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Textos: Textos: Horacio L. L. Warpola Warpola Horacio Edgar Artaud Artaud Edgar Alfonso Forssell Forssell Alfonso María del del Rosario Rosario García García María Nelson Fabricio Fabricio Bodero Bodero Nelson Athena Ramírez Ramírez yy Ramírez Ramírez Athena Diana Ferreyra Ferreyra Diana Rosario Loperena Loperena Rosario Gabriela Koestinger Koestinger Gabriela Serguei Vassallo Vassallo Serguei Jesús Urbina Urbina Jesús Lauri García García Dueñas Dueñas Lauri Luis Alfonso Alfonso Angulo Angulo Luis Daniel Malpica Malpica Daniel César Cortés Cortés Vega Vega César
Magazine Digital de Literatura
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Radiador Magazine cumple dos años de trabajo ininterrumpido. Es por ello que nos dimos a la tarea de consultar el I-Ching o “Llibro de las mutaciones“ para saber qué futuro le deparará a este proyecto. El cambio puede estar a la vuelta de la esquina. Los poemas que constituyen este libro son claros, la complejidad del individuo obstruye su interpretación. Que el mítico radiador perdure como una sentencia. Larga vida a sus colaboradores.
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No. 24
DIRECTORIO °Editor en Jefe y Diseñador
Septiembre de 2013
Daniel Malpica
°Curaduría Poética
Emmanuel Vizcaya
°Tracklist
El Radiador
ÍNDICE
“
Esta revista es producida gracias al Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2013, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”
Horacio L. Warpola Edgar Artaud Alfonso Forssell Nueva Pestaña: Blanco Experimental Rork: Andreas Martens María del Rosario García Nelson Fabricio Bodero Athena Ramírez y Ramírez Diana Ferreyra Rosario Loperena Gabriela Koestinger Serguei Vassallo Nueva Pestaña: Tale Of Tales [[Recuento: EL Radiador Jesús Urbina Lauri García Dueñas Luis Alfonso Angulo Daniel Malpica Nueva Pestaña: Las Palabras del Budismo Grotowsky. Romper con cualquier sistema: Un Método Leticia Gómez Sánchez César Cortés Vega
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2°
Aniversario
S
eré breve: Ha sido por el apoyo, participación y difusión de ustedes, nuestros lectores y colaboradores, que [Radiador] Magazine cumple dos años de trabajo ininterrumpido. Veinticuatro números y un sinfín de experiencias con escritores y artistas de todas latitudes y generaciones. Ha sido un gusto y un honor trabajar en este proyecto. [Radiador] Magazine no puede sino agradecer a todos los seguidores y amigos que encuentran en estas páginas el vehículo para acercarse a distintas expresiones de la literatura, la gráfica, la música, el performance y demás disciplinas. Es también un gusto anunciar que [Radiador] ha recibido el estímulo del ‘Programa Edmundo Valadés de apoyo para la edición de revistas independientes, 2013’ del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Gracias a todos los que confían en esta publicación y apuestan por la diversidad de estilos, antiestilos, propuestas y cuestionamientos. Seguiremos dándolo todo mes con mes como desde aquel número 0 donde se vislumbraba apenas una pequeña parte de lo que sería una revista nutrida por la fraternidad, la crítica y las colaboraciones imprescindibles que siempre replantean el panorama, sacuden y abren la tierra como un árbol. Todavía lo recuerdo como si hubiera sido hace apenas 744 días (suspiro). Este número es un [Condensador], el punto de arranque para un nuevo ciclo. Muchas gracias por seguir pasando la página. Disfruten y difundan. Emmanuel Vizcaya
Mohamma Reza Shajarian Renda Mast
https://www.youtube.com/watch?v=wQs0w7Xs3S8
Pandit Budhadi y Anindo C Raag B
https://www.youtube.com
itya Mukherjee Chatterjee Behag
m/watch?v=mSn4dqe7SLw
Nguyễn Vĩnh Bảo y Hải Phượng Dan Tranh
https://www.youtube.com/watch?v=uMWdynUDtUw
Física de camaleones (fragmentos) Horacio L. Warpola (Querétaro, 1982)
Mi cuerpo es ciudad de animales invisibles, viven en mí como cifras y referencias, Sufrimos el mismo código genético, vamos a envejecer y morir juntos. Sin ellos sería algo menos que un grano de arena. Están en mi aliento; en mi almohada; en la taza de café; en los barandales que rozo; en las paletas heladas; en el aire de la cocina. Todavía somos jóvenes.
Hay cuerpos que necesitan otro cuerpo, que su vida depende del calor emanado por una bacteria, que ante la debilidad fluyen como polvo y tejen superficies capaces de soportar ambientes sintéticos. En ellos el caos es paralelo La tarde que llegué del médico rastreé en la transparencia de tu piel una red tempestuosa de torrentes. Era una representación vista desde la estratósfera. Me palpaste con tu mano en el pecho y sentí el sudor frío proveniente de la substancia que habita en tu organismo.
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Un día me avergoncé de mi naturaleza, lamenté que en mis profundidades, millones de animales salvajes, manadas violentas, se multiplicaran como virus, como estampida estrepitosa, de la válvula bicúspide a los hemisferios cerebrales. Puedo ser alimento y desechos, hogar o cuartel; pero nunca caja funeraria. Dentro de mí, mueren a diario todos estos parásitos sosegados por el encierro. Se hacen fósiles, cadáveres prehistóricos. Soy historia.
Como eufemismo de creación
Crecer es morir, es verse un árbol blanco a mitad del mentón, es buscar otros cuerpos que no se debiliten tan fácilmente.
No bebo ni como la carne de mi creador. No distingo su cuerpo. No le rezo por las noches. No le digo a mi doctor que él me va a salvar. Me quedo a medio camino entre el altar y la química.
[07]
Ahora tu cuerpo es ceniza atrapada en las órbitas de un planeta recién instaurado sobre los violentos atlas del vacío.
Somos polvo de estrellas de Hollywood Somos polvo de estrellas ninja Somos polvo de estrellas porno Somos polvo de estrellas de mar Somos polvo de estrellas michelin Somos polvo de estrellas de papel Somos polvo de estrellas del canal de las estrellas Somos polvo de estrellas del pacífico Somos polvo de estrellas de oro Somos polvo de estrellas del pop Somos polvo de estrellas en la bandera Rusa Somos polvo de estrellas del ring Somos polvo de estrellas de rock Somos polvo de estrellas literarias Somos polvo de estrellas del Manto de la Virgen Somos polvo de estrellas de Hoteles cuatro estrellas Somos polvo de estrellas de Galicia Somos polvo de estrellas negras Somos polvo de estrellas de Mario Bros Somos polvo de estrellas B&S Somos polvo de estrellas comiendo Somos polvo de estrellas de sopa de estrellitas Somos polvo de estrellas de David Somos polvo de estrellas de Belén Somos polvo de estrellas satánicas Somos polvo de estrellas en el teclado
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El demonio de los andes Edgar Artaud
(Ciudad de México, 1953)
Cada vez que invento un Poema necesito una o dos cervezas así conocí a la mujer oscura entrando al Bar se acomodó junto a mí, tú eres el viejo infrarrealista, dijo solo soy un viejo Ciborg, respondí poseo un pequeño chip conectado a mi cerebro ¿el chip concibe tus poemas? -preguntó y así continuamos la conversación el Bar aparecía en penumbras con parroquianos enmohecidos pedimos una botella de pisco “el demonio de los andes” y continuamos bebiendo; soy terapeuta en un laboratorio para desquiciados mentales, dijo y me pasó un brazo por encima de los hombros nos abrazamos y lloramos entonces emergieron sus ocho patas de aluminio negras y brillantes y con pasos de tarántula me abandonó en el Bar
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La Invención del Amanecer Alfonso Forssell
(Estocolmo, Suecia, 1987)
Soy un hombre langosta, me gusta caminar bajo cielos estrellados, me gustan los exteriores, soy aventurero aunque tengo un lado sensible, me gustaría conocer a alguien con quien pudiera escalar montañas un domingo por la mañana terminando el día viendo películas o escuchando jazz acurrucados en un sofá viejo. No me gusta tanto el agua, pero de vez en cuando me doy un chapuzón cuando mi caparazón se vuelve un horno. Mi color favorito es el rojo, me gustan las mujeres de todo tipo, pero las prefiero altas de piernas flacas. Si te gustan las personas contemplativas pero apasionadas escríbeme, mi dirección es… El hombre langosta no terminó de escribir la nota, como siempre, se quedaba en la última línea, colmado de dudas, recordando sus últimas aventuras con mujeres, todas tristes, todas incómodas como calcetines mojados, lo que más le roía es que en otros tiempos había sido diferente, en su juventud conoció cierto éxito con las mujeres, les atraía su caparazón, que en aquel entonces era o parecía vigoroso, sus tenazas picudas, su fogoso tono rojizo, y para coronarlo manejaba un Impala 67 descapotado comprado con el dinero recibido de su padre tras ganar un embrollado o más bien tozudo litigio que había durado veinte años, era una adquisición más bien caprichosa y lo sabía, pero a los dieciocho años poco te importa, y para el hombre langosta, o joven langosta en aquellos tiempos, no había nada mejor que sentir el viento tibio lustrando su caparazón, deshilando una estela de jadeos y gruñidos bermejos. Pero ahora era una mañana nublada unos veintitantos años después, a veces se arrepentía de no haber zanjado su vida en la cúspide, más de una vez lo había imaginado, generalmente en los limítrofes de su cumpleaños, cada año era más triste, cada año lo cercaba más en los espectrales confines de la soledad, y como casi todas las mañanas, el hombre langosta salió de su departamento ubicado en una de las colonias indistinguibles de la ciudad, compró el periódico y fue a la cafetería de la esquina y se sentó a leer, dirigiéndose inmediatamente, como cada vez que abría el periódico, a la sección de avisos oportunos buscando el verbo de algún corazón solitario, un corazón solitario como el suyo, sensible pero aventurero, con gusto por las laderas y las esquinas suaves, un corazón de piernas flacas, esperaba encontrar los tradicionales anuncios ramplones pobremente velados de pretensiones amorosas, y esa mañana no fue la excepción, así que salió de la cafetería dejando su café con leche intacto y caminó a la heladería de su amigo a tres cuadras de ahí para ver si ya había abierto, no solía abrir hasta las once, decía que no tenía caso abrir antes porque sus mejores clientes eran estudiantes de secundaria que aprovechaban la hora de receso para fugarse, eran diez para las once, así que decidió sentarse en la banqueta a esperar y se puso a pensar en su amigo, le apodaban el Teacher porque alguna vez había dado clases de inglés en la secundaria de donde ahora venía la mayor parte de su clientela, era bajito y panzón, con ojos que parecía que lo
