culturas
N° 56 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 8 de enero de 2006
Afueras de Argel: dos niños jugando al poli y al terrorista, de Michael von Graffenried, reproducida en la portada de Doble blanco, en la edición de Zoela
Bajo ese dulce nombre de mujer, Mohamed Moulessehoul 5 ha escrito una trilogía brutal y vigorosa sobre la corrupción, el integrismo y el poder en Argelia, que ahora se reedita.
YASMINA KHADRA
4 HANUSSEN
7 HAROLD PINTER
También llamado ‘el mago de Hitler’ y ‘el Rasputín alemán’, es retratado por Jesús Palacios en una biografía rigurosa y atractiva.
Destino edita Los enanos, la única novela que ha escrito el último Nobel de Literatura, una obra de juventud en la que ya destaca el diálogo.
N°56
2 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 8 de enero de 2006
omienza el año y revisamos uno de esos lique nos hacen confiar en la novela necgrabros como un género necesario. Durante años, el mundo editorial francés se preguntaba de dónde había salido una tal Yasmina Khadra, una mujer que escribía de una manera brutal sobre la Argelia actual. En tres novelas, que componen la llamada Trilogía de Argel que ahora se reedita en un sólo volumen, el inspector Llob se sumergía en medio de un caos de violencia propiciada por una extraña ‘entente’ entre los
fundamentalistas, la élite política y los grandes grupos financieros del país, en medio del desinterés y la corrupción policial. Un arranque nihilista que tenía detrás del seudónimo femenino a un antiguo comandante del ejército que escondió su verdadero nombre porque la violencia de sus novelas era una mera trascripción de la realidad. Ya les habíamos hablado de él alguna vez por aquí y hoy lo hacemos con más detalle. Para empezar con buenos propósitos, Yanisbel Victoria Martínez nos invita a ‘viciarnos’ con el
teatro, ese arte que, cuando se hace bien, habla de nosotros mismos y es una vía de (re)conocimiento y disfrute. Nos acercamos a dos personajes a través de sus biografías: el misterioso Erik Jan Hanussen, un mago, vidente e hipnotizador judío que se acercó demasiado a un poder nazi en plena expansión; y Enrique Urquijo, un hombre tímido que se expresaba muy bien en sus canciones. Además, reseñas de Harold Pinter, una nueva entrega de Balló y Pérez, Juan Cruz y Ramón Grande del Brío.
Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es
1 ME SABE A HUMO En una semana de eso que ya se conoce como ‘La Ley’ o ‘Lo del Tabaco’ ya podemos constatar un efecto: hacer a los adictos conscientes de su adicción. Sobre todo a los que trabajan. Es curioso ver a los grupitos de fumadores a las puertas de sus empresas, apurando hasta ‘la pava’ sus cigarrillos fumados apresuradamente, mientras se discute sobre la hipocresía general en materia de drogadicciones y otros detalles legales. Si sirve para fomentar la comunicación y el intercambio de rumores sobre cómo le va a los ‘nuestros’ en otros lugares, bienvenida sea. Si usted tiene un trabajo en el que pasa esas casi diez horitas diarias –ahora el Gobierno parece que también quiere que pasemos menos tiempo en el curro–, acabará dejándolo por aburrimiento, que como decía el hombre del año, Allen Carr, el del librito, no está bien eso de espaciar las tomas. Si opta por la vía recalcitrante y se niega a hacer seguidismo de esa especie de folleto ‘Doce meses, doce causas’ en que se está convirtiendo el BOE, el Higronauta (higronauta.blogspot.com) ha preparado una recopilación sobre el tema que incluye canciones de Víctor Jara, Sara Montiel, Javier Krahe y el famoso ‘hit’ de Los Chunguitos, Me sabe a humo, que en su segunda estrofa dice: «Yo con un pitillo me siento feliz y mirando el humo me olvido de ti». Y recuerde que fumar perjudica seriamente su salud.
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SOBRE LO BIZARRO Quizá uno de los elementos constitutivos de lo bizarro –corriente tan de moda entre los que hace poco dejaron de ser jóvenes– sea el paso del tiempo y el cambio de contexto. Algo que hoy es oficial, estándar, publicitado, mañana será más o menos bizarro en una proporción directa a la cantidad de empeño y de pretensión que se ponga en la primera fase. Desde este punto de vista, esta ley del tabaco es bizarra desde ya y será glosada por los ‘mondobruttistas’ del mañana. También el punto de vista hace pasar a los objetos, costumbres y acontecimientos a esa categoría cultural. Como Internet está lleno de puntos de vista y la blogosfera más, un grupo de ‘detectores de rareza en lo cotidiano’ han acabado asociándose en el sitio Bizacoras.net, que no es más que un
espacio para dar a conocer los últimos hallazgos de estos buscadores de tesoros. Entre ellos está, por ejemplo, Punio (punio.blogspot.com), un amante de lo gráfico que muestra, por ejemplo, esos cuadernos de rotulación de nuestra infancia que aparecen reproducidos a la derecha, y que nos hacen ver muy bien qué tipo de educación recibió la generación criada en los últimos años del franquismo. No me extraña que sean bizarros.
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VIDA Y COLOR Es el nombre de una colección de cromos de aquellos años, y también de la primera película de Santiago Tabernero, que obtuvo el premio al mejor realizador joven en la última Seminci y ahora acaba de estrenarse. En ella, se cuenta la historia de un adolescente de barrio de descampado que trata de encontrar su lugar en el mundo mientras agoniza el longevo dictador. Si Tabernero no se ha envalentonado con el premio y ha retocado un poco el final en estos dos meses, resulta una película recomendable por la sencillez de su historia, su buena ambientación y su sensación de autenticidad, revelando algo de lo que en esa pesadísima serie que es Cuéntame no se ve. «Que no se ve, Merche, que te lo digo yo que no se ve», diría el progenitor de los Alcántara. En su pase en Valladolid, un crítico de los de toda la vida no podía contenerse ante un final apresurado, mal resuelto y hasta disparatado que afeaba el resto de la bienintencionada película. Yo les recomiendo, si sigue en cartelera, La cosecha de hielo, que sin ser ninguna obra maestra, es divertida, ácida con estas fechas que acabamos de pasar y realiza un bonito homenaje al cine negro clásico, con su mujer fatal, su botín y sus matones. Algo entre ¡Jo que noche!, Fargo y Atraco perfecto.
