LA GENERACIÓN DEL COVID – II – Dr. Marino Latorre Ariño ORCID: 0000-0002-7076-4458 Universidad Marcelino Champagnat, Lima, 2021
1. El Internet como herramienta de aprendizaje Durante la pandemia estamos practicando “la pedagogía de la excepción”, “pedagogía de la emergencia”; las escuelas cerradas y muchas pantallas abiertas. Internet se ha convertido en “una poderosa e indispensable herramienta para ayudar a la difusión de la información”. La gran ventaja de la utilización de las TICs en la educación es que abren la escuela al mundo. Acaban con la educación dentro de las cuatro pareces de un aula en la que los únicos recursos son la pizarra-encerado, los libros de texto y el maestro. Al romper las paredes de la escuela, la hacen más transparente y comunicativa hacia la sociedad. Permite no dar una única visión de las cosas y de la vida (Adell, 2019). Pero también tiene sus dificultades. •
Una encuesta Gallup (2014) constató que el 53% de los estudiantes no tienen ningún interés por aprender. Otros estudios señalan (Jenkins, 2013) un 40% de los estudiantes de 15 años no les entusiasma estar en clase. La consecuencia es sencilla: para estos estudiantes los aprendizajes son superficiales, cuando no nulos. Muchos de los que estudian lo hacen “a pesar suyo…” • Si los estudiantes están poco motivados para estudiar en el colegio estando con sus compañeros con sus compañeros y en un ambiente ad hoc, ¿lo estarán cuando están recluidos en su casa durante días y días? • Muchos estudiantes empiezan a navegar por internet y al cabo de poco tiempo han naufragado. • Si en las clases presenciales ya se distraen los estudiantes con mucha frecuencia, ¡cuánto más en las no presenciales…! • Si a esto añadimos la conectividad y la tecnología que posibilite una comunicación de calidad, tenemos descrita la situación.
Por eso nos preguntamos, en la cuarta revolución industrial en la que vivimos, ¿cómo preparar a los estudiantes para que sean capaces de afrontar el futuro incierto que les espera?
A constatación científica (aviso para caminantes…) “Los nativos digitales son los niños con un coeficiente intelectual más bajo que la generación de sus padres”, según Michel Desmurget (2020), neurocientífico, director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia: Ha publicado un libro titulado La fábrica de cretinos digitales, en el que analiza de qué manera los dispositivos tecnológicos están afectando, de manera grave, el desarrollo de niños y jóvenes. “Simplemente, no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo”, indicó el reconocido experto en la materia Desmurget durante una entrevista brindada a la cadena BBC de Londres. En los “países donde los factores socioeconómicos se han mantenido bastante estables durante décadas, el “efecto Flynn” (1) ha comenzado a reducirse”. "En esos países los “nativos digitales” son los primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres. Es una tendencia que se ha documentado en Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia, etc.”, dijo Michel Desmurget. Desmurget, que ha estado en prestigiosos centros de investigación como la Universidad de California o el Massachusetts Institute of Technology (MIT), dijo que varios estudios han demostrado que “al usar la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen”. El especialista también detalló que las causas de esta situación están identificadas de manera clara: “disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, disminución del tiempo dedicado a otras actividades más 1
El “efecto Flynn” es la subida continua, año por año, de las puntuaciones de cociente intelectual; es un efecto observado en la mayor parte de los países del mundo. Varios investigadores del Reino Unido estimaron que, desde 1938 hasta 2008, la tasa de crecimiento del CI es de 2 a 3 puntos por década.
enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, hablar, contar cosas e historias, etc.), interrupción del sueño, sobreestimulación de la atención, sobreestimulación intelectual y un estilo de vida sedentario excesivo”. El potencial de la plasticidad cerebral es extremo durante la infancia y la adolescencia. Después, comienza a desvanecerse. No desaparece, pero se vuelve mucho menos eficiente. Cuando se pone una pantalla en manos de un niño o de un adolescente, casi siempre prevalecen los usos recreativos más empobrecedores". El cerebro se puede comparar con una plastilina. Al principio, es húmedo y fácil de esculpir. Pero con el tiempo se vuelve más seco y mucho más difícil de moldear. El problema con las pantallas recreativas es que alteran el desarrollo del cerebro de los niños y lo empobrecen.
