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REPORTAJE / Historia de unas cadenas
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Antiguo barco y cadena suspendidos en la parte trasera de la nave de Belén.
Lo curioso del tema es que uno de estos días, al hilo de la actualidad, recordaba con unos amigos esta historia y una petición que hubo del Ministerio de Fomento (29 de enero de 2008) donde el CEDEX, a través del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo, estaba preparando una exposición sobre “Ingeniería Medieval en España” y nos solicitaban el préstamo de “Cadenas del puerto de Sevilla de la iglesia de Santa María de la Asunción (Laredo)”, para mostrarlas allí.
Me llamó la atención porque doy por hecho que esta historia es sobradamente conocida, pero también es verdad que aún recibimos visitas de gente que viene preguntando ¿Dónde están esas cadenas? ¿Era una cadena o era un puente? ¿Con esa cadena se ata un barco? En vista de lo cual voy a hacer un pequeño repaso de esta historia…
En la parte trasera de la nave de Belén, en nuestra iglesia, cuelgan unas cadenas y una maquetaexvoto —esto era antes de la modificación de noviembre de 2021— que recuerdan la gesta de los marinos laredanos en la Toma de Sevilla de 1248, antigua capital de los almohades, en cuya reconquista participaron nuestras naves al lado de las tropas de el rey Fernando III, el Santo, lo que propició la ampliación de la iglesia –que en un inicio iba a ser solamente de tres naves-, además de otros privilegios para los laredanos.
Ya M. Basoa en su libro “Laredo en Mi Espejo” cita, pág. 18: “En el año 1248, diez y ocho naves construidas en las cuatro villas de la costa, bajo el mando del almirante Ramón de Bonifaz, rompieron el puente de barcas que unía Triana con Sevilla- 3 de mayo 1248-, cooperando a que se rindiera la ciudad al rey Fernando III, el 23 de noviembre de 1248, abandonando Sevilla 300.000 moros. Como trofeo y recuerdo de aquella campaña, el rey cedió a los laredanos tres trozos de las cadenas que sujetaban a las barcas del puente de Triana, y colgadas se ven hoy en forma de arco, en las columnas del templo de la Asunción, que están próximas al altar mayor.
Con el tributo impuesto a la ciudad por el rey Fernando, se construyó la iglesia actual y el muelle que
está soterrado detrás del Ayuntamiento, cuyo suelo, dice la tradición, estaba enlosado.
El rey al fabricar el nuevo templo sobre el lugar donde se alzaba el de Belén, le puso bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, o del Tránsito. Esta es la famosa gloriosa “que está sobre el mar”, de las cantigas del rey sabio Alfonso X.
No solamente fue sustituida la antigua patrona de Belén por la Asunción, sino también el escudo del siglo XII por otro cimerado con corona real y navío a toda vela, forzando el puente de barcas con la Torre del Oro a un lado”.
Lo curioso del tema es que avanzando en la lectura del libro, M. Basoa abandonará la tesis esgrimida anteriormente decantándose por otra versión más controvertida como es la de sustituir el puente por una cadena, además del cambio de protagonista, como relata en un fragmento de la pág 234: “Del astillero de Laredo salieron las dos naos que allí se
Puente de Barcas hacia 1830.
construyeron, armaron y tripularon los laredanos al mando de Martín Sánchez de Villota, las que llevaban en sus proas un instrumento de su invención que, sin duda, eran dos planchas de hierro formando, como un cuchillo, como refiere la tradición y rompieron la cadena del puente de Triana al grito de “Santa María ten tu día” conquistando Sevilla y estableciéndose muchos laredanos en la ciudad, y, entre ellos irían Cachupines…”. Y en la página 235 reza así : “La concesión hecha por el rey San Fernando a Laredo, del actual escudo de la villa y la autenticidad de la cadena de hierro que se halla en la iglesia, con sus candados o sellos y que estuvo tendida sobre el río Guadalquivir en
la conquista de Sevilla; se acredita documentalmente a medio del memorial que el ayuntamiento de Laredo dirigió al rey Felipe V, en el año 1727…(…) El Santo rey don Fernando dio a la villa por armas dos navíos, cadena y Torre del Oro de Sevilla por haber concurrido a su restauración por mar con navíos y gente, rompiendo la cadena de hierro que los enemigos tenían puesta en el río Guadalquivir (…). (pág. 236).