4 TOMA EL DINERO Y CORRE Eso le habrán dicho a Pepe Navarro al despedirle cuando acababa de empezar. Su programa resultó un fiasco y merecía programarse en el Canal Nostalgia, pero tampoco está bien hacer leña del árbol caído, aunque TVE se está hundiendo para siempre. En el blog ‘Electroduende’ hablan de los entresijos de esta muerte anunciada. Darán que hablar.
Arriba, Connie Nielsen, mujer fatal en Cosecha de hielo. Mazinger en la Gran Vía de Madrid y un argumento de peso para dejarlo: «Jesús te odia cuando fumas»
Sobre estas líneas, ejemplos de objetos bizarros: los cuadernos de rotulación como educación que entra por los ojos
TEATRO
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El teatro como fuente de virtud Un buen propósito para comenzar el año: ir al teatro. Foro de encuentro y discusión, espacio para reír y llorar y, sobre todo, una vía de conocimiento. Ser cultos es otra forma legítima de ser libres. «Ha de irse al teatro a fuente de virtud: a templar el alma para lo difícil, a no perder el hábito de lo heroico, a familiarizarnos con lo extraordinario, de que la faena diaria nos aparta: a cobrar fuerzas». José Martí
asea ya el año nuevo entre nosotros y desplaza del calendario al 2005. Detrás quedan las fiestas navideñas, con sus consabidas comidas, regalos y encuentros. Llega el 2006 y volvemos al ritmo acostumbrado de trabajo, estudios, deberes familiares… Como cada enero retornamos a las usanzas habituales, a las rebajas de invierno, a los días del frío más cruel… Como cada enero hacemos esa enumeración de tareas, de pequeños y grandes objetivos a cumplir, de retos personales a superar: aprender nuevos idiomas, realizar por fin el viaje deseado, comenzar los entrenamientos en el gimnasio, dejar de fumar, obtener el carné de conducir, finiquitar asuntos pendientes; y así listas y listas que son tan variopintas y disímiles como quienes las hacemos. En este repertorio de tareas para el nuevo año, ¿por qué no incluir también el arte y la cultura como objetivos necesarios? ¿Por qué no proponernos ir más al cine, a los museos, a las salas de exposiciones y sobre todo al teatro? ¿Por qué al teatro? ¿Por qué esta exigencia, esta necesidad? El teatro es un arte sincrético y vive más que ningún otro en relación con el resto de disciplinas artísticas. Ha sido a lo largo de la historia y las culturas, un espacio de encuentro y reflexión, un foro donde reír y llorar por igual, pero sobre todo una vía de conocimiento para sus hacedores y el público. El teatro, o más bien, los teatros, siguen siendo barricadas, lugares de resistencia contra la violencia del mundo, tribunas contra la necedad política y la pereza intelectual; por tanto el arte teatral está intrínsecamente comprometido, de manera ideológica y estética, con la sociedad que lo gesta. Edward Bond, dramaturgo y teatrólogo inglés contemporáneo,
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Representación de Adán y Eva, por Cachivache Teatro / FORMIGO
afirma que «ni la cólera ni la Apocalipsis serían suficientes para aplacar esta necesidad». El teatro habla de las causas de la congoja y de las fuentes de la fuerza del hombre. El teatro nos confronta con igual pujanza a nuestros crímenes y a nuestra inocencia, a nuestras penas y alegrías, a nuestras luces y sombras, y a todo lo esencial de nuestra existencia. Por eso, una y otra vez, hemos de volver a él como fuente de virtud. Desde la Fundación Municipal Salamanca Ciudad de Cultura –institución que programa el mayor volumen de espectáculos tea-
trales en la ciudad–, dos nuevas iniciativas podrían incentivar a los salmantinos, en el 2006, a asistir más, y con resuelto ímpetu, al teatro. Por un lado, la creación de un programa llamado ‘Sala Marte’, cuya vocación es llevar a los escenarios de Salamanca espectáculos teatrales, danzarios y musicales, de artistas menos ortodoxos, que orientan su trabajo hacia direcciones más experimentales. Dentro del panorama teatral de la ciudad, bastante conservador en su conjunto, abrirle puertas a compañías más innovadoras, es una propuesta plausible, mas sobre todo necesaria.
