ÍNDICE 01
¿QUÉ PASÓ CON EL MINISTERIO DE CULTURAS EN BOLIVIA? MAX JORGE HINDERER CRUZ
02
EL MUSEO COMO SANACIÓN TRANSFRONTERIZA
03
¿Y PARA QUÉ POETAS EN TIEMPOS DE PENURIA?
04
HERRAMIENTAS SIMBÓLICAS / HERRAMIENTAS TRANSFORMATIVAS
05
LA CULTURA TIENE DIGNIDAD
06
UN TEXTO NO SOLO PARA CONTEMPLAR
07
ARTES DE ZORRA 2
ESVIN ALARCÓN LAM
ALEXANDER JIMÉNEZ MATARRITA
MARGA SEQUEIRA CABRERA
JOSÉ PABLO UREÑA
SUSANA CALVO BALLAR, MARCO DÍAZ CORTÉS, DIEGO GONZÁLEZ ROSALES, JOSUÉ MORERA MOLINA, GABRIELA SERRANO SANDÍ, DANIELLA SOLÍS BOLAÑOS Y VIVIANA ZÚÑIGA RAMÍREZ.
LIC. SNIFFANY GARNIER ODIO
BUCHACA GENEROSA – ED. 12 20 DE NOVIEMBRE 2020 El 2020 vino con muchas transformaciones forzadas, algunas con el tiempo las hemos llegado a considerar necesarias y bienvenidas. La Buchaca Generosa fue una de esas transformaciones que, a pesar de la crisis, logró abrir un nuevo espacio para acercarnos en momentos de distanciamiento e invitar a otres a pensar con nosotras. Luego de doce ediciones, cerramos el primer año de estas publicaciones con una Buchaca dedicada a pensar el presente y el futuro de las instituciones culturales en América Latina, y a los esfuerzos que se han consolidado desde otros lugares independientes de la institucionalidad oficial. Es un momento de incertidumbre para la cultura, en el que vemos fondos y apoyos esfumarse súbitamente, dejando múltiples espacios e iniciativas inoperantes. No obstante, más que hacer un recuento, quisiéramos imaginar cómo puede ser un mundo del arte post-pandémico, en el que iniciativas jóvenes, disidentes, feministas, y más inclusivas tengan la posibilidad de abrir otros caminos. El colapso puede significar una oportunidad, y con esta compilación invitamos a cuestionar las operaciones que han caracterizado las formas institucionales tradicionales que hoy se ven en crisis. Esperamos que los textos, videos, conversaciones e imágenes reunidos en estas ediciones permitan seguir aportando a esta y muchas otras discusiones sobre los temas, urgencias y saberes que constituyen nuestra esfera cultural. Ante un futuro difícil de vislumbrar, aspiramos a que estas Buchacas sean herramientas para sanar y fortalecer el ecosistema del arte en Costa Rica, en la región centroamericana y ojalá más allá. Agradecemos profundamente a cada una de las personas que han sido parte de las doce ediciones de la Buchaca Generosa 2020 por darnos la oportunidad de ampliar esta red afectiva y sostenerla con generosidad en medio de un año tan incierto. Con cariño, Lola, Dani, Vivi, Kevin, Paula y Miguel.
¿QUÉ PASÓ CON EL MINISTERIO DE CULTURAS EN BOLIVIA? MAX JORGE HINDERER CRUZ Fue hace casi exactamente un año. Con del golpe de Estado que se consumó en Bolivia después de las elecciones de octubre 2019 –con la acusación de fraude electoral al presidente reelecto Evo Morales, después de un motín policial a nivel nacional, y con la recomendación de las Fuerzas Armadas al presidente de renunciar–, el 12 de noviembre tomó posesión un gobierno de facto bajo el mando de la senadora ultraconservadora y abiertamente racista Jeanine Añez. Añez, con el apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y líderes cívicos de índole fascista que respaldaron la narrativa del fraude, entró al gobierno asegurando con ambas manos una biblia de proporciones enormes, mientras afuera del Palacio de Gobierno en La Paz sus seguidores y policías quemaban públicamente la Whipala, la bandera arcoíris andina y símbolo patrio del Estado Plurinacional de Bolivia que hoy representa nada menos que la pluralidad de naciones originarias que conviven en Abya Yala. Decían que tenían que “extirpar la Pachamama del Palacio de Gobierno” para que ahora mande la “palabra de Dios”. Este gobierno transitorio había asumido en noviembre de 2019 con la única misión de organizar nuevas elecciones en un período de 90 días. Pero después de ir posponiendo las elecciones varias veces, el 4 de junio de 2020, casi ocho meses después, la presidenta de facto anunció el cierre del Ministerio de Culturas, junto con otros dos ministerios y dos embajadas, denunciando la cultura como un “gasto absurdo”. Sin embargo, este tipo de procedimiento no es una excepción. Otros gobiernos de extrema derecha en la región, como en Brasil, también eligieron cerrar su Ministerio de Cultura después de llegar al poder. ¿Por qué estos gobiernos autoritarios, de extrema derecha, como los de Brasil y el que Bolivia tuvo durante el año pasado, son tan temerosos con la cultura? Pues, evidentemente se sienten amenazados. ¿Por qué? Al contrario de la idea de que la cultura no tendría nada que ver con la política, siempre ha habido un lado político a la historia de la cultura. Y lo que teníamos como Ministerio de Culturas era algo realmente especial. En el Estado Plurinacional de Bolivia, la estructura organizativa del “Ministerio de Culturas y Turismo” se construyó sobre dos pilares principales: el Viceministerio de Interculturalidad y el Viceministerio de Descolonización. Parte de este último, era la Dirección de Despatriarcalización. Se puede pensar lo que se quiera sobre las distintas gestiones que se llevaron a cabo aquí; sin embargo, como estructura de Estado, nuestro Ministerio no encontraba igual –ni a nivel internacional– en términos de inclusión social y comprensión democrática de lo que es cultura. Porque con el Ministerio, la cultura misma se había convertido en un derecho político. Y el derecho político a la cultura es indisociable del derecho a la identidad para todas y todos.
