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Comunidades rurales La voz de tierra adentro
Voces de tierra adentro
Alejadas de las grandes ciudades, pero afectadas por el cierre de los canales de comercialización para su producción, las poblaciones agrarias y originarias se aferran a sus costumbres ancestrales para mantener el aislamiento y aliviar el impacto de la crisis.
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TEXTO GABRIEL TUÑEZ A isladas, casi sin contacto con las ciudades, aunque padeciendo los efectos económicos de la poca actividad comercial. Así, en la mayoría de los casos, llevan adelante las comunidades rurales y originarias la cuarentena decretada por el Gobierno para prevenir el contagio del coronavirus.
“Esta situación no se siente tanto como en las ciudades, ya que la población campesina vive de manera más aislada e inserta en una economía de subsistencia: pequeñas huertas y cría de animales, como chanchos y gallinas, o la presencia de una vaca lechera, son rasgos comunes en la zona. Los productores familiares y changarines rurales tienen una fuerte presencia, aunque escasos recursos económicos”, cuenta a Tercer Sector Martín Cornell, director y maestro en la Escuela Rural N° 940 Educación para las Primaveras, situada en El Soberbio, en la provincia de Misiones y cercana al límite con Brasil.
Una de las ventajas de la zona, comenta Cornell, es que el aislamiento no se da entre cuatro paredes, sino que “suele haber espacio y verde para salir de la casa. Además, el trabajo rural va marcando un ritmo diario, porque los animales y cultivos no pueden dejar de atenderse”, indica. La cuarentena, sin embargo, está produciendo en esa región misionera “un paro en la economía, afectando principalmente a los pequeños comercios y trabajadores cuentapropistas o informales”.
PREVENCIÓN EN LENGUAS ORIGINARIAS
“E sta pandemia nunca nos pasó en la historia, entonces hay que recomponer la forma de comunicación para enfrentarla. Esta iniciativa es un paso muy importante para lograrlo”, asegura René Calpanchay, líder de la comunidad kolla en la puna jujeña.
La iniciativa que menciona Calpanchay es la traducción a lenguas originarias de los instructivos sanitarios y educativos para prevenir el contagio del coronavirus, una campaña llevada a cabo por la Red de Comunidades Rurales en articulación con Red/Acción y diferentes comunidades indígenas.
Calpanchay ayudó con la traducción y la difusión de las medidas en Quechua, así como otras y otros referentes en distintas zonas lo hicieron en Mbyá-guaraní, Qom, Wichí, Pilagá y Mapudungun, entre otras lenguas.
“Nuestra comunidad recibió muy bien el instructivo porque, además de la importancia de contar con las indicaciones sanitarias, es una forma de reforzar la confianza. Hay palabras o frases que en español tienen un significado, pero otro, en el idioma originario”, indica Calpanchay a Tercer Sector.
Los instructivos fueron difundidos, principalmente, por medio de afiches, redes sociales y grupos de WhatsApp, aunque algunas comunidades analizan la posibilidad de transmitirlos también a través de la radio.
“Se trata de un aporte en este contexto que puede servir para que un docente que trabaja en las comunidades, el personal sanitario o personas de las mismas comunidades cuenten con una herramienta más para informar”, explica el antropólogo Sebastián Valverde, que es parte del proyecto como integrante del Programa Etnicidades y territorios en redefinición del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
El aislamiento disminuyó las oportunidades laborales y de comercialización de la producción de las comunidades originarias.
Patricio Sutton - Red Comunidades Rurales
Impacto económico y sanitario
En Pampa del Indio, a unos 200 kilómetros al noroeste de Resistencia, en Chaco, “el panorama se volvió bastante complejo” a partir de la vigencia del aislamiento, porque derivó en el cierre de comercios y disminuyó las oportunidades laborales de quienes integran las comunidades originarias Qom y Mocovíes de la zona, explica Isabel Quattrini, integrante del Instituto de Cultura Popular (Incupo). “Hay muy pocas changas y sólo surgen algunos trabajos ocasionales. La producción agrícola se vio muy disminuida, más allá de que el cuidado de animales deba seguir”, comenta.
Quattrini señala que los miembros de las catorce comunidades originarias de la zona vieron resentidas algunas cuestiones sanitarias, justamente en el contexto de la pandemia. “Sólo una tiene acceso al agua potable. Hay una canilla pública cada cuatro o cinco kilómetros. La cuestión del agua es un desastre, sumado a que hubo una sequía muy importante y una bajante en los ríos de la región”, indica. A eso se suma el hecho de que “hay mucha gente que 'pucherea' con contratos informales de asistencia social y es complicado. No todas las personas, aquí, reciben un plan social o la Asignación Universal por Hijo”, menciona.
Sandra Daisy Aranda es directora de una escuela intercultural bilingüe en el paraje Tekôa Arandu y miembro del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa), en el municipio misionero de Pozo Azul. Pese a que las clases fueron suspendidas poco antes del aislamiento, en las escuelas de la zona se mantuvieron abiertos los comedores para que un representante de cada una de las más de 200 familias Mbya Guaraní retire raciones de comida. Para quienes viven más alejados de los establecimientos educativos se organiza el reparto de un bolsón con alimentos una vez por semana.
La pandemia también provocó que las comunidades de la zona no pudieran viajar más hacia ciudades cercanas para comercializar su producción agrícola y de apicultura. “Las ferias francas, en algunas localidades dejaron de funcionar, así que por el momento se dedican al consumo interno”, comenta Aranda a Tercer Sector.
Desde la puna jujeña de Atacama, a 3.600 metros de altura sobre el nivel del mar, René Calpanchay, referente de la comunidad kolla, asegura que el cuidado dejó de ser algo individual para convertirse en colectivo. “Las comunidades están mucho más fuertes, no permiten el ingreso de personas ajenas y tiene un acatamiento masivo. Creo que evolucionamos de la dependencia a la responsabilidad: si me cuido, te cuido a vos y también a los demás seres de la naturaleza”, expresa.
Calpanchay considera que el aislamiento es una oportunidad de profundizar algunas prácticas ancestrales, porque al estar restringida la circulación para comercializar lo producido, las comunidades deben ponerlo en consideración de grupos vecinos. “Hay que revalorizar la organización y promover las ferias campesinas y mingas, encuentros solidarios entre amigos y vecinos para afrontar un trabajo en común. Más allá de los efectos negativos de la pandemia, estamos ante una muy buena oportunidad de armonizar lo ancestral con lo moderno, lo rural con lo urbano”, culmina. CÓMO CONECTARSE Instituto de Cultura Popular: www.incupo.org.ar Equipo Nacional de Pastoral Aborigen: www.endepa.org.ar Red de Comunidades Rurales: www.comunidadesrurales.org Red/Acción: www.redaccion.com.ar
“Hay muy pocas changas y sólo surgen algunos trabajos ocasionales. La producción agrícola se vio muy disminuida.” Isabel Quattrini, integrante del Instituto de Cultura Popular en Pampa del Indio, Chaco.