Reflejos y Armonías PARQUE NACIONAL CAJAS

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Primera edici贸n: noviembre de 2013 漏 REFLEJOS Y ARMONIAS ETAPA EP, 2013 ISBN: 978-9942-11-788-5 Derecho de autor: 09098097078CUE Impresi贸n: MONSALVE MORENO Cuenca, Ecuador, 2013




P

ara tener una idea cabal de la magia que impregna a Cuenca de los Andes, el escenario sobre el cual se asienta desde tiempos milenarios, debemos remontarnos al sitio del cual emergió la vida que la circunda y la atraviesa: la extensa área del Parque Nacional Cajas. El desarrollo de Cuenca y diversos pueblos de la región estuvo ligado siempre a la presencia de esta zona lacustre, en cuya vastedad lograron comunicarse e intercambiar bienes y cultura a pesar de las condiciones más adversas. Más de un milenio antes de nuestra era, fue éste el lugar por el que los cañaris molleturos se constituyeron en elementos fundamentales para el intercambio entre la sierra y la costa, mediante el uso simbólico de la tan preciada concha Spóndylus. Por ello estuvo el Cajas fuertemente vinculado a esa primera formación urbana de Cuenca, pilar primordial de nuestra cultura y nuestra historia: la antigua Guapdondélig cañari. Después, con la llegada de los inkas, fue paso obligado para unir a los pueblos del Tahuantinsuyo, en especial a la ciudad imperial de Tomebamba, cuna de Huayna-Cápac, con el resto de centros urbanos del inkario. De todo ello son fiel testimonio los restos que aún se conservan del Camino del Inka, entre Paredones y Llaviuco, pasando por Luzpa. Toda una red vial que sirvió como elemento unificador de poblaciones ubicadas entre Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Fuente generadora de más del sesenta por ciento del agua para Cuenca, además de hábitat de una impresionante variedad de aves, flora y fauna de peculiares características, existe entre el Cajas y la población cuencana una suerte de vinculación vital, reforzada por una larga tradición cultural y recreativa que se

deriva de las innumerables necesidades de su existencia cotidiana. Historias, leyendas, mitos, magia y sorpresa, ensoñación y esperanza, vida y pasión, tecnología y progreso, ser humano y naturaleza se entremezclan en torno al Cajas, y de todo ello se habla en esta obra llena de poesía y encanto, e ilustrada con imágenes únicas, que es parte del proyecto “Reflejo y Armonías: Parque Nacional Cajas”, emprendido por la Alcaldía de Cuenca a través de ETAPA EP, con el propósito de difundir sus misterios y maravillas. Hoy, por Declaratoria de la UNESCO, el Macizo del Cajas es parte de la primera Área de Biósfera en la cordillera occidental de los Andes ecuatorianos, en la que están incluidos el Parque Nacional Cajas, el Área Nacional de Recreación Quimsacocha, así como un área marino-costera. Nos congratula este reconocimiento mundial a una gestión local y regional que de manera coordinada genera políticas para consolidar ese desarrollo, en temas como manejo del agua, producción limpia, gestión mancomunada, protección de ecosistemas, que a su vez es parte de nuestro modelo de gestión “Cuenca de las Ciencias, el Conocimiento y los Saberes”.

Paúl Granda López ALCALDE DE CUENCA



Para la Alcaldía de Cuenca y su empresa Pública Municipal de

Telecomunicaciones, Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Cuenca, ETAPA EP, la administración del Parque Nacional Cajas constituye uno de los ejes estratégicos más importantes de su gestión. Su diversidad ecológica, biológica, paisajística y los múltiples e irremplazables servicios ambientales que presta enriquecen no solamente al cantón Cuenca si no también a gran parte de la región que conforma la nueva Reserva de Biosfera Macizo del Cajas. Hablar de una gestión estratégica no implica, únicamente, entender y atender todos los aspectos ambientales y la problemática que rodean a esta área protegida; representa también una visión a largo plazo con la fuerte convicción y decisión presente en la construcción de una estructura administrativa, económica y científica que contribuya a la conservación del Parque Nacional Cajas y los servicios ambientales que presta. Esta visión ha sido compartida con importantes instituciones académicas y de gestión, tanto pública como privada, que se han sumado para

apoyar el enorme esfuerzo que realiza ETAPA EP. De esta manera, se ha desarrollado uno de los modelos más eficientes de gestión de áreas destinadas a la conservación y que, esperamos, pueda contribuir al fortalecimiento de la gestión dentro y fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas en Ecuador. En esta oportunidad, la Alcaldía de Cuenca y su empresa ETAPA EP, presentan al público la obra “Reflejos y Armonía”, la misma que intenta mostrar, través de la fotografía, la belleza de los paisajes y los aspectos biológicos, sociales e históricos más importantes, razones por las cuales el Parque Nacional Cajas representa el área núcleo de la Reserva de la Biosfera y la necesidad inmediata de trabajar todos por su conservación.

ETAPA EP


Investigación, redacción, corrección de estilo: Juan Carlos Astudillo S. Fotografía: Juan Carlos Astudillo S. Diseño y Dirección de Arte: Pablo Ramos B. Diseño y diagramación: Bernardo Zamora A. www.lanacionalconsulting.com

Revisión de contenidos científicos del PNC: Blgo. Francisco Sánchez K. M.Sc. Administrador de Área. Programa de Biodiversidad. Sub-gerencia de Gestión Ambiental. ETAPA EP. Cuenca, Ecuador, 2013


ÍNDICE CAP. 1

SEÑORÍOS DE PIEDRA Y AGUA CAP. 2

EL CAJAS, UN PAISAJE HABITADO CAP. 3

PARQUE NACIONAL CAJAS: AGUA VIVA. CAP. 4

LOS MOTIVOS DE LA TOREADORA CAP. 5

REFLEJOS Y ARMONÍA CAP. 6

LA MAMA HUACA CAP. 7

FLORA Y FAUNA: DE CARA AL CIELO…

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SEÑORÍOS DE PIEDRA Y AGUA Oswaldo Encalada Vásquez

CAP. 1 Señoríos de Piedra y Agua 17



A

l principio, en las edades aurorales, antes de que el ser humano tentara sus primeros atisbos para mensurar el tiempo, los antiguos dioses elementales, no domesticados todavía por ninguna plegaria humana, buscaron refugio en este sitio, porque deseaban vivir a salvo de lo contingente y lo perecedero. Aquí reconocieron el rostro de la eternidad, materializada en mares de pajonal, y en negros acantilados de rocas descomunales. Desde la edad del agua aquí moran los dioses, que solo admiten a la soledad y al silencio como ofrendas adecuadas a su estirpe. Nadie más osa afincarse en estos desolados señoríos. Para guardar sus dilatadas posesiones eligieron al viento. Es él quien se encarga de vagar por las altas cumbres de adusta roca, el que desciende veloz por los precipicios, el que apacigua con firme mano las hirsutas planicies de paja y les presta cadenciosas ondulaciones de trigales. A veces desciende suavemente al espejo plomizo de las lagunas y bebe un sorbo de agua helada, de diamantina pureza. Luego sigue en su vagar. Vigila que la chuquiragua mantenga viva su flama de intenso color naranja, acaricia la suave pelusa de la áspera arquitecta; se detiene y merodea por entre los apretados bosques de quinuas, que se deshojan apaciblemente en un largo silencio de siglos; husmea entre las almohadillas para comprobar si tienen completa su ración de humedad; hurga vigoroso y punzante entre las grietas de los roquedales, donde solo el cóndor es capaz de aceptar tan desoladora belleza. Señoríos de Piedra y Agua 15

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De pronto, despojándose de su gusto por la tierra, el viento, en vertiginoso ímpetu, se lanza a las alturas y se convierte en arriero de nubes. Las trae desde la azulada línea del horizonte, a pacer en los angostos valles, junto a las lagunas, cuyas aguas apenas se mueven en rizaduras breves. A veces el viento encuentra a un caminante, de aquellos que vagan alucinados por la certeza de que es la soledad la que los ha poseído desde siempre. Cuando el viento encara a estos extraños seres, los observa con curiosidad y con recelo, y cuando reconoce que solo buscan abrevar de más soledad a su alma, entonces los acompaña, les susurra palabras en confusos lenguajes todavía no articulados, recoge su aliento y lo esparce por entre las piedras y los ventisqueros. El viento no descansa, haya niebla o haya lluvia. Así la escarcha haya dejado delgadas lentejuelas de hielo el viento vaga, sin importar que el furor del rayo amenace con el estrago y la ruina; pero todo pasa, la cortina de lluvia es empujada por el viento y alejada del dominio; la niebla se deshace en harapos y se esfuma. Y en la noche, cuando la hora de las verdades llega, el viento se recoge, humilde y complacido, en el hogar de los antiguos dioses, a dar cuenta cabal de su jornada. Ante ellos se despoja de su vigor celeste y con sílabas convertidas en susurros advierte que ha encontrado el sobresalto en los acuosos ojos del venado, el temor en la huidiza existencia del conejo; ha comprendido la serena soberbia en las majestuosas alas del cóndor, ha escuchado los frescos rumores del agua que baja gozosa y limpia hacia las planicies inferiores, se ha extendido en

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pródigas erranzas por los pajonales infinitos y se ha empeñado vanamente en acariciar la imperturbable faz de los ásperos roquedales. Cuando ha concluido, el viento hace una venia y murmura su retiro. Los antiguos dioses elementales, en pétreo silencio, aprueban e inamovibles esperan la prolongación de su soledad eterna. Este es El Cajas, el dominio de la piedra, del agreste pajonal y del agua.