Constituido como Estado Plurinacional desde el año 2009, la Constitución Boliviana en su “artículo 3” reconoce 36 “naciones y pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano”. Para un Estado soberano y democrático, esta definición es políticamente consistente con el previo censo poblacional que se había llevado a cabo en 2001, según el cual casi dos tercios (62%) de la población se autodefinen como indígenas. Pero las raíces originarias de las poblaciones no solo se encuentran en el campo, en las áreas rurales, en las cumbres o en los montes. Por lo contrario, también están presentes en los centros urbanos, en las expresiones culturales contemporáneas, en las artes, en la música, en los espectáculos y en las fiestas y –además– andan todas mezcladas entre sí, en las más inesperadas combinaciones. No es casualidad que en el mismo año que Bolivia se constituyó como Estado Plurinacional, con una nueva Constitución Política del Estado, también se fundó el Ministerio de Culturas. ¿Qué es la cultura? En un momento en el que el racismo pone en riesgo la integridad de nuestras sociedades, debemos repensar lo que es cultura. La cultura no se resume en sus objetos –no es simplemente una biblia o un aguayo– sino tiene que ser entendida como proceso y práctica. Somos todas y todos iguales, pero somos también diferentes. La cultura es el conjunto de hábitos y prácticas que da forma al convivir. Y practicar la cultura no se reduce a la representación de una “identidad”, sino representa nada menos que el ejercicio supremo de la libertad y de la democracia: el reconocimiento y el respeto a la diferencia. La cultura son también los hábitos y las prácticas que organizan nuestra convivencia con los demás. Pero debemos ser honestos: el Estado boliviano no supo valorar el potencial de nuestro Ministerio de Culturas, no supo darle la importancia que merecía su estructura, no supo entretejerlo con nuestra realidad en Bolivia. Y bajo esas lamentables circunstancias, el gobierno de facto, después del golpe de Estado de noviembre del año pasado, tuvo facilidad para hacerlo desaparecer como “gasto absurdo”, reasignando su presupuesto a la compra de armas para las Fuerzas Armadas. Un Ministerio de Culturas tiene que dejar de ser una institución de adorno para la organización de eventos bonitos y espectáculos partidarios que son finalmente dispensables en caso de escasos recursos económicos. Por lo contrario, en un Estado Plurinacional, el Ministerio de Culturas tiene que ser concebido como complementario al Ministerio de Justicia. La cultura tiene un poder fundamental y una cualidad única: tiene el poder de crear y garantizar la igualdad. Y lo hace de manera complementaria a un Ministerio de Justicia, donde todos somos iguales ante la ley. La cultura es esencialmente diferente, porque tiene la cualidad de crear igualdad a través de la diferencia. Mientras la justicia garantiza la igualdad, la cultura nos puede garantizar la diferencia. Es deber y responsabilidad de toda sociedad libre y democrática el preservar sus instituciones culturales y celebrar la cultura como un derecho fundamentalmente político. En un Estado democrático, la cultura es indispensable para garantizar la incondicional igualdad y el innegociable derecho de vivir en diferencia de todas y todos. El 20 de octubre de 2020, después de un año, finalmente hubo nuevas elecciones en Bolivia, respaldadas por inúmeros organismos internacionales, incluyendo la OEA, en las que ganó, igual que el año pasado, el “Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos” (MAS-IPSP), con un total de 55,1% de los votos y con una ventaja de más de 26% a la segunda agrupación política. Después de siquiera una semana, el nuevo gobierno bajo el liderazgo del presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca, reinstauraron el Ministerio, transformándolo ahora en “Ministerio de Culturas, Descolonización, y Despatriarcalización”. Aún aguardamos la designación de un nuevo Ministro o una nueva Ministra.
Es un momento histórico para Bolivia en el que restauramos la democracia a través de la voluntad del pueblo, y tenemos la oportunidad de replantear la importancia de la cultura: la cultura como un proceso de hábitos y prácticas indisociables de los procesos de la descolonización y la despatriarcalización. Es más, con la inmediata reinstauración del Ministerio, el gobierno entrante mostró que la reivindicación de la cultura es inseparable de la reivindicación de la democracia. Todo esto parecería motivo de festejar; sin embargo, el camino por andar es largo y arduo. Es ahora responsabilidad de nosotras y nosotros, gestores y agentes culturales, de volverlo realidad, de hacer valer la cultura como un derecho político para todas y todos.
EL MUSEO COMO SANACIÓN TRANSFRONTERIZA
Esvin Alarcón Lam
Por algún motivo, tengo más libros de arte editados en Costa Rica que en Guatemala. Me resulta peculiar que todos mis 38 libros de Costa Rica los obtuve como regalo amistoso, a excepción del primero, Virginia Pérez-Ratton. Travesía por un Estrecho Dudoso¹, el cual compré tras la presentación del libro en la librería Sophos de la ciudad de Guatemala en algún momento de 2012. Fue varios años antes de visitar San José por primera vez, desde donde luego vinieron los restantes 37 libros de arte centroamericano editados desde ‘el país más feliz del mundo’, como promocionaba una marca de ron a Costa Rica.²
Llegué a San José la primera vez de manera breve y accidental. Recuerdo bien que aún no tenía amistades en Costa Rica como para pedirles un favor, por lo que me vi obligado a encontrar otra forma para inscribir mi papelería al concurso “Inquieta Imagen” (2007), organizado por el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo³. El envío por correo no era opción debido al pésimo sistema postal de Guatemala, y yo quería entrar al concurso por lo cual había que cumplir con el plazo. Meses después, expuse por primera vez en el MADC, junto a vari_s artistas de la región, y pude seguir la inauguración vía internet.
La segunda vez que fui a Costa Rica sucedió años después y, afortunadamente, la red de afectos en mi vida había crecido, lo que permitió una experiencia profunda y en donde pude conocer más personas. Con algunas de ellas todas las semanas intercambio mensajes de Whatsapp, tuits, y likes de Instagram, así como conversaciones más reflexivas. Me recuerda lo que mi lúcida amiga Numa dijo el otro día: toda amistad es política.
