viajes • Por: Susana Parejas - Fotos: Marcelo Cugliari.
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Pueblo rural de inmigrantes A s贸lo 22 km de San Antonio de Areco, en medio de la pampa, se alza este pintoresco poblado que atesora la historia de tantos europeos que eligieron esta tierra para vivir.
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a iglesia del pueblo rebosa de gente. Son las cinco de la tarde del sábado y, además de misa, hay bautismos. Cuando termina la ceremonia, se va vaciando la capilla. La misión es encontrar a Mari Daverio entre todas esas personas. Hay que buscarla sin conocerla. Pero esto no es ningún problema, todos la conocen y con solo mencionar su nombre, describen exactamente qué tiene puesto y en dónde está. No es difícil ubicar a esta mujer que dice ser “portadora de apellido”, el Daverio lo recibió de su marido, para quien todos fue “el médico del pueblo”. “Mi apellido no lo conoce nadie, es Di Palma”, reconoce. Mari tiene 83 años, una cabellera completamente blanca, y una mirada calma que se descubre tras sus lentes. Maneja su auto por todo el pueblo, también va hasta San Antonio de Areco, pero “no a Capital”, advierte. Ella es la indicada para conocer la historia de este poblado, uno de los que integra el programa Pueblos Turísticos de la Provincia de Buenos Aires. Un pueblo donde las casas lucen cuidadas, con sus frentes pintados y sus parques prolijos. Donde la calma se ve alterada cada tanto por el caño de escape de las motos que usan los más jóvenes. Mari llegó a Villa Lía en 1958 y nunca se fue. “Nací en el barrio de Urquiza y mi marido en Belgrano, nos conocimos y nos pusimos de novio, él estudiaba medicina y yo también, cuando él se recibió nos casamos. Yo nunca me recibí, dejé en cuarto año la facultad, mi marido era muy celoso. Y yo también estaba muy enamorada, le llevé el apunte y fuimos muy felices”, remata la historia de por qué llegó al pueblo. Su esposo médico rural recorría los campos, y los poblados cercanos, a veces en bicicleta, otras en auto. “Teníamos un auto barrero, que era con capota, era un Ford T, para meterse en el barro porque no había nada asfaltado, si te quedabas te tenía que venir a sacar un tractor o una gente muy forzuda “, rememora de esos primeros tiempos, cuando había que ir a atender a sus pacientes, donde fuera. “Cuando murió mi marido hace 7 años, me quise quedar porque uno conoce a todos, es muy distinta la vida”,
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Utensilios de cocina de antaño son algunos de los objetos que guarda el museo de los rostros. Un típica esquina y el frente de casa bellavista.
comenta. Hoy es la presidenta del Centro de Jubilados y también trabaja en el museo con su consuegra. Con nombre de mujer. Villa Lía es un pueblo, como tantos otros rurales, cuya historia se enlaza con la venta de tierras, con la llegada del tren, la creación de la estación, con nombres significativos. “El pueblo lleva este nombre porque una de las descendientes de los Castex, los dueños de las tierras, era Trinidad Mercedes Lía
Rodríguez Muñoz de De las Carreras, y ella heredó de su tía, que no tenía hijos, y de sus padres, todos estos campos. Miles de hectáreas, una cosa incalculable”, relata Mari, que busca entre hojas que el tiempo coloreó de un marrón amarillento. Allí está la investigación que hicieron sus hijas sobre la historia del pueblo. “Quiero darte datos precisos”, asegura y con su dedo sigue las líneas de lo escrito, mientras relata. Lía se casó con Francisco de las Carreras, pero el matrimonio se divorció
