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Inclusión social La ayuda que llega al barrio
En red para multiplicar la ayuda
Referentes de la sociedad civil y vecinos accionan para acompañar a las personas en riesgo de contagio del Covid-19, garantizarles la alimentación a miles de habitantes y procurar el aislamiento preventivo pese al hacinamiento.
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TEXTO GABRIEL TUÑEZ J óvenes recorren las casas donde habitan adultos mayores para llevarles comida y que puedan mantener el aislamiento; una parroquia aloja a las personas que pertenecen a los grupos de riesgo para evitar un posible contagio en sus familias; una librería hace fotocopias gratis para que todas las niñas y niños del barrio tengan su tarea escolar y sus dibujos.
En Argentina, más del 90 por ciento de la población vive en ciudades, un escenario ideal para la propagación de un virus como el Covid-19, que tuvo un origen animal pe
ro que se traspasó a los humanos. Esta situación tiende a ser más riesgosa en los barrios populares, donde la vivienda resulta, muchas veces, sinónimo de hacinamiento, y la infraestructura sanitaria más esencial, casi no existe.
Allí, referentes de la sociedad civil y los propios habitantes decidieron reforzar las redes de asistencia para cumplir con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, pero al mismo tiempo garantizar la alimentación y los cuidados sanitarios de la población que corre más riesgos frente a la enfermedad.
“Duplicamos el esfuerzo que veníamos haciendo”, asegura Santiago Agüero, referente del Frente Popular Darío Santillán en la Villa 21-24, del barrio porteño de Barracas. Agüero destaca el trabajo de decenas de voluntarios para generar conciencia a una población de 80.000 habitantes acerca de los cuidados que deben tomarse ante el avance del virus, pero también garantizándole, a la mayoría, la alimentación diaria, en un contexto de crisis económica que se agravó desde el comienzo de la pandemia.
“Si antes, sólo dábamos el almuerzo en los comedores, ahora agregamos la cena, porque hay una demanda muy fuerte en el barrio. Desde hace algunas semanas, las changas y los trabajos informales se terminaron y no hay dinero”, indica.
Para Silvia Saravia, coordinadora nacional del Movimiento Barrios de Pie, “la principal preocupación es la llegada de los alimentos a los distintos barrios, no sólo a los
“Nos dividimos por manzanas entre delegados y vecinos para, de forma solidaria y comprometida, llevarles a esas personas los alimentos o los remedios necesarios para que cumplan con el aislamiento.” Santiago Agüero, referente del Frente Popular Darío Santillán en la Villa 21-24.
sectores que ya veníamos asistiendo, sino a los que se suman, porque perdieron los trabajos en el sector informal y no reconocido”.
La organización reforzó en las últimas semanas un esquema de distribución de alimentos, medicamentos y ropa de abrigo en las barriadas populares, situadas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) y el resto del país. “Tenemos más demanda y no tenemos capacidad” para afrontarla, reconoce Saravia, antes de asegurar que han pedido la ayuda de los Estados nacional, provincial y municipales, para “trabajar codo a codo” ante la pandemia.
En cada hogar de los barrios populares viven entre cuatro y diez personas.
nos Aires, se llevó a cabo un relevamiento con el objetivo de determinar las viviendas habitadas por adultos mayores o personas que, por su condición de salud, se encuentran más en riesgo frente al coronavirus. “Nos dividimos por manzanas entre delegados y vecinos para, de forma solidaria y comprometida, llevarles a esas personas los alimentos o los remedios necesarios para que cumplan con el aislamiento. Y también para visitarlas, preguntarles cómo se encuentran y conversar con ellas”, dice.
A través de esta red de asistencia se comprobó que “son muchos los que están en situación de riesgo, debido al hacinamiento en el que viven. Encontramos familias enteras viviendo en una pieza, donde es muy difícil respetar las distancias”, comenta.
Según el último relevamiento hecho por el Observatorio Villero del Movimiento La Poderosa, entre cuatro y diez personas viven en cada hogar de los barrios populares.
Al respecto, Alejandra Sánchez Cabezas, directora de la Asociación Civil Surcos, destaca que las barriadas se caracterizan por su inestabilidad económica, las dificultades en el acceso a los servicios de salud y la situación precaria de las viviendas. “El lavado de manos y el aislamiento son las medidas por excelencia necesarias para frenar la propagación del virus, ¿pero qué pasa cuando más del 30 por ciento de la población es pobre, vive en condiciones de hacinamiento, no accede al agua segura ni a servicios de salud de calidad?”, se pregunta la médica.
El aislamiento también provocó el cierre de las escuelas y, particularmente, en los barrios populares, la suspensión de las tareas de apoyo. Para reducir el impacto de esa situación en la educación y las actividades recreativas de los niños, la fotocopiadora Paulo Freire, en la villa Rodrigo Bueno, “decidió seguir trabajando a puertas cerradas para garantizar las tareas de educación popular y que todos los niños que deban estar en su hogar cuenten con dibujos para colorear”, según informó La Poderosa.