1 Virginia Pérez-Ratton. Travesía por un Estrecho Dudoso, es un libro editado por Víctor Hugo Acuña Ortega, Alexandra Ortiz Wallner y Dominique Ratton Pérez, publicado por el proyecto independiente y sin fines de lucro para la investigación y difusión y consolidación de las prácticas artísticas contemporáneas TEOR/éTica arte + pensamiento, con el apoyo de The Getty Foundation e impreso en San José, Costa Rica, en en año 2012. 2 La historia detrás de la frase “el país más feliz del mundo” para referirse a Costa Rica la conocí a través de un texto escrito por Fiorella Resenterra, en calidad de directora del MADC en febrero de 2013, el cual cito a continuación: La Suiza Centroamericana: La idea inicial, y que luego se convierte en el detonante que impulsaría al Museo de Arte y Diseño Contemporáneo para realizar esta exhibición fue el banner que recibe a los visitantes de nuestro país en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría; este rótulo, publicidad de un ron local, dice “Bienvenidos al país más feliz del mundo…”. 3 “Inquieta Imagen” es un evento organizado por el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, cuya historia responde a los medios digitales y tecnologías con énfasis en la videocreación. Según la curadora Maria José Chavarría, “Inquieta Imagen” nació en el 2002 como Concurso Centroamericano de Videocreación, aunque ha mutado con el tiempo. “De esta manera, el programa se conformó en un termómetro que medía la producción de la región centroamericana y del Caribe, tanto en cantidad como en recursos y temáticas”. (En: Inquieta Imagen, Catálogo de exhibición, San José, MADC, 2015, p. 4).
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El tiempo ha pasado y desde Guatemala he observado en las últimas semanas cómo Costa Rica –que ha sido por muchos años la envidia de las políticas culturales de Centroamérica– tristemente ha iniciado un proceso en el que esa promesa cultural se desvanece ante los recortes presupuestarios del Ministerio de Cultura. Y es que Costa Rica no ha sido únicamente un lugar de intercambio para costarricenses, sino que es el país que ha aglutinado una posibilidad de intercambio y de creación de redes afectivas y de trabajo en las artes de los países centroamericanos y caribeños.
¿Qué papel van a ejercer las alianzas centroamericanas para defender institucionalidad artística y pública en Costa Rica entre tanta catástrofe?
la
Fue en TEOR/éTica donde volví a ver a mi amiga, la excelente artista Patricia Belli, en donde convivimos también en algún café aledaño –gracias Gala, por la invitación. Hoy precisamente Patricia me dijo en un mensaje enviado desde su estudio en Nicaragua: “Impensable la Centroamérica de hoy sin Costa Rica”. Los recortes del presupuesto no solamente afectan a su ecología artística sino que suponen un peligro más para la ya vulnerable situación de las artes y su historia en el istmo.
Si Costa Rica hace algunas décadas fue el lugar donde algunas personas se exiliaron para resguardar sus vidas en un contexto de intervencionismo militar⁴, hoy la pandemia es quizás aún más aterradora porque no hay lugar adonde huir, aunque en circunstancias muy distintas. Por ello, resulta grave la exacerbada precarización y el cierre o anexión forzada de instituciones del arte en toda la región, ahora tristemente incluyendo también a Costa Rica, lo cual debe ser leído como lo que es: una política de silenciamiento y de grandes riesgos para lo público.
4 En el libro Certezas Vulnerables de Rosina Cazali, la autora escribe: “…es parte una observación del sociólogo Víctor Acuña, quien observa que la idea ‘centroamericanista’ ha sido tejida desde el momento en que muchos académicos de la región escogen a Costa Rica como destino para el exilio. En la misma vía, para el sociólogo Edelberto Torres-Rivas, el sentido centroamericanista contemporáneo se afianza desde los años de tránsitos y exilios, luego de que la guerra se instala en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Él mismo, como académico en exilio, encontró en Costa Rica el lugar para trabajar y pensarse transregionalmente…”. (Cazali, Certezas vulnerables: crónicas de los debates artísticos desde Guatemala, Miguel A. López editor, San José, TEOR/éTica, 2017, p. 203)
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Yo vengo de un país en donde no hay un Museo de Arte Contemporáneo estatal, y donde el Museo de Arte Moderno rara vez organiza eventos que interpelen a la audiencia, pero al mismo tiempo hemos visto la construcción de mega templos en los últimos años, sin olvidar que somos uno de los países con mayor proyección de centros comerciales en la región, según leí en un artículo de Forbes.⁵ De hecho, en Guatemala hay algunas que otras fundaciones que, pretendiendo ser una fundación de arte, y con financiamiento privado, se comportan más como galerías comerciales pero con la ausencia de un programa, además de ser reacias a la investigación y a la crítica. Trabajan por lo general bajo las políticas de los ‘entusiastas del arte’ en oposición a conceptos como intelectual o curador/a.
Sabemos que el miedo al espacio público en Guatemala y en la mayoría de países de la región es herencia de la violencia organizada y desorganizada y que, a su vez, es herencia de la colonización, actualizada en los conflictos armados internos. Rosina Cazali nos recuerda que “El origen colonial de Centroamérica es el marco de referencia que nos devuelve la memoria, porque hemos permanecido tan juntos como dispersos… Los países centroamericanos son el resultado de la fractura de la Capitanía General del reino de Guatemala. Lo que la colonia unificó la república lo dividió, pero la tradición ya estaba constituida”.⁶
Sobre la decolonialidad en el arte se ha dicho mucho. Lo menciono pues en la actualidad hay voces que opinan que los museos deberían ser destruidos. Para esas posturas, los museos son algo así como monumentos que representan la colonialidad. Es una paradoja seductora. Propongo situarnos, y quizás aceptar que ¿nuestros? museos hay que defenderlos, así como se debe defender la salud pública, y la forma de hacerlo es exigirles que sean responsables, que se actualicen y que cumplan la deuda histórica que tienen con los colectivos a los que se les ha negado el constitutivo derecho de autorepresentarse, en vez de seguir siendo ilustraciones desde la mirada externa, exotizante y sexualizadora.
5 Ver “Centros comerciales siguen en expansión en Centroamérica y RD”, publicado en: https://www.forbes.com.mx/centros-comerciales-siguen-en-expansion-en-centroamerica-y-rd/ al Museo de Arte y Diseño Contemporáneo para realizar esta exhibición fue el banner que recibe a los visitantes de nuestro país en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría; este rótulo, publicidad de un ron local, dice “Bienvenidos al país más feliz del mundo…”. 6 Rosina Cazali, “El día que nos hicimos contemporáneos”, en El día que nos hicimos contemporáneos, San José, MADC, 2014. 7 @Deforma.Colectiva es un usuario de instagram, un colectivo descrito de la siguiente manera: “Somos mujeres jóvenas articuladas alrededor del deseo de tener espacios seguros para la creación, formación y divulgación artística desde narrativas más justas a las realidades que nos atraviesan”. Han realizado actividades online como lives para para la discusion de diversos temas relacionados a su misión como espacio. Han participado en sus actividades Ketzalí Pérez, Camila Juárez, Andrea Ixchiú, Evs Tecún, Sandra Xinico Batz, Nanci Sinto, entre otras.