Señoríos de Piedra y Agua 17


Atardecer en el Portal de Burines Detalle de neblina, agua y monta単a sobre la laguna Luspa 18




Reflejo de la caĂ­da del Sol, laguna La Larga Cerro Avilahuaycu, aterdecer 21


El viento jugando sobre el agua, un parche de bosque y el pajonal 22


La neblina tomándose el paisaje en un día de Sol. Páginas siguientes: la extensión del páramo cuando amanece 23




Paredes de roca y pajonal 26


Geoformas coronando la monta単a 27


Cadena monta帽osa y vegetaci贸n sobre los 4000 msnm. 28


Geoformas: la Virgen del Cajas Pรกginas siguientes: Granizo y nieve en el cerro 3 Cruces 29





EL CAJAS, UN PAISAJE HABITADO Santiago Ordóñez Carpio

CAP. 2

Caída del Sol sobre el río Guayas, visto desde el sitio arqueológico Paredones de Molleturo, a los 3600 msnm. Vestigios arqueológicos cañari-incas: Paredones de Molleturo; entre los 3000 y 4000 msnm. 41



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l flanco occidental de la ciudad de Cuenca está cobijado por un macizo montañoso de gran altura, que constituye un verdadero referente de ubicación espacial de sus habitantes, siendo parte vital del imaginario cuencano. La ciudad de hoy, con el crecimiento demográfico, ha extendido sus orillas hasta el pie mismo de este macizo, habiendo devorado pequeñas comunidades que antaño iban marcando el ascenso al Cajas, ascensión que, desde siglos atrás, satisfizo una necesidad fundamental para la vida de los enclaves humanos de este lado de la cordillera: la conexión con la Costa. La intención de estas líneas no es la de hablar de la magnificencia natural de este espacio, valor indudable y conocido de este territorio que le valió, en la década de los setenta del siglo pasado, ser incorporado en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador y, en el 2013, el reconocimiento mundial como Reserva de la Biosfera; la intención de este breve texto es la de llamar la atención sobre el otro rostro del Cajas, el rostro humano de aquel espacio del paisaje inimaginable, mismo que se ha ido configurando, con el pasar del tiempo, plasmando en la actividad de quienes lo han percibido y empleado, conjugando de manera armónica naturaleza y cultura, convirtiendo al Cajas en un territorio cuya comprensión se torna fundamental para entender los procesos de consolidación de los asentamientos humanos ubicados en su entorno; principalmente en la constitución de la ciudad de Cuenca como centro administrativo regional.

Caída del Sol sobre el río Guayas, visto desde el sitio arqueológico Paredones de Molleturo, a los 3600 msnm. Vestigios arqueológicos cañari-incas: Paredones de Molleturo; entre los 3000 y 4000 msnm.

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La ocupación de este espacio natural por parte del ser humano aún no ha sido bien definida, a nivel arqueológico, sin embargo, tenemos claras evidencias de su ocupación desde tiempos prehispánicos, mostrándonos una relativa continuidad temporal en su uso. En la enorme zona lacustre, se ha reportado la existencia de petroglifos, vestigios no asociados de manera directa con un periodo de ocupación determinado, aunque muy probablemente vinculados a la etnia Cañari, grupo del que se han identificado elementos culturales en varias zonas; sin embargo, el sitio que por su monumentalidad se constituye en el más sobresaliente, se halla emplazado en el sector de Molleturo, donde se encuentra “Paredones”, sitio de factura Inca que recibe este nombre en alusión a las estructuras arquitectónicas allí existentes, dando cuenta del uso de este espacio asociado a aspectos rituales y defensivos, mostrando el especial tratamiento que por parte de los grupos prehispánicos recibió el sector; convirtiéndose en un punto sin duda estratégico, que permitía visualizar en los extremos de su paisaje elementos antagónicos y complementarios, de alto valor sagrado en la cosmovisión andina; así, el Taita Chimborazo por un lado, y la Mama Cocha, (el mar de la costa Pacífica) por el otro, son divisados desde Paredones, hecho que debió haber potenciado el establecimiento humano en este sector. A estos dos elementos se debe sumar el valor sagrado que en los pueblos de los Andes tuvieron las lagunas, (cochas); de las que se encuentran por centenares en el Cajas, debiendo haber dotado a este espacio de connotaciones especiales dentro del paisaje cultural de los pueblos prehispánicos.

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De los vestigios de este poblamiento temprano de la zona, vale destacar además los múltiples ramales viales prehispánicos, que cruzando el macizo del Cajas, se enrumban hacia la Costa. Con el inicio de la vida colonial (s. XVI), este espacio lacustre fue más bien un espacio temido por sus alturas. Se sabe hoy que poseyó una población originaria heredera de una tradición milenaria: los Molleturos, grupo humano reconocido como un cacicazgo conformante de la llamada “Confederación Cañari”. Es precisamente de “indios” Molleturos, de quienes se tienen noticias desde la temprana colonia de Cuenca, en donde oficiaban como prestigiosos carpinteros en el sector de Otorongo. Un tema que ha entrelazado la historia del desarrollo de Cuenca con el Cajas, sin duda, ha sido el de la comunicación interregional. Si bien, la relativa cercanía espacial que dista Cuenca de Naranjal y del puerto de Guayaquil, parecería indicar una solución sencilla en lo referente a establecer la comunicación entre Costa y Sierra, las complejidades topográficas y térmicas de este espacio requerían de soluciones sumamente complejas. Este paso, conocido con seguridad desde antes de la llegada de los primeros europeos al sector, incluía una serie de problemas para el tráfico fluido entre Costa y Sierra. No fue sino hasta 1871, durante la presidencia del Dr. Gabriel García Moreno y con el apoyo del Gobernador de Cuenca, Carlos Ordóñez Lasso, que se rectificaría el antiguo camino de herradura empleado durante la colonia y trazado (al menos en parte) sobre el antiguo camino que unía Tomebamba con el “tambo” de Molleturo, atravesando las temidas alturas del Cajas, uniendo de manera más directa Cuenca con Naranjal, vía


Molleturo, lográndose una conexión más rápida y fluida entre las dos regiones, hecho fundamental para la circulación de productos de primera necesidad y suntuarios, que dinamizarían la economía regional. Es así como el Cajas, poco a poco, pasaría de ser un espacio temido, una barrera natural que nos separaba, para convertirse en el nexo que permitiría el buscado progreso, articulando a Cuenca al mercado mundial, abriéndose la posibilidad de acceso directo a los bienes que llegaban al puerto de Guayaquil. Este hecho, sin duda, influyó en la generación de un nuevo comercio y en el surgimiento de las nuevas élites económicas que transformarían Cuenca desde finales del siglo XIX, siendo común en esta etapa observar la proliferación de negocios de importadores y exportadores en la pequeña ciudad. El proceso de transito por esta vía, que posteriormente sería conocida como el “camino de García Moreno”, era un recorrido penoso; el tránsito por sus alturas se lo realizaba en acémilas y a pie; la ida y venida de mercancías, correos y noticias, eran efectuados con el empleo de los “huandos”, arrieros y cargadores indígenas que cruzaban el difícil camino con las cargas más sorprendentes, llevando la imaginación al límite de lo imposible; así, las nuevas élites cuencanas que habían entrado en un proceso de modernización imparable, requerían de elementos (en su mayoría suntuarios), que les permitiera insertarse en el ámbito local con un nuevo rostro que los separara de la vieja imagen colonial, anclada en un inaccesible espacio andino, y los vinculara con la idea de modernidad imperante en la época. Así, con sus ojos puestos en un espejismo deseado, las élites locales encontraron el modelo a seguir en París, la “ciudad luz”; a cuyos destellos la pequeña ciudad

