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REPORTAJE / Indalecio Sobrino

Indalecio Sobrino (1940), es santanderino en su formas y lenguajes, al menos para los que le conocimos en su azotea- aljarafe del hotel México, donde tenía su apartado estudio de pintura y otras relacionadas con el mundo del Cine. Indalecio ha regresado al llamado Séptimo Arte y al que ha retornado con un libro bajo el brazo titulado ‘Aquellos años de Cine’. En el texto desglosa y rescata sus inicios y remembranzas en la pintura a través de las películas que vio en su niñez y juventud en las salas de Cine de la capital cántabra. “En el cine, a la entrada, se vendían caramelos, pero dentro se estaba en un silencio expectante, mientras daban el NO-DO y se esperaba el título de la película, así como los actores que intervenían. A veces los títulos se daban al final y muchos éramos los que nos quedábamos a leerlos. Hoy, los ruidos de los come-palomitas distraen al público y molestan a los que somos cinéfilos, aunque ya menos, porque las películas ya no se refieren a una temática y unos géneros concretos como entonces: del Oeste o Wésterns, cine Negro, Fantásticas, Bélicas, de Guerras Medievales, de Aventuras, etc. A destacar las grandes producciones como ‘Los Diez Mandamientos’, ‘Casablanca’, ‘Lo que el viento se llevó’ y tantas y tantas del siglo pasado que merecen ser recordadas. En todas ellas se daba más importancia a los grandes formatos. Algo que la llegada de la televisión y sobre todo su popularidad y extensión a la práctica totalidad de todos los hogares, anuló las pantallas grandes a pesar de las inversiones de los propietarios de las salas en instalar nuevos recursos para conservarlas, éstas han decre-

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Indalecio tuvo parte de su cuadros de pintura todo el mes de diciembre en el edificio donde se ubica hoy el Centro Cívico de la Tabacalera, una exposición retrospectiva de su pintura al óleo realizada en aquel estudio del México, donde la luz penetraba a través de aquel bello ventanal en forma de arco

cido, Y es que antes el público del cine era muchos más crédulo e inocente que ahora”.

Indalecio tuvo parte de su cuadros de pintura todo el mes de diciembre en el edificio donde se ubica hoy el Centro Cívico de la Tabacalera, una exposición retrospectiva de su pintura al óleo realizada en aquel estudio del México, donde la luz penetraba a través de aquel bello ventanal en forma de arco de medio punto que en el interior expresaba austeridad no exenta de severidad, pero al exterior exponía una serie de florituras y blancos adornos que al observador externo, si era sabedor de quién usaba aquel espacio que formaba la techumbre del México, le daban idea de quién estaba en su interior explayando sus ideas, en diferentes formatos, sobre tauromaquia, cine y toda pintura figurativa que sus ágiles manos podían representar en ademanes múltiples. Su libro, editado por El Desvelo, ha sabido aunar sabiamente introduciendo algunos de sus dibujos de juventud, generando la suficiente atmósfera de contraste entre unas décadas y otras que dieron un sentido al pasado siglo XX. En breve llegará desde la catedral de Palencia a Cantabria, su otra exposición sobre la ‘La luz del silencio’. Estaremos expectantes.

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