Algo muy válido para los artistas –que hallan un espacio donde compartir su obra–, y para el espectador, que enriquece y actualiza así su cultura teatral. Por otro lado, la nueva tarjeta ‘Amigo de la cultura’ permitirá acceder a descuentos en espectáculos y publicaciones, asistir a ensayos generales, encuentros con actores y artistas, entre otras ventajas. Aunque los euros que se podrán economizar no representan una cantidad significativa –un 20 % de la tarifa completa–, son al menos un pequeño paso para hacer que las artes del espectáculo sean más accesibles a todos,
y no un producto de consumo para unos pocos privilegiados. Vayamos pues al teatro, en familia, con amigos, solos, en invierno y en verano, a pensar, a reír, a sorprendernos, a ver a los actores famosos y a conocer a otros tantos, a aplaudir a compañías locales o extranjeras, a encontrarnos con autores prestigiosos o debutantes, a repasar los clásicos o descubrir las nuevas tendencias; en fin, a aguzar los sentidos, a aprender siempre… Ser cultos es otra forma legítima de ser libres. Yanisbel Victoria Martínez
4 culturas LIBROS
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Auge y caída de Mr. Hanussen Jesús Palacios ha realizado una estupenda biografía del que fuera considerado ‘mago de Hitler’, en la que nos presenta a un hombre contradictorio, ambicioso y de gran talento, a la vez que retrata el espíritu de una época turbulenta que marcó el siglo XX. ausa cierta fatiga pasear por las librerías y encontrar los escaparates copados por libros que pretenden reescribir la Historia basándose en quimeras de distinto pelaje. Conspiración y ocultismo son los dos ingredientes que ahora debe de tener cualquier libro de éxito masivo que se precie: sobran los ejemplos. Parece que la sobreexposición a la información crea un lado de sombra, un ansia de saber qué hay más allá, que editoriales y medios de comunicación explotan convenientemente. Pues bien, la biografía que ha escrito Jesús Palacios sobre Erik Jan Hanussen no es otro de esos libros que pretenden la cuadratura del círculo. Muy bien documentado, el autor no afirma nada que no pueda comprobar, desmiente tópicos y presta atención tanto a la Historia como a la leyenda, poniendo a cada una en el lugar que le corresponde. La vida y la época de Hanussen ya fueron lo suficientemente fascinantes para que hubiera que inventarse nada. ¿Quién fue Erik Jan Hanussen? Nació en Viena en 1889 y su cadáver fue encontrado en un bosque a las afueras de Berlín el 7 de abril de 1933, con tres disparos, dos de ellos en la cabeza. Entre estas dos fechas, su historia es de las que se definen dramáticamente como de ‘ascenso y caída’. Herschmann-Chaim Steinschneider era su verdadero nombre, que revela su origen judío. Hijo de un comediante frustrado, hará una carrera desde lo más ínfimo del circuito de variedades hasta el estrellato como mago, vidente e hipnotizador. Rebautizado con el más comercial y sugerente Hanussen, fue adquiriendo una fama que le llevó a actuar en los mejores teatros, a resolver casos que la policía había dejado por imposibles, a ser juzgado y ab-
JESÚS PALACIOS Erik Jan Hanussen Oberón, 2005 360 pp. / 18 euros
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Arriba, Erik Jan Hanussen. Abajo, a la izquierda, una sesión en su Palacio del Ocultismo, sorprendentemente parecida a la que Fritz Lang filmó para una de sus películas del doctor Mabuse
suelto por fraude, a permanecer desterrado, a abrir en Berlín su propio Palacio del Ocultismo, a tener un yate –el Ursel IV, en el que la palabra orgía alcanzaba su máxima expresión– a frecuentar a los artistas e intelectuales de la República de Weimar, a mantener varias publicaciones periódicas y a ser considerado, después, el mago de Hitler, la persona que le enseñó a dominar escénicamente a las masas, el que predijo
su futuro triunfante y también su derrota, el que días antes ‘vio’ el incendio del Reichstag, el acontecimiento que dio pie al Tercer Reich. ¿Pero fue Hanussen un verdadero adivino o un tipo listo y ambicioso que supo ‘leer’ el revuelto clima social de la época? Ni siquiera él mismo lo sabía. Palacios hace hincapié en una dualidad que estaría presente a lo largo de su vida. Por un lado, en-
¿Fue un verdadero adivino o un tipo listo y ambicioso que supo ‘leer’ el revuelto clima social de la época? Ni siquiera él mismo lo sabía
cantaba a las masas con sus espectáculos llenos de prodigios y, al mismo tiempo, revelaba en los periódicos los trucos que había utilizado para conseguirlos. El retrato que Palacios hace de él nos lo muestra como un buscavidas que no dudaba en cambiar de personalidad, que trabajó como periodista especializado en informaciones turbias y chantajes, un ‘artista’ tirano buscando siempre la excelencia de un espectáculo que le permitiera ascender en fama y relevancia, y finalmente, en un hombre que se acercó a los nazis a pesar de su origen judío, y que no quiso huir cuando las cosas empezaron a ponerse muy feas para los suyos. Quizá porque se creía demasiado importante. Palacios utiliza el personaje para acercarnos, además, a una época determinante en la historia del siglo XX. Aquella Weimar turbulenta de cabarets en la que se estaba fraguando el germen del totalitarismo, en la que disciplinas esotéricas como el hipnotismo y la mesmerización triunfaban y querían revestirse por primera vez de carácter científico. Palacios aventura la hipótesis de que Hanussen y Mabuse –el personaje que popularizaran las películas de Fritz Lang, tomadas como metáfora de la hipnotización de toda una sociedad– tienen mucho que ver, que cada uno tomó cosas prestadas del otro. Jesús Palacios, que ha tratado en otras obras temas satánicos y vampíricos, ha realizado una biografía que no sólo plasma la poliédrica personalidad del mago y de su leyenda, sino el espíritu de una época y del mundo del espectáculo, y lo ha hecho con honestidad, dedicación y vigor narrativo. Que, con la que está cayendo, ya es mucho. Antonio Marcos
LIBROS
