BUCHACA GENEROSA #11
ÍNDICE 01
SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DE LOS MUSEOS EN COSTA RICA: MUSEO DE ARTE Y DISEÑO CONTEMPORÁNEO
02
(TRATAR DE) ENTENDER DESDE LA INCERTIDUMBRE
03
FUSIÓN MADC -MAC: APUNTES PARA LA ACCIÓN
04
EN LA DIVERGENCIA ENTRE EL MADC Y EL MAC HAY MUCHO MÁS QUE UNA D
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EL AMOR CANCELADO
06
QUERI DO ALEJ ANDRO
07
EL CAMBI O ESTÁ EN ( HACER) LA COMUNI DAD
VIRGINIA PÉREZ-RATTON
FIORELLA RESENTERRA
MARÍA JOSÉ MONGE PICADO
GABRIELA SÁENZ-SHELBY
EDGAR MORA ALTAMIRANO
EMMANUEL RODRÍGUEZ CHAVES
RENOVARTE
BUCHACA GENEROSA – ED. 11 09 DE OCTUBRE 2020 Esta edición de Buchaca Generosa está dedicada al presente de nuestras instituciones culturales: las preguntas que les hacemos, nuestras expectativas, incertidumbres, preocupaciones, deseos, frustraciones y cuestionamientos. Hemos querido reunir aquí un primer conjunto de voces de la escena local para articular una lectura preliminar de lo que estamos atravesando. Si bien las discusiones en Costa Rica sobre este tema se han acelerado a partir del reciente abrupto cambio de dirección del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) –y el anuncio de una posible “fusión/mutualización” con el Museo de Arte Costarricense (MAC)–, lo cierto es que las interrogantes sobre el trabajo y la responsabilidad de las instituciones viene de mucho atrás y exigen ser analizadas y vistas desde perspectivas más amplias. Es claro que la situación de crisis que atraviesan (atravesamos) las instituciones no es solo consecuencia de la pandemia, sino un efecto progresivo de la manera en que la cultura ha empezado a ser gestionada bajo una lógica neoliberal y organizada en torno a un modelo empresarial de sujeto creativo. La situación nos exige una visión y un vocabulario nuevo que nos desplace de la discusión sobre formas estéticas e historia del arte, hacia preguntas sobre la estructura económica y política de la gestión, sobre el poder de la representación, sobre las formas en que las imágenes (o el arte) permiten hacer legible una situación política específica. ¿Qué es lo que implica gestionar espacios en un contexto donde los artistas no tienen condiciones mínimas para subsistir? ¿Cómo va a afectar esta crisis una infraestructura institucional ya de por sí profundamente frágil y desigual? Pero aun cuando el cinismo parece ser la respuesta más fácil, nos interesa colocar la pregunta sobre cómo reclamar el compromiso como el único motor de transformación. Esta Buchaca –la primera dedicada a un único tema– reúne diversos materiales. Abrimos con un texto escrito por Virginia Pérez-Ratton, en 1997, que permite situar un antecedente importante para el debate de la “fusión de museos” pero, sobre todo, para comprender que la incapacidad estatal de comprender la complejidad operativa de las instituciones –y sus proyectos intelectuales y críticos– no es algo nuevo ni aislado. Se incluyen también textos de tres (ex) directoras y curadoras de museos estatales, Fiorella Resenterra, María José Monge Picado y Gabriela Sáenz-Shelby, que analizan el horizonte de las políticas públicas y la preocupante opacidad de los comunicados que han circulado en torno al destino del MADC y el MAC. Dos contribuciones, de les artistas Emmanuel Rodríguez-Chávez, Ismael Quezada Loaiza y Paula Díaz Solano, colocan preguntas personales sobre la institucionalidad y el poder de los sistemas del arte en Costa Rica, enfatizando la profunda desconfianza y desazón que muchas veces genera. Contamos además con la colaboración de Edgar Mora Altamirano, ex Alcalde de la Municipalidad de Curridabat y ex Ministro de Educación, quien nos invita a reflexionar sobre el rol de la cultura y el arte en nuestras vidas entendido como parte de un proyecto político social nacional.
SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DE LOS MUSEOS EN COSTA RICA: MUSEO DE ARTE Y DISEÑO CONTEMPORÁNEO¹ Virgínia
Pérez-Ratton
Introducción Las formas de estructura social, política, económica y cultural a las que hemos estado acostumbrados se están modificando ante nuestros ojos por el acelerado proceso de transformación de los últimos años, el final de un ciclo de desarrollo frenético en todos los campos. Todas las instancias relacionadas con el bienestar de la sociedad y con la calidad de vida, y particularmente las instituciones culturales, se resienten de este proceso, no sólo en Costa Rica sino en el mundo entero, y necesariamente deben reaccionar y adecuarse, porque su supervivencia depende de ello. Si la estructura social es afectada por este redimensionamiento, estas instituciones, específicamente los museos y sobre todo los que se ocupan del arte de nuestro siglo, deberían convertirse hacia lo interno en un espejo donde se mira la sociedad y se reflejan las conductas que obedecen al cambio, y hacia lo externo en fuerzas que induzcan a una toma de conciencia sobre la necesidad de su existencia. Gran parte de este fenómeno de cambio se focaliza en una honda preocupación, un temor que infunde un futuro que apenas se vislumbra, y que se debe afrontar con suma contención. Esta inquietud se presenta de manera aún más aguda en países como los nuestros, periféricos económica y culturalmente, mucho más susceptibles de ser absorbidos por los cambios acelerados debido a la fluencia de culturas externas y a la masificación en todo sentido. En Costa Rica, esta preocupación es evidente, y es sintomático de un malestar general en lo que respecta a la cultura que durante todo este año se hayan realizado un sinnúmero de eventos, charlas, tertulias, antitertulias, foros y demás (1997) espacios de discusión, pleito, encuentro y desencuentro, todos enfocados a lo que ha pasado, está pasando y, si confiamos en los vaticinios de diversas personas, lo que apocalípticamente nos sucederá si no tomamos medidas urgentes, pero nadie realmente sabe cuáles podrían ser y cuáles serán aceptadas. 1. Situación general Es un hecho innegable que la capacidad expositiva y la infraestructura museística del país se ha incrementado sensiblemente en los últimos años. Irónicamente, esta ampliación de las posibilidades coincide con un período de replanteamiento de las funciones y del tamaño del Estado, que indirectamente cuestiona la existencia misma de las instituciones que dependen de él y que, en algunos casos –el nuestro, por ejemplo–, acaban de ser creadas para cumplir una nueva función, más específica que instituciones creadas anteriormente, para llenar las necesidades que plantea una nueva situación, radicalmente diferente que aquella que dio nacimiento al Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes y a las primeras instituciones dedicadas a la gestión cultural en los años setenta. 1 Texto originalmente publicado en Cambio de época y producción cultural desde Costa Rica, San José, Centro Cultural de España, 1997, pp. 157-162.
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Así, la cantidad de museos en Costa Rica es impresionante: museos nacionales, regionales municipales, eco-museos, museo de la carreta, museos de arte, museos de la marina, de la pesca, hasta un museo vernáculo (privado) que se llama La Trifulca en Liberia. No estoy en capacidad de hablar de la situación de todos ellos, por ello me refiero específicamente al Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), dentro del contexto general del país. La situación de los museos en Costa Rica varía mucho según la institución. En nuestro caso, la situación actual es como el pronóstico del tiempo, sólo sabemos lo que vemos al día de hoy y las previsiones no siempre coinciden con la realidad. Para el MADC, así como para el resto de las instituciones del Estado dedicadas a la cultura, la situación parcialmente depende de su estructura jurídica y del nivel de independencia que pueda tener para actuar. Pero, al igual que las perspectivas de futuro, es absolutamente dependiente de la visión que tengan los sucesivos responsables de un presente muy corto. Y, de una manera accesoria de los que sucesivamente las dirijamos: depende del Ministerio de Cultura de turno, depende del Ministerio de Planificación, del Ministerio de Hacienda, depende de los diputados, depende de la voluntad política, de la Contraloría, de la Sala IV. En un país que cuenta con un Ministerio de Cultura desde hace veinticinco años y cuyo desarrollo cultural y artístico se ha intensificado y profesionalizado a partir de esa fecha, sobre todo en la década pasada en el campo de la plástica, es de esperar que se cuente con espacios diferenciados para la exhibición, la investigación, y la difusión de arte que corresponde a diversos momentos de la historia. Volviendo al MADC, si el país, en seguimiento a una tradición que lo caracteriza, tuvo la visión de abrir un espacio para la contemporaneidad, y si este espacio ha probado su validez, el país deberá de igual forma asumir la responsabilidad de sostener una institución que ha definido un perfil claro, orientado hacia el futuro, y que, además de su trabajo local, ha logrado una proyección internacional importante en menos de tres años. Sin embargo, la falta de conocimiento real y el espectro de la reforma del Estado han orientado esta reestructuración hacia las mismas instituciones, las creativas y productoras, y no hacia la estructura legal y jurídica de una Administración Pública complicada que hace tan difícil trabajar. 2. Situación del MADC El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) se concibe en los años noventa, inicialmente, como un museo de arte contemporáneo latinoamericano, y posteriormente se modifica su vocación al incluir el diseño como disciplina integral en su función, sobre todo a raíz de la influencia de profesionales relacionados con el diseño industrial, como Óscar Pamio. Este perfil es muy interesante, pues recoge las dos vertientes de la creación humana: aquella que se orienta hacia lo utilitario, que tiene una intencionalidad práctica, que produce armonía entre el ser humano y el objeto y la obra, la creación, como la expresión puramente artística cuya intención es otra, que puede conmover, que apela a otras áreas del entendimiento, que en muchos casos cuestiona y busca producir una desestabilización del espectador y no una armonía. El Museo se inaugura al final de un período socialcristiano, caracterizado por un intenso trabajo en infraestructura que modifica sensiblemente el panorama expositivo y museístico del país, pero sin que se tuviera aún una clara conciencia de la complejidad de la contemporaneidad y de las funciones que este nuevo museo deberá asumir. Tampoco se había analizado la manera de “explotar” todos los diversos espacios expositivos que aparecieron.