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El otro día vi los stories del perfil de Instagram de un proyecto nacido en Guatemala llamado @Deforma.Colectiva⁷, en ellos invitaban, de acuerdo a una modalidad de denuncia anónima, a que las seguidoras del proyecto pudiesen nombrar acosadores y abusadores. En un país como Guatemala ese es un ejercicio tan sumamente incómodo como necesario, pues el camino hacia las alianzas también requiere de acciones radicales. Decir verdades incómodas es un acto de radical generosidad con el futuro.
Lo anterior da cuenta que el proyecto de afinar políticas públicas pertinentes para nuestros contextos en su pluralidad y singularidad, es una tarea que requiere talento pero, sobre todo, voluntad política. No es secreto que en Guatemala los hospitales han sido sistemáticamente víctimas de la corrupción y obviamente el problema está en el robo de esas posibilidades para salvar vidas, y no en el edificio. Pienso lo mismo de los museos, pues son espacios con capacidad transformadora, que ofrecen posibilidades para hacer del mundo un lugar más sano, y hay que defenderlo de las fuerzas hostiles.
Naturalmente, las palabras e imágenes de estos contextos son altamente politizadas, tanto en su presencia como en su ausencia. Si lo que está en crisis en la pandemia es la salud pública, ¿no es acaso miope reducir la inversión social que traduce las expresiones humanas? Digo, si aceptamos que la salud social, mental y emocional de la población es un asunto público prioritario. Las instituciones que organizan, legitiman y documentan la historia de las sensibilidades son tan importantes como los hospitales porque lo que el buen arte defiende precisamente es la vida.
Ciudad de Guatemala, 11 de noviembre de 2020
7 @Deforma.Colectiva es un usuario de instagram, un colectivo descrito de la siguiente manera: “Somos mujeres jóvenas articuladas alrededor del deseo de tener espacios seguros para la creación, formación y divulgación artística desde narrativas más justas a las realidades que nos atraviesan”. Han realizado actividades online como lives para para la discusion de diversos temas relacionados a su misión como espacio. Han participado en sus actividades Ketzalí Pérez, Camila Juárez, Andrea Ixchiú, Evs Tecún, Sandra Xinico Batz, Nanci Sinto, entre otras.
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¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? Alexander Jiménez Matarrita
Tiempos desolados En la sétima estrofa de su elegía Pan y vino Hölderlin se preguntaba ¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? Compuesta por nueve estrofas, esa elegía tiene una densidad en la que no podría ni querría entrar. En ella habla del día y de la noche del mundo, de los dioses griegos y del dios cristiano. Quizá por eso, aquella pregunta está amarrada a esta otra: ¿Qué hacer cuando los dioses ya se han ido? Esta doble pregunta inquiere por los poetas en tiempos y lugares de los cuales los dioses han huido, tiempos y lugares desolados. A pensar esto dedica Martin Heidegger su conferencia “Y para qué poetas”, pronunciada en 1946. Para Heidegger, tiempo de penuria designa la época de la noche del mundo, tiempo tan precario que no es capaz de sentir la falta de Dios como una falta. En este artículo, la pregunta ¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? carece del sentido trascendente que tenía en Hölderlin y Heidegger(1). Despojada de su significado original, aquí designa una forma de preguntar acerca del tiempo que viven los poetas, y también las bailarinas, y actrices, y los músicos y las cinestas, y los pintores, y todas aquellas personas que se dedican a crear y a enseñar, y a hacer crecer cosas en el mundo del arte y la cultura. ¿Y para qué diputados en tiempos de penuria? La pregunta por los poetas en tiempos de penuria puede ilustrar una congoja a propósito del destino de la cultura creativa y las prácticas artísticas. Sin embargo, también puede formularse, con desprecio y altanería, para revelar aversión a esa cultura y a esas prácticas. Quizá sea eso lo que pasa en lugares como nuestra Asamblea Legislativa. Un documento puede ser muy revelador a ese respecto. Se trata del dictamen de mayoría de la comisión legislativa que estudió durante más de un año el Fondo Especial para la Educación Superior. Este documento, con fecha del 27 de mayo de 2020, dice buscar el fortalecimiento de las universidades públicas costarricenses. Pero al final es un panfleto contra la autonomía y el presupuesto de la educación superior pública de este país. El documento contiene reclamos que pueden parecer legítimos a propósito de salarios y pensiones. También parecen pertinentes las denuncias acerca de las escasas ofertas académicas e inversiones de las universidades públicas en sus sedes regionales. Pero en el texto no hay un análisis riguroso ni una propuesta razonable. De hecho, la calidad lógica, argumentativa y ética del dictamen ilustra los tiempos de penuria que vive la Asamblea Legislativa. Los comentarios realizados por personas que comparecieron ante la comisión legislativa son a menudo interpretados de manera sesgada mediante transcripciones incompletas y manipuladas. La Introducción del dictamen es en realidad su Conclusión. En las primeras páginas, y sin ninguna fundamentación, se afirma que el equilibrio financiero tiene primacía sobre la autonomía universitaria y que las universidades deben ser incorporadas en el régimen de caja única del Estado. (2) 1 Martin Heidegger. “Y para qué poetas?”. En: Caminos de bosque. Madrid: Alianza, 2000. 199-238.
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2 Asamblea Legislativa. Expediente Legislativo N . 21.052. Dictamen de mayoría. 27 de mayo de 2020. Pp. 4-5.