andina no había escapado, haciendo lo imposible por abastecerse de elementos simbólicos que les dotara de prestigio social en el nuevo orden. De esta manera, por las húmedas alturas andinas del Cajas, sobre los hombros de campesinos anónimos, circularon finos pianos de cola, ostentosas lámparas “arañas” y espejos de cristal de roca, los primeros automóviles y las noticias, que aunque atrasadas, arribaban a la ciudad a lomo de mula los días miércoles y sábados; así, el correo de Guayaquil como se lo conocía, era esperado por la ansiosa población en los bajos de la Gobernación, en cuyo edificio funcionaban por aquel entonces las oficinas del Correo. Este camino mantuvo dichas condiciones durante más de un siglo, hasta haber caído casi en el olvido. Un dato curioso al respecto se produjo en 1969, momento en que la población local, -en busca de un camino a Guayaquil alternativo a la vía de Cañar, que se había convertido en la ruta “oficial”, más larga y única para alcanzar la Costa-, organizó el “Raid Cuenca Molleturo”, como una medida para mostrar al gobierno la factibilidad de una ruta carrozable que atravesara el Cajas, ambicioso proyecto local que en varias ocasiones había sido dada por imposible. Esta iniciativa –nuevamente- mostraba el valor fundamental para el desarrollo regional de esta región montañosa; así, la población de Molleturo, encabezada por su párroco y altas autoridades de Cuenca, apoyaron la idea que se ejecutó finalmente en el mes de octubre del 69 en un jeep “Land Rover”. La empresa se convirtió en un verdadero suceso local que generó incluso apuestas respecto de su desenlace. Las noticias de su progreso fueron seguidas por la radio, que dio cobertura especial al evento. El “Raid”, logró su objetivo; tres días después der haber partido,

Caída del Sol sobre el río Guayas, visto desde el sitio arqueológico Paredones de Molleturo, a los 3600 msnm. Vestigios arqueológicos cañari-incas: Paredones de Molleturo; entre los 3000 y 4000 msnm.

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logró alcanzar Molleturo luego de haber recorrido trochas y de haber cargado –literalmente- el vehículo con la ayuda de decenas de molleturenses, como una reminiscencia de los “huandos”, que atravesaban el macizo con enormes bultos a cuestas. Una vez en Molleturo, alcanzar Naranjal era asunto mucho más sencillo empleando un camino minero abierto tiempo antes, llegando así la empresa al límite entre Azuay y Guayas en los días siguientes, siendo este el precedente para la apertura de la actual vía Cuenca – Molleturo – Naranjal, que logró que el Estado diera paso a su construcción, misma que luego de una serie de tropiezos, tuvo lugar tan solo a finales de la década de los ochenta. El ocaso del siglo XIX y el nacimiento del XX, bajo las condiciones económicas, sociales y políticas que dinamizaban la pequeña ciudad, generaron el momento propicio para romper definitivamente el aislamiento de la ciudad de Cuenca. Franquear la presencia azulada de la cordillera occidental, abría un nuevo mundo de posibilidades; así en 1920, al cumplirse 100 años de la independencia política de Cuenca, la ciudad entera esperaba con la vista al cielo el cumplimiento de lo inimaginable, que asomara en el horizonte un aparato de ficción. La sensación de observar el Land Rover del “Raid” dando giros, exactamente cien años después, en la plaza de Molleturo, debió tener semejanza con la magnitud de las emociones producidas al ver enfilarse para tomar tierra al biplano de Elia Liut, el italiano al mando de “El Telégrafo I”. Había salido desde Guayaquil el día 3 de noviembre, pero tan solo pudo llegar el 4; las condiciones climáticas impidieron la llegada que con “bombos y platillos” se esperaba en Cuenca, obligándolo a volver al punto de partida; franquear el

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Cajas no sería fácil, Liut a su llegada al día siguiente comentó sobre la desorientación por la que pasó debido a la neblina sobre el Cajas, de la que solo pudo salir cuando pudo divisar al norte el Chimborazo, habiéndose encontrado con un cóndor al descender; dando cuenta de la proeza de dominar este espacio. Así, el Cajas, poco a poco fue pasando de ser una barrera inexpugnable a convertirse el en eslabón clave de una comunicación fluida entre Costa y Sierra. Por sus paramos, pocos años antes que Liut lo hiciera por el aire, en 1911, cargado por los “huandos”, el primer vehículo motorizado, un automóvil marca “Overland” era trasladado a Cuenca desde Guayaquil en partes; poco tiempo después, en 1913 ocurriría lo mismo con otro vehículo, un “Clemant Bayard”, que circularían por Cuenca, una ciudad pequeña, cuya traza poco había variado desde la colonia, en la que un vehículo motorizado más que una necesidad real, era un requerimiento simbólico que la proyectada al encuentro con la modernidad, siendo El Cajas, el eslabón clave de este cambio de época. Esta región, a lo largo del tiempo, fue además considerada como poseedora de una serie de elementos destacables; sus recursos hídricos inagotables fueron empleados ampliamente, considerándose, hasta la actualidad, sus aguas, como el punto de abastecimiento urbano, así fue en el sector de Sayausí en donde se construyó la primera toma de agua potable que abastecería a la ciudad y la calidad de su agua permitió el emplazamiento -a inicios del siglo pasado- de una fábrica cervecera, cuya estructura en ruinas aun hoy puede ser apreciada al costado de la laguna de Llaviuco o Surocucho. Por generaciones, el Cajas se ha considerado un lugar de tránsito pero, también, de esparcimiento,


en el que una familia -en particular- ha jugado un rol fundamental: la familia Guevara, que estableció, hace más de sesenta años, un pequeño “refugio” en donde pernoctaban quienes transitaban las alturas del Cajas. Si por algo es conocido el Cajas, a más de su increíble entorno natural, es por el desarrollo de la pesca de la trucha en sus lagunas y riachuelos, esta especie introducida en torno a la que en la actualidad se ha conformado toda una tradición gastronómica. Según comenta la hija de Don Lizardo Guevara, la trucha fue introducida por un canadiense hace setenta años o más, la “sembró”, -según comentaba su padre-, en la laguna de Llaviuco, esperando volver para ver si dicha siembra tenía éxito. El canadiense anónimo nunca regresó y esta especie se extendió por las lagunas y quebradas del Cajas al punto que hoy es considerada una especie “nativa” del sector. Quienes habitan en la actualidad las inmediaciones del área protegida del Parque Nacional Cajas son conocedores de sus secretos, de los usos que los hombres han dado a su flora y su fauna; conocedores de las singularidades, alturas y recovecos de este paisaje cultural, de sus historias y de las enormes potencialidades de su futuro.

Caída del Sol sobre el río Guayas, visto desde el sitio arqueológico Paredones de Molleturo, a los 3600 msnm. Vestigios arqueológicos cañari-incas: Paredones de Molleturo; entre los 3000 y 4000 msnm. 39

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Caída del Sol sobre el río Guayas, visto desde el sitio arqueológico Paredones de Molleturo, a los 3600 msnm. Vestigios arqueológicos cañari-incas: Paredones de Molleturo; entre los 3000 y 4000 msnm. 41


Empedrado del Camino Inca, en Paredones de Molleturo 42


Bajando el cerro K2: a la izquierda, parte de la laguna Patos Colorados; a la derecha, parte de la Osohuayco 43


Campista de pesca al amanecer, laguna Osohuayco Antigua cervecerĂ­a, laguna Yaviuco 44



Turismo, fotografĂ­a y paisajismo 46


Trekking en el pรกramo, camino a la laguna Trensillas 47



Antiguo camino hacia la costa Valle de las Burines 49


Paisaje de Agua / laguna Luspa

Atardecer en los vestigios arqueol贸gicos de Paredones de Molleturo 50


Pesca de trucha antes de la salida del Sol 51



PARQUE NACIONAL CAJAS: AGUA VIVA. Juan Carlos Astudillo S.