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Hace un par de meses nos sentamos Eduardo Faith (director del Museo de Arte Costarricense [en 1996 y 1998]) y yo en una mesa flanqueados por autoridades de Planificación y Cultura, convocados por la Asociación de Artistas Plásticos, preocupados por los rumores y movimientos de fusiones, desapariciones y demás espantapájaros de la reforma del Estado. En ese momento se discutía una propuesta de los responsables de la reestructuración del MCJD [Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes] en el sentido de fusionar ambos museos de arte, y se discutía en términos de “duplicidad de funciones”. Tales términos, además de infundados, y en mi humilde opinión totalmente ridículos, servían para presentar una opción para “reducir el Estado” mediante dicha fusión. En Costa Rica hay tres grandes museos que exhiben e investigan sobre el arte prehispánico y tienen colecciones de jade, oro, piedra y cerámica indígena: el Museo de Oro, el de Jade y el Museo Nacional. Jamás he oído a nadie decir que deberían fusionarse (aunque dependan de instituciones diferentes). Se adujeron problemas de espacio en el Museo de Arte Costarricense (MAC): el MoMA de Nueva York sólo puede exhibir un pequeñísimo porcentaje de su colección total, pero no busca resolver sus problemas agregándose el New Museum, por ejemplo, sino que busca soluciones internamente para sus propios problemas. Durante ese encuentro, el punto quedó claro en cuanto a las posiciones de los directores del MAC y del MADC, y se leyó la comunicación oficial del Ministro de Cultura, en el sentido de mantener la independencia de ambas instituciones, y la de fortalecer el MADC mediante la presentación de una ley que le diera existencia jurídica, pues ya existe de hecho, y está vivito y coleando. Parecería que todo está decidido y asumido, por lo menos desde la perspectiva de los directores, pues como ustedes saben eso siempre es accesorio mientras la política mande. De hecho, no es tan claro, y persiste el ambiente de conejos y sombreros. La ley se ha presentado, tratando de que la vocación del MADC se respete y se le dé continuidad a los programas iniciados tanto en la parte expositiva como en la investigación y en las publicaciones. 3. Perspectivas a. Propuestas Si la voluntad política se da realmente, con un interés genuino basado sobre una comprensión y un conocimiento reales, se podría vislumbrar un mejor futuro para los museos de arte, apoyado sobre una estructura de cogestión. El Estado podría aportar el financiamiento básico para salarios y funcionamiento fijo, y en la medida en que se pudieran lograr incentivos fiscales para donadores privados, se podría lograr mayor apoyo financiero, tanto nacional como internacional. Además, se deberían eliminar dos conceptos que afectan directamente la generación de recursos sanos por parte de las instituciones, museos o teatros: el famoso “techo presupuestario” y el principio de universalidad de los fondos. Esto permitiría a las instituciones generar sus propios recursos sanamente, y compensar de manera eficiente lo que el Estado ex benefactor ya no le puede dar. No sé si ustedes saben que nosotros no podemos cobrar por la entrada y utilizar esos recursos: tendríamos que entregarlos a la caja única del Estado. Los Museos del Banco Central, antes de la creación de la Fundación, no podían vender costosas y bellísimas publicaciones porque el Estado no podía lucrarse, sino que había que regalarlos.
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Por otro lado, es prioritario establecer, en conjunto con profesionales del ramo, políticas claras, definiciones de perfiles de las instituciones que les confieren su propia identidad, sea quien sea el director de la institución. El Museo Pompidou no cambia su orientación por un cambio de gobierno o un nuevo Director. Lo mismo sucede con el Reina Sofía: podrá tener un carácter diferente la dirección, pero el Museo sigue con su orientación. Otra medida importante es la despolitización de los puestos de directores, no sólo para contar con personas capacitadas en los puestos claves, sino para que se logre realizar una labor a largo plazo y consolidar proyectos más de fondo, que a veces un solo período no permite realizar. Hay publicaciones razonadas, por ejemplo, que se deben planificar a muchos años vista, para no caer en la usual improvisación a la que nos obliga un período que no son cuatro años, son dos: durante el primer año, se van varios meses en el acomodo, la herencia de proyectos anteriores, y otros. Durante el segundo y el tercer año se pueden lograr ciertas cosas y el último se trabaja en un ambiente electorero que, como todos sabemos, encauza fondos y energías de maneras bastante sui generis. Además, ni la “sociedad civil”, que ahora debe asumir supuestamente lo que el Estado deja de hacer, ni las organizaciones internacionales de ayuda se verán estimuladas a colaborar financieramente con instituciones cuya estabilidad está siendo cuestionada constantemente o cuyas políticas varíen cada cuatro años. Es imposible pensar en una perspectiva real de futuro para ninguna institución mientras no exista claridad y seguimiento en las políticas y definiciones. b.-El Museo de cara al siglo XXI: Una vocación diferente En lo que nos concierne directamente, considero al museo contemporáneo como ente actuante de una sociedad, el cual debe replantearse su misión para ir más allá de la colección, conservación y exhibición. Modificando su definición inicial como depositario de un acervo o investigador de un pasado, el MUSEO del inicio del 2000 debe adecuarse y transformarse de manera que sea capaz de leer los signos del tiempo. El museo contemporáneo encuentra su validez y legitima su existencia en tanto y en cuanto actúe como testimonio y memoria crítica de su época. Si el espectador está en capacidad de ver y comprender en función de lo que sabe, el papel del museo se redefine, en primera instancia, en tanto asuma su función como difusor, punto de convergencia y formador de criterio individual. Esto cobra mayor importancia para nuestra región, excentrada no sólo de los núcleos supuestamente productores, sino, sobre todo desconocida o ignorada por muchos de los generadores de crítica y de pensamiento. El MADC ha definido su vocación claramente, adaptando el concepto de museo contemporáneo a nivel internacional a las circunstancias específicas y a las necesidades y posibilidades de un medio como el nuestro, pero siempre tendiendo a integrarlo dentro de un circuito reconocido internacionalmente. Para resumir, en lo que concierne a su vocación, un museo de cara al futuro debe ser un espacio de encuentro, de riesgo, punto de convergencia, ventana y portal de diálogo, confluencia de artistas de latitudes diversas, red de apoyo y eje de discusión, punto focal de la actualidad y transmisor de información en una de las áreas del continente menos conocidas y con menor difusión en los circuitos del arte contemporáneo a nivel internacional. En lo que concierne a su mantenimiento y financiación, sólo será posible si se llega a un entendimiento con el Estado: participación básica del financiamiento público, aporte privado y generación de recursos propios. Es imprescindible contar con un
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aporte básico estatal, así como el apoyo a largo plazo en cuanto a programas. Y esto creo que puede aplicarse a la mayoría de las instituciones. En cuanto a la estructura que puede funcionar de cara a estas nuevas circunstancias, se debe plantear una estructura mixta. Se habla de reforma del Estado, de reestructuración, de reducir el aparato estatal, pero las estructuras mentales siguen siendo las mismas, y la orientación de esta reforma, por lo menos en cultura, ahuyenta la cooperación pública/privada. Se están tomando medidas sin que haya soluciones alternas y, si queremos hablar de perspectivas, entonces la reforma del Estado y la reestructuración deben aplicarse a otros sectores y no en lo que es el equivalente del sector productivo del país: las instituciones adscritas al Ministerio de Cultura. Este replanteamiento debe enfocarse más bien hacia las estructuras administrativas, y legislando de manera que se flexibilizan los procedimientos, se liberalicen ciertos mecanismos y se descentralicen estas estructuras que son las que realmente le impiden a estas instituciones trabajar más intensamente.
