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REPORTAJE / Dra. Beatriz Payá González

La Psiquiatría infantil parece haber alcanzado su mayoría de edad, pues nos dice Beatriz Payá que el pasado año 2021, “fue aprobada y reconocida como especialidad, un logro por el que llevábamos luchando muchos años”. El reconocimiento de esta nueva especialidad contribuirá a una mejor formación y cualificación de profesionales con los que podremos contar para un futuro y ayudará al desarrollo de más y mejores recursos de tratamiento.

Payá es nacida en la Coruña y vino a Santander en el año 2001, tras realizar su formación como psiquiatra infantil en la Universidad de Iowa en EEUU. Nuestra psiquiatra infantil, es reconocida en los foros nacionales e internacionales donde ha sido ponente acerca de su especialidad médica, la cual a muchos les da un respingo cuando se la citan. Beatriz valora a los niños mediante juegos, dibujos y otros métodos que pueden ayudar a explorar mejor los síntomas de trastornos mentales, ya que sus pacientes, debido a su edad, tienen más dificultades para verbalizarlos. La detección a tiempo de la patología mental, es algo fundamental, ya que como nos dice Payá, si no se hace un adecuado diagnóstico de la enfermedad psíquica y esta no se trata precozmente, puede tener consecuencias tan devastadoras como el suicidio. Así, el suicidio en los jóvenes, como otras muchas patologías mentales es un problema de Salud pública al que la sociedad deberá hacer frente más pronto que tarde. Para esta psiquiatra gallega, debajo de un suicidio hay en la gran mayoría de los casos patologías mentales sin identificar, una de las más prevalentes es la depresión.

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Durante la conversación, Payá se expresa de manera didáctica, al hablarnos de la depresión. Trastorno mental que tiene presencia tanto en niños y adolescentes como en adultos. “La edad infantil tiene sus dificultades diagnósticas dado que la expresión de la enfermedad es diferente a la del adulto. Así, en los niños y adolescentes la depresión se manifiesta en forma de irritabilidad casi constante, a diferencia de los adultos donde predomina un ánimo bajo. Y, aunque comparte

Nuestra psiquiatra infantil, es reconocida en los foros nacionales e internacionales donde ha sido ponente acerca de su especialidad médica, la cual a muchos les da un respingo cuando se la citan.

síntomas comunes con la depresión del adulto como la fatiga, el aislamiento social y la dificultad para dormir, en los niños son frecuentes los síntomas somáticos, como los dolores abdominales y de cabeza, y la disminución del rendimiento escolar. Por otro lado, los adultos tienen mayor capacidad para verbalizar a los especialistas los síntomas e identifican mejor los cambios que están experimentando debido a su enfermedad. De ahí que el especialista debe recurrir a realizar una entrevista con métodos diferentes, dependiendo de la edad del enfermo. La familia no suele detectar fácilmente los síntomas que experimentan sus hijos como depresión, y aún menos en personas adolescentes, ya que pueden confundirlos con los cambios típi-

cos de la adolescencia, cuando lo que hay bajo todas esas expresiones visibles, es un problema psíquico más grave y que debe tratarse por profesionales.

Debe advertirse también –señala Beatriz– que la depresión tiene también una base genética, los antecedentes familiares se dan sobre todo en las depresiones endógenas o de tipo bipolar. Hay también trastornos depresivos que pueden emerger ante desencadenantes o predisponentes ambientales, los traumas tempranos y el stress pueden generar cambios cerebrales que lleven al niño o al joven, a desarrollar un cuadro depresivo. paciente en la consulta lo más precozmente posible, bien por iniciativa propia o acompañado de sus familiares”. Nosotros debemos hacer un buen diagnóstico y poner rápidamente en marcha un plan de tratamiento adecuado para minimizar el impacto de la enfermedad. Para paliar o detener esos efectos se usan medicamentos antidepresivos, tanto para jóvenes como para adultos. En los niños también está indicado usar otros métodos terapéuticos como la psicoterapia, así como tratar de reducir al máximo los factores de estrés, ya que esto aumentaría el riesgo de una posible tentativa suicida. Por ello el psiquiatra infantil y de adolescentes, debe trabajar mucho con la familia para ayudarles a entender lo que le está ocurriendo a su hijo y hacer

recomendaciones de cómo deben tratarlos. Mostrar empatía con lo que les pasa es un factor clave para la mejoría y, a veces los padres, desde el desconocimiento, pueden adoptar posturas rígidas o exigentes, que empeoran la relación entre ellos y es contraproducente para lograr la recuperación.

