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REPORTAJE / Dr Juan Carlos Fernández Obregón
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Creía haber visto casi todo en la profesión, sin embargo la larga evolución de la enfermedad por Covid-19, me ha enseñado panorámicas impensables. Mucho se ha dicho sobre la pandemia por parte de profesionales sanitarios y también profanos, sin demasiadas evidencias o confirmadas realidades.
Un suceso inesperado, desconocido y fatal ha sido la verdadera realidad, después de vivir más de año y medio encerrados en casa.
Después de muchos años de ejercicio profesional, me quedo pensando si en nuestro país el trabajo realizado en frenar al virus ha sido todo negativo, o verdaderamente se ha hecho todo lo posible? La gestión del brote ha sido muy problemática en España y en el mundo entero, por ignorancia, cierta irresponsabilidad, falta de ponderación y medios. Con más errores que aciertos, el descontrol inicial fue tremendo. Se reaccionó tarde, mal y sin coordinación. La gestión pudo ser mejor, así lo confirman los 95000 fallecidos y más de cinco millones de contagiados en España. El camino realizado en este tiempo ha sido tortuoso y difícil, hasta parecer encauzarse con las vacunas e intentar mantener a raya al virus.
El Covid-19 y sus consecuencias ha cambiado las reglas del juego de la sanidad. Cuatro generaciones de ciudadanos no han conocido jamás una pandemia y ello hace considerarla como un hecho histórico que nos ayuda a entender el pasado. La pandemia ha asolado como un terremoto a la comunidad, no solamente en la salud sino también en lo económico, social y político. A la vez ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de la condición humana. En mi criterio es el momento para cambiar el paso y transformar el sistema sanitario español. Estamos necesitados de una responsabilidad social y colectiva de todos los
agentes implicados, autoridades sanitarias, profesionales de la salud y pacientes. Alcanzar la responsabilidad, nos pide a todos generar y fomentar valores de confianza, paciencia y esperanza para conseguir una actitud saludable de sociedad madura. Esta necesidad obliga a un cambio de paradigma sanitario para poder convivir con la pandemia y abordar nuevas estrategias para otras futuras. ¿Nos da la Covid -19 una oportunidad para el cambio? ¿Con qué rutinas me quedo y qué cambios y soluciones aplico, ahora y en el futuro?
RenovaR el paRadigma sanitaRio Este tiempo de pandemia ha modificado enormemente la sanidad y la vida de las personas. El Sistema Nacional de Salud ha sido insuficiente, ha quedado colapsado y ciertamente obsoleto. No se trata de sustituir el actual, más bien la cuestión es rediseñar y revisar el sistema, innovar para mejorar la forma de trabajar, manejando eficazmente las prioridades. El objetivo es impulsar e integrar las modernas tecnologías digitales, en la nueva estrategia sanitaria. El ciudadano debe ser el centro de los procesos, pasando del actual sistema reactivo a un modelo proactivo, preventivo, personalizado y de precisión.
Resquebrajado el modelo de asistencia médica y el ejercicio profesional del sanitario, es exigible un cambio de mentalidad, elevando la atención sanitaria a un nuevo nivel.
La Covid- 19 nos ha enseñado a fuerza de palos, a mejorar las formas de cooperación y comunicación, desarrollar la clínica digital haciéndola más humana, flexible y resiliente.
¡las vacunas tabla de salvación! Poco a poco la pandemia va quedando atrás, de la incertidumbre del principio vamos pasando a tolerar
su presencia, adaptándonos, gracias a la vacunación casi universal de la población española. En Cantabria más de un 80% de los ciudadanos ya están inmunizados, pero el verdadero reto es alcanzar el 90% de pauta completa, incluidos niños menores de 12 años e inocular una dosis de refuerzo a los mayores de 70 años para compensar las variantes y aumentar la inmunidad.
