a apreciar aunque el caracol sea feo. Tomi: Sin duda. J. R., como todas las semanas, muchas gracias por los regalos y por los temas para pensar. Nos vemos la próxima con más cuentos y reflexiones. J. R.: Gracias a ustedes por el espacio. Nos vemos la próxima. Ester: Nos vemos, J. R., buen fin de semana.

Bibliografía: a

Este cuento fue adaptado de una versión del mismo que puede encontrarse bajo el nombre: “Amar es darse todo”, en la siguiente dirección web: www.deaccioncatolica.com.ar/

b

La versión completa de la reflexión a la que se hace mención fue publicada en la siguiente dirección web: www.elrincondeluz.com.ar/cuentos/mas_que_un_anillo.htm

c

La versión que se tomó para adaptar este cuento puede encontrarse en la siguiente dirección web: www.elrincondeluz.com.ar/cuentos/un_regalo.htm

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23-08-07. La utopía del Gran Dictador, hagámosla realidad

Tomi: Como todas las semanas estamos ya en el estudio con J. R., ¿cómo estamos hoy? Ester: Muy buenos días. J. R.: Hola a ambos, y a los oyentes, muy buenos días. Tomi: ¿Qué nos depara hoy la literatura y la reflexión? J. R.: Como estamos cada vez más encampañados, más y más nos bombardean con discursos, frases hechas, paradojas, verdades a medias o mentiras al cien por ciento, quise traerles un discursoa que fue pronunciado hace tiempo y después vemos si adivinan por quién y cuándo. Ester: ¡El desafío J. R.! J. R.: (risas)… Sí, ¿por qué no? Pero sin premio. Les voy a leer pedazos del discurso. No tiene ninguna lucksización, excepto por algunos párrafos que saqué para que no fuese tan largo. Dice así: “Realmente lo siento, pero no aspiro a ser emperador. Eso no es para mí. No pretendo regentar, ni conquistar nada de nada. Me gustaría ayudar en lo posible a cristianos y judíos, negros y blancos. Todos tenemos el deseo de ayudarnos mutuamente. La gente civilizada es así. Queremos vivir de nuestra dicha mutua, no de nuestra mutua desdicha. No queremos despreciarnos y odiarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede garantizar la subsistencia de todos. […] La voracidad ha envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio y nos ha hecho entrar […] en la miseria y en la sangre. Hemos mejorado - 157 -


J. R. Lucks

la velocidad pero somos esclavos de ella. La mecanización que trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha vuelto cínicos, nuestra inteligencia, duros y brutales. Pensamos en exceso y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de mecanización. Necesitamos más la amabilidad y la cortesía que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida sólo puede ser violenta y todo estará perdido. […] En este momento mi voz llega a miles de seres esparcidos por el mundo. A aquellos que puedan comprenderme les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los dictadores perecerán, y el poder que han usurpado al pueblo volverá al pueblo. […] Y ¡vosotros!, vosotros, el pueblo tenéis […] el poder para crear la felicidad, el poder para crear esa vida libre y espléndida, para hacer de esa vida una radiante aventura. En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un porvenir y resguarde a los ancianos de la necesidad. Prometiendo estas cosas gente ambiciosa se ha hecho con el poder. […] Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Combatamos por un mundo equilibrado, donde la ciencia, el progreso, lleve a todos a la felicidad. Combatamos para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón”. Ester: ¡Qué bueno! J. R.: ¿Les gustó? - 158 -


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Tomi: Sí. Muy bueno. A ver. Vamos a pensar. A priori parecería contemporáneo... digo por lo de que lo escuchan miles de personas... debe ser algo del siglo XX. J. R.: Efectivamente. Siglo XX. Primera mitad, para más datos. Y el discurso es muy contemporáneo. Tomi: Pudo haber sido pronunciado por candidatos a muchas cosas… J. R.: Sí, aunque en realidad este se estaba bajando. Tomi: ¿Continente asiático? J. R.: No. Ester: ¿Europa? J. R.: Sí, efectivamente, Europa. Tomi: ¿Alguien que renunció? J. R.: Alguien que no quería hacer algo que supuestamente tenía que hacer, y él no quería. Ester: Pero finalmente ¿lo hizo?, ¿terminó su mandato? J. R.: No, no lo hizo. Pero lo del mandato no sé en realidad porque allí termina la película… bueno ya les dije, es de una película. Tomi: Ficción. Ester: Ya sé. Un inglés, que todo el mundo cree que es americano. J. R.: Efectivamente. Ester: ¿Carlitos? J. R.: Carlitos Chaplin. Este texto pertenece al discurso final de la película El Gran Dictador. Tomi: ¡Ah!... El Gran Dictador. Ester: ¡Yeah! - 159 -


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J. R.: Esta es la primera película hablada de Charles Chaplin. En esta película Chaplin representa dos personajes. Uno es el de un dictador que pretende conquistar al mundo, llamado en el film Adenoid Hynkel, en clara alusión a Adolfo Hitler. Durante el desarrollo de la película, debido a su parecido con el otro personaje que Chaplin representa –un barbero de religión judía, ex soldado y con amnesia– el dictador es confundido y apresado por sus propias tropas. Por este motivo, el barbero es tomado por el dictador y llevado a dar un discurso para arengar a sus tropas, puesto que se había iniciado la conquista del planeta. En vez de lo que todos esperaban, este hombre se para enfrente de la multitud y dice lo que acabamos de leer. Tomi: Fabuloso. J. R.: Me llamó la atención la actualidad de un discurso que tiene casi setenta años, y que estaba dirigido a luchar, desde lo intelectual, contra regímenes totalitarios europeos que comenzaban lamentablemente a florecer. Yo me pregunto: ¿qué pasó? Hoy no tenemos regímenes totalitarios como esos. Hoy “avanzamos”, tanto desde la ciencia como desde la tecnología. Hoy ya sufrimos grandes golpes como los que Chaplin intentaba evitar desde su discurso, y debimos haber aprendido de ellos. ¿Por qué prácticamente todo lo que dice sigue aplicando? ¿Por qué no se volvió obsoleto algo que se dijo hace casi setenta años? No sólo no se puso “rancio” el mensaje, sino que tal vez hoy sea más aplicable incluso que en 1940. Ester: Increíble y lamentable. J. R.: ¿Por qué?, me pregunto yo. ¿Por qué esto que se pidió hace casi setenta años, aunque sea desde una película, hay que seguir pidiéndolo? Y debe ser porque no le hicimos caso. Alguien no le hizo caso. Esto que pide Chaplin es demasiado importante para pedírselo a dictadores o a políticos. Es demasiado vital para “delegarlo” en alguien más. Somos nosotros los que tenemos que hacer este mundo del que se habla en el discurso. Desde cada realidad nuestra de cada día. Desde el aquí y el ahora que pregona mi amiga Ester todas las mañanas. En las democracias - 160 -


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vence la mayoría. Si en vez de solamente votar y esperar que alguien más lo haga por nosotros, la mayoría hacemos lo que hay que hacer, vamos a ganar nosotros la elección. Tomi: Mi única duda, en cuanto a que podamos cumplir con esto, es que hay un requisito que tal vez falte, y que es educación. Incluso es probable que gente que no quiera un mundo así, desde sus posiciones de poder, haya bloqueado este proceso de educar para mantener a los que votan en la ignorancia. Para que luego un aumento de sueldo a tiempo o un engaño con las estadísticas no puedan ser descubiertos, y la gente no consiga entender la verdad de las situaciones. J. R.: Acepto. Pero si lo que pide Chaplin no debe delegarse en políticos, entonces no deleguemos más que la educación formal en los maestros. Que ellos se encarguen sólo de eso, que seguramente lo hacen mejor que nosotros. Nosotros tomemos el resto de la educación propia y de nuestros hijos, en familia. Sea cual sea el modelo de familia que aplique a estos tiempos modernos. Encarguémonos nosotros de educar en valores más “largos” que lo que un aumento de sueldo o un subsidio pueden comprar. Para cerrar con Carlitos Chaplin, si el discurso fue muy largo, quedémonos con esto: “En este momento mi voz llega a miles de seres esparcidos por el mundo. […] les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres que temen el […] progreso humano. […] Vosotros, el pueblo tenéis el […] poder para crear la felicidad, el poder para crear esa vida libre y espléndida […] utilicemos ese poder actuando todos unidos. […] para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia”. Eduquemos y eduquémonos para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia nosotros. Si la mayoría lo hace, no hay duda de que ganamos. Tomi: Naive y polémico lo de hoy. - 161 -


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Ester: Un mensaje esperanzador. Tomi: J. R., muchas gracias, la semana que viene seguimos pensando y reflexionando contigo. Ester: Muchas gracias, J. R. nos vemos la semana que viene. J. R.: Gracias a ustedes, y nos vemos la próxima.

Bibliografía: a

El discurso completo que cierra la película El Gran Dictador puede hallarse en la siguiente dirección web: www.redcientifica.com/doc/doc199903200002.html

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30-08-07. Similitudes entre la política y la fe

Tomi: Buenos días, J. R. Lucks, ¿cómo estás? J. R.: Muy pero muy bien. Buenos días. ¿Y ustedes cómo andan? Ester: Muy bien, muy buenos días. Tomi: ¿Qué tema nos reúne hoy? J. R.: Hoy les voy a hablar de la fe, porque estuve analizando y la encuentro muy similar a la política. Así que acá les voy a leer un cuentoa para empezar, y después analizamos el asunto: “Había una vez un hombre, que luego de mucho esfuerzo había logrado reunir el dinero suficiente para irse a esquiar. Luego de unas clases muy rápidas sale a la montaña. Experimenta la libertad, la frescura de la bajada, la imponente maravilla a su alrededor. Se siente pleno, feliz. Se detiene en un claro y da gracias a su Dios. No había sido este un hombre muy religioso, o al menos no muy practicante, pero ante tanta maravilla se produce en él una erupción mística. Se conecta con el Creador. Agradece, se convierte, se arrepiente de sus malas acciones, y se promete ser más fiel a sus creencias y a su fe. Profundamente emocionado deja caer una lágrima. Luego de un minuto de silencio y una oración vuelve a la pendiente. Emocionado como estaba, toma velocidad, pero en una curva un tanto cerrada pierde el equilibrio y cae. Rueda por la montaña, golpea contra un arbusto y cae en un barranco. A último momento, por milagro, logra agarrarse de una pequeña rama que sobresale por un costado del cerro. Mira hacia abajo y sólo ve el vacío y la muerte. Se aferra a su rama, pero sabe que no resistirá por mucho tiempo más. El improvisado, y recién reconvertido esquiador, levanta entonces sus ojos al cielo y grita. - 163 -


J. R. Lucks

–¿Hay alguien?, ¿hay alguien allí arriba? –Aquí estoy hijo mío –responde una voz celestial–, no tengas miedo y suelta la rama, mis ángeles te recogerán, y te depositarán con suavidad en lugar seguro. El hombre recuerda su reciente experiencia mística, piensa un segundo, y vuelve a gritar. –¿No hay nadie “más” allá arriba?”. Ester: (risas)… No era para tanto la cuestión mística. J. R.: Parece que no. Tomi: ¡Síganme… no los voy a defraudar!… ¡pero no tanto…! (risas). J. R.: (risas)… Así nomás. Hay otra a versión muy parecida en la cual es de noche, y aparte el accidentado está metido en medio de una terrible tormenta. No se ve ni a cinco centímetros de la propia nariz y hace un terrible frío. El hombre reza, y la voz celestial le pide que se suelte asegurándole que nada le pasará. El accidentado no cree, y por lo tanto no se suelta. A la mañana siguiente los grupos de rescate lo encuentran congelado, sostenido de una pequeña rama… y a diez centímetros del piso. Tomi: ¡Epa!... muy bueno… J. R.: ¡Qué difícil es creer en lo que no se ve! Eso es la fe, creer en lo que nunca se vio. Ester: El del segundo cuento, ¿no?, como no veía nada no creyó, y por no creer no se salvó. J. R.: Exacto. Y yo, a esto de no creer en lo que no se ve, le encuentro similitudes con la política. Porque en política también nos piden que creamos en cosas que nunca vimos. Gobiernos en los que supuestamente no habrá corrupción, promesas que aseguran se van a cumplir, candidatos afirmando que han de seguir interesados en la gente después de haber ganado las elecciones, procesos de mejora de la economía que no se - 164 -


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desintegrarán con una crisis mayúscula, y miles de cosas más… que nunca vimos. Incluso, no sólo nos piden que creamos en cosas que nunca vimos, sino que nos han hecho dejar de creer en cosas que sí alguna vez alguien vio, como la garantía de los depósitos y las garantías constitucionales; o lo que terminó siendo una farsa en cuanto a que los derechos de unos y otros son iguales, y la venda en los ojos de la justicia. En fin. La fe nos promete salvación. De los políticos deberíamos ser salvados. Lo cierto es que, excepto estos nuevos cultos mediáticos que pululan ahora recaudando en todos los canales, las religiones son un poco más antiguas que los sistemas políticos, al menos que los nuestros. Por eso es que estas primeras han evolucionado un poco más, y por lo tanto lo que prometen a cambio de la fe está más lejos en el tiempo. Así, por las dudas, el cumplimiento o no de la promesa de la religión no interfiere con la continuidad del pedido de fe. Tomi: Claro. Y a causa de esto también prometen recompensas mayores. J. R.: De paso hacen eso. Sin embargo, los políticos no gozan de esa chance. Nuestros queridos hombres y mujeres de los gobiernos, por más que han intentado reelecciones infinitas, imperecederas, o cosas por el estilo, no lo han logrado. Estos muchachos tienen cuatro, seis, u ocho años para cumplir, y si no cumplen la gente les pierde la fe. Pero fíjense qué interesante, para contrarrestar este efecto, los políticos descubrieron un recurso para minimizar este problema, y es el uso intensivo que hacen de la fecha de vencimiento de nuestra memoria, que en el caso de los argentinos es tan corta como el suspiro de una bacteria. Ester: (risas)… ¿cuánto aire le puede entrar a una bacteria como para que suspire? J. R.: Debe ser poco, ¿no? Y bueno, nos olvidamos rápido y allí van por una nueva campaña, prometiendo hacer lo que no hicieron en su momento aun con el mismo discurso, o incluso aliándose con los que hasta algunos meses antes eran sus - 165 -


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peores enemigos. Yo realmente creo que las coincidencias son notables. La fe y la política se parecen. Por eso yo creo que habría que darle para adelante y seguir hasta las últimas consecuencias. Por ejemplo, podríamos encerrar a unos cuantos políticos en un convento de clausura y después clausurarlo con los tipos adentro, y listo, que se queden allí. Tomi.: Aplicar bien lo que significa clausura. J. R.: Así es. Otra podría ser que les pidiésemos andar con trajes especiales, como túnicas, sotanas, o enrollados en pedazos de tela anaranjados, como los monjes tibetanos, así los reconocemos por la calle y salimos corriendo. Tomi.: (risas)… Sí, pero ojo con lo que van a poder esconder debajo de la sotana. J. R.: Es verdad, no había pensado en eso… sotanas minifalda entonces. Ester.: (risas)… Dios mío, perdónalos, no saben lo que dicen… J. R.: Una muy interesante podría ser aplicar lo de la devoción a los santos, a los cuales solamente se les presta atención después de unos cuantos años de su fallecimiento, y luego de haber pasado por un proceso de santificación que valida sus méritos. Tomi: ¡Todo un trámite! Ester.: El proceso de beatificación. J. R.: Exacto. Por lo tanto, primero que hagan algo, y después de que fallezcan, veremos si les creemos. Tomi: (risas)… Está bien, y recién allí los votamos. O les hacemos un monumento por lo menos. El sujeto hace cosas buenas por motus propio… J. R.: ¡Claro! El candidato se comporta decentemente, “antes” de pedirle a la gente que crean en él.

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Tomi: …sí, sería bueno eso. Y después de su muerte, si se comprueba realmente que no dejó ningún tendal a su paso, entonces, allí le creemos que fue buen tipo. Ester.: Va a costar encontrar a alguien así. J. R.: Como decía un amigo mío, José Anarcusio: “Hay veces que lo malo es mejor que el vacío, porque al menos es algo. Pero más de las veces el vacío es mucho mejor que lo malo”. Tomi: ¡Epa, epa! Esa frase sola da para charlar un rato… J. R.: Sí, anarquista pero profundo mi amigo. Y bueno, por último, sin ánimo de exagerar, lo de la cruz se podría aplicar en algunos casos también. Ester: (risas)… Eso ya sería un poco extremo. J. R.: Puede ser… (risas)… puede ser. Pero bueno, no me quiero meter en más líos ni con una fe ni con la otra. Así que por hoy dejamos acá, no sin antes elevar una plegaria al Dios en el que cada uno quiera creer. Dice así: “Señor. Creador. Todopoderoso. Sabemos que algún día tendremos que rendir cuentas. Sabemos que algún día nos reencontraremos en algún lado. Hasta ese día, cuídanos de los políticos que nos acechan. Gracias por todo lo que nos das, a pesar de que la mitad se nos va en impuestos, y muy seguido la otra mitad nos la roban en una salidera. A vos que todo lo podés Señor, te pedimos que al menos nos avises cuál es el más ladrón y mentiroso, para no votarlo, de vuelta. Queremos santificarnos Señor, ser tus mártires, pero sé misericordioso con nosotros, Padre Celestial, después de todo, antes que otro gobierno esquilmante, te queda la

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opción de pedirnos reconstruir el Coliseo, y que nos echen a los leones. Que Dios nos salve de ellos y de nosotros mismos. Amén”. Ester: ¡Amén! Tomi: Está bueno… (risas)…está muy bueno. J. R. Lucks, muchas gracias por las sonrisas que nos sacaste. Entre ironía e ironía nos hiciste reflexionar un poco, como siempre. Hasta la semana que viene. Ester: Nos vemos, J. R., gracias, y hasta la próxima. J. R.: Al contrario, gracias a ustedes y a los oyentes, y nos vemos si Dios quiere.

Bibliografía: a

El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero. Jean-Claude Carriére. Editorial Lumen, año 2001.

