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Matilde, la casa está sola…, Juan Murillo Dencker
from elANSIA
by Sergio Vega
Matilde, la casa está sola…
Juan Murillo Dencker 1
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Porque esta calle está llena de encantos para los que han nacido en ella y aquí viven. Matilde.Casazola
matilde está sola en la casa detrás de una puerta centenaria y angosta. Transcurrido un zaguán el universo poético se configura entre el mueble tapizado de tiempo, el óleo antiguo de la Virgen y el Niño, el cómodo sillón inglés, los pequeños adornos –símiles del recuerdo– dispuestos al azar de los acontecimientos, y su voz afable, cálida y sensual invita al peregrino a quedarse.
Un hogar donde hierven las aguas que infunden las hierbas aromáticas se convierte en un coqueto salón de té, y una tarta dulce hace la tertulia –aún– más dulce. Las paredes vestidas con rostros de poetas –trazados a carboncillos y acuarelas– contemplan el calendario eterno de los días que no volverán.
Un jardín-patio habitado de árboles cuyas ramas serpentinas son el descanso de las aves en busca de agua fresca, y aunque los gatos vigilantes están al acecho, allá está el espacio donde los sueños salen a pasear, y luego a volar en el cielo abierto. Al fondo unos cuartos donde se guardan los trastos y los malos recuerdos.
Ya te conozco, huésped de mis nocturnas soledades: siglos atrás te dieron el nombre de Ángel.” 2
De nuevo la voz en suave murmullo inunda el aire de palabras musicantes, que Ella 3 , a tu alma acaricia / como los virtuosos pianistas a su teclado / Antes de abismarme en completa melodía, / gradualmente te ha hipnotizado. 4
Matilde canta, conversa, y cuando sueña, no cesa la poesía. En diáfana letra in-flama el poema. Su sombra se hace larga detrás de la incandescente lámpara, mientras contempla, la llama devela la intimidad del misterio y el lenguaje es
1 2 3 4 Fotógrafo y crítico literario boliviano. El espejo del ángel, Matilde Casazola. Poesía completa, Ed. Gente Común, 2011, pág. 57 En el original es “Él” y las cursivas son mías. “El maestro”, Emily Dickinson. Traducción libre de Juan Murillo Dencker.
Foto Juan Murillo Dencker
un cuerpo deslidanzante en el suave susurro del agua contra la roca áspera que la pule mientras pasa.
El relámpago y el trueno están fatalmente unidos por el lapso que transcurre entre ellos, desde el destello hasta el sonido hay un eterno tiempo de silencio donde habita la palabra, palabra que es todas las palabras, palabra simultánea que lo dice todo en una sola vez. Es la memoria produciendo recuerdo, es la incitación del instante, es la fruición entre lo sentido y la escritura del poeta, es el goce mutuo entre la imagen y la letra. Pero la verdadera poesía no recobra, sino encuentra, es la sensación que se nutre transformando el acontecimiento en memoria.
Era un paisaje extraño, provocativo, dulce y áspero. Ay las estrellas Que se encienden y se apagan, Ay los cabellos Que enmarcan este cuadro. 5
Asumiendo que la poesía es el arte de reducir a su esencia el placer infinito de conmoverse 6 y viajando sobre los tejidos poéticos de nuestra Matilde, encontramos una especie floral traducida en una conmovedora sinestesia: Era el olor: la rosa se expandía más allá de sí misma, embriagadora, poniendo de rodillas a los vientos. 7
El agua solía ser transparente. Tenía la costumbre de brillar en un punto fijo mientras el resto fluía sin moverse. 8
Desde esta aromatizada vertiente de agua clara que se descarga en efluvio, su rosa se alimenta para alumbrar sus noches y entender a las flores:
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7 8 Los cuerpos iii, Matilde Casazola. Poesía completa, Ed. Gente Común, 2011, pág. 14/13 Roland Barthes hablando de Valéry en su sesión del 3 de febrero de 1979 (La preparación de la novela, Ed. Siglo xxi, 2005, pág. 106) Poesía y naturaleza, Rosa. Matilde Casazola, Poesía completa, Ed. Gente Común, 2011, pág. 136 Íbid. pág. 146
Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en los ojos la luz del mundo. Nanas de la cebolla, Miguel Hernández
Oh flores que ilumináis mi noche sin pensar en vosotras Y tranquilas os dais: 9
Ella, la Matilde, 10 con su nombre marcado por el destino como valiente en la batalla, en la batalla de la vida, luchando en soledad, se distingue como un fueguito en la oscuridad, así como la letra Ñ se distingue entre todo el abecedario castellano; su poesía con “tilde” de Matilde destaca como un crisol candente, y en la íntima distancia de la noche confidente dice:
Yo así quisiera darme a otros, sin pensar que me extingo y que pronto seré la nada la sola obscuridad. 11
La bóveda nocturna está inaugurada; allá sus versos, cual cariátides o atlantes, la sostienen y permanecen como hitos del tiempo y del espacio; entre la tensión de su verbo poético y la mirada de sus lectores –ahora dueños de sus poemas– hablarán otras emociones, hablarán otras sensaciones que harán del acto de la entrega, el acto de la resurrección, y la poesía será eterna aunque diluido el nombre de su autora.
De nuevo el zaguán, ese túnel del tiempo, y otra vez la angosta puerta –de una sola hoja– se abre a la ruidosa calle, detrás de la hoja queda el silencio… G
9 10 11 Íbid. pág. 140 Matilde es un nombre germánico, Math-Hild: valiente en la batalla. Íbid. pág. 140
Foto Archivo Cergio Pruedencio