[Radiador] No.21

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Reportaje Gráfico Gráfico Reportaje Grabados desde desde Leipzig: Leipzig: Grabados Gabriela Jolowicz Jolowicz Gabriela

Textos: Textos: Alejandro Vázquez Vázquez Alejandro Ulises Varsovia Varsovia Ulises Mavi Robles-Castillo Robles-Castillo Mavi Marcia Ramos Ramos Marcia Kreit Vargas Vargas Kreit Julio E. E. Ruiz Ruiz Monroy Monroy Julio Rodolfo Suensqui Suensqui Rodolfo Edgar Díaz Díaz Edgar Andrés Herrera Herrera Andrés Melanie Ortiz Ortiz Reyes Reyes Melanie Óscar Tanat Tanat Óscar Arturo Loera Loera Acosta Acosta Arturo Daniela Rey Rey Serrata Serrata Daniela Roberto Carreño Carreño Roberto Bruno Ríos Ríos Bruno

Magazine Digital de Literatura

Seis Cambios Cambios Seis en la la Imaginación: Imaginación: en Forrest Gander Gander Forrest


w w w. ra d i a d o r m a ga z i n e . co m

KOCHUU es un documental d japonesa y su influencia en tradici贸n que fundamentalm pretenden ser micro-universo


Radiador Magazine No.21 ó del OPEN SOURCE

de Jesper Wachtmeister acerca de arquitectura contemporánea la arquitectura escandinava. En él, se aborda la raíz de esta mente propone la idea de aislamiento: Construcciones que os en sí mismos.


DIRECTORIO

°Editor en Jefe y Diseñador Daniel Malpica

°Curaduría Poética

No. 21 Junio de 2013

Emmanuel Vizcaya

°Tracklist

El Radiador

ÍNDICE

ww w. ra di ad or m ag az in e.

Melanie Ortiz Reyes Óscar Tanat Arturo Loera Acosta Nueva Pestaña: Tip of the knife Grabados desde Leipzig: Gabriela Jolowicz Alejandro Vázquez Ulises Varsovia Mavi Robles-Castillo Marcia Ramos Daniela Rey Serrata Roberto Carreño Bruno Ríos Nueva Pestaña: Diáspora Seis Cambios en la Imaginación: Forrest Gander Nueva Pestaña: Origama Kreit Vargas Julio E. Ruiz Monroy Rodolfo Suensqui Edgar Díaz Andrés Herrera

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co m


sobre la escritura

EDITORIAL

o deL Open Source

E

scribir es darse casa, y a la vez, alejarse de ella. Otorgarse un sitio en el mundo para desprenderse de él. Abandonarse a la posibilidad infinita de la página en blanco, extraviarse en terrenos inabarcables. Se escribe de lo que no se sabe o no se tiene como una manera de hacer y tener, o de lo que se sabe y se tiene, como una manera de reiterar. Escribir es desprenderse de lo innegable. Es permanecer un poco más, arrojar extensiones: huellas que dibujan caminos o tentáculos que se proyectan más allá del cuerpo y de la voz. Escribir es vaciar el recipiente que indudablemente volverá a llenarse. Expandirse porque no se cabe más en el molde del cuerpo. La escritura deja sobre el escritorio cuerpos desnudos, pedazos de entraña. Escribir por escribir no es difícil, lo difícil es enfrentarse a las primeras palabras, al temor de saber que aún somos capaces de escribir terriblemente, o a enfrentarse al ‘verdadero yo’ debajo de las máscaras. Después las palabras surgen solas, sin el esfuerzo del émbolo presionando la tinta, obligándola a construir desde el vacío. Y así, uno se deja arrastrar por esa sensación fluvial. Escribir es enfrentarse constantemente al enemigo que es nuestro propio silencio. Escribir es ganar breves y constantes batallas Emmanuel Vizcaya

por...

list

Nosaj Thing Fog: http://www.youtube.com/watch?v=UWnf6U-nznQ


Madeon Icarus:

http://www.youtube.com/watch?v=ie6CLe3g75g

KOAN Sound Meanwhile, in the future:

S-X Bricks:

His Majesty Andre Hymn:

TNGHT R U Ready:

http://www.youtube.com/watch?v=I7YoroKROXE

XXYYXX Fields:

http://www.youtube.com/watch?v=J3JNlHQ-hj8

http://www.youtube.com/watch?v=WPa8qvK0HvM

http://www.youtube.com/watch?v=kG5lPLgX1CM

http://www.youtube.com/watch?v=EUC17C-DgDs


Labios Rojos

Melanie Ortiz Reyes (Puerto Rico, 1992)

Ahí estaba ella, como era su rutina, comenzando a peinarse exactamente una hora y quince minutos antes de que empezara la película. Ya sabía cómo se iban a mover sus manos pecosas y cuántos segundos iban a pasar antes de que decidieran tomar un pinche de pelo para apoyar lo que estaban creando con su cabello. Era el tercer viernes del mes, por lo tanto, se iba a poner el traje verde que le quedaba grande en el área del busto. El escote invitaba a ojos ligones a admirar el tradicional sostén color blanco de mi mujer. Como siempre, se iba a pintar los labios color rojo con el lápiz labial que tanto me distrae. Lápiz labial que ya sus manos conocían y comenzaban a extrañar los fines de semana, ya que estos dos días gloriosos, no era necesario usarlo porque no salíamos. Era el mismo lipstick que tantas camisas me había dañado y que tantas veces se que quedó marcado en mi mejilla. Como es de costumbre, le tomó quince minutos terminar con su pelo color chocolate. El mismo chocolate de cuando la conocí hace catorce años. Mientras ajustaba la corbata que me regaló para nuestro pasado aniversario, ella iba bajando los brazos a la vez que me miraba a través del espejo. Debo admitir que mi mirada ya estaba esperando la suya. Me mostró su sonrisa mientras yo se la regresaba falsamente. Señalaba a mi reloj para apurarla como siempre lo hacía cuando note que aún no se había pintado los labios. Por un momento sentí algo crecer en mí, algo que no había sentido hace tiempo. Pienso que era emoción, pues mi sangre se ponía caliente y una sonrisa sincera se dibujaba en mi rostro gracias a la anticipación de salir con ella teniendo sus labios como debe ser, desnudos. Nuevamente, señalé a mi reloj y automáticamente se levantó y se dirigió hacia su clóset. Por un momento pensé que algo andaba mal. Siempre estaba completamente maquillada antes de vestirse y por alguna extraña razón, esta vez llevaba los labios de su color natural. Luego de par de minutos, me pidió que cerrara los ojos como si estuviera segura de que me iba a sorprender. Con ellos cerrados, me la imaginaba con los zapatos que tanto ha deteriorado por las muchas veces que los ha usado. La imaginé con el famoso traje verde que hacía que sus caderas se vieran más anchas aún, con el sostén blanco asomándose sobre sus senos, el cual seguramente le quitaría esta noche. Esta vez se lo quitaría con ganas si llevaba los labios desnudos. Con el deseo corriendo por mis venas, besaría y con gusto contaría las pecas que decoraban su piel que aparentaba nunca haber sido saludada por el sol. Poco a poco enredaría mis dedos en su cabello marrón y rápidamente le dañaría el peinado que a sus manos le tomaron quince minutos crear. La miraría a los ojos y haría que mi mirada atraviese la suya, para así descifrar los deseos enredados que se escondían en su mente. Utilizaría este conocimiento para hacerle las cosas que ella siempre ha querido que le hiciera pero que su boca nunca se atreve expresar. Finalmente, me comería sus labios expuestos y con sabor a ella.

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Recuerdo los tristes momentos en que ella se los pintaba con el lápiz labial que tanto odiaba. Su color rojo me enfurecía. Maldigo la hora en que mi madre se lo regaló de cumpleaños y maldigo el momento en que le dije que le quedaba hermoso. Pero sobre todo, la maldigo a ella por haberme creído. He pensado en esconderlo e incluso botarlo y hacerlo desaparecer, pero ella se siente tan preciosa con él puesto, que personalmente, no sabría cómo hacerla sentir de esa manera. Son mis palabras o las miradas y piropos de otros que recibía gracias a él. Su voz fue la señal para yo abrir mis ojos y admirarla. Decidí comenzar desde abajo, como debe ser. No me sorprendí al ver los zapatos manchados y casi rotos que siempre usaba. Mi mirada llegó a sus rodillas y se encontró con el ruedo del traje verde de los terceros viernes. Seguí subiendo y me encontré con los paréntesis creados por sus caderas y un poco más arriba, con los paréntesis inversos que eran su diminuta cintura. Más arriba me saludó el sostén que esta noche terminará en el suelo. Admiré su cuello frágil y mi mirada sabía que le esperaban los labios más hermosos que habían visto. Cerré mis ojos, preparándolos para lo que le esperaban. Con ansia los abrí y me encontré con una boca horrenda que había sido atacada por el condenado lipstick. Sentí cómo se me calentaba la sangre, esta vez por rabia. No sabía qué hacer y mi cuerpo por sí solo se acercó a ella. Vi cómo mis brazos se amarraron a su cintura y cómo mi boca intentó comerse la suya. Mis labios rozaban fuertemente con los suyos, buscando de alguna manera, borrarle el rojo asqueroso. Ella intentaba alejarse, pero yo no lo permitía. Minutos luego, se acabó mi episodio y admiré sus labios sin color. Ella me miraba de una manera distinta y sólo se me ocurría observarla mientras yo intentaba tomar aire. Vi cómo se me acercaba, curiosamente lo hacía sin despegar la mirada de mis labios. Me miré en el espejo y noté que quien llevaba los labios pintados era yo. Intenté quitármelo con la manga de la camisa, pero ella colocó su mano pecosa sobre mi brazo, gesto que me pedía que no me lo quitara. Comenzó a besarme de una manera distinta. Esta vez quería comerme los labios. No fuimos al cine esa noche y con sus labios expuestos, me pidió que le hiciera todo aquello que antes escondía dentro de su cabeza. Yo con mis labios rojos, lo hice con ganas. Ahora quien usa el lápiz labial soy yo, como debe ser

