Autoestima La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo. Según como se encuentre nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciara la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso. Cuando tenemos la autoestima alta
Mantenemos una buena comunicación con las demás personas, no teniendo miedo a expresar lo que sentimos o pensamos. No tenemos problemas para hacer amistades o, ¿por qué no?, encontrar pareja. Nos sentimos responsables con lo que nos pasa, tanto si en definitiva nos gusta o no. Nos consideramos eficaces y, ante todo, capaces de conseguir todo cuanto nos propongamos. En este punto tenemos más en cuenta que con paciencia, constancia y perseverancia podemos cumplir con nuestros objetivos. Asumimos riesgos sin miedo a equivocarnos. Usamos nuestra intuición y percepción. Dirige su vida hacia donde cree conveniente, desarrollando habilidades que hagan posible esto Es consciente de su constante cambio, adapta y acepta nuevos valores y rectifica caminos. Aprende y se actualiza para satisfacer las necesidades del presente. Acepta su sexo y todo lo relacionado con él. Ejecuta su trabajo con satisfacción, lo hace bien y aprende a mejorar. Se relaciona con el sexo opuesto en forma sincera y duradera.
Cuando tenemos la autoestima baja
La mayor parte del tiempo tenemos demasiada ansiedad. Solemos irritarnos con cierta facilidad, a pesar de que aquello que nos moleste en realidad no tenga demasiada importancia y, entre otros momentos, verdaderamente no llegue a molestarnos.