Que es una Lengua Natural

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QUÉ ES UNA LENGUA NATURAL. Sus RASGOS DEFINITORIOS Y Su IMPORTANCIA PARA COMPRENDER CÓMO Y POR QUÉ CAMBIA UNA LENGUA. Por Company y Flores

Una lengua natural es un conjunto organizado de símbolos vocales arbitrarios por medio del cual se comunican los seres humanos. Se trata de un sistema altamente especializado que coloca al hombre en un lugar aparte entre todos los otros seres que también poseen medios de comunicación. A pesar de la amplia variedad con que se manifiestan los distintos sistemas de comunicación animal, todos tienen en común una serie de características o propiedades básicas. Lingüistas, antropólogos y filólogos están de acuerdo en que son quince estas propiedades. Sin embargo, el único sistema que posee los quince rasgos definitorios juntos es la lengua, es decir, el medio de comunicación humano, ésta es la razón por la cual es posible sostener que se trata del sistema de comunicación animal más especializado. Ningún otro sistema de comunicación conocido posee los quince rasgos juntos. Los rasgos definitorios de la lengua son: l)doble articulación; 2)vía vocal-auditiva; 3) desplazamiento o libertad de estímulo; 4) prevaricación; 5) arbitrariedad; 6) historicidad; 7) transmisión irradiada y recepción dirigida; 8) retroalimentación total; 9) desvanecimiento rápido; 10)especialización; 11) carácter discreto; 12) reflexividad; 13) productividad; 14) semanticidad, y 15)intercambiabtlidad. 1) DOBLE ARTICULACIÓN 1a articulación: palabras 2aarticulación: sonidos distintivos o fonemas Lo primero que percibimos al escuchar hablar a otros seres humanos son palabras, es decir, unidades con significado. Las palabras constituyen lo que llamamos la primera articulación. Resulta muy difícil para el ser humano, sin estudios lingüísticos previos, hacerse consciente de que las palabras que escucha están constituidas por unidades más pequeñas carentes de significado. Sin embargo, esas unidades existen y son tan importantes en la formación de los mensajes como las palabras mismas. Estas unidades más pequeñas constitutivas de la palabra se llaman fonemas y constituyen la segunda articulación. Mientras que la cantidad de palabras en una lengua es muy vasta y está abierta a incremento o disminución léxica, para ajustarse a las necesidades y cambios que experimenta la comunidad que la habla, los fonemas forman un inventario, siempre pequeño y cerrado, es decir, que no está abierto, en un momento dado, a incremento o disminución. Esto no quiere decir, sin embargo, que el inventario de fonemas sea invariable a lo largo de la historia de una lengua, pero sí que los cambios que puede sufrir son tan lentos que la vida de un ser humano


no es suficientemente larga para atestiguarlos. Por esta razón, decimos que el inventario de fonemas es cerrado, no susceptible a incremento o disminución, en el uso que hace de él una comunidad humana determinada. Por lo tanto, palabras —primera articulación— lista abierta; fonemas —segunda articulación— lista cerrada. Todo hombre recibe como herencia la lengua de sus antepasados y con ella un número limitado de fonemas que seguirá siendo el mismo hasta el momento de su muerte. Sólo los cambios imperceptibles que realizan en la pronunciación de los fonemas muchas generaciones de hablantes conseguirán alterar, al fin, ese inventario. En cambio, el léxico de una lengua, constituido por el conjunto de palabras que posee en un momento determinado, está en constante movimiento. La vida de un ser humano es suficiente para percibir los cambios que el léxico experimenta. Todo mundo conoce algunas palabras que usaban sus abuelos, pero que han caído en desuso y con frecuencia somos testigos de la introducción de nuevas palabras que sirven, por ejemplo, para hablar de cosas que hace pocos años no existían. Tal es, por ejemplo, el caso de los muchos préstamos del inglés que entraron a la lengua española para designar cosas y hechos relacionados con la tecnología de la computación. La doble articulación de la lengua, es decir, la existencia de la primera y la segunda articulación (palabras y fonemas) es de importancia fundamental en la eficiencia y versatilidad con que nos comunicamos los seres humanos y no parece existir en ninguno de los otros sistemas de comunicación animal conocidos, con la calidad y la eficiencia con que se presenta en las lenguas naturales. El hecho de que las unidades de la segunda articulación, es decir, los fonemas, carezcan de significado hace posible que puedan construirse con ellos un número teóricamente infinito de palabras, es decir, de mensajes. Si los fonemas tuvieran significado, ese mismo significado impediría su reutilización infinita para generar nuevos mensajes. El hecho de que las palabras constituyan una lista abierta hace que la lengua pueda adaptarse rápidamente a nuevas situaciones culturales. Por su parte, el hecho de que los fonemas sean una lista cerrada y casi invariable a lo largo de generaciones le da estabilidad al sistema y garantiza la comunicación entre generaciones.