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Yasmina Khadra fue durante años una ‘escritora sin rostro’. Tras ese nombre se escondía un antiguo comandante del ejército de Argelia, cuyo retrato del poder, la corrupción y el integrismo en su país reedita ahora la editorial Almuzara. unque la mejor forma de conocer un pueblo es convivir con él, en ocasiones la literatura se convierte en una buena forma de aprendizaje cultural. Ficción y realidad son cosas diferentes, y no conviene tomar a la primera siempre por fiel reflejo de la segunda, pero determinados autores hacen con sus obras retratos fidedignos y diagnósticos certeros de las sociedades en las que transcurren sus tramas novelescas. Desde que Dashiell Hammett y los autores hard-boiled dotaron de estética, realismo y crítica social a la literatura que Edgar Allan Poe inventó a mediados del siglo XIX con Los crímenes de la calle Morgue, el género negro se ha convertido en una de las más eficaces y entretenidas formas de radiografiar la realidad contemporánea. Con la creación de personajes como Sam Spade, el detective de la Continental o el ya mítico Philip Marlowe, los investigadores pasaron de ser ojos analíticos que se fijaban en las motillas de polvo ocultas entre las huellas del lugar del crimen a ser ojos críticos que miraban con recelo lo que ocurría a su alrededor. Morituri, Doble blanco y El otoño de las quimeras, las tres obras que forman la recientemente reeditada Trilogía de Árgel (publicada por primera vez en España en 2001 por la editorial Zoela), son buena muestra de esa capacidad crítica de la literatura negra. La compleja situación política y social que vive el país africano, constantemente al borde de la guerra civil entre demócratas y teócratas desde hace más de una década, es reflejada sin tapujos en unas novelas donde se exponen los traumas derivados de la independencia de Francia, la brutalidad del integrismo radical islámico, la corrupción de los Cuerpos de Seguridad del Estado y los intereses comerciales de los sectores más pudientes. Esta disección social, empeñada en no dejar títere con cabeza incluso en las bases populares responsables del masivo crecimiento electoral del Frente Islámico de Salvación (FIS), provocó la conversión del autor de los tres libros en enemigo y blanco a seguir por el Estado, la violencia integrista y las
culturas 5
Comandante Yasmina
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Mohamed Moulessehoul, autor de la Trilogía de Argel bajo el nombre de Yasmina Khadra
adineradas minorías empresariales argelinas. De ahí que Mohamed Moulessehoul, antiguo comandante del ejército de Argelia, tuviera que esconderse durante años bajo el pseudónimo de Yasmina Khadra. La identidad de la autora francófona de dulce nombre que retrataba con violencia y crudeza la realidad argelina fue uno de los más inexplicables misterios de la escena negra durante la década de los noventa, en la que Khadra consiguió vender más de cincuenta mil ejemplares en territorio galo y fue traducido a varios idiomas, entre los que, curiosamente, no se encontraba el árabe. Convertido en ‘escritora sin rostro’, el autor argelino pudo escapar de la censura mili-
tar a la que le sometían sus superiores para impedirle escribir y de las presiones de las elites culturales, religiosas, económicas y políticas, causantes (y en algunos casos instigadoras y beneficiarias) de la esquizofrenia social que azota al país magrebí desde 1992 y que se ha cobrado ya más de 50.000 muertos. El encargado de narrar la dislocada realidad argelina en las novelas que integran la Trilogía de Árgel es el comisario Brahim Llob, un personaje entristecido que, en lugar de resignarse y mirar con pesimismo cómo se desangra su patria, afronta su rol de servicio público y se rebela con rabia contra la situación de su país. Alter-ego apenas disimula-
Su escritura es también un modo de lucha, de posicionarse ante el mundo denunciando injusticias y barbaries
do gracias a un juego metaliterario que le hace autor de las obras policíacas de su creador, Llob combina causticidad e ironía con la valentía y la desconfianza propias de quien se sabe al límite de la muerte. Sorteando atentados terroristas y presiones de sus superiores, el comisario ha de resolver sus casos en un clima de violencia y corrupción que esconde conexiones entre los integristas, las mafias financieras y los círculos próximos al poder. No en vano, y a pesar de que en árabe ‘llob’ significa también ‘núcleo duro’, Khadra bautizó así a su protagonista porque es una de las voces con las que se designa al león. Inmerso en semejante jungla, no es de extrañar que el
autor eligiera ese nombre para su personaje. Para Yasmina Khadra, militar desde la adolescencia, la escritura es también un modo de lucha, de posicionarse ante el mundo denunciando injusticias y barbaries. Además de ser una forma de rebelión, su literatura adquiere valores terapéuticos y liberadores que le permiten desahogarse con rabia ante la podredumbre moral de su sociedad. Escritas de forma casi compulsiva, en menos de un mes, sus novelas son crudas y directas. Sin concesiones ni ahorro de detalles escabrosos, la prosa del autor argelino impacta por su carácter visual y descarnado al tiempo que adquiere en ocasiones un aspecto poético deudor de la escritura gnómica y proverbial de la legendaria cultura árabe. Narradas con ritmo ágil y desarrolladas, como las buenas muestras del género negro, a través de la constante presencia del diálogo, las tramas de Morituri , Doble blanco y El otoño de las quimeras muestran la rebeldía y el asco del autor ante la apocalíptica situación de un país que, a pesar de la aparente lejanía, está tan sólo a unas brazadas de Europa. Javier Sánchez Zapatero
6 culturas LIBROS NOVEDADES
Pérdida, crimen y castigo NANCY RICHLER Preciosa es tu boca Traducción: Rhoda Henelde Abecassis Tropismos, 2005 376 pp. / 20,50 euros
Ambientada en Rusia entre los años 1890 y 1912, Preciosa es tu boca es una novela épica que sigue la historia de Miriam, una joven de diecinueve años deportada al exilio siberiano tras la revolución rusa de 1905. En una carta a su hija –a la que tuvo que renunciar al nacer–, Miriam nos retrotrae, con una evocadora e inquietante mirada, a una pequeña ciudad en Bielorrusia donde todos, excepto ella misma, conocían el secreto del pasado de sus padres y el misterio subyacente al suicidio de su joven madre. A medida que Miriam narra el relato de su conmovedora infancia, reconstruye el ritmo de vida de su ciudad en los últimos días de la Rusia imperial, una comunidad judía apresada entre las ricas aunque rígidas tradiciones del pasado y los aterradores y desconcertantes modos de actuar de una sociedad que intenta desesperadamente reinventarse. Es una historia de amor y pérdida, de crimen y castigo. Preciosa es tu boca retrata la historia de una mujer corriente atrapada por las circunstancias de su época, y muestra de qué modo pequeñas decisiones, giros inesperados del destino, y asimismo traiciones, pueden determinar una vida individual, incluso en los grandes momentos de transición en la historia.
