culturas
N° 91 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 12 de noviembre de 2006
El autor de los perdedores 5
3 MILOS FORMAN
4 HOWARD HODGKIN
El director toma prestada la figura de Goya para realizar un nuevo análisis ideológico de una época, siempre con su mirada inconformista.
Calificado como ‘pintor de cuadros de chimenea’, el artista británico expone en el Reina Sofía una explosión de color y personalidad estética.
Daniel Clowes nos coloca de nuevo con Caricatura frente a personajes que viven las miserias que carcomen la sociedad americana.
N°91
2 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 12 noviembre de 2006
vez nos llegan de forma regular más cómics que aprovechan todo el potencial cdel ada medio para comunicar mensajes no dirigidos exclusivamente al entretenimiento, y que no por ello dejan de ser entretenidos. Daniel Clowes es uno de los autores que, pese a no encajar en ninguna de las corrientes predominantes del cómic alternativo americano, se interesan por retratar la sociedad que tienen alrededor y lo hacen con una mirada personal y nada complaciente. Caricatura es
la última obra que se ha editado en España y supone un nuevo catálogo de esas personas inadaptadas, desterradas de los caminos del éxito a toda costa por los que parece avanzar la sociedad norteamericana. La carrera de Clowes se muestra imparable en este momento y ésta quizá es su obra más madura de las que hemos podido ver en España, donde se le conoció especialmente a través de su exitoso Ghost World. Un cómic muy recomendable, aunque ahora mismo difícil de encon-
trar. Revisitamos esta semana la carrera de un Milos Forman que acaba de estrenar Los fantasmas de Goya, una mirada histórica que pone su interés en los personajes turbulentos y subversivos. Descubrimos a un pintor, Howard Hodgkin, del que se expone en el Museo Reina Sofía una buena muestra de su colorista trabajo, que casa sin problemas la tradición con la modernidad. Y muchos libros que teníamos pendientes, con unas cuantas buenas recomendaciones de lectura.
Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es
1INSIDE JESÚS PORTAL: THE NEGRO ME? Esta semana se presenta en la galería My Name’s Lolita (C/ Almadén, 12) el nuevo trabajo de Jesús Portal, una serie de obras titulada ‘The Negro inside me?’. Portal profundiza en su método de trabajo, interviniendo pictóricamente fotografías obtenidas de la publicidad o los medios de comunicación que después son escaneadas para otorgarles un definitivo aspecto fotográfico. Las técnicas y los mensajes se mezclan de una manera que provoca un desconcierto en el espectador, con el fin de subvertir ese estatuto de ‘realidad verdadera’ que se le ha otorgado durante casi toda su historia a la fotografía. Verdad-mentira, fotografía-pintura, natural-artificial son los polos entre los que la obra deja viajar al espectador. Después de su ‘Serie negra’, Portal abandona aquí el uso del color e ironiza sobre la asepsia de las superficies comerciales ‘de diseño’, convirtiéndolas en espacios extraños y recalcando su condición de ‘no lugares’. Un simulacro que se añade a otro simulacro y que, sin embargo, desvela al primero.
2GUIONISTAS LA INSEGURIDAD DE LOS Hablaba hace poco con un amigo sobre cómo se presentaba la nueva temporada de la serie Manos a la obra, que vuelve con nuevos capítulos a Antena 3. A él le parecía que eso de Manolo & Benito Corporeison iba a quedar como muy de Spielberg y, finalmente, concluíamos en que todo dependería de si había buenos guionistas en el serie. En la blogosfera hay un guionista que comenta con desenfado e ideas claras las idas y venidas de una profesión tan azarosa. Firma su blog como ‘Pianista en un burdel’, por aquel viejo chiste: No le digan a mi madre que soy guionista, ella piensa que trabajo de pianista en un burdel. Una de sus últimas entradas habla sobre la importancia del guión en un proyecto, directamente proporcional a la inseguridad de quienes lo escriben: «Toda la gente sensata que conozco está de acuerdo en que se puede hacer una mala película con un buen guión, pero jamás se podrá hacer una buena película con un guión malo. Y casi todo el mundo que conozco coincide en que el problema del cine español es la
escasez de buenos guiones. Mezclando esos ingredientes, a mí me sale una receta muy clara: los guionistas somos gente importante, fundamental, indispensable. Los primeros protagonistas de la peli. Somos esos tipos que, si apagan el ordenador y se quedan sin trabajar, dejan sin curro al resto de la profesión. Pues bien: hay un espacio concreto en el que un guionista español se olvida de eso. Sí: un lugar bien definido en el que escritores adultos, capaces de crear diálogos vibrantes; de imaginar historias aterradoras; de proferir los más ingeniosos sarcasmos, se empequeñecen hasta su mínima expresión, y se hacen vulnerables al más mendaz de los paternalismos, convertidos de pronto en una especie de versión adolescente y cobarde de sí mismos. Ese sitio no es otro que el despacho de un productor. No conozco a un solo guionista al que no le hayan hecho una o más de estas cosas en una productora: robado o plagiado una obra; omitido en títulos de crédito que legítimamente le correspondían; dejado dinero a deber indefinidamente; reescrito una obra sin avisar; reescrito la obra sin motivo expreso; gritado; amenazado; insultado; y/o pagado cantidades escandalosamente inferiores a las que percibían otros guionistas por el mismo trabajo. A todos los guionistas les ocurren estas cosas alguna vez. A casi todos, les ocurre más de una vez. En mi opinión, esa tolerancia al puteo se debe, o bien a la ignoracia, o bien a una conjunción de dos factores: ingenuidad e inseguridad». La lectura de este blog es altamente recomendable para conocer los entresijos del mercado de los sueños, que en España no suelen pasar de la siesta del burro.
3Anuncia RÉCORDS Y AGRADECIMIENTOS El Libro Guinness de los Records que el récord al libro más vendido, exceptuando los libres de derechos de reproducción, es El Libro Guinness de los Records, con cien millones de ejemplares. Por eso precisamente, aquí hemos tratado de ofrecerles sugerencias de otro pelaje, más hacia el meollo de lo que nosotros creíamos que merecía un espacio para conocerse. Agradezco a todos los que se sumaron a este proyecto de suplemento, de una forma tan generosa y desinteresada y a quienes lo han seguido de una manera o de otra.