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06-09-07. Fábulas modernizadas y espejos cegadores

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Muy buenos. Muy bien, gracias. Ester: ¡Buenos días! Tomi: ¿Qué nos traés hoy? J. R.: Hoy quise traer a la mesa un clásico doble. Un tema clásico, que es la cuestión de los valores. Algo que el hombre como especie trata desde que es hombre. Y para graficarlo, una fábula de La Fontainea, que es también un autor clásico en cuanto a esta forma de literatura. La fábula que quiero recordar hoy es la de la cigarra y la hormiga. Hay básicamente dos versiones que se pueden reconocer como “originales”. En ambas la base es la misma: la cigarra no trabaja durante el verano, y cuando llega el inverno no tiene qué comer. La hormiga, en cambio, que sí trabaja, tiene reservas cuando llega el frío. La existencia de versiones se produce ya que hay diversos finales de la fábula. En uno, más adaptado a los niños, se exalta la solidaridad. Aparece en ésta una hormiga que deja entrar a la cigarra, comparte con ella, y por supuesto, logra que la invitada se transforme en un ser previsor. Tomi: Comparten, la comida, la casa… J. R.: Exacto. En la otra versión, un poco más dura, la hormiga deja que la cigarra muera de hambre y frío. A partir de estas dos, luego se han derivado varias. Por ejemplo, hay una condicionada, en la cual la hormiga en realidad es hormigo. Ester: Me parece que entramos en terreno escabroso. J. R.: Si bien en la misma el trabajador también deja entrar a la cigarra, a cambio de comida y abrigo la hace jugar todo el invierno a que él es Bill Clinton y ella Mónica Lewinsky.1 - 169 -


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Tomi: (risas)… No la conocía. J. R.: Sí, sí, es muy interesante. Ester: J. R. me sorprende a veces. Tomi: La sutileza con que sugiere este tipo de cosas. Ester: Sí. Y la seriedad… J. R.: Eso ante todo, la seriedad. En fin. Pero hoy les traje una versión modernab en la cual, de alguna forma, se refleja un poco este tema del cambio de valores. La lucksización de la versión moderna, entonces, dice así: “Había una vez una hormiga y una cigarra que eran muy amigas... Durante todo el otoño la hormiga trabajó sin parar almacenando comida para el invierno. No aprovechó el sol, la brisa suave del final de la tarde, ni la charla con amigos tomando una cervecita después de trabajar. Mientras tanto, la cigarra sólo andaba cantando con los amigos en los bares de la ciudad. Sin desperdiciar un minuto cantó durante todo el otoño, bailó, aprovechó el sol, y disfrutó muchísimo sin preocuparse por el mal tiempo que estaba por venir. Apenas llegó el frío, la hormiga, exhausta de tanto trabajar, se metió en su pobre guarida repleta de comida hasta el techo. Apenas se acomoda en el sillón, alguien toca el timbre de su casita. Al abrir la puerta, recibe una gran sorpresa al ver a su amiga, la cigarra, dentro de un coche último modelo, y con un costoso abrigo de pieles. Desde la calle, la cigarra le dice: –¡Hola, amiga! voy a pasar el invierno en París. Nos vemos en el verano. La hormiga intrigada responde:

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–¡Wow!,… bueno... ¡excelente!… Pero ¿qué ocurrió? ¿Dónde conseguiste la plata para ir a París, y para comprar ese cochazo,… y el abrigo? La Cigarra, excitadísima consagrada, responde:

y

con

tono

de

estrella

–¡Imaginate!, yo estaba cantando en un bar la semana pasada, y a un productor le gustó mi voz... Firmé un contrato para hacer algunas presentaciones en Paris, y ya me voy. A propósito, ¿necesitas algo de allá? –¡Sí!, –dijo la hormiga– si te encontrás con La Fontaine, decile de mi parte que se puede ir… ¡A LA FÁBULA MADRE QUE ÉL MISMO ESCRIBIÓ!”. Ester: (risas)… Muy bueno, pobre hormiguita… me da ternura. Tomi: (risas)… Excelente, no la había escuchado nunca. Muy bueno… (risas). J. R.: Este tema de buscar la fama, el éxito rutilante e instantáneo, es increíble. No es que esté en desacuerdo con el triunfo merecido de los cantantes, actores o bailarines, me parece fabuloso que lo logren; pero como todo se acelera, una cultura basada en el trabajo y en el ahorro es considerada prácticamente una cultura de fracaso al compararla con la fama súbita. El que no triunfa de la noche a la mañana… Tomi: Aunque sea bailando en el caño. J. R.: … sí, aunque sea bailando en el caño… o aunque más no sea por cinco minutos, tiende a ser considerado un mediocre o un fracasado. Parecieran más importantes las apariencias de esos cinco minutos que la solidez de las cosas que nos deberían llevar a merecerlas. Incluso en este tema de la fama asociada al canto o al baile, una vida de conservatorio es menos buscada que un reality show acelerante. No se compite por una beca para ir a un conservatorio, se compite por una entrevista en un programa con muchos televidentes. - 171 -


J. R. Lucks

Tomi: Sí. Estás en un programa de estos con mucho rating, y hacés lo que tenés que hacer con el que lo tenés que hacer, y te transforman en súper estrella. J. R.: Aunque más no sea por cinco minutos. Eso también es insólito. Las famas también son más efímeras que antes, lo cual ya es mucho decir. Para pensar, y mucho. Trabajo y orgullo “privado”, o reality show y fama de corto plazo. Y no pregunto esto a los que participan del reality show, sino a cada uno de nosotros, en función de nuestros deseos y de cómo vivimos la vida: ¿trabajando o esperando el toque de la varita mágica? ¿Cuándo construir una familia y una reputación, aunque sólo la conozcan los cinco gatos locos que saben quiénes somos, dejó de ser preferible a dos semanas de espacio en los programas de chimentos? Me parece que cuando la fama se transforma en objetivo, en vez de ser consecuencia de una vida de trabajo y esfuerzo, es cuando los valores se trastocan. Al menos eso creo yo. Tomi: Seguramente el tema del dinerillo también ha de tener su influencia. J. R.: Bueno, justamente, para terminar con los cuentos que les traje les quiero dejar uno cortitoc, que me parece nos da una pista o un punto de partida para reflexionar, y que tiene que ver con tu sugerencia. Se relaciona con la plata, con algo a lo que muchas veces le damos más valor del que realmente tiene, y que tal vez nos distorsiona un poco la visión de las cosas, dice así: “Un discípulo le pregunta a su maestro qué piensa del dinero. El maestro, sin pensarlo demasiado, invita a su joven seguidor a mirar por la ventana. –¿Qué ves?– pregunta. El joven responde prontamente. –Veo a un pobre y enfermo mendigo, que pide limosna y piedad. A una anciana arrastrando una pesada bolsa con comestibles, a la que nada mal le vendría una ayuda. A un hombre ciego intentando cruzar la calle, a quien todos - 172 -


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parecieran ignorar. Y a un niño corriendo con libros en la mano, pobre, debe estar por llegar tarde a su escuela. –Bien,… ahora mírate en este espejo, y dime qué ves. –Bueno… –duda el discípulo– sin duda me veo a mí mismo maestro. Pero, ¿qué tiene que ver eso con mi pregunta sobre el dinero? –Pues medita en lo siguiente: el espejo y la ventana están hechas del mismo vidrio. Sin embargo, una finísima capa de plata hace que el hombre sólo se vea a sí mismo”. Tomi: ¡Aha!... muy, muy bueno. Ester: Tremendo. Clarísima la analogía. J. R.: No sé dónde dejamos los valores, cuándo los cambiamos, o si los que tenemos son mejores o peores que los que proponía La Fontaine en el siglo XVII. Tal vez haya que hacerle caso a la cigarra moderna, y no a la hormiga. Pero lo que sí me parece indiscutible es que si sólo nos miramos en espejos, no vamos a ver a más nadie que a nosotros. Y lo peor, es que si sólo miramos a través de capas de plata, y seguimos sin ver a los demás, vamos a terminar chocándonos unos contra otros. Tomi: Yo voy a tomar la posibilidad de agregarle un poco a esto. Yo creo que parte del cambio de estos valores que mencionás ocurrió cuando dejamos de invertir dinero en educación. Para mí tiene que ver con eso. Porque para que vos estés en estos programas de televisión, y para que millones de personas que aportan dinero por la publicidad de los productos que consumen los miren, es que estamos educados para consumir eso. El sistema nos va preparando para eso. De alguna forma nos educan, o inducen a aceptar y creer que cinco minutos de fama por representar esos roles es más valioso que años de estudio, o de preparación, o de ensayos para poner en escena una obra más elaborada o cosas por el estilo. J. R.: Es muy cierto. La acumulación de conocimientos, el esfuerzo y el trabajo sostenido requieren tiempo. Hoy nos han - 173 -


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inducido a pensar que no tenemos tiempo, que todo hay que hacerlo ya, que el ahorro es antiguo y que la forma de tener bienes es ganarse un premio por lo que sea que te hagan hacer, o sacando un crédito que después se verá cómo se paga. Tomi: Sí, es la cultura en la que vivimos, y yo insisto en que la educación es el factor clave que instala esa cultura. Estamos educados para pensar que el premio rápido es más valioso que el ganado con esfuerzo, y que una mujer semidesnuda bailando en un caño por la televisión es más espectáculo que un ballet. Y en la política es lo mismo, cuanto menos educado el que vota, mejor. J. R.: De acuerdo. Cuanto menor la educación, o la capacidad de discernir entre falso y verdadero, más fácil engañarte, inducirte, o convencerte de votar a alguien que no tiene más que frases hechas y denuncias vacías. Tomi: ¡J. R., siempre lo mismo! Acá estamos para divertirnos y siempre terminás haciéndonos pensar y reflexionar. J. R.: Y bueno… quédense con la versión pornográfica de la fábula que es un poco más divertida. Tomi: Sí… (risas). Sí. J. R., ¿nos vemos la semana que viene? Ester: Chau, J. R., hasta la semana que viene. J. R.: Sí, si, nos vemos. Chau y gracias.

Bibliografía: a

Fábulas completas de La Fontaine. Edicomunicación, año 1997.

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La versión de donde se adaptó esta fábula fue publicada en la siguiente dirección web: http://blogs.epi.es/eladarve/2005/12/03/la-cigarra-postmoderna/

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La versión original de donde se adaptó este cuento se publicó en Cuentos educativos para jóvenes, de Mateo Bautista. Editorial San Pablo, año 2007.

Notas de contexto: 1

Bill Clinton, ex presidente de los Estados Unidos de América, se había visto envuelto en un escándalo mientras aún ejercía la presidencia. Esto se debió a una denuncia de Mónica Lewinsky, ex becaria en la Casa Blanca, quien alegaba haberle practicado sexo oral al señor Clinton, en el propio despacho presidencial.

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Cuentos y Reflexión… por la radio

13-09-07. Cuando pensabas que no te veía, aprendí todo

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Hola, hola. Ester: Buenos días. J. R.: ¿Todo bien? Tomi: Sí, por ahora todo bien. ¿Qué tenemos hoy? J. R.: Como el martes fue el día del maestro, no quise dejarlo pasar, y me pareció bueno compartir cosas que tienen que ver con las enseñanzas, con los maestros y con asuntos por el estilo. Así que traje algunos cuentos, el primeroa dice así: “Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en la heladera, inmediatamente quise dibujar otro. Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, y entendí que las pequeñas cosas son las especiales. Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos, sanos y enfermos, y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos los unos a los otros. Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo para ayudar a personas que no tienen nada, y aprendí que aquellos que tienen algo hacen bien en compartirlo con los que no tienen. Cuando pensabas que no te veía, te vi cumplir con tus obligaciones, aun cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable. Cuando pensabas que no te veía, vi lágrimas salir de tus ojos, y aprendí que algunas veces las cosas duelen, y que no está mal llorar por lo que nos importa. - 177 -


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Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber, para ser una buena persona cuando crezca. ¡Gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía!”. Tomi: Mmmh, ¿dedicado? J. R.: Dedicado a todos los educadores. Dedicado a los que educamos. Es importante lo que los chicos ven cuando pensamos que no nos ven, ¿no? No sólo aplica a padres, a pesar de que este cuento está más orientado a parientes que a maestros formales. Los maestros formales también hacen cosas cuando ellos creen que los chicos no los ven, así que a cuidarse. El asunto es que los chicos aprenden de lo que hacemos más que de lo que les decimos, por lo tanto es fundamental nuestra forma de cumplir con las responsabilidades, nuestra forma de respetarlos como alumnos, nuestra capacidad de cumplir y de valorar lo relevante y no lo trivial, en fin, cosas que tanto maestros, profesores y padres debemos considerar. En definitiva, tener en cuenta lo importante. Así que traje otro cuento, muy corto, que pone de relieve qué es lo importante. Es un cuento de una piedrab y dice así: “Había una vez una piedra, y entonces: El escultor la talló, y encontró dentro de ella una hermosa escultura. El distraído, tropezó con ella. El campesino, cansado, la usó para sentarse. El violento, la tomó y la uso para lastimar a otros. El albañil la juntó con otras, y la utilizó para construir un hogar. Y para los niños, fue algo con que jugar y divertirse.

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En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre”. Ester: ¡Qué cierto!... muy bueno. J. R.: Y eso es claramente lo importante, el hombre, y yo enfatizaría, “los niños”. Eso es lo imprescindible, lo verdaderamente valioso, lo que no se recupera cuando se pierde, lo que no hay derecho a desperdiciar, lo que tenemos obligación de nutrir de la mejor manera posible. Muchas veces perdemos esto de vista. Muchas veces creemos que lo importante de la educación es el aula, o el material, o los objetivos pedagógicos, o el buen nombre del colegio; y no, lo importante son los chicos. Lo demás es vanidad, o ambición, o interés personal, o simplemente desidia. En la educación, para los educadores, sean estos maestros, profesores, o padres, lo único importante deben ser los chicos. Esos personajes bajitos que usan las piedras para jugar. Tomi: Claro. Este cuento me gustó, porque pasa todos los días, ¿no?, con las cosas que tenemos, o con las que nos encontramos, y con la forma en que las usamos. Para hacer cosas buenas o malas, y no depende de las cosas, depende de nosotros. Y como me gusta decir a mí, muchas veces perdemos esa capacidad de los chicos de jugar con las cosas, y, porqué no, aprender mientras jugamos. J. R.: Totalmente de acuerdo. De hecho, esa es la principal forma de aprender: jugando. Así es como aprendemos la mayor cantidad de cosas, cuando somos chicos aprendemos jugando. Después vamos a las escuelas y aprendemos cosas importantes también. Pero lo más importante, tanto en calidad como en cantidad, lo aprendemos de niños, en esa época de nuestra vida aprendemos cómo vivir, cómo encarar los desafíos, cómo relacionarnos, y todo eso lo aprendemos jugando, o mirando cómo nuestros mayores hacen esas cosas, como decía el primer cuento. Tomi: Es verdad.

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J. R.: En fin. No quiero irme sin dejarles un mensaje a los que estudian, así que para los alumnos, este cuentito cortito que sale de la escena de una películac. Imaginen un aula universitaria, acaba de terminar la clase, los alumnos están saliendo mientras el profesor se queda acomodando. Entonces, pasa lo siguiente: “Una señorita, vestida en forma bastante provocativa, entra en el aula cuando el resto de los alumnos sale. El profesor, que aún está borrando el pizarrón, la ve y trata de decirle que nuevamente ha llegado muy tarde. Antes de que él pueda soltar palabra, ella se anticipa y se disculpa. Reconoce ante el profesor saber que está en falta con la materia. Mientras habla, se sienta en el escritorio, cruza sensualmente sus piernas y con sugestivo tono le dice al profesor que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa para aprobar. Cualquier cosa. El profesor deja los libros que había tomado nuevamente sobre el escritorio y se le acerca. La mira a los ojos y, con tono de incredulidad, le pregunta: –¿Cualquier cosa? Ella vuelve a enfatizar con voz melosa: –¡Cualquier cosa! El profesor se acerca aun más, y casi rozando con sus labios el oído de la incondicional alumna, muy suavemente, le susurra: –Cualquier cosa, ¿cierto?... bueno… entones… estudiá”. Tomi: (risas)… Muy bueno Ester: Ya pensé que terminaba mal esto… (risas)… pero no, como siempre, J. R. me sorprende. Tomi: Tiene que ver con el cuento anterior, y con cómo usamos las cosas y para qué usamos las cosas. Esta señorita quería usar para aprobar algo que tal vez no era lo más apropiado y el profesor le sugiere que use lo correcto. - 180 -


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J. R.: Si estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, evidentemente estudiar no sólo era una de esas cosas, sino, aparte, la más apropiada. En fin. A estudiar muchachas y muchachos. Y nosotros padres, maestros y profesores, a darle importancia a lo que sí vale, que son los chicos, que nos miran cuando nosotros pensamos que no nos ven. Tomi: J. R., has cumplido con alumnos, padres, maestros… con todo el mundo. Muchas gracias, muy bueno, como todas las semanas. ¿Nos vemos la próxima? J. R.: Esperemos que así sea. Gracias por el espacio y nos vemos. Ester: Chau, J. R., gracias a vos, y hasta la próxima.

Bibliografía: a

Una versión más completa de esta lista puede encontrarse en la siguiente dirección web: www.motivaciones.org/ctosecuandopensabasque.htm

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Una versión de este cuento puede hallarse en el artículo “Negociación Colaborativa y Medición”, publicado por Graciela Curuchelar en la siguiente dirección web: http://aainfancia.org.ar/leer.php/33

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Adaptación de una escena de la película La vida de David Gale, Guión: Charles Randolph, año 2003.

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20-09-07. Todas son necesarias, aunque a Démeter no le guste

Tomi: Buenos días, don J. R. Lucks, ¿cómo estás? J. R.: Muy buenos días. Ester: Hola, ¡bienvenido! J. R.: Muchas gracias, buenos días. Tomi: ¿Con qué cuentillos ha venido hoy? J. R.: Hoy les quiero hablar de la primavera, ya que empieza mañana. Y para comenzar les voy a contar cómo se explica la primavera desde una leyendaa griega. “Cuenta Homero, no Simpson sino el poeta griego a quien se le asignan las famosas Ilíada y Odisea, que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa, y las flores nunca se marchitaban. No existía el invierno, ni el hambre. El artífice de tanta maravilla era Démeter, diosa griega de la agricultura. Ella mantenía la tierra verde y joven, el ciclo vivificador de la vida y de la muerte, y también era la protectora del matrimonio y de la ley sagrada. Démeter tenía una hija llamada Perséfone, una hermosa joven adorada por su madre, que solía retozar en campos repletos de flores. Cuentan los mitos que un desafortunado día pasó por allí el temible Hades. El dios quedó encandilado de la belleza y la dulzura de Perséfone, y la raptó para llevarla consigo a su reino. Démeter, al no encontrar a su hija, sale a buscarla por todas partes y descuida los pastos y las cosechas. La tierra queda así desolada y sin ningún fruto, ya que, privada de su mano fecunda, se seca, y las plantas mueren. Cuando por fin descubre a su hija con Hades, - 183 -


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irritada por la ofensa, Démeter decide dirigirse a Zeus, que vendría a ser algo así como el secretario general del sindicato de dioses, para exigirle que arreglase la devolución de su niña. Ante este desastre, Zeus se vio obligado a intervenir, sin embargo no pudo devolverle la hija a su madre, porque Hades le había hecho comer un fruto que le impedía irse de su mundo. A pesar de esto negociaron un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre. Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende con Hades, las plantas se secan como en el otoño e invierno. En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Démeter, su madre”. Tomi: ¡Qué lindo!... Ester: ¡Muy lindo! J. R.: ¿Qué tal, eh?, toda una historia de intrigas. Estos griegos podían haber escrito novelas para los brasileños o para los mejicanos. No se las cuento entera porque es muy larga, pero no se sabe bien si Démeter era hermana de Zeus o una de sus amantes, o las dos cosas. Tomi: ¡Mmhhh!... J. R.: Con lo cual Perséfone pudo haber sido hija de Zeus, todo un lío de familia. Tomi: Y encima no pudo hacer nada para que Hades la liberara. Andá a saber qué negociados tendrían entre ellos para que Zeus no pudiese llevar la justicia hasta sus últimas consecuencias. J. R.: Algo así. Hades era hermano de Zeus, igual que Poseidón. Entre los tres se deshicieron de Cronos, que era el padre y se repartieron las cosas. A Hades le tocó ser el Dios del inframundo, - 184 -


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o de los muertos, a Poseidón el mar, y a Zeus el cielo. Ahora, esa repartija no fue de lo más amable, por lo tanto algo entre ellos había quedado. Todo un argumento de novela de televisión. Ester: ¡Ah, bueno!... (risas)… ¡realmente un novelón! J. R.: En fin, la cuestión es que casi todo tiene explicación en una leyenda griega, o será que los griegos no tenían nada mejor que hacer e inventaban leyendas para todo. Sería interesante saber si tendrán alguna leyenda que explique cómo un pueblo, que se equivoca constantemente al elegir a sus gobernantes, termina hundiéndose en el océano. Aunque tal vez esa sea la leyenda de la Atlántida, que casualmente empieza con A. Tomi: Sí, puede ser. Ahora, esta que acabás de contar igual aplica a la economía: a veces tenemos primaveras y después unos inviernos cada vez más duros. J. R.: Exacto, es como si nos mandaran a todos al Hades. Al inframundo. En fin. Pero el asunto es la primavera. Y esta leyenda, como muchas otras historias y cuentos, exalta los valores de la primavera y los del verano por sobre las otras estaciones, a las que trata como períodos tristes o de falta de vida. Así que como yo soy amigo del invierno, les quise traer un cuentob que les devuelve al otoño y al invierno algo de utilidad y dignidad, para no despreciarlos tanto. Tomi: Vendría a ser como una despedida al invierno, que todavía hoy está con nosotros. J. R.: Sí, muy bien… eso, como una despedida a mi querido invierno. El cuento en cuestión dice así: “Había una vez un hombre que tenía cuatro hijos. Él buscaba que los muchachos aprendieran a no juzgar las cosas apresuradamente; entonces envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo más joven, en

