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Sanar la separación usando la transexualidad y la discapacidad

SANAR LA SEPARACI N A TRAV DE LA TRANSEXUALIDAD Y LA DISCAPACIDAD

POR ST(EPHANIE)ANN, “STANN”, elle

Soy una persona trans de dos espíritus y vivo con discapacidades. Tengo el síndrome de Ehlers-Danlos y trastorno de estrés postraumático (subtipo complejo/disociativo).

He sobrevivido a la enfermedad de Lyme, a la endometriosis, a la brutalidad policial y a dos accidentes de tráfico causados por conductores negligentes. Vivo con mi perro de servicio, Elliott, y mi dispositivo de movilidad, Rolo Tony. Soy propietarie y opero un negocio de salud holística como Maestre de Reiki, Profesore y Sanadore Intuitive. Siempre he sido une sanadore de otres en mi vida. Descubrí que era de dos espíritus cuando empecé a aprender más sobre mi herencia. El lado de mi padre tiene raíces en los territorios de Algonquin y Oneida, ahora conocidos como la frontera entre Canadá y Estados Unidos, al noreste del lago Erie; el hogar de los pueblos indígenas de los Grandes Lagos. A principios de 1600, les comerciantes de pieles franceses colonizaron las tierras de les algonquines y les oneidas. Comenzaron a tomar mujeres cis como esposas para procrear su población y «matar al indio». Esta violencia creó un cambio estricto hacia el género binario y retiró a la gente de dos espíritus de sus deberes como gente de la medicina y cuidadores de sus tribus. Nosotres éramos los médiums entre el mundo físico y el espiritual. Nos confiaban la comunicación con

IMAGEN: «TODES ESTAMOS UNIDES EN ESTA VIDA» DE LUMINOLA.

los espíritus que nos dan la vida en este planeta y traducir esa información en acciones útiles en nuestras comunidades. Esta historia me hace creer que las personas trans tienen un poder increíble. Navegamos e investigamos aspectos de nuestras vidas en que las personas cis no se interesan. Hoy, nuestro mundo está dividido en muchos binarios más allá del género. Los binarios pueden engañarnos y hacernos creer que solo hay dos opciones. Esto ocurre también en la comunidad de sanadores porque el consenso general es que el camino de la curación es lineal, predecible y dentro de un binario de «bueno» y «malo». Siento que mi propósito es ayudar a la gente a liberarse de la naturaleza separada de los binarios (yo vs. tú, nosotres contra elles) que nos causan tanto dolor en nuestras experiencias del mundo. Con el tiempo, mis discapacidades me dieron otro tipo de visión de lo que significa hacer este trabajo.

Yo era une niñe active que crecía en la zona rural de Nueva Inglaterra. Iba a montar a caballo, a nadar, y a hacer canotaje. Hice ballet, gimnasia y yoga. Jugaba al sóftbol, al hockey y al tenis. Se hizo evidente lo diferente que era con rapidez. Los entornos atléticos se centran en la presencia física. Mi cuerpo hacía formas que se consideraban «imposibles» y rendía por encima de las expectativas. Podía hacer splits completos cuando lo pedían y girar mi hombro izquierdo 360 grados en su cuenca. Mi giro de ballet parecía inhumano; como si mis pies estuvieran en los tobillos equivocados. Les entrenadores estaban impresionades. Mis compañeres estaban celoses ose asqueaban por mi cuerpo.

Entonces empecé a tener lesiones de los miembros hipermóviles, que es una característica del síndrome de Ehlers-Danlos. El SED es una enfermedad genética que afecta al tejido conectivo del cuerpo, principalmente la piel, las articulaciones y las paredes de los vasos sanguíneos. Mis principales problemas son la piel aterciopelada que se rompe con facilidad, mala cicatrización de las heridas, piel elástica que se estira más allá de los límites del rango «normal», articulaciones hipermóviles, problemas digestivos y frecuentes dislocaciones. Si hablaba con une adulte sobre el dolor de mis

articulaciones, no me tomaban en serio. Estás bien. Eres joven. Haces esto todo el tiempo. Eres más fuerte de lo que crees. Camina. No tenía sentido para la gente que me rodeaba que pudiera ser tan físicamente capaz pero con tanto dolor. La duda y la desconfianza en mi cuerpo se juntaron desde el principio. Esta era mi vida antes de la pubertad.

Tuve mi período cuando tenía quince años en una pijamada. Después de burlarse de mí por lo «atrasade» que estaba, mis amigues lo celebraron, pero yo me sentía miserable. No quería convertirme en una «mujer», sea lo que sea que eso signifique, y no sabía cómo expresarlo sin correr el riesgo de que dudaran de mí o me ignoraran. Tenía poca fe en que les adultes que me rodeaban me proporcionaran la atención médica y la protección contra el daño que necesitaba.

