Socrátes

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5° Grado


Docente: Teófilo Julio Obregón Calero

LA FILOSOFÍA SOCRÁTICA

Hay dos modos de entender la filosofía que han quedado clásicamente representados para siempre: el uno, en los capítulos iniciales de la Metafísica de Aristóteles; el otro, en la Defensa de Sócrates escrita por Platón. Según el primero, de nada necesita menos el hombre que de la filosofía. Para que ella nazca, el hombre tiene que haber alcanzado el «ocio» perfecto. De acuerdo con esta visión, la filosofía se reduce a tesis, pruebas e hipótesis. Todo en perfecta objetividad. Desde la perspectiva socrática, por el contrario, la filosofía es imprescindible para vivir. Mejor aún, es un modo de vida, el único modo posible de vida humana verdadera. En este sentido, las proposiciones, las pruebas y las hipótesis pasan a ser partes vivas del hombre, y el pensar se convierte en el más pleno de los sentimientos, en la obra moral por antonomasia, en el camino para perseguir la santidad de Dios mismo.

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1. SÓCRATES La figura de Sócrates, maestro de Platón y contemporáneo de los sofistas, está envuelta en la ambigüedad y la polémica. Nacido en Atenas en el año 470 (469) a. de C., su padre Sofronisco era escultor, trabajo que también desempeñó Sócrates temporalmente, y su madre, Faenerete, fue comadrona, oficio al que se sentía íntimamente ligado el filósofo, ya que a lo largo de su vida se dedicó, igual que una partera, a ayudar a parir a los demás, no hijos, sino ideas. Dedicó su vida a la enseñanza dialogando en las calles y plazas de Atenas con los jóvenes atenienses. Los temas centrales de sus reflexiones eran de tipo ético y epistemológico. Fue acusado de impiedad y de corromper a la juventud. Se le juzgó y un tribunal formado por quinientos atenienses le condenó a muerte. Esta situación fue recreada por Platón en uno de sus diálogos, Apología de Sócrates. Su pensamiento influyó en la filosofía posterior, sobre todo en Platón tal como veremos en el próximo tema.

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1.1. Métodos socráticos Ahora bien, el método socrático para acceder a la verdad esencial y permanente de las cosas se divide en dos pasos: a través de la ironía tomamos conciencia de nuestra propia ignorancia, reconociendo que no sabemos nada. Este es el paso previo a la mayéutica, o el arte de dar a luz, como la comadrona, mediante el cual descubrimos por nosotros mismos la verdad, a través de ciertas preguntas encaminadas a ese fin. "Conócete a ti mismo", la máxima del oráculo de Delfos, ha de llevarse a cabo dialécticamente, a través del diálogo o confrontación entre dos o más logoi. 1.2. Su relación con los sofistas Sócrates fue contemporáneo de los sofistas y muchos atenienses, entre ellos el comediógrafo, Aristófanes, pensaban que era un sofista más, veamos qué tenían en común y en qué se diferenciaban. Coincide con los sofistas tanto en la actividad que realiza, cono en los temas que aborda. Sócrates, al igual que los sofistas se dedica a la actividad pedagógica y es un experto en el dominio del lenguaje. En cuanto a los temas, destacan el conocimiento, la política y la ética. Tal como hemos visto, con ellos se abandona el tema de la naturaleza y se introduce en la historia de la filosofía lo que se conoce como “giro antropológico”.

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1.3. El Conocimiento universal Lo que Sócrates pretende descubrir en la mayéutica no es otra cosa que el concepto universal que expresa la esencia de las cosas, lo que las cosas son. Para llegar a él utiliza un procedimiento inductivo: observa los individuales y a partir de ahí abstrae lo que tienen en común, que no es otra cosa que el concepto Hª de la Filosofía, Sócrates, 4 Curso 2013-2014 Profesora Mª Paz López universal. Por ejemplo para saber lo que es la Justicia considera distintos actos justos y, a partir de ahí, abstrae lo que hay de común en todos ellos, ese concepto que expresa lo que está presente en todos las conductas o situaciones que consideramos que son justas, será la justicia. Los conceptos universales que preocupaban a Sócrates eran de tipo moral y político. Platón, tal como veremos más adelante, generalizará estos conceptos a todos los campos del conocimiento. Sócrates trataba de conocer lo que es el bien, la virtud, la justicia, etc. para ser buenos, virtuosos y justos. 1.4. EL INTELECTUALISMO MORAL