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otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, los reunió y les pidió que describieran lo que habían visto. El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, pelado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, él dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce, y que se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, y dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto. Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no debían juzgar a un árbol, o a una persona, sólo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida, puede ser sólo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado. Si se dan por vencidos en invierno, habrán perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño”. Ester: Está bueno. J. R.: Me pareció interesante. Todos los momentos son buenos, no sólo porque el invierno frío nos permite por comparación disfrutar de la primavera, sino porque en realidad no es un período muerto, sino de descanso. Es un período en el que la naturaleza toma fuerzas para poder volver a su ciclo. Como dice el refrán: “el momento más oscuro de la noche es el instante previo a la salida del sol”, o también el otro que sugiere que “la oscuridad no hace más que exaltar la belleza de la luz cuando esta aparece”. Cada estación tiene lo suyo, y todas necesitan de las otras para ser lo que son. La primavera es linda porque sigue al invierno. Si siempre fuese primavera nunca habría frutos de verano, y si no hubiese invierno, no habría descanso para el florecer de primavera. - 186 -


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Tomi: Y obviamente esta idea que comentás aplica a las personas. En el mismo sentido. Hay que esperar que pase una fase para que aparezca la otra, y tener paciencia para comprender, a pesar de que no nos guste, la fase por la que pueda estar pasando una persona. J. R.: Eso es muy importante, y también los contrapuntos, porque sino todo sería muy monótono. No habría gamas, no sabríamos lo que es bueno si no nos pasase nada malo, no sabríamos lo que es la luz si no hubiese oscuridad. Casi siempre, un período malo, si lo aprovechamos, nos prepara para un período bueno, el cual no reconoceríamos y no disfrutaríamos si no nos hubiésemos preparado. Tomi: Es como cuando se dice que de las crisis nacen oportunidades, o que de las crisis sale lo mejor. Porque si como persona, o incluso como sociedad, aprendés de la crisis, te podés proyectar hacia un futuro mejor. J. R.: Es muy cierto. Pero en estos períodos malos hay que tener la actitud correcta, que es la de luchar, aprender, resistir, reflexionar, y así la cosa se compone. Si en la crisis uno se abandona, se deja estar, se deprime y no busca la salida, la crisis se agrava. Por eso dicen que ahogarse no es problema de sumergirse, sino de permanecer sumergido más de lo necesario. Ester: ¡Espectacular la analogía! J. R.: Así que a disfrutar de la primavera que empieza, y a agradecerle al invierno el haber permitido que la primavera sea tan agradable gracias a las fuerzas que se acumularon durante su tiempo. Tomi: Bien. Muy bien. ¿Algún proyecto especial para el día de la primavera? J. R.: No, trabajar, como todos los días. Ester: Mirá que empieza el domingo. Ayer nos dijo gente del Servicio Meteorológico que, desde el punto de vista astronómico, este año no es mañana sino el domingo. - 187 -


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J. R.: Ah, bueno. No sabía. Y si yo llego mañana a mi casa sin flores para mi querida y adorada esposa, ¿ustedes le explican, o tengo que llamar al Servicio Meteorológico? Ester: (risas)… ¡No!,… no te preocupes, le mandamos un mail aclarando el asunto… (risas). Tomi: J. R., muchas gracias. Feliz primavera, y nos vemos la semana que viene. Ester: Chau, J. R., feliz primavera. J. R.: Nos vemos, gente, que reciban muchas flores, mañana o el domingo. Nos vemos.

Bibliografía: a

Más datos sobre los personajes de esta leyenda, y la versión original desde donde se adaptó este cuento pueden hallarse en: www.masqueagua.es/magazine/portada1.html b

Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección de Internet: www.elfrasero.com.ar/escritos/leccion-de-vida

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27-09-07. Aspiro a ser candidato

Tomi: Bienvenido, J. R., buenos días. Ester: Muy buenos días, J. R., ¿cómo estamos hoy? J. R.: Todo muy bien. Buenos días a ambos y a los que nos escuchan. Ester: ¿Con qué nos vas a hacer pensar hoy? J. R.: Se acuerdan que les había prometido traerles algunos discursos políticos de hace tiempo, como para ver en qué cambiaron los de antaño con relación a las sartas de pavadas que tenemos que escuchar hoy. Bueno, pues creo haber encontrado uno realmente diferente.a Se los voy a leer y después discutimos de cuándo es esta joyita de la oratoria. Dice así: “Señores, aspiro a ser candidato porque pretendo robar en grande y acomodarme mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que, ustedes tienen que comprender, es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato. Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que, creo, no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy […]. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy […]. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino "evolutivamente". […] sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que […] la posición del país, no encuentra - 189 -


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postor ni por un plato de lentejas, créanlo […]. Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado […] no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, […] y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, […] impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines... ¡Lo que no robaré yo, señores! […] Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un ladrón, y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario […]. He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas […] otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de rematador falso, corredor de juego, matón, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, […] fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, […] tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve [...] Señores, si no me creen, vayan al Departamento... verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas […], absolutamente el único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina [...] Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar una casa de departamentos en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores”. Tomi: ¡Che!... mirá… ¿quién es? A mí me gustó. Al menos por una de sus actitudes lo votaría. El resto tal vez podemos cambiarlo con el tiempo. - 190 -


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J. R.: Exactamente, ese es justamente uno de los dos puntos de lo que quiero pensar hoy. El autor de este texto fue Roberto Arlt, un escritor argentino que nació en 1900 y falleció en 1942. Aparte de novelas, escribía para periódicos, y, desde 1928 hasta 1935, publicó diariamente una columna en el diario El Mundo bajo el nombre de Aguafuertes, ésta en particular es del año 1933. Tomi: Muy bien Arlt… año 33. J. R.: No me van a decir que no es fantástico. Yo lo leía y me pareció notable la similitud con lo que uno observa casi todos los días. Nada ha cambiado, pero nada de nada. De 1933 hasta acá, y seguramente que de antes tampoco. Ni siquiera parecieran ser más creativos ahora, porque si ven la enumeración de cosas que pretendía hacer este personaje hace setenta y cinco años, no le falta ninguna, están todas. La desfachatez con la que lo presenta es notable. Dos elementos rescato. Uno, el tema de que, evidentemente, el personaje, de corazón se presenta como apto. No esconde nada, al contrario, exalta. Si vamos a hacer algo, vamos a decirlo, parece implicar; y, por otro, lado si vamos a hacer algo, vamos a prepararnos para el asunto. No vale ser improvisado. El tipo presenta sus credenciales porque cree en ellas. Habría que votarlo por sincero, porque por lo menos eso es. Tomi: Es sincero, claro. Aparte, saquemos el contexto en el que lo dice, y muestra dos cualidades que hay que ver cuántos candidatos poseen: sinceridad y aptitud. Ésta última asumiendo de que una gran mayoría sólo llegan al poder para robar, aunque más no sea sus sueldos. J. R.: Es así. La mayoría de los otros candidatos no sólo hacen lo enumerado, al ser elegidos, sino que aparte mienten, o sea que este candidato a candidato al menos es sincero. Sabiendo esto uno se podrá preparar: en vez de que te agarren desprevenido, y no sólo te roben los que gobiernan, sino también los vivos, que se enteran un par de días antes del desfalco, y hacen negocio con los giles. Ester: ¡Ay, ay, J. R! - 191 -


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J. R.: El otro elemento es su propuesta de dejarse crucificar si le traen a alguien honesto, a alguien que no pretenda robar. Está convencido de que es así, de que todo el mundo es igual. ¿Será que tiene razón?, ¿será que no hay forma de conseguir a alguien que no pretenda robar? No digo que todo el mundo sea igual, lo que pregunto es si se podrá conseguir un candidato que no quiera robar, o al que no lo hagan robar, o que pueda controlar que el resto del gobierno no robe. Porque, en definitiva, es casi lo mismo. No roba el dueño del circo pero salen a robar, con o sin instrucciones, los monos y los payasos, que en definitiva, como no son más que monos y payasos, roban peor. Al menos el dueño del circo debería ser un poco más educado, y por lo tanto robar con más elegancia que las hordas que lo secundan. Tomi: Mientras comentabas esto estaba pensando en algo tal vez más burdo. Pero la literatura ha recogido estos ejemplos de funcionarios que roban, o más bien de héroes que roban para bien en vez de para mal. Pensaba en esta serie de los años 70, Ladrón sin destino, que en definitiva es un ladrón sacado de la cárcel por el gobierno, y puesto a robar para ayudar a su país en la guerra fría, o a recuperar cosas de valor. O Robin Hood, ¿no?, que sin ocultar su condición de ladrón robaba para el bien, o para el pueblo. J. R.: Sí, estos casos que mencionás tenían una supuesta intencionalidad buena detrás de sus actos. Igual habría que ver qué pensaban las víctimas de ellos, ¿no? Pero bueno, este candidato no ofrece robar para bien sino sólo robar. Como verán, hoy no estoy muy positivo. Así que antes de irme y dejarlos así, al menos le voy a contar un cuento gracioso, que tiene que ver con esto de si tenemos claras o no las intenciones de los que tenemos enfrente. Dice así: “Un asesino serial, depravado y sicótico, se escapa de prisión y entra en la casa de una joven pareja. Ata al marido a una silla y a la esposa a la cama. Se acerca a ella y pone su cabeza muy cerca del cuello de la asustada mujer. Ella se retuerce negándose a lo que él le pide, - 192 -


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intentando alejarse, pero no puede. El marido se desespera y le grita: –¡Sé fuerte, querida!, ¡hacé lo que te dice!, nuestras vidas está en juego. Ella se calma, le dice algo también al oído, y el asesino sale de la habitación como para buscar algo. El marido, con algo de remordimiento, le susurra: –Gracias por tu sacrificio, querida, seguramente accediendo a lo que te ha pedido nos irá mejor. ¡Yo te amo! A lo que ella le contesta. –Tenés razón, estaba en duda, pero cuando hablaste resolviste mi problema y accedí a lo que me pedía. Fue a buscar el pan de manteca a la heladera ya que le dije dónde está la cocina. Yo también te amo. ¡Ah!..., no soy yo la que le gusta, sino vos”. Tomi: ¡Upa! Ester: ¡Me gustó!… me gustó mucho. Tomi: ¡Ehhh...!, por dónde salimos de esta… tiene que ver con que la buena información es importante para decidir. J. R.: Moraleja clarísima: conociendo las intenciones del asaltante uno termina tomando mejores decisiones. Así que si encontramos algún candidato como los de Arlt, no seamos tontos y votémoslo, que es preferible ladrón sincero que candidato mentiroso. Tomi: J. R., muy bien, muchas gracias… Ester: Desconcertada… Ester Vicente se quedó desconcertada. Me gusta este J. R. también. Ves, Tomi, empiezan a aparecer las dos personalidades de los columnistas. Tomi: Lo que pasa es que después de tanto tiempo con nosotros… la gente va mutando…

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J. R.: (risas)… no es para tanto. Tomi: Muchas gracias, J. R., nos vemos la próxima. Ester: Chau, J. R., nos vemos. J. R.: Hasta la semana que viene, chicos, nos vemos.

Bibliografía: a

“Aspiro a ser diputado” por Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas. Editorial Losada, año 1958, 4ta edición, año 1994. Una copia del texto original puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:

www.elarcadigital.com.ar/62/notas/aguafuertes.asp Una versión digital del libro Aguafuertes Porteñas puede encontrarse en la siguiente dirección web: http://perylit.wordpress.com/2006/12/05/arlt-aguafuertes-portenas/

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04-10-07. Si queremos ser Pumas, podemos

Tomi: J. R. Lucks está en el estudio. Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Muy bien, muy bien. Ester, Tomi, buenos días. Ester: ¿Qué tal, J. R.? Bienvenido. Tomi: ¿Qué nos has traído hoy para nuestra reflexión semanal? J. R.: Hoy, para no ser menos que el resto de la humanidad de origen argentino, les voy a hablar de Los Pumas1; sí, porque somos así. La mayoría de nosotros no sabemos nada de rugby, pero un seleccionado gana cuatro partidos y nos transformamos todos en fanáticos y expertos… Ester: ¡Somos especialistas!,… entendidos… J. R.: Les damos espacio en los medios a pesar de que tal vez cuando lo necesitaron no se lo dimos. En fin, somos exitistas. No creo que sea una característica argentina solamente, debe haber otros países en los cuales su gente sea así. Pero en esos países que hablen otros. Yo estoy acá, así que hablo de nuestro exitismo. Tomi: Muy bien… si alguien tiene algún problema, llámelo a él, ¿eh?... a nosotros no. J. R.: (risas)… Sí, bueno, que me llamen… Lo cierto es que como todos estoy contento y les deseo lo mejor a Los Pumas. Por eso prefiero decir esto hoy, sin esperar a ver si siguen ganando o no, porque me parece que lo que podemos aprender de esto no depende de que sigan ganando. Todo lo que la gente dice de ellos hoy es verdad, sigan ganando o no. Por eso no tiene sentido esperar para aprender. Tomi: Muy, pero muy cierto… coincido. - 195 -


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J. R.: Les voy a leer algunas de las palabras que vi o escuché en comentarios, tanto de la gente común que comenta en blogs de los diarios, como de reporteros que hablan en la televisión o escriben en los distintos medios gráficos. Fíjense en esta lista de palabras o expresiones: preaparición, respeto, temple, honestidad deportiva –u honestidad de cualquier tipo, en el fondo–, “cuando se quiere se puede” –o sea, constancia–, caballerosidad, humildad, garra, coraje, espíritu colectivo; y podía seguir, pero, en realidad, con esto alcanza. Ester: Linda listita… J. R.: Dos temas relacionados con esta lista. Uno: es increíble la sed que tenemos de vernos representados por alguien que cumpla con esta lista. Estamos, evidentemente, tan huérfanos de que se asocie lo argentino a esto, que en cuanto olfateamos algo o alguien que lo tiene, se despierta en nosotros el exitismo más salvaje. Buena señal, nos atrae una lista de virtudes en vez de una lista de defectos. Ahora, qué triste que tengamos tanta sed de estas cualidades, es evidente que no estamos saciados de ellas, o, dicho de otro modo: no las encontramos en el día a día. Tomi: ¡Qué carentes estamos de ejemplos!, ¿no? J. R.: Sí, lamentablemente. Nos vemos en espejos que no reflejan esto, y cuando encontramos uno que sí nos devuelve lo que queremos ver, lo adoramos. Triste, realmente. Dos, o, por otro lado: en esta lista no hay nada que no se pueda hacer desde la familia, o desde el trabajo, o desde la silla en la que estemos sentados. Para ser respetuoso, caballero, honesto, etcétera; no hace falta ser Puma, no hace falta estar en un mundial y golpearse la cabeza durante ochenta minutos contra un contrario que mide dos metros y pesa ciento cincuenta kilos. Esta sed de virtudes que tenemos no es externa a nosotros, en gran medida es interna. No somos así. O tal vez sí seamos así, pero nos da vergüenza ejercer. No contribuimos, tal vez, lo suficiente como para vivir en un medio en que esos valores los tengamos tan presentes que no nos llamen la atención el verlos en un equipo de lo que sea. Estos muchachos se preparan, y hacen lo que - 196 -


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hacen con ganas, respetando a los que tiene en frente. ¿No es imitable su ejemplo en vez de sólo loable? Y si hubiesen perdido porque sus rivales fuesen superiores, ¿su preparación y sus ganas no serían loables de la misma manera? Más allá de la alegría: ¿por qué no aprendemos algo de esto?, ¿por qué no nos proponemos incorporar alguna de las virtudes que nos agradan en estos Pumas, y que seguramente otros Pumas, o Dogos2 o Murciélagos3, o cualquier equipo de potrero del deporte que sea, también tuvieron?, aunque no nos hayamos enterado porque a los medios no les pareció tan noticiable. Tomi: Claro. Exactamente en eso estaba pensando. No hay diferencia con lo que hacen muchos otros equipos de argentinos o argentinas, a los cuales tal vez no les fue tan bien, o sí, pero a nadie le pareció buen negocio “usarlo” junto a su marca. Ester: Eso por un lado. Y yo me pregunto: si hubiesen perdido dos partidos seguidos, ¿estaríamos hablando de su honestidad, de su espíritu de equipo, etcétera, etcétera? J. R.: Eso mismo me pregunto yo, y por eso traigo esto a colación. Porque quiero aprovechar la volteada, como se dice, no la de Los Pumas ganando sino la de nosotros prestando atención. En fin, no sé, creo que se puede aprender. No digo todo esto para deprimirme y regodearme en mis incapacidades, sino para mirar para adelante y ponerme a tratar de ser como lo que me gusta ver en otros. Tomi: Bien. J. R.: Así que les traje un cuentoa que espero que nos ayude a tratar de mejorar, a pesar de que tal vez no todos tengamos todas estas cualidades que tanto nos llaman la atención. Aquí va: “Dicen que en la carpintería hubo una asamblea extraordinaria. Se celebraba para arreglar diferencias, pues había un gran malestar. El asunto empezó muy mal ya que no se podían poner de acuerdo ni para nombrar al presidente de la sesión. - 197 -


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La sierra se ofreció para el servicio pero fue abucheada de inmediato: –¡Fuera!, sólo sirves para serruchar las ideas de los demás. Luego de mucho batifondo se pusieron de acuerdo en que las tenazas presidieran, no sin antes anotar en actas el descontento de varios que sostenían que las susodichas sólo apretaban y cortaban toda iniciativa. –¡Orden en la sala!, tiene la palabra el compañero clavo – sentenciaron las recién elegidas. –Yo propongo que el martillo sea expulsado. Hace demasiado ruido, se la pasa todo el día golpeando –dijo el que tenía, finalmente, la palabra. –Acepto mi culpa –dijo el martillo– pero pido entonces que también sea expulsado el tornillo, que para que sirva de algo hay que darle muchas vueltas –Es como se dice, pero entonces ¿qué tal la lija? Es muy áspera en su trato y siempre crea fricciones –se defendió el último imputado. –Entonces ¿qué me dicen del metro? –Acotó la lija–. Se la pasa siempre midiendo a los demás como si él fuera perfecto. Cuando los ánimos se estaban caldeando entró el carpintero. Las herramientas se callaron y, en manos del artesano, luego de unas horas de trabajo, la tosca madera que él había traído se había convertido en un fino mueble. Al retirarse el hombre, la sierra tomó la palabra: –Compañeros, es más que claro que todos tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace útiles y valiosos. Propongo que no nos concentremos en nuestros puntos negativos sino en los positivos. - 198 -


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La asamblea decretó entonces que el martillo era fuerte, que el clavo unía, que la lija eliminaba asperezas, etcétera, etcétera. Entendieron que trabajar en equipo requiere de aceptación mutua, y de buscar en el otro sus cualidades en vez de sus defectos”. Tomi: Perfecto… perfecto. Y es muy aplicable a un equipo deportivo que tenga buenos resultados, no porque salga campeón, sino porque haya jugado bien y limpiamente. J. R.: Es como decís. Pero ahora veamos esto, nosotros no tenemos un carpintero, y está bien así, la verdad no quiero para mi país, o mi grupo, un liderazgo paternalista, porque no somos herramientas ni un equipo deportivo. Pero ¿por qué no hacemos lo que las herramientas hicieron cuando el carpintero se fue? Si son estos Pumas, u otro equipo, el que nos tiene que enseñar que a pesar de las diferencias se puede, bienvenidos sean. Miremos la lista de virtudes no para alabarla sino para practicarla, y busquemos en los demás sus virtudes en vez de sus defectos. Si en Los Pumas todos fuesen forwards o todos pateadores, no serían lo que son. Aprendamos de Los Pumas si es que no podemos aprender del Congreso, o de la junta parroquial, o de las empresas en las que trabajamos, o aun de nuestras familias, pero aprendamos, para que cuando seamos parte de esos “equipos” los hagamos funcionar como a Los Pumas, y el país pueda festejar algo más que ochenta minutos de algún juego colectivo. Tomi: Yo tampoco quiero un liderazgo paternalista, pero rescato que nuestros líderes también deben actuar así, porque de una u otra forma condicionan. Ellos también tienen que querer jugar para “el” equipo, que puede ser el país, y no para “su” equipo. J. R.: Está clarísimo. Tomi: Perfecto, don J. R., deseémosles lo mejor a Los Pumas, y contigo nos vemos la semana que viene. - 199 -


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J. R.: Así es, que sigan ganando y dando buenos ejemplos, y nos vemos. Ester: Chau, chau, J. R., gracias y hasta la próxima.