San José, Costa Rica. 1997
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( T R A T A R E N T E N D E R
D E )
D E S D E
L A
I N C E R T I D U M B R E M A D C
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M A C
FIORELLA RESENTERRA El café de la tarde del 17 de setiembre nos lo tomamos junto a otro trago amargo: el plan para negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual, al referirse a la “Transformación y Fusión del Órgano Desconcentrado con otros entes”, anunciaba: Museo de Arte y Diseño Contemporáneo: Fusionarse con el Museo de Arte Costarricense (Pertenece al Ministerio de Cultura y Juventud-MCJ). El siguiente trago amargo será tratar de entender las maneras en las que piensa y funciona el Estado costarricense. Su lógica de pensamiento es muy ajena a la posición del sector artístico y cultural, y esto provoca una fractura en las percepciones y, por consiguiente, en las formas de reaccionar y posibilitar el diálogo. Señalar las carencias, evidencia la falta del conocimiento mutuo y alimenta las decisiones políticas, respaldadas por un sector desarticulado que se fija en los tropiezos del otro, sin balancear lo complejo del entorno. Después de una avalancha improvisada de cuestionamientos el 19 de setiembre, el MCJ publicó en su Facebook: “…comunicamos que la ruta de trabajo avanzada en torno al MADC y el Museo de Arte Costarricense - MAC junto a MIDEPLAN, y que estaremos dialogando con los cuerpos colegiados del sector a partir de la semana próxima, es la mutualización de servicios de apoyo. Esto significa la generación de un centro de servicios compartidos de apoyo (es decir, de los servicios no sustantivos) que permita suplir vacíos de estructura actual de aquellas instancias que los tienen, respetando la identidad singular que conocemos de cada entidad. Lo anterior en función del resguardo de sus mandatos institucionales, interlocutores y posición en la escena cultural y de la difícil coyuntura del país. Además de coordinar con el Consejo Económico de cara al proceso con el FMI, el MCJ hará la comunicación formal de los elementos de análisis con el sector a partir del 30 de este mes.” Para ilustrar esta nota, se seleccionó una
imagen del portón cerrado de la entrada del CENAC que da acceso al MADC. Casi una semana después, el MADC emitió una declaración sobre esta propuesta en la cual aclara que la iniciativa de fusionar estas instituciones no viene de parte de ellos. Además, se comprometía a “velar, defender y recalcar la particularidad, especificidad y autonomía institucional que tiene el MADC como órgano desconcentrado” y finalmente, endosa y suscribe confiadamente las palabras del Ministerio sobre la promesa de que el cambio será con miras a agilizar los procesos administrativos de ambas instituciones a partir de un centro de servicios compartidos de apoyo. Esta nota la firman la directora y las juntas del Museo (Administrativa, Fundación y Curadores); y aunque la presidenta de la Junta Administrativa es la Ministra de Cultura, quien firma como representante es su vicepresidenta. El MAC fue el que más tardó en reaccionar. Su comunicado del 25 de setiembre inicia de esta forma: …”El Museo de Arte Costarricense (MAC) es la institución tutora de las artes visuales en Costa Rica, y mediante sus actividades museológicas ofrece, desde hace 43 años, …” () y continúa con un listado de sus funciones, actividades y algunos datos estadísticos generales; agrega que sus muestras son de arte tradicional, moderno y contemporáneo costarricense e indica que es el responsable de la supervisión de las colecciones de artes visuales de las instituciones estatales. Solo en las líneas de su último párrafo hace mención a la “mutualización de servicios de apoyo”. Mientras que el MAC se proyecta como el rector del sector y aprovecha la oportunidad para posicionarse en sus funciones por ley, su antigüedad, amplitud y alcance de acción; el MADC, tímido y cauto, queda a la espera. Sin embargo, ambos museos comparten el discurso oficialista cuando afirman que el proyecto está dirigido a fortalecer procesos administrativos que no afectarán los “sustantivos”. ¿Dónde está la fina línea entre la gestión burocrática y la operatividad museológica y los discursos particulares de cada museo? Y, ¿qué se entiende por servicios sustantivos? Días después apareció una información en La Nación que seguramente pasó inadvertida por su título: “Gobierno le planteará al Congreso la fusión del COSEVI y CTP con el MOPT”. Argumenta que la medida de fusionar instituciones ahorraría un 0,2% del PIB para el
2024 y así dejará de “gastar dinero en estructuras administrativas duplicadas”. Supuestamente, el Gobierno le presentará a la Asamblea Legislativa un proyecto para “eliminar, trasladar y fusionar” órganos cuyo estatus de desconcentración no se justifica o es innecesario. Entre las fusiones se reitera la del MADC y el MAC. Irónicamente, esta publicación es la que contiene la explicación menos vaga: “Lo que se busca es establecer centros de servicios compartidos para adelgazar un poco el gasto por concepto de remuneraciones, desvincular a las personas servidoras públicas en una situación de que sus funciones se encuentran duplicadas y generar mayores eficiencias en el gasto, en relación con la prestación de servicios administrativos”, explicó la ministra de MIDEPLAN. ¿Por qué el discurso de reforma económica a nivel nacional subraya la acción de fusionar y desde Cultura se utiliza el neologismo de mutualizar? ¿Es reducir dos museos en uno igual a hacer que ambos compartan servicios de apoyo, costos y personal? ¿Por qué no se aprovecha y se agilizan las demás instituciones que trabajan con el patrimonio? Realmente no es cuestión meramente semántica; el enfoque que tiene un planificador o un economista es totalmente distinto al de un agente cultural. El MAC, establecido en 1977, para el 2020 tenía un presupuesto aprobado de ¢2.016,10 millones (según informe presupuestario DE0433-2019) y 65 puestos de trabajo. El del MADC (1998), en cambio, de ¢383,81 millones (DE-438-2019), y apenas 18 funcionarios. Es decir, el MAC tiene 525% más presupuesto que el MADC y más de tres veces su personal. Y sobre la optimización de recursos, el promedio de ejecución de presupuesto del MAC entre 2010 y 2017 fue de 66% y el del MADC de 88% aproximadamente, según datos del Departamento Financiero Contable del MCJ. Sería ingenuo, por no decir temerario, atreverse a decir que entre estos dos museos hay duplicidad de funciones. Para sus respectivas audiencias y públicos cautivos, está más que claro que ambos museos tienen discursos y naturalezas museológicas profundamente diferentes. El MAC tiene un ámbito de acción nacional y atiende al subsector de artes visuales, mientras que el MADC, desde sus inicios, ha tenido una visión de museo regional que abarca Centroamérica y parte del Caribe y, si bien es cierto tiene el encargo de atender específicamente arte contemporáneo, también visionariamente incluyó al diseño dentro de sus contenidos. Además, porta en su ADN la impronta de los procesos de internacionalización de artistas.
Sin embargo, intuyo que para quienes toman las decisiones el contenido de esta narrativa carece de importancia alguna; el enfoque es otro. La fusión del MADC y el MAC no debe adjudicarse solamente a la crisis económica por COVID-19. Desde febrero pasado, el MIDEPLAN, escudándose en la Ley Nº9524 "Fortalecimiento del control presupuestario de los órganos desconcentrados del Gobierno Central" (marzo 2018), anunció la intención de fusionar instituciones. Esto indica que premeditadamente se ha ido construyendo una red de decisiones concertadas y orientadas a la reducción de uno o de ambos aparatos museísticos. Esta propuesta está contemplada dentro del canon de ahorro de cara al FMI. Entonces es importante conocer el informe financiero de cómo se hizo el flujo proyectado para verificar que, efectivamente, es una transacción financiera que generará un ahorro significativo y, de paso, permitirá la agilización administrativa. Para poder comprender los alcances reales de esta propuesta, es vital saber a cuánto ascendería el ahorro monetario para que los museos sean capaces de ponderarlo con el valor simbólico, patrimonial y social que significaría esta reducción. Actualmente, ambos museos utilizan la Proveeduría Institucional del MCJ, su Asesoría Jurídica y el Departamento de Recursos Humanos, con lo cual, estos servicios ya están “mutualizados” o asumidos por el Ministerio. Además, para el 2021 el presupuesto nacional incluye a las instituciones desconcentradas, lo que significa que el presupuesto de ambos estará controlado por el Departamento Financiero-Contable del Ministerio. Esto sin mencionar que ambos son albergados por inmuebles patrimoniales, lo cual no comprende un canon de alquiler. ¿Qué otros servicios se compartirían? Ante la falta de información no nos queda más que cuestionarnos cómo estará siendo el proceso; ¿conocen las juntas todas las decisiones? ¿Desde cuándo? ¿Por qué la fuente fue el MIDEPLAN y no el propio Ministerio de Cultura? ¿Esta “mutualización” afectará a las juntas, su estructura y conformación? De ser así, ¿cómo se conformaría una sola junta para dos museos con especificidades tan distintas? ¿La estructura jerárquica y directiva se modificará en uno o ambos museos? ¿Las colecciones estarán siendo consideradas como no sustantivas; y por lo tanto, sufrirán modificaciones?