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Estas conclusiones introductorias más parecen prejuicios que resultados de una investigación seria. Y sin embargo, no es allí donde se muestra la mayor penuria del documento. Esta se encuentra en su forma de imaginar a las universidades, la educación, el arte y la cultura. El dictamen legislativo imagina a las universidades públicas como instituciones que deberían tener sociedades y empresas tecnológicas y cuya oferta académica debería orientarse a las demandas del sector empresarial o privado. El documento recomienda que las universidades públicas sigan el modelo del Instituto Tecnológico de Costa Rica, pues cuenta con una gama curricular de vital importancia para la atracción de inversiones. Quienes firman el informe sostienen que el resto de la oferta académica de las universidades públicas -y allí colocan exclusivamente a las ciencias sociales, las humanidades y las artes- es obsoleta y con baja o nula demanda. Nunca aclaran a qué se refieren con nula o baja demanda. Pero digamos que eso podría ser medido y discutido. Pero ¿qué significa que las ciencias sociales, las humanidades y las artes estén obsoletas? Tampoco lo aclaran, pero es una afirmación que les pone en evidencia. Digamos que con ella revelan el lugar desde donde piensan, desean, sienten, y deciden. Por una extraña paradoja, el dictamen de mayoría del expediente legislativo 21.052 hace evidente la necesidad de contar con gente bien formada en humanidades, artes, lógica, investigación cualitativa y ética. Digámoslo de este modo: si las personas de esta comisión hubieran podido participar del rigor cognitivo, expositivo y argumentativo observables en ciertos procesos creativos en danza y teatro, en música y cine, el dictamen de mayoría habría merecido los recursos invertidos y no sería un documento fallido. Tal vez la única manera de salvar este documento sea hacer con él lo que se hace con algunos cadáveres en las facultades de Medicina: usarlo para estudiar y aprender. Quizá algo ganemos si se convierte en lectura obligatoria para todos los cursos de lógica, argumentación, y ética de la investigación. También ganaríamos si diputadas y diputados, asesoras y asesores legislativos, relacionados con este documento, son invitados a pasar años y años formándose en esos campos. Un último detalle. Cuando se aprueba la moción para conformar la comisión legislativa, su proponente, el diputado Wagner Jiménez Zúñiga, afirma que en el primer poder de la República se aprueban los presupuestos de la Educación Superior. De ahí concluye que la Asamblea Legislativa debe tener participación directa en el futuro de la educación de nuestro país y en este caso particular de la educación superior. Advierte, además, que estarán pendientes para buscar alternativas inteligentes que fortalezcan la educación superior de este país. Habría que agradecerles su iniciativa y buena voluntad. Pero parece deseable que el futuro de la educación costarricense esté en otras manos. Dicho esto, quizá sea hora de decir algo un tanto desesperanzador. Esos diputados y diputadas son producidos por este país. Son un signo de lo que este país es ahora, revelan un estado del país y del mundo. Y una cosa más. Quizá nosotros, nosotras, no seamos mejores que ellos. Quizá se trate de poder reconocer al fin qué tipo de país es este que estamos produciendo, qué tipo de mundo es este que estamos creando. El desprecio por el conocimiento fundamentado, por la investigación y la evidencia, por el trabajo creativo de artistas y de gente que empuja con inteligencia y entusiasmo procesos creativos, es un signo de un mundo que parece fascinado con el autoritarismo y el embrutecimiento colectivo.
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Estas conclusiones introductorias más parecen prejuicios que resultados de una investigación seria. Y sin embargo, no es allí donde se muestra la mayor penuria del documento. Esta se encuentra en su forma de imaginar a las universidades, la educación, el arte y la cultura. El dictamen legislativo imagina a las universidades públicas como instituciones que deberían tener sociedades y empresas tecnológicas y cuya oferta académica debería orientarse a las demandas del sector empresarial o privado. El documento recomienda que las universidades públicas sigan el modelo del Instituto Tecnológico de Costa Rica, pues cuenta con una gama curricular de vital importancia para la atracción de inversiones. Quienes firman el informe sostienen que el resto de la oferta académica de las universidades públicas -y allí colocan exclusivamente a las ciencias sociales, las humanidades y las artes- es obsoleta y con baja o nula demanda. Nunca aclaran a qué se refieren con nula o baja demanda. Pero digamos que eso podría ser medido y discutido. Pero ¿qué significa que las ciencias sociales, las humanidades y las artes estén obsoletas? Tampoco lo aclaran, pero es una afirmación que les pone en evidencia. Digamos que con ella revelan el lugar desde donde piensan, desean, sienten, y deciden. Por una extraña paradoja, el dictamen de mayoría del expediente legislativo 21.052 hace evidente la necesidad de contar con gente bien formada en humanidades, artes, lógica, investigación cualitativa y ética. Digámoslo de este modo: si las personas de esta comisión hubieran podido participar del rigor cognitivo, expositivo y argumentativo observables en ciertos procesos creativos en danza y teatro, en música y cine, el dictamen de mayoría habría merecido los recursos invertidos y no sería un documento fallido. Tal vez la única manera de salvar este documento sea hacer con él lo que se hace con algunos cadáveres en las facultades de Medicina: usarlo para estudiar y aprender. Quizá algo ganemos si se convierte en lectura obligatoria para todos los cursos de lógica, argumentación, y ética de la investigación. También ganaríamos si diputadas y diputados, asesoras y asesores legislativos, relacionados con este documento, son invitados a pasar años y años formándose en esos campos. Un último detalle. Cuando se aprueba la moción para conformar la comisión legislativa, su proponente, el diputado Wagner Jiménez Zúñiga, afirma que en el primer poder de la República se aprueban los presupuestos de la Educación Superior. De ahí concluye que la Asamblea Legislativa debe tener participación directa en el futuro de la educación de nuestro país y en este caso particular de la educación superior(3). Advierte, además, que estarán pendientes para buscar alternativas inteligentes que fortalezcan la educación superior de este país. Habría que agradecerles su iniciativa y buena voluntad. Pero parece deseable que el futuro de la educación costarricense esté en otras manos. Dicho esto, quizá sea hora de decir algo un tanto desesperanzador. Esos diputados y diputadas son producidos por este país. Son un signo de lo que este país es ahora, revelan un estado del país y del mundo. Y una cosa más. Quizá nosotros, nosotras, no seamos mejores que ellos. Quizá se trate de poder reconocer al fin qué tipo de país es este que estamos produciendo, qué tipo de mundo es este que estamos creando. El desprecio por el conocimiento fundamentado, por la investigación y la evidencia, por el trabajo creativo de artistas y de gente que empuja con inteligencia y entusiasmo procesos creativos, es un signo de un mundo que parece fascinado con el autoritarismo y el embrutecimiento colectivo. º