Bibliografía: a

El original utilizado para adaptar este cuento se llama: “Trabajo en equipo”, y fue publicado en el libro Cuentos educativos para jóvenes. Mateo Bautista. Editorial San Pablo, año 2007.

Notas de contexto: 1

Seleccionado argentino de rugby que en ese momento estaba disputando el mundial de la especialidad con muy buenos resultados.

2

Equipo argentino que en el mes de septiembre se había coronado Campeón Mundial de Fútbol, en una competencia organizada para equipos de jugadores gay.

3

Equipo argentino bicampeón mundial de fútbol de salón para jugadores ciegos o con discapacidades visuales.

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11-10-07. Hagamos las cosas con pies y cabeza

Tomi: Hola, muy buen día, J. R. ¿Cómo andás? J. R.: Muy bien, muy bien, buenos días a todos. Ester: Hola, J. R., bienvenido. J. R.: Gracias, muchas gracias. Tomi: ¿Qué se trae el hombre que reflexiona, el hombre serio…? J. R.: Hoy tenemos un cuentoa que ocurre en un país hipotético. Nadie vaya a pensar que estoy hablando de algún lugar concreto. Tiene que ver con el congreso de ese país, aunque podría ser aplicable también a un ministerio o a un juzgado. El cuento dice así: “Había una vez un país des-desarrollado. O sea, un país que alguna vez había sido desarrollado, y muchos años de desgobierno habían logrado des-desarrollarlo. En el deshonorable edificio del congreso de ese país, se encuentra un día, en la puerta del mismo, una canastilla con un hermoso bebé. Inmediatamente se produce un gran revuelo. Todos los medios salen a cubrir la noticia. Sin perder ni un minuto se emite un comunicado, por parte del presidente del cuerpo legislativo, que reza: ‘Acusamos recibo de un recién nacido de origen desconocido. Diputados y Senadores, formen una comisión mixta para investigar, y determinar: 1°- Si el encontrado es producto de este Congreso. 2°- Si algún legislador se encuentra involucrado’. Con una velocidad prácticamente nunca vista se forma la comisión y se pone a trabajar en el asunto. A las pocas horas, algo realmente sorprendente en comparación con - 201 -


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la historia de deliberaciones del legislativo en cuestión, se eleva un informe que asegura lo siguiente: ‘Honorable Presidente del Congreso, autoridades varias, amigos y familiares por nosotros contratados, queridos periodistas, y pueblo de la Nación. Luego de exhaustivas investigaciones queremos dejar en claro lo siguiente: El bebé encontrado no puede ser producto de este cuerpo de gobierno, y definitivamente no hay legisladores involucrados. Exponemos a continuación las razones por las cuales afirmamos, sin duda, lo antedicho: 1°- En este congreso nada se hace con placer, ni con amor. 2°- Jamás dos legisladores íntimamente entre sí.

han

colaborado

tan

3°- Aquí jamás fue hecho, ni lo será, nada que tenga ni pies ni cabeza. 4°- Nada que se produzca aquí, excepto los descargos de responsabilidad, termina listo en nueve meses. Sin otro particular, y entrando en ferias debido al estrés producido por esta conmoción, saludan muy atentamente. Los legisladores’”. Tomi: (risas)… Bien, hicieron bien su trabajo… Aparte se conocían a sí mismos. J. R.: Sí, sí… Me pareció interesante lo que se plantea aquí. Fíjense que se habla de algo con pies y cabeza, que se termina en nueve meses, para lo cual más de uno tiene que colaborar, y que debe ser hecho con amor y placer. ¿No suena algo deseable? Ester: Sí, suena deseable, lógico, y te diría que hasta divertido… J. R.: Hacer algo con amor y placer suena bien de por sí, no se necesita justificar demasiado. - 202 -


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Tomi: ¡Hacer lo que te gusta…! sin ir muy lejos… J. R.: Claro. El asunto de colaborar con otro, o con otros, tampoco parece una carga pública. Después de todo, el ser humano es un ser social. Casi nada lo hace en soledad, o al menos casi nada uno elige hacerlo solo. El poder compartir una actividad, que produce placer o amor, seguramente parece ser algo deseable. Las otras dos características son un poco más complicadas, pero tampoco inauditas o impracticables. Hacer algo con pies y cabeza, o sea, hacer algo lógico. Esto debería ser más fácil que hacer algo ilógico. Lo ilógico hay que inventarlo, hay que esforzarse para hacerlo, lo lógico es lo más común, ¿o no? Tomi: Nunca lo había pensado así, pero suena razonable… Ahora: ¿cuánta gente esforzada me cruzo todos los días?... J. R.: (risas)... viste, es cierto. En fin. Se puede discutir en términos de que la lógica es un poco relativa, o subjetiva, y por lo tanto no hay una “única” lógica. Pero al menos lo lógico para lo cual uno fue elegido, en el caso de los miembros de este congreso, o sea para defender y ayudar al pueblo que los votó, no debería ser un misterio. Ester: Efectivamente. J. R.: El tema de terminar algo a tiempo tampoco parece un pedido incoherente. Todos queremos que los demás nos cumplan, nos entreguen a tiempo lo que nos prometieron. ¿Por qué no poder cumplirles a los demás como queremos que nos cumplan a nosotros? Pienso en estas cosas y leo el diario, el de ese país imaginario, y algo no encaja. Si algo tan complejo como un ser humano puede hacerse colaborando con amor y placer, en un plazo determinado y sale lógico, ¿tan difíciles son las otras cosas que hacemos en la vida? ¿Aplica sólo a los legisladores de este loco país lo que acabamos de leer?, ¿o tendría sentido mirar dentro de cada uno de nosotros para ver si actuamos con estas cuatro simples reglas o no? Tomi: Hoy se tomó un frasco de jarabe de Utopina otra vez… - 203 -


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Ester: (risas)… Sí, pregunta cosas un poco ingenuas, pero me gusta. J. R. nos trae siempre esas preguntas que todos nos queremos hacer y a veces no nos animamos. J. R.: Gracias, gracias. Sí, son planteos un poco ingenuos o utópicos, pero qué le voy a hacer, me brotan así, espontáneamente. Tomi: Dale, dale, nomás, como dice Ester. Por eso te dejamos venir. J. R.: (risas)… Gracias, gracias. En fin. A veces nos complicamos tanto la vida, o nos dejamos complicar por otros, o por lo menos no caemos en cuenta de cuánto nos la complican, que creo que olvidamos cosas simples y casi triviales como la que plantea este cuento. Tal vez esté exagerando, y sea sólo yo el que no consigue aplicar estas cuatro reglas a todo lo que hago. Tal vez no sea posible que todo caiga en esta lógica de cuatro requisitos, pero: ¿será posible que, al menos, algunas las encuadremos en esto?, ¿será posible discernir si alguna de las que no cumplen estas reglas son realmente imprescindibles para nuestra vida, o las podemos dejar de hacer? Muchas preguntas tal vez, pero esa es la idea, preguntarse, tratar de contestarse, ver si se puede sacar alguna conclusión y darle para adelante. Tomi: Yo creo que algunos, tal vez, cruzan una línea de la cual después no pueden volver. Líneas de codicia, o de ambición, o de otros intereses que no te dejan volver. J. R.: Seguro, debe ser así. Y ahí sale mi ingenuidad potenciada, pero yo creo que siempre hay tiempo para darse cuenta y corregir. Al menos de allí para adelante. Tal vez el daño que hiciste no lo podés subsanar y tenés que pagar por él con prisión o lo que corresponda. Pero el pasado no te inhibe de mejorar en el futuro. Tomi: Sí, coincido… con lo de ingenuo. J. R.: (risas)… Bueno, veo que no te convencí.

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Tomi: (risas)… Es que no he visto a ninguno volver. Obviamente, y sin eufemismos, me refiero a muchos representantes de nuestra dirigencia política… y no vuelven. Pero bueno, voy a tener más confianza. J. R.: Dale, total es gratis. En fin. Ojalá que, si no todo, al menos algo, lo podamos hacer con amor y placer, en colaboración con alguien, y que lo que produzcamos sea lógico y salga a tiempo. Debería ser una experiencia tan agradable como la de cargar a un hijo recién nacido. Ester: Muy bueno, J. R., a mí sí me convenciste, yo voy a tratar. Tomi: Muy bien, J. R., gracias, como siempre, y nos vemos la próxima. J. R: Gracias a ambos por aguantar mis utopías y a los oyentes por no apagar el aparato. Un abrazo, y nos vemos. Ester: Nos vemos.

Bibliografía: a

Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección:

www.fvamanagement.es/html/humor.htm

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18-10-07. Las cicatrices que dejan las madres

Tomi: Hola, J. R. Lucks, aquí como todas las semanas, bienvenido. Ester: Hola, J. R., buenos días. J. R.: Muy buenos días a todos. Tomi: ¿Qué trae para compartir hoy el buen J. R.? J. R.: Como saben, el domingo se festeja el día de la madre en nuestro país, así que traje algunas cosas sobre las madres. Se dice, con razón, que las madres son las primeras maestras, y es así, las madres son las que enseñan las primeras cosas, casi diría que las más importantes. Pero además de estas cosas que aprendemos de chiquitos y con nuestras madres, parece que también enseñan cosas que no son tan básicas. Últimamente se ha publicado un estudio que muestra que no sólo enseñan a hablar, a caminar, a sentir los primeros amores y, por lo tanto, a amar, sino que también enseñan disciplinas más complejas, a saber1: 1. Mi mamá me enseñó religión cuando me decía: “Mejor reza para que esto salga de la alfombra”. Tomi: ¡Ah, bueno, ya me parecía!... vinimos graciosos hoy. J. R.: Un poco nada más. Sigo: 2. Me enseñó lógica cuando me repetía: “¡Porque yo lo digo!... y punto”. Ester: (risas)… Lógica pura… J. R.: … 3. Me enseñó a ser ahorrativo cuando me sugería: “Guardá las lágrimas para cuando yo me muera”. - 207 -


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4. Me enseñó ósmosis cuando ordenaba: “¡Cerrá la boca y comé!”. 5. Me enseñó flexibilidad diciéndome: “¡Mirá la roña que tenés en la nuca!”. Tomi: (risas)… Sí, un poco complicado mirarse la nuca. J. R.: ... 6. Me forjó en la constancia pronosticándome: “Te vas a quedar sentado hasta que termines esa sopa”. 7. Me enseñó envidia y matemáticas al mismo tiempo… Ester: ¿Cómo es eso? J. R.: … …cuando sentenciaba: “Hay millones de chicos menos afortunados en este mundo, que no tienen madres tan maravillas como vos”. 8. Me enseñó ventriloquia insistiéndome: “¡No me sigas más, cerrá la boca y contame de una vez por qué lo hiciste!”. 9.

Mi mamá me enseñó técnicas odontológicas: “Me volvés a contestar y te voy a estampar los dientes en la pared”.

Tomi: Muy bueno. Ester: (risas)… ¡Espectacular lista! J. R.: Y podría seguir, ¿no? Cada cual debe tener su frase favorita. Pero lo cierto es que todos en general, tarde o temprano, terminamos entendiendo que el esfuerzo que nuestras madres hicieron fue fabuloso, aunque muchas veces nosotros lo hayamos desperdiciado. Es muy probable que el amor de madre sea uno de los amores más cercanos al ideal. El resto puede ser - 208 -


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calentura, interés mutuo, compañerismo, o hasta amor; pero si hubiese una tabla para medir las distintas graduaciones del amor verdadero, es muy probable que el de las madres fuese de los más puros. Tomi: Desinteresado… casi siempre. J. R.: Lo cierto es que muchas veces ese amor deja cicatrices, así que voy a compartirles un cuento2 que muestra este aspecto del amor de madre: “En un día de verano un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Se tiró al agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba. Su mamá, desde la casa, miraba por la ventana y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndola, el niño se alarmó y comenzó a nadar hacia su mamá. Era demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer tiraba con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada. Un policía que escuchó los gritos corrió hacia el lugar y con su pistola mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, con terapia pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo, se arremangó las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: –Pero las que usted debe ver son estas –eran las marcas de las uñas de su mamá–. Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”. Tomi: Qué bueno. - 209 -


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Ester: Un lagrimón se me cae. J. R.: Cicatrices del amor... Ester: Cierto. J. R.: En general las cicatrices que deja el amor son como estas, no dejan de ser cicatrices, pero uno las atesora, porque tarde o temprano entiende que o fueron por el propio bien o, al menos el que nos las dejó, lo hizo pensando que era así. Por eso: gracias a todas las madres por las cicatrices que nos han dejado con sus enseñanzas y con su amor. Ester: Coincidimos en mucho, J. R. J. R.: Para cerrar, déjenme contarles otro cuento cortito3, que explica porqué las madres son como son: “Estaba el creador en su taller trabajando arduamente en su última creación, cuando de repente, un grupo de ayudantes, intrigados, se atrevieron a interrogarle: –¿Qué haces, señor? –La más grande de mis obras maestras –contestó. –¿En qué consiste? –preguntaron. –En un ser de tres pares de ojos y seis brazos. Y sorprendidos, exclamaron: –¡Y para qué le van ha servir tres pares de ojos! –Un par de ojos es para que pueda apreciar la belleza que le rodea, el segundo para comprender cada acción que realicen los pequeños de su especie y el tercero para leer los pensamientos, las palabras no pronunciadas, para que pueda ver los corazones, y ante los cuales no pueda haber secretos. –Y tantos brazos, ¿para qué?

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–Los primeros dos son para servir. Desde esforzarse en el trabajo más arduo hasta cultivar la flor más delicada. Dos más serán para acunar y acariciar con ternura y amor, y los últimos para levantarlos y luchar contra la injusticia y el abandono. –Señor, este nuevo ser que estás creando, ¿será inteligente? –No sólo eso. Tendrá capacidad ilimitada para abordar los temas más intrincados, poseerá la sensibilidad del poeta, el pensamiento mágico de la fantasía y sabrá encontrar estrellas y esperanzas en los campos más áridos y desiertos. Los ayudantes no cesaban de preguntar: –Oye, Señor, y este ser tan raro, ¿tendrá alguna función especial? –Muchas y muy especiales. Miren, con un sólo beso podrá mitigar el llanto de un pequeño, perdonar la falta más grave, dar aliento a un valiente, acariciar el alma de un anciano, y seducir al guerrero más poderoso. Uno de los ayudantes tocó el modelo en proceso y exclamó: –¡Señor, parece muy débil! –Su aspecto es frágil, pero su fortaleza es incalculable. Puede soportar hambres, miserias, dolor, abandono, pero jamás se dará por vencida. Sabe hacer milagros con los alimentos, y tendrá la virtud de sonreír en medio de la adversidad. Los ayudantes finalmente preguntaron. –Oye, ¿y cómo vas a llamar a este ser tan raro?

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–Se reconocerá a este ser por forjar humanos extraordinarios, su aroma permanecerá por siempre, y su nombre estará escrito de forma indeleble en la humanidad. Finalmente hizo una larga pausa, como meditando el nombre que le daría, y sonriendo ante lo más sublime de su creación exclamó: –Le llamaré: Madre”. Ester: ¡Eeey, J. R.!, hoy me vas a deshidratar de tanta lágrima… nos quebramos un poquito. J. R.: Un poquito nada más. Ester: Y decime, J. R., el otro día estábamos leyendo de todos los posibles regalos de tecnología como para madres, ¿qué regalás, o recomendás regalar, a estas madres? J. R.: ¡Hmm!... difícil. La verdad, casi cualquier cosa sirve, yo he regalado cosas de las más diversas. Pero lo cierto es que lo que siempre me funcionó, y es de lo más económico, es un poco más de tiempo… pasar un poco más de tiempo con esa persona a la que queremos regalarle algo… escuchar… en fin, cosas básicas. Ester: Tiempo para mamá… no está nada mal. Tomi: J. R., hoy la dejaste a Ester empapada, nunca la había visto lagrimear tanto. J. R.: Sí, parece que se me fue la mano. Ester: Un poquito quebrada, pero todo bien. Muchas gracias, señor J. R., hasta la próxima. J. R.: Felicidades a todas las madres el domingo y hasta la próxima. Tomi: Chau, J. R., gracias, como siempre, y nos vemos.

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Bibliografía: 1

El original de esta lista puede hallarse en:

www.lukor.com/humor/textos_aprendimama.htm 2

La versión desde donde se adaptó ligeramente este cuento puede encontrarse en la siguiente dirección: www.motivaciones.org/ctosecicatricesdeamor.htm

3

Este cuento en otra versión puede hallarse en:

www.buscadichos.com/Pensar/pensar_obra.htm

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25-10-07. ¡Qué mal tipo que resultó ser el otro!

Tomi: Muy buenos días, J. R., ¿cómo te va? J. R.: Hola… muy bien, muy bien. Buenos días a todos Ester: Hola. Bienvenido, J. R. J. R.: Gracias, gracias. Tomi: ¿Qué nos traes hoy para escuchar y pensar? J. R.: Como ya estamos encima de las elecciones, hoy traje algo que creo que puede ser útil para todos. Porque después de las elecciones todo el mundo busca culpables: “¿Pero cómo ganó este?”. “¿Pero quién votó a aquel?”. “Perdimos por esa alianza que hiciste”. “El pueblo no sabe lo que elige”, y cosas por el estilo. Así que les traje algo en la línea de los discursos históricos, porque al culpable ya se lo encontró hace bastante, y por lo tanto les quiero ahorrar el trabajo de buscarlo. El que quiero compartir hoy, más que un discurso, es un monólogoa de hace unos quince años. O sea que es bastante contemporáneo. Pero la verdad, quince años, sobre todo en este mundo tan acelerado en el que vivimos hoy, es mucho tiempo. Como las otras veces, lo que voy a leer tiene muy poca lucksización, sólo está recortado porque el original era muy largo, así se aprecia fielmente lo actual del pensamiento de hace casi dos décadas. Dice así: “’La culpa de todo la tiene el Ministro de Economía’, dijo uno. ‘¡No, señor!’, dijo el ministro de Economía, mientras buscaba un mango debajo del zócalo. ‘La culpa de todo la tienen los evasores’. ‘¡Mentiras!’, dijeron los evasores, mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en

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negro. ‘La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto’. ‘¡Falso!’, dijeron los de la AFIP, mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo. ‘La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita’. ‘¡Pero, por favor...!’, dijo un empresario de la patria contratista, mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas. ‘La culpa de todo la tienen los […] corruptos que no tienen moral’. ‘¡Se equivoca!’, dijo un corrupto, mientras vendía a cien dólares un libro que se llamaba Haga su propio curro, pero que en realidad sólo contenía páginas en blanco. ‘La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público’. ‘¡No es cierto!’, dijo un empleado público, mientas con una mano se rascaba la otra. ‘La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros, y hacen otra para ellos’. ‘¡Eso es pura maldad!’, dijo un diputado, mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso. ‘La culpa de todo la tienen los […] curas que siempre se meten en lo que no les importa’. ‘¡Blasfemia!’, dijo un obispo, mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote. ‘La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios’. ‘¡Error!’, dijo un científico, mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente, en menos tiempo, con menos ruido, y mucho más barata. ‘La culpa de todo la […] tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra’. ‘¡Desacato!’, dijo un juez, mientras cosía pacientemente un expediente de más de quinientas fojas que luego, a la - 216 -


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noche, volvería a descoser. ‘La culpa de todo la tienen los […] jóvenes […]’. ‘¡Ustedes están del coco!’, dijo un joven, mientras pedía explicaciones de porqué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. ‘La culpa de todo la tienen los […] periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios’. ‘¡Censura!’, dijo un periodista, mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene […] Magoya. ‘¡Ridículo!’, dijo Magoya, acostumbrado situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto.

a

estas

‘¡Cobardes!’, dijo Montoto, que de esto también sabía un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos […]. ‘¡Paren la mano!’, dije yo, mientras me protegía detrás de un buzón. ‘Yo sé quién tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene: el otro’. ‘¡El otro siempre tiene la culpa!’ ‘¡Eso, eso!’, exclamaron todos a coro. ‘El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene el otro’. Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras, y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión, nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar, y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ‘¡Qué mal tipo que resultó ser el otro...!’”. Tomi: Muy bueno… ¿dijiste que era un monólogo?... J. R.: Sí, este es muy fácil. Es un monólogo de 1991 del gran Tato Bores, de Tato de América, escrito por Santiago Varela, que fue su libretista en los últimos años. - 217 -