El MADC cuenta con una Junta de la Fundación Pro MADC. Por ley, está capacitada para captar fondos (públicos / privados), para el Museo. Además, en conjunto con el MCJ, nombra a su director (quien no está sujeto a los cambios de gobierno). Son pocas las instituciones que tienen el lujo de contar con este apoyo; y es precisamente en este sentido que podría resultar muy irónico que, en aras de agilizar procesos, se perdiera la posibilidad de tener una estructura que se dedica exclusivamente a levantar fondos. Asimismo, la Junta Nacional de Curadores, ente colegiado de especialistas en arte contemporáneo y diseño, supervisa su colección, procura su óptima conservación y vela por la apropiada representación del país en actividades artísticas internacionales. El MADC, en sus inicios, tenía el gran reto de posicionar el concepto de arte contemporáneo y de posicionarse como referente regional, iniciar la conformación de una colección ambiciosa y plantear una sostenibilidad presupuestaria. Su tabla de salvación y por un transcurso de más de diez años fue HIVOS, que le proporcionó la estabilidad financiera que tanto se necesitaba. Luego, el Museo debió consolidarse como ese híbrido entre faro y radar, echar mano a la innovación de propuestas, formar y cautivar públicos con programas de mediación y comenzar el proceso de articulación con la función pública. Actualmente, el desafío no se trata solamente de una sobrevivencia a costa de un presupuesto precario o de la maraña burocrática, sino de establecer cuáles son sus valores diferenciadores, la importancia de su patrimonio, de evidenciar los logros a nivel centroamericano y su impacto, de sostener su discurso y sus redes, aumentar su permeabilidad con las poblaciones que atiende y mantenerse firme como bastión de las prácticas contemporáneas y del diseño. Al final, como siempre, nos quedan más preguntas que respuestas. O capaz que llegó el momento de una discusión seria, rigurosa y en un marco de argumentos sólidos, sin depender de voluntades sesgadas o intereses personales sobre los museos estatales, su pertinencia, su posible reestructuración con base en políticas actualizadas y la capacidad de lograr un equilibrio entre la administración pública y una flexibilidad de gestión museológica acorde a los tiempos.
San José, 06 de octubre de 2020
FUSIÓN MADC-MAC: APUNTES PARA LA ACCIÓN MARÍA JOSÉ MONGE PICADO 1. El recuento de los daños La propuesta para optar por el Servicio Ampliado del Fondo Monetario Internacional (SAF) incluida en el “Plan para superar el impacto fiscal de la pandemia” (en adelante el “Plan”), que se hizo de conocimiento público en setiembre de 2020, y que el Presidente Carlos Alvarado suspendió ayer 04 de octubre, incluyó una propuesta de fusión del MADC-MAC, que amerita una reflexión sobre la forma y sobre el fondo, con miras a poder afrontar el proceso de diálogo que iniciará con miras a formular una nueva propuesta. El “Plan” comprendió como parte de sus “acciones permanentes para reducir y contener el gasto público” cinco tipos de medidas. De ellas, son relevantes para nuestros propósitos la tercera y la cuarta: (3) cierre, transformación y/o fusión de órganos desconcentrados y la eliminación de personerías jurídicas, y (4) reestructuración de departamentos de servicios de apoyo de los órganos desconcentrados.2 La fusión del MADC en el MAC se consigna en las páginas 39 y 40 del documento, sin explicación alguna de: a) el estudio técnico que le dió sustento, b) la contribución que esta fusión hará en la reducción del gasto, y c) las implicaciones concretas de esta fusión. Días después de que se publicó el “Plan”, el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) y los dos museos hicieron tres comunicados en sus páginas de Facebook: una aclaración el 19 de setiembre suscrita por el MCJ, una nota del 23 de setiembre suscrita por el MADC y un comunicado del 25 de setiembre suscrito por el MAC. Estas publicaciones enfatizaron el respeto a la independencia de competencias de ambos museos y afirmaron la inexistencia de un plan orientado a fusionarlos. El MCJ hizo referencia a una ruta de trabajo avanzada para la “mutualización de servicios de apoyo”, figura que describió como “(…) un centro de servicios compartidos de apoyo (es decir, de los servicios no sustantivos) que permita suplir vacíos de estructura actual de aquellas instancias que los tienen, respetando la identidad singular que conocemos de cada entidad” 3 Así, el MCJ ostentó la existencia de una ruta de trabajo, eliminó de tajo la figura de la “fusión” consignada en el “Plan” e introdujo la figura de mutualización. Por sus características, esta figura coincide con la de “reestructuración”, consignada en el numeral 4 de las acciones para reducir y contener el gasto público del “Plan”. Se trata así de dos escenarios distintos. Ambos desamparados a la libre interpretación, pues las comunicaciones del MCJ y de los museos suscitaron más suspicacias, y poco aportaron en la aclaración de los elementos necesarios para abordar con propiedad cualquier posible Se trata así de dos escenarios distintos. Ambos desamparados a la libre interpretación, pues las comunicaciones del MCJ y de los museos suscitaron más suspicacias, y poco aportaron en la aclaración de los elementos necesarios para abordar con propiedad cualquier posible negociación: a) los criterios que sustentaron la escogencia de estas instituciones, b) el porcentaje de reducción del gasto público que implicaría su fusión, y –dada la inflexión introducida por el MCJ– c) las diferencias y los alcances de las figuras de la fusión, de la mutualización y de la reestructuración. 1 Presidente de la República convoca al diálogo y anuncia que propuesta inicial al FMI no seguirá adelante. 04 de octubre de 2020. Casa Presidencial. Disponible en: https://www.presidencia.go.cr/comunicados/2020/10/presidente-de-la-republica-convoca-al-dialogo-y-anuncia-quepropuesta-inicial-al-fmi-no-seguira-adelante/ 2 Consejo Económico del Gobierno de Costa Rica. (2020). Plan para superar el impacto fiscal de la pandemia. Propuesta para negociar con el FMI. pp. 39-40. 3 MCJ. 19 de setiembre de 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/mcj.cr/posts/3591831240835232
2. Gobernanza de la cultura y participación ciudadana El problema es que en materia jurídica y administrativa no hay margen para la libre interpretación. Y si este contexto nos ha llevado a hacerlo, es claro que estamos inmersos en un problema de transparencia y de credibilidad que sintomatiza graves falencias en el modo cómo se está asumiendo la gobernanza pública de la cultura y la participación ciudadana. El “Plan” se enmarca en el proceso “Costa Rica Escucha, Propone y Dialoga”, entre cuyos principios medulares se encuentran la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas. Sin embargo, lo que ha prevalecido en torno a esta situación es la ausencia de información clara, el desinterés en espacios de diálogo y de participación, y la ausencia de rendición de cuentas. Estos factores alimentan la confusión y la desconfianza, son terreno fértil para la circulación de ideas conspirativas, promueven el disenso y el fraccionamiento sectorial y, más importante aún: desalientan la participación ciudadana en los procesos de análisis de los problemas y en la generación de soluciones. El MCJ no ha sido honesto. Sus acciones y sus comunicados así lo evidencian. Ha desdicho abiertamente la figura de la fusión y ha pretendido difuminarla a través de la imagen de la mutualización. ¿Se equivocó MIDEPLAN al utilizar el término fusión en un documento del que depende un préstamo de $1.750 millones? Si esta posibilidad existiera ¿por qué no hacer la aclaración del caso y corregir el error? Por otra parte, el MCJ señaló en su comunicado del 19 de setiembre y en el oficio DM-0910-2020, del 21 de setiembre, que realizaría sesiones de trabajo con las Juntas Administrativas de ambos museos como parte del proceso de construcción conjunta de este modelo de mutualización. ¿Este proceso de “construcción conjunta” no debió anteceder y sustentar la inclusión de la propuesta de fusión MADC-MAC en el “Plan”? O debemos asumir que: a) MIDEPLAN incluyó de forma inconsulta y unilateral esta proposición; b) MIDEPLAN incluyó lo acordado en un proceso de trabajo con el MCJ, sin haber consultado a ninguno de los museos. Especulaciones. Eso provoca el estilo gerencial de la actual administración del MCJ: especulaciones. Y en el camino sitúa al sector artístico en una posición de incertidumbre, de angustia y de ansiedad que alimenta el disenso, deteriora su relación con la institucionalidad y lo debilita como actor social y político. 3. Apuntes para una posible agenda de trabajo Aunque la suspensión del “Plan” alivia, es preciso entender que esto ocurrió por la presión que ejercieron otros sectores y que, antes que un cierre, este es el inicio de un diálogo para la formulación de una nueva propuesta. Como carecemos de una representación política confiable, lo responsable, entonces, es identificar qué podemos aportar en esta nueva etapa como sector. La fusión La propuesta de fusión MADC-MAC únicamente pudo ser incluida en el “Plan” a) porque se asume que su fusión contribuirá a reducir el gasto público y a optimizar sus servicios, y b) porque se ha entendido que existe duplicidad de competencias entre ambos museos.
