TODASADENTRO_N˚630 (Cuadernillo)

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Madre Chía

que estás en la Montaña, con tu pálida luz alumbra mi cabaña. Padre Ches, que alumbras con ardor, no alumbres el camino al invasor.

Oh Madre Icaque: manda tus jaguares; desata el ventarrón y suelta tus cóndores. Madre Icaque, que vives en Quibao; A mi mujer que cría, dale pechos que manen ríos de leche blanca. Templa el brazo;

Que dispare esa flecha sin temor (…) Canto guerrero de los cuicas (Traducido por R.M: Urreacheaga en Costa Indio de Gustavo Pereira) Lorena Almarza / Caracas Ilustraciones: L.A


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mujeres in

sábado 8 de octubre de 2016

Mujeres indígenas contra régimen colonial además de armas, provisiones y tropas “controló el poder, las formas de generación y acumulación de riqueza y la propiedad de la tierra (…)”, como refirió Iraida Vargas, antropóloga y doctora en Historia de América. Todo lo que pertenecía a las comunidades nativas fue tomado por el invasor. Sobre la conquista, el propio Fray Bartolomé de las Casas reseñó: “Podéis estar seguros de que la conquista de estos territorios de ultramar fue una injusticia. ¡Os comportáis como los tiranos! Habéis procedido con violencia, lo habéis cubierto todo de sangre y fuego y habéis hecho esclavos, habéis ganado grandes botines y habéis robado la vida y la tierra a unos hombres que vivían aquí pacíficamente (...)”.

Las mujeres en la resistencia indígena

El gran cacique Guaicaipuro fue llevado al Panteón el ocho de diciembre de 2001, en un simbólico acto de reivindicación histórica de la heroica resistencia de los pueblos originarios a la conquista y ocupación del imperio español. A su vez, se decretó, que cada ocho de diciembre se conmemorará el Día Nacional de Guaicaipuro y de los Caciques de la Resistencia. Posteriormente, se decretó conmemorar el 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena. Con ambas acciones, entre otras, se hizo reconocimiento a la tenaz lucha de nuestros pueblos originarios; y así, la vida de Guaicaipuro, Baruta, Chacao, Tamanaco, Tiuna y otros caciques se nos hizo cercana. Pasó también en ese encontrarnos con nuestras

La Europa invasora

Hace más de 500 años, Europa llegó a nuestras tierras sin que nadie los invitara y con ellos la cruz, la pólvora, el régimen de encomiendas, la explotación y la violencia asumida como justicia, por supuestas razones civilizatorias y de superioridad. Europa llegó y creyendo hacer historia se hizo un prontuario.

Dice Gustavo Pereira que durante siglos “las poblaciones nativas, condenadas a la humillación y a la degradación, fueron obligadas a rebelarse”. La violencia del invasor, a fin de imponer la condición colonial, generó la resistencia indígena. De modo que, en guerra asimétrica, comunidades enteras pelearon por su libertad y su dignidad. Según el

poeta, “interminable sería el relato de todas y cada una de las sangrientas hazañas y denodadas luchas de esta resistencia. Cada pueblo combatió a su manera a lo largo de tres siglos”. En esa larga lucha, hermosas victorias obtuvieron nuestros pueblos indígenas. Sin embargo, pese a su bravura y valentía fueron desintegrados y reducidos, pues el


ndígenas

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el colonialismo

raíces y gestas contra el colonialismo, que descubrimos las historias de las bravías mujeres indígenas que también lucharon contra el invasor, pues la defensa de la tierra y de la comunidad no eran cosa de hombres sino un acto que implicaba la participación de todos y todas, en tanto, se trataba de preservar la vida y la cultura. Sobre la participación de las mujeres indígenas en la guerra, Vargas refirió que “en dicha actividad participaban todos los miembros de cada comunidad, hombres y mujeres, con tareas definidas (…) Tanto las mujeres como los hombres

indígenas manejaban los arcos y las flechas (…) Las mujeres participaban así mismo en los preparativos para las batallas, como también asistían a los combates, igualando y, a veces, superando a los hombres (…)”. Añadió Vargas que las mujeres eran fundamentales en “la vanguardia como de la retaguardia”, pues estaban a cargo de la preparación de los venenos que se colocaban en las puntas de flechas, jabalinas, estacas punzantes; así como en trampas o en fosos, realizaban bebedizos y cataplasmas para curar heridas y también recobraban en el campo las flechas y jabalinas para ser reutilizadas.

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Algunas guerreras indígenas Princesa Zulia, hija del Cacique Cinera, hábil negociadora y guerrera estratégica, condujo victoriosamente un ejército indígena en 1533 contra Diego Montes; y luego en valeroso combate, en 1561 entregó su vida en enfrentamiento contra las tropas del Capitán Ortún de Velazco. Urquía, de los Teques, esposa del gran Cacique Guaicaipuro, asumió la promoción de la resistencia indígena y se mantuvo a la ofensiva de manera permanente organizando a las mujeres, niños, niñas y ancianos; e incentivando la unión de las diferentes tribus. Fue Urquía, quien después de la muerte de Guaicaipuro a manos de los españoles en 1568, realizó la investidura de su hijo Baruta como Cacique, diciéndole: “Sean estas tres plumas rojas

el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo, que ha sido derramada por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor”. Apacuana, hechicera y arbolaria, promovió junto a su hijo el Cacique Guasema, al sur de los Valles del Tuy en 1577, una sublevación de los Quiriquires contra Francisco Infante y Garcí González de Silva, en la cual resultaron triunfantes. Los conquistadores lograron huir y prepararon su venganza. Es así que tras ataque sorpresivo logran atraparla y condenarla por bruja y traidora del rey. Fue ahorcada y su cuerpo se dejó colgado como un escarmiento ante aquellos que intentaran rebelarse. Urimare, princesa mariche, hija del cacique Aramaipuro, destacó por su

belleza, pero también por su diestro manejo del arco flechero, el cuchillo y la macana. Participó junto a su padre en las reuniones tribales y grandes concertaciones convocadas por Guaicaipuro para enfrentar la invasión imperial. Tras la derrota en Maracapana, Urimare y su padre, se trasladaron al oriente del país, asentándose en la recién fundada ciudad de Nueva Andalucía (hoy Cumaná), donde estaban entre otras tribus los Cumanagotos y Chaimas. Allí debieron enfrentarse en 1595 al pirata inglés Sir Walter Raleigh quien buscaba El Dorado. En dicho enfrentamiento, Aramaipuro pierde la vida y Urimare, es capturada y llevada al barco pirata como botín de guerra, mientras la ciudad era saqueada y quemada. La guerrera logró

huir del barco, lanzándose por una ventanilla al mar. Ana Soto, cacica de las etnias Gayones y Cámago, quien al grito de “resistencia y muerte al invasor”, durante 50 años, desde 1618 hasta 1668, lideró como cacica un ejército que ocupó la serranía de Matatere, la Cordillera de Sanare, Río Claro, las Serranías de El Tocuyo, la Depresión de Quibor al noroeste de Barquisimeto y Bobare, incluidas Carorita, Duaca y Aroa, así como la zona del Turbio, los valles de Quibor, Los Humocaros, Barbacoas, Guaríco, Guaitó, Chabasquén y buena parte de la zona alta del hoy llamado estado Portuguesa. Luego de ser capturada fue condenada a morir por empalamiento.


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