Ciriaco escultor

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CIRIACO ESCULTOR




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CIRIACO ESCULTOR


RECTOR DE LA UNIVERSITAT POLITÈCNICA DE VALÈNCIA Juan Juliá Igual VICERRECTOR DE CULTURA, COMUNICACIÓN E IMAGEN INSTITUCIONAL Joan Bta. Peiró DIRECTOR DE ÁREA DE GESTIÓN CULTURAL David Pérez Rodrigo COMISARIOS Rafael Prats Rivelles Juan Ángel Blasco Carrascosa FOTOGRAFÍA Kike Sempere CATÁLOGO Textos Rafael Prats Rivelles Juan Ángel Blasco Carrascosa Vicent Joan Morant Mayor COORDINACIÓN Lola Gil Asunción García Carlos Ayats DISEÑO Y MAQUETACIÓN Tassen Estudio IMPRESIÓN La Imprenta CG EDICIÓN Editorial de l’UPV Ref: 2009.2266 ISBN: 00-0000-000-0 DEPÓSITO LEGAL: V-0000-0000

© de les imatges, els autors © dels textos, els autors


ÍNDICE

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PRESENTACIÓN Juan Juliá Igual Rector de la Universitat Politècnica de València

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Una introducción al universo del catedrático CIRIACO ES CIRIACO Y SU ESCULTURA Rafael Prats Rivelles

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SIGUIENDO LA TRAYECTORIA ESCULTÓRICA DE CIRIACO Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor

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CATALOGACIÓN · ESCULTURAS (1958-2009) · DIBUJOS (1961-2009) Vicent Joan Morant Mayor

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DATOS PARA UNA BIOGRAFÍA Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS (HEMEROGRAFÍA Y BIBLIOGRAFÍA) Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor


Rafael Prats Rivelles

Ciriaco es Ciriaco y su escultura UNA INTRODUCCIÓN AL UNIVERSO DEL CATEDRÁTICO. “El hombre es el olmo que da siempre peras increíbles”. Octavio Paz (Las peras del olmo, 1957) 10

No es fácil encontrar mayor compenetración entre el autor y su obra como en el caso de José Doménech Ciriaco, toda una vida –y va camino de los setenta- dedicada a la escultura. Nacido en plena posguerra de aquel contencioso en el que fue sometido el país entre 1936 y 1939, pertenece a una generación de artistas que funcionó entre la intuición y la artesanía. En su caso, logró hacerse pronto con un oficio, bien potenciado en las diversas técnicas, y desarrolló una sensibilidad plástica que le hizo navegar entre la figuración y la abstracción, en unos años en que lo abstracto apenas se dejaba sentir en la escena artística valenciana. Medio siglo de cotidiano contacto con la creación escultórica –contacto que no ha dejado en ningún momento- hace de Ciriaco uno de los escultores más a tener en cuenta en la historia reciente del arte valenciano, una actividad que ha venido caminando paralelamente con esa otra de la enseñanza en la Facultad de Bellas Artes, formando en sus fundamentos a numerosas promociones de alumnos de la Universidad Politécnica de Valencia.

Los escultores son de este mundo El ámbito artístico, lejos de ser un cosmos cerrado, impermeable, ajeno al resto -hasta cierto punto inmune a cuanto le rodea-, se manifiesta como un reflejo palmario de la comunidad humana. Por eso, no debe sorprender que en él se encuentren personajes de todo tipo y condición, cuya obra es, asimismo, diversa en intenciones y resultados. En cierta


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ocasión, comentando la escultura de un conocido artista, se me ocurrió decir que no era nada del otro mundo. Un escultor que me escuchaba me replicó: “Debo recordarte que los escultores somos de este mundo”. Con ello pretendía descubrirme que no hay que pedir peras al olmo, aunque a veces –reconozcámoslo- se hallan peras en el viejo olmo de la creación plástica. Dicho lo anterior, habrá que decir que José Doménech Ciriaco es un hombre de este mundo y no de otro, pero cuya obra escultórica se instala en ese universo de ambigüedad que permite al espectador esa lectura personal que le conduce a más de un momento especial, como si hiciera posible la ilusión de flotar al sentir la sensibilidad con la que el creador ha sabido impregnar cada una de sus piezas, en ocasiones peras del olmo. Esa sensibilidad que yo confundo frecuentemente con la poesía como elemento integrador de lo estético y lo lírico. Si hacemos caso a su etimología, el vocablo estética posee sus raíces en las palabras griegas αισθητική (aisthetikê), que significa «sensación, percepción», vocablo formado a su vez por αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e ικά (ica), sufijo que se traduce por «relativo a». Por su parte, la lírica, aunque género básicamente literario, es un concepto que puede trasladarse al universo plástico, en tanto que el autor de la obra (pintura, escultura, etc.) expresa sus sentimientos y emociones con relación a un determinado objeto de inspiración. Aclarado este extremo, se observará que han aparecido palabras –acompañadas de sus nociones correspondientes- que muy bien pueden girar en torno a la producción escultórica de Ciriaco: sensación, percepción y sensibilidad... sentimientos y emociones. Es más, creo que, en cualquier acercamiento a la escultura de nuestro artista, deben contemplarse esos conceptos. Esos conceptos que no se cierran en sí mismos, sino que contribuyen a la aparición de otros. Estoy recordando que, al centrar la atención en la idea de la emoción, se genera la necesidad de incluir otra idea, la de la razón. Porque, observando la escultura de Ciriaco, registramos la presencia continuada de las emociones y que esa presencia requiere otra presencia, la presencia racional. La emoción y la razón establecen

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una relación, no exenta de tensiones, capaz de procurar un equilibrio por medio del cual es posible fijar la unidad de la pieza.

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Ya que hablamos de emociones, debe tenerse en consideración la pirueta del artista al sentir unas sensaciones, en cualquier caso naturales, para cuya captación se hace necesario entrar en la cámara anecoica, como hizo el músico californiano John Cage para conocer el silencio. Ciriaco no necesita trasladarse a la Universidad de Harvard. Casi a diario visita su particular cámara anecoica, en su personal habitación aislada herméticamente del ruido exterior, que es su estudio, cuyas paredes, techo y suelo absorben cualquier vibración sonora, impidiendo el eco, la reverberación, al menos psicológicamente y por voluntad del artista. Así, sin contaminación, el escultor escucha sus propias pulsaciones y escribe sus formas al dictado de las sensaciones. Unas sensaciones que, al ser contemplada la obra, provocará la sensibilidad del espectador.

Ciertos paralelismos Una de las herramientas prioritarias a la hora de escribir sobre arte y artistas es la capacidad del escribidor para proponer los paralelismos que puedan darse con otros artistas y con otras obras. A este respecto, no me resisto a los posibles parecidos, con todos los distanciamientos que sean necesarios, entre Moore y Ciriaco. A Henry Moore (Castelford, Inglaterra, 1898–Hertforshire, 1986) debió facilitarle su padre, ingeniero de minas, el conocimiento de determinados materiales, tales como el mármol y el bronce, tan habituales en su producción. El oficio de su padre también debió ser fundamental en la inclinación de Ciriaco por la escultura, al estar familiarizado con la piedra y tener acceso a los talleres de los escultores de la época, la Valencia que comenzaba a caminar por la segunda mitad del pasado siglo. A Henry Moore se le conoce por sus esculturas en bronce y mármol de gran tamaño. La obra de Ciriaco ha sido realizada, también, en mármol y bronce, así como en madera, aunque no siempre en las dimensiones que él hubiera deseado.


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El inglés ha destacado por sus esculturas abstractas realizadas en bronce, muchas de ellas convertidas en arte público. La voluntad del español se encuentra en esos parámetros; un deseo pocas veces alcanzado, al no contar con los apoyos -¡financieros, ay!- necesarios para su correspondiente realización. Las obras de Moore representan, generalmente, figuras abstractas, frecuentemente reclinadas y, según sus estudiosos, la mayoría de sus esculturas se inspira en el cuerpo femenino1. La escultura de Ciriaco se manifiesta dentro de una abstracción figurativa, con tendencia no sólo a la verticalidad sino también a la horizontalidad, y, por otra parte, la figura femenina –salvo las excepciones que justifican la regla- ha sido también su constante fuente de inspiración. Las esculturas de Moore ostentan muchas veces hoyos o espacios vacíos. En la obra de Ciriaco también se advierten oquedades. Si hubiese conocido el tema, no es de extrañar que Plutarco hubiera sacado partido de las citadas similitudes y hubiera incluido un capítulo dedicado a estos dos escultores en su libro “Vidas Paralelas”.

Es conveniente asomarse al exterior Debe recordarse que el núcleo de su formación, el tiempo en que descubre el mundo plástico, en torno a la década de los sesenta, tiene lugar en un espacio cerrado en el que la abstracción apenas es un eco que llegaba de más allá de las fronteras de este desierto artístico. Sin embargo, al obtener la pensión de la Diputación Provincial de Valencia, tras haber conseguido el Premio Senyera, Ciriaco fue uno de los jóvenes que, recién acabados sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, tuvieron la fortuna de ampliar sus conocimientos en Italia.

1 A excepción de las realizadas durante los años cincuenta, cuando esculpió grupos familiares.

Aquella beca le llevó no sólo a profundizar en sus conceptos de determinados capítulos de la historia de la escultura –Bernini, Michelangelo, Cellini, Leonardo, Donatello, etcétera-, sino a quedar atrapado por las

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Siguiendo la trayectoria escultテウrica de Ciriaco Juan テ]gel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor


Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor

Siguiendo la trayectoria escultórica de Ciriaco 1.- TIEMPO DE FORMACIÓN Y ÉXITO TEMPRANO. “Sin rebeldía el hombre nunca llegaría a ser hombre”. Juan Rof Carballo: Rebelión y futuro. 20

La iniciación artística de José Doménech Ciriaco (Alfara del Patriarca, Valencia, 1941) comenzaría con temprano esfuerzo, siendo todavía un niño. Sus primeras experiencias con los rudimentos básicos del trabajo de la piedra tuvieron lugar al amparo de su padre, quien trabajaba de marmolista en la cantera de la vecina localidad de Massarojos. Ciriaco tenía doce años de edad y empieza a trabajar en la cantera. Al año siguiente (1954) empezaría su formación artística, asistiendo como oyente a las clases nocturnas de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Burjassot. Nuestro escultor revive aquellos difíciles tiempos, recordando que –con su padre, por cuestiones profesionales relacionadas

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A1- ACADEMIA, 1961-1962 A2- ACADEMIA, 1962-1963 A3- ACADEMIA, 1961-1962


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con el oficio- visitaba con frecuencia algunos talleres de escultores, dedicados sobre todo a labores de escultura funeraria, como los de Mora Cirujeda y Ricardo Boix. Ciriaco le debe pues el amor por el trabajo sobre la piedra, elemento constante en toda su carrera. “(…) pronto empezó a respirar el polvo de mármol que la estela de su padre traía de la cantera” (1).

1 GRAU, David: Conversión y epifanía en la obra de Ciriaco, Ed. Ajuntament de Torrent y Ayuntamiento de Requena, Valencia, 1994.

Con tan sólo quince años (1956), y siguiendo los consejos y aspiraciones paternas, deci­dió acudir a la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, “y a los dieciocho ingresé en la Escuela de Bellas Artes”. De esta manera iría conociendo las téc­nicas y desentrañan­do los méritos y misterios de las artes pictóricas y escul­tóricas, tanto como aprendiz ayudante (desde 1955 a 1959) en el taller del escultor Víctor-Hino, como en las clases nocturnas (de 1956 a 1959) de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia, bajo la tutela de artistas como Octavio Vicent y Genaro Lahuerta. (En esta época decidió modelar un busto de su progenitor, que sería fundido en bronce, en 1958, titulándolo ‘Mi padre’). De entre la documentación académica completa que se puede consultar en la cronología de esta publicación (2), destacamos aquí aquellas materias por las que sentía predilección, y en las que obtendría la calificación de sobresaliente: (Curso 1956-1957): “Modelado y Vaciado”, impartida por Víctor-Hino; (curso 1958-1959): “Dibujo Artístico”, dictada por Genaro Lahuerta.

2 BLASCO CARRASCOSA, Juan Ángel y MORANT MAYOR, Vicent Joan: “Datos para una biografía”, en esta misma publicación.

En 1960 –a la edad de diecinueve años- conseguiría superar el riguroso ejercicio de ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San

MI PADRE, 1958 Bronce, 30 x 21 x 34 cm

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Carlos. Ya durante este periodo de aprendizaje se convertiría en el primer ayudante del escultor Octavio Vicent, con el que realizaría en su estudio todo tipo de obras de encargo; y en cuanto que alumno aventajado y conocedor de la técnica del mármol, colaboraría con él en la ejecución de monumentos (entre otros el dedicado al Maestro Serrano, en la ciudad de Valencia). Entregado a sus estudios artísticos (de 1960 a 1964), Ciriaco obtendría excelentes calificaciones en sus materias preferidas, como bien refleja su Expediente Académico: sobresaliente en “Preparatorio de Modelado”, en “Talla Escultórica”, en “Modelado y Composición”, en “Teoría e Historia de la Escultura”; y matrícula de honor en “Dibujo del Natural”, en “Modelado” y en “Modelado y Composición”. Los profesores que más le enseñaron fueron Silvestre de Edeta, Gabriel Esteve y Salvador Octavio Vicent; asimismo recibió docencia de Antonio Duato, José Amérigo, Francisco Lozano, Enrique Giner y Rafael Sanchis Yago, además de Luis Bolinches. En 1961 la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación le concedió un premio, con una cuantía de 1.000 pesetas, por su obra “Retrato”, que presentó en la sección de escultura de la Exposición Anual que se realizaba en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. Dos años después (1963) ganó, de nuevo, el mismo premio obtenido en el año 1961, lo que le confirmó como el mejor alumno de escultura de la Escuela de San Carlos. Y al año siguiente obtendría el Primer Premio

Taller de trabajo


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de Escultura en la Muestra de Arte patrocina­da por el Ayuntamiento de Burjassot (1964). Según nos ha hecho saber el escultor Ferrero Molina (3), Ciriaco “(…) en la Escuela, también a través de una espléndida exposición de fotografías, cono­ció la modernidad representada por Henry Moore junto a Giacomo Manzú. Quizá Moore dejó huella indeleble en el estudiante de tercer curso, huella que pos­teriormente el escultor ya maduro y dueño de su obra deja entrever, sobre todo en sus piezas ‘horizontales’”. Doménech Ciriaco era ya por estas fechas un escultor prestigiado en el ámbito valenciano, aún antes de finalizar formalmente sus estudios en San Carlos. Contando veinticuatro años de edad, en 1965 obtendría el Premio “Senyera” del Ayuntamiento de Valencia, en la especialidad de escultura, con la obra ‘San Juan’, en bronce, de un metro de altura, reconocimiento dotado con 30.000 pesetas. (Traigamos a colación que -en la época que tratamos- el Premio “Senyera”, al margen de su importante cuantía económica, suponía un auténtico galardón, muy valorado en el ámbito artístico valenciano –al que se presentaban autores locales ya consagrados-, lo que posibilitaba la proyección a mayor escala del artista premiado). Esta obra escultórica sería adquirida por el Ayuntamiento de Valencia. Obtuvo cinco votos de un total de siete posibles; con un voto fueron finalistas, respectivamente, ‘Cristo en oración’ (cemento), de Vicente Perelló La Cruz, y ‘Torero’ (hierro), de Vicente Agulló Sanchis. Ciriaco –que acudía por primera vez a este certamen- era considerado ya como un artista consumado y maduro de oficio. Su ‘San Juan’ –obra de finura de líneas y firmeza en el trazado, de concepción clásica y equilibrada- se ajustaba a los cánones académicos (como el propio autor declaraba), resultando de esta manera ser el fruto de la enseñanza recibida hasta el momento.

3 FERRERO MOLINA, Vicente: “Memoria y esencia”, en Memoria y esencia. Ciriaco escultor (catálogo), Generalitat Valenciana, Valencia, 2003.