El neuro-científico Michel Desmurget considera que la niñez actual está expuesta a una "orgía digital" que impide el desarrollo de su inteligencia. Si esta orgía digital, como usted la define, no se detiene, ¿qué podemos esperar? “Tan peligrosa es la exposición temprana de los niños a los pesticidas (países del tercer mundo) como la exposición temprana de los niños a las pantallas…” dice el autor.
Las empresas digitales contratan a expertos para explicar y vender lo inteligentes que son los jugadores y lo bueno que es jugar videojuegos. Recientemente un psicólogo, supuestamente experto en videojuegos, explicó en varios medios de comunicación que estos juegos tenían efectos positivos, que no debían ser demonizados, que no jugar podría incluso ser un hándicap para el futuro de un niño, que los juegos más violentos podrían tener acciones terapéuticas y ser capaces de apagar la ira en los jugadores, etc. El problema es que ninguno de los periodistas que entrevistaron a este "experto" mencionó, cuando hizo su crónica, que el “experto interesado”, trabajaba para la industria de los videojuegos. Aquí el que no corre, vuela y el más tonto hace relojes… Pero nadie arroja piedras contra su tejado.
2. Enseñanza no presencial, sí. Educación no presencial, no Los entusiastas de los medios digitales han visto con la obligatoriedad de las clases no presenciales la gran oportunidad de dar un salto adelante y la posibilidad de cambiar la “educación presencial” por la “educación a distancia” – así la llaman, desconociendo lo que significa educar-- utilizando las tecnologías. Hay una gran confusión al hablar de educación a distancia. Los que confunden no tienen presente los elementos más esenciales y rudimentarios de la teoría o filosofía de la educación. Un ejemplo claro de esta ignorancia se encuentra en Ley 28044, Ley General de Educación del Perú habla en el artículo nº 27 de la Educación a distancia. Hablar de “educación a distancia” es un oxímoron; pues hay una contradicción interna en esta proposición. Es como hablar de “la paz armada”, de “un crecimiento negativo”, de “un silencio atronador”, de un “lavado en seco”, etc. Se puede enseñar a distancia y, quizá adiestrar --aunque lo dudo-- pero no educar. La educación requiere que la persona vea, reconozca, dialogue e interactúe con otras personas, para sentirse viva, importante y para que experimente que es valiosa y pueda desarrollar su identidad. Si esto no se da, no hay educación, tanto si la enseñanza es presencial como no presencial. 3. Instruir sí, educar no Yo no creo que la tecnología digital sea una herramienta educativa. Puedo conceder que sea una herramienta instructiva, pero educativa, no. Basta con leer cuáles son los principios y características de la educación. El sujeto de la educación es siempre un ser humano. El fin de la educación es: ✓ “la humanización del ser humano”, ✓ “es aprender a ser personas” ✓ “es formar el carácter moral, social y religioso de la persona”,
Pero ¿quién va a proporcionar a los estudiantes las habilidades para aprender por sí mismos, la autorregulación, la responsabilidad en su trabajo? ¿La tecnología? ¿Un robot-máquina? ¿Un docente que se encuentra a kilómetros de
distancia detrás de una pantalla digital, convertido en un técnico del proceso de enseñanza del estudiante, en el más puro estilo conductista?
Este tipo de enseñanza no puede proporcionar los componentes esenciales de la educación, que hoy sabemos que son los vitales: la humanización, la socialización, la interacción y trabajo colaborativo, personalización y el liderazgo, etc. (Calderón, 2020). "[...] Si bien la tecnología puede contribuir con herramientas interesantes al aprendizaje, el motor central del aula sigue siendo un buen maestro, encargado de dar testimonio del valor humano del conocer" (Jaim Etcheverry, 2003, p. 113).