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Ester: Maravilloso… como todo lo de Tato Bores. J. R.: Y seguimos igual, quince años después. La culpa la tiene el venezolano de la valija, o las operaciones de prensa, o la oposición por oponerse, o los pobres por no ser ricos. En el fondo, la culpa la sigue teniendo el otro, y cuando llegamos a esa conclusión nos vamos a casa a comer, porque ya es hora, maldiciendo al otro. Yo a veces pienso que deberían volver los españoles, pero no los de ahora, los que llegaron en 1492. Deberían regalarnos nuevamente a todos espejitos de colores. La única diferencia es que les pediría que en el marco de cada uno de los espejitos escribiesen: el otro. Así cuando nos mirásemos en estos espejitos, tendríamos una mejor imagen de quien estamos hablando cuando le echamos toda la culpa al otro. Tomi: Está muy bueno. Hace un tiempo habías traído un cuento en el que también había culpables y un espejo involucrado. J. R.: Sí, cierto. Un lugar en el que la supuesta autoridad había enjuiciado y ejecutado al culpable de los problemas del país, y en el velorio público la gente se acercaba a un ataúd en el cual veía reflejada su propia imagen en un espejo. No había tal culpable, sino que los males de esa región eran un poco culpa de cada uno de sus habitantes. Tomi: Ahora, qué interesante… ¿esto será sólo un fenómeno local?, ¿será un fenómeno de la condición humana y que se repite en todos lados?... siempre nos parece lo mismo, que no cambió nada. Este monólogo, como vos aclaraste, es bastante contemporáneo y por eso la terminología es muy familiar, pero pareciera que esto de buscar culpables en otro lado, más allá de uno mismo, es común y antigua como el hombre mismo. J. R.: Sí, yo coincido contigo. Creo que si en vez de quedarme con Tato hubiera buscado más atrás, hubiese encontrado algo de Mark Twain o Jonathan Swift, o alguno de los críticos de sus épocas, y hubiese encontrado algo similar. Y, evidentemente, siempre hay alguien que sobresale y al cual se lo puede marcar como responsable, pero lo cierto es que muchas veces, volviendo - 218 -


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al tema de las elecciones, a ese alguien lo pusimos nosotros donde está. Tomi: Claro… o peor incluso. Estaba leyendo este tema de que noventa de cada cien personas citadas para ser autoridades en las elecciones del domingo se excusaron o no confirmaron, o sea que no sólo los elegimos, sino que tampoco participamos como deberíamos de que la elección sea limpia o segura. Más allá de que sea incómodo, y de que no tengan la mínima consideración con la gente a la que citan, no deja de ser una responsabilidad, una obligación que no cumplimos, y que luego, cuando se nos vuelve en contra, la endilgamos a los corruptos de no sé dónde, o a los funcionarios de siempre, etcétera, etcétera. J. R.: En fin, es una pena. Pero bueno, ojalá que nos vaya bien y no tengamos la necesidad de buscar culpables de nada. Ahora, si por desgracia tenemos que hacerlo, antes de apuntar con el dedo hacia fuera, mirémonos primero un poquito en el espejo. Tomi: Sí, es así. Igualmente, si la gente vota mayoritariamente a alguien, y somos realmente democráticos, o pretendemos serlo, no hay de qué quejarse. La mayoría decide y todos debemos aceptar. J. R.: Definitivamente de acuerdo. Si vamos a votar, y votamos a conciencia, y luego las cosas salen mal, no debe haber culpados. Debe haber aprendizaje y ganas de mejorar, pero no culpables o culpados. A menos de que hayan violado alguna ley. La culpa te hunde; el aprendizaje y las ganas de mejorar por sobre lo que uno hizo mal deben ser el motor para salir del pozo, no para hundirse más. Tomi: J. R, como siempre, muy amable, muchas gracias, nos vemos la semana que viene con nuevas autoridades electas. J. R.: Muy bien, así será. Ester: Chau, J. R., buen fin de semana y buena elección este domingo. Mirá que presidente sólo se vuelve a elegir dentro de cuatro años, así que aprovechá. - 219 -


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J. R.: Esperemos… igualmente buena elección para todos, nos vemos.

Bibliografía: a

Monólogo publicado en Página 12 en 1991, y que posteriormente formó parte del libro: El debut y otros cuentos, Editorial De La Flor, 1994. Una versión completa del monólogo puede encontrarse en: www.paginadigital.com.ar/articulos/2004/2004quint/teatro/tato-bores11205.asp

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01-11-07. Les deseo lo suficiente

Tomi: Hola, muy buenos días, J. R., bienvenido. J. R.: Buenos días a ambos, ¿cómo andan? Ester: ¡Muy bien! Tomi: ¿De qué hablamos hoy? J. R.: Hoy vamos a hablar de buenos deseos. Ester: Me gusta eso, buena onda. J. R.: Como saben, ya pasaron las elecciones, ya festejaron, ya buscaron culpables, ya pasó. Y ahora viene la parte en serio. Esta es una carrera en la que es más importante lo que pasa después de la carrera que durante. En general, en las otras competencias, hay que preocuparse mucho por lo que pasa durante la carrera ya que eso es lo que te hace ganar. Después, a festejar y listo. En esta carrera, en cambio, si bien pasa algo parecido, porque si te equivocás durante la competencia, perdés, lo más importante viene después, ya que con los errores después de haber ganado hacés perder a todo un país completo. Ester: El que gana es el que nos hace perder. J. R.: Hasta ahora, por lo menos, se van salvando muy pocos. Así que, más allá de quién haya ganado qué, porque uno se fija mucho en el que ganó a presidente pero lo cierto es que también hubo senadores, diputados, intendentes y concejales, un montón de gente se va a dedicar a gobernar de una forma u otra,… Tomi: Ejerciendo ese poder que les hemos dado. J. R.: … y va a tener impacto sobre otro montón de gente más grande aun, tanto si hace bien lo que tiene que hacer, como si lo hace mal. Por eso hoy traje algo que tiene que ver con los buenos auguriosa o deseos. La democracia es el gobierno en el que la - 221 -


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mayoría decide quién gobierna, con lo cual el resultado siempre es el correcto. Siempre hay una mayoría que elige, y el resultado es el correcto porque la mayoría lo escogió. Así que, seamos parte de la mayoría o de la minoría, tenemos que estar contentos y desearle a los que ganaron lo mejor. Este cuento tiene una forma interesante de augurar cosas buenas, así que se los leo y después lo conversamos: “Estando en un aeropuerto escuché a un padre y a su hija en sus últimos momentos juntos. Se anunciaba la salida del vuelo de ella, y junto a la puerta la escuché decir: –Papi, nuestra vida juntos ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que siempre necesité. Te deseo lo suficiente, a ti también. Se besaron de despedida, y ella partió. Él caminó hacia la ventana donde yo estaba sentado. Ahí parado yo podía ver que quería y necesitaba llorar. Intenté no ser un intruso en su privacidad, pero él me preguntó: –¿Alguna vez dijo adiós sabiendo que será para siempre? –Sí, lo he hecho. Perdone por preguntar, pero: ¿porqué es este un adiós para siempre? –Soy viejo y ella vive muy lejos, tengo desafíos por delante, y la realidad es que probablemente no volvamos a vernos –me dijo con la voz ligeramente quebrada. –Cuando decía adiós le escuche decir: ‘te deseo lo suficiente’. ¿Pudiera preguntarle qué significa? Se le iluminó la cara y comenzó a sonreír. –Ese es un deseo que ha pasado de generación en generación. Mis padres lo decían a cualquiera. Hizo una pausa por un momento, y volteando hacia arriba como tratando de recordar en detalle, sonrió una vez más.

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–Cuando nosotros decimos ‘te deseo lo suficiente’, estamos deseándole a la otra persona que tenga una vida llena de suficientes cosas buenas que la sostengan. Luego, volteando hacia mí comenzó, como recitando de memoria, esto que desde ese momento se transformó para mi casi en una oración. Dijo en tono serio: –Te deseo el suficiente sol para mantener tu actitud brillante. Te deseo la suficiente lluvia para apreciar más el sol. Te deseo la suficiente felicidad para mantener tu espíritu vivo. Te deseo el suficiente dolor para que los pequeños placeres de la vida aparezcan más grandes. Te deseo la suficiente ganancia para satisfacer tus deseos. Te deseo la suficiente pérdida para apreciar todo lo que posees. Te deseo el suficiente amor para que nunca sepas lo que significa necesitarlo”. Tomi: ¡Bien! J. R.: ¿Les gustó? Ester: Mucho. J. R.: Interesante ¿no? Me gustaron los contrapuntos. Le desea algo bueno y luego algo malo, pero sólo lo suficiente como para que lo bueno sea más bueno, o más apreciado. Qué buen augurio realmente para no sólo recibir beneficios, sino también para no desperdiciarlos. Tomi: Sí, y también esto de que en vez de que se cumplan “todos” tus deseos, sólo lo suficiente, como para que estés bien. A veces “todo” no es mejor que lo suficiente. J. R.: Así que a los que ganaron en estas elecciones y nos van a gobernar de una u otra forma, yo les traje una lista de cosas que quiero desearles… Tomi: Acá es donde hay que agarrarse de la silla, digo, conociéndolo un poco a J. R.

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J. R.: (risas)… No, espero que no. Van a ver, son cosas buenas. Les deseo: 1) La suficiente honradez como para que nos traten como les gustaría a ellos que los tratasen. 2) La suficiente inteligencia como para tomar las decisiones correctas por el pueblo, y para el pueblo, que es desde ahora la única prioridad de su vida pública. 3) La suficiente ecuanimidad como para no desviarse ni un milímetro, y ni por un segundo, de la senda que marca la ley y la justicia. 4) La suficiente grandeza como para saber reconocer errores, saber disculparse, escuchar a los demás y corregir lo que deba ser corregido. 5) La suficiente capacidad como para gobernar construyendo un país viable para todas las generaciones que vienen, y no sólo para asegurarse la próxima elección. 6) La suficiente sensibilidad como para saber priorizar los temas de gobierno, y construir los medios necesarios para que cada uno pueda conseguir para sí mismo y su familia, con su propio trabajo, lo suficiente. Tomi: Lo suficiente. Ester: Me gustó mucho eso último. Tomi: Ahora, más de un oyente te va a desear a vos la suficiente picardía como para no pensar cosas tan ingenuas. J. R.: (risas)… Puede ser,… puede ser. Tomi: Todos pensamos lo mismo, todos queremos que lo que leíste pase, pero, como vos mismos los titulaste: son deseos. De allí a que se transformen en realidades puede haber una gran diferencia. J. R.: Sí, tal vez. Yo prefiero ser ingenuo, como los chicos, ¿viste?, que por ahí sospechan que los Reyes Magos no son tan - 224 -


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reyes ni tan magos, y cierran un poquito los oídos y los ojos para seguir creyendo un año más. Total, la realidad se va a encargar de avisarte. Yo espero, ansío, que esta gente, al menos aprecie que se les desee honradez, inteligencia, y todo lo demás. Aunque tal vez, luego, les terminen saliendo mal las cosas. Porque son humanos, y por lo tanto no son perfectos. Pero que pretendan hacer las cosas bien. Sólo con creer que pretenden hacer las cosas bien, y no que llegan al poder para lo contrario, sólo con eso me pongo feliz, y no quiero perder esa ilusión hasta que sea inevitable. Tomi: Qué bueno sería. Aunque ni siquiera deberían hacer falta los deseos. Ester: Sí, que sean honrados, sensibles e inteligentes por convicción, como debe ser. Tomi: También, pero lo que quería decir es que si los organismos de control que deben funcionar, funcionasen correctamente, los funcionarios no podrían, aunque quisiesen, desviarse de lo que les deseas. Tal vez incluso en tu deseo haya un reconocimiento tácito a que esto tampoco funciona. J. R.: Es que lo único que realmente garantiza, para mí, el buen desarrollo humano, es la bondad y la buena predisposición propias. El control es necesario, pero como mal necesario, no como deseable. Si todos hiciésemos lo que tenemos que hacer, y como lo tenemos que hacer, no haría falta el control y nos ahorraríamos un montón de plata. Sé que esto es la candidez y la ingenuidad mismas, sumadas y multiplicadas hasta el final de los días, pero desearle un poco de honradez y sensibilidad a un gobernante me sigue pareciendo buena idea. La honradez suficiente, ni más ni menos. Tomi: Muy bien. J. R.: Ojalá que esta gente que acaba ganar la carrera para algún puesto público tenga lo suficiente de lo que hay que tener, y sepa ponerlos encima de la mesa, sea hombre o mujer, como para hacer bien su trabajo. - 225 -


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Tomi: Compartimos. J. R., muchas gracias, hasta la semana que viene… J. R.: Gracias a ustedes. Ester: ¡Buen fin de semana! J. R.: Igualmente, nos vemos.

Bibliografía: a

El cuento adaptado para este capítulo puede encontrarse, bajo el título: “Te deseo lo suficiente”, en la siguiente dirección web:

www.leonismoargentino.com.ar/RefTeDeseoSuficiente.htm

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08-11-07. Autoayuda barata, o filosofía profunda

Tomi: Hola, J. R., bienvenido nuevamente a Doble Click. J. R.: Buenos días, querida gente, ¿cómo andan? Ester: ¡Muy bien, muy bien! Buenos días. Tomi: ¿Qué nos han de sugerir los cuentos en este día? J. R.: Hoy vengo sin un foco muy específico, simplemente traje dos cuentos que me gustaron y que creo que ayudan a pensar. El primeroa dice así: “En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlos muy parecidos a ellos, entonces, uno de ellos dijo: –Esperen, si los vamos a hacer similares a nosotros, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra; debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, ¿pero qué les quitamos? Después de mucho pensar, uno de ellos dijo: –Ya sé, vamos a quitarles la felicidad. Lo único que tenemos que pensar ahora es dónde esconderla para que no la encuentren jamás. Propuso el primero: –Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo–. A lo que inmediatamente repuso otro: –No, recuerda que les dimos fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está. - 227 -


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Luego propuso otro: –Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, o mejor aún, en algún planeta lejano a la tierra–. Y otro contestó: –No, recuerda que les dimos inteligencia; alguna vez alguien va construir una máquina que les permita buscar en las profundidades, o una nave para explorar el espacio, y entonces la van a descubrir. Todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros. El último de ellos era un dios que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó en silencio cada una de ellas, y entonces rompió el silencio diciendo: –Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren. Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: –¿Dónde? –La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. Todos estuvieron de acuerdo. Desde entonces ha sido así: El hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que la trae consigo”. Tomi: ¡Hmmm!... está bien. J. R.: Es una pena, pero sí, el cuento está bien. Ester: ¿Por qué me miraste?... Tomi: (risas)… No, no te miré… pero está muy bien. Muchas religiones, o corrientes de pensamiento ven esto como fundamental, ¿no?, el tema de la interioridad. J. R.: No pretendo que sea un cuento novedoso, supongo que de alguna manera u otra ya lo hayan escuchado, pero lo cierto es - 228 -


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que es difícil buscar dentro de uno. Hoy el mundo tiene mucho ruido, mucho ajetreo, fuera de uno pasan demasiadas cosas que no te permiten buscar adentro tuyo. Una de esas tantas cosas que no nos dejan buscar en nuestra interioridad son los problemas. Sean reales o no. Actualmente, muchas veces los medios o las empresas a través de publicidades o cosas así, nos instalan problemas que no son importantes para nosotros, pero que seguramente se resuelven dándoles rating o comprándoles algo. Por eso, este segundo cuentob creo que puede dar una pista. “El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que le había visto hacer un rato antes. –Oh, ése es mi árbol de problemas –contestó–. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es –dijo, - 229 -


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sonriendo– que cuando salgo en la mañana a recogerlos, nunca parecen tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior”. Tomi: ¡Qué bueno!... porque hay dos líneas de pensamiento allí. Por un lado el tema de dejar las cosas afuera, que ya es una decisión importante y difícil. Pero también el hecho de que al estar con su familia, él se termina poniendo mejor, y al día siguiente ya los problemas no le parecen tantos o tan graves. Ester: Claro, cuando los deja le parecen pesadísimos y terribles, y al día siguiente no los encuentra. J. R.: Es importante eso, dejar enfriar a los problemas a ver cuál pasa la noche y cuál no. Aparte, una cosa más, y que tiene que ver con este nuevo ir adentro que ahora es la familia. En el otro se sugería que la felicidad estaba dentro nuestro, de cada uno, y este otro cuentito agranda el adentro, lo hace más rico, ¿no?, con mayor capacidad de contención probablemente. Menos solitario, aunque probablemente igual o más efectivo. Ester: Familia directa o amigos también, seguramente. J. R.: No cabe duda, yo también lo pienso así. Ahora, yo pregunto: ¿cómo calificamos a estos cuentos?, ¿como autoayuda de la más barata, o como filosofía de la más profunda? Tomi: Sí, se pueden plantear esas dudas. J. R.: Y creo que depende de dos cosas. Una, obviamente, es que si está escrito en una pared o en una revista para adolescentes, en vez de ser dicho por alguien que se ganó un Premio Nóbel, es probable que no le prestemos tanta atención. Pero la segunda, que es en realidad la más importante, es justamente esa atención que le prestamos o no, independientemente de dónde esté escrita, de dónde la escuchemos, o de quién nos las diga al pasar. Tanto el mundo nos atosiga con fuentes de información que muchas veces nos preocupa más quién nos dice la cosas que el contenido de lo que

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nos dicen. Tantos lugares hay para buscar afuera de nosotros, que nunca empezamos por lo más básico. Tomi: En definitiva, son cosas que no nos dejan buscar en la interioridad, sea personal o familiar. J. R.: Exactamente, ese es el punto que quería hacer. Estos dos cuentos contienen verdades que discutían Sócrates y sus discípulos en las plazas de Atenas, y también se conversan con una ginebrita de por medio en un bar de cualquier esquina de Buenos Aires. ¿Qué tal si buscamos algún árbol para colgar los problemas a la noche, y también esas distracciones y ruidos, que tal vez no sean problemas pero nos distraen y no nos dejan pensar o disfrutar de los “adentros” familiares o solitarios? Tomi: Por eso es tan importante la educación, que desgraciadamente muchas veces se escatima para que la gente no pueda discernir y sea más fácil “comprar” su voto. Esa capacidad de filtro que te da la educación algunos la tendrán de nacimiento, pero la mayoría la tiene que desarrollar mediante la educación. En este programa siempre hablamos de tecnología, y nos gusta. Pero también criticamos el exceso de tecnología que nos lleva a excesos de información y de estímulos que finalmente no te dejan ser persona porque no podés dejar de ser consumidor. J. R.: Muchas veces los excesos son peores que los defectos. Pero bueno. Me gustó la idea del árbol, o aunque más no sea una maceta en el balcón, porque se puede practicar. A veces pensar no alcanza, el compromiso se concreta cuando uno va hasta este árbol y “deja colgado” un problema, a ver si al día siguiente lo encuentra o se voló con alguna tormenta. Tomi: Muy bien, J. R., para no haber traído ningún foco, viniste bastante bien enfocado. J. R.: Bueno, salió así. Tomi: J. R., muchas gracias por la participación, nos vemos la semana que viene. - 231 -


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Ester: Chau, J. R., voy a probar esta noche con un arbolito que tengo en la puerta. J. R.: Bueno, esperemos que te de resultado. Nos vemos la próxima.