Pero Ciriaco daba por cerrada esta etapa formativa y anunciaba: “Tengo otras ideas. Pienso ir a Italia a seguir estudiando”. Se había autoimpuesto una nueva meta. Reconociendo que el arte académico lo necesitaba como base, “ahora debo conocer otras materias, otros estilos, otras tendencias...”. Ciriaco anhelaba encontrar esas “nuevas cosas” precisa-

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mente en Italia, país que para él era “el centro escultórico de Europa, y donde se amalgaman todas las tendencias y los ismos. Ade­más, allí están los grandes maestros actuales, como Manzú, Messina...”; y porque, en Valencia, habiendo maestros “y muy buenos” –resaltaba-, no estaban en onda “con los ismos actuales”. Famoso en los círculos artísticos valencianos, Ciriaco hablaba con determinación en las entrevistas que le realizaban, y los comentarios periodísticos subrayaban las características más generales de su juvenil obra: “decidida”, “mezcla de energía y dulzura”, “dentro del más depurado clasicismo”, “llena de personalidad”, “fascinante sucesión de curvas y equilibrios…”. En este mismo año 1965 Ciriaco mostraría su más reciente obra en el Ateneo Mercantil de Valencia, en la exposición “Dos pintores y un escultor (M. Viribay, A. Coll, J. D. Ciriaco)”. Nuestro escultor ofrecía al público un conjunto de siete esculturas en barro, bronce, piedra y escayola (entre ellas, ‘Bañista’, ‘Estudio’, ‘Retrato’, ‘Retrato de Mujer’, ‘Transformación de las formas’ y ‘Adolescente’), y cinco dibujos de bocetos escultóricos. En el prólogo del catálogo, Pedro Malabia dejaba escrito: “Ciriaco informa así su obra con un mensaje íntimo. Envuelve a la materia que maneja con ese halo miste­rioso y creador que brota de los pasadizos más secretos del alma. Y, de ahí, su virtud y su impacto. Las obras más interesantes son: ‘Mediterránea’, de bellas soluciones y bien tratada la materia; ‘Maternidad’, bien de movi­miento y composición; ‘Da­vid’, en escayola, bien plan­tado, de bellas soluciones; ‘Serenidad’, sobria y limpia de forma, muy expresiva. En la serie de retratos, consigue ahondar en los modelos, ofre­ciendo excelentes parecidos, y resolviendo con primor y dig­nidad, con nobleza de forma”. Y en el texto que le escribió a tal efecto Julio Guardiola podía leerse: “La abstracción en la forma le conduce por diver­ sos caminos a los clásicos: a la fuerza de Miguel Ángel o a la estilización de los egipcios. La deformación ac­tiva que, en beneficio de la estética, ha dado a las cabezas femeninas culmina con una envolvente ovoi­de atractiva y mágica” (4). La exposición que referenciamos tendría calurosa acogida por parte de la prensa valenciana. Así, Levante (en texto no firmado) destacaba que “Ciriaco posee un impulso artístico que le revela desde el primer momen­to como un escultor pleno. En su decena de obras se recuerda aún la enseñanza del maestro, el catedrático Octavio

4 MALABIA, Pedro; GUARDIOLA PLA, Julio: “Ciriaco”, en Dos pintores y un escultor (M. Viribay, A. Coll, J. D. Ciriaco) (catálogo), Ateneo Mercantil de Valencia, Valencia, mayo, 1965.


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LA ESPERA, 1970 Cemento, 58 x 36 x 39 cm

Vicent; pero hay en muchas de sus esculturas un verdadero y denodado esfuerzo por afirmar una personalidad. Sus cuerpos y rostros encuadrados en los cánones clásicos de la escultura, apuntan a un expresionismo de la más rigurosa calidad”.

5 LÓPEZ-CHAVARRI ANDÚJAR, Eduardo: “Exposiciones variadas: de la escultura de Ciriaco a las pinturas de Genovés, pasando por las flores de C. Ortí”, Las Provincias, Valencia, mayo, 1965.

Asimismo Las Provincias, en artículo firmado por el crítico López-Chavarri Andújar (5), refiriéndose a su exposición en la Galería Nike, le dedicaba calurosísimos elogios, afirmando que “las esculturas de Ciriaco pueblan un mundo en el que hay elegancia formal, inventiva y un precioso trato de la materia usada; se logra una economía y conformación de los volúmenes franca­mente excelentes y nuestro artista trabaja con eficacia, variedad y brillantez sumando un desfile bien atractivo de obra resuelta con exquisita prestancia. Ciriaco sabe sacar el mejor partido de los materia­les que utiliza y así encontramos una intuitiva y ejemplar adecuación entre la obra, su solución y la materia que la forma, redondeando todo un conjunto armónico, coherente, muy bello; la ágil y suelta pareja en Carrara se contrapone a la deliciosa fi­gura femenina núm. 27, tensa, difícil, nunca forzada y el sentido cadencial y finísima línea de la escultura número


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5 es glosa oportuna a la sobrie­dad formal y exacto juego de oque­dades de la núm. 7. Ciriaco trabaja sin gratuitos efectos, sin faltarle in­ tuición y vuelo da en su producción sensación de solidez y estructuración y ello no rebaja en absoluto la dinámica viveza y clarificadora agilidad de unas obras que, desde el bronce de cronología anterior (pero todavía totalmente válido por equilibrio y elegante síntesis) a la seductora figura en mármol alicantino recorre un camino artístico con dominio, soltura e indudable atractivo; no falta el ejercicio arduo, el virtuosismo resuel­to con habilidad y así encontramos logros tan relevantes como el agudo y primoroso ‘Salto’, en piedra artifi­cial, próximo en espacio pero diferen­te en sentido y factura de la cordial, serena y magnífica ‘Gestación’ que luce un trato exquisito del mármol marfil. Orden, sensibilidad, no asustarse ante problemas técnicos ni des­conocer matices actuales del lenguaje son factores que dan intensidad a una exposición de gran calidad, éxito largo, halagador para este escultor que marca con su colección uno de los momentos más destacados del año artístico de Nike (...)”. Otra importante muestra escultórica de Ciriaco se brindó a espectadores y seguidores de su obra en el Salón Dorado del Círculo de Bellas Artes de Valencia, en 1968. La exposición, titulada “Dos escultores, dos premios Senyeras. Alfonso y Ciriaco”, suponía una puesta en común de obras con características estilísticas muy definidas. Ciriaco participaría con ocho esculturas y cuatro bocetos, entre los que contaban ‘Mediterránea’ (bronce), ‘Maternidad’ (madera), ‘David’ y ‘Serenidad’ (piedra), así como cuatro retratos, dos de ellos dedicados expresamente: ‘Retrato de Pedro Malabia Navarro’ y ‘Retrato de Luis Torres Murciano’. El Ayuntamiento de Va­lencia le compró una de las obras expuestas: ‘Mediterránea’. En el prólogo del catálogo (6) Pedro Malabia, resaltando

ENSAYO, 1970 Bronce, 84 x 30 x 28 cm

6 MALABIA NAVARRO, Pedro: “Dos escultores, dos premios senyeras”, Alfonso y Ciriaco (catálogo), Círculo de Bellas Artes de Valencia, Valencia, 1968.


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ENSAYO, 1972 Bronce, 47 x 24 x 24 cm

que la obra del escultor de Alfara del Patriarca era “ante todo, autén­tica expresión de su manera de ser”, y que tenía “como él mismo, el hechizo de la sencillez y la más espontánea humanidad”, dejaría así, de nuevo, constancia de su sincero aprecio: “Porque sólo a través de lo auténticamente vivido puede surgir esa comunicación emocional y mágica del arte. Y todavía más si está refrendado, como en este caso, por una depurada técnica lograda a golpes de un estudio tenaz y minucioso”; y tras constatar que “el período inicial de Ciriaco es ya bri­llante y luminoso”, y que “no pierde jamás el acer­tado equilibrio de las fuerzas opuestas”, auguraba la posibilidad de que “nos depare en su porvenir artístico una creación de muy altos vuelos. Tan pronto como su disconformidad -virtud que posee a raudales- avance por ese camino, ya iniciado, de abstrac­ción de formas, que no rompen su enlace con la realidad”. Este parecer –desde la rendida admiración y el empuje hacia más altas metas- era compartido, entre otros, por su paisano Vicente Gisbert (7): “Ha demostrado merecidamente hasta ahora que vale, con su brillante carrera y palmarés. Su porvenir promete mucho más (…)”. Por estas fechas, el joven Ciriaco de veintiocho años hacía gala de unos principios bien asentados: “Mi búsqueda de la forma, mi enfrentamiento al volumen, mi obrar todo, arrancan, de un principio que se me antoja inexcusable en lo que a mi trayectoria artística se refiere: el realismo”.

7 GISBERT LLUESMA, Vicente: “Hijos de Alfara. “Ciriaco” -28 años- un escultor con futuro”, y “La sencilla historia de un joven artista”, Boletín Municipal de Fiestas, Alfara del Patriarca, Valencia, 1969.

“Recién llegados el viaje ya comienza a ser recuerdo”. Susana Benet.

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Ciriaco iba a emprender una nueva etapa de su vida. Dejaba atrás un nutrido historial gestado a través de una obra prolífica pese a su juventud, y muy apreciada por la valoración estética propia de la época.

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En el año 1969 sería pensionado por la Diputación Provincial de Valencia (8) para am­pliar estudios en España (un año) y en el extranjero (dos años): una bolsa dotada con 260.000 pesetas y tres años de estudios en España y el extranjero. El tema obligatorio que tuvieron que tratar los escultores aspirantes fue ‘Estatua representando al satélite lunar’, dado el impacto mediático que por estas fechas de 1969 tuvo, a escala mundial, la llegada del primer hombre a la Luna. Ciriaco ampliaría la información alusiva a los ejercicios del certamen con estas palabras recogidas en una entrevista periodística: “Tuvimos que realizar cuatro trabajos. El primer ejercicio fue un alto relieve copia de una figura griega; el segundo, un boceto, relieve composición que caracterizaba el trabajo; tercero, otro boceto corpóreo alegórico al satélite lunar; cuarto y último, realización del boceto corpóreo en un metro cuarenta de alto sin incluir el plinto”(9). Y añadía comentarios al respecto de las expectativas que se le abrían: “Este nuevo éxito supone la compensación al esfuerzo realizado y la oportunidad de trabajar y viajar. Hoy desarrollo la escultura de un concepto muy personal y estoy satisfecho de este triunfo (…) Para mí, la pensión no representaba una dificultad, pero sí una nueva experiencia en la que me responsabilizaba para realizar una serie de trabajos ante unos compañeros muy competentes (…) La pensión obliga a viajar, conocer y des­arrollar los conceptos artísticos a escala nacional, durante el primer año de pensión; en el segundo y tercero, obliga a re­sidir en el extranjero para conocer el desarrollo de la escul­tura europea, y para mí prin­cipalmente la escultura italia­na, que sin duda está a la vanguardia de la escultura (…)”; informando además sobre sus propósitos inmediatos: “Estoy preparando, en estos momentos, unos trabajos para la exposición nacional del año próximo (…) sin duda me ocupará todo el tiempo de que dis­pongo”. Toda la prensa valenciana se haría eco de la pensión obtenida (10) (11) (12). Habiendo, pues, logrado la ansiada pensión con los referidos cuatro ejercicios de oposiciones (el segundo fue un relieve en barro, de 29 x 38 x 3

8 GRACIA, Carmen: Las pensiones de escultura y grabado de la Diputación de Valencia, Alfons el Magnànim, IVEI, València, 1987. 9 “Breve charla con Doménech Ciriaco, pensionado de escultura de la Excelentísima Diputación”. (Entrevista periodística, sin referencia, seguramente realizada en 1969). 10 Nota en Jornada, Valencia, 12 marzo 1969. 11 “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación”, Las Provincias, Valencia, 14 marzo 1969. 12 “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación Provincial”, Jornada, Valencia, 14 marzo 1969.


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cm., titulado ‘Trabajo’; y el cuarto, una escultura en yeso, de 145 x 50 x 45 cm. -la ya citada ‘Estatua representando al satélite lunar’-, inspirada en la actualidad de la Luna y su “conquista espacial”), Ciriaco prepararía su viaje no sin antes solicitar una demora, por hallarse en periodo de ampliación de estudios. Esta circunstancia, y la concesión de sendas prórrogas posteriores, con motivo de diferentes problemas de salud, retrasarían el inicio del disfrute de la misma hasta 1971, marchando primeramente a Francia, y a continuación a Italia. Una vez allí recorrería prácticamente todo el país, anclándose temporalmente sus pasos y su 29 TRABAJO, 1969 Relieve en barro 29 x 38 x 0’3 cm Diputación Provincial de Valencia

13 BLASCO CARRASCOSA, Juan Ángel y MORANT MAYOR, Vicent Joan, op. cit. 14 GRAU, David (1994), op. cit.

mirada en Florencia, Roma, Milán y Bolonia. En palabras del propio autor: “Viaje muy interesante que me emocionó -son sus palabras- al contemplar las grandes obras de los grandes maestros del Renacimiento, que fueron para mí, sin duda alguna, los más impre­sionantes; sobre todo Miguel Ángel, Do­natello, Luca della Robbia… Entre los ac­tuales, Manzú, Francisco Messina y Marini” (13). Y entonces ocurrió que –según relata David Grau (14)- “cuando Ciriaco llegó a Italia se dio cuenta que siempre había estado allí”.


5.- DE LA TRADICIÓN CLASICISTA A LA RENOVACIÓN ORGÁNICA. DE LA FIGURACIÓN A LA ABSTRACCIÓN. “Una escultura tiene que ser como la naturaleza; la naturaleza viviente, no un tipo de naturaleza estática. La naturaleza orgánica, o como se la quiera llamar, es distinta desde todos los lados. Y eso es lo que creo que debe ser la escultura para que mantenga constantemente su interés”. Henry Moore.

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ENSAYO, 1990 Bronce, 70 x 23 x 28 cm

Sabedor –como pocos- que la de Ciriaco es una estética de depuraciones y esquematismos, sin perder de vista el mundo de la figuración, Prats Rivelles, en 1978, encajaba la obra escultórica que nos ocupa “a caballo entre el clasicismo y el esquematismo”, destacando como rasgo característico que “se manifiesta en profundi­dad como resultado del hallazgo del es­pacio interior, de la penetración en la for­ma. Habría tema


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Todos los dibujos seleccionados han sido realizados en un marco cronológico muy preciso 1995-2009

para el análisis de la pro­fundidad en muchas de las piezas de Ciriaco, como la iniciación de un dilema filosófico en donde cabría más de una especulación acerca de la contradicción sugerente entre vacío y hondura” (41). En la misma línea argumental, años después, el periodista y académico Agramunt Lacruz, al abordar la figura artística de Ciriaco, dejaría escrito: “su escultura ha ido evolucionando de un realismo academicista, pasando por un decorativismo, a la nueva figuración” (42).

41 PRATS RIVELLES, Rafael: “Artistas del País Valenciano 1978. Ciriaco”, Qué y dónde, nº 20, Valencia, 31 julio-6 agosto 1978. 42 AGRAMUNT LACRUZ, Francisco: Diccionario de artistas valencianos del siglo XX, Albatros, Valencia, 1999.