CAP. 3

Detalle de la Luspa envuelta en niebla 22



“N

inguna ciudad o civilización ha subsistido, a lo largo de nuestra historia, sin acceso directo al agua…” decía, años atrás, lapidariamente, un profesor en las aulas de la Universidad Central, en Cuenca. En aquél entonces yo trabajaba como Guía Naturalista en el Parque Nacional Cajas y re-construía estas palabras cada vez que sorteaba las latitudes del Parque y sus casi ochocientos cuerpos de agua; sostén definitivo para la existencia de nuestra Santa Ana de los Cuatro Ríos, la ciudad del agua: “El sistema del Parque, comprende 767 cuerpos de agua (…) y pueden llegar hasta 800 en épocas de lluvia. El sistema lacustre se encuentra entre los 3.150 y 4.300 m.s.n.m, asentadas sobre hondonadas de roca viva”. (Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012) Y no es necesario ahondar, me parece, para sostener aquella afirmación por simple, lógica y real… sin embargo, la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés) resume la importancia que tienen los ecosistemas, como el Cajas, en pocas palabras que grafican lo expuesto: “Los Humedales Alto Andinos son ecosistemas de enorme importancia estratégica para poblaciones enteras que viven asociados a estos recursos, ya que no solo son el sustento de la vida por el abastecimiento del agua que brindan; sino que guardan un valor ecológico, económico, social y cultural enorme para dichas poblaciones; valores que deben ser tenidos en cuenta para el diseño y ejecución de políticas de desarrollo de los países en los que se encuentran…” (Carrasco, Detalle de la Luspa envuelta en niebla 55

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Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012) Y es que, desde la “comodidad” en esta modernidad estamos acostumbrados a girar el dispensador y ver cómo fluye el agua en nuestros hogares, como si no se tratase del milagro que sí es el tener tanta agua a disposición y de tan buena calidad, ¿se entiende? Pensémoslo un momento: para que el vaso, la jarra u olla se llenen en nuestros hogares, primero, debe existir un humedal1 de las características –únicas a nivel mundial- de las de este páramo de origen glaciar (lo cual significan miles de años de evolución natural); luego, debe existir un trabajo consciente y sostenido de una empresa2 que monitoree y ejecute programas de aprovechamiento sostenible de los recursos de dicho humedal para que, una vez implementados dichos procesos (físicos-estructurales) po-

1 “Uno de los principales servicios que ofrecen los humedales altoandinos es la provisión de agua, no solamente para el abastecimiento de las comunidades humanas residentes en sus alrededores, sino también para el riego de suelos agrícolas, la generación hidroeléctrica y el consumo humano aguas abajo. Además (…) proveen recursos genéticos, almacenan y regulan caudales, capturan carbono y representan un invaluable patrimonio cultural por su significado espiritual y religioso” (WWF, 2006: tomado de Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012) 2 “¿Cuál es la razón del éxito de esta Empresa Pública (ETAPA)? La respuesta es simple: la Empresa actúa de forma totalmente autónoma y quienquiera que la gestione sabe que está gestionado la joya de los cuencanos los cuales no van a permitir que se malogre. Los cuencanos se sienten orgullosos de sus ríos limpios, de sus riberas que son sus parques, de su parque natural que es la fuente de todos sus recursos (...) Un ejemplo de sostenibilidad a precios moderados mediante una empresa pública. Ante la presión actual que hay hoy en día en algunos países para la privatización de los servicios públicos, con el ejemplo de Cuenca uno se pregunta ¿Quién necesita una empresa privada cuando la gestión pública puede ser tan eficiente?”. (Narcís, Prat)

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damos, en cuanto usuarios, disfrutar de dicho bien traducido a la cantidad y calidad de agua que tenemos a diario en nuestra privilegiada ciudad… ¿de acuerdo? Entonces, lo que contienen el vaso, la jarra u olla de las que escribimos, líneas atrás, significan miles de años de evolución en las montañas y lagos del Cajas y otros tantos en el pensamiento y acción de la gente que ha avizorado, para buen fortunio de los demás, que el agua “no crece en los árboles”, sino que permite que todos crezcamos y que, sí o sí, debemos conservarla, para seguir viviendo. Por esto, entre muchas otras razones más, debemos empezar a valorar –conscientemente- lo que el Parque Nacional Cajas representa para la ciudad y el país; es decir, el Cajas es la razón por la cual nuestra ciudad existe y la razón por la cual puede seguir existiendo, literalmente, ya que, como lo decía aquel profesor, nadie puede vivir sin agua y, aproximadamente, el 60% del líquido vital para Cuenca nace en los páramos de este “paraíso terrenal”. Y para el país también, ya que un alto porcentaje (aproximadamente un 70%) de la energía eléctrica del Ecuador se abastece del caudal del río Paute, el cual, a su vez, se abastece de los ríos Tomebamba y Yanuncay (dos de sus afluentes) los cuales nacen en las alturas del Cajas: “Los lagos dan origen hacia el atlántico, a los ríos Yanuncay y Tomebamba, los mismos que atraviesan la ciudad de Cuenca y que a su vez, abastecen del agua que para su potabilización requiere la ciudad y sus alrededores. La gran parte del caudal del Río Tomebamba proviene del aporte de aproximadamente 368 cuerpos de agua que nacen en el PNC. El Río Llaviucu afluente del Tomebamba, aporta un caudal proveniente de 195 cuerpos de agua, seguido


del Río Quinuas, el cual aporta al Río Tomebamba un caudal proveniente de 106 cuerpos de agua; y el caudal del Río Mazán, también afluente del Tomebamba, aporta un caudal proveniente del aporte de 67 cuerpos de agua. Gran parte del caudal del río Yanuncay proviene del aporte de 88 cuerpos de agua de la microcuenca del Río Soldados y de 36 cuerpos de agua de la microcuenca del Río Ishcayrrumi, complementado con el aporte del Río Bermejos que nace en la zona alta del Río Irquis”. (Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012). ¿Se necesita decir más? Y todo esto cuando hablamos del Parque Nacional Cajas mas, si hablamos del Área de Biosfera Macizo del Cajas, de la cual el Parque Nacional es apenas su área núcleo, podemos decir que el 100% de agua potable y de riego para la ciudad de Cuenca, así como el 100% del agua necesaria para el abastecimiento de las plantas eléctricas que generan la energía para todo el país, provienen del Área de Biosfera Macizo del Cajas. Tuve la suerte, decía al empezar este breve texto, de trabajar como Guía Naturalista del Parque Nacional Cajas durante casi cuatro años y esta experiencia me permitió recorrerlo en algunas de sus zonas (el parque es tan extenso que, difícilmente, existen personas que puedan decir que lo conocen a cabalidad), caminando largas horas en silencio, observando, maravillándome con la belleza que abruma y esa sensación de pequeñez que se experimenta ante la imponencia del paisaje lacustre y sus montañas, ríos, bosques y los juegos que entre ellos tienden la neblina, los vientos casi huracanados y la lluvia que danza y brinca y asiste al viajero –literalmente- encantado ante esta puesta en escena de la Paccha Mama, Maya, Prarkiti o como quiera llamársele, por

lo que entiendo, profundamente, que la importancia del Parque, a más de la vital de la que hemos hablado, está en lo cultural, por aquello que nos provee en cuanto seres conscientes que “nombramos” los lugares que habitamos, apropiándonos de ellos, dándoles un sentido desde nuestra forma de interpretar el mundo: “Los ecosistemas altoandinos constituyen espacios de vida y de riqueza cultural, fecundos en simbolismos, mitologías y valores espirituales para numerosas comunidades indígenas y campesinas. Se ha considerado que los humedales son un vínculo entre la vida cotidiana y otros mundos, un lugar en el que es posible aproximarse a los dioses y los espíritus, en el que incluso habitaban algunos de ellos. Vistos a esta luz, los humedales pueden constituir lugares de culto…”. (Secretaría de la Convención de Ramsar, 2007: tomado de Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012) Y, en esos años, conocí a una incontable cantidad de viajeros que venían de muchos diferentes lugares del mundo con una intención única: conocer el Cajas, evidenciar o comprobar si es cierto que en un lugar del Ecuador, en el trópico3; si es que es verdad, decían, que existe un lugar a los 4000 msnm que alberga cerca de 800 lagunas… y puedo decir que, en más de una excursión, vi gente llorar ante la magnificencia de este paisaje, ante la inagotable manifestación de lo aquello que no podemos cifrar, pero intuimos.