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veían todo, azul hielo, de esos que incomoda mirar, un güero de rancho, de físico y modales, un hombre realmente gracioso, al Teacher le encantaba que su amigo fuera una langosta, era una presa fácil para alguien cuyas cabuleadas eran más bien mediocres, pero el hombre langosta sabía que lo estimaba realmente, y que no le gustaba verlo solo y triste, así que en ocasiones lo llevaba a rastras a algún club de caballeros, pero ninguno de los dos era admirador de los senos de silicona y terminaban en algún mirador viendo las estrellas en silencio. Entonces vio a una muchacha de unos treintaicinco años asomarse por una ventana del achatado edificio opuesto, tenía los labios pintados de rojo y fumaba un cigarro aunque no parecía un cigarro de tabaco, le atrajo su semblante ensimismado, ojos un poco enfermizos y las bocanadas tan displicentes, pensó ver algo de sí mismo en ella, el extravío, pensó, como si hubiera llegado al final de un largo camino para no encontrar nada, sólo una pared mullida, enderezó su coraza quizá por primera vez en años, como si aquel ligero movimiento lo hiciera de pronto más visible, como si no estuviera sentado en una banqueta frente a una heladería pintada de rosa y verde limón, pero ese movimiento no respondía a una medida consciente, era más bien como si su cuerpo decidiera que aún valía la pena ensartarse en los pequeños rituales de emparejamiento, pero la mujer no lo vio, o no le importó que un hombre langosta estuviera sentado frente a la unidad en la que vivía, como si fuera cosa de todos los días, el hombre langosta vio a su amigo doblar la esquina, silababa y llevaba un periódico de nota roja bajo el brazo, miró de nuevo la ventana, esperando encontrar un marco vacío, pero ahí seguía la mujer, ya no fumaba, ahora escribía algo en su celular, quizá un mensaje a un medio hermano alcohólico para conocer su paradero, o tal vez sólo jugaba Solitario. Hoy tenía la esperanza de no ver su triste jeta, le dijo el Teacher mientras abría su changarro. Cállate, chato, y dime quién es ella, señaló el hombre langosta a la mujer del segundo piso, el teacher echó un vistazo y dijo creo que se mudó hace un par de semanas, pero mejor no me hagas caso. Está mona, aunque se me hace que es una de esas mujeres recién divorciadas y sin trabajo que se quedan todo el día viendo el horizonte, aunque en esta ciudad no exista tal cosa. Qué fuerza de voluntad, qué necedad. El hombre langosta se puso de pie con dificultad, le pidió dos paletas de limón a su amigo, cruzó la calle y se colocó directamente debajo de la ventana. Disculpe, con el calor que hace pensé que le apetecería algo frío, dijo con un hilo de voz mientras extendía su tenaza ofreciendo la paleta, sabiendo que era un día más bien fresco, ella lo miró por primera vez y le dijo seguro, sube, y desapareció sin más, él cruzó el pasillo, subió al segundo piso y tocó la puerta frente a las escaleras, no respondió nadie pero momentos después sintió una puerta abrirse a sus espaldas, era la mujer, naturalmente, lo miraba desde una puerta entreabierta cifrada con el número 2046, pormenor que quizá en otras circunstancias hubiera encontrado extraño pero el hombre langosta estaba como embrujado y flotó hacia la mujer, que se movía con una silenciosa agilidad y ahora lo esperaba en uno de los divanes individuales del diminuto departamento, olía a orines y plátano maduro, un olor acogedor, pensó el hombre langosta. ¿Quieres algo de mezcal con tu paleta?, preguntó la mujer, se puso de pie y se dirigió a una
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vitrina dentada, era alta, llevaba un pantalón holgado pero él juró distinguir unos popotes de piernas, sintió un hormigueo en sus pies, en ese momento la mujer le entregó un vaso de mezcal generosamente servido, él le correspondió con la paleta de limón y advirtió que no había dicho nada en todo ese tiempo. Eres nueva por aquí, cierto, observó por decir algo, vengo casi todos los días a la heladería de enfrente que es de mi amigo y nunca te había visto. Yo si te había visto a ti, aunque francamente hoy te ves distinto, menos, no sé, taciturno, contestó la mujer, me llamo Mirna, me puedes decir Mir, dijo mientras ahogaba la paleta en el mezcal y la sorbía infantilmente, en realidad no me asomo mucho por la ventana, no es por nada pero hay poco que ver por aquí, pero ayer se perdió mi gato, dijo con llana tristeza, quizá sea nueva por acá pero sé bien que este es un territorio de gatos callejeros que viven bajo la ley de la selva, dijo y sorbió la paleta. Estoy afligida, sabes, pues mi gata puede toparse con dos situaciones: el tintineo de su cascabel es suficientemente rítmico para evocarles ese jazz vertical del que tanto gustan los gatos callejeros y la catequicen como uno de ellos (puedo imaginarla tocando el contrabajo, con unos kilitos de más y sonriendo con su inexpresivo hocico) aunque más probablemente cae víctima de los celos felinos en el campo de batalla, pausó y fondeó el mezcal. Así me gustaría recordarla, como un guerrero, o un samurái, aunque sería más acertado decir como un ninja, pero los samuráis, como los gatos, desenvainan sus filos tan rápido como el viento. Su nombre es Celerina, y el caso es que no creo volverla a ver nunca más. Al hombre langosta le pareció la historia más triste que había escuchado y se enamoró sin remedio, aunque no sabía de gatos extraviados sabía de pérdidas, de la pérdida de la esperanza, de la pérdida de rumbo, la mujer ya no dijo más, su mirada se había enturbiado, el mezcal más bien parecía aguardiente, al hombre langosta le dio la impresión de que el gato era todo lo que tenía en el mundo. Mi color favorito es el rojo y me gustan las piernas flacas, se escuchó diciendo. Ella no reaccionó, miraba el fondo del vaso vacío, en esos momentos imprecisos, silenciosos pero cargados de algo, detonó un jazz zigzagueante que venía del único cuarto de la morada, el hombre langosta inmediatamente reconoció el sax de Coltrane. También me gustan las noches estrelladas, a veces voy con mi amigo el heladero a mirar las estrellas, pero a pesar de su compañía miro las estrellas y me siento solo, y las siento solas a ellas, porque refulgen tan bellamente en un universo silencioso. Pero nuestro universo no es silencioso, Coltrane se encarga de eso. Ella sonrió, en ese instante le pareció mucho más joven, menos triste, afuera, más allá de toda lógica, parecía amanecer, pero no amanecía, no era afuera donde salía el sol, sino adentro, en ese minúsculo departamento, donde dos criaturas extrañas intercambiaban extraños gestos, él sin decir nada más le tomó la mano con su blanda tenaza y ella no la soltó. También me gusta el color rojo, dijo ella
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2do Aniversario
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finales del siglo XVI, el herrero de un pequeño pueblo encontró frente a su puerta un recién nacido abandonado. Después de buscar en vano a los verdaderos padres del niño, el artesano y su esposa lo adoptaron. El niño creció, aprendió a leer y a escribir. Un día, viendo a su padre trabajar, le preguntó: “¿Qué se hace con las herramientas y las armas?“ El herrero, observando el martillo, respondió: “La herramienta es robusta y útil. Puse toda mi buena voluntad en ella. El arma es bella y fuerte. Puse mi temor y mis miedos. Pero ambas en conjunto son mis esperanzas. La herramienta, que nos ayuda a construir. El arma, ya que da el poder para la destrucción. Y el día, si así lo elejimos, en que nos negaremos apelar por esto último. Ese día, espero que lo veas.“ Esa noche, el niño soñó que podría construir y derrotar sin necesidad de herramientas o armas, sólo con la fuerza de su espíritu. Y todos los seres de la tierra pasaron por su sueño y todo el mundo le hizo una pregunta, differentes cuestionamientos entre sí. Por la mañana, el chico le preguntó a su padre “¿Cómo respondemos a las preguntas? Es difícil, ya que cambia todo el tiempo. El padre sonrió y pasó los dedos por el pelo blanco de su hijo. ANDREAS
Chuletras con estilo (Cambié mi delantal por unas alas) María del Rosario García (México, 1966)
1.-En una sartén de Chumacero (Alí) inoxidable, rocíe un poco de aceite de Oliva (Oscar) y ponga a fuego talento por unos minutos. 2.-Coloque las chuletras de Cordero (Sergio) y salpíquelas con un toquecito de Salinas (Pedro) y de Pimentel (Jorge). 3.-Una vez selladas, deles reverso y espere que los Borges estén a punto y, seguido, retire del fuego. 4.-Desprenda la carne ya perfecta, desde el Girondo (Oliverio), y llévela directo al Plath (Sylvia). 5.-Para la guarnición, sobre una Tablada (José Juan), deberá usted Cortázar (Julio) a delgadez, unos alfabetabeles de la Huerta (Efraín) y presionar levemente con una palabra para que suelten el exceso de espluma y nuestras rodajas no hagan un rastro de Machado (Antonio) violeta. 6.-Agregue una buena porción de Juarroz (Roberto), directo de la Borbolla (Oscar) y adorne con unas ramitas frescas de pereGil de Biedma (Jaime) o hierba de Santamaría (Gema) bien picada, u hojas de Parra (Inés) en finas tiras, y un tanto de Gelman (Juan) light, para dar sabor. Se recomienda degustar con una copa de Baudelaire (Charles) oscuro y a tiempo, un Blanco (Alberto) a temperatura ambiente u otro buen Calvino (Italo). A la postre, elija entre unos Bañuelos (Juan), una tajada de pastel Mármol (José) o quizá, un sabroso pay de Limón (Gustavo Armando) o un flameado de Mora (Pablo) con una taza de sabroso café o té. Lo más importante es prepararlo con Amor (Guadalupe) y decorar adecuadamente la Meza (Francisco) para sus comensales. Buen provecho!