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Égloga

Oscar Tanat (Oaxaca, 1984)

Asusenos que son transgenerosos porno ser azucenas que se escurren por un /trozo/ de ramera Asusenos ¡[como] pasas! por la calle por la lluvia y

mojada que excita ¡es un éxito!

al rozar el vistazo del paseante Asusenos

Y

Que nacen del ar- busto para trasvestir palabras con artículos bisturizados por poetacirujanos: Los letras Los comas Las puntos La jardín El lluvia que sirven de fondo Asusenos Falsos que cuelgan de la rama

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Enramada Arrimada Malrrimada Amarrada Narranada Asusenos A costados y extendildos como ligas floripondias que a l a s a d o r m e c e entre las olas: Hola . Hola . Hola . Ola que se pierde por ver… ¡Asu! ¡Asu! ¡Asu! Asusenos

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La retórica del llanto [Fragmento] Arturo Loera Acosta (Chihuahua, 1987)

“Baste ya de rigores, mi bien, baste…” Sor Juana Inés de la Cruz

1 Cuando tengo ganas de llorar recuerdo las canicas que perdí por la soberbia temprana del apostador. Lloro porque las canicas eran como pequeños planetas que dormían y descansaban en el universo de mi bolsillo. Lloro porque ahora deben estar solas en algún basurero, en la casa de una abuela que no es la mía. (Mi abuela vive en el panteón “La colina” en el pasillo 41, al lado de un señor que se llama José). Lloro porque las canicas son como los ojos de dios pero verdaderas. 2 Tengo una tía que se llama Luz Elva y otra que se llama Blanca Estela. Quisiera que esto fuera mentira, que su nombre no fuera tan claro. Me imagino en la funeraria regalando flores a muchachas desconocidas mientras aquellas mujeres tan iluminadas reposan sus ojos y esperan que su nombre muera junto a ellas. Pobres. Habrá mucha gente que lleve las lágrimas que compraron en la papelería. Habrá café y galletas para no llorar. Regreso a la tristeza del nombre, a la luz de los dientes amarillos,

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del jamón serrano y el blue cheese. Regreso a la cocaína escondida en el baño o en el bolsillo de un muchacho de 17 que brilla lo mismo que un faro entre la niebla. Los nombres de mis tías no deberían existir. 3 Pienso en la sonrisa de los huracanes, en su falta de culpa y en millones de personas con un cielo diferente y con las ruinas del reino inventado y con las rodillas en la tierra, con un pequeño huracán en los ojos que no ríe pues no destruye. Pienso en la sonrisa de la piedra que acaba de reventar la ventana; en la culpa de otra mano que seguramente está llena de lodo y de lodo su corazón, más vida en la piedra. Sé que la prosopopeya no es la figura más indicada pero no encuentro otra manera de decirlo. Pienso en la sonrisa de los huracanes, en el niño destruyendo una ciudad de mentiras, en los paraguas inútiles que se vuelven pájaros y no llegan al sur. Como el cristal, reventaremos por culpa de una piedra de alcohol, por culpa de la luz de una rocola gastada y gastada la voz de las botas de cocodrilo

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y lágrimas de avestruz, sombreros negros y negro su corazón. El mío. Miro el huracán en el televisor de la cantina. Mi madre murió en Nuevo Orleans. En la rocola no tienen Jazz. Debo ser muy afortunado. 4 Y decir, justificar el llanto. Resumirlo a una cuestión geográfica, a una canción paupérrima que ahora solo pasa en el 90.9. Y decir, querer decir: Fatigado es el tiempo cuando se piensa en las horas, la confianza, el decir a tiempo y escribir las nubes. 5 Tengo una tía que se llama Teresa pero su apodo es “La Negra”. Quisiera que esto también fuera mentira, que el juego de contrarios no fuera tan simple y su alteridad no reflejara la naturaleza de su piel y de su historia. Me imagino en la funeraria sentado, cabeceando en el sillón de cuero negro mientras la Negra descansa si mover la cabeza, ni las manos, ni las rodillas, ni la boca que antes, todavía, decía: mira qué chulo mi pollo. Regreso al apodo de la capital del mundo, de los trailers y el beisbol. No me malinterpreten, yo quiero mucho a mi familia. Por eso digo la verdad. [11]


6 Entre nosotros no hay mar, no lo pidas. No desees que la humedad en su hilo nos una. ¿Para qué? Se abre la tierra como un libro. Intuimos la ceguera obligada, el ciego de Moisés quiere llorar y no puede, quiere llorar y no puede. No lo pidas. Duerme tranquila, he de regresar. Mañana diremos que aprendimos a nadar en el desierto, que el mar es cuestión solo de orillas. Mañana diremos amén en el santuario a la fuerza con fuerza o no, diremos que el agua bendita es la orina del arcángel Gabriel y te compraré un anillo hermoso para comprobarlo. Mañana diremos las gastadas palabras del amor, contaremos chistes sobre Bach y Cirerol tocando juntos en la plaza del ángel. Mañana, seguramente, se abrirá la tierra de nuevo en nuestra casa

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Mar Mediterráneo Alejandro Vásquez

Siglo XIX Vencer la Francia. Degollar lo eterno. El estoque de un capitán británico apunta hacia la costa donde la faena de la guerra será saldada en oro. XIX marineros. XIX exhaustos empleados del reino halan pero el barco es una rata bajo las garras de la tormenta. XIX reventados marineros que triunfaron sobre Francia luchan por mantenerse en estribor. XIX espectros son escupidos por la tormenta lejos de Trafalgar. La victoria efímera como la gloria del mundo. XIX mercenarios sin paga. XIX cuerpos en torno al capitán de un barco perdido en la mitad del mar. XIX metales centellean en el Mar Mediterráneo. XIX fulgores de metal adicto. XIX intrigas. XIX rencores amotinados XIX enloquecidos empleados de Su Majestad destazan al capitán de un barco británico. Extrañas bocas de sangre besan las aguas del Mediterráneo. La fragata del mal vigila el crimen desde el aire como un ángel marino. Siglo 0 Un ojo de espuma se ve cegar al caer el bulto sacro de San Pablo. Una boca de espuma entre las infinitas bocas del mar se traga un bulto sacro entre las aguas de nuestro señor Mediterráneo. Los barcos son jaulas donde 100 esclavos de Roma apalean las aguas. Domadores de la bestia oleaje. El terrateniente San Pablo es un nudo de serpientes en la costa, escala en su trayecto hacia la fiesta de su ejecución, y para celebrar obra un último milagro: Siglo XX XX soldados y un agente de la SS sobrevuelan el Mar Mediterráneo. Gran lustre la piel negra de las botas y el ennegrecido metal de los aviones en la noche. Fulge la oscuridad sobre el siniestro mar a carcajadas.