Algunas de las piezas que Jesús Portal expondrá a partir del jueves en la galería madrileña My Name’s Lolita
CINE
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MILOS FORMAN
Analista de la oscuridad humana El autor de grandes éxitos como Amadeus o Alguien voló sobre el nido del cuco se acerca a la figura de Goya, con el que comparte un carácter subversivo y turbulento. on el estreno de Los fantasmas de Goya, regresa a las carteleras una de las miradas más personales del cine contemporáneo, el cineasta de origen checo Milos Forman, uno de esos autores siempre polémicos e inconformistas que vuelve con una obra histórica que toma prestada la figura de Goya para incidir en el tortuoso camino de las sociedades para obtener el sacrificado ejercicio de la democracia. Una vez más, Forman vuelve, de forma sutil y metafórica, a esa ideología rebelde contraventora de la autoridad a la que siempre ha fustigado con su cine incómodo y directo. Hijo de un profesor judío y de madre protestante, ambos muertos en un campo de concentración nazi, Milos Forman se convirtió, desde muy pronto, en un visionario defensor del cine comprometido y diligente, marcado por una huella de insubordinación ideológica que le ha acompañado a lo largo de toda su carrera con la imperante necesidad de apelar a la equidad cuando se trata de un conflicto de generaciones o político. Desde sus comienzos, al lado de Alfred Radok y Pavel Blumenfeld, las constantes del cineasta se han construido en todas sus películas en referencia al gusto por la improvisación controlada, adherido al llamado ‘cinéma verité’, instituido en la temática de bocetos sociales y existenciales que se han desarrollado plenamente en todos sus trabajos. Desde sus primeros filmes, el conflicto se cristalizó en la duda concebida para dar respuestas a actitudes vitales. Tema éste utilizado en gran parte de su producción tanto americana como checoslovaca. Aspecto que se aprecian en Cerny Petr, obra iniciática que supuso su primera crónica del desengaño, la de un adolescente inmerso en un mundo laboral visto con crudeza e inclemencia o en Los amores de una rubia, visión cáustica y grisácea sobre el paso a una edad adulta sin futuro. Pero sin ese poso tremendista de los grandes dramas, fusionando el humor y la aflicción, utilizados como un es-
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Arriba, Milos Forman dirigiendo a Jim Carrey en Man on the Moon. Abajo, Javier Bardén en Los fantasmas de Goya
Su cine ha sabido, casi siempre, mezclar la carcajada metafórica con la desesperanza desde un punto de vista aleccionador, sugestivo y desabrido al mismo tiempo tudiado contrapeso donde la sátira social quedara reflejada de forma evidente, pero equilibrado con la gravedad de lo narrado. Como en Hair, fábula mordaz en la que enfrentó sus principios a lo establecido, a una juventud efímeramente insurrecta, que en realidad no tenía nada de revolucionaria, sino todo lo contrario, un sometimiento nada concupiscente. El cine de Milos Forman ha sabido, casi siempre, mezclar la carcajada metafórica con la desesperanza desde un punto de vista aleccionador, sugestivo y desabrido al mismo tiempo, analizando a sus personajes como si fuese un entomólogo, sin dejar que el espectador se identifique con ellos. La predestinación del hombre, casi siempre recluido en la inconsecuencia del decreto colectivo, ha hecho de su perspectiva argumental una muestra de cine hi-
riente, de espíritu corrosivo, en el que la elipsis entre conflictos y el vacío moral y social son dispositivos congénitos a una actitud que alcanza, unida a los métodos abiertos basados en la impremeditación, la lógica de un universo de análisis y reflexión, muchas veces expuesto de fondo en su puesta en escena. Así Juventud sin esperanza, Ragtime o la citada Hair son una manifestación de una liberación de las costumbres, ya sea con la aspiración de fama sumida en la mediocridad, la emigración o la guerra de Vietnam, presentadas a modo de guirnaldas pero revertidas, gracias a Forman, en deliberaciones sobre la quimera de una revolución permanente, la vergonzosa victoria e inevitable de todos los grandes estamentos. Algo que queda patente en su obra maestra Alguien voló sobre el nido del cuco, elíptico opúsculo que,
como un microscopio, falseaba a los personajes, devolviendo tanto a la imagen de la sociedad americana como la de los países del Este una actitud que no sentó nada bien a los sectores más conservadores. El anárquico McMurphy (Jack Nicholson) era un reflejo de los orígenes de la América superficialmente civilizada, puritana y atormentada ante el resurgimiento de sus inhibiciones, por lo que prefería lobotomizar esa parte ingobernable de sí misma antes que luchar por una conciencia esclavizada. Una idea contrapuesta en sus magníficas El escándalo de Larry Flint o Man on the Moon, donde el excentricismo y el límite de lo permitido y la trasgresión de lo políticamente correcto eran la base para el desglose de lo mejor de este espléndido analista del lado más oscuro del ser humano y de su avasallador entorno, encon-
trando el perfecto equilibrio entre la denuncia y el historicismo fidedigno. En el aspecto visual, Milos Forman nunca ha sido un esteta, ni un creador cuyo estilo resida en su capacidad narrativa y visual, pero sí destaca su propensión a desarrollar las historias con libertad neutra en su planificación, invisibilizando su mano detrás de la cámara. Lo fundamental, dentro del cine de Forman, es la historia, evitando caer en el énfasis dramático, eso sí, con ciertas dosis de excelente frialdad estética e hieratismo formal. Los fantasmas de Goya vendría a completar una improvisada trilogía junto a Amadeus y Valmont, del coqueteo con el refinamiento, sofisticación y mortecino carácter del cine de época, de esos complejos personajes que acaban siendo siniestras víctimas de sí mismos y de la sociedad que le tortura con su iniquidad interesada, genios de la pintura, la música y la seducción, respectivamente, que simbolizan esos protagonistas que tanto gustan a Forman, los subversivos y turbulentos caracteres confinados en el desasosiego de tumultuosos periodos históricos sometidos a las contradicciones de una ideología gradualmente cínica y opresora que subraya cierta dosis de maniqueísmo, a la vez que le sirven para ese croquis de grandiosidad planteado a medio camino entre el elitismo y la comercialidad. Miguel Á. Refoyo
4 culturas ARTE
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Algunas de las obras de Howard Hodgkin que pueden verse en el Museo Reina Sofía en una exposición que permanecerá abierta hasta el próximo 8 de enero
HOWARD HODGKIN