4. Enseñanza no presencial o a distancia Con la enseñanza a distancia nos hemos quedado sin escuela y sin educación. ¡Quizá también sin enseñanza! ¡Cuántas lagunas habrá en el desarrollo del currículum del curso en el año 2020! Hay quien piensa que con la llegada y el empleo de las poderosas herramientas digitales se resolverán los problemas del aprendizaje de los estudiantes. Piensan que esta situación transitoria y provisional puede ser la preparación para, más adelante, propiciar la desaparición definitiva de los estudiantes de las aulas y la reconversión de la universidad en una mera sede virtual. Ya hay universidades con enseñanza virtual y los aprendizajes en casa de muchos estudiantes (learning in house). ¿Acaso la enseñanza no presencial o virtual responde a las necesidades de la infancia y de la juventud, respeta sus derechos y entre ellos el de una educación de calidad? Hay quien ve en el uso intensivo de las nuevas tecnologías la panacea del futuro de la educación, señalando sus enormes ventajas. Estas son obvias e indiscutibles para hacer que los estudiantes que quieran puedan aprender ciertos contenidos –siempre que los docentes las sutilicen de manera adecuada--, pero no para educar a las personas. Se olvidan, o no saben, que la tecnología solo es un recurso que puede ser utilizado como una estrategia de aprendizaje, pero en ningún caso puede considerarse un modelo de escuela y menos de educación, pues la institución escolar no es sólo un lugar de instrucción sino,
sobre todo, un lugar para educar personas, algo que siempre se ha sabido pero que ahora parece que se quiere ignorar. Un ejemplo emblemático lo tenemos en lo que describen diversos artículos y reportajes que muestran cómo sus élites de EE.UU., empezando por los tecnólogos del Silicon Valley, --la joya de la corona del imperio tecnológico-empiezan a huir del mundo digital --una cosa es el negocio y otra es la vida y la educación de sus seres queridos-- y envían a sus hijos a centros como los de pedagogía Waldorf, Montessori, etc. donde la tecnología es inexistente durante la educación infantil y tampoco está demasiado presente a lo largo de la escolaridad. Lo importante es que los estudiantes desarrollen una serie de habilidades cognitivas y emocionales –poder y querer aprender-- y el manejo de la tecnología lo aprenderán más adelante en una semana sin ningún esfuerzo. Buscan la interacción humana y todo cuanto atañe a la presencialidad. Para estas élites privilegiadas, su futuro es, en cierto modo, un regreso al pasado, mientras piensan que la virtualización de la enseñanza actual va dirigida a la masa social más baja, a los nuevos esclavos digitales. Esa masa social, evocada en el Mundo feliz de Aldous Huxley, donde la casta minoritaria de alfas que ostenta el poder programa por incubación una masa de seres humanos uniformes, --los épsilon-- cuyo comportamiento uniforme y privado de libertad garantiza la necesaria seguridad y estabilidad social. O también el Gran Hermano de Orwel que lo controla todo; ahora ya no con las pantallas y micrófonos de las viejas y duras dictaduras, sino a través de artefactos y sistemas más indirectos y sofisticados, pero más potentes y efectivos. De ahí la importancia del empoderamiento digital por parte del profesorado para hacer un uso liberador y no sumiso de las nuevas tecnologías; y para que estas lleguen a ser excelentes herramientas de aprendizaje, aunque sin llegar a colonizar la enseñanza para convertirse en un nuevo modelo escolar, de la anti-escuela y la anti-educación (Carbonell, 2020). Veamos todo esto con un poco de detenimiento. 1) La escuela es un lugar de socialización. El ser humano nace, vive y se desarrolla en comunidad y necesita de los otros para la supervivencia e incluso para llegar a ser persona. “El hombre es un ser social por necesidad y porque lo requiere así la naturaleza de su mente” (Henz, 1968).