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XX esqueletos en vela. Roces de hueso y sal con la madera ardiente. XX miserables flotan en el Mar Mediterráneo y es África blanca la sal y el calcio entrevisto por la piel seca de los cuerpos. XX migrantes muertos en una barca a la deriva improvisan un juego de cartas. Sueño de una precariedad más plena. 1945. Un avión piloteado por Antoine de Saint Exupery desaparece sobre el Mar Mediterráneo. Siglo Mar Tus barcos de dolor se cruzan en las aguas del Mediterráneo. Las desgraciadas barcas griegas rajaron las desgraciadas aguas. La muerte rajaba las desgraciadas aguas y las desgraciadas barcas helenas rajaban su victoria sobre el mar. La victoria helena dividía las aguas. Una helena barca sangraba sobre el Mar Mediterráneo e innumerables islotes de carne florecían blanquinegros sobre el mar. ¿Dónde está el Mar Mediterráneo? En las lágrimas del amor que no. Que nunca. En el sudor de los marineros muertos que no. Que nunca. En el amor de Pedro Jimena que no. Que nunca. Donde flotaron los cadáveres como flores blanquinegras en una gran piscina roja. La flota naval tatuaba las aguas y los acorazados arios custodiaban la lustrosa noche de la Mare Nostrum. Tu pecho rompe las olas como un cristo de cemento en la proa de un acorazado americano. Un que ver con la entrega. A la deriva del barril preñado. Otro vientre más, barril. Óvulo nogal y anillas negras. Flotas de un amor que no pudo encontrarse. Barrica o barco, da lo mismo. Miríada la mar se cuela entre tus ojos. Todo sal la mar oxida tus entrañas. Lino y viento. Aria la arena un fruto negro deshebrado bajo el sol, tu carne. Te traga la miríada mar. Más que inmensidad es flujo de mundo, es fuerza de flujo arcano. Mándala de la indeleble tristeza. Mesías navales dividían las aguas y tras ellos la salina carne se entregaba a un Ser/Desear Supremo. Y el sol. El Sol. Sol. Sal. Silencio y Muerte. Otra vez mar. Otra vez alianza para quedar vacío. Miríada azul. La Eterna. Cráter de agua bajo el desolado fulgor. Para siempre agua

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Nacer

Ulises Varsovia (Valparaíso, 1949)

Tan solamente el trigo llameara en la combustión de la tierra plena de vigor astral, de fuego lítico, tan solamente las aceitunas maduraran en los olivares derramándose en oláceas linfas, tan solamente las zarzamoras se retorcieran de dolor nupcial dando a luz sus vástagos morunos. O galoparan por la llanura salvajes corceles en estampida, como una fuerza natural golpeando en el atronadero de la tarde. O los recién nacidos, en fin, las ciegas criaturas despertando penosamente de su largo sueño en ningún lugar, en ninguna leche, todavía inéditos a la luz. Misericordiosa divinidad, el mismo rumor en la enramada, la misma onda undívaga en la mar, los mismos polluelos lloriqueando con el hambre atascada en la garganta… Bueno, las mismas letras del paradigma, los mismos arpegios de las violas, los nacimientos y los eclipses, la pintura en la oquedades, el rugido de las cataratas… Tan solamente, entonces, nacer, desplegar las alas en el entreacto, y volara mi vida entre las cumbres, volara y fuera mi vida irreal

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I.K.Y.M.

Mavi Robles-Castillo (Meicali, - )

I killed you master waiting in a three hour traffic long became the faces shadow of them all the human dance of the “no-thing” or nothing in the deep dark shadow of Capricorn with my boots on (and you swallowing your poems like a rat hunted I was the cat that lick your throat) during the night of a drunk poet seems to easy to be written and too corny as a Cosmo in the racetrack… anyway I killed you master wearing the disguise of a proletarian-vegetarian-feminist women with no other story but an unsatisfied sex I murdered you to vanish this eternal thirst of alcohol that never goes away and has you quivering like a slut after a long session of underpaid sex no hard feelings master the only two hard things of your sorry ass life were your dick and you pen so I killed made you a funeral and bury you face down and I did it because I can and all do it again so after your interment was done (with no guests -off course-) I engraved your headstone and sat on it to write this poem Once I was done I spitted on your name opened a can of beer

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took a long gulp and stood firmly watching my saliva slide till it hit the floor. then, I took off my cheek from the bar I wiped out the vomit on my face and just left that fucking bar, ................................................................................................

I.K.Y.M. [traducción] Te maté maestro esperando en un tráfico de tres horas largos se deformaron los rostros sombras de todos ellos la danza humana de la “no-cosa” o la nada en el profundo y oscuro crepúsculo de Capricornio con mis botas puestas y tú tragándote tus poemas como una rata acorralada (yo era el gato que te lamió la herida de la garganta) durante la noche del poeta borracho que parece fácil de ser escrita y demasiado cursi como un Cosmo en el hipódromo... de cualquier manera te maté master vistiendo el disfraz de una, mujer proletaria-vegetariano-feminista sin otra historia que su sexo insatisfecho Te asesiné para desaparecer esta sed eterna de alcohol que nunca se va y me tiene temblando siempre como una perra después de una larga sesión de sexo mal pagado No hard feelings master las únicas dos cosas duras de tu triste vida de culo eran tu pene y tu pluma así que te maté y te hice un funeral y te enterré boca abajo

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y lo hice porque puedo y lo volvería a hacer así que después de tu velorio (-sin invitados, por supuesto-) grabé tu lápida y me senté sobre ella a escribir este poema una vez que terminé escupí tu nombre abrí una lata de cerveza tomé un largo trago y me paré firme a observar mi saliva escurrir hasta que tocó el suelo. despegué mi cachete de la barra limpié mi vómito del rostro y me largué de ese puto bar

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De héroes, amapolas y Pornstar Marcia Ramos (Tijuana, 1989)

Me dijeron que se podía hacer un héroe de un hombre. Todo se resuelve con otorgarle piel de cocodrilo para que pueda existir en la oscuridad, cuando la niebla toma vida y se instala en los oídos como un rayo de luz que repentinamente deja ciego. El tiempo transcurre lento como un mono que no le concede nada a la vida más que una cabeza agachada adentro de su jaula. Ha sido engañado el hombre, el héroe y el antihéroe tomados de la mano representa a uno solo. A ti. Todos hemos sido

palabras vacías.

Todos hemos sido laberintos que se cortan con bisturí relleno de sangre añeja, Todos hemos sido engañados o falsificados constantemente por la mitad de nuestro reflejo porque a media luz todo queda en duda hasta nuestra existencia. En un lugar donde el espacio conquistador de los medios solo crea, destruye, deconstruye y desconfigura dos cuerpos que tuvieron cara larga al conocer los orificios que conlleva estar cargando un sueño, como si ser Superman fuera producto del amapola y el opio. Adquirir el copy right de una piel sin ropa para ser una Pornostar al lado de los que atrapan vacíos. Ser héroe de una canción a veces es confesar que nunca se aprendió nada del amor y que no se tiene la menor intención de hacerlo. Se puede escuchar con calma al niño, adolescente, adulto y anciano en una parada con la mano de la muerte y pensar que seguimos siendo cúpula de sentimientos que están a punto de caer por un precipicio. En los encuentros existen desencuentros de cinco minutos, mientras tú caminas a no sé qué hora ni con quién o para qué Lupita y Andrea son vendidas por un taxista a un turista en un lugar que no se llama Tijuana ni Puerto Peñasco, ni Colorado sino adiós, adiós a sentarse sin esperar nada, adiós a besar con los ojos cerrados, adiós a volar aunque sea con alas rotas, adiós a dios. Bienvenido a la vida de los héroes le dirás a tu hijo

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h-IV

Daniela Rey Serrata (Cioatzacoalcos, 1993)

Eremita acuchillado / Risco Huérfano a los ojos de la luz Jamás fuiste domeñador de ti y la roca que te acompaña ignora tu pie Mala catadura / Burla / llanto al ruin destino imperecedero Mortuoria cadena / Eslabones fundidos Cada cual es ojo y sal / cortados Insomne desfallecido en el brazo del mar / La corriente desprecia al mulato por tener barro por sangre Pero es un no a la vida y la suerte / tu color Terrones en complicidad Tatuaje /Artería / Tu nombre / Maldito /Tu nombre Rostro / Crimen Incredulidad / la belleza como espejismo Burla a la común / pueblo que de fe tiende un diente de león en cerro a tempestad del norte furioso Equivocaciones Equivocaciones Nuestro parto / no somos control y vamos al reverso del proceso hacia la muerte Silencios / Secretos bordados en el pecho / guárdale Enjaula los corazones / los kilómetros No sirve hablar con la lengua agusanada Derrúmbate en esta columna pies morenos / ignorante y apedreado No alces los filos / Ve y golpea a dios en la frente con una rosa Escupe formol a los cerros y los pájaros No creas en milagros Mira desde el valle este caos apiadado Haz arder las ámpulas en los mudillos / vejez moribunda Alma envuelta en piel y uñas Calamidades llameantes / mis ojos cuelgan en la rasta de un ángel humillado Mi voz como coro al ladrido del mundo Vendoleta a la herida colectiva [Estratocúmulo-

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Cuerpos-

Tierra mojada-

Tejado de barro-

El olor de la muerte]


Sigo parado desde la ventana junto a la niña que me llora el talón mirando su retrato Alguna vez fuimos queridos-susurro / en otros tiempos Despojos Ranuras en el rostro Espejos Pedazos de tristeza remendados en mi dorso Alucinaciones Andaluces Mi madre es un cadáver que se multiplica en cada patada Mi abuelo un arcángel de arrugas y humo Y este mi cuerpo / mis ideas atroces y equivocas / hogar hecho de ramas enmohecidas / es una perilla oxidada bajo la llovizna