Colores sobre tabla El Museo Reina Sofía presenta la obra de un artista casi desconocido en España. Apasionado por pintores como Matisse, Corot o Degas y colaborador de escritores, Hodgkin muestra una explosión de color. asi un desconocido en España, Howard Hodgkin (Londres, 1932) está desde el pasado 17 de octubre y hasta el 8 de enero en el Museo Reina Sofía de Madrid con su primera muestra monográfica en nuestro país. Este pintor y grabador británico, ganador del Premio Turner en 1986, crítico y coleccionista de arte procedente de la India, exhibe una retrospectiva de su obra expuesta en la Tate Britain, donde formó parte de un ciclo sobre maestros británicos contemporáneos, anteriormente en el Irish Museum of Modern Art, y comisariada por Nicholas Serota y Enrique Juncosa. Formado en las prestigiosas Camberwell Scholl of Art (1949) y
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en la Bath Academy of Art (19501954) no es, sin embargo, hasta los años 60 cuando, desmarcándose del moviendo Por art de moda en la época, investiga un estilo propio que le llevará desde obras más o menos figurativas en las que retrata reuniones de su círculo de amigos en distintos espacios públicos y privados, a trabajos en los que una rica paleta cromática es la protagonista en una búsqueda constante llena de citas a la historia del arte (especialmente a autores por él tan queridos como Henri Matisse, Corot, Vuillard, Degas y Turner) y referencias a una vida rica interior de ecos simbolistas y poéticos. Las obras de esta década decisiva están guiadas por una constante experimentación en el uso de diferentes formatos, soportes y tonalidades. Será desde este momento cuando las influencias de sus viajes a la India y a Venecia, la necesidad del artista de expresar sus sensaciones ante la seductora realidad circundante o frente a experiencias íntimas y el contacto cada vez más presente con la naturaleza, se refleje en su producción artística en unos cuadros que no necesitan el gran formato para devolvernos unas realizaciones de pinceladas audaces, donde el marco se cubre con óleo creando su
Las obras de esta década decisiva están guiadas por una constante experimentación en el uso de diferentes formatos, soportes y tonalidades
propia cornisa de luminosidad pictórica, llenando el espacio tenuemente figurado con brochazos llenos de luz, retoques y alusiones a atmósferas evocadoras. Se ha dicho de él que es un ‘pintor de cuadros de chimenea’ y puede que lleven razón quienes lo sugieren. La crítica en estas palabras no ha de ser tal: frente a los grandes formatos actuales, las performances y las instalaciones audiovisuales, Hodgkin sigue buscando respuestas artísticas en la materia de la pintura más tradicional llenándola de una gran modernidad y de una fuerte personalidad, propia de un entendido en el tema y exponente de una generación de artistas británicos. El diálogo abierto con la literatura (en la que se inspira tantas veces para sus sugerentes composiciones) han provocado la colaboración con personalidades de la literatura como Susan Sontag, Bruce Chatwin y Julian Barnes (no sólo pintores sino escritores o músicos) recopilados recientemente. Es una pena que hasta el presente (sin contar la exposición comisariada por F. Calvo Serraller en La Caixa hace más de quince años) este artista no haya tenido la repercusión en el mundo del arte contemporáneo español que se merece. Esta exposición cuidada en el espacio y las obras, representativa de una evolución e interesante en sus propuestas merece el darse un paseo por la ampliación del Reina Sofía. Beatriz Leal Riesco
CÓMIC
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DANIEL CLOWES
El rostro de la caricatura Caricatura es la última publicación del imparable Daniel Clowes, autor de Ghost World. En ella ofrece un nuevo catálogo de perdedores y desterrados y las miserias de la sociedad americana. ace ya mucho tiempo que Clowes equiparó la popularidad de un dibujante de cómics ‘famoso’ con la del campeón del mundo de bádminton. Largo tiempo ha pasado también desde que La Cúpula publicara Como un guante de seda forjado en hierro, en cinco ‘cómodos’ comic-books (aunque recientemente ha sido recopilado en un único volumen) y parece que hace una eternidad que vimos a las arreboladas Thora Birch y a la desconocida (quién lo iba a decir) Scarlett Johanson, interpretando a las adolescentes freakies de la adaptación cinematográfica de Ghost World (Terry Zwigoff, 2000). Pero los tiempos cambian y esos cambios están salpicando de lleno al mundo del cómic. Clowes es ahora un artista en proyección imparable: ilustrador de publicaciones prestigiosas (‘The New Yorker’), fuente de ideas golosas para los productores hollywoodienses (es el guionista, junto a Zwigoff, de Ghost World y Art School Confidential) y, sobre todo, es uno de esos dibujantes de cómics ante cuya cada nueva entrega uno se rinde de antemano y sin condiciones. Todo esto viene a cuento por la publicación en España de Caricatura (La Cúpula, 2006) y por lo que se promete para un futuro próximo, nada menos que su Ice Haven (parece ser que a cargo de Mondadori). Hagamos recuento. A los brillantes ‘clásicos contemporáneos’, Como un guante… (La Cúpula, 2005) o el ya mencionado Ghost World (La Cúpula, 2000), siguió el irregular pero no menos bello e inquietante, David Boring (La Cúpula, 2003); entre medias, diferentes números de su inclasificable revista unipersonal, Eightball. Caricatura, confirma lo que ya sabíamos, que estamos ante un artista único, uno de esos genios cuya filiación a épocas y tendencias debe tamizarse siempre por el filtro de su inconfundible marca personal. De hecho, como ya hemos comentado desde estas pági-
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DANIEL CLOWES Caricatura La Cúpula, 2006 108 pp. / 14 euros
nas en alguna otra ocasión, Daniel Clowes es un autor difícil de ubicar. Casi siempre adscrito al estilo underground, sus obras son muy posteriores al nacimiento de los comix a finales de los 60 y, como sucedía con Charles Burns, bastante madrugadoras para ser encuadradas entre las de las nuevas generaciones de dibujantes underground (los Peter Bagge, Dave Cooper o Julie Doucet). Existen, desde luego, autores de su generación con un recorrido e influencias semejantes (se nos viene a la cabeza el británico Hunt Emerson), pero pocos con el brillo expansivo de Clowes. No nos malinterpreten, precisamente luz, lo que se dice luz, no es que abunde en el bagaje artístico del norteamericano; Caricatura es un buen ejemplo. En sus páginas, Clowes despliega un catálogo de perdedores y desterrados sociales, digno de las películas más amargas de David Lynch o Tom Solondz (¿se acuerdan de Happiness? cuyo cartel anunciador, por cierto, fue obra de Clowes). En las nueve historias cortas que componen el volumen, chocamos de frente y sin airbag con el grueso de las miserias que carcomen la sociedad estadounidense: el artista fracasado que malvive y malvende su talento, adolescentes desubicados sin esperanzas per-
En las nueve historias cortas que componen el volumen, chocamos de frente y sin airbag con el grueso de las miserias que carcomen la sociedad estadounidense