Bibliografía: a

Otra versión de este cuento puede encontrarse en:

www.webmujeractual.com/mensajes/esconditeperfecto.htm b

El cuento que se utilizó para esta columna puede hallarse en:

www.buscadichos.com/Pensar/pensar_arbol.htm

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15-11-07. Las puertas del cielo y del infierno

Ester: Le damos la bienvenida, como todos los jueves, más o menos a esta hora, a J. R. Lucks, con sus cuentos y sus reflexiones. Buenos días, J. R. J. R.: ¿Qué tal, amiga Ester?, buen día, ¿cómo va todo? Ester: Muy bien. Solita porque Tomi se fue de viaje por un par de días, pero tranquila,… así que muy bien. J. R.: Bueno, bueno, me alegro. Ester: ¿Habemus reflexión hoy? J. R.: Sí, sí, cómo no. Ahora que ya tenemos presidenta electa, no se porqué, pero me parece que en el acto de asunción nos van a avisar que salimos del infierno.1 Es interesante, porque para todas las religiones el que se mete en el infierno es uno, nadie puede meterlo, y a lo sumo, el que te saca es el dios de turno de la religión en cuestión. Con lo cual, ya para empezar, esto de haber declarado que estábamos en el infierno, y que alguien hipotéticamente se tome la atribución de decir cuándo salimos de él... como que no termino de entenderlo. Pero bueno. Como es probable que del infierno nos declaren salidos, me puse a buscar cuentos del infierno a ver qué nos permitían pensar o reflexionar acerca del asunto. Encontré varios y hoy les voy a leer unoa, para que vean que más allá de que alguien quiera arrogarse la capacidad de poner y sacar a la gente de este lugar, la cosa pasa por otro lado. Dice así: “Un guerrero, un samurai, fue a ver su maestro y le preguntó: –¿Existe el infierno, maestro? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar? - 233 -


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Era un guerrero sencillo. Los verdaderos guerreros, los que llevan su profesión con honor, siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: la vida y la muerte. Él no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar el infierno y entrar en el cielo. El maestro le respondió de una manera que sólo un guerrero podría haber entendido: –¿Quién eres? –le preguntó. –Soy un samurai –le respondió el guerrero–, hasta el emperador me respeta. El maestro se rió y contestó: –¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo. El orgullo del samurai se sintió herido, y olvidó para qué había venido. Sacó su espada y ya estaba a punto de matar al venerable cuando éste dijo: –Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta. Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y el anciano volvió a hablar: –Es en momentos como estos en que se abren las puertas del cielo. La mente es el cielo, la mente es el infierno, y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna parte, fuera de ellos mismos. El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren, en un segundo se puede ir del cielo al infierno, del infierno al cielo”. Ester: ¡Qué lindo!... Todo está dentro de uno, ¿no? - 234 -


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J. R.: Eso dice este cuento, y yo adhiero bastante. Me pareció bueno el cuento porque pone de vuelta el control en nosotros, y no en un funcionario público al que le pagamos para que administre los bienes del pueblo. Las puertas del cielo y las del infierno, las abrimos y cerramos nosotros acá mismo. Depende en gran medida de nosotros vivir en uno u en otro. Ester: Claro, pero muchas veces es más fácil decir, o decirnos, que nos puso tal o cual persona. J. R.: Claro, ¿no? Es cierto que algunos de esos funcionarios que a veces elegimos nos cambian las reglas de juego y nos ponen en situaciones difíciles, pero lo importante, al menos según lo que quiere enseñar este cuento, no es la situación sino nuestra reacción a la situación. Nuestra capacidad de tomar la realidad y transformarla en un infierno, o de tratar de salir de ella de la mejor manera. Ester: Buscar nuestro protagonismo. J. R.: Y sí, para mí eso es siempre fundamental. Ahora, volviendo un poco a lo más colectivo, son nuestras reacciones, nuestros piquetes de cada día, nuestras intolerancias y nuestros cortes de ruta, los que aparentemente nos ponen en el infierno. Ester: Claramente, como sociedad, sacamos demasiado seguido la espada. En la calentura, saltamos, sacamos las espadas, lo peor de uno en vez de lo mejor. J. R.: Lamentablemente. En cambio, son nuestros diálogos y nuestras comprensiones las que nos ponen en el cielo o al menos nos sacan del infierno. Es cierto que muchas veces ante situaciones de injusticia uno se siente impotente y lo único que le queda por hacer es gritar. Tal vez sea cierto. No sé. Habría al menos que ver en qué medida esa situación es realmente así, y cuánto nosotros contribuimos a que haya llegado donde llegó. También habría que ver qué aportan a la solución del problema nuestros gritos y piquetes, porque si no arreglan la cosa, seguro que la empeoran. Nuestra capacidad de reflexión es algo de lo que nos diferencia de los animales. Eso es lo único que - 235 -


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eventualmente nos puede ayudar para que las calenturas no nos enceguezcan. Tratar de pensar fuera de los momentos de tensión cómo deberíamos reaccionar en los tiempos difíciles y buscar esa serenidad que nos puede evitar problemas mayores. Tanto como individuos o como sociedad. Ester: ¡Ay, J. R.!... hombre de ilusiones… buenas ilusiones. J. R.: En fin, no sé, me pareció que era un cuento interesante como para pensar un poco en este tema del infierno. Tal vez alguien crea que salimos del infierno porque un par de índices estadísticos están mejor. Habría que preguntarles a las personas a las cuáles esos índices no representan. Habría que ver si los que sí entran en esos índices no se meten solos en el infierno cada vez que salen a la calle e insultan a diestra y siniestra, o que desempeñan mal sus responsabilidades de funcionarios o de ciudadanos. Etcétera, etcétera. La verdad es que me parece que es un tema un poco más complejo de lo que se puede charlar en un programa de radio de la mañana, o de lo que se puede gritar desde un palco en un discurso. Ester: No, no… nos viene bien esta parada para pensar en las mañanas de la radio, entre tanta noticia y tanto ruido… es como un pequeño oasis. J. R.: Bueno, me alegro. Ojalá que como el guerrero podamos guardar nuestras “espadas”, y abramos las puertas del cielo en vez de las del infierno. Cada uno sabe qué “espada” es la que tiene que guardar. Ester: Muy bien, J. R., muchas gracias por la compañía y por el cuento. Nos quedamos pensando qué “espada” tenemos cada uno que cuidar. ¿Nos vemos la semana que viene? J. R.: Esperemos… esperemos. Hasta la semana que viene. Ester: Buen fin de semana y nos vemos.

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Bibliografía: a

El cuento aquí incluido puede hallarse en una de sus versiones originales en la siguiente dirección web: www.oshogulaab.com/zen/textos/puertascielo.htm

Notas de contexto: 1

Luego de la crisis económica del año 2002, el discurso presidencial se refirió varias veces a la situación, aseverando que el país estaba en el infierno. Si bien la situación económica fue mejorando, nunca en su discurso se planteó la salida del supuesto infierno. Construí esta columna asumiendo que en las palabras de asunción del siguiente mandatario, esposa del presidente anterior, ella se referiría nuevamente al tema “declarando” que para el nuevo período el país habría salido del infierno, y por lo tanto ella conduciría un proceso de crecimiento y de mejora, no ya de recuperación.

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22-11-07. Comida gratis en el infierno

Tomi: Muy buenos días, J. R., bienvenido a Doble Click. Ester: ¡Buenos días!... llegó la seriedad y la reflexión. J. R.: Bueno, bueno, gracias. Muy amable bienvenida, buenos días a todos. Tomi: ¿Qué nos ha traído hoy el amigo J. R.? J. R.: Hoy, como la semana pasada, les traje un cuento del infierno, por este asunto de que después de la crisis, según el presidente, allí estábamos. Como la cosa mejoró, pero todavía no nos declararon salidos, sospecho que en la asunción de su reemplazante se hará el feliz anuncio. Tomi: ¡Aha!... mirá vos que anticipatorio. J. R.: Yo, como dije la semana pasada, creo que el concepto del infierno es un poco más complicado que lo que puede mecharse en un discurso, así que por eso traigo estos cuentos que, creo, sirven para entender un poco más el asunto, y que los que dan discursos digan lo que quieran. El de esta semanaa dice así: “Me contaron que en una bifurcación del camino que empieza con una luz blanca, ese que supuestamente recorren los que tienen experiencias más allá de la muerte, hay un cartel que dice: ‘Infierno, no lo piense dos veces, ¡comida gratis!’. Suena un poco raro, pero uno de esos personajes que fue y volvió me contó que antes de mandarlo de vuelta, lo dejaron ver. Efectivamente tomó hacia el lado del infierno, y apenas estaba por entrar, sus dos brazos se convirtieron en cucharas de palo, de dos metros de largo. –Sin más remedio que avanzar –me contó este caballero– entré y vi el espectáculo más horrendo de mi vida. - 239 -


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Efectivamente había comida disponible, maravillosa, y muy apetitosa por todos lados. Pero la gente… ¡Sólo vi hombres y mujeres desesperados! Famélicos, demacrados, llorando y gritando. Desgarrándose de hambre, ya que con sus cucharas de mangos de dos metros, no conseguían llevar a la boca ni uno de los manjares que constantemente estaban trayéndoles. La comida caía de sus cucharas al piso. La gente la pisaba arruinándola inmediatamente, ya que en su desesperación, corrían de un lado para el otro haciendo malabarismos para poder comer. Un espectáculo patético. Dolor y desesperación. –Y qué hiciste –me animé a interrumpir. –Como yo sólo estaba de visita, pude salir. Allí entendí porqué ya no hacían más falta los latigazos, el fuego y las torturas. Pensé enseguida que el inventor de ese castigo era realmente el mal personificado. Justo en ese momento, escucho una voz que me dice: –No saques conclusiones apresuradas, ve ahora y mira qué pasa del otro lado. –Como no pensé que algo peor pudiese pasar, fui por el camino hacia el otro lado. –¿Y qué viste?, ¿cómo era la contracara del infierno? – pregunté, ansioso como un colegial. –Exactamente igual. –¿Qué? –grité, más intrigado que antes. –Al entrar, mis brazos nuevamente se convirtieron en cucharas de mangos muy largos y rígidos, igualmente había manjares por todos lados, pero nadie corría. Nadie gritaba. Todos estaban sentados muy plácidamente, dándose de comer unos a otros”. Tomi: Excelente… El problema no era el lugar… era la gente. - 240 -


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J. R.: Otra vez un cuento que pone las cosas de nuestro lado. No del lado de un funcionario estatal que llega o se va. El que conté la semana pasada tenía que ver con cómo reaccionábamos ante las diversas situaciones. Las puertas del infierno se abrían o cerraban en función de nuestras reacciones, no eran las situaciones en sí las infernales. Esta semana también está ese elemento de nuestra reacción, pero se agrega el tema de la solidaridad. En los dos lados la situación es la misma, hay brazos rígidos y mucha comida. El pensar no sólo en uno mismo, en la propia hambre sino también en la ajena, es lo que diferencia a los dos lugres. Aún los que en el cuento están en el infierno, podrían salir del mismo en el momento en que se hablen con otro y se pongan de acuerdo en finalizar sus mutuas torturas. Ni siquiera tendrían que moverse físicamente al otro lugar. Tomi: Claro… ¿qué hacemos con las cosas que nos son dadas?, ese es el punto. J. R.: Tal vez el infierno en el que nos metimos, y del que supongo que nos declararán salidos, tenga algo que ver con esto también. No sólo con la impericia y la incapacidad de un grupo de hombres y mujeres que supuestamente gobernaron durante un tiempo, sino con que más de las veces sólo miramos por nosotros y nada más. Tomi: Sí, nos enseñaron, y aprendimos, a mirar por cada uno. Cuando hay posibilidades y buena educación en términos de entender qué está bien y qué está mal, entonces uno cambia. Te pueden mandar al infierno, te pueden mandar a Argentina, y aún así podés compartir tu cuchara con el de al lado y estar mejor. J. R.: Lo que me preocupa es que si alguna vez tenemos la suerte de que los hombres y mujeres que vayan a gobernarnos sean capaces y decentes, lo cual hipotéticamente podría llegar a pasar alguna vez… Tomi: Porqué no, matemáticamente es posible. J. R.: …igual nos terminaríamos metiendo en un infierno si sólo seguimos mirando nuestros propios ombligos. Como me gusta - 241 -


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pensar a mí, la responsabilidad más importante de cambiar me la quiero quedar yo, y que cada uno la asuma por sí. Esto es inviolable e inalienable, y podemos mejorar aunque lo que nos rodee sea malo, corrupto y ruin. Tomi: También es verdad que hay muchos lugares del mundo en que todo está servido, y otros, con intereses muy especiales, impiden o evitan que se tome el camino correcto. J. R.: Sí, seguro, siempre va a haber un factor de podredumbre, pero yo confío en que si cada uno hace las cosas bien, más allá de los malditos, la cosa igual se pone mejor. Ester: ¡Seamos optimistas! J. R.: En fin. Ojalá que la situación económica nos saque del infierno a todos, no sólo a la mayoría, porque el asunto de la pobreza y de la indigencia no es como la democracia, termina cuando todos salieron, no sólo cuando la mayoría tiene para comer o educarse. Pero por sobre todo, ojalá que entendamos que el verdadero infierno lo decidimos nosotros con nuestras actitudes. En ese nos metemos y nos sacamos solamente nosotros, los discursos y las demagogias no nos van a ayudar. Tomi: Muy bien, J. R. Confiaremos un poco en tus ilusiones, y en tus utopías. ¿Nos vemos la semana que viene? J. R.: Esperemos, mis amigos. Ester: Buen fin de semana, J. R., nos vemos. Tomi: Hasta la semana que viene.

Bibliografía: a

El cuento adaptado para esta columna se tomó de una versión del mismo llamado: “El bien y el mal”, publicado en: Acertijos Unicistas, Peter Belohlavek. Editorial Blue Eagle Group, año 2005. - 242 -


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29-11-07. No será importante pero es noticia

Tomi: Hola, J. R., muy buenos días, ¿cómo estás? J. R.: Hola, hola, muy bien, ¿y ustedes? Ester: ¡Maravilloso! Muy buenos días. Tomi: ¿Qué nos has traído hoy? J. R.: Hoy, algo rebuscado, porque llega fin de año y se me cruzan algunos cables, aparte con esto de que sube la temperatura y baja la temperatura y todo este vaivén climático, no sé porqué pero me pongo raro. Así que hoy traje un tema de esos para pensar y quedarse pensando, probablemente sin solución, pero de esos en los que, si no pensamos, seguro no se arreglan más. Es un cuento que encontré en una página weba española, así que verán que lo que cuenta no es privativo de nuestro querido país, sino un mal mundial. Dice así: “Yo tengo un sueño muy ligero, por lo tanto, la noche pasada noté que había alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa. Me levanté en silencio y me quedé siguiendo los leves ruidos que venían de afuera, hasta ver una silueta pasando por la ventana del baño. Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas y puertas de seguridad, no me preocupé demasiado, pero estaba claro que no iba a dejar al ladrón allí rondando tranquilamente. Llamé bajito a la policía, informé la situación y di mi dirección. Me preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa. Aclaré que no, y me dijeron que no había ninguna patrulla cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien tan pronto como fuera posible.

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Un minuto después llamé nuevamente y dije con voz calma: –Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se apuren. Ya he matado al ladrón con un tiro de la escopeta que tengo guardada para estas situaciones. ¡El tiro lo ha destrozado! Ha sido una lástima. Pasados menos de tres minutos, había en mi calle cinco patrulleros, un helicóptero, una unidad de rescate, un equipo de noticias y una abogada de derechos humanos que no se perderían esto por nada del mundo. Ellos agarraron al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombrado. Tal vez él estuviese pensando que era la casa del jefe de la policía. En medio del tumulto, un inspector se aproximó y me dijo: –Creí que dijo que había matado al ladrón. A lo que yo le contesté: –Creí que me dijeron que no había nadie disponible”. Tomi: (risas)… ¡Qué bueno! Ester: ¡Muy bueno! J. R.: Hay varios temas acá para pensar, la policía que no viene. Los que sólo aparecen cuando hay sensacionalismo. El hecho de que en Europa, al menos en España, esto que nos puede parecer doméstico sea también causa de broma. Tomi: ¡Sí!, y que se decepcionan si no ven la sangre que esperaban ver. J. R.: Eso también… en fin. Varias cosas. Pero a mí, al menos para esta columna, me quedó más registrado este tema: ¿qué es importante y qué es noticia? Pareciera que lo que es noticia es importante, pero no siempre es así. La apertura de una escuela rural en medio de la nada; o el arreglo de un comedor infantil en - 244 -


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una zona pobre; o que alguien de extracción humilde termine, con mucho esfuerzo de toda la familia, una carrera universitaria incentivando así a otros a estudiar son cosas importantes, pero no son noticia. Son menos noticia que la pelea de dos vedettes, o que el tratamiento contra las drogas o el alcohol de alguna celebridad. El impacto que tiene, en cualquier futuro posible, un chico mejor alimentado y educado, es muchísimo mayor que el desenlace de un romance televisivo o de quién gane algún concurso de baile. Tomi: Lo que pasa es que nuestra forma de ver nos lleva a que una cosa, lamentablemente, nos llame más la atención que las otras. J. R.: Y es que está todo distorsionado. El otro día estaba viendo una película, se llama Gracias por fumar. Es la historia del vocero de una asociación que defiende a la industria del tabaco. En una escena, el protagonista debate con alguien que está en contra del hábito de fumar, en el mismo programa hay un chico joven con cáncer supuestamente asociado al cigarrillo. El personaje que defiende a las tabacaleras descalifica a su contrincante argumentando que las compañías de cigarrillos no quieren que el chico muera. Asegura que si muere dejará de ser cliente. Acto seguido se refiere a su contrincante, el que ataca a las tabacaleras, diciendo que en realidad es él quien prefiere al joven muerto, ya que de esa forma obtendrá más presupuesto. Increíble… Tomi: Una falacia total. J. R.: …me pareció brutalmente retorcido, pero lo cierto es que muy probablemente sea verdad. Es casi seguro que ninguno de los dos se estuviese interesando realmente por la salud del chico, sino por sus presupuestos y por sus empresas. Pero lo importante es el chico, ¿cierto? Lo importante es la contaminación, ¿no?, ¿o los egos de los involucrados?; lo importante es la gente que no come, ¿cierto?, ¿o los índices de pobreza, reales o dibujados? Entonces pareciese que lo importante es distinto de lo que es noticia. Últimamente las - 245 -


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noticias aparecen cuando lo importante no pasó. La noticia es que el chico de la película esté enfermo, no que se cure, que sería lo importante. Si se cura, no hay programa de televisión, no hay presupuesto. Ester: Es increíble pero es real, lamentablemente, como decía Tomi recién. J. R.: Es increíble, justamente. Por eso, llega fin de año y me confundo, no sé qué es importante y qué es noticia. Es noticia que asuma un nuevo presidente constitucional. Pero qué es lo importante del asunto: ¿el ancho y la tela de la banda presidencial?, ¿cuántos golpes tiene la empuñadura del bastón?, ¿si se corrieron todos los demás actos de asunción para no competir en protagonismo? ¿Será eso lo importante?, ¿o eso será noticia? Ester: Sí, cierto, este fin de semana hubo varias notas al respecto. J. R.: ¿Quién cambió las prioridades? ¿Los que escriben y hablan en los medios, o los que los leen y escuchan? Tomi: Y, es siempre una mezcla. Es el tema este de si la culpa la tiene el chancho o el que le da de comer. Hemos caído en escuchar y alentar a los medios a que nos den cosas más “digeribles”, menos comprometidas, más pasatistas. J. R.: Sí, ha de ser así. Pero entonces, ¿quién puede volver a hacer que lo importante sea más prioritario que lo que no lo es? ¿Quién puede hacer que atendamos las cosas antes de que sean noticias, y mientras son importantes? “Sospecho” que tal vez seamos nosotros mismos. Tomi: Menos mal que no escuchaste Doble Click últimamente, porque acá con Ester estuvimos discutiendo si el presidente saliente, cuando salude a su esposa, la presidenta entrante, la va a saludar con un piquito, o si le va a dar la mano. J. R.: (risas)… Sí, sí, los escuche, pero eso ni es importante ni noticia, es entretenimiento, y desde la forma en que ustedes - 246 -


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plantean el juego, se entiende eso. Es parte de lo que los humanos necesitamos, reírnos. Lo que no creo razonable es que algunos medios quieran disfrazar al entretenimiento de noticia, y por lo tanto darle rango de importante, para entonces tener a la gente en vilo, o esperando consumir un programa que realmente no ha de cambiarles la vida, sea porque las vedettes peleadas son dos fantoches intrascendentes, o porque las supuestas declaraciones del serio hombre de negocios o política no es más que una actuación de igual rango de intrascendencia. Ester: No mintió cuando dijo que venía con los cables cruzados. Tomi: Y nosotros nos salvamos. J. R.: (risas)… Sí, sí. Tomi: Fuera de risas, coincido. Está mucho de nuestro lado el discernir qué es importante y qué no, si es que los medios no lo hacen explícitamente, como tal vez deberían. J. R.: Claro. Lo interesante, al menos para mí, es dejar la pelota de mi lado de la cancha, para poder decir por mí mismo. Como dice Homero Simpson: “Para una mentira hacen falta dos: el que miente y el que se la cree”. Y si del otro lado de la pantalla o del micrófono hay alguien que pretende embrutecerme, porque es más fácil convencerme de comprar que si soy racional, yo no tengo que darle lugar o poder para que lo haga. De nuestro lado hay una grandísima parte de la responsabilidad de validar o no las idioteces que nos muestran. Tomi: Totalmente. J. R., espero que se te pase, porque si todavía faltan como cinco semanas para que termine el año, y ya se te empiezan a cruzar los cables… Ester: La última semana va a venir como un arbolito de navidad, todo prendido. Tomi: Ya lo veo agarrándosela contra Papá Noel, contra los Reyes Magos…

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J. R.: (risas)… No, no. Ves, al final mucho cable cruzado, pero me hicieron reír bastante. No hay problema, las columnas de fin de año son bastante dulces. Ester: ¡Ahhh! J. R.: Tengo más problemas con las pre y post asunción presidencial del 10 de diciembre. Tomi: Yo diría que dejes pasar el tiempo y veas qué pasa, los anuncios, las conferencias de prensa, ahora que se prometió que va a haber mucha más comunicación que antes con los periodistas… Ester: El cambio recién empieza… J. R.: Noto un cierto dejo de ironía en el tono de vuestras voces. Tomi: (risas)… ¡Nooo!... para nada. Ahora llega la democracia… vas a ver. J. R., muy amable, como siempre muchas gracias por los cuentos y lo que nos dejás para pensar, y nos vemos la semana que viene. Ester: Chau, chau, J. R. Y ojalá que se te descrucen los cables así la pre y post asunción no te impactan tanto. J. R.: Bueno, bueno, esperemos. Un saludo para todos y nos vemos la semana que viene.