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La vertebra de Dámocles Nelson Fabricio Bodero (Quito, Ecuador, 1991)
La música es al interpretación del universo de aquellos que han visto más allá de lo visible. Elizabeth Asencio Hernandez.
Queda tan poco ahora que la soledad se convierte en un expediente donde almacenamos con vergüenza el improvisar de noches aceleradas, por esa presencia que nombramos duda. Hay tan poco, y cada plegaria dicha con la lengua dividida, no es capaz de armonizar la palabra; entonces nuestra guía es el fonema. Puedo aun escuchar el caudal de esa noche que fue tan distinta a todas: viví enjaulado durante tanto tiempo dentro de este nombre, de esta cantidad de órganos que me inspiran solo repulsión. Construí una embarcación en donde podrían caber todos los anuncios prometedores y de esperanzas para esta vida, no supe subrayar la idea de desempacar en un territorio donde la lengua había sido extinta, lo único que me podría saciar era un sonido relampagueante, como el estallido de un cuerpo entre tanto caos, para ser minimizado por el espacio, ser desecho como la última célula en el cabello de un hombre que acaba de morir. Quise ignorar a todas sus gentes, hablaban tan poco que en sus rostros había colmenas repletas de incertidumbre y aunque estoy convencido de que la incertidumbre es algo de lo que no puedo huir, es también la misma razón por la que decidí renunciar a mi aldea. Caminando por la orilla de la isla encontré una almohada de aserrín; sabía que esta contenía mi nombre a pesar de no estar escrito; cuando la vi, escuché como un martillo destapando un clavo de una pared de yeso quebrando toda una estructura hasta ahora sólida; como un árbol que se planta sobre el cemento para ser de concreto. Así es como sonaría en un territorio donde las sílabas no se acumulan, no se despliegan. Cómo conocen de mi, dónde removieron pliegos de memoria para asistirme con su estruendo. Lo cierto es que un individuo descalzo, con los ojos muy abiertos como una laguna donde la marea persiste en madurar y permanece, me decía una oración completa al primer parpadeo, para el segundo fue una historia inabarcable de representar. Dónde estoy, a dónde he llegado, no debo estar muy lejos de mi aldea, estoy perdido, agua, quiero descansar. Fue el humanoide con orejas de elefante y garganta de papagayo el que me sacudió de tal forma que caí abatido sobre la almohada, todavía no comprendía que el cielo podía caber allí, que la palabra incierto no es nada más que un insistente recurso de comunicación verbal, y que ahora toda certeza se escucha y contempla. [30]
En el sueño vi un hombre que no tenía boca, sus ojos amarillentos como un papiro del siglo diecisiete saltaban de su rostro sostenidos por un alambrado, me parecía que no tenía vida pero fue cuando me dijo que la paciencia estaba al alcance de un estallido, su cuerpo hacia las contorsiones más extravagantes que había podido contemplar, me sentí afligido, no podía seguir con esta ceremonia, quise despertar. Cuando desperté un grupo de individuos con orejas de elefante y garganta de papagayo me levantaron y me llevaron a la orilla de la selva. En el agua reconocí el idioma de todos los mares: Habían unos que colisionaban tan fuerte contra el rompeolas, otros que rumoraban fuerza y desesperación al momento de hurgar la fisonomía de la arena, algunos cansados de abandonarse al océano llegaron a la orilla con el alarido de la calma, hubo alguno que su silencio bastó para saber que había acabado de estrellarse como tropecé con este arrecife. Poco a poco fui comprendiendo este lugar al que sin tener un presagio había llegado. Para alimentarme mutilaba las extremidades de las plantas, las hacía añicos, ponía a todas sobre una tabla donde eran desintegradas hasta el cansancio por pies de todos los que se servirían. Nuevas formas que yo desde la cólera de una habitación, jamás habría percibido; un mundo nuevo como un idioma que se aprende extinto para nunca volver a ser hablado. Luego de varios días, podía contar pequeñas anécdotas con los dedos; decir que necesitaba agua para beber podía llevar tiempo, de tal forma que llorar es como el color que transparenta al naúfrago en la deshidratación del cuerpo; solo de esta forma, el líquido sagrado de la tierra me podía ser concedido. Aun así no fue lo suficiente para mantenerme abastecido por la madera que se usa como pilar y se quiebra por su hendidura. Caminé varios kilómetros antes de ver el límite, el que divisaba con los párpados añejados por el día, como un borde que no se agota de erosionar hasta quedar hecho añicos; a lo lejos dos sombras servirían como guía para saber que la superficie rueda bajo mis pies desenterrados. Era un total desgaste, una masacre seguir empuñando el lodo de este lugar y aprender de él como si mereciera vivir abatido por una garganta que se alimenta de lamentos, dije basta y la noche desmayó por los muros de la superficie. Aquellas sombras eran la de mi padre y mi hermano, caminaban en dirección contraria pero yo no estuve seguro de ellos hasta cuando escuché el grito de la infancia, nada me hizo sentir más vulnerable que la voz de todos los universos, que hasta ahora sin descubrir, él mismo había creado; no conté con las palabras, las había perdido hace tanto, estaba muy oscuro y el agua a estas horas parece un mar de cadáveres yaciendo como asfalto. Le hablé con los dedos, como me habían enseñado pero nadie me comprendía. Padre por otra parte, sabía muy bien de qué se trataba el juego de los fonemas, hizo un gesto con la ceja y se petrificó en mi espalda el sonido de los huracanes arrancando árboles de sus raíces; es la vértebra de Dámocles me dijo. Todo el mal amenaza con quedar cuajado en la encarnación que me sostiene. [31]
El sonido de la ola es una radio fuera de señal. Tanto hacerse tierra, tanto caminar con la espalda en la mano, vive tanto como dure la apertura de dos grietas siendo engendradas, tanto hundirse y plegarse a los costados que viajan desde hace tanto a las estepas, tanto reírse resulta incoloro, no encuentro tampoco el olor de los arrecifes y el sonido que produce el cuello de la ciénaga al encontrarse con la misma lengua que la humedece. ESTA ES LA OLA ARRIBANDO A LA REALIDAD ESTA SIMPLE E INMENSA ORILLA DONDE TALADRAN TROMPETAS PARA EMULAR EL DÍA
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Una idea para utilizar un martillo Athena Ramírez y Ramírez (Tepoztlán, 1982)
Primero aférrese a una idea. Después busque coronillas que parezcan molleras, aunque también en cráneos maduros funciona. Ahora consiga un martillo. Centre la idea con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda en un punto de la cabeza; con la mano derecha sostenga su martillo y golpeé con fuerza la idea para que se encaje en el cerebro. Si usted es zurdo, tome la idea con la mano derecha y el martillo con la izquierda, será igual de eficiente si aplica las mismas ganas de influenciar al prójimo. La primera reacción del individuo será de rechazo, dolor y enojo; que esto no detenga su martilleo. Continúe constante y con precisión. El individuo poco a poco aflojará el cuerpo, dejará de estar renuente y la idea se irá albergando con armonía en la mente como si encontrara un área de confort en la que se acomode como en un sofá. Aunque usted crea que la idea ya está integrada al cráneo, podría salirse a la primera provocación que quisiera interponerse. Es por ello que debe seguir utilizando el martillo hasta asegurarse de que la idea se ha clavado hasta no dejar ni la punta visible. Cuando esto se haya logrado, deje de martillear: es momento de colocar un parche sobre la herida que ha dejado la idea. Este parche evitará que la idea sea expulsada del cuerpo y a su vez cicatrice con una encarnación armoniosa. Le aseguramos que el individuo no recordará lo que le pasó una vez que el parche haya terminado su función. El individuo, en vez de enojarse con usted por el dolor causado, le estará agradecido por sanar la herida. Repita la operación con cuanta persona conozca, pero no pierda tiempo ya que las televisoras tienen taladros masivos, con parches más eficientes llamados publicidad y no queremos que su manipulación llegue antes que la nuestra y haga que nuestros martillos aparenten ser obsoletos
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Para Danae
Diana Ferreyra (Michoacán, 1990)