Ese primer período duró un mes entero. Fue el peor dolor de mi vida. Pensé que nunca se detendría. Mis piernas se entumecían y me quedaba en la cama, pero les adultes de mi vida no creían en mi dolor. La enfermera de la escuela sospechó después de verme varias veces en un mes. Les consejeres se involucraron. Me preguntaron si mis padres abusaban de mí porque estaba muy enferme todo el tiempo. Una enfermera incluso me acusó de fingir el dolor para salir de la clase. Les compañeres susurraban a mi alrededor que yo solo quería atención. Pensaban que quería que la gente se «sintiera mal» por mí por no tener amigues, por mis padres divorciades o la esclerosis múltiple de mi padre. Les profesores y el personal me decían en las sesiones de asesoramiento que «eso les pasa a todas las mujeres» y que «me acostumbraría». Además, me decían: «¿no quieres tener hijes algún día?» Mi cuerpo era una zona de guerra. «Tener hijes» era la armadura que me lanzaron. Pronto, mi madre reconoció que había un problema. Era el año 2003, y no se hablaba de la endometriosis abiertamente, pero ella creció con endometriosis en los años 70. Sus padres y les médiques tampoco le creyeron. Pero ella me creyó a mí. Ella creyó que mis articulaciones estaban hinchadas y doloridas. Ella creyó que el sangrado simplemente no se detenía. Cuando le pregunté cómo hacer para que desapareciera me dijo: «embarazo, parto, y una histerectomía». Decidí que me haría una histerectomía cuando cumpliera dieciocho años. Mi madre nunca me desanimó. Simplemente nos dio el espacio para estar tristes, llorar nuestras pérdidas, y que tratáramos de cuidarnos a nosotres mismes durante el proceso. La conversación se sintió como otra iniciación en un club más exclusivo: la vida con una discapacidad que nadie podía ver y aun menos entendía. Se pretendía que fuera una conversación sobre el apoyo y la confianza porque quería que estuviera preparade para un futuro de dudas.

Esta discapacidad también afecta directamente a mi género y la sexualidad desde un lugar muy arraigado profundamente. Esos órganos no pertenecían a mi cuerpo. No funcionaban en mi cuerpo. Así que mi defensa de una histerectomía fue no solo un cuidado de afirmación de género, sino que salvaba mi vida. Creo que era mi responsabilidad cuidar de mí misme sometiéndome al procedimiento. Era mi responsabilidad con las personas de mi vida que nunca tuvieron elección, mis ancestres que fueron esclavizades para procrear con les colonizadores blanques, y sus hijes nacides en ese trauma. Mi histerectomía fue mi forma de romper la cadena de destrucción en mi linaje causada por el desempeño forzado de los roles de género binarios coloniales. Pensando en el pasado, puedo ver cómo presenciar y experimentar el capacitismo me preparó para experimentar la transfobia. El crecer con una persona visiblemente discapacitada en nuestra familia, me enseñó lo terriblemente capacitista que es la sociedad para las personas discapacitadas. Mi padre venía a todos los actos de mis funciones escolares como le fuera posible. Me resultaba fascinante (y asqueroso) lo amenazadas que estaban estas personas blancas sin discapacidad por un hombre usando una silla de ruedas. En la escuela, oía gente susurrarme lisiade, coje, discapacitade, enferme,

débil y pobre a mis espaldas. Sin embargo, siempre quise que fuera. El capacitismo está directamente basado en la medida arbitraria de alguien de lo que debe ser un cuerpo. Se basa en las diferencias entre un cuerpo «bueno» y un cuerpo «malo» y todas las connotaciones de género que vienen con ello. La gente equiparaba la dificultad de mi padre para caminar de forma independiente con ser un hombre débil, y por lo tanto lo asociaba con ser un mal padre. Después de la histerectomía de mi madre, ella luchó con lo que significaba ser una mujer si ya no podía tener hijes. Mi madre, nacida a principios de los década de 1960, también fue objeto de burlas por ser una marimacho cuando crecía. Decía que la llamaban marica y transexual porque quería llevar vaqueros y trepar a los árboles. El capacitismo y la transfobia perjudican a todo el mundo. La obsesión por un binario imperfecto limita a nuestra sociedad en su conjunto. Sin embargo, como persona trans y discapacitada, me veo obligade a navegar por estas construcciones íntimamente. Con ese conocimiento, parte de mi trabajo de sanación es ayudar a deshacerlas por completo.

En 2020, estaba en casa, como la mayoría. Empecé a buscar grupos de apoyo para supervivientes de traumas, personas de dos espíritus y personas discapacitadas. Mi principal fuente de información es Twitter discapacidades, y Twitter Queer/Trans, y dos espíritus. Gracias a esas comunidades, pude acceder a grupos de apoyo de todo el mundo en los que era una garantía de que estaría en la «sala» con alguien como yo. La avalancha de voces, historias y conexiones fue bastante abrumadora al principio. Hice que mi cuenta de Twitter fuera privada, no tengo seguidores y solo la utilizo como herramienta de recursos para crear una comunidad fuera de la plataforma. He encontrado muchos recursos por nosotres, para nosotres, que me han ayudado a liberarme de la construcción binaria. La transexualidad y la discapacidad son formas orgánicas de existir entre las polaridades de la condición humana. La vida en la intersección requiere creatividad, resiliencia y apoyo mutuo. Somos lo contrario de la separación que nos aísla y nos hace creer en los mensajes de indignidad de nuestros cuerpos. Nuestras comunidades son nuestra sangre vital. Nos cuidamos mutuamente. Nos damos espacio para nuestras luchas y nos levantamos unes a otres en nuestros éxitos. Existimos sin la aprobación ni la ayuda de los sistemas que buscan eliminarnos. Hablamos en contra de nuestros colonizadores internos, capacitadores y transfóbicos que se formaron como resultado de vivir bajo estos sistemas. La alegría de cada persona discapacitada y la felicidad de cada persona trans es una acción directa de disidencia contra la supremacía blanca. La separación es la ilusión que impulsa este sufrimiento. La realidad es el amor y la aceptación radical porque es lo que, como humanes, todes deseamos.

BIOGRAFÍA St(ephanie)Ann, «Stann», elle (hey/ hem/hez, en inglés) nació en Connecticut en un año bisiesto. Es une músique, poeta y curandere discapacitade de dos espíritus. Es ele orgullose propietarie de Prism Wellness Works, una iniciativa de salud holística con sede en el suroeste desértico. Stann es maestre de Reiki y practicante de Theta Healing ® que trabaja para devolver la autonomía a la comunidad LGBTQIA2S+. Encuéntrale en línea en prismwellnessworks.com

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