Bibliografía: a

El cuento adaptado para esta columna se publicó bajo el título: “¡Alguien merodea por mi casa!”. La versión original puede hallarse en la siguiente dirección web: www.emprendedoras.com/article1297.html

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06-12-07. Los números dicen lo que uno quiera

Tomi: Hola, J. R., ¿cómo estás? J. R.: Hola, don Tomi. Muy bien, acá le vengo a hacer compañía hoy que Ester está enferma. Tomi: ¿Qué se cuenta, J. R.? J. R.: Hoy traje un tema numérico. Sí, porque me quedé bastante impresionado con el asunto éste de la consulta popular en Venezuela. Me pareció algo llamativo escuchar a alguien en una radio diciendo que el pueblo había hablado, y que había dejado claro que no quería la reforma. Como saben, el No a la propuesta del Presidente Chávez ganó por algo así como un punto porcentual, aproximadamente 50.5% a 49.5%. Y es cierto, en una democracia es así, por esa diferencia se puede ganar y se puede decir que el pueblo habló. Ahora, hubo un 40% de gente que no votó. Por lo cual, sólo con que un mínimo porcentaje de esos no votantes hubiese ido, tal vez el resultado fuese otro totalmente diferente. Y de haber sido así, el ganador hubiese dicho lo mismo: el pueblo se expresó mayoritariamente… Lo cierto es que más que un pueblo que se expresó, tenemos: casi la mitad de la población sin interés en el asunto, y a la otra mitad dividida en dos bandos que si se juntan se sacan chispas. O sea que más que contento por un gran acto democrático, yo estaría preocupadísimo. Pero bueno, los números son así. Tomi: Claro, un pequeño cambio da vuelta toda la situación. J. R.: En nuestro bienamado país se puede leer algo similar de los números de las elecciones. El que ganó sacó sólo 45%, o sea que la mayoría, más del 50%, realmente no lo quiere. Pero, por otra parte, ganó por la mayor diferencia desde que volvió la democracia. Teniendo esto en cuenta, realmente es la opción más consolidada cuando la comparamos con situaciones más - 249 -


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bipolares que vivimos en otros años. Y ¿cuál es la lectura? ¿De alegría por la diferencia; de desazón por no haber llegado al menos a la mitad de la gente; o debería ser de preocupación también por tener un país en el que cada cual tira para su lado, y en vez de dos opciones hay cerca de una decena? Porque en esa línea de pensamiento, la diferencia entre la primera minoría y el resto se debe a que ese resto es prácticamente marginal, aunque justamente las personas que votaron esas propuestas no sean los que se consideran a sí mismos marginales. Tomi: Interesante este tema de quién es marginal y quién se da cuenta de que lo es. Ahora, acá también hubo, entre pitos y flautas, como un 30% de la gente que no votó. J. R.: Así es, lamentablemente. Pero bueno, en realidad esta introducción es para tocar el tema de que los números no son muy confiables; los números dicen lo que uno quiere, si se los tortura lo suficiente; engañan más de lo que aclaran. En esa línea de ideas les traje una demostración numérica de que en realidad sólo trabajamos unos pocos días por año, así que en este mes en el que hay tanto feriado y asueto, los que todavía no se decidieron a moverse, apúrense porque se les acaba el tiempo. La demostración dice así, vayan anotando las cuentas para que vean que no hay trampa: “Para empezar, dormimos más o menos 8 horas por día. Eso es un tercio del día. Así que se puede decir que también es un tercio de nuestra vida, y por lo tanto un tercio del año. Todas esas horas representan más o menos 122 días, con lo cual, de los 365 anuales, sólo estamos despiertos y aptos para el trabajo unos 243. Por otro lado, la semana tiene dos días no laborables para la mayor parte de la gente, ¿cierto? Sábado y domingo o, en su defecto, algún día cambiado por un franco de entre semana. Como el año tiene 52 semanas, tenemos entonces 104 días de fin de semana. Restando esto de los 243 que me quedaban después de dormir, sólo sobran - 250 -


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unas 139 jornadas realmente laborables. Esto es más o menos cuatro meses y medio. Pero acá no termina, de hecho recién empieza. Cada año tiene más o menos trece feriados, y aparte, gozamos en general de quince días de vacaciones –aunque muchos, en realidad, tienen más días–, ahí tenés veintiocho días, los trece más los quince. Así es como se nos va un mes del tamaño de febrero entre feriados y vacaciones. O sea que de los cuatro meses y medio que me quedaban, sacando vacaciones y feriados, sólo restan tres y medio disponibles para trabajar. Lo cierto es que el medio mes, quince días, se te van entre los que uno pide para trámites, para días de estudio, enfermedad o para ir al médico, día femenino y masculino, etcétera. Restando esto, o sea sacando todo lo no laborable “grande”, no hay más tiempo para trabajar que tres meses por año. El asunto es ahora el siguiente. Todos los días nos aseamos antes de salir, y en algún lado desayunamos, ahí se nos va en promedio hora y media. Después viajamos al trabajo, y con los líos de tráfico que hay hoy, ida y vuelta, como mínimo usamos del día un par de horas. En la oficina nos tomamos unos cuantos cafecitos, y seguro nos tomamos un tiempo para almorzar, o sea que dedicados al estómago en el trabajo nos llevamos otra hora y media. Sólo en estas cosas tenemos cinco horas por día. Eso es como 1825 horas por año, o sea algo así como sesenta días. Dos meses. Si nos quedaban tres, y dos nos los pasamos en el baño, en un medio de transporte, comiendo, o charlando y tomando café, realmente disponibles para trabajar nos queda entonces un solo mes. Treinta hermosos días, como los calificaría mi amiga Ester. Ahora, todavía no conté el tiempo en que miramos la televisión, o leemos, o le dedicamos al sexo, a los hijos, a la familia, a las novias y novios o a conseguirlos, a ir a la - 251 -


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cancha, o a un museo, o a lo que se te ocurra. Les gusta ponerle a esto un par de horas por día. Un día una cosa, otro día otra cosa, pero más o menos le dedicamos un par de horas por día a alguna de las actividades de la lista que acabo de contar. Eso, por año, da 730 horas. Si transformo esas horas en días, me da veinticinco. O sea que de los treinta sólo me quedan ahora cinco. Cinco días netos para trabajar por año. Una semana laboral real y concreta por año. Sinceramente no sé de qué nos quejamos”. Tomi: Me parece que me hiciste trampa… pero sí, la verdad es que suena bastante bien. Coincido, no sé de qué nos quejamos. J. R.: Y bueno, es así, nos la pasamos quejándonos de que tenemos mucho trabajo, o de que el que gana las elecciones ganó por poco o por mucho. Yo diría: no nos quejemos tanto que cinco días por año de trabajo no son tantos, y que por mucho o por poco, la democracia que tenemos no deja de ser una bendición en comparación con otras. Siempre se puede mejorar, seguramente nuestra democracia mejorará, y con suerte, hasta puede ser que logremos trabajar menos de cinco días por año. Tomi: Muy bueno. ¿Se podrá trabajar los cinco días seguidos y luego tener 360 de vacaciones? J. R.: Sí, porqué no. Ahora, hay que apurarse, porque entre tanto asueto y fiesta en diciembre, el que ya no trabajó sus cinco días no sé si va a tener tiempo en este mes tan loco. Tomi: Yo me quedé con lo de la democracia. De que a algunos no nos gustan muchas cosas, que no nos creemos que algunas cosas son lo democráticas que quisiésemos que fueran, que no nos convencen alguno manejos… pero no me cabe duda de que para llegar a una democracia mejor, hay que ir evolucionando desde una democracia un poco peor. No hay otra opción. J. R.: Y sí, es un camino. Mirá, si me das un minuto más, te digo algo que tiene que ver con esto de la democracia. Viste que el lunes en nuestro país algunas personas van a asumir nuevos - 252 -


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cargos públicos1, ¿cierto? Bueno, asumir viene del latín assumere, que a su vez viene de sumere, que significa agarrar. La preposición “a”, en esta palabra latina significa acción, o sea que va a agarrar. Pero sumere viene de emere, que significa comprar, o sea que podría decirse que asumir tienen que ver con algo comprado. Tomi: Empezamos con las asociaciones raras. No querrás insinuar que algo se compró para poder asumir… J. R.: No, para nada, pero me llamó la atención la asociación que se puede hacer etimológicamente hablando. También de esa terminación viene sumir, que en español significa hundir, sumergir, cosa que esperemos que esta asunción no nos produzca. Tomi: ¡Que no nos vayamos por el sumidero!, por la alcantarilla. J. R.: Exacto. Pero por otro lado, con la misma terminación que viene de sumere, se forman otras palabras como resumir, en donde el prefijo “re” quiere decir nuevamente, agarrar nuevamente, no sé si se entiende. Tomi: ¡Sí!, se entiende bárbaro, no aclares más. J. R.: También de allí viene consumir, donde “con” tiene que ver con conjunción, o juntos, casi podría decirse que vamos a agarrar en pareja; y, por último, también con esta terminación tenemos presumir. “Pre”, como prefijo, indica antes, o sea que tenemos agarrado desde antes, o ya desde antes sabíamos que íbamos a agarrar. Sólo de casualidad, de presumir se derivan presumido y presuntuoso, por si a alguien se le ocurre hacer con eso alguna asociación. Tomi: Interesante giro de las palabras. J. R.: ¿Viste?, empezamos diciendo que los números a veces engañan, y terminamos con palabras que tal vez aclaran más de lo que deberían.

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Tomi: Qué casualidad este tema que trajiste hoy… qué causalidad. J. R.: Y… así son las casualidades, si uno busca la causa correcta, encuentra la casualidad adecuada. Tomi: Muy bien, J. R., muchas gracias por la compañía y por la participación. ¿Nos vemos la semana que viene? J. R.: Esperemos que así sea. Nos vemos. Tomi: Adiós, entonces. Hasta la próxima.

Notas de contexto: 1

El lunes siguiente al de la columna, la nueva presidenta electa, así como una gran cantidad de funcionarios elegidos o designados, irían a asumir sus nuevos cargos. La presidenta electa era esposa del presidente saliente. Si bien se producía un recambio de personas, el poder seguía no sólo en el mismo partido o grupo de gobierno, sino también en la misma familia.

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13-12-07. Discursos capicúa, llantos y concursos de canto

Tomi: Hola. Muy buenos días, J. R., ¿cómo estás? Ester: ¡Buen día! J. R.: Muy bien, chicas y chicos. Buenos días, buenos días. Tomi: ¿Qué nos trae hoy la columna, tan cerca del fin de año? J. R.: Tenemos, como saben, nuevas autoridades asumidas. Ya la semana pasada hablamos de lo que significaba asumir según la etimología, así que ahora es cuestión de esperar y ver qué hacen. Pero por otro lado, todos, o casi todos los que asumieron, dieron discursos. Y los discursos de asunción son en general bastante diferentes de los de campaña. Tomi: Cierto, como que aterrizan un poco. J. R.: Entre todos los discursos que escuche quiero rescatar este. Porque si bien es un discurso muy corto, es impresionante. Dice así: “Cumpliremos con lo que prometemos sólo los imbéciles pueden creer que no lucharemos contra la corrupción porque si hay algo seguro para nosotros es que la honestidad y la transparencia son fundamentales para alcanzar nuestros ideales pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que se puede seguir con las artimañas de la vieja política cuando asumamos, haremos lo imposible para que - 255 -


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comprendan desde ahora que somos la ‘nueva política’”. Tomi: ¡Bien!, muy bien. Voto, voto ya… ¡ah no!, ya voté. J. R.: Bien, ¿cierto? Sonó lindo así. Ahora, y tratando de recordar las frases que les leí, se los voy a leer al revés. Frase por frase de desde la última hasta la primera. Escuchen bien: “Somos la ‘nueva política’ comprendan desde ahora que cuando asumamos, haremos lo imposible para que se pueda seguir con las artimañas de la vieja política pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que para alcanzar nuestros ideales la honestidad y la transparencia son fundamentales porque si hay algo seguro para nosotros es que no lucharemos contra la corrupción sólo los imbéciles pueden creer que cumpliremos con lo que prometemos”. Tomi: (risas)… no te puedo creer. Ester: Un moñito directamente… es espectacular. Tomi: Pará, pará… ¿cuál fue el que leyeron este fin de semana? J. R.: En general tienden a leer la primera versión. Lo que pasa es que muchas veces la segunda está implícita y: o no nos damos cuenta, o simplemente la pasamos por alto. Ester: ¡Qué bárbaro!... increíble. J. R.: Discurso capicúa, como esto de pasar los discos al revés para encontrar mensajes satánicos. El punto acá es que a candidatos como esos los ponemos nosotros en puestos - 256 -


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públicos. Pero bueno, iremos mejorando y los iremos haciendo desaparecer. En todos lados hay políticos como estos y en todos lados logran engañar a la gente. Con el tiempo uno va aprendiendo y consiguen engañarlo menos. Tomi: Ahora, ¿una pizca de optimismo?... J. R.: Sí, claro. Porque siempre el asunto es la actitud con la cual se encara el problema. Acá tengo un cuentoa que creo que a los argentinos nos debería ayudar. Dice así: “Un señor entra en un templo de la religión que más te guste, y en un asiento encuentra a otro señor llorando amargamente. –¿Por qué, por qué a mi?... ¡No, por favor, no! El que acababa de entrar se siente incómodo, no quiere hacer ruido para no molestar al que llora. Trata de pasar desapercibido, pero los llantos del otro son demasiado fuertes. Termina por conmoverse y se acerca. –¿Qué le pasa, amigo?, ¿qué es lo tan terrible?, seguramente algo puede hacerse. ¿Qué es lo que llora tan amargamente? –Es que me quieren dar una responsabilidad muy grande en mi empresa, y yo no la quiero bajo ningún punto de vista. –¡Amigo!, pero eso no es tan irremediable. Renuncie a su empresa y listo. –¡Oh, no! Prefiero llorar”. Ester: ¡Wow!... (risas) Tomi: (risas)… Si lo vemos esto pasar… tantas veces. J. R.: Ridículo, ¿no? Preferir llorar. “Argentinos a las cosas”, hubiese dicho Ortega y Gasset, y a dejarse de llorar. Y bueno, en mucho los argentinos preferimos llorar, o quejarnos sin realmente hacer nada. - 257 -


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Tomi: Y esa frase es de por allá de la década del 20. J. R.: Sí, más cerca de 1940, pero sí, tiene más de cincuenta años. Tomi: O sea que no es de ahora esto de llorar y llorar y no tomar compromiso, o preocuparse sólo de lo propio. J. R.: Es así. Y me parece que tiene que ver con esta creencia que tenemos de que lo individual no hace a lo colectivo. Los argentinos nos perdemos muchas veces en un escepticismo basado en que si hacemos algo bueno no va a tener impacto, y actuamos creyendo que si hacemos algo malo no se va a notar. Y lo que termina pasando es lo contrario. Como todos piensan que su “tirar un papelito”, o su “no pagar tal o cual impuesto”, no va a afectar a nadie, todo el mundo lo hace, y obviamente termina notándose. En cambio, con lo bueno y lo positivo, el efecto contagio nunca empieza porque nadie cree en eso. Tomi: Es un círculo vicioso. Como si hago algo bueno no se va a notar, no lo hago. SI hago algo malo no se va a notar, entonces sí me lo permito. Después, todo se pudre, porque la suma de pequeños actos malos nos sobrepasa, entonces, en vez de arreglarlo, lloramos. Ester: Un desastre. J. R.: Lamentablemente. Pero siempre hay tiempo para entender y reaccionar. Lo individual siempre se nota, y a la larga inevitablemente se acumula. Lo bueno y lo malo. Depende de nosotros qué es lo que queremos acumular. Traje un cuentito másb que creo nos pinta un poco este asunto: “Se produce en el bosque una gran discusión sobre quién era el que mejor cantaba. Como no podía llegarse a ninguna conclusión, el búho sabio propone llevar a cabo una votación. Cada uno de los animales, incluido el hombre, votará por el que crea que es el mejor cantor, y con eso quedará resuelto el dilema.

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Llega el día de la elección, todos colocan su voto en la ranura de un viejo árbol seco, y por la tarde se reúnen para presenciar el recuento. El búho sabio, con la ayuda de unos monos, va separando los votos y comienza a contar. –Primer voto: ¡para el burro! Todos se miran asombrados. –¿Cómo puede ser?, si todos sabemos que el sonido que el burro emite es el más feo de todos. El hombre que también había ido a presenciar el recuento mira al burro con desprecio y le dice: –¡Que vergüenza! Nadie pudo haber votado por vos, seguro que votaste por ti mismo. Eso no se hace. El búho llama a la calma y prosigue. –Segundo voto: ¡para el burro otra vez! Y el tercero, y el cuarto, y prácticamente todos los demás. No queda otro remedio que nombrar al burro como el mejor cantor del bosque, y por lo tanto dejarlo cantar sin poder pedirle que se calle o que siquiera baje el volumen de su canto. ¿Qué había pasado? ¿Qué locura había afectado a todos los animales? En su viejo árbol, cuando ya la noche había caído, el búho sabio reflexionaba y comentaba con la comadreja. –Yo sé lo que pasó, mi amiga. Sólo espero que todos aprendan de esto. Convencidos de que cada uno iría a ganar, dieron su voto al burro creyendo que de esa manera no se lo daban a ningún potencial competidor. –Y ¿quiénes votaron, entonces, a la calandria y al hombre?, –preguntó intrigada la comadreja– ya que cada uno sacó un voto. - 259 -


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–Muy fácil amiga. El voto de la calandria lo puso el burro, ya que como es lógico, él votó sinceramente, votó por el que creyó que canta mejor. En cuanto al voto que recibió el hombre: ¿te queda alguna duda de que fue él mismo el que se votó?”. Tomi: Está muy bueno. J. R.: Al final siempre se termina notando. Ester: Y el que gana es el burro. Tomi: (risas)… Bueno. Sirve para lo de las elecciones y también para lo de los papelitos, o lo de pasar semáforos o andar por la banquina. J. R.: En fin. Ojalá aprendamos algo de estos cuentos, nos dejemos de llorar por cosas que sí podemos arreglar, y tengamos en cuenta que lo individual sí suma, así algún día no tendremos que preocuparnos por discursos capicúa. Tomi: Muy bien, J. R. Como siempre, muy amable, muchas gracias, y nos vemos las semana que viene. J. R.: Chau, gente, gracias a ustedes y nos vemos. Ester: Buen fin de semana.

