EL ESCÁNDALO DEL CUERPO HABLANTE SHOSHANA FELMAN
Prefacio: El animal prometedor
¿Cómo he de prometer,
como si en mí hubiera aún algo que me perteneciera? —Claudel, El zapato de raso
Educar a un animal con el derecho de hacer promesas —¿no es acaso la tarea paradójica que la naturaleza se ha asignado en el caso del hombre? ¿No es acaso el problema real que concierne al hombre? —Nietzsche, Genealogía de la moral1
Si como lo sugiere Nietzsche en la cita anterior, la promesa puede definir de alguna manera la problemática de lo humano —situar lo que en el hombre constituye lo problemático— no deberá sorprender que haya llegado recientemente a ocupar un lugar central en los escenarios teóricos lingüísticos y filosóficos. Con frecuencia los estudios actuales sobre el performativo, 2 se organizan en torno a la promesa que se toma como modelo ejemplar de los actos de habla en general. John Searle, por su parte escribe: “Consideraré el acto de prometer como mi pesquisa inicial puesto que, en cuanto a los actos ilocucionarios se refiere, es bastante formal y bien articulada; al igual que un terreno montañoso, exhibe sus características geográficas de una forma cruda, descarnada. Pero veremos que tiene algo más que un interés local, y muchas de las lecciones que han de aprenderse de ella tienen una aplicación general.” 3 Dada la nitidez de sus contornos, estas montañosas promesas, indudablemente proyectan sombras en alguna dirección, sombras que, paradójicamente, podrían ser tan iluminadoras como la misma luz que arroja el performativo. Son estas sombras precisamente lo que este estudio tratará de 1
Nietzsche, F. Genealogía de la moral. Segundo ensayo, cap. I. Además de los trabajos de J. L. Austin seguiré en este estudio en detalle el trabajo de Searle al cual se refiere la nota siguiente, cfr. R.M. Hare, “The Promising Game”, en Revue Internationale de Philosophie, t. XVIII, 1964, pp. 398-412; J. Harrison, “Knowing and Promising”, en Mind, oct. 1962; John R. Searle, “How to Derive ‘Ought’ from ‘Is’”, en Philosophical Review, 1964; John Scheneewind, “A Note on Promising”, en Philosophical Studies, v. XVII, no. 3, abril 1966. 3 John R. Searle, Los actos de habla. Ensayo filosófico, Ed. Cátedra, Madrid, 1980, (trad. de Luis M. Valdés Villanueva), p. 62. 2
explorar. ¿Qué es una promesa? ¿Qué se hace cuando se dice “yo prometo” y cuáles son las consecuencias? De todas estas cuestiones se encargan los lógicos del lenguaje que se ocupan del preformativo. Pero yo aquí quisiera desplazar un poco los hallazgos del análisis lingüístico y lógico para plantearles el interrogante nietzscheano: ¿en qué sentido la promesa constituye una paradoja, un problema? ¿De qué manera la lógica de la promesa es un signo de una contradicción fundamental que es precisamente la contradicción de lo humano? Aun cuando estas últimas preguntas están implicadas por el preformativo, no son del estricto dominio de una investigación lingüística formal pero en cambio emergen del corazón de un célebre mito literario, que de manera espectacular plantea el problema del preformativo: el mito de Don Juan.4 Don Juan, en efecto, prodiga promesas a diestra y siniestra y, las viola incesantemente. “Le reitero la promesa que le hice”, dice a Carlota (II, 2) pero muy pronto susurra a Maturina: “Apuesto a que ella os dirá que le prometí desposarla”; y (en voz baja a Carlota): “Apostemos a que ella va a sostener que le dí mi palabra de hacerla mi mujer.” “Él me vio… y me prometió que se va a casar conmigo”, sostiene Carlota; “es a mí y no a usted a quien él prometió casarse”, protesta Maturina. “Señor, ¿le habeis prometido desposarla?, pregunta Carlota; ¿en verdad Señor, le habéis dado vuestra palabra de ser su marido?, pregunta Maturina. Y Don Juan responde: “Sostenéis igualmente las dos que os he prometido tomaros por mujer… ¿Acaso aquélla a la que efectivamente he prometido pueda ignorar lo que la otra dice? ¿De qué tiene que preocuparse mientras yo cumpla mi promesa? Las discusiones no hacen avanzar mucho el asunto. Es necesario hacer y no decir y las acciones hablan mejor que las palabras.” (II, 4). Don Juan obviamente abusa de la institución de la promesa. Pero, ¿qué significa este abuso sobre de la promesa misma? El escándalo de la seducción parece estar fundamentalmente unido al escándalo de la promesa violada. Don Juan es precisamente el mito del escándalo en la medida en que es el mito de la violación: de la violación no de las mujeres sino 4
Las dos referencias mayores del mito de Don Juan en este libro serán, en primer lugar, Don Giovanni de Da Ponte/Mozart. Por lo general todas las citas (acompañadas de número romano y de una cifra para indicar el acto y la escena) remiten a Don Juan de Molière, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1963, (trad. de A. Cebrián).