No me gusta cómo actúa mi esposa desde hace siete meses. Está loca. No la entiendo. Se queda mirando al techo como si lo quisiera alcanzar. No entiendo su comportamiento ni cuando babea. Piensa en silencio, tal vez. Huele mal porque no quiere bañarse. Se quedó frustrada. Recuerdo cuando ella deseaba ir a ver la obra de Gustav Klimt y ansiaba con tocar el lienzo. Le dije que nos metería en problemas si seguía con su necedad. No hizo caso. No tocó pero observó neciamente el cuadro como si quisiera ser Danae, sobre todo poseer los pechitos rosas que se abren para todos, y el cabello caído con su cabeza recargada en la almohada, mientras duerme en un ruido imaginado. Pobre de mi Sol, Solecito, tan sola como su nombre. Y durante tres semanas se puso a tejer un rebozo para Danae, como ella dice, para que no tenga frío —De seguro no tiene frío, Sol. — ¿Y tú cómo sabes? —Porque… es obvio. — ¡Pobrecita, siempre desnuda! Pobrecita pero de mi Sol tan burra como siempre… tejió un chal tan largo que no supimos dónde dejarlo, pues la cosa medía alrededor de dieciséis metros. Tuvimos que cortarle un poco para regalarle a su madre la mitad, y no se quejara (como yo suponía, como siempre dice, no se acuerdan de mí ni en Navidad). Entonces pasaron tres semanas de eso y horneó muchas galletas con betún, y como me dijo que no tomara ninguna galleta (solamente para Danae), todas las galletas se enlamaron y las dejé para los gatos de la calle, a escondidas de mi esposa. No tuvo, después, otra manera de entretenerse y llenaba en las cubetas agua y agua y agua, no conforme en dejar allí sus excreciones y vómitos. Veinte cubetas limpias y las demás treinta sucias, pero es para Danae, repetía lo mismo sin importarle si me interesaba o la evadía. Todo para Danae. Todo, incluso el vómito era porque comía un poco de arroz sin sal y lo desechaba como los pájaros lo hacen para sus pichones, eso sí, para Danae. /***/ Al poco tiempo, supo su madre que estaba loca. —Te dije que la cuidaras, viejo chancludo. —No sé qué tenga. —Se puso mal… ¡porque tú no le das lo que ella desea! — ¿Y qué es, señora? —me gusta preguntarle eso porque sé que jamás lo dirá. —Déjate de tonterías. Mañana me llevaré a Solecito a Laredo para atenderla. Está loca porque la tienes encerrada en un montón de cuadros que no les servirá para nada, ¡no me digas que
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te sientes muy pintor para mantenerla! Está drogada por todos los lienzos que usas y por tus pinturitas baratas. De seguro ya la tienes drogada, ¡debería darte vergüenza! Me la llevaré a Laredo, la meteré a la Universidad de Tamaulipas para que haga la segunda carrera que nunca le has permitido hacer, y la llevaré con un psiquiatra especialísimo, además de invitarle a jugar en varios clubes. Eso necesita: curarse del estrés — ¡Mire señora!, usted no puede llevarse a Solecito así como usted dice, o cuando le dé la gana. Es MI ESPOSA (con mayúsculas, lo declaré), es-po-sa, y se lo vuelvo a repetir (y lo hago): es-po-sa. Si Solecito se quiso casar conmigo es cosa mía y de MI es-po-sa. No tiene derecho a decirme lo que hará con Sol. Puede apoyarme si lo desea, señora, pero si no, mejor dejemos las cosas en paz. No me vaya a echar la culpa de lo que le acontece si es por mis lienzos o por la pobreza. Su hija, aparte, no quiso estudiar otra carrera hasta que ME-JO-RARA la situación económica; de hecho íbamos bien, pero se enfermó y… bueno, ¿para qué hablar de eso? ¿Cuándo se ha preocupado por su hija, eh, cuándo se preocupó por ver nuestra situación a sabiendas que teníamos muchos problemas con su asma? ¿Cuándo se preocupó por tener un buen alimento, a sabiendas que sufrió anemia? ¿Cuándo…? Y empezaron los cuándos sin tener preocupación por la bilis que se coció en su tráquea. — ¡Ya infeliz…! está bien, está bien. Tengo la culpa del mundo: soy una madre desnaturalizada que se pierde o se corta los pelos sabiendo la enfermedad que mata a su hija en unos cuantos meses. Si supiera mi desesperación, usted no se hubiera puesto de esa manera (desde allí me habla en usted), y si usted cree que tiene la solución, ¡haga todo lo que le dé su santa voluntad…! Y le colgué. /***/ La veo junto a mí y Sol piensa que tiene un mosco y se pega en la frente, y evade el polvo como si tuviera alas y se tranquiliza cuando tiene sueño. Por suerte, duerme y come, aunque ya no quiere excretar tanto. Solecito sufre de estreñimiento. Desde allí ha engordado más de lo debido. No sé qué haré contigo: nunca me dices qué tienes y en vez de darme un beso como antes, te dedicas a morderme los brazos o los labios. Estás loca. No quiero pensar lo peor de ti. Sueño sin ti. Duermo contigo. Escucho tus eructos. Lloro por tu aliento. Hueles mal, desde hace siete meses, hueles mal. Pobre de tu corazón. Pobre de tu cuerpo tan podrido. No debí pensar en otra cosa más que en ti, no sé qué tengas, apestosita mía, no sé qué tengas. Rayito de noche y estrella de día. Por tu culpa digo boberías, y se me sale lo de poeta maldito. Debería pensar en otra cosa. No he pintado desde hace meses por tu culpa. Que cómo le hemos hecho para subsistir, no sé mi Solecito, no sé cómo le hemos hecho para vivir tanto tiempo sin dinero. Tienes a tu hombre que pide dinero a sus amigos porque saben tu situación. Pequeña, mi Solecito… espera, tocan la puerta. Abro. Es Santiago. — ¿Qué te has hecho, amigo?
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—Aquí, como siempre, tú sabes… —Entiendo, creo. — ¿Qué hay de nuevo? —Nada, solamente quería saber cómo estaba Soledad. —Soledad soy yo. —No digas estupideces. —Lo digo porque pienso que así estoy —No, no te sientas así… ¿no has sabido por qué está loca? —No sé… —En el último viaje que hicieron para ver los cuadros de Gustav Klimt se puso mal… —Eso no tiene nada de malo, pienso… —Eso sí tiene de malo, hermano. — ¿Por qué? —Porque se enfermó por un cuadro, como me cuentas las cosas. — ¿Sabes cuál podría ser la solución? — ¿Llevarla de nuevo a ver la exposición? — ¡Noooo! O tal vez… —A lo mejor y con eso se cura. /***/ Me gusta verte así, conmigo, apretando nuestras piernas una a la otra, como duermen los gatos. Me gusta verte así. Pienso. A qué hora saldremos de viaje, nuevamente, para ver la exposición de Gustav Klimt. No he visto un programa cultural donde se anuncie el cierre de fecha. Si Solecito se siente mejor con el viaje, haré lo posible, mañana, por levantarla temprano, darle de desayunar, lavarle los dientes, ingeniarme para que ya excrete y sobre todo, esté bien. De hecho pienso que sería bueno regresarla con su madre a ver si la aguanta… pero estamos casados, estoy comprometido con ella para protegerla. En este caso no diré en la sociedad, o suciedad, porque si lo digo, de esa manera, es justificar mis errores como viejo pelafustán, cosa que no intento serlo durante más de una década. Quiero que mi Solecito sea feliz y punto. Que si esto que si aquello… no me interesa. Solecito es mi Solecito y punto. Tengo comezón en los talones. Solecito infeliz que me contagió su pie de atleta. Tengo frío. Infeliz Solecito que me pegó el asma… ahora resulta que Solecito expira sus enfermedades: eso me faltaba. Solecito baboso, digo babosa… mi Solecito es mi Solecito. Se despierta. Siento cómo se mueven sus brazos para retirarse la almohada de la cara y busca más cobija. Ella tiende a enfriarse de noche. Se sostiene sobre la colcha. Se sienta. Se para. Empieza a caminar. Balbucea. Danae, Danae, Danae. Todo para Danae, como siempre lo ha predestinado. /***/
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La espécimen llamada Soledad camina por la puerta y choca cinco veces. Por los empujones logró abrirla. Camina por el pasillo. Se sostiene en las paredes. Ruge, bueno grita algo que no sé si sea arameo o principios de mediocridad inconsciente. Camina. Decide detenerse. Caen en la entrepierna gotas de orina. No le cambié el pañal, creo. Llora sin abrir los ojos. Medita su acción. Cierra los brazos por el frío y esconde las manos. Sonríe. Camina. Al frente hay una ventanota, donde puedo ver un poste y algunas casas de lo más alto de la ciudad. Lo bueno es que aquí no nieva, si no… Camina sonámbula. No sabe lo que siente, ni sabe lo que hace. Toca su ombligo. Qué linda se ve tocándoselo. Parece recordar su ombligo con cierta nostalgia pensando Por qué me rompieron desde bebé. Se dirige a la ventana. Sube un escalón de la ventana. Retrocede. Le gusta hacerlo en tiempos de verano. Da siete pasos hacia atrás sin importarle los insectos que habitan de noche. Se queda parada. Pobre de mi Solecito, no sabe lo que hace. Gime. Repite el nombre de Danae, Danae, Danae. Se remuerde las uñas, y toca sus cabellos lamiéndolos sobre sus labios. Se quita la piyama. Trae venda y se la quita. Por suerte, le pongo una piyama suelta para que no tenga frío. Corre de pronto y se lanza hacia la ventana. Entonces veo cómo todos los cristales se le adhieren en la piel sin preguntarle si eso deseaba. Cae y todos los cristales se le pegan en las uñas, ojos, dedos y orejas. Bajo y me encuentro que sigue diciendo Danae. No está muerta. De allí ya no quiso volver a ver un cuadro de Klimt
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Teorías
Rosario Loperena (Ciudad de México, 1985)
Explicación del acróbata que no sabe dormir acostado acerca de los objetos que se sostienen de cabeza en las fotografías y casi nunca en la vida real: La fuerza que mantiene al mundo en vertical y en el orden arriba-cielo-abajo-suelo es un mantra que susurran los ojos cuando miran. (Nadie lo ha escuchado, se especula que consta de siete sílabas). Sólo los recuerdos pueden voltearse sin que su contenido se caiga o se rompa, ni se despeinen o lastimen los sujetos recordados.
