Capítulo
7
Zarpe del Puerto de Bilbao y Arribo al Puerto de La Guaira
Después del regreso del Crucero de Garantía y Entrenamiento de la Tripulación, con gran entusiasmo todo el personal embarcado se dedicó como un solo hombre, conformando ese equipo de trabajo armónico tan necesario e indispensable en esta clase de buque, para realizar todas las reparaciones y correcciones que garantizarían cualquier maniobra, en condiciones de buen tiempo o en circunstancias difíciles. Nos despedimos de todas las amistades y personas que tuvieron nexos con el Buque Escuela, expresamos el sentimental saludo de un hasta luego a la cuna que vio nacer al Simón Bolívar. Habían transcurrido veinte meses, después de aquel día de enero de 1979, cuando ocurrió el arribo del primer grupo de oficiales que integrarían la Misión Naval en España, para supervisar la construcción del Buque Escuela. Con ese gran objetivo en mente iniciamos la primera singladura en la ciudad de Bilbao, esperando el momento del zarpe, y preparandonos para el arranchamiento a son de mar. Llegó el gran día, una fecha en el ocaso de octubre de 1980, después de haber embarcado todos los requerimientos y provisiones para la travesía atlántica. Se trataba de un día nublado pero con viento sostenido entre 10 y 12 nudos. Nos encontrábamos fondeados con el ancla de estribor en la ensenada del puerto de Bilbao, aunque el pronóstico meteorológico informaba sobre condiciones ambientales exigentes para los navegantes, todo estaba programado, el piloto que nos acompañaría durante la salida se hizo presente, el astillero envió una lancha que nos escoltaría y que además filmaría al Buque Escuela, para registrar su despedida. El zarpe se efectuó a la hora programada y con una señal larga del silbato, expresamos el saludo marinero al puerto con el cual nos habíamos encariñado, un hasta luego, brotó de las gargantas de una tripulación ya curtida de mar y viento. Nuestra ruta indicaba que el próximo puerto antes de enfrentar al océano Atlántico era Santa Cruz, en la isla de Tenerife (Islas Canarias), ese era nuestro destino, pero antes debíamos superar las condiciones ambientales del momento, bien sea el bautizo de mar y viento o la intención de hacernos regresar a puerto; lo cierto fue que el golfo de Vizcaya exageró la situación, las próximas setenta y dos horas fueron muy exigentes: el viento mantenía rachas de hasta setenta kilómetros por hora y el mar se caracterizaba por olas entre cinco y seis metros. Con todo el aparejo aferrado y el motor propulsor a bajas revoluciones, nos dispusimos a capear el mal tiempo, mientras que lentamente ganábamos distancia hacia el próximo puerto.
Varias emergencias fueron superadas, los contramaestres y el personal de cubierta de más experiencia, mantuvieron alerta y debimos realizar con exigente esfuerzo el asegurar de nuevo la falúa del costado de babor, la cual había soltado sus amarras y mantenía riesgo de sufrir averías graves. En la mañana siguiente al día de zarpe, en compañía del jefe de operaciones Capitán de Corbeta Joel Rodríguez, rescatábamos los enjaretados de los chigres de maniobra, cuando una ola barre la cubierta de toldilla y nos arrastra a ambos hacia popa. Nos deslizábamos con riesgo de caer al mar, lo cual hubiese sido crítico en aquellas condiciones; pero la Santa Madre de los marinos venezolanos, la Virgen del Valle, interponiendo su mano no lo permitió. Sin embargo, la inspiración oportuna y el expresar a tiempo: -¡Alarga el brazo! -¡Agarra mi mano! Nos detuvimos ante los parales de la borda. Recuperados del susto, finalizamos el trabajo iniciado. En esta ocasión, las cebaderas del bauprés resultaron averiadas, debido al cabeceo y contacto con el mar que el fuerte oleaje producía.
El golfo de Vizcaya ofrece un bautismo de mar y viento al Buque Escuela Simón Bolívar como despedida del puerto que lo vio nacer.