Esta versión también ha circulado, por ahí, desde que yo era niño —a mi me fue narrada por el maestro en el colegio—, y obsérvese que la maqueta existente en la iglesia, hasta hace poco —la realizada por el calafate Pepín Castanedo en 1992—, tenía colocada en la proa, en la zona de la quilla, una especie de sierra dentada que, según la tradición popular, con el vaivén del barco, las corrientes, el viento, etc., lograría cortar las cadenas citadas. Pero la Historia (y ahora bebemos en otras fuentes) nos dice que este segundo dato es más fruto de la tradición novelada que de la realidad, ya que al mando de esa flota parece ser que estuvo el almirante burgalés Ramón de Bonifaz y no el que creemos que fue un merino (oficial de administración y justicia nombrado por el rey) como Martín Sánchez de Villota y que, de alguna manera, confunde la historia del puente de barcas con la de una simple cadena.
Actual ubicación de la Cadena —con nuevo barco de Marcos Pérez— colocada sobre la Antigua Puerta de Entrada al templo (“Puerta Oeste”) desde noviembre de 2021.
Sería entonces Ramón de Bonifaz, quien con naves de Santander y Laredo, mayoritariamente, (documentalmente sólo nos consta la procedencia de Santander y Laredo de las naves que surcaron el Guadalquivir, sin que esto signifique que no hubiera en dicha flota naves de otras nueve villas marítimas del reino de Castilla, hasta un número de trece) participó en esa reconquista.
Ramón de Bonifaz era burgalés de origen franco. Su familia dicen que era procedente de Montpellier. Puede extrañar que el rey encargara a un burgalés de tierra adentro la organización de la flota, pero esta distinción
moso que los árabes llamaron: Uad El Quevir —Río Grande—) hasta que la ciudad de Sevilla se rinde a los cristianos nos es narrada, pormenorizadamente, en las crónicas alfonsíes. Aquí vamos a transcribir — fragmentos— literalmente del relato de las Crónicas de los Veinte Reyes (1360):
“En el día de Santa Cruz, terçero día de mayo (...)”. “Tomaron las naues, las mayores e más fuertes que y auie, e guisároslas muy bien de todo quanto menester era para fecho de combatir (...)”. “La naue que primero llegó, que yua de parte del arraual, no pudo quebrantar la puenta, pero que la asedó, yaquanto más. La otra en que Rremón Bonifaz yua, desque llegó, fue dar de frente vn tal golpe que se pasó clara de otra parte”(…). Por lo que se ve el puente se rompe el día 3 de Mayo de 1248, festividad de Santa Cruz.
Como trofeo y recuerdo de aquella campaña, el rey cedió a los laredanos tres trozos de las cadenas que sujetaban a las barcas del puente de Triana, y colgadas se ven hoy en forma de arco, en las columnas del templo de la Asunción, que están próximas al altar mayor
se fundaba en la necesidad de movilizar las naves de varios puertos y, quizás, nadie mejor para coordinarlas que un mercader de Burgos con relaciones comerciales y amplios conocimientos personales de todo ello.
Las operaciones de la flota cantábrica desde que aparece en las aguas del Guadalquivir (el cauce fa-
Esta parece ser la segunda acción de guerra en que tomó parte la marina cántabro-castellana y en aquel tiempo no había distinción entre naves comerciales y de guerra, se utilizaban indistintamente según las necesidades. Lo que si debe quedar claro es que el barcoexvoto que pendía, hasta hace poco, de la bóveda de
Sta. María no tenía nada que ver con una nao medieval (como serían las naves que fueron a Sevilla), aunque su simbolismo fuese el mismo.
La flota castellana llega a Sevilla el 15 de agosto — La Asunción— de 1247 y la ciudad no cae en manos de las tropas cristianas hasta el 3 de mayo de 1248, día de la Santa Cruz (según las Crónicas Alfonsíes), de ahí, posiblemente, puede venir el cambio de nombre de la primitiva iglesia laredana de “Ntra. Sra. de Belén” por el posterior y actual, puesto por Fernando III, de “Sta. María de la Asunción” —nótese la coincidencia, aunque existen otras versiones—.
Tampoco está clara la historia de las planchas de hierro, ni de sierra alguna en las proas de los barcos, pues las mismas “Crónicas” cuentan como la nave que rompe “la Puenta” era en la que iba Ramón de Bonifaz “y fue a dar tal golpe de frente que se pasó a la otra parte”, mientras que la nave anterior falló en el intento. Pero, como ya he citado, existe la creencia de que lo que había en Sevilla, entre el barrio de Triana y el Arenal, era una gruesa cadena de hierro que no dejaba pasar, navegar, las naves por el río.