Podríamos englobar la peculiaridad de la poética plástica de Ciriaco entre las revisitaciones de carácter orgánico que tuvieron singular presencia en el panorama de la escultura valenciana de esos años, en el contexto de “una línea de escultura objetual con voluntad representacional que desarrollaría en unos casos las pautas marcadas por la generación anterior y, en otros, supondría una práctica de depuración figurativa que en ocasiones se inclinaría hacia la abstracción. Recipiendarios del legado de Henry Moore -e incluso de Constantin Brancusi-, y de Baltasar Lobo o Pablo Serrano -por citar sólo algunos ejemplos paradigmáticos-, ejecutaron con pericia técnica una escultura morfológica que ponía acentos expresivos, en incluso tensionales, en sus propuestas de carácter


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orgánico -las más de la veces antropomórfico-, bien directamente referenciales o de manera alusiva. Rehuyendo el anecdotismo buscaron la simplificación formal en su repertorio icónico, generalmente sobrio y contenido, sensual y rotundo (…) (Ciriaco) ha elegido la figura humana, sobre todo la femenina, como temática en torno a la cual desarrolla su discurso plástico. Las suyas son esculturas de formas suaves, redondas y turgentes, pero también es autor de otras en las que priman las líneas aristadas y punzantes. Buscando la síntesis formal, labora en pro del desarrollo orgánico y de la depuración, lo que propicia la ausencia de anécdota permitiendo apenas entrever las mínimas referencias necesarias en esta suerte figurativa que no actúa como lastre de imitación sino como motor de elaboración plástica en la cual actúa un palmario concepto de abstracción”(43). Gran experto en la trayectoria artística que seguimos, Prats Rivelles razonaría que la de Ciriaco ha venido siendo una “evolución responsable” (44), pues “ha alcanzado un punto de síntesis y depuración que le ha conducido a unos resultados de concepción abstrac­ta bien entendida, que posibilita una plural lectura, alejando de la percepción las limitaciones que pudieran remitir al mode­lo primario. Diríase, pues, que el acento representativo ha devenido en amplia su­gerencia presentacional, permitiendo un vocabulario plástico de rico y personal lenguaje, dentro de los parámetros en que se mueve su escultura”. Y en otro escrito posterior, el

ENSAYO, 1990 Bronce, 60 x 28 x 40 cm

43 BLASCO CARRASCOSA, Juan Ángel: La escultura valenciana del siglo XX, vol. II, Federico Domenech S. A., Valencia, 2003. 44 PRATS RIVELLES, Rafael: “Las posibilidades innovadoras de la escultura tradicional. Ciriaco, la evolución responsable”, Levante, Valencia, 1 diciembre 1989.


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A13-ENSAYO, 1990 Mármol de Carrara 55 x 17 x 16 cm A14-ENSAYO, 1990 Piedra, crema marfil 51 x 22 x 15 cm

mismo Prats abundaba así sobre estas cuestiones: “Se mantiene el deseo de interpretación, traducido en la bus­cada síntesis formal, resultado del desarrollo orgánico y de la depura­ción…” (45). La orientación hacia la abstracción –en la escultura de Ciriaco- sería también apreciada por Román de la Calle, situándonos de este modo ante su proceso evolutivo: “Esa búsqueda de esencialidad, de algún modo, se convierte en el criterio fundamental de la selección y de la síntesis de las formas. Depurar para ir más allá de las estrictas apariencias, idealizar para trascender con mayor facilidad los límites de lo inmediato, abstraer con el único fin de soltar lastre frente al pulso acaparador de lo real” (46).

45 PRATS RIVELLES, Rafael (2000), op. cit. 46 DE LA CALLE, Román (2003), op. cit.

Situando a nuestro escultor tanto en su geografía como en su época, Prats argumenta como sigue el tránsito efectuado por Ciriaco de la figu-


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ración a la abstracción (o no-figuración): “Dados los condicionamientos espacio-temporales de su formación académica, no es de extrañar que Ciriaco se decantara por una figuración abstracta, lo que quizá conduzca a la confusión de mis lectores si tienen conceptos amanerados de lo figurativo y de lo abstracto. Espero que no suceda así, pero si así fuera, bastará con recordar que el hecho de abstraer no conlleva forzosamente la idea de aniquilar, por lo que la figuración sigue siendo figuración, aunque abstraída. Para estos casos, y para no inducir a error, prefiero utilizar el término no figuración, en lugar de abstracción, como antónimo a figuración” (47). Y el profesor De la Calle haría especial hincapié en la estrecha relación entre los aspectos geométricos y organicistas que se concitan en la obra escultórica de Ciriaco, razonando que “habría que destacar ese singular

A15-ENSAYO, 1990 Madera, danta 90 x 47 x 30 cm A16-ENSAYO, 1990 Madera, caoba 108 x 22 x 10 cm

47 PRATS RIVELLES, Rafael (2003), op. cit.


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ENSAYO, 1990 Mármol de Carrara 48 x 43 x 24 cm

48 DE LA CALLE, Román (2003), op. cit.

enlace entre geometría y organicidad que subyace y aflora, por doquier, en su conocido quehacer escultórico. Se trata, al fin y al cabo, de esa secreta geometría que se manifiesta y respira gracias a los impulsos de las formas orgánicas que ella misma eficazmente posibilita. De este modo, las estructuras geométricas adquieren maleabilidad y vida, transformándose en formas existenciales, a caballo quizás entre la sugerencia figurativa fragmentada en su depuración y la imposibilidad soñada, gracias a los citados encuentros entre la abstracción y la síntesis” (48).


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ENSAYO, 1995 Mรกrmol de Portugal, 60 x 20 x 20 cm

ENSAYO, 1995 Mรกrmol de Portugal, 50 x 21 x 23 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 1995 Mรกrmol de Portugal, 55 x 18 x 14 cm

ENSAYO, 1995 Piedra, rojo Alicante, 36 x 14 x 14 cm


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ENSAYO, 1995 Mรกrmol de Portugal, 21 x 36 x 13 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 1996 Bronce, 40 x 40 x 35 cm


94

ENSAYO, 1998 Bronce, 58 x 15 x 17 cm

ENSAYO, 1998 Bronce, 44 x 32 x 34 cm


CIRIACO ESCULTOR

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PENSADOR, 1998 Madera, caoba, 53 x 57 x 45 cm


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ENSAYO, 2000 Mรกrmol de Carrara, 56 x 16 x 22 cm

ENSAYO, 2002 Mรกrmol de Carrara, 85 x 20 x 20 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 2002 Mรกrmol de Paquistรกn, 35 x 29 x 45 cm

ENSAYO, 2002 Mรกrmol de Portugal, 45 x 14 x 16 cm


112

ENSAYO, 2002 Bronce, 74 x 18 x 18 cm

ENSAYO, 2002 Bronce, 69 x 17 x 13 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 2003 Bronce, 66 x 18 x 24 cm


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ENSAYO, 2003 Madera, caoba 175 x 40 x 20 cm

ENSAYO, 2003 Madera, caoba 172 x 30 x 29 cm

ENSAYO, 2003 Madera, caoba 106 x 25 x 18 cm

ENSAYO, 2003 Madera, manzonia 92 x 18 x 17 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 2004 Madera, caoba 144 x 27 x 17 cm

ENSAYO, 2003 Mรกrmol de Portugal 73 x 16 x 23 cm

ENSAYO, 2005 Madera, manzonia 108 x 27 x 33 cm

ENSAYO, 2003 Mรกrmol de Portugal 80 x 19 x 18 cm


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ENSAYO, 2007 Madera, caoba 117 x 23 x 12 cm

ENSAYO, 2007 Madera, caoba 120 x 16 x 12 cm

ENSAYO, 2007 Madera, manzonia 131 x 15 x 17 cm

ENSAYO, 2007 Cerezo espa単ol 177 x 42 x 28 cm


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ENSAYO, 2007 Madera, caoba, 85 x 34 x 30 cm

ENSAYO, 2007 Bronce, 86 x 15 x 17 cm


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ENSAYO, 2007 Bronce, 79 x 14 x 15 cm

ENSAYO, 2007 Bronce, 80 x 20 x 16 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 2007 Bronce, 62 x 19 x 18 cm


130

ENSAYO, 2007 Madera, manzonia 44 x 11 x 13 cm

ENSAYO, 2007 Mรกrmol de Carrara 78 x 11 x 19 cm

ENSAYO, 2008 Madera, manzonia 110 x 16 x 20 cm

ENSAYO, 2008 Madera, manzonia 97 x 23 x 15 cm


CIRIACO ESCULTOR

131

ENSAYO, 2008 Bronce 83 x 21 x 12 cm

ENSAYO, 2008 Bronce 74 x 18 x 19 cm

ENSAYO, 2008 Bronce 58 x 14 x 12 cm

ENSAYO, 2008 Madera, manzonia 133 x 12 x 14 cm


132

ENSAYO, 2008 Bronce 50 x 33 x 16 cm

ENSAYO, 2008 Bronce 69 x 20 x 14 cm

ENSAYO, 2008 Bronce 74 x 23 x 15 cm

ENSAYO, 2008 bronce 83 x 12 x 14 cm


CIRIACO ESCULTOR

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ENSAYO, 2008 Bronce, 67 x 40 x 17 cm


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ENSAYO, 2008 Cerezo espa単ol, 121 x 24 x 20 cm

ENSAYO, 2008 Cerezo americano, 144 x 45 x 24 cm


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ENSAYO, 2008 Madera, caoba, 75 x 48 x 25 cm


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Datos para una biografテュa Juan テ]gel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor


Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor

Datos para una biografía Alfara del Patriarca, L’Horta, Valencia, 18 de octubre de 1941 La infancia de Ciriaco transcurrió en su pueblo natal, donde cursó la enseñanza primaria en la escuela Lepanto, dirigida por el profesor Otero Bravo. El propio Ciriaco reconoce que no fue un alumno aplicado, si bien su comportamiento no fue malo. Su paso por la escuela no fue destacado, lo que llevó a 144

su padre a buscarle oficio. 1953 Con tan sólo 12 años comenzó a trabajar en la cantera de Massarrojos junto a su padre, cantero y marmolista de profesión. El contacto con los rudimentos básicos del trabajo de la piedra, ofrecido por su padre, así como las visitas a talleres de escultores, que se aplicaban sobre todo a labores de escultura funeraria, son recordados por nuestro escultor. De este período recuerda, sobre todo, las visitas frecuentes, por cuestiones profesionales relacionadas con el oficio de su padre, a los talleres escultóricos de Mora Cirujeda y Ricardo Boix. 1954 En estas fechas empezó su formación artística como oyente en las clases nocturnas de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Burjassot. 1955 Entró como aprendiz ayudante en el taller de uno de los artistas funerarios más prestigiosos de la época, el escultor Víctor-Hino. 1956-1959 Durante ese período siguió su formación artística en las clases nocturnas de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia, bajo la tutela de artistas como Octavio Vicent y Genaro Lahuerta. La creación de las Escuelas de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos por parte del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en 1913, tuvo la intención de paliar el bajísimo nivel artístico y de instrucción de la clase artesanal y obrera española. En el caso valenciano, todavía a finales de los años cincuenta esta primigenia intención tenía plena vigencia, dada la importancia que los artesanos aún mantenían en el tejido económico, laboral y social de la ciudad. En el curso académico 1956-1957 Ciriaco se matriculó en las asignaturas Modelado y Vaciado, impartida por Víctor-Hino, obteniendo la calificación de sobresaliente, así como Dibujo Artístico y Elementos de Historia del Arte, ambas impartidas por Genaro Lahuerta y calificadas con notable.


CIRIACO ESCULTOR

En el curso 1958-1959 Ciriaco aparece recibiendo clases de Octavio Vicent en Modelado y Vaciado, obteniendo una calificación de notable y Dibujo Artístico, impartido por Genaro Lahuerta quien le calificó con un sobresaliente. En abril de 1958 se presentó al examen de ingreso a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, logrando superar el ejercicio práctico en la convocatoria de septiembre. 1960 En mayo de ese año se presentó al ejercicio teórico de la prueba de ingreso a la Escuela de Bellas Artes consiguiendo superar el riguroso ejercicio de ingreso. Ese mismo curso, a la edad de 19 años, comenzó sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos. El salto de la consideración artesanal a la artística quedaba claramente representado por los estudios que se realizaban en la Escuela Superior de Bellas Artes. La labor desempeñada por la Escuela de Artes y Oficios Artísticos supuso la formación de una gran cantidad de artesanos en una ciudad como Valencia, volcada hacia el trabajo gremial, y, como el caso concreto que nos ocupa, muy centrada en la labor de oficiales canteros lapidarios. No nos debe extrañar la fuerte voluntad de Ciriaco, en gran medida respaldada por su padre, en matricularse en la Escuela Superior. Durante el período de docencia de la Escuela Superior se convirtió en el primer ayudante colaborador del escultor Octavio Vicent, con el que realizó en su estudio todo tipo de obras de encargo. La colaboración con Octavio Vicent se alargó durante toda una década (1960-1970). Si con todo, las Escuelas Superiores de Bellas Artes y de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, ofrecían una sólida instrucción práctica en el oficio de escultor, ésta resultaba en todo punto insuficiente para la práctica diaria del oficio. Era, sin duda, la adscripción a un taller y un maestro concreto el que facilitaba el acceso a toda una preparación y formación técnica. Dicha instrucción corría paralela, en gran parte, a la vida profesional del propio artista, asumiendo éste, cada vez, tareas más complejas en el ámbito del taller. Así, los talleres cumplían una triple función: reforzaban y ampliaban lo aprendido en las escuelas, eran el sustento económico y establecían los contactos profesionales y de clientela indispensables para una futura emancipación. 1960-1961 En ese curso académico aparece matriculado en Liturgia y Cultura Cristiana, impartida por Antonio Duato, Preparatorio de Colorido, asignatura dada por Francisco Lozano, superando ambas asignaturas. En Dibujo del Antiguo y Ropaje, de Rafael Sanchis Yago, obtuvo un notable; y en Preparatorio de Modelado, ofrecida por Enrique Giner, logró un sobresaliente. 1961-1962 En ese curso aparece matriculado en Anatomía Artística, impartida por Santiago Rodríguez, asignatura que aprobó; en Talla Escultórica, ofrecida por Silvestre de Edeta, en Dibujo del Natural, dada por Gabriel Esteve y en Modelado, proporcionada por Enrique Giner, en todas ellas fue calificado con sobresaliente, obteniendo matrícula de honor en las dos últimas asignaturas.

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1961 El 11 de diciembre de este año la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación le concedió un premio, con una cuantía de 1.000 pesetas, por su obra “Retrato”. Esta obra la presentó en la sección de escultura de la Exposición Anual que se realizaba en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. 1962-1963 En ese curso académico se matriculó en Perspectiva, ofrecida por Enrique Ginesta Peris, Historia General de las Artes Plásticas, impartida por José Gimeno, y consiguió aprobar estas dos asignaturas. Talla Escultórica, dada por Silvestre de Edeta, Dibujo del natural, impartida por Gabriel Esteve, y Modelado y 146

Composición, en estas tres últimas asignaturas obtuvo la calificación de sobresaliente, logrando matrícula de honor en Dibujo del Natural. 1963 Ganó, de nuevo, el mismo premio que obtuvo en el año 1961, lo que le confirmó como el mejor alumno de escultura de la Escuela de San Carlos. 1963-1964 En ese curso aparece matriculado en Dibujo del Natural en Movimiento, dada por José Amérigo, Talla Escultórica y Policromía, impartida por Silvestre de Edeta; en ambas obtiene un aprobado. Y en las asignaturas de Modelado y Composición, ofrecida por Octavio Vicent, y Teoría e Historia de la Escultura, logró un sobresaliente con matrícula de honor. 1964 Obtuvo el Primer Premio de Escultura, de la Muestra de Arte patrocina­da por el Ayuntamiento de Burjassot. A petición de las autoridades de Alfara del Patriarca, y como homenaje al artífice de los «25 años de paz», que entonces se cumplían, se le encargó a Ciriaco la realización de un busto del dictador, inaugurado en las fiestas de aquel año. La escultura se instaló en el centro de la plaza del Caudillo de la localidad. Finalizados los estudios, y con ellos una enseñanza rigurosamente figurativa de corte clasicista, comenzó a gestar en su estudio una escultura más personal e imaginativa que entronca con las propuestas de investigación de la generación republicana y que supuso la puesta al día del panorama escultórico valenciano tras los devastadores efectos de la Guerra Civil y la Posguerra. Esta nueva idea supone una reflexión en torno a la propia obra y los procesos derivados de la depuración formal. Todo ello se materializa en una nueva figuración al límite con la abstracción. 1964-1965 En ese curso académico aparece matriculado en las asignaturas que proporcionaban el título de profesor de dibujo, el cual posibilitaba impartir dicha asignatura en los institutos de bachillerato. Ciriaco,