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Es de mencionar la excelente asistencia brindada por el médico de a bordo Teniente de Navío (a) Esteban Agudo Linares, embarcado en comisión para la realización del viaje. Durante el mal tiempo se hizo necesario tomar puntos de sutura en la boca del Segundo Comandante, Capitán de Fragata Héctor Pacheco Moreno, quien sufrió una herida producida por un golpe contra una de las marmitas de la cocina, debido al fuerte oleaje. Transcurridas setenta y dos horas después del zarpe de Bilbao, las condiciones meteorológicas mejoraron y el mal tiempo amainó, habíamos dejado la estela en el golfo de Vizcaya y con él las condiciones de tiempo exigentes, característica de esta zona geográfica en los meses de octubre, noviembre y diciembre, por efecto de las bajas presiones provenientes del Atlántico Norte. Se cumplió el bautizo de mar y viento, exigencia del golfo de Vizcaya, y también se presentó la oportunidad de demostrar y enseñar a los noveles tripulantes del Buque Escuela Simón Bolívar, que los temporales se soportan en el mar: corriendo o capeando el mal tiempo. El bautizo premeditadamente creado, no solo resultó en una gran experiencia para la tripulación, sino que también constituyó una prueba para demostrar las condiciones marineras del Buque Escuela, y apreciar sus excelentes características y maniobrabilidad. Pasadas las condiciones de tiempo adversas, el Buque Escuela Simón Bolívar, se engalanó de nuevo y navegó durante varios días con todo el aparejo, en un ambiente que representaba un premio por el comportamiento buque-tripulación durante los tres primeros días de navegación.
DIARIO DEL MAR (Fragmento) ¡A CASA! De vuela a casa otra vez el cielo y las aguas nuevamente el movimiento de la marea frente a mi [ventana empañada No hay reloj] que pueda acordarme las horas. SAQUÉ LOS OJOS AL AIRE Saqué los ojos al aire y descubrí el día ocupa lugar de mi corazón. El pájaro posando en la boya otea el agua con una inclinación de cabeza sé que me ve cuando me acerco a nado silencioso bare las alas y se aleja. ESCRITO EN LA ARENA Única misión
dejar rastros...
Gustavo Pereira (1940)
Buque Escuela en preparativos para capear el mal tiempo en el golfo de Vizcaya, después de la despedida del puerto de Bilbao.
CUANDO LA PLAYA ESTA SOLA (Fragmento) Dormida sobre el mar está la noche... Cada ola ofrece en espumas de virginidad y en playa rompe su canción azul. Así, como la noche, estás dormida en mis sueños... Florecela nostalgia sus rosas invioladas y se rasgan sin el rocío de tus palabras. La ausencia es dolorosamente hermosa, para ser fiel. En cada minuto de recuerdo nace un camino de dudas... Pedro Francisco Lizardo (1920)
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Espléndida navegación con buen viento y buena mar, hasta que iniciamos la aproximación al puerto de Santa Cruz de Tenerife. La recalada fue precisa, pero aún mejor fue el recibimiento que nos dispensaron los amigos del Radio Club Canario, con sede en esa gallarda ciudad pletórica de aventuras y tradiciones marineras; naturalmente, navegaba a bordo del Buque Escuela, el Capitán de Yate y gran amigo de toda la tripulación, Licenciado Simón Rodríguez, ¡que mejor nombre!, ciudadano de origen canario y de nacionalidad venezolana, ganada en las mejores lides, radio aficionado reconocido en el entorno internacional. Todo estaba previsto, un amplio protocolo y la mejor buena voluntad era la gran demostración del pueblo canario, para con el Buque Escuela Simón Bolívar. Los primeros días de noviembre de 1980, transcurrieron en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Al arribo y en la despedida fueron visitadas las autoridades civiles y navales de la Isla, expresando el intercambio de saludos y cumpliendo con el protocolo