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Phs: Antonio Pinta
MARÍA ONETTO
“LA GRIETA ESTUVO SIEMPRE, MANIFESTADA O NO” FIGURA
DE CULTO EN TEATRO,
TELEVISIÓN Y CINE, TERMINÓ DE GRABAR LA MINISERIE
ESTOCOLMO,
PRODUCIDA POR
IGNACIO VIALE, CON
Y ESTÁ DE GIRA
LOS CORDEROS,
OBRA DE
DANIEL VERONESE. CHARLA
ÍNTIMA CON UNA
INTÉRPRETE QUE REIVINDICA LOS VALORES DE RIGUROSIDAD DE LOS GRANDES MAESTROS.
Txt: Susana Parejas
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a tarde se puso oscura. Empezó a llover. Las gotas repiquetean sobre el techo del patio del bar. De alguna forma musicalizan la charla, que pasa por todas las aristas: el amor, la pareja, la maternidad, el trabajo, los ideales... María Onetto se tomó su tiempo para darse cuenta de que actuar era lo que quería para su vida. Estudió Arte Dramático durante 13 años con grandes maestros, ella misma fue (y es) docente, hasta que finalmente se decidió a debutar. “Empecé a los 30. Durante los años que sólo daba clases, pensaba de qué iba a vivir y cómo, porque te va entrando dinero pero no es el confort que tenías cuando vivías con tus padres. La profesión te da en la medida que vas confiando en vos y en que te merecés eso que te van a pagar”, recuerda sobre una época donde lo que debería ser se imponía a lo que ya era. Pero, desde que empezó, no paró. Actuó en teatro (Sonata de otoño, Un dios salvaje, Muerte de un viajante, Nunca estuviste tan adorable) y en cine (Relatos salvajes, La mujer sin cabeza, Rompecabezas), pero fueron las tiras Montecristo, Tratame bien y Mujeres asesinas las que le dieron lo que da la televisión: ponerle su nombre a su cara en términos de masividad. Siempre, donde estuviere, volcó su talento e intensidad: “Soy peleadora, discutidora, le pongo el cuerpo a las cosas. No quiero hacer las cosas como a mí se me ocurren, pero a veces, cuando creo que algo le va a
L
venir bien al proyecto, lo discuto a fondo”, asegura con esa voz pausada donde cada palabra parece pensarse y lanzarse con la cadencia necesaria. Su más reciente protagónico en el cine, junto con Carlos Belloso, se estrenó este año. En La vida después, película de Franco Verdoia y Pablo Bardauil, una pareja (Juan y Juana) decide separarse luego de 25 años de matrimonio. Adaptarse a la nueva vida les resulta difícil, sobre todo cuando se descubren zonas insospechadas en la vida del hombre. ¿Qué tanto se puede conocer al otro en una pareja? Parto de la idea que uno no se puede conocer a sí mismo, que se va sorprendiendo. Casi diría que ése es uno de los viajes del vivir: indagar quién seré o en quién me convertiré, más allá de las circunstancias de la vida que pueden llevarme a cualquier lugar. Pero quién es el otro es una pregunta peor todavía. Y me parece que ese es el riesgo de la situación amorosa. Por eso también tiene tanto mérito cuando uno continúa enamorado, porque hay tantas cosas que pasaron seguramente en una pareja –personales, pero también de los dos– y aún así se elige seguir juntos. ¿Lo dice por experiencia propia? No. Tengo 48 años y tuve varias parejas durante tres, cuatro o cinco años, que se fueron rompiendo o las disolví yo. Ya a partir de los 40 me empecé a replantear mucho lo de la pareja: empecé a darme cuenta de que
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OTRO REGISTRO La carrera de Onetto se construyó en base a papeles intensos, como la madre de clase alta que intenta ocultar el crimen vial de su hijo en Relatos salvajes. Por eso, su deuda pendiente: “Tengo deseos de hacer comedia, pero es como si no se pensara en mí para esas zonas. Tengo humor: no se puede actuar sin él porque, sino, tu interpretación queda muy solemne aunque sea dramática”.
me tenía como muy retenida, que tenía que estar más tranquila conociéndome... Eso te manda a otra zona, que es un poco más informal: al principio está bien, pero después te deja medio insatisfecha. Y también, en el último tiempo, me fui dando cuenta de que no estaba interesada en armar un proyecto con hijos: no quería ser madre o no podía. Darse cuenta y asumirlo deber ser muy fuerte... Sí, son deseos que son fuertes. A raíz de una situación, me puse a pensar que es raro que no haya hablado con ninguna de mis parejas sobre tener hijos. Admiro profundamente a la gente que es madre, porque es un rol de una responsabilidad y un compromiso enormes. Supongo que si me hubiera enfrentado a una situación medio dilemática hubiera asumido ese compromiso y seguramente estaría contenta, pero así, como algo que yo busque, no. Hablando de elecciones vitales: se recibió de psicóloga pero no ejerció y decidió ser actriz. ¿Fue difícil? Venía estudiando teatro como una actividad paralela, porque tenía un modelo más ligado a la clase media de este país, eso de los hijos universitarios... Era muy aplicada y me
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gustó mucho ir a la universidad, pero cuando me recibí me di cuenta de que no me gustaba la profesión. Para mí, que quería tener mi vida organizada, fue muy grave haberme recibido y sentir que no iba eso para mí. Y, la verdad, me daba mucho miedo que me gustara el teatro, porque es una actividad completamente inestable desde el punto de vista de la continuidad económica. No tenía tampoco un perfil como el de las actrices a quienes les iba bien. No sé si lo llamaba vocación, porque me daba un enorme placer hacerlo. Y también hay algo del espíritu o de la cabeza de la clase media, que no tiene asociado el trabajo al placer. ¿Cómo voy a vivir de esto, si lo haría gratis? ¿Cuándo entendió que su pasión era actuar? Recién cambió cuando entré al estudio de Ricardo Bartís, el Sportivo Teatral. Es de esas personas rigurosas que van a sacar algo de vos con la idea de que podés mucho. Es una idea de no mezquinar lo que tiene que ser el actuar, más como un acontecimiento. Y el teatro es una actividad que necesita de la rigurosidad. Tengo algo medio obsesivo cuando se trata de cómo pienso que tiene que ser una función, cómo me tengo que preparar para un trabajo... Aunque me salga bien, si fue sin mucha preparación no me interesa vivirlo. No me interesa mucho ver a los actores que actúan de taquito, aunque sean buenos. Me interesa ver esa rigurosidad, ese trabajo, y eso lo viví en el Sportivo. La pregunta interior cambió: ¿por qué alguien va a pagar una entrada para verme? Tiene que haber algo ahí... Hablando de cambios, ¿cómo ve al país este año? Para mí es un momento muy atractivo el que está viviendo el país en cuanto a la gran posibilidad que tiene cada uno de expresar libremente sus intereses y sus deseos, a pesar de que los que hablan de la grieta. La grieta estuvo siempre, manifestada o no, en las diferencias entre derecha e izquierda, y después con sus variantes. Lo que hace el Frente para la Victoria, con su historia, con la forma de gobierno que tiene... Como son muy trabajadores de la política y de expresar lo que piensan, obligan a hacer lo mismo y eso me parece que es lo democrático de la situación. Está la situación de gente con cargos políticos que tiene otros orígenes y que es completamente comprensible, pero ahí ya veo otra cosa... Pero soy positiva: veo que las cosas lentamente, con su yin y yang, y con sus idas y vueltas, van avanzando. Creo mucho en la idea de un país que incluya cada vez más a todos.◆