A veces se oye hablar de “educación on line”; no existe educación de ese tipo; puede haber “enseñanza on line”, pero no educación. Se puede enseñar a distancia, pero se educa con la presencia. La educación es socialización o no es nada; lo que somos y lo que creemos ser lo debemos a encuentros con personas significativas en la vida. A veces son encuentros prolongados –la familia-- otras veces breves y circunstanciales, pero intensos. Cada uno atesora la relación personal que ha tenido con todos esos “maestros” en su vida. “El hombre no es nunca un primer hombre; comienza a existir sobre una cierta altitud de un pretérito amontonado. Romper la continuidad con el pasado, querer comenzar de nuevo, es aspirar a descender y plagiar al orangután”, escribió Ortega y Gasset. El desarrollo de la persona solo es posible en el marco de una sociedad que da a la persona un contexto y una cultura que constituyen el marco de referencia para su vida. Lo que el individuo haga a partir de ese legado será una decisión personal e intransferible; es aquello que lo hace único. Los humanos no estamos condenados a ser lo que no queremos ser; posemos la libertad para dar a la vida la dirección que deseemos; eso se llama responsabilidad. Individuo y comunidad son las dos caras de la misma realidad que al interactuar cambia de manera constante. El contexto familiar y la escuela son, precisamente, esos lugares de encuentro relacional y grupal, donde se socializa la experiencia humana, donde se fraguan vínculos sociales y emocionales --ambos son inseparables--, a través de la palabra y del cuerpo, de la conversación y de todo tipo de manifestaciones gestuales y sensoriales. Es la fuerza y la magia del cara a cara, la mirada, la proximidad, el afecto y la empatía que nunca podrá sustituir la más sofisticada tecnología.
Jocosa, pero muy acertadamente, dice Calderón (2020) que “creeré que la educación a distancia puede suplantar plenamente a la presencial el día en que alguien, honestamente, me diga que prefiere hacer su luna de miel, ella en su casa y él en la suya, conectados por internet y mirando a la vez los mismos fabulosos videos 360º de París, las Bermudas, Hawái, etc. en pantallas gigantes. Cuando llegue ese día, y los aviones hayan prácticamente desaparecido, te diré que una maestría online es igual a una presencial”.
2) Personalización e individualización. La personalización es un proceso de individualización porque cada ser humano es único e irrepetible que encarna su naturaleza de manera única e irrepetible. Pero todos tienen algo en común, por eso “educar es aprender la condición humana siempre en continua construcción; es crecer en humanidad como persona y en armonía con el contexto en que se vive (Cussianovich, 2015, p. 15); supone hacer que emerja la humanidad en cada criatura desde su concepción hasta la muerte, (Morin, 2012, p.86). El fin de la educación es conseguir que la persona llegue a ser cada día “más plenamente humano” (Juan Pablo II, 1980, 11). Faure (1985), afirma: Educación es aprender a ser personas. Por esta razón las escuelas y la familia deben ser “laboratorios de humanidad” (Benedicto XVI, 2011). Se educa proponiendo a los estudiantes experiencias significativas y transformadoras para ayudar a pasar al ser humano de la animalidad compulsiva a la racionalidad reflexiva; es la unión del saber, el saber hacer, el saber vivir con los otros y el saber ser persona; todo en una unidad coherente. La personalización es un proceso de interiorización, desarrollando la propia identidad y enriqueciendo todas las facetas del ser humano. La personalización supone diferenciación e individualización. La personalización supone la integración, gracias a la cual el individuo adquiere coherencia, unidad y singularidad, desde el punto de vista funcional. Requiere la autodeterminación y el autocontrol, por cuanto supone iniciativa interna, autorresponsabilidad y compromiso aceptado personalmente para trazar-se un destino propio. 3) La colaboración. En el contexto actual en el que la ideología imperante es el neoliberalismo y su versión económica la “economía de mercado”, la competitividad y el individualismo se han elevado a la categoría de los “valores” más apreciados. En los países desarrollados se practica la pedagogía personalizada, se estimula el trabajo individual. Esta es una estrategia educativa sumamente costosa. En cambio, en países en vías de desarrollo, se privilegia el trabajo grupal, el interaprendizaje, el empleo de la dinámica grupal, no sólo para ayudar al desarrollo social del estudiante sino también por el número de estudiantes que hay en cada clase y por los medios didácticos de que se dispone. El trabajo grupal desarrolla los sentimientos sociales, la solidaridad, el altruismo, el liderazgo.