y él se fue a vivir a Capital, mientras que ella se quedó aquí. Como muchos dueños de tierras pampeanas, al donar las tierras pedidas por el ferrocarril para construir la estación, la misma recibía su nombre. Años más tarde, la familia Ustariz adquirió los bienes de Lía de las Carreras y donó los terrenos para los edificios públicos del pueblo. “Estuvimos investigando en Retiro, de cuándo pasó el primer tren, pero no hay registros certeros. Se cerró cuando se cerraron tantos otros, y ahora es para carga nada más”, se lamenta Mari, esperanzada de que el tren vuelva a funcionar. La pregunta se dispara: ¿Qué es Villa Lía para usted? Mari se queda ahí en sus pensamientos, y luego de una profunda respiración, dice: “Todo es un recuerdo, la vida al lado de mi marido con quien fui muy feliz, tengo todo lo de él y sigo luchando políticamente, porque él lo hizo. Y ahora con más motivo”. Tierra de inmigrantes. Selva Zarazaga de Carugati llegó al pueblo un poco antes de los Daverio, su marido Alejo Carugati también era médico. Hoy, junto con su familia y colaboradores, lleva
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adelante el “Museo de los rostros de la pampa”, un museo de carácter privado que funciona en una casa de 1920, donde antaño había una carnicería. Selva es la consuegra de Mari, y al preguntársele desde cuándo funciona el museo, responde: “Está abierto desde hace 100 años”. Su afirmación tiene que ver con la enorme cantidad de objetos, muchos atesorados y preservados por su familia, y otros tantos donados que dan cuenta de cómo era la vida de los inmigrantes que vivieron en estas tierras. Españoles, italianos, croatas. “San Antonio de Areco es un pueblo gaucho y Villa Lía es un pueblo rural de inmigrantes”, recalca Selva, que agrega: “El acervo cultural está encerrado en los baúles”. Una pila de ellos recibe al visitante, son los que traían con sus pertenencias, junto con las ilusiones de abrirse camino en una tierra nueva. La recorrida por las distintas salas muestran la vida entre 1870 y 1930, donde convivían paisanos, inmigrantes, ganaderos y comerciantes. La sala de la vivienda, la de los oficios, la de los trajes, que se acrecienta con una muestra especialmente dedicada a los trajes de novia, que arranca con modelos de 1884. La recorrida es un completo viaje al pasado y a la cultura que traían inmigrantes europeos, y obliga a detenerse a cada tanto para conocer la historia que llevan detrás los objetos. Un lavarropas traído de Suiza, de 1984, • Está a 127 km de la Ciudad una máquina de pasta de Buenos Aires y a 24 de San con rodillos en madera, Antonio de Areco. Se puede acceder por la ruta nacional 8, verdadera antecesora de y en el km 111, empalmar con la Pastalinda; máquinas la ruta provincial 41; luego de de escribir, la Perkeo, la transitar 13 km se encuentra el primera portátil de origen acceso al pueblo. alemán; las de coser con • En “Lo Pascual”, en Sarmiento nombres: Plaff, Naumann, y Tucumán. Pastas caseras, muy un reproductor de música, recomendado el matambrito queremiteinmediatamente de cerdo a la parrilla. Abre los a su parentesco con el iPod, viernes a la noche, y sábados y viene también de USA, domingos desde las 10 al cierre. su creador: nada menos • Museo Rostros de La Pampa. que Edison. La patente Corrientes y Sarmiento. Villa en su parte posterior dice Lía. (02326) 49-8068. www. 1902. “Lo increíble es que crlasegunda.com.ar Abre los muchos de estos objetos se sábados de 15 a 17. Se pueden reservar turnos para visitas hacían especialmente para guiadas los fines de semana. la Argentina”, aclara Selva, Llamar con anticipación. mostrando que la música que se podía escuchar • Casa Bellavista, San Martín y
Datos útiles
Santa Fe. www.casabellavista. com.ar
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sebastián madina alma Máter de la casa hotel bellavista. Mari daverio y su consuegra selva: mujeres que vinieron al pueblo por los años ’50.