Cuentos de ajedrez VARIOS AUTORES Cuentos de ajedrez. Alrededor de un tablero Selección y comentario de partidas: David Vivancos Páginas de Espuma, 2005 288 pp. / 15 euros
Demasiado juego para ser serio, y demasiado serio para ser juego, sin embargo no hay duda de que el ajedrez es el rey de los juegos. Y como tal ha ocupado su espacio en el arte y, en particular, en la literatura universal. Con una amplia selección de autores, es ésta recopilación de cuentos, una muestra de cómo la ‘ciencia’ del ajedrez y sus protagonistas, piezas y escaques, jugadores aficcionados y grandes maestros, se mueven en el tablero literario. Además, el lector podrá disfrutar de una partida comentada que ilustrara cada cuento desde su apertura hasta el jaque mate final.
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Sobre la narrativa en serie eniendo en cuenta que la repetición es resultado de un deseo de devenir, Salvat-Papaseit, a quien los autores de este libro citan en el prólogo, definía este sentimiento como «toda la añoranza del mañana», una nostalgia que convertía la reiteración monótona del lento devenir horario en una laica exaltación de la felicidad cotidiana. La atracción por la serialidad es una de las expresiones más genuinas de la narrativa contemporánea: series de televisión que regresan capítulo tras capítulo a los mismos personajes, al mismo lugar, al mismo problema, cómics en que episodio tras episodio el superhéroe se enfrenta a un malvado de poderes equiparables a los suyos... «La ficción no aspira únicamente a la constitución de objetos únicos, sino a una proliferación de relatos que operan en un universo de sedimentos ... donde se prueban todas las estrategias de la repetición». Mientras que el ambiente cultural ha ensalzado durante varios siglos el valor de lo novedoso, en las ficciones de la repetición se reconoce que el encadenamiento con el pasado es sustancial a su materia narrativa. La originalidad se busca en la capacidad del propio origen (el episodio piloto) de desplegarse hacia nuevos universos. En la estructuración de su serialidad, los ejemplos literarios clásicos que se mencionan en el libro no difieren de los de la cultura popular contemporánea. No hay diferencia entre la mesa redonda y los héroes y dioses griegos, por un lado, y Bonanza, los superhéroes de cómic y la narrativa itinerante de aventuras, por otro. La serialidad necesita de la tensión entre extremos. Las arcadias felices y los infiernos aparecen como dos constelaciones opuestas de la repetición. Los personajes asociados a un espacio familiar permanente practican con regularidad la experiencia del viaje (Astérix); en tanto que los héroes nómadas hallan en cada episo-
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JORDI BALLÓ Y XAVIER PÉREZ Yo ya he estado aquí Traducción de Nuria Pujol Anagrama, 2005 300 pp. / 19 euros
dio un efímero hogar (Kung Fu). Desplegando una encomiable cultura en diversos ámbitos, Yo ya he estado aquí analiza diferentes aspectos de la serialidad narrativa con abundantes ejemplos tomados de la literatura, el cine, el teatro, el cómic y la televisión. Por eso, porque los autores poseen un sólido conocimiento de muchos campos de la ficción, este libro, además de exponer una tesis y trazar un análisis, puede leerse por el mero interés de los comentarios que aquí y allá hacen los autores. Como ejemplo, basten estas cuatro líneas sobre Rohmer: «El cine de Rohmer no presenta una exaltación del estallido pasional, sino un comentario escéptico sobre el paso de lo ideal a lo real, del sueño a lo cotidiano: una vida tranquila, sinónima de una inalterable y, por lo tanto relativa, felicidad conyugal». ¿Puede escribirse una frase más certera, profunda y exacta sobre el autor de El rayo verde? En la última parte del libro los autores examinan el empleo de la repetición en construcciones no seriales: la repetición en el teatro del absurdo, en la ficción borgiana y la visión caleidoscópica en el cine. Además de una biliografía, el libro presenta otros dos útiles anexos: un ‘índice audiovisual’ de películas y series citadas, y un ‘índice onomástico’ de autores, que nos permiten leer el libro de otra manera, o hacer en él meras calas si lo deseamos. Jordi Balló , profesor de Comunicación Audiovisual, es autor de libros como Imágenes del silencio, Conèixer el cinema y Cinema català 1975-86. Xavier Pérez es profesor de Narrativa Audiovisual y autor de El tiempo del héroe, El universo de ‘Los vengadores’ y El suspens cinematogràfic. Crítico de teatro y de cine en el diario ‘Avui’, actualmente colabora en el suplemento ‘Cultura/s’ de ‘La Vanguardia’, del que es director Jordi Batlló. Garcimuñoz
Tocar el mar cuando se quema a