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¿Quieres una mordida? Roberto Carreño (Ciudad de México, 1949)

Escoja una manzana: ni grande ni chica, mediana si se prefiere. El color depende la hora del día y la posición del comensal respecto a los rayos solares. Para un buen disfrute busque una cómoda silla en una mesa bajo una sombrilla de rayas amarillas y naranjas. No utilice las azules o verdes porque podrían causarle indigestión. Al tomarla con la mano, cuide de no apretarla mucho, podría magullarse y perder su crocancia, obsérvela bajo la luz del sol si es de día o bajo una lámpara de luz blanca si es por la noche, para detectar cualquier imperfección. Recuerde que la hora de la ingesta es importante. Si se consume de día le proporcionará una energía tal que tendrá que desahogar voluptuosamente. Si es de tarde o noche, le dará oportunidad de mostrar sus capacidades eróticas, no olvide compartir la manzana con su compañero de noche, si no, uno de los dos estaría en desventaja. Una vez escogida la manzana de referencia, lávela bajo un chorro de agua templada, séquela con fruición con un paño de algodón o seda, y colóquela en el centro de un plato extendido de dieciocho centímetros y medio de diámetro. Cuide estas proporciones, de otra forma se desequilibrará el arreglo. No use platos soperos o para pastel. Déjela reposar durante cinco minutos para que se establezca el equilibrio termodinámico entre el calor de la manzana y el plato. Advertencia: evite emplear platos recién lavados o sacados del horno de microondas. Mientras se establece ese equilibrio usted puede asearse las manos y escoger el cuchillo apropiado para pelar la manzana. Recuerde secarse las manos con una manta de algodón. El instrumento cortante que emplee es de suma importancia, debe ser de acero al alto carbón para que la manzana no se oxide y pierda su blancura. El tamaño de la hoja no debe ser mayor a seis centímetros y sin dientes. Una buena opción es tener un mondador. No vaya a usar el cuchillo del pan o de la carne. Tampoco aquél con el que corta la cebolla. Tome la manzana con su mano izquierda o la derecha o la que le acomode. Con la mano libre que le queda, tome el cuchillo por el mango, no se vaya a equivocar y se corte. Hay dos maneras de comerse la manzana: primero cortarla en octavos exactos, si tiene destreza lo puede hacer en dieciseisavos, o pelarla —quitarle la cáscara— y después cortarla en cubos y comerla. No se le ocurra extraer el centro con esos aparatos para tal menester, perdería la satisfacción de escupir las semillas. Si decide cortarla antes de pelarla, busque una tabla de madera de dieciocho milímetros y medio de grueso —para que esté en proporción con el plato—, totalmente seca y a la misma temperatura que el plato. Coloque la manzana con la zona del tallo hacia la tabla, debió haberle quitado cualquier residuo del pedúnculo que tuviese al momento de lavarla, clave la hoja del cuchillo en la parte superior y haga un tajo a todo lo largo de la manzana para dividirla en dos partes iguales. Compare las dos mitades, si no son iguales, busque otra manzana e inicie nuevamente el proceso. Recuerde: sólo la práctica hace al maestro. Si en ese primer intento tuvo éxito, tome una de ellas, sosténgala en forma vertical y hago otro tajo a la mitad. Ahora tiene dos cuartos de manzana. Siga los mismos pasos para

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la otra mitad. Repita el proceso pero ahora con uno de los cuartos, tendrá dos octavos. Si es persistente en este proceso podrá obtener una manzana cortada en ocho octavos. El hacerlo para dieciseisavos requiere de una destreza singular que sólo a los iniciados se les permite efectuar. Tome uno de los octavos de manzana y quite cuidadosamente la cáscara, como si fuera una rebanada de sandía o melón. Acomode los octavos pelados en el plato, formando una flor e invite a su compañero a disfrutar de la manzana. Si prefiere pelarla antes de partirla, inicie retirando una tira de cáscara con el cuchillo desde la parte inferior de la manzana girando en sentido inverso al de las manecillas del reloj como desenvolviéndola, un pelador adiestrado retira toda la cáscara en una sola tira. El ancho debe ser de dieciocho y medio milímetros para no perder la simetría. Si se le rompe la tira, puede seguir pelando o buscar una manzana nueva. Para cortarla, haga el mismo proceso que si estuviera sin pelar. Recuerde tirar la basura en el cesto de materiales orgánicos, de color verde. Si falla en cualquiera de los dos procesos anteriores y su acompañante le está urgiendo por comer la manzana, mande todo al diablo, AGARRELA CON LA MANO Y DELE UNA BUENA MORDIDA

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De vacas gordas, vacas flacas, vacas sagradas y otras perversiones Bruno Ríos

(Hermosillo, 1988)

Cómo pensar en el Superrealismo o Surrealismo sin pensar en las perversiones, masturbaciones y demás vicios que lo ilustran? ¿Cómo pensar en el Surrealismo sin el bigote de Dalí, los relojes derretidos, los elefantes gigantescos y demás monstruosidades? Yo creo que cuando Godzilla sueña, sueña de un modo surrealista. ¿En qué sueña la mamá de Tarzán, por ejemplo, esa aristócrata escocesa que muere sin saber qué pasa con su pequeño hijo de piel blanca? ¿Acaso se moriría de la pena si supiera que fue sustituida por grandes simios que prueban ser, aún, más humanos? Son este tipo de preguntas las que no se responden mediante el Surrealismo, pero que de una u otra manera lo habitan. Es cierto, el Surrealismo está lleno de vacas gordas, vacas flacas y vacas sagradas, esas que rumean su alimento poco a poco hasta convertirlo en un producto que es útil e inútil a la vez. Sin embargo, no entrando en muchos detalles de más, el Surrealismo sirve para trazar, antes que cualquier otra cosa, un puente entre el quehacer literario y el plástico, una postura que devino en diversas representaciones de uno de los descubrimientos más importantes de la historia humana: la existencia del inconsciente. En 1924 André Breton, un poeta francés con una calidad dudable, no sólo como poeta sino en niveles de cordura, publica el Primer Manifiesto Surrealista. ¿De dónde viene todo este marasmo de ideas que permiten a los surrealistas plasmar representaciones tan extrañas como Un chien andalou? Precisamente de Freud. En 1923, Sigmund Freud publica un texto titulado El Yo y el Ello, en donde pretende explicar la estructura de la psique humana. Según Freud, todos los seres humanos estamos organizados de determinada manera en nuestra psique, en que existen cuestiones mentales y emocionales que son conscientes, y otras, que se encuentran en el reino de lo reprimido, que son inconscientes. Además de esto, existe una estructura que enmarca todas nuestras acciones, que actúa como un mega censor de lo que pensamos y hacemos. A estas estructuras, Freud les dio un nombre. Al famosísimo ego, a la estructura consciente que aprendemos y que nos conduce día con día en respecto a lo que resulta deseable en nuestra sociedad le llamó el “Yo”. El “Yo” es todo aquello que se encuentra presente en nuestra vida cotidiana, pero que a su vez, nos censura. Por otro lado se encuentra el “Súper Yo”, que es la macro-estructura de control. En pocas palabras es el “Big Brother” de la psique. En términos freudianos, el “Súper Yo” es el control e influencia del padre, de un poder que se encuentra fuera de nosotros y que, conscientemente, es el policía del “Yo” cuando éste pierde el control. Con esto bien claro, el descubrimiento de Freud va un paso más allá aseverando que existe un “Ello”, una sección de la psique en la que se guarda lo reprimido por el “Yo” y por el “Súper Yo” y que, además, es inconsciente. Tenemos frente a nosotros, por ende, que la estructura de Freud nos permite entender dónde se encuentra el deseo sexual, el instinto, las represiones sexuales hacia el padre o la madre, los sueños y su representación, así como todos nuestros miedos, todos nuestros más íntimos secretos. Si leemos correctamente el texto