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sin duda, buscaba una salida profesional y de sustento bastante habitual entre los artistas. En dicho año académico cursó Pedagogía del Dibujo, Dibujo Geométrico y Proyecciones, Ampliación de Historia de las Artes Plásticas en España, superando con aprobado estas asignaturas, y Dibujo Decorativo, en la que obtuvo un notable. Dado que la asignatura de Pedagogía del Dibujo no fue superada hasta 1969, tuvo que esperar hasta esa fecha para lograr la titulación de profesor de dibujo. 1965 Obtuvo el Premio «Senyera» del Ex­celentísimo Ayuntamiento de Valencia, en la especialidad de escultura, con la obra “San Juan”, reconocimiento dotado con 30.000 pesetas. También aquí es menor la importancia del premio en metálico que la trascendencia del concurso, lo que implica una mayor divulgación del autor y su obra en el ámbito valenciano. Se debe añadir la particularidad de que se trata de un premio único, muy concurrido por autores ya consagrados. Es un premio, más que económico, de 1965 Dos pintores y un escultor selección, prestigio y encumbramiento. La escultura, realizada en bronce Ateneo Mercantil de Valencia y adquirida por el Ayuntamiento, medía un metro de altura. Esta escultura obtuvo cinco votos de un total de siete posibles. Participó en la exposición Dos pintores y un escultor, celebrada en el Ateneo Mercantil de Valencia, entre el 17 y 29 de mayo. Aportó a la exposición seis esculturas: “Bañista”, “Estudio”, “Retrato”, “Retrato de Mujer”, “Trasformación de las formas” y “Adolescente”, y cinco dibujos de bocetos escultóricos. 1968 El Excelentísimo Ayuntamiento de Va­lencia le compró la obra “Mediterránea”, que había sido expuesta en el Círculo de Bellas Artes. Exposición Dos escultores, dos premios Senyeras, Alfonso y Ciriaco, del 8 al 20 de enero, en el Círculo de Bellas Artes de Valencia. Ciriaco participó en esta exposición con ocho esculturas y cuatro bocetos: “Mediterránea”, escultura en bronce, “Maternidad”, obra en madera, “David”, “Serenidad”, escultura en piedra, “Retrato”, “Retrato”, “Retrato de Pedro Malabia Navarro” y “Retrato de Luis Torres Murciano”. Muestra de Pensionados por la Excma. Diputación de Valencia. 1969 En este año se presentó a la pensión de escultura de la Diputación de Valencia. Ciriaco se presentó junto a M.ª Ángeles Marco Saturnino y Francisco Hernández Díaz. El tribunal estuvo formado por José M.ª Ibarra Chabret, presidente, y Vicente Valls Abad, Francisco Marco Díaz-Pintado, Enrique Giner Canet, Felipe M.ª Garín Ortiz de Taranco como vocales. El primer ejercicio consistió en un altorrelieve, como modelo de tipo clásico; el

1968 Dos escultores, dos premios Senyeras, Alfonso y Ciriaco Círculo de Bellas Artes de Valencia

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segundo ejercicio fue un relieve que caracterizaba el trabajo; el tercer ejercicio fue un tema alegórico en torno al satélite lunar; el último ejercicio consistió en una estatua de un metro cuarenta. El tribunal votó por unanimidad al lema “Siempre” que correspondía a Doménech Ciriaco. El tema obligatorio de la pensión fue una “Alegoría al satélite lunar”. La obra fue realizada en barro, y de un metro cuarenta centímetros de altura. La alegoría a la Luna era de rabiosa actualidad en el momento de la realización del concurso, pues coincidió con la primera misión espacial tripulada que llegaba a la superficie lunar, que se materializó el 16 de julio de 1969. Ciriaco solicitó una demora en el inicio del disfrute de su pensión por hallarse en período de ampliación de estudios; la Diputación se la concedió. La toma de posesión definitiva tuvo lugar el 13 de junio del mismo año. Al mismo tiempo, Ciriaco solicitó un anticipo de dos trimestres de la asignación de 148

la pensión con el fin de trasladarse a Madrid, lo que fue autorizado por la Diputación. En octubre de 1970 la Diputación acordó conceder una prórroga al pensionado. El 14 de enero de 1971 la Diputación concedió una demora de dos meses en el inicio del disfrute de la primera prórroga por padecer el pensionado bronquitis gripal. El inicio de disfrute tuvo lugar el 15 de marzo de 1971 en que se abonó al interesado la mitad de su pensión con el fin de que pudiera trasladarse a Francia. Con la pensión, con una dotación de 260.000 pesetas, recorrió prácticamente todo el país. Conoció gran parte de España, especialmente la ciudad de Madrid, Andalucía (sobre todo Sevilla), gran parte de Cata­luña y, sobre todo, la ciudad de Barcelona, así como Valladolid y su famoso Museo de Escultura. Realizó un viaje a Italia: “Viaje muy interesante que me emocionó -son sus palabras- al contemplar las grandes obras de los grandes maestros del Renacimiento, que fueron para mí, sin duda alguna, los más impre­sionantes; sobre todo Miguel Ángel, Do­natello, Luca della Robbia. Entre los ac­tuales, Manzú, Francisco Messina y Marini”. En dicho viaje visitó Florencia, Roma, Milán y Bolonia. El 12 de noviembre de 1969 Ciriaco obtuvo en el XVIII Salón de Otoño de la Ciudad de Sevilla, el premio de la Real Maestranza de Caballería, salón organizado por la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla. 1970 Selección previa y fase final de la Exposición Nacional de Bellas Artes, organizada por la Dirección General de Bellas Artes y celebrada ese año en el Museo de Bellas Artes y de Arte Moderno de Bilbao. La obra presentada, “La espera”, fue adquirida por el Museo de Bilbao por un importe de 45.000 pesetas. Obtuvo con su obra “Serenidad” el premio concedido por el Patronato de la Alhambra de Granada y la consiguiente exposición, organizada por la Fundación Rodríguez Acosta de dicha ciudad. Participó en la exposición El metal en el arte. II Exposición Nacional. V Feria monográfica de Arte en Metal, celebrada en Valencia, entre los días 20 y 29 de octubre. Obtuvo, el 17 de agosto, el título de profesor de dibujo, expedido por el Ministerio de Educación. Dicho grado posibilitaba la apertura del mercado laboral de las enseñanzas de bachillerato, alternativa elegida por muchos artistas licenciados en Bellas Artes.


CIRIACO ESCULTOR

A partir del día 1 de octubre y hasta el 31 de marzo de 1974 desempeñó las tareas de profesor catedrático interino en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia, impartiendo la asignatura del primer curso de Preparatorio de Modelado hasta 1974. Desde el 11 de diciembre de ese año y hasta el 30 de septiembre de 1976 ejerció como profesor de entrada interino en la asignatura de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia. 1971 En julio de ese año obtuvo, con su obra “Serenidad”, el premio concedido por el Patronato de la Alhambra de Granada, siendo esta obra mostrada en la exposición organizada por la Fundación Rodríguez Acosta de dicha ciudad. El 13 de julio de este mismo año nació su hija María José.

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1972 En abril sus obras “Pelea” y “Recogiendo el pelo” fueron seleccionadas en la fase inicial de la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo. Seleccionada para la fase final de la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid, su obra “Torso” fue adquirida por la Dirección General de Bellas Artes, sección de Museos, del Ministerio de Educación y Ciencia, por un importe de 45.000 pesetas. Esta obra, finalmente, se envió al Museo Nacional de Escultura de Valladolid. También es adquirida la obra “Pelea”, con destino al Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, por un importe de 60.000 pesetas. Concurrió a la Exposición Dotación de Arte Castellblanch. Valladolid. Participó en la exposición El metal en el arte. IV Exposición Nacional. VII Feria Española de Arte en Metal, celebrada en Valencia, entre el 8 y 17 de abril. Ciriaco participó con la obra “Transformación”. En la exposición también participaron: J. José Abad, Antonio Alegre Cremades, Andreu Alfaro, Alfonso Pérez Plaza, Amador Rodríguez, Francisco Barón, Miguel Berrocal, Venancio Blanco, Joaquín Rubio Camín, José Esteve Edo, Feliciano Hernández, Gamundi, José Gonzalvo, Baltasar Lobo, Ignacio Mármol, Montserrat Faura, Nassio Bayarri, F. Prima, Antonio Sacramento, José Luis Sánchez, Pablo Serrano, Silvestre de Edeta, S. Soria, Gustavo Torner, F. Torres Monsó, Octavio Vicent, Víctor-Hino, Emilia Xargay y Ricardo Ugarte de Zubiarrain.

1972 El metal en el arte VII Feria Española de Arte en Metal Valencia

1973 Entre el 22 de febrero y el 8 de marzo de ese año celebró una exposición individual en la Galería Nike de Valencia.

1973 Ciriaco Galería Nike de Valencia


1974 Desde el día 1 de abril desempeñó tareas de profesor auxiliar interino en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia, cesando en dicha actividad el 13 de octubre de 1976. Impartió la asignatura de segundo curso Modelado I hasta 1976. Participó en la exposición colectiva Mostra de Escultura Valenciana, del 10 al 30 de octubre en la Galería Arts de Valencia. A dicha exposición acudió con su obra “Torso”, escultura en mármol. En esta muestra participaron los escultores Andreu Alfaro, Alfonso Pérez Plaza, Francisco Bolinches, Ciriaco, Esteve Edo, Amadeo Gabino, Nassio, Antonio Sacramento, 150

Silvestre de Edeta y Octavio Vicent. 1975 Fue invitado a la exposición Arte actual español organizada por la Universidad de Santander en el Museo Municipal de Santander, durante el mes de mayo. Participó en compañía de Canogar, Cillero, Gabarrón, Michavila, Safont, Sanz, Sempere, Villalta e Yturralde. Se celebró la exposición Ciriaco y Massip en la Galería Zen, en Molina de Segura, Murcia. Entre los días 1 y 15 de septiembre. Ese mismo año realizó dos bustos “Retrato del Sr. Suñer” y “Retrato del Dr. Malabia”.

1974 Mostra de Escultura Valenciana Galería Arts de Valencia

1975 Ciriaco y Massip Galería Zen de Molina de Segura

1976 Participó en la exposición El metal en el arte. VIII Exposición Nacional. XI Feria Española de Arte en Metal, celebrada en Valencia, entre el 3 y 11 de abril. Ciriaco acudió con la obra “Torso”. En la exposición también participaron: Antonio Alegre Cremades, Andreu Alfaro, Rafael Alfaro Taboada, Alfonso Pérez Plaza, José Iranzo Almonacid (Anzo), Luis Arata, Emili Armengol, Antonio Ballester, Francisco Barón, Venancio Blanco, Héctor Blau, M. L. de Cáceres Zurita, Joaquín Rubio Camín, Canals Gual, M. Ángel Casañ, Sergio Castillo, José Antonio Cía Martínez, Cid de Diego, Cocomir, Colom Comerma, Mercedes Colvée, José Luis Alonso Coomonte, José Cubells Villena, 1975 Raúl de la Rosa, Miranda D’Amico, José Ángel Diesco, José Esteve Edo, Arte actual español Universidad de Santander Montserrat Faura, Doménech Fita, Pascual Fort, Pablo Fuster Taronji, Juan A. Rebes Moya, Mauricio Fraile, Lorenzo Frechilla, Juan Antonio Giraldo, José Gonzalvo, Guerau Calabia, Hortensia Núñez Ladeveze, Alfredo Lanz, Michele Lescure, Elena Lucas, José Llurba Aragonés, Leandro Mbomio Nsue, X. Medina Campeny, Xavier Modolell Lluch, Josep Mundet i Tarres, Ramón Muriedas, Nassio Bayarri, Nona, Alfredo Portolés, Francisco Rallo Lahoz, Francisco Rallo Gómez, Silverio Rivas, Manolo Rodríguez, José Rue, Antonio Sacramento, José Luis Sánchez, A. M. San-


CIRIACO ESCULTOR

toja, Isabel San Juan, Pablo Serrano, Silvestre de Edeta, Ferrán Soriano, Ramón de Soto Arándiga, F. Torres Monsó, Ricardo Ugarte de Zubiarrain, Pilar de la Vega, Octavio Vicent, Víctor-Hino, Mario Vilaseca Capón, Adolfo Virseda, Wenceslao, Emilia Xargay y Kaireda. Participó en la exposición colectiva Bronzetti (Antología de la pequeña escultura en bronce) en la Galería Nike de Valencia, celebrada entre los días 27 de septiembre y 11 de octubre. En esta muestra aparecen representados una gran cantidad de artistas, hasta un total de treinta y cuatro escultores de diferentes generaciones y orígenes: Juan Adsuara, Rafael Alfaro, Francisco Badía, Mariano Benlliure, Venancio Blanco, José Capuz, José Carrilero, Enrique Casanovas, Ciriaco, Colón, Mercedes Colvée, José Cubells, García Donaire, José Esteve Edo, Fulgencio García, Juan González Moreno, José Gonzalvo, Luisa Granero, Baltasar Lobo, Cristino Mallo, Ramón Mateu, José Luis Medina, Nassio Bayarri, Ordaz, E. Pérez Comendador, Rafael Pérez Contel, Rafael Pi, Antonio Sacramento, Pablo Serrano, M. Silvestre de Edeta, G. L. Vassallo, Julio Vicent, Octavio Vicent y VíctorHino. Desde el día 14 de octubre desempeñó tareas docentes como profesor auxiliar numerario de Escuela Superior de la Facultad de Bellas Artes de Valencia (quedando integrado en el cuerpo de Titulares de Universidad por la Ley Orgánica 11/83, de 25 de agosto de Reforma Universitaria), cesando en dicha actividad el 9 de octubre de 1993. Comenzó a impartir la asignatura del segundo ciclo de Talla hasta 1986.

1976 El metal en el arte XI Feria Española de Arte en Metal Valencia 151

1976 Bronzetti Galería Nike de Valencia

1977 Ese año destaca por la realización de varias exposiciones individuales. En la Galería San Jorge de Alcoy, entre los días 21 de octubre y 2 de noviembre, tiene lugar una exposición individual. En la Galería Da Vinci de Valencia, entre los días 5 de octubre y 4 de noviembre, volvió a presentar una exposición individual. Del mismo modo, también se presentó en la Galería Nike de Valencia. 1978 Participó en la Exposición de Escultores Valencianos (Premios Senyera de Arte), organizada por el Ayuntamiento de Valencia y realizada en las Salas de Exposiciones del Ayuntamiento, en enero. En la exposición participaron los seis escultores

1977 Ciriaco Galería Da Vinci de Valencia

1977 Ciriaco Galería San Jorge de Alcoy


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que hasta la fecha obtuvieron el premio «Senyera»: Manuel Silvestre Montesinos, “Silvestre de Edeta” (1963), José Doménech Ciriaco (1965), Alfonso Pérez Plaza (1967), Miguel Silvestre Moros (1973), Adrián García Civera (1975) y Enrique Asensi Vivó (1977). Participó con dos esculturas en mármol, “Torso” y “Abrazo”, en la exposición colectiva XV Salón de Marzo (Homenaje a la pintura y escultura valencianas) en la 1978 1978 Galería Valle Ortí de Valencia, inaugurándoEscultores Valencianos XV Salón de Marzo Sala de Exposiciones del AyuntamienGalería Valle Ortí de Valencia se el treinta de marzo y participando junto de Valencia to a Genaro Lahuerta, Silvestre de Edeta, Francisco Lozano, Octavio Vicent, Antonio Sacramento, Fulgencio García, Esteve Edo, Eusebio Sempere, Joaquín Michavila, Mompó, Vicente Castellano, Salvador Victoria, José Gonzalvo Vives, Juan Genovés, Anzo, Nassio, José Quero, Luis Arcas, Andrés Cillero, Alfonso e Yturralde. El 14 de agosto de ese año nació su segunda hija, Mónica. Entre los días 18 de octubre y 16 de noviembre se celebró la Exposición Alfonso y Ciriaco en la Galería de Arte Paco Martí de Valencia. Entre el 15 y 30 de noviembre se realizó la Exposición Antológica de Escultura. Ciriaco. Exposición retrospectiva realizada en las Salas de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia. 1978 1978 Ese año realizó los bustos “Retrato Alfonso y Ciriaco Exposición Antológica de Escultura. Galería Paco Martí de Valencia Ciriaco del Dr. Pablo Romero”, “Retrato de D. RaSala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia món Domenech” y el “Retrato del Dr. Antolí Candela Sacramento”. A partir de este año tomó la decisión de no concurrir a más certámenes y concursos. Decisión, sin duda, relacionada con la estabilidad que supuso la obtención de la plaza en propiedad en la Facultad de Bellas Artes de Valencia y la consolidación entre el público y la crítica de su aportación escultórica. Prosiguió su actividad artística realizando numerosas exposiciones de carácter antológico, colectivo e individual.


