Pablo Montoya
POEMAS ILUSTRADOS VIAJEROS ·
Ilustraciones de
José Antonio Suárez Londoño
Pablo Montoya
POEMAS ILUSTRADOS VIAJEROS · Ilustraciones
José Antonio Suárez Londoño · Posfacio
Jorge Cadavid
Tragaluz editores S.A. Medellín - Colombia 2011
Pablo Montoya
POEMAS ILUSTRADOS VIAJEROS · Ilustraciones
José Antonio Suárez Londoño ·
Colección galardonada con el premio Lápiz de Acero, Posfacio X versión, Jorgecategoría Cadavid editorial, área gráfica. Bogotá, 2007.
Tragaluz editores S.A.
© Pablo Campuzano, 2011 Medellín Montoya - Colombia 2011 © José Antonio Suárez Londoño, 2011 © Tragaluz editores S.A., 2011 Calle 6 Sur #43A-200, edificio Lugo, oficina 1108 Medellín - Colombia www.tragaluzeditores.com Primera edición: Editorial Universidad de Antioquia, 1999 Segunda edición: Tragaluz editores, 2011 Edición y diseño: Tragaluz editores S.A. Ilustración: José Antonio Suárez Londoño Encuadernación: Carlos Quijano Mesa Impresión: Editorial Artes y Letras S.A.S. ISBN 978-958-8562-38-4 Impreso en Colombia - Printed in Colombia Queda prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.
CONTEN ID O
Ícaro* .
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Noé . . . . . . .
12
Moisés .
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Alejandro* . . . . . 34 Ovidio . . . . . . Simbad .
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35 .
36
Hatshepsut . . . . . 14
Ibn Fadlan . . . . . 37
Un melanesio .
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15
Bochica . . . . . . 38
Un argonauta .
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16
Un cruzado* . . . .
17
Dante* .
Cadmo . . . . . .
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39 .
40
Jonás . . . . . . . 18
Un mercader . . . .
41
Ulises* . . . . . .
Guillaume de Rubruck .
43
19
Un súbdito . . . . . 20
Ibn Batuta* .
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. 45
Eneas .
Un peregrino . . . .
46
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. 21
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Lao Tsé* . . . . . . 23
Fra Mauro .
Un cautivo . . . . . 24
Enrique el Navegante .
. 48
Un papús .
Américo Vespucio* . .
49
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Un makua .
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47
Extranjero en Babilonia . 28
Ponce de León . . . . 53
Heródoto .
Gonzalo Guerrero . . . 54
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Magallanes . . . . . 51
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. 26
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27
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. 30
Mensajero de Ecbatana . 32
Bartolomé de las Casas .
55
Théodore de Bry .
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56
Stefan Zweig . . . .
85
Olaus Magnus . . . . 58
Robert Capa .
Montaigne .
Edward Hopper* . . . 87
Pigafetta .
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59 . 60
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Inmigrante en París* .
. 86
. 88
Thomas Doughty . . . 61
Inmigrante en Gibraltar . 90
Sebald de Weert . . .
63
León . . . . . . . 91
Un marino holandés . . 65
Teseo . . . . . . . 92
Galileo . . . . . .
Alonso Quijano .
66
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. 94
Un esclavo* . . . . . 67
Gulliver . . . . . . 95
Robinson Crusoe* . . . 68
Un bosnio . . . . .
96
Schopenhauer . . . . 69
Un astronauta* . . .
97
Caldas* .
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71
Bolívar* . . . . . . 72 John Franklin . . . . 73
Posfacio . . . . . . 99
Dostoievski* . . . .
74
El autor . . . . . . 104
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. 75
El ilustrador . . . . 105
Gervais Courtellemont .
76
Crevaux* .
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Darwin* . . . . . . 77 Melville . . . . . . 78 Jacob Wainwright .
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. 79
Oates . . . . . . . 82 Un judío . . . . . . 84
*Poema i nc l ui do en el CD con l a voz de Pabl o M on toya
Para Mariana Campuzano
“El viaje es un movimiento de la imaginación” José Lezama Lima
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Noé Cansado, vuelvo a recorrer el arca. Los míos se han desmoronado en una descreencia donde no hay fondo alguno. Ya no preguntan por el fin de esta líquida travesía. El silencio instalado entre nosotros ni siquiera lo rompen los animales. Solo me resta evocar las tierras, y los rebaños que cuidaba, y no estas especies diezmadas por el hambre y el encierro. Movido por la orden, y no por la esperanza, miro la última paloma. Dudo que pueda volar un palmo más allá de mis manos. La tomo. La suelto para verla caer en la bruma tramada por el agua. Por qué, me pregunto, esta necedad de ir sin conocer el rumbo, y mejor desaparecer, y olvidar el mandato de la supervivencia.