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El nombre, intelectualismo moral, se debe a que esta moral se fundamenta en el conocimiento. La idea fundamental de esta propuesta se resume en la siguiente frase: el que conoce el bien actuará correctamente. Esta idea presupone, por una parte, que podemos conocer lo que es el bien y, por otra, que el bien tiene un carácter objetivo y universal. A través de la mayéutica podemos conocer lo que es el bien, la bondad, la justicia, …, y como rechaza el relativismo, cada uno de estos conceptos tiene un carácter objetivo y universal. El que conoce lo que es el bien, lo que es la justicia, actuará correctamente y será un hombre bondadoso y justo. Argumentos que aporta para justificar esta última idea: • El hombre que es justo, que actúa correctamente es un hombre feliz. Como todo el mundo quiere ser feliz, el que sabe lo que es el bien, actuará conforme a dicho conocimiento porque así será feliz. • Establece una identificación entre el conocimiento de una disciplina y su aplicación: el que sabe de carpintería es carpintero, el que sabe de medicina es médico y el que sabe de justicia es justo. Esto nos conduce a la identificación entre sabiduría, bondad y felicidad: Sabiduría = Bondad = Felicidad

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Un problema que plantea esta teoría ética es la ausencia de responsabilidad moral. En esta teoría no hay lugar para la responsabilidad moral o para la culpa, porque el que obra mal no es culpable, sino ignorante. Sócrates identifica el bien con el saber y el mal con la ignorancia. Basta saber qué es el bien y la virtud, para ser buenos y virtuosos, pues quien obra mal, lo hace porque no sabe.

ACTIVIDADES

1. 2.

Sócrates pertenecía a la clase social……………………………………………………………….….. Sócrates fue acusado de…………………………………………………………………………………….. ……………………………………………………………………………………………………………………………

3. Establece tres diferencias

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Sócrates

Sofistas

2. PLATÓN Platón nació en Atenas, (o en Egina, según otros, siguiendo a Favorino), probablemente el año 428 o el 427 a. c. de familia perteneciente a la aristocracia ateniense, que se reclamaba descendiente de Solón por línea directa. Su verdadero nombre era Aristocles, aunque al parecer fue llamado Platón por la anchura de sus espaldas, según recoge Diógenes Laercio en su "Vida de los filósofos ilustres", anécdota que ha sido puesta en entredicho. Los padres de Platón fueron Aristón y Perictione, que tuvieron otros dos hijos, Adimanto y Glaucón, que aparecerán ambos como interlocutores de Sócrates en la República, y una hija, Potone.

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A la muerte de su padre, siendo niño Platón, su madre contrajo nuevas nupcias con Pirilampo, amigo de Pericles, corriendo la educación de Platón a su cargo, por lo que se supone que Platón pudo haber recibido una enseñanza propia de las tradiciones democráticas del régimen de Pericles.

En el año 407, a la edad de veinte años, conoce a Sócrates, quedando admirado por la personalidad y el discurso de Sócrates, admiración que le acompañará toda la vida y que marcará el devenir filosófico de Platón. No parece probable que Platón mantuviera una relación muy intensa con el que consideró su maestro, si entendemos el término relación en su sentido más personal; sí es cierto que entendida en su sentido más teórico la hubo, y de una intensidad que raya en la dependencia. Pero también sobre su relación con Sócrates hay posiciones contradictorias. El que no estuviera presente en la muerte de Sócrates ha hecho pensar que no pertenecía al círculo íntimo de amigos de Sócrates; sin embargo, parece que sí se ofreció como aval de la multa que presumiblemente la Asamblea impondría a Sócrates, antes de que cambiara su decisión por la condena a muerte.