sonales o profesionales, el egoísmo insolidario (valga la redundancia) del modelo capitalista más agresivo, etc. Los personajes de Clowes cubren un espectro social amplio de razas, edades y opciones sexuales, pero todos se perfilan bajo el prisma deformante del fracaso; una lente que encaja con sorprendente precisión dentro de la estética grotesca del estilo gráfico de Clowes. Es el suyo un dibujo deudor de aquellos pioneros del underground (Crumb o Shelton), por lo que respecta a la abundancia de tramas, rayados y manchas de un negro espeso, pero, extrañamente se perciben en él con igual claridad influencias de la línea clara, sobre todo en sus perfiles precisos, los contornos cerrados de sus dibujos o en el empleo de colores planos (lean la historia ‘Green Eyelines’). En todo caso, las ‘caricaturas’ de Clowes nada tienen en común con las creaciones amables y optimistas de Hergé o Chaland. Cada protagonista de Caricatura parece esconder un secreto terrible que, de un modo u otro, se trasparenta en su rostro y en sus actos; miserias ocultas que amenazan con desbordarse de un momento a otro (aunque en muchas de las historias de Clowes nunca llegue a ocurrir nada trascendente, convirtiéndose en simples ‘fragmentos de vida’, que oscilan sobre una cuerda floja). Tensión, amenaza soterrada, angustia existencia…, todos ellos son términos aplicables al conjunto de los trabajos de este dibujante. Por eso, Caricatura se muestra hasta ahora como una de sus obras más redondas, porque, pese a su fragmentación formal y
a la atomización de sus ingredientes, condensa casi todo los referentes del universo bizarro de su creador, y diversifica su talento en una exposición detallada de sus constantes artísticas. Supone además una exploración brillante de las posibilidades discursivas que permiten la manipulación del punto de vista o las voces narrativas. Clowes juega con la omnisciencia, con el punto de vista subjetivo o el narrador testigo, dependiendo de sus intenciones narrativas. De este modo, el collage de personajes y situaciones se enriquece al mismo ritmo que marcan sus hallazgos técnicos y conceptuales. Y, frótense las manos, todavía está por llegar Ice Haven, su proyecto más ambicioso hasta la fecha; la continuación perfecta a Caricatura (aunque ésta fue publicada en 1998, antes, por ejemplo, que David Boring). Sin avanzar demasiados datos para no estropearles los placeres de la exploración novedosa, les adelantamos que en Ice Haven la navegación experimental de Clowes (incipiente ya en Caricatura) le conduce por las turbulentas aguas del eclecticismo estilístico y el travestismo gráfico… ¿No empiezan a sentirse impacientes? Rubén Varillas
6 culturas LIBROS NOVEDADES
¿Descubrió Colón América? MIGUEL RUIZ La tumba de Colón Ediciones B, 2006 368 pp. / 17,50 euros
Todo un enigma. Así es el almirante que descubrió América, de quien todavía se investiga dónde nació, dónde fue enterrado y dónde reposan sus restos y que se ha convertido en el protagonista de La tumba de Colón, de Miguel Ruiz Montañez, novela de corte histórico pero alejada de la simpleza que caracteriza hoy en día a este género y que se edita en catorce paises de lengua castellana. La obra se desarrolla con un ritmo y una velocidad narrativa que envuelve al lector y parte de dos hilos conductores: la tumba y la firma del marino, que consta de un conjunto de signos y rayas dispuestos a modo de triángulo «que nadie ha podido descifrar hasta el momento», comenta el escritor. El autor ha accedido a numerosos documentos históricos con más de cinco siglos que se encuentran en la Catedral, el Archivo Nacional y la Academia de la Historia del país centroamericano. De allí ha podido traer legajos que no se conocían sobre la tumba e, incluso, ha aportado informes forenses a los profesores de Granada que investigan los restos encontrados en Sevilla.
El origen de un mito cordobés
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Manual de placeres Erotismo de buen gusto y cánones de belleza actuales en un libro con cantidad de consejos amatorios ste es un libro claramente orientado al regalo o autorregalo navideño. Impreso en un papel lo suficientemente erótico para servir de soporte a las cuantiosas fotografías de Philip James y encuadernado con cierto aspecto de eau pour homme, el volumen en sí es lo bastante atractivo, al menos para cierto tipo de personas, como para hacernos desembolsar los veintiocho euros que cuesta antes de regalárselo a nuestra pareja, la cual probablemente no lea más de una hora antes de corresponder al regalo poniendo alguna cosita en práctica. Bien. Este es un cierto tipo de libros, como de productos en general, que abundan en nuestra época: lavadoras, coches y cruasanes que no pretenden cumplir otra función que la de convencer al posible cliente de que realice la compra. En la mayor parte de los casos, el comprador descubre demasiado tarde que no ofrencen lo que parecían prometer. Por desgracia, la casi totalidad de la infravivienda de lujo que se hace hoy día en España pertenece a este tipo de productos. Por desgracia también, lo hace igualmente la totalidad de los libros de texto. Los coches no pretenden ser prácticos, pretenden ser lo bastante sensuales para ser adquiridos. Afortunadamente, y en contra de las apariencias, este libro no es uno de esos fraudes. He dicho que las fotografías son muy abundantes. Afotunadamente, también son didácticas. Philip James hace un trabajo bastante correcto y totalmente anodino que consigue parecer atrevido siendo en realidad bastante puritano. Su erotismo de buen gusto proviene de la publicidad y la moda (ha trabajado para ‘Vogue’, ‘Cosmopolitan’ y ‘Marie Claire’, entre otras). Puede que usted se pregunte qué es erotismo de buen gusto. Muy fácil: es cuando a los modelos se les ve todo menos la cosita, y estos modelos tienen todos cuerpos perfectos, absoluta-
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NICOLE BELAND Sexo. Todo cuanto querías saber Grijalbo, 2006 304 pp. / 28 euros