Las claves para detectar una depresión en los adolescentes, son la irritabilidad, el aislamiento, el cansancio, los cambios en el apetito y en el sueño, que suelen acompañarse de una bajada brusca en el rendimiento escolar. En el adolescente también pueden aparecer conductas de riesgo y consumo de sustancias.

Payá nos adelanta que las cifras de prevalencia de la depresión han aumentado en los últimos años y se ha disparado con la actual pandemia, como luego nos

PREVENIR ANTES DE TENER QUE CURAR La depresión debe prevenirse antes que sea tarde, nos dice Beatriz y añade: “para ello debemos valorar al

Las claves para detectar una depresión en los adolescentes, son la irritabilidad, el aislamiento, el cansancio, los cambios en el apetito y en el sueño, que suelen acompañarse de una bajada brusca en el rendimiento escolar.

explicará. La psiquiatra nos precisa que ese aumento de la citada patología mental se debe a la conjunción de muchos factores entre los que destaca los cambios socioculturales, la pobreza, y el impacto de posibles situaciones de violencia en el contexto escolar y familiar. Hay grupos de especial vulnerabilidad como son los niños con discapacidad o el colectivo LGBTQ, con mayor riesgo de exposición al acoso escolar. También son altamente vulnerables los adolescentes emigrantes donde se conjugan muchos factores de stress, la pérdida de su marco de referencia cultural y las dificultades de adaptación en un momento tan delicado como es la adolescencia. También incide en el papel del consumo de sustancias como predisponente o agravante de la patología mental en estas edades.

La psiquiatra nos insiste “en la necesidad de apostar más por la prevención y en la inversión de más recursos para el abordaje de la patología mental en estas edades”. La prevención evita el desarrollo de la enfermedad y la evolución al desarrollo de cuadros graves que requerirían de tratamientos más intensivos y complejos, lo que implica un aumento del gasto sanitario. Invertir en prevención es fundamental para la mejorar de salud mental de los adultos del futuro. Para ello es necesario aunar esfuerzos de diferentes instituciones sanitarias y sociales tratando de disminuir los factores que predisponen a la patología mental, luchar por erradicar las situaciones de pobreza, detectar precozmente a niños en situaciones de exclusión o riesgo de violencia, realizar intervenciones en contexto escolar para prevenir el acoso escolar y mejorar las habilidades de nuestros jóvenes para hacer frente al stress y la frustración. También es necesario que tengan información sobre las consecuencias negativas del consumo de sustancias y de los riesgos asociados al mal uso de las nuevas tecnologías como el ciber-acoso o la violencia por redes sociales que pueden tener repercusiones serias, en su salud futura.

LOS SUICIOS SON MÁS PREVALENTES POR LA DEPRESIÓN Preguntada abiertamente sobre el tema de los suicidios Beatriz nos responde que el suicidio es actualmente la primera causa de muerte entre los adolescentes, junto con los accidentes de tráfico y que, debajo del suicido es frecuente la existencia de un trastorno mental sin diagnosticar. En los adolescentes hay que tener en cuenta que, debido al mayor componente de impulsividad, pueden producirse tentativas de suicidio graves ante situaciones de frustración o stress. Un malestar emocional intenso por el abandono de la pareja, problemas con amigos, fracasos académicos, etc. pueden conducir al suicidio impulsivo en estas edades. Las tentativas suicidas son una señal de advertencia de que “algo va mal” por lo que nunca deben subestimarse, aunque sean leves.