2) VÍA VOCAL-AUDITIVA (COMUNICACIÓN ORAL) El canal por el cual nos comunicamos los seres humanos es vocal-auditivo. Este rasgo permite que el sistema sea altamente eficiente, pues nos permite ahorrar mucha energía al mantener libres nuestro cuerpo y nuestras manos. Nos permite comunicarnos sin necesidad de un espacio físico concreto o de la luz diurna, cosa que no ocurre, por ejemplo, con los sistemas de comunicación animal que utilizan danzas o movimientos corporales específicos. Nuestro sistema de comunicación alcanza además una especialización de tal calidad que, no sólo emitimos sonidos, sino que además podemos entonarlos significativamente, modularlos y acentuarlos. Un ejemplo de ello es la siguiente frase que, al acentuarse de distinta manera, cambia su significado:

Lloraba por la pérdida de su


madre Lloraba por la perdida de su madre O los numerosos casos de dobletes y aún tnpletes léxicos, generados solamente por el desplazamiento del acento: /ábito - abíto — abitó/ /intérprete — interpréte — interpreté/ 3) ARBITRARIEDAD El signo lingüístico se compone de dos partes solidarias: una llamada significado; o imagen mental y la otra significante o imagen acústica. Por ejemplo, el signo ÁRBOL está compuesta de la asociación indisoluble de dos elementos: por una parte, la serie de sonidos qué componen esa unidad, en determinada combinación y no en otra (significante o imagen acústica), y del concepto que nos trae a la mente cuando la escuchamos (significado o imagen mental). Ambos elementos se relacionan entre sí de manera arbitraria. Esto significa que la relación entre significado y significante es un hecho puramente convencional y que no hay una razón para asignar una combinación de sonidos, por ejemplo, la combinación A-R-B-O-L, un significado en particular, por ejemplo el concepto 'planta de tronco leñoso que se ramifica a mayor o menor altura del suelo'. El mismo concepto podría estar asociado con otra combinación de sonidos, por ejemplo, L-A-R-R-E o otra cualquiera, sin que esto altere en forma alguna la funcionalidad del signo. Gracias también a la arbitrariedad de la relación entre significado y significante nuestro sistema de comunicación nos permite generar un número infinito de mensajes. Si la relación no fuera arbitraria y los nombres de las cosas tuvieran que tener alguna relación con las cosas nombradas, como ocurre con ciertas palabras, llamadas onomatopeyas, tales como quiquiriquear, cacarear, ronronear, el número de mensajes comunicables sería finito y no infinito. Imaginemos que difícil, si no imposible, sería encontrar la serie de sonidos adecuada para expresar conceptos tales como 'dormitar’, 'sublime', 'silencio' o 'anteayer'. Las onomatopeyas forman un número muy limitado de palabras dentro de cualquier lengua, la mayoría constituyen, a pesar de su aparente motivación, signos arbitrarios. Una prueba contundente de la arbitrariedad del signo lingüístico es que la evolución fonética de las palabras no necesariamente implica un cambio de su significado y, viceversa, la transformación histórica del significado de una palabra no implica necesariamente una evolución de su configuración fonética. Obsérvense los siguientes ejemplos:

líquido blanco a) lákte


b) No hay nada en el objeto designado, la leche, que nos haga nombrarlo de una u otra manera. Ejemplo 1. En este caso tenemos un significante /lákte/ que ha cambiado a lo largo de la historia de la lengua de manera drástica hasta llegar a ser /léče/, mientras que el significado se ha mantenido sin ningún cambio. Estado 1 /liquido blano»

.