previsto en el Ceremonial Marítimo. Transcurrieron cuatro días inolvidables atenciones, intercambio y visitas. Se conoció la Plaza Bolívar de Garachico, donde el gran monumento lo representa la estatua del Simón Bolívar joven, única representación pública del Libertador en su juventud, inaugurada en 1970, y cuyo autor es Don Juan Jaen, residente en Venezuela desde 1954. Tal como sucede siempre en estos casos: arribamos y zarpamos, es la ley del marino, el mar demanda nuestra presencia y la tripulación del Buque Escuela añora y desea aproximarse cada vez más a la costa de la Patria. Venezuela espera a su Buque Escuela con sus grandes brazos de mar y con la esencia y el sentir de país marítimo, que añora el arribo de sus hijos provenientes del viejo mundo, a bordo de esta gran unidad símbolo del trajinar marinero y añoranza del sentimiento de la Escuela Naval de Venezuela, que tanto esperó la llegada del buque que complementará la formación y la vivencia de mar de los oficiales de marina egresados de sus aulas, enarbolando su lema: Dios y Patria. Al orto del séptimo día de noviembre de 1980, acaeció el zarpe de Santa Cruz de Tenerife. Fue una hermosa despedida, al puerto se acercaron amigos y admiradores del Buque Escuela Simón Bolívar. Portando las veintitrés velas, es decir con aparejo de sobrejuanete, se puso proa a la Isla del Hierro. En la cercanía de ese puerto, el ferry que realiza la comunicación con Santa Cruz, engalanado nos brinda su saludo con silbato y banderas.
El Buque Escuela Simón Bolívar, dirige su proa hacia el inmenso océano, rumbo al mar de los caribes. Nos esperan dieciocho días de mar y cielo, las latitudes tropicales castigan con su calma chicha, pero hay días mejores: sol, mar y cielo celebran la presencia y el primer viaje oceánico del Buque Escuela Simón Bolívar, el buen tiempo y la favorables condiciones meteorológicas nos dan la bienvenida. Las horas y los días transcurren lentamente, faena marinera, concursos y ejercicios de maniobras, amenizan la travesía. Se abre el compás de la rutina y al sexto día se ofrece un premio al tripulante que divise al primer buque. Transcurridas dos horas del paso del astro rey por el meridiano, en la proa del Buque Escuela, se escucha una voz emocionada: - ¡Buque por la amura de babor!. - ¡Bravo tenemos un ganador!. Se trataba de un velero de bandera canadiense, el cual se aproximó a nuestro buque y nos solicitó asistencia para el suministro de combustible diesel. Después una larga calma, usando su pequeño motor habían agotado sus reservas. Le fue proporcionado su requerimiento, también le llenamos el tanque de agua potable y preguntamos si podíamos ofrecerle alguna otra ayuda, a lo cual nos agradecieron el apoyo brindado y despidiéndose cordialmente se alejaron por nuestra popa. - ¡Buen viaje marinos!, este es el Buque Escuela Simón Bolívar, de la Marina de Venezuela. Seguimos nuestra ruta, Simón Rodríguez, el apreciado Capitán de Yate y radio aficionado embarcado, había realizado grandes progresos en el concurso de radio que diariamente salía al aire, para que las ondas hercianas interconectasen con los radio aficionados del mundo y difundiesen la noticia: el Simón Bolívar navega en el Atlántico, rumbo a Venezuela. Ya la mitad de la población del planeta tierra conocían de la existencia del Buque Escuela Simón Bolívar, y la otra mitad había oído hablar de él. El décimo día transcurría lentamente, habíamos experimentado durante toda la mañana el navegar con toda la maquinaria apagada, el almuerzo había sido servido mediante comida fría en cubierta, solo el silbido del viento, el portar de las velas, la brisa suave y entablada, el chirrear de la jarcia y la tez bronceada de nuestros marineros, combinaban con el concurso de barba de los curtidos oficiales de a bordo.