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de Freud, entendemos no solamente Un chien andalou, el film de Buñuel que es prácticamente una reproducción visual de la propuesta de Freud, sino que podemos entender de dónde los pensadores iniciales del Surrealismo sacaron sus ideas. Es desde esta propuesta, desde el descubrimiento del inconsciente, del “Ello”, desde donde el Surrealismo nace. En un principio la propuesta estética se convirtió en un arte poética, es decir, una forma novedosa de hacer literatura. Si leemos el manifiesto nos encontramos que el arte poética del Surrealismo es precisamente el de acceder al inconsciente y transmitirlo de manera automática a la página. Una de las técnicas es el famosísimo Cadáver exquisito (un nombre increíblemente afortunado para una actividad que es divertida, pero que en la gran mayoría de los casos termina siendo un mero ejercicio creativo), que consiste en escribir, entre un grupo diverso de personas, un poema. Sí, una persona escribe el primer verso, y la siguiente persona escribe, debajo, otro verso sin ver el anterior. Y así, en algún momento, mediante una escritura “automática”, tenemos un poema que viene del inconsciente colectivo, por lo menos en teoría. ¿En qué momento se traza el puente, por ejemplo con el caso de Dalí, hacia la plástica? En 1922, Dalí se aloja en la Residencia de Estudiantes en Madrid, donde conoce al ya famoso grupo de surrealistas españoles: Dalí, Buñuel y Lorca. No coinciden con Miró porque era un poco mayor que ellos, y además, Miró estaba en París. La amistad entre estos artistas es, desde mi punto de vista, el puente entre la plástica y la literatura. El Surrealismo, con sus exponentes en el grupo de París, el club que conformó Breton, incorpora a los surrealistas españoles hasta finales de la década de los veinte. Sin embargo, hay un quiebre. El Surrealismo como aparato poético y estético pretendía ser, precisamente, un anti-aparato: rebelarse contra la mamá de Tarzán desde la perspectiva del simio, convencer que la burguesía y el sistema de control del capital eran insostenibles. Tras esta presuposición, el surrealismo se convierte, por consecuencia, en un aparato represor a la vez. Se ha hablado ya mucho de la postura completamente sexista del grupo. Pero no solamente eso, sino que se da por un mero principio de exclusión. El quiebre entre Lorca y Dalí, y que deviene en la colaboración Dalí-Buñuel en 1929 al filmar Un chien andalou, se da en 1928, ya que Lorca publica Romancero gitano, que a los ojos de Dalí resulta increíblemente conservador. La amistad termina, a pesar de que entre 1929-1930 Lorca escribe Poeta en Nueva que es quizás uno de los poemarios más imponentes del surrealismo en español. Es en esos mismos años, específicamente en 1929 en que se da el quiebre entre Dalí y el grupo surrealista de París, cuando Breton publica el Segundo Manifiesto Surrealista. ¿Cómo esperar que un movimiento estético, un aparato poético como el Surrealismo, se adapte de manera “lógica” a los principios del movimiento comunista? Es imposible, y Dalí lo tuvo muy claro. En sus palabras: “la diferencia entre los surrealistas y yo es que yo sí soy surrealista”. A partir de ahí, Dalí y Miró, por lo menos en el mundo hispano, continuaron como los mayores exponentes del movimiento en la plástica. La postura estética en literatura tuvo una influencia fundamental, pero a mi parecer, termina en 1929 con Sobre los ángeles de Rafael Alberti, y bueno, con la muerte de Lorca en 1936. Quizás el puente esté también no sólo en el hecho de que por consecuencias históricas el génesis surrealista se da en la literatura y deviene en la pintura, sino en su significado. La construcción de un aparato estético que trasciende las representaciones artísticas es quizás la utopía de un arte poética. Lo más afortunado de este movimiento, además de estar presente por lo menos en la literatura, en la pintura y en el cine, es que se convirtió en una actitud. Al final,

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las vacas flacas, las vacas gordas y las vacas sagradas desaparecieron. Lo que queda es la huella, la influencia que la rebeldía, la presencia de lo tabú y las formas de contagio de un virus tan poderoso como el Surrealismo, ha ejercido sobre la sociedad. Creo, firmemente, que no seríamos los mismos sin el Surrealismo, no seríamos los mismos sin Freud, pero sin duda, no seríamos los mismos sin esa desacralización de lo preestablecido. En palabras de Dalí: “El surrealismo es irresistible y terriblemente contagioso. ¡Cuidado! Traigo el surrealismo” (Conferencia de Prensa en Nueva York, 1954).

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El silencio de otro mundo En Kamakura, lejos de la colina donde el famoso Buda hueco exhala e inhala cadenas de turistas de la tan vigilada puerta de atrás a su gigantesco interior, hay un arbolado ascenso perdido donde aroma del humo tuerce la senda de las mujeres, ellas purifican sus vestidos y pasan sus manos a la deriva del santo incienso, varitas que acaban sumidas en altares al aire libre de arena antes de que la intención de subir aún más, con algo brillante en sus brazos, a lo largo de la trayectoria de la roca serpentina y sus adyacentes arroyos que, interrumpidos por pequeñas cascadas, bordeadas como el camino está bordeado por los bodhisattvas dorados de medio metro de altura que se extienden puntuando cada centímetro visible del bosque y del canal de drenaje, miles de bodhisattvas sentados desnudos en la sombra o reducidos con aire brillante, envueltos en baberos de tela que llevan oraciones caligráficas, o ropa infantil, o encadenados a flores secas y pares de zapatos pequeños; unos pocos apuntalamientos baratos, reproducciones color siena de genéricos madre e hijo, el hacinamiento entre sí tan denso que no hay suelo evidente en todas partes pero el camino oscuro va en aumento bajo el espesor de ramas donde pinos paraguas y cedros en secuencia con alerces en la quinta estación y en todas partes: bodhisattvas cada uno puesto por una mujer cuyo hijo nació muerto o abortado o herido fatalmente en el nacimiento, al lado de otro a la izquierda por otro, y esto durante muchos años hasta que cada geografía descongestionada por el empuje de árboles ha llegado la ocasión de elegías esculpidas, parecidas a los recién nacidos y repetidas como un mantra, por lo que parece en la distancia del invierno, un gorro dorado de muerte calado sobre la protuberancia de una montaña, una gorra tejida, como de cuento, por las heridas de ellas, extranjeras entre sí, pero el duelo por la desposesión es el mismo, más mujeres llorando que ningún emperador moribundo u hombre cualquiera ha conocido. [44]


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The Silence of Another World

In Kamakura, away from the hill where the famous hollow Buddha exhales and inhales strings of tourists from the guarded back door to his gigantic inside, there is a wooded ascent lost in smoke sent twisting by disconnected women purifying their raiment and passing their hands through the drift from holy incense sticks they have just plunged into open air altars of sand before they intend to climb further, with something shining in their arms, along the serpentine rock path and its adjacent brook which, interrupted by tiny waterfalls, is rimmed as the path is rimmed, by foot-high golden bodhisattvas extending over and punctuating every visible centimeter of wold and swale, thousands of bodhisattvas sitting naked in shadow or slashed with bright air, draped in cloth bibs bearing calligraphic prayers, or infant clothing, or strung with dried flowers and pairs of small shoes; a few propping cheap sienna reproductions of generic mother and child, crowding each other so densely that no ground is apparent anywhere but for the dim path rising under thick branches where umbrella pines and cedars segue to larches at the fifth station, and everywhere else: bodhisattvas each placed by a woman whose child was stillborn or aborted or wounded fatally in birth, next to another left by another, and this for many years until every geography unjammed by tree thrusts has fallen occasion to the sculptured elegies, alike as newborns and repeated like a mantra, so to seem from a distance in winter, a golden death-cap pulled over the knob of a mountain, a cap woven as in a tale, from the wounds of women, foreign to each other but mourning the same dispossession, more women weeping than any dying emperor or any man has known.


El Proyecto Caravana Dentro del remolque, en la bodega, ellos, cataplasmados en musgo. Sus blanqueados cuerpos empujan para arriba, lentamente, como las flores de una alfombra de musgo briofita. Lidereando con el codo, el brazo de ella crea un levantamiento de musgo y enseguida lo deja caer. Abstraído, el arranca un palo colgando de la masa del techo. En algunos ángulos, la gasa sobre el rostro opaco los deja sin rasgos. Estamos a la espera. Y ellos también, parecen estar esperando. Incluso en las tortuosas horas que dura la peregrinación, parecen estar esperando. Como si él esperara de ella y ella de él, que dieran una a otro a conocer su propósito en común. Como si el musgo pudiera ofrecer una revelación. Como si sus caras fueran cada vez y siempre embriones en gestación de alguna sorpresa. Sin embargo es como si ella se hubiera olvidado de él y él de ella y así de pronto al vislumbrarse entre sí y sus manos se levantan al unísono tan lentamente, en semi-reconocimiento, temblando, con la cara a través de la red y el brazo tembloroso, como si la memoria de un sentimiento, una memoria envuelta en gasa y en una red semejante a ellos mismos, una red de sueño e inframundo y ¿cuánto tiempo se puede mantener tal inminencia? Son dos signos de interrogación en un terrario y ahora ella se ha arrastrado a la cornisa y ahora se detuvo, y él está surgiendo de puntillas como si fuera a subir, como si fuera a iniciar el acto decisivo, con todo el voltaje de la tensión situado en los arcos de sus pies, las pantorrillas, bulbosas de su músculo estriado, y de repente él no puede recordar lo que podría ser ese acto, los dedos de los pies a modo especulativo agarran antes de tocar otra vez el suelo con los talones y ellos mismos y las plantas de sus pies reconsideran ya su acostumbrada carga. De cualquier modo ella ya se dio la vuelta en sí misma y en el nido.