3 “Los lagos de la meseta del Cajas pertenecen a un tipo especial de cuerpos de agua: los lagos tropicales de montaña. Por su ubicación geográfica estos lagos reciben iluminación intensa sin una variación estacional y además al estar ubicados en una zona fría de páramo, su comportamiento difiere sustancialmente de los lagos templados que soportan las cuatro estaciones bien definidas...” (Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012)

Detalle de la Luspa envuelta en niebla 57

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Recuerdo una ocasión en la que un turista, biólogo de profesión y con quien recorrimos el Capaq Ñan (existen 3 ramales del Camino del Inca dentro del Parque), decía que nunca imaginó un lugar en el que puedan existir tantas lagunas juntas, ni agua que brotara de las montañas como si fuesen una esponja gigante, un bebedor del planeta… y, claro, tenía razón, ya que ahora sabemos que el Cajas presenta una cifra record de densidad de agua, es decir, de cantidad de lagunas por área, a nivel mundial, con 2,75 cuerpos de agua por kilómetro cuadrado. No hace falta decir lo importante que es esto a nivel de la biodiversidad del parque y menos de la belleza paisajística que le reviste, razón por la cual muchos extranjeros nos visitan. Así como viajeros ávidos de evidenciar la belleza de este parque nacional, estudiosos científicos de todo el mundo llegan a estas latitudes para estudiar “en vivo” los procesos geológicos que ha atravesado y que sigue atravesando nuestro planeta, ya que en el Cajas se conservan visibles dichos registros del planeta que nos permiten comprender su pasado, el proceso de cambio climático y un probable futuro; así como el proceso de glaciación que vivió esta zona hace 15000 años, las “lenguas glaciares” que se evidencian en los valles en forma de “U”, los nichos en piedra que formaron las lagunas y, en fin, un gran número de “accidentes cósmicos” que han permitido la existencia de un lugar tan peculiar. 167 lagos mayores a una hectárea (es decir, más grandes que un campo de futbol) y 767 cuerpos de agua en total, son dos de las varias razones por las que el Parque Nacional Cajas es reconocido como Humedal Ramsar de Importancia Internacional (2002), lo cual quiere decir que es reconocido como

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un lugar que debe ser protegido en cuanto centro de conservación de humedales: “en el Cajas existen diferentes tipos de lagos: los que poseen aguas muy profundas, pocos nutrientes y una transparencia alta; los que poseen moderadas cantidades de nutrientes y productividad biológica relativamente alta (son escasos); y lagos de poca profundidad, muchos nutrientes, productividad biológica alta y poca transparencia. Existen también una gran cantidad de “cochas” poco profundas (menos de cinco ms) que son los principales reguladores del almacenamiento y liberación de agua en los páramos y, además, albergan una importante biodiversidad y endemismo de flora y especies acuáticas…”. (Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: 2012) Como vemos, las especificidades que revisten a este Parque Nacional son tan vastas como la belleza con que el mismo las sostiene. Por esto, debemos comprender que la compleja y delicada estructura de este ecosistema debe ser valorada y dimensionada por todos quienes dependemos de ella para nuestra subsistencia, conscientes y concientizando a las generaciones que nos preceden de que la necesidad de conservar los recursos naturales del Cajas no se resume a una idea romántica sino que se expresa en una necesidad plausible, real e inmediata, en una hermosa misión de la cual somos todos cómplices y partícipes en este intento de armonizar-nos dentro del gran ecosistema del cual, a penas, somos una parte privilegiada y bendecida con esta capacidad de comprenderlo, sensibilizarnos y actuar desde esta estructura de seres conscientes, en cuanto seres humanos.


Bibliografía: Carrasco, Ma. Cecilia; Mosquera, Pablo: Estudio de la Integridad Ecológica de lagos del PNC: Programa de monitoreo y vigilancia de los recursos hídricos y de clima. Corporación Municipal Parque Nacional Cajas. ETAPA EP. 2012. Prat, Narcís: CUENCA (Ecuador): PASIÓN POR EL AGUA. Barcelona, España: correo electrónico enviado por Ma. Cecilia Carrasco, 2013.

Detalle de la Luspa envuelta en niebla 59

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Detalle de la Luspa envuelta en niebla 22


Horizonte, laguna Ventanas 62



Detalle de la laguna La Larga 64


Laguna Togliacocha, neblina y pรกramo de almohadilla. 65



Laguna Canutillos Laguna Chico Canutillos Pรกginas siguientes: Laguna Barros 67




Cocha de pรกramo 70


Laguna Totoracocha 71


Detalle Laguna Marmolcocha Laguna Marmolcocha 72



Lagunas: La Negra, La Larga y Luspa, vistas desde el cerro 3 Cruces 74


Detalle laguna Osohuayco, vista desde el Portal de Burines 75



Laguna y bosque de Yaviuco 77


Laguna Caballo Shayana 78


Laguna Luspa Pรกginas siguientes: lagunas Patos Colorados (izq) y Osohuayco (der), desde la cima del cerro K2 79




Detalle laguna BurĂ­n Grande 82


Laguna Negra de San Antonio 83


Laguna Patos Colorados 84


Laguna La Larga 85


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Laguna Mamamag Lagunas Unidas y bosque San Luis 87


Laguna Marmolcocha y cerro Avilahuaico 88



Valle de las Burines 90


Laguna Fondococha Pรกginas siguientes: Laguna Taquiurco 91


Paisaje de Agua / laguna Luspa


Paisaje de Agua / laguna Luspa


Laguna Paicacocha 94


Complejo lacustre con los cerros Takiurco y Avilahuaico al fondo 95


Laguna Verdecocha Laguna La Toreadora 96




LOS MOTIVOS DE LA TOREADORA Tito Astudillo y A.

CAP. 4



Solamente

es necesario llegar a sus orillas… y ni tanto; solamente mirarla. Puede ser desde el refugio o más, desde la colina de piedra y la cresta rocosa que circunda su cielo hacia el oeste; desde el mirador de la “Marmolcocha” o desde el “San Luis” cuando está sin su bufanda de nubes para intuir, en el ritmo de sus aguas, al compás de la niebla y del viento, como haciendo pases, para intuir, decía, los motivos de su nombre. O también a ras de sus aguas para buscar en sus raíces primordiales: “La Toreadora”; Turo-cocha, (turo=lodo) “laguna de lodo”, laguna lodosa, laguna pantanosa por donde debieron pasar los constructores incas de Paredones de Molleturo en busca de una nueva ruta para el espondilus y, el mismo Huayna Cápac, en la travesía Puna-Tomebamba, como cuentan los cronistas y los Amautas, nuestros sabios andinos que leyeron el cielo reflejado sobre su gran espejo cósmico. Espacio sagrado esta constelación lacustre llamada “lagunas del Cajas”, como la conocieron, desde tiempos inmemoriales los caminantes, arrieros, pescadores, guandos y colonizadores de los calientes de Tenguel, Balao y Naranjal. Como lo conoció García Moreno cuando, después de “hacer soltar la lengua” al cura de Molleturo, avanzó hasta las cuevas de Ilincocha para visitar Cuenca o, simplemente, para pasar visita a la construcción del camino que hoy lleva su nombre; o como lo vio Don Lizardo Guevara: la “llave de Cajas”; en sus tantos recorridos rescatando a los extraviados del páramo; o como lo vio Roberto Samaniego en la travesía,

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sueño y desafío llamado “Raid Cuenca-MolleturoNaranjal” cuando quiso demostrar y lo logró, que sí se podía construir una vía carrozable que enlace Cuenca con la costa por este lado de la cordillera: “…en aquellos tiempos la laguna, simplemente, aparecía y desaparecía entre la niebla, la garua, la lluvia y los batallones de nubes polimorfas que cruzaban su cielo y se alternaban como en una danza incesante; aparecía resplandeciente como un espejo solar tapizada de arco iris y, de pronto, no estaba ahí… solamente niebla, pajonal y pantano… la intuíamos por el resplandor de su espejo al fondo y esperábamos verla mecerse por cualquier lado como toreando al temporal… y por eso le llamaron La Toreadora”, decía el amigo sacerdote que hizo lo impensable y lo sostuvo y que, ahora, desde el descanso, seguro, seguirá disfrutando y bendiciendo la cadencia solemne de sus aguas, como nosotros que, de cuando en ves, acudimos y recorremos los encantos del misterio plasmado, vertido en esta ensoñación de lo divino sobre el plano que habitamos contemplando, de vez en cuando, estos resguardos de lo divino del mundo, como lo es el Cajas, la perenne guarnición de agua-magia-y-vida de nuestra ciudad andina y alada y bendita.

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“A veces el viento encuentra a un caminante…” O. Encalada V.
















Orden de fotos - Reflejos y Armonía, laguna Toreadora. - La bruja y el diablo, sector Ato Chocar. - Fuego para calmar el agua, laguna La Luspa. - Despacio, te tomas el espacio… sector La Luspa. - Las grafías de la Luz, sector Paredones. - Ese huequito donde se sostiene el alba… sector Toreadora. - Como es abajo, es arriba… Paredones, Molleturo. - El último guiño del día es para la montaña. Paredones, Molleturo. - Lluvia de Luz para quien se observa sentado. Laguna Taquiurco. - La rendija en que empieza el Camino. Laguna Taquiurco. - Para todos Todo. Laguna La Larga.




LA MAMA HUACA Juan Carlos Astudillo S.