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Mois és ¿No sufrí la humillación, el destierro, la agonía de saberme de ninguna parte? Pudiendo espantarme con el paso de mis horas, y olvidar tu designio, obedecí. Me alejé del hogar. Dejé de ser amante. Abandoné a mis hijos para conducir un pueblo. Dijiste: tira el báculo, envilece las aguas. Y lo hice. Dijiste: avisa el castigo de los primogénitos. Y lo avisé. Crucé entonces ese mar delirante. Con una multitud insensata erré durante cuarenta años. Quizás ese tiempo no sea nada para tu conciencia infinita, pero fue la esencia de mi tiempo. La arena del desierto no solo carcomió mi cuerpo, también secó los rasgos de la ilusión. Si fui soberbio, fue para no sucumbir a un derrumbe que me pareció ineludible. Si tuve excesos, ellos apenas mostraron una frágil imagen de los tuyos. Pero ahora dices que la tierra ansiada no la pisarán mis pies. Y ordenas mi retiro. Como si yo fuera una cosa gastada e inútil.
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RO BINSO N C RUSO E El mar o la tierra. La isla desierta o el Londres populoso. Escuchar mi voz o la distinta voz de Viernes. Haberme quedado en la casa de York, con mis padres, o esta insensata aventura. Los años de soledad aquí o un minuto, uno solo, de amor compartido allá. En este momento en que los hombres se acercan para rescatarme, tiemblo, tengo miedo y no sé nada.
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SC HOP ENHAUER Burdeos es un tejido de músicas alegres. Aspiro y me lleno de los matices de la tarde. Un frenesí mueve a la ciudad que ríe y se entrega a la intemperancia. Mi madre, amiga de las fiestas, se ha ido a otra parte. Hemos viajado juntos por una Europa de castillos que ella admira y yo, en el fondo, considero piedras muertas. Se divierte jugando cartas con personas que olvidan al tiempo y su labor devoradora. Mi madre y sus amigos bailotean sobre el abismo y no lo saben. En París vio el más viejo de los puentes, las fachadas del Louvre, los jardines recortados, y su rostro era el éxtasis, mientras yo me hundía, melancólico, en las aguas del Sena. Pero esta noche, mi madre, de pronto, me ha dejado solo. Aprovecho su ausencia para introducirme en el bullicio, como si una escondida verdad me llamara. Los duendes me sonríen, las hadas me prometen la inmortalidad, faunos y sátiros danzan en mi derredor, una princesa dice amarme como nadie más lo ha hecho. No sé cuánto tiempo transcurre. Y de nuevo una luz gris se ubica entre nosotros. Burdeos está vacío. Y se duerme la embriaguez. Un perro, un brujo, un sal— 7 1 —
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I N M I G RANT E EN París Vengo del Sur. Durante meses mis faenas han sido subterráneas: vender maní en improvisados tenderetes, tocar una variedad de tambor en procura de monedas. Los días son confusos cuando ofrezco hachís en rincones de este hormiguero maloliente. Pero hoy he llegado a la estación de Barbès, y viajo por sus túneles. Hombres de Sri Lanka calientan castañas en reverberos de lata. Hay volantes de prestidigitadores de Nigeria. Y una voz grita doctrinas de libros muertos. Estoy aquí porque en uno de mis sueños una mujer siempre me está esperando en Barbès, la estación del bullicio. Un hilo de vocecillas salidas de muñecas de cuerda sacude el aire. Las monedas caen, escasas, frente a dos niñas rumanas que cantan. Algo semejante a la alegría me abruma cuando veo a la mujer entre el tumulto, los mismos ojos oblicuos que me miran en mi dormir agitado. Un grupo de vendedores de relojes nos separan. Pero, de repente, una señal basta. Todos desbaratan sus mercados. Una breve aceleración del estrépito culmina con la visión de los pasillos vacíos. Y donde antes hubo puestos de ofertas, hay contingentes de — 9 0 —
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policías que, asombrados, reconocen estar en Barbès, la estación del sosiego. Una anciana me saluda, mientras da dátiles a un niño. En el lugar de las castañas, alguien lee el diario. A la espera del tren, dos adolescentes se besan. Y comprendo que mi búsqueda se inicia una vez más.
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UN BOS NIO Mostar, tus cenizas agobian el horizonte. Pájaros sobrevuelan los promontorios de tus muertos. Mostar, en tus calles, que alguna vez trazaron la perfección del teorema, conocí una definición del universo. Quizá la más turbia y también la más cálida. Dime, cómo encontrar en tus ruinas a la mujer de pubis que olía a arena. Mostar, reconstruye tus aposentos. Haz que fluyan tus manantiales. Reinicia el sueño de la vida aunque no sea yo el que otra vez lo goce.