Muchos turistas, incluso sevillanos (y a cuenta de esta historia nos hemos hermanado el pasado año 2018 (770 años después), cuando vienen a Laredo a visitar nuestra iglesia y en busca de las citadas cadenas suelen exclamar: ¡con esa cadena no se amarra un barco! Todo ello originado por el desconocimiento del la existencia de un puente anterior al hoy existente y a la referencia y concepto que origina la contemplación del escudo de armas de Laredo —incluso
Detalle de un carruaje con escolta cruzando un puente en el siglo XVI. Obra de Sanchez Coello.
los anteriores desde el siglo XVI— que lleva en orla un solo cuartel con la representación en el centro de la Torre del Oro rodeada de tres naves y bajo la nave central, de lado a lado, pasa una cadena.
Respecto a este tema, el profesor Teodoro Falcón Márquez (profesor de Historia del Arte de la Cátedra de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla) al hilo de la exposición “LA TORRE DEL ORO Y EL RIO DE SEVILLA (1984)” que se organizó en esta ciudad y donde se llevaron la cadena y la maqueta-exvoto laredanos, dijo: “Al margen de la tradición y la heráldica hay que dejar claro, entre otras cosas, que
según el Memorial de Castañeda: la nave que rompió “el puente” se llamaba Carcena, por haberse construido con maderas del monte del mismo nombre, que se halla a cuatro leguas de la villa en los cerros de Castañeda – al Sur de la Bahia- (…)” .—Obsérvese que dice “el puente”—.
Y con respecto a la iconografía de la cadena atada a la torre, parece ser que procede, fundamentalmente, del analista Ortiz de Zúñiga. Sin embargo sabemos por la Crónica General de España que la conquista de Sevilla se llevó a cabo en 1248, gracias a operaciones militares, tanto por tierra como por mar, con la ayu-
da de la escuadra castellana dirigida por el almirante Bonifaz, quien sólo contaba con trece embarcaciones. A la altura de las defensas de Sevilla, frente a Triana, se hostigó duramente a la armada: “…y auia a muy grant peligro de algarradas et de engennos que por todo lograr dese arrabal tenían posadas los moros, que no quedauan de les tirara muy grant priesa quanto podían; et de la Torre del Oro eso mismo, con trabuquetes que y tenían, que los quexauan además, et cib ballestas de torno, de otras muchas maneras, de que estauan bien bastecidos, et con fondas et con dardos empennolados, et con quantas cosas combater podían…”. Obsérvese que en esta crónica, ni en ninguna otra, se habla de ninguna cadena atada a la Torre del Oro como arma defensiva ni de bloqueo.
En cuanto al puente de barcas sabemos por los cronistas árabes Ibn Sabih al Sala y por Ibn Abi Zar, que mandó construirlo Abu Yacub Yusuf en el año 567 de la Égida (del 4 de septiembre de 1171 a 22 de agosto de 1172). La rotura del puente por una “galera” o “carraca” en el asedio de Sevilla ya ha quedado anteriormente relatada y es una obviedad decir que, posteriormente, ese puente fue reconstruido.
El puente fue uno de los símbolos del periodo almohade y contemporáneo de la torre-Giralda de la nueva mezquita. El Puente de Barcas sobre el Guadalquivir ha sido testigo de casi siete siglos de historia de Sevilla, seiscientos ochenta y un años desde 1171 hasta 1852. En el siglo XII marcó un antes y un después de la ciudad como consecuencia de su construcción, ya que la gran visión administrativa del califa Abu Yacub Yusuf alteró positivamente las estructuras sociales y económicas del arrabal de Triana, de gran parte de los pueblos del alfoz en la zona del Aljarafe y de la Sierra Norte de la provincia. Las producciones agrarias de las citadas zonas, de enorme riqueza, pudieron comercializarse en la capital gracias a las facilidades de trasportes dadas
por el puente de barcas, de ahí nacía gran parte de su importancia estratégica.
Haciendo una pequeña recapitulación llegamos a la conclusión de que la Marina Castellana —barcos de Laredo y Santander, mayoritariamente— tomaron parte en la Reconquista por mandato del rey Fernando III “El Santo”. Que llegando a Sevilla, entre la Torre del Oro, o mejor dicho, entre el barrio de Triana y el Arenal, había construido un puente —pudo tener el nombre de la Atrayana— que comunicaba ambas orillas, el cual hubo que romper, acometiéndole con sus naves, para facilitar la toma de la ciudad. Este puente estaba compuesto por una serie de barcas atadas entre sí por cadenas que lo mantenían fijo en su sitio y que rompió la nave de Ramón de Bonifaz, “la otra en que Rremón Bonifaz yua”, aprovechando el viento y las corrientes embistiendo contra él.