CAP. 5

Pรกgina anterior: Infinito; detalle de olas y piedra Cueva en la cima del cerro Avilahuaico Aguarongos y niebla 125



T

antos años han pasado ya, tanta lluvia, tanta pena, tantas alegrías, tanta soledad en el cerro… cuando niño, recuerdos nítidos, como si fueran de ayer… cuando era niño, digo, los abuelos contaban sus verdades a la hora de la olla en el fogón, el maíz creciendo, el hambre y esa sensación que nunca nos dejó: el asombro. Y es que, cómo no vivir de cara al asombro cuando amanecemos cercados por la infinidad de montañas que parecieran nunca terminar, subiendo y bajando siempre entre lagunas abiertas hacia el cielo y cuantos bosques quepan entre espacio y espacio, como poblando la vastedad del pajonal que danza, que vibra haciendo señales, cantando señales como quien dice “aquí estoy”, para no ser olvidado. ¿Has visto esto de que te hablo? ¿Has caminado esas horas que distan lo que una panela, abriendo bien los ojos para encontrar la huella que demora la niebla, que empujan los vientos que de un rato a otro lo despeja todo para luego, de nuevo, cubrirlo, dejando entrever la vastedad, tejiéndonos de sueños ese frío que cala hondo, que fortalece los huesos, el temple y aquella certeza que nos comparte la montaña? El Cajas, la entrada al frío, dicen los abuelos, la entrada al misterio y el encantamiento del reflejo… Cuando niño, decía, tantas historias nos platicaron. Como aquella que contaban los vecinos de Chaucha en la que dos niños, allá, por inicios del siglo pasado, salieron a pastar su ganado y, cruzando la montaña, dicen, se encontraron -sentada sobre una Página anterior: Infinito; detalle de olas y piedra Cueva en la cima del cerro Avilahuaico Aguarongos y niebla 123

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roca- a la Mama Huaca1, una muy hermosa mujer, de cabellos largos y bien vestida que llevaba, en su mano, un peine de oro. ¿Te imaginas? Y es que la Mama Huaca sabía convencer y para dos niños, solos, en la montaña, la promesa de un regalo, de riquezas, de una vida maravillosa, a cambio de compañía, era algo difícil de rechazar. Por eso se quedaron, por eso, dicen, caminaron con ella a través de la paja, a través de los matorrales, perdiendo el rastro conocido a través de bosques, de lagunas, de quebradas abiertas como cortando el paso y zigzagueando de aquí para allá. Y les convidó comida decían y les mostró riquezas, además, maravillando la naciente ambición en los infantes que la siguieron y siguieron embelesados por tanta hermosura, tanto de la mujer cuanto de sus amables regalos que, una vez llegados a sus aposentos, dentro en la montaña, se trocaron mostrando su verdadera naturaleza. Entonces, la mujer se dejó ver: pequeña, gorda, amenazante y con una gran y desgajada pollera y unos relucientes dientes de oro. Ante la sorpresa, el susto de los niños, la Huaca los encerró, dejándoles grandes cantidades de comida para regresar a vigilarlos, cada ocho días, renovándoles la cantidad de alimentos mientras verificaba cuánto habían engordado los pequeños. Ellos rezaban, rezaban mucho y con esa fe que solo el temor es capaz de disponer… oraban pidiendo auxilio a la Virgen María hasta que, un buen día, la madre del Cristo se les apareció y advirtió de las verdaderas intenciones de la Mujer gorda y fea, que no era otra que la de engordarles para comérselos, friéndolos en una paila de cobre. Y pareciera mentira, pero esas cosas nunca parecen verdad, porque la Verdad es más mágica de lo que creemos, así que, cuando llegó de vuelta “la

Huaca”, lista para freír a sus prisioneros, ellos lograron escapar en un veloz movimiento y la empujaron, a la vieja, a la paila que les esperaba a ellos, matándola en el acto. Enseguida, y por las advertencias de la Virgen, los niños le abrieron el pecho y encontraron, en vez de corazón, una enorme mazorca de oro. Contentos con haber escapado de las garras de la Mama Huaca y con el tesoro obtenido, como regalo de la Virgen, los niños, ahora muchachos, encontraron el camino de regreso y, pasados tres años de su desaparición, regresaron al pueblo para asombro de todos, que los habían ya enterrado en sus memorias. ¿No me crees? No importa, sé que es difícil de hacerlo, sólo quienes hemos vivido el misterio de estos parajes sabemos que nada es imposible de creer. Así como lo que cuentan en la comunidad de Cedro2, de la parroquia de Sayausí, en donde vivía un cuñado de mi taita de quien escuché esta historia, que ahora les comparto, dejándoselas para que vean sus mercedes si creerla o entenderla o dejarla pasar de largo, ya ustedes sabrán... Y es que, en esta comunidad, todos los mayores tienen la certeza de que, en las noches de luna llena, cuando se asienta la cabeza o, mejor, la oreja, sobre “la panza” del cerro, se escucha la música que nace de las entrañas mismas de la tierra, porque el cerro, para ser más precisos, le canta a la Huaca, porque está enamorado de ella; por eso la encanta, con su música y la cubre, cariñoso, de neblina. ¿Extraño no? Pero así fue, así es y esperamos siga siendo…

1 Basado en el ABACO del INPC, de la ficha: IM-01-01-53-000-08000757

2 Basado en el ABACO del INPC, de la ficha: IM-01-01-53-00008-000588

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Pรกgina anterior: Infinito; detalle de olas y piedra Cueva en la cima del cerro Avilahuaico Aguarongos y niebla 125



FLORA Y FAUNA DE CARA AL CIELO… Juan Carlos Astudillo S.

Hongos des-componedores de materia orgánica en el bosque húmedo montano Colibrí: zamarito colilargo 135



“…cada quince pasos paramos para respirar… ¿ya?” decía mi sobrino, de 8 años de edad, cuando subíamos el cerro San Luis, que abraza a la Toreadora y su pulsión de ensueños mientras el viento le corretea sorteando olas en ese infinito diálogo que entonan, recordándonos el milagro de la contemplación, casi alquímica; “cada quince, o mejor cada veinte, no, ¡treinta! ya me siento más fuerte…” continuaba, mientras caminábamos zigzagueando la ladera, la montaña, la espera y la fascinación por las puyas floridas a lo largo del camino (“!esto no es común de observar!”, le decía al grupo, sin ocultar la emoción mientras todos “disparaban” fotos), las almohadillas tendidas sobre el suelo y el interminable concierto de colores que florece el páramo que, desde el carretero, desde cualquier distancia, pareciera ser tan monótono… y recuerdo, además, la plática con la amiga llegada del sur cuando, a cada parada, cumplidos los 15 o 20 o 30 pasos de rigor, comentaba la imponente presencia del silencio o, mejor, de un murmullo extraño, acogedor, embrujante, que tiene este páramo, el del Cajas, porque de entre todos los páramos que hemos visitado y recorrido, acordamos, es en este en donde sucede algo que no se puede explicar: un arrobamiento más allá de los sentidos, decíamos, una certeza sobre la belleza, una sensación de vastedad… Y es que, al experimentar estas latitudes, rincones sacros ajenos al paso lineal del tiempo; la mirada y algo que va más allá de ella nos obliga a detener el paso y observar, con cuidado, todo lo que nos rodea.

Hongos des-componedores de materia orgánica en el bosque húmedo montano Colibrí: zamarito colilargo

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Claro que está la impresionante belleza del paisaje: ¡gigante entre gigantes!, pero, si continuamos, quizá con mayor detenimiento, encontramos la belleza que habita el Parque y lo puebla entre los misterios alados que llamamos aves, o los mamíferos que caminan la inacabable extensión del páramo y las boscosas profundidades de los parches forestales diseminados por todo lado, o los anfibios que se triangulan, en algunos casos, como despistándonos, jugando con nosotros, o los insectos y demás seres que vibran (como todos) cual espejismos que, de vez en cuando, se dejan observar… o, como decía mi sobrino, las tantas y tan “extrañas” formas con que “se viste el suelo”, el reino vegetal latente a los 4000 metros de altura y más, exhibiendo todas las gamas de su adaptación y el éxito estético con el que se posan sobre el mundo. Y continuamos caminando, conociendo y enamorándonos más y más del páramo que se vierte como expansión del cielo, recordando esos “detalles” que magnifican o, quizá, evidencian aquello que ya se siente acerca de la singularidad de este Parque Nacional. Así, al ver volar una gaviota andina y tras el asombro de la amiga que nos visita desde Chile, le contamos que es apenas una de las 157 especies de aves que podemos encontrar y le recordamos que el páramo1 del Cajas recoge un alto endemismo y un alta diversidad en sus especies y que, comparado con otros páramos2 o ecosistemas similares, acá encon-

tramos 24 especies de anfibios, peces y reptiles; y 43 especies de mamíferos. Claro que estos números podrían no resultar “espectaculares” si los ponemos a comparación de la cantidad de biodiversidad en ecosistemas como el bosque húmedo, por ejemplo, pero si lo valoramos en relación a la altura y clima, entendemos la altísima valía por su especificidad y alto endemismo3, es decir, porque acá encontramos especies que no encontramos en otro lugar del mundo.