3 Asamblea Legislativa. Expediente Legislativo N . 21.052. Dictamen de mayoría. 27 de mayo de 2020. P. 3.
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Más artes y más cultura creativa contra nuestras penurias Y tal vez sólo por eso, porque necesitamos detener esta forma de envilecimiento, nunca fueron tan necesarios los poetas como en estos tiempos de penuria. No estoy hablando de prácticas elitistas para minorías exquisitas. Estoy hablando de procesos creativos que hacen una diferencia en la vida de cientos de miles de personas de este país y que son centrales para impulsar una visión desarrollada del desarrollo. Marcela Román lo tiene muy claro cuando habla de la poderosa experiencia del Parque la Libertad (4). Para ella, este programa del Ministerio de Cultura y Juventud y la Fundación Parque la Libertad muestra el valor de combatir la pobreza desde la cultura y la educación. Jóvenes pobres y vulnerables de Desamparados, La Unión y Curridabat reciben en el Parque la Libertad una excelente formación en tecnología y artes visuales, en asuntos técnicos y artísticos, culturales y ambientales. El programa, además, apoya mypimes culturales de mujeres y ofrece alfabetización digital, apoya la enseñanza de las ciencias y la conciencia ambiental en varias escuelas de esos cantones, y cuenta con programas de lectura, robótica, expresión creativa y estilos de vida saludables para niñas, niños y adolescentes. El Parque la Libertad es una apuesta rigurosa que coloca a la cultura y a la economía creativas como eje del desarrollo humano y la transformación social. Y todo ello, junto a otros valiosos programas que impulsan a cientos de miles de personas pobres y vulnerables, está en riesgo gracias a los recortes presupuestarios al Ministerio de Cultura y Juventud aprobados por la Asamblea Legislativa. Marcela Román piensa que para salir de estos tiempos requerimos partir de nuestras fortalezas históricas, no destruirlas. Y esas fortalezas históricas han supuesto una apuesta clara por la educación, la cultura y las artes como fundamento del desarrollo humano y de algo que se parezca a un régimen democrático. Yo pienso lo mismo.
4 Isabel Román. “Cultura para combatir la pobreza y diseñar el futuro: el caso del Parque La Libertad”. Delfino.CR, 1 de noviembre de 2020.
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HERRAMIENTAS SIMBÓLICAS HERRAMIENTAS TRANSFORMATIVAS MARGA
SEQUEIRA
CABRERA
El 2020. El año de la pandemia. El año que la pandemia hizo visible y palpable la desigualdad a quienes tenemos el privilegio de no habitar los lugares más precarios. El año que la política neoliberal se manifestó con toda su intensidad y nos partió el cuerpo para poder sostener muchas luchas, sostener la cotidianidad o intentarlo, o para al menos entender las posibilidades y los futuros. En el 2020, el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) de Costa Rica revela su perversa inoperatividad para amortiguar las consecuencias que las medidas tomadas para prevenir el crecimiento exponencial del virus ocasionaron en todo el sector de trabajadoras de las artes. Fue evidente el desamparo, el desinterés, la soledad que sentimos como sector. Para agravar aún más el panorama, la “solución” que se plantea desde el gobierno para paliar la crisis económica es un recorte presupuestario para el 2021, sin contemplar opciones como algunas medidas fiscales progresivas. La Asamblea Legislativa, conformada en su mayoría por personas que no reconocen el valor social de las instituciones artísticas, al tener la decisión final sobre el presupuesto, deja al MCJ con un devastador recorte en casi todas sus dependencias y en especial en los programas enfocados en comunidades. Frente a un panorama tan apabullante, como sector de las artes nos tocó reconocer que carecemos de herramientas que nos permitan accionar frente a la realidad de la administración pública y la política nacional. Así que cada sector-subsector o grupo de amigues, se movió como pudo, convocó a quien pudo, en medio de mucha impotencia. Nuestras herramientas de trabajo habitan lo simbólico y lo emocional; nos dieron para organizar acciones espontáneas y manifestar nuestro dolor colectivamente. Salimos de luto a despedir la institucionalidad con la que nos vinculábamos y con la cual también contábamos (cada vez menos, pero contábamos). Visibilizar nuestro dolor y hacerlo colectivo, sublimarlo. Una primera acción sucedió el jueves en la Asamblea Legislativa, convocada por bailarines, performers, artistas del movimiento y la calle. Permanecían acostadxs en la acera, en silencio; pero luego se levantaron y gritaron; se nombraron. Bailaban y golpeaban el suelo. De la derrota al movimiento, del silencio al grito. Reclamo. Al día siguiente la visita fue al Ministerio. De negro también, junto con una corona, flores, y muchas candelas, gente que trabaja desde el arte contemporáneo planteó una vigilia. De la tarde al anochecer, con un aire solemne y en mucho silencio, acompañamos a la institución durante las últimas horas de un viernes, al tiempo que escuchábamos las notas de El Duelo de la Patria. Despedida. El sábado, una caravana fiestera y fúnebre (música de comparsa, baile, acciones, luto) de alrededor 2000 personas regresa a ese mismo lugar. Ese y otros nueve puntos fueron parte del recorrido. Una especie de art mourning tour, un tour por sitios importantes para la historia del arte costarricense (o vallecentralino) del último siglo; sitios que alguna vez estuvieron a cargo del Ministerio pero que ahora están en abandono o simplemente desaparecieron. Un tour para recordar y celebrar lo que hubo, pero también para despedir y estar alertas con lo que queda. Memoria.
El duelo es necesario. Visibilizar y acompañar el dolor es necesario. Pero es necesario seguir. El Ministerio está falleciendo, y con él, apoyos, trabajos, espacios, posibilidades y sobre todo dinero. Junto con esa pérdida material y simbólica también estamos aprendiendo, desde la más dura escuela, la necesidad de repensar nuestra relación con el contexto, nuestra participación en lo político y nuestras formas de trabajo y de organización. Necesitamos autocrítica, gestar otros vínculos, situarnos. Marga Sequeira Cabrera activista-investigadora-mediadora
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LA CULTURA TIENE DIGNIDAD JOSÉ PABLO UREÑA
A través de caricaturas, el artista
José Pablo Ureña
ha venido documentando con
sarcasmo las crisis políticas que se han generado en Costa Rica durante los últimos meses.