Conocer la base genética del Covid, buscando la presencia de variaciones, ha favorecido la rápida aplicación y desarrollo de las vacunas. Todas las comercializadas en España han sido muy eficaces, las preparadas con la tecnología del ARN mensajero (Pfeizer, Moderna), como (Astra Zeneca, Janssen) fabricadas por tecnología ADN recombinante vector vírico. Aunque Janssen, de una sola dosis, es la que presenta la efectividad más baja. Con la administración de la vacuna Astra Zeneca, se notificó la aparición de algunos casos de tromboembolismo, tomándose la decisión de suspender totalmente su utilización tanto en España como en otros países europeos Francia, Italia, Alemania, Belgica... La vacuna Novavax de base en proteínas, patente americana y fabricación en Galicia, es también de una eficacia de más del 96%, pero se ha retrasado su aparición en Europa.
La vacuna española del equipo del virólogo Luis Enjuanes del CSIC, de suero intranasal, se fabrica del propio virus. Se administra inhalada y por ello defiende la puerta de entrada,
evita el contagio, consigue inmunidad esterilizante y tiene mejores condiciones de conservación. Utiliza varios antígenos del propio virus, en lugar de solo uno, para así aumentar la inmunidad. Serán anticuerpos Ig G de larga duración y además con Ig A, que sujetan al virus y queda neutralizado. La vacuna de una sola dosis, estará lista a finales del próximo año y hará frente a todas las variantes. También el virólogo del CNB-CSIC, Mariano Esteban y su grupo, preparan otra vacuna de un virus muy atenuado y potente. La nueva variante AY.4.2, evolucionada a partir de la Delta, ya ha llegado a muchos países europeos, incluido España. Los avances conseguidos en la técnica por ARN mensajero, pueden aplicarse en otros campos de la medicina:
problemas de corazón, crecimiento del cartílago, tumores, vacuna de la malaria y otros.
La vacuna anticovid en todo el mundo está lejos de conseguirse, solo así habrá verdadera inmunidad con el virus viajero universal.
Está suficientemente demostrado la necesidad de administrar la vacuna para luchar contra la pandemia, pero a pesar de ello hasta la fecha, un 8-10% de la población sanitaria española se ha negado a inmunizarse. En torno al 10% de españoles no están vacunados, ni están dispuestos a hacerlo. Resulta incomprensible, en aras a la protección de la salud pública, ningunear a la población, el poco respeto a los demás y el rechazo suicida a la Ciencia. ¿Se podría obligar a sanitarios a vacunarse? Es un dilema, pero sería posible, aunque actualmente no parece necesario.
¿dónde estamos ahoRa? ¿cómo conviviR con la pandemia? La pandemia ha hecho visible la realidad de la Ciencia. Nos ha vinculado a las ciencias ómicas, que permiten el estudio de moléculas implicadas en el funcionamiento del organismo y sus posibles enfermedades. Así ayudan a identificar individuos de riesgo, biomarcadores diagnósticos, nuevas dianas terapéuticas, la detección precoz de recaídas, el envejecimiento saludable …
El uso del Big Data como herramienta potente también ha contribuido a la optimización y agilización de procesos contra el virus.
Deseamos que pasados pocos meses, sí la vacunación se hace masiva, el Coronavirus dejará de ser epidémico y se convertirá en enfermedad endémica. La enfermedad por el Covid-19 no será erradicada, como no lo ha sido la gripe estacional, aunque tristemente, también morirán personas por ambas causas. El virus continuará circulando, se quedará con nosotros, como la viruela o la malaria, pero su patogenicidad se irá atenuando con el tiempo.
Al cierre de este artículo, mediados de diciembre 2021, la incidencia repunta. Actualmente roza los 300 puntos por 100.000 habitantes, por la aparición de la variante ómicron y el aumento de las celebraciones de empresa y familiares. Esta nueva variante tiene más capacidad de infección o contagio, pero a la vez, podría llevarnos a un nuevo escenario, de coexistencia más apacible con el virus.
La inmunidad de grupo es difícil. La revista científica The Lancet, en un reciente artículo, se plantea que España podría haber alcanzado la “deseada inmunidad de grupo”, por la alta exposición al virus y, el éxito de la campaña de vacunación.
La enfermedad, no deben hacernos olvidar, que es una patología sistémica con el sistema inmune hiperactivado, y un amplio abanico de secuelas tras el proceso inicial. Se constata que del 10 al 30% de
pacientes, tiene efectos residuales, principalmente fatiga crónica y debilidad muscular, que requiere seguimiento.