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2.1. La Academia Una vez en Atenas, en el año 388-387, fundó la Academia, nombre que recibió por hallarse cerca del santuario dedicado al héroe Academos, especie de "Universidad" en la que se estudiaban todo tipo de ciencias, como las matemáticas (de la importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos da cuenta la leyenda que rezaba en el frontispicio de la Academia: "que nadie entre aquí que no sepa matemáticas"), la astronomía, o la física, además de los otros saberes filosóficos y, al parecer, con una organización similar a la de las escuelas pitagóricas, lo que pudo comportar un cierto carácter secreto, o mistérico, de algunas de las doctrinas allí enseñadas. La Academia continuará ininterrumpidamente su actividad a lo largo de los siglos, pasando por distintas fases ideológicas, hasta que Justiniano decrete su cierre en el año 529 de nuestra era.

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2.2. Problema general y origen de la teoría de las Ideas. Platón, como hemos dicho, continúa la obra de rehabilitación de la moral iniciada por Sócrates en contra de los planteamientos relativistas de los sofistas, pero su reflexión no se agota en lo moral, sino que se extiende ampliamente a las esferas del ser y del saber. Sócrates estaba convencido de la posibilidad de hallar definiciones universales para todos los conceptos morales fundamentales, que pudieran servir para establecer criterios éticos, igualmente universales, sobre los que asentar la convivencia humana. Platón aceptará este presupuesto socrático, pero, a diferencia de Sócrates, entiende que tales definiciones universales no pueden ser obtenidas por inducción a partir del examen de los casos particulares pertenecientes al mundo sensible, ni ser aplicadas a ese mundo sensible que está sujeto a un constante cambio, a un continuo fluir, tal y como había señalado Heráclito. Por ello, si Sócrates estaba en lo cierto al suponer que existían esas definiciones mediante las cuales expresamos la verdadera esencia de las cosas, y Platón así lo creía, entonces tales verdades habrían de existir como realidades inmutables independientemente, por lo tanto, del mundo sensible y cambiante. Esta suposición originaba dos problemas fundamentales: a) ¿Hay evidencia de que existan esas esencias inmutables que expresamos en la definición?

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b) Si existen, ¿cómo podríamos conocerlas? ¿Cómo podría ir nuestra mente más allá de la experiencia salvando el abismo entre el mundo sensible y cambiante y el mundo de esas esencias inmutables y eternas que Platón llamará Ideas? Para Platón la repuesta a la primera pregunta viene de la mano del Pitagorismo: las matemáticas desarrolladas por los pitagóricos eran la constatación ejemplar de la existencia de verdades fuera del mundo sensible. El segundo problema lo resolvió gracias al desarrollo de la teoría, asimismo pitagórica, de la reencarnación del alma. Lo que aquí nos interesa constatar es que Platón, con Sócrates, estaba seguro de la existencia de verdades universales, pero él pensaba, diferenciándose así de su maestro, que tales verdades tenían una existencia real y separada del mundo sensible. Hay un mundo ideal, sostenía Platón, perfecto, que existe realmente, distinto, separado y anterior al mundo sensible: es el mundo de las ideas, que es el mundo de la realidad auténticamente tal; el mundo sensible no es más que una copia del mundo de las ideas, una apariencia. Abre así Platón, un dualismo entre el mundo de las ideas y el mundo sensible que va a impregnar todo su pensamiento filosófico. Efectivamente, la teoría de las ideas constituye el núcleo central de la filosofía de Platón y el punto de referencia básico de todos los temas en ella tratados. Es difícil hacer una separación de campos, pues en las Ideas se entrelazan el punto de vista ontológico, el punto de vista epistemológico y el punto de vista ético: ontológicamente, las Ideas constituyen los objetos verdaderamente reales, o, al menos, los que ostentan una realidad más eminente; epistemológicamente, son los objetos del verdadero conocimiento; desde el punto de vista moral las ideas son valores.