1 “los páramos, en su concepción más estricta de comunidad biótica, sólo están presentes en tres países del mundo: Venezuela, Colombia y Ecuador (Castaño-Uribe, 2002). Así, el P. N. C. se encuentra en el límite sur de esta formación antes de ser reemplazada por la Puna en el norte del Perú…” (Chacón, Gustavo; Martínez, Juan; Tinoco, Boris; Arbeláez, Ernesto; Minga, Danilo; Zárate, Edwin: 2006:2)

mente importante pues alberga el 33% de los anfibios, el 48% de los reptiles y el 77% de los mamíferos del piso altoandino del Ecuador…” (Chacón, Gustavo; Martínez, Juan; Tinoco, Boris; Arbeláez, Ernesto; Minga, Danilo; Zárate, Edwin: 2006:2)

2 “si se compara el PNC con otros sitios de montaña, es cierta-

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Flora: La flora que encontramos en el PNC es única y varias de sus numerosas especies se encuentran aquí y en ningún otro lugar del planeta. A breves rasgos podemos decir que, en las 28.544 hectáreas que comprenden el Parque, que van desde los 3150 hasta los 4450 msnm, distinguimos vegetación como el bosque de neblina montano, el bosque siempre verde montano alto, el bosque de polylepis (árbol de papel), el herbazal lacustre montano, el páramo de almohadillas y el páramo herbáceo. Y es este último el que más podemos observar; un ecosistema único que ha fascinado al mundo científico occidental desde que Alexander Von Humbolt nos visitó, hace más de 200 años (Ulloa:2004: 8). El páramo, dominado por pajonales, es un ecosistema de altura que, junto con los bosques andinos,

3 “19 especies de fauna exclusivas de este enclave geográfico (12 anfibios, 3 reptiles, 3 mamíferos y 1 ave)” (Chacón, Gustavo; Martínez, Juan; Tinoco, Boris; Arbeláez, Ernesto; Minga, Danilo; Zárate, Edwin: 2006:2)


funciona como control de los sistemas hídricos al absorber y liberar agua de la lluvia alimentando ríos y lagunas. Únicos y fascinantes, los páramos sostienen una gran bio-diversidad con especies que, aquí, se han adaptado a condiciones extremas de clima que oscilan de los fríos glaciares a los calores del trópico. Por eso, las especies que encontramos, generalizándolas, crecen pegadas al suelo o presentan hojas pequeñas, duras y-o recubiertas de vellosidades que sirven para resistir la inclemencia del clima. Es decir, juntas y en familia, como debe ser. En el Parque Nacional Cajas encontramos 106 especies endémicas del ecosistema páramo y, de estas, 19 son exclusivas de estas latitudes. Podemos decir que es el páramo más diverso y con más alto grado de endemismo de todo el ecosistema andino ya que, y por ejemplificar lo dicho, el Cajas contiene el 16% de especies de plantas vasculares de este ecosistema (572 especies) a pesar de representar, apenas, el 0,8% del páramo mundial. Es decir, es un compendio maravilloso de lo que sucede en esta zona de vida a nivel mundial, resumido a sus casi 30 mil hectáreas, como un auténtico laboratorio de la naturaleza enclavado a apenas 30 minutos de nuestra ciudad.

Cifras de ecosistemas: SISTEMAS LACUSTRES:

767 cuerpos de agua en total. 167 lagos de más de una hectárea. 600 lagunas de menos de una hectárea contándose entre ellas 245 cuerpos de agua de más de media hectárea. HUMEDALES:

790 hectáreas. ISLAS:

3.14 hectáreas. PARCHES DE POLYLEPIS:

930 parches que cubren 1000 hectáreas.

343 hectáreas: Yaviucu, Jerez y Yacutuviana.

BOSQUE SIEMPRE VERDE MONTANO ALTO: HERBAZAL LACUSTRE:

248 hectáreas. PÁRAMO DE PAJONAL:

21.148 hectáreas. PÁRAMO SOBRE ROCA DESNUDA:

3856 hectáreas.

90 hectáreas.

PASTIZAL:

Hongos des-componedores de materia orgánica en el bosque húmedo montano Colibrí: zamarito colilargo 131

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FAUNA: En este completo tejido rizomático que representa el Parque Nacional Cajas, encontramos la interacción de diferentes conjuntos de seres vivos que comparten y armonizan los recursos de los cuales dependen y que están íntimamente vinculados en esta danza de la naturaleza en la cual, todo es de todos, y de todos depende ese Todo, su equilibrio y permanencia. Así, si hablamos de la fauna del Parque debemos destacar a todos y cada uno de los individuos que cohabitan los diferentes microhábitats y que interactúan, como demostrándonos que de la cooperación y el respeto hacia el otro depende la convivencia armónica que tanto hemos olvidado en cuanto especie, nosotros, los mamíferos más complejos que habitamos esta tierra. Aves, mamíferos, insectos, reptiles, anfibios y otras criaturas de las cuales no se debe hablar, pero de las que mucho sospechamos quienes hemos permanecido horas y días en la apertura de la soledad, escuchando el barullo del pensamiento y los milagros que provoca su silencio, en el cerro, merced a la neblina, los vientos, los susurros que no llegan de ningún lado y provocan algo nuevo en el entendimiento, o mejor, en el sentir del caminante. O, parafraseando al poeta: “una vos me susurró en el silencio: no existe nada como una vos que susurra en el silencio…”. La avifauna, dentro de esta sinfonía de la naturaleza, ocupa un lugar especial por cuanto su belleza y facilidad de ser admirada caminando, recorriendo los paisajes majestuosos del Parque. Y es que todos, o la gran mayoría, hemos vivido la satisfacción de observar un ave remontando alturas o cayendo en picada o simplemente posada sobre una rama, ense-

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ñoreándose en su hermosura. Sin embargo, tras la buena fortuna de observar un ave majestuosa, como el Cóndor Andino, el Tucán Andino Pechigris, el Trogón Enmascarado, o la Curiquinga y la mitología que la acompaña en nuestros andes cañaris, o la Hurraquita Turqueza y su estridencia, tanto de color cuanto de llamado, o la Pava de Monte o, en fin, cualquiera de las 157 especies de aves registradas en el PNC., entendemos el por qué este refugio natural es considerado área de Importancia Mundial para la Conservación de Aves: IBA4. El Ecuador, lo sabemos todos, es considerado un lugar idóneo para los observadores de pájaros ya que y debido a sus características geográficas, alberga a más de la mitad de especies de aves que se encuentran en todo el sur de América, con aproximadamente 1600 especies que representan el 18 % del total de aves del planeta; además de ser el país con mayor número de especies de avifauna por área, a nivel mundial. Y se puede afirmar que “una muestra importante de la avifauna ecuatoriana de los Andes la encontramos en el PNC (…) En los altos Andes el valor de su diversidad radica principalmente en su composición de especies únicas: por ejemplo, en el PNC habita el colibrí Metalura Gorjivioleta, una de las 8 especies exclusivas del Ecuador, que vive únicamente en las provincias de Azuay y Cañar. Además, en el PNC habitan otras 6 especies de aves endémicas, restringidas a 2 regiones biológicas –páramo de