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The Caravan Project

Within the trailered cave, they are poulticed by moss, their whitened bodies lifting, pokily, like trilliums from a bryophitic carpet. Elbow leading, her arm upheaves the hanging moss and lets it fall. Abstractedly, he plucks a stick dangling from the roofmass. At certain angles, the gauze over their faces opaques and renders them featureless. We stand waiting. And they too, seem to be waiting. Even on their hours-long torturous dawdling peregrinations, they seem to be waiting. As though each expected the other to disclose a purpose, their mutual purpose. As if the moss might offer its revelation. As if their faces were ever to be the embryos of some gestating surprise. Or it is as though he has forgotten all about her and she has forgotten him and then they happen to glimpse each other and so sedately raise their hands in unison, in semi-recognition, quivering, the web across his face and arm quivering as though with the memory of sentiment, a memory gauzy and webbed as they themselves are, webbed with sleep and underworld, and how long can such imminence be sustained? They are two question marks in a terrarium and she has crawled now onto the ledge and paused, and he is springing up now on his toes as if to ascend, as if to initiate the decisive act, with every tension clapping to the arches of his feet, to his bulbous calves, their striated thew, and then he cannot remember what that act might be, the toes speculatively gripping and releasing before the heels lower themselves and touch ground again and the soles reconsider their accustomed load. And she has already turned, in any case, inside herself, unroused. [47]


Herrumbre ¿Qué son? Orquídeas. En luz azul contra el cerco de malla. Cuatro patas enzarcilladas. ¿Qué son? Prisioneros de un sitio. Mentones ocultos en el pecho. ¿Qué son? Orquídeas prisioneras. Sus piernas se inclinan, hacia él, en pulsos lentos. Él se rueda hacia su propia escápula . ¿Qué son? Rompen el cerco. Su peso en el cuello y los hombros. Una pierna, una de sus piernas invertidas cepilla de él, su torso invertido. Cuerpo rizado en el cuerpo de él. En pulsos, lento, lento, se cruza él. ¿Qué son? Ella va plácida y supina y luego sus piernas escalan la valla y a sí misma y a la oscuridad.

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***Estos poemas provienen del libro Six Changes in the Imagination, libro que 2.0.1.3. publicar谩 en edici贸n biling眉e pr贸ximamente.

Rust What are they? Orchids. Bluelit against the chainlink fence. Four legs tendriling. What are they? Captured by the spot. Chins tucked to their chests. What are they? Incarcered orchids. Her legs tipping, in slow pulses, toward him. He rolls to his scapula. What are they? Jail break. His weight on his neck and shoulders. A leg, one of her inverted legs brushes his inverted torso. Body curling around his body. In pulses, lento, lento, she crosses over him. What are they? She goes placid and supine and then her legs climb the fence and his and darkness.

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Poemas Visuales Kreit Vargas (PerĂş, 1984)

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Elucubraciones sobre una ciudad que parpadea (notas desde el azar) Julio E. Ruiz Monroy

(Guadalajara, 1987)

Morena, veintitrés años, buen cuerpo, destellos en los pezones. Se inclina para mostrarme su corazón, es una especie de santa en actitud de entrega. (Hay un recuerdo lúcido en las fotos de Nobuyoshi Araki.) Dejo de lado a la chica del volante y retomo notas olvidadas: la bahía de Lisboa, el Tajó vapuleado por el viento, Fátima llevándome a su cuarto de hotel, sus piernas suaves, un sábado de gloria en Sarajevo. * du Bouchet se precipita desde lo alto de mi librero, y en una especie de viaje me atrapa. Dilucidar su poesía indescifrable es una necesidad quejosa que te rompe el culo a patadas. Leo mientras veo fragmentos de una película, y término aburrido; masturbado sin pena ni gloria, y leo, otra vez leo: ahora revistas, ensayos de poesía latinoamericana, que son ya, una circularidad inherente en mis manos. * Tres, tres, uno, veinticuatro, tres, dos, cuarenta y cuatro; la voz de una mujer me hace preguntas rutinarias, pregunto precios y paquetes, y si incluyen el oral. Sigo la línea perdida de Reygadas. A vistazos leo de Burroughs: Una crónica panameña. Saco un cigarrillo del bolsillo. Parpadea el puntero. El filme no se acaba; veo un Japón olvidado en México, más bien hallado en los ojos de un loco suicida, me recuerda al monte Fuji; la estampa de La gran ola de Kanagawa; treinta y seis modos de ver algo, (Hokusai), Burroughs, la pantalla, este Japón que no es Japón sino México. —Quiero bajar allá a matarme, dice. * Vorágine. Mi madre quiere hablar conmigo o con mis fantasmas. Mi madre es una santa con el don para gobernar el mundo. —M’illumino d’immenso (G. Ungaretti). La terquedad lascivia en los ojos de Fátima; mitad numen, mitad mujer, mitad española, mitad portuguesa, brillo sobre la luz; infante en su adultez joven, prófuga del verano sin sol, piel marina sobre la playa blanquísima del sur. * Hubo algo, un recuerdo vivo en la nota: Coloqué en tu voz todas las voces. Estamos en el rincón de un lenguaje que padece sobre una gaza con esputo. Te conseguí el día que perdimos; mencionaste lunas, lugares con cerezos, pistas de un Japón antiguo. L.A. se aleja desde la barra. La prostituta mordió la servilleta con los labios, tomó los cinco dólares y me llevó al «wáter». Cinco dólares en sus pechos, le salen del sostén, son cinco billetes de un dólar, Washington me mira fijamente. A veces le digo bitch, mientras recuerdo Japón, mientras ella chupa con maestría. Te recuerdo pintando, imitando Pollock’s y Miró’s. El Ford está a la puerta del bar, olvidé en la gaveta los veinte dólares plagados de incierto; le prometo diez billetes por joderla dos minutos, ella acepta, (espero que la puta no haga honor a la fugacidad [56]


de su nombre), salgo del bar entrando al Chevy, que parece un Ford, y hurgo sobre la guantera, desentraño diez a cambio del mundo. La jodí, la jodí más de dos minutos y me vine. *** … y pronuncié su nombre, brotó como espuma tras una ola gigante, ella me decía de los números conjeturados a la hora de leer «Rayuela», —y si lees de cabeza dice «esto»…, etc. Uruguay es una especie de cielo chico contenido en mi mano. Me fui tras río del plata, para hacer nacer mi mano bajo la falda de alguna porteña: verso libre sobre un «nada». La porteña habla de soles, de Girondo’s, de Gelman’s; acarició su cola y ríe, se parece a la santa de L.A.; la chingo cuando me aburro, o antes de escribir, o después de escribir, es una zorra y se lo digo, ella sonríe y me besa, y habla de mis erecciones. Me burlo de ella diciéndole que River descendió. Me encantan las putas, unas son como rayos, otras son atardeceres en plazoletas, mientras silva el bandoneón de Astor, otras, aficionadas al «fuubol». *** Alguien olvidó mi corazón derrotado. Perdí la hora en que la calle se convierte en un cielo, y en éste, caben los cien sonetos de Neruda, ¡y montones putas! Una intelectual habla, y la escucho sin atención, miro sus piernas y su falda tan corta. Entre las cosas que habla en argentino, dice: «Canonicemos a las putas, che», me hace sonreír y me pide empatía ante tal poema; la maldita se lo sabe de memoria. ¿Qué puta lee poesía?, se llama Rosario, como la ciudad, ¿te gusta el futbol argentino?, pregunta, sí, le digo; tiene unos labios de poca, de esos de mamadora, ¿sabes chupar bien el pito?, le pregunto, sí, dice. Estoy bastante borracho pa’ joderla, sólo me la chupa, me saca el veneno y lo escupe, la calle parece tan sucia COMO ESTE VERANO. Entramos de nuevo al bar, esas cuevas del infortunio donde van a parar los hombres mal paridos, o mal cogidos como dijera Bukowski, no sé si aquí en la argentina también se llamen «tugurios», da igual, la puta me trae un escocés, la verdad, desconozco que mierda toma ella. *** Mi corazón es el instante al que se juntan todas mis mujeres, y vienen a inscribirse en el ayer que empieza aquí o allá, en algún lugar, es lo que menos importa; ya que todas son ella, son «A», son figuras simultáneas. «A» presiente en su cuerpo mi mano. —Despierta, estoy sobre la línea delgada de la luz; desde ahí, miro tu cuerpo iluminado. A veces, se ha quedado en el silencio de mi lengua, como un ánfora, como un después al estar en el cuarto. La puta se desnuda tímida; me contó sus porqués, su necesidad, sus tales justificaciones hasta ser cogida por mí. Se parece a «ellas» mientras se derrumba injuriada sobre la cama, —comienza a llorar—, nunca había jodido a una puta que llorara, —berrea y puja al mismo tiempo—, es una diosa mortificada en la cama de un motel asqueroso, es hermosa, lástima que no encontró al pendejo que la mantuviera, bueno, ahora yo la mantengo suspendida en acrobacia sexual perpetua; mientras de su voz anuncia un goce ahogado. La penetro en el placer, y a su mala fortuna, mi verga la consiente, aunque no parezca, me sentí en la obligación de hacerle el amor, y hacerle olvidar, con algunos tragos de tequila; mi monstruosidad. Tiene las tetas perfectamente diagramadas; la jodo angelicalmente, en plena gloria santa, en pleno pierde virginal. Mis dedos huelen a playa húmeda, a caricia falsa; oculté mi dedo injuriándola. Desciende su piel sobre la mía para convertirse en escritura. Dos mil pesos, la putita más cara que he pagado, pobre chica iniciada. Me voy y la mañana tiene una suerte de Rembrandt, una suerte de Ungaretti.