bunda el sustrato autobiográfico en las obras actuales, pero no siempre el recurso responde a motivos acordes con su condición. Con más frecuencia de la deseada, la JUAN CRUZ autobiografía pareRetrato de un hombre desnudo ce mero recurso Alfaguara, 2005 para hallar un ar318 pp. / 17 euros gumento. Cuando se trata de rescatar unas vivencias, abundan las versiones literarias planas, crónicas desangeladas de avatares vitales irrelevantes casi siempre. De ahí la agradabilísima sensación lectora que genera Retrato de un hombre desnudo, obra en la que Juan Cruz recrea un pasado personal contemplado a través de la simbología del mar, patente en las líneas de la sobrecubierta: «Y entonces el mar impone su poder de metáfora y deja al hombre solo con su dolor y con su melancolía». De ahí la afirmación: «escribir es tocar el mar cuando se quema». Todo el contenido de Retrato de un hombre desnudo está velado por un halo de nostalgia que tiñe los recuerdos familiares, el amor, los amigos y hasta la propia literatura. Tal vez por la concepción personal de Juan Cruz, patente en ‘Los días del mar’, capítulo que abre la obra y que
viene a ser una especie de cosmovisión personal: «Este es el sitio de un sonámbulo que ahora vuelve para mezclarlo todo, nunca he sabido vivir en la realidad, y ahora tampoco, se mezclan los tiempos, las sensaciones y los recuerdos, y sufro la impresión de estar viviendo al tiempo varias épocas de mi vida, de las que sobresale la adolescencia». Esta especie de impotencia humana y creativa le lleva a confesar al escritor: «soy una sombra desplazándose al amanecer desde la cama». La impotencia es el elemento que dota a lo narrado de un extraño misterio. De un hálito de irrealidad sólo palpable en su constante y polisémica visión del mar, referencia narrativa invariable: «siempre está con la vista puesta en el mar; cuando cierra los ojos es porque no puede soportar su claridad». De ahí el sentimiento de panteísmo psicológico en fusión con el mar, con ecos del Juan Ramón de Diario de un poeta recién casado... La autobiografía ya había sido objetivo literario de Juan Cruz en El territorio de la memoria (1995), un libro de estampas personales, con visiones fugaces de la infancia y adolescencia. No sería descabellado considerar la obra como semilla de Retrato de un hombre desnudo. El mar ya aparecía como elemento esencial en la vida del escritor, adolescente entonces. «El mar es la superficie del mar» servía de epígrafe para el apartado en que exponía su visión. Aquel mar ha venido a ser el trasfondo en el que se reflejan de nuevo las vivencias. Pero la
vida pasa y el escritor recupera ahora lo que han sido los hitos de su vida: el amor, la literatura, los amigos, el cosmopolitismo… Los nombres de mujer reviven momentos de extraña condición afectiva. Los de los amigos tienen como trasfondo casi permanente la literatura: la amistad con Manuel Padorno, la de Manuel de Lope, el homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, la visita a Torrente Ballester en Salamanca… son referencia de ese mundo cultural en el que Juan Cruz es un maestro. No faltan experiencias delicadas que supusieron dramas vitales; las drogas, el alcohol, no respetaron mitos que parecían eternos. El comienzo, de clara condición intimista retorna a lo psicológico en final de la obra. «Así que aquí estoy, frente al mar de mi adolescencia», confesando… «Todo lo que me circunda es lo que se ve primero cuando despiertas al aire, la infancia persiguiéndote con su nieve almidonada en las azoteas». Afloran los recuerdos del padre y de la madre, como hitos decisivos en la vida del narrador, a comienzos del siglo XXI. Es un balance del pasado y, sobre todo, un bello balance del presente. El autor quiere salvarse de tanta nostalgia y, quién sabe, tal vez de tanto dolor: «Así que hay que buscarse una esperanza para seguir viviendo, un horizonte distinto, una vida cotidiana, algo así como una tercera vida que supere las vidas anteriores y devuelva la frescura de los primeros años»... Nicolás Miñambres
LIBROS
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Nueva fábula zoológica RAMÓN GRANDE DEL BRIO La Tregua Luca de Tena Ediciones, 2005 198 pp.
conforman, muy a nuestro pesar, eso que llamamos conciencia. Éstas vienen perfectamente planteadas por una división en dos partes, en la primera de las cuales cada escena se plantea entre dos de ellos, combinando todas las parejas posibles, y en la segunda en la que intervienen todos en la misma acción. Así, van desplegando unos diálogos en los que el narrador, un narrador que sí existe y que de vez en cuando se permite salir de la debacle conversacional para rumiar unas reflexiones posmodernas, son la herramienta de la que Pinter se sirve para ir explicándose quiénes son esos enanos que él mismo se ha atrevido a crear. Esa necesidad de explicarse la provoca cierta confusión, pues frecuentemente el lector puede pensar que en realidad estos cuatro enanos son el mismo, el mismo personaje con problemas de narcisismo, pretensiones culturales y que no termina de resolver sus problemas con el sexo en tanto que busca trabajo. En cuanto a las expectativas, cabe señalar el dominio de la situación teatral, perfectamente aplicable a los momentos de diálogo de una novela, de manera que la acción o, para ser más concretos y refiriéndonos a la novela que estamos analizando, la evolución de la situación, progrese en tanto que ellos se embarcan en un bla, bla, bla desenfrenado, veloz y salpicado de juegos verbales que se pierden en la traducción para eludir un aparato de acotaciones de mayor volumen que el propio texto. Y ese aparato estropearía tanto el realismo como el humor con que está escrita esta novela que denota un aprendizaje en marcha.