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Pasada la hora meridiana, hacia las 15:00 horas surge un reto, por intermedio de la red de órdenes colectivas se difunde el aviso: - ¿Quién se atreve a darse un baño de mar en el centro del Atlántico?. Surgieron muchos voluntarios, entre los cuales fueron seleccionados un oficial, dos sub oficiales y cuatro tripulantes, entre clases y marineros; se preparó un buen arnés y estos valientes marinos vivieron una experiencia inolvidable, por supuesto, fueron previstas todas las medidas de seguridad; sin embargo, no dejó de ser una aventura riesgosa. Esta tarde saldrá al aire Radio Amantillo: con las mejores noticias de tierra firme y la narración de los acaecimientos ocurridos a bordo, también será noticia el chapuzón de mar del cual disfrutaron un grupo de osados tripulantes del Buque Escuela, y otros sucesos. Sobre Radio Amantillo, se comentará en las páginas correspondientes a Miscelánea. Cada día que transcurre nos acercamos más a la costa de nuestro país, al orto del 22 de noviembre, se divisa por la proa la isla de Guadalupe, estamos próximos y todo listo para ingresar al mar Caribe. El “mediterráneo americano o mar de las mil bocas” como lo llamara el Barón de Humboldt, espera al Simón Bolívar. El viento aumenta su fuerza y la velocidad del Buque Escuela también se incrementa, hacía días que nuestra corredera no registraba diez nudos. Los puertos venezolanos desean la presencia del Embajador Itinerante, ya se siente el calor del hogar.
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Cruzamos el “Arco de Ulises”, al sur de la isla de Guadalupe y nuestra proa se orienta hacia el norte de la isla La Blanquilla. Varios chubascos aumentaron de nuevo la velocidad, habíamos reducido el aparejo a nivel de velacho alto, cuando escuchamos por la red de órdenes colectivas la voz emocionada del oficial de puente, Teniente de Fragata Arturo Sandoval Beaujón: - ¡Se le informa a toda la tripulación, que estamos registrando en este momento un récord de velocidad!. - !Nuestra corredera marca catorce punto cinco nudos!. El hogar reclama la presencia de los tripulantes del Buque Escuela Simón Bolívar. En la mañana del 23 de noviembre, a unas ochenta millas al norte de la isla de Margarita, una avioneta de la Guardia Nacional de Venezuela, la GN-6506 sobrevuela al Buque Escuela, se trataba en ese momento del Capitán (GN) Andrés Borden Guardia, quien lleva como pasajero al Sr. Antonio Rodríguez Carpintero, ambos con sede en Porlamar, quienes mediante el concurso de radio aficionados, se habían enterado de la aproximación del Buque Escuela y despegaron para darla la bienvenida al Mar venezolano. Fue un encuentro emocionante.
Unidades navales y aéreas dan la bienvenida al Buque Escuela Simón Bolívar.
Posteriormente tuvimos la oportunidad de conocernos y ampliar una amistad que será muy duradera, con el favor de nuestra Virgen del Valle. Al día siguiente el mismo piloto sobrevoló de nuevo al Buque Escuela, esta vez con el helicóptero GN-7423, y posteriormente mientras nos preparábamos para el arribo al puerto de La Guaira, fondeados en el socaire de la isla La Orchila, el Capitán (GN) Andrés Borden, nos dispensó una cordial visita. Navegamos con muy buen viento y buena mar los días 25 y 26 de noviembre de 1980, en un mar tan venezolano como el galerón margariteño, o la perpetuidad de la Virgen del Valle, nuestra Patrona. Al amanecer del 27, el Buque Escuela Simón Bolívar, gallardamente recalaba a la isla La Orchila. En el fondeadero sur, frente al Apostadero Naval Capitán de Navío “Antonio Díaz”, se realizaron los preparativos y los arreglos necesarios para la entrada formal al puerto de La Guaira. Durante el 28 de noviembre de 1980, fue recibida a bordo del Buque Escuela, una comisión de oficiales y cadetes, los cuales se integraron a la tripulación para enaltecer el arribo que debería efectuarse el 29 de noviembre de 1980, a las 14:00. El zarpe desde La Orchila, estuvo programado y ejecutado el 29 a las 00:00 horas, navegamos hasta el amanecer con aparejo de sobrejuanete, recalando al norte del club náutico de Puerto Azul a las 10:00 horas. El amanecer el Viernes 29 de noviembre, se nos presentó como un hermoso día: claro y radiante. El premio a la misión cumplida y las condiciones ideales para presentar y brindar el Buque Escuela Simón Bolívar, a las autoridades venezolanas, con la presencia del ciudadano Doctor Luis Herrera Campins, Presidente de la República de Venezuela.