Estado 2 líquido blanco

Ejemplo 2. Tenemos aquí que el cambio en el significante es mínimo /patre > padre/, pero en el significado es radical. Pater, que en latín tenía una connotación de dependencia social, pater familias, ha venido a ser sinónimo de lo que era genitor 'padre biológico', en donde la relación se reduce a parentesco biológico perdiendo la connotación social. Genitor ha desaparecido de la lengua española

Estado 1 /elación social •••- •••••••

.-•-••

Estado 2 Delación biológica

Existen dos niveles en los que se puede entender el concepto de arbitrariedad: (a) la relación entre significante y significado es arbitraria, y (b) la relación del signo en su totalidad con el referente es también arbitraria. Aunque la arbitrariedad es un componente fundamental de la lengua, existe también, en cierta medida, su contraparte: la iconicidad. Esto es, existe cierta relación entre las formas lingüísticas y lo significado por ellas. Así, ademas de las onomatopeyas, en donde la relación entre significado y significante es icónica debido al parecido entre la configuración fonética de esas palabras y las actividades o hechos que designan, existe también iconicidad en otros niveles de la lengua. Por ejemplo en el léxico y la morfología podemos encontrar cierta iconicidad: a mayor importancia y matización cultural de una realidad determinada, tenemos en la lengua un número mayor de unidades léxicas para designarla. El caballo, por


ejemplo, es un animal de gran importancia en nuestra cultura y esto se refleja en la gama amplia de sustantivos para referirnos a él y las diferentes variedades que conocemos, en cambio, para referirnos a animales menos cercanos o inmediatos a nuestro entorno no contamos con esa variedad léxica. Por otra parte, a mayor cercanía cultural con el animal designado, mayor variación morfológica; vaca, toro, becerro, novillo, etc; y a menor cercanía cultural; el léxico es invariable morfológicamente: foca, búfalo, hurón, ñandú, etc. SUPLETIVISMO INVARIACIÓN

DERIVACIÓN AFIJAL

Caballo: Yegua Potro Potranca Pura sangre Alazán Corcel Garañón

león leon-a tigre tigre-sa

koala mapache zarigüeña gacela ñandú

perro perr-a

Otro ejemplo en donde la iconicidad tiene inferencia son los plurales, que gráfica articulatoriamente son más largos que los singulares. 4) DESPLAZAMIENTO o LIBERTAD DE ESTÍMULO. Todos los sistemas de comunicación animal conocidos, con excepción del humano, carecen de este rasgo. Los animales sólo pueden comunicarse en torno a una realidad por la que están siendo directamente estimulados. Por ejemplo, las abejas realizan una serie de danzas específicas para comunicar a otras abejas el lugar preciso en que se encuentra una fuente de alimento. Pero sólo puede realizar la danza aquella abeja que ha visto el alimento, que ha sido directamente estimulada por la percepción del alimento. Una vez que esta abeja ha realizado sus danzas frente a otras abejas, éstas no pueden "correr la voz" entre otras abejas que no estaban presentes porque no han sido estimuladas por la presencia real del alimento y no pueden por ello realizar, a su vez, la danza que presenciaron. El sistema de comunicación humano, en cambio, posee el rasgo de desplazamiento o libertad de estímulo. Esto significa que el hombre no está limitado en su comunicación por la realidad inmediata que lo afecta; puede hablar de cosas por las que no ha sido directamente estimulado en ese preciso momento. No es necesario tener frente a nosotros un objeto para poder hablar de él. Este rasgo permite el desarrollo cultural ya que gracias a él es posible crear e inventar hipótesis y describir situaciones ficticias. El sistema de comunicación humano se caracteriza, pues, por una total libertad del estímulo. 5) PREVARICACIÓN