El aprendizaje colaborativo o aprendizaje entre iguales, es una propuesta educativa que surge en el marco del enfoque centrado en el estudiante y, cuya característica principal, es la organización del aula en equipos de trabajo de cuatro personas. Existen diversos modelos de aprendizaje en colaboración, pero todos ellos comparten los siguientes procesos: la interdependencia positiva entre los estudiantes, la interacción grupal cara a cara, la asunción de responsabilidaddes individuales y grupales, la ejercitación de habilidades sociales y la reflexión sobre los procesos de aprendizaje.
Como se ve el desarrollo integral humano –cognitivo, emocional, social y espiritual-- se produce en el encuentro entre personas donde se cruzan, conviven y aprenden padres, hermanos, compañeros de clase, docentes y donde se puede prestar un apoyo más directo y eficaz a los que tienen más dificultades y, por tanto, donde la inclusión y la equidad se afrontan con más recursos y de forma más directa y cercana. Es un espacio donde se aprende colectivamente a experimentar, manipular objetos, pensar, razonar, debatir, dudar e intercambiar. Un entorno donde se practica el arte socrático y espontáneo de la conversación, con preguntas y respuestas que con frecuencia se entrecortan. En síntesis, la escuela es un lugar privilegiado del desarrollo integral humano. Cerrar la escuela o hacerla invisible –digital-- es volver a los tiempos primitivos y renunciar a uno de los logros más importantes de la civilización a partir de la época de la Ilustración. Por otro lado, en la escuela hay rituales insustituibles como las entradas y salidas con abrazos, sonrisas y algunos besos, despedidas. Actividades de grupo con un movimiento constante por el aula, transitando por rincones o espacios de aprendizaje. Con debates que se prolongan en el aula, o incluso con clases magistrales --tampoco son lo mismo-- que terminan con preguntas y aclaraciones entre aulas, pasillos y patios. ¿Se puede conseguir todo utilizando las herramientas digitales y las pantallas? ¿Qué queda del educador que toma la palabra y la democratiza a través de los sinuosos caminos de las miradas, las insinuaciones y las palabras de los estudiantes? ¿Qué queda de los foros conjuntos de traer arte y artesanía, de tocar la tierra, de jugar, cuando se está bajo la forma titánica de la pantalla siempre encendida?, se pregunta Carlos Skliar, citado por Carbonell (2020).