Tras una tentativa suicida es crucial realizar una intervención de la patología mental existente o de los factores que hayan podido actuar como gatillo. Para ello es importante la valoración rápida por un profesional. “El suicidio se puede prevenir mejorando la formación de los colectivos profesionales que trabajan con población adolescente y establecer una coordinación estrecha con los colegios y los pediatras de atención primaria”. También es importante realizar una educación socio-emocional que ayude a los jóvenes a tolerar mejor las emociones negativas y orientarles a que pidan la ayuda adecuada cuando lo necesitan.

LAS DROGAS COMO DESENCADENANTE DE ENFERMEDAD MENTAL Según Payá el consumo de sustancias es otro de los factores que predispone a la aparición de trastornos mentales. Es preocupante como la edad de inicio de consumo de drogas está siendo cada vez más precoz, situándose para el alcohol entre los 12 y los 13 años. Por otro lado, se está viendo un cambio en el patrón de uso en estas edades, predominando el consumo en ‘atracones’ donde los adolescentes ingieren gran cantidad de alcohol en un espacio breve de tiempo, con un riesgo mayor de daño y consecuencias negativas para la persona. Hay muchos riegos asociados al consumo de alcohol en estas edades. En primer lugar, cuando un niño empieza a beber antes de los 15 años, es mucho más propenso a convertirse en un bebedor crónico. Por otro lado, bajo los efectos del alcohol y otras drogas aumenta la probabilidad de conductas sexuales de riesgo, accidentes de todo tipo (automovilísticos, caídas, ahogamientos), suicidio o ser autor o víctima de delitos violentos/sexuales.

Es también preocupante el consumo de cannabis en estas edades que puede desencadenar trastornos tan graves como las psicosis. “El consumo de drogas tiene efectos muy nocivos para un cerebro que está en pleno desarrollo y lo puede llevar a problemas de comportamiento, daño permanente en la memoria y desarrollo de trastornos mentales graves”. Beatriz Payá subraya que la educación es un elemento fundamental. Los menores perciben el alcohol y el cannabis como sustancias poco peligrosas y desconocen las consecuencias tan graves que puede tener para su salud. También es importante tomar medidas para evitar la fácil accesibilidad que tienen los menores para obtener bebidas alcohólicas.

VIRUS, CONFINAMIENTO Y SUS EFECTOS EN JÓVENES La pandemia y el confinamiento, han desatado una serie de efectos negativos en nuestros jóvenes que, a juicio de la profesional, “han actuado como desencadenantes de patología mental en niños y adolescentes y ha agravado trastornos mentales preexistentes con un claro aumento de casos graves que están precisando de hospitalización, sobre todo por tentativas autolíticas y trastornos de la conducta alimentaria. Hay muchos factores que han influido en esta avalancha de trastornos mentales en menores. “Los niños y adolescentes han tenido que enfrentarse al aislamiento social y al cierre de los colegios, a la suspensión de actividades deportivas y de ocio, en una edad donde la relación con sus iguales y divertirse es fundamental “. Han sufrido mucha incertidumbre y han respirado continuamente información sobre muerte y enfermedad, siendo señalados en ocasiones como responsables de la propagación del virus. Muchos niños, sobre todo aquellos con bajos recursos económicos y con situaciones de violencia en el hogar, han estado en situaciones de especial aislamiento y riesgo, al carecer de medios telemáticos y ser apartados del contexto escolar, un medio habitual de detección de este tipo de problemática. Por otro lado, en algunos casos, como el de niños con dificultades escolares, de adaptación o acoso escolar previo, la pandemia ha rebajado el estrés, especialmente durante el período en que tuvieron que usar la Educación en línea (on line). Estos menores se han visto arropados o protegidos mientras estuvieron confinados en sus casas, pero han tenido serias dificultades a la hora de reincorporarse a las aulas. Por tanto –nos precisa la psiquiatra– se ha visto un subgrupo de afectados que están sufriendo ahora trastornos de ansiedad al tener que volver a la vida activa y social, sea en los centros educativos o en lugares públicos y sociales que antes frecuentaban”, concluye.

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