Estrechamente relacionado con el anterior, este rasgo le presta una gran versatilidad al sistema de comunicación humano y lo distingue, también, de todos los otros sistemas de comunicación animal. Los seres humanos no sólo somos capaces de comunicar realidades por las que no hemos sido directamente estimulados, sino que somos capaces de hablar de situaciones o cosas con las que nunca hemos estado en contacto. Es decir, tenemos la capacidad de mentir, la capacidad de crear lingüísticamente realidades inexistentes. Podemos hablar de unicornios y describirlos sin que nunca ser humano alguno haya estado en contacto con uno de ellos. Es decir, los signos pueden emplearse para usos ajenos u opuestos a sus referentes apropiados. Se trata de un desplazamiento de la relación esperada entre significante y significado y un desplazamiento del signo con lo referido. Este rasgo, junto con algunos otros, posibilita la ciencia, la literatura, la ficción, los chistes, etc. Se relaciona estrechamente además de con el desplazamiento, con la arbitrariedad. 6) HISTORICIDAD Todos los seres humanos hemos recibido la lengua que hablamos como una herencia del pasado que, además de permitirnos la comunicación con nuestros semejantes, nos hace depositarios también de la cultura y de muchas de las concepciones de los seres que la utilizaron antes de nosotros, de nuestros antepasados. Gracias a la lengua somos seres históricos, ya que por medio de ella transmitimos experiencia. La carga cultural que la lengua conlleva, la selección y disponibilidad de léxico y las entonaciones y variedades dialectales son heredadas de padres a hijos. Posiblemente lo que nos hace únicos en el reino animal es la posibilidad de transmitir experiencia. Esta característica de la lengua está involucrada en la evolución del ser humano. La conservación de utensilios de algunas culturas primitivas es una prueba contundente de que esos grupos humanos tenían ya un sistema de comunicación especializado a tal grado que les permitía decir a sus descendientes que debían conservar esos objetos puesto que facilitaban la vida diaria. La gramática es el conjunto de hábitos aprendidos que los hablantes emplean para comunicarse.

7) TRANSMISIÓN IRRADIADA y PERCEPCIÓN DIRIGIDA El sonido tiene la propiedad de extenderse en ondas que se transmiten en todas direcciones y de llegar así a donde el medio físico en que se expande, esto es, el aire le permita. Se extiende pues con facilidad y velocidad. A esto se le llama transmisión irradiada y es la labor que realiza el hablante. Al inundar la onda sonora el espacio, el oído es capaz de discriminar y solamente percibir aquellos sonidos distintivos, esto es, los fonemas, desechando todos los otros sonidos que llegan a él, pero que no tienen valor distintivo. El esfuerzo perceptivo del oyente está por tanto dirigido a filtrar lo verdaderamente relevante desde el punto de vista comunicativo; podría decirse que el oído es de tal naturaleza que funciona como un filtro, ya que le permite no confundir el ruido con lo importante comunicativamente, de tal manera que el oyente no se distraiga. Por lo tanto,


hablante y oyente realizan en un acto de comunicación tareas complementarias: el hablante transmite de manera irradiada y el oyente percibe linealmente. El hecho de que la transmisión sea irradiada hace posible que el hablante tenga libertad de movimientos, que no requiera estar en una determinada posición con respecto al oyente para comunicarse con él; a su vez el hecho de que la percepción sea dirigida permite captar el mensaje en todo su contenido y eliminar lo irrelevante. Con todo esto obtenemos claridad, facilidad, rapidez y alcance en la comunicación, ampliando la interacción social y evitando la confusión. Este rasgo es consecuencia directa de la naturaleza física de la onda sonora y está por supuesto asociado a la vía vocal-auditiva que emplea el ser humano para comunicarse.

8) RETROALIMENTACIÓN TOTAL Todo hablante es capaz de oírse a sí mismo en el momento preciso en que transmite un mensaje, lo cual permite control sobre sus actos de habla y la posibilidad de autocorregirse inmediatamente al cometer errores en el momento de hablar. Este rasgo garantiza estabilidad en la comunicación y hace posible que los procesos de cambio lingüístico sean por lo regular muy lentos, asegurando el éxito comunicativo entre dos distintas generaciones. Si no existiera esta posibilidad de autocorrección por parte del hablante, la comunicación y en general la interacción hablanteoyente, o la interacción entre generaciones distintas, resultaría bastante caótica, ya que el oyente podría suponer que las equivocaciones del hablante no son tales, sino que tienen verdadera intención comunicativa, lo cual requeriría ajustes bruscos en la respuesta del oyente. 9) DESVANECIMIENTO RÁPIDO. Los mensajes desaparecen rápidamente, de manera que no saturan el aire, el cual funciona como espacio acústico, dejando libre el canal comunicativo para continuar hablando y transmitir nuevos mensajes. Esta propiedad del sonido impide que se superpongan y se confundan varios mensajes, es decir impide que se sature el canal comunicativo. Este rasgo permite eficiencia comunicativa, y se logra con él, al igual que con algunos rasgos anteriores, claridad y estabilidad.