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Nota: Cuando nadie está mirando una fotografía, lo retratado puede cambiar de lugar.
Explicación del científico alojado en el cuarto 302 del edificio blanquísimo, acerca de la mujer barbuda: En el principio del mundo, era la fricción: uno que era uno, de tanto friccionar se hizo dos, para después friccionar y ser uno nuevamente. Así, la mujer con barba se dio cuenta de que su atributo no sólo era subversivo, era la mejor forma de mostrar resistencia. Lamentablemente el Circo es una de las instituciones más poderosas y rígidas que ha habido en la historia y le compró el corazón para neutralizar la gravedad del asunto. (Investigaciones recientes indican que mirar es el acto que causa la máxima fricción entre dos cuerpos).
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Explicación de la vidente acerca de los días de suerte rara: Hechas ovillo, las criaturas del azar, con sus patitas recogidas, roncan al pie de los volcanes más fríos. Sus sueños de orden, son filtrados a la tierra que confundida gira a destiempo. Ellas no conocen ese orden simétrico que usted estará pensando, sino el redondo, el de circulación abierta. Ese, dónde se han despojado y yacen vacías por dentro. Consulte el siguiente diagrama (es el más aproximado que se puede encontrar)
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La Carcajada
Gabriela Koestinger (Ciudad de México)
Esperas que las palabras exactas aparezcan hoy; aunque estés hastiado, siempre puedes hacer otra historia de un personaje deprimido o frustrado, las desventuras de un miserable siempre te han parecido más estéticas que la felicidad a borbotones, aunque seas feliz a borbotones. Intentas evadir la vulgaridad de retratar un pensamiento ordinario, te lamentas a propósito y sin sentido, buscas las más degradantes emociones para facilitar el uso de palabras rimbombantes y una adjetivación que defina tu estilo. Dejas salir una gran carcajada y tiras la Mont Blanc que te regaló un día tu papá. ¿A quién le importa una historia que dentro de la subjetividad pierde la verdadera esencia de tus pensamientos no ordinarios? A ti no, lo sabemos, el ensayo es el futuro de la literatura, aún con la flexibilidad de la ficción, todas las historias se han contado, las mismas preguntas sin respuesta se han hecho y los personajes han sido los mismos, de la edad media para acá, nadie ha dejado de repetir y repetir. Y a ti, con tu carcajada arrogante, sarcástica y burlona, te importa un bledo. Fácilmente escribes un ensayo donde le escupes al mundo, al terminar, te arreglas y vas a la reunión con tu novia, en donde le propones unir su vida a la tuya en un trámite burocrático y bajo la bendición de Dios. Diez años después, sigues cobrando los cheques de tu única publicación, la novela de amor en donde pintaste tu relación, no llena de pensamientos ordinarios, sino, un gran pensamiento ordinario en diez mil palabras. Nunca quisiste ser escritor; porque tu padre lo es, todos te forzaron a serlo, jugaron a vestirte y a desvestirte y nunca supiste quién eres. En la casa que te dejó el best seller, en la sala y sin esposa, te reconoces una pequeña hormiga en este mundo, no, el excremento de una pequeña hormiga en este mundo y al saber lo que eres, sueltas otra carcajada y jalas el gatillo
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Postal desde una isla Serguei Vassallo (Hermosillo, 1985)
Antes de que amaneciera supe que las aguas son aliadas, han acordado secuestrar a la tierra que se mantiene en pie, sin movimiento. A la ciudad se le han roto sus alarmas; nos enteramos porque el insomnio nos acompañó a mirar los vacíos de un silencio incómodo los sueños humeantes en forma de señales audibles que tragó el océano: tiembla con ellas, las escupe a las tuberías. Nos aventuramos a una fuga para que la historia nos juzgue. Seamos nosotros las visitas incómodas, lleguemos sin avisar a las estaciones de radio: Se le ha hecho tarde a la ciudad, quedémonos a mirarla detrás de nuestros barrotes
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http://molinodecuentotv.blogspot.mx/2011/10/tale-of-tales-by-yuri-norstein.html
2do Aniversario
Tale Of Tales [1979, obra maestra de la animaci贸n sovi茅tica creada por Yuri Norshteyn]
2do Ani
24 nĂşmeros en el espacio
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iversario
forman una constelaci贸n.
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Todos los corazones de mi hijo muerto Jesús Urbina
(Ciudad de México, 1985)
El paso del ser humano deja huella en el castillo pesadilla extravagante altar que construimos de arena en el barquito de papel donde navegaban mis ideas en los trompos de madera giran y giran las miradas como si fueran miradas verdaderas el amanecer es bello pero la edad se lleva la inocencia Aquí el camino y el atajo es ruta a ninguna parte tenemos que darnos prisa la noche es un relámpago que arde y nos quema la conciencia y el niño llora y la madre no lo escucha el niño ha caído dentro de sus propias dudas en un pozo tan profundo que nace y renace mientras cae sin principio y sin finales en un mundo tan desolado donde todo lo que ocurre no es más que un caleidoscopio de crueldades El niño ha crecido cayendo por un túnel interminable hecho de silencio de oscuridad de soledades y el pobrecito tiembla de frío y arde de rabia y llora de niño y crece de nada y nadie se da cuenta porque nadie ya lo mira y el niño cae en un túnel interminable mientras sólo se imagina que la vida es un pozo tan profundo que no queda tiempo para caer ni ver el fondo ni para subir ni ver la cumbre el tiempo avanza estático la mirada se queda quieta y el niño cae y crece y cae perpetuamente hasta que no quede nada de su presencia ni de su ausencia Mi hijo llora sobre el secreto de mi muerte mi hijo soy yo mirando como la violencia florece crecen soles negros y se entonan las canciones de los vencidos sobre los vencedores los oprimidos rasgan con sus miradas tristes nuestros corazones fríos y oxidados Mi madre me canta la canción de los ausentes en mi cuna de madera mi casa se incendia de dolores lejanos y sociedades contemporáneas mis vecinos cierran sus ventanas y corren sus cortinas para no ver como el mundo se termina y encienden sus televisores para no darse cuenta que son ellos mismos ante sí sus propios homicidas
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Mi madre mira como mi cuerpo arde sin poder hacer nada mi madre que es el carruaje de las sombras proyectado sobre mi corazón de cenizas esparcidas en el recuerdo de lo que soy sin ser nada Todos los caminos cerrados las ventanas y las puertas tapeadas han clausurado la libertad por falta de fe y de esperanza Pero nosotros conocemos el verde azul del campo hemos visto y caminado sobre constelaciones de flores en galaxias nítidas de hermosos colores hemos caminado sin direcciones no tenemos limite alguno el camino es trazado por nuestros propios corazones Mi madre teje con sus lágrimas mi alma y arroja mis cenizas sobre el lado oscuro de la luna y caigo en ella como una lluvia de semillas que florece ante el cadáver de mi hijo y le doy un racimo de lo que soy al recuerdo de lo que he sido y en lo que me he convertido aun no lo he comprendido y mi cuerpo crece sobre la superficie de la luna y alumbra el corazón de mi madre con la tela de mi olvido Mi padre no recuerda mi nombre y le da cuerda al reloj que yo he perdido mi padre me confunde con el paraguas y no le guardo rencor porque sé que mi padre suele ser muy distraído y alguna vez me dijo o se lo dijo a una sirena pero no importa porque sé que mi padre tallo sobre una piedra la edad del universo y la comparo conmigo Pero la noche no es una idea clavada en mi pensamiento es un sentimiento a oscuras carente de gravedad es una estampida de brillantina recubriendo el resplandor de la luna y alguien me imagina dibujándole satélites a la locura estoy contento porque pude besar el sol en la boca de los lamentos y no quemarme el corazón con su ensueños Pero mi corazón es un poema líquido que se disuelve en la oscuridad de la materia negra y vierte sobre la vía Láctea su manojo de raíces agrias llenas de ingravidez y plegarias mi corazón late a dos edades y el tiempo se congela en un asteroide atraído por un agujero de gusano cada mil años la luna esculpe su silueta sobre la superficie de la tierra y la baña de abandono de silencio y de metálica arena
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Pero la arena se hace líquida en la memoria de la tierra la anémona sagrada se consagra al beber la metálica sustancia y en arrogancia el sol avanza hacia el caparazón de la Vía Láctea pero la noche brilla en la mirada de la anémona sagrada y le devuelve su derroche el sol se congela de silencio y en copos de nieve llega la luz enfriándonos las manos congelándose así el tiempo roto de todos los calendarios arrancamos las páginas para prenderle fuego a la hoguera que antes era la luz que iluminaba la materia y ahora sólo es el recuerdo de la resurrección de los planetas Pero los planetas giraban como trompos en las manos de un enano que le daba cuerda a las estrellas y desorganizaba la celeste estela lugar sin lugar al que fuimos todos encadenados Los aros de gases metálicos ardían en la mirada de los extraños que no existían más que en el sueño de los olvidados rostros sin personas cuerpos por si mismos apagados el sol era devorado por una antena parabólica instalada en la punta de mi lengua y recordaba entonces como mi nombre se incendiaba en el corazón de la noche para dejar de ser nombrado Ningún lugar queda en las extensiones de la noche en los arrecifes espaciales con ballenas navegando entre mil satélites artificiales y quedan sus esqueletos impregnados en las superficies de los asteroides Recorro en silencio los caminos no trazados de una ciudad invisible sin comprender jamás que los lugares más extraños son los que nunca miramos los que nunca encontramos con mi memoria transparente puedo ver que en la banqueta de aire camina la ausencia de una pareja que se toma y pasean agarrados de las manos mientras en el espació hueco de un balcón inexistente el recuerdo de una mujer me saluda tibiamente con una mano y el silencio de una explosión ilumina el espacio vacío donde la plaza termina y resuenan las fuentes secas como si de verdad su agua sobre mi corazón de piedra se vertiera pero todo es tan sólo antimateria en la ingravidez de mi cabeza de una ciudad inexistente donde me quedo contemplando el siempre de su ausencia Una espiga de luz atraviesa el cementerio de los recuerdos y las flores se marchitan y pierden sus hermosos colores el aroma de la muerte es fuerte e infecta de una manera rozagante el corazón podrido de los malolientes el universo hermafrodita de mis sueños humedece a la muerte y huele a