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No podemos perder de vista, además, que la fusión es una figura que se inscribe en el proceso de reforma administrativa y de modernización del Estado que ha impulsado la administración Alvarado Quesada. Y esta, a su vez, forma parte de una sucesión de proyectos de reestructuración que se remontan a los años ochenta, con el propósito de optimizar el funcionamiento de la administración pública, para optar por préstamos de organismos financieros internacionales. Esta necesidad se recrudeció en los últimos años. Recibimos la pandemia con una deuda desbordada, insuficiencia de ingresos corrientes, un gasto público irreductible y un paquete fiscal nuevo. En estas circunstancias, en marzo de 2019, el gobierno informó sus primeros resultados en materia de reforma administrativa y modernización estatal, con la supresión de varias instituciones y el anuncio de futuras reformas en 323 instancias y 76 órganos desconcentrados. En esa oportunidad, la Ministra de Planificación, Pilar Garrido, declaró: “Comenzamos a analizar cuáles instituciones públicas tienen que ser reformadas en su diseño institucional (transformaciones o fusiones por vía legal) y cuáles tienen que ser reformadas en su gestión pública (mejorar sus procesos, mecanismos de dirección, coordinación y rendición de cuentas o instrumentos de planificación estratégica, seguimiento y evaluación) para prestar mejores servicios”4 En La Nación, Garrido señaló que este trabajo había iniciado en el MCJ, en virtud de que era la cartera ministerial con más dependencias (15 en total); e indicó que un criterio esencial para analizar la pertinencia de la desconcentración es el “valor público” de las instituciones, es decir, su aporte en el cumplimiento de metas.5 De acuerdo con esto, el estudio del que pudo surgir la propuesta de fusión MADC-MAC inició hace más de un año y fue informado abiertamente por la Ministra Garrido. ¿Dónde estábamos nosotros en ese momento? ¿Y las Directoras y las Juntas de ambos museos? ¿Y la Ministra de Cultura? Otro elemento de relevancia en estas declaraciones del 2019 es la diferenciación que Garrido hizo entre rediseños institucionales por vía legal (donde menciona las transformaciones y las fusiones), y reformas de gestión para la mejora de servicios. De acuerdo con esto, la fusión del MADC sí implicaría, necesariamente, la modificación y/o derogación de su ley de creación No. 7758, pues para poder ser fusionado a cualquier otra entidad, es necesario eliminar su personería jurídica actual, que es la de la desconcentración máxima. Es decir, perder su autonomía jurídica y administrativa. Lo lesivo de esta pérdida pasa por su ámbito de competencias, que no es homologable al de ninguna otra institución del Estado. Aquí reside una de nuestras tareas: identificar los términos en los que se ha planteando la duplicidad de competencias entre museos, y explicar a las autoridades del MCJ, MIDEPLAN y la Asamblea Legislativa, sus diferencias. A esto se suma la identificación del estudio técnico que sustentó esta propuesta y las proyecciones acerca del modo cómo esta fusión contribuirá en la reducción del gasto. 4 Casa Presidencial, Comunicado. 6 de marzo de 2019. Disponible en: https://www.presidencia.go.cr/comunicados/2019/03/inicia-reformaadministrativa-del-estado-con-eliminacion-de-instituciones-inactivas/ 5 Cfr. Madrigal, Rebeca. Gobierno analiza si estas 76 instituciones son realmente necesarias. Periódico La Nación, 06 de marzo de 2019. sponile en: https://www.nacion.com/el-pais/politica/gobierno-analiza-si-estas-76-instituciones-son/APSAEPNT4ND7XD4B5B3E7ARHXI/story/
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La mutualización y/o reestructuración El otro escenario que existe en la agenda del MCJ es el de la mutualización. Aunque esta figura no se consignó en el “Plan”, es afín a la de reestructuración. Difícilmente podría oponerse alguien a la posibilidad de mejorar la eficacia y la eficiencia que brindan ambos museos, máxime cuando sus limitaciones operativas son harto conocidas. En este sentido, la idea de “un centro de servicios compartidos de apoyo” es atractiva. Sin embargo, nuevamente habría que comprender los criterios que se encuentran en la base de esta propuesta y sus implicaciones operativas y procedimentales. A este respecto, preocupan particularmente tres aspectos: a) Si esta mutualización pretende responder a la premisa de reducción del gasto necesariamente implicará una disminución de la planilla. b) Inquieta que se afirme que esta propuesta no afectará lo sustantivo. En la administración pública es una falsa premisa deslindar los administrativo de lo sustantivo. Como sentenció Max Weber, “El predominio de la estructura burocrática se basa en su superioridad "técnica".6 En Costa Rica el aparato burocrático ha crecido descomunalmente, imponiendo sus criterios, formas de hacer y regímenes sancionatorios, y aplacando cualquier otra lógica operativa, empezando por las propias de la gestión cultural. De acuerdo con esto, una plataforma administrativa común no necesariamente implicaría una optimización de lo sustantivo. c) No podemos obviar que el principio de autoridad jerárquica es inherente a cualquier estructura burocrática. La toma última de decisiones es competencia de quien ostente la representación jurídica de la organización. Esto significa que una mutualización tendría que pasar por una reorganización jerárquica de los museos, y para esto es necesario modificar sus leyes de creación. El problema de fondo La propuesta de fusión MADC-MAC se inscribe en un contexto más amplio y antiguo que el de la pandemia, relacionado con la necesidad de optimizar el aparato público y reducir el gasto. Consecuentemente, no es esta la primera vez que la idea de una fusión sale a flote. La renuncia de Virginia Pérez-Ratton a la dirección del MADC en 1998 se debió, en buena medida, a una iniciativa de esta naturaleza. Años después, Rolando Barahona-Sotela debió lidiar con ideas similares. Ahora es Paz Monge quien inicia su gestión en estas circunstancias. Ahora bien, si la propuesta de fusión ha sido recurrente, es también porque existe un problema de fondo hasta ahora irresuelto: para una buena cantidad de personas, la diferencia entre una y otra institución se reduce a una “D” en sus siglas, pues sus acciones no siempre han evidenciando con claridad la especifidad de su razón de ser. Y si a esto le sumamos aspectos relacionados con ineficacia, ineficiencia o faltas en el cumplimiento de sus responsabilidades, sobran los motivos para cuestionar, inclusive, la pertinencia de continuar sosteniendo su operación con el erario público. 6 Weber, Max. ¿Qué es la Burocracia? Libros Tauro. p. 81.