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UN AST RONAUTA Veo la tierra. Flota en el espacio. Certeza de que en esta oscura inmensidad de luces Dios existe. Pero no está conmigo.
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Pablo Montoya termin贸 de escribir estos poemas en Par铆s, 1997.
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P OS FAC IO
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Arcana verba
Lo primero que habría que decir sobre el libro
Viajeros, de Pablo Montoya, es que es excepcional. Su excepción no procede solamente de su contenido sino, especialmente, de su ejecución. Mezcla de visión y reflexión, poesía y filosofía. Viajero por el lenguaje, esa otra geografía. Viajero por un largo verso único y eterno que es el ‘poema en prosa’. Extraño verso que no versifica en otro. Cada línea es su infinito verso siguiente y su infinito verso anterior. La prosa lírica de Pablo Montoya no encanja en la tradición poética colombiana, su voz es completamente nueva. Viajeros es un libro único que se resiste a ser clasificado en los precarios límites genéricos: minificción, micro relato, prosa poética, prosa artística. — 1 0 3 —
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Cada imagen condensa en un puño certero la fábula, la utopía y el lenguaje poético –logos silenciado–. Cristalización verbal. Imagen visionaria. Frente a nosotros la asunción del enigma: la historia desde el mito. Por obra de su música, un gesto histórico carente de sentido en la modernidad puede parecer una suerte de verdad y volverse memorable. El lenguaje renovador y transgresor de Pablo Montoya es capaz de ir a la velocidad de la luz y en otras ocasiones marchar a un ritmo razonable por las leyes de tránsito de la prosa. Su estilo es una red envolvente, un tejido sin fisuras por donde vagan errantes sus criaturas de luz y tiempo: Eneas, Ulises, Lao Tsé, Dante, Alejandro. El yo de estos poemas está hecho de palabras antiguas, del reflejo de la cara del héroe en los ojos de otros, de esa parte épica de los otros que miran míticamente desde nuestros propios ojos, al punto de hacernos casi invisibles, en una ‘estética de la desaparición’. Un infinito verso hace de la paradoja y la antítesis las principales armas generadoras de felicidad estética. La escritura arcana de Pablo Montoya se convierte en un ejercicio de ascesis es— 1 0 4 —
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piritual. Voces y visiones son las vías artísticas para alcanzar cierto estado de hermosura y de gracia. Gracia metafísica que alcanza a cada instante ‘la extrañeza’: el humilde aroma de la poesía.
Jorge Cadavid
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EL AutO R
Pablo Montoya Campuzano Barrancabermeja 1963. Escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Antioquia. Libros publicados: Novela: La sed del ojo (2004). Lejos de Roma (2008) Cuento: Cuentos de Niquía (1996), La sinfónica (1997), Habitantes (1999), Razia (2001), Réquiem por un fantasma (2006), El beso de la noche (2010), Adiós a los próceres (2010). Poesía: Viajeros (1999), Cuaderno de París (2006), Trazos (2007), Sólo una luz de agua: Francisco y Giotto (2009). Ensayo: Música de pájaros (2005), Novela histórica en Colombia 1988-2008: entre la pompa y el fracaso (2010). — 1 0 6 —
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EL ILUST RAD OR
José Antonio Suárez Londoño, dibujante, grabador e ilustrador. Nació en Medellín en 1955. Cuando le preguntan por su quehacer de artista, responde: –Trato de seguir al pie de la letra lo que un día le dijo Ingres a Degas: “Haga líneas, sea de memoria, sea siguiendo un modelo, pero haga muchas líneas”–. Estudió Biología en la Universidad de Antioquia hasta el tercer año, luego se graduó en la Escuela Superior de Artes Visuales en Ginebra (Suiza). Parte de su obra se encuentra en el MoMA de Nueva York, en la Graphische Sammlung de Viena y en la colección de arte del Banco de la República de Colombia. Para hablar de su obra, recurre a esta cita: –Como decía Degas: “Felizmente no he encontrado mi estilo, ¡cuánto me aburriría si lo hubiera hecho!”. — 1 0 7 —
El tipo de letra utilizado en este libro fue creado por Giambattista Bodoni quien supervisó la impresión y producción de elegantes ediciones, como la Oratio dominica (1806), recordatorio del viaje realizado por el Papa Pío VII a París para asistir a la coronación de Napoleón Bonaparte.
Esta obra se termin贸 de imprimir en mayo de 2011 Medell铆n - Colombia