en ese increíble objeto era el tango “Los borrachos”. También se exponen máquinas y todas las herramientas rurales de fin del siglo XIX y comienzos del XX. Esta idea de preservar la cultura local también se apoya con obras de teatro para niños con relatos camperos y del siglo XIX y para adultos con la obra “L’América”, que realiza una pareja de actores de Areco: José Irazú y Teresa Aiello. También, se suma a las actividades recreativas, culturales y educativas que se ofrecen en el Campo “La Segunda”. Construcciones históricas. Cuando se llega al pueblo, se mantiene la estructura típica. La plaza central convoca las principales instituciones, en uno de sus costados se alza impecablemente pintada de blanco y amarillo la iglesia. Data del año 1929, momento en que se construyó a instancias de don Mariano Ustariz en memoria de su hijo José. “El chico muere de tuberculosis y levantan esta capilla en su homenaje y por eso el patrono es San José”, comenta Mari Daverio. Por este motivo, cada 29 de marzo, día que el santoral marca como el de San José, se realiza la fiesta del pueblo. Su construcción es de estilo neocolonial, con techo de tejas españolas y ornamentación concentrada en accesos y vanos que identifican los rasgos característicos del estilo. La capilla presenta una espadaña que es una estructura mural que se prolonga verticalmente sobresaliendo de la construcción principal. Otra casona, con el mismo estilo, y pintada con los mismos tonos, se alza en una estratégica esquina, justo enfrente de la estación. Un carte en su puerta anuncia que se está en “Casa Bellavista”, esta señorial casa fue edificada por la firma Ustariz, justo un año antes de construir la iglesia. La empresa tenía aquí sus oficinas de administración de los campos y ventas del almacén de ramos generales que funcionaba enfrente. A través del tiempo pasó por varios usos, fue biblioteca pública, luego la tuvo una pareja joven que se instaló ejerciendo la profesión de médicos, en el año 2002, llegó su momento de fama mediática cuando fue elegida como locación de la película “Imaginando Argentina” con Antonio Banderas y Ema Thompson, para lo cual fue ambientada como un hotel de campo de nombre “Bellavista”, el que guardó como marca. Sebastián Madina y su mujer Victoria llegaron, en 2012, con el objetivo de recuperarla, pusieron manos a la obra, tanto
en carpinterías como muros, ornamentos, revoques, pisos y mayólicas, mochilas de depósito de agua con cadena, bañaderas con patas, azulejos, guardas originales y cocinas a leña. “Estuvimos todo ese año en refacción, pero manteniendo la estructura original: sigue siendo una casa de campo de 1928 con habitaciones comunicadas. Nosotros ofrecemos una casa histórica como lugar de alojamiento, no pretendemos ofrecer un alojamiento tradicional, de hecho no ofrecemos habitaciones sino el disfrute pleno de la casa, si bien las habitaciones están muy lindas, lo más atractivo es vivir una casa de campo como antes, con galerías amplias, con un parque amplio”, asegura Sebastián Madina, que agrega: “Aquí venían los novios a hacerse la foto de casamiento, venía desde la capilla hacía la puerta de la ochava”.
Decorada con cierto eclecticismo, la casa tiene una magia especial, a muchos les trae el recuerdo de la abuela, las habitaciones comunicadas. “Hay elementos de campo, camas que hicimos en hierro pero recuperando el diseño antiguo, aprovechando cuánto artesanos hacían algo interesante, hay un poco también de toque norteño”, describe Sebastián, que da cuenta de sus propias estadísticas acerca de la gente que la visita: “Por cantidad de gente te diría: Buenos Aires, en primer lugar, desesperados por escaparse de la ciudad, y vienen a buscar el opuesto, la tranquilidad absoluta, y se encuentra además con la sorpresa de un pueblo rural que está muy bien mantenido, que no tiene el aspecto decadente de otros. Y básicamente, en general, vienen a buscar descanso y encuentran más que eso, encuentran mucha paz”.
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