mente idénticos unos a otros, dentro de los estrictos cánones de belleza que nos impone la televisión actual. Los rostros no nos miran nunca como en la pornografía, y los chicos y las chicas parecen estar concentrando sus mentes en la compra que harán al salir del trabajo. En el colmo del buen gusto, el modelo negro aparece emparejado con la modelo negra. Pero la fotografía más excitante, sin duda, es la de la solapa, en la que aparece la autora del libro, editora de ‘Cosmopolitan’, ‘Mademoisell’e y ‘Men’s Health’. Sin embargo, este libro nos puede enseñar bastantes cosas. Se divide en dos partes cuyos títulos están bastante mal traducidos como ‘el sexo’ y ‘la sexualidad’. La primera consiste en técnicas y consejos amatorios; en tanto que la segunda es un pequeño manual de anatomía, anticonceptivos, prácticas y orientación sexuales, enfermedades y otros temas carentes de sex-appeal. Las fotografías solo aparecen en la primera parte. La información no es, como reza el primero de los subtítulos, «todo cuanto querías saber», pero sí, como reza el segundo, «un manual práctico para amantes». Lo mejor es la gran cantidad de consejos de tipo erótico: un poco a lo nueve semanas y media, pero vale. Lo peor, el elenco de posturas para practicar el coito, que resulta tan prometedor a primera vista como decepcionante cuando se profundiza en su lectura. No es tan solo que contenga nada más que catorce o quince posturas, no muy claramente diferenciadas a veces, pues al fin y al cabo quince son más de las que practica la mayor parte de las personas a lo largo de su vida; sino que varias de ellas parecen escogidas por su espectacularidad visual, y estan totalmente fuera del alcance del 99% de las personas, en tanto que otras muy dignas de aparecer aquí, no lo hacen. Garcimuñoz
La talla de la felicidad Sin tetas no hay paraíso es un folletinesco relato crítico sobre el modelo de sociedad de los ‘narcos’
LUIS ENRIQUE SÁNCHEZ El tesorero de la Catedral Almuzara, 2006 304 pp. / 19,90 euros
El tesorero de la Catedral toma como base de la trama al personaje histórico del siglo XV, don Pedro Fernández de Alcaudete, «del que únicamente se conoce su truculento final, pero que sirve al autor para profundizar en la compleja personalidad de un hombre que prostituye hasta su conciencia para conseguir el dominio sobre los demás, ayudándose de un extraordinario vigor descriptivo», señala su autor. Sánchez, jefe del gabinete de prensa de la Diputación de Córdoba, narra en El tesorero de la Catedral la historia del bachiller Diego Rivera, «que regresa a la ciudad encontrándola sumida en la miseria y el sufrimiento de la gente del pueblo a los que se suman la presión sobre moros y judíos de España. En este friso convulso y violento, dominado por una Iglesia infectada por la depravación, en la que sobresale la figura del mencionado tesorero de la Catedral», añade. La obra rodea al lector en una aura histórica –mezcla de misterio y tradición– que no deja indiferente.
on su primera novela, Gustavo Bolívar Moreno ha conseguido convertirse en uno de los famosos y controvertidos autores del panorama literario colombiaGUSTAVO no. Además de lleBOLÍVAR MORENO var más de un año Sin tetas no en los puestos más hay paraíso altos de las listas de El Tercer Nombre, 2006 ventas, su ópera pri316 pp. / 13 euros ma ha logrado, gracias a su conversión en telenovela, transformarse en todo un fenómeno social. El ruido mediático que la obra ha provocado no sólo procede de su masivo éxito cosechado en los ámbitos editorial y televisivo, sino también de la polémica generada por su contenido. Basada en hechos reales, Sin tetas no hay paraíso narra la historia de Catalina, una adolescente de catorce años cuya única aspiración vital es aumentarse los pechos para convertirse en objeto de deseo de los narcotraficantes (‘traquetos’, en la jerga colombiana) y poder disfrutar así de sus lujos y comodidades. El camino hacia una talla mayor de sujetador, y, con ello, hacia el ingreso en el oscuro mundo del narco-
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tráfico a través de la vía de la prostitución lleva a la protagonista de la obra a trazar un doble e inverso recorrido, aumentando su decadencia moral a medida que su ascenso social, económico y pectoral se cumplimenta. La denuncia del poder corruptor de los traficantes en Colombia es el tema central sobre el que se articula toda la novela. Inmersos en un mundo dominado por la apariencia y el convencimiento de que todo se puede conseguir con dinero, los ‘traquetos’ no sólo compran el cariño y los servicios de aquellas mujeres que se ponen precio, sino que, con la complicidad de cirujanos plásticos de dudosa profesionalidad, las transforman a su antojo, buscando que sean impactantes y voluptuosas. De ahí que la obra de Bolívar no se limite a ser una fábula moralista sobre la necesidad de los niños de no crecer demasiado rápido o sobre el error que supone que los hombres jueguen a ser dioses modificando el cuerpo según su conveniencia. Por encima de eso, Sin tetas no hay paraíso es un crítico retrato de la podredumbre moral que ha generado en Colombia el ejemplo de los narcotraficantes al ofrecer a una sociedad sin oportunidades ni futuro una alternativa en forma de sueldo seguro a cambio de obediencia y sumisión. La historia de Catalina es presentada por Bolívar como
caso prototípico del daño que puede llegar a hacer esa cultura de ilegalidades, apariencias y dinero fácil en la que casi todo vale más que la vida humana. En su intento de mostrar a la protagonista como una simple víctima de un sistema corrompido, el autor expone el inmenso poder de los narcos, capaces de pervertir todo aquello con lo que entran en contacto. Escrita de forma tremendamente ágil, la obra sorprende por la crudeza con la que presenta la dramática realidad a la que hace referencia. Ese retrato es, sin duda, el elemento más destacable de una notable novela que sólo se resiente del uso de técnicas folletinescas y melodramáticas, que, aunque se aplican sobre una historia de base real, no hacen sino menoscabar la verosimilitud de lo narrado (y, debidamente amplificadas, facilitar su adaptación televisiva, en la que, a buen seguro, se habrá limitado el alcance del fresco social esbozado por el autor). A pesar de ello, la obra resulta interesante por la falta de tapujos y concesiones al decoro con la que muestra una de las caras menos conocidas del narcotráfico, la que muestra, superando maniqueísmos e ideas preconcebidas, su ascenso a la categoría de referente social. Javier Sánchez Zapatero
LIBROS
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NOVEDADES
La asombrosa historia de Bulto MICHAEL GRUBER El chico de la bruja Tropismos, 2006. Colección Tropismos Junior Traducción de Pilar Ramírez Tello 298 pp. / 15,90 euros
Al protagonista de El chico de la Bruja lo llaman Bulto, Feo, Deforme... Parece más un trasgo que un niño humano. Abandonado de pequeño y adoptado por una bruja, con una osa por niñera y un djinn por tutor, sus únicos compañeros de juegos son las criaturas del bosque, cuyo idioma aprende a hablar. Pero cuando Bulto tropieza al fin con el mundo humano, su inocencia no puede superar la profunda crueldad de la gente; se le endurece el corazón y alimenta una venganza que pone en peligro su vida y la de su madre. Sin embargo, estos desastres también harán que Bulto emprenda un viaje en el que se conocerá a sí mismo, un viaje que lo llevará a los reinos de las profundidades de la tierra y más allá de la imaginación humana. Un mundo de familiaridad engañosa, original hasta el asombro, un mundo de crueldad, belleza, leyenda, verdad y, sobre todo, grandes prodigios. El chico de la bruja es la asombrosa historia de un niño criado por una bruja, un gato, una osa y un demonio.