Es sobradamente conocida la actividad de Ramón Grande del Brío en el mundo de la zoología. Colaborador en la actividad científica de naturalistas tan eminentes como Félix Rodríguez de la Fuente, José A. Valverde, Miguel Delibes de Castro… Ramón Grande del Brío constituye uno de los últimos modelos de entrega en cuerpo y alma a la tarea de investigación del medio natural, de lo cual dan fe sus numerosas obras. Pocos investigadores conocen como él de ‘visu’ y, sobre todo, ‘in situ’, los más inesperados espacios naturales o arqueológicos. Todo ello, además, se complementa con su jugosa visión de la ciudad salmantina, ninguno de cuyos rincones tiene secretos para él. Era esperable por tanto que Ramón Grande del Brío ofreciera algún día una visión sintética, que aunara el mundo de los animales y el de los hombres; lo natural y lo humanístico. Esto se hace palpable en La tregua, una fábula zoomórfica plena de mensajes. Una alegoría del comportamiento natural de ciertos seres que, a la postre, son paradigma de las complejas reacciones humanas. Es difícil sintetizar el contenido de la obra, sólo admisible desde su peculiar sentido e interpretación de las fábulas clásicas. Los animales pretenden un objetivo concreto: «Su propósito iba encaminado, como ya se ha dicho anteriormente, a despertar, en el Hombre, la idea de que algo grave, ecológicamente, estaba sucediendo» . Esta noble pretensión, planteada con recursos claramente antropomórficos, se convierte en el germen temático de la obra. Las disensiones que los más nobles ideales generan en el hombre tienen su triste y preciso paralelismo en el de los animales. Los animales del Bosque Primigenio y los del Bosque Secundario (unidos en principio por el mismo ideal) irán comprobando que la ambición y la mentira forman parte de su mundo. El original contenido de la obra (en la que son patentes los ecos de obras clásicas o la celebérrima Rebelión en la granja) presenta ciertas peculiaridades. Cualquier lector del mundo de la naturaleza (y sobre todo el lector conocedor de la obra de Ramón Grande del Brío) es muy posible que eche de menos, en cuanto al contenido, una información más precisa del mundo de los animales, en el que el autor es un auténtico experto. Muchos de sus conocimientos del medio natural tal vez hubieran enriquecido el contexto de los protagonistas, aunque tal vez el mensaje ecológico pudiera haber quedado un poco desvaído. Más criticable resulta la realización editorial. No se entiende que una edición, que parece mimada por los coordinadores, presente faltas tipográficas tan llamativas como la ausencia de sangrados en el comienzo de los párrafos. O la arbitraria e injustificada utilización de las comas. O ciertas llamativas deficiencias acentuales, impensables en una edición moderna. Los lectores de Ramón Grande del Brío, disfrutarán con el mensaje alegórico que esconden las páginas de La tregua, pero lamentarán que un trabajo tan delicado y original haya salido a la luz con limitaciones tipográficas tan llamativas.
Ricardo Martínez Llorca
Nicolás Miñambres
Harold Pinter, en una imagen tomada en 1973
Mis amigos hablan a promoción de este libro nos indica que se trata de la única novela que ha escrito (o al menos publicado) el último Premio Nobel de Literatura, Harold Pinter. Aquí se abren, a un tiempo, las expectativas y los temores. Expectativas porque, como ha quedado demostrado tras la divulgación de su obra y su militancia ideológica, nos encontramos frente a un idealista íntegro, un tipo sin miedo a morderse la lengua. Y eso, confiemos, debe traslucir de alguna manera entre las líneas de sus escritos. Y temores debidos a que la novela no parece ser su especialidad, y a que, como se nos aclara en la nota introductoria, Los enanos es una obra de juventud, revisada con el paso de los años. El caso es que basta echarle un vistazo para comprobar que los temores se cumplen. La abundancia de diálogos, algunos planteados en secuencias en cascada, veloces y ágiles, convierte a esta novela en una pieza dramática, lista para ser representada sobre un escenario. Posiblemente, el resultado de Los enanos animó a su autor a definir su carrera con un acierto que el que firma esta reseña no está capacitado para calibrar, pero intuye como gozoso. Sin duda, se trata de un escritor dotado para el diálogo, como lo demuestra, por ejemplo, su ingenio: «–Sí –dijo Pete–, pero tienes que pesar esa pizca de razón contra el caso en discusión. Y, en pocas palabras, lo encuentro insatisfactorio como concepto funcional para este caso en particular. ¿Tú no? Después de todo, un polvo es un polvo, pero no tiene lugar en el vacío. El contexto es concreto. «–El polvo también». Pero no será el ingenio lo más importante, sino la evolución de esos personajes, esos enanos que Pinter maneja como si se tratara de una partida de ajedrez, en la que los cuatro amigos (tres varones y una mujer, compañera de uno de ellos), sortean casillas hasta caer en la decadencia de su propia labia, de sus propias trampas. Algo de la condena final a estar solos se debe a motivos sociales, a las razones de una ciudad y un país que constituyen el tablero de ajedrez sobre el que se mueven en diversas direcciones, a esas convenciones que
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HAROLD PINTER Los enanos Traducción: John Lyons Destino, 2005 223 pp. / 17,50 euros
Publicitada como la única novela que ha escrito el último Nobel de Literatura, Los enanos es una obra de juventud y de aprendizaje que destaca por el uso del diálogo
8 culturas LIBROS / PALABRARIO
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 8 de enero de 2006
De canciones y sueños rotos El periodista Miguel Ángel Bargueño ofrece en la biografía de Enrique Urquijo, el creador de Los Secretos, un retrato vital que se nutre tanto de los datos objetivos como de las letras de sus canciones. scilantes entre la ciega veneración y la búsqueda de sensacionalismo, pocas veces las biografías de artistas consiguen elaborar un retrato fiel de los personajes públicos a los que intentan diseccionar. A menudo, se limitan a divulgar algunos datos hasta entonces desconocidos para el gran público, a loar (o denigrar) sus figuras y a elaborar un recorrido vital y artístico basado en la acumulación de declaraciones de amigos y colegas de profesión, muchas veces teñidas de cierto tufillo adulador y corporativista. Enrique Urquijo. Adiós tristeza, la biografía del que fuera líder de Los Secretos y de Los Problemas compuesta por el periodista musical Miguel Ángel Bargueño, incurre en algunos de los vicios típicos del género, abrumando en ocasiones con informaciones y anécdotas innecesarias o repetitivas, pero permite, sin embargo, conectar intensamente la turbulenta vida del músico madrileño con su obra para así poder