CIRIACO ESCULTOR

1979 Exposición colectiva Cuatro escultores valencianos. Silvestre de Edeta, Ciriaco, Carlos Laveda, Jesús Castelló en la Galería Artis de Valencia, inaugurada el 22 de junio. A partir del día 1 de diciembre desempeñó tareas docentes como profesor catedrático en funciones, encargado de la Cátedra de Talla Escultórica, en la Facultad de Bellas Artes de Valencia, cesando en dicha actividad el 9 de octubre de 1993. 1981 El 31 de agosto le fue expedido el título de licenciado en Bellas Artes, en la especialidad de escultura, cursado por el Ministerio de Educación y Ciencia, Facultad de Bellas Artes de Valencia.

153 1979 Cuatro Escultores Valencianos Galería Artis de Valencia

1983 Estableció su estudio en una alquería de la huerta valenciana, próxima a Alfara del Patriarca. Sin duda, esta masía ha acabado convirtiéndose en su particular clausura. Ciriaco se marca, en este personal lugar, la labor escultórica como una tarea religiosa que se autoimpone, con sus precisos tiempos. 1984 El 21 de septiembre le fue expedido por el Ministerio de Educación y Ciencia el título de doctor en Bellas Artes, obtenido en la Universidad Politécnica de Valencia. 1986 Ese año comenzó a impartir la asignatura del segundo ciclo El Cuerpo Humano y su Representación II hasta 1992. 1987 Exposición colectiva Escultura en la Galería Estil de Valencia, inaugurada el 30 de diciembre. En esta muestra también participaron Alfonso, Diesco, Gonzalvo, Nassio y Silvestre de Edeta. 1989 Dirigió la tesis doctoral La sintaxis plástica en la obra paisajística de Luis Arcas, tesis presentada por Juan Bautista Martí Gramage, en la Universidad Politécnica de Valencia, Facultad de Bellas Artes.

1987 Escultura Galería Estil de Valencia

1992 El 15 de abril obtuvo la plaza de Catedrático de Universidad adscrita al departamento de Escultura


de la Universidad Politécnica de Valencia, en la asignatura o con el perfil docente de Procedimientos Escultóricos, apareciendo su nombramiento en el Boletín Oficial del Estado el 9 de octubre de 1993. 1993-1994 Exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Valencia (del 8 al 28 de noviembre), Ayuntamiento de Requena (del 14 de enero al 12 de febrero) y el Centre Cultural del Ajuntament de Torrent (del 18 de febrero al 30 de marzo). 2000 154

Entre el l4 de octubre y el l5 de noviembre preparó una exposición individual, Ciriaco. Esculturas 1990-2000, en la Sala de Exposiciones del Palau de la Música de Valencia. Exposición individual Ciriaco: esculturas en la Galería de arte Pequeño Formato de Valencia, entre el 27 de octubre y el 19 de noviembre. 2003 Entre el 24 de septiembre y el 2 de noviembre, exposición individual, Memoria y esencia. Ciriaco escultor, en la Lonja del Pescado de Alicante, organizada por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. 2004

1993-1994 Ciriaco Circulo de Bellas Artes de Valencia, Ayuntamiento de Requena y el Centre Cultural del Ajuntament de Torrent

Participó en la exposición colectiva, celebrada ese mismo año, 25 años de arte y la Constitución. Libertad, pluralidad y convivencia en el arte valenciano contemporáneo, en la Lonja del Pescado de Alicante, entre el 11 de septiembre y el 10 de octubre, en el Museo de Bellas Artes de Castellón, entre el 15 de octubre y el 10 de diciembre y en las Atarazanas de Valencia, entre el 15 de diciembre y el 30 de enero de 2005. Entre los artistas representados figuraron Andreu Alfaro, Olga Adelantado, Sergio Belinchón, Mira Bernabeu, Santiago Calatrava, Carmen Calvo, Joan Cardells, Teresa Cebrián, Equipo Crónica, Victoria Civera, Vicente Colom, Ricardo Cotanda, “El Hortelano”, Antonio de Felipe, Equipo Límite, Genovés, Ángeles Marco, Michavila, Mau Monleón, José Morea, Natividad Navalón, Miquel Navarro, José Antonio Ors, Pedro Ortuño, Ana Peters, Vicente Peris, Concha Prada, Manuel Sáez, José Sanleón, Soledad Sevilla, Ramón de Soto, Jordi Teixidor, Manolo Valdés, Rocío Villalonga, José María Yturralde y María Zárraga. Esta exposición fue organizada por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. 2006 Instalación de una escultura monumental suya en el Campus Escultórico de la Universidad Politécnica de Valencia.


CIRIACO ESCULTOR

Su obra se encuentra presente en las siguientes instituciones y colecciones públicas: Excmo. Ayuntamiento de Burjassot (Valencia), Excmo. Ayuntamiento de Valencia, Excma. Diputación Provincial de Valencia, Fundación Rodríguez Acosta de Granada, Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Patronato de la Alhambra de Granada, Museo Nacional de Bellas Artes de Bilbao, Museo Nacional de Escultura de Valladolid, Museo de Bellas Artes de Valencia y Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Madrid. También se halla repartida en numerosas colecciones particulares.

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1996

2000 Ciriaco. Esculturas 1990-2000 Sala de Exposiciones del Palau de la Música de Valencia

2003 Memoria y Esencia. Ciriaco Escultor Lonja del Pescado de Alicante Consorci de Museus

2000 Ciriaco. Esculturas Galería Pequeño Formato de Valencia

2003 25 años de arte y la Constitución. Libertad, pluralidad y convivencia en el arte valenciano contemporáneo Lonja del Pescado de Alicante, Museo de Bellas Artes de Castellón y Atarazanas de Valencia.


Juan Ángel Blasco Carrascosa y Vicent Joan Morant Mayor

Bibliografía 1

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He conocido a un hombre de mediana estatura, joven, pero canoso, descuidado en el vestir y de mi­rada abstraída, ensimismado, silencioso y tímido. La humildad que le impregna choca brutalmente cuando se aprecia su obra: decidida, equilibrada, llena de personalidad. La proyección de este hombre en la ac­tividad plástica es la escultura; su nombre, José Do­méch Ciriaco. Las piezas que con él he ido viendo son todas de figura humana, cuerpos y rostros que, dentro del más depurado clasicismo, los unos, modelados con una fascinante sucesión de curvas y equilibrios; o con firme estique, los otros, con esa mezcla de energía y dulzura que puede alcanzar el tronco de un árbol, se imponen con su presencia y exigen el ser miradas y tocados milímetro a milímetro. La abstracción en la forma le conduce por diver­sos caminos a los clásicos: a la fuerza de Miguel Ángel o a la estilización de los egipcios. La deformación ac­tiva que, en beneficio de la estética, ha dado a las cabezas femeninas culmina con una envolvente ovoi­de atractiva y mágica. Doménech es un artista consumado y maduro de oficio; su gran dimensión humana y su humildad, qui­zás le impidan autovalorarse en la medida que le co­rresponde, pero su impulso artístico tira de él y le ha forzado, desde siempre, a comprometerse consigo mis­mo; a todo esto le llamamos creación. Julio Guardiola Pla, en el catálogo VV. AA. Dos pintores y un escultor (M. Viribay, A. Coll, J. D. Ciriaco). Ateneo Mercantil de Valencia. Valencia, 1965.

2 José Doménech Ciriaco La obra escultórica de Ciriaco es, ante todo, autén­tica expresión de su manera de ser. Con lenguaje cer­vantino podría decirse que, si su obra no desmiente su presencia, tampoco su presencia puede dejar de afir­mar su quehacer. Y es que la obra de Ciriaco tiene, como él mismo, el hechizo de la sencillez y la más espontánea humanidad: está empapada de un espíritu sencillo y creador. Ciriaco informa así su obra con un mensaje íntimo. Envuelve a la materia que maneja con ese halo miste­ rioso y creador que brota de los pasadizos más secretos del alma. Y de ahí su virtud y su impacto. Porque sólo a través de lo auténticamente vivido puede surgir esa comunicación emocional y mágica del arte. Y todavía más sí está refrendado,

como en este caso, por una depu­rada técnica lograda a golpes de un estudio tenaz y minucioso. El período inicial de Ciriaco es, a mi juicio, ya bri­llante y luminoso. Pero posiblemente -y no se necesita ser un lince para verlo- Ciriaco nos depare en su por­venir artístico una creación de muy altos vuelos. Tan pronto como su disconformidad -virtud que posee a raudales- avance por ese camino, ya iniciado, de abstrac­ción de formas, que no rompen su enlace con la realidad. Entonces esculpirá, sin duda, sus más interesantes pá­ginas de arte. Y es que Ciriaco no pierde jamás el acer­tado equilibrio de las fuerzas opuestas - al igual que en la cuerda del arco o la lira-, que, como decía Heráclito, constituyen la sustancia de todas las cosas. Pedro Malabia Navarro, en el catálogo Dos escultores, dos premios senyeras, Alfonso y Ciriaco. Círculo de Bellas Artes de Valencia. Valencia 1968.

3 Hijos De Alfara. “Ciriaco” -28 Años- Un Escultor con futuro Dos veces 1er Premio en la Escuela de San Carlos (1962 y 1963). Premio “SENYERA” del Excmo. Ayuntamiento de Valencia (1965). Pensionado por la Excma. Diputación Provincial dé Valencia 1969 (260.000 Ptas. y tres años de estudios en España y extranjero). José Doménech Ciriaco, nació en Alfara del Patriarca hace 28 años. Su presencia entre nosotros ha sido la de una persona normal, la de un hijo más del pueblo. Le hemos visto en los bares, por las calles, paseando. Hace unos años su aspecto em­pezó a cambiar por la prematura canosidad de su pelo. Durante estos últimos años, José Doménech, en el silencio de su estudio, entre los libros, papeles y dibujos de su habitación, entre sus compañeros de la Escuela de San Carlos, de Valencia, ha ido subiendo, peldaño a peldaño, paso a paso, pero ininterrumpidamente, cada una de las fases que integran la preparación de un artista: artista escultor en este caso. Al mismo tiempo ha ido consiguiendo los primeros lauros de su aún joven carrera. Premios que le han demostrado a él mismo su valía y le han confirmado en su vocación, estimulándole. Humanamente, su sencillez y amabilidad son bien notorias. Aunque com­prometido (es aún soltero), reside en Alfara, Una importante etapa, tras su último y más preciado galardón, ha comenzado para nuestro paisano. Ha demostrado mere­cidamente hasta ahora que vale, con su brillante carrera y palmares. Su porvenir promete mucho más. Vicente Gisbert Lluesma Boletín Municipal de Fiestas, Alfara del Patriarca. 1969


CIRIACO ESCULTOR

LA SENCILLA HISTORIA DE UN JOVE ARTISTA José Doménech Ciriaco na­ció en Alfara del Patriarca, el 18 de octubre de 1941. Eran los años de la postguerra; años de estrechez y sin his­toria. Sin historia para un pue­blo pequeño, que empieza a recuperarse, y para uno de sus niños, cuyo camino, por aquel entonces, no se diferenciaba en nada o en cosas aún sin importancia del resto de sus amigos. La niñez de Ciriaco -adop­temos a partir de ahora el nombre artístico que él pre­fiere-, transcurrió como la de muchos o casi todos los niños que se sentaban con él junto a las mesas de la anti­gua escuela Lepanto (trans­formada hoy en la más fun­cional y a punto de inaugurar como Academia Ramón y Cajal, regentada por el mismo profesor, señor Otero Bravo). Según palabras propias, Ci­riaco recuerda sus años de enseñanza primaria sin pena ni gloria. No se reconoce un buen estudiante, aunque tam­poco malo. Fue un niño, un chico sencillo y normal en todos los aspectos. A las 13 años (1954) deci­dió ingresar en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, sin que ello supusiera por su parte, premeditación y vocación, sino más bien siguiendo los consejos o aspiraciones de su padre, quien era, y continúa siendo, marmolista de oficio. No es de extrañar, pues, que relacionado desde niño con el trabajo de la piedra, del esti­lete y el cincel, al menos en cuanto al oficio del padre, Ciriaco encontrara normal ini­ciarse en un oficio conocido aunque fuera por referencias y por deseo de su padre. Ocurrió, sin embargo, que preparó el examen de ingreso en la citada escuela, junto con otro compañero, estudian­ do los dos y presentándose ambos ante el mismo tribunal. El otro muchacho aprobó y Ciriaco se quedó en tierra. “Eso me picó en mi amor propio. Yo no lo había tomado hasta entonces demasiado seriamente -nos dice-, pero me fastidió bastante el deta­lle y me preparé más a fondo para el examen de septiembre...” A la segunda, y muy inte­resado en ello, logró su pro­ pósito y siguió allí los cuatro cursos básicos de dibujo y escultura, a través de los cuales fue conociendo las téc­nicas actuales y desentrañan­do los méritos y misterios de las artes pictóricas y escul­tóricas. Identificado ya con las ma­terias estudiadas y con la en­ traña de lo que había elegido, ingresa a los 18 años (1959) en la Escuela Superior de Be­llas Artes de San Carlos, de Valencia, donde sigue los cin­co cursos superiores de es­cultura y consigue, como alumno destacado, el título de profesor de dibujo. Han sido nueve largos años de estudio y trabajo. Nueve años de prácticas y ensayos; muchos lienzos y muchos bocetos retorcidos, rotos porque no se había conseguido, en última instancia, ese algo que convierte a una figura en obra de arte. Porque Ciriaco -y hemos ido descubriéndole a través de nuestras dos o tres con­versaciones con él- no se ha queda-

do jamás con la floritura de una frase, con el canon que otros han hecho y aprobado, con las ideas que otros han sugerido. Aún en tiempos de alumno ha desestimado, en determinados casos, las fra­ses y enseñanzas que no entendía, que no desentrañaba. No es un hombre de ideas volátiles que todo lo acepta porque viene de arriba; no. Cirico se ha formado, eso sí, en las mejores condiciones de profesorado y centros que ha tenido a su alcance; y así lo reconoce. Pero llega un momento en que el artista em­pieza a tomar cuerpo y en su cerebro arden, contraponiéndose, mil ideas en constante lucha. Y el artista es preci­samente el que no se confor­ma con la solución fácil, con lo que dice éste o aquél, y menos en un terreno tan tur­bulento, confuso y a la ex­pectativa como es hoy, a es­cala mundial si se quiere, el escultórico. José Doménech Ciriaco (Ci­riaco a secas para el mundo artístico) nos ha dicho que él pretende crear, hacer surgir en formas materiales, cor­póreas, una serie de ideas que en su cerebro concibe. Pero la lucha para Ciriaco está precisamente en conseguirlo a través de dos pasos funda­mentales: Llegar a concebir la idea, redondeándola, terminán­dola cueste lo que cueste (y a veces cuesta mucho; con­centración y hasta dolor fí­sico, dolor de cabeza) para plasmarla en el espacio, ar­ mónicamente y según las premisas que la concibieron. No es un escultor efectista ni comercial, sino rabiosamente sincero y consciente, inmen­samente preocupado por las tendencias actuales, por las ideas y vertientes que le ro­dean, pero con una formación y sentido crítico muy desarrollado. Sabe lo que busca y trata de conseguirlo hasta el agotamiento -agotado estaba en la última entrevista que mantuvimos con él-. A los 28 años, Ciriaco promete un gran porvenir artís­ tico; pero ello escapa a las facultades de quien esto es­cribe, incapaz de juzgar y cri­ticar su obra artística. Humanamente, sin embargo, José Doménech Ciriaco me ha parecido una gran persona, sin­cero, hondamente preocupado por buscar lo real, lo verda­dero, huyendo del tópico, de lo manido y rebuscado. Artísticamente, los especia­listas han comenzado a preocuparse por su obra y a estudiar y juzgar su carrera. En las páginas siguientes se habla mucho y bueno de Ciriaco, como artista y como hombre. Él, llegados a este punto, sólo nos dijo: “Soy un alumno y aún me considero así. La es­cultura siempre será para mí un estudio de las formas. No sé todavía hasta dónde puedo negar, lo importante para mí es trabajar en lo que me gusta y como me gusta. No me im­porta demasiado la crítica malintencionada. Respeto la que trata de ayudarme.” Su todavía corto historial escultórico es ya pródigo en obras y exposiciones y brillarte en premios. Aunque Ciriaco no trabaje para los concursos, cuida las obras sin importarle el tiempo que invierte en el desarrollo de su creación y realización. Lo importante, ya lo ha dicho él, es crear de acuerdo con lo que uno piensa. Crear y hacerlo bien, hasta el último remate. El último premio conseguido, la pensión de la Excma. Diputación Provincial de Valencia, le faculta, mediante la bolsa