Robert Graves revisa a Dickens ROBERT GRAVES El auténtico David Copperfield Traducción de Antonio Padilla El Aleph, 2006 512 pp. / 28 euros
En 1933 Robert Graves publica esta obra que ve la luz ahora por primera vez en lengua española. De acuerdo con lo que explica Graves a los lectores en el prólogo incluido en esta edición, Dickens estructuró y escribió David Copperfield pensando en las entregas mensuales y en un tipo de lector que hace años que no existe. Con este libro Graves se propone mejorar y modernizar una de las obras más importantes y autobiográficas de Dickens. El David Copperfield de Charles Dickens fue inicialmente publicado en veinte entregas mensuales. Los editores modernos se esfuerzan en ocultar la formidable extensión del libro mediante el empleo de papel fino y tipos pequeños de letra. El tipo pequeño y fatigoso acaso sea el principal elemento disuasor de la lectura del Dickens original. La moderna dificultad para leer a Dickens se basa en la continua disposición del autor a sacrificar la sencillez y coherencia de la escritura en beneficio de la explotación comercial de la hoy desaparecida fórmula ‘Querido Lector’.
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Los sótanos de la barbarie Revisar hoy la demoledora Represalia, de Gert Ledig, es un ejercicio contra la perversión de la historia aya la advertencia por delante: si usted no ha sabido nunca lo que es sudar mientras lee, acérquese a este texto. Si piensa que lo más parecido al terror que se ha escrito nunca es El corazón de las tinieblas, es porque no se ha enfrentado a Gert Ledig y a esta obra, demoledora y de un efecto turbulento en todas las trazas del ser humano, que, no sin justicia, fue muy cuestionada en 1956, tras su primera publicación. Y decimos no sin justicia, pero sí con falta de criterios literarios y humanos, pues es justo, si uno es sensible, que no le agrade la lectura de Represalia, un libro que pretende y consigue poner las cosas en su sitio, y las cosas de las que habla son lo peor de la humanidad, lo peor de la historia, aquello a lo que nadie se atreve a mirar de frente. De ahí el miedo que se tuvo a ensalzarla. Y de ahí la maravillosa oportunidad que es leerlo en estas fechas; este es un libro que deberían leer todos los que han apoyado y justificado los últimos bombardeos genocidas (y me refiero no solamente a políticos o pseudointelectuales, sino también a la gente de la calle), casi todos ellos sucedidos en Oriente, pues nos remite a lo que realmente sucede bajo las bombas, por culpa de las bombas: que la gente muere, que mueren las personas, como tú, como yo, como nuestras familias. Claro está, que todos los que apoyaron o justificaron esos genocidios bajo la bandera de una supuesta liberación (que irónica es la forma en que se repite la historia: así conquistó Roma su imperio) antes que nada deberían aprender a leer, cosa que a su edad es muy difícil. Represalia es un mosaico al que el lector asiste sin que medie un narrador. Ledig utiliza un lenguaje exacto, sin concesiones, sin adjetivos, casi sin atributos, para limpiar la distancia entre los sucesos y su percepción. El efecto que produce este uso que calificaríamos como mínimal si estuviéramos hablando sobre lo cotidiano, es perturbador, desconcertante: la verosimilitud extrae el oxígeno de los cuadros, de las historias y nos asfixia. Como ya po-
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GERT LEDIG Represalia Traducción de Rosa Pilar Blanco Minúscula, 2006 232 pp. / 16,50 euros
drá imaginar quien lea esta reseña, Ledig viaja hasta la guerra para plantearse dónde están los sótanos de la barbaridad. En este caso, se centra en un puñado de horas, las que transcurren en una ciudad alemana durante uno de los bombardeos de represalia del ejército aliado, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando no quedaba guerra que ganar y nada más que destruir que cientos de miles de vidas, casi todas ellas de mujeres, niños y ancianos, que habitaban los escombros de un país. La verdad es que estos bombardeos, como el descrito en Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, como las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, pueden considerarse como los mayores actos terroristas de la historia. Otra cosa es que no esté bien decirlo. De alguna forma estamos tratando con una novela de situación. Ledig escoge cuadros cortos, a cual más horrible, que alterna como se alternan las torturas en una estampa del infierno: un aviador norteamericano, que soltó sus bombas sobre el cementerio, será condenado por quienes lo encuentren; Una mujer recorre la ciudad en bicicleta confiando en ver por última vez a su hijo; un grupo de soldados asiste a la masacre de los niños de una escuela; un soldado se desespera por ir a la estación para comprobar que su mujer y su hijo partieron a tiempo; un señor maduro está atrapado con una muchachita bajo los escombros y allí comenzará una violación que terminará con un coito y con una serie de reacciones inexplicables de los protagonistas, inexplicables porque lo que está sucediendo sobre ellos carece de lógica, carece de sentido, carece de sentimiento. Y es que quienes mueren son personas: por eso mueren, porque para ser persona hay que estar vivo. Y ya está bien, que, como comprobará quien lea esta reseña, uno no puede dejar de sentir una rebelión interior tras leer Represalia, por eso es una gran novela. Ricardo Martínez Llorca
Con la vista en las raíces Tomás Álvarez hace en El canto del alcaraván una crónica del desmoronamiento de la sociedad rural ay en la cultura española intelectuales que no olvidan sus orígenes rurales de la posguerra. En su condición de aristocracia cultural subyacen vivencias personales tan intensas TOMÁS ÁLVAREZ que se convierten El canto con frecuencia en del alcaraván paradigma univerTabla Rasa, 2006 sal de variadas refe286 pp. / 18 euros rencias. Una de ellas es la preocupación por una cultura milenaria que empieza a dar los últimos estertores. Abundan los escritores que quieren ser cronistas de este desmoronamiento imparable y dramático. Este es el caso del cepedano Tomás Álvarez, que, situado en las altas cotas del periodismo nacional, no olvida el proceso de destrucción y muerte que siguen sus tierras de nacimiento. Éste es el trasfondo argumental que sirve de soporte literario a su novela El canto del alcaraván, un ave totémica en el pasado, pero desconocida por las nuevas generaciones. No estaría demás llevar a cabo una relectura de Alfanhuí, la admi-