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El problema de fondo ha estado ahí, frente a nuestros ojos, durante años. Sin embargo, al mejor estilo tico, hemos pateado la bola. Con suerte, esta vez, sí podamos aprender algo del camino andado. Con suerte, podamos empezar a actuar como un actor político responsable, dispuesto a aceptar que tenemos un problema de fondo que ha dado pie a este tipo de propuestas. Con suerte, podamos aportar en la generación de soluciones que erradiquen de una vez por todas la falsa idea de que los ajustes de forma –como la fusión, la mutualización o la reestructuración– no afectan lo sustantivo, el fondo. Carecemos de una representación política confiable, es cierto. Pero nos tenemos a nosotros mismos. Eso debería bastar. El otro camino es patear la bola nuevamente y permitir que sean las autoridades de turno quienes decidan por nosotros. San José, 5 de octubre de 2020
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EN LA DIVERGENCIA ENTRE EL MADC Y EL MAC HAY MUCHO MÁS QUE UNA D Gabriela Sáenz-Shelby Fusionar el MADC con el MAC parece tan absurdo hoy como cuando esta idea fue propuesta por la entonces ministra de cultura en 1998, argumentado que dicha fusión podría ser tan exitosa como lo había sido la de la cadena de farmacias Fischel. La discusión terminó en un altercado que causó la renuncia de la directora Virginia Pérez-Ratton, quien buscó nuevos horizontes de manera independiente. Aunque la fusión no se realizó, este altercado evidenció el desconocimiento y desinterés de la clase política de entonces sobre la base conceptual del MADC y del ejercicio práctico y de mediación regional que lo diferencia sustantivamente del MAC, el que está en las antípodas del MADC. Nuevamente, enfrentamos la misma amenaza, y un deja vu sobre el accionar de la clase política. Pero esta vez, la propuesta proviene del Ministerio de Planificación (MIDEPLAN), instancia estatal encargada de analizar y proponer la reforma del Estado como parte de un proceso que inició en el 2018. La noticia se difundió en una nota del 17 de setiembre publicada en La República¹. Suponemos que las decisiones de gobierno se discuten en las sesiones de trabajo con los jerarcas, pero la sucesión de comunicados y eventos en redes sociales de las últimas dos semanas, demuestran que la comunicación sobre el tema ha sido nula, suscitando desconfianza, ira y mucha confusión. En esta maraña de desinformación, el hecho concreto es que, a pesar del comunicado del Ministerio de Cultura y Juventud el 19 de setiembre², donde afirmó que la fusión no va a ocurrir, y que lo que se busca es una “mutualización de servicios de apoyo” o bien “un centro de servicios no sustantivos”, MIDEPLAN no ha comunicado públicamente lo contrario. La fusión fue reiterada por la ministra Pilar Garrido el 1 de octubre en La Nación y en el sitio web de Amelia Rueda (ameliarueda.com). Este es el meollo del asunto que nos tiene en vigilia a quienes defendemos la autonomía integral del MADC y la del MAC. Recortar gastos del Estado, reducir la duplicidad de funciones y optimizar el trabajo de las instituciones son acciones más que comprensibles aun sin las emergencias de crisis sanitaria y económica que enfrenta el país. En esta ecuación, dejaremos de lado al FMI para referirnos solo al problema interno. ¿Cuál es el problema de base? Si nuestra representante de cultura ante el gobierno desdice a MIDEPLAN, ¿a quién le creemos? Fusionar una institución con otra en buena teoría, quiere decir derogar la ley de una de ellas, en este caso la del MADC, y reformar la del otro, la del MAC, lo que significa una propuesta del Poder Ejecutivo y una decisión de la Asamblea Legislativa. Esta es una resolución de Estado, la que es difícil de modificar, pero no imposible. Crear un “centro de servicios no sustantivos” –un back office como se le conoce en el mundo empresarial– o generar una “mutualización de servicios de apoyo” –una figura críptica y distinta a la primera–, son acciones que le corresponden al Ministerio de Cultura. Si la jerarca, quien representa los intereses del MADC, del MAC y de la ciudadanía ante el Consejo de Gobierno, niega la fusión, abogando por dos figuras administrativas distintas, entonces estamos muy mal. En su comunicado el Ministerio no menciona el recorte de gastos que generaría esta propuesta, y nadie sabe cómo funcionaría este dizque “centro mutualizado”. ¿Lo sabrán en el propio Ministerio? O peor aún ¿sabrá MIDEPLAN lo que esto implica en el caso de los museos? ³ Todo indica que no. ¹ Ronny Gudiño, “¿Cuáles cierres y fusiones pretende el gobierno?”, La República, 17 de setiembre de 2020. Disponible en: https://www.larepublica.net/noticia/cuales-cierres-y-fusiones-pretende-el-gobierno ² MCJ. 19 de setiembre de 2020. Disponible en: https://www.facebook.com/mcj.cr/posts/3591831240835232 ³ Al consultar la página web de MIDEPLAN, no fue posible encontrar una definición ni protocolo para ninguno de los términos referidos arriba.
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Hasta donde sabemos, el sector directamente afectado no fue informado de la intención gubernamental ni ministerial. Tanto es así, que la nueva directora del MADC fue recibida en su primer día de gestión con la noticia de que la institución que acababa de asumir iba a ser fusionada con otro museo, situación absurda que raya en lo terrorífico, por decir algo. ³ Una decisión vital para los derechos de la ciudadanía, requiere de la participación ciudadana; ¡y sí!, aún en plena pandemia y crisis económica. Entonces, el problema remite a una falta de claridad y de comunicación transparente y precisa por parte del Ministerio con todos los sectores interesados, los que pueden contribuir a la discusión y proporcionar ideas concretas para optimizar y diversificar las formas de trabajo de los museos. Sin transparencia, la confianza se pierde y se pone en jaque el diálogo, en detrimento de los museos en cuestión, de la propia gestión del Ministerio y de la misma ministra. La vía no puede ni debe ser unilateral. ¡Vivimos en una democracia! Es importante señalar que el MADC es una instancia muy particular y su labor administrativa no puede ser asumida de ninguna forma por el MAC, el que es un museo moderno antológico con problemas propios que no le permiten una ejecución ágil de su presupuesto anual. El MADC es una instancia que surgió globalizada, con una Fundación que le permite recaudar fondos. Tener un museo estatal con este perfil es un privilegio para cualquier país. Siendo “rebelde” desde sus inicios, el MADC logró afianzarse, gestionar con autonomía y con cierta independencia ministerial hasta el 2008. Esta independencia obedeció, tanto a la visión de sus directora/es como a las bases que se establecieron en la ley de este museo y concretada en 1998, así como a la independencia administrativa que brindaron los fondos externos de HIVOS, canalizados por medio de la Fundación. La misión del MADC, como testigo y lector de su tiempo, favoreció los vínculos con distintas instancias internacionales, la participación en foros, la colaboración con curadores, intelectuales y artistas contemporáneos, y la posibilidad de traer y llevar exposiciones fuera del país, las que contribuyeron a la proyección y visibilización de artistas ante el mundo. Cuando la colaboración de HIVOS terminó, el MADC perdió parte de su autonomía debido a que pasó a depender presupuestariamente del Ministerio de Cultura y Juventud. Los fondos asignados para su funcionamiento se redujeron poco a poco, hasta el punto de comprometer su gestión. Aun así, mantuvo parte de sus actividades, vínculos y su proyección regional. El MADC es la única instancia museística que media y resguarda la lacerada memoria regional y un vínculo con el mundo. Esta labor excepcional ha sido la vacuna para no morir sofocados por el provincialismo cultural en el que nos hemos sumido. Actualmente, la autonomía del MADC está comprometida más que nunca, tal y como lo demuestra la interferencia política de la ministra y viceministra de Cultura como presidenta y secretaria, respectivamente en la Junta Administrativa. Esta presencia no es saludable desde ninguna óptica. Creado por decreto en 1993 y luego gestionado y conceptualizado para crear la ley que lo afianzó en 1998 por Virginia Pérez-Ratton, reconocida por el Estado costarricense con el Premio Magón, el MADC es una instancia imprescindible para el campo artístico y cultural de la región y del país. No estoy en contra de que el Estado optimice sus recursos y procure reducir el gasto público. Pero un Estado que no reconoce sus propios logros en las instituciones que ha creado y en la gente que ha reconocido, está destinado a hundirse en su propia miopía.
Gabriela Sáenz-Shelby Octubre del 2020
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EL AMOR CANCELADO Edgar Mora Altamirano Las circunstancias adversas del país se perturbarán más si con ocasión del presente estado de agitación social y restricciones económicas se gestiona exitosamente la estigmatización de las artes, por su presunta irrelevancia frente a otras actividades cuya importancia, también presunta, se engrandece ante los problemas de las finanzas públicas, y si adicionado a lo anterior, a las instituciones culturales se les sigue tratando como un lastre bajo la amenaza constante de hacerlas desaparecer.
La ocurrencia de estas dos circunstancias está a la vista en sucesivos recortes de presupuesto y en el descuido progresivo de la oferta artística, más recientemente en el uso de eufemismos como “fusión” para señalarles un futuro posible en el que ya no estén, todo lo cual señalan y denuncian las comunidades de artistas constantemente. Sin embargo, una señal más sustantiva al arte, fácilmente discernible en este ámbito por su carácter poético e intangible, lo es la dislocación de la cultura (arte e institución) de su papel como capa envolvente de un propósito nacional y, a la vez, un espíritu integrador de los factores, lo que Byung-Chul Han define como un silogismo imprescindible: “El Espíritu es una conclusión, un silogismo, un todo integral en el que las partes componentes se conservan de manera significativa (aufgehoben). El todo integral es una forma concluyente. Pero sin el Espíritu, el mundo entero se desmorona en elementos meramente aditivos y no incorporados. El espíritu constituye la interioridad del mundo (Innerlichkeit) y la compostura (Sammlung): lo que reúne, o compone (versammelt), todo en sí mismo” (2018). Dicho de otro modo, la institucionalidad cultural y las artes no están siendo capaces de articular la cultura nacional. Esto es todavía más grave si se considera que la sociedad actual sí requiere urgentemente de un Espíritu integrador de los factores y de la compostura que le acompaña y compone. Esta es posiblemente la crisis más grave de nuestra cultura y, por lo tanto, de nuestra contemporaneidad. No puede ser de otro modo si se considera que de la disección de la crisis del país, no de sus síntomas, aparecen tres novedades políticas con las que no sabemos lidiar sin un aporte integrador: inequidad, desconfianza y ausentismo.