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entender mejor ésta. Según el autor, «las canciones de Enrique Urquijo eran honestas hasta el punto de que en ellas se estaba diseccionando su vida». Partiendo de esa base, y entendiendo que la enfermiza timidez del cantante hacía que sólo la música le sirviera para comunicarse y expresar sus sentimientos, Bargueño elabora un retrato de su trayectoria vital en el que tan importantes son los datos objetivos y las opiniones de quienes lo conocieron como las letras de sus temas. La obra destaca por la excelente labor documental llevada a cabo por el biógrafo, que trabajó durante varios años en la búsqueda de información, logrando entrevistar a más de cien personas pertenecientes a los círculos familiares, afectivos y profesionales de Urquijo. A través de sus opiniones, recuerdos y datos, a veces contradictorios, se va formando la imagen del cantante, reflejado en el libro como un tipo problemático y bipolar, incapaz de hacer frente a las responsabilidades que conllevaba su status, pero dotado al mismo tiempo de una sensibilidad extrema. De esa especial forma de ver y sentir el mundo procedía su constante melancolía, plasmada en unas letras que no hacían más que describir a alguien que, a pesar de conseguir casi todo lo que soñó, siempre se consideró infeliz. No faltan en ese retrato alusiones a las drogas, importantes en la vida del músico hasta el punto de terminar con ella de forma dramática en noviembre de 1999. Sin caer en retóricas tremendistas ni
morbosas, la biografía habla de su impulsivo consumo de todo tipo de sustancias en los momentos de ansiedad y depresión y de la forma en que sus adicciones afectaron al desarrollo de sus proyectos artísticos. Además de como texto biográfico, la obra también puede ser leída como retrato de uno de los más longevos grupos surgidos en la España de finales de los setenta. El autor cuenta la evolu-
MIGUEL Á. BARGUEÑO Enrique Urquijo. Adiós tristeza
ción de la carrera de Los Secretos desde sus inicios, cuando se hacían llamar Tos y su repertorio se limitaba a un par de canciones propias y varias versiones, hasta la consolidada posición de la que gozaban en la escena nacional cuando se produjo el fallecimiento de su líder, cuya ecléctica visión musical, deudora de artistas tan dispares como Gram Parsons, Paul Weller o María Dolores Pradera, condicionó el sonido de la formación. Especialmente interesantes resultan los capítulos en los que se recuerda el nacimiento de la banda de los hermanos Urquijo en el efervescente ambiente de los días de la nueva ola, plagados de iniciativas artísticas llenas de frescura y amateurismo, y, sobre todo, aquel en el que se describen el accidente de tráfico que acabó con la vida del primer batería del grupo, Canito (el segundo, Pedro A. Díaz, también moriría pocos años después en la carretera), y el homenaje que en forma de concierto en su memoria se preparó en la Escuela de Caminos en febrero de 1980. La presencia en él de bandas como Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Mamá, Mermelada, Paraíso y, por supuesto, Los Secretos ha hecho que muchos hablen de aquella actuación como el acta fundacional de la movida madrileña, aquel movimiento musical que nació revolucionado con frescura y talento el rancio panorama musical de la época y terminó dejando más mártires de los necesarios por el camino.
Ramalama, 2005 380 pp. / 22 euros
PALABRARIO
Javier Sánchez Zapatero
ALBERTO BUITRAGO
Del cuerpo humano: la cabeza Muchas partes del cuerpo tienen nombres de curioso origen, la mayoría generados a partir de metáforas. Vamos a iniciar hoy un recorrido anatómico-etimológico por ellas. Como mandaban los antiguos cánones renacentistas de la descripción, lo haremos de arriba abajo. Eso sí, contrariamente a las normas de dichos cánones, nosotros vamos a llegar muy pero que muy abajo. Comenzamos, no podía ser de otra manera, con la cabeza, término que procede del latino, de idéntico significado, ‘caput’, pasando por el vulgar hispánico ‘capitia’. La cosa no tiene mayor importancia etimológicamente hablando, pero sí es destacable el gran número de términos de uso habitual a los que, por una común metáfora antropomórfica, les hemos colocado una cabeza.
La tienen el alfiler, los ajos, el puente, la familia... hasta las espinillas. Además, no son pocas las palabras que están directamente emparentados con la parte superior de nuestra anatomía. Veamos algunas de ellas. La primera palabra que nos salta del diccionario es el ‘cabildo’, forma evolucionada de ‘capítulo’, conjunto de eclesiásticos ‘capitulares’, es decir, ‘cabeza’ de una catedral o de una organización religiosa. Por otra parte, el que está al mando de un grupo de personas, demasiadas veces contra la voluntad de quienes son gobernados, es el ‘caudillo’, forma que nos llega del ‘capitellum’ latino, de donde sale también ‘capitel’, que es, al fin y al cabo, la cabeza de la columna. También el ‘cabo’ y ‘capitán’ son, de alguna forma, la cabeza de un grupo de
El ‘capitolio’ era en Roma el lugar elevado donde se alzaban los edificios de gobierno, un modelo muy seguido
soldados, como cabeza de una cuadrilla es el ‘capataz’. A imagen de los griegos con sus ‘acropolis’, los romanos llamaban ‘capitolio’ a la cabeza de la ciudad, es decir, al lugar elevado en el que se alzaban los edificios de la ‘capital’ (la ciudad cabeza del imperio, o sea, la más importante) desde los que se gobernaba la urbe. A los americanos, evidentemente, les gustó la idea y la trasladaron a Washington. Es también francamente curiosa la etimología de ‘capicúa’, palabra de origen catalán formada por la asociación de otras tres: ‘cap i cua’, es decir, cabeza y cola. Evidentemente, los números a los que denominamos capicúa (212;
5885 ó 97279, por ejemplo) son los que nos dan la misma cifra leídos por la cabeza (el principio) que por el final (la cola). Por cierto –las palabras son como las cerezas: tiras de una y salen un montón enganchadas–, y hablando de otras lenguas españolas, cabeza se dice en vasco ‘buru’, de donde viene la expresión ‘caerse o darse de bruces’, es decir, de cabeza. Más de una vez habremos oído la expresión Euskadi Buru Batzar, máximo organismo directivo del Partido Nacionalista Vasco, literalmente ‘Consejo Ejecutivo (Cabeza) del País Vasco’. No queda todo aquí, porque, dentro incluso del propio cuerpo hay más palabras relacionadas etimológicamente con la cabeza, músculos en este caso: ‘bíceps’, ‘tríceps’ y ‘cuádriceps’. Ya llegaremos a ellas.