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con que está dotada, para viajar y contrastar ideas por toda la península durante este año y dos años en el extranjero. Ciriaco ha elegido Italia. Cuando hablamos con él estaba preparando una obra para optar al premio nacional de Escultura el próximo año. Así pues, Ciriaco no se ha estancado. Tiene tres años de viajes y ampliación de conocimientos gracias a su último premio, el de más altura dentro de la región valenciana. Y al mismo tiempo está ya preocupado por la obra que piensa presentar al próximo premio nacional. Son las etapas de una ca­rrera brillante, aunque corta, y llena de promesas. El ánimo de lucha y constancia que hemos creído descubrir en Ciriaco nos hace esperar los mayores éxitos para su arte, lo que también constituye un deseo ante la nueva etapa de viajes que ha comenzado pa­ra él. Vicente Gisbert Lluesma. Boletín Municipal de Fiestas, Alfara del Patriarca. 1969

4 DOMENECH CIRIACO, José María. (Al­fara del Patriarca 1941). Escultor. Cursó estudios en la escuela de Bellas Artes de San Carlos. Su obra, que firma con el segundo apellido, ha pasado de un realismo academicista a una depuración de las formas en el espacio y a la estilización de la figura femenina que es, normalmente, su tema principal. Ha participado en di­ versas exposiciones. De su obra cabe mencionar: Recogiendo el pelo, Pelea, Orgullo, Reposo y, de su primera etapa, San Juan Bautista, Mediterránea. VV. AA. Gran enciclopedia de la región valenciana, Tomo II, fascículo nº 64, p.55. Ediciones E.R.V., Valencia, 1973.

5 Sin duda, retorciendo y entrelazando alambres o re­ cortando y curvando metal laminado pueden hacerse obras de arte, y de arte excelente; pero, sin duda también, nadie merece ser llamado escultor con más justo título y propiedad idiomática que el que es­culpe. Y esto es lo que hace Ciriaco, martillo y cincel en mano: esculpir. Esculpir piedra o, lo que más se asemeja a este que­hacer, tallar madera o mol­dear barro. Un quehacer tan directo y de instrumental tan limitado -mazo, escoplo, cincel- ha de poseer, necesariamente, la gran virtud de trasladar a la materia, sin pérdida apreciable, la pa­sión del artífice. La de Ciriaco, como escultor auténtico, es lograr la máxima expresión con la mínima forma -como la del escritor genuino es decir mucho con pocas palabras-, y esa pasión de nuestro artista es perfectamente visible en sus már­ moles y bronces. Ciriaco trata de reducir sus esculturas a puros volúmenes, de eliminar de su arte todo lo que no sean estrictos valo-

res plásticos. De ahí que rehuya describir las facciones o tallar ma­nos y pies en sus estatuas. Insistir sobre tales pormenores lo juzgaría prolijidad enfadosa: él quiere captar la sustancia de los seres, no sus accidentes. Desde luego, restringir la obra escultórica a lo esencial es posible, en parte, por esa condición de tarea directa propia, como decíamos, del arte de esculpir; pero fundamentalmente es consecuencia de la voluntad del escultor. Y Ciriaco logra su objetivo -como lograron los suyos un Moore o un Huguémediante un proceso de abstracción, mas sin caer en extremis­ mos deshumanizadores. La obra de nuestro artista, sólida y tersa condensación de relieves orgánicos, está preñada de tensión humana y acari­ ciante sensualidad, e informada por un ritmo de gracia suave, de marea que fluye en mansos alabeos o que se precipita diná­ mica como el esquiador por la pista de deslizamiento. Su obra toda es, en suma, vida y ritmo petrificados; quintaesencia de formas reales y verdaderas. Formas que existen en derredor nuestro, pero cuya extraña o escondida belleza se nos hace más evidente cuando el sintetizador arte de Ciriaco las libera de detalles superfluos y nos las muestra fundidas en bronce o ta­lladas en piedra. Adolfo de Azcárraga, en el catálogo Ciriaco. Galería Nike, Valencia 1973 y en el catálogo Exposición Antológica de Escultura. Ciriaco, Ayuntamiento de Valencia 1978.

6 En unas líneas que en otra ocasión hice a Ciriaco decía lo siguiente: “El periodo inicial de Ci­riaco es, a mi juicio, ya bri­llante y luminoso. Pero po­siblemente -y no se necesita ser un lince para verlo- ­Ciriaco nos depara en su porvenir artístico una crea­ción de muy altos vuelos. Tan pronto como su discon­formidad -virtud que posee a raudales- avance por ese camino, ya iniciado, de abstracción de formas, que no rompen su enlace con la rea­lidad. Entonces esculpirá, sin duda, sus más interesantes páginas de arte. Y es que Ciriaco no pierde jamás el acertado equilibrio de las fuerzas opuestas -al igual que en la cuerda del arco o la lira- que, como decía Heráclito, constituyen las sustancias de todas las cosas.” Pues bien, a mi juicio, se ha cumplido el supuesto. Y se ha sumergido en cierta abstracción que es, como dice Chillida, una de las más importantes expresiones del arte de nuestros días. Ciriaco se ha disparado así hacia lo alto como una flecha llena de espíri­tu y ha hecho lo que cabía esperar: una escultura inmersa en su tiempo. Y es que, quiérase o no, la temporalidad todo lo envuelve, y por tanto también al hombre y a su quehacer más importante: la cultura. Por eso mismo, si Hueck decía con razón, a propósito de la medicina, que con el tiempo cambia de rostro la muerte, aquí en el arte sucede algo análogo: que cambia el rostro de lo bello.


CIRIACO ESCULTOR

Este nuevo nivel de Ciriaco es por eso, a mi juicio, más crea­dor que el anterior. Porque esa relativa deshumanización que hace, en efecto, de su obra le confiere un sello de originalidad a lo que crea. Y es que Ciriaco al modelar ya no copia ni tampoco hace caos: hace sencillamente arte dentro de esos límites impalpables más allá de los cuales está la rebelión contra lo bello. No tiene, por tanto, solamente una visión antropomórfica del mundo, sino un quehacer original. El escultor se comporta aquí como el químico. Este realiza en su laboratorio las fórmulas ori­ginales que abren profundos surcos en la vida de la ciencia, pero el artista en el laboratorio de su alma, en su más recóndita inti­midad, remueve y ensueña los componentes de su percepción y los une en una fórmula original y fantástica que proyecta como una nueva luz en el mundo del arte. O sea, que en el morse elemental de la materia, Ciriaco esculpe, como diríamos en lenguaje de hoy, una información auténtica, una creación o, en definitiva, un trozo de vida del programa de su arte. El buen artista es por eso, si, una flecha disparada a lo alto, pero una flecha que lleva en la punta el radar de un espíritu crea­dor y original. Así es, a mi modo de ver, Ciriaco. Pedro Malabia en el catálogo Ciriaco. Galería Nike, Valencia 1973 y en el catálogo Exposición Antológica de Escultura. Ciriaco, Ayuntamiento de Valencia 1978.

7 Ciriaco Ciriaco trata de reducir sus escul­turas a puros volúmenes, de eliminar de su arte todo lo que no sean estric­tos valores plásticos. De ahí que rehú­ya describir las facciones o tallar ma­nos y pies en sus estatuas. Insistir sobre tales pormenores lo juzgaría prolijidad enfadosa: él quiere captar la sustancia de los seres, no sus ac­cidentes. Su obra toda es, en suma, vida y ritmo petrificados; quintaesencia de formas reales y verdaderas. Formas que existen en derredor nuestro, pe­ro cuya extraña o escondida belleza se nos hace más evidente cuando el sintetizador arte de Ciriaco las libera de detalles superfluos y nos las mues­tra fundidas en bronce o talladas en piedra. Adolfo de Azcárraga en el catálogo Arte actual español. Universidad de Santander, 1975.

8 A Ciriaco Tienes el cuerpo de bronce y el corazón sensitivo; mira, tus manos navegan

en un ansia sin fin. Tú te meces en la cuna de las mil formas y los vientos juegan y juegan con tus sombras, y en tu corazón baila la vida, la vida que bate las alas inquietas de tu cuerpo. Y los pensamientos bajarán a tu frente, y emprenderán el vuelo de lo indeciso en una apasionada sed de las formas, y correrán por tus dedos como las diez primaveras. Y las realizas en polvo amasadas de tristeza, menos brazos, menos piernas. Y en tu vida deja tus huecos donde están, para que la música afluya de las profundidades de tus quimeras. Y tus obras florecerán en una hora de deleite. A. Mir en el catálogo Ciriaco. Galería San Jorge, Alcoy 1977, y en el catálogo Exposición Antológica de Escultura. Ciriaco, Ayuntamiento de Valencia 1978.

9 El universo escultórico de Ciriaco La obra de Ciriaco, si es necesario encasillarla para una más amplia comprensión, debe situarse en una suerte de nueva figuración. La de Ciriaco es escultura tradicional, por cuanto que toma su inspiración de formas naturales, normalmente de la figura humana. A caballo entre el realismo y la abstracción, constituye un evidente neofigurativismo que, partiendo de formas naturales, interpreta y deforma la realidad para trasladarnos a un cosmos particular, en donde el autor ofrece su personal visión estética, creando un uni­verso de identidad propia e intransferible. El mundo escultórico de Ciriaco se halla inserto dentro de una poética que, en base a la rima de los materiales que habitualmente utiliza -madera, piedra y metal-, nos transporta

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a una sinfonía del movimiento formal, en la cual el ritmo cobra especial importancia para la sensibilidad de quien observa sus piezas detenidamente, com­pletamente: de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba a abajo, de abajo a arriba, de dentro a fuera, de fuera a dentro. Porque, efectivamente, la escultura de Ciriaco se manifiesta en profundidad como resultado del hallazgo del espacio interior, de la penetración en la forma, dando lugar a la contradicción sugerente entre vacío y hondura. El trabajo de Ciriaco, como el de otros escultores valencianos de hoy, se mueve en un contexto de incomprensión que, sin duda, difi­culta el desarrollo de una vida artística normal, impidiendo ofrecer sus frutos a una sociedad que parece haber cerrado sus puertas a la honradez creadora de nuestros artistas y, sobre todo, de nuestros artistas de la escultura. De ahí que resulte grata la realidad de esta exposición en la sala municipal. Con el entusiasmo, no exento de escepticismo superior, que pro­duce la creencia de una obra realizada con esfuerzo y honestidad, con cariño y emoción, trabaja Ciriaco; y lo hace otorgando a sus piezas formas redondas, suaves y turgentes, como respuesta a un hedonismo mediterráneo del que no renuncia; y formas, también, rectas, aristadas y punzantes, consecuencia de una rebeldía de artis­ta verdadero. Valencia, octubre 1978. Rafael Prats Rivelles en el catálogo Exposición Antológica de Escultura. Ciriaco, Ayuntamiento de Valencia 1978.

10 DOMÉNECH CIRIACO, José Pensionado de Escultura, año 1969. LA OPOSICIÓN Fue convocada e1 15 de julio de 1968 en el Boletín Oficial de la Provincia.1 Se presentaron las instancias de José Doménech Ciriaco, M.ª Ángeles Marco Saturnino, y Francisco Hernández Díaz.2 El día 13 de diciembre se constituyó definitivamente el tribunal que estaba formado por José M.ª Ibarra Chabret como presidente, y como vocales el diputado Vicente Valls Abad, el catedrático Francisco Marco Díaz-Pintado, el profesor Enrique Giner Canet y el representante de la Institución Alfonso el Magnánimo Felipe M.ª Garín Ortiz de Taranco.3 El acuerdo fue tomado en sesión de 20 de junio de 1968. Actas de Sesiones, loc. cit. 1

Cfr. Diligencia de 9 de agosto de 1968. Expediente, loc. cit. La Diputación quedó enterada de las solicitudes en sesión de 19 de septiembre de 1968. Actas de Sesiones, loc. cit. 2

El tribunal había sido nombrado en sesión de 22 de noviembre de 1968. Ver constitución definitiva en Actas de Oposiciones, sesión de 13 de diciembre de 1968. Expedien­te, loc. cit. 3

El primer ejercicio de oposiciones dio comienzo el 4 de enero de 1969. Consistía en modelar una academia en altorrelieve a tamaño de un metro como modelo de tipo clásico, a realizar en diez días hábiles.4 Una vez realizados los restantes ejercicios el tribunal votó por unanimidad al lema “Siempre” que correspondía a Doménech Ciriaco.5 La noticia fue rápidamente difundida por la prensa.6 LA PENSIÓN La toma de posesión tuvo lugar el 2 de abril de 1969.7 El pensionado hizo entrega de los trabajos realizados como ejercicios de oposiciones.8 Y solicitó una demora en el inicio del disfrute de su pensión por hallarse en período de ampliación de estudios, a lo que la Corporación accedió.9 La toma de posesión definitiva tuvo lugar el 13 de junio del mismo año.10 Al mismo tiempo Doménech Ciriaco solicitó un anticipo de dos trimestres de la asignación de la pensión con el fin de trasladarse a Madrid, lo que fue autorizado por la Diputación.11 En octubre de 1970 y ante el informe favorable de Francisco Marco y Giner Canet,12 la Diputación acordó 13 conceder una prórroga al pensionado. El 14 de enero de 1971 la Diputación concedió una demora de dos meses en el inicio del disfrute de la primera prórroga por padecer el pensionado bronquitis gripal. El inicio de disfrute tuvo lugar el 15 de marzo 14 en que se abonó al interesado la mitad de su pensión con el fin de que pudiera trasladarse a Francia. FUENTES DOCUMENTALES Archivo de la Diputación Provincial de Valencia. Expediente n.º 115 (68). Año 1968. Expediente de Oposiciones a la pensión de escultura. José Doménech Ciriaco. 4

Actas de Oposiciones, Expediente, loc. cit.

Sesión 13 de marzo de 1969. Actas de Oposiciones, Expediente, loc. cit. La Corporación aceptó la propuesta del tribunal en sesión de 21 de marzo de 1969. Actas de Sesiones, loc. cit. 5

Nota en Jornada del 12 de marzo de 1969. “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación”, Las Provincias, 14 de marzo de 1969. “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación Provincial”, Jornada, 14 de marzo de 1969. 6

La Diputación quedó enterada en sesión de 17 de abril de 1969. Actas de Sesiones, loc. cit. 7

8

Supra.

9

Sesión de 6 de mayo de 1969. Actas de Sesiones, loc. cit.

La Diputación quedó enterada en sesión de 13 de junio de 1969. Actas de Sesiones, loc. cit. 10

11

Decreto de 30 de junio de 1969 (n.º 976). Expediente, loc. cit.

El informe fue emitido el 16 de septiembre de 1970. Expediente, loc. cit. 12

13

Sesión de 23 de octubre de 1970. Actas de Sesiones, loc. cit.

Sesión de 14 de enero de 1971. Actas de Sesiones, loc. cit. Sin embargo en sesión de 14 de octubre de 1971 la Diputación volvió a conceder la petición de demora en el disfrute de la primera prórroga de José Doménech por dispepsia intestinal. 14


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Bolsa de Viaje a M.ª Ángeles Marco. Carpeta de Incidencias, año 1970. Carpeta de Incidencias, año 1971. BIBLIOGRAFÍA “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación”, Las Provincias, 14 de marzo de 1969. “José Doménech Ciriaco. Nuevo pensionado de escultura de la Diputación Provincial”, Jornada, 14 de marzo de 1969. Carmen Gracia: Las pensiones de escultura y grabado de la Diputación de Valencia, Institución Alfons el Magnànim, IVEI, Valencia, 1987.