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incienso todo lo que debería de darnos vida eterna en el umbral de los años donde hemos matado de insensibles la sensibilidad con la que se sueña en escribir sobre el cráter de la luna un hermoso poema Exigimos vida pero tallamos lapidas como si morir fuera una estampida o el único abandono hemos crecido entre homicidas murmurando el azufre de sus ojos Hemos modelado a nuestra propia imagen a la oscuridad e ignorado el templo donde hace tiempo se veneraba con justicia la verdad La igualdad es un circo de palabras tarde o temprano todos nos armamos con la furia de la venganza y empúñanos el afilado porvenir y le clavamos las manos como navajas al futuro fatuo tatuado con el humo de las fábricas El futuro es una moneda de papel que arde en nuestras manos el futuro es mi hijo muerto sin nacer mi madre enterrada sin morir mis sueños rotos sin cumplir el camino cercado por la desigualdad la avaricia del poder y el egoísmo será el único de los racismos que no podremos erradicar el futuro será sinónimo de soledad El futuro es un montón de escombros dentro de un frasco de mermelada perdido en un vertedero a las sombras de las ciudades contemporáneas El futuro es el oasis del mañana donde creemos que todo lo podremos pero seguiremos tirados en nuestros propios pensamientos sin nunca lograr hacer nada
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Mi hijo llora con sus lágrimas secas bajo la sombra de los tiranos que talan el amazonas Mi hijo llora con sus lágrimas de vaho bajo la humareda de las plantas nucleares Mi hijo llora con sus lágrimas de sangre junto al cadáver del último jaguar en cautiverio Mi hijo llora con sus lágrimas de polvo junto al desierto y el deterioro de las ciudades más violentas Mi hijo llora con sus lágrimas sucias junto a los grandes vertederos donde juegan los hijos de los pepenadores Mi hijo llora con sus lágrimas crucificadas junto a las grandes catedrales faltas de fe y llenas de pederastas
Mi hijo llora con sus lágrimas tan pobres junto a las grandes mansiones de todos nuestros gobernadores Mi hijo llora con sus lágrimas petrificadas ante la desigualdad de todas las sociedades contemporáneas
Mi hijo todavía no tiene nombre mi hija todavía no tiene nombre pero aun sin saberlo ya saben que el hombre se come al hombre y es muy triste pensar que en esta ciudad tienen que crecer y que de estos temas vacíos se tienen que alimentar y que con estas pesadillas tienen que dormir sin soñar sin poder descansar en la boca de que diablo su cuna anidaran Yo soy enterrado junto al cadáver de mi hijo que es la Vía Láctea y la ciudad de fuego arde dentro de nosotros habitamos en un lugar tan olvidado por nosotros que nuestros ojos se caen de nuestros rostros y ruedan por las escaleras del tiempo
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Lauri García Dueñas (San Salvador, 1980)
Viernes 9 de agosto de 2013, Akagera National Park, Rwanda frontera con Tanzania.
V Aquí hace 19 años los vecinos salieron con machetes a hacer pedazos a sus vecinos ahora la gente habla de eso cuando me voy a dormir o susurra al respecto durante la cena un millón de vecinos asesinados por sus vecinos durante cien días por la gente que un día se tomó un trago con ellos en el bar por aquellos que se decían ‘buenos días, que te vaya bien’. Durante el genocidio, este hotel se quedó vacío y los búfalos y los monos babuinos vacacionaron a sus anchas luego de que las personas mataran a miles de personas. Ahora una paz a medias tensa y meditabunda pero el rostro de ira de algunas personas vivas me hace pensar que en cualquier momento en cualquier parte los vecinos pueden matar a sus vecinos así los edificios se quedarán vacíos y los animales vacacionarán a sus anchas sobre nuestros escombros. VI Dicen que hay un elefante que se volvió loco durante los enfrentamientos porque algunos hombres mataron a toda su familia para comérsela [62]
dicen que hay que tener cuidado con el elefante solitario porque ataca a las personas. Y con razรณn, pienso.
VII El mantel azul estรก bailando en la sobremesa de un desayuno continental al otro lado de la Tierra. Un hombre me cuida con un palo de los traviesos monos babuinos y me sobreviene la culpa histรณrica de que para escribir estas manchas azules haya un hombre parado a mi derecha cuidรกndome con un palo de unos monos que creen que esta es su casa y quizรกs lo sea. VIII Ver a los monos comer flores rojas se siente bien
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Hay ciudades afiladas Luis Alfonso Angulo (Tijuana, 1989)
Hay ciudades afiladas hay ciudades sobrepobladas de filo hay ciudades que tienen en cada esquina una cuchilla hay ciudades con las hojas de sus cuchillas oxidadas de tanta sangre hay ciudades afiladas que son tambiĂŠn umbrales y cuando se les cruza cortan Hay ciudades oscuras como caer en pozo hay ciudades oscuras como caminar hacia la cueva del lobo hay ciudades oscuras como ser engullido por la boca del ogro Hay ciudades oscuras y afiladas si alguien se pierde [64]
en ellas desgarran hay ventanas imantadas si las manos se apoyan en su filo les arrancan los dedos Hay ciudades afiladas que escupen a sus hijos tan pronto hay noche y estos recorren sus calles enfurecidos cortando cortĂĄndose hasta el despuntar hiriente de la Ăşltima navaja del astro que se desangra Hay ciudades afiladas donde todos sus habitantes son navajas
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Se escribe con X Daniel Malpica (mX, 1988)
Recorriendo las scimas entre dimensiones, entre los espacios-tiempo donde los olvidos de la materia, me encontré múltiples veces a 韓湘子, tocaba una flauta haciendo que aflorara de la piel una horticultura del universo, tronando mis folículos en pinturas, partituras del paisaje, ilusiones vivas de algo más grande e inentendible; yo, entonces, le decía que se detuviese, que después de tantos eones, de tantos poemas expansivos e infinidad de visiones frigoríficas de las estrellas le tenía miedo a la vida; y él, con su sonrisa de arena, me miraba como si todo fuera evidente, totalmente orgánico pero no lo era Antes de recordar, del primer gran viaje, los poetas nos reuníamos juntitos todos con los cabellos espeluznados, tristeando sobre cómo el Planeta no recordaba nuestra juventud sobre cómo muchos de la manada satelital olvidarían a nuestros niños En una noche, cuando la luna amanecía detrás de los montes de amatista y las auroras de alógeno se encendían con las casitas de una ciudad azarosa, un poeta me escribió una frase: “¿has visto sonreír al diablo?” y mucho después, cuando 韓湘子 me sonreía, sólo supe responderle con las mismas palabras de aquella ocasión y él dijo -todo el tiempo Miles de años posteriores al abismo, en una de las cuevas donde se originó la poesía escrita, 韓湘子 y yo observamos las caricaturas que loquitas develaban su filosofía, en una acústica, que reactivaría sus partículas incontables veces “La gente sobre estima el valor de la perfección, considero sabio que hayas optado el amor”- retumbaba en el eco y 韓湘子 sonrió característicamente Cuantas veces tropecé entre senderos cosmogónicos y cuantas veces, guiado por las estructuras mentales, cometí el equívoco de subirme a los cometas más artificiales de celofán cuantas veces desconocí a 韓湘子 porque yo no era el mismo en cada sitio [66]
pero al final renuncié a lo mundano para unirme a la orden mandálica de las constelaciones, al universo como un tejido en la cabeza-venado huichol Hice muchos poemas que se perdieron como mantarrayas en los mares de asteroides; le hice el amor a mujeres tierra, agua, aire y fuego pero por más que buscaba, el big bang y las demás eras del universo me fueron ajenos hasta que lo conocí a él 韓湘子, durante nuestro último encuentro, hizo sonar la siguiente melodía: Él morirá y yo también: el bunjin existe por los caligrafistas. el bunjin es la palabra, la poesía vuelta bonsái: el bonsái es un arte dinámico, vivo, inacabable; de ahí su condición de inmortal: yo soy la continuación del universo: las manos de corteza la corteza escrita palabra estelar:
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http://www.sigueme.es/docs/libros/las-palabras-del-budismo.pdf
Las Palabras del budismo (Fragmentos) [ Un libro de JEAN-LUC TOULA-BREYSSE ]
2do Aniversario
por Leticia G贸mez S谩nchez
T