Luciendo su silueta y escoltado por la fragata Mariscal Sucre F-21 y otras unidades de la Marina de Guerra, acompañado a su vez por una nutrida representación de la marina deportiva y por los Escuadrones Auxiliares de Guardacostas, sobre el manto esmeralda del mar el Buque Escuela navega lentamente, ganando tiempo porque a las 14:00 horas del viernes 29 de noviembre, se producirá el atraque y el ofrecimiento al ciudadano Presidente de la República. Todas las condiciones eran favorables, frente al puerto de La Guaira se efectuaron las salvas de saludo, el puerto da la bienvenida y el buque responde agradecido. Después de cargar el aparejo y colocar las velas en calzones, es decir solo recogidas sobre los brioles sin aferrar, se inicia la entrada, con la luz roja del malecón a estribor y al ubicarla en nuestro través se ordena parar el motor propulsor, como si estuviese calculado cibernéticamente, el Buque Escuela sólo requiere de maniobra de timón; obedecía la mínima señal y mostrando su esbeltez, se aproximó al muelle frente a la tribuna presidencial. Una vez en posición: una orden de máquina 1/3 atrás y luego 1/2 atrás; bastó para que el Buque Escuela se atracase gallardamente frente al lugar que ocupaba el Presidente de la República. Se ordenó parar máquina y nuestros marinos solo tuvieron que pasar las gasas de los cabos, el Buque Escuela quedó asegurado a los muertos del muelle naval.
El ciudadano Presidente de la República Doctor, Luis Herrera Campins acompañado de su distinguida esposa, recibió al Buque Escuela Simón Bolívar en el puerto de la Guaira.
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Fin rol de maniobras. Posición de honores. Cumplido el protocolo, realizada la invocación, el Buque Escuela Simón Bolívar recibe la bendición por parte del Teniente de Navío (a) Rafael Febres Cordero, capellán de la Escuela Naval de Venezuela. Continuando con el programa fue ofrecido al ciudadano Presidente de la República, el símbolo de la unidad, la miniatura del mascarón de proa. Las autoridades subieron a bordo, se pasó revista y todos nos reunimos en la cámara alta, para ofrecer el tradicional brindis. Cumplida esta fase, fueron rendidos los honores al ciudadano Presidente de la República y a las altas autoridades, a su retiro de a bordo. El Buque Escuela Simón Bolívar está en Venezuela, listo para comenzar a cumplir con su Misión, bajo el lema “Dios y Patria” teniendo siempre presente que: “navigare necesse, vivere non necesse”. La navegación a vela, como fundamento en la formación de nuestros futuros oficiales, egresados de la Escuela Naval, está presente en la Marina de Guerra de Venezuela.
NADA MAS ¡Quién tuviera un balandro! ¡Un navío en el mar! ¡Bandera de pirata y alma de capitán! ¡Quién tuviera un balandro para poder cruzar las rutas más distantes sobre el azul del mar! Manuel Felipe Rugeles (1904 - 1959)
Brindis de bienvenida en el puerto de La Guaira. Cámara de Oficiales del Buque Escuela Simón Bolívar. Al centro el Vicealmirante Rafael Bertorelli Moreno, Comandante General de la Marina Entrada al puerto de La Guaira.
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