5. La ficción educativa de la enseñanza no presencial
En educación todo funcionaba con normalidad hasta inicios del mes de marzo del 2020 cuando de la noche a la mañana cesaron las clases presenciales y hubo que impartirlas de manera no presencial o por sistema a distancia usando plataformas de internet. Se cerraron los colegios. Cada uno quedó recluido en su domicilio. Así, ni el profesor, ni los estudiantes necesitaban desplazarse ni exponer su salud, se continúa prestando el servicio educativo, y, de este modo, al parecer, todos ganan. ¿Todos ganan? En apariencia, sí. Ante esta situación de emergencia sanitaria, ni los docentes, ni los estudiantes, ni sus familias estaban preparados para un cambio tan brusco en el sistema. La solución de impartir las clases de forma no presencial es mejor que nada y no hay más remedio en esta coyuntura, pero no nos autoengañemos. Si el colegio dice estar formando personas y ciudadanos y si la universidad afirma estar formando profesionales íntegros, exitosos y socialmente responsables, entonces la educación presencial es y será eternamente insustituible. Con toda la modernidad de la tecnología que tienen las plataformas online, en realidad se basan en una concepción obsoleta de la educación pues en ellas lo que predomina son los contenidos cognitivos, teóricos y discursivos y son muy limitados para los demás componentes de la educación –las llamadas competencias blandas-- que hoy sabemos que son los vitales: la interacción, la socialización, la individualización, la humanización, el liderazgo, etc. Pretender hoy que el sistema educativo realice adecuadamente su función de enseñar y mucho menos educar a distancia, es una fantasía que conduce a la frustración e incrementa las desigualdades educativas. En primer lugar, el proceso educativo exige el desarrollo integral de la persona que implica socializar, personalizar, individualizar, trabajar de forma personal y colaborativa, –como hemos indicado más arriba-- y eso no lo puede hacer una persona a través de una pantalla; se requiere presencia, contacto emocional y diálogo presencial. Si lo que se pretende que proporcione el sistema educativo es dar información, sí, una máquina o un robot puede darla. Pero este planteamiento es desconocer la esencia misma de la educación. Otro problema diferente es si los estudiantes pueden y quieren transformar la información en conocimiento. Para eso se requieren el desarrollo de una serie de herramientas mentales y emocionales –capacidades-destrezas, valores-actitudes--.
“Las nuevas tecnologías dan acceso a una gran cantidad de información, que no ha de confundirse con el conocimiento. Para que la información cuaje en conocimientos el individuo debe apropiársela, debe metabolizar la información y construir sus propios conocimientos (constructivismo). En este sentido juega un papel importantísimo el tipo de aprendizaje-enseñanza, basado en metodologías activas y por descubrimiento para lograr este aprendizaje significativo” (Tizón, 2008, pp. 17-18). La colaboración entre iguales, la retroalimentación del docente, la autoevaluación y metacognición del estudiante son indispensables. Las TIC pueden ser una buena herramienta que ayude a realizar esas funciones y posibilitar la innovación formativa. Pero su utilidad en el aula obliga a que la práctica docente se transforme, y a mejorar los procesos de enseñanza y para originar otras formas de aprendizaje en los estudiantes. Por otra parte, hay contenidos y habilidades esenciales del currículum que no pueden aprenderse ni evaluarse si no existe relación personal física entre el estudiante y el docente y entre los estudiantes entre sí, como la comunicación oral --en el idioma propio y en otras lenguas--, la educación artística, el trabajo en equipo, la educación musical o la educación en valores (gestión de las emociones, resolución de conflictos, etc.). En el documento del Forum Económico Mundial (marzo, 2016) proponen 16 competencias para toda la vida. De ellas hay 6 competencias duras y 10 que son blandas; he aquí algún ejemplo de las blandas: Trabajo en equipo, tolerancia, curiosidad, constancia, compromiso, adaptabilidad, capacidad de liderazgo, respeto a la cultura social, empatía, respeto a las personas y a las leyes, etc. ¿Cuántas de estas competencias fundamentales pueden desarrollarse con la enseñanza no presencial? Las dificultades se agravan cuando los niños con discapacidad necesitan una metodología inclusiva con especialistas, materiales y entornos adaptados. Todos estos elementos no son factibles sin la presencialidad. Así mismo la enseñanza no presencial requiere la colaboración formal de la familia como elemento de acompañamiento de los estudiantes sobre todo cuando tienen poca edad. Necesitan condiciones del entorno, instrumentos o artefactos digitales, conectividad, etc., dedicar tiempo y ciertos conocimientos
para poder ayudar a los hijos. Muchos padres y madres trabajan y aunque sepan los contenidos que deben aprender sus hijos no tienen conocimientos didácticos ni paciencia para enseñarlos. Conclusión: la educación expandida La escuela puede empobrecerse o enriquecerse en función de cómo se conciba y de lo que suceda dentro del aula. La institución escolar puede seguir anclada en el pasado, instalada en sus inercias y miserias o bien, puede vivir intensamente el presente, aprendiendo a gestionar las contingencias e incertidumbres del futuro. Puede concebirse como un espacio cerrado, aislado del exterior o, por el contrario, puede romper los muros del aula para salir a conocer el entorno natural y social, dejándose empapar por lo que allí sucede.