de las promesas que les hace, en particular de las promesas de matrimonio. En el presente estudio se trata de plantear una interrogante en dos tiempos: ¿de qué manera las investigaciones sobre el performativo dan luz sobre el mito de Don Juan?; y, por otra parte, ¿de qué manera el mito de Don Juan da luz sobre las teorías del performativo? Nuestra lectura del Don Juan de Molière esclarecida especialmente por las reflexiones de J. L. Austin y de Emile Benveniste, será seguida —paralela, desbordadamente— por una lectura de la polémica Austin / Benveniste, esclarecida a su vez por el texto del Don Juan. De esta manera, a partir de una triple lectura —de un texto literario, de un texto lingüístico y de un texto filosófico— quisiera llevar a cabo una meditación sobre la promesa, de tal forma que el lugar literario se convierta en un punto de encuentro, en un lugar de prueba y de cuestionamiento de lo lingüístico y lo filosófico, así como un sitio donde se desbordan los límites disciplinarios. Pero, es en el preciso momento de este desbordamiento que lo literario, al producir efectos analíticos y desencadenar así la necesidad —y la posibilidad de realizar una articulación teórica entre psicoanálisis y el performativo (articulación que hace ver ambas teorías bajo una nueva óptica), desembocará en un escándalo irreducible (que es a la vez teórico y empírico, histórico) de la incongruente pero indisociable relación entre lenguaje y cuerpo; el escándalo de la seducción del cuerpo humano en tanto que habla— el escándalo de la promesa de amor por cuanto es, por excelencia, la promesa que no puede ser cumplida; el escándalo del animal prometedor por cuanto, justamente, promete lo que no puede cumplir. Escribir el escándalo del cuerpo hablante, hablar el escándalo de la seducción, eso que, a mi juicio, es lo que sostiene el orden literario, el orden teórico y el orden histórico respectivamente, será pretender articular algo en el cruce de varias disciplinas (en el punto de encuentro y desencuentro del psicoanálisis, la lingüística, la filosofía, la literatura, etc.) y en el de las lenguas (en el punto de encuentro y desencuentro entre el inglés y el francés, entre el lenguaje teórico y el literario, retórico). Pretender articular no tanto lo que se dice o podría decirse sino lo que ocurre, lo que produce efecto y hace acto, lo que se hace o podría hacerse entre cuerpos hablantes, entre lenguas, entre conocimiento y goce. Decir un hacer: ¿será posible? ¿Se puede acaso decir la seducción —la
intervención siempre escandalosa del amor en la teoría, del goce en el conocimiento? Quizá solo he hablado de la seducción que han ejercido en mí ciertos textos, ciertas teorías, ciertas lenguas; tal vez, al mismo tiempo es posible que con este libro yo no haya hecho mas que perpetrar el escándalo, mas que articular mi propia promesa. Quizás sólo he expuesto lo desconocido de mi propio placer… Que el lector, en todo caso, encuentre aquí el suyo, esa es mi esperanza. ejemplar GRATUITO de esta publicación.