Bibliografía: a

Cuento adaptado de un original publicado en 40 nuevas parábolas, de Víctor Codina, Ediciones Paulinas, año 1993. b

Cuento adaptado de un original publicado en Recuentos para Demián, de Jorge Bucay, Editorial Nuevo Extremo, año 1999.

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20-12-07. Regalos

Tomi: J. R., buen día, ¿cómo estás? J. R.: Muy bien, gracias. Buenos días y felicidades a Ester que ganó el premio a la mejor locutora de la radio. Ester: Gracias, gracias, buenos días. Tomi: ¿Qué nos trajiste hoy? J. R.: Como ahora viene la época de los regalos, más allá de la religión que cada uno profese, nuestro querido capitalismo agnóstico, o aún ateo, se ha encargado de que casi todos nos regalemos algo. Por eso les traigo un cuentoa que tiene que ver con regalos. Dice así: “El padre se enojó y gritó muy fuerte a su pequeña hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una vieja caja de zapatos, para ponerla debajo del árbol de navidad. Sin embargo, la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo: –Esto es para ti, papito. Él se sintió avergonzado de su reacción del día anterior, pero explotó nuevamente cuando vio que la caja estaba vacía. Volvió a gritarle diciendo: –¿Acaso no sabés que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro? ¡Es muy cruel regalar una caja vacía!

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La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: –Pero, papito, no está vacía, yo puse besos adentro de la caja, todos para vos. El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña, y le suplicó que lo perdonara. Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años, y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario, y recordaba el amor que su niña había puesto ahí. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta”. Tomi: Está bueno… muy bueno. Menos mal que fue corto, si hubiese sido más largo se me hubiese caído una lágrima. J. R.: Golpe bajo, ¿eh? Pero es que así son lo verdaderos regalos, no por el doloroso proceso por el que pasa el padre para poder apreciar el regalo, sino porque a uno éstas son las cosas que le llegan, a uno lo tocan realmente los verdaderos regalos. No necesariamente el electrodoméstico, o la computadora, o incluso la botella, o el detalle comestible que también se suele regalar. Pero claro, una caja llena de besos, a menos de que la caja sea muy cara, no es negocio. No mantiene los negocios abiertos, no paga los sueldos. Pero bueno, son esos los regalos que nos hacen hacer memoria, los regalos de nuestros hijos, o de nuestros sobrinos o nietos, nos hacen recordar la época en que éramos inocentes como ellos y regalábamos amor y cariño en lo que fuese. Dibujitos, o algún juguete querido que a veces envuelto en un papel madera o en un papel de diario se pudo haber transformado en el regalo más importante de nuestras vidas. Ester: Eso te mata, son chicos… y te dan algo que para ellos es un “todo”. Eso te mata.

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J. R.: Esos regalos que terminás por no saber dónde ponerlos, pero que seguro no se cambian. No tenés problema de que te guste el color o que el talle te entre. Ester: Seguro, es exactamente así. J. R.: Cuántos portalápices de lata de tomates habrán decorado escritorios de grandes empresarios. Cuántas agarraderas pintadas con las manos habremos usado hasta que se quemaron irremediablemente. Cuántos cuadritos hechos con palitos de helado se habrán colgado de las heladeras. Tomi: Yo con eso, lo que tengo, es un porta tarjetas para el escritorio. J. R.: En fin, me pareció interesante esto de volver un poco a esa inocencia sana, a esa maravilla del poder de la buena voluntad en contraposición con el poder de la tarjeta de crédito o de la campaña publicitaria. Yo me pregunto: ¿por qué no, este año, tratar de hacer a alguien un regalo así?, ¿por qué no proponerse pensar, o dar algo de uno?, en vez de sólo gastar unos pesos. Así que para terminar les quiero dejar mi regalob que tiene que ver un poco con esto, y para que, si pueden, lo pongan en práctica. Dice así: “Estoy sentado leyendo mientras mi hijo de tres años juega a mi alrededor. –Papá –me dice– peráte, eperáte ahí. Comienza a buscar locamente debajo de los muebles, en la cocina, debajo de mis pies. A mí, que me está dando curiosidad, me dan ganas de entrar a su juego, pero me contengo. –¿Qué estás buscando? –le pregunto mientras lo sigo observando... –Perá, papá, eperáte –me dice mientras sigue alocadamente buscando. –¡Acá tá! –grita de repente. - 263 -


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Levanta algo del suelo y lo coloca sobre mi mano. Yo instintivamente la cierro apretando el objeto invisible e impalpable, y le sigo la corriente en un intento por entender de qué se trata. –¡Garrála fuerte, pa! –me ordena... –, ¡es una idea! Yo me quedo sentado, con la mano apretada para no dejar escapar el ‘tesoro’ que me acaban de confiar, y lo veo salir corriendo a tomar su caja de crayones y una hoja. –¡Ahora vamos a pintar! –me dice con autoridad mientras levanta sus brazos expresivamente cual maestro de jardín de infantes. Toma sus colores, me pide que le devuelva la idea y que deje lo que estaba leyendo. Me mira para asegurarse de que estoy con él, y comienza a recrear el mundo con tan sólo una idea y una hojita de papel”. Tomi: Mmh… con qué poco… o con qué tanto en realidad. No sé. J. R.: Sí. Quién sabe. Ejemplos. Ejemplos de cosas que se pueden regalar. Cajas llenas de besos. Ideas de pasar el tiempo juntos, haciendo algo, como recrear el mundo pintando con crayones en una hoja de papel. Algo que tenga que ver con el poder de la imaginación y de la inocencia y no con el de la tarjeta. Tomi: Me hacés pensar, cuánta gente tiene guardado desde hace años un dibujo, un papel glasé doblado, un crayón… algo que recibió hace años… Ester: La primera palabra escrita, el primer cuadernito… Tomi: Sí, cualquier cosa que se les ocurra que tenemos desde hace quince o veinte años, y que nos da la misma o más emoción que cuando lo recibimos por primera vez. Ahora, me pregunto: ¿cuánto dura un par de zapatos caro?, ¿cinco años?, ¿más? Pero seguro no veinte. Y seguro que cuando pasa el tiempo, no nos emociona tanto. - 264 -


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J. R.: Sí, muy buena comparación. Tomi: Qué fácil debería ser entonces elegir el mejor regalo, al menos desde la permanencia de lo emotivo y lo agradable de esa sensación. J. R.: Buenísimo. Incluso abrir esa caja cada uno, o traer lo que cada uno recibió y guardó y compartirlo en la mesa familiar. Compartir sentimientos. Así estas fiestas no son sólo sobre regalarse, sino sobre regalarse lo que dura, sobre sentir lo que se regala y regalar lo que se siente. No sé. Cada uno tendrá la suya… si la busca. Ojalá que en esta época de regalos nos animemos cada uno de nosotros a recuperar algo de esta inocencia, y a intentar un regalo de este tipo. Seguro que nos va bien. Tomi: Muy bien, don J. R., feliz navidad, si la festejás, y nos vemos la semana que viene. J. R.: Igualmente. Seamos o no cristianos y festejemos o no la navidad religiosamente, que esta fiesta que recuerda un nacimiento nos haga pensar en eso, en nacer de vuelta a nuestras inocencias juveniles, a afectos abandonados que nunca debieron haber caído en esa situación, en fin, aprovechemos la fiesta para hacernos niños y creer en Papá Noel, aunque más no sea por un día. Ester: Nos vemos, J. R., y yo te regalo un “gracias” por los cuentos que nos trajiste. Nos vemos. J. R.: Chau, chiquilines, nos vemos.

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Bibliografía: a

Cuento adaptado de un original publicado en la siguiente dirección:

www.lecturasparacompartir.com/reflexion/lacajallenadebesos.html b

Cuento adaptado de un original que alguna vez me acercaron. El nombre del cuento era “La Chiqui”, y su autora Celia Alviarez.

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27-12-07. Amor para el año nuevo

Tomi: Muy buenos días, J. R., buen día, ¿cómo vas? J. R.: Bien, ¡Muy bien en realidad!, gracias. Buenos días a todos. Ester: Bienvenido, amigo J. R. Tomi: Acá estamos despidiendo el año, ¿trajiste algo alegórico? J. R.: Sí, les traje un par de cuentos que tienen que ver con lo que creo es el mejor deseo y saludo con el que se puede recibir y agasajar al año nuevo. Espero que les guste. El primero dice así: “Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín. Ella no los conocía, pero igualmente les dijo: –Señores, no creo haberlos visto antes por aquí, pero parecen tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo. Ellos preguntaron: –¿Estás sola en tu casa o está tu familia? –No, en este momento estoy sola. –Entonces no podemos entrar –dijeron ellos–, si aún lo crees conveniente, cuando tu familia llegue, vuelve a convidarnos. Al atardecer, cuando el marido y la hija llegaron, ella les contó lo sucedido. –¡Entonces diles que ya llegamos e invítalos inmediatamente a pasar! –dijeron ambos al unísono. La mujer salió nuevamente a invitar a los hombres a pasar a su casa. - 267 -


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–No siempre podemos entrar a una casa los tres juntos, lamentablemente –explicaron los viejitos. –¿Por qué? –quiso saber ella. Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó: –Su nombre es Riqueza –luego indicó hacia el otro–, su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro, y decidan con tu familia a cuál de nosotros tres ustedes desean realmente invitar. La mujer entró a su casa, y contó lo que los viejitos les dijeron. El hombre se puso feliz: –¡Ah, qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de bienes y fortunas. Su esposa no estuvo de acuerdo: –No, querido, mejor invitamos a Éxito. La riqueza no es tan satisfactoria como la popularidad. La hija del matrimonio, desde la otra esquina de la casa, vino corriendo con una idea: –¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de buenos sentimientos y cariño. –Hmmm… sí, creo que sí, hagamos caso del consejo de nuestra hija, –dijo el esposo a su mujer–, ve afuera e invita a Amor para que sea nuestro huésped. La esposa salió y les preguntó a los tres viejos: –¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga para que sea nuestro invitado. Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron. Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito: - 268 -


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–¿Yo sólo invité a Amor, por qué ustedes también vienen? Los viejos respondieron juntos: –Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos habríamos permanecido afuera. Pero ya que invitaste a Amor, al lugar que él vaya, nosotros lo seguimos. Donde quiera que haya Amor, hay también, de una u otra forma, Riqueza y Éxito”. Tomi: ¡Ahhh!... bien… a quererse más. J. R.: Sí, un poco. Ester: Un poco por lo menos. Y, si se puede, mucho en vez de poco. J. R.: Cuanto más mejor. Por ahora es gratis y no hace mal. Creo que es un buen deseo, espero que pueda realmente ser así. Pero no estoy hablando de cualquier cosa cuando digo amor. No habla este cuento de atracción física, o de calores juveniles o ataques hormonales, habla de verdadero amor, así que este otro cuento trata de aclarar un poco la cosa. Dice así: “Un hombre fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos, y solamente le dijo una palabra: –Ámala –luego se calló. –Pero es que ya no siento nada por ella. –¡Ámala! –reiteró el sabio. Y ante el desconcierto del visitante, después de un oportuno silencio, el viejo sabio agregó lo siguiente: –Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. El Amor es un ejercicio de jardinería: arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega, procura y cuida. Está preparado, porque - 269 -


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habrá plagas, sequías, o excesos de lluvias, mas no por eso abandones tu jardín. –Respiró profundamente y siguió: –Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétala, dale afecto y ternura, admírala y compréndela. Eso es todo. Ámala. El sabio se detuvo por un instante como para dejar que el hombre meditara lo que se acababa de decir. Luego de un instante continuó: –La vida sin amor te lleva a ser un sujeto indeseable, sino fíjate esta lista de consecuencias de vivir sin amor: La inteligencia sin amor, te hace perverso. La justicia sin amor, te hace hipócrita. El éxito sin amor, te hace arrogante. La riqueza sin amor, te hace avaro. La docilidad sin amor, te hace servil. La belleza sin amor, te hace ridículo. La verdad sin amor te hace hiriente. La autoridad sin amor, te hace tirano. El trabajo sin amor, te hace esclavo. La fe sin amor, te hace fanático. La vida sin amor, no tiene sentido”. Tomi: Mmmm… muy bien. Ester: Las chicas afuera están suspirando. J. R.: Bueno, no es para tanto. Tomi: ¿Cómo arrastra con estas cosas? Pasa de una semana con una crítica ácida a la política que le produce escalofríos al

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más pintado, a otra semana en la que derrite a las señoritas como si fuesen de chocolate. Ester: Está bien. Él lo tiene permitido. J. R.: No, no,… no pretendo arrastrar a nadie. El objetivo siempre fue compartir algunas ideas y que cada uno saque sus conclusiones. Es mucho más importante, al menos para mí, que todos saquemos conclusiones, eso implica que estamos pensando y reflexionando, a cuáles son las conclusiones que sacamos. Tal vez sí me importe arrastrar, pero arrastrar a pensar libre y efectivamente, no a pensar como yo pienso. En lo único en lo que sí quisiera que todos estemos de acuerdo es en que pensar, reflexionar, meditar, es importante, vital. Así que gracias por este espacio que me brindaron para poder pedirle a la gente que nos escuche, que reflexione, y para poder proponerles algunos temas. Tomi: Bueno… muy emotivo… no me hagas llorar. J. R.: (risas)… Lejos te veo. Ester: (risas)… Tomi, por favor, el hombre está hablando en serio. J. R.: Y bueno, mi deseo para todos, en este cambio de año, es amor. Ese amor que nos hace seres humanos, ese amor que transforma lo ridículo en bello, lo insípido en sabroso, lo común en único. Muy feliz año lleno de amor. Ester: ¿Y de comprar en los shoppings nada? J. R.: Sí, bueno, de eso también. Pero sin olvidar lo importante. Tomi: Claro, las dos cosas. Es una cuestión de proporciones. J. R.: Definitivamente. Si hubiese que elegir entre una y otra como exclusivas, yo me voy por el amor y no por el shopping. Ahora, si pueden convivir, no nos olvidemos un poco del amor, porque el ruido de la calle muchas veces nos lo hace pasar por alto.

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Ester: Bueno, un poco lo que nos contaste la semana pasada, regalos de esos que uno hace de lo que tiene, de los que hacen los chicos… la caja llena de besos. J. R.: Eso, ahí está. Rescatemos de vuelta la inocencia de los chicos. Tomi: Estimado, J. R., será entonces hasta el año que viene, esta vez no es hasta la semana que viene. Muchas gracias por todo tu aporte y tu afecto puesto en estas columnas, y nos vemos. J. R.: Bueno, espero haber sido útil, haber ayudado a entretener y a pensar, y nos vemos cuando nos veamos. Ester: Así será, J. R. Te deseo lo mejor para el año que viene, y como decía alguien muy querido para mí: ¡que yo esté para verlo! J. R.: (risas)… excelente forma de desear buenas cosas… que así sea, entonces, que nos vaya bien, y nos sigamos viendo. Hasta el año que viene.

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Epílogo

Así terminó otro año de lectura y reflexión. Otro año de ilusiones y de momentos compartidos. Otro año de tratar de poner un granito de arena. Otro año de intentar construir. Otro año de cumplir con el deber de fomentar dos de las cosas que en parte nos diferencian de las bestias: la lectura y la reflexión. Para cerrar este epílogo, y también el libro, qué mejor que un último cuento. Este que voy a transcribir es una adaptación mía de un original1 escrito por una autora venezolana llamada Celia Alviarez. Dice así: “Abre la puerta y entra, ven a mí. Camina este sendero tantas veces andado, deja tu huella errante. Márcame para siempre, desanda mis leyendas, mis secretos, mis lunas. Desempolva recuerdos que no son míos ya, devuélveme la gracia de desprender mis sueños y hacerlos todo tuyos en un solo suspiro. Sonríe suavemente mientras me sostienes en tus manos, sumérgete en la nostalgia al saber que termino. Sal de mí, clausúrame, regrésame al olvido... devuélveme la dicha de ser un libro usado”. Ojalá este ejemplar sea uno de esos libros que se marcan, que se prestan, que se devuelven o no, pero que circula… un libro usado. El valor de los libros, según creo apasionadamente, va en relación directa a lo usados que llegan a estar. Cuantas más manos lo tomaron, cuantas más ideas excitó, cuantas más charlas y discusiones el libro logró avivar… más valioso será. Ester, Tomi, las personas que apoyan desde la operación y la producción del programa, los que me ayudaron con la corrección, con la edición y yo ya hicimos nuestra parte. Ahora viene la más importante para darle valor a este trabajo, la parte que depende de usted. - 273 -


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Que lo haya disfrutado y que lo use. Regálele a este libro la dicha de ser un libro usado, muy usado.

Bibliografía: 1

Cuento adaptado por el autor, publicado originalmente por Celia Alviarez bajo el título de: “Libro Usado”.

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Índice

Prólogo.................................................................................................... - 1 08-03-07. Otra verdadera versión de la creación de la mujer ................ - 5 15-03-07. La olla embarazada y los consumidores .............................. - 11 22-03-07. Las albóndigas y lo que está detrás de los porcentajes ...... - 19 29-03-07. La Pascua y los jarrones de porcelana ................................ - 27 12-04-07. Los Datileros y las políticas de estado ................................. - 33 19-04-07. La risa y las balas que causan alergia ................................. - 39 26-04-07. Cada cual a lo suyo, o perdemos a los que saben .............. - 47 10-05-07. Las mentiras y el triple filtro de Sócrates ............................. - 53 17-05-07. La piedra movediza y los criticones ..................................... - 59 24-05-07. Escarapelas y buenas costumbres ...................................... - 65 31-05-07. Dejemos el trago, el hielo no tiene la culpa ......................... - 71 07-06-07. Aptitudes y actitudes. De tal palo tal astilla .......................... - 79 14-06-07. Oposición oficialista y esperanza para el futuro .................. - 87 21-06-07. De cómo alimentar a un lobo bueno .................................... - 93 28-06-07. Un nuevo decálogo y una oración desesperada .................. - 99 05-07-07. Los políticos y la sincerotomía ........................................... - 107 12-07-07. Para arreglar al mundo hay que vivir como los perros ...... - 115 19-07-07. La justicia, la ecuanimidad y los equilibristas..................... - 123 26-07-07. Para cosechar, al campo, primero hay que sembrarlo ...... - 131 02-08-07. Salvados del diluvio. Condenados a nosotros mismos...... - 137 09-08-07. El rey acongojado y la rata solidaria .................................. - 143 16-08-07. Collares y caracoles de regalo, pero con valor .................. - 151 -

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23-08-07. La utopía del Gran Dictador, hagámosla realidad ............. - 157 30-08-07. Similitudes entre la política y la fe ...................................... - 163 06-09-07. Fábulas modernizadas y espejos cegadores..................... - 169 13-09-07. Cuando pensabas que no te veía, aprendí todo ................ - 177 20-09-07. Todas son necesarias, aunque a Démeter no le guste ..... - 183 27-09-07. Aspiro a ser candidato ....................................................... - 189 04-10-07. Si queremos ser Pumas, podemos .................................... - 195 11-10-07. Hagamos las cosas con pies y cabeza .............................. - 201 18-10-07. Las cicatrices que dejan las madres .................................. - 207 25-10-07. ¡Qué mal tipo que resultó ser el otro! ................................. - 215 01-11-07. Les deseo lo suficiente....................................................... - 221 08-11-07. Autoayuda barata, o filosofía profunda .............................. - 227 15-11-07. Las puertas del cielo y del infierno ..................................... - 233 22-11-07. Comida gratis en el infierno ............................................... - 239 29-11-07. No será importante pero es noticia .................................... - 243 06-12-07. Los números dicen lo que uno quiera ................................ - 249 13-12-07. Discursos capicúa, llantos y concursos de canto .............. - 255 20-12-07. Regalos .............................................................................. - 261 27-12-07. Amor para el año nuevo ..................................................... - 267 Epílogo ................................................................................................ - 273 -

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