10} ESPECIALIZACIÓN En general, cualquier acto físico que realiza el ser humano conlleva un esfuerzo y un gasto de energía. Sin embargo, el hombre puede hablar y comunicarse durante horas sin tener un desgaste físico relevante, no obstante que en un acto cualquiera de comunicación intervienen numerosos músculos y existe, por tanto, una participación importante de la parte física: por ello decimos que la lengua natural es un sistema especializado. Un sistema no especializado es, por el contrario, aquél que tiene consecuencias físicas inmediatas relevantes. Gracias a este rasgo de especialización, cualquier ser humano sano puede hablar y comunicarse durante horas sin que exista un desgaste físico importante, y puede llegar a la vejez sin perder la capacidad de hablar fluida y eficazmente.


11) CARÁCTER DISCRETO Las unidades que se emplean a la hora de analizar la lengua son de algún modo abstracciones, puesto que el mundo de los sonidos es un continuum y es casi imposible decidir dónde termina un sonido y empieza otro. Por ejemplo, en el continuum vocálico del español /ieaou/ es difícil, sin herramientas de análisis especializadas, determinar dónde el hablante deja de pronunciar una vocal e inicia otra. No obstante, este carácter de continuum, los estudiosos del lenguaje para poder operar necesitan hacer abstracción de tal continuum fónico y segmentarlo en unidades que ya no permiten gradación. Esto es, cortan el continuum fónico en fonemas, los cuales en cualquier lengua son unidades no graduables o unidades discretas. Es decir, un sonido dado será fonema o no lo será, pero nunca podrá decirse, por ejemplo de una realización de /p/, que sonó "muy p" o "poco p"; esto es, los fonemas tienen carácter discreto, ya que no admiten gradaciones del tipo "es poco fonema" o "es muy fonema".

12) REFLEXIVIDAD Este rasgo permite que podamos hablar sobre la lengua empleando la lengua misma como herramienta comunicativa para realizar esa reflexión; es decir, la lengua es a un mismo tiempo objeto de análisis y herramienta para la expresión de ese análisis. Gracias a este rasgo existe el metalenguaje y podemos, por ejemplo, hacer lingüística. En general la lengua es la herramienta indispensable para realizar ciencia, todas las ciencias, incluso las que emplean lenguajes formales, como las matemáticas o la lógica formal, necesitan de la lengua natural para formular sus contenidos. La reflexividad es uno de los rasgos propios y quizá exclusivos del ser humano

13) Productividad

Este rasgo permite al hablante crear mensajes nuevos, antes no producidos, y permite al oyente comprender mensajes nuevos nunca antes oídos. El rasgo de productividad posibilita que la lengua sea una herramienta creativa con la cual podamos transmitir significados nuevos y podamos entender mensajes que no habían sido escuchados antes. Ahora bien, la creatividad que proporciona el rasgo de productividad no es ilimitada, ya que está sometida a ciertas reglas y normas vigentes en una comunidad lingüística. Los mensajes nuevos están conformados o regidos por pautas o modelos lingüísticos y, desde luego, la productividad está regida por los hábitos lingüísticos de una comunidad. Es decir, la productividad sigue pautas o modelos lingüísticos conformados según las normas de una gramática, tanto las normas combinatorias de la primera articulación, como las normas combinatorias de la segunda articulación. Por ejemplo, crear palabras nuevas en español con tres consonantes iniciales, un triptongo y una oclusiva sorda final /trneiap/ no es posible porque tal posibilidad combinatoria no pertenece a la pauta del español; el hablante podría hacerlo, pero nadie entendería la intención comunicativa y, en consecuencia, de seguir con esa conducta lingüística quedaría socialmente aislado. La esencia de la lengua es en realidad adaptar


las rutinas básicas ya existentes para producir mensajes nuevos en nuevas situaciones comunicativas. La productividad implica la aparición de innovaciones lingüísticas normadas por las pautas del idioma. Estas alteraciones o innovaciones son recibidas y comprendidas por el hablante, quien las reconoce como aceptables y propias, por lo que él mismo se encarga de propagarlas. Si nuestro lenguaje no contara con este rasgo, no habría propiamente cambio lingüístico.