Es en ese contexto en el cual el aislamiento en los ba
Secretaría de Integración y Hábitat del GCBA
rrios populares “se cumple como se puede”, admite el sacerdote Guillermo Torre, al frente de la parroquia Cristo Obrero, del barrio Padre Mugica, la ex Villa 31, en Retiro.
Torre, que integra el movimiento de curas villeros, resalta el trabajo de la iglesia con “otras redes barriales, para reforzar la atención de los comedores, donde se sirven 4.000 raciones diarias de comida, de lunes a lunes, y tratar de cubrir” todo el territorio, donde viven unas 50.000 personas. “Hay mucha gente que, al no poder trabajar o porque se le cortaron las changas, no tiene para comer y viene a pedir ayuda”, señala.
Además, explica que se estableció un sistema de madrinas y padrinos de unos 250 adultos mayores “que se encar
“Hay mucha gente que, al no poder trabajar o porque se les cortaron las changas, no tiene para comer y viene a pedir ayuda.” Guillermo Torre, cura de la parroquia Cristo Obrero, del Barrio Padre Mugica (ex Villa 31).
gan de ver qué necesitan y de hacerles llegar mercaderías o medicamentos; todo esto, coordinado con el centro de salud y el Ministerio de Desarrollo y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires”.
El cura cuenta que dos de las capillas situadas en el barrio “fueron transformadas en pequeños hogares, para recibir a adultos mayores que viven junto con sus familias en casas muy pequeñas y necesitan o quieren aislarse más para evitar posibles contagios. Creamos esos espacios –agregó Torre– para que puedan estar allí durante el tiempo que dure la cuarentena y sean atendidos de acuerdo con sus necesidades”.
Juego limpio
Módulo Sanitario es una organización que desarrolla baños prefabricados para viviendas que lo necesitan. Debido a la imposibilidad de construir a partir de la pandemia y la cuarentena, sus miembros decidieron entregar kits de productos para la higiene personal y del hogar.
TEXTO EDUARDO SANTACHITA “ Andá al baño que estamos por salir.” “No te acuestes sin lavarte los dientes.” “Quedate en casa y lavate las manos.” Las tres son frases muy reconocibles por todos, pero no para todos significan lo mismo.
Seis millones de personas en la Argentina no tienen un baño en su casa o lo tienen en un único ambiente, sin la privacidad y las condiciones de higiene necesarias. Entre ellas, la gran mayoría son niñas y niños que deben atravesar el frío, el barro o terrenos inundados, sólo para satisfacer necesidades básicas en una letrina, cepillarse los dientes y lavarse las manos.
Módulo Sanitario es una organización formada por ocho trabajadores rentados y 200 voluntarios que se dedica a construir instalaciones sanitarias prefabricadas,que se anexana las viviendas o casillas y cuentan con inodoro, bacha, agua caliente y fría, desagües y electricidad.
“A partir de la pandemia, no pudimos seguir construyendo, pero no nos íbamos a quedar de brazos cruzados”, asegura Matías Nicolini, ingeniero y cofundador del proyecto. “Además, empezamos a recibir llamadas delos barrios, desesperados porque no conseguían alcohol en gel, y les explicamos que con agua y jabón era suficiente.” La ayuda que llega
Cuando el Gobierno decidió el aislamiento obligatorio, la ONG empezó a recaudar fondos para entregar kits de higiene conformados por jabón, champú, pasta dental, cepillos, lavandina, repelente y detergente. Si bien Módulo Sanitario usualmente entrega este tipo de productos, junto con el nuevo baño, la irrupción del coronavirus hizo extensiva la ayuda a barrios enteros. “Por el momento,lo estamos haciendo en Moreno, Pilar, San Miguel y Florencio Varela”, explica Nicolini. Y aclara: “Como muchos todavía no tienen su baño, también sumamos al kit una palangana y más desinfectante”.
En los primeros días, 1.400 familias recibieron los productos gracias a la iniciativa.“Estamos hablando con mayoristas, fabricantes y proveedores para llegar a más gente, pero también necesitamos donaciones de individuos”, reconoce Matías.
El proyecto, nacido en 2015, también realiza talleres para crear hábitos de higiene, fundamentales para evitar enfermedades como la diarrea y la neumonía, que están entre las principales causas de muerte en menores de 5 años. “En el contexto actual, también les damos instrucciones de prevención y les recomendamos llamar al Same, pero en general, nos responden que el Same en su barrio no entra”, cuenta Nicolini. “Nos han agradecido mucho más por acordarnos de ellos que por los productos. Uno cree que las familias están contenidas, pero a veces son tratadas como un número y hacerles un llamado para ofrecerles ayuda es mucho más que kits de limpieza, es un empujón de ánimo”, concluye. CÓMO CONECTARSE Módulo sanitario: Web - www.modulosanitario.org Instagram: @modulosanitario “A partir de la pandemia no pudimos seguir construyendo, pero no nos íbamos a quedar de brazos cruzados.” Matías Nicolini, ingeniero y cofundador de
Módulo Sanitario. Módulo sanitario