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2.3. La Ontología El mundo de las ideas. La afirmación de la existencia de un Mundo de las Ideas independiente y separado del mundo sensible significa la aceptación de realidades absolutas, eternas, inmutables, universales y anteriores e independientes del mundo de los

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fenómenos, de las cuales derivan su entidad todas las cosas de este mundo sensible.

La noción de Idea en Platón. Para Platón la Idea no es un simple concepto mental, algo que sólo exista en la mente, sino una entidad extramental que tiene existencia objetiva: hay, por ejemplo, multitud de cosas sensibles bellas; pues bien, la idea de Belleza, no es, para Platón, la mera construcción mental, formada a base de los caracteres comunes que podamos observar en las cosas sensibles bellas, no es lo que habitualmente conocemos como el concepto de lo bello: la Idea de Belleza existe por sí misma, más allá de la mente y con independencia de los objetos sensibles bellos. Y lo mismo ocurre con las Ideas de Verdad, Bondad, Justicia, etc. Las ideas son el correlato, en el mundo inteligible, de las esencias de las cosas sensibles; dicho de otro modo, las esencias de las cosas sensibles tienen en el mundo inteligible, o mundo de las Ideas, su correspondiente Forma o Idea.

2.4. Caracteres fundamentales de las ideas.

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 Las Ideas son inmutables y sólo captables por el entendimiento: para Platón las Ideas poseen los mismos atributos que el ser de Parménides, esto es, son inmutables, 7 inmóviles, eternas, simples, únicas, incondicionadas y absolutas. Además sólo pueden ser captadas por el entendimiento. Sólo ellas y no los objetos sensibles existen verdaderamente; el mundo de las Ideas o mundo inteligible es el mundo real verdadero. 2.5. Gnoseología El conocimiento y sus grados.- Platón parte del principio según el cual el conocimiento es proporcional al ser, de modo que sólo lo que es máximamente ser, resulta perfectamente cognoscible. Dicho de otro modo, a cada grado de ser y de realidad corresponde un cierto grado y forma de conocimiento. Según esto, y ya que la realidad ha quedado dividida por Platón en Mundo de las Ideas (máxima realidad) y Mundo sensible (mínima realidad), habrá dos niveles fundamentales de conocimiento: La ciencia (episteme), que sería el conocimiento de las Ideas, esto es, de la máxima realidad, y por ello el conocimiento verdadero y universal, y por lo tanto, el auténtico conocimiento. Y, La opinión (doxa), que sería el conocimiento que tiene por objeto los seres del mundo sensible, y que, por ello, es un conocimiento de menor rango, que sólo produce parecer, opinión, y que no es, por lo tanto, un auténtico conocimiento. En su diálogo República, a través del símil de I.E. Nº 5143 ESCUELA DE TALENTOS | Área: Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica


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la línea y de la alegoría de la caverna, Platón introduce nuevos niveles en la estructura de la realidad y por lo tanto nuevos niveles correspondientes en el conocimiento. 3. ARISTÓTELES Aristóteles nació en Estagira, en Tracia, el año 384-3 a. C., según Diógenes Laercio, quien nos dice que era hijo de Nicómaco y Efestiada, y que su padre ejercía la medicina en la corte del rey Amintas (II) de Macedonia, "por causa de la medicina y por amistad", lo que se ha tratado de asociar con el posterior interés naturalista de Aristóteles. Diógenes Laercio nos describe a Aristóteles como "el discípulo más legítimo de Platón, y de voz balbuciente... que tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo". Poco sabemos de la educación recibida por Aristóteles en su juventud, aunque debió ser la propia de los jóvenes griegos de su época. A los diecisiete años, el 368 a. C., se trasladó a Atenas donde se incorporó a la Academia de Platón en la que permanecería durante veinte años.