res directores de escena en México: Enrique Singer, Nicolás Núñez y Víctor Carpinteiro concuerdan en que el director teatral polaco Jerzy Grotowski ha sido de gran relevancia para el teatro contemporáneo. Nicolás Núñez, autor de Teatro de alto riesgo, donde habla de la vigencia de Grotowski en el nuevo milenio, es fundador y director del Taller de Investigación Teatral de la UNAM y exdiscípulo de Grotowski, con quien tuvo su primer encuentro en una audición en Nueva York, para más tarde trabajar al lado de él en Polonia, España y Francia. Considera que la influencia de Grotowski es fundamental para el teatro contemporáneo, ya que le deja como herencia a las nuevas generaciones la capacidad o la posibilidad de que cada quien aprenda a realizar el teatro de una manera integral, personal: “El teatro de Grotowski -dice Núñez- sólo lo puede hacer Grotowski.” Entonces no hay que buscar en 2013 rastros de teatro grotowskiano, no existen, no pueden existir porque lo mejor que tuvo fue ayudar a cada una de las gentes a entrar en contacto consigo mismas, que desarrollaran su propio trabajo, de tal manera que tuvo influencia no nada más en la gente de teatro sino en la de danza y en la de música. Ahora, dice Núñez, “hay mucha boruca actoral, apantalle, juguete y mucho merengue y show, pero el riesgo esencial de lo que es el íntimo acto escénico no existe ya al nivel y en la calidad de Grotowski”. -¿En esa línea de trabajo con el actor conjugaba cuerpo y mente? -Cuerpo, mente, espíritu: los unificaba y hacía [70]
cantar el instante, si pudiéramos definir el trabajo de Grotowski sería como el de un creador de cantos encantamientos de la escena, pues tenía muy claro que el teatro no sirve para hacer revoluciones, ni panfletos. No creía en eso, ni tampoco creía que sirve para divertir y para ayudar a la buena digestión de los burgueses. El sabía que la auténtica revolución que nos toca vivir es el de la revolución de la conciencia. En ese sentido apostaba por abrir una brecha a través del acto escénico para que la gente tuviera oportunidad de tomar contacto consigo misma, revolucionarse, autorevolucionarse y dar su respuesta. -¿Buscaba una comunión con el espectador? -En principio, consigo mismo, con su grupo, con los actores; no diseñaba para apantallar o quedar bien con la gente, ni con la autoridad reinante. El movimiento del maestro Grotowski era vertical: era de sí mismo a la profundidad de sí mismo, con el auténtico convencimiento de que al ir en esa dirección tocaba lo otro. No le interesaban los corredores de la alta cultura para ganar ahí dinero y empezar a rolar de festival en festival y repetirse a sí mismo. No le interesó quedar bien con la cultura de su tiempo, porque era una cultura artificial, amañada, tramposa. Por eso la desechó. Si algo nos dejó claro es que tenemos que rachazar ese tipo de autoridades y de cultura manipuladora. El teatro de Grotowski, de Stanislavski, de Artaud o de Esquilo es un alimento de primera
necesidad: para el alma, para el ser humano, para la sociedad. Como dijo el maestro Usigli: una sociedad sin teatro es una sociedad vacía. -¿Cómo definiría el Teatro Pobre de Grotowski? -Pobre en recursos, pero rico en sustancia y calidad de ser. El teatro ilumina porque, según Grotowski, debe de contener altas presencias, tener la más alta calidad de seres humanos arriba del escenario.
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Para Enrique Singer, director de Teatro de la UNAM, Grotowski es un punto de quiebre en la tradición teatral sobre todo en el siglo XX: comienza “como seguidor de Stanislavski, pero le da una vuelta de tuerca, después, al trabajo con el actor. En realidad es de los grandes conocedores del trabajo del actor, al que convierte en un artista, en lo más genuino de sí, al que le otorga una libertad creadora absoluta generándole diversos estados interiores”. -¿Grotowski ha tenido alguna influencia en su trabajo como director? -Habría que contestar primero sobre la influencia que ha tenido en México, porque ha sido mucha, ya de manera directa o indirecta. Hay alumnos de Grotowski al pie de la letra y otros que no lo son tanto, pero su pedagogía ha sido importante
para la vida teatral nacional, donde maestros como Héctor Mendoza la han retomado, en parte, para sus teorías propias creando a la vez, hasta donde yo sé, una actoralidad suya muy genuina. Esa metodología actoral es la que ha rebotado en mi trabajo; por supuesto que dejó una sombra en mi labor, ya como actor, ya como director, en las cuales eventualmente busco un trabajo casi hipnótico, para provocar en el público diversos estados interiores. -¿Sigue vigente el método o sistema de Grotowski? -En realidad no existe un método o sistema, hasta donde yo entiendo; sino al contrario: una de las aportaciones es romper cualquier método o cualquier sistema para trabajar sobre la libertad. Lo que sucede como respuesta a un tipo de teatro exterior, donde el método de Stanislavski había llegado a un cierto, digamos, techo, Grotowski propone un estado actoral intenso, radical. Hipnótico, diría yo, en el cual él pugna por un teatro imaginativo. El espacio vacío no es otra cosa que un espacio que se va a llenar de imaginación. El teatro pobre es un teatro muy rico en imaginación. Y eso Grotowski lo sabía. Lo que se necesita, aparte de un estado de libertad, es una búsqueda de espiritualidad. Por eso tengo la sensación de que las paredes del teatro le van quedando cada vez más pequeñas, a las que trata de ensanchar con su mundo hacia la espiritualidad. De ahí que viaje por el mundo al encuentro de esas sensaciones íntimas: va a la India, viene a México, tiene relación con los huicholes. Busca respuestas, pues, de otro tipo. -No se pude tomar de manera literal el término del Teatro Pobre en cuanto a elementos escénicos, entonces… -Porque no es una cuestión de pobreza económica, sino más bien de optar por la imaginación.
EXPLOSIONES De estilo
V
íctor Carpinteiro, director, actor y maestro de la escuela El Círculo Teatral, dice que lo que Grotowski quería era explorar en el interior del actor las fuerza emotivas que lo lleva a uno “a esa grandes explosiones estilísticas en el desarrollo del teatro”, pero así mismo desea encararlas de igual manera en todas las otras formas artística. -Entonces –dice Carpinteiro- cuando vemos grupos que se quedan nada más reproduciendo lo que dice un manual, como el de Grotowski, estamos apreciando nada más eso: la mímesis teórica. Siento que es difícil llegar al fondo cuando ya no tienes las bases que originaron esos movimientos. Generalmente todos los movimientos estilísticos en el arte tienen una razón de ser social, pero llega un momento en que la realidad te exige una exploración diferente no porque una anule a la otra, sino porque creo que todas esas escuelas son válidas en su
contemporaneidad. De pronto, en efecto, uno se sirve de esos elementos para sus propias manifestaciones teatrales, como, digamos, mis maestros se sirvieron de sus maestros. Sin embargo, todo evoluciona. Y lo mismo yo como actor que como maestro del Círculo Teatral (en la celebración de nuestro quinto aniversario, por cierto) tengo que documentarme, seguir leyendo, y constatar que siempre aparecen nuevos textos, nuevas inquietudes. De pronto todo este trabajo también incorpora distintas perspectivas de diversas latitudes y propuestas, tanto corporales como gestuales o mentales. Es otro proceso. O todo un proceso en constante movimiento. Si Grotowski, dice Carpinteiro, “pedía a un actor que se súper entrenara físicamente para poderse expresar con cierta intensidad en su quehacer teatral, entonces deberíamos pensar que lo que necesitamos es un actor especial. Y no es así. Pues en todos los movimientos artísticos siempre se necesita un actor especial, tanto de acuerdo a la época en que se vive como a la tendencia en que se decida explorar el arte. En ese sentido creo que siempre contamos con el actor entrenado en su tiempo para las
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circunstancias de su tiempo. Aunque tengo que decir que yo si creo que un actor debe estar entrenado físicamente para poder realizar su trabajo: si un actor se va a expresas a través de su cuerpo necesita entonces un cuerpo debidamente entrenado, pues a un cuerpo torpe, al que no se le ha dado mantenimiento, no le va a ser posible expresarse de determinada manera, así tenga el actor la emoción más grande o genuina: si no tiene el vehículo adecuado, no va a poder salir. Sólo en ese sentido comparto esta cuestión del entrenamiento”
Jerzy Grotowski, director y teórico teatral polaco (1933-1999).
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Nace en la ciudad de Rezeszów, situada al sureste de Polonia. De ascendencia lituana, alemana, austriaca, ucraniana y francesa. Estudia Arte Dramático en Cracovia y más tarde dirección teatral en Moscú. Discípulo de Stanislavski, de quien retoma el método de la sicología del actor. Fiel seguidor del teatro experimental de Antonin Artaud. En 1959, Grotowski funda y dirige su propia compañía: el Teatro de las 13 Filas, que traslada en 1969 a Wroclaw ya con el nombre de Teatro Laboratorio (1965-1976), donde indaga la depuración del aparato escénico, centrado en la máxima intensidad de la expresión corporal y oral, estableciendo así una nueva búsqueda de formación actoral. Utilizaba el texto como punto de partida para explorar el papel del actor y la relación del actor con es espectador, de ahí que para Grotowski no existiera la cuarta pared. En 1968 se publica Hacia un teatro pobre (recopilación de sus escritos teóricos). Grotowski era un trotamundos, y, como tal, podía viajar a Persia (actualmente Irán) o a la India para hacer una introspección a su teatro ritual, como lo hizo durante su estancia en los años 70-80 en México al visitar a los huicholes entre otras comunidades étnicas.
