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Un hombre sin espuma, Valentín Abecia López
from elANSIA
by Sergio Vega
Un hombre sin espuma
Valentín Abecia López 1
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el incandescente novelista mexicano, Carlos Fuentes, cuenta que a su padre –Rafael Fuentes– diplomático de larga y fructífera carrera dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de México, Alfonso Reyes lo llamaba “un hombre sin espuma”. Es decir, un hombre esencial, sustantivo, infinitamente respetuoso de los demás….
Sin la menor de las dudas, este mismo calificativo se le puede atribuir a Mariano Baptista Gumucio, con ventaja, un hombre sin espuma.
Mariano ha trabajado, desde siempre, en los campos ligados a la cultura, el periodismo y la educación; ha realizado investigaciones históricas y ha difundido machaconamente nuestros valores. Mariano es un creador de ideas, un constructor de espacios de diálogo, de derroteros y de esperanzas.
Mariano, sin pausa, arremete, publica, invade, sacude, es un torbellino de nuevos criterios, de nuevos amaneceres. Mariano, siempre presto, es un alarife de los nuevos aires, de las nuevas voces.
Mariano a lo largo del último medio siglo ha publicado una cantidad impresionante de libros y folletos que lo catalogan como uno de los autores más prolíficos de Bolivia de todos los tiempos; ha escrito ensayos de todo tipo, ha lanzado investigaciones de altísimo valor y ha recorrido con éxito reconocido el campo de la historia. Pero, posiblemente, su mayor mérito, ganado a pulmón, es el haber rescatado del olvido a una decena de personajes fundamentales en la política y la cultura bolivianas.
Cada una de estas biografías es, a su manera, una obra trascendente, no sólo por el personaje en sí mismo, sino por la forma y el estilo en la que ha sido escrita. Ese es el mérito de Mariano, el haber sabido interpretar al biografiado y haberle dado vida.
Tres de estas obras están referidas a hombres claves de la Revolución Nacional: Evocación de Augusto Céspedes (La Paz, 2000), José Cuadros Quiroga, Inventor del
1 Ensayista, historiador, economista y diplomático boliviano.
Foto Juan Murillo Dencker
Página anterior: Con una cuadro de Marcelo Quiroga Santa Cruz, en su oficina.
Movimiento Nacionalista Revolucionario (La Paz, 2002) y Fragmentos de Memoria, Walter Guevara Arze (La Paz, 2002).
En las tres se nota una carga emocional muy grande, simpatía y admiración hacia los biografiados; es que, en los tres casos, Mariano fue amigo suyo y, de alguna manera, fue también el recipiendario de sus secretos. A Céspedes, el inolvidable “Chueco”, lo ataban su desenfado, su ironía, su pluma punzante, su socarronería; de esa manera compuso un libro que retrata a don Augusto en toda su dimensión, chispeante y bohemio, o, como él lo califica: “rotundo, expresivo, sardónico y humorístico”.
El libro sobre Cuadros Quiroga es apenas un esbozo, pero fotografía al personaje en toda su dimensión, para después rescatar una serie de artículos sobre su personalidad escritos por importantes militantes movimientistas, tales como: Marcial Tamayo, Guillermo Bedregal, Rene Zavaleta Mercado, culminando la obra con una serie de trabajos escritos por Cuadros, entre los que sobresalen las bases y principios del mnr, documento liminar de este partido.
Finalmente, el último libro de esta tríada es la biografía de Guevara Arze, uno de los políticos más interesantes que produjo la Revolución Nacional, uno de los ideólogos más lúcidos del partido y uno de los políticos bolivianos con mayor presencia internacional. Guevara llegó a ser presidente de Bolivia por unos pocos meses y Mariano fue su ministro de educación, aunque su amistad databa de los inicios de la Revolución. La biografía de Guevara es una larga entrevista que le hizo Mariano al personaje y, por tanto, está contada en primera persona, dándole un sabor más íntimo.