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A la muerte de Platón, en el - 347, Espeusipo, sobrino de Platón, se hizo cargo de la dirección de la Academia, bien por designación directa de éste o bien por decisión de sus condiscípulos, imprimiendo una orientación de carácter místico-religioso a las actividades de la Academia, lo que no fue del agrado de Aristóteles, quien la abandonó (ya fuera por esta razón, ya por sentirse frustrado al no haber sido designado él mismo como director, como sostienen otros biógrafos). 3.1. Principios filosóficos Aristóteles era un filósofo sistemático, es decir, un pensador que tenía o proponía un sistema. Pero, para comprender un sistema hace falta entender cómo están vinculadas entre sí sus partes. Y, para ello, es preciso averiguar cuáles son los hilos que las cosen, sus piedras angulares, los puntos de enclave. Ellos son los principios filosóficos que operan en su sistema. Pero, ¿qué es un principio? y ¿cuáles de ellos operan filosóficamente en Aristóteles? Dice Aristóteles que principio es tanto la causa del movimiento de algo como de su perfección o realización, así como también de su generación, ordenamiento y cognoscibilidad. En general, principio, tomado como causa, significa lo primero. El concepto de principio rige tanto para

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los seres como para el conocimiento de los seres. Por eso principio es aquello desde lo que algo es, se hace y se conoce. Un resumen de los principios filosóficos aristotélicos, anotando sus consecuencias y su naturaleza, puede muy bien servir para acceder a la comprensión de la filosofía aristótelica, pues son esos principios los mimbres con los que nuestro autor construye su sistema teórico. Estos principios son los siguientes: Empirismo (principio de naturaleza u orden epistemológico): nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. El conocimiento comienza por los sentidos. El cuerpo, que es quien nos pone en contacto con lo que nos rodea, dispone tanto de sentidos externos (los cinco sentidos) como internos (la memoria y la imaginación, en opinión de Aristóteles).

3.2. Hilemorfismo (orden físico, biológico, antropológico): la naturaleza es un compuesto de materia y forma. Todos los seres de la naturaleza son, según Aristóteles, hilemórficos, también el hombre. La materia “vive” informada, la forma “vive” informando; dice Aristóteles que la materia es potencia, mientras que la forma es acto. Para Aristóteles, el acto es más perfecto que la materia, pues ésta vive siempre en la falta, en la pasividad, aunque entendida como posibilidad, en el llegar a ser, en cambio el acto es realización plena, actualidad; la materia vive a la espera de recibir forma, de hecho no hay materia sin forma, pero la forma vive dando forma a la materia, formándola. Si bien no hay materia sin forma, es posible hallar forma sin materia: es el caso del pensamiento puro, que es de naturaleza divina. Aristóteles consideraba a Dios pensamiento puro (ver Aubenque). Precisamente la perspectiva de una forma separada de la materia es la que hace imposible que el hilemorfismo tenga un rendimiento metafísico o que pueda resultar operativo en el campo de la metafísica; su lugar está en el de la física, es decir, en el de la investigación de la naturaleza.

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3.3. Intelectualismo (orden epistemológico, político y existencial): “todos los hombres desean por naturaleza saber”, reza la primera frase de la Metafísica de Aristóteles. Por tanto, el saber es la finalidad de las acciones humanas, su principio de orden y reconocimiento. Desde un punto de vista epistemológico, el intelectualismo, que contaba en la cultura griega con una larga y consolidada tradición inaugurada quizá por Sócrates, supone una jerarquía de saberes en cuya cima se apuestan los saberes teóricos o contemplativos (véase “teoría”). Pero el intelectualismo tenía o se sustentaba además en un contenido político, es decir que una determinada cara social lo sustentaba ideológicamente: la sociedad griega estaba construida sobre la existencia de una masa de esclavos que cubría la función productiva. Ser esclavo en Grecia no sólo suponía estar privado de libertad (Aristóteles afirmaba elocuentemente que la diferencia entre un hombre libre y un esclavo consiste en I.E. Nº 5143 ESCUELA DE TALENTOS | Área: Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica