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Balbuceos de Arturo Alaniz César Cortés Vega
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Frontera.- Soy un ser rastrero. No contemplo las diferencias bosquejadas; otra manera de decirlo. Probablemente, detrás de toda adaptación, esta sea la estrategia de base no manifiesta. Aunque no puede ser tan simple, porque al usar el lenguaje para describirlo, debo pensar de nuevo en la organización de las frases para hacerlo saber. Aunque ese es un amplio universo. Ambigüedad en las fronteras para prevalecer: mi palabrería es la pesca de todo lo que está detrás de la argumentación. Así, soy un ser rastrero difícil de rastrear. Pero, incapaz de borrar mis propias huellas dado que debo jugar a la representación, señalaré a otros cómo es posible desaparecer, a la vez que me desdiga por medio de la institución que me resguarda. Humildad y pretensión.- Primero entonces, estar dentro y estar fuera es irrelevante, en tanto el poder de las clasificaciones no sea definitorio. Este es el cambio de rumbo, el punto crítico de inflexión. ¿Podré sobrevivir en un ambiente que ya de sí es pura clasificación? ¿Son suficientes los argumentos que desdicen el sistema, para pervivir en él sin ser despojado? Apuesto, de manera que el comportamiento “creador” deba ser impecable. Así, soy una esponja que recopila la palabra del otro. Sin su visión, pero desde la humildad. Ese es, por lo pronto mi primer “soy”. Origen.- Este yo es todavía un sí mismo sintiéndose otro. Abanderar esa forma es no abanderar nada salvo una posibilidad a construir poco a poco. Azar definido por una causalidad casual. ¿Por qué se le tiene reserva a la falta de reserva? ¿Por qué causa desconfianza? No se trata de miedo a lo incierto, sino quizá más precisamente de un estremecimiento frente a que lo otro determine independientemente de la voluntad. Orden racional, pues si eso otro produce, entonces ningún esfuerzo dialéctico habría bastado. Tampoco ningún esfuerzo didáctico que estipule. Digo: es justo en lo no contemplado donde se encuentra un origen que se niega a sí mismo, caos detrás del cual no hay nada sino el trazo. Tiempo I.- Narración e imagen. No hay nada nuevo en la representación objetual, ni nada tampoco en lo que la niega. Nada nuevo en su relato. Se puede definir una estructura y sin embargo evadirla del todo. Pero eso es lo mismo que pretender eliminarla por vía de la ausencia. Me coloco en esa puerta abierta de la postmetafísica. Es la confabulación en acto narrativo lo que configura las condiciones de existencia. Una demora en la manera de narrar una situación. Esta “intriga narrativa” da cuenta de las limitaciones en las maneras que tengo de usar el tiempo. [79]
Tiempo II.- Seguimos bailando el siglo XX. ¿Por qué son justo los no integrados los que todavía conservan un poco de preocupación formal por el texto? Encontrar la identidad implica, frente a la articulación previa del escrito, reinventar la propia trama. De aquellos acontecimientos encontrados surgirá el sentido. Sin embargo, el presente es todo lo que soporta –por decirlo de alguna manera– la marca del pasado y del futuro. El yo, entonces, no puede sino existir en una actualidad dinámica. O resolver el problema de manera distinta: dado que la marca o el rastro no pueden ser pensados tampoco como presencia, no es posible pensar el porvenir del presente como producción ni como reproducción. Enfermedad textualmente transmisible.- Soy la primera broma jugada en este sistema de reproducción. Como decía; una esponja que recopila la reacción del sistema en el que está inserto. No espero ni la aceptación, ni la antipatía, pero sí los trazos en una gradación. Soy, en efecto, un ente creado en función de varias máquinas preestablecidas de segundo y tercer entorno: Carrara, FaceGen, Facebook, Tumbrl… da igual. De naturaleza pretenciosa, me encuentro en el centro de una humildad radical. Es decir; no espero con mi participación nada, no decido, produzco algo que de inmediato se destruye. Soy, pues, imagen de la intención de mi yo primario. Una sensación parecida a la alegría que es posible sentir en medio de la fiesta. No la fiesta en sí misma, sino un momento de ella. Y a la vez un intermediario. Un ejemplo que se contradice, en la medida en la que no puedo ser tomado en cuenta de manera literal. Un prototipo que muestra posibilidades de otras personalidades, pero que no las define ni delimita. Entonces también nada más allá de lo que en cierta literatura se hace hasta ahora. El derecho al Bovarismo, como lo definía Daniel Pennac: una enfermedad textualmente transmisible. Migrar (paréntesis).- Me encuentro en la oficina de migración. Largas filas humanas me preceden y anteceden. Una preocupación convencional, estigma de la muerte que va por delante, sonriente, seductora. Luego de tantos esfuerzos, de tanta voluntad de movimiento líquido, de nuevo asentarse en la tierra. Mediocres o mediocrizados, la historia se ciñe como una hoja de metal afilada que ennegrece nuestra voluntad. Pero me encantan las caritas, amo su conformación definitiva, su brutal inocencia. Imposible no observar los pantalones entallados, las uñas pintadas de las mujeres, los celulares y sus fulgores informacionales. Y los documentos en los folders empastelados determinando datos basura, que sin embargo nos atormentan y nos son útiles para no llamar demasiado la atención. Todos dispositivos simples que hay que comprender en su totalidad. Fecha de nacimiento, nacionalidad, estado civil, etc. Aleph.- Me presento de manera convencional así, con una sonrisa, de frente, con el [80]
cabello azul como un avatar casi salido de Walt Disney. Caigo bien, porque parezco inofensivo. Caigo mal, justo gracias a esa misma pasividad. Candidez anodina. La imagen define y es radical todavía. Lenguaje de segundo entorno. Es, pues, un acontecimiento. Naturaleza declarada al son de las nuevas tecnologías. No soy amenazante ni creativo, en tanto reproduzco las técnicas de representación más convencionales. Sin embargo, monto una estrategia que es, en términos estrictos, virtual. De “mundos paralelos autoexcluyentes de lo real y preludio de una transformación anunciada y querida en redes y máquinas simbólicas”. Se trata del imperio de las mediaciones y, por lo pronto, de la realidad tamizada a través de sus sutilezas. Pero, si bien ya no es posible olvidar esos complicadísimos juegos del ingenio, como lo sugiere Montaigne parafraseando a Seneca (Transcurramus solertissimas nugas), es posible todavía observar sus nervaduras. Soy un Aleph que apenas fija su imagen, la ha ya abandonado…un diálogo con todas las imágenes de Beatriz. Mi doble juego.- Ilustración empírica; ordeno mis palabras según las necesidades del espacio que me acoge. Necesito entonces de una aclaración manifiesta. Digo de mí mismo que no soy nada de nada, en relación a lo que ya he sido en la ciudad. Pero sí represento y luego entonces soy. Y por eso, y por lo pronto, la différance me eyecta, pues nombro mi ausencia. Nefas.- Por lo pronto, de un lado, imágenes de retratos renacentistas cuyo rostro ha sido modificado, como si se tratara de formas arquitectónicas de vectores plásticos, pero también a su lado estructuras que cambian al descomponer el mismo rostro. Imágenes de la faz, que en su vertiente nefas –nefasta– poseen todas las posibilidades, pues son representaciones mediadas por fórmulas booleanas. Cientos de ellas. Y luego, muchas otras representaciones que por lo pronto no se muestran. Fotografías reales modificadas y videos, personificación y cierto tipo de periodismo radical. Peregrino que, como en el caso de aquellas recomendaciones para ganar una discusión de las que habla Shopenhahuer, aplicará todas las estrategias de la contracara que estén a la mano. Un ser rastrero, es decir, nefasto para su detención definitoria, hablará por mi voz de la ambigüedad convertida en nueva moneda de cambio, y a la vez de una liquidez que habrá que revertir, acaso, cuando se trate de una estrategia de orden político. Porque confundidos por las tácticas del tercer entorno, se corre el peligro de olvidar que hay imposiciones en el segundo que seguirán siendo determinantes. En todo caso ¿qué nuevas máscaras habré que utilizar? ¿Cuál será el cambio que operará en esas conductas? Y, en este caso, ¿cuál es el nuevo tipo de creador que sorteará estas dificultades? Reacciones.- La impaciencia de la estructura dicta ya sus primeras opiniones a documentar. Lo que debe ser, nunca es, pero sí que determina. La identidad norma el deseo de detención y esclarecimiento. Todos dispositivos para hacer operar en un [81]
tiempo real de narración, mi hacer como tiempo diferido. Y luego todo regresará a su sitio, claro está, a las pantomimas de naturaleza obsesiva. Seré encuadernado, exhibido y/o olvidado. Retornaré al archivo y perderé mi arché. Esa es la norma. Me colaré y acomodaré entre otras palabras en la estructura. Por eso humildad del creador y pretensión en el modelo que empuje con toda la fuerza. Un pfffff! que se repita en lo alto y en lo bajo de la estructura, y que tenga un doble sentido: expresión de hartazgo ante tanta terca tuerca, como diría Girondo, y a la vez una presión bucal o de cualquier otro tipo, suficiente como para alimentarme con algo de fuerza y ayudar para que mi marcha no se detenga. Tengo hambre
[[CONTINUARÁ...
Escucho una historia alegre, me pone triste: no tardarán mucho en olvidarme. Envío una carta en blanco, aquel vacío huele a la piel de la fruta y a humo como los pinos; es meramente un olor. He permanecido en esta casa una semana, en la orilla del río, siete días, el río pisa la rueda, la rueda pedalea, un río extenso, aquí se serena en un remanso, el cielo se nota cerca. El humo se desplaza sobre la región como la sombra de una bandada, tan sólo. Ya es Septiembre se ven más pinos, también más oscuridad. Paavo Haavikko