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rable novela de Rafael Sánchez Ferlosio, en la que el alcaraván tiene un admirable significado. El comienzo de la novela es un comienzo lírico en principio. Al aire que silba se une «el indescifrable gorjeo del agua transmitía una sensación de frescor; llegaban desde muy lejos los extraños cantos nocturnos del alcaraván». Pero son cantos que el lector deberá considerar como negativamente premonitorios al final de la obra. Es la víspera de la fiesta de Vallegrande, pero la celebración será el final de un ciclo histórico, como el canto del alcaraván es el final de una especie ornitológica. El ambiente de este bello pueblo es el escenario de múltiples soledades. Se anticipan los detalles de un final, al que colaboran las actitudes de distintos personajes del pueblo, actitudes que son índice de un cambio social, distinto al comportamiento secular de esas gentes. El novelista anticipa gestos que no corresponden a lo que este pueblo fuera en otro tiempo. La humanidad de Vallegrande va sintetizándose paulatinamente en dos personajes: José Onésimo (de connotaciones onomásticas fácilmente identificables) y Demetrio, simbolizan los extremos del mundo rural: la tradición de familia clási-
ca y la de la familia desarraigada respectivamente. Con todo, ambos personajes, distintos entre sí, representan uno de los más hondos sentimientos humanos, el de la soledad y la falta de horizontes personales. De ahí que ambos sean denominados ‘desertores’ en el capítulo quinto, dado que han decidido ampliar su horizonte vital. De forma bastante gratuita e injustificada, aparecerán en Madrid, en un curioso proceso del deus ex machina. Madrid será la etapa intermedia de este proceso vital. En la capital de España los dos amigos de Vallegrande quedarán pertrechados para iniciar nuevos rumbos vitales y profesionales, que hallarán su materialización en tierras del Mediterráneo. Así comienza la segunda parte de la obra, el ‘libro segundo’. Madrid ha sido el punto central de la diáspora, psicológica y profesional. A partir de este momento, José Enésimo y Demetrio confirmarán trayectorias brillantes en lo profesional, pero sombrías en lo íntimo. Todo conduce a un desenlace dramático. En el fondo, el lector piensa si no subyace un mensaje en estas páginas: el clásico… menosprecio de la corte y alabanza de aldea. No sería el peor de los mensajes que la obra puede ofrecer. Nicolás Miñambres
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Un ‘best seller’ muy digno GUILLAUME PRÉVOST Los siete crímenes de Roma Traducción de Cristina Zelich Tropismos, 2006 310 pp. / 19 euros
Roma, diciembre de 1514. Unos días antes de Navidad, un joven decapitado aparece sobre la estatua de Marco Aurelio. Una inscripción hecha con sangre firma el crimen: «Eum qui peccat...» («A quien peca...»). Poco tiempo después aparece un anciano en el Foro, desnudo, muerto y atado a una escalera. La columna de Trajano desvela su fúnebre secreto y el final de la frase: «...Deus castigat» («...Dios castiga»). La sangrienta puesta en escena no ha hecho más que empezar... Leonardo da Vinci, que acaba de instalarse en el Vaticano, donde se dedica a sus trabajos de anatomía, pintura y óptica, se apasiona por el caso. ¿Cuál es el mensaje escondido en los lúgubres detalles que rodean a las víctimas? ¿Acaso se desafía al Papa y la cristiandad? Con la ayuda de Guido, un joven estudiante de medicina, el pintor intenta desenmascarar a un asesino que demuestra tanta inteligencia para alejar de él las sospechas como crueldad para ejecutar a sus víctimas.
Escritores de lengua viperina ALBERT ANGELO Escritores contra escritores El Aleph, 2006 304 176. / 16 euros
Escritores contra escritores es un testimonio zoológico de lo que sucede cuando se deja en libertad a los productores de literatura, esos animales ponzoñosos. Pues el escritor, como un depredador en periodo de hibernación, pasa gran parte de su tiempo entre cuatro paredes, aislado, enfrentado a la difícil tarea de la creación, alimentando la fragua de su descontento. Cuando estos periodos terminan y el escritor abandona la guarida, su cuerpo es un hervidero de adrenalina y hambre social, y su boca un cañón que sólo desea la destrucción del competidor, socio, aliado o transeúnte. Escritores contra escritores recopila andanadas, envidias, humillaciones y piques de escritores de todo el mundo; pues, como el libro demuestra, su talento puede dar los mejores frutos cuando se aplica a la vil injuria. ¡Sepárenles, por el amor de Dios!. Un ejemplo: «Me parece una mala escritora simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea escritora, es una ‘escribidora’». Lo dijo Roberto Bolaño contra Isabel Allende
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 12 de noviembre de 2006
La España olvidada La editorial Menoscuarto recupera una colección de relatos de los escritores del exilio republicano español a recuperación de la memoria cultural del exilio republicano continúa siendo, treinta años más tarde del final de la dictadura, una de las asignaturas pendientes de la democracia española. Salvo casos puntuales como los de Francisco Ayala, Max Aub, Ramón J. Sender, Rosa Chacel o los poetas de la Generación del 27, la mayoría de los autores que tuvieron que huir tras el desenlace de la Guerra Civil Española son aún hoy desconocidos para el gran público. Ausente de planes de estudios académicos, fondos bibliográficos y catálogos editoriales, su obra está excluida de los cánones literarios nacionales. Esa falta de integración en la tradición cultural resulta especialmente preocupante si se tiene en cuenta la riqueza intelectual y artística del colectivo que se vio obligado a abandonar el país en 1939. De ahí que iniciativas como la publicación de Sólo una larga espera. Cuentos del exilio republicano español sean tan necesarias como plausibles. Prologada, anotada y editada por Javier Quiñones, la antología incluye una veintena de cuentos y microrrelatos de escritores desterrados y recupera obras de autores en permanente anonimato como José Ramón Arana o Martín de Ugalde, conformando así una oportuna e interesante aportación con la que contribuir a la ansiada recuperación de la herencia literaria del exilio republicano. A pesar de que fueron calificados sistemáticamente de ‘antiespañoles’ y ‘enemigos de la patria’ por la retórica franquista, los autores exiliados hicieron de España y de su compromiso contra la dictadura los principales ejes articuladores de sus obras. Desde sus lugares de acogida, concibieron sus creaciones como un continuo mirar hacia el territorio abandonado. Alejados del país, la escritura fue el único modo que tuvieron de seguir en él. La obsesiva presencia de la tierra perdida se manifiesta en los relatos incluidos en la antología a través del recuerdo del pa-