Recientemente Pfizer y Merck han sacado al mercado la píldora antiviral, y más tarde será Roche. Ello evitará la posibilidad de desarrollar procesos graves de la enfermedad y, muchos ingresos hospitalarios.
La pandemia ha significado un profundo cambio en la comunidad. Volver a lo de antes, no me gusta la expresión “nueva normalidad“, es una utopía, pero sí creo que se necesita una transición innovadora, con un nuevo escenario social y sanitario.
¿cómo gestionaR el futuRo? Durante esos dos años de pandemia he vivido como médico, una asistencia médica distante, demasiado distante del paciente. Era necesaria la distancia para evitar contagios, imprescindible la teleasistencia médica con las consultas virtuales ante la grave situación, pero en mi opinión se ha abusado en su utilización. La necesidad de estar cerca del paciente para observarle, mirarle y explorarle no sustituye generalmente el teléfono, no vale para cualquier tipo de consulta .No cabe duda que la tecnología es una herramienta útil pero con límites y marco regulatorio. El teletrabajo perjudica la creatividad necesaria, tiene carencias como la confidencialidad, el aislamiento, pero con todas las ventajas demostradas debe quedar como un proceso de mejora, principalmente en la calidad de la información y en la atención del enfermo crónico.
En el contexto actual lejos de ver el final, es necesario un proceso de mejora con mayor participación y responsabilidad del ciudadano .El Sistema Nacional de Salud tiene ya 50 años y es preciso consensuar otro más fuerte, proactivo y adaptado a los tiempos actuales. Las nuevas estrategias que se deben proponer y marcar en el futuro son: - Defender y favorecer el empoderamiento y concienciación para la salud del ciudadano y la comunidad. Priorizando la situación de los mayores, para que preferentemente sean asistidos en sus domicilios. - Mejorar la gestión de la Atención Primaria .El personal sanitario ha estado al límite de sus capacidades, desbordado por la carga asistencial .Es el tiempo para fortalecer la capacidad asistencial con suficientes recursos humanos, materiales e infraestructuras. - La salud mental es una prioridad y exige un plan nacional urgente de implementación. Después de las cinco olas, los sanitarios son los principalmente afectados, un 6,5% tiene problemas de ansiedad y depresión. En general la ansiedad ha hecho mella en toda la población, pero su mayor impacto se ha visto más marcado en la población de escasos recursos, con limitación a la salud y a los servicios sociales. La intervención psicosocial debe
ser temprana, rápida y eficiente, priorizando los grupos de mayor riesgo, los más vulnerables. - A nuestra legislación le hace falta un marco normativo, que no de lugar a inseguridades jurídicas y paralice nuestra convivencia. Una futura ley de pandemia o Ley Orgánica de alarma sanitaria, sería una buena solución para funcionar todos con un criterio único y coordinado.
Aunque más el 90% de la población de Cantabria mayor de 12 años ya está vacunada con la pauta completa, debemos ser persistentes. Recientemente se ha aprobado la vacunación en la población infantil de 5 a 11 años.
Es importante la concienciación colectiva, llamar a la vacunación a aquellos que por desconocimiento, miedo o dejación, aun no se han inmunizado.
La pandemia está lejos del final, los riesgos de posibles rebrotes así como aumentos temporales de la incidencia, nos obligan a todos a una persistente alerta. No podemos relajarnos. La mascarilla, icono de esta pandemia, es prematuro quitarla precipitadamente en el interior de los lugares públicos y en aglomeraciones masivas.
Algunos de los hábitos higiénicos y costumbres adquiridas por los ciudadanos, deben ser mantenidos o desechados según el día a día.
Resulta imprescindible llamar a la prudencia, para aproximarnos gradualmente y con sentido a la deseada normalidad. Advertir en salud resulta un tesoro .La salud no es todo pero aporta esperanza.
Dr. Juan Calor Fernández Obregón
Especialista en Medicina Interna Ex profesor de la Facultad de Medicina de la UPV