LOS YONKIS TECNOLÓGICOS (La atracción irresistible) Dr. Marino Latorre Ariño Universidad Marcelino Champagnat Lima, Perú, 2019 Las tecnologías tienen una capacidad de seducción casi irresistible, para mantenernos enganchados y favorecer negocios muy productivos. En un diario apareció este titular: “En las aulas del futuro habrá pantallas, pero no pupitres”. Estamos en el dilema “tecnología frente a la pedagogía”. Y es que hay quien piensa que en educación las novedades tecnológicas lo solucionan todo: pizarras electrónicas, cañones, computadoras, tablets, wifi, etc. Hay quien piensa que los problemas de la educación se resuelven con tres verbos: Comprar, comprar, comprar… tecnologías, en lugar de investigar para descubrir cómo se deben emplear las tecnologías en las aulas para favorecer el aprendizaje de los estudiantes. Larry Cuban1 (2013) estudió el papel de las tecnologías durante 40 años y llegó a la conclusión de que no hay pruebas científicas de su impacto positivo sobre “la caja negra de la práctica pedagógica en el aula”. Se cree que utilizando estos artefactos los estudiantes alcanzarán instantáneamente, por sí solos, los conocimientos; aprenderán sin esfuerzo los contenidos y además divirtiéndose… Para ellos aprender consiste en empezar a navegar por internet, (y yo digo) para acabar, muchos de ellos, naufragando. ¿Y si un profesor se atreve a prohibir los objetos tecnológicos? Si se prohíbe el uso de teléfonos en el aula el padre vendrá a salir en defensa de su vástago acompañado de un psicólogo para increpar al desamparado docente que pelea todos los días con la desatención de los estudiantes. Hoy se sabe que se producen avances valiosos en las escuelas en las que las nuevas tecnologías se sustituyen por nuevas pedagogías (intra-aprendizaje, interaprendizaje, aprendizaje colaborativo, retroalimentación, metacognición, etc.) También se habla de la obsolescencia de los saberes; la idea que se intenta vender es que todos los saberes anteriores no sirven para nada y que por lo tanto no hay que aprenderlos; hoy se deben aprender los saberes del momento presente, y mañana se aprenderán los de mañana porque los de hoy ya serán obsoletos… y así sucesivamente. Se olvidan de que los saberes de hoy se fundamentan en los de ayer, y estos en los de antes de ayer, etc. Son los conocimientos previos sobre los que se engarzan los nuevos.
1 Cuban, L. (2013). Inside the black boxof classroom practice. Cambridge: Harvard Education Press.
Isaac Newton escribió a Robert Hooke una carta fechada en 1676 en la que le decía: “Si he llegado a ver más lejos que otros es porque me subí a hombros de gigantes”. Gesto de humildad y agradecimiento de lo que aprendió de otros. El pasado es importante; si no se conoce el pasado no se podrá entender el presente y el futuro. En el pasado –como en los ancianos-- hay mucha sabiduría guardada. Hay conocimientos que quedarán obsoletos y serán reemplazados y mejorados por otros más actuales, pero ¿quedará obsoleto el número pi, el cálculo infinitesimal, las tragedias de Shakespeare, ¿Don Quijote de la Mancha o la fuerza de la gravedad, el método científico, la lengua, la semiótica, el arte de los clásicos y de los modernos? Hay quien a firma y piensa que como todo cambia, lo mejor es tener en cuenta lo que dice Shakespeare: “El mundo es el que tenemos y el pasado es un prólogo…”; el mundo de hoy es lo que aparece antes del primer capítulo de la verdadera historia. Yo me formulo esta pregunta: ¿Sin importar cuál haya sido el pasado, es decir, con qué palabras esté escrito el prólogo del presente, serán valiosas las elecciones actuales que determinarán lo posible en el futuro? Hoy se dice que hay que olvidar lo que ya pasó, desde el convencimiento de que hay que liberarse de sus ataduras, y enfocarse en lo que sí se puede hacer en el futuro. Pero olvidan que lo maravilloso es que se pueden escribir millares de historias a partir del mismo prólogo que es el pasado... Debemos mostrar respeto y veneración por el pasado, pero no vivir en él. Si educamos a los estudiantes de hoy como los educamos ayer, les estamos robando su futuro, pues les estamos educando para un mundo que ya no existe, pero una medida pedagógica prudente es guardar lo bueno de las prácticas del pasado estando abiertos a las novedades valiosas del futuro. Steve Jobs prohibía a sus hijos utilizar el iPad y el iPhone hasta cierta edad, mientras que desarrollaran sus habilidades mentales y luego con una breve explicación aprenderían a utilizarlas. Hay colegios privados, de mucho prestigio, que se aplica con rigor esta prohibición; algunos de estos colegios están en California, (en Silicon Valley) en que el 75% de los padres trabajan en las industrias de desarrollo de las tecnologías. En Francia, la Asamblea Nacional, aprobó (30/07/2018) una ley sobre el uso de Smartphones en las escuelas que afecta a casi todos sus estudiantes escolares a partir de septiembre, 2018. En Francia casi el 90% de adolescentes franceses, de entre 12 y 17 años, tienen un Smartphone. La ley prohíbe básicamente el uso de dispositivos móviles en preescolar, primaria y los primeros años del secundario (esto es, hasta los 15 años). Según indica la ley, los chicos no van a poder usar teléfonos, tablets u otros aparatos que se conecten a internet en los colegios. Sin embargo, la medida exime los usos de la tecnología
que tengan un sentido pedagógico, a las actividades extracurricu-lares y a los estudiantes con capacidades especiales. Además, las escuelas podrán establecer excepciones justificadas en sus reglamentos internos. El objetivo de la prohibición, argumentaron los impulsores de la ley, es resguardar a los chicos de hábitos adictivos y proteger a la institución educativa. "Sabemos que hoy hay un fenómeno de adicción a las pantallas, un fenómeno de mal uso del móvil", dijo el ministro de educación, Jean-Michel Blanquer, y añadió: "Nuestra misión principal es proteger a los niños y adolescentes. Es el rol fundamental de la educación y esta ley lo permite". Irresistible es el título de un libro publicado por Adam Alter, profesor de psicología y marketing de la universidad de Nueva York y habla de la obsesión por las tecnologías y la relación que existe entre los estados del cerebro de un obsesionado a los videojuegos y un adicto a la heroína. Los estados cerebrales de un ludópata y un drogadicto tienen las mismas características. Alter cuenta la historia de un ludópata tecnológico que pasó 45 días enganchado a un videojuego online. El portero de la casa le traía pizzas para comer; engordó 20 kg y perdió casi todo el pelo. Los mecanismos de funcionamiento del cerebro humano usando las tecnologías son semejantes a los de las ratas, con las que se han realizado experiencias, que demuestran que son insaciables y cuanto más se satisfacen más se exacerban. Las compañías que producen videojuegos se pueden comparar a un cartel de droga; los dos producen adictos que estropean las personas, pero les dejan buenos réditos. Las empresas que diseñan estos productos los ajustan y reajustan hasta que logran que sea, prácticamente, imposible resistirse a ellos y de esa forma crear yonkis tecnológicos, es decir personas que no pueden vivir sin dispositivos móviles. En China la adición digital es una epidemia; la solución drástica que aplican los dirigentes chinos es encerrar a los adolescentes enganchados en un campamento en régimen militar sin posibilidad de utilizar las tecnologías. Ante todo, lo descrito, me pregunto: ¿No será mejor apagar un rato los aparatos tecnológicos y darnos un paseo por el parque? (A. Muñoz Molina, 2017).
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