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VARIOS AUTORES Sólo una larga espera. Cuentos del exilio republicano español Edición de Javier Quiñones Menoscuarto, 2006 326 pp. / 16 euros
sado español (como en los cuentos de Arturo Barea y de Paulino Masip, que ponen de manifiesto algunos de los dramas sociales de la España prebélica), de las referencias a la Guerra Civil (presentes en ‘El Tajo’, de Ayala, o en ‘¡Viva la muerte!’, de Manuel Chaves Nogales), de la cotidianeidad, el desarraigo y los problemas del colectivo exiliado (reflejados en ‘Para la próxima figura de barro’, de Manuel Andujar o en ‘Orleáns, 3 kilómetros’, de Mercè Rodoreda), de la imposibilidad de volver a la tan deseada España (expuesta en el cuento de Martín de Ugalde, que demuestra que todo destierro implica siempre un ‘destiempo’ que hace imposible retomar aquello que se perdió)… Compuestos en la misma situación, los textos de los exiliados generan respuestas literarias comunes. Además de por su valor al servicio de la rehabilitación de la cultura de un colectivo condenado al silencio y a la marginalidad, la compilación resulta interesante por su indudable calidad literaria, destacando, dentro del buen tono general, los cuentos de Ramón J. Sender y Max Aub. Mientras que el primero (‘Despedida en Bourg Madame’) sorprende por la inclusión de materiales autobiográficos, el segundo (‘La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco’) narra la historia de un camarero mexicano que, harto de las discusiones de sus clientes exiliados sobre su experiencia en la Guerra Civil, decide viajar a España y matar a Franco, convencido de que sólo así podrá librarse de la incómoda presencia de los españoles en su establecimiento. Irónico, crítico y melancólico, el relato de Aub pone de manifiesto el abrupto trauma que supone el exilio, que condena a quien lo sufre a vivir constantemente anclado en el pasado, resultando, en definitiva, una de las más originales y brillantes muestras de la literatura del exilio republicano. Javier Sánchez Zapatero
¿Dónde está la culpa? Jean Améry busca el sentido de la existencia en un ejercicio de introspección difícilmente superable odo esto: vivir, haber vivido, no puede ser inocente. «En todas partes y en ninguna había culpa, entonces la idea de expiación carecía también de justificación lógica». ÉsJEAN AMÉRY ta es una de las últiAños de andanzas mas frases de este linada magistrales bro, de esta Trad. de Marisa Siguan y magnífica obra que Eduardo Aznar pertenece a cualPre-Textos, 2006 quier género y a to195 pp. / 18 euros dos ellos a la vez. Dado el origen autobiográfico, sin similitud con otras memorias, uno puede pensar en libros como Coto vedado, de Juan Goytisolo, a quien hoy más que nunca cabe reclamar, y dado el perfil mestizo de la obra a uno se le ocurre, a bote pronto, recordar los libros de W. G. Sebald, un escritor con tendencia a caer en el letargo de lo depresivo, excepto en su obra maestra, Los emigrados. Pero creo que Años y andanzas nada magistrales es muy superior a los textos mencionados. Porque aquí la culpa y la expiación, que ya dieron título a su excelente ensayo sobre el conflicto sentimental gestado tras la supervivencia en los campos de exterminio (Más allá de la culpa y la expiación, Pre-textos, 2001), están presen-
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tes mientras busca el sentido de la existencia en un ejercicio de introspección difícilmente superable. Dividido en seis etapas vitales, el libro es un ensayo y es pura literatura. En cada una de las etapas se engloba uno de los procesos de maduración de un hombre, de Jean Améry, quien explica, sin pretenderlo, las razones que le van llevando a elegir una y otra formación cultural, uno u otro lenguaje, e incluso el cambio de nombre. En realidad, Jean Améry es el sobrenombre que Hans Mayer escogió cuando fue adoptado por Bélgica tras sobrevivir a esos episodios deleznables que más vale no mencionar, ya que él siempre fue tan austero y discreto a la hora de presentarlos. Llama la atención, en la disposición formal, el recurso a que acude cambiando constantemente de persona, mencionándose como yo, tú o él, a veces en una misma frase. Así, Améry va entablando un diálogo en el que aparecen, aquí y allá, frecuentes reproches, la mayoría debidos a su falta de previsión, a su incapacidad para leer las situaciones y prever el futuro, lo cual va cuestionando su elección trascendente, la de concentrarse en el mundo intelectual, una decisión que apenas resultó de utilidad en los momentos críticos. Varios son los ejes sobre los que crecen estas reflexiones, siempre basadas en la auténtica habilidad de un ensayista que es la meditación sobre
la experiencia, en la introspección cabal como apoyo para seguir escribiendo; uno de los ejes es la historia de la primera mitad del siglo XX; otro es la postura de los intelectuales en cada época; otro, mínimo, son sus datos biográficos; otro sus lecturas y el porqué de ellas; y el más importante, la valoración anímica o el cuestionamiento de los valores. Como comenta Marisa Siguan en una introducción que analiza perfectamente el libro: «una subjetividad planteada como voluntad de expresión de verdad, como autenticidad de pensamiento». Améry comienza indagando entre los paisajes y libros que le formaron y termina con una serie de conclusiones demoledoras sobre la miseria de la historia del pensamiento, que es los pensamientos superados o falsamente superados, como intenta probar mostrando su aversión por un estructuralismo que, alguien supone, suplantó la esencia del existencialismo en el pensamiento humanista europeo. De ahí que el maestro Améry mencione el papel de intelectuales como Foucault o LeviStrauss: portadores del signo de la pérdida del ser humano. «El hombre que reclamas… quizás no fue realmente más que ideología». Pues eso, maestro: quizás. Y quizás deberíamos seguir buscándole. Ricardo Martínez Llorca