14) SEMANTICIDAD| Todos los elementos de la primera articulación de la lengua, es decir, las palabras, tienen significado. No hay signos lingüísticos vacíos; siempre hay por lo menos un referente en cada palabra, y siempre hay significado ya sea literal o metafórico. Todo aquello que se dice tiene intención comunicativa. Aún en los casos en que el hablante comete errores, existe para él una intención comunicativa y hay significado; ahora bien si con demasiada frecuencia los significados que transmite un hablante no siguen las convenciones que operan en su comunidad, el hablante corre el riesgo de quedar aislado socialmente, puesto que nadie lo entendería y no se podría responder a sus mensajes. La transmisión de significados es el objetivo fundamental de la lengua. En realidad se podría definir la morfología y la sintaxis de una lengua como el modo de formalizar, mediante ciertas pautas y símbolos convencionales, contenidos; esto es, la morfología y la sintaxis de una lengua son en última instancia simbolización de contenidos.

15) lNTERCAMBlABILIDAD Los seres humanos ejercen una doble función en el sistema comunicativo: son alternativamente emisores o hablantes y receptores u oyentes. Es decir, pueden jugar tanto el papel de emisores como de receptores en el proceso comunicativo, a diferencia de otros animales, que pueden desempeñar exclusivamente el papel de emisores o de receptores en sus sistemas de comunicación. Este rasgo permite que la comunicación se realice con fluidez, permite la difusión de nuevas palabras y de nuevos sonidos. Este rasgo está asociado al rasgo de retroalimentación total, es decir, al hecho de que un hablante sea capaz de oírse a sí mismo. Algunos de estos quince rasgos son compartidos por los sistemas de comunicación animal que se conocen hasta el momento. Tal es el caso de las abejas, las cuales con unos cuantos movimientos (segunda articulación) realizan, combinándolos, una especie de danza (primera articulación) para indicar dónde se encuentra el néctar. Está comprobado que con esos movimientos comunican a sus compañeras la dirección y la distancia a la que se encuentra el néctar con respecto a la colmena. Las convenciones semánticas del sistema se han establecido en ellas a través de sus genes y no han necesitado, probablemente, de ningún tipo de aprendizaje. El lenguaje de las abejas tiene cierta flexibilidad puesto que permite transmitir mensajes nuevos con la combinación de unos cuantos movimientos más simples; de este modo comparte, aunque de manera muy limitada, con el lenguaje humano el rasgo de doble articulación, en cierta manera poseerían también el rasgo de productividad, lo mismo que el de irradiación, la intercambiabilidad, semanticidad y el


desplazamiento o libertad del estímulo. Sin embargo, las abejas no pueden establecer comunicación sobre nada que no sea el hogar y la dirección respecto de la colmena. Otro de los sistemas de comunicación animal estudiado es el de los gibones, quienes se comunican con ciertos gritos y posturas. Lo más semejante al lenguaje humano que hay en su comunicación es una especie de sistema de gritos conformado por nueve señales distintas. Una de ellas se emite en caso de que el grupo se vea sorprendido por un posible agresor; otra para informar del descubrimiento de comida; otra cuando desean compañía, etc. El número de gritos es sin embargo finito y muy reducido. Este sistema posee el rasgo de la vía vocal-auditiva, el de: irradiación, el desvanecimiento rápido, el de transmisión irradiada y recepción dirigida, la intercambiabilidad, la retroalimentación, la especialización, la semanticidad, la arbitrariedad y el carácter discreto. Sin embargo su sistema de comunicación no comparte con el lenguaje humano otros de sus importantes y definitorios rasgos, tales como el de la historicidad, el desplazamiento y la prevaricación, por mencionar algunos. Los ejemplos anteriores muestran que los sistemas de comunicación que se conocen comparten algunos de los quince rasgos propuestos por los especialistas como definitorios de las lenguas naturales. Sin embargo, parece ser que el lenguaje humano es el único sistema de comunicación que posee todos los rasgos a la vez, operando simultáneamente y con un alto grado de manifestación cualitativa. En efecto, lo que da al lenguaje humano el toque idiosincrásico, y lo hace único entre todos los sistemas de comunicación animal, es la cantidad y la calidad de manifestación de los quince rasgos juntos en cada emisión de lengua natural. Según algunos autores (Lyons 1984) son específicamente cinco rasgos los que definen la lengua natural como tal y la hacen diferente de los demás sistemas de comunicación: la doble articulación, la productividad, la historicidad, la arbitrariedad y el desplazamiento. LECTURAS RECOMENDADAS

Hockett, Charles, "El puesto del hombre en la naturaleza", Capítulo LXIV de Curso de lingüística moderna. Buenos Aires: Eudeba (1957) 1970. Lyons, John, "El lenguaje" en El lenguaje y la lingüística. Madrid: Teide, 1984.


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