Publicamos
una
selección
de
estas
imágenes,
cuya
crítica
incisiva
y
acertada va particularmente dirigida a la situación de los recortes y el abandono del Estado al sector cultura, así como a las actitudes y dificultad de diálogo entre les artistas mismes.
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U N
T E X T O
N O
S O L O
P A R A
C O N T E M P L A R
SUSANA CALVO BALLAR, MARCO DÍAZ CORTÉS, DIEGO GONZÁLEZ ROSALES, JOSUÉ MORERA MOLINA, GABRIELA SERRANO SANDÍ, DANIELLA SOLÍS BOLAÑOS Y VIVIANA ZÚÑIGA RAMÍREZ
Si pudiéramos estar sentades en las mesas amarillas de la soda de Artes Plásticas, ¿qué nos diríamos? Ante la noticia del recorte presupuestario por parte de la Asamblea Legislativa de aproximadamente cuatro mil millones de colones al Ministerio de Cultura y Juventud, ¿qué significaría para todes nosotres, sentades con una empanada de frijol y café mal hecho, mientras esperamos la siguiente clase? Pero no estamos ahí, no nos vemos de frente desde marzo, y con eso, no tenemos la posibilidad inmediata de accionar desde la colectividad nuestro enojo y frustración. Si verdaderamente estuviéramos sentades en esas sillas amarillas ¿habría sido distinto?
Entonces, desde nuestras casas: ¿qué significa la noticia de que se está debilitando una estructura cultural, ya de por sí precarizada, la cual nos venía acostumbrando a un futuro incierto como artistas e historiadores de arte? Para intentar responder esto, no perdemos la perspectiva de que este es un problema sistémico que viene desde hace muchos años, pero fue la decisión del recorte lo que significó un potencial impacto negativo sobre miles de personas a nivel nacional, y la razón urgente por la que nos juntamos a escribir este texto.
El Ministerio de Cultura fue diseñado desde la década de los setenta a la medida de los partidos políticos tradicionales, los mismos que ejecutaron su recorte multimillonario aduciendo que es un sector prescindible ante la crisis. Reconocemos que la institucionalidad estatal que corresponde a nuestro sector acarrea los mismos problemas de los demás órganos gubernamentales, como la ineficacia y malversación propias de la burocracia. Sin embargo, sabemos que ha sido posible, con mucha dificultad, llegar desde esa misma institucionalidad a entablar diálogo, cooperación y lazos con el eje comunitario del país. Y cuando lo mencionamos no nos referimos a las instituciones adscritas del Ministerio, cimentadas de forma exclusiva en el Valle Central (que ni siquiera tienen impacto social en su localidad inmediata), sino
a los programas que desde su
planteamiento tienen como objetivo algo tan sencillo y a la vez tan contundente, como dirigirse y llegar en primer lugar a las personas (el Sistema Nacional de Educación Musical-SINEM es quizás el ejemplo más representativo de estos casos particulares). ¿De qué nos sirve tener instituciones dirigidas a salvaguardar colecciones, producir festivales y puestas en escena si las personas no llegan a ellas? Es penoso que el único público que recibamos seamos sólo nosotres mismes. De cierta forma, el funcionamiento actual de las instituciones de la cultura públicas y privadas también es reflejo de la accesibilidad y relevancia de nuestro trabajo, o al menos de los vicios que hemos permitido que se perpetúen dentro de ellas. Si sabemos que nuestro trabajo es importante, debemos garantizar que el resto de la población participe de manera activa en el circuito cultural, y romper así con la rígida exclusividad de nuestro campo, levantada por el mismo conservadurismo, paternalismo, misoginia y clasismo de las élites que detentan una compresión higienista de la cultura y el arte, con fines utilitarios que, a lo sumo, alcanzan a aspirar al adorno o la decoración. Esto se refleja en la repetición acrítica de la frase de Figueres: "¿para qué tractores sin violines?". Tras casi cinco décadas de existencia del Ministerio de Cultura, contamos con una institucionalidad extensa, pero en condiciones precarias que, con valiosas excepciones, está muy alejada de cumplir el rol de potenciar la cultura y el arte de nuestras comunidades. La solución no es cerrar lo que ya tenemos, sino reformular y potencializar las misiones de estas entidades respecto a las necesidades actuales del sector.
En los últimos años se ha instaurado desde el Ministerio de Cultura y Juventud una política cimentada en la popular “economía naranja”, que es utilizada por todas partes para defender el presupuesto del sector artístico. Investigando, encontramos que nace como un proceso de análisis de nuevos mercados poco explorados en donde se puede invertir con poco riesgo, como si las expresiones humanas artísticas fueran valiosas solo por su valor monetario.
El término nace en el 2013, lo desarrollan dos consultores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con ejemplos tan lejanos a nuestra realidad como los espectáculos de Hollywood y Broadway. Cuando parece que esta lejanía no se puede acrecentar más, leyendo el documento de estes consultores descubrimos que parte primordial de su visión de “economía creativa” requiere tener acceso a internet y aparatos tecnológicos, que obvian la creciente desigualdad económica y las condiciones materiales de la mayor parte de la población en el mundo que no tiene acceso a estos servicios. Su objetivo es generar rédito, pero este no entiende ni mejora las condiciones de vida de les trabajadores de la cultura que se encuentran en condición de pobreza, que engrosan las listas de desempleo y sufren de una inmensa precarización laboral, con un 12,3% de pobreza extrema¹. Es la gran paradoja: un sector elitista cuyes trabajadores están precarizados. Tampoco queremos caer en la discusión de cuánto mueve económicamente el arte y la cultura, ¿quién se atrevería a ponerle un precio?
La pandemia del coronavirus no hizo más que destapar los problemas estructurales que hemos acarreado por décadas. Cuando se anunció el congelamiento de nuestro sector durante el mes de marzo sabíamos que la crisis nos iba a golpear con fuerza. Y aun así, ante la mayor crisis de salud de nuestra generación, el arte y la cultura se convirtieron en una clave para la resiliencia de comunidades enteras, a través de agendas que incluían música, teatro, cine, galerías de artes virtuales, bibliotecas virtuales, danza, y de manera comprensiva todas las áreas del arte reinventaron sus medios para calmar el miedo y la ansiedad.