11 Ciriaco: una poética de evolución En esencia, un artista siempre es producto de su época. Es ésta la que decide inicialmente sus opciones estéticas, el punto de partida estilístico que propi­cia la experimentación formal o la simple secundación de aportaciones del pa­sado. Y en este sentido, siempre es un acto volitivo del artista el que determina en mayor o menor entidad el rango de evolución de su poética, el que confiere a su obra un elemento caracterizador. Llevada a cabo la concreción de su lenguaje, revelado su repertorio formal y temático, pueden asentarse cabalmente en el artista -y, por consiguiente, descifrarse- las prioridades básicas de sus ordenaciones plásticas, todo aquel conjunto de referentes que condicionan su quehacer. En realidad, los elementos evolutivos intrínsecos en la obra de todo artista pueden ser fácilmente expuestos incluso desde la especificidad de su semántica distintiva. Son los elementos característicos de sus formulaciones (temática, es­tilo, aspectos formales), los que otorgarán a su obra los subsiguientes elemen­tos diferenciadores. En relación a la obra escultórica de Ciriaco, que como toda obra conscien­te apunta a la consecución de un enunciado estético personal sustentado por la íntima convicción en la plausibilidad de su función innovadora, son diversas las constantes que la han configurado hasta el momento. En una consideración axial, yo diría que tres de ellas la conforman distintivamente: la opción matérica, la insistencia temática y un profundo y reflexivo carácter evolutivo que par­te de unas premisas inequívocas alumbradas desde su origen como obra indi­vidualizada. En efecto, creo que sus dos primeras constantes, la figura humana, prefe­rentemente femenina, y el elemento matérico (será la piedra, la cobertura pri­mordial de sus figuraciones), ya registran señaladamente el carácter privativo de sus postulados formales. No obstante, la escultura de Ciriaco no puede entenderse en plenitud sin ponderar la gran importancia del desarro-

llo evolutivo implícito en sus configu­raciones, tal vez impuesto por aquellas dos característica esenciales (no es po­sible desvincular de una morfología estética sus componentes de principio) que han ido conformando una sintaxis personal fundamentada en aquellos lejanos referentes artísticos: la figura humana y la piedra. De hecho, esa temprana elección en el curso artístico de Ciriaco prefigura­ba puntos de estrategia compositiva concluyentes, una escultura finalmente ra­zonada desde la síntesis y el equilibrio, desde la mesura formal y la depura­ción, sin que para ello le haya sido preciso al artista recurrir a componentes expresivos ajenos, o cuando menos distantes, a aquellas dos premisas básicas que mencionábamos. Yo incluso me atrevería a decir que todo el ideario artístico de Ciriaco res­ponde por entero a sus iniciales preocupaciones formales. Es decir, a pesar que la imagen aparencial haya sufrido notablemente una auténtica metamor­fosis en su signología, que de una abstracción más o menos derivativa de una escultura de figuración, la imagen resultante termine por instalarse en una plasmación formal de vocabulario inédito en lo que a lo representacional se refiere, creo firmemente que todas las indagaciones y preflexiones sobre el he­cho escultórico en Ciriaco proceden inevitablemente de una evolución que ha generado necesariamente una primera etapa artística vinculada a los cánones tradicionales. En cierto modo, se diría que ha sido la asunción de una escultura naturalista de principio la que ha dictado una exploración formal que, si bien en su inicio partía de componentes morfológicos distintivos de una escultura realista y por tanto reconocible en su imagen, posteriormente, y como corola­rio ineludible en su derrotero formal, ha crista1izado en unas formulaciones que llevan implícitas un alfabeto de significantes intrínsecos. En resumen, todo el proceso evolutivo advertible en la obra de Ciriaco obedece a una urgencia expresiva que ha dimanado de un primer hacer escul­tórico francamente tradicional y operativo dentro de los cauces realistas. Lo que conlleva de singular todo esto es que en Ciriaco, consciente de la necesi­ dad dé allegar a un lenguaje plástico identificativo con su época, un lenguaje que sea inherente a una estilística general que a despecho de su polisemia y diversidad matérica y lingüística posee indudables significaciones de naturale­za común, la inicial indagación formal y los enunciados consiguientes derivan de unos componentes sintácticos, matéricos y temáticos ya visualizados en sus primeras fases artísticas; se trata, en definitiva, partiendo del análisis de la obra actual de Ciriaco, de una evolución que no ha precisado para adquirir acento de modernidad apelar a recursos matéricos de extraña naturaleza a los inicialmente empleados. Igualmente, y en lo que concierne al lenguaje formal propiamente dicho, como ya sucediera en los comienzos del artista, la. escultura se estructura ideal­mente a través de un referente expresivo y temático de indudable significación intrínseca; la figura humana deviene campo exploratorio para,

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desde su ine­quívoco origen plástico, conformar unas composiciones que atienden prefe­rentemente la concreción de una simbología formal de valoraciones genuinas: revelar, en última instancia, un repertorio de invenciones que desde un refe­rente incontestable (torso femenino) se traduzca finalmente en unos esquemas compositivos con sus propios e inéditos signos de representación. Algo muy distante, como es fácilmente suponible, del modelo referencial primigenio. De esta manera el referente representativo, la imagen aparencial de len­guaje sumamente contrastable (y de frecuentísima aparición en la historia de la escultura: el cuerpo humano es su principal venero desde siempre), propicia en el artista unas coordenadas de actuación plástica que busca su misma sin­gularidad y efectividad modernas sin necesidad de operar sobre sintaxis pres­tadas o materiales no tradicionales. Buscar analogías procesuales de la última obra escultórica de Ciriaco con la de sus primeras etapas constituye una de las premisas básicas para el enten­dimiento de su proceso evolutivo. La talla, el modelado previo, son constantes que han persistido en su quehacer. De hecho, prácticamente toda la poética de un medio y de un material se hallan implícitos en la concepción escultórica del artista. Recordemos a este respecto la obra brancusiana, que otorgaba in­negables complicidades plásticas al material empleado (piedra y madera pre­ ferentemente) conceptualizándolo previamente a la imagen. Y en sentido aná­logo hay que registrar el caso de Julio González, que aporta un medio (la forja) y un material (el hierro) de indiscutibles connotaciones expresivas en su tiempo. En Ciriaco, que convoca la materia y el método con admirable fidelidad hacia un pasado artístico irrenunciable, la coherencia de su evolución capacita la exégesis clarificadora. Debe considerarse todo su curso evolutivo desde unas constantes y planteos intelectivos que recogen de manera plena las posi­bilidades expresivas implícitas ya en su primera obra de figuración. A partir de entonces, e inmerso en la práctica de una escultura de asentamiento formal de inédita dicción, sus sucesivas postulados se significan a través de un esque­ ma figurativo inicial que se desarrolla de modo paulatino. Esto podemos con­c1uirlo mediante los siguientes estadios: 1. Síntesis formal. Ausencia de anécdota. 2. Desarrollo orgánico de la forma. 3. Depuración formal. Componentes abstractizantes. 4. Abstracción formal. 5. Implantación de equivalentes visuales. Codificación de componentes plásticos. Desde estas premisas podemos afirmar que la obra de Ciriaco ha termina­do en su fase actual, haciendo uso de recursos conceptuales inherentes a la escultura de figuración, y que a través de una síntesis plástica y de resolución formal desde ordenaciones compositivas innovadoras culmina en un lenguaje escultórico de equivalencias visuales, en contraposición a un

realismo tradicio­nal o a una figuración que continúa valiéndose de planteamientos previos de índole aparencial. Si bien el referente acaba adivinándose, aunque finalmente ha devenido una utilización arquetípica a nivel intelectivo, lo cierto es que las virtualidades expresivas dimanantes de su conformación han generado, un vo­cabulario plástico que ya no atiende únicamente a la suplantación de elementos, a sus equivalencias visuales o a sus derivaciones morfológicas, sino que, adicionalmente, termina enriqueciéndose mediante componentes simbólicos formales, sin que ello presuponga en manera alguna la utilización de símbolos a nivel temático o de anécdota . La escultura actual de Ciriaco se apoya inexcusablemente en la conjuga­ción formal que plantea, y en un estadio más subyacente en el conjunto de sus­titutos expresivos que dicta su primer referente (la figura humana). Creo, en consecuencia, que el resultado final de esta magnífica obra es el obvio corolario de una opción alentada desde lejos, prefigurada ya en las pri­meras realizaciones escultóricas del artista. Hablaba antes de la singularidad que entiendo yo que registra este aspecto del quehacer del escultor. Eso es así puesto que, de manera consciente, toda la transfiguración aparencial y su aporte de postulado formal ha venido impuesto por una reflexión sobre la via­bilidad expresiva de la escultura de figuración en nuestro tiempo, del deseo de propiciar una génesis de cobertura formal sustentada de enunciados tradi­cionales; es decir, alumbrar un repertorio formal por medio de una codifica­ción plástica sumamente contrastada por toda la escultura tradicional del pasado, pero suplantando su apariencia por los equivalentes visuales producidos por la invención de una estructura formal y sintáctica que es, en definitiva, la que comanda toda la conformación escultórica. Desde lo arquetípico, como deseando adentrarse en la esencialidad, Ciria­co concluye en la invención, y como tantos otros artistas de nuestro tiempo ter­mina conmoviéndose ante toda forma de apropiación. En el fondo, a despe­cho de la evolución constante de su escultura, y más allá de su modernidad, Ciriaco convoca a todo un pasado de creación. Lo renueva desde la piedra secular: lo cita y nos obliga a la complicidad. Su escultura es, al igual que la obra de los grandes artistas, la apariencia oculta de un homenaje. David Grau en el catálogo Ciriaco, Ajuntament de Torrent, Valencia 1989.

12 Conversión y epifanía en la obra de Ciriaco. l. El ORIGEN Ciriaco es crónica viviente de una leyenda artística: día a día, año tras año, ejerce la insolencia prometeica de airear una fuerza en forma de pie­dra, en lengua de silencio, dirimirla en la forma y convocarla a la luz: esa misma que saca


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su escultura de la sombra, de la inmensa penumbra repleta de cochambres que es su estudio de hortelano con aires marinos y mediterránea pelambrera. Esa luz que la define, la abruma de grito des­templado y la proclama bajo la ancestral figuración, estilística componenda de hace siglos: el torso femenino, luminosa plegadura. Ciriaco insiste en ello. A la piedra, y mil clases hay de ella, la conmina: del arte y resolución naces, apariencia sólida de tersura y clari­dad marina, conclusión en forma has de ser. Toda la invención que genere tu honda raigambre de líneas y enredo de oquedades: Ciriaco habla de mujer, cuerpo de mujer. El siempre ha sido así: de esa forma. Erigido desde la confrontación a la referencia, al uso y abuso de dinámicas de reiteración, el acto procesual de Ciriaco desmiente categoría de rango inferior, labores artísticas de fácil aposento y una visión prescindible del mundo y de sus cosas, aquéllas sólo justificadas por el esfuerzo ridí­culo de perpetrarlas: Ciriaco abomina de ellas, nos entiende más sabios como testigos de acta y regusto artísticos, por eso nos enaltece con su es­cultura y nos dignifica con discurso de piedra, de forma, de esencialidad. Es artista honesto, muy intransigente con la bobería. Todo arte es discurso; la palabra de su postulado requiere antiguas clarividencias y la adición de los modernos vislumbres, los que infor­man de la modernidad del presente, del suyo; también, del tuyo. Todo arte comienza siendo un mirar atrás; luego, la respuesta, y el miedo, o la intuición, o la creación. Son muchos los siglos de aporte plástico interdisciplinar que sustentan la propuesta contemporánea. Por eso se mira atrás. Paradójicamente, aquel mismo arte antiguo (pero como la piedra antigua, como el agua antigua, como el aire anti­guo: perdurables) es capaz hasta de avalar colosales falacias, triquiñuelas mercantiles, escaparates necios merced sus generosas agarra­deras: aquí, feria y carruaje de colores, charlatán gárrulo y escribidor de sueldo y plantilla, cabe de todo. ¿Qué intenciones nos acosan desde la subasta del nombre, la medición interesada, la selección urdida por el valor de cambio, la anuen­cia a lo trivial? Nos acecha la urgencia de la modificación, el cambio incesante del que desvive de mutaciones: se muda raudo, se com­pra antes, nada se sopesa y en almoneda andamos. En suma, colgajo museable como negocio. Esencialmente ideológico (idea de dispersión, de multiplicidad), idea del callejeo y burdel del obrar, el arte no confirma a nadie sino su larvado potencia de artista, el que pudo haber sido y no es porque anda en resignadas profesiones, de testigo anda, notariando verdad o mera componencia de habilidoso mendaz. Nos acosa intemperancia, antinomia, ninguna consecuencia, la duda gritadora que enmas­cara una cultura tan pobre, tan débil... En arte, además, se cobija lo fácil. El artista es intención, y en ella comienza a interrogarse. Una suerte de inquisición. Aprende en ella. En Ciriaco

estaba clara desde el prin­cipio. Y el principio lo es todo1, lo bueno y lo malo, pero ya no hará falta esconderse. Haremos del arte la finalidad; se entiende uno así porque no es posible hacerlo de otra manera. Estadios sucesivos conformarán propósitos, un objetivo de adecuación plástica; sobre todo voluntad de poder, señas de identidad propias: en definitiva, la configuración de lo visto y entrevisto, la invención rotunda de una mi­rada airada, afirmada en la piedra de mármol, en madera africana, en el verdín y textura lacustre de un desfile de bronces que Ciriaco atesora en el desván de su taller, bajo vigas de madera podrida. La primera dificultad ésa es: la intención que preside el conflicto interior, y también el caos de fuera. La intención de Ciriaco es -porque ya era- manifiesta: uno aprende a ser artista; sólo tiene que reconocerse que lo es. Pues, aprende a ser quien eres2. A Ciriaco la piedra lo ha desgastado, casi lo ha envejecido y si no lo mata es porque no es tan dura como él. Nació entre naranjos esta tremenda intención que es Ciriaco3, pero pronto empezó a respirar el polvo de mármol que la estela de su padre traía de la cantera. De modo que de la piedra aprendió a jugar con la forma y la apariencia Tan temprano que asusta. Cuando otros terminan enredando, jugando de mayores con la piedra y con la escultura, con el arte, con casi todo en siglo de tanteos y simulación como éste. Asumido el origen mío, primigenio, la única forma de proyección humana justifi­cable en cuanto el individuo que yo soy, descarto otras opciones y me con­cluyo en la decisión desde la que me entiendo4. La génesis de la obra escultórica de Ciriaco refrenda una actitud humilde y una ambición sin límites; emprendía un camino cuyos acechos más dolorosos siem­pre, por inadvertidas, no son otros sino el conformismo, la mediocridad, el re­glado del artificio (la insulsa habilidad) o el andar pegado, y disimulando, a in­venciones ajenas y originalidades inalcanzables. Lo peor del aprendizaje no es el temor ante la enormidad de antiguos saberes y excelentes legados, es la pleitesía frente a los acervos técnicos sin mayor pretensión ni alcance magní­fico. Y, cuando se aprende, más allá de la humildad del novicio, hay que ser desmedido, talentoso y precipitado «Los errores son siempre iniciales». Cf. PAVESE, Cesare, El oficio de vivir. El oficio de poeta, Editorial Bruguera, Barcelona, 1981. Traducción de Esther Benítez. 1

«Llega a ser quien eres». Cf. PINDARO, Una antología, Editorial Galo, Buenos Aires, 1947. Traducción directa de Héctor Limermann. 2

José Domenech Ciriaco nació en Alfara del Patriarca, en octubre de 1942. Valenciano de gene­raciones perdidas en el tiempo del reyno, país... 3

«Nacemos múltiples; nos hacemos uno». Vid. BERGSON, Henri, La evolución creadora, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1973. Traducción de M. L. Pérez. 4