En la escuela enriquecida se conjugan varios verbos que empiezan por “c”: compartir saberes y emociones; cooperar y colaborar entre los estudiantes y el entorno, el profesorado, las familias y otros actores educativos; cuidarse entre todas las personas; celebrar los progresos y éxitos individuales y colectivos, y construir educación democrática. Todo son actuaciones educativas que empiezan por “c” de colaboración; el colegio no es una isla, vive en un entorno o ecosistema de aprendizaje y a él deben acudir los estudiantes para aprender. Es el modelo escolar expandido en el territorio o ecosistema de aprendizaje. John Dewey, --uno de los más lúcidos pensadores educativos del siglo XX--, anticipó la clave de la necesaria vinculación de la escuela con el entorno, la hibridación entre modelo presencial con el modelo de educación expandida, al sostener que la educación asistemática y extraescolar, que el niño adquiere en la familia, en la calle o en otras instancias socializadoras del entorno inmediato, es más vital, profunda y real; y que la educación formal o escolar es más abstracta y superficial, menos influyente, pero también más amplia, completa y segura. Por eso en la Escuela Nueva se hablaba de “Educar por la vida y para la vida”. Se trata de sacar el máximo partido a la cultura del territorio. Para Fabbroni el primer abecedario es el ambiente; la ciudad en su conjunto es un libro abierto – el mejor texto escolar– donde se condensan el pasado y el presente, un crisol de identidades y manifestaciones culturales y sociales donde se cruzan historias y los más diversos lenguajes: orales, escritos, corporales, visuales, etc. O se
puede pasear por los mercados cerrados o al aire libre, donde se está recuperando la alimentación ecológica y de proximidad. Y, por supuesto, se puede descubrir y conocer la ciudad de muchas formas: mediante rutas guiadas históricas, artísticas, científicas, urbanistas o literarias. O con una mezcla de todo, pues la ciudad forma parte del corazón del currículo. Una sinfonía de conversaciones y sonidos, un mercado de aromas, olores y sabores. Es el arte protegido en los museos, o pintado en los muros. Son las personas de todas las generaciones que conviven en espacios públicos y privados. Es la vida (Carbonell, 2020). No se trata de organizar visitas relámpago, que suelen quedarse en la epidermis, sino de estancias prolongadas y reposadas para que la experiencia vivencial genere reflexión y conocimiento a fuego lento. No podemos confundir el aprendizaje de la solidaridad con “visitas turísticas solidarias ocasionales a entornos menos favorecidos”. Este es el aprendizaje servicio. Es la pedagogía del delantal, la escuela del servicio y de la solidaridad que pone en el centro de la propuesta educativa el concepto de “servicio a la comunidad”. Es una manera excelente de “formar personas para los demás…” El aprendizaje a través del servicio se realiza en situaciones reales, tiene propósitos definidos y normalmente resultados significativos; exigen esfuerzo al estudiante y conlleva planificación, revisión del progreso, comunicación y reflexión sobre los resultados y el aprendizaje personal. Se expresa a través de una acción de voluntariado no remunerada. Posibilita la creación de vínculos con determinados grupos o comunidades y desarrollar un compromiso solidario con ellos. El aprendizaje basado en el servicio y la solidaridad permite tener experiencias profundas y transformadoras, de gran trascendencia para las vidas de los estudiantes. “Una mente que se abre a una nueva idea (más aun la que es impactada fuertemente por un sentimiento y una certeza), jamás regresa a su tamaño original” (Einstein). En esta misma línea existe la metodología del proyecto “Desing for change”: 1) Siente 2) Imagina; 3) Actúa; 4) Comparte (Metodología del proyecto ver: www.dfcworld.com).
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