A partir de entonces los marinos laredanos vieron recompensados sus esfuerzos, por Fernando III, con un nuevo escudo de armas y con el pago de las obras que se estaban llevando a cabo en la iglesia de Laredo –primitiva de Belén- siendo causa de su ampliación y de que tome el nombre de Sta. María de la Asunción, además de otorgarles otros privilegios.
Estos marinos, a su regreso, se traen como “trofeo de guerra” unos trozos —o trozo— de las “cadenas” que formaban parte de aquel “Puente de Triana” dejándolas depositadas en la iglesia donde hoy están expuestas, aunque anteriormente estuvieron en la nave central.
Y en 2019 interviene la Ciencia… A todo lo anteriormente argumentado en base a los testimonios de cronistas e historiadores (también tradición oral), desde antes de Alfonso X el Sabio para acá, ahora podemos añadir las conclusiones científicas partiendo del estudio metalográfico llevado a cabo, en el mes de diciembre de 2019, por el Grupo de Investigación de Tecnología Mecánica y Arqueometalúrgica de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid y publicado —entre otros artículos a nivel internacional— en la revista científica americana Journal Of Applied Material Science and Engineering Research.
Artículo de investigación (firmado por Laura García) que trata sobre el ablandamiento y perdida de resistencia mecánica de aceros al carbono durante periodos prolongados a temperatura ambiente, y que busca acreditar “la autenticidad” y antigüedad de esta cadena.
Según este informe, el envejecimiento de los aceros a lo largo del tiempo (en este caso siglos) cambia la morfología de la estructura inicial de este metal, así como sus propiedades; dureza, resistencia, etc. Los cambios en la estructura del acero tienen consecuencias sobre sus propiedades mecánicas que, hasta ahora, se habían medido con test de microdureza Vickers experimentando con piezas arqueológicas de diferentes épocas, comprobando como la ferrita se ablanda con el tiempo a temperatura ambiente.
Para este estudio metalográfico se utilizó micoscropía óptica convencional y microscopía electrónica de barrido, pruebas de microdureza Vickers y la difracción de rayos X, sobre una muestra —unos 5 cm.— de un trozo de un eslabón de la Cadena laredana.
Los resultados de este estudio revelaron que se trataba de un acero de época medieval, heterogéneo, que se forjó en caliente y luego se enfrió rápidamente, con una estructura masivamente ferrítica. Su cronología medieval quedaría acreditada porque en aquella época era bastante común, a la hora de forjar metal, aportar piezas metálicas de aceros de diferentes orígenes, además de tener abundante escoria de silicato propia de los aceros medievales.
En conclusión, el estudio realizado a la Cadena laredana ha demostrado ser un acero con una datación del siglo XIII, es decir, más de 700 años de antigüedad. Comparando, además, su tipología con otros aceros de excavaciones arqueológicas de época musulmana, en Al Andalus, se observa que su perfil se adapta perfectamente a la Cadenas de hierro laredanas que, seguramente, fueron fabricadas en el periodo del siglo IX al XIII, en la citada zona. Aunque, por una cuestión de lógica, no se puede certificar que estuviese colocada en puente alguno.
Combinando, entonces, todas las referencias históricas escritas existentes— y la tradición oral— relativas a la gesta que narra la rotura del Puente de Barcas sevillano y añadiendo a esto el estudio científico recientemente realizado, sí podemos concluir que nos encontramos ante una objeto de singular valor (un trozo de historia de 55 eslabones, 8 m. y pico de longitud, con un peso aproximado de 11 kg.), referente histórico —mientras no haya más— de aquella Reconquista de Sevilla y la citada intervención de la “marina del Cantábrico” (Laredo, principalmente) en tal empresa.
Por lo tanto, no es casualidad que esta Cadena haya colgado de las bóvedas de la iglesia laredana, de Santa María de la Asunción, desde tiempo inmemorial, como un objeto histórico y casi de culto.
Fernando Baylet
(Artículo actualizado sobre el que publiqué en la revista “Pasos de Arte, Cultura y Patrimonio”, en marzo de 2018).