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Salgo a tomar aire. El cigarrillo encendido en la mano que cubre mi boca, hace de mi cara una composición compleja de lances y volutas; humos prefigurándome; asiento ser un abstracto sin rostro, un Magritte apenas trazado. * Recuerdo que el quinqué habita la noche. El quinqué está en el cuarto de mi madre, la escucho soplar; apagar la luz. Vivimos aquí; a las afueras del silencio. Dónde no hay nada, sólo palabras ausentes que leo, que hilo; pensamientos como imágenes, como notas. Hay algo en lo escrito que jamás se dirá, algo que siempre quedará vedado con las musas. * Esta mujer es un árbol que pinta y crece; son sus hojas caricia de mi aliento. Cuelgan de su lengua las silabas de un fruto amargo. Y pregunta de nuevo, si lloverá. Esta mujer cabe entera en el horizonte y me mira. Esta mujer es dicción en la fuente de mi boca, que la besa nombrándola. Nombrándola árbol, horizonte, fuente o ladera. Esta mujer nace de mi boca como una flor sin tallo, como un loto nadando en los mares del sur. Esta mujer es la pérdida. Esta mujer me salva de callarme, de ahogarme en el silencio. Porque siempre silba, y siempre jugará con la luz entre sus dedos. * Ahora descubro lo que hay detrás de los destellos impresos de un volante. Hay una línea delgada, donde se cruza, como en una puerta, a otro país que luce como un cielo, donde está ella y cientos de putas

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Pip

Rodolfo Suensqui Dedicado a la alarma de mi cocina, con pena, gratitud y mutuo respeto.

Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. ¡Pinche sonido! Camino hacia la cocina, fuente de la inquisitiva orquesta satánica de las profundadas de las abominables oscuridades del infierno. El culpable es la maquinilla esa, la de la alarma, en donde pones la combinación de número para que se desactive y que checa cuando y cuando no están abiertas las ventanas y puertas de la casa. Por alguna maravillosa razón, ahora éste instrumento de tortura de los dioses de la muerte, la guerra y la perdición, digo aparatito, deja sonar un pitillo ultra agudo cada minuto aproximado. Miro a mi enemigo con cólera, buscando una solución. No hay ninguna, como en realidad note desde el primer momento. El aparato no había servido en un buen tiempo, era evidente que el ruidito era un lamentable efecto secundario de alguna mexicanada, digo improvisación en espíritu de desenrascanco, y que por lo tanto continuara hasta que el Señor Teo regrese a arreglarlo. Porque es impensable que no venga a arreglarlo y se quede así, por supuesto. Decidiendo actuar con madurez para variar, regreso al comer y continúo comiendo un saludable desayuno (cereal con leche) y leyendo en el periódico una historia acerca de bandas de rock femenino emergente en Arabia Saudita. La nota es interesantísima, pero los pormenores de las valquirias (¿Cuál es el equivalente a una valquiria en la tradición árabe? ¿Existe siquiera eso? ¿Djinnas existe?) Para hacer solos de batería geniales con burqas mi viejo enemigo arremete de nuevo contra mí. Pip. Pip. Pip. Pip. Decidido a demostrar madurez y autocontrol, continúo leyendo mi historia. Es importante recordar que en la cultura árabe, una cultura conocida Pip su opresión al rol de la mujer como algo más que un Pipdor del hombre, la mera idea de las Piptras de sensualidad abierta y Pipversión adolescente que encontraremos en las bandas de rock de Pipdente podría ser bastante problemática por si solas. Esto ha acarreado serios Pipblemas para los seguidores

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del género masculinos. Sin embargo, una banda de rockeras parece incluso una Pipcura. Aun así las muchachas están dispuestas a arriesgaPip todo por su música, consciente de que sus tocados son Pipligro tanto para ellas mismas como para los Pipnáticos. La vocalista de la banda, cuyo nombre tiene que ser Piprado, dice que Pip. A LA MIERDA CON ESTO Aviento el plato con todavía un poco de leche al lavatrastos y dejo el periódico abierto en la mesa. Caminando furioso, me dirijo a mi habitación, donde saco un libro sobre la trayectoria natural del agua narrada como autobiografía y trato de bajar mi ritmo cardiaco. Sin embargo, a través de las paredes se acerca; las huestes de Belcebú llegan a traer la muerte y descomposición de todo lo que es hermoso; el fuego que quemó Roma; los gritos de los muertos olvidados; la bestia del fin del mundo cuyas pezuñas están hechas de cadáveres gritando de dolor y que se acerca, se acerca a traer, atraer; los pasos de los caballos de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, la risa de los tzitzimimes en el eclipse solar; las alas de las langostas innumerables para un campesino del campo: las fuerzas de la maldad, insuperables, indivisibles, siempre presentes, siempre avanzando, con su aliento de muerte y sus brazos oscuros como la fe de los hombres alzándose….atravesándola las paredes como los vientos fríos atraviesan las chozas para matar a los bebes de pulmonía, llegan hasta mi cuadro donde se convierten en gusanos que se convierten en pequeños taladros, atravesando mi mente, haciendo queso de mi. Llega el horror. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. COMO CHINGADOS PUEDE SER QUE SE PUEDA OÍR DESDE ACA. Tomo una almohada y la aprieto con todas mis fuerzas alrededor del cráneo, pero el sonido sigue ahí, distante, siempre ahí. Aviento la almohada hacia una esquina de mi cuarto, rompiendo algunos vasos sin importancia. Pongo mi reproductor de MP3 y me pongo los audífonos en los oídos, volumen máximo, canción pesada. La música rápida es una bendición junto al recuerdo de ese monótono y cruel pitillo. Pero la mente es traicionera. Aunque no lo oía. Aunque no podía oírlo, seguía imaginándolo. (Pip. Pip. Pip.) Se acercaba, aunque no se movía. Estaba tirado en mi cama, hasta que mis oídos dolieron del volumen de la música y podía oírlo, podía oír su ausencia. (Pip.) (Pip.) (Pip.). Me levanté y tiré el aparato hacia la pared con todas mis fuerzas. Me dejé caer, apreté mi cráneo con la esperanza de que el sonido se fuera. -El sonido no se ira. Era Mi Otro Yo Que No Soy Yo (M.O.Y.Q.N.S.Y.). -Vamos a decir las cosas como son-dijo, Mi Otro Yo Que No Soy Yo-ese sonido sabe que te tiene agarrado por los huevos. Tiene una espada directamente sobre tu punto débil, y está dispuesto a acertar el golpe de gracia. Si las cosas siguen como siguen, no hay nada que puedas hacer para derrotar los planes de Ese Sonido; Pip. -Tal vez sea pacifico-le dije-tal vez solo quiere vivir. -No seas tonto, mi querido Juventino-dijo Mi Otro Yo Que No Soy Yo-¿tú crees que se aparecería así de repente si no anduviera con un plan por ahí? Es evidente que trae alguna artimaña, solo que la esconde… -¿Cómo saber? ¿Cómo saber qué es lo que planea ese sonido? -No podemos, no…Esto requiere de serias habilidades para la improvisación, además de un [60]