Sin duda, la Revolución Nacional marcó la vida de Mariano, o tal vez los personajes que la idearon y plasmaron en realidad lo encandilaron para siempre. No por nada se explica, por ejemplo, la antología: Montenegro el Desconocido (La Paz, 1979), en la que rescata una serie de artículos y ensayos que Carlos Montenegro había escrito en su juventud y en el exilio bonaerense, o Víctor Paz Estenssoro, Testimonio de sus Contemporáneos (La Paz, 2001), que amalgama varios trabajos referidos al caudillo de la Revolución.
Sin embargo, las biografías y antologías de Mariano no sólo se refieren a políticos, sino también a hombres ligados a la cultura y a las letras; no podríamos dejar de nombrar, por ejemplo: Yo fui el Orgullo, Vida y Pensamiento de Franz Tamayo (La Paz, 1978); Alcides Arguedas, Juicios Bolivianos sobre el Autor de “Pueblo Enfermo” (La Paz, 1979); Atrevámonos a ser Bolivianos, Vida y Epistolario de Carlos Medinaceli (La Paz, 1974); Mis Hazañas son mis Libros, Vida y Obra de Augusto Guzmán (La Paz, 1993); Madre Naturaleza, Vuélveme Árbol, Vida y Pensamiento de Man Césped (La Paz, 1979), en los que Mariano ha ido rescatando, con esmerada paciencia, el trabajo de estos autores que dejaron su impronta en la cultura boliviana, y que, posiblemente, sin el inmenso esfuerzo que Mariano ha efectuado, hoy día tendrían mucha menos resonancia para todos nosotros.
Otro de los aspectos en los que Mariano ha sobresalido con luces propias es el de periodista; durante muchos años se desenvolvió como Director del periódico vespertino “Última Hora” de La Paz, que en aquella época pertenecía a un raro empresario minero, que ha dejado una larga estela en el desarrollo de la cultura boliviana: Mario Mercado. Este periódico adquirió, bajo la batuta de Mariano, una resonancia importantísima; vale la pena apuntar dos proyectos suyos: la “Biblioteca Popular Boliviana de Última Hora”, nombre bajo el que se publicaron una cantidad extraordinaria de libros a bajo costo y de fácil acceso, que tuvieron una aceptación masiva y siempre en ascenso.
El otro proyecto de un éxito rutilante fue la publicación de un semanario llamado, precisamente, “Semana de Última Hora” que se publicaba los viernes, en cuya primera página aparecía normalmente una mujer ligera de ropas, y que la fascinante imaginación paceña llamaba el “Playboy de los pobres”. Mariano y “Semana” tuvieron, a lo largo de los años que se publicó, la habilidad de convocar a las plumas más importantes de Bolivia y de los países vecinos y, conforme fue pasando el tiempo, se convirtió en un referente del pensamiento contemporáneo del país, por sus análisis y la publicación de puntos de vista divergentes y agudos. Punto alto del periodismo nacional y de un director que mostraba una faceta siempre diferente, amena y profunda.
Foto Juan Murillo Dencker
En la carrera de Mariano en el periodismo, no puedo dejar de recordar dos Editoriales luminosos que se publicaron en “Última Hora”, que tuvieron decisiva repercusión en la ciudadanía y marcaron a sangre y fuego los dramáticos momentos políticos que se vivían en aquellos tiempos. El primero fue publicado en vísperas de las elecciones de junio de 1979, cuando la democracia no había nacido y Bolivia apenas se sacudía de la larga noche dictatorial; el editorial de “Última Hora” era un llamado a la paz y a la construcción de un país más justo y mejor para todos. Hoy día, después de 36 años, ese documento sólo tiene un valor histórico, pero en su momento fue una clarinada heroica. El segundo se publicó el 3 de agosto del 79, cuando el empantanamiento en el Congreso hacía naufragar la elección presidencial; entonces surgió la voz de la cordura, haciendo un llamamiento para la elección del presidente del Senado como primer mandatario provisorio, mientras se encararan nuevas elecciones. El editorial tuvo un impacto atronador y Guevara Arze fue elegido presidente.
Por todo esto y por mucho más reitero que Mariano es un hombre sin espuma, que va al fondo de las ideas y las expresa y recrea a su propia manera y estilo. Mariano es un intelectual boliviano actual que debe ser leído permanentemente, por su extraordinaria precisión y lucidez. G