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Andando el tiempo, resulta que ése es el primer elemento diferenciador que te significa ante multitud de pretenciosos, practicantes emocionales y casos psicológicos sin remedio y sin creatividad: es el fardo de los años de aburrimiento lo que les conduce a frivolizar el hecho ar­tístico y a parangonear su estulticia ante verdaderos artistas y creadores. Pero ya hablamos de este siglo de simuladores; no empezaremos ahora con los snobs y aburridos, con los plagiarios de intención y ánimo creador. Otros riesgos hay, y de ello sabe Ciriaco, que enmarañan en el principio y des­pués del principio la crónica de la iniciación5, un viaje que siempre acaba en el registro del hito, por menudo que fuera, o simplemente en el recuerdo sin mayor entidad en la memoria colectiva. Y el escultor, oficio que parece amedrentarnos con la rudeza de la herramienta, la tosquedad de la materia y el peso de voluminosas apariencias, ha de envalentonarse frente un aprendizaje de años que repele escenografías sutiles y cobijos de voz baja, susurros apaci­guados por el olor del óleo y la trementina. Es duro el aprendizaje del escultor: dibujo con el ojo, va atrapando un hueco al espacio. El lapicero anda perdido y polvoriento entre los cascajos de la piedra y los grumos de barro. Pero el Ciriaco adolescente ya trataría de preservarse de los infortunios inapelables y, cauto, mientras otros afilaban lápices o se medían las greñas por entre antiguos claustros con pozo y músicos de violín, él se mojaba el dedo en saliva y revelaba un pedazote de rojo alicante, negro bruselas, crema marfil o verde pardais: así adivinaba la textura de una forma; no color, en realidad una forma en el espacio. Se es escultor siempre, por eso piensan los escultores del mundo, de Ciriaco doy fe, en formas, en llevar ángulos tangibles a todo espacio y vacío, se les achica el mundo con tanto acotamiento, relleno y volumen esculpido en aire, pero de esa desmesura hablamos. También es importante el ojo. Ésa es otra razón de artista6. Lo que veo, lo trasciendo y te lo devuelvo en ordenada geometría, un cuerpo pétreo que es porque no es ilusión, al contrario que pintura representacional, que tan sólo es la materia del lienzo o la tabla, el pigmento, la madera del marco, o la protuberancia, o el roto o el descosido. Se afana el artista por devolverte una imagen del mundo y sus cosas a través de su mirada o su inven­ción. ¿Y si no quieres? ¿Qué mundo opones al mío? ¿Quién eres tú para andar enredado en la impudicia de mostrarte porque sí? En la pintura, aunque haya mandado el caballete a donde el Cristo dio las tres voces, Es un camino de revelaciones a la par que de formación, de desvelo; culminación o el cansan­cio terminal. “Bildungsroman», novela de aprendizaje: un individuo tanteando su indivisibilidad, su univocidad. En suma, individualidad (temores, encuentros, logros). 5

«Antes fue el ojo que la palabra». Vid PACHT, Otto, Historia del arte y metodología, Editorial Alianza, Madrid, 1986. Traducción de Francisco Corti. 6

has de creerte lo que no es, imagen virtual, represen­tación o significantes autonomizados por su misma lingüística plástica. No así en escultura; la escultura es: lo que representa, alegoriza o copia; lo que inventa, recrea o pervierte. Estos escultores terminan, si hoy suerte y se lían o manotazos consigo mismos, como Ci­riaco en pleno viaje interior, creacional: erigiendo veracidad hecha materia rotunda, inne­gable, de todo punto inexistente hasta el instante de su alumbramiento. Y tienes que querer ver y creer. Y si es a un escultor, mejor. Entonces se produce la magia, alguien recompone la naturaleza y luego de robarle ínfima parte de materia se la devuelve en eclosión deliberada, en lengua ordenada y con entendimiento. En ese momento em­piezo a existir algo nuevo en el mundo: una idea en concreción: es el arte, puesto que nace de manos aplicadas y pericia, y con voluntad de creación. Como quieres, lo ves, y crees en lo creado. Ciriaco ha meditado toda su vida en ese acto volitivo del testigo de su creación, espectador anodino o encorajinado. Desde el día que ingenuamente se inventó como escultor en el umbral de la década de los años cincuenta, cuando se convirtió de veras en escultor y ahora en este tiempo que imparte cátedra desde la piedra y desde una Facultad, una de antiguo nombre. La antiguo Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, no era ni más ni menos que otras Escuelas Superiores de Bellos Artes de España, pero no se puede negar que tenía un nombre rimbombante, y probablemente apropiado, que en adecuado lugar ya justificaría la advocación la ilustre Academia que la propició Casi todos los artistas que han poblado sus rancias estancias holladas por lamparones de humedad y paredes agrietadas, desconchadas, casi escombrosas ya al final de su vigen­cia, con ese aire de aparato de cachivache y remedado por mil sitios, por el tiempo que Ciriaco. iba a lo suyo en definitiva, recuerdan especialmente una docencia de libertad cre­puscular, consentida, algo apática; era una enseñanza así como muy de pasada, muy de saco de arpillera y madera de tocón, muy de pigmento comprado en droguerías y pedrus­ cos de infame labra. Eran los profesores de entonces señores poco conspicuos, muy do­mésticos y muy agradecidos a una época abundosa de maestros y discípulos. Lo que más abundaba era esto último, los discípulos. Maestros había pocos, no porque no lo fueran aquellos docentes de arte combinatoria y disciplinas académicas, sino porque el gremio alardeaba sus seguros méritos en la escasez de sus cofrades. Ciriaco era uno de estos dis­cípulos a la vez que alumno de Bellas Artes, a la vez que trabajador a cuenta ajena y a la vez que escultor a la propia. Todo en una. A dos manos. Los referentes que conceptualizaban su obra de por entonces venían dictados por la mime­sis, un arte de figuración resuelto en materia tradicional, sin trampa ni cartón: determinado por la vocación el reto era domeñar la materia, darle vuelta y media a toda suerte de pro­cedimiento y, desde


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un arte aparencial, indagar la alternativa de códigos visuales de alter­nancia. Ciriaco rondaba su propia respuesta como artista. Lo que terminaría descubriendo por esa época era que debía partir de significados de interpretación validados por una tradición irrenunciable, y si a ello alcanzaba, dilucidar los componentes residuales, recrearlos y llegar hasta la propia invención. También, además de una tradición matérica y procesual que jamás abandonaría, un oficio de dioses, de reyes y de esclavos7, Ciriaco se apropió del arquetipo8, adivinó formu­ laciones denotativas ausentes del reglado técnico y concluyó en que como maestro de sí mismo iba a dirimirse la fuerza creacional de la magnitud de su presente. Como coartada, el futuro, lo por venir y que siempre está aquí. Ciriaco descubrió por añadidura (eran años de revelaciones, de aposentarse en segurida­des y no en incertidumbres de poeta imaginativo y lamentador) una verdad heridora: peor que los malos maestros son los maestros falsos. Al final de unos estudios de concienzuda tradición, el camino de la perfección arranca de uno mismo. Uno suerte de derrotero que se resuelve en la incógnita, pero también en la voluntad. Son los prolegómenos del viaje interior, aquel tránsito de hondura que se mastica a solas, y a veces con fiereza, qué hacer, y más adelante qué haré después de hacer ahora... El modelado riguroso atempera los ánimos. Ciriaco aguarda, se perfecciona en la rebelión y oculto en lo convencional de una práctica sueña distintivos opuestos. Ni siquiera comple­mentarios. La contundencia visual de sus primeras obras no niega la deuda al pasado, a la prodigiosa habilidad técnica. En ese tiempo la conclusión estética viene avalada por el determinante procesual tan correcto, tan escrupu­loso y tan magnífico que había que desembarazarse rápidamente de atadura tan infame. Época de transición, Ciriaco andaba en la técnica, y un componente de figuración agobiante configura el vocabulario plástico de sintaxis de dómine. Puede que ya rondase la cáscara de una metafísica. Pero no la metafísica9. Concluye uno sus estudios, y tarda uno en con­cluirse a sí mismo, en recomponer antiguas sorpresas de sabiduría; debe volver a empezar, a reescribirse en el análisis, a retomar ilusión. Ciriaco pasó de discípulo a maestro sin solución de continuidad en la todavía Escuela de Bellas Artes, y enredado en su

propia poética tuvo que desenmarañar a otros sus insulsas madejas de estudiantes de arte. Los estadios de una jerarquía son imprevisibles. Bien definidos por su carácter marrullador, culminan una etapa de cimentación o te juegan una mala pasada y te dejan hecho unos zorros, casi en el grado cero de iniciación, o más atrás que ésta. Ciriaco, en el cegador verano de 1968, el año de la filosofía del adoquín, recapituló por su cuenta sin mayos obstaculizadores y tomó la decisión de resolver una etapa acudiendo al origen de su vocación y al miedo de su deseo: enfrentado a la realidad de veras, tanto puede herirte como hacerte más fuerte. Su destino está escrito en su constitución10. Como otros desatinos románticos, demanda la complicidad de la interrogación, proclama el revuelo de sus urgencias e intempestivas renuncias o anuencias, o ascos. En años precedentes Ciriaco se había trabajado unos premios con pasmosa facilidad. Ciriaco era maestro de cánones, un mago de técni­cas capaces de simulaciones borgianas. Pero él no anduvo jamás en el engaño: labra futuro, que es presente, que siempre está aquí. Esos distingos le otorgaron buena fama, algo de dinero y un rasgo de melancolía que aún le perdura y le va a durar hasta su muerte. Consiguió dinero, se libró de oscuras y rabiosas maniobras, obtuvo una beca, desatendió envidias, se apiadó de malicias y emprendió el viaje. Ética y estética son uno11. Dualidad vinculante, Ciriaco se ha debatido siempre entre la labor agotadora, la injusta rareza de una vida personal de complejidad y el mundo acuciante de los otros y su fastidiosa diferencia12. Emprendió el viaje no para cambiarse a sí mismo, que es algo facilón y raramente conduce a algo bueno: se fue para postular, organizar y crear una obra escultórica que no des­mintiese el origen. Una obra de consecuencia.

«Crear como un dios, mandar coma un rey, trabajar como un esclavo». Cf. JIANOU, lonel, Brancusi, Editorial Arted, París, 1988.

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Significante denotativo más que formal, justificación de toda apariencia. Así Henry Moore: Mujer, Mujer y niño, Mujer sentada, Hombre y Mujer. En este sentido los Ensayos de Herbert Read en Thames & Hudson, Londres, 1969. 8

«Una técnica es una metafísica». Cf. BEAUVOIR, Simone de, La ceremonia del adiós. Conversaciones con Jean Paul Sartre, Edilorial Edhasa, Barcelona, 1982. Traducción de J. Sanjosé.

II. EL VIAJE Cuando Ciriaco llegó a Italia se dio cuenta que siempre había estado allí. No iba a haber claudicación. Resuelto por el oficio, la intuición le hacía dueño de su mirada, de su asombro, de la conciencia suya de saber que había pasado en el tiempo, «Est écrite dans toute leur constitution». Vid. BAUDELAIRE, Charles, Curiosités esthétiques. L’Art romantique, Editions Garnier, París, 1986. En todo caso, nado más lejos de la suposición de Taine. (Filosofía del arte, XI Lecciones, París.) «EI mundo y la vida son uno», «Ético y Estética son uno». Cf. WITTGENSTEIN, Ludwing, Diario Filosófico (1914-1916), Editorial Ariel, Barcelona, 1982. Traducción de Jacobo Muñoz e Isidro Reguera. 11

9

«El infierno son las otros». Vid. RIMBAUD, Arthur, Obras Completas. Prosa y Verso, Editorial Río Nuevo, Barcelona, 1977. Edición bilingüe. 12

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nos pretende huir, de la realidad, porque no le gusta, e imagina una realidad diferente, más bella y más acogedora, más hecha a su imagen y semejanza. Y, en uno y otro polos de su obra, ese lirismo de fantasía, de sensibilidad, lo cual no deja de ser un canto a la utopía. Y recuérdese lo que señalaba al respecto el fascinante Oscar Wilde: El progreso no es más que la realización de las utopías. Se ha dicho que Ciriaco ha mantenido una impecable lealtad con sus principios artísticos. Que su trayectoria, como una suerte de espiral, ha girado en torno al mismo discurso escultórico, desarrollando sus elementos con mayor o menor intensidad sus factores según el momento vivido. Como demostración bastará con contemplar cómo Ciriaco ha contado con etapas recargadas de elementos y ha contado también con otros periodos en los que ha pre­ferido salvar su escultura de complejidades, liberarla de tanta carga, porque en ese instante creador sentía que esa carga, esa complejidad, era a todas luces superflua, innecesaria. Su obra reciente se inscribe en las coordenadas de la austeridad formal. Madera pulida, apasionadamente tratada, con toda la sensualidad carnal que sea necesaria. Se diría que el conjunto de esculturas que ahora expone a la contemplación pública no es obra de un utó­pico que no moraliza: se limita a dar fe de su afán de pureza. Hay que dejar constancia del peculiar afán de pureza formal, que es de lo que con frecuencia se trata cuando de plástica se trata. La sensibilidad del artista, por mucho que se haya aliado con la razón, mantiene su parentesco emocional. Y eso es lo que acaece en la escul­tura de Ciriaco, cuya expresividad se halla condicionada al conocimiento sensible del creador.

o de manera alusiva. Rehuyendo el anecdotismo buscaron la simplificación formal en su repertorio icónico, generalmente sobrio y contenido, sensual y rotundo. Las síntesis curriculares que, a continuación, se ofrecen, dan testimonio de ello.

L’Eliana, verano 2003

Juan Ángel Blasco Carrascosa: La escultura valenciana del siglo XX, Federico Domenech S. A., Valencia, 2003.

Rafael Prats Rivelles: “Elogio de la estabilidad creativa. Texto inducido por la obra escultórica de Ciriaco” en el catálogo Memoria y esencia. Ciriaco escultor. Generalitat Valenciana. Valencia 2003

21 Revisitaciones de la escultura de carácter orgánico y/o expresivo. Otros artífices del arte tridimensional laboraron a lo largo del último tercio del siglo XX en una línea de escultura objetual con voluntad representacional que desarrollaría en unos casos las pautas marcadas por la generación anterior y, en otros, supondría una práctica de depuración figurativa que en ocasiones se inclinaría hacia la abstracción. Recipiendarios del legado de Henry Moore -e incluso de Constantin Brancusi-, y de Baltasar Lobo o Pablo Serrano -por citar sólo algunos ejemplos paradigmáticos-, ejecutaron con pericia técnica una escultura morfológica que ponía acentos expresivos, en incluso tensionales, en sus propuestas de carácter orgánico -las más de la veces antropomórfico-, bien directamente referenciales

“Ciriaco” (José María Doménech Ciriaco) (Alfara del Patriarca, Valencia, 1941), obtuvo en 1963 el Primer Premio de la Exposición organizada por la Dirección General de Bellas Artes, y en 1965 el Premio “Senyera” de Escultura del Ayuntamiento de Valencia. Se le concedió por la Diputación de Valencia en 1969 una Beca de ampliación de estudios, viajando a Italia con tal motivo. Desde 1994 es Catedrático de Procedimientos Escultóricos en la Facultad de Bellas Artes de Valencia. Discípulo del ya mentado Octavio Vicent, propendería a una suerte de depuración figurativa, trabajando la piedra en la línea marcada anteriormente por Baltasar Lobo. Su escultura ha ido evolucionando de un realismo academicista, pasando por un decorativismo, a la nueva figuración. Los materiales que utiliza son la piedra fundamentalmente y también la madera y el metal. Ha elegido la figura humana, sobre todo la femenina, como temática en torno a la cual desarrolla su discurso plástico. Las suyas son esculturas de formas suaves, redondas y turgentes, pero también es autor de otras en las que priman las líneas aristadas y punzantes. Buscando la síntesis formal, labora en pro del desarrollo orgánico y de la depuración, lo que propicia la ausencia de anécdota permitiendo apenas entrever las mínimas referencias necesarias en esta suerte figurativa que no actúa como lastre de imitación sino como motor de elaboración plástica en la cual actúa un palmario concepto de abstracción.


CIRIACO ESCULTOR

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