amor imperativo para la supervivencia. Solo con estas dos cosas, y con nada más, querido Juventino, podremos derrotar por toda la eternidad a Ese Sonido. Lentamente, como los cazadores que-malditos por su pueblo-intentan dar muerte a las bestias sagradas que pastaban los campos de los dioses; avanzo hasta la puerta. La abro, con la cautela a punto de filo, veo a través del borde hacia la cocina y espero. Pip. Rápido como los capitanes de submarinos antiguos cerraban las compuertas cuando gigantescos calamares intentaban atravesarlas cierro la puerta. Recargándome sobre ella, resoplando como si hubiera corrido tres mil noventa y cinco maratones, le digo a M.O.Y.Q.N.S.Y. -Pip sabe. Puedo darme cuenta. Sospecha, por lo menos…Se da cuenta de que no somos ilusos ante sus peligrosos planes. Debemos actuar con cautela, si, debemos actuar rápido si queremos derrotarlo. -Así es, dice Mi Otro Yo Que No Soy Yo, escucha éste mi plan. No-le digo-tus planes fueron lo que arruinaron todo…esa otra vez… -Ah sí…-dice Mi Otro Yo Que No Soy Yo-pero los errores son de humanos, querido Juventino… -Aun así, debo crear un plan de ataque. El plan de ataque fue básico. Shock and awe; blietzkrieg. Fui a mi habitación, metí la mano debajo de mis sabanas, tome la revolver que casualmente estaba ahí y cuidando de hacer el suficiente ruido como para no parecer que estaba planeando algo bajé las escaleras. Pip. Entre en la cocina. Miraba hacia las esquinas, confiado en que Pip no sospecharía nada. Calculé que el lugar óptimo para el ataque sería unos dos metros alejado de Pip, distancia suficiente como para que el culatazo de la pistola no me dañara para Pipda. Lentamente, caminando unos dos pasos para adPipnte y uno para atrás, viendo las esquinas de la habitación sin nunca mirar a Pip. Pip. Finalmente, mi cuerpo se tensó y M.O.Y.Q.N.S.Y. me grito que era la hora: que la hora era ahora. Dando una vuelta rápida, sostuve Pip con mis dos manos Pip la revolver Pip y apunte directamente a Pip Pip y apreté el gatillo Pip y Pip bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang bang. El cadáver de Pip cayó al piso. Al final la batalla contra Pip fue gloriosa. Definitivamente, nuestras armas se cubrieron de gloria. Al final, solo sus ruinas quedaban, y yo estaba ahí, sólo, sólo junto a M.O.Y.Q.N.S.Y., que imperito, todavía me hablaba. Sin embargo no escuchaba al siempre fastidioso döppelganger. Pensaba en los días de felicidad infinita que seguirían, ahora que ese monstruo se ha alejado de mi vida. Pero entonces, el horror. Pip. Miré hacia la esquina de la cocina, llena de casquetes, donde estaba tirado el cadáver otrora cuadrangular e inmaculado de Pip. La luz ya no parpadeaba, ya no veía ningún sonido salir de ella. Y sin embargo. Pip. Me di cuenta con horror porque no se había defendido. Como las campanas de una iglesia que se quema, la realización es una alarma. Una alarma de evacuación. [61]


-Solo hay una forma…, dice Mi Otro Yo Que No Soy Yo. Es cierto. Resuelto, abro el cajón de la cocina y saco el cuchillo más grande. Tomándolo con todas mis fuerzas, doy un golpe con todas mis fuerzas hacia mi cara. El cuchillo se hunde, el dolor aparece. De nuevo lo bajo y vuelvo a golpear, de nuevo lo bajo y vuelvo a golpear, de nuevo lo bajo y vuelvo a golpear. El cuchillo atraviesa carne, hueso pensamiento. El cuchillo es verdad. Mi cara esta ahora llena de hoyos. En algún punto de eso, muero. ……………………………………………………………………………………………… ……………………… -Que idiota-dice Mi Otro Yo Que No Soy Yo. -Presa fácil-continua. Y entonces se va caminando

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Nosotros Edgar Díaz

(Ciudad de México, 1978)

Ahí en habitaciones prestadas en hoteles de paso con las mochilas llenas de artículos recargables como nuestras propias almas miramos el canal porno buscándonos entre Hot Threesome Action & Anal Amateur Por la ventana NOTHING ningún camino ningún letrero nadie NOWHERE pisamos banqueta y descargamos recuerdos que luego arrojamos por la ventanilla de un viejo Chevrolet arrítmico junto con latas de cerveza y enlaces URL Diagonal San Antonio 3:12 PM Eje Central 5:35 AM El infierno a cualquier hora Intoxicados Eterna & infinita FOREVER Intoxicados comemos tamales afuera del metro & nos batimos a duelo VS limpiaparabrisas esgrimiendo monas Somos jóvenes Somos lectores Somos jóvenes lectores de etiquetas de champú Y al llegar a casa miramos arriba arriba arriba más arriba de los tanques de gas en la azotea y lloramos

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& nuestras lagrimas caen a tierra infértil mezclándose con la lluvia acida Los amigos mueren uno x uno sin metáforas mueren mortajas de piratería industrial & lindos funerales católicos polvo eran y polvo son pero sus imágenes perduran (de ellos nada más perdura) en fotografías publicadas en revistas que hojeamos esperando turno en la caja rápida del supermercado

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Eso que revienta Andrés Herrera (Cuernavaca, 1990)

a la pandilla de CU a Tajo

Debería narrar las cosas del alma, pero me dieron la lengua. Quería liberarme como místico a través del poema, hacerme un poeta-bomba en medio del zócalo para matar a Lentejo Manda. No, ya no tengo estas palabras acá. No me basta reinventar al mundo: este cuadro hinchado de pintura verde, alumbrado de tintura de televisión, de albahaca y nísperos, de pared de ladrillo, de segmento urbano rumbo a Tepoztlán, ¡no me basta! Gritaré que tenemos la mala costumbre de ser poetas, de ser bombas y místicos drogadictos y poetas; que no me siento mexicano, ni ruso, ni ahuatepeño (a veces guayabo). Ahí donde el gallo canta y yo no soy indígena, ni güero, ni rojo me han torturado desde que tengo su idea de infancia acá en el pecho y no estalla. No importa, damita, caballero, acá le va el cuento: Yo no soy poeta. Soy el fuego, eso que revienta: tapu, ma, pam, can, chán, recio como parvada de guajolotes, urgente de jazz y mota, escandaloso, oiga nomás. Yo tengo este fuete amarrado al brazo. Reviento cráneos, despunto el alba, tengo un arco devastador, detono rifles, estallo cuerpos. Las niñas vienen y me piden un helado. (Esa tarde yo ya no estaba ahí. Los camiones de Atlixco se metieron al nirvana y lejos se escuchaba una canción de Real de Catorce “eras tú o era el sol…”

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y el cuarto era una lámpara de gas, lleno de energía fluyendo. “…o ese rayo que emanó de ti” Ella ardía como beso de ginebra. Su pecho era el sonido de una cueva: Mar y silencio …. Mar y silencio ….) Nunca más explotará mi pecho esa imagen de mujer y cuarto. Soy un hombreverso, poeta-bomba, fundamentalista del verbo; pero ríase, qué mis cuadernos ni qué ocho fieras tristes. Yo soy eso con lentitud de cuerpo devastado por muertes y paranoias, por desvarío de no ser Humano envuelto en llamas, quemando la receta de la vida exacta y civilizada. Después del asesinato de los silencios, quedó un lugar con fuego. Tenía un cuerpo y era niebla de luz, cueva sin colores, casa de ciegos. Miré dentro y nos quedó un universo carente de sentido. Mira, mujer, te entrego el universo vacío. Llénalo de tu risa. Llénalo de este pecho; tu mi su nuestro amor de todos. Dile con tu boca “cuerpo” y haz una aurora boreal. Nombra “canto, ballenas, pasto” y gira, vuela conmigo. Trae de nuevo incendios Quémame la boca Tómame de la espaldaAarañazos dime que somos lo que somos, esto que sentimos, que nostamos divididos, questamos vacíos Llámame humano, orquídea, cerdo, luz, fuego, verso, rama, poeta y dime que sentimos poesía aunque lo llamemos miedo, dime que poesía es el ansia; dime que subirse al tren y desgajar al mundo, poco a poco para no quebrarse, es poesía. Llámame despacio Dame verde, jade, piedra, hueso Dame luces, agua, truenos Dame tierra, clávame la obsidiana, embriágame en Sake, destiérrame de Estambul, aviéntame al Mar Rojo, grita mi nombre en Tlayacapan, cállame en Tenochtitlan, sóplame desde Neza o Asunción, en cualquier calle donde extrañar a los patas de Lima. Hazme sentir que algún día estaremos más cerca Dime que aquello era una espera, que así el universo aguarda a que le pongamos nombre

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Que nos deseaba el silencio Y n贸mbrame Trata de darle forma a esto Dame un sentido Dime que sigo cuerdo

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Corto MaltĂŠs fue una serie de cĂłmic esrita por el ella se narra la histoia de Corto, un marinero de nom lo largo de los diversos libros, este personaje irĂĄ de los que conocerĂĄ diversos personajes como Jack Lon (posteriromente conocido como Stalin).


l italiano Hugo Pratt (1927-1995). En mbre homónimo y de origen maltés. A escubriendo una serie de países entre ndon, Rasputín y el joven Dzhugashvili


Ein Traum

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L

o sabían los tres. Ella era la compañera de Kafka. Kafka la había soñado. Lo sabían los tres. Él era el amigo de Kafka. Kafka lo había soñado. Lo sabían los tres. La mujer le dijo al amigo: Quiero que esta noche me quieras. Lo sabían los tres. El hombre le contestó: Si pecamos, Kafka dejará de soñarnos. Uno lo supo. No había nadie más en la tierra. Kafka dijo: Ahora que se fueron los dos he quedado solo. Dejaré de soñarme. Jorge Luis Borges La moneda de hierro


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