1 «Teletón por la cultura beneficiará arte costarricense», Teletón, acceso el 5 de noviembre de 2020, https://teletoncr.com/teleton-por-la-culturabeneficiara-arte-costarricense/
Es por ello que, como medida para afrontar la crisis, muchos países han apostado por ofrecer soluciones ante el estancamiento de la escena cultural por la imposibilidad de realizar actividades y el cierre de locales e instituciones, e invertir en las industrias culturales. A pesar de que nos parece importante la inversión en arte y cultura, no podemos relegar el tema al aspecto económico, es necesaria también una puesta en valor de esta, como la efectuada en Alemania, al declarar la cultura un bien de primera necesidad. Pues como bien lo dijo el poeta James Oppenheim, haciendo referencia a que la calidad de vida es importante, pero el arte en la vida es esencial: “queremos el pan, pero también las rosas”.
Adicionalmente, debemos pensar cómo asumir el quehacer artístico en la crisis de salud que atravesamos, lo que implica estrictos protocolos de seguridad como los implementados durante el Festival de Salzburgo celebrado en agosto de este año. Muchísimos países como México, Perú, Argentina, entre otros se dieron a la tarea de contratar a los artistas para programas virtuales, generando empleo y permitiendo el acceso a estas actividades a un público masivo.
En Costa Rica, la respuesta por parte del Ministerio de Cultura y Juventud ante la crisis fue la realización de la “Teletón por la Cultura”, una recolecta de víveres que demuestra cómo se asumió el problema, como si se tratara de una obra de caridad. También el mismo Ministerio intentó hacer algo parecido con las Becas Creativas, pero ¿fue suficiente o garantizó realmente condiciones de vida digna para les poques que tuvieron acceso a ellas? Y cuando pensábamos que la situación no podía empeorar, la Comisión de Hacendarios de la Asamblea Legislativa, encabezada por los diputados de la oposición, le recortó casi cuatro mil millones de colones a nuestro sector. En un momento como este es necesario repensarnos, entender el valor y la utilidad de la cultura, para hacer apuestas valientes y necesarias, como buscar la colaboración, solidaridad y redes de trabajo colectivo dentro del sector. Buscando esquemas que no supongan una brecha entre las instituciones culturales y les trabajadores de la cultura, sino creando espacios para el empleo formal, la innovación y la participación de les distintes actores.
A nivel legal, se deben plantear proyectos que permitan proteger el empleo y los derechos laborales de trabajadores independientes y autónomos y que permitan combatir la informalidad laboral digital como lo hizo Brasil, con la Ley de Incentivo para Artistas y Gestores Culturales. Finalmente, es necesario que las instituciones públicas dedicadas al arte y la cultura puedan tener autonomía en sus decisiones para rediseñar sus modelos de negocio e innovar en el uso de sus espacios y para no estar simplemente a la deriva, empujadas por los embates de un proyecto gubernamental que las contempla de manera accesoria.
El escenario no ha dejado de empeorar desde los PAES, estamos ante la mayor crisis fiscal de la historia, y el futuro pinta tan gris que la verdadera generación perdida, no es ya la que alcanzó la mayoridad en los ochentas, somos nosotres. Si esta crisis de salud no nos ha golpeado peor es porque seguimos viviendo de glorias pasadas, pero no estamos asumiendo los retos presentes. Nos cuesta tenerles fe a mesas de diálogo escenificadas para servir de fachada al siguiente préstamo. Y estamos clares en que la política, debido a la crisis fiscal, no busca atacar el gran vacío de las arcas estatales que suponen la evasión y la elusión fiscal, sino que espera solucionar la crisis con recortes que, en términos macro, no son significativos y que atacan principalmente las áreas de inversión social, ambiental y cultural. Estos recortes tienen toda la pinta de no ser fundados por criterios económicos, sino ideológicos.
Este año pareciera que nos hemos enfrentado con una nueva mala noticia cada semana, que constantemente nos hace sentir amenazades, cansades y con miedo. Esto nos dejó claro que organizar nuestras ideas y enojo no es fácil, que calzar los tiempos para vernos en Zoom puede ser incluso más difícil que vernos en la soda de la escuela. Pero quizás es hora de no sólo quedarnos en expresar nuestros miedos frente a nuestra decisión profesional y el panorama desalentador que se avecina para el país. Venimos a convocar, con las herramientas y conocimientos que tenemos, porque se nos están agotando las razones para la pasividad.
Resistir juntes es posible, dejar de contemplar la crisis también.
Susana Calvo Ballar, Guadalupe. Marco Díaz Cortés, Turrialba. Diego González Rosales, Heredia. Josué Morera Molina, Alajuela. Gabriela Serrano Sandí, San José. Daniella Solís Bolaños, Cartago. Viviana Zúñiga Ramírez, San José.
10 de noviembre del 2020
Artes de Zorra 2 La hora de Sniffany
¡Hola queridas! Esta servidora ha regresado a la Buchaca para una edición
más
de
Artes
de
Zorra,
ahora
desde
una
perspectiva
internacional con otras zorras de Latinoamérica: Marcia Santos, Nicolás Astorga, Zorra Comunista y Nohacernada.org.
En esta edición tomaremos como punto de partida la figura de zorra desde
la
visión
de
cada
una
de
nuestras
artistas
invitadas.
Atravesaremos la zorricidad desde campos como la historia del arte, prácticas artísticas individuales, la cultura pop y la vida misma.
La hora de Sniffany
IR A VIDEO
gro.adanrecahoN Artemisia Gentileschi, Judit decapitando a Holofernes, 1613.
gro.adanrecahoN Valie Export, Action Pants: Genital Panic, 1968
Valie Export, From the Underdog File, 1969
gro.adanrecahoN Hannah Wilke, A travĂŠs del Gran Vidrio, 1976.
gro.adanrecahoN Hannah Wilke, Intra-Venus, (1992–1993).
gro.adanrecahoN Obras por Nahui Olin
gro.adanrecahoN Obras por Lee Lozano
gro.adanrecahoN Lee Lozano, Masturbation Investigation, 1969
agrotsA salociN Nicolas Astorga, Cabrรณn, 2019
Nicolas Astorga, Trophy husband, 2019
agrotsA salociN (Proceso)
Nicolas Astorga, You can stay here and be pretty, 2020.
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