4 “varias investigaciones a nivel nacional e internacional han demostrado que el PNC es un refugio irremplazable para la conservación de aves de páramo y bosque montano alto, y justamente BirdLife International lo ha designado como IBA dentro de su programa mundial para identificar sitios prioritarios para evitar la pérdida de la biodiversidad” (Tinoco, Boris; Astudillo, Pedro:2009:6)


los andes centrales y andes centrales del sur-” (Tinoco, Boris; Astudillo, Pedro:2009:6) Mucho silencio, paciencia y cautela extremas se necesitan para permitirnos el regalo de ver a un animal desenvolverse en su medio ambiente, debiendo mimetizarnos lo más posible con dicho entorno para pasar desapercibidos, para no aullentarlos y ser, así, testigos de la vida en su propio reflejo, creciéndose sobre estos milagros que comparten “la gran casa” cumpliendo, cada uno, con su parte en la danza cósmica de la naturaleza. Por eso es recomendable caminar en silencio y en grupos no muy numerosos, claro, si la intención va más allá del deleite sobre el paisajismo y se pretende observar la fauna del Parque, como las aves, mágicas criaturas aladas; o si la intención es la de re-conocer la hermosura de los seres que habitan y delinean la superficie o, quizá, aquellos que habitan las aguas porque, hemos de saber que, una importante muestra de la biodiversidad de herpetofauna ecuatoriana (anfibios, reptiles y peces) de los andes se encuentra en el Parque Nacional Cajas, en donde se han encontrado 24 especies de anfibios, peces y reptiles: “el importante valor de la diversidad biológica del Cajas se ve expresado en los descubrimientos que se han realizado en áreas que no habían sido evaluadas desde el punto de vista herpetológico (...) el Parque alberga a las dos únicas especies sobrevivientes de Ranas arlequín de altura en el país y posiblemente en el mundo (…) en el año 2005 se descubrió en las proximidades del Parque a una especie de serpiente muy rara para la ciencia y la que se encuentra actualmente siendo revisada para determinar su especie (…), en septiembre de 2007 se encontraron dos especies nuevas de anfibios para el parque…” (Arbeláez E.,

Vega A., 2008: 6) El mundo de estas magníficas criaturas, para ser avistado, exige un comportamiento silencioso y, de ser posible, mimetizado con su entorno ya que los anfibios, así como los peces y reptiles, detectan con facilidad las vibraciones y ruidos que pudieran representarles peligro alguno por lo que, para observarlos, se recomienda un sigilo extremo, un silencio contemplativo y, de ser posible, el utilizar vestimenta de colores que no sean llamativos, en relación a los colores del medio ambiente en el que estamos irrumpiendo. Es decir, estamos ingresando a un hogar que no nos pertenece y, como buenos visitantes, debemos procurar que nuestra estadía sea lo menos molesta para las especies que nos acogen. Sin lugar a dudas los animales que más llaman la atención a los caminantes son los mamíferos, ya por su tamaño, su belleza o el parecido que encontramos identificándonos en muchos de sus comportamientos (no siempre los mejores), o quizá por la imponencia de su porte y elegancia (en la mayoría de los casos) y es que, al observar a un venado de cola blanca asirse majestuoso sobre la vastedad del pajonal, o al encontrar a un raposo vadeando los muros cañari-incas de los vestigios de Mamamag, o al ver al ratón pescador en su faena o al conejo desapareciendo entre la paja o a las llamas pastando serenas, enseñando la satisfacción como dijera Whitman, no podemos sino maravillarnos ante el espectáculo de la vida en su máxima expresión, la fiesta del movimiento y la libertad. Y en el Parque Nacional Cajas encontramos grandes mamíferos, contrario a lo que se supone desde el desconocimiento, ya que, como decíamos, estudios recientes del personal del Parque dem-

Hongos des-componedores de materia orgánica en el bosque húmedo montano Colibrí: zamarito colilargo

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uestran la existencia de animales como el Puma, el Tigrillo, el Zorrillo, el Oso de Anteojos, dos tipos de venados, el puerco espín quichua, un tipo de ardilla, otro de guanta, varios tipos de murciélagos y varios de ratones entre los cuales contamos con 2 especies endémicas y exclusivas para el parque: el ratón marsupial de Tate y el ratón de agua del cajas o ratón pescador. La flora y fauna del Cajas son manifestaciones de la generosidad y la “grandiosidad, aspereza y delicadeza de universo del que somos pequeñas experiencias transitorias…” como diría Claudio Malo González, asentando la certeza que se afinca en la razón y en ese entendimiento que la sobrepasa, a través de la sensibilidad que poseemos en cuanto seres capaces de admirarnos hasta la Luz en aquellos lugares en los que, como en el Cajas, el silencio se apodera de los sentidos para abrirnos a Verdades que se manifiestan a través de ellos, maravillándonos ante la armonía que enseñorea a la naturaleza, dadora, paridora, génesis constante. Bibliografía: Arbeláez E., Vega A.: Guía de Anfibios, Reptiles y Peces del Parque Nacional Cajas. Corporación Municipal Parque Nacional Cajas, ETAPA, Cuenca, Ecuador. 2008. Chacón, Gustavo; Martínez, Juan; Tinoco, Boris; Arbeláez, Ernesto; Minga, Danilo; Zárate, Edwin: Actualización de la información del componente biótico del borrador del expediente del PNC para la declaratoria de patrimonio mundial: Universidad del Azuay, Cuenca, Ecuador:2006. Ulloa, Carmen; Álvarez, Samara; Jorgensen, Peter;

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Minga, Danilo: Cien Plantas silvestres del páramo. Corporación Municipal Parque Nacional Cajas, ETAPA, Cuenca, Ecuador. 2004.


Hongos des-componedores de materia orgĂĄnica en el bosque hĂşmedo montano ColibrĂ­: zamarito colilargo 135


Frigilo Plomizo, pรกramo 136


Nigua, pรกramo de almohadillas 137


Pega Pega, flor del pรกramo 138


Rana Marsupial 139


PĂĄramo de Almohadilla Helecho, Bosque HĂşmedo Montano 140



Rana Marsupial, pรกramo de almohadilla 142


Lancetilla, flor del pรกramo 143


Metallura Baroni, foto cortesĂ­a de Boris Tinoco Subepalo perlado: Bosque de Llaviucu 144


Pava Andina, Bosque HĂşmedo Montano 145



Pato andino 147


Bosque HĂşmedo Montano 148


Bosque de Poliyepis 149


Bosque HĂşmedo Montano, sendero Zig Zag, laguna Llaviucu 150


Sendero Uku, bosque Llaviucu 151


Chuquiragua, la Flor del Andinista Arquiteca, pรกramo de almohadilla 152



Mirlo Grande sobre rama de polylepis 154


Ă rbol de papel: polylepis 155


Caballos salvajes de pรกramo 156


Puma, el león de montaña (fotografía tomada con las trampas-cámara colocadas por personal del Parque Nacional Cajas, sector Mazán) 157



Orquídea de Bosque Húmedo Montano 159


Hongos, Musgos y LĂ­quenes 160


Pinguícula: Planta Carnívora 161


ColibrĂ­: Picoespina dorsiazul, pĂĄramo 162


Cuilampalo en humedal 163


Aguila pechinegra 164


Aguarongo en flor. 165


Manzanill贸n de p谩ramo y mariposa 166


Garza Nocturna Coroninegra, ave migratoria (primer registro fotogrรกfico de esta ave en el PNC) 167



Hongos y Arquitectas, pรกramo de almohadilla 169


Saltamontes, pรกramo sobre roca desnuda 170


Moscard贸n 171


Tucán Andino Pechigris, Bosque Húmedo Montano 172


Trog贸n enmascarado, Bosque H煤medo Montano. 173


LuciĂŠrnaga en pajonal 174


Larva de mariposa, pajonal 175



Cascada en el bosque Mazรกn 177


Humedal de pรกramo 178


Pato Rojizo Andino 179


Bosque de polylepis 180


Piedra con musgo en el bosque de papel 181


AGRADECIMIENTOS A Dios por poner este paraíso tan cerca de nuestra ciudad. A la buena fortuna de haberlo recorrido en una gran porción de su bastedad. Al Dr. Oswaldo Tamariz por creer en este proyecto y aprobar su ejecución. Al personal del PNC que nos apoyó en este proceso, especialmente a Don Germán Gutierrez, incansable caminante y conocedor, así como Don Augustín Ordoñez, amigos y compañeros de largas caminatas en el páramo y, sobre todo, al hermoso “juego cósmico” que nos ubicó en este tiempo y en este espacio para hacer lo que hacemos, sumando una semillita en este intento por conocer y amar los rincones que se guarda el mundo para recordarnos que Todo habita en Todo.


El Parque Nacional Cajas se encuentra a 33 km de la ciudad de Cuenca, hacia el occidente y a aproximadamente 40 minutos de la urbe. Se levanta sobre los 3100 mnsm hasta los 45000 msnm., y el clima es variable: frio y calor extremos; viento, niebla, lluvia, granizo, nieve y sol en un mismo dĂ­a.




ETAPA EP http://www.etapa.net.ec www.facebook.com/ETAPAEP @etapaoficial

Parque Nacional Cajas Programa de Uso Público SUBGERENCIA AMBIENTAL AREAS PROTEGIDAS - ETAPA EP. Dirección: Km. 13,5 via Cuenca – Molleturo – El Empalme. Telefono: (593 7) 2370126 / 2370127 Ext.: 1435






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