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que aquél vive como quiere, mientras que éste vive como no quiere), sino especialmente no poseer derechos políticos, esto es, no ser ciudadano. Para ser ciudadano había que pertenecer a la comunidad de iguales, es decir, al grupo de quienes ejercían sus derechos y obligaciones políticas. Los esclavos, como las mujeres y los extranjeros, quedaban excluidos de la comunidad política. 3.4. Teleologismo (orden ontológico, físico, biológico, político): “porque la naturaleza de una cosa es precisamente su fin” (Política, I, 1). Aristóteles concebía la realidad sometida a un ordenamiento teleológico, esto es, Aristóteles pensaba que todas las cosas se ordenan y reconocen por su finalidad y que, por tanto, la causa final es su principio. Recordemos que el término “principio” tiene en Aristóteles un doble significado: significa tanto comienzo como mando. Así, por ejemplo, la materia sería reconocida por su finalidad, también la ciudad o polis y el gobierno de la misma. Recuérdese que Aristóteles clasificaba los regímenes políticos atendiendo no sólo al número de gobernantes sino, especialmente, a su finalidad; así, distinguía entre regímenes políticos rectos, aquellos cuya finalidad es el bien común, y regímenes políticos desviados. De igual manera, la polis se reconocía y ordenaba también según su finalidad, la cual, según Aristóteles, no era otra que la felicidad (eudamonía) de los ciudadanos. Por otra parte, Aristóteles señala que la naturaleza no hace nada en vano, es decir, que todo en ella tiene una finalidad y que esa causa final resulta principio de orden de la misma.

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3.5. Principios lógicos en los que la investigación aristotélica se apoya (principio de no contradicción, de identidad, de tercio excluido y de razón suficiente): El principio de no contradicción (A ˄ ¬ A) sostiene que no es posible afirmar una cosa y su contraria. Tal y como dice en su Metafísica: “es imposible que un mismo atributo se dé y no se dé simultáneamente en el mismo sujeto y en un mismo sentido”. Por tanto, cada cosa es necesariamente sí misma. Por eso, el principio de identidad (A = A) es correlato del principio de no contradicción. Pero, si esto es así, entonces una proposición es verdadera o falsa y no cabe una tercera alternativa. Estamos ante el principio de tercio excluido (A˅ ¬ A). Finalmente, Aristóteles pensaba que todo tiene una causa (principio de razón suficiente). Pero el fundamento de este principio no cabe hallarlo en la lógica sino en la metafísica. Aristóteles señalaba el principio de no contradicción como el principio primero, fundamento indemostrable de toda demostración

3.6. Política Previamente a la redacción de los ocho libros que componen su obra "Política", Aristóteles realizó un trabajo de recopilación de datos sobre 158 constituciones de

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distintas "poleis", lo que indica el enfoque empirista que aplica a toda su investigación, incluida la política. La política aristotélica no puede entenderse sin su ética, de igual manera que esta no cobra sentido sin aquella. Dicha interconexión entre ética y política puede entenderse fácilmente a partir de su famosa tesis inicial: "El hombre, por naturaleza, es un animal político". El adjetivo político significa que vive en polis, en sociedad; pero, para Aristóteles, como para la mayoría de los griegos, un hombre es plenamente tal si participa activamente en la vida pública o política. La política forma parte de la naturaleza humana; por tanto, no es producto de una convención o de un pacto, como habían afirmado los sofistas.

ACTIVIDADES

1.

Completa el cuadro, con las diferencias entre:

Platón

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Aristóteles

Referencias Paz López, M. (2013) Historia de la Filosofía. Recuperado de http://encina.pntic.mec.es/plop0023/documentos_programaciones/hist-filsocrates2013-14.pdf

García Baró, M. (2005). Filosofía socrática. Recuperado de http://www.sigueme.es/libros/filosofia-socratica.html Salgado S. (2012). Filosofía de Aristóteles. Recuperado de Semblanza filosófica. Recuperado de http://cibernous.com/autores/socrates/teoria/biografia.html

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Webdianoia.(s.f). Platón . Recuperado de http://www.webdianoia.com/platon/platon_bio.htm

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