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Eximir a la cultura de su rol fundamental como marcapasos moral, por la vía indigna de su supresión, nos expondrá indefinidamente al estado de fragmentación que nos domina. Se comprende entonces que algo tan severo como la pérdida del potencial cultural no puede ser resultado meramente de un episodio fiscal -es claro-, entonces de qué es resultado. La frase seminal de la institucionalidad cultural -que es también la narración de una época- es fundamental para comprender lo que ha sucedido. “Para qué tractores sin violines”, es una manifestación bien lograda del poder del amor, de esa singular cara del poder que reduce a la amenaza y la transacción -las otras dos caras del poder- a una escala menor, con una operatividad disminuida.
Ya mencioné que hoy la cultura (arte e institución) vive la zozobra de quien es amenazado; también, que la amenaza es otra cara del poder y que adicionadas a esta, la transacción y el amor completan un tríptico: el poder tiene tres caras, según Boulding . Lo repito porque esta teoría es apropiada para analizar la transición que la cultura ha experimentado desde el momento en que su necesidad fue enunciada con enamoramiento hasta el presente en el que el poder que se ejerce sobre ella es tan autoritario como para anunciar su posible supresión. Pero, ¿qué es el poder? “Para los seres humanos tomados individualmente, el poder es la capacidad de conseguir lo que uno quiere. Sin embargo, la palabra poder también se utiliza para describir la capacidad de lograr objetivos comunes por parte de familias, grupos, organizaciones de todo tipo, iglesias, empresas, partidos políticos, Estados nacionales (…) en este sentido humano el poder es un concepto que no significa nada si no se tiene en cuenta las opiniones y las decisiones humanas” (1990).
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BOULDING, KENNETH, LAS TRES CARAS DEL PODER, PAIDÓS, 1990
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En este marco de referencia, las frases que se dicen sobre la cultura dan cuenta de unas opiniones y decisiones que ciertamente tendrán consecuencias porque hacen sentido respecto al equilibrio del poder que efectivamente se ejerce. De ese modo, lo que se narra sobre las épocas ha tenido desde el inicio de la institucionalidad cultural hasta ahora un vínculo de causalidad con el papel real que se le ha asignado a las artes. Hoy, como ya he dicho, el poder sobre ellas está determinado por la amenaza y además se tiene con apariencia de verdad que antes de llegar acá pasó a estar determinado por la transacción, en forma del eufemismo un tanto más sofisticado de “economía naranja”, lo cual en términos finales supeditó a la cultura (arte e institucionalidad) a otras agendas institucionales externas a ella misma.
Si se observan las tres caras del poder y se ubica la preeminencia de una u otra en las épocas de la gestión política del Ministerio de Cultura, resulta evidente que este divaga y se equivoca, desde hace unos años, sobre cómo usar su poder e incluso sobre si tenerlo, achicarlo o de plano entregarlo. Su problema es de identidad, primero, y luego de debilidad; lo segundo como mera consecuencia. También es claro, a la luz de este planteamiento, que las artes y la institucionalidad cultural aportarían una voz severa y estructuras sólidas si es que la sociedad hubiera decidido procurar para sí habilidades que le faciliten resolver contingencias políticas complejas. Es decir, si la sociedad hubiera sido liderada para entender que las partes componentes no se sostienen por sí mismas no importa su materialidad, peso o volumen.
Para Frank Lloyd Wright la democracia traería, durante la modernidad, el desafío de armonizar la ciencia, el arte y la religión. Este parece ser un desafío absolutamente actual. El arte, entre esos dos gigantes solidificados por la acción del dogma o el método, se puede imaginar como el único de los tres que contesta al consumismo en tanto que se completa -sobre todo si es contemporáneo- por los actos de su testigo que es entonces participante de la obra y no mero consumidor, cliente, usuario, partidario o administrado. No es fácil por esto mismo aceptar que la propia crisis provocada en la cultura por la institucionalidad cultural expresa las dificultades de esta última de medir y encajar por sí misma su importancia en el siglo XXI y de elegir asertivamente su rol político y social de entre una variedad o conjunto de ideas del futuro que son factibles y, por el contrario, nos deja plantados, por decirlo de ese modo, frente a dos paneles corredizos que cuando están extendidos cierran el paso y, cuando uno está sobrepuesto al otro, anulan mutuamente su imagen y su comprensión.
Es importante, y seguramente es posible, regresar al amor como el factor integrador de la institucionalidad cultural. Enunciar de nuevo el “¿Para qué sin?”, es importante para el arte pero incluso lo es más para conglomerar un Espíritu y una compostura que nos ayude a calzar los mosaicos y los paisajes fragmentados en los que nos hemos convertido.
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BIBLIOGRAFร A Boulding, Kenneth E., Las Tres Caras del Poder, Paidรณs, 1990. Brown, Wendy, In The Ruins of Neoliberalism, Columbia University Press, 2019. Han, Byung-Chul, Physo-Politics, Verso, 2017. Wright, Frank Lloyd, An Organic Architecture, Lund Humphires, 2017. Martin, Reinhold, Mediators Aesthetics, Politics, and The City, University of Minnesota Press, 2013
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QUERIDO ALEJANDRO.
EMMANUEL RODRÍGUEZ CHAVES
Para esta Buchaca pensé en escribir un texto más bien académico, con notas al pie de página, con terminología especializada, pero ¿para qué? Dejémonos de dobles discursos, dejemos de darle vueltas al asunto para quedar bien con todo el mundo. El arte es político, la calle es política, lo formal es político, lo queer es político, el color es político, la ignorancia es política. Vivimos en entornos ideológicos. Si sólo basta con ver cómo cada cual vive y percibe su realidad durante esta crisis. Desde lo personal me he cuestionado mi práctica creativa. Mi trabajo toma la pintura y sus mecanismos de producción como base para enmarcar otros cuestionamientos más conceptuales sobre la imagen, la producción de narrativas, las construcciones históricas y la memoria. Aún así, en estos últimos meses me he cuestionado mucho sobre la relevancia de lo que hago. ¿Qué impacto tiene mi trabajo sobre la comunidad en la que vivo? ¿Cómo se ve informado mi trabajo por esa comunidad? Pero sobre todo: ¿cuál es el impacto que las instituciones culturales (incluida TEOR/éTica) tienen sobre sus contextos? Y me pregunto: ¿cómo reactivarlos? Este texto es una crítica, un alegato, un ladrido de perro en la noche (robando la expresión de José Pablo Ureña en Facebook). Es un acercamiento personal, lúdico y visceral sobre mi percepción –como artista visual— sobre lo que pasa en el sector cultura en Costa Rica. Mi experiencia personal me indica –siempre quise decir eso— que el panorama en el país está dividido en bandos que muchas veces tienen nombre de amiguismos, influencia política y un abandono rotundo de parte de las instituciones a la profesión e investigación artística. A cambio de diseñar iniciativas enfocadas en la producción de los mal-llamados ‘bienes y servicios culturales.’ Esto, claramente, no toma en cuenta el arte como capital cultural intangible, el impacto y el papel fundamental que este juega en la sociedad. Y lo necesario de abrir estos espacios a nivel regional.
La parte anecdótica Querido Alejandro, en el año 2013 tuve mi primera exposición individual grande y un poco más seria en el Museo Rafael Ángel Calderón Guardia. Una linda invitación que –lo pienso ahora, Alejandro— tal vez no merecía, pero la acepté con muchas ganas de trabajar y poco o nada de dinero para producir. En ese momento, me acababa de
graduar de la carrera de pintura en la UCR y el hecho de que alguien creyera en mi trabajo y me diera la oportunidad de aprender y crecer, me llenó de alegría y fuerza. Te cuento, Alejandro, porque me había tomado siete años concluir la carrera de pintura Alejandro, en momentos tentado a abandonar la U por actitudes poco profesionales de parte de algunos profesores que me hacían cuestionamientos más bien existenciales y no académicos; por una mezcla de drogas y alcohol que nunca es buena, y por la falta de recursos. ¿Alguna vez has vivido algo así, Alejandro? La mayor parte del tiempo viajé desde Sarchí hasta San Pedro, a la Facultad de Artes, volviendo borracho y un poco frustrado cada viernes por la noche en el bus de Grecia. Así fueron mis años de estudiante, Alejandro, no me quejo. Volviendo a mi expo en el museo: el mismo no ofrecía nada más que el espacio y ‘proyección’, Alejandro. Como siempre, espacios legitimadores que se valen de su supuesto valor simbólico para que los artistas trabajen de gratis. Aún así, Alejandro, acepté el compromiso y por un año produje alrededor de cuarenta obras de distintos formatos. Mucha gente estuvo involucrada en el proceso Alejandro: amigos, familia, pareja, gente que de vez en cuando me compraba alguna pintura. Di clases a particulares y de vez en cuando, cursos libres en la U. Hice retratos por encargo Alejandro, inclusive a gente como tú, Alejandro, hice murales no deseados, Alejandro. Concursé a un millón de becas, no pegaba nada. Los museos y las galerías –las pocas que había– nunca se interesaron por mi trabajo posbaconiano, Alejandro. En fin, el tiempo llegó. Terminé las obras y el museo haciendo uso de sus ‘recursos’ trajo un pick-up a Lagunilla de Heredia, Alejandro. Ahí, en el local donde vivía, justo a la par de la Musmanni, Alejandro.
La parte crítica del relajo institucional Querido Alejandro, ¿qué pasa en un país empobrecido, en el que todo está centralizado en una ciudad más bien fea? ¿Qué pasa cuando las pocas instituciones que hay no solamente son mediocres en cuanto al alcance que tienen, si no que además no existe voluntad ni visión sobre un sector que contribuye y enriquece su contexto cultural, en la mayoría de los casos, sin ser remunerado? Dime, Alejandro, ¿a quién atribuirle la culpa? ¿Es necesario buscar culpables? ¿Tú qué piensas Alejandro? Yo creo que sí y no. Sí, porque pasan los años y a nadie parece preocuparle el deterioro constante de las instituciones públicas culturales, Alejandro. O, déjame corregir lo que acabo de escribir. Sí, a muchísimas personas nos importa, pero ¿quién ejerce esa crítica públicamente, Alejandro? ¿Y por qué no?
Respuesta múltiple: A) Porque no nos van a invitar a la próxima expo o proyecto. B) Porque van a hablar mal de mí. C)
Porque cualquier tipo de crítica que se haga en Costa Rica se entiende como
personal, y un poco de etcéteras más. D) ¿Por (qué) los ‘administradores’ de la cultura no salen de San José? E) Todas las anteriores. Pero te cuento, Alejandro, esto no va a cambiar hasta que dejemos de comportarnos como si estuviéramos en una fiesta de turno, cuando abramos los ojos y entendamos que somos parte de algo más grande que lo que pasa en San José. Costa Rica es elitista, Alejandro, y el entorno artístico es clasista. Hacer arte en nuestro país, si no se cuenta con recursos económicos para estudiar en Europa o los Estados Unidos, es un acto de resistencia política, Alejandro. ¿Sabes qué es eso Alejandro, lo sabes? Muchos artistas sacrificamos todo, Alejandro. Ab-so-lu-ta-mente todo lo que tenemos y somos, para resistir. Suena a lloriqueo, Alejandro, a que soy un quejoso. Pero no es así. Es rabia, Alejandro. Ahora, dime si concuerdas conmigo, Alejandro. Estamos en un momento histórico de ansiedad y caos mundial. Esto ha hecho aún más clara la realidad que vivimos, Alejandro, las necesidades que hay y las inequidades tan brutales que conforman el territorio. ¿Sabes de qué te hablo Alejandro? ¿Lo sabes? Esto intersecta la sociedad costarricense en su totalidad. Y no basta con que nos quejemos sobre cómo los museos contratan agentes culturales sin seguir sus debidos procesos, como un determinado ministerio no tiene comunicación clara en cuanto a sus políticas culturales ni de supervivencia. No basta con que nos quejemos acerca de la falta de transparencia y sobre la inexistencia de un rumbo a futuro, Alejandro. Querido Alejandro, yo digo que está bien, que increpemos a los jerarcas y exijamos que se hagan las cosas, no hace falta agradecer a nadie, Alejandro. Sólo que hagan su trabajo, que ejerzan las profesiones en las que se prepararon y saquen de sus repertorios profesionales lo mejor de sí o ¡qué empiecen a innovar, Alejandro! ¿Tú qué opinas? ¡OK! Pero también nosotros, como sector cultural, estamos fragmentados y tenemos parte de la culpa, Alejandro. Hay intentos de unificarnos, cartas, publicaciones en medios, conversatorios, pero todo esto sin una unificación. Somos, como dijo un
compa: los ladridos del perro a medianoche. ¿Has escuchado estos ladridos, Alejandro? ¿Los escuchas ahora? ¿Qué hacer, Alejandro? Una salida puede ser la autogestión. ¿Cómo lograrla si no tenemos recursos, te preguntas? Pues unámonos varios y juntemos lo que podamos para hacer algo entre todxs. Esto es resistencia también. Como dijo el artista norteamericano Theaster Gates, ‘hagamos nosotros mismos los espacios en los que queremos ver nuestro trabajo’. Trabajemos en comunidad, busquemos opciones de patrocinio internacional, propongamos proyectos a las comunidades fuera de la GAM, involucremos a otros sectores de la sociedad que no sean nuestro círculo de amigos que van juntos al Acapulco. Innovemos. Dejemos de vivir esperando ese cambio que tanto pedimos, Alejandro. Otra pregunta que me hago, Alejandro: ¿por qué en Costa Rica todo es en blanco y negro? ¿Por qué somos capitalistas o chancletas? ¿Por qué, si ejercemos la crítica, inmediatamente somos unos quejosos? ¿Por qué debemos ser de Escazú o de los Hatillos? Tengo más preguntas que respuestas, claramente, Alejandro. Pero de lo que sí tengo certeza es que estamos cagados si no nos movilizamos, si esperamos que el Estado o tú, Alejandro, nos provean de espacios y oportunidades.
Sarchí, 5 de octubre 2020
El cambio está en (hacer) la comunidad *** entre tantas conversaciones que se han dado últimamente sobre la constante precariedad del sector cultural y artístico en Costa Rica, siempre se llega a mencionar “hay que salirse del GAM (Gran Área Metropolitana)” o alguna variante de esa frase [¿Qué GAM?] pues los barrios que ni siquiera todo San José tiene acceso, Amón, Escalante… Para la mayoría de personas son solamente áreas de paso o espacios para sus trabajos informales, pasa mucha gente, pero
o
no tod s entran y conviven en estos, los grandes barrios culturales de la capital. Por algo no llegamos fuera del GAM. [¿Quiénes participan de esos espacios?] quienes tienen apellidos importantes, quienes fueron a la UCR… tal vez a la UNA (yo qué sé). Con quienes voy a Acapulco o La Vasconia.
o
mis
o
amig s, a esos que les regalé un blanco O los amig s de afuera de aquella expo o aquel otro taller [¿Y qué es lo que les gusta más de esos espacios?]
os, pero es divertido decirles quién es relevante y quién no, qué temas priorizar, divirlos, generarles
bueno… no sé para ell
resentimientos. Así no logran verse parte de un todo como sector cultral- artístico, es mejor que olviden su memoria histórica
[¿Algún dato curioso?] pues me gustan mucho los idiomas, desde peque comencé a estudiar lo que es el francés e inglés… ahora estoy por sacar el A1 en lenguaje neutro. Es lo que vende, así me patrocinan algunos de mis más nuevos proyectos. Al fin y al cabo, yo también tengo que ver de qué cómo.
Costa Rica
Limón Puntarenas
Guanacaste GAM
mujeres artistas
artistas emergentes personas lgbtiq+ personas no binarias
Amón
Arte Contemporáneo las amistades lOs artistas
San José
shhh “blancxs”
“estudié afuera”
Alajuela
Catedral
$$$
Escalante
UCR
Heredia UNA
Cartago
personas racializadas personas de escasos recursos
personas con discapacidades personas sin educación formal / superior
renovARTE nace en el chat de WhatsApp entre Ismael Quesada Loaiza (ellx/ ella/ él) y Paula Díaz Solano(ellx/ ella) a modo de sarcasmo y crítica del contexto actual en el que se desarrolla el sistema del arte de Costa Rica. Durante octubre y noviembre del 2020 hemos estado organizando una convocatoria buscando recopilar material que también cuestione estas dinámicas, aparte de dar algunos talleres para la comunidad. Estos talleres buscan brindar herramientas que nos ayuden a cambiar desde acciones individuales la estructura del sistema del arte. El humor es un elemento tanto lúdico como crítico que permite de forma libre establecer conexiones y expresar ideas complejas. Para este texto decidimos hacer un ejercicio de